Mushoku Tensei Jobless Reincarnation Volumen 20

Mushoku Tensei Jobless Reincarnation
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Traducción al español: Jaden

Editor y Corrector: KamK
CLEANER: AZAZEL 堕天王
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Volumen 20 Adultes – Arco De Zanoba [Light Novel]
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INDICE
INDICE ............................................................................................................ 6
Capítulo I – Planes Para El Futuro Y Preocupaciones De Cliff ........................ 8
Capítulo II – La Tienda De Zanoba ............................................................... 17
Capítulo III – Cliff Y El Consejo De Estudiantes Del Instituto De Magia ........ 35
Capítulo IV – Ceremonia De Graduación De Cliff Y Zanoba ......................... 66
Interludio: Un Pueblerino Visita La Ciudad .................................................... 78
Interludio: Ceremonia De Mayoría De Edad .................................................. 94
Capítulo V – Crecimiento Y Nuevos Horizontes .......................................... 107
Capítulo VI – Adelante, A Millishion... ......................................................... 123
Capítulo VII – El Regreso A Casa De Cliff................................................... 136
Capítulo VIII – La Casa De Latria ................................................................ 148
Capítulo IX – Sede De La Iglesia De Millis .................................................. 164
Capítulo X – El Papa, y... ............................................................................ 186
Sobre El Autor: Rifujin Na Magonote ........................................................... 199
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Capítulo I – Planes Para El Futuro Y Preocupaciones De Cliff
HABÍA PASADO UN MES desde los sucesos del Reino de Shirone. El invierno tocaba a su
fin y la primavera estaba a la vuelta de la esquina. Durante el último mes, me había centrado
en elaborar un plan detallado con Orsted. Nuestra primera orden del día: reunir aliados. Para
ello, nos decidimos por un enfoque triple.
El primer gran objetivo sería crear una agencia de inteligencia para reunir información. La
Banda Mercenaria de Ruquag, el grupo que Aisha y Linia crearon, funcionaría muy bien para
esto. Su cúpula era toda mi gente, así que podría utilizarla. Tendría toda su cooperación detrás
de escena. Estructuraría la jerarquía global del grupo de forma que la sede central mantuviera
contacto con cada sucursal, de modo que recibiera información de países de todo el mundo.
Las diseñaría de modo que si alguna vez no pudiera ir a la sede, pudiera visitar una sucursal
para conocer todos los detalles de la actualidad.
Esto sería menos para el uso de Orsted y más para el mío. Colocaba mis piezas en el
tablero, listas para ser jugadas.
El segundo objetivo era atraer a figuras de autoridad y futuros líderes. La resurrección de

Laplace iba a desencadenar una guerra... con toda la humanidad, supongo. Si cada nación
estaba preparada, sólo mejoraría sus tiempos de respuesta cuando finalmente llegara la
invasión. Así que informaríamos a los poderosos de la guerra que se avecinaba y de lo que
estaba en juego. Ofreceríamos la poca ayuda que pudiéramos y haríamos que se prepararan
para lo que se nos venía encima dentro de ochenta años al ritmo que pudieran. La cooperación
de estas naciones en la próxima guerra de Laplace podría facilitar nuestras vidas como Banda
Mercenaria de Ruquag si la teníamos, o hacerlas mucho más difíciles si no la teníamos.
El tercer punto del plan era reclutar guerreros para el combate. Este era el objetivo principal,
en lo que respecta a Orsted. Prefería que otros luchadores se enfrentaran a Laplace en vez de
a él. Si conseguíamos levantar la maldición de Orsted para que ya no tuviera que luchar en
solitario, podríamos incluso hacer que nuestros nuevos reclutas se unieran a la batalla final
contra el Hombre-Dios. Orsted y yo hablamos sobre quién encajaría bien, y finalmente nos
decidimos por este perfil: Los guerreros ya destinados a luchar contra Laplace, pero que no se
convertirán fácilmente en discípulos del Hombre-Dios.
Por ejemplo, títulos como Dios Ogro y Dios Mineral: sus actuales poseedores no sentían
odio ni amor por Laplace, pero las generaciones futuras se enfrentarían a él más adelante. Lo
mismo ocurría con escuelas como el Estilo del Dios del Agua y el Estilo del Dios de la Espada:
sus practicantes actuales estaban muy alejados de Laplace, pero sus aprendices también se
enfrentarían a él. También pensábamos preguntar a guerreros longevos como el dios del Norte
Kalman III o el dios de la Muerte Randolph. Algunos guardaban rencores personales contra
Laplace, especialmente Ruijerd. La Banda Mercenaria de Ruquag podría localizar a aquellos
cuyo paradero se desconocía, tras lo cual yo podría visitarlos personalmente y negociar de
rodillas. Imaginaba que algunos de ellos me pedirían que les hiciera valer la pena. Pero por
ahora, el plan se reducía más o menos a preguntar a todas las personas fuertes y capaces
que se me ocurrieran.
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Ahora bien.
Una vez reunidos todos esos recursos, nos enfrentaríamos al último cuello de botella: el
Hombre-Dios. Conociéndolo, estaba seguro de enviar a sus discípulos para interponerse en
nuestro camino. En su mayor parte, no sabíamos quién podría terminar sirviendo como uno de
los discípulos del Hombre-Dios. Orsted dijo que podía calcular las probabilidades en cualquier
bucle normal, pero como entre los discípulos de este bucle ya había gente que nunca se había
unido al Hombre-Dios, sería difícil saberlo con certeza. Si quería llevar a cabo mis misiones,
entonces tenía que ponerlas a prueba de riesgos contra discípulos que Orsted no viera venir.
En cuanto a cómo podría hacerlo... Para ser sincero, no se me ocurría nada. Así que decidí
no pensar. No sabía con qué criterios elegía el Hombre-Dios a sus discípulos. Orsted dijo que
"tendía a elegir a los que tenían un destino fuerte", pero gente con destinos débiles ya habían
aparecido como discípulos. Ni siquiera entendía cómo se podía medir la "fuerza" del destino
de alguien. Parecía el tipo de regla que sólo Orsted y el Hombre-Dios entenderían. Aunque
intentara seguir hasta el más mínimo detalle, preguntarle a Orsted por cualquier minucia sólo
le daría más dolores de cabeza. Pensar en ello no me llevaría muy lejos.
Yo era una pieza pequeña en este juego, pero los peones aún pueden hacer movimientos
de poder. Podría difundir un mensaje entre la gente con la que nos aliamos, algo así como "no
creas lo que te viene en un sueño". Los discípulos probablemente aparecerían, aun así. Sólo
tendríamos que confirmarlo con cualquiera que nos pareciera sospechoso y matarlo si fuera
necesario. Un trabajo duro, pero yo lo haría.
Aparte de ese inminente y desagradable trabajo, no había ningún inconveniente en hacer

todos los aliados que pudiera. Después de todo, el Hombre-Dios sólo podía tener tres
discípulos a la vez, lo que significaba que cada número añadido a nuestras fuerzas nos daba
una ventaja. Si sólo hubiera cinco personas de nuestro lado, nuestra fuerza caería un veinte
por ciento si uno nos traicionara y se convirtiera en discípulo. Si ese discípulo se unía a las
fuerzas enemigas, las cuentas serían aún peores para nosotros. Pero si fuéramos diez, o tal
vez veinte. Tal vez cien, o mil... Básicamente, cuanto mayor sea nuestro número, menor será
el impacto de una traición o dos en nuestra posición. Es cierto que estaríamos jodidos si un
líder de nuestro bando cayera bajo el control del Hombre-Dios y convirtiera a mil aliados en
enemigos, así que tenía que minimizar ese riesgo no dando demasiado poder a ningún líder.
Por otra parte, yo iba a ser ese líder durante un tiempo, así que por ahora no tenía que
preocuparme. Se convertiría en un problema tras mi muerte, pero ya había muchos líderes
mucho más adecuados para el trabajo que yo, y más en línea después de eso. Después de
todo, ya tenía a Roxy.
El reclutamiento era sólo una de las muchas necesidades logísticas. Necesitaba una forma
de contactar con Orsted, por ejemplo. Nuestro fracaso a la hora de evitar la muerte de Pax
durante nuestra última batalla se debió a la falta de comunicación. Por supuesto, estaba lejos
de ser la única causa... pero si hubiéramos tenido alguna manera clara de llegar a Orsted,
podríamos haber sido capaces de detenerlo. No podía depender de Orsted para todo, pero
nuestros planes nos iban a tener trabajando cada vez más por separado, así que la
comunicación sería crucial. Era mejor manejar una situación delicada tras consultar con tu
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equipo que confiar únicamente en tu instinto. Y si sabías que tu aliado estaba en peligro, podías
apresurarte a ayudar. No es que me imaginara a Orsted necesitándome para salvarle, pero
incluso poder enviarle alguna información de forma unidireccional podría ayudarle en caso de
apuro.
Así que le comenté todo esto a Orsted. Intenté explicarle el concepto de teléfono y le
pregunté si ya existía algo así, y si podríamos fabricar uno en caso de que no existiera.
"Así que, ¿un implemento mágico que puede enviar voces o texto?" preguntó Orsted.
"El texto por sí solo estaría bien, pero creo que sería útil si tuviéramos alguna forma de
compartir información a larga distancia. Por ejemplo, si tengo que tomar una decisión difícil,
prefiero hablarlo antes con alguien. ¿Crees que es posible?"
No era optimista. Eso habría sido demasiado conveniente, ¿no?
"Los dragonfolk tienen un implemento mágico como ese", dijo Orsted. "Si lo recreamos,
debería ser posible hacer lo que pides".
Me sorprendí. "¿Eh, así que esas cosas existen de verdad?"
"Sí. También has visto uno antes".
¿De verdad? ¿Cuándo diablos ocurrió eso? Algo así habría sido demasiado práctico como
para olvidarlo.
"Los monumentos a las Siete Grandes Potencias y las cartas del Gremio de Aventureros".
"¡Oh, esos!"
Ahora que lo mencionaba, las había visto. Las tarjetas del Gremio de Aventureros aceptaban
voz, y los monumentos a las Siete Grandes Potencias tenían el mismo texto en todo el mundo.
Interesante, sin embargo; no sabía que las cartas del Gremio de Aventureros estuvieran
hechas por dragones. Parecían inusualmente de ciencia ficción para un mundo como este...
"Harán falta algunas modificaciones", continuó Orsted, "pero intentaré hacerlas".
"¿Eh? ¿Quieres decir que los harías tú mismo?"
"Tu llegada ya echó por tierra todas mis predicciones. También puedo hacer esas cosas por
si alguna vez las necesitamos. Además, también serán útiles la próxima vez".
Y con eso, Orsted se ofreció a hacerlas él mismo. Sin duda un error de cálculo que me
alegré de haber cometido. Saber que Orsted todavía me querría como aliado la próxima vez
me hizo aún más feliz.
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"Existe la posibilidad de que no funcione, así que tenlo en cuenta", advirtió Orsted.
"¡Roger Wilco, jefe!"
Eso zanjó el tema del comunicador.
Una cosa más, sin embargo. Dado nuestro fracaso la última vez, estaba claro que tenía que
hacer algo más: una forma de transportar la Armadura Mágica. Aunque la última vez conseguí
llevarme la Versión Uno, el único uso que le di fue cuando viajé en ella. Llevarla de la ciudad
a la fortaleza ya era una gran molestia, pero no poder meterla en el castillo significaba que
acabaría siendo inútil durante mi combate con el Dios de la Muerte Randolph. No creía que
fuera a luchar contra alguien del nivel del Dios de la Muerte a corto plazo, pero no podía
descartarlo. Dado lo grave que era la situación entonces, quería ser proactivo esta vez.
El desarrollo de la Versión 3 seguía avanzando, por supuesto, y su objetivo era resolver

estos problemas siendo a la vez potente y ligero. Sin embargo, aún quedaba un largo camino
por recorrer antes de que estuviera terminada. Incluso con la plena cooperación de Zanoba,
aún iba a llevar uno o dos años terminar este proyecto.
Ante eso, se me ocurrió una sugerencia. ¿Por qué no invocar a la Versión Uno tal cual?
Según lo que Sylvaril me enseñó una vez, los objetos físicos no podían invocarse... pero me
pareció que, ya sabes, con un pequeño cambio de perspectiva, podría ser posible. Planeaba
intentarlo yo mismo para estar seguro. Si no funcionaba, entonces eso sería todo.
Con eso, los planes para reunir aliados estaban finalizados. Por ahora, expandiría la Banda
Mercenaria de Ruquag y establecería contactos con figuras poderosas en naciones de todo el
mundo. Comenzaríamos con Cliff y Ariel, pariente del Papa de la Iglesia de Millis y próximo
gobernante del Reino Asura. Ya estaba a medio camino de ser aliado de ellos, y ahora era el
momento de añadirlos oficialmente al bando de Orsted.
¿Quién primero? Acantilado, por supuesto, estaba estacionado cerca. Hacer de Cliff un
aliado nos daría lazos con la Iglesia de Millis. El Santo País de Millis era poderoso, lo que los
convertiría también en una fuerza poderosa en la guerra contra Laplace. Las batallas se
reducen a dinero y números, después de todo. Tener algunas conexiones que pudieran
proporcionar ambos no haría daño.
Cliff podría haber dicho lo contrario, pero yo lo consideraba un amigo cercano. Ya estaba
ayudando con la maldición de Orsted, así que un acuerdo verbal era probablemente todo lo
que necesitaba para tenerlo totalmente a bordo. Ya podía oírle decir "Claro" sin vacilar en mi
cabeza. Con mi plan establecido, me dirigí hacia el apartamento donde vivía Cliff.
Llegué al nido de amor de Cliff. Era raro que no los pillara en pleno acto; el apartamento de
la tarde estaba tan silencioso como para oír caer un alfiler. Por otra parte, si lo hacían todos
los días, sus vecinos probablemente no descansarían mucho... ¡Espera! Me había acordado
mal. Normalmente lo hacían en la sala de investigación de la escuela a esta hora del día.
¿Quizá sólo había movimiento por aquí por la noche?
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Cuando entré en su habitación, me recibió un Cliff demacrado y exhausto. "Oh, hola,

Rudeus..."
Parecía que le había ido bien durante el embarazo de Elinalise y hasta el nacimiento de su
hijo, pero últimamente estaba blanco como el papel cada vez que lo veía. Empezaba a
preocuparme también por su resistencia fuera del dormitorio.
"Oh, Rudeus. ¿Cuál es la ocasión?" preguntó Elinalise.
Elinalise, por su parte, tenía un brillo saludable. Tenía una expresión de satisfacción en su
rostro mientras sostenía a su bebé contra su pecho. Estaba desnuda por encima de la cintura
y sólo llevaba unas bragas debajo. Parecía que les había pillado en un breve descanso;
probablemente iban a continuar donde lo habían dejado una vez terminado el almuerzo.
"Ah, bueno, tenía algo que discutir", les expliqué. Dicho esto, estaba distraído: ver a aquella
belleza rubia y delicada dándole un pezón a su bebé era una obra de arte. Pertenecía a un
museo. Su esbelto cuerpo élfico no ayudaba en absoluto. La tensión entre su indolencia
habitual y la escena casi santa que tenía ante mí era cautivadora.
Ver a Sylphie y Roxy amamantando me produjo la misma sensación. Incluso Eris había
mostrado ese tipo de tensión últimamente; cargaba con aquel bebé y dejaba que se saliera
con la suya al mamar de su teta sin siquiera un grito o una bofetada. Sí, la visión de una mujer
convirtiéndose en madre y ofreciendo un pecho a su hijo es encantadora.
"Oye, Rudeus, ¿podrías fijarte un poco menos?", preguntó Cliff.
"¿Eh? Oh, lo siento."
Me había perdido demasiado en mis pensamientos y Cliff me devolvió a la realidad. Culpa

mía. No miraba por calentura. En serio.
"Y Lise, tenemos un invitado, ¿podrías ponerte algo de ropa?"
"Dios mío, Cliff... ¿Te estás poniendo celoso?"
"Sí, lo estoy. Aunque puede que sólo veas a Rudeus como de la familia..."
Los hombros de Elinalise se desplomaron. "Bien, si insistes".
Se retiró con su bebé a una habitación interior.
"Rudeus, ¿podrías abstenerte de mirar a mi esposa como un trozo de carne cuando ya

tienes tres esposas propias?".
"¿Pedazo de carne? Oye, escucha..."
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Intenté explicar que no había hecho tal cosa, pero el hecho era que sí miraba. Tampoco me
gustaría que la gente mirara a mis esposas desnudas, así que era mejor disculparse.
"No importa, lo siento. Lo tendré en cuenta la próxima vez".
"Bien..."
Cliff lanzó un suspiro mientras se hundía en su sofá. Sin duda estaba cansado, pero también
parecía estar de mal humor. Tal vez estaba teniendo algunas dificultades técnicas durante su
vida nocturna.
"Entonces, ¿a qué has venido hoy?", preguntó.
"Oh, bueno, sólo tenía una pequeña petición. Una invitación, si quieres...".
Cliff me miró con ojos vacíos. Me resultaba difícil abordar el tema. Consideré la posibilidad
de volver más tarde, pero pensé que primero debía preguntarle por qué parecía tan molesto.
"¿Pasó... algo?"
"No, nada..." Empezó Cliff, pero sacudió la cabeza y volvió a empezar. "Pensándolo bien,
llegas en el momento perfecto. Es algo que tengo que contarte de todos modos".
Parecía que estaba hablando de algo serio, como que Zanoba había sido convocado
recientemente por su familia.
"La verdad es que... llegó una carta de mi abuelo del País Sagrado de Millis".
También seguía el mismo patrón. Eso sólo podía significar una cosa: esto estaba diseñado
para atraer a Cliff. ¿Era otra guerra? ¿O era una trampa tendida por el Hombre-Dios? No
importaba. En cualquier caso, planeaba pedirle a Cliff que tendiera algunos puentes entre el
País Sagrado de Millis y yo. Al parecer, él tenía la misma idea, así que no perdería el tiempo
pidiéndome que le acompañara. Me habría gustado que se quedara en Sharia, por supuesto,
pero tenía un objetivo que perseguir.
Cliff se levantó y sacó una carta de su estantería. Me dio otro golpe de déjà vu. Podía
adivinar el contenido de la carta sin leer una sola palabra. ¿Sabes cuánto dinero le costó a tu
abuelo criarte? ¿Y por qué costó dinero? Para que te convirtieras en un activo de nuestra
facción. ¿Y cuándo necesitamos ese activo? Ahora mismo.
Tuve que prepararme para lo peor antes de mirar.
"Oh, no es un problema tan grave ni nada por el estilo", dijo Cliff mientras se rascaba
nerviosamente la mejilla. Parecía sentirse un poco culpable. "Es sólo que acordamos hace
mucho tiempo que volvería una vez que me graduara. Sólo me preocupa el presupuesto del
viaje y cualquier peligro en la carretera".
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Eché un vistazo a la carta.
Empezaba preguntando por la salud de Cliff. Después, le pedía que mostrara la insignia
adjunta de la Curia de la Fe de Millis en una iglesia de Millis si alguna vez se quedaba sin
fondos para el viaje. Decía que Millishion estaba inmerso en una lucha de poder y que ellos
estaban en el bando perdedor. Luego, una severa advertencia: Cliff tenía que prepararse para
lo peor si pretendía volver a casa, y si no podía, entonces no debía molestarse. El abuelo de
Cliff concluía la carta diciendo que, a pesar de la dureza de sus palabras, deseaba volver a ver
a Cliff y que esperaba su regreso de todo corazón.
Cada palabra de la página destilaba preocupación por Cliff. No conocía al abuelo de Cliff,
pero si era capaz de escribir una carta tan sincera, estaba segura de que tenía que ser una
buena persona. ¿Cuál podía ser el problema?
"Sinceramente, he estado yendo y viniendo", dijo Cliff, aparentemente refiriéndose a la parte

de prepararse para lo peor. "Pensaba volver a casa en cuanto me graduara. Para eso me había
entrenado tanto. Es lo que había deseado todo este tiempo hasta ahora. Confiaba incluso en
poder triunfar en el despiadado mundo de la Iglesia de Millis".
"Me lo imaginaba", dije. Cliff había estado hablando de ello desde el principio; una vez que
se graduara en la academia, regresaría al Santo País de Millis y seguiría los pasos de su
abuelo... Aunque, por supuesto, comprendía lo difícil que se había vuelto últimamente la
sucesión papal, así que también se había estado entrenando diligentemente para la humilde
profesión del sacerdocio.
"Pero", continuó Cliff mientras volvía a sentarse en el sofá y se apoyaba la cabeza en los
brazos, "me he casado. Incluso tengo un hijo".
Comprendí al instante lo que le preocupaba. Era el mismo tipo de preocupación que siempre
me había atormentado.
"La Iglesia Millis, no tiene reparos en atacar a las familias de los débiles... de sus enemigos".
"..."
"Lise estaría bien, ella sabe cómo protegerse. Pero Clive, no tiene edad suficiente para
caminar por sus propios pies. No confío en poder protegerlo".
Comprendí su preocupación. Siempre quieres mantener a salvo a tus seres queridos.
"Ni siquiera le he dicho a mi abuelo que estoy casado. Si se corriera la voz de que el nieto
del Papa Millis se casó con una elfa, podría tener un escándalo entre manos. Uno que podría
obligarlo a huir del país".
La fe Millis era bastante dura con otras razas. Los elfos solían sufrir menos discriminación
por ser una raza que vivía en el bosque, pero había oído que había extremistas que los
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perseguían sólo porque no eran humanos. Y dado que Elinalise no gozaba precisamente de
gran prestigio entre los elfos, la realidad que aguardaba a Cliff y su familia era dura.
"Lo he estado pensando una y otra vez. Si debo volver, si no debo volver. Luego Lise me
consuela cuando ya no lo sé... Es en lo único que pienso últimamente. Es un poco tarde para
darme cuenta de esto, pero creo que ya entiendo por qué Zanoba se obstinaba tanto en volver
con Shirone..."
Estaba seguro de que Cliff personalmente quería volver, aunque no estuviera decidido a
ello. Pero hacerlo pondría en peligro a su mujer y a su hijo; peor aún, su elección de esposa
podría incluso poner en peligro a su abuelo. ¿Sería correcto seguir comprometido con sus
viejos sueños? Imposible saberlo. Ni siquiera yo sabía la respuesta. Pero lo que había venido
a discutir también se refería a esa misma cuestión. Por fin estaba en condiciones de ofrecerle
un salvavidas.
"¿Cliff?"
"... ¿Qué?"
"Me gustaría que te unieras al ejército de Orsted de manera formal".
Cliff respondió con la mirada perdida. Puede que fuera una elección torpe de palabras por
mi parte, pero no quería confundirle pidiéndole que "se uniera a mi causa" o algo así. Tenía
que ser clara.
"¿Qué quieres decir?"
"Si te conviertes en el subordinado de Orsted, entonces Orsted y yo podremos ofrecerte

todo nuestro apoyo. Podrás proteger a Elinalise y a Clive a la vez que lideras el campamento
de tu abuelo hacia la victoria."
Cliff arrugó la frente. "Si aceptara tu ayuda, ¿qué tendría que hacer?".
"Una vez que asumas el poder, tendrás que prepararte para la eventual resurrección de
Laplace".
A partir de ahí, le expliqué mi plan, centrado en Orsted dentro de ochenta años. Ya le había
mencionado el Hombre-Dios a Cliff antes, pero esta vez, le expliqué todo en detalle desde el
principio.
"..." Cuando terminé de contárselo todo, Cliff parecía sumido en sus pensamientos.
"Entonces, ¿qué te parece?" le pregunté.
Cliff no contestó enseguida; se cruzó de brazos, cerró los ojos y murmuró consternado.
"Hmm..."
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Me pareció un trato bastante bueno. Cliff sabía que su vago desdén por Orsted se debía a
la maldición de Orsted. No sabía cómo era realmente Orsted sin la maldición... pero aunque lo
sacaras de la ecuación, no traicionaría a Cliff. Habría estado triste si él tuviera preguntas al
respecto.
"¿Puedes... puedes darme algo más de tiempo?" Preguntó Cliff, como si le estuvieran
arrancando la respuesta después de tanto pensar. "La ceremonia de graduación será pronto.
Tomaré una decisión para entonces".
Me dio un plazo claro, así que no tuve más remedio que aceptarlo. Tuve que preguntarme
por qué no podía permitirse simplemente asentir y estar de acuerdo, pero tal vez el propio Cliff
no entendía su vacilación.
"En ese caso, deberías hablarlo también con Elinalise", le dije. "No hay razón para que lleves
toda la carga tú solo".
"¿Eh? Ah, sí, es verdad. Gracias".
Esta vez, Cliff se limitó a asentir mientras una leve sonrisa se dibujaba en su rostro.
Probablemente Elinalise había oído nuestra discusión. Había visto destellos de cabello rubio
asomando tras una puerta abierta al final del pasillo. Estaba seguro de que alguien como ella
podría hacer entrar en razón a Cliff. Puede que no acabaran donde a mí me gustaría... pero
oye, eso también estaría bien.
"Está bien, volveré más tarde."
"Claro. Siento todo esto", dijo Cliff.
"No te preocupes. Sé que es duro, pero estamos todos juntos en esto".
Con eso, salí de la habitación de Cliff, no sin antes avisar a Elinalise.
Esperaría hasta la ceremonia de graduación para conocer la respuesta de Cliff. Faltaban

unos dos meses, así que pensé en ponerme manos a la obra con otro proyecto. Para eso,
necesitaba la ayuda de Zanoba.
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Capítulo II – La Tienda De Zanoba
ZANOBA YA NO ERA príncipe. Se pasaba el día empeñando sus reliquias reales para poder
construirse una casa cerca de la mía, una casa robusta de dos plantas. La diseñó pensando
en la producción de figuritas, por lo que la primera planta era amplia y espaciosa, como un
garaje. El espacio habitable estaba principalmente en el segundo piso, donde pensaba alojar
a Ginger, Julie y a sí mismo. Parecía lo bastante espacioso para los tres. Aunque no sabía
cómo cambiarían sus relaciones con el tiempo; podría resultar un poco extraño si alguno de
ellos se casaba.
De todos modos, aunque por ahora tenía suficiente dinero (ya fuera de los ahorros o de una
asignación real), a partir de aquí sólo iba a bajar. Decidí pagarle un alquiler por la producción
de la Armadura Mágica, que también clasifiqué como gastos de investigación. Zanoba aceptó
el dinero, pero no sin alguna objeción.
"No soy el único que trabaja en esto, así que no puedo evitar que me parezca mal ser yo
quien acepte dinero por ello", dijo con una ceja pensativamente levantada.
Entendí lo que quería decir: la creación de la Armadura Mágica fue un trabajo de equipo
entre Zanoba, Cliff y yo. Pero aquí, sólo Zanoba recibía financiación para I+D. No tenía sentido.
Pero por esa lógica, lo que realmente no cuadraba era yo. Salí y trabajé en la Armadura
Mágica, y yo era el que recibía compensación por ello. En otras palabras, yo era el único que
recibía dinero de la creación de la Armadura Mágica hasta ahora. Una creación para la que
todos habíamos trabajado juntos. La Armadura Mágica no fue creada para obtener beneficios
económicos, pero está en nuestra naturaleza como humanos ir a degüello unos contra otros
por una moneda extra. Si quería ser justo, también debería haber pagado a Cliff. Aunque a
Cliff no le sobraba el dinero, claro, así que no estaba seguro de que lo aceptara.
Bueno, eso aparte.
Hay momentos en la vida en los que tienes que pagar si te lo piden. Y oye, nadie que yo
conociera era tan avaricioso como para aprovecharse de mí. Tenía suficiente espacio en mi
bolsillo para ser caritativo. Sí, todos tenemos el deber de devolver cuando tenemos cierta
libertad financiera.
En cualquier caso, necesitaba la Armadura Mágica, y también necesitaba las habilidades de

Zanoba como figurinista. Es natural pagar dinero por algo que necesitas. Y con eso, podía
considerar pagado el estilo de vida de Zanoba.
Ahora estaba ante la puerta principal de la casa de aquel ingeniero de figuritas. Respiré
hondo. Me habían dicho que era libre de entrar cuando quisiera, incluso cuando el jefe de la
casa estuviera ausente. Pero había una norma: llamar antes de entrar. Era la etiqueta entre
dos compatriotas amistosos.
"¡Zanobaaa, yoohoo! Abre ya!" grité, llamando a Zanoba mientras tocaba el timbre.
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"Oh, Maestro. Por favor. La puerta ya está abierta".
Su respuesta fue increíblemente rápida. Sin embargo, yo necesitaba un poco más que eso.
"¿Seguro? ¿Puedo entrar de verdad? ¡Cuidado, lo voy a hacer! ¡Detenme mientras puedas!
Una vez que me detengan, no podré contenerme".
No obtener el consentimiento la última vez llevó a un percance por el que casi me podrían
haber encerrado.
"No tengo ni idea de a qué te puedes estar refiriendo, pero no te lo voy a impedir, así que
pasa".
"¿Seguro? No hay ninguna mujer a tu lado vistiéndose, ¿verdad?"
"No tienes de qué preocuparte".
Lo sentí. Le creí a Zanoba. Así era, volvía a depositar mi confianza en él. En el hombre que
nunca dejó de creer en mí cuando recibí aquel diario del futuro. Si el negro se convirtiera en
blanco y el mundo se invirtiera, sabría que aún quedaba un hombre solitario en el que valía la
pena creer: Zanoba.
"Okie-doke, allá voy".
Abrí la puerta. Aquel lugar era el taller de Zanoba desde el primer paso que di dentro; era
un espacio amplio con dos mesas de trabajo en medio de un mar de cajas de madera y figuritas
esparcidas por todas partes. Zanoba estaba sentado frente a una de las mesas. Julie estaba
con él.
Eso por sí solo no habría estado fuera de lo normal, pero el ambiente del taller era un poco
diferente hoy. Si tuviera que poner mi dedo en la llaga, diría que el problema estaba en donde
Julie estaba sentada. Normalmente, Julie estaría haciendo figuras en el escritorio a poca
distancia del de Zanoba.
Pero hoy, ella no estaba sentada en ese escritorio.
"..."
Julie estaba sentada en el regazo de Zanoba. Estaba sentada en su regazo mientras miraba
atentamente la figurita que estaba pintando.
Zanoba, por cierto, estaba tallando cuidadosamente una parte de la Armadura Mágica sobre
su cabeza. Los restos de sus tallas caían sobre su cabeza, pero Julie no parecía notarlo.
"Zanoba... Seguro que te acercaste a Julie mientras no miraba, ¿eh?"
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"¿Hm? ¿Eso plantea un problema?"
El pequeño cuerpo de Julie anidaba dentro de la alta estatura de Zanoba. Parecían

hermanos. ¡Sanos! Ya sabes, siempre y cuando lo único que hicieran en esa posición fuera
hacer figuritas juntos... Pero sí, era seguro decir que no había ningún indicio de lascivia aquí.
Quiero decir, no es que hubiera sido un problema para ellos si lo hubiera habido. Este mundo
no tenía leyes sobre la edad de consentimiento, así que nadie se lo habría echado en cara.
Pero, es que... yo llamé a la puerta, así que me hubiera gustado que se separaran un poco.
"Nah, eres un espectáculo enternecedor", dije mientras acercaba una silla desde la esquina
del taller.
"A ver, Maestro, ¿qué le trae por aquí hoy?".
"Sobre eso..."
Por supuesto, no he venido a casa de Zanoba para hablar del tiempo. Ya le había encargado
el proyecto de fabricación de la Armadura Mágica, pero tenía otro trabajo que quería darle y
en el que trabajaría en paralelo.
"La verdad, Zanoba, es que he venido a informarte de tu nuevo puesto".
"Eh... ¿Puesto, dices?".
"Sí, puesto", confirmé mientras sacaba un único papel del bolsillo de mi pecho. Se lo tendí
a Zanoba como si fuera una ofrenda.
"Ah, perdone mis modales", dijo Zanoba. Se apresuró a dejar a Julie en el suelo y se quitó
las raspaduras de encima antes de aceptar el papel con elegancia. El tipo tenía un sentido del
refinamiento.
"Hmm..." murmuró Zanoba. "Dice que 'Zanoba Shirone será asignado al Departamento de
Ventas de Figuritas'".
"Efectivamente. Te imploro que aceptes".
"No me desagradaría hacerlo... ¿pero no teníamos intención de posponer ese proyecto?".
Esta reasignación significaba efectivamente que empezaríamos a avanzar con los planes
para vender aquellas figuritas de Ruijerd que habíamos hecho hacía tanto tiempo. Quizá se
preguntara por qué lo hacíamos ahora, en ese momento. Pero, en realidad, vender esas
figuritas concretas en ese momento concreto era crucial. Íbamos a reclutar a líderes de todo el
mundo y, al mismo tiempo, a todos los aliados que cayeran en nuestras manos para la batalla
contra Laplace. Sin embargo, había algunas personas cuyo paradero se desconocía.
Incluyendo, sí, Ruijerd.
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Ruijerd pasaba en las líneas temporales típicas en el Continente Demoníaco, pero en este
bucle, viajó conmigo al Central. No había sabido nada de él últimamente, ni sabía dónde
estaba. No creía que fuera a ocurrir lo peor con él, pero el hecho era que no podía reunirme
con él y pedirle ayuda en ese mismo momento.
Bueno, no es que estuviera escondido. Podríamos encontrarlo fácilmente con un poco de

búsqueda. Pero no podía negarlo: era la primera persona a la que quería pedir ayuda para
derrotar a Laplace. Después de todo, se trataba de Ruijerd: Laplace y él tenían una historia en
común. Quería hacer todo lo posible por encontrarle y preguntarle directamente. Quería darle
la oportunidad de vengarse...
Bueno, eso era una excusa a medias. En el fondo, sólo quería volver a ver a Ruijerd después
de tantos años. Y tal vez un objetivo mutuo podría ponernos lado a lado en el mismo camino
de nuevo, aunque sólo sea por un rato. Así que mis motivos eran egoístas, pero así fue como
empezamos a vender las figuritas de Ruijerd. Y oye, seguro que era más rápido que organizar
una partida de búsqueda. Por no mencionar que reparar la imagen del Superd era algo que
llevaba tiempo planeando...
También tenía otras excusas para Zanoba, por si necesitaba más convencimiento. Por
ejemplo, la Armadura Mágica; Zanoba, Cliff y yo habíamos llegado a un punto muerto en el
desarrollo de esta arma. Había una posibilidad muy real de que la versión tres no se completara
en absoluto. Pero, ¡qué suerte! Llegaron estos planes a gran escala para vender figuritas;
alcanzar la escala necesaria para la distribución y las ventas significaba contratar y formar
ingenieros. Recordemos que las técnicas de ingeniería para muñecas y figuritas podían
trasladarse directamente a la ingeniería de la Armadura Mágica. Aumentando el número de
especialistas que entendían nuestra ingeniería y disponiendo de más iteraciones de prueba y
error, aumentábamos las probabilidades de encontrar un avance revolucionario. La clave era
desarrollar el talento.
"Y con esto queda cubierto el plan", concluí. Acababa de explicárselo con todo detalle a
Zanoba. "Aunque tengo razones personales para querer hacer esto, quiero aumentar nuestra
experiencia en ingeniería para el proyecto de la Armadura Mágica. Quería preguntarte a ti
porque entiendes de esto mejor que nadie".
"Hmm..."
"Buscaré en la Banda de Mercenarios de Ruquag a alguien con experiencia empresarial

previa para que te apoye. Y por supuesto, Aisha y yo te ayudaremos a poner en marcha la
primera tienda. Así que... ¿lo harás?"
"¡Claro que sí! Así se hará".
Zanoba asintió sin dudarlo y se arrodilló ante mí. Julie, después de observar desde la
barrera, se apresuró a arrodillarse también.
"¡Gran Maestro! ¿Qué tengo que hacer?", exclamó.
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"¡Julie, quédate con Zanoba y sigue sus instrucciones!"
"¡De acuerdo!"
Parecía que Julie también estaba de acuerdo. Pronto comenzaríamos la producción en

masa del primer lote de figuras de Ruijerd, lo que significaba que ella trabajaría para que
Zanoba ganara dinero. Ella seguramente estaría emocionada de escuchar eso.
"Muy bien entonces, vamos a repasar los detalles en una fecha posterior. Eso es todo por
hoy."
"Entendido."
A continuación, pensé en traer a ese mercenario al que le había echado el ojo...
◇◇◇
Varios días después, volví a casa de Zanoba con dos personas a cuestas. Por un lado había
un hombre de aspecto temeroso con gafas redondas; se peinaba con una raya 7:3 en lugar de
un corte en tazón. Llevaba un abrigo negro con bordados amarillos. Era claramente humano.
"Aquí es donde trabajarás a partir de ahora".
"Muy bien..."
"Escucha bien, Joseph. No sería exagerado decir que este enorme proyecto descansa sobre
tus hombros", dije.
Joseph tragó saliva.
"Pero no debes preocuparte más de lo necesario", continué. "Al fin y al cabo, para nuestro
gran benefactor, éste no es más que un proyecto de muchos".
Así era Joseph: un temperamento ansioso y un desagradable problema con la bebida se

combinaban para hacerle palidecer con frecuencia, lo que hizo que "Pálido" se convirtiera en
un apodo cariñoso suyo entre los mercenarios. Antes de unirse a la Banda de Mercenarios,
era comerciante. En este mundo, los mercaderes solían empezar su carrera como vendedores
ambulantes. Si ahorraban su dinero y ganaban suficiente estatus en sus gremios u oficios,
podían convertirse en empleados o aprendices de un comerciante de alto nivel, y al acumular
aún más recursos y experiencia, podían finalmente abrir su propia tienda. Si el propietario de
una tienda lograba mantener ese impulso, podía acabar siendo dueño de una tienda más
grande, convertirse en ejecutivo de una empresa o incluso ser seleccionado como proveedor
personal de la familia real.
Joseph parecía haber llegado a ser propietario de una tienda, pero cometió un grave error
que le costó todo. Siempre que le preguntaban en qué se había equivocado, se callaba. Pero
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no había duda de que fue por una mujer; o eso me había dicho Linia. Claro que, conociendo
la reputación de Linia, sus teorías tenían la fuerza de una bolsa de papel mojada. Mi suposición
era que su error tuvo que ver con el alcohol. Puede que se emborrachara hasta caer en el
estupor y le pusiera las manos encima a una empleada, sólo para descubrir que era una trampa
para ensuciarlo...
Espera. Eso suena como lo que Linia me dijo.
Olvídalo.
En cualquier caso, después de perderlo todo, Joseph vagó por ahí hasta encontrar el camino
a la Banda de Mercenarios. Según Aisha, era increíblemente hábil en la gestión y las finanzas,
por lo que no parecía que mintiera acerca de ser dueño de una tienda. Y teniendo en cuenta
lo exigente que era Aisha en cuanto a habilidades, ese elogio significaba mucho. Bueno...
Pensándolo bien, Aisha me consideraba hábil, así que eso era lo que valía ese elogio. De
todos modos, todo esto le llevó a ser elegido entre la multitud para ser el asesor de la gran
apertura de la primera tienda de Zanoba.
"¿Seguro?", preguntó Joseph, con su rostro pálido haciendo honor a su apodo. "He oído
que el señor Zanoba puede ser un individuo temible... Que cuando se enfada, aplasta a la
gente contra el techo, como si fueran tortitas...".
"Joseph, muchacho, eso no son más que rumores", le tranquilicé. "¿En qué mundo golpearía
un hombre a alguien contra el techo cuando se enfada? Si alguien estuviera realmente
enfadado, ¿no estrellaría a la gente contra el suelo? Exacto. El suelo es mucho más duro".
"Tienes razón, sí..."
Por supuesto que tenía razón. Zanoba sólo golpeaba a la gente contra el techo cuando
saltaba de alegría. Su movimiento preferido cuando se enfadaba era una garra de hierro en la
cara.
"Dicho esto, es mejor no enfadarlo en primer lugar. Pero eso vale para cualquiera, ¿no?
Usted ha sido vendedor antes, así que estoy seguro de que está de acuerdo en que lo mejor
es mantener a sus clientes sonriendo."
"No... no, hay veces que es mejor enfadarlos".
"¿Las hay?"
"La gente puede tomar malas decisiones cuando está enfadada. Especialmente los
enemigos. Enfadarlos puede nublar su juicio y darte ventaja en las negociaciones".
Interesante. Podría aplicarse a los enemigos. Pero no estábamos hablando de enemigos,

¿verdad?
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"¿Es Zanoba un enemigo?" Pregunté.
"¡N-no! Mis disculpas. No quería ser pedante..."
"Oh, no hay de qué preocuparse. Al fin y al cabo, me equivoqué. Sí, algunos enemigos se
manejan mejor cuando están enfadados, muy cierto."
"Cierto... Pero claro, el señor Zanoba no es ningún enemigo... así que sí que tengo intención
de evitar enfadarle... Es sólo que, cuando estaba con los mercenarios, todo lo que hacía hacía
que alguien se enfadara conmigo...".
Cierto, no parecía que encajara fácilmente con los temerarios héroes que formaban nuestra
banda de mercenarios. Probablemente porque era muy tímido y reservado. Recuerdo lo
horrible que estaba durante mi primera entrevista con él después de que Aisha me lo sugiriera:
el color de su cara al entrar en la sala del capitán había pasado de Pálido a Blanco, como si
fuera un cadáver andante. Inició la conversación partiendo de la base de que seguramente iba
a ser castigado por algún error que había cometido, así que mantuvo en todo momento una
tenue y rictus sonrisa clavada en los labios mientras besaba culos. Tenía mis dudas sobre el
tipo, por no decir otra cosa. Incluso Aisha intentó retractarse de su recomendación sobre él.
Era un vendedor fracasado. Es decir, era un fracasado. Los consejos de los fracasados
suelen ser poco fiables. Si alguien no entendía exactamente por qué había fracasado, era
probable que repitiera sus errores. Hablaba por experiencia. Pero el fracaso también era un
hecho de la vida. La madurez de alguien que ha fracasado muchas veces vale su peso en oro.
Nunca creceríamos si dejáramos que el fracaso nos detuviera. No se necesita un porcentaje
de éxito del cien por cien; el sesenta por ciento sigue siendo un aprobado, incluso cuando la
"prueba" es cambiar el mundo.
El sabor del éxito cambia a la gente. Sentí que si podía darle a este hombre ese sabor, se
convertiría en un activo excepcional. Le elegí para este proyecto no a pesar de su pasado, sino
a causa de él.
"Nuestro benefactor perdona los fracasos y se asegura de que los éxitos no queden sin
recompensa. Si consigues que este proyecto sea un éxito, podrías llegar a dirigir la división de
marketing de la banda mercenaria".
"No estoy seguro de ser apto para ese puesto".
"Tal vez. Pero no rechazaste la oportunidad. Estás aquí. Eso habla por sí solo".
Fue una línea bastante profunda para terminar, si yo lo dijera.
Bueno, era profunda hasta que alguien la arruinó. Ese "alguien" era Linia.
"¡No te preocupes, mew! Zanoba es como un hermanito para mew. Mantén la cabeza alta,
y si pasa algo, déjame a mí. ¡Le daré un golpe, mew!"
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Por alguna razón, me acompañó cuando puse en marcha este proyecto, actuando todo el
tiempo como una gurú de los negocios. Teniendo en cuenta que su primera incursión en una
línea de trabajo honesta terminó antes de empezar, su fanfarronería la hizo parecer una novata
sabelotodo.
"Jefe... Muchas gracias. Me siento tan aliviado".
Joseph parecía reconfortado de que ella estuviera aquí, y tenía cierta autoridad que no
quería socavar, así que por el momento decidí dejarla decir tonterías sin intervenir. Sin
embargo, si se interponía, la echaría.
"Entonces, ¿entramos?" Sugerí. Quería evitar más vacilaciones, así que abrí la puerta.
"Oye, Zanoba, sabes eso de lo que hablamos...".
Fue entonces cuando me di cuenta: Había metido la pata. Una vez más, había abierto la
puerta sin llamar. Y ante nuestros ojos, más allá de la puerta que se había abierto con un ruido
metálico, se extendía un espectáculo increíble.
En el interior del primer piso de la casa de Zanoba estaban Zanoba y Julie, que estaban
sentadas y trabajando en sus propias figuritas. Esta vez, ella no estaba sentada en el regazo
de Zanoba. Esa parte estaba bien.
Pero alguien más hizo que me detuviera en seco nada más entrar: Ginger. Sostenía
amorosamente un adorable perro de peluche.
"¿Qué es?", preguntó desconfiada.
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Ginger. Con un peluche. Oh no, eso no quería decir que no estuvieran juntos, pero fue una
visión inesperada. Me sentí como si hubiera entrado en algo. Hubiera jurado que Ginger no
tenía interés en este tipo de cosas. Tal vez el hecho de que Zanoba ya no fuera príncipe le
había hecho cambiar de opinión.
Sí, después de calmarme y pensarlo un poco, me pareció natural. Además, no estaba bien
juzgar a alguien por sus gustos.
"¡Gah ha ha ha! ¡¿Qué hace un caballero mimando a un peluche, mew?! ¡¿Qué es ella, una
bab-Mew?! Jefe, ¿cuál es la gran idea, mew, espera un segundo...?"
Le di la patada a Linia.
Por cierto, los beastfolk tenían una forma de juego en la que practicaban la caza con
muñecos de demonios y animales. Era un juego al que jugaban niños muy pequeños. Así que
no podía echárselo en cara; no se estaba burlando de los gustos de Ginger. Sólo hablaba
desde su experiencia como mujer bestia. Por no decir que sus palabras no tenían mordiente.
Ginger brillaba con una humillación insoportable. Tuve que animarla de nuevo.
"Ejem, es un animal de peluche precioso el que tienes ahí. ¿De dónde lo has sacado?"
Ooh, soné un poco como Zanoba.
"Fue... importado del Reino Asura. Su creador fue alguien llamado Venger, que usaba trapos
de manta para hacer muñecas como esta, o algo así..."
"Venger, ¿eh? Un nombre bastante parecido a 'Ginger', ¿no?"
"Sí. Por eso le he cogido un poco de cariño... ¿De verdad es tan infantil?".
"En absoluto. No hagas caso de lo que te diga un gato insensible. No tiene gusto. Creo que
debes amar lo que amas".
"Oh... Sí, muchas gracias".
Me di cuenta de que Zanoba tenía una sonrisa en la cara al oírnos. Era la cara de un
aficionado que ve a un amigo caer en la madriguera de un hobby propio; debía de alegrarse
de ver a Ginger interesarse por las muñecas. Bueno, un animal de peluche. No exactamente
una muñeca.
"Rudeus, ¿quién podría ser esta persona?" preguntó Joseph nervioso.
"Ah, te lo presentaré. ¡Zanoba!"
"¡Bien!" gritó Zanoba. Se levantó en el instante en que pronuncié su nombre, se quitó las
virutas de la ropa y se unió a nosotros. Julie trotó detrás de él.
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"Este es Joseph. Es uno de los mercenarios que más sabe de marketing. Le asigno para
que sea tu asesor en el proyecto de venta de figuritas".
"Hmm." Un destello de luz brilló en las gafas de Zanoba. Sopesaba a Joseph con la mirada.
Julie imitó la mirada de Zanoba en miniatura. Bonito.
"Maestro, perdone mi descortesía, pero ¿puedo preguntarle por su pericia con las
figuritas?".
"Novato total."
"Bueno." Zanoba enarcó una ceja. "Confío en que tenga sus razones, maestro. ¿Puedo
preguntarle por qué eligió a un novato?"
Esto era inusual. Conociendo a Zanoba, supuse que habría aceptado a Joseph a la segunda
respuesta. Algo así como que confiaba en que yo tenía mis razones, pero optó por no preguntar
cuáles eran.
"Perdón", continuó Zanoba, "pero simplemente debo preguntar. Este trabajo no es un mero
juego de niños para mí, ya ves".
"Se lo explicaré, por supuesto".
Zanoba se estaba tomando este trabajo en serio. Unirse al ejército de Orsted era un paso
para vengar la muerte de Pax, y esa elección no se hizo a la ligera. Zanoba no estaba poniendo
su pie abajo sólo porque no quería que un filisteo que no entendía el verdadero arte criticara
su trabajo.
¿Verdad?
"Primero, como antiguo vendedor, conoce bien el marketing. Segundo, una vez fracasó
como vendedor, así que tendrá cuidado. Por último, como un completo novato en el mundo de
las figuras, que será capaz de proporcionar una nueva perspectiva. "
"¿Una perspectiva fresca, dices?"
"Sí. No todos los destinatarios de este proyecto serán aficionados como usted. Serán sobre
todo ocasionales. Algunas de las personas a las que nos dirigimos no tienen ningún interés en
las figuritas. La pregunta es: ¿cómo vendemos a esas personas? Si se nos ocurre una idea
que no haga que Joseph quiera comprarla, tampoco se la venderemos a otros ocasionales".
"¡Ya veo! Otra idea brillante, maestro. En efecto, a veces es necesaria una perspectiva casi
infantil para difundir el arte."
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Julie siguió la indicación de Zanoba con un profundo movimiento de cabeza. Lo interpreté
como que Zanoba había dado el visto bueno a su manera. Por otra parte, aún no habíamos
hecho nada, así que no había mucho que aprobar.
"Joseph, este es Zanoba. Será tu jefe a partir de ahora".
"¡Muy bien! Es un placer conocerte. ¡Prometo poner mi corazón y mi alma en este trabajo!"
Joseph le hizo a Zanoba la reverencia característica de la Banda Mercenaria. Estaba muy

bien hecha, señal de que Linia les había enseñado bien.
"Así es. Soy Zanoba. Unamos nuestras manos y cubramos el mundo de figuritas".
Y con eso, los dos hombres se dieron la mano.
Pero tenía que esperar que Zanoba no estuviera confundiendo el objetivo de este proyecto.
Difundir figuritas era importante, pero también se suponía que era una fuente de ingresos
independiente de la Banda de Mercenarios, una forma de aliarse con organizaciones
empresariales influyentes y una manera de formar a futuros ingenieros. ¿Te acuerdas? Por
otra parte, yo también tenía mis propias razones: mi objetivo era ver a Ruijerd una vez más.
Espera, si el objetivo era el marketing, no había razón para que las figuritas fueran nuestro
producto preferido...
"Ahora bien, vamos a hablar sobre el plan para abrir nuestra primera tienda."
Las presentaciones estaban fuera del camino, así que era hora de ponerse a trabajar.
◇◇◇
"En primer lugar, estos van a ser nuestros productos principales. Queremos venderlos sobre
todo a la gente corriente".
Los tres estábamos reunidos alrededor de un gran escritorio en el estudio que formaba la
primera planta de la casa de Zanoba. Yo coloqué encima una figurita de Ruijerd y un único
libro ilustrado. El libro contenía los relatos de las hazañas de Ruijerd que había escrito Norn.
"Pensamos vender el libro y la figurita como un conjunto".
Era una idea que había estado gestando durante un tiempo. Por supuesto, teníamos el
permiso de Norn para vender el libro. Puede que en este mundo no hubiera leyes de derechos
de autor, pero deberíamos atenernos a algunos principios.
"Ya veo..."
Joseph cogió el libro y hojeó sus páginas.
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"Así que... ¿es una historia sobre cómo los Superd no eran en realidad demonios terroríficos,
sino los héroes que lideraron el mundo durante la batalla final? ¿Estás seguro de que es una
buena idea vender esto?"
"Tenemos permiso".
"Um... ¿De quién?"
"De Lord Perugius, por supuesto".
Joseph frunció el ceño. Pero, ¿a quién más iba a preguntar? Lord Perugius era la única
persona del libro que seguía viva. Era el único que podía ceder los derechos de retrato de
alguien.
No es que esos derechos existieran en este mundo, pero aún así.
"Um... ¿Esto no atraerá algunas críticas de la Iglesia Millis?"
"Eso es cierto. Hay gente a la que no le gustará que vendamos algo que alaba a los
demonios. Pero la Iglesia de Millis no es el único grupo que trata así al Superd. Y de todos
modos, la propia historia toma prestados pasajes de la biblia de Millis para mostrar cómo las
acciones del héroe son correctas según sus enseñanzas".
Norn era seguidora de Millis, así que salpicó su obra con frases de sus enseñanzas. La
historia era respetuosa con la fe; cualquiera que se sentara a leerla saldría pensando que Millis
era una religión maravillosa.
Lástima que a mí no me aceptaran. Demasiadas esposas.
"Es así... Yo no soy seguidor de Millis así que no puedo decir ni lo uno ni lo otro, pero si es
así, debería estar bien".
Sinceramente, esperaba que los Millis Justice Warriors se quejaran de cada detalle
"problemático", independientemente de si habían leído el libro o no. Sin embargo, tomar a esa
gente al pie de la letra es siempre una pérdida de tiempo. Yo quería que esto se vendiera.
Quería restaurar el buen nombre de la tribu Superd. Si no podíamos unirnos, entonces
inevitablemente lucharíamos entre nosotros.
"Dicho esto, estamos considerando dónde y cómo vender esto de la manera más efectiva...
Joseph, nos gustaría escuchar tu sincera opinión".
Joseph miró a un lado y a otro entre la figurita y el libro mientras pensaba. Finalmente,
levantó la cabeza y nos la dio directamente.
"No se venderán. No así".
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Vaya, qué sorpresa.
"Ahora, escucha-" Zanoba intervino con un paso amenazador hacia adelante.
"Ya, ya, dale un momento", dije mientras retenía a Zanoba. Quería escuchar al tipo.
"En primer lugar, los libros nunca se van a mover. Ni siquiera hay tanta gente que sepa leer.
Piensas vender esto a los ocasionales en vez de a los entusiastas, ¿no? Podría conseguir
algunas ventas de la clase noble, pero si su público objetivo son plebeyos, entonces será
bastante difícil..."
Así que sólo se vendería entre nobles y entusiastas, ¿eh? Eso habría estado bien si nuestro
único objetivo fuera el dinero, pero yo buscaba algo más. Sería un fracaso si el libro sólo
pudiera llegar a un público limitado. Hmm...
"Maestro, ¿podría haber olvidado algo?"
"¿Hm?"
Un destello de luz brilló en las gafas de Zanoba. No fue a propósito. Sus gafas simplemente
reflejaron más luz después de que él diera un paso adelante.
"Creo que una vez sugeriste que podíamos adjuntar algo como esto al libro..."
Zanoba cogió el libro que Joseph sostenía y lo hojeó. Se detuvo en la última página; Joseph
contuvo la respiración mientras Zanoba extendía su contenido para el resto de nosotros.
"¿Esto es... una hoja de ejercicios de lectura?".
Ah, sí. Era una hoja de ejercicios para aprender a leer. Contenía pronunciaciones, reglas
gramaticales, el orden de los trazos e incluso ejercicios prácticos. No iba a enseñar a nadie a
leer como un rayo tomos académicos, pero debería ser capaz de leer algo sencillo estudiando
a su lado.
Sinceramente, estaba muy orgulloso. Me parecía un logro. La teoría resumida en esa hoja
de ejercicios fue lo que enseñó a leer a Ghislaine Dedoldia. Ya está bien.
"Los manuales de lectura difieren de un país a otro, pero esto es bastante fácil de entender.
Si esto viene con el libro, creo que podemos considerar superados nuestros obstáculos de
alfabetización".
Joseph asintió con respeto. Me estás haciendo sonrojar.
Sin embargo, su mirada se tornó severa cuando consideró la estatuilla.
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"Pero para ser sincero, no creo que vender el libro y la figurita juntos vaya a funcionar. La
gente que quiera el libro será distinta de la que quiera la figurita...".
"Por supuesto", suspiré. Eso debería haber sido obvio. Incluso podría molestar a la gente
tener que quedarse con una voluminosa figurita cuando lo único que querían comprar era un
libro.
"Pero espera", objetó Zanoba. "No podemos saberlo hasta que lo probemos, ¿verdad?
Teniendo en cuenta que enseña a leer, seguro que mucha gente lo compraría para sus hijos.
Incluir una figurita para captar la atención de sus hijos no debería despreciarse del todo".
"Ya veo, niños... Sí, es una idea". Joseph asintió ante la sugerencia de Zanoba. "Pero en
ese caso, ¿no debería la figurita ser un poco más apetecible para los niños? Esta da un poco
de miedo".
Joseph jugueteó con la cabeza de la figurita mientras hablaba, pero se estremeció cuando
el postizo cuidadosamente esculpido de la figura salió de su ranura.
"¿No sería perfecto para un niño que sueña con convertirse en héroe?", preguntó Zanoba.
"Pero los niños no son los únicos en el mundo. Creo que sería mejor tener otra figurita que
quisieran las niñas".
Una que quisieran las niñas, ¿eh? Supongo que algo de moda, como una muñeca Blairbie.
¿O quizá algo pequeño y mono en plan personaje mascota? No estaba muy segura de lo que
les gustaba a las chicas jóvenes. Tomé nota para preguntarle a Lucie qué le gustaría más
tarde.
Mientras trabajábamos, me di cuenta de que la inquietud de Joseph había desaparecido.

Zanoba y él parecían hacer mejor pareja de lo que yo esperaba. Para asegurarme, intenté
guardar silencio y dejar que hablaran entre ellos.
"Entonces, ¿en qué formato piensan venderlos?", preguntó Joseph.
"Por ahora, queremos venderlos normalmente en una tienda. Si nos sobran existencias,
también podríamos montar un puesto al aire libre para venderlos".
"¿Un puesto, dices? Me temo que... No, hay muchos aventureros que no saben leer, así
que debería funcionar. La mayoría no tuvo la oportunidad de ir a la escuela".
"¿Dónde crees que sería una buena ubicación para la tienda?"
"Algún lugar con mucho tráfico peatonal sería un buen comienzo, pero me han dicho que
conseguir más ingenieros es otro de los objetivos de este proyecto. En ese caso, un buen lugar
para abrir la primera tienda aquí en Sharia debería ser el distrito de los talleres".
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"Queremos ampliar nuestra capacidad como taller. Estamos preparados para entrar en la
producción en serie y, si los recursos lo permiten, incluso nos lanzaremos a abrir una tienda
en la calle principal", afirma Zanoba.
"Sí, ya lo veo. El problema sería en qué lugar exacto de la calle principal abriríamos la
tienda... No haremos muchos amigos en el Gremio de Comercio si salimos de la nada y tiramos
el dinero para conseguir un buen sitio. Pero la ubicación es importante..."
"Hmm. ¿Entonces tal vez podríamos considerar el Reino Asura?"
"B-bueno, es cierto, asegurar una tienda en el Reino Asura atraería a más clientes de los
que Sharia podría atraer, pero una vez que se tienen en cuenta los gastos de envío, es poco
práctico. Llevaría meses viajar al Reino Asura desde aquí..."
"Si ese es el problema, entonces podríamos simplemente fabricar también en el Reino

Asura. Afortunadamente, el maestro y yo somos viejos conocidos del próximo gobernante de
la tierra. Será más fácil trabajar allí que en Sharia", dijo Zanoba.
Joseph me miró. "Me habían dicho que eran un grupo misterioso, pero esto es... No, no
importa. Por algo te llaman la Mano Derecha del Dios Dragón. Pero sí, alcanzar algunos logros
en el Reino Asura podría facilitarte operar en la Sharia, así que..."
Los dos estaban resolviendo los detalles entre ellos sin darse cuenta de que me había
echado atrás. Zanoba escuchaba las ideas de Joseph, ofrecía sus elogios y luego resumía sus
propios pensamientos. Joseph parecía mucho más animado aquí que en la Banda de
Mercenarios.
Sí, parecía que había tomado la decisión correcta. Al ver lo nervioso que estaba durante la
entrevista me preocupé un poco, pero realmente amaba el negocio. Amar algo es el primer
paso para ser bueno en ello. Podría volver a fracasar... pero eso estaría bien a su manera.
"Muy bien, creo que eso resolverá nuestros planes por ahora. ¿Qué dice usted, Presidente?"
Vaya, me había despistado. Miré a Ginger y Julie en busca de una pista. Julie tenía cara de
preocupación, como si no entendiera muy bien lo que estaba pasando. La expresión de Ginger,
sin embargo, era despreocupada.
"Ginger, ¿qué opinas?" le pregunté.
"No puedo asegurarlo, ya que aún estoy en los primeros años de mis estudios... pero por lo
que he oído, creo que debería ir bien".
Oh, así que había estado estudiando. Muy bien, Ginger. Necesitaba encontrar una
oportunidad para seguir estudiando también. Y el tiempo libre para hacerlo.
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"Buen punto", dije "Mis estudios de negocios han sido escasos, así que no puedo hacer la
llamada. Por ahora deberíamos contarle nuestros planes a Aisha, y si nos da el visto bueno,
avanzaremos a partir de ahí".
Iría a pedirle a Aisha sus ideas como referencia. Hasta entonces, tenía que estudiar un poco
sobre el comercio en este mundo. Aunque eso no me convertiría en más que un novato. Un
novato se remite más a sus lecturas que a su propio juicio.
Lo importante era que podía contentarme con contratar a Joseph como nuestro consejero
por ahora. Nuestro asesor que venía con el sello de aprobación de Aisha, por cierto. Zanoba,
el director del proyecto, estuvo de acuerdo con la decisión. La única acción que me quedaba
como líder del proyecto era aprobarlo todo y esperar los resultados.
"Zanoba, Joseph, odio descargar todo el trabajo sobre ustedes, pero dejaré que ustedes
dos se encarguen de la parte comercial. Espero que puedan llevar este proyecto por el buen
camino".
"¡Como desees!"
"¡Lo intentaré!"
"Si necesitas recursos, personal o contactos, no dudes en pedírmelo. Haré que algo suceda
por ti".
No estaba planeando descargar todo el trabajo sobre ellos. En todo caso, quería dirigir el
proyecto yo mismo, pero tenía demasiadas cosas que hacer. Manejarlas todas yo solo no era
una opción. Seguramente habría más empresas que tendría que confiar a mis empleados, así
que éste era un primer paso importante para mí.
"Presidente, cuando llegue el momento de preparar nuestra tienda, creo que será necesario
un nombre. ¿Se le ocurre alguno interesante?"
Me aventuré: "Eh... ¿La tienda Zanoba?".
"Oh."
Bautizada y lista para el lanzamiento. De todas las cosas que podíamos llamar a una tienda,
ésta era sin duda una de ellas.
Una vez terminada la discusión, me di la vuelta para marcharme y me encontré con un par
de ojos que se asomaban por una rendija de la puerta. Vaya.
"Lo siento, me olvidé", me disculpé mientras abría la puerta. Linia me fulminó con la mirada
al principio, pero no tardó en suspirar y bajar los hombros.
"Bueno, parece que Joseph tuvo una cálida bienvenida, así que no me puedo quejar, mew".
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"Vaya, es casi como si hubieras madurado".
"¡Claro que he madurado! Soy la jefa de la Banda de Mercenarios. Es parte de mi trabajo

asegurarme de que mis hombres no sean perseguidos en sus nuevos puestos, mew".
Ya veo, así que por eso me acompañó. Si esa era su motivación, me sentí un poco mal por
echarla. Aun así, me impresionó que Linia ya hubiera empezado a tomarse en serio su posición
en la cima de una organización. La alegría que me produjo este hecho me acompañó hasta
casa.
◇◇◇
La primera tienda Zanoba se instaló en el barrio de los talleres. Para el edificio, modificamos
un almacén en las afueras del distrito de los talleres. En la Ciudad Mágica de Sharia nos
centraríamos en el cuartel general y los talleres, con planes de expandirnos al Reino Asura
más adelante. Probablemente necesitaría la ayuda de Ariel.
El proyecto de la estatuilla de Ruijerd ya no estaba en mis manos. Estaba nervioso porque

aún estaba en pañales, pero me dejé llevar y recé para que no acabara en desastre.
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Capítulo III – Cliff Y El Consejo De Estudiantes Del Instituto De
Magia
AQUEL DÍA, Cliff visitó el despacho de los profesores. La graduación se vislumbraba en el
horizonte, así que era hora de que los alumnos especiales presentaran sus informes de
investigación. El tema del informe de Cliff era "Investigación sobre la supresión de maldiciones
mediante implementos mágicos". Los profesores empezaron inmediatamente a estudiar el
informe y a repartir copias, mientras elogiaban a Cliff. La presentación pronto desencadenó
una sesión improvisada de preguntas y respuestas y un debate que hizo que la sala de
profesores se llenara de fervor. Cliff incluso oyó a un profesor decir que los resultados de su
investigación harían historia. Pero el director, Jenius, tenía algo más que decir.
"Siento no poder hacer más ante una investigación tan innovadora... pero el valedictorian
ya ha sido seleccionado".
La mejor estudiante de este año se llamaría Brooklyn von Elzas, del Ducado de Neris. Cliff
conocía ese nombre; era alguien con quien había pasado los últimos años compitiendo por las
notas de los exámenes. Cliff recordó que nunca había perdido contra Brooklyn.
"Lo siento. Quizá este no sea el lugar para hablar de ello, pero tú tenías las notas más
sobresalientes de toda la promoción. Deberías estar orgulloso".
La única respuesta de Cliff a esta noticia fue un "de acuerdo, ya veo", antes de abandonar
la sala de profesores. El antiguo Cliff podría haberse enfadado muchísimo con los profesores,
pero los últimos siete años le habían cambiado. Continuar sus estudios, hacer nuevos amigos
y trabajar como sacerdote le habían proporcionado muchas experiencias nuevas. De esas
experiencias surgió la madurez. El colegio tenía su posición a tener en cuenta. Dirigir una
universidad no era barato. Los países eran poderosos. Las personas no eran iguales. Tenías
que aceptar tu suerte en la vida y seguir adelante.
Además, Cliff no veía mucho valor en el título de "Valedictorian de la Universidad de Magia".

Cliff tenía amigos que carecían de títulos, pero no por ello eran menos asombrosos. Uno en
particular tenía el título de "Mano Derecha del Dios Dragón", pero no había solicitado ese
puesto. Era simplemente el resultado de sus acciones.
Absolutamente. El fruto de la experiencia. Pensando en ello, Cliff no pudo evitar reírse de lo

estúpido que era perseguir meros títulos.
Suspiró en voz alta.
Si tenía un recelo, era que su investigación no estaba terminada. Su tesis se llamaba

"Investigación sobre la supresión de maldiciones mediante implementos mágicos". Si hubiera
podido retocarla un poco, si hubiera podido sustituir "Supresión" por "Eliminación", Cliff no se
habría arrepentido. Pero, por desgracia, su investigación incompleta no le permitía hablar en
términos absolutos. Aun así, había conseguido algo. Tanto Elinalise como Orsted le habían
dado las gracias por aliviar sus maldiciones. Pero el objetivo final aún se le escapaba.
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"..."
Cliff se acercó al borde de la ventana y miró al exterior. Los terrenos de la Universidad de

Magia apenas habían cambiado en los últimos siete años.
Sabes, pensó, yo era mucho más engreído cuando llegué aquí.
Por aquel entonces, Cliff sabía perfectamente que era un genio. Pero los años le habían
abatido, haciéndole dolorosamente consciente de que no era nada especial. Claro que,
comparado con otros estudiantes, sus notas eran excepcionales. El antiguo Cliff podría
haberse enseñoreado de los demás con una sonrisa burlona. Pero el Cliff actual no tenía ganas
de presumir ni de rebajarse. Los últimos siete años habían sido muy ricos para él, llenos de
experiencias únicas en la vida. Su matrimonio con Elinalise, su investigación sobre las
maldiciones, la extraña muñeca de la mansión de Rudeus, la batalla en el Continente
Demoníaco, el Ojo Demoníaco que le regalaron, el nacimiento de Clive... Habían pasado tantas
cosas, tantas cosas a las que tuvo que enfrentarse con todo su corazón para superarlas.
Fueron esos desafíos los que le convirtieron en el hombre que era hoy, no ningún talento
innato. Recordar eso le mantenía con los pies en la tierra.
Quizá por su experiencia, Cliff era tan bien considerado por su congregación cuando
trabajaba como aprendiz de cura de Millis. Decían que, a pesar de su juventud, tenía una
empatía extraordinaria. A veces incluso le decían que llegaría a ser un buen sacerdote. Cuando
el cura encargado de la iglesia de la Sharia le dio a Cliff su certificado de sacerdote, también
le dio su bendición diciéndole: "Lo harás bien dondequiera que vayas". El cura nunca habría
dicho eso si Cliff siguiera siendo el mismo chico de hace siete años.
"Uf..."
Una sonrisa brotó de dentro de Cliff. Todavía no se había convertido en el hombre que una
vez soñó ser: era mejor que ese hombre. Prefería esta versión de sí mismo.
"Ahora, a dónde ir desde aquí..."
Su informe de investigación estaba entregado, y ya quedaba poco tiempo para la ceremonia

de graduación. Cliff le había dicho a Rudeus que daría una respuesta antes de la graduación,
pero aún no se había decidido por una. Quería volver a Millishion. Pero ahora tenía mujer e
hijo. Los padres de Cliff habían muerto en una lucha de poder dentro de la Iglesia de Millis.
Específicamente, la lucha por el poder de su abuelo como Papa de Millis. Volver a Millishion
pondría absolutamente en peligro a Elinalise y Clive. Y entonces Rudeus dejó caer una
solución en el regazo de Cliff. Quería que Cliff ayudara a Orsted como miembro de la Iglesia
de Millis. Para forjar una alianza. Si podía hacer eso, entonces Rudeus ofrecería toda la ayuda
necesaria para que Cliff subiera de rango. Se encargaría de que Elinalise y Clive estuvieran
protegidos.
Era todo lo que Cliff podía pedir y más. Pero dejando a un lado la arrogancia del pasado,
Cliff no se veía a sí mismo merecedor de ese tipo de apoyo ahora. Desde luego, no de alguien
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tan increíble como Rudeus: Cliff podía haber tenido sus dudas sobre Rudeus cuando se
conocieron, pero era sincero y muy trabajador. Y no era exagerado decir que la mayoría de las
"experiencias únicas en la vida" de Cliff sólo habían ocurrido gracias a Rudeus. Alguien tan
extraordinario pidiendo ayuda a Cliff era probablemente una muestra de amistad más que otra
cosa.
Sin embargo, esto era todo lo que podría haber querido. Elinalise y Clive estarían a salvo,
tendría el formidable apoyo de Orsted, y el camino a la cima de la jerarquía de la Iglesia Millis
estaría abierto de par en par. Era todo lo que Cliff quería. Y, sin embargo, algo al respecto se
sentía sutilmente fuera de lugar. Cliff aún no entendía por qué.
¿Qué debía hacer? ¿Qué quería? Cada día agonizaba sobre ello hasta que llegaba el
momento de volver a casa con Elinalise y dejar de pensar.
"Supongo que me quedaré un poco más".
Cliff había planeado irse directamente a casa después de entregar el informe, pero giró
bruscamente sobre sus talones. Si se iba a casa ahora, el día terminaría como todos los
demás. Eso no sería bueno.
San Millis dijo una vez: "Si el parto es el deber de las personas, no lo rehuyas, pero no te
entregues a él". San Millis también dijo una vez: "Déjate angustiar, y no huyas de tu angustia".
Eso significaba que no estaba bien huir de su angustia y entregarse a Elinalise. La frase "Deja
siempre que tu corazón esté tranquilo" también estaba en las enseñanzas de Millis, así que
crispar sus propios nervios por esto tampoco era bueno.
Pero tenía que tomar una decisión pronto. Una decisión sobre cómo respondería a la
petición de Rudeus.
"Que hago..."
Cliff había dicho que decidiría después de discutirlo con Elinalise, pero Elinalise no hizo
ningún comentario. Lo único que dijo fue que pensara por sí mismo. No lo dijo para abandonar
a Cliff, sino para darle un suave empujón. Si esa era la postura de Elinalise, Cliff se sentía
obligado a resolverlo por su cuenta. Elinalise viviría mucho tiempo, mucho más que Cliff. De
hecho, su hijo probablemente también. Comparado con su experiencia, Cliff era un bebé. Sin
embargo, Elinalise nunca le trató como a un niño, sino como a su amado esposo. Elinalise le
respetaba, así que Cliff quería devolverle el favor.
"Puedo hacerlo. Soy un genio".
Esa frase se le escapaba como un hábito. Antes era algo que creía sin dudar; ahora, era un
mantra que le motivaba a la acción. A estas alturas sabía muy bien que no era un genio, pero
le animaba repetir esas viejas palabras y recordar que creía que eran ciertas.
"Yo... nosotros... deberíamos...".
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"¿Hm?"
Cliff escuchó débilmente el eco de voces discutiendo desde el fondo del pasillo. Las peleas
no eran especialmente raras en la Universidad de Magia. En cualquier otro momento, Cliff lo
habría ignorado. Pero en ese momento, Cliff se sintió atraído y bajó las escaleras. Entre
aquellas voces había una que Cliff reconoció.
"¡Eso es lo que he dicho! ¡Nosotros somos los que deberíamos estar haciendo esto!"
"¡Exacto! ¡No podemos esperar que otros nos limpien el culo! Tenemos que proteger esta
escuela nosotros mismos!"
Gritaban varios alumnos reunidos en torno a una chica menuda. Aunque no la estaban
amenazando; parecía que era una especie de líder, así que los demás le suplicaban que hiciera
una llamada. Y esa chica era alguien a quien Cliff conocía bien.
"¡Por favor, Presidenta!"
"¡Tiene que dejarnos ir, Presidente Norn!"
Era Norn Greyrat. Estaba de pie con el ceño fruncido, rodeada por los otros estudiantes.
"Norn, ¿qué pasa?" gritó Cliff. "¿Hay algún problema?"
Todos los alumnos, Norn incluida, se giraron para mirar a Cliff. Su expresión se relajó un
poco, pero otros estudiantes se adelantaron antes de que pudiera responder.
"¡¿Quién te crees que eres?!"
"¡Esto es asunto del consejo de estudiantes!"
En el camino de Cliff había una chica casi tan alta como él y un hombre bestia que podría
haber sido el doble de su altura. Cliff reconoció a los dos también; eran miembros actuales del
consejo estudiantil.
"¡Eh, chicos! ¿Podrían moverse, por favor?"
Norn se encajó entre los dos y los separó para poder escurrirse. Fue el tipo de movimiento
por el que Rudeus, si estuviera aquí, se habría dicho a sí mismo un juego de palabras tonto,
como "¡Vaya, Norn sí que se ha metido entre ustedes!".
"Lo siento, Cliff", dijo Norn. "Aquí todo el mundo está un poco alterado".
"Cliff Grimor... ¿Este chico? ¿El del Círculo Demoníaco de los Seis?"
"No es sólo un 'chico'. ¡Es alguien a quien le debo mucho!"
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"Oh... Lo siento."
El hombre bestia murmuró una disculpa, pero mantuvo su mirada. El viejo Cliff podría haber
respondido a esa mirada con hostilidad o miedo. El Cliff actual había visto cosas peores. Cosas
que infundirían miedo en cualquier corazón razonable por el mero hecho de existir. Comparado
con Orsted o Atofe, este hombre bestia era un cachorro.
"Entonces, ¿qué pasó?" Cliff preguntó. "¿Podrías contármelo, si no es mucha molestia?"
"Bueno..." Empezó Norn. "La verdad es que hay rumores de que un fantasma ronda la
escuela".
"Hmm."
Cliff también había oído esos rumores. Todas las noches, la gente oía voces quejumbrosas
o ruidos de traqueteo, o veían una figura traslúcida en el pasillo... así decían las historias. De
hecho, incluso había estudiantes que se desplomaban, sin maná. Pero en la Universidad de
Magia no era raro ver estudiantes desmayados por exceso de práctica, y los fantasmas eran
un rumor común. O eso pensaba Cliff...
"Entonces, lo siguiente, bueno... Cuando fuimos a investigar, encontramos una puerta en lo

profundo de un almacén subterráneo sin usar que tenía un fuerte sello colocado. Cuando la
abrimos, salieron esqueletos".
Norn tanteaba las palabras mientras se lo explicaba a Cliff. Era como si ocultara algo. Cliff
estaba seguro de que sí, pero prefirió dejarlo pasar.
"Sí, parece que la has liado. Si algo está fuertemente sellado, entonces quien lo selló
probablemente tenía una buena razón para hacerlo".
Un fuerte "¡Guh!" se escuchó entre el consejo estudiantil. Provenía de una chica con coletas
de aspecto aguerrido; probablemente era la culpable de haber levantado el sello.
"De momento, hemos conseguido la ayuda de un profesor para volver a aplicar el sello",
continuó Norn, con un tono que daba a entender que ahí fue donde todo salió mal.
La puerta estaba sellada con magia de barrera de nivel Santo. Un Espectro se había
deslizado a través de esa barrera de nivel Santo y había aparecido fuera. Eso significaba que
probablemente era un Espectro de alto nivel el que acechaba en ese almacén subterráneo.
La universidad contactó con el Gremio de Magos y solicitó profesionales que pudieran

exterminarlo. O, ese era el plan, pero se había topado con un obstáculo. La magia divina de
nivel principiante era más que suficiente para acabar con un Espectro típico, pero los Espectros
de alto nivel eran bestias diferentes. Si era un Espectro Mortal de nivel A el que estaba dentro
del almacén, al menos necesitarían magia divina de nivel avanzado. Por desgracia, no había
magos divinos de nivel avanzado en el Gremio de Magos.
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La universidad se rindió y se puso en contacto con el Gremio de Aventureros con la
esperanza de conseguir un mago divino de nivel avanzado, pero por desgracia, esto no era
Millis; los magos divinos de nivel avanzado no estaban exactamente en todas las esquinas
aquí en los Territorios del Norte. Para colmo, el Gremio de Magos se quejó de la idea. Tendrían
que llamar a un mago divino de la rama de otra ciudad. Tomar prestado un mago del Gremio
de Aventureros dañaría su reputación, dijeron. Pero aunque la escuela consiguiera que viniera
el mago divino de otra ciudad, no se presentaría de inmediato.
Y así pasaron los días... hasta que apareció la primera víctima.
La causa era incierta; tal vez el sello no se había vuelto a aplicar correctamente, o tal vez
había sido defectuoso desde su primera aplicación. La víctima era una estudiante sin nombre
que cayó en coma después de que los Espectros la atacaran y le drenaran su maná. Su único
síntoma fue un simple agotamiento de maná, nada que pusiera en peligro su vida. Volvió a
clase al día siguiente.
Pero desde entonces, el número de víctimas no ha dejado de aumentar.
Por el momento, parecía que el Espectro seguía protegido dentro del sello y sólo podía
escapar al exterior para atacar a los estudiantes a una hora determinada del día. Pero los
Espectros se fortalecían cada vez que consumían maná humano. Si seguían atacando a los
estudiantes, pronto se harían lo bastante fuertes como para atravesarlo y traer consigo un
ejército de esqueletos. Las consecuencias podrían ser catastróficas.
"Es por eso que algunos entre el consejo de estudiantes han sugerido que deberíamos ir
allí y derrotar a los Espectros antes de que eso ocurra..." Concluyó Norn.
"Al menos puedo usar magia divina de nivel principiante", dijo un estudiante.
"¡Compré algunas armas en el taller del distrito que son fuertes contra los Espectros!", dijo
otro.
"¡Para esto hemos estado estudiando magia!", añadió otro.
"¡Presidente, por favor, denos la palabra!"
Los Espectros no eran en absoluto imposibles de derribar por métodos distintos a la magia
divina. Los ataques normales tenían algún pequeño efecto, y los objetos o utensilios mágicos
infligían daño. En ese sentido, un mago divino no era estrictamente necesario para exterminar
a un Espectro.
"Hmm, ya veo", dijo Cliff. "Bueno, ¿qué opinas?"
"Estoy en contra", declaró Norn. "Si este monstruo fuera algo que pudiéramos manejar por
nuestra cuenta, entonces el Gremio de Magos y los maestros seguramente no estarían
esperando a un mago divino".
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"En eso tienes razón", coincidió Cliff. Puede que la magia divina no fuera el único método,
pero era de lejos el más eficaz. Un aventurero experimentado ni siquiera intentaría luchar
contra un Espectro sin un mago divino o mucha preparación. Eran así de peligrosos. Y este
era un Espectro de alto nivel, por si fuera poco; subestimarlo podría fácilmente acabar con
todos ellos.
Fue entonces cuando Norn se desinfló.
"Pero no puedo quedarme de brazos cruzados y ver como más estudiantes son dañados..."
Norn no podía oponerse totalmente a tomar medidas mientras los estudiantes estaban
siendo heridos. Y dejando a un lado la cautela, muchos de los estudiantes que formaban el
consejo estudiantil eran la flor y nata. Eran lo suficientemente competentes como para que
incluso Norn considerara que podían tener una oportunidad. Al mismo tiempo, no podía negar
que le quedaba mucho camino por recorrer en comparación con gente como su hermano, lo
que la hizo vacilar a la hora de tomar una decisión.
"¿Qué deberíamos hacer?", se preguntó Norn mientras fruncía el ceño.
"Vamos, podrías... No, espera, tienes razón".
Cliff estuvo a punto de preguntarle por qué no consultaba a Rudeus, pero se detuvo.
Empezó a darse cuenta de lo que Norn estaba sintiendo.
Absolutamente, Rudeus podría resolver este problema en un santiamén si Norn se lo

contara. No era un maestro de la magia divina, pero sus habilidades en magia ofensiva eran
de nivel imperial. Si acaso, Cliff especulaba que estaba en la cúspide del nivel divino. Acabar
con un Espectro o dos no habría sido nada para él. Pero no habría estado bien. Para Norn,
estaba fuera de lugar. Ella no podía explicar con palabras por qué, pero dado el propio dilema
de Cliff, que necesitaba resolver por sí mismo, él lo entendió.
"Muy bien, vamos a intentarlo", dijo Cliff. "Si te parece bien...".
"¿...?"
"Te daré mi ayuda".
"¿Eh?" dijo Norn sorprendida. Ante la sugerencia de Cliff, pasó del trance desatento a
repentinamente presente. "Así es, puedes usar magia divina de nivel avanzado..."
Cliff había alcanzado la magia divina de nivel avanzado. La magia divina de nivel intermedio
o superior no podía enseñarse sin permiso de la Iglesia de Millis, así que no se enseñaba en
la Universidad de Magia. Ni siquiera tenían personal que pudiera enseñarla.
Pero Cliff era el nieto del Papa. Millis hizo una excepción con él y le dio permiso para
aprender magia divina. Por eso, la Universidad de Magia invitó a un instructor especial para
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que le diera clases de nivel avanzado. Cliff estaba a punto de graduarse, así que ese instructor
se había marchado. Estaba en él.
"¡Presidente, este es un trabajo para el consejo estudiantil! Sir Cliff puede ser parte del
Círculo de los Seis, ¡pero no debemos involucrar a los estudiantes regulares!"
"¡Así es! ¡Nosotros somos los que debemos hacer esto! ¡Si no, la gente dirá que el consejo
estudiantil es demasiado incompetente para hacer algo por sí mismo! Dirán que nuestro
presidente es impotente!"
Los dos estudiantes que antes se habían interpuesto en el camino de Cliff se opusieron en
voz alta a la idea. Pero la columna vertebral de Norn se enderezó. Los fulminó con la mirada.
"¡Detener los ataques importa más que nuestro orgullo!" reprendió Norn con severidad. Los
dos estudiantes retrocedieron. "Además, ¿y si les pasara algo a ustedes? Cualquiera de
ustedes podría ser el siguiente".
"Presidenta..."
"Presidenta Norn..."
Norn se volvió hacia Cliff y le miró a los ojos. Sus ojos eran acerados, nada que ver con los
ojos que tenía cuando visitó a Cliff por primera vez o cuando Rudeus partió hacia el Continente
Begaritt. Aquellos habían sido los ojos de un cordero perdido, ojos que temblaban de miedo e
incertidumbre. Mirando a Cliff ahora eran ojos que habían ganado determinación con cada año
que pasaba.
Había visitado la iglesia donde trabajaba Cliff siempre que necesitaba hablar; todas esas
confesiones y quejas debían de haber cambiado algo.
"Cliff, ¿estás listo para esto?"
"Sí".
Cliff había oído a Rudeus decir con regocijo que "Norn había madurado de verdad" de vez
en cuando, pero Cliff no lo había visto dado que sólo la había oído quejarse y confesarse. Pero
ahora, sentía que estaba viendo un atisbo de esa chica de la que hablaba Rudeus. También
alegró a Cliff oír a Norn pedirle ayuda a él en lugar de a su hermano.
"Muy bien, consejo", dijo ella, "¡nos infiltraremos en el almacén subterráneo! Pero si en algún
momento se convierte en más de lo que pueden manejar, ¡retirada inmediata! ¿Está claro?"
"¡S-sí!"
Y así, Cliff y el consejo estudiantil se aventuraron en el almacén subterráneo.
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◇◇◇
El almacén subterráneo se extendía ante ellos.
La Universidad de la Magia era una institución distinguida con más de dos siglos de historia
desde su fundación. No podría ponerle un número a su antigüedad, pero estoy seguro de que
Cliff o cualquiera del consejo estudiantil podría darlo si se lo pidieran. En cualquier caso, el
edificio de la Universidad de la Magia había pasado por muchas ampliaciones y
reconstrucciones desde su fundación, hasta convertirse en el mamotreto de escuela que ahora
conocíamos. La elegancia de la distribución del edificio habla del carácter de los capaces
administradores y arquitectos que pusieron los primeros cimientos de estos edificios. Pero por
mucho esfuerzo que se pusiera primero en las ordenadas fachadas de los edificios, oleadas
de repetidas renovaciones combinadas con los embates del tiempo dejaron algunos edificios
sobre los que un ojo generoso podría deslizarse mientras admira la belleza del campus. Uno
de ellos era este almacén.
Había varios de estos almacenes dispuestos en la periferia del edificio, y todos estaban
repletos de la historia de la Universidad de Magia. Varitas mágicas de hace doscientos años,
pergaminos de hace ciento cincuenta, el peluquín familiar centenario de un director... todo lo
que podía tener alguna utilidad se tiraba aquí cuando no se veía ninguna utilidad inmediata.
En resumen, era un vertedero.
Cuando Norn asumió el cargo de presidenta del consejo estudiantil, decidió que había
llegado el momento de sacar la basura. Si se limpiaban los trastos de los almacenes, la escuela
tendría más espacio. Así que sugirió un plan para renovarlos y convertirlos en vestuarios para
los alumnos. Limpieza de basura en una habitación sin uso; era el tipo de pequeño proyecto
práctico, aunque no esencial, que convenía a Norn.
Pero en los últimos tiempos, la población estudiantil había crecido demasiado. Se convirtió
en una realidad acuciante que la escuela se estaba quedando sin taquillas personales que
ofrecer a los alumnos.
Había profesores que no estaban de acuerdo. Decían que todo lo que había en esos
almacenes era un artefacto de la historia, algunos de ellos valiosos. No se podía tirar todo
indiscriminadamente. Pero Norn acalló esas quejas diciendo: "Si realmente son valiosos, razón
de más para no abandonarlos en un rincón de un almacén".
Al final, el consejo de estudiantes asignó los fondos necesarios, contrató ayudantes dentro
de la escuela y empezó a trabajar en la limpieza del almacén. Este proyecto tuvo una acogida
relativamente positiva, y muchos alumnos se unieron con entusiasmo para poder ganar algo
de dinero.
Pero mientras el trabajo continuaba, algunos de esos estudiantes trabajadores conocieron

a los Espectros.
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"Así fue como empezó todo esto, así que sentimos cierta responsabilidad como consejo
estudiantil", explicó Norn a Cliff mientras sostenía una lámpara en una mano.
"Bueno, por lo que he oído, el consejo estudiantil no debería tener ninguna necesidad de
sentirse culpable".
En retrospectiva, las víctimas aparecían de vez en cuando antes de que empezara la

limpieza. Incluso con la barrera reaplicada, los ataques seguían aumentando en frecuencia.
Esto era una prueba de que el Espectro del almacén se estaba haciendo más poderoso.
Incluso si el consejo estudiantil no se hubiera encargado de este proyecto, el Espectro se
habría liberado de esa barrera tarde o temprano. En todo caso, el consejo estudiantil ayudó a
todo el mundo a descubrir al Espectro incluso más rápido, así que había un resquicio de
esperanza aquí.
"Ooooh..."
Gimiendo ante las palabras de Cliff había una chica, la misma con coleta que se había
aferrado a Norn antes. Sus dos puños agarraban su varita de cincuenta centímetros mientras
miraba la oscura escalera que conducía al almacén subterráneo. Apretaba los dientes y su
cuerpo temblaba. Ella había encontrado la puerta sellada en la oscuridad. También fue ella la
que quitó el sello.
La primera vez que abrió la puerta, un esqueleto saltó. Su ataque sorpresa alcanzó e hirió
a otro de los estudiantes que la habían seguido. El trabajo de limpieza se convirtió en un
enfrentamiento. Apenas consiguieron destruir al primer Esqueleto, pero inmediatamente
resucitó. El resto del consejo estudiantil corrió al oír la conmoción. Habían conseguido retener
la puerta con magia de barrera de nivel principiante el tiempo suficiente para que llegara un
profesor con habilidades de magia de barrera de nivel santo, pero el amigo de la chica que
había roto el sello seguía malherido. Si hubieran tenido un poco menos de suerte, los daños
colaterales podrían haber sido mucho peores.
Puede que no supiera que un Espectro estaba detrás de ese sello, pero no podía negar que
lo quitó en parte por capricho. Eso normalmente sería motivo de expulsión. Sin embargo, Norn
la había cubierto. Relacionó el incidente con las recientes historias de fantasmas y contó la
mentira de que se habían topado con la puerta del almacén y habían alterado accidentalmente
el sello mientras buscaban fantasmas.
El hecho de que el Esqueleto continuara resucitando y atacando hasta que la magia divina
lo pulverizó hasta convertirlo en polvo probaba que había un Espectro controlándolo.
Realmente había un Espectro allí, y realmente atacaba a los estudiantes, así que Norn no lo
había inventado todo. A pesar de todo, la chica que había abierto la puerta debía estar enferma
de culpa.
"Sí que es espeluznante", dijo Cliff mientras la seguía y se asomaba a la oscuridad. La

puerta sellada estaba en alguna parte. El susto del esqueleto había paralizado el proyecto de
limpieza del almacén; la autoridad del consejo estudiantil había declarado la zona prohibida.
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Cliff recordó la última vez que había estado en esta posición. Fue cuando se unió a Rudeus
para registrar el edificio que acabaría convirtiéndose en su mansión. En ese entonces, Cliff
estaba temblando al igual que la chica que estaba a su lado ahora.
"Hey, ¿cuál era tu nombre, otra vez?" preguntó Cliff.
"¡¿Eh?! ¡¿Yo?!
"Sí."
"Soy Sheila, ¿de acuerdo?"
Sheila fulminó a Cliff con la mirada como diciendo: ¿Y? ¿Y qué? A Cliff le recordó tanto a
su antiguo yo que no pudo evitar reírse.
"Sheila, ¿alguna vez has hecho cosas como... Es decir, alguna vez te has aventurado en un
bosque o en una mazmorra?".
"Eh, no, ¡no lo he hecho! Pero estoy segura de que un miembro del Círculo Demoníaco de
los Seis como tú tiene muchísima experiencia. ¿Y qué? ¿A quién le importa?"
"Oh no, no tengo casi ninguna", dijo Cliff. Sheila lo miró con desconfianza. Él continuó: "Es
que hay algo que oí una vez de alguien que sí tenía esa experiencia. Dijo que cuando los
principiantes intentan abarcar demasiado, acaban siendo incapaces de manejar nada.
Céntrate en hacer una cosa, y hacerla bien".
¿Era de la época en que acompañaba al Líder Escalonado en una aventura? No, tenía que
ser de cuando registró la mansión con Rudeus unos días después. Cliff recordó que Rudeus
le dio una sola orden: "Si nos topamos con un enemigo, usa magia divina de nivel básico para
atacarlo". Cliff guardó esa orden en su cabeza, y cuando el muñeco atacó, pudo repelerlo con
magia divina. Cierto. Los principiantes no pueden con demasiado.
"¿Hay alguien aquí que esté acostumbrado a luchar contra monstruos o que haya trabajado
como aventurero?". Cliff preguntó al grupo.
De los siete miembros del consejo estudiantil, dos manos se levantaron en respuesta. Una
pertenecía al hombre bestia y la otra a un humano. Muchos hombres bestia crecieron en los
bosques, donde lucharon contra monstruos. El humano probablemente tenía una historia como
aventurero.
"Muy bien, haré que ustedes dos den las órdenes. Para todos los demás, vamos a decidir
sus roles de antemano".
"Hey, Cliff ", vino una voz ronca.
"¿Qué pasa?"
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"No iba a presionarte demasiado, ya que la presidenta dijo que te debía mucho, pero no
eres nuestro jefe", dijo el hombre bestia de antes.
Cliff se detuvo unos segundos, pero pronto se dio cuenta de que nada de lo que dijera iba
a calar en aquel tipo.
"Me parece justo. Entonces Norn, por favor, toma la iniciativa".
"¿Huhhh? No importa quién esté al mando, ¿verdad? No es como si yo supiera mucho

acerca de la lucha contra los monstruos, de todos modos ... "
"¡Pero usted es la presidenta!"
"Bueno, es verdad. De acuerdo, hablaré con Neadle para asignar los papeles".
Siguiendo la sugerencia de Cliff, Norn se acercó al estudiante de la mano alzada y

discutieron todo en detalle.
"Neadle, tú solías ser un aventurero, ¿verdad? Te diré los puntos fuertes de cada uno, así
que espero que puedas aconsejarme sobre quién encajaría bien en cada puesto-"
Cliff miró de nuevo al hombre bestia que había alzado la voz. Por supuesto. Por eso había
seguido a Norn y no a Cliff. Norn estaba en su elemento asignando los papeles del grupo.
Recordaba cada detalle de quién era bueno en qué magia y quién tenía habilidades no mágicas
útiles mientras asignaba los roles con eficiencia. Si a la antigua Norn le hubieran asignado un
papel de liderazgo, habría entrado en pánico y se habría preocupado por qué hacer antes de
agachar la cabeza resignada. Pero esta vez era diferente. No era precisamente perfecta, y
seguía pareciendo bastante presa del pánico, pero era capaz de colaborar con los que la
rodeaban para hacerse cargo de una responsabilidad, incluso de una que se le había impuesto
tan repentinamente como ésta. No distinguía naturalmente su culo de su tobillo, pero lo estaba
haciendo.
"Muy bien, eso debería resolverlo", dijo Norn. "¿Están todos listos?"
"¡Sí!"
Con los roles decididos, Cliff y los miembros del consejo estudiantil se adentraron en la
oscuridad del almacén subterráneo.
◇◇◇
La puerta era de piedra. El círculo mágico tallado en su superficie emanaba un resplandor

azul pálido: un hechizo de barrera de nivel santo. En la Universidad de Magia sólo había un
profesor en plantilla que pudiera utilizar la magia de barrera de nivel santo. Cuando alguno de
los hechizos de barrera de la escuela necesitaba ajustes o mantenimiento, era él quien lo
hacía.
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"No parece que el círculo mágico se haya desgastado", dijo Cliff mientras lo investigaba. Su
experiencia en magia de barrera sólo llegaba al nivel intermedio, pero el estudio de las
maldiciones, el desarrollo de la Prótesis Zaliff y la fabricación de la Armadura Mágica lo habían
convertido en un gran conocedor de los círculos mágicos. Por lo menos, podía saber de un
vistazo si el círculo mágico funcionaba correctamente, y no le costó mucho averiguar cómo
desactivarlo temporalmente. Si dedicaba un poco más de tiempo a descifrarlo, probablemente
podría aprender a utilizar él mismo este hechizo de barrera de nivel santo.
Pero claro, Cliff era un hombre de orden. Siempre seguía las reglas, aunque fuera capaz de
romperlas. Si Cliff aprendía esta magia de barrera de nivel santo, podría poner al maestro que
mantenía este sello en un aprieto. No tenía intención de hacerlo.
Después de todo, se dio cuenta de que podría estudiar lo que quisiera una vez que volviera
a casa, al País Sagrado de Millis.
"Puedo apagarlo. Podemos entrar".
"Entendido", dijo Norn. "¿Están todos listos?"
Los miembros del consejo estudiantil prepararon sus armas en respuesta. Algunos
respiraron hondo, otros tenían un brillo en los ojos. Había humanos, beastfolk, halflings y
demonios. El consejo estudiantil de Norn tenía, sin duda, mucha más personalidad que el
personal totalmente humano que Ariel tuvo durante su mandato. Era probablemente la primera
vez en la historia de la escuela que tantos no humanos se habían reunido en un solo consejo
de estudiantes.
"De acuerdo. Ábrelo, por favor."
A petición de Norn, Cliff hizo una sola incisión en el círculo mágico. Y de repente, la luz del
círculo mágico se desvaneció en la nada. Las linternas que sostenían los miembros del consejo
estudiantil eran ahora las únicas luces que quedaban iluminando aquella puerta de piedra.
El hombre bestia se acercó a la puerta y agarró su picaporte.
"Ngh... ¡Graaaaagh!"
Con un rugido del hombre bestia, la puerta de piedra se abrió lentamente, chirriando cada
centímetro del camino.
La puerta sólo se abría lo suficiente como para que una o dos personas pudieran colarse
por ella a la vez. El primero fue Neadle, el antiguo aventurero, que se inclinó y sostuvo su
linterna delante de él antes de deslizar un pie dentro. Los demás estudiantes le siguieron.
Cuando estuvieron todos dentro, el hombre bestia volvió a agarrar la puerta y, con el mismo
terrible ruido de raspado, la cerró parcialmente. No del todo. Si la puerta se cerraba del todo,
el consejo de alumnos se arriesgaba a que un profesor que viniera a verlos volviera a sellar su
salida. Por precaución, la dejaron entreabierta lo suficiente para que pudiera colarse una sola
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persona. El letrero de prohibido el paso que había junto a la entrada del almacén subterráneo
seguía en pie, y habían pegado un aviso que decía: "¡Bajo investigación del consejo de
estudiantes! Por favor, absténgase de volver a aplicar sellos por el momento".
Si Rudeus estuviera en esa situación, se las arreglaría para sellar la puerta. Pero muchos
de los miembros del consejo estudiantil eran el tipo de empollones que se quedaban
encerrados en lugares por bromistas o matones, así que habían aprendido a tomar
precauciones.
"..."
El almacén subterráneo se quedó en silencio. Se esforzaron por escuchar, y en la oscuridad,

los estudiantes oyeron el débil sonido de traqueteo desde más cerca de lo que les gustaría.
Había Esqueletos aquí dentro con ellos.
"Muy bien, sigamos con el plan", dijo Norn. A su orden, el hombre bestia y un muchacho
halfling se colocaron al frente. Ambos sostenían una maza de acero en sus manos. Los
esqueletos eran todos de hueso, por lo que las armas contundentes eran más efectivas que
las de filo. Todos los miembros del consejo estudiantil estaban equipados con varitas mágicas,
bastones o mazas. El plan era defenderse de los Esqueletos con golpes y hechizos mientras
los atacantes a distancia de la retaguardia apuntaban a los Espectros que controlaban a los
Esqueletos.
"¡Grr! Presidenta, ¡apártese!", gritó el hombre bestia.
El traqueteo se hizo más fuerte mientras la linterna proyectaba su luz sobre unas formas
blancas. Una figura hecha de huesos -sólo huesos, sin tendones ni músculos que los
mantuvieran unidos- se mantenía erguida.
Un esqueleto.
Se acercó arrastrando los pies. Este cadáver limpio echó un vistazo a los miembros del
consejo estudiantil, luego levantó el palo que sostenía sobre su cráneo. Al hacerlo, el traqueteo
se convirtió en un coro, y muchos otros como él se arrastraron hacia la luz.
"No hay retirada", declaró Norn. "¡Preparaos todos para contraatacar!"
A la orden de Norn, el hombre bestia y el halfling blandieron con fuerza sus mazas. El
esqueleto blandió su bastón, pero su movimiento fue lento. Las habilidades de un Esqueleto
en la muerte son proporcionales a las que tenía en vida; este esqueleto no pertenecía a un
guerrero.
"¡Hmph!"
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El hombre bestia destrozó al esqueleto con un solo golpe de su maza. Sin embargo, los
huesos del suelo traquetearon mientras empezaban a recomponerse. Los Esqueletos
resucitarían continuamente hasta que el consejo estudiantil derrotara al Espectro que los
controlaba.
"¡Adelante!" Ordenó Norn. Siguiendo sus órdenes, los miembros del consejo estudiantil
apartaron a golpes a los Esqueletos mientras avanzaban hacia el interior. Afortunadamente,
ninguno de los Esqueletos era especialmente diestro, así que no pudieron resistir la carga del
consejo.
Avanzaron hasta la sala más profunda. Allí encontraron un único altar. De todas las cosas
que podrían encabezar un altar, éste no tenía absolutamente nada.
Nada, es decir, excepto la figura translúcida sobre él.
Una figura sin piernas.
"POR QUÉ... POR QUÉ... POR QUÉ..." susurró.
Era el Espectro.
"POR QUÉ... POR QUÉ... POR QUÉ..."
La andrajosa túnica del Espectro ondeó mientras se giraba lentamente hacia los
estudiantes. Lo que quedaba de su rostro demacrado y medio podrido aún mostraba algunos
signos de juventud. La sorpresa apareció en su rostro por un momento, pero una vez que
comprendió las formas de Norn y los otros estudiantes, soltó un grito espeluznante.
"¡Kyyiiiaaaaaaargh!"
"¡Wh-whoooa!"
"¡Es-es el Espectro!"
El grito del Espectro fue suficiente para hacer retroceder a algunos de los estudiantes, y al
hacerlo, los numerosos huesos esparcidos alrededor del altar flotaron hacia arriba y se
reunieron en más Esqueletos. Peor aún: los Esqueletos destruidos antes, detrás de ellos,
resucitaron en una nueva oleada de ataque. Los miembros del consejo estudiantil estaban
flanqueados entre ejércitos de Esqueletos por delante y por detrás.
Todo de acuerdo al plan.
Pero.
"¡Ay!"
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True Flames Project
Una de las estudiantes sintió de repente un dolor en el tobillo. Cuando miró hacia abajo, vio
un pequeño hueso, tal vez veinte centímetros de largo.
Era de rata.
Eran los huesos de una rata.
Eran los huesos blancos y nacarados de una rata, y estaba correteando y mordiendo a los
estudiantes en los tobillos.
"¡Whuh, rah, ah, aaaaaghh!"
En su desesperación por quitarse a la rata esquelética de encima, la chica gritaba y sacudía

la pierna, balanceando el brazo de su varita mientras lo hacía. Y no era la única rata
esquelética: docenas más se escabulleron por los pies de los consejeros estudiantiles y se
retorcieron alrededor de sus tobillos.
"¿Eh? ¡Whoa!"
"¡Eeek!"
Su formación se vino abajo.
"¡C-calma, por favor!" gritó Norn. "Primero nos centraremos en los... ¿Esqueletos humanos?
No, er, ¿quizás deberíamos retirarnos?"
Norn intentó sofocar la oleada de pánico, pero sin una idea clara de qué priorizar, se
encontró abrumada. Sólo podía blandir su maza contra los monstruos que saltaban a sus pies.
Mientras ella luchaba, los esqueletos humanos se acercaban a los estudiantes.
"..."
El resto del grupo podría haber entrado en pánico, pero Cliff se mantuvo firme.
Las ratas son un problema, pensó Cliff, pero los Esqueletos son lentos, y no parece que
este Espectro sea tan duro...
Si fuera un Espectro Mortal de rango A, habría enterrado al grupo bajo una lluvia de magia
en cuanto hubiera terminado de invocar a las Ratas Esqueleto. O tal vez se habría acercado a
ellos para succionarles el maná. Sin embargo, no hizo ni lo uno ni lo otro; se limitó a flotar
sobre el altar y seguir chillando. Su voz ni siquiera daba miedo. Comparado con el estúpido
rey demonio que había conocido en el Continente Demoníaco, este Espectro sonaba como
una colegiala.
Espera, espera. ¿Y si este Espectro es realmente débil?
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True Flames Project
Ese pensamiento le golpeó como un rayo. Si este fuera el viejo Cliff, podría romper la
formación, desobedecer, y poner a todos los demás en peligro. Este no haría eso por una
corazonada. Por supuesto, eso sólo se aplicaba cuando era sólo una corazonada. Cliff se dio
cuenta de que había algo que podía hacer para convertir esa corazonada en una certeza.
"¡Ojo de Identificación!" Cliff gritó mientras se subía el parche. En un instante, su campo de

visión se llenó de palabras, palabras y más palabras. Vadeó la ola de información que le
provocaba dolor de cabeza hasta que, finalmente, llegó a la información que necesitaba.
La vio. Vio la línea de texto mostrada en el Espectro.
"Hm... ¡Ah!"
Este era el poder del Ojo del Demonio. Se lo había concedido la Gran Emperadora del
Mundo Demoníaco, Kishirika Kishirisu. Cliff no había descuidado su entrenamiento, pero aún
no era ni de lejos tan experto como Rudeus cuando éste usaba el suyo. Necesitaría muchos
años más de práctica para alcanzar ese nivel. Pero si nada más, había practicado lo suficiente
como para usarlo en una crisis.
"¡Voy a entrar! ¡Que alguien me cubra!" Cliff gritó mientras saltaba de la formación en ruinas.
Su objetivo eran los Espectros. En su camino había dos Esqueletos.
Cliff lanzó un amplio golpe con su maza hacia el esqueleto de su derecha, clavándosela en
la cadera. La pelvis del esqueleto se hizo añicos antes de caer al suelo.
"¡Exorcizar!"
Desde atrás, alguien terminó su conjuro, y una luz blanca pasó volando junto a Cliff y se
estrelló contra el esqueleto que tenía a su izquierda. El único golpe de magia divina lo convirtió
en polvo al contacto. No necesitó darse la vuelta para comprobarlo. Aquella voz había sido la
de Norn.
Cliff corrió unos pasos más, plantó los pies y comenzó su propio conjuro.
"¡Te invoco, Dios que bendices la tierra que nos nutre! Imparte un castigo divino a los que
sean lo bastante tontos..."
De repente, un esqueleto saltó a la luz desde el punto ciego de Cliff. Lanzó el afilado filo de
su vara directamente hacia Cliff. Éste sacudió el cuerpo en un intento de esquivarlo, pero todo
sucedió demasiado deprisa y le golpeó en las costillas. El dolor le subió por la columna
vertebral. Cliff apretó los dientes, se recompuso y se concentró en su enemigo.
El Espectro estaba justo ahí.
"-¡Desafiar los caminos naturales! ¡Exorcizar!
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Una masa de luz blanca salió disparada de la varita de Cliff. Voló hacia el Espectro con
velocidad más que suficiente...
Impacto directo.
"¡Gyeeaaagggh!"
Los estertores del Espectro sonaron mientras se desintegraba. Su cuerpo translúcido se

hizo pedazos, cada fragmento ardiendo como una ceniza antes de apagarse. Con medio
segundo de retraso, los Esqueletos se desplomaron en el suelo, como marionetas con las
cuerdas cortadas.
"¿Eh?"
"¿Lo... hicimos?"
Inseguros de lo que había ocurrido, los miembros del consejo estudiantil observaron los
huesos esparcidos. Cliff examinó su entorno en busca de más espíritus vengativos antes de
agarrarse las costillas y caer de rodillas.
"Guh..."
"¡Cliff! ¿Estás bien?"
Norn corrió hacia él y comenzó el encantamiento para un hechizo de curación. Una tenue
luz bañó la herida de Cliff y, de repente, se cerró.
"Uf", suspiró Cliff aliviado mientras se secaba el sudor que le empapaba la raya del pelo.
"Muchas gracias", dijo Norn. "Sinceramente, ni siquiera sé qué...".
"No, no es culpa tuya. Nadie esperaba a esas Ratas Esqueleto. Que los Espectros fueran
de bajo rango fue lo que nos salvó".
"¿Cómo pudiste saber que el Espectro era de bajo rango?"
"Porque tengo esto", dijo Cliff mientras golpeaba la superficie de su parche. La única línea
en el mar de texto que encontró cuando usó el Ojo de Identificación era simple y dulce: Sí,
thassa Espectro. Tampoco es muy difícil.
Aún así, Cliff hizo una apuesta cuando salió de la formación. El ojo podría haber dicho que
el Espectro no era demasiado duro, pero un hechizo divino de nivel principiante podría haber
fallado en matarlo. Si la fuerza de Cliff no hubiera sido suficiente, o si la idea del ojo de "no
demasiado duro" se hubiera medido por los estándares del Gran Emperador del Mundo
Demoníaco, Cliff podría haber muerto por el contraataque. Cliff podía adivinar por otros indicios
que era un Espectro de bajo rango, pero no había garantías. Una apuesta.
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"Bueno, funcionó. Conseguimos exterminarlo", dijo Cliff.
"Eso hicimos. Muchas gracias. Aún así, es extraño. Por lo que discutimos, debería haber
habido aquí un Espectro de alto rango lo suficientemente fuerte como para atravesar una
barrera de nivel santo."
"Menos mal que no lo había. Si esto era lo que un Espectro típico nos hacía pasar, no
habríamos salido vivos contra uno de alto rango."
El consejo estudiantil, previamente aturdido mientras procesaban el encuentro, se despertó

bruscamente con esas palabras. Pero la verdad era la verdad, así que no podían negarla. Un
enjambre de Ratas Esqueleto era suficiente para que se vinieran abajo. Si los Esqueletos
hubieran sido controlados por un Espectro de alto rango, entonces se habrían movido más
rápidamente, por no hablar de la andanada que el propio Espectro habría desatado. Si la
situación hubiera sido diferente, el consejo estudiantil podría haber acabado fácilmente como
los nuevos Esqueletos aquí abajo.
"Pero realmente es extraño. ¿Quizás deberíamos investigar un poco?" dijo Cliff.
"Buena idea... Muy bien, todo el mundo, por favor, mirad por esta zona. Estad atentos por
si hay otros Esqueletos o Espectros".
Con el Espectro fuera, era hora de empezar la investigación.
◇◇◇
Resultó que los Espectros habían estado escapando con la ayuda de ratones. Los
estudiantes encontraron una ratonera muy abierta en la esquina que, tras una investigación
más profunda, conducía directamente a la superficie. El Espectro debió filtrarse a través de
ella para atacar a esos estudiantes.
En cuanto a por qué había un Espectro aquí para empezar, un diario andrajoso encontrado
tirado en otra esquina de la habitación arrojó algo de luz al respecto. No era una historia bonita.
Al parecer, esta habitación se utilizaba para guardar uno de los objetos mágicos más preciados
de la Universidad de Magia. Pero en algún momento, lo trasladaron a otro lugar. Con la
habitación vacía, un profesor ordenó a algunos estudiantes que la limpiaran. Pero poco
después de empezar, se encontraron encerrados dentro.
Desde el punto de vista de los alumnos, parecía un plan malévolo del profesor para
encerrarlos. Pero quizá el profesor se olvidó de la limpieza, cerró la puerta y simplemente... se
fue. La verdad de lo que ocurrió aquí se perdió en el tiempo.
Los estudiantes intentaron escapar. Pero se trataba de alumnos de primer año que apenas
se habían orientado, o tal vez este trabajo pesado recayó en alumnos que habían sido
retenidos un año. Ninguno de sus intentos de escapar tuvo éxito. Y así, el tiempo pasó... y ellos
también.
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Las armas que portaban los esqueletos parecían ser restos de utensilios de limpieza, y el
número de cráneos que encontraron coincidía perfectamente con el número de alumnos
encerrados. Eso lo zanjaba todo: estaban tan cerca de saber lo que había ocurrido como nunca
lo iban a estar. Pero al consejo de alumnos le entraron ganas de especular, y esto es lo que
se les ocurrió: tal vez el profesor regresó días después de que los alumnos hubieran muerto.
Este profesor abrió temeroso la puerta y descubrió los cuerpos de aquellos alumnos muertos.
Temiendo ser responsables de semejante tragedia, se inventaron alguna razón para justificar
el sellado (o al menos, conseguir que alguien lo hiciera).
El incidente fue enterrado y, en algún momento, los estudiantes se convirtieron en muertos

vivientes. Siglos más tarde, los ratones excavaron lo suficientemente profundo como para
llegar al almacén subterráneo, que fue cuando comenzaron los ataques...
Eso fue lo que el consejo estudiantil supuso, al menos.
Habían pasado tantos años desde la última vez que se utilizó este almacén que era probable
que el profesor responsable de esto y los familiares de los estudiantes implicados hubieran
desaparecido hacía mucho tiempo. Cliff dio a los huesos de los estudiantes un funeral y un
entierro apropiado. Pensó que era lo único que podía hacer como sacerdote de Millis. Todos
los miembros del consejo estudiantil asistieron; al menos querían ofrecer una oración. Cavaron
tumbas para cada estudiante y recitaron las escrituras para ellos. Hicieron todo esto en un
silencio pensativo.
"¿Cómo manejará la escuela este incidente?" se preguntaba Norn.
"Parece que lo harán público", dijo Cliff. "Ocurrió hace siglos, y de todas formas no pueden
encontrar a sus parientes, así que piensan que no dañará mucho su reputación".
"Ya veo... Pensé que lo encubrirían".
"El Director Jenius realmente presionó para anunciarlo."
"Ah, sí. El Sr. Jenius es un tipo honesto".
Cliff conocía al propio Jenius. Lo consideraba un hombre decente y comprensivo. De hecho,

desde que Jenius se convirtió en director, se había reducido enormemente la discriminación
racial contra el personal. El hecho de que tuviera un fuerte sentido de la justicia y tratara a la
gente por igual probablemente influyó.
"Ah, cierto. Por cierto, Norn, ¿puedo hacerte una pregunta?"
"¿De qué se trata?"
"Puede que lo que quiero preguntarte te resulte bastante molesto..."
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"Vaya, si dices eso, tiene que ser bastante malo... ¿Puedes darme unos segundos?
Necesito algo de preparación mental".
Norn respiró hondo, se golpeó ligeramente las mejillas y dijo "de acuerdo" para animarse.
Luego, se giró para mirar a Cliff.
"Pégame".
"¿Por qué no consultaste a Rudeus sobre esto?"
"¿Eh?" Por un momento, Norn pareció estupefacta.
"Bueno, si le hubieras preguntado a Rudeus en vez de a mí, creo que podrías haber resuelto
todo este problema sin este tipo de riesgo..."
"Oh... Ah, claro, eso".
"¿Supongo que sí tenías tus razones, entonces?".
"Quiero decir, sí, estoy tratando de evitar depender de mi hermano para cada pequeña cosa.
A la hora de la verdad, me imagino que si hay algo que pueda hacer yo misma, debería
hacerlo". Norn se rió de sí misma. "Pero tienes razón, debería habérselo pedido a mi hermano.
Me equivoqué de decisión".
Norn dijo que había tomado la decisión equivocada, pero Cliff lo recordaba de otra manera;
Norn se oponía a hacer esto en absoluto. Ella sabía que no podían manejarlo por su cuenta,
así que trató de evitar que los estudiantes se precipitaran. En todo caso, fue la repentina
intromisión de Cliff en sus asuntos lo que la llevó a tomar la decisión equivocada.
Si yo no hubiera aparecido, pensó Cliff, es muy probable que ella le hubiera pedido ayuda
a Rudeus...
"Me disculpo por la extraña pregunta".
"Oh, no te preocupes..."
Antes de que los dos se dieran cuenta, el resto de los miembros del consejo estudiantil se
habían reunido a su alrededor.
"¡Cliff!" gritó una voz gruesa. Pertenecía al hombre bestia que había tenido problemas con
Cliff antes. La chica de la coleta también estaba a su lado. El hombre bestia, con su intimidante
rostro contorsionado por la emoción, se inclinó brusca y repentinamente.
"¡Habríamos estado en grave peligro de no ser por su ayuda! Le pido que perdone mi
grosería de aquel día".
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"¡Yo también lo siento!", dijo la chica de la coleta mientras inclinaba a su vez la cabeza.
"Oh, no es molestia. No fuiste tan grosera, después de todo".
"¡No, fui grosera! Te juzgué porque formabas parte del Círculo Demoníaco de los Seis. No
puedo disculparme lo suficiente".
"Yo también, me imaginé que serías como Linia o Pursena..."
"Eso... es bastante injusto, sí", dijo Cliff, pellizcándose las sienes al pensar en ese gato y
ese perro burlones. Si eso era con lo que le estaban comparando, entonces su cautela estaba
justificada.
"Aun así, me alegro de que hayamos resuelto ese problema", dijo Norn con una pequeña
inclinación de cabeza. "Gracias, de verdad".
"¡Ahora nadie tendrá que llamar incompetente a la presidenta!", bromeó la chica de la coleta.
"¡Lo juro, siempre estás con eso!".
"¿Ahora sí? Pero es la verdad que sus notas no son tan buenas, ¿no?".
"Las notas no tienen nada que ver con el rendimiento en el trabajo. Y nuestra presidenta es
excelente en el suyo".
"¡Uf, claro, tú bestiajo siempre te pones así! Siempre meneando la cola por tu querida
pwesidenta como si fueras su mascota".
"¡¿Mascota?! ¿De dónde demonios has sacado...?"
Cuando los dos empezaron a pelear, el resto de los miembros del consejo estudiantil se
acercaron para tomar parte en el drama. Cada uno de ellos se involucró a su manera: algunos
los animaron, otros hicieron de pacificadores.
Norn los vigilaba con una sonrisa. Sólo estaban jugando; aquí todos eran amigos. No había
necesidad de intervenir. Cliff, de repente, sintió curiosidad por saber adónde les llevaría la vida.
El hombre bestia y la chica humana, ¿qué harían después de terminar la escuela?
"Disculpas fuera del camino: Tengo algo que me gustaría preguntaros. ¿Puedo?"
"¿Eh?"
"¿Qué planeas hacer después de la graduación?" Cliff preguntó. En respuesta...
"Quiero volver a casa y trabajar en mi pueblo. Les faltan magos", dijo el antaño antagonista
hombre bestia. No todos los hombres bestia crecían en el Gran Bosque; éste procedía de un
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pequeño pueblo agrícola de los Territorios del Norte. Él y su familia eran los únicos beastfolk
del pueblo, lo que... para ser francos, significaba que se habían enfrentado a muchos
prejuicios. Uno de sus objetivos era demostrar que los prejuicios estaban equivocados, y
decidió que la mejor manera de hacerlo era con su propio trabajo duro.
"Mi familia es de la nobleza, pero estaba pensando en hacerme caballero", dijo la chica
humana que había estado discutiendo con el hombre bestia hacía un momento. La graduación
le quedaba muy lejos, así que no había pensado mucho en su futuro. Pero, aunque sus
objetivos estuvieran un poco desenfocados, intentaba encontrar una profesión que
aprovechara su educación en la Universidad de Magia. No quería vivir la suave vida de una
dama y casarse con algún otro noble; quería ser caballero, donde tendría muchas
oportunidades de usar su magia.
"Creo que me dedicaré a los negocios. Un compañero que se graduó el año pasado me
pidió que me uniera al suyo", dijo un chico demonio. Se graduaría el año que viene, así que
estaba trabajando en una empresa comercial entre sus estudios para aprender los
pormenores. El conocimiento de la magia resultó ser sorprendentemente útil en esa línea de
trabajo, por lo que había bastantes graduados que aspiraban a convertirse en comerciantes.
"Yo tampoco tengo ni idea. Supongo que me iré de aventuras".
Por supuesto, había algunos estudiantes que estaban lejos de graduarse y pensaban así.
Muchos de los estudiantes mayores buscaban a tientas alguna dirección en la vida, pero
buscaban. Pero, en general, cuanto más se acercaba la graduación, más serios y centrados
estaban sus planes para la vida después de la escuela.
Al oír hablar de sus planes, Cliff pensó.
Todos son diferentes, ¿eh?
"Pero todos ustedes tienen mucho respeto por Norn, ¿verdad? ¿Has pensado en trabajar
para ella después de graduarte?".
"Bueno... Si la presidenta Norn dijera que quiere que lo haga, entonces me lo pensaría,
claro, pero no nos ha dicho lo que quiere...".
Todos los ojos se giraron hacia Norn.
"¿Eh? ¿Te refieres a mí?"
"Así es, me gustaría escuchar también tus planes de futuro".
Norn apoyó la barbilla en la mano y se tomó un momento para pensar.
"Todavía está lejos, así que no es que lo haya pensado mucho...".
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"Sólo lo que se me ocurra".
"Ya. Bueno, quiero encontrar un trabajo que pueda manejar para cuando me gradúe. Uno
que me convenga".
"Oh, entonces lo tienes todo pensado". Su plan era honesto, práctico y, sobre todo, un
poco... simple. Al igual que Norn. "¿No tienes algo que quieras hacer?"
"¿Querer hacer?"
"Bueno, en tu caso, podrías pedírselo a Rudeus y conseguir el trabajo que quisieras".
Norn hizo un mohín por un momento, como si la sombra de Rudeus pasara por encima de
ella y no le gustara. Cliff se dio cuenta de su error, pero antes de que pudiera disculparse, Norn
dio su respuesta.
"He aprendido mucho en esta escuela. Y quiero aprender de lo que venir aquí me ha hecho
capaz. Por eso, tome la decisión que tome, probablemente lo haré justo antes de graduarme.
Por mí mismo, por mí mismo".
Esas palabras atravesaron el cerebro de Cliff. Todo vino a él. Lo que realmente le
preocupaba, lo que realmente quería hacer.
Ella tenía razón. Si dejaba que Rudeus hiciera lo que había prometido, entonces Cliff sí que
ascendería en las filas de la Iglesia de Millis. Dado que también era el nieto del Papa,
seguramente sería capaz de alcanzar una posición bastante alta sin sudar, si no sin mover un
dedo. Y cuando llegara ese momento, Cliff pensaría para sí:
¿Para qué sirvieron esos siete años?
¿Para qué estudié durante esos siete años? ¿Para qué trabajé? ¿Para qué viví esas
experiencias únicas en la vida?
¿Tuvo algún significado alguna de esas experiencias únicas en la vida durante esos siete
años?
Sí, gané un amigo único en la vida en Rudeus. ¿No significaría eso que ni una sola cosa de
mí cambió durante ese tiempo?
Eso era todo.
Quería saber.
Quería estar seguro.
Necesitaba saber si lo que aprendió y lo que ganó valieron la pena esos siete años.
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"Norn."
"¿Eh? Oh, ¿qué pasa?"
"Gracias. Me has enseñado una valiosa lección".
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Norn parecía un poco confundida por la repentina risa suave de Cliff, pero pronto respondió
con su propia risa. Cruzó las manos delante de ella, enderezó la postura, levantó la barbilla y
dijo: "No, tengo que agradecerte que me hayas enseñado tanto a lo largo de los años".
Y con eso, le hizo una pequeña inclinación de cabeza.
Norn había contado con la ayuda de Cliff muchas veces cuando Rudeus no estaba. Podía
parecer que se quedaba de brazos cruzados escuchando las palabras de Cliff, pero Norn
estaba agradecida por ello.
Como su superior y seguidor de Millis, Cliff la había escuchado refunfuñar, le había

enseñado a ser fuerte, la había guiado en sus estudios... Cliff no era la única persona en la
que Norn confiaba entonces, pero seguía considerándolo una gran influencia.
"Es un poco pronto, pero enhorabuena por tu graduación. Gracias por todo. De verdad".
En respuesta a Norn, los miembros del consejo estudiantil inclinaron la cabeza y dijeron
juntos "Felicidades". Puede que pensaran que seguían el ejemplo de Norn, pero el respeto
verdadero y claro resonaba en sus voces.
"Bueno..."
Cliff estaba un poco nervioso, pero no se encogió de hombros. En lugar de eso, esbozó una
sonrisa.
"Gracias".
◇◇◇
Aquella noche, Cliff reflexionó sobre los acontecimientos de la tarde mientras estaba en la
cama. A su lado yacía Elinalise, y junto a ella dormitaba Clive. Elinalise tenía los ojos cerrados,
pero estaba despierta. Cliff se dio cuenta porque ella seguía acariciando cariñosamente su
cuerpo.
"Lise", susurró Cliff para no despertar a Clive. Elinalise no contestó, pero detuvo su mano y
apoyó la frente en su hombro. Cliff comprendió sin que ella tuviera que decir nada.
Cliff giró la cabeza para ver su hermoso rostro ante sus ojos. Cliff creía que elegir pareja
basándose en la apariencia no funcionaba. Pero aun así, pensó que era hermosa desde el
momento en que la vio. A pesar de sus ideas sobre lo que era una buena compañera, seguía
deseándola. No era la mujer que había imaginado para sí mismo. No, era mucho más hermosa,
en cuerpo, alma y actitud.
"He decidido la respuesta que daré a Rudeus", dijo Cliff. Elinalise rodeó con sus dedos la
mano de Cliff en respuesta, suavemente.
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"Verás, estoy agradecida a Rudeus. Gracias a él, creo que he madurado de verdad. Aunque
no lo suficiente como para sentir que puedo llamarme hombre".
Elinalise no dijo nada. Cuando Cliff hablaba, sobre todo de cosas serias como ésta, ella
siempre se quedaba callada para prestarle oídos, como ahora.
"Creo que es en parte gracias a él que hemos podido tener un hijo y vivir esta bendita vida
juntos. Seguro que él diría lo contrario, claro. Piensa demasiado en mí por alguna razón. Diría
que es sólo el resultado de mi duro trabajo".
"Ese ha sido el asunto, Lise. Si alguna vez Rudeus tiene problemas, quiero ayudarle.
Cuando sea, cuantas veces pueda. Puede que mi fuerza no iguale la que Rudeus tiene en su
meñique, pero me imagino que habrá algo que pueda hacer. Debe haber cosas que él no
puede hacer y yo sí.
"Pero si me limito a hacer las mismas cosas que él, si me pongo bajo su protección, entonces
no creo que llegue a desarrollar otra habilidad que él no pueda hacer ya. Si quiero estar a su
lado como su amigo, entonces creo que necesito caminar con mis propios pies, alcanzar lo
que quiero con mis propias manos, proteger lo que es mío con la fuerza de mis propios brazos".
Las palabras que salían de la boca de Cliff no eran una gran filosofía bien formada. Eran
simplemente lo que él sentía que era verdad.
"Quiero sentir algo real".
Algo real. Sí, Cliff quería sentir algo por sí mismo.
Sentir que podía hacerlo. Sentir que era un hombre de verdad. Sentir cuánto había crecido
en estos siete años. Sentir que podía proteger a Elinalise y Clive por sí mismo. Quería probarse
a sí mismo en la desalentadora jerarquía de la Iglesia de Millis.
Por supuesto, esto era pura vanidad. Si anteponía la seguridad de Elinalise y Clive, aceptar
la ayuda de Rudeus desde el principio y obtener el respaldo de Orsted lo habría garantizado.
Pero ese no sería el final de la historia. Si Cliff tomaba esa decisión, seguramente perdería su
confianza en algún momento. Cuando llegara el momento de enfrentar una verdadera crisis,
se paralizaría sin la ayuda de Rudeus. Esperaría la dirección de una autoridad que debería ser
su amigo y compañero, y dejaría escapar un momento crucial.
Cliff no podía expresar en palabras sucintas por qué pensaba que esto sucedería. Todo lo
que tenía era la vaga predicción de que acabaría siendo así, y odiaba la idea de encontrarse
con ese destino.
"¿Así que eso es lo que piensas, Cliff?", dijo Elinalise. Ella comprendió.
"¿Me equivoco?"
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"No. Pero una cosa: ya me tienes al alcance de la mano. Puedo ser una espada para abatir
a tus enemigos o un escudo para protegerte de cualquier daño. No tiene sentido no usar las
armas que tienes".
"Ah, tienes razón".
Dicen que las armas y las armaduras son extensiones de tu cuerpo. Elinalise se lo tomó al
pie de la letra; quería que Cliff la tratara como si fuera parte de su propio cuerpo. No en el
sentido de utilizarla como una herramienta, sino de considerar su presencia tan natural como
sus propios brazos y piernas. Era la forma que tenía Elinalise de estar al lado de su marido.
"Aun así, has pasado tanto tiempo pensando en ello. ¿Qué te hizo decidirte de repente?".
"Oh, bueno, estaba esta cosa que pasó con los miembros del consejo estudiantil hoy..."
Cliff habló de los acontecimientos del día. Explicó la preocupación de Norn, cómo
exterminaron a los Espectros bajo la escuela, cómo preguntó a los miembros del consejo
estudiantil sobre su futuro... y por último, cómo Norn le dio las gracias y le hizo una reverencia
con una sonrisa.
"Oye, parece que has tenido un buen día".
"Sí... Pero hay una cosa que me está dando la lata".
"¿Oh?"
"Sí. Es sólo un pensamiento que tuve hoy..."
"¿Puedo pedirte que lo compartas conmigo?".
"Quiero decir... De acuerdo."
"No te preocupes, no me reiré."
La voz de Elinalise era suave mientras Cliff tanteaba sus palabras. Sin embargo, los
extremos de su boca se curvaron en una leve sonrisa. Cuando Cliff empezaba a tantear así
las palabras, solía ser porque quería decir algo bueno de una mujer. No quería parecer infiel.
Elinalise adoraba esa parte de Cliff. Tropezó porque no podía soportar la idea de que ella lo
odiara.
"Bueno, eh, no estoy seguro de que sea algo que deba decirte, pero... creo que, tal vez,
potencialmente, podría gustarle a Norn".
"¡Oh, cielos! Cliff, no me estarás engañando, ¿verdad? ¡Perro! ¡Canalla!"
"N-no, yo no..."
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"Shh. Cliff."
Hasta ahora, así era como solía ir. Cliff entraba en pánico para negarlo, y entonces Elinalise
se burlaba de él un poco más, y al final, ella decía que sólo estaba bromeando mientras se
abrazaban y hacían las paces. Pero esta noche, Elinalise decidió ser un poco más seria.
"Hay muchos hombres que me coquetearían, pero no hay muchos que pensarían en formar
una familia conmigo después de saber la clase de mujer que soy. Francamente, yo tampoco
lo haría.
"Pero miraste a través de eso. Viste a esta mujer de la que no sabías nada y le tomaste la
palabra. Abordaste el reto de levantar mi maldición de frente. Esas no son cosas que cualquiera
haría. Por eso me enamoré de ti. Mi corazón es tuyo, Cliff. Si tuviera que salir de nuestro
matrimonio y acostarme con alguien más para seguir viva, entonces aceptaría con gusto la
muerte a manos de mi maldición. Así de buen partido eres. No hay nadie con quien preferiría
estar".
"Oh, er... quiero decir, no creo que sea tan bueno..."
Inseguro de cómo tomarse un cumplido tan pesado, Cliff se puso rojo como la remolacha
mientras sus ojos se arremolinaban en sus órbitas.
"Ahora que me he explicado, eres libre de creer o no las palabras que voy a decirte".
"S-seguro."
Cliff tragó saliva ruidosamente, pero Elinalise interrumpió sin darle un momento de pausa:
"No le gustas".
"..."
"Mi maldición me ha hecho bastante perceptivo a cada sutil bobina del corazón de una
mujer. Así que estoy bastante segura".
Estas despiadadas palabras dejaron a Cliff sin habla. Pero Elinalise no tardó en burlarse de
su marido y continuó en tono burlón.
"Pero tal vez, y digo tal vez, estoy hablando por celos... Tal vez estoy mintiendo para
separaros porque no quiero que Norn te lleve...".
"No... sé que eso no es verdad. Cierto. Lo sabía. Es por eso que precedí mi pensamiento
con un 'tal vez'. Es sólo que, si ella realmente alberga algunos sentimientos por mí, entonces
eso sería, ya sabes, un problema..."
"Claro, querida".
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True Flames Project
Cliff buscó excusas a pesar de su cara roja. Elinalise lo miraba con afecto. No quería poner
a prueba su lealtad, pero el hecho de que Cliff se pusiera así de nervioso demostraba su
lealtad. Era tan dulce.
"Wuh... Waaaaagh... Aaaaaawgh..."
Y justo entonces, Clive empezó a llorar. Tal vez Cliff estaba siendo demasiado ruidoso, o tal
vez Clive estaba harto de que sus padres coquetearan, pero estaba malhumorado.
"Oh cielos, parece que nos pusimos un poco ruidosos."
"Guh, lo siento..."
Elinalise se sentó, se inclinó sobre la cuna a su lado y se ocupó de acomodar a Clive. Cliff
también se incorporó, con las manos manoteando inútilmente el aire con la esperanza de poder
hacer algo para ayudar, pero Elinalise había calmado a Clive antes de que encontrara la forma
de ser útil.
"Ya, ya", dijo Elinalise mientras mecía suavemente su cuerpo para calmar al bebé. Cliff vio
cómo una alegría indescriptible brotaba de su interior... y una sensación aún mayor de
compromiso con el camino que había elegido.
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True Flames Project
Capítulo IV – Ceremonia De Graduación De Cliff Y Zanoba
PASÓ LA VIDA, y antes de que me diera cuenta, ya era hora de la ceremonia de graduación
de la Universidad de Magia de Ranoa. La ceremonia tuvo lugar en una gran sala de
conferencias. Cliff estaba sentado entre las filas de los recién graduados. Zanoba también
estaba allí, en una de las últimas filas. Pregunté si podían dejarle participar en la ceremonia
aunque hubiera abandonado los estudios, así que decidieron hacer una excepción. Al fin y al
cabo, era un alumno excepcional y, para empezar, apenas iba a clase. Visto de otro modo,
podría decirse que se trataba de la misericordia de Jenius.
No es que al propio Zanoba pareciera importarle la ceremonia de graduación. Pero bueno,

significa algo participar en este tipo de funciones. Los rituales de la vida importan.
Los demás asistentes eran los mismos de siempre. Sentados junto a los quinientos
graduados estaban los doscientos o trescientos miembros del profesorado. Roxy había
parecido un poco distante de sus colegas la última vez que estuvo en ese lugar, pero esta vez
encajaba perfectamente. Quizá se había acostumbrado. Su baja estatura no la diferenciaba
del resto del profesorado; en todo caso, su singularidad dejaba claro cuál era su sitio.
Los únicos no graduados presentes eran los miembros del consejo estudiantil. Norn
encabezaba el grupo con el ceño fruncido por los nervios. Junto a ella había demonios, bestias
y más. El consejo estudiantil bajo la presidencia de Ariel estaba muy centrado en los humanos,
pero supongo que cuando el líder cambia, las personas que trabajan a sus órdenes también lo
hacen.
También lo había pensado durante la ceremonia de ingreso del año pasado, pero Norn
parecía ser especialmente querida por los estudiantes demonio y beastfolk. Tampoco había
oído una mala palabra del resto de los alumnos. No inspiraba el mismo nivel de fanatismo que
Ariel, pero ser considerada una presidenta fiable del consejo estudiantil era suficiente. Como
su hermano, me enorgullecía.
Había conseguido el permiso de Jenius para sentarme con el consejo estudiantil en uno de
sus asientos vacíos. ¡Ah, las ceremonias de graduación! Me encantan.
"En representación de la promoción, Brooklyn von Elsass. Le entrego su título y su

certificado del Gremio de Magos de Rango D".
El valedictorian de este año no era Cliff. No había oído hablar del tipo que habían elegido
en su lugar, pero su apellido me sonaba. Recordé que pertenecía a una familia real del Ducado
de Neris, una de las Naciones Mágicas.
La Universidad de Magia de Ranoa podía llevar "Ranoa" en su nombre, pero su financiación

procedía de las tres Naciones Mágicas. Dar prioridad a los nobles y a la realeza era
probablemente una regla tácita.
"¡Yo, Brooklyn von Elsass, acepto humildemente!"
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"¡Que encuentres tu camino en la senda de la magia!"
Cliff miraba con melancolía en los ojos. Si hubiera sido el antiguo Cliff, probablemente se
habría enfadado por no ser el mejor alumno. Sinceramente, si nos guiáramos sólo por las
calificaciones, ninguno de los otros graduados tocaría a Cliff; sus calificaciones finales eran de
nivel avanzado en las cuatro ramas de la magia de ataque, curación de nivel avanzado,
desintoxicación de nivel avanzado, barreras de nivel intermedio, divino de nivel avanzado.
Además, había hecho ese informe de investigación sobre la supresión de maldiciones. No
llegaba al nivel Santo, pero nadie se le acercaba, ni siquiera si se buscaba en la historia de la
escuela. La única persona que podría ser capaz de competir era Roxy. Tal vez.
¿Yo? Todo lo que aprendí en la universidad fue curación y desintoxicación, así que no
estaba en la carrera.
Además de sus excelentes notas, Cliff también se había convertido en sacerdote certificado
de Millis. Uno pensaría que pasar todas las mañanas y noches atendiendo a Elinalise lo habría
vuelto demasiado ocupado para mantener sus notas altas, pero no bajaron en absoluto. Había
aprendido todo lo que esta escuela podía ofrecerle, y ahora era un adulto en cuerpo y alma.
Además, se había conseguido una esposa atractiva y habían tenido un hijo, todo doméstico y
demás.
Un verdadero normalito por excelencia.
Entonces, ¿qué hay de esa expresión triste? Probablemente no provenía del dolor por no
haber sido el mejor alumno. Era melancólica, arraigada en un pensamiento profundo. Tal vez
todavía estaba considerando mi propuesta de un par de meses atrás. Pero si aún lo estaba
pensando, me habría parecido bien. No había muchas decisiones que merecieran la pena
tomarse en dos meses.
Una vez terminada la ceremonia de graduación, empecé por reunirme con Zanoba. Le
acompañaban Ginger, que iba vestida de etiqueta, y Julie, que trotaba detrás con un ramo en
la mano. Nadie más parecía seguir el ejemplo, así que tal vez fuera una costumbre del reino
de Shirone.
"Felicidades por graduarte, Zanoba", dije.
"¡Oh! ¡Maestro, muchísimas gracias!" exclamó Zanoba. Llevaba puesto su uniforme de la

Universidad de Magia de Ranoa. Su diseño era un poco juvenil, pero le sentaba mucho mejor
que la ropa formal del Reino de Shirone.
"Veo que hablaste bien de mi graduación... Debo decir que me quedé asombrado cuando
recibí la carta de la Universidad".
"Oye, no es para tanto, ¿verdad? Presentarse a estas cosas ayuda a dejarlas atrás".
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Sí, siempre es una apuesta segura asistir a las ceremonias. Sylphie siempre parecía un
poco arrepentida de no haber ido a su propia ceremonia de graduación. Por otra parte, Zanoba
podría haber visto una ceremonia como nada más que una molestia. Él era de la realeza.
"¿O fue sólo una molestia?"
"En absoluto. Al principio pensé que era una molestia, pero sorprendentemente, no fue tan
malo una vez que llegó mi turno..."
La voz de Zanoba se entrecorta al mirar a su alrededor. Los graduados estaban siendo

rodeados por sus compañeros, saludados por los profesores, todas esas cosas buenas. El tipo
de espectáculo que te hace poner los ojos en blanco cuando pasa el tiempo.
Bien, ¿ese grupo de allí estaba centrado en Norn? Un chico -parecía un demonio- la cogía
de la mano con la cara colorada. Viendo que Norn parecía un poco incómoda mientras sus
compañeros del consejo estudiantil sonreían de oreja a oreja, tuve la sensación de que era la
clásica confesión de amor. O tal vez fue algo más sano, en el que un admirador de la presidenta
del consejo estudiantil le rogó que le diera la mano.
Un saludo a una Norn. Si vendiera entradas para el apretón de manos de Norn con las
figuritas de Ruijerd, su club de fans incondicionales probablemente compraría montones de
ellas. Espera, yo no estaba tratando de obtener un beneficio, así que tal vez no debería ...
En otra dirección estaba Roxy, rodeada de chicas. Unas cinco alumnas inclinaban la cabeza
ante Roxy con lágrimas en los ojos. Roxy sonrió suavemente y les dijo algo; de repente, las
presas se rompieron y una de las chicas empezó a llorar de pura emoción mientras se aferraba
a ella. Roxy parecía inquieta, pero le dio a la niña unas tiernas palmadas en la espalda. El resto
de las chicas se emocionaron hasta las lágrimas y empezaron a llorar también.
Había muchos otros clichés de graduación por el campus, todos con ese ambiente ñoño y
tierno que sólo se puede encontrar en una graduación.
No es que nadie se acercara a mí o a Zanoba. Sabía que aquí no era exactamente el Sr.
Popular, pero aun así me sentía un poco solo.
Bueno, así son las cosas.
Tenía una reserva en un pub después de esto. Yo, mi familia, Linia y Pursena. Tal vez
llamaría a Nanahoshi también, de esa manera todos podríamos tener una pequeña fiesta.
Orsted no podría unirse, pero ya había recibido sus felicitaciones. Puede que me sintiera sola
en aquel lugar, pero no era como si no tuviera amigos. Era hora de dejar esto atrás y volver a
casa. O eso pensaba.
"Sr. Rudeus."
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Un hombre solitario se acercó a mí. Tenía el cabello rubio esponjoso y parecía tener unos
veinte años. Me resultaba vagamente familiar... ¿Quién era ese tipo?
"Encantada de conocerle. Me llamo Brooklyn von Elsass".
Ah, el valedictorian. Lo vi hoy temprano, ¿no?
"Felicidades por graduarte como valedictorian", dije, inclinando la cabeza.
"Muchas gracias", respondió mientras devolvía el favor con elegancia. "Pero sólo gracias a
la influencia de mi familia pude ocupar esa plaza. Mis notas en los exámenes siempre han sido
las segundas después de las de Cliff".
"Vamos, eres demasiado humilde...".
Sentí que estaba a punto de sudar frío. No quería decirlo, pero lo había estado pensando.
"Aun así, independientemente de las circunstancias de mi familia, al final salí victorioso

sobre Cliff. Anticlimático como es..."
Cierto, fue el mejor alumno. No se podía discutir con los resultados. Aunque probablemente
no era el tipo de victoria de la que podías presumir.
"Lo que... me lleva a usted, señor Rudeus", dijo Brooklyn mientras me miraba directamente.
Tenía una mirada decidida. Cielos, ¿por qué? Tal vez se trataba de una confesión romántica.
¿Tenía que derrotar a Cliff para poder invitarme a salir? ¿Es eso lo que pasa? Pero oh, pero
cielos, ¡yo pertenezco a otra! Tengo mi mujer, mi otra mujer, mi otra otra mujer, y mis hijos en
los que pensar...
"Deseo retarte a un duelo."
Así que me había equivocado un poco.
Un duelo, ¿eh? Desde que se corrió la voz de que yo era el segundo de Orsted, se me
habían acercado un puñado de bobos pidiéndome uno, pero... ¿qué tenía que ver vencer a
Cliff con batirme a duelo?
"¿Por qué?"
"Bien. Desde hace un tiempo, me interesa saber lo fuerte que me he vuelto. En los últimos
años, me he dado cuenta de que mi fuerza es excepcional para los estándares de una persona
promedio."
¿Excepcional? Bueno, fue el mejor alumno. Técnicamente. Tenía sentido que estuviera por
encima del mago promedio.
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True Flames Project
"Pero usted, Sr. Rudeus, ha alcanzado alturas mucho mayores".
"Yo... supongo."
"Hace tiempo que deseo desafiarte. Desde el momento en que te vi derrotar al Señor
Demonio Badigadi".
Brooklyn apretó los puños con fuerza al mencionar ese momento.
"Vengo de una familia de guerreros. Cuando regrese a mi país natal, sucederé a la familia,
contrataré subordinados y estaré en una posición de mando sobre los demás. Una vez allí,
seguramente perderé todas las oportunidades que me queden para probar mi fuerza."
"Sí, no puedes actuar por capricho una vez que tienes una posición que mantener".
"Exacto. Por eso me gustaría aprovechar esta última oportunidad para retarte".
Brooklyn inclinó la cabeza con fuerza.
Lo entendía perfectamente. Todos los hombres sienten curiosidad por saber lo fuertes que
son en realidad. Sabía que estaba por encima de la media. Sabía que había gente por encima
de él. Sabía que tenía pocas posibilidades de ganar, pero quería desafiarme de todos modos.
Yo entendía de dónde venía. Excepto por una parte...
"¿De dónde vino la parte de 'derrotar a Cliff'?"
"¿Eh?" Brook pareció sorprenderse por esa pregunta. "He oído que nadie podía desafiarte
sin derrotar primero al Círculo Demoníaco de los Seis. La Srta. Linia, la Srta. Pursena y la Srta.
Fitz ya se han graduado, el Sr. Badi se ha ido... y yo ya he derrotado al Sr. Zanoba..."
"..."
¿El... Círculo Demoníaco de los Seis? Eso era una cosa, ¿no? Aunque no sé quién lo
empezó. ¿Derrotarlos a todos para desafiarme? Hablando de ser estricto con las reglas...
"Entonces, ¿ganaste contra Zanoba?" Pregunté.
"Sí. Le he vencido numerosas veces durante los simulacros de batalla como parte de
nuestras clases".
"No me digas".
Miré a Zanoba. Desvió la mirada.
...Bueno, en una batalla usando sólo magia, Zanoba probablemente perdería. Pero este tipo
no ha podido ganar contra Cliff en todo este tiempo, que es lo que ha alargado todo este asunto
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hasta ahora. Sabía que en realidad no había vencido a Cliff, pero graduarse sin desafiarme
significaría dejar escapar su última oportunidad, así que vino ahora a preguntar de todos
modos.
Entiendo. Un recuerdo de graduación, ¿eh?
"¿Supongo que realmente debo derrotar a los que se han graduado también?" preguntó.
Probablemente quería hacer un recuerdo aquí más de lo que quería ganar. Para dejar esto
atrás. Como invitar a salir a un enamorado que está fuera de tu alcance.
"No, está bien. Hagámoslo".
No importa el mundo, la gente quiere que su graduación sea especial.
"Yo... ¡Muchas gracias!"
Brooklyn respondió con otra reverencia agresiva.
"Oye, Zanoba, ¿podría pedirte que juzgues?"
"Entendido, Maestro".
Le entregué mi abrigo a Zanoba. La idea de usar la Armadura Mágica pasó por mi mente...
pero supuse que era mejor dejarlo al margen
◇◇◇
El proceso duró unas cuatro horas.
No hace falta que te mantenga en suspenso: gané. No me pasé las sesiones diarias de
entrenamiento con el Rey Espada Eris y el Dios Dragón Orsted dándole vueltas a la cabeza.
Nuestro duelo no estuvo ni remotamente reñido; lo derribé. Me imaginé que a Brooklyn no le
gustaría que fuera suave con él; dada la sonrisa de alivio con la que me dio las gracias más
tarde, parecía que él también sabía cómo iba a acabar esto.
Esa parte estuvo bien.
Después de eso, otros graduados que habían estado observando desde la barrera
empezaron a acercarse uno tras otro, desafiándome para poner a prueba su fuerza. Afirmaban
que habían vencido a Zanoba en un concurso de comer, o a Cliff en una carrera, o cualquier
otra excusa que yo no pudiera comprobar. Los curiosos se agolpaban y, de repente, yo era el
centro de la multitud.
Empezaba a divertirme. Adelante. Oye, era la graduación y, de todas formas, no fui yo quien
se inventó lo del Círculo de los Seis. Incluso Norn contuvo su habitual regaño y dedicó su
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energía a dirigir a los miembros del consejo estudiantil para que gestionaran la cola. Se resignó
a la tarea de evitar el caos sin sofocar el alboroto normal de los chicos en la graduación. Lo
siento, Presidenta.
"Uf..."
Y así, mis duelos con otras veinte personas habían terminado. Puede que todo mi
entrenamiento me hubiera endurecido, pero incluso yo estaba un poco agotado. Todos
parecían satisfechos; todas las caras tenían una ligera expresión de satisfacción. Esperaba
haber ayudado a crear recuerdos para los niños que regresaban a sus países.
Al final, la multitud se despejó. Norn tenía que limpiar el salón de actos, así que me dijo que
me fuera a casa sin ella antes de desaparecer. Los únicos que quedaban eran Zanoba y sus
ayudantes.
"Desde luego es usted popular, maestro".
Zanoba parecía agotado de tanto juzgar. Era un auténtico cañón de cristal, sin aguante.
"Debo decir que estoy simplemente enervado... ¿Y usted, Maestro? ¿No está un poco
cansado?"
"No, estoy bien. Aunque creo que nos hemos ensuciado un poco. Deberíamos cambiarnos
antes de la fiesta más tarde".
"Hmm... Un punto justo", dijo Zanoba mientras miraba su ropa. Estaba cubierta de suciedad
y arena que le habían salpicado las ondas de choque de aquellos hechizos mágicos. Por
supuesto, eso era doblemente cierto para mí, que era a quien iban dirigidos esos hechizos.
"Entonces volvamos a nuestros hogares por ahora. ¿Qué hay de tu hermana?"
"Norn dijo que se uniría a nosotros, y ya se lo ha dicho a la gente de la sala, así que debería
aparecer por su cuenta".
"Ya veo. Bueno, entonces..."
Por un momento, la mirada de Zanoba se desvió hacia algo que había detrás de mí, un poco
por encima de mi oreja. Me di la vuelta para buscar lo que estaba mirando.
Lo encontré.
Una cabeza de pelo corto y castaño oscuro nos miraba desde el tejado. A su lado había una
cabeza de tirabuzones rubios que crujían con el viento.
"Julie, Ginger", dijo Zanoba.
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"¿Sí?"
"Disculpadme, pero ¿podría hacer el favor de volver a casa antes que yo y preparar una
muda de ropa para cuando llegue?".
"Entendido".
Los dos asintieron y se fueron. Pensé que habían decidido que Ginger ya no era una
sirvienta, pero a mi parecer estaba actuando bastante servil. Supongo que los viejos hábitos
son difíciles de cambiar.
"Ahora bien, Maestro, déjenos ir."
"Claro."
Asentí a Zanoba y entramos en el edificio de la escuela.
◇◇◇
"Lo vi todo, Rudeus. Lo has limpiado todo".
me elogió Cliff con expresión cansada cuando llegamos al tejado. Elinalise estaba a su lado,
apartada un poco. Sabía que había venido a la ceremonia de graduación; después de todo,
había dejado a Clive en nuestra casa. No sabía que había venido con su uniforme de colegiala,
ya que había abandonado los estudios. Sin embargo, me abstuve de preguntarle para qué
llevaba ese uniforme.
Oye, hoy era una ceremonia de graduación. Lo que les apetezca, por así decirlo.
"¿Te refieres a cómo les mostré por qué me llaman la Mano Derecha del Dios Dragón?"
"No seas ridículo. Podrías haberlo hecho fácilmente antes de luchar contra Orsted".
"Me parece justo".
Cliff se apoyó en la barandilla de la azotea.
"Entonces, Cliff, ¿qué haces aquí arriba?".
"Por nada", dijo Cliff mientras miraba al cielo. "Sólo me apetecía ir a un sitio alto".
Sólo me apetecía, ¿eh? Oye, todos tenemos momentos así. Yo no era muy bueno con las
alturas, así que mi melancolía normalmente me llevaba a la tumba de Paul.
"Bueno, felicidades por graduarte, Cliff."
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"Gracias."
Me acerqué a su lado y apoyé mi propio cuerpo contra la barandilla. Zanoba se unió al lado
opuesto de Cliff. Elinalise estaba un poco más lejos, vigilándonos a los tres.
Hombre... estábamos clavando totalmente esa estética de "protagonista de novela juvenil,

mirando hacia nuestro futuro". Ahora que lo pienso, Cliff tenía todo su futuro por delante.
Veintidós años, casado, con un hijo y recién salido de la universidad. Y con ese nuevo capítulo
en la vida, seguro que surgían nuevos retos... Espera, no, estaba haciendo el tonto. Era hora
de ponerse serio. Centrarse en lo que realmente importaba en un momento como este.
Teníamos que hablar de la fiesta de después.
Él había dicho que vendría antes, y sería un fastidio si una de las estrellas del espectáculo
fallaba.
"Cliff... ¿Qué harás después de esto?"
Ya sabes, ¿a qué hora llegaría? ¿Vendría con nosotros directamente a la fiesta, o tendría
que ir, eh, a jugar con Elinalise de antemano? A eso me refería con esa pregunta.
"..."
Cliff respondió con silencio. ¿Se estaba volviendo tímido? ¿Él y Elinalise aún tenían que
ponerse a jugar al rol de colegialas?
"He... pensado un poco. También lo hablé con Elinalise".
Cliff hizo una pausa de unos segundos antes de pronunciar sus siguientes palabras.
"Un año más. ¿Puedes esperarme?"
Por un momento, no supe cómo procesar lo que acababa de oír. Nuestra reserva en el bar
era hoy. Seguro que nos obligarían a cambiarla.
"¿Hasta que tu hijo crezca un poco más?", preguntó Zanoba.
Ah, claro. ¡Es verdad! Cliff había dicho hacía dos meses que daría una respuesta en la
ceremonia de graduación. No lo había olvidado ni nada por el estilo. Hoy teníamos la
graduación y la fiesta de después, así que no quería presionarle hasta después.
"Sí. Clive todavía es muy pequeño. Me gustaría al menos vigilarlo hasta que termine de
destetarse".
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Cliff parecía severo mientras contemplaba la Ciudad Mágica de Sharia. La ciudad se
extendía bajo nosotros. No sabría decir si era por el tejado verde, pero mi casa destacaba
como un pulgar dolorido...
Ahora que lo pienso, este tejado no estaba aquí cuando nos matriculamos. Hace tres años,
antes de la última renovación, enviaron una encuesta preguntando qué necesitaba el edificio.
Yo pedí una azotea, pero esta fue la primera vez que me di cuenta de que realmente se había
construido.
"Llevará casi dos años viajar al País Sagrado de Millis desde aquí. Sin embargo, Rudeus, si
utilizo el círculo de teletransportación de tu casa, podría acortar ese tiempo. No sé por cuánto,
pero debería tener al menos un año de margen".
Cliff parecía pensar que era su deber volver a casa a los dos años de graduarse. Siempre
cumple su palabra, ¿eh?
"Me dejarás usar el círculo mágico, ¿verdad?"
"Por supuesto."
"Te lo agradezco."
El círculo de teletransportación era tabú. Usarlo no para una emergencia, sino por
conveniencia personal era algo que seguramente pesaba mucho en el abotargado Cliff.
"Además, Rudeus. Acerca de unirme a ti..."
"¿Sí?"
Cliff dudó en decirlo. Sonaba como si estuviera a punto de ser rechazado. Al menos quería
escuchar su razonamiento para poder persuadirlo una última vez...
"Me gustaría que esperaras también para eso".
"Oh, ¿esperar?"
"Sí. Es cierto que contar con el respaldo del Dios Dragón Orsted me permitiría alcanzar una
alta posición dentro de la Iglesia de Millis".
Eso era seguro. Orsted sabía mucho sobre el funcionamiento interno de la Iglesia de Millis.
Si nada más, probablemente había aprendido acerca de qué debilidades de qué funcionarios
importaba cuando durante sus muchos largos bucles.
"Pero siento que simplemente no sería correcto."
"..."
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"Una parte de mí quiere saber hasta dónde pueden llevarme dentro de la Iglesia de Millis
los esfuerzos que he hecho... pero tampoco quiero sentarme en un asiento que me ha dado
otra persona".
Cliff apretó los puños mientras hablaba. Supongo que lo entendía. Era igual que los tipos
que me retaban a esos duelos. Quería probar su fuerza. Era la parte de Cliff que le hacía ser
un hombre.
"Si esos esfuerzos me llevan a la cima de la Iglesia Millis, entonces me convertiré en tu

aliado".
Hmm... Ciertamente me hubiera gustado que Cliff lo hiciera por su cuenta, pero siempre
existía la posibilidad de que no pudiera. Si terminaba con él perdiendo su posición, entonces
podía vivir con ello. Encontraría otra vía para llegar a la Iglesia de Millis mientras contrataba a
Cliff para ser el diseñador personal de cascos de Orsted o algo así. Pero esa no era la única
manera en que podría ir. La idea de que su vida terminara en un asesinato me ponía enfermo.
Podría morir. Pero si era el camino que Cliff eligió, yo no lo disuadiría.
"Por cierto, señor Cliff", dijo Zanoba en mi lugar. "¿Planea viajar solo dentro de un año? ¿Y
tu familia?"
Así era, ¿qué pensaba hacer con Elinalise y Clive? Cliff parecía dolido, una mezcla de
angustia y vergüenza inundaba su rostro. Al mismo tiempo, estaba decidido.
"Los dejaré".
"¿Por... cuánto tiempo?"
"Hasta que sea un hombre de verdad. Por lo menos".
Un hombre de verdad, ¿eh? Lo que quería decir que no sabía cuánto tiempo pasaría. Miré
a Elinalise; tenía los ojos cerrados y los brazos cruzados delante del estómago. No se hacía
ilusiones.
¿Pero estaba bien así? Seguro que Elinalise quería estar al lado de Cliff si podía, para velar
por él y darle el apoyo que necesitaba. La maldición también importaba. El implemento mágico
de Cliff podía aligerar los síntomas de la maldición, pero no lo haría durante años. Pero no era
mi lugar intervenir aquí. Cliff había tomado esta decisión con su esposa.
Cliff estaba en una encrucijada, y había decidido.
"Entiendo", dije.
Respetar los deseos de Cliff tenía sus riesgos. Si Cliff moría en algún lugar fuera de mi
control, entonces perdería mi única conexión con el País Sagrado de Millis. También perdería
a alguien que podría investigar maldiciones. Como un riesgo, sin embargo, podría pagar
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dividendos. Cliff tendría más oportunidades de crecer si se independizara. Ese crecimiento
haría de Cliff un aliado formidable cuando finalmente llegara el momento. No podía decir si
compensaba los riesgos, pero sin duda era posible. Como movimiento lógico, no estaba mal.
Cliff tomó su decisión, y Elinalise estuvo de acuerdo. Tenía que respetarlo.
"Bueno, entonces, te veré de nuevo dentro de un año."
"Sí. Yo también".
Cliff me tendió la mano. La cogí y asentí profundamente.
Dicho esto, si tenía que esperar hasta que Cliff se convirtiera en un hombre de verdad,
serían tres años sin saber si Cliff se alistaría. Eso significaba que tenía que dejar de lado a Cliff
y centrarme en otra cosa.
En cuanto a qué... Bueno, saludar a Ariel sería un buen comienzo. Zanoba acababa de
empezar con las ventas de figuritas, y yo tenía que asegurarme de que la Banda de
Mercenarios siguiera reclutando. Para lograr ambas cosas, quería expandirme en el Reino
Asura. Tal vez usaría este año para planear cómo conquistar Asura. Iba a estar ocupado.
Pero primero... era hora de festejar.
"Muy bien, Cliff. Basta de charla pesada, ¡pasemos el resto de la noche divirtiéndonos como
nunca!"
"Sí... ¡Hagámoslo!"
Y esa fue la graduación de Zanoba y Cliff.
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Interludio: Un Pueblerino Visita La Ciudad
"NINA, una carta"
Era verano cuando una carta llegó a la puerta del Rey Espada Nina Falion. El Santuario de
la Espada siempre estaba helado por la nieve de todo el año, pero este día era tan cálido como
el comienzo de la primavera. El maestro de la sala de entrenamiento, el Dios de la Espada Gal
Falion, se marchó antes del mediodía; dijo: "Hay que ser idiota para entrenar en un día tan
agradable, así que hoy todos pueden hacer lo que les apetezca", y luego marchó con gallardía
a un lugar de siesta.
Nina era la preferida de los profesores, así que su idea de "lo que les apetezca" era continuar
con sus prácticas, pero se detuvo cuando oyó hablar de esta carta.
"¿Una carta? I... sol... ¡Ah!"
Nina, empapada en sudor al aceptar la carta del cartero, estalló en una sonrisa. Al otro
lado del sobre que llevaba el emblema del Estilo del Dios del Agua estaba esbozado un
nombre familiar.
Isolde Cluel. La principal espadachina del Estilo del Dios del Agua, con la que Nina había
entrenado hacía pocos años. Nina recordaba que ahora se encontraba en el Reino Asura
trabajando como instructora de lucha con espada al tiempo que dirigía un campo de
entrenamiento del Estilo del Dios del Agua. Su relación era amistosa, pero se habían
distanciado desde que Isolde dejó el Santuario de la Espada. Su carta fue una agradable
sorpresa.
"Umm..."
Más que agradable. Nina abrió vertiginosamente el sobre antes de sacar la hoja de papel
que contenía. Sin embargo, el brillo de sus ojos se apagó en el momento en que vio las
apretadas palabras que contenía el papel.
"¿Qué dice?"
Nina no sabía leer.
Podía descifrar el nombre de un conocido, pero no había llegado al nivel de comprender

pasajes enteros. Nunca surgió aquí en el Santuario de la Espada.
Haré que alguien más lo lea, pensó. Al menos había gente en esta sala de entrenamiento
que había crecido con una educación adecuada. Alguien podría leerlo. Probablemente.
Nina se dirigió al patio trasero. Allí, algunos de los aprendices estaban tomando el sol
mientras charlaban alegremente. A Nina le tocaba regañarles cuando parecía que estaban
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holgazaneando, así que los aprendices se apresuraron a enderezarse y a poner sus excusas
en orden. Sin embargo, hoy era el raro día en que el maestro les decía explícitamente que se
tomaran el día libre, así que Nina no dijo nada sobre su comportamiento y en su lugar preguntó
si alguien podía leer su carta. Los aprendices intercambiaron miradas antes de que uno
levantara la mano. Nina le entregó la carta al que afirmaba que "sabía leer el lenguaje humano"
y le pidió que lo hiciera.
El contenido de la carta era bastante sencillo. Resumía lo sucedido en los últimos años, así
como lo que había estado ocurriendo últimamente. La muerte de Reida, las dificultades para
gestionar el campo de entrenamiento. Las intensas disputas de Isolde con Ghislaine como
instructora de espada. Nina sonrió ante aquel detalle: podía imaginarse a la Isolde ordenada y
estricta echando humo ante uno de los comentarios descabellados de Ghislaine.
Pero esa sonrisa se tornó seria cuando llegaron al mensaje final.
"La coronación de Su Majestad Ariel se celebrará en breve. Todo el mes es una gran fiesta
nacional. Me encantaría que vinieras de visita para la ocasión".
En el momento en que Nina escuchó esas palabras, resolvió viajar al Reino Asura. No hubo
debate. El estilo del Dios de la Espada predicaba que el primero en hacer un movimiento sería
el vencedor por una razón. El momento en que ella quiso ir fue el momento en que se levantó
y se fue.
La calle principal de Ars, capital del Reino Asura, estaba absolutamente inundada de gente.
Tanta que el más mínimo movimiento a cualquier lado te obligaba a chocar los hombros, tanta
que no podías ver más allá de unos metros por delante. Más densos que una familia de lobos
de las nieves crecidos: una manada repleta.
La capital del Reino Asura atraía a gente de todo el mundo mientras se preparaba para la
próxima coronación. Campesinos que acudían con la esperanza de echar un vistazo al
gobernante de la nación más fuerte del mundo. Nobles enviados desde tierras extranjeras que
venían a dar sus bendiciones en nombre de la diplomacia. Espadachines errantes que
pensaron que sería el momento perfecto para encontrar trabajo en palacio. Aventureros que
predijeron que el gremio andaría escaso de mano de obra y vinieron a conseguir trabajos
sencillos y bien pagados. Forajidos que huían y apostaron que el mejor lugar para esconder
un árbol era un bosque. Mercaderes que venían a pregonar mercancías turbias para hacer su
agosto a costa de una multitud enorme y festiva. Todas las razas que vivían en el Continente
Central y algunas que vivían más allá se agolpaban en esta nación. Y encima de todo eso, los
Caballeros Blancos del Reino Asura iban a celebrar un desfile hoy, por lo que incluso los
propios ciudadanos de la ciudad acudían a la calle principal para ver a sus queridos caballeros
en todo su esplendor.
"Whuuuhh..."
Y en medio de todo, Nina la giraba de un lado a otro mientras intentaba caminar hacia el
centro de la ciudad. Era la primera vez en su vida que veía tanta gente. Había estado en
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ciudades que le habían parecido bastante grandes, pero ver una multitud de gente tan masiva
que empequeñecía su imaginación la dejó estupefacta.
"¡Tch, mira por dónde vas, cerdita!"
"¿Qué... Oh, eres... ¿Eh?"
Para cuando procesó que alguien estaba cabreado con ella, habían sido engullidos por el
mar de gente.
Esto era nuevo para Nina. Ella era, para que conste, un Rey Espada; con sus sentidos
agudizados, podía identificar al tipo que la maldijo y seguirle la pista si quería. Pero él
simplemente la insultó y siguió caminando. Probablemente ni siquiera se molestó en mirarla a
los ojos. Tal vez ese tipo de grosería es como un saludo en la ciudad, pensó. Si esto fuera el
Santuario de la Espada, habría mandado a un mago sanador a cualquiera que le hubiera
hablado así... pero quizá en la capital, que te insulten no signifique necesariamente que estén
buscando pelea.
"Hola, guapa, ¿quieres echar un vistazo?"
"¿Bonita? ¿Quién... yo?"
Tras unos pasos más inseguros, Nina descubrió que la persona que la llamaba era un
comerciante. Estaba vendiendo algo en una pequeña tienda cercana.
"Oh, pero por supuesto. Nunca antes había visto a alguien tan hermosa como usted... Por
cierto, señora, parece nueva en la capital, ¿no?".
"¡Sí! ¿Cómo lo sabía?"
"¿Eh? Oh, usted no es de aquí. Ponerse nervioso por una multitud como esta es el signo
más verdadero de un forastero".
Oír que había estado dando tumbos como una pueblerina hizo que la cara de Nina se
pusiera roja. Pensaba que se haría la interesante en la gran ciudad, pero para los verdaderos
citadinos, su idea de una gran ciudad seguían siendo los palos.
"Sí que hay mucha gente. Supongo que todos están aquí por la coronación".
"Eso en parte, claro, pero hoy también es el desfile de los caballeros, así que todo el mundo
se reúne en la calle principal".
"Ya veo..."
"Viste todos los carteles, ¿verdad? Dicen que quien quiera ver el desfile debe ir a la calle
principal, mientras que quien no, debe tomar la calle de atrás, la calle Saalten..."
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"Lo siento, pero no puedo rea..."
"Ah, ya veo, ya veo. Ya lo veo. Si no tienes necesidad de ver el desfile, ¿podrías pasarte
por nuestra tienda? Es bastante fácil entrar en la calle Saalten por su puerta trasera".
"¿Está seguro? Pero no puedo pagar la..."
"Oh, no se me ocurriría cobrarle... Ah, es verdad. Si dice que no sabe leer, le sugiero que
compre uno de nuestros productos. Es un libro ilustrado que viene con una figurita, pero al final
del libro te enseña a leer. Muy buenas críticas. Muy buenas críticas".
"Realmente no puedo permitirme un bo..."
"Oh, no te preocupes, no te preocupes en absoluto. Nuestros libros son mucho, mucho

menos caros de lo que encontrarías en otros lugares. No, siento que esto debe ser algún tipo
de destino, así que lo bajaré a un cobre grande de Asuran y ocho monedas de cobre pequeñas.
¿Qué decís?"
Antes de que Nina se diera cuenta, estaba de pie en un camino que se había despejado
considerablemente mientras sostenía un libro ilustrado y una figurita. Su cartera era ahora más
ligera por el peso exacto de una sola moneda de cobre grande de Asuran y ocho monedas de
cobre pequeñas.
Se había quedado boquiabierta por el rápido parloteo del vendedor. Cuando se dio cuenta
de lo que había pasado, Nina tuvo la sensación de que la habían presionado, pero no fue del
todo negativa. La velocidad de los golpes del mercader le recordó su entrenamiento con el dios
de la espada Gal Falion.
Aún así, una moneda de cobre grande y ocho monedas de cobre. Podría haber sido barato
para los estándares del mercado de libros, pero era bastante caro para los estándares de la
cartera de Nina. Sin embargo, aquel mercader le había mostrado el camino, por lo que no
pagarle su deuda habría manchado su nombre como Rey de la Espada.
Era lo mejor, pensó Nina. Y así, comenzó a caminar.
La calle Saalten estaba excavada dos metros más en el suelo que la calle principal. Era un
poco húmeda y colindaba con muchos túneles: parecía un atajo para pueblerinos y no para
turistas. La calle era ancha y, como dijo el comerciante, estaba más vacía que la principal.
Pero aquí, el flujo de gente se dividía claramente entre los que se dirigían al centro de la ciudad
y los que se dirigían a los límites de la ciudad, por lo que Nina podía abrirse paso sin sufrir
demasiados empujones.
"Apuesto a que puedo llegar a la sala de entrenamiento de Isolde al anochecer".
El dinero que había pagado antes estaba valiendo la pena. Con eso en mente, echó otro
vistazo a la muñeca y al libro ilustrado que tenía en las manos.
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La figurita era un demonio que sostenía una lanza, mientras que la portada del libro tenía
dibujado al mismo personaje. Nuestro héroe, probablemente. E, insólitamente, era de la raza
Superd. Nina no sabía qué tipo de historia contaba el libro, pero, como guerrera, siempre había
querido luchar contra un Superd. Según su amiga Eris, los Superd eran increíblemente fuertes.
Si Eris, el Perro Loco que irradiaba una amenaza capaz de asustar a un demonio, hablaba de
los Superd con respeto, Nina estaba intrigada.
Además, me enseñará a leer como dijo aquel comerciante, no estaría de más estudiarlo
entre sesión y sesión de práctica, pensó mientras seguía caminando.
Su atención cambió cuando oyó fuertes vítores en la calle principal. Parecía que empezaba
el desfile. Al ver tanto alboroto, se preguntó por el desfile; había pensado visitar primero a
Isolde, pero no estaría de más pasarse ahora por la calle principal para verlo, ¿verdad?
"¿Eh?"
Pero entonces vio por el rabillo del ojo a una mujer pelirroja que le resultaba un poco familiar.
"Eris?"
¿Por qué estaría ella aquí? Nina pensó mientras seguía a esa mujer con la mirada.
Efectivamente, era ella. En la calle principal, dos metros por encima de ella, asomaba la punta
de una cabeza pelirroja. Nina sólo podía ver desde atrás, pero aquella postura la hizo estar
segura. Sin duda, era Eris. Nina no sabía qué hacía aquí, pero no pudo resistir la nostalgia que
brotaba de su corazón.
"Eri...", intentó gritar Nina, hasta que algo le hizo tragarse las palabras.
"Arriba, Lucie. ¿Lo ves?"
"¡Sí! ¡Todo brilla!"
Ese algo era la niña que Eris levantó sobre sus hombros.
"Vamos, Eris, quería subirla a hombros".
"De ninguna manera. Sé que sólo quieres babear sobre los muslos de Lucie, ¡como hiciste
conmigo anoche!".
"¡Grosera! No se me ocurriría hacerle algo así a mi propia hija de carne y hueso".
"¡Claro que no!"
"Quiero decir, es verdad que la quiero lo suficiente como para querer babearles encima...".
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Esta conversación fue con el hombre de pie junto a Eris. Ella había visto al hombre antes,
también. Fue durante ese horrible encuentro con el Rey Demonio, Badigadi.
Él fue el mago que lo derrotó de un solo golpe.
Él era el hombre que últimamente había sido conocido como "La Mano Derecha del Dios
Dragón", con avistamientos de él reportados en lugares de todo el mundo.
Rudeus Greyrat.
"..."
Nina se dio cuenta de que estaba procesando un gran shock.
Ella sabía que Eris había vuelto a Rudeus, para ayudarle a luchar contra el Dios Dragón
Orsted. Y como las cartas dejaron de llegar después de eso, estaba segura de que los dos
habían muerto, pero también había oído rumores dispersos de que habían aparecido juntos en
el Reino Asura. Rudeus pasó a ser conocido como la Mano Derecha del Dios Dragón después
de aquello, así que Nina supuso que Eris también se había rendido al Dios Dragón.
Estaba segura de que Eris se había hecho fuerte, mucho más que antes.
Pero la Eris que Nina contemplaba ahora distaba mucho de la que había imaginado. Esta
Eris estaba bromeando y riendo con un hombre. Y la niña que ahora tenía sobre sus hombros
era probablemente su hija. A Nina nunca se le había ocurrido que Eris pudiera haberse casado,
y mucho menos que hubiera tenido una hija. La Eris que ella conocía -esa bestia indómita, ese
perro rabioso- ahora hacía... esto. Venir a ver un desfile y coquetear con un marido claramente
amado...
"Yo... iré a ver a Isolde".
Con ese pensamiento, Nina apartó la mirada.
Nina había pensado que convertirse en Rey de la Espada significaba que por fin estaba en
igualdad de condiciones con Eris, pero ahora tenía que soportar esta enorme sensación de
derrota.
Nina no lo vio, pero esto es importante: Justo fuera de la vista de Nina, oscurecidas por la
multitud, Roxy y Sylphie estaban de pie junto a Rudeus, con Zanoba y Julie cerca.
◇◇◇
Después, Nina se dirigió a la sala de entrenamiento de Isolde. El ambiente solemne y el

hedor a sudor calmaron sus nervios. Tras saludar a Isolde, Nina fue presentada a los alumnos.
Todos y cada uno de ellos, chicos y chicas por igual, llevaban el aire honesto y humilde que
sólo se consigue sin haber practicado nunca el sexo.
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Sí, así es como debe ser un verdadero practicante de la espada, se aseguró Nina.
Después de visitar la sala de entrenamiento, la llevaron a casa de Isolde. Habían acordado

que Nina pasara la noche allí durante su estancia en Ars, ya que la casa en la que vivía Isolde
tenía una habitación libre. La habitación había sido ocupada por el dios del agua Reida, pero
ya estaba totalmente vacía.
A Nina no le preocupaba Reida, y en su lugar encontró alivio en el hecho de que Isolde no

mostrara ningún signo de tener un hombre. Era la Emperadora del Agua, instructora de espada
y caballero; habría sido un buen partido. Si incluso Eris podía casarse y tener hijos, la radiante
Isolde podría haberse buscado fácilmente una pareja. A Nina no le habría sorprendido entrar
en casa de Isolde y que le presentaran a su marido y a su hijo. Se había preparado para lo
peor y ahora sentía un alivio proporcional.
"Nina, en realidad va a haber una pequeña reunión una vez que termine el desfile. Seguro
que estás cansada de tu largo viaje, pero ¿te importaría venir? Hay mucha gente a la que le
encantaría conocer al Rey de la Espada".
Isolde propuso la idea mientras Nina dejaba su equipaje y recuperaba el aliento.
"Claro, me parece bien", aceptó Nina de inmediato. No sabía en qué consistía aquella
"pequeña reunión", pero tampoco tenía planes para aquella noche. Podía dejar la visita para
mañana.
O eso pensaba.
Nina empezó a arrepentirse de su decisión al cabo de una hora.
Por supuesto, su tren de pensamiento hizo varias paradas antes de llegar, finalmente, al
arrepentimiento. Empezó con: "Algo está mal". Esto fue cuando vio que Isolde la había llevado
a una mansión gigante cerca del castillo real. ¿Eh? Esto parece muy grande para una
"pequeña reunión", pensó.
Me han engañado", fue su siguiente pensamiento. Fue entonces cuando la llevaron a una
habitación de aspecto extravagante, la obligaron a elegir un vestido de aspecto extravagante
y varias doncellas la introdujeron en él a medio empujones. Esto es una especie de fiesta para
nobles, pensó.
No debería haber venido, fue el pensamiento que nos trae al presente. ¿Por qué había
aceptado tan inmediatamente? ¿Por qué había aceptado tan ingenuamente? ¿Por qué
permitió que la vistieran sin oponer resistencia? Normalmente, Nina habría luchado por su
libertad. ¿Por qué no lo había hecho? Debía de ser porque no era la misma de siempre. La
envolvieron en un vestido desconocido, la obligaron a llevar unos tacones precarios que la
desequilibraban e incluso la despojaron de la espada que había sido una compañera tan fiable
en su cinturón. En este estado se encontraba Nina cuando Isolde la arrastró al salón de baile
y le presentó a una persona tras otra.
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Pero pronto se dio cuenta de algo que la alivió un poco: no todos los presentes eran nobles.
Si bien muchos de ellos lo eran, algunos procedían de mundos que Nina comprendía, como el
caballero de origen humilde o el joven mago ardiente sacado de otro país. Y entre esa multitud
había personas que, al igual que Nina, habían sido engañadas para venir y ahora andaban
dando tumbos, peces fuera del agua.
La gente se siente tranquila cuando se da cuenta de que no está sola. Mientras se relajaba,
Nina recordó que era un Rey de Espadas. No le costaba nada analizar a su oponente y medir
sus probabilidades de victoria. Una vez que confirmó que todos los que la rodeaban eran unos
debiluchos, incluso empezó a sentirse un poco atrevida.
Tengo hambre, pensó la recién envalentonada Nina. Tenía apetito. Se le ocurrió que no
había comido nada desde el mediodía. Todos los practicantes del Estilo del Dios de la Espada
comían mucho. Fuera de los momentos en los que su entrenamiento la obligaba a esconderse
en el bosque o algo así, no se saltaba ninguna comida.
Así que, por supuesto, sus ojos se sintieron atraídos por la suculenta cocina que se ofrecía
en el salón de baile. Y, naturalmente, después de probar todos los manjares a la vista mientras
sus compañeros de fiesta se quedaban mirando, se vio en la necesidad de retirarse al baño
más cercano. Y la doncella guiando a Nina hasta el baño, Nina luchando por volver a ponerse
el vestido después de hacer sus necesidades, la doncella desaparecida cuando Nina por fin
se lo puso, Nina perdida en este laberinto de mansión sin idea de cómo llegar al salón de baile,
todo esto era, por supuesto, inevitable.
Esto sí que me está fastidiando, pensó. Nina suspiró mientras avanzaba por el pasillo poco
iluminado. El ambiente de todos los lugares en los que había estado desde que llegó al Reino
Asura la abrumaba continuamente y la mantenía desequilibrada, un poco disociada. Su
creencia de que podía conquistar el mundo ahora que era Rey Espada estaba hecha añicos.
"Solía hacer las cosas sin necesidad de pensar tanto..."
Quizás era porque ahora era una Rey Espada con discípulos. O tal vez porque se había
encontrado con Eris y su personalidad se le había pegado. A diferencia de los viejos tiempos,
ya no podía actuar sin pensar en las consecuencias. Creía que este cambio la había convertido
en una mejor guerrera, pero...
"Oh, cierto, me olvidé de decirle a Isolde sobre Eris."
Eris estaba en la ciudad, así que Nina quiso sugerir otra sesión de entrenamiento con las
tres. Pero en cuanto lo pensó, le vino a la mente la imagen de lo que había visto aquella tarde.
Sacudió la cabeza para apartarla de su mente.
Aquella ya no era la Eris que yo conocía, pensó.
Quería olvidarlo, volver al salón de baile lo antes posible. Dar alguna excusa endeble y
volver a casa. Esta mansión podía ser incómoda, pero había muchos otros lugares famosos
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que ver en el Reino Asura. Podría pedirle a Isolde que le enseñara el lugar... No, seguro que
su amiga estaba ocupada, así que tendría que explorar por su cuenta. En la ciudad se
celebraba algún tipo de festival, así que seguramente encontraría la forma de entretenerse.
Tal vez podría visitar la sala de entrenamiento del Estilo del Dios de la Espada.
De acuerdo, bien...
Justo después de afianzar su determinación, Nina vio por casualidad una habitación de la
que se filtraba luz. La puerta era pequeña, y desde luego no conducía al salón de baile. Sin
embargo, era probable que alguien conociera el camino, así que Nina pensó que podría pedir
indicaciones. Medio aliviada, se acercó a la puerta y...
"...Su Majestad Ariel, seguramente no querrá que esto se haga público, ¿verdad?"
Eso fue una clara amenaza. Ella se detuvo en seco.
Su Majestad... ¿Ariel? Se dio cuenta. Incluso una pueblerina como Nina sabía que sólo
había una persona en este país a la que se dirigieran así.
Ariel Anemoi Asura.
La reina cuyo meteórico regreso a la realeza, tras pasar casi una década en el lejano reino
de Ranoa, cautivó los corazones de su pueblo. Sugerir que todas las festividades y fanfarrias
de la capital de Ars estaban dedicadas a esta mujer sería poco.
"¿Oh? ¿Qué quieres decir?"
"¿Estás diciendo que no te acuerdas?"
Nina pisó suavemente mientras se acercaba a la puerta. Una vez allí, se asomó a la
habitación a través de la rendija abierta.
¡Oh!
Dentro había un hombre y una mujer; una mujer rubia sentada en una silla y un hombre de
pelo castaño claro de pie a su lado. El hombre tenía una cara que a Nina le resultaba familiar.
"Oh, por favor. Eso podría ser cualquier cosa..."
"Oh no, de hecho..."
Rudeus Greyrat.
Atrás había quedado el hombre que se había reído con Eris justo esa tarde. Acercó su
sonrisa diabólica a la mejilla de Ariel.
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Un pensamiento asaltó a Nina.
La está presionando para mantener relaciones carnales.
Rudeus Greyrat era un hombre conocido por tener otras dos esposas además de Eris. Nina
recordaba rumores de que también era bastante... amoroso. Se decía que también había
trabajado mucho entre bastidores para ayudar a Ariel a convertirse en gobernante. Si
realmente estaba bajo el mando de Orsted, entonces probablemente había ayudado a Ariel
como peón de Orsted. Y ahora, la estaba chantajeando para que se acostara con él.
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Lo mataré, decidió Nina en un instante.
No necesitaba pensar. Ella no sabía con qué secreto Ariel estaba siendo chantajeada. Ella
no sabía lo fuerte que era Rudeus. Isolde estaba bajo el mando de Ariel. Si el jefe de un amigo
estaba siendo chantajeado, entonces no había razón para mantener su espada. Ella ni siquiera
tenía su espada, pero nada de eso importaba; Nina encontraría una manera de cortarlo.
Este sería el punto en el que Nina, si se sintiera como ella misma, se diría a sí misma que
esperara un momento... pero las últimas horas la habían puesto a prueba más allá de cualquier
capacidad de autocontrol.
Pero antes de que pudiera actuar, los sentidos de Nina la alteraron a un aura de animosidad
justo detrás de ella.
"¡Gah!"
Se dio la vuelta. Un monstruo vestido de rojo sangre estaba ante ella.
"¡¿Eris?!"
Nina no había pensado que estaría aquí, pero Eris siempre estaba al lado de Rudeus. Ya
que Rudeus estaba aquí, por supuesto que ella también vendría.
"¿Nina?"
La expresión de Eris aflojó por un momento a una de sospecha, pero su furia pronto regresó.
"¿Quieres decirme a quién estás apuntando toda esa sed de sangre?"
Mierda, pensó Nina. No había forma de detener a Eris cuando se ponía así. Si se
enfrentaban, Rudeus saldría corriendo de esa habitación. Se estaba arriesgando a una pelea
de dos contra uno. Puede que Eris no tuviera una espada, pero ser pinzada con un mago al
otro lado iba a ser...
"¿Eh? ¿Ya de vuelta, Eris?"
En el momento en que Nina había pensado en el peor de los casos, ya había sucedido. La
puerta detrás de ella se abrió, y apareció la cara de Rudeus. Nina comprendió al instante que
la victoria estaba descartada, pero enfrentarse a lo imposible con la tenacidad de una bestia
salvaje era el núcleo del Estilo del Dios de la Espada. Nina comenzó a concentrar su fuerza en
su núcleo.
"Ahora bien, Sir Rudeus, creo que ya es hora de unirnos a la fiesta. Estamos haciendo
esperar a nuestros invitados".
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Cuando Ariel apareció al lado de Rudeus tan despreocupada como podía ser, toda la fuerza
de Nina se deshizo. La expresión de Ariel no mostraba ni un atisbo de desesperación o
intimidación. Algo estaba mal aquí. Otra vez. Era una sensación con la que se había
familiarizado bastante en las últimas horas.
"¿No... no te están chantajeando?", preguntó mientras se replegaba sobre sí misma.
"¿Hm?" Ariel miró la postura de Nina y simplemente ladeó la cabeza.
Nina y Ariel nunca se habían conocido. Pero después de comparar la postura y la expresión
de Nina con la de Eris y reflexionar un poco sobre la conversación que acababa de tener, Ariel
reconstruyó lo que estaba pasando.
"Oh no, fui yo quien hizo una petición a Rudeus, que él rechazó. Sin embargo, yo quería su
ayuda y le presenté lo que pensé que sería una debilidad suya, pero él me superó... ¿No será
que sólo escuchaste la última parte de ese intercambio, supusiste que me amenazaban y
viniste a rescatarme?".
Nina asintió débilmente con los ojos aún abiertos. Ariel sujetó ligeramente el brazo de Nina
y la ayudó a levantarse con cuidado.
"Muchas gracias. Creo que no nos conocemos. Mi nombre es Ariel Anemoi Asura, el
gobernante entrante del Reino Asura".
"Uh, ah, ¿eh?"
Aquí estaba la futura líder de un reino en toda su gloria, y todavía sentía que era necesario
intercambiar presentaciones. Incapaz de procesar esta serie de acontecimientos, Nina entró
en pánico y se volvió hacia Eris. Ésta la miró con desconfianza, pero suspiró y le tendió un
hueso.
"Esta es Nina".
"¿Una conocida suya, Lady Eris?"
"Sí, es la Santa de la Espada Nina Falion. Nos entrenamos juntas en el Santuario de la

Espada".
Nina se dio cuenta de que necesitaba adelantarse a la siguiente parte de la conversación,

en la que Eris inevitablemente diría que no tenía ni idea de qué hacía aquí su antigua
compañera de entrenamiento.
"¡Ahora soy un Rey de la Espada! Igual que tú".
"Oh... ¿Lo eres? Felicidades".
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Nina se quedó en silencio después de ese débil elogio. Parecía que acababa de alardear
de su título sin motivo. Todo lo que había querido era dar un poco de contexto...
"Ya veo, Lady Nina. Tenga la seguridad de que la fiesta de esta noche fue planeada por
Rudeus y por mí. Creo que tendremos oportunidad de hablar más tarde, pero por ahora, por
favor relájese y disfrute de la velada."
"Oh, B-bien..."
Ariel sonrió cálidamente y caminó por el pasillo con Rudeus. Después de despedirlos, Nina
dejó escapar un enorme suspiro. Este día seguía despistándola.
"¿Qué haces aquí?", preguntó Eris, que se había quedado con ella.
Nina se giró hacia su antigua amiga. El vestido carmesí y el peinado recogido le sentaban
bien; el collar, los pendientes y las demás joyas eran discretos y de buen gusto. Las sutiles
señas de identidad de una verdadera dama.
"Um... Eris... Tu vestido, er, se ve bien."
"¡Je!, ¡je!, ¡por supuesto que sí! ¡Rudeus lo eligió él mismo!"
Ahí estaba esa chispa. Eris no ha cambiado tanto después de todo, pensó Nina. Era difícil
imaginar que aquella mujer orgullosa que ahora hinchaba el pecho fuera la misma persona
que ese animal salvaje de antes. Pero aun así...
Nina suspiró y comenzó a descargar sobre Eris. "Tienes que escuchar esto. Así Isolde ... "
◇◇◇
Al final, Nina nunca llegó a entender para qué era la fiesta. Cuando ella y Eris regresaron al
salón de baile, encontraron a Rudeus dirigiéndose a la multitud:
"¡El Dios Dragón Orsted es su aliado! ¡Actuad ahora e incluiremos esto como regalo extra
totalmente gratis! No se preocupen, no hay que pagar nada por inscribirse. Lo único que te
pedimos es que reúnas fuerzas para prepararte para alguna guerra dentro de ochenta años y,
cuando llegue el momento, prestes esa fuerza al Dios Dragón Orsted. Si haces este pequeño
compromiso, ¡la Corporación Orsted te garantizará su apoyo durante los próximos cien años!
El Dios Dragón Orsted te salvará en tu hora más oscura, de peligros que van desde las
profecías de oscuras figuras divinas hasta los terrores de las invasiones domésticas. Por favor,
un voto por el Dragón Orsted es un voto por un futuro brillante".
Nina no entendía muy bien lo que decía, así que se limitó a asentir.
Rudeus parecía estar reuniendo aliados. Suponiendo que su anterior encuentro fuera
realmente un malentendido, entonces no se oponía a ayudar al marido de Eris. Sin embargo,
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Nina no entendía muy bien lo que quería. Dentro de ochenta años estallaría una guerra, así
que quería que ayudaran a Orsted cuando llegara ese momento... lo que significaba que quería
que reunieran fuerzas hasta entonces. Esto era un poco elaborado.
Nina no estaba sola; muchos otros invitados parecían estar igualmente confundidos. Pero
al final, todos asintieron. Probablemente ayudó que ni una sola persona en esa habitación
rechazaría una petición de Ariel.
Después de la fiesta, Nina se quedó en la mansión por sugerencia de Eris. Isolde se les
unió. Resultó que todo el lugar era un regalo que Ariel había proporcionado a Rudeus, por lo
que eran libres de usarlo a su antojo, o al menos eso decía Eris.
Esa noche, los tres se reunieron para conversar por primera vez en años. Eris seguía sin
hablar absolutamente de nada más que de Rudeus, e incluso Isolde refunfuñaba sobre cómo
empezaba a querer tener su propia pareja. Ver a aquellas dos rebotando la una contra la otra
le recordó a Nina los viejos tiempos; puede que el contenido de lo que hablaban hubiera
cambiado un poco, pero la diversión que ella sentía en su presencia no había cambiado ni un
ápice. Sólo por eso, el viaje de Nina a la capital de Ars ya merecía la pena. Y cuando llegó el
día siguiente, sus tontos sentimientos de celos y derrota se habían disipado. Se sentía como
antes.
Nina disfrutó de todo lo que Ars podía ofrecerle hasta que concluyeron las festividades de
la coronación. Las vistas, las multitudes, las salas de entrenamiento. Cuando quería ir a algún
sitio, iba. Y no iba sola; había muchos días en los que Isolde no podía acompañarla debido a
obligaciones laborales, pero por alguna razón, Eris se quedaba con Nina todo el tiempo.
Eris parloteaba sobre Rudeus cada vez que abría la boca, así que Nina tuvo que
preguntarse por qué Eris no se quedaba con su marido en su lugar. Pero después de pasar
tanto tiempo con ella, Nina empezó a entender el proceso de pensamiento de Eris: quería que
Nina aceptara seriamente la proposición de Rudeus. A Eris no se le daban muy bien las
palabras, por lo que era difícil entender lo que quería decir, pero su espíritu serio y directo
conmovió a Nina. La petición de Rudeus pasó de ser un incomprensible intrasentido a ser algo
que Nina consideraba seriamente.
◇◇◇
Nina regresó al Santuario de la Espada cuando terminó la coronación. Por el camino pensó
en cómo había aceptado unirse a las fuerzas de Orsted dentro de ochenta años. Sobre lo feliz,
brillante y alegre que se veía Eris. Y cómo Rudeus estaba a su lado.
Pensó en ellos mientras espoleaba a su caballo. No se comprometió del todo. Pero cuando
vio a la persona que le daba la bienvenida al entrar en el Santuario de la Espada, algo encajó.
Era el primo de Nina. Un joven que siguió sus pasos para convertirse en Santo de la Espada,
y que ahora estaba a punto de llegar a Rey de la Espada, Gino Britz. Nina le echó un vistazo
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y dijo lo primero que se le ocurrió. No hubo vacilación. El estilo del Dios de la Espada predicaba
que el primero en hacer un movimiento sería el vencedor por una razón.
"Hey, Gino. ¿Quieres casarte?"
Poco después, el Santuario de la Espada era el hogar de una nueva pareja casada, pero
esa es una historia para otro momento.
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Interludio: Ceremonia De Mayoría De Edad
HABLEMOS de mis hermanas pequeñas.
Norn trabajaba duro como presidenta del consejo estudiantil. Para la mayoría de los
estudiantes en estos días, ella era la única persona que venía a la mente cuando se
mencionaba el título. Por otra parte, eso podría haber sido porque la mayoría de los estudiantes
de la época de Ariel se habían graduado.
Norn era una presidenta popular. Muchos de los estudiantes incluso la llamaban "Nornie".
Norn no parecía apreciar eso, pero bueno, era dulce. Ariel tenía fama de ser una presidenta
fiable, pero Norn tenía fama de ser una presidenta accesible. Sin embargo, (y esto podría haber
sido la influencia de su club de fans en el trabajo) ella tenía cero perspectivas románticas.
También era tratada como una especie de mascota de la escuela: inocente, inofensiva. Sin
sexo.
Por supuesto, también se esforzaba mucho en sus estudios. Me enteré de que el otro día,
en su clase de esgrima, la reconocieron como de nivel intermedio en el Estilo del Dios de la
Espada. Puede que su progreso fuera un poco lento en comparación con la gente que yo
conocía, pero supongo que así es la gente normal. También era muy estudiosa con la magia
y, además, tomaba muchas otras clases. No conocía su plan de estudios exacto, pero la última
vez que asomé la cabeza por la escuela, oí a alguien decir: "Viejo, veo a la presidenta Norn
por todas partes". Nunca fue la mejor en nada, pero se aplicaba en un amplio abanico de
asignaturas para compensarlo.
Últimamente, Aisha se estaba obsesionando bastante con Arus. Si bien era cierto que las
duras dotes maternales de Eris se habían dejado notar en el comportamiento de Arus, Aisha
encontraba adorables a los bebés varones y por eso le adoraba. Parecía que tenía un favorito.
Últimamente se había acostumbrado a decir: "Oh, Arus es tan mono", y yo no estaba muy
segura de lo que eso significaba exactamente.
Por supuesto, mimar a un bebé está bien. Había algunas partes que me preocupaban, eso
era todo. Hace poco, cuando Arus empezó a llorar de hambre, ella le enseñó sus pechos e
intentó que se los chupara. Ella se defendió diciendo que creía que dejaría de llorar si le daba
algo para chupar, pero no sé... Arus se animó y empezó a reírse mientras estaba entre sus
pechos, así que entendí por dónde iba Aisha. Pero aun así estaba bastante preocupado.
Cuando pensé en que no tenía a nadie a quien exponer sus pechos aparte de un niño pequeño,
bueno, ya sabes.
Era menor, en el gran esquema de las cosas.
Ella estaba manejando bien la banda mercenaria. Cuando declaré que la banda mercenaria
serviría como red de inteligencia de la Corporación Orsted y que abarcaría todo el mundo, ni
siquiera necesitó que se lo explicara. Se puso manos a la obra para reunir el personal, las
propiedades y las negociaciones necesarias para crear sucursales en otras naciones. También
era buena controlando a Linia y a Pursena. Ahora bien, Aisha no estaba especialmente dotada
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como gestora. Oí que solía ser especialmente dura con los empleados poco cualificados que
repetían los mismos errores una y otra vez. Linia y Pursena sacaban lo mejor de esos
empleados, por supuesto.
Eh, puntos fuertes y débiles. Aisha era el cerebro de la operación, y era muy buena en eso.
¡Ya! Tanto Norn como Aisha se acercaban a su decimoquinto cumpleaños. No quiero

repetirme, pero este mundo consideraba cada quinto cumpleaños como un hito que se
celebraba a lo grande. Especialmente a los quince años, momento en el que uno se
consideraba adulto; los nobles solían celebrarlo con una fiesta multitudinaria.
La ceremonia de la mayoría de edad. Para los humanos de este mundo, era quizá el día
más importante de sus vidas. Estoy seguro de que esto tampoco necesita explicación, pero
planeaba celebrar el cumpleaños de ambas. Y a lo grande: Conseguiría un buen fajo de billetes
de Orsted, lo gastaría todo en el edificio más grande que el dinero pudiera comprar, iría a ver
a todos los amigos y peces gordos que conocía, conseguiría que me hicieran los regalos más
dulces que pudieran y les daría a las niñas el tratamiento completo de princesas.
Y con ese nivel de entusiasmo, se lo comenté a Roxy.
"No sé Aisha, pero creo que Norn estaría más contenta con algo un poco más... práctico.
Quizá deberías replanteártelo".
Rechazado.
Básicamente, no eran de la realeza, así que una fiesta en casa sería suficiente.
Después, Roxy me dio una palmadita en la cabeza y dijo: "Quieres ir a por todas con sus
cumpleaños porque nunca celebraste tu propio decimoquinto cumpleaños. ¿Verdad?"
No, me importaba un bledo mi decimoquinto cumpleaños... pero oye, Roxy me estaba dando
palmaditas en la cabeza, así que ¿quién era yo para oponerme? Soy un buen niño.
Aunque la moderación podía ser buena a su manera. Roxy me abrió los ojos.
"Por ahora, deberíamos hablar con el resto de la familia para idear una forma de celebrarlo".
Y así, planeamos una reunión familiar secreta con todos menos Norn y Aisha.
◇◇◇
Celebramos la conferencia en el sótano bajo el velo de la noche. Toda la familia, excepto

Aisha y Norn, se reunió en torno a la tenue iluminación de una vela solitaria.
"Bienvenidos, mis cómplices, a la Asamblea de la Oscuridad..."
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"Um, Rudy, ¿podríamos tener algo más de luz? Es difícil escribir así".
Nuestra secretaria, Roxy, interrumpió mi dramático comienzo para quejarse. Ojalá hubiera
respetado el ambiente.
"Si se filtra luz por la puerta, Aisha podría notarnos".
"¿Por qué tenemos que ocultarlo para empezar?"
"Um ... Quiero decir, ¿qué otra cosa podríamos hacer?"
¿No era algo para ocultar? Una chica no querría que un chico se enterara de lo que planeaba
para San Valentín, ¿verdad?
"Será mucho más difícil de preparar si tenemos que ocultar el hecho de que lo estamos
haciendo. A menos que tengamos una buena razón, prefiero que se lo digamos con
antelación", dice Lilia.
Así que decir la verdad también facilitaría las cosas por nuestra parte. Era lógico. Sería
menos estresante prepararse abiertamente que hacerlo en secreto.
"Hmm..."
Tenían razón. No teníamos que ocultarlo. Ahora que lo pensaba, mi quinto y mi décimo
cumpleaños fueron fiestas sorpresa, así que tenía la idea preconcebida de que los cumpleaños
se planean en secreto. Teniendo en cuenta lo que pasó la última vez, Norn y Aisha ya se
habrían dado cuenta de que íbamos a celebrar sus cumpleaños. No había ninguna razón para
no decírselo.
"De acuerdo, les diremos que estamos planeando algo".
También podríamos ir a por todas. Así había menos de qué preocuparse a la hora de
comprar regalos. Aisha era amiga de todo el mundo en la zona comercial, así que si pensaban
que yo estaba sospechando, podían acabar diciéndole: "Oye, Aisha, querida, ese hermano
tuyo vino y compró unas bragas muy monas" y descubrirnos.
Por supuesto, yo no iba a comprarles bragas.
Era sólo un ejemplo.
Desde luego, no estaba pensando en cómo había comprado un par de bragas que quería
ver en Sylphie sólo para que Aisha se burlara de mí con una sonrisa pícara.
"Pero al menos deberíamos mantener los regalos en secreto", dijo Eris, a lo que todos
asintieron.
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"Estoy de acuerdo, pero también creo que deberíamos decidir qué les vamos a regalar para
que no les regalemos a todos lo mismo", añadió Sylphie.
Era un punto excelente. Dada la popularidad de las dos, seguro que en su cumpleaños
recibirían muchos regalos de mucha gente. Norn tenía al consejo de estudiantes y a su club
de fans, mientras que Aisha tenía a la banda de mercenarios y a la gente del distrito comercial.
"Así que vamos a discutir lo que cada uno planea darles mientras estamos todos aquí."
Con eso, el tema de la reunión pasó a ser el contenido de nuestros regalos. Todo el mundo
ya había elegido algo, en su mayor parte.
Lilia compraría un pañuelo para Norn y un delantal para Aisha. Sylphie compraría un libro
para Norn y una pluma para Aisha. Roxy recibiría una armadura hecha a medida para Norn y
una pala de jardinería (mágica) para Aisha. Eris recibiría un baldric para Norn y un cinturón
para Aisha.
Parecía que todos habían pensado mucho en sus regalos. Yo también lo había pensado. Mi
plan era regalarle una estatuilla de Paul, que había empezado a hacer hacía apenas unos días.
Norn adoraba a Paul; si había alguien a quien hubiera deseado ver crecer, ese era Paul. Puede
que me miraran raro por este regalo... pero bueno, ya cruzaríamos ese puente cuando
llegáramos a él.
Pero con Aisha, estaba un poco perdido. No sabía lo que quería. Sabía que le gustaban las
cosas bonitas. Puede que fuera difícil de imaginar por su exterior rudo y competente, pero
estaba obsesionada con todo lo femenino; le encantaba la ropa con volantes, los accesorios
brillantes y todo lo demás. Algo así funcionaría como regalo... pero últimamente había estado
ganando honorarios como asesora de la banda mercenaria, así que compraba lo que quería,
cuando lo quería.
"Ilustradme, ¿qué regalos les hicieron a todas ustedes más felices cuando alcanzaron la
mayoría de edad?". " Les pregunté a las mujeres. Investigar era importante.
"Fue hace mucho tiempo, pero mis padres me regalaron un accesorio para el cabello. Era
su forma de decirme que al menos intentara parecer una dama".
Era Lilia. No sabía qué clase de persona era a los quince años, pero me habían dicho que
no era precisamente de las que les gustaba la alta costura. Ella creció en una sala de
entrenamiento.
"Olvidé qué día nací, así que no tengo... ¡oh, claro! El grupo de Ariel me dio un montón de
cosas, como ropa, y zapatos..."
Así que los regalos de Sylphie estaban relacionados con la ropa. Normalmente vestía de
forma bastante sencilla y aniñada, así que probablemente le regalaron todo eso para que al
menos pudiera arreglarse en privado.
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"No tengo mucho. La Tribu Migurd nunca tuvo ese tipo de costumbre".
Me parece justo, Roxy. Que conste que le di un sombrero como regalo de bodas, así que
podría haber puesto eso como ejemplo...
"Veamos, hice que Ruijerd me reconociera como guerrera... Y Rudeus me dio, umm... ¡la
cosa!"
Efectivamente, Eris recibió La Cosa. Fue un poco embarazoso decirlo en voz alta, pero esa
fue la primera vez que Eris y yo hicimos La Cosa. Ya sabes, intercambiar uniformes.
Hablando de eso, Aisha parecía estar encariñada conmigo. Tal vez ella estaría encantada
de recibir La Cosa. No, pensándolo bien, nunca podría hacerle exactamente eso a Aisha. Pero
tal vez podría ser un buen regalo, siempre y cuando no fuera tan lejos como para terminar en
La Cosa. Iríamos a un restaurante junto al mar y brindaríamos por tus hermosos ojos,
deleitaríamos nuestras lenguas con cualquier capricho que prepare el chef y te regalaríamos
una noche de Cenicienta que sólo se da una vez en la vida...
Sólo de pensarlo me dio un poco de vergüenza.
"Hmm, no puedo decidir qué regalarle a Aisha".
"Aisha parece que sería feliz con cualquier cosa si viniera de ti", dijo Sylphie con una risita.
Puede que fuera cierto, pero eso hacía que la elección fuera aún más importante. Por eso
quería regalarle algo que la hiciera súper feliz. Hmm... ¿Tal vez debería optar por un regalo de
lujo? Como un diamante de 100 mil quilates. Orsted me diría dónde ir si se lo pedía. Podría
haberme dicho que lo cogiera del vientre de un behemoth y no habría dudado.
"¿Por qué no le haces el regalo que te haga más feliz?".
La sugerencia de Roxy hizo que todo encajara para mí. Tenía toda la razón.
"Ya veo... Entonces eso es lo que haré".
Asentí profundamente ahora que había encontrado mi respuesta.
Sabía cuál sería mi regalo.
◇◇◇
Tras unas cuantas reuniones más, los preparativos estaban en marcha. Les dijimos a Norn
y Aisha que organizaríamos una fiesta de cumpleaños para ellas y que mantuvieran sus
agendas abiertas para ese día.
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Las dos se alegraron de oírlo. Esperaba que Norn dijera: "¡No necesito nada!" o algo así,
pero en lugar de eso, inclinó la cabeza y dio un sincero "Muchas gracias". Era raro ver a Norn
actuar de forma tan agradable... pero pensándolo bien, sólo me desairó cuando estábamos en
la escuela. Ella tenía una reputación que mantener allí, así que tal vez era natural.
Esperaba que Aisha fuera más directa y empezara a saltar por lo emocionada que estaba.
Pero no lo hizo, sino que abrió los ojos sorprendida y murmuró: "Ah, claro, ya soy adulta". Un
poco lenta.
Teniendo en cuenta lo lista que era, quizá tuviera algo en mente. Tal vez podría llevarla
aparte durante la fiesta para darle algunas lecciones especiales para adultos... No, no lo
hagamos. No era lo suficientemente adulto como para llamarme a mí mismo uno con la cara
seria. Si empezaba a contarle cómo era el mundo, cualquier cosa que dijera se volvería en mi
contra.
En fin, les avisamos, así que sólo quedaba esperar el día especial.
◇◇◇
Por fin había llegado el gran día. Norn fue a la escuela, como de costumbre.
"Intentaré volver lo antes posible", dijo. Debía de estar emocionada.
Aisha salió temprano por la mañana para dirigirse a la oficina de la banda mercenaria... pero
al mediodía ya estaba en casa. Parecía que había terminado su trabajo temprano. Pensé que
volvería cargada de regalos de los miembros de la banda, pero volvió con las manos vacías.
"¿No recibiste nada?"
"Hmm, les dije que era mi cumpleaños. Quizá sea porque son beastfolk y no conocen esa
costumbre".
Dicho esto, había un montón de gente felicitándola, así que parecía bastante animada.
¿Pero la gente del distrito comercial tampoco le dio nada a Aisha? Bueno, supongo que ser
cliente no te convertía en familia... Pero bueno, no todos los regalos eran algo a lo que se
pudiera poner un lazo. Lo que importa es que quieras felicitar a alguien. La intención es lo que
cuenta.
"Oye, Gran Hermano, ¿puedo ver cómo te preparas?"
"Sí, por supuesto."
Aisha se sentó en el comedor y observó distraídamente cómo preparábamos la fiesta. Vio

cómo Lilia y Sylphie iban y venían de la cocina al comedor. Vio cómo Eris y Roxy volvían del
mercado cargadas con una montaña de comida. Me vio a mí hacer un poco de todo mientras
preparaba la decoración. Lo observó todo, sin decir una palabra.
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Estar pendiente de ella dificultaba un poco el trabajo, pero era la cumpleañera y le había
dicho que estaba bien, así que era difícil decirle que volviera por la noche. Eso, y que realmente
sólo miraba. Aisha no dijo nada para interrumpirnos, simplemente se distrajo mientras
trabajábamos.
Incluso cuando Zenith se sentó a su lado y empezó a acariciarle la cabeza, no dijo nada y
siguió mirando.
Incluso cuando Leo apoyó la cabeza en el regazo de Aisha, ella no le hizo mucho caso y
siguió mirando.
Incluso cuando Arus empezó a llorar, ella sólo abandonó su asiento un instante antes de
volver y seguir mirando.
Incluso cuando Lucie se acercó y preguntó a su hermana mayor Aisha si podían jugar juntas,
ella se limitó a sonreír, dijo que estaba un poco ocupada en ese momento y siguió mirando.
Ella miró, y eso fue todo. No sabría decir en qué estaba pensando. Tal vez estaba
contemplando todo lo que conlleva la mayoría de edad. O tal vez se reía de la torpeza con la
que hacíamos nuestro trabajo. En cualquier caso, no sabría decirlo.
◇◇◇
Finalmente, llegó el atardecer. Completamos todos nuestros preparativos bajo la atenta

mirada de Aisha. El comedor estaba completamente engalanado. En un rincón de la habitación
había una montaña de regalos envueltos que pensábamos dar a las niñas. Encima de la mesa
había un surtido de alimentos de estante; pensábamos empezar a preparar el plato principal
en cuanto regresara Norn.
Sólo quedaba esperar a Norn. ¿Llegaría tarde? Si iba a estar fuera un rato más, habría sido
mejor ir a buscarla. Eso pensaba mientras Norn llegaba a casa temprano, tal y como había
dicho que haría.
"Hola, ya estoy en casa".
Los brazos de Norn estaban envueltos alrededor de un enorme y peligrosamente precario

paquete de regalos. Su mano izquierda llevaba un ramo de flores. Su mano derecha llevaba
una caja de madera llena de todo, desde paños estampados hasta accesorios para el cabello,
pasando por artefactos de formas misteriosas cuyas utilidades no podía ni empezar a adivinar.
"Siento llegar tarde. La gente empezó a darme todo esto cuando intenté marcharme...
Pensaba dejarlos en mi dormitorio, pero no me cabían todos en el armario. Pensé en llevarme
estos para dejarlos en casa, pero mi bolso se rompió de camino aquí..."
Sonaba como si una multitud de gente le hubiera cargado con una variedad igualmente
diversa de regalos; así era como mucha gente en la escuela quería desearle a Norn un feliz
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cumpleaños. Supongo que por algo la llamaban la "accesible" presidenta del consejo
estudiantil. Sólo esperaba que ninguno de sus admiradores le regalara algo espeluznante,
como una galleta con un mechón de pelo... No pensemos en eso.
Le dimos la bienvenida a Norn y por fin empezó la fiesta.
◇◇◇
Era el mismo tipo de fiesta de cumpleaños que les había organizado hace unos años. Yo
pronuncié el discurso de apertura. Tener quince años no significaba que las cosas fueran a
cambiar de la noche a la mañana, pero ahora eran adultos a los ojos de la sociedad, o eso
decía mi consejo de vida. Era el discurso para el que no me sentía cualificada, pero que acabé
dando de todos modos. De alguna manera, me había puesto en modo sabelotodo. Se me fue
la lengua.
Después de esa introducción, los demás adultos hablaron de "comportarse como un adulto".
Sylphie dijo que ya no tendrían que pedir permiso a la familia, pero que tendrían que ser
responsables. Roxy les aconsejó que nunca dejaran de aprender. Eris les dijo que siempre
debían tener una meta. Lilia parecía más emocionada que de costumbre; hablaba de los años
de juventud de Paul y Zenith y del día en que nacieron las dos niñas mientras casi sollozaba.
Zenith le acarició la cabeza.
La cara de Norn se iluminó con una sonrisa cuando vio los regalos que le habíamos hecho.
Le gustó especialmente la armadura que Roxy le había pedido a un herrero conocido. Sólo
para ese día, Roxy encargó una armadura idéntica a la de Paul, que ahora colgaba en la
habitación de Zenith. Se adaptó al cuerpo de Norn y se rediseñó para que tuviera un aspecto
más femenino. Cuando equipó la fiel espada de Paul con el bálder que le había regalado Eris,
parecía una espadachina hecha y derecha. Aquellos dos podrían haber recordado cuando
Norn dijo una vez que quería ser aventurera.
Reaccionó ante el retrato de Paul que le hice, al principio, con total confusión. Yo estaba
orgulloso de mi trabajo, pero era una estatua de piedra de treinta centímetros de altura, así
que entendí de dónde venía. No me di cuenta mientras la hacía, pero era lo que la sociedad
moderna probablemente clasificaría como un regalo inútil. Pero en este mundo no había
fotografías.
Después de mirar el retrato durante un rato, a Norn se le llenaron los ojos de lágrimas, quizá
por los recuerdos que le traía de Paul. "Lo guardaré como un tesoro", dijo al aceptarlo.
Cuando terminamos de repartir los regalos, Norn se dirigió a nosotros.
"Muchas gracias. Haré todo lo posible por ser una adulta en el futuro. Espero que todos me
apoyen como siempre lo han hecho. Son los mejores".
Su corazón estallaba de emoción, pero lo expresó maravillosamente. Sus palabras hicieron

que Lilia se deshiciera en lágrimas una vez más. Norn, realmente has crecido...
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Era bueno ver a Norn tan feliz, pero ¿y Aisha? Aisha también parecía contenta, pero sentí
que algo iba mal cuando la miré. Por supuesto, no hizo ninguna mueca de disgusto. Por cada
regalo que recibía, daba las gracias diciendo: "¡Vaya, es increíble! ¡Qué bonito! Gracias". O
expresaba su alegría diciendo: "¡Es justo lo que siempre he querido!".
A primera vista, Aisha parecía estar disfrutando de la fiesta como siempre. Entonces, ¿qué
le pasaba? Supongo que la mejor manera de describirlo es que algo no iba bien. A mis ojos,
Aisha parecía un poco distante; como si su sonrisa y sus risas fueran forzadas, como si todo
fuera una actuación. Tal vez fue su comportamiento de aquella tarde lo que me hizo sentir así.
Con mis sospechas todavía altas, le di mi regalo: un colgante. El colgante de Migurd...

estaba en posesión de Ruijerd, así que éste era una réplica. Además, estaba hecho a mano,
por lo que no era ni caro ni genuino.
"Aisha, esto es algo que me dieron para conmemorar mi propio camino hasta convertirme
en adulto. Puede que no signifique nada para ti, pero quería dártelo como símbolo de tu edad
adulta".
Era consciente de que este regalo significaba más para mí de lo que podría significar para
cualquiera que lo recibiera. Pero, por alguna razón, quería dárselo a Aisha en lugar de a Norn.
No sabía por qué. Pero cuando me preguntaron qué regalo me hacía más feliz, esto fue lo
primero que me vino a la mente.
"Oh... Gracias."
No había vida detrás de sus ojos.
Su expresión era inexpresiva. Sumida en sus pensamientos, giraba el colgante una y otra
vez entre sus manos.
◇◇◇
Disfrutamos del resto de la fiesta sirviéndonos el plato principal y la tarta. Aún quedaban
algunas sorpresas. Cuando el sol se puso del todo, los alumnos empezaron a pasar y a dejar
regalos para Norn. Parecía que se habían enterado hoy del cumpleaños de Norn y se
apresuraban a comprar algo mientras podían.
Había muchos alumnos así. Y cuando me vieron abrir la puerta, muchos se quedaron
pálidos. Pero no se preocuparon. Me enfrenté a todos ellos con un destello de la vieja y brillante
sonrisa de Rudeus. Ah, la sonrisa, el saludo más universal de la humanidad.
...No salió bien.
La visión de mi sonrisa hizo que sus pálidos rostros se congelaran de terror, y algunos
intentaron huir. Sylphie los atrapó y entregó a salvo sus regalos a Norn mientras suavizaba la
escena que habíamos montado... pero, de verdad, ¡qué maleducados!
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Pasaron tantos que, al final, los regalos de Norn se apilaron como una montaña. Aisha, en
cambio, no tenía más regalos que los que le habíamos dado. Mantenía su fachada, pero
parecía un poco tensa ahora, haciéndola parecer profundamente herida a mis ojos.
Dudaba que alguien, aparte de mí, se hubiera dado cuenta de que la sonrisa de Aisha era
fingida. Podía estar dándole demasiadas vueltas; a Aisha no le habrían importado lo más
mínimo los regalos. Pero sacar el tema con Sylphie me pareció una buena idea. Mientras
dudaba sobre qué hacer con Aisha, me di cuenta de que la zona más allá de nuestra puerta
principal se había alborotado, como una gran reunión de gente. Su alborotada charla se vio
interrumpida por los repentinos ladridos de Leo.
"Tenemos compañía", dijo Eris. Su expresión se volvió pétrea mientras cogía la espada que
había en un rincón.
¿Vendría Orsted? No, había demasiada gente ahí fuera. Orsted no era de los que atraen
multitudes.
Me dirigí a la puerta principal para asegurarme. Cuando salí, vi una turba de malhechores
acercándose a mi casa. Eran corpulentos, tenían el pelaje espeso y los colmillos desnudos.
Todos llevaban una capa negra. Eran un grupo temible. Sin embargo, parecían bastante
maltrechos; algunos estaban heridos y otros llevaban capas hechas jirones.
A la cabeza estaba nada menos que el dúo más diabólico de la ciudad. Los dos se sacudían
el cabello alborotado mientras discutían entre sí.
"Fue culpa tuya, Linia. Fastidiar el final del trabajo ayer nos hizo empezar tarde".
"¡¿Q-qué?! Pero si fuiste tú la que me echó eso encima, Pursena".
"Ya estás otra vez, culpando a cualquiera menos a ti misma. Créeme, Linia, todo es culpa
tuya".
"¿Viniendo del que se suponía que iba a rastrear el olor de nuestra presa pero nos arrastró
a una barbacoa cualquiera? ¡Eso es rico, mew! ¡Tu metedura de pata fue la razón por la que
tardamos tanto en derribar a ese cerdo, mew!"
"¡Geh! Es culpa suya por acampar ahí fuera".
Eran Linia y Pursena. Como de costumbre, estaban peleadas. Pero esta vez, sólo estaban
bromeando. La gente a su alrededor parecía acostumbrada a ello; mantenían las manos a la
espalda en señal de descanso.
"¡Ah, jefe!"
"¿Murr? ¡Todos a saludar, miau!"
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A la orden algo tardía de Linia, todos sus seguidores inclinaron la cabeza al unísono. En
ese momento, vi lo que había detrás de ellos. Había un montículo gigantesco encima de una
tabla de madera.
"¡Jefe! Estamos aquí para celebrar la mayoría de edad de nuestra consejera, ¡mew!"
"¡Estuvimos en el bosque desde ayer embolsando esto!"
"Esto" se refería a un monstruo gigantesco. Uno que se parecía a un jabalí y vivía en los
bosques alrededor de esta zona. ¿Y qué querían decir desde ayer?
"Espera... ¿Ninguno de ustedes estaba en la oficina hoy?"
"No te preocupes, mew. Dejamos el mínimo de gente para mantener las luces encendidas,
mew".
"Sí. Lo programamos para que casi nadie tuviera que trabajar hoy".
Lo que significaba que Aisha debía de haber llegado pronto a casa porque la oficina estaba
casi vacía. Iba con ilusión a celebrar su cumpleaños, pero no había nadie con quien celebrarlo.
Y tampoco había trabajo. Pensó que la gente vendría si esperaba, pero incluso al mediodía,
nadie había venido. Sí, no podía culpar a Aisha por ponerse existencial por eso.
"¡Mew! ¡Hey, Consejera!"
"¡Chicos, la consejera está aquí!"
Me di la vuelta para ver a Aisha de pie detrás de mí. Parecía absolutamente estupefacta
ante el enorme jabalí que los mercenarios arrojaron a nuestra puerta.
"¿Qué... es esto?"
"¡Consejera! ¡Feliz cumpleaños!"
Con las palabras de Pursena como señal, toda la banda de mercenarios inclinó la cabeza
una vez más. Felicidades, felicidades, bramaron, creando ecos lo suficientemente fuertes
como para justificar una queja por ruido del vecindario. Era como asistir a una ceremonia
yakuza, salvo que la persona ante la que todos se inclinaban era una niña.
"Ah... ¡Ajá!"
Aisha se rió.
Como si esta visión hubiera roto su sombrío estado de ánimo, se echó a reír.
"¡No esperarás que me coma todo eso! ...¡Aha, ahahahaha!"
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Decirlo en voz alta la hizo soltar una carcajada aún más fuerte. Se estaban riendo de los
mercenarios, pero se lo tomaron bien por lo contenta que estaba Aisha. Todos, incluida Aisha,
parecían aliviados y llenos de alegría. Después de pasarse todo el día con la popularidad de
Norn en la cara, Aisha se dio cuenta de que ella era igual de popular en su propio rincón del
mundo.
"Oye, Hermano Mayor, ya que están aquí y todo eso, ¿te parece bien si comemos todos
juntos en el césped?".
Eché un vistazo a los mercenarios y vi que algunos movían la cola ante la sugerencia. No
era una experta en etiqueta bestial, pero cuando una especie de cazador traía una presa a su
casa, no se limitaba a entregarla y marcharse. Todos debían unirse a la fiesta. Esto era doble
cuando los estómagos de esos cazadores gruñían y sus mandíbulas goteaban baba.
"Sí, por supuesto".
La sonrisa de Aisha se estiró de oreja a oreja.
◇◇◇
Todo el mundo se unió a la comida al aire libre en el jardín delantero. Incluso algunos
estudiantes que habían venido por Norn se vieron obligados a participar. El jabalí que trajeron
los beastfolk se asó entero, y las bebidas -traídas por un anciano al que Aisha ayudó en el
distrito comercial- fluyeron libremente.
Norn suspiró; esta alborotada reunión distaba mucho de la tranquila e introspectiva

ceremonia con la que había comenzado la noche. Norn evitó cuidadosamente que se le notara
el disgusto en la cara y se abstuvo de decir nada que pudiera aguar la fiesta. Probablemente
por consideración a Aisha, que se lo estaba pasando como nunca.
La comida continuó durante un rato, pero una vez que la banda de mercenarios se hubo
atiborrado, la gente decidió dar por terminada la noche. A medida que la multitud se iba
reduciendo, oí a Aisha murmurar:
"¿Qué es un adulto?"
En contraste con la polémica ponderación de Norn sobre su propia edad adulta, la pequeña
pregunta de Aisha sonaba infantil. Pero bueno, así es la vida. Los adultos vienen en diferentes
estilos; Norn tenía su estilo, y Aisha tenía el suyo. Había tantas formas de ser adulto o niño
como personas. Si eras quien se suponía que tenías que ser y conseguías ser fiel a ti mismo,
entonces lo estabas haciendo bien.
"Sí, ¿qué es un adulto, eh?" le contesté. No sentía que tuviera que fingir ante Aisha.
Y así fue como Aisha y Norn cumplieron quince años.
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Capítulo V – Crecimiento Y Nuevos Horizontes
FUE COMO si hubiera parpadeado y hubiera pasado un año. Hoy era la ceremonia de
graduación. La ceremonia de graduación de la Universidad Ranoa de Magia.
Mi ceremonia de graduación.
Hoy, me vestí con mi viejo uniforme que rara vez usaba y me uní a la procesión que siempre
había visto desde la barrera del consejo estudiantil. Esta vez, yo era uno de los graduados. La
ceremonia de Zanoba y Cliff me pareció que había sido ayer.
Escuché el discurso del director rodeada de compañeros que no reconocía. Sin embargo,
el discurso no había cambiado. Lo había oído varias veces. Probablemente leía el mismo guión
cada año. El hecho de que no hubiera nadie más que los alumnos que se graduaban le permitía
ahorrar tiempo, pero no me entusiasmó.
El hecho de no haber asistido a la escuela probablemente me hizo sentir aún menos

conectada con la ceremonia. Apenas había ido a clase y, al final, ni siquiera aparecía por el
aula. Sólo un nombre en la hoja de asistencia. Es cierto que mi investigación sobre la teoría
de la invocación silenciosa y el informe que presenté sobre los métodos para entrenarla me
habían valido una membresía de rango C en el Gremio de Magos, pero, bueno...
Los trabajos de investigación y los rangos y esas cosas son un poco áridos, ¿no? No me
iba a poner a llorar por ellos.
Ah, bueno. Estos tiempos son para la nostalgia de todos modos, y yo tenía un montón de
eso. Mi reencuentro con Sylphie, mi amistad con Zanoba y Cliff, el acoso sexual al que me
sometían Linia y Pursena, mis charlas con Nanahoshi sobre nuestros recuerdos de Japón, el
tiempo que pasé compartiendo copas y risas con Badigadi...
Aquí estaba yo, a punto de despedirme del lugar donde todo sucedió. Fue entonces cuando
empezaron las lágrimas.
Oh. Estas son esas "emociones" de las que tanto he oído hablar, ¿verdad? Sí. Esos
recuerdos conmovedores son los que cuentan.
◇◇◇
Hagamos balance.
Durante el último año, terminé de echar raíces en la zona Asura. Me quedé en el Reino
Asura durante unos meses y establecí la sucursal de la Banda Mercenaria, la sucursal de la
Tienda Zanoba y el taller que fabricaría los productos de la tienda.
Esta fue la influencia de Ariel. No fue difícil ganársela; cuando le pregunté si cooperaría con
Orsted, me dio la tranquilizadora respuesta de "Lo tenía planeado desde el principio". Incluso
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reunió a la gente de su facción y celebró una fiesta por mi causa. Se presentó como una
oportunidad para que se relacionaran conmigo, o mejor dicho, con el miembro de los Siete
Poderes, el "Dios Dragón" cuyos intereses yo representaba. Todos formaban parte de la
facción de Ariel, así que la escucharon. Pero los lazos de facción sólo llegan hasta cierto punto.
Si quieres saber qué les sacaba de la cama por las mañanas, apoyaban a Ariel y esperaban
que se acordara de ellos cuando llegara el momento de repartir cargos. Para decirlo sin rodeos,
la mayoría de ellos eran los que decían sí a Ariel.
Sin embargo, había algunas personas entre ellos que no eran un total desperdicio de piel.
Uno de ellos era la Emperadora del Agua Isolde. Otra era la Rey Espada Nina, aunque todavía
no sabía qué giro del destino la había traído a aquel salón de baile... En cualquier caso, era
encantador ver a las caras actuales del Estilo del Dios del Agua y del Estilo del Dios de la
Espada tan receptivas a cooperar con Orsted.
Cuando se lo mencioné a Eris, declaró que se encargaría de ganarse a Nina y se marchó

corriendo. El resultado fue un misterio. Parecía que las tres se juntaban por toda la ciudad
como compañeras de colegio, pero no le pregunté a Eris por los resultados. No tenía muchas
esperanzas, pero si esa tal Nina conseguía ganarse mi confianza confiando en Eris, eso
ayudaría bastante.
Había conseguido que mucha gente se apuntara, pero había tenido menos éxito a la hora
de conseguir que entendieran lo que estaban aceptando. Lo de que Laplace resucitaría dentro
de ochenta años les entraba por un oído y les salía por el otro. Pero Ariel era una líder instintiva
y todos se lanzaron tras ella como una manada de perros atados. No había de qué
preocuparse. Mi trabajo en Asura había sido delegado y podía olvidarme de él.
Cuando informé a Ariel de que Eris había dado a luz a un niño, lo que le convertía en mi
tercer hijo, se alegró bastante. Y entonces, me lanzó una mirada diabólica y dijo:
"Eso me da una idea. ¿Por qué no casar a uno de tus hijos con una niña de la nobleza
asura? Creo que eso le daría a nuestra sociedad una base mucho más sólida..."
Tuve la sensación de que hablaba en serio. Estás de broma, fue mi respuesta instintiva de
oposición. Pero, ¿quizá tener unos cuantos hijos y casarlos para cimentar alianzas con las
autoridades necesarias no era la peor idea? Para la gente un poco menos temeraria que Ariel,
los lazos familiares podrían suavizar la intimidación del tenebroso Orsted y de mí, su pequeño
y sospechoso evangelista.
Si uno de mis hijos se casara con un pariente de Ariel, me aliviaría saber que estarían bien
cuidados. Quiero mucho a mis hijos, después de todo. No es que estuviera considerando
seriamente un matrimonio arreglado para ninguno de ellos. A menos que una de mis hijas
quisiera ser princesa o casarse con un príncipe. Entonces claro, hablaríamos de ello.
De todos modos. Matrimonios y todo eso aparte, sin bromas, yo tenía toda la región Asura
en la palma de mi mano. Tenía a los nobles liderados por Ariel. Tenía la escuela del Estilo del
Dios del Agua. Con suerte, pronto tendría a los residentes del Santuario de la Espada. La
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fábrica y la tienda de estatuillas y libros ilustrados de Ruijerd avanzaban a buen ritmo.
Incorporando a la Banda Mercenaria (para la distribución), podría distribuir las figuras de
Ruijerd por la mayor parte del Continente Central.
Era perfecto. Si lo conseguía, tendríamos noticias de Ruijerd lo antes posible.
Ahora mismo, me estaba preparando para pasar al Reino del Rey Dragón y utilizar mis
conexiones con el Dios de la Muerte Randolph para establecer contactos allí. No tendría a
ningún gran jugador como Ariel de mi lado, así que seguro que sería un reto. Me esperaba un
esfuerzo de dos a tres años, como mínimo, aunque podría llevarme más tiempo.
El Reino Asura era como un tutorial. Aquí empezaba el verdadero trabajo.
Repasemos nuestra investigación, ya que estamos.
Primero, Zanoba. Dirigir la apertura de la tienda y sus operaciones de venta le mantuvo

ocupado durante el último año, así que había dejado de lado su investigación. Perfectamente
comprensible. El año pasado se abrieron simultáneamente tiendas en Sharia y Asura. Algo
tenía que pasar con lo ocupado que estaba. Pero gracias al excelente apoyo de Ginger, el
gerente contratado de la Banda Mercenaria, y al cerebro financiero que aportó Ariel, las tiendas
funcionaban a la perfección.
Los paquetes de figuritas y libros ilustrados no volaban de las estanterías, pero se vendían
razonablemente bien. El verdadero éxito del lote fue la hoja de ejercicios de lectura y escritura
al final del libro. Me molestó un poco que algo que yo había metido a posteriori fuera el producto
estrella, pero tuve que tragarme mi orgullo y aceptar la victoria. Bueno, daba igual: con Ariel
como patrocinador, la tienda no corría peligro de cerrar pronto. Todo lo que tenían que hacer
era ir despacio y con calma.
Siguiente: Cliff. Pasó el año pasado dedicándose por completo a su familia y a su

investigación: la investigación para levantar las maldiciones de Elinalise y Orsted. No hay
avances revolucionarios allí, por desgracia. Se estaba topando con algunos obstáculos
importantes.
Consiguió reforzar los efectos de los utensilios mágicos, pero una cura completa estaba
siempre fuera de su alcance. Aún así, gracias a este trabajo, Elinalise sería capaz de sobrevivir
más de un año sin ningún tipo de mantenimiento. Si su autocontrol sería capaz de hacer lo
mismo era otra historia.
Así que, ¿qué tal si comprobamos mis progresos? Afortunadamente, consigo hacer cosas.
Mientras iba y venía entre el Reino Asura y la Ciudad Mágica de Sharia, pensaba en cómo
invocar la Armadura Mágica. Incluso le pregunté a Perugius si conocía algún método, y pedí
consejo a Nanahoshi.
Página 109
True Flames Project
En mi búsqueda, me di cuenta de una ley bajo la que operaba la magia: me refiero a los
círculos de teletransporte bidireccional. Verás, en el momento en que se produce un
teletransporte, lo que esté encima de los círculos se intercambia. Un objeto en el círculo de
teletransporte A será enviado al círculo B, y al mismo tiempo, cualquier objeto en el círculo B
será enviado al círculo A. El hecho de que el momento de la activación se produzca cuando
algo se coloca encima del círculo hizo que esta ley fuera un poco difícil de notar, pero después
de pensar en ello, este tipo de "intercambio equivalente" es estándar para el género.
En cualquier caso, ese fue un momento eureka, y provocó el nacimiento de mi nueva y

revolucionaria técnica: Cogía la Armadura Mágica y la colocaba de antemano en un círculo de
teletransporte bidireccional. Luego llevaba conmigo un pergamino que contenía un círculo de
teletransporte sin usar. Cuando llegara el momento de la crisis, podría desplegar el pergamino
y activar el círculo de teletransporte. ¡Bam! ¡Miren eso, damas y caballeros! La Armadura
Mágica que había preparado con antelación saltaría de su ubicación preparada y se
teletransportaría hasta mí justo cuando la necesitara.
Me apresuré a ir al sótano de la oficina para preparar la Armadura Mágica y probar esta

idea, y funcionó de maravilla. Esto hizo posible invocar la Armadura Mágica Versión Uno desde
cualquier parte del mundo. Ya sabes, como todo eso de "¡Levántate, Gu*dam!".
Un par de inconvenientes: Tenía que llevar conmigo un pergamino enorme, y el peso de la

armadura mágica hacía pedazos el pergamino tras la invocación. Tenías una invocación por
pergamino, eso era todo. Nada de pedir más deseos.
Pero si tenía dos pergaminos conectados entre sí, podían funcionar como telepuertos de
escape de emergencia. Esta investigación tenía muchas aplicaciones prácticas.
Y luego estaba Orsted. Él realmente me ayudó aquí. Hizo... no exactamente un teléfono,

sino una tabla de piedra para la comunicación. Aparentemente, fue construida con el mismo
mecanismo que los monumentos del Dios de la Técnica a los Siete Grandes Poderes. La forma
en que funcionaba era que cualquier cosa escrita en la tablilla de contacto principal se reflejaba
en las tablillas secundarias. Si los dos teníamos una tablilla principal y otra secundaria,
podíamos ponernos en contacto a través de texto siempre que quisiéramos. Pero dado lo
pesadas que eran, además de su enorme tamaño, caminar con ellas iba a ser todo un
problema. Además, consumían una gran cantidad de maná, por lo que se trataba más de un
accesorio en una base que de un dispositivo portátil.
Básicamente, una cabina telefónica, no un teléfono móvil.
De momento, instalamos el primer par tanto en el despacho de Orsted como en la habitación

de Ariel. Podía imaginarme a Ariel arrodillándose ante las brillantes tabletas cada noche y
diciendo algo así como: "Ten por seguro, mi señor, que derrotaré a esos malditos Rangers".
En fin, así es más o menos como ha ido la investigación. También podría poner al día a los
niños mientras estoy en ello.
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True Flames Project
Primero, Lucie. Mi hija mayor cumplió cinco años. El mes pasado celebró su fiesta de
cumpleaños, en la que recibió regalos de todos los miembros de la familia y se mostró muy
satisfecha de sí misma. Se estaba convirtiendo en una niña sana. Hubiera jurado que fue ayer
cuando tropezó con sus primeros pasos y tartamudeó con sus primeras palabras, pero ahora,
sus pies estaban firmemente en el suelo. Y aunque seguía tartamudeando, había aprendido a
formar palabras con claridad. Sus palabras favoritas eran "¡Nuh-uh!" y "Buhhht!".
Además, aprendió a hacer magia de nivel principiante en las clases extraescolares de

Sylphie y Roxy. Se pasaba el día practicando magia por las mañanas y balanceando un palo
con Eris por las tardes. Era como ver mi propia infancia. El horario podía parecerle natural a la
propia Lucie, pero a un observador externo le parecía tan despiadado como un ejercicio militar
espartano. Por eso no podía evitar mimarla cuando tenía la oportunidad, lo que podría explicar
por qué había empezado a gritar "¡Papá!" y a saltar de emoción al verme.
Qué mona.
Su fiesta especial de quinto cumpleaños pareció haber despertado en ella una nueva
conciencia sobre las responsabilidades de una hermana mayor. Empezó a cuidar de Lara y
Arus. También se le metió en la cabeza que Leo, el fiel compañero de Lara, era también una
especie de hermano pequeño, así que ella y Lara le dan muchos mimos. El otro día, sin ir más
lejos, le cepilló el pelaje blanco.
Fue una imagen realmente conmovedora... hasta que descubrimos que estaba usando el
cepillo de Sylphie para hacerlo. Al mangar el cepillo de su madre y cubrirlo de pelo de perro,
Sylphie se puso furiosa.
"Pero mamá y Leo tienen el pelo blanco", fue la excusa de Lucie. Esbocé una sonrisa. Los
niños dicen las cosas más raras. Pero Sylphie se enfadó tanto conmigo que me dejó fuera de
combate un día entero. Sólo me perdonó porque Lucie encontró la manera de hacerme quedar
bien.
"La próxima vez usaré el cepillo de papá, así que no te enfades con él, ¿de acuerdo?".
Esa fue su versión de dar la cara por mí. Al final me costó un cepillo, pero fue un precio que
pagué con gusto. El único cepillo que un hombre de verdad necesita son sus dedos.
A Lara. Nuestra futura salvadora de dos años estaba tan pétrea e inquebrantable como
siempre. Pero eso no significaba que fuera perezosa; ahora que era capaz de trotar sobre sus
dos pies, estaba en todas partes y en todo. No se aferraba a nadie y sólo seguía los caprichos
de su curiosidad. Eso lo heredó de su madre. Yo no lo hice.
Estaba ansioso por no quitarle nunca los ojos de encima, pero probablemente me
preocupaba demasiado: Leo, su perro guardián, siempre estaba ahí para protegerla de
cualquier daño. Si ella estaba en alguna aventura y necesitaba quedarse dormida justo en
medio de ella, entonces Leo se envolvería alrededor de ella para mantenerla a salvo.
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True Flames Project
Lara, sin embargo, parecía ver a Leo más como un mayordomo. Su forma preferida de viajar
últimamente era subirse al lomo de Leo, agarrarse a él y cabalgar con su corcel hasta tierras
lejanas. Incluso hubo una ocasión en la que Eris sacó a Leo a pasear, se dio cuenta de que
llevaba una especie de mochila y descubrió que Lara se había metido dentro. Se suponía que
Leo iba a aliviar nuestras preocupaciones, pero los niños tienen maneras de inventar otras
nuevas.
No sabía exactamente por qué, pero Lara se había encariñado con Zenith. A menudo se
sentaba en el regazo de Zenith y le miraba a la cara. Si ignorabas el silencio, podías confundirlo
con una conmovedora escena de un nieto estrechando lazos con su abuela.
El último fue Arus. Mi hijo mayor, que ahora tiene un año, heredó mi amor por las tetas. Le
encantaban grandes o pequeñas. Le encantaban las de su madre Eris, por supuesto. Pero
también le encantaban los pechos planos de Sylphie y Roxy y los melones de Linia y Pursena.
Tenía una sonrisa de felicidad pura y satisfecha en la cara cada vez que se acunaba contra un
par de pechos. Un entendido como yo, un amante de los pechos de todo tipo. Dicho esto, tenía
la misma sonrisa de felicidad en la cara cada vez que se orinaba encima. Así que espero estar
leyendo mucho en esto. Estoy un poco preocupado por tu futuro, amigo.
Por cierto, cada vez que intentaba cogerle en brazos, se echaba a llorar. Incluso cuando
estaba profundamente dormido, daba vueltas en la cama cuando lo abrazaba y, cuando abría
los ojos, lloraba como si yo fuera su pesadilla. Tenía una fuerte aversión a los pechos de los
hombres. A mí también me daban ganas de llorar... Bueno, no podía reprochárselo cuando no
estaba allí para su nacimiento, pero aun así me hacía sentir rechazada.
Entre su amor por los pechos y su aversión a cualquiera que no los tuviera, me preocupaba
que pronto empezara a meterse mano con las mujeres. Agarrarlas sin freno. Cuando fuera un
poco mayor, tendría que sentarle y enseñarle a hacerlo mejor. Totalmente.
En fin, ese es el informe del niño. Si tuviera que escribir un titular sobre el informe resumido
de este año, lo calificaría de fructífero. Al final del boletín de notas, terminaría con algo como:
"Sigue así el año que viene".
◇◇◇
Cuando terminé de reflexionar sobre mi último año, la ceremonia de graduación había

terminado. No fui el mejor alumno, no hubo sorpresas. No iban a darle ese título a alguien que
se había saltado las clases y el examen de graduación. Aunque me lo hubieran ofrecido, lo
habría rechazado.
Podemos saltarnos la exhibición de duelo posterior a la ceremonia. Tampoco creo que

necesite hablar de la confesión romántica que me hizo una evidente cazafortunas. Debería
poder omitir la parte en la que el director de la escuela, Jenius, me dijo que se alegraba de
haberme recomendado al entrar para darme la mano, porque íbamos a tener variaciones de
esa conversación durante años. Norn seguía matriculada, y yo también querría que Lucie
asistiera a esta escuela dentro de unos años. Pronto volvería a estar en deuda con él.
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Oír que Lucie asistiría dentro de poco hizo que Jenius se emocionara tanto que rompió a
llorar.
Cayó la noche. Nos reunimos todos en nuestro pub habitual. ¿El motivo? La fiesta de
despedida de Cliff. Mi fiesta de graduación formaba parte de ella, pero teniendo en cuenta que
me gradué sin hacer ningún examen ni nada, apenas parecía que hubiera nada que celebrar.
Aun así, aprecié el sentimiento.
Cliff partiría hacia el País Sagrado de Millis dentro de un mes. Allí comenzaría la batalla.
Sería personal, y como tal no estaba muy seguro de contra qué luchaba. La mitad era
probablemente él mismo, pero la otra mitad era un misterio. Cliff había pasado el último año
preparándose para enfrentarse a... algo. Puede que se enfrentara a un contratiempo en el
camino cuando cayó en la trampa de Elinalise, pero con un poco de cariño, esos moratones
se convirtieron en experiencia y amor. Ahora, parecía que se dirigía a la guerra.
"Prometo que llegaré a las altas esferas de la Iglesia de Millis. Y cuando lo haga, volveré
con orgullo para traer a Lise y a Clive a casa".
Elinalise escuchó asombrada esta declaración. Era fuerte. Sabía que, en mi caso, si Roxy
me dijera que se iba a viajar al Continente Demoníaco para convertirse en el Señor de los
Demonios, me sentiría muy mal. Me preocuparía mucho que mi brillante Roxy se convirtiera
de algún modo en el infame e idiota señor de los demonios que ya tenían.
Creer en alguien lo suficiente como para esperarlo es fácil de decir y difícil de hacer; podrías
enviar a alguien con todas las esperanzas y buenas intenciones del mundo y nada de eso lo
protegería realmente. Y parecía que Elinalise lo sabía mientras miraba a Cliff. Su fe no era
ciega, era valiente. Si tenía dudas, no las dejaba traslucir lo suficiente como para que Cliff se
diera cuenta.
Momentos como éste me recordaban que sus largos años le habían enseñado algunas
cosas. Sólo cuando la fiesta empezó a terminar, corrigió algunas de mis suposiciones.
"Rudeus, ¿me permites un momento?" Elinalise me pidió que la viera afuera.
Ella estaba interrumpiendo Harem Heaven. Sylphie utilizaba mi muslo derecho como
almohada para dormir, Roxy cabalgaba sobre mi muslo izquierdo mientras bebía copas y Eris
apoyaba la cabeza en mi hombro derecho. Tanto mi mano izquierda como mi derecha tenían
algo suave que explorar, y con el alcohol fluyendo a través de mí, tuve una idea realmente
diabólica. Había empezado a calcular cómo podría meterlas a las tres en la cama al mismo
tiempo.
Pero...
"Oh... Claro."
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Ver la cara de Elinalise me despejó un poco. Su expresión era solemne. Fuera de lugar para
una fiesta.
Sabía por qué. También sabía que no iba a ser de ninguna utilidad para ella mientras
estuviera borracho. Instantáneamente me desintoxiqué de mi alcohol.
"Qué haces, Rudy... ¿Estás haciendo trampa? Engañar es malo... Guárdame el engaño
para mí... Mmrgh..."
Acallé las divagaciones de Roxy con mis labios y la dejé en el suelo, y entonces...
"Mmph, Rudy, tus muslos son tan suaves..."
Puse la cabeza de Sylphie en el regazo de Roxy, y finalmente...
"Rudeus... Quiero que mi segundo sea un niño..."
Puse a Eris en el hombro de Roxy... Listo. Tres esposas despegadas de mí con éxito, y yo
de pie.
"Muy bien, vamos."
Salí del bar con Elinalise.
El invierno había terminado, pero la nieve en Sharia tendía a permanecer durante mucho
tiempo. El frío fuera del bar no era diferente. Este frío se quedaría un tiempo.
"Entonces, Rudeus, se trata de Cliff. Tengo que pedirte un favor".
Elinalise no malgastó palabras. Tenía el presentimiento de que iba a ser sobre Cliff. Elinalise
también se había pasado el último año preocupada; ¿cómo no iba a hacerlo?
"Odio pedir este tipo de cosas a espaldas de Cliff... pero debo decir que estoy un poco
preocupada".
El aliento de Elinalise se empañó por algo más que el frío. Desde su punto de vista, Cliff
seguía siendo un niño. Lo quería como a su marido, por supuesto, pero parte de ese amor
seguramente se traducía en una preocupación maternal, como la que podría sentir por un hijo
o un hermano pequeño. Si así era como ella lo veía, por supuesto que dejarlo ir solo sería
difícil.
"Entonces, ¿puedo pedirte que vayas con él?"
"¿Estás segura?" pregunté, sorprendido. Pensé que Elinalise respetaba la decisión de Cliff.
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"Sólo tienes que vigilarle al principio... Es importante que coja ritmo, ¿no? Sé que Cliff puede
hacerlo, pero unirse, sobre todo cuando todo el mundo tiene ya sus amiguitos, no es la
habilidad más fuerte de Cliff..."
No tenía por qué tratarlo como a un niño tímido. Pero espera, no se lo estaba sacando de
la manga: Cliff podía ser así. Teniendo en cuenta que nunca hizo un solo amigo además de
nosotros durante todo su tiempo en la Universidad, sí, punto justo. Me imaginaba a Cliff
llegando al País Sagrado de Millis y estando solo en un país grande, rechazado por sus
compañeros, pequeño y aún así decidido a dar lo mejor de sí mismo...
Rayos, sentí que se me saltaban las lágrimas.
"Pero recuerda, prometí que no le ayudaría".
Quería que Cliff tuviera éxito. Quería que ascendiera por las filas de la Iglesia de Millis tan
alto como pudiera. Eso no significaba que tuviera que estar en lo más alto. Sólo quería que
llegara tan lejos como quisiera. Esto no tenía nada que ver con reunir aliados para Orsted; era
el sueño de mi amigo, y yo lo compartía con él.
Pero el sueño era hacerlo él mismo, así que no podía ayudarle. Tal vez no lo dijo con tantas
palabras, pero ese era el significado tácito cuando coincidí con él hace un año.
"¿No hay nada que puedas hacer?"
"..."
"Sólo el principio estaría bien, de verdad. No tendrías que intervenir, sólo darle consejos si
se atasca sería suficiente..."
"Hmm."
No iba a soltarle eso de "promesa entre hombres". Cliff también me preocupaba. Tenía la
habilidad, pero tenía sus debilidades, y una de ellas era lo suficientemente mala como para
hacerle retroceder inmediatamente. No quería ver a Cliff fracasar sin llegar a utilizar sus puntos
fuertes.
En ese sentido, tal vez un pequeño empujón aquí o allá no haría daño. A Cliff no le
encantaría, pero se podría decir que los recursos de tus amigos son como una extensión de
los tuyos. También podría decirse que un amigo que le ayudara en un momento de necesidad
era algo más que Cliff había ganado con su vida en la escuela; en ese caso, demostraría lo
fuerte que se había vuelto si yo le ayudaba. No serviría de mucho ayudarle, por supuesto. La
clave de este esfuerzo era un toque ligero.
"..."
Muy bien, me convenció.
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Bien, entonces, ¿qué pasa con el reclutamiento de aliados? Había estado planeando
trabajar en el Reino del Rey Dragón mientras Cliff estaba en Millis. Ya había informado a Aisha.
Esos preparativos ya estaban en marcha. ¿Cambiar el rumbo hacia Millis causaría algún
problema...?
Probablemente sería difícil montar la Tienda Zanoba y vender figuritas de una raza
Demoníaca dentro del País Sagrado de Millis, donde estaríamos justo a las puertas de la
Iglesia de Millis. Pero podría montar una sucursal de la Banda Mercenaria mientras estuviera
allí. Podríamos fundar esa Banda Mercenaria local para reunir personal e información, luego
esperar el éxito de Cliff y volver en círculo para poner en marcha la tienda.
"De acuerdo, yo también iré a Millis".
"¡Oh! ¡Muchas gracias, Rudeus!"
Elinalise seguramente quería ir ella misma. Quería dejar a Clive al cuidado de mi familia y
ayudar a Cliff con sus pruebas en el País Sagrado de Millis. Pero debió hacer la promesa de
criar a Clive en casa mientras esperaba el regreso de Cliff.
"Permítame decirle una cosa, sin embargo: si le ayudo o no será decisión mía".
"Por supuesto, es todo lo que pido".
Elinalise se puso una mano en el pecho y suspiró aliviada. Realmente haría cualquier cosa
por su marido, ¿eh? No estaba descontenta con sus esposas actuales... pero maldita sea. Cliff
era un hombre afortunado.
Muy pronto, la fiesta de despedida llegó a su fin. Era hora de llevar a mis tres esposas
borrachas a casa y meterlas en sus camas.
Los niños ya estaban profundamente dormidos; gracias a Lilia y Aisha podía salir y
emborracharme sin preocuparme por los pequeños de casa. Sintiendo que le debía unas
palabras de agradecimiento, volví al salón para ver a Aisha. De paso, teníamos que hablar de
la petición de Elinalise. Era un buen momento para repasar con Aisha los planes (revisados)
de expansión de la Banda Mercenaria.
Con eso, entré en la sala de estar para encontrarla envuelta en una atmósfera tensa. Allí
estaba Norn, que había abandonado la fiesta de despedida a mitad de camino. También
estaban Lilia y Aisha, que vigilaban la casa. Las tres estaban de pie, con miradas graves
ensombreciendo sus rostros.
"¿Ha pasado algo?" pregunté.
"Oh, Gran Hermano..." dijo Aisha. "Toma, mira esto".
Ante los tres había una sola carta. La recogí. El remitente decía "La Casa de Latria".
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Recordaba ese nombre. Era mi familia por parte de Zenith. Parecía que mi propia carta
había recibido por fin una respuesta desde el País Sagrado de Millis. Me di cuenta de que el
sobre ya había sido abierto a pesar de estar dirigido a mí, pero no importaba. Miré dentro y
encontré una carta de una sola página.
"En relación a su correspondencia sobre el estado de mínima consciencia de mi hija, Zenith:

Te ordeno que traigas a Zenith a casa, a la Casa de Latria, de inmediato. Si Norn Greyrat y
Aisha Greyrat están presentes, deben venir también.
-Condesa de Latria, Claire Latria"
Era un mensaje bastante corto. Quiero decir, claro, no se andaba por las ramas... pero
parecía un poco demasiado puntiagudo para contar como una carta.
Era un decreto.
"Después de todo este tiempo, tú..."
Me detuve antes de terminar la frase. Pensándolo bien, habían pasado unos cinco años
desde que envié aquella carta por primera vez. El País Sagrado de Millis estaba muy lejos de
aquí, y un viaje de ida duraba más de un año a caballo. El servicio postal aquí no funcionaba
exactamente las veinticuatro horas del día. Las cartas podían acabar desviadas en quién sabe
qué rincón del mundo antes de llegar a su destino. Los mensajeros también podían ser
atacados por monstruos, así que siempre existía la posibilidad de que las cartas no llegaran a
su destino. Teniendo eso en cuenta, quizá cinco años fuera una respuesta razonablemente
rápida.
"¿Hm? Espera, ¿esta es toda la carta?" pregunté.
"Sí, sólo eso", respondió Lilia. No parecía que me estuvieran ocultando un segundo paquete.
"Ya veo..."
Un cortocircuito bastante brusco para una carta que iba a tardar años en llegar a su
destinatario. Espera, ¿era por eso que era corta? La Casa de Latria seguramente sabía el largo
viaje que tomaría este trozo de papel. Por supuesto. Escribieron varias cartas para asegurarse
de que una nos llegara. Y si el texto corto y autoritario era para asegurarse de que todo ese
esfuerzo no terminara en un error de comunicación, entonces todo cuadraba. El tono enérgico
no hacía más que comunicar su impaciencia por que viniéramos.
Satisfecho con mis deducciones, me giré hacia mis hermanas que... no llegaban a las
mismas conclusiones.
"Hahhh..."
"La abuela... nunca cambia, ¿eh?".
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Norn resopló con desnuda exasperación, mientras Aisha miraba la carta con ojos huecos y
vacíos. Parecía como si no quisieran volver a ver ese nombre.
Así que... Claire era de las que escribían así.
"..."
Miré a mi alrededor y vi que incluso Lilia parecía preocupada. ¿De verdad Claire podía ser
tan mala? Nunca la había conocido, así que no lo sabía.
"Maestro, ¿qué piensa hacer?". Lilia levantó la vista para preguntarme.
Estaba decidido. Había estado buscando una buena excusa para ir a Millis, y entonces esto
cayó en mi regazo. Un golpe de fortuna.
"Supongo que deberíamos hacer lo que dice la carta y llevar a mamá a Millis".
"..."
"..."
Mis hermanas y mi madrastra se miraron. Supongo que elegí la respuesta equivocada.

¿Quién era esa tal Claire? Sí, la carta era bastante contundente, pero decía que su hija había
perdido la memoria y estaba semiinconsciente. ¿Qué padre no exigiría ver a su hija sabiendo
que había pasado por eso?
Estaba segura de que los Latria también la habían estado buscando. Puede que Zenith fuera
un poco hija pródiga para ellos, pero según Paul, habían invertido mucho dinero en el
Escuadrón de Búsqueda y Rescate de Fittoa, así que se lo debía. Y dado que parecían tener
cierto poder dentro de la nación de Millis, bien valía la pena que me reuniera con ellos.
"Bueno, me imagino que en algún momento iremos a Millis, así que podríamos matar dos
pájaros de un tiro. Suena como una parada perfecta mientras estamos allí por trabajo".
"¿Eh? Espera, Hermano Mayor, espera", se apresuró a decir Aisha. "¿No íbamos a ir al
Reino del Rey Dragón el mes que viene?".
Por supuesto, ese había sido el plan. Quería construir la Banda Mercenaria en el Reino del
Rey Dragón, establecer contactos con el Dios de la Muerte Randolph y la Reina Benedikte, y
obtener los patrocinadores necesarios para mantener la Tienda Zanoba. Y quería que Aisha
me ayudara a hacerlo.
Al igual que en nuestra experiencia en el Reino Asura, necesitaría que Aisha me

acompañara a establecer la sucursal de la Banda Mercenaria. Aisha y su hábil mano con el
reclutamiento serían la clave para poner todo en orden. El primer mes sería para poner todas
las piezas del mecanismo de relojería en su lugar, y el segundo mes sería para Aisha
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lentamente dejarlo ir hasta que funcionara de forma independiente. Ella tenía el toque mágico
para esto.
"Dado el contenido de la carta, creo que deberíamos irnos cuanto antes. Piensa en ello
como dar prioridad a Millis... y saludar a la abuela mientras estamos en el vecindario".
"Aww..."
Aisha hizo un mohín de profundo disgusto. Puede que se hubiera convertido en adulta hacía
unos meses, pero aún no había terminado con esto.
De repente, Norn se levantó.
"Hermano... no quiero ir", dijo Norn.
Lo dijo alto y claro. No "no iré", ni "no puedo ir", sino "no quiero ir". Y no puso mala cara
como Aisha; su expresión era severa.
"Es un momento importante tanto para mis estudios como para el consejo estudiantil. No
puedo permitirme vaciar mi agenda durante varios meses".
"Bueno... Sí, es justo", admití. Yo podría haberme graduado, pero Norn todavía estaba en
su último año. Durante un año crucial más, tenía que asistir a sus clases, hacer sus exámenes
y tener una graduación de verdad. A diferencia de mí, Norn había pasado sus primeros seis
años en la escuela yendo a clase. Dejarlo ahora desharía todo por lo que había trabajado.
"Uhh, Hermano Mayor. Um... Oh sí, el arroz. Tenemos una gran cosecha de ese arroz que
te encanta, ¡así que no puedo ir!"
Aisha sonaba como si se le hubiera ocurrido en el acto. Era una excusa realmente poco
convincente: Aisha ya había contratado a gente de la Banda de Mercenarios para construir
esos arrozales en las afueras y luego plantarlos. También sabía que había contratado a un
gerente para que se encargara de todo y que la propia Aisha ya no iba allí por su cuenta. Lo
sabía todo.
Podría habérselo dicho y obligarla a venir, pero Aisha era una trabajadora voluble.
Arrastrarla con ella la pondría de mal humor, y entonces sería un bulto que tendría que arrastrar
en lugar de una ventaja. Pero tampoco podía hacer mucho para establecer la Banda
Mercenaria si ella no venía. No podría hacer lo que ella hizo...
Oh, espera. Que esté en Millis no significa que tenga que visitar a Claire, ¿eh?
"Está bien, Aisha. Si tanto quieres evitarla, no te obligaré a verla. Pero al menos ven a Millis
conmigo. Visitaremos a la familia Latria, sólo yo, Lilia y mi mamá, para que puedas concentrarte
en la Banda Mercenaria".
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"¡Hurra! Gracias, hermano".
Aisha sonrió de oreja a oreja. Vaya. Qué reacción. ¿Tanto odiaba a Claire?
Pensándolo bien, precisamente Lilia estaba dejando que Aisha se saliera con la suya.
Normalmente, reprendería esa clase de malicia con un golpe en la cabeza.
"Entendido, Maestro. Iré con usted".
Lilia inclinó la cabeza tan desapasionadamente como de costumbre, pero tuve la sensación
de que no quería ver a Claire más que Aisha. Teniendo en cuenta su posición, no podía
culparla: Zenith era una seguidora de Millis, lo que significaba que su madre casi con toda
seguridad también lo era. No sabía qué pensaban los Millis de la bigamia, pero dado que sus
enseñanzas prohibían explícitamente esa práctica, no creía que fueran a dar una cálida
bienvenida a ninguna esposa después de la número uno.
"Gracias de antemano, Lilia."
"Oh no, simplemente estoy haciendo mi trabajo."
El cuidado del Zenith era un trabajo a tiempo completo. Lilia y Aisha podían ayudar; si no
hacía que al menos una de ellas viniera conmigo, entonces estaríamos en problemas.
"Muy bien, Aisha. Con eso fuera del camino, ¿puedes empezar a cambiar nuestro destino
al País Sagrado de Millis?"
"Okie doke. ¿Cuándo salimos?"
"Hmm, veamos..."
¿Por qué no igualar la partida de Cliff? No teníamos que hacerlo, pero había un poco de
distancia que cubrir entre el círculo de teletransportación y el propio Millis. No sería "ayudarlo",
así que podríamos ir juntos.
"¿Qué tal dentro de un mes?"
"Entendido."
Aún así, mi abuela, ¿eh? Me preguntaba qué clase de persona era. Tenía que admitir que
las reacciones de Norn y Aisha me tenían un poco asustada por averiguarlo.
◇◇◇
Así que, cambio de planes: nada de ir al Reino del Rey Dragón todavía. Ahora construiremos
nuestra próxima sucursal de la Banda Mercenaria en el País Sagrado de Millis.
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Aisha refunfuñó todo el tiempo, pero aun así hizo los preparativos. Se puso manos a la obra
para redactar y volver a archivar los documentos que antes mencionaban el Reino del Rey
Dragón, de modo que ahora se aplicaran a Millis. Por lo que pude ver, detallaba el tipo de
personal que necesitaría en cada país.
Esta vez no teníamos un punto de apoyo en el gobierno de la nación, así que cualquier cosa
que quisiéramos hacer -como reclutar- iba a ser un proceso largo. De momento, fijé un plazo
de medio año. Una vez que lleváramos allí ese tiempo, podríamos evaluar si realmente
teníamos algo aquí o si era una causa perdida.
Decidí comentárselo también a Cliff. Por pura coincidencia, me llamaban para ir a casa de
la familia de Zenith, así que ¿qué tal si vamos juntos? Cliff sonrió satisfecho, pero no parecía
molesto.
"Tenía la sensación de que encontrarías una razón para acompañarme".
Y eso fue todo. Fue una reacción muy reconfortante, extrañamente. Me pregunté si Cliff se
había preocupado de verdad, como si se sintiera excluido por el hecho de que yo exigiera ir
con Zanoba la última vez pero no dijera nada cuando le tocó a Cliff. Como si temiera que yo lo
considerara menos amigo.
Vamos, Cliff, viejo amigo, sabes que no es así.
Todos juntos, éramos cuatro personas dirigiéndonos a Millis con Cliff: Aisha, Zenith, Lilia y
yo. La ausencia de Lilia y Aisha dejaría la casa muy escasa de cuidadores cualificados, así
que Sylphie se quedaba en casa. Y Roxy dijo que tenía malos recuerdos del País Sagrado de
Millis por ser un demonio, así que también se quedaba.
Eris quería ir, pero Lilia se oponía rotundamente. Sería mejor mantener a Madame Eris
alejada de la casa de los Latria, ya que seguramente estallaría un conflicto, dijo. Yo era
escéptico. Pero por la forma en que Lilia la describió, me di cuenta de que esta señora Claire
de la casa Latria sonaba como una persona bastante difícil. Definitivamente podía entender
por qué Eris no encajaba en esa situación. Ponerse en el lado malo de la familia de Zenith no
era mi idea de diversión, y además tendríamos que llevar a su nuevo bebé en el peligroso
viaje. Y así, Eris cedió.
Este era el raro viaje en el que ninguna de mis esposas me acompañaría... Pero bueno, así
es la vida. Y así, nuestros preparativos continuaron, hasta que un día, justo antes de que
estuviéramos listos para partir, una sorprendente realización forzó un cambio de planes.
Sylphie estaba embarazada.
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Capítulo VI – Adelante, A Millishion...
SYLPHIE ESTABA UNA VEZ MÁS embarazada. Este sería su segundo hijo. Y ocurrió justo
antes de que yo me pusiera en camino. Una vez, esto podría haberme hecho agarrarme la
cabeza y agonizar sobre qué hacer. ¿Y ahora? Era la cuarta vez que me enteraba de que un
bebé estaba en camino justo cuando me disponía a embarcar hacia algún lugar. No era nada,
pero Sylphie y el bebé no ocupaban todos mis pensamientos.
En todo caso, estaba eufórico. ¿Cómo deberíamos llamar al bebé? ¿Sería niño esta vez, o
niña? Lucie, ¡vas a tener un hermanito o hermanita! ¿Estás preparada para volver a ser la
hermana mayor? O esas eran las subconversaciones que ensayaba en mi cabeza mientras
daba saltitos de alegría por el césped, hasta que...
"Madam Sylphie está... ¡¿Q-qué hacemos?!"
Lilia estaba desconcertada, su rostro normalmente plácido ahora dibujado e inseguro.
"Soy la única que puede atender a Madame Zenith... Pero Madame Sylphie es la única que
puede atender la casa, y ahora está embarazada... Si ocurriera lo impensable, entonces...".
Habíamos hecho un trato para que Lilia viniera a Millis y atendiera a Zenith mientras Sylphie
se dedicaba a mantener la casa. Pero ahora: embarazada. No era el fin del mundo. Roxy era
capaz de hacer cualquier tarea que hiciera falta y siempre podíamos contratar ayuda externa
para salir del paso. Estuve tentado de dejarlo así, pero incluso a mí me preocupaba dejar sola
a una mujer embarazada durante meses.
Lilia no se decidía. ¿Debía irse con Zenith o debía quedarse a cuidar de Sylphie? Era difícil
no estremecerse al ver a la propia Lilia realmente estremecida por algo. Tal vez sería mejor
moderar mi tonta celebración.
Cuando decidí servir a Orsted, estaba totalmente preparado para la posibilidad de tener que
dejar atrás a una esposa embarazada por el bien de mi trabajo. Pero ahora caía en la cuenta
de que me había comprometido a ese sacrificio asumiendo que Lilia y Aisha estarían ahí para
mis esposas cuando yo no pudiera estar.
Esto podría ser malo. Oh cielos...
"Umm, estaré bien, ya sabes. Es mi segunda vez, y tengo a Roxy y Eris. Incluso tengo a la
abuela", dijo Sylphie para consolar a Lilia.
Era cierto. Era el segundo bebé de Sylphie. Sabía mejor lo que se le venía encima y,
además, tenía más gente en quien confiar. Roxy pasaba mucho tiempo fuera de casa, pero si
Elinalise podía hacer visitas periódicas, sería lo mejor. Incluso Eris haría algo si hubiera una
emergencia.
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Sí, era cierto. Durante su primer embarazo, sólo teníamos Norn y Aisha en la casa. Y
mientras Aisha era una veterana ahora, había tenido cero experiencia en ese entonces. Desde
esa perspectiva, estábamos en una mejor posición ahora que entonces. Tampoco era como si
yo fuera a estar fuera un año entero. Iba a estar bien.
Eris y Roxy apoyaron a Sylphie.
"¡Sí, haremos que algo funcione! Me tienes a mí para protegerte".
"Estoy fuera por las tardes, así que sigo un poco preocupada, pero siempre tienes gente a
tu alrededor, ¡así que creo que no correrás mucho peligro!".
Aun así, mi mente seguía agitando nuevas preocupaciones.
Lilia miró a la pequeña Lara, que tiraba del dobladillo de la bata de Roxy.
"Pero ahora tenemos niños en casa, lo que significa más trabajo que hacer. Y nunca se
sabe lo que puede pasar...".
Buena observación. Nunca se sabía lo que podían estar tramando los niños. Lucie y Lara
eran dos mocosas revoltosas. Nunca atacarían a Sylphie por maldad. Pero, digamos que Lucie
accidentalmente lanzó mal un hechizo durante la práctica y le dio a Sylphie. O tal vez Lara
empezó a montar a lomos de Leo y estaba a punto de salir de casa, y Sylphie se asustó tanto
al detenerlos que se cayó por las escaleras.
...Los niños eran accidentes a punto de ocurrir hiciera lo que hiciera. Si empezaba a imaginar
catástrofes hipotéticas, no pararía nunca.
Pero había problemas reales en el horizonte. El primero grande: cuando Sylphie me dijo que
probablemente llegaría a su límite dada la biología de su raza, me lo tomé como un reto
personal. Ni siquiera pensé en la planificación familiar. Por supuesto que nunca haría bebés
por diversión. ¿Cómo se atreve? Siempre había querido un segundo hijo. Pero quizá los cinco
años transcurridos desde el nacimiento de Lucie sin otro bebé a la vista me hicieron considerar
que Sylphie realmente había llegado a su límite, y quizá me volví un poco perezoso a la hora
de usar protección...
En fin, asunto zanjado. Supongo que al menos la mitad de la culpa era mía: había elegido
un momento agitado para dejar embarazada a mi mujer y ahora la dejaba sola. Una repetición
de la historia. ¿Por qué parecía que sólo tenía hijos justo antes de emprender largos viajes?
Tal vez fuera la maldición del Hombre-Dios.
◇◇◇
Estaba la opción de retrasar mi partida al País Sagrado de Millis. Podía posponerlo durante
un año, llevar a término el embarazo de Sylphie y reconsiderar mi estrategia una vez terminado.
Pero entonces, ¡bam, sería Roxy! ¡Boom, Eris! Era posible que aquello no tuviera fin... Pero
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teniendo en cuenta lo mucho que solía durar un viaje a Millis, los Latrias probablemente no se
quejarían si aplazábamos el viaje uno o dos años. Cliff había estado en el mismo barco.
◇◇◇
Ugh, cierto. ¡Cliff! Elinalise me pidió que al menos lo vigilara hasta que encontrara su
equilibrio. Incluso si nos echábamos atrás, Cliff seguiría yendo. Estaba segura de que estaría
bien, pero existía la remota posibilidad de que se quedara sin trabajo durante ese año y se
quedara atrapado allí.
Ya fuera por Sylphie o por Cliff, mis pensamientos se dirigían directamente al peor de los
casos. Si cualquiera de los dos hubiera sido una emergencia, mi elección estaría hecha para
mí, pero no hubo tanta suerte. Tenía que elegir: ¿Cliff o Sylphie? ¿Trabajo o amor? El frío
pragmatismo decía que estableciera la Banda Mercenaria en Millis de inmediato y luego
colocara a Cliff en la línea para el papado. Eso me facilitaría las cosas. ¿Pero sería correcto?
¿Qué sentido tenían todas estas maquinaciones si dejaba a Sylphie y a nuestro hijo llorando
en el frío? Tuve que reconsiderar por qué fue que uní fuerzas con Orsted para empezar. No
podía perder de vista lo que importaba.
"..."
Justo cuando pensaba eso, Zenith se movió.
"¿Hm? ¿Señora?"
Con los movimientos rígidos y espasmódicos de un sonámbulo, Zenith agarró la mano de

Lilia. Zenith se tambaleó hacia adelante, su agarre de hierro tirando de Lilia tras ella. Lilia
tropezó para seguirle el ritmo. Zenith la llevaba hacia Sylphie.
"¿Señorita Zenith?", preguntó Sylphie, desconcertada.
Zenith tomó la mano de Lilia, y lentamente, con suavidad, la puso en el hombro de Sylphie.
Como si dijera: Lilia, cuídala. Como diciendo, estaré bien.
"M-Madam..."
Este fue un destello de esa voluntad de acero que Zenith ocultaba tan bien. Toda la familia
se había dado cuenta de que salía a relucir cuando algo concernía a sus hijos o nietos. Por
supuesto que Zenith querría que Lilia cuidara al niño en la barriga de Sylphie por encima de
ella. Todos comprendían la decisión que había tomado.
"Muy bien", dijo Lilia. Se secó las lágrimas, miró a Zenith a los ojos y asintió. Su propia
determinación se había fortalecido.
"¡Aisha!"
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"¡S-sí, señora!" gritó Aisha cuando la orden de Lilia la sacó de su aturdimiento.
"Atenderás las necesidades de Madam Zenith en mi lugar y la acompañarás a la residencia

Latria. Sin peros".
"Guh... ¡Entendido!"
Aisha se congeló por un momento. Ella realmente no quería poner un pie en la propiedad
de Latria. Pero no iba a estropear esta conmovedora escena diciendo "no".
"Maestro Rudeus, creo que estamos decididos. Cuídese".
"Si... Gracias. Por todo."
Si Lilia la estaba cuidando, entonces sabía que la tragedia sería imposible. No con Lilia allí.
Podía hacer mi trabajo en el País Sagrado de Millis sin preocupaciones.
"Sylphie."
"¿Qué pasa, Rudy?"
Tenía una última cosa que decir antes de irme. Algo importante.
"Te quiero."
"Sí. Lo mismo."
Sylphie se levantó y me rodeó el torso con las manos. Enterré la cara en su cabello y le
devolví el abrazo, con cuidado de no apretar demasiado.
"Pensaré un nombre mientras estoy fuera".
"Claro, dímelo cuando vuelvas".
Sylphie esbozó una sonrisa. En cualquier otro momento, estaría ansiosa. Pero ahora tenía
a Lilia a su lado. Una segunda madre de la que depender.
Abracé a Roxy y a Eris y me puse en marcha.
◇◇◇
Empezamos nuestro viaje. Yo, Aisha, Zenith y Cliff. Sólo nosotros cuatro.
Había empacado con cuidado, pero aún así era mucho que cargar. Las tablas de contacto
de piedra y el pergamino de invocación de la Armadura Mágica Versión Uno resultaron
bastante voluminosos. El peso en sí no era un problema, ya que llevaba la versión dos. Pero
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aunque era lo bastante fuerte como para soportar la carga sin sudar, sólo tenía dos manos y
una espalda. Llevar algo más grande que uno mismo también reduce la destreza, y esta
armadura no me hacía más alto. Era tan incómodo como llevar una caja de cartón vacía que
los brazos no alcanzan a rodear.
Con mi enorme equipaje en la mano, nos reunimos con Cliff en las afueras de la ciudad. Le
sorprendió la explicación de por qué nos faltaba un miembro. Dicho esto, la noticia del bebé
hizo sonreír a Cliff. Nos dio sus mejores deseos.
"Me temo que no puedo daros mi más sincera enhorabuena dada mi posición... pero San
Millis dijo una vez: 'El nacimiento de una nueva vida, sea cual sea, es una ocasión de alegría'".
"Vaya, qué comprensivo eres".
"No te preocupes, rezaré a San Millis para que tu futuro hijo se lleve bien con el mío".
Por muy terrible que me considerara la fe Millis, los pecados del padre no recaían sobre los
hijos. Siempre existía la posibilidad de que cualquier niño con mi sangre acabara pasando por
compañeros uno tras otro... pero estaba seguro de que Cliff enderezaría a esos niños si lo
hacían.
Espera, no, ese era mi trabajo. Huh.
"Por cierto, Cliff, ¿estás familiarizado con la Casa de Latria?"
"Latria, oh chico..."
Durante el último mes, había estado intentando preguntar a mis hermanas y a Lilia sobre
qué clase de persona era esta Claire Latria. Por sus descripciones y las miradas peculiarmente
desagradables de sus caras, pude deducir lo siguiente: tenía un palo metido en el culo.
Norn desvió la mirada y dijo que "sólo recordaba haber sido regañada y llamada vaga".
Aisha suspiró y dijo que "Claire se enfadaría" y le exigiría que "dejara de avergonzar a Norn
portándose así". Lilia respondió que "ella valora profundamente el linaje y la religión".
Básicamente, sonaba como si a las tres las hubieran regañado incesantemente sobre la
estructura de su familia y su historia matrimonial mientras estuvieron atrapadas en aquella
casa de Millishion. Pero Claire no iba a llegar a mí de la misma manera. Claro, todo lo que
había oído hasta ahora me daba un poco de miedo conocerla... pero conocía a otra persona a
la que se podía llamar "testaruda y estricta".
Puede que haya fallecido, pero ... Sauros Boreas Greyrat. El abuelo de Eris. Las ideas que
valoraba pueden haber diferido de las de Claire, pero era igual de estricto con ellas. Incluso
encontramos un terreno común después de que le mostré la etiqueta adecuada. Además, ella
era humana. Si valoraba el linaje, yo técnicamente tenía la sangre de las casas de Latria y
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Greyrat. Si valoraba la religión... bueno, esa parte me asustaba un poco, así que tal vez ocultar
mis matrimonios polígamos sería lo mejor.
Recordé cómo había capeado aquel páramo de gritos y violencia que Eris llamaba hogar.
Si imaginaba a Claire como una versión femenina de Sauros, podría soportarlo. También era
muy posible que el tiempo hubiera hecho que los recuerdos que mis hermanas pequeñas
tenían de Claire fueran más duros de lo que realmente habían sido, y que Claire sólo fuera
dura por amor a su familia. Igual que Ruijerd. De ninguna manera impediría una reunión de
madre e hija, pero supuse que reunir un poco de información avanzada no podía hacer daño.
"Son una casa notable, particularmente como figuras principales de los Expulsores de
Demonios que han producido muchos de los principales Caballeros del Templo".
"Ya veo."
Los Caballeros del Templo. Ahora que lo pienso, la tía Therese era un Caballero del Templo.
Me preguntaba cómo estaría.
"Yo era joven la última vez que estuve en Millis, así que no conozco los detalles, pero he
oído decir a Norn que son bastante estrictos", añadió Cliff.
Norn depositaba mucha confianza en Cliff; él la escuchaba desahogarse sobre sus

problemas cuando aún estaba en la escuela. Parecía que algunas de esas charlas eran sobre
cómo la tachaban de "buena para nada" durante su estancia en casa de los Latria. Sobre cómo
la comparaban constantemente con Aisha, sobre cómo la llamaban "fracasada que perdió por
un hijo bastardo".
Cliff siempre respondía a eso diciendo: "No debes compararte con los demás. En lugar de
eso, esfuérzate por superar a la persona que eres ahora".
Norn siguió ese consejo hasta que se convirtió en la presidenta del consejo estudiantil.
Nunca lo dijo, pero era evidente que Norn sentía un profundo respeto por Cliff. No llegó al
punto del romance. Pero tal vez, si Elinalise no estuviera aquí, Norn y Cliff podrían haberse
convertido en algo más.
Vaya, si eso ocurriera, entonces sería un matrimonio entre el Demonio Expulsor Latrias y el
Demonio Integrador Grimors... Ah, espera, Norn era diferente. Era la hija de Paul, una Greyrat,
no una Latria. Ella no tenía nada que ver con la lucha política de la Iglesia de Millis.
"Personalmente, sólo puedo rezar para que no te unas a la Casa de Latria y te conviertas
en mi enemigo".
"Vamos, Cliff, de ninguna manera lucharía contra ti".
"Confío en ti, por supuesto. Pero hay veces en que la elección ya está hecha para
nosotros..." Cliff se interrumpió y se rió de sí mismo.
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Cierto.
Pensar en estas dinámicas de relación ya me estaba haciendo doler la cabeza. Los Latrias
eran Caballeros del Templo y Expulsores de Demonios, haciendolos enemigos de Cliff. Tal vez
debería pensar cuidadosamente antes de construir conexiones con esa casa. Puede que
Greyrats y Latrias estuviéramos emparentados por sangre, pero yo era ante todo un Greyrat
de la Ciudad Mágica de Sharia. No necesitaba ser nadie más que Rudeus Greyrat, el Brazo
Derecho del Dios Dragón, subordinado de Orsted y amigo de Cliff.
"Mira Cliff, sólo porque no me entrometeré para ayudarte no significa que soñaría con
convertirme en tu enemigo. Cruza mi corazón. Envuelve en papel de regalo a una de mis hijas
y entrégasela a Clive si miento".
"Ah, eso podría ser una buena idea. Un matrimonio entre tu hija y mi hijo... Sí, no está nada
mal".
"¿Qué? No nos precipitemos, ya sabes, no está bien que los padres decidan con quién se
casan sus hijos..."
"Sí, sí, lo entiendo. Era una broma, ahora ven".
Cliff rió entre dientes y echó a andar.
Era una broma, ¿verdad? Por otra parte, Lucie y Lara eran muy monas... Esas dos se
convertirían en bellezas como sus madres. Clive crecería viendo a esas hermosas hermanas
todos los días. Su primer amor probablemente sería Lucie. Y como era hijo de Elinalise, podría
ser precoz e invitarla a salir antes de tiempo.
No me encantaba la idea de que un chico cualquiera de la calle llamara a mis hijas, pero
era el hijo de Cliff. Si Clive suplicaba de rodillas ante mí, su futuro suegro, tal vez podría
convencerme de permitir su relación. Pero espera, chico, ya tienes valor para llamarme tu
suegro...
"¡Hermano mayor, te dejamos atrás!", gritó Aisha mientras cogía a Zenith de la mano. Eso
me devolvió a la realidad.
"¡Ah, lo siento!"
Ah, bueno, aún faltaba mucho para eso. Volví mi atención al presente y corrí para ponerme
al día.
◇◇◇
Entramos en la oficina y saludamos a Orsted. Después, descendimos bajo tierra hasta el

círculo de teletransporte. En un abrir y cerrar de ojos, estábamos en el continente Millis.
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La última vez que estuve aquí, había hecho el círculo de teletransporte de Millis donde nos
encontrábamos. Estaba en el sótano de una mansión abandonada en lo profundo de un
bosque, no muy lejos de la capital de Millis. ¿Por qué había una mansión abandonada en
medio del bosque, te preguntarás? En este mundo, los pueblos construidos cerca de los
bosques a veces son invadidos por el bosque, que de repente se los traga enteros. Esa era la
historia detrás de estas ruinas.
El tenue resplandor del círculo mágico arrojaba una luz espeluznante sobre el musgo y la
hiedra que trepaban por las paredes del sótano. No manteníamos la mansión, pero los árboles
que la rodeaban apuntalaban los muros. No se derrumbaría pronto. Oí que de vez en cuando
venían algunos aventureros de los pueblos cercanos, pero a la habitación con el círculo mágico
sólo se podía acceder a través de un camino oculto. Acabamos de colocar un cofre de botín
en la sala que conectaba con ella. Todo lo que contenía eran unos pocos objetos mágicos al
azar, pero deberían haber sido suficientes para convencer a la persona media que husmeaba
por ahí de que lo había encontrado todo.
Desde la mansión, viajamos a pie. Llevó un poco de tiempo dado el estado disociado de
Zenith. No iba a haber ningún monstruo fuerte en nuestro camino ya que estábamos cerca de
Millis, pero aún así necesitábamos movernos con precaución.
¡Ah, sí! Hablando de monstruos, eso me recordó la vez que vine a este bosque con Orsted
para establecer ese círculo mágico. Fue la primera vez que me topé por fin con una de las
variedades de monstruos más famosas que existen: los goblins. Esos tipos de piel verde que
medían más o menos la mitad que los humanos. Eran agresivos, amorosos y se contaban
entre la clase de criaturas más débiles del planeta. Vivían en manadas, y a veces capturaban
mujeres de otras especies para aparearse con ellas y fecundarlas. No se podía razonar con
ellos y veían a las personas como enemigos, por lo que atacaban en cuanto las veían. Los
goblins me hicieron preguntarme si en realidad no eran monstruos, sino demonios. Llevaban
un estilo de vida increíblemente primitivo dentro de las cuevas del bosque. Vivían en
acantilados y se ganaban la vida agrupándose para cazar. No tenían grandes dotes de
ingeniería, pero utilizaban herramientas como palos y cuchillos de piedra. Además, aunque
sólo lo había visto de refilón, había visto a un padre goblin mostrar lo que podría confundirse
con afecto hacia sus propios hijos.
En mi opinión, no había mucha diferencia entre ellos y los humanos primitivos; eran tratados
como monstruos simplemente por su escasa inteligencia. Quizá las cosas fueran de otra
manera si pudiéramos entendernos. Por desgracia, esto era el continente de Millis, y el País
Sagrado de Millis nunca reconocería que éramos más parecidos que diferentes. Tal vez la
compulsión de los goblins por atacar a la gente nada más verlos fuera simplemente un vestigio
del pasado. Los goblins y el País Sagrado de Millis debían de tener una historia de guerra que
yo desconocía.
Cuanto más pensaba en ello, más veía a los goblins como criaturas trágicas. Si tan sólo
hubieran residido en el Continente Central, donde podrían haber sido reconocidos como
demonios de bajo nivel en lugar de monstruos completos...
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Eso es lo que pasaba por mi mente justo después de matar a un goblins que nos atacó en
nuestro camino.
"Hermano Mayor, ¿por qué estás llorando por un goblins?".
"Sabes, sólo pensaba que si los goblins hubieran vivido en otro lugar, podrían haber sido
llamados demonios en lugar de monstruos".
"Uh... ¿Estás seguro de que Roxy no se enfadaría contigo por eso?"
"No, no se enfadaría".
La palabra "demonio" era en realidad un término genérico que incluía un montón de razas
diferentes. Estaba lejos de conocerlas todas, pero estaba seguro de que tenía que haber
algunas razas demoníacas por ahí con un intelecto tan escaso como el de los goblins. Diablos,
había alguien llamado rey demonio que era bastante tonto; no sería una sorpresa que una raza
fuera incluso más tonta que eso. En todo caso, el nivel de estupidez de ese rey demonio era
la mayor maravilla de la naturaleza.
"Entonces, ¿qué te hizo pensar en eso, de todos modos?"
"Bueno, a diferencia de otros monstruos, los goblins forman grupos, ¿verdad? Así que me
preguntaba qué pasaría si se les tratara mejor".
"¿Eh? ¿Qué más da?".
Aisha lanzó una mirada de abierto disgusto. Dondequiera que fueras, cualquier nación que
visitaras, especialmente si hablabas con mujeres y niños, nadie era fan de los goblins. Pero
bueno. Aquí no era precisamente una activista de los derechos de los goblins.
Hablando de organización política. "Aisha, ¿cómo te va con la Banda Mercenaria?"
"¿Hmm? ¿Qué quieres decir? Creo que lo llevo bien".
"Bueno, menos sobre cómo lo estás llevando, más sobre si te llevas bien con todos".
Sólo pretendía iniciar una pequeña charla. Sabía, a grandes rasgos, que iba bien. Pero
quería que me contara cosas de su vida. Como, por ejemplo, que tal vez salió a comer con
todos, pero a todos les sirvieron algo extra picante, por lo que todos respiraban fuego entre
ocurrencias y charlas triviales.
"Hmm... Buena pregunta..."
Nada de diversión, sólo melancolía.
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¡¿La estaban acosando?! Si estuviéramos en casa, habría encendido las sirenas y me
habría dirigido a toda velocidad a la banda de mercenarios, habría detenido a Linia y a Pursena,
las habría metido en la sala de interrogatorios y me habría puesto en plan poli malo con ellas
hasta que confesaran sus crímenes. Pero vi la verdad el año pasado: Linia, Pursena y toda la
banda mercenaria le hicieron a Aisha ese enorme regalo de cumpleaños. Todas mis pruebas
decían que Aisha era muy querida entre la Banda Mercenaria.
"¿Tienes algo en mente?" Le pregunté.
"Hmm... no lo sé, simplemente no lo entiendo, ¿sabes?"
"¿Oh?"
"Es algo que veo hacer a Norn también. Empiezan algo y siguen con ello aunque esté
condenado al fracaso".
"Bueno, nadie puede saber que va a fracasar hasta que lo intenta."
"No, no es así. Me refiero a que fracasan una vez, luego repiten el mismo error y vuelven a
fracasar".
"Ah, ya veo."
La gente repite la historia, ¿eh? Norn era definitivamente del tipo que repite los mismos
errores unas cuantas veces sólo para estar seguro. Pero eso era porque... Espera, me estaba
volviendo loco. ¿Qué tal si la dejo terminar educadamente?
"Así que en la Banda Mercenaria, soy un consejero, el jefe de todos, así que advierto a la
gente cuando meten la pata de la misma manera que la última vez. A veces soy duro. En plan:
'Ya te he dicho cómo hacerlo, ¿cuál es tu problema?' y cosas así".
"Ajá".
"Pero todos parecen odiarlo".
"Bueno, a nadie le gusta que le griten."
"Pero si lo odian tanto, ¿por qué volver a meter la pata? Incluso les digo cómo hacerlo. Sólo
hazlo".
"Que les digas lo que tienen que hacer no significa que puedan ponerlo en práctica de
inmediato".
La mirada dubitativa de Aisha me dijo que no acababa de entender. Bueno, así era Aisha;
tenía un talento innato. Aprendía rápido y su memoria era una trampa de acero. Sus fracasos
eran pequeños y poco frecuentes, y sus éxitos rozaban la perfección. Aplicaba sin descanso
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cualquier experiencia o conocimiento que adquiría para anticiparse al siguiente reto. Por eso
las cosas que ella veía como "los mismos errores" podían parecerle errores normales a un tipo
normal como yo. Debió de ser frustrante para ella ver cómo gente que debería haber aprendido
la lección de la última vez metía la pata una y otra vez. Por otra parte, los empleados a los que
Aisha gritaba probablemente ni siquiera se daban cuenta de que estaban cometiendo los
mismos errores. Eso podría explicar por qué no apreciaban que Aisha les gritara todo el tiempo.
"Así que sí, va bien, pero no estoy segura de estar haciendo amigos..."
"Ah, ya veo."
Ser excepcional significaba que Aisha dejaba atrás a la gente. Se creía capaz de cualquier
cosa, alguien que habría triunfado donde cualquier otro podría fracasar. Por eso era tan dura
con la gente. Por eso los reprendía.
"¿Pero eso no hace que el trabajo sea un poco tenso?" Le pregunté.
"Umm, cuando me enfado, Linia interviene y los aparta. Pero no sé qué les dice. Y luego,
esa persona siempre vuelve con cara de alivio".
Ya veo. Así que Aisha regañaba a los mercenarios mientras Linia o Pursena los animaban.
Como dije, la gente venía en diferentes estilos, lo que los hacía adecuados para diferentes
trabajos.
"Bueno, espero que tú también puedas coger esa parte del trabajo algún día".
"Ugh..."
Aisha parecía visiblemente molesta. Como diciendo, lo haré si tengo que hacerlo, pero no
quiero.
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Si eso era lo que requería la excelencia, estaba seguro de que Aisha lo tenía. Podría
aprender a consolar a la gente y darles pequeñas charlas de ánimo. Pero eso no significaría
necesariamente que supiera empatizar. Eso era lo que realmente quería que aprendiera en
algún momento; la angustia de alguien que no puede hacerlo bien, la frustración de alguien
que lo desea desesperadamente y aun así fracasa, y la impotencia de alguien que sabe lo que
tiene que hacer, pero cuyo cuerpo no coopera. Si Aisha lograba aprender esos sentimientos,
estaba seguro de que su tensión con los mercenarios se aliviaría considerablemente.
Si nunca lo hacía, bueno... algunas personas viven con defectos así toda su vida. Y lo hacen,
ya sabes, bien. Pero.
"Oye, no hay prisa."
"Sí, no tengo prisa. Las cosas van bien."
Y eso fue lo que hablé con Aisha mientras nos dirigíamos hacia Millishion.
Llegamos al borde del bosque. Siete días más de viaje hasta llegar a Millishion. Paramos
en un pueblo por el camino y compramos un coche de caballos. No te emociones demasiado
por el nombre; era una cosa vieja y desvencijada más adecuada para transportar carga, pero
bueno, era mejor que caminar. Las tablas de piedra no eran precisamente ligeras.
Montamos en el carruaje por la carretera. Este país tenía más praderas que el Reino Asura,
y su agricultura se basaba más en el pastoreo que en la agricultura de secano. Si el paisaje
del Reino Asura recordaba los ondulantes campos de trigo de América, estos eran los pastos
de vacas de Mongolia. Asura era una tierra de oro y verde, mientras que Millis era una tierra
de azul y verde. Ambas tenían en común un verdor exuberante; ambas eran tierras pródigas.
Millis tenía más monstruos en sus caminos, pero eso era todo. Viajar por cualquiera de los dos
países era un paseo tranquilo comparado con lo que te encontrarías en el Continente
Demoníaco.
Finalmente, llegamos: la capital del País Sagrado de Millis, Millishion.
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Capítulo VII – El Regreso A Casa De Cliff
MILLISHION, la capital del País Sagrado de Millis. Había pasado tiempo desde mi última
vez en esta ciudad; había estado en el Continente de Millis para instalar el círculo de
teletransporte, pero aquella vez no me detuve en la capital. Así que ésta era mi segunda visita.
Entonces entré en la ciudad por la puerta norte, y aún recordaba su aspecto. La forma en
que el río descendía por las Montañas del Wyrm Azul hasta el lago que había debajo, el
inmaculado Palacio Blanco flotando en el centro de ese lago, la catedral dorada construida
junto al río y la sede plateada del Gremio de Aventureros un poco más abajo. Y por último,
pero no por ello menos importante, aquellas siete torres que rodeaban la ciudad con aquellas
vastas llanuras extendiéndose por debajo.
Ah... ¿Cómo ha ido otra vez? "Este es un lugar no sólo rico en majestuosidad, sino también
en perfecta armonía con la naturaleza. Ninguna otra ciudad en el mundo es tan hermosa",
¿verdad? Aquel paisaje parecía sacado de las páginas de una guía turística que leí hace
mucho tiempo, así que se me quedó grabado. Viejo, eso me hizo recordar. ¿Qué libro era ese?
Ah, sí, Vagando por el Mundo escrito por el aventurero Bloody Kant. Uf, que estaba a pocas
letras de ser un infierno de un nombre.
En fin, la vista de Millishion desde el sur seguía siendo preciosa. Las altas torres y el alto
castillo dominaban la vista. El castillo era de un plateado inmaculado, brillando a la luz. Su
brillo y su tamaño lo ocultaban todo, excepto los propios muros. Había una simplicidad estética
que guiaba su diseño, y hacía que el castillo, ya de por sí hermoso, fuera aún más llamativo.
"Realmente no hay una ciudad en el mundo más bella que ésta".
"Bajo la superficie, no hay una ciudad en el mundo más podrida. Te lo prometo".
Este comentario vino de Cliff. Supongo que me oyó hablar solo.
Cliff tenía la vista puesta en el Palacio Blanco. Después de todo lo que había pasado, aquel
hermoso castillo se cernía sobre él. Por supuesto, él estaba aquí para ir a la guerra.
Honestamente, pensé que el Reino Asura estaba mucho más podrido debajo de su fachada.
Los corazones de Ariel y todos esos nobles estaban llenos de podredumbre. Por otra parte, la
superficie del Reino Asura estaba podrida. No se molestó en ocultar lo que era. En ese sentido,
supongo, la pretensión podría hacer de Millis el peor de los dos.
"Entonces, Cliff... Sé que eres un genio, pero..."
"Vamos, ya pasamos eso, ¿no?"
"Bien... Sólo, si pasa algo, siéntete libre de hablar conmigo."
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Tenía mucha menos presión sobre mí justo en este momento. Como tal, quería ayudar a
Cliff a sobrellevar su carga. Cualquier cosa estaba bien, incluso algo tan pequeño como
comprarle una taza de café.
"En ese caso... ¿Podrías empezar por llevar este carruaje a mi casa?"
"Así se hará, su futuro Papa, señor."
Ese día, Cliff regresó a Millishion, su antiguo hogar. Había estado fuera casi una década.
◇◇◇
Millishion tenía cuatro entradas. Una en el Distrito de los Aventureros, otra en el Distrito
Residencial, otra en el Distrito Divino y otra en el Distrito Comercial. La última vez que vine,
entré por el Distrito de los Aventureros. Si no recuerdo mal, era porque a los forasteros les
dolía la cabeza si entraban por cualquier otra puerta. Aunque no lo recuerde bien, estoy seguro
de que rodeamos las murallas de la ciudad y entramos por la entrada más abarrotada. Y hoy,
hacíamos lo mismo. A diferencia de la última vez, teníamos a Cliff con nosotros, así que no
tuvimos que ser exigentes con la entrada. Elegimos la entrada sur del Distrito de los
Aventureros simplemente porque era la más cercana.
Y por "simplemente" quiero decir "sólo". Habríamos tardado menos si hubiéramos viajado
sin obstáculos fuera de la ciudad en lugar de vadear el mar de cuerpos dentro de ella. Nuestras
prisas nos hicieron perder el tiempo. Pero Cliff tenía sus propias ideas:
"Ha pasado mucho tiempo, así que quiero ver la ciudad", dijo.
Era la primera vez que estaba en casa en una década. Iba a vivir aquí muchos años, pero
sólo la vería así una vez. Caminar por la carretera hacia su casa y recordar cómo esto sigue
aquí o aquello solía estar allí no era una oportunidad que se presentara todos los días. Tenía
que ser ahora o no ser.
"Ya lo tienes".
Así que le seguí la corriente a Cliff y tomé las riendas.
"Esto me lleva de vuelta", murmuró Cliff para sí mismo mientras pasábamos por debajo de
la hermosa puerta de Millis.
Cliff había nacido en el Distrito Divino, así que no había visitado mucho el Distrito de los
Aventureros. Aun así, miró hacia la puerta del Distrito de los Aventureros y entrecerró los ojos,
como si estuviera proyectando algún recuerdo personal en la escena. Mi estancia en esta
ciudad, sin embargo, sólo duró una semana; las únicas cosas que recuerdo tienen que ver con
Paul. Por supuesto, podía emocionarme un poco si reflexionaba sobre ello, pero nada más
tenía una resonancia especial para mí. Cuando miraba a mi alrededor, no veía visiones de mi
pasado. Vi el futuro. Vi la Banda Mercenaria que construiría en esta ciudad.
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True Flames Project
Había aventureros caminando a nuestro alrededor. Había muchos más beastfolk, elfos y
similares aquí que en el Reino Asura. Los rangos de los aventureros eran muy variados, pero
se podía saber más o menos a simple vista quién estaba en qué nivel. Chicos y chicas de
quince o dieciséis años correteaban equipados con armaduras de segunda mano. Había un
principiante vestido con una armadura nueva que parecía tener dieciocho años. Un rango
medio de unos veinte años cuyo equipo era una mezcla de nuevo y desgastado. Un veterano
cuyo equipo parecía desgastado si no sabías qué buscar, pero que en realidad era una mezcla
de objetos mágicos y otros artículos de alta calidad. Los caminos de los aventureros eran
bastante variados, pero dado que vivían al pie de la Iglesia de Millis, había muchos sanadores
y pocos magos.
En cambio, en la Ciudad Mágica de Sharia había muchos guerreros curtidos en batalla y

muchos magos novatos. Los guerreros eran más o menos cazatalentos de la Universidad de
Magia, donde encontraban magos prometedores deseosos de convertirse en aventureros. En
cuanto a razas, en Sharia había muchos humanos y bestifolk. La abundancia de beastfolk
estaba probablemente relacionada con la larga presencia de Linia y Pursena allí. Mientras
tanto, en Ars, la capital del Reino Asura, había novatos por todas partes. La gran variedad de
escuelas significaba que un trabajo no dominaba especialmente sobre otro, pero la
composición racial era casi totalmente humana. Las pocas razas no humanas solían ser de
rango medio o veteranas, y pronto se marcharon a la capital real.
La variedad de razas y conocimientos de Millis se debe probablemente a su proximidad al

Gran Bosque. El Gran Bosque proporcionaba sangre fresca de las razas beastfolk, elfa,
semielfa y enana que viajaban hacia el sur hasta Millis. La ciudad daba a los aventureros la
oportunidad de demostrar su valía, tras lo cual viajaban al norte para desafiar a los fuertes
monstruos del Gran Bosque. Sin embargo, el Gran Bosque no contaba con un Gremio de
Aventureros, por lo que establecían sus bases en Millishion o Zantport. Como resultado, el
cuartel general del gremio de aventureros de esta ciudad acogía a aventureros de todo tipo.
Ahora bien, ¿cómo iba a establecer una banda de mercenarios en un lugar como éste?
En el Reino Asura, tenía contactos con Ariel, lo que facilitaba las cosas. Ese país tenía tres
grupos específicos: espadachines, mercaderes y nobles. En primer lugar, los plebeyos que
habían recibido entrenamiento formal en el manejo de la espada, pero no habían logrado
convertirse en soldados o aventureros, y además carecían de contactos para encontrar a
alguien que les sirviera de mentor. En segundo lugar, personas criadas en una familia de
comerciantes con cierto grado de estudio en el oficio, pero que perdieron la sucesión de la
tienda familiar a manos del hijo mayor y se vieron obligadas a probar suerte por su cuenta. Por
último, terceros o cuartos hijos de familias de baja nobleza que recibían educación en una
amplia variedad de materias (aunque no dominaban ninguna de ellas), y que no tenían
esperanzas de sucesión o matrimonio.
Una vez reunidos todos en un solo equipo, ¿qué se puede decir? Teníamos contactos
serios. Nos convertimos en la ventanilla única para los trabajos que los soldados no podían
asumir.
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Promoví al quinto hijo de una familia noble de alto rango a director de sucursal allí. Ariel nos
había presentado. Hombre, esa entrevista fue un viaje. Aisha y yo nos pusimos unas gafas
triangulares falsas y le preguntamos qué había hecho durante los dos años de intervalo antes
de entrar en la entrevista.
¿Su respuesta? "Ocultaba mi identidad y me relacionaba activamente con los plebeyos. Me

enseñó no sólo las diferencias entre nuestras culturas, sino la importancia de comprender
profundamente a todos y cada uno de los socios comerciales con los que trabajas." Su
respuesta fue tan perfecta que tuve que fijarme en él.
En la práctica, era bastante hábil para mantener unido a un grupo. Conocía al dedillo las
diferencias entre la cultura noble y la plebeya, así que cuando estallaban las disputas dentro
de la Banda, él era el tipo que entendía a ambas partes y encontraba una solución. No era
exactamente una personalidad magnética, pero era el tipo de persona a la que la gente nunca
odiaba. Podía manejarlo. Mejor que yo, sin duda.
Ahora que estaban en sus competentes manos, necesitaba crear también aquí una sucursal
de la Banda Mercenaria. Necesitaba personal y dirección. Necesitábamos una misión para
esta Banda Mercenaria. Aisha estaba tomando notas; había pospuesto la planificación hasta
que tuviéramos los ojos puestos en el lugar. Bueno, estábamos aquí, ahora, y los dos mirando.
Era demasiado pronto para establecer nada en piedra basándonos en lo poco que habíamos
encontrado hasta el momento; naturalmente, iba a haber muchos aventureros aquí, en el
Distrito de los Aventureros, pero también teníamos un Distrito Divino, un Distrito Comercial y
un Distrito Residencial que explorar. Sin duda, los lugareños sabrían más que nosotros. Era
mejor guardar nuestras conclusiones para después de visitar los Distritos Divino y Residencial.
"No lo noté la última vez que visité... pero seguro que hay muchas razas diferentes aquí".
"Es porque el Gran Bosque está muy cerca".
Decir eso me hizo echar otro vistazo a mi alrededor. Era un grupo diverso; desde semielfos
que apenas parecían tener diez años, hasta elfos cuyos miembros enjutos me recordaban a
los de un árbol marchito. Antes mencioné a los beastfolk, pero no su gran variedad. Vi perros,
gatos, conejos, ciervos, ratones, tigres, lobos, ovejas, osos...
Pensamiento al azar, pero cuando, por ejemplo, un beastfolk miraba animales de granja de
su propia especie, como vacas y cerdos, ¿sentían una pequeña chispa, o... No, probablemente
sentían lo mismo que los humanos cuando vemos monos en un zoo. Sólo un animal.
"Ahh, aaahh..."
"Oh, espera, no te levantes así..."
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Miré detrás de mí para ver que Zenith estaba de pie encima del carro. A pesar del balanceo
del carruaje y de los apresurados intentos de Aisha para que se sentara, seguía señalando
algo más adelante.
Su dedo apuntaba a... un mono. Espera, no, eso fue grosero. Era un hombre con cara de
mono. Eso me recordó que creo que nunca había visto a un hombre bestia con cara de mono.
Tal vez los monos eran realmente raros en este mundo. Lo suficientemente raros como para
que Zenith señalara a uno con alegría.
¿Hm? ¿Había visto ese mono antes? Espera un segundo, eso ni siquiera era un beastfolk...
"Oh."
"¡¿Yooo?! ¡Son Zenith y el jefe! ¿Qué te trae por aquí?"
Era un demonio. Y no cualquier demonio.
Era Geese.
◇◇◇
"Vaya, ¿quién iba a pensar que nos encontraríamos hasta aquí?".
En cuanto Geese nos vio en la carretera, se subió a nuestro carruaje. Sin dudarlo, como si
fuera el dueño.
"¡La coincidencia es una cosa loca, te digo! Espera, ¿a qué han venido?"
Geese parecía muy feliz de vernos. Su sonrisa se extendía de oreja a oreja. Algo de esa
alegría se me estaba empezando a pegar.
"Mitad trabajo, mitad familia".
"Ah, sí, siento eso. Pero escucha, ¡no vas a creer por lo que he pasado! Estoy hablando de
una película para llorar de principio a fin..."
Nadie le preguntó, pero Geese empezó a contar la historia de lo que le pasó después de
que partiéramos de vuelta a Sharia. Geese, Talhand, Vierra y Shierra habían llegado al Reino
Asura, tal como estaba planeado. Allí, canjearon las piedras de absorción por una enorme
suma de dinero. Vierra y Shierra utilizaron el dinero para retirarse de las aventuras. Es de
suponer que regresaron a su ciudad natal; Geese perdió la pista después de eso, pero dado
el dinero que tenían, supuso que abrieron un negocio o algo así.
En cuanto a Geese, bueno... en un giro del destino no del todo inesperado, se hizo adicto
al juego. No estaba muy familiarizado con ello, pero el Reino Asura aparentemente tenía un
distrito de juego en el que Geese pronto se convirtió en un habitual. Geese siempre tuvo un
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poco de vena ludópata, pero la fortuna que ahora tenía le quitó los límites. En cuestión de
meses, Geese se las había arreglado para soplar todas las monedas a su nombre.
"Ya te digo, las cosas se ponían peliagudas por aquel entonces. ¡Me quitaron hasta la
camisa! Lo único que me quedaba para apostar era mi propia vida".
Si Geese hubiera sido abandonado a su suerte, le habrían puesto un par de zapatos de

cemento y le habrían enviado a dormir con los peces. Fue Talhand quien le salvó.
Talhand decidió que ya era hora de emprender su próxima aventura, y decidió echar un
vistazo a Geese antes de partir. Talhand estaba un poco estupefacto por el lío en el que se
había metido Geese, pero aun así decidió vender los guanteletes recién forjados que acababa
de mandar hacer para pagar la fianza de su antiguo compañero. Eran guanteletes hechos con
las piedras de absorción también; combinados con sus costes de investigación, habían
representado los ahorros de toda la vida de Talhand. Ahora ambos estaban arruinados. El alto
coste de la vida en el Reino Asura era de repente demasiado caro, así que partieron hacia el
sur.
Si yo estuviera en esa situación, nunca me jugaría el cuello por alguien tan malo con el
dinero, y mucho menos viajaría con él después. Pero Talhand y Geese se conocían desde
hacía mucho tiempo, así que tal vez así eran las cosas entre ellos. Tal vez Geese había sido
el que salvó el pellejo de Talhand en el pasado.
Así es la amistad.
El Reino de Shirone estaba atravesando algunas luchas internas en las que no querían
involucrarse, y dado que se rumoreaba que el Reino del Rey Dragón estaba contribuyendo a
ello, decidieron saltarse esos destinos e ir directamente a Millis. Volver a visitar una vieja
guarida.
Algún tiempo después, Talhand se marchó solo, dejando a Geese completamente solo.
Geese pensó que probablemente había vuelto a su ciudad natal.
"¿En qué está pensando ese tipo, volviendo a casa de todos los lugares?" Refunfuñó Geese.
¿Yo? Yo podía entenderlo. Era nostalgia. Ya sabes, la enfermedad de la que Nanahoshi

tenía un caso crónico. Un largo viaje puede hacer que quieras volver a ver a tu familia.
"¿No vas a volver, Geese?"
"¿Quién, yo? Tienes que estar de broma. ¿Qué voy a hacer en ese aburrido pueblo
atrasado? ¿Mirar cómo se seca la pintura?"
Bueno, puedo no quería decir siempre. Personalmente, soy una persona hogareña. Sólo en
casa podría encontrar los pechos de Sylphie (objeto restaurador de salud, se activa al tocarlo),
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o los pechos de Roxy (aumenta temporalmente la estadística de suerte, se activa al tocarlo),
o los pechos de Eris (poder de salto en el tiempo, se activa al tocarlo).
"Quiero decir, no estoy solo. Ese tipo también tenía malos recuerdos o lo que sea con su
ciudad natal".
"Entonces tal vez quería volver y ajustar cuentas".
No importa lo que haya pasado en el pasado, el tiempo te cambia. Cosas que no podías
perdonar en tu adolescencia pueden ser cosas que puedas aceptar a los veinte años. A los
cincuenta, puede que ya no te importe. Puede que Talhand haya compartimentado esas cosas
viejas en su corazón y haya vuelto a ver su casa como una persona diferente.
"Bueno, basta de hablar de Talhand, he vuelto al negocio de las aventuras".
Aparentemente, Geese empezó a aventurarse de nuevo después de que Talhand se fuera.

Adición importante: aún no había encontrado ningún negocio. Ya sabes, desde que era un
demonio y no tenía ninguna habilidad para el combate.
"Así que, jefe, ¿qué te trajo a este rincón del bosque?"
"Bueno, ya sabes en qué estado se encuentra mi madre, así que su familia la llamó para
que viniera a verla. Estaba de viaje por aquí con un amigo, así que pensé en pasarme".
"Ah... la fam de Zenith, eh..."
Geese miró a Zenith con lo que parecía ser lástima. La expresión de Zenith era tan
inexpresiva como siempre, pero de alguna manera parecía estar de mejor humor de lo normal.
Probablemente porque Geese estaba aquí.
"Bueno, he oído un poco sobre qué tipo de lugar dirige la familia de Zenith... y déjame
decirte, no suena como mi idea de diversión".
"Um... ¿Qué has oído exactamente?"
"No conozco los detalles, pero he oído que son un montón de estirados". Geese se encogió
de hombros.
Sí, ya lo sabía antes de venir, gracias. De todos modos, tenía que ir.
"Whoa allí, estamos casi en la línea del distrito. Lo siento, pero ¿puedes parar un segundo?
Los demonios como yo no vamos al Distrito Divino si sabemos lo que nos conviene".
Seguí la petición de Geese y detuve el carruaje. Geese saltó a la calle de abajo.
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"Bueno, voy a quedarme por aquí un tiempo, así que no sudes, no has visto lo último de mí.
Sigue así, jefe".
De espaldas, Geese agitó la mano mientras caminaba por la calle... hasta que se volvió
hacia nosotros.
"¡Jefe! ¿Puedo preguntarte algo?"
"¿Qué es?"
"¿Recuerdas lo que dijo Paul en el calabozo?"
El calabozo, ¿eh? Me vinieron a la mente muchas cosas, pero sólo una resonó en mi
corazón. Esa debía ser a la que se refería.
"Sí."
Aparentemente feliz de oír eso, Geese asintió y se dio la vuelta.
El conocido que había aparecido tan de repente había desaparecido con la misma rapidez.
Tuve que preguntarme si nuestro reencuentro era, de hecho, una coincidencia. No importaba.
Me alegraba ver a un viejo amigo y sacudirme algunos nervios.
Con eso en la cabeza, continué hacia el Distrito Divino.
◇◇◇
Cuando por fin llegamos a casa de Cliff, el sol ya se había puesto.
La casa de Cliff era mucho más sencilla de lo que esperaba. Era una casa de un solo edificio
que parecía que podía albergar cómodamente a una familia de tres o cuatro miembros. No
destacaba en absoluto entre las casas vecinas... Espera. El Distrito Divino tenía una hilera tras
otra de casas idénticas. Supuse que la casa de un Papa sería un poco más parecida a la de
Ariel, así que esto me pilló desprevenido.
"Es bastante pequeña".
En lugar de enfadarse por mi grosero comentario, Cliff me lo explicó amablemente. "La gente
del clero que sirve a la iglesia principal tiene casas como ésta. Aunque mi abuelo tiene una
habitación en la sede, así que esta casa no se usa mucho".
Básicamente, eran casas de la compañía.
"Le agradezco que me acompañe a casa. Es bastante tarde, así que por favor, quédate esta
noche".
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Me tomé un momento para pensar en la propuesta de Cliff. La casa familiar de Zenith estaba
en el Distrito Residencial. Llegar hasta allí llevaría algún tiempo. Si la visitábamos en mitad de
la noche, seguro que habría problemas, y yo no estaba emocionalmente preparada para
encontrarme con ellos con la ropa de viaje puesta. Podíamos volver al Distrito de los
Aventureros y regresar mañana... pero todo ese retroceso me parecía un poco excesivo.
Decidí aceptar la oferta de Cliff. "Me parece bien. Gracias".
Dejé mi equipaje, llevé el caballo al establo y metí el carruaje en el cobertizo, mientras los
demás llevaban su equipaje dentro. O lo habría hecho, pero mientras dirigía el carruaje, los
demás abrieron la puerta principal de la casa y salió algo parecido a humo blanco.
"¡Achoo!" Aisha estornudó adorablemente después de que el olor le pinchara la nariz.
"Tos... Esto es horrible... El abuelo ni siquiera limpió la casa, por lo que veo", maldijo Cliff
mientras se llevaba un paño a la nariz.
La casa estaba cubierta de polvo.
"No sé si será suficiente para agradecerte que nos hayas dejado pasar la noche, pero te
ayudaremos a limpiar... Quiero decir, Aisha lo hará".
"Oh, ¿muchas gracias?"
"¿Quién, yo?"
Aisha dejó escapar una voz desconcertada mientras Zenith me lanzaba una mirada
regañona. Bueno, Zenith no tenía expresión, pero aún podía sentir la intención en su mirada.
Eh, Aisha, no me mires así. ¿Alguna vez te he ordenado limpiar algo sola?
Oh sí, todo el tiempo. Cada pequeño trabajo que podía. Lo apreciaba, de verdad...
"¡H-hey, eso era claramente una broma! Claro que yo también ayudaré".
"Como deberías."
Así comenzó nuestra gran limpieza de medianoche. Después de abrir las ventanas y soplar
una gran área con magia de viento, sacamos las escobas para encargarnos del resto.
Después, fregamos las habitaciones que pensábamos utilizar con un trapo húmedo. Como
hacía años que no se utilizaba el lugar, también di a las camas y las sábanas una ráfaga de
aire caliente para matar los insectos.
La cocina estaba bastante sucia, pero Aisha consiguió dejarla presentable ella sola. De
verdad, mientras Cliff y yo limpiábamos el salón, Aisha se encargó de la mayor parte de la
limpieza de todas las habitaciones que usábamos. En comparación con nosotros, ella fue tres
veces más rápido: el Cometa Rojo, Aishar Aznablerat. Una vez hecho esto, utilizamos el resto
de nuestras raciones de viaje para prepararnos una cena ligera.
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"Felicidades por llegar a casa, Cliff."
"No lo celebres demasiado pronto. No hasta que haya conocido a mi abuelo".
Brindamos con nuestros vasos de agua y nos dimos un festín de cecina y sopa. No tenía el
sabor de una comida casera, pero era lo que había. No queríamos cargar con una tonelada de
ingredientes sobrantes, así que intentábamos consumir lo que quedaba.
"Rudeus, ¿cuál será tu plan para mañana?", preguntó Cliff.
"Primero, visitaremos la Casa de Latria".
"Ya veo. ¿Se quedarán allí mañana por la noche?"
"Creo que probablemente lo haremos".
Puede que no tuviera la reputación más generosa, pero Claire seguía siendo familia de
Zenith. No debería haber ningún problema en que nos quedáramos un tiempo. Tenía trabajo
que atender, como montar la sucursal de la Banda Mercenaria y vigilar a Cliff, así que
quedarme en casa de los Latria limitaría un poco mi libertad... pero tenía que ir primero para
estar seguro. En el peor de los casos, iría a saludar y buscaría otro sitio donde quedarme.
"Necesitaré contratar a alguien que sepa cocinar, entonces..." dijo Cliff.
"Bueno, ¿qué tal si envío a Aisha una vez cada dos días?"
"No, está bien. Ya tienen bastante trabajo", dijo Cliff encogiéndose de hombros. "De todos
modos, tengo a otra persona en mente".
Nos dieron la habitación de invitados, tres personas en un espacio reducido. Éramos familia,
así que todos cabíamos en la cama... pero Aisha y yo ya éramos adultos. La cama en sí era
bastante pequeña, ni de lejos del tamaño adecuado para que tres adultos durmieran uno al
lado del otro. Le dimos la cama a Zenith, mientras Aisha y yo dormíamos en el suelo. Hicimos
un sitio para descansar con cojines y sábanas que nos prestó Cliff. El suelo estaba
enmoquetado, así que era todo un lujo comparado con acampar fuera.
Apoyé la cabeza en la almohada y descansé de lado. Cuando lo hice, descubrí que mis ojos
se encontraban con los de Aisha, que al parecer había hecho su cama justo al lado de la mía.
"Teehee. ¿Crees que la señorita Sylphie se pondrá celosa si le digo que me acosté contigo,
Gran Hermano?".
"Vamos, lo hemos hecho muchas veces en el camino".
"Sí. Pero, ya sabes, aún así. Teehee". A Aisha le gustaba dormir acompañada, así que no
pudo contener la risa.
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Ah, qué sonrisa tan adorable. Si fuera Sylphie, me habría puesto cachondo y habría tirado
de ella para acercarla. Sylphie se habría acurrucado más en mis brazos. Pero no me hubiera
puesto cachondo por Aisha, y ella no tenía ninguna necesidad de acurrucarse en mis brazos.
Yo quería a Aisha, y Aisha me quería a mí, pero no era una relación por la que sintiera ningún
deseo sexual. Si tuviera que describir la sensación, sería algo bastante parecido a lo que sentía
por Lucie. Ya sabes. Amor familiar.
"Sé que es un poco fuera de lugar", pregunté, "pero ¿qué piensas ahora de lo que Lilia
siempre te ha estado diciendo?".
"¿Lo que mi mamá me ha estado diciendo? ¿Qué cosa?"
"Ya sabes, como que me sirve, o que me atiende, cosas así".
Aisha parecía sorprendida por la pregunta, pero luego se llevó la mano a la barbilla para
considerarlo más profundamente.
"Hmm, quiero decir que no me opongo... Pero como, es sólo un poco diferente de con la
señorita Sylphie. Como... Bueno, no estoy segura de cómo es, pero..."
"No, te entiendo. Tienes razón, es un poco diferente."
Era todo subtexto, pero más o menos nos entendíamos. Teníamos que tantear el significado
del otro.
"Me alegro de que lo entiendas. Por eso te quiero, hermano mayor", dijo Aisha mientras se
retorcía hacia mí y apretaba su cuerpo contra el mío. Era suave y cálida, realmente una buena
almohada para abrazar. Mientras disfrutaba de la sensación, Aisha preguntó algo más, como
si se le acabara de ocurrir.
"Me pregunto... ¿Me enamoraré de alguien algún día y querré tener mis propios hijos?".
Probablemente esto era lo "diferente" de antes.
"Buena pregunta. ¿Por qué no?"
"Pero con quién sería..."
Ah, ¿quién sería el amante de Aisha? Sí, no podía imaginarlo. ¿Sería el tipo perfecto para
todo, o sería totalmente inútil? Aisha probablemente podría encajar con cualquier pareja que
hiciera, pero no me veía gustándole alguien por quien tuviera que cambiar. ¿Con quién solía
pasar tiempo Aisha? La Banda Mercenaria... un montón de bestias. Aisha, ¿con esa manada
de animales salvajes? ¡No señor, no voy a entregar a mi hermanita a lo que sea que el gato
arrastró!
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Si le preguntara a Orsted, probablemente sabría con qué clase de compañero se casó
Aisha... pero creo que me abstendré. Me sentiría mal por ella si me dijera que acabará siendo
una solterona.
Ah, cierto. Debería asegurarme de algo antes de dormirme.
"Aisha, mañana llevaremos a mi madre a casa de su familia... ¿Qué harás?"
"..."
Aisha se apartó de mis brazos y tomó distancia, volviendo a donde estaba tumbada al
principio.
"Iré. Mamá no hizo que sonara opcional".
"Ya veo..."
"Sí."
Oír que Aisha estaría allí me tranquilizó. Mañana, visitaría la casa de Zenith. Pasaría por el
lanzamiento habitual y haría conexiones, pero la idea de ir a una casa de clase tan alta solo
me ponía inquieto.
"Bueno, te agradezco la ayuda".
"No te preocupes, lo tengo."
"En serio, eres un salvavidas. Y gracias por la limpieza de esta noche también. En fin,
buenas noches".
"Mmh, de nada... Buenas noches... Fwah..."
Escuché el murmullo somnoliento de Aisha mientras cerraba los ojos.
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Capítulo VIII – La Casa De Latria
LA CASA FAMILIAR DE ZENITH era enorme. Era muy parecida a como me la había
imaginado. Había una gran puerta con un par de estatuas de leones a ambos lados. Desde la
verja hasta la puerta principal discurría un largo camino empedrado, con una fuente en el centro
y setos recortados con todo tipo de formas extrañas. Detrás se alzaba una hermosa mansión
blanca. Si hubieras buscado "mansión de nobles" en la enciclopedia, ésta habría sido la foto.
Estábamos en la sección de nobles del Distrito Residencial, y en una calle flanqueada por
las casas de los más adinerados. Se parecía bastante al distrito residencial más rico de Asura.
Pero hombre, este lugar era gigantesco. La casa de Cliff me pilló por sorpresa, pero la casa
familiar de Zenith era perfecta, exactamente lo que había pensado que sería. Después de todo,
yo tenía una igual en el Reino Asura. No es por presumir, ya que era la que Ariel me dio, pero
era más o menos de este tamaño. La mansión de aquí tenía un aspecto más limpio, pero si
hablamos de consumo ostentoso, la mía era igual de ostentosa, digamos.
Por eso no tenía nada que temer. No era un gallina, ¿de acuerdo?
"Hahhh..." suspiró Aisha a mi lado. Miró la mansión con desdén.
Ahora mismo, las dos estábamos esperando delante de la puerta. Yo me había vestido con
la ropa de noble que me había puesto en casa de Cliff, mientras que Aisha llevaba su traje de
sirvienta. Zenith nos acompañaba, vestido con el mismo tipo de ropa elegante que yo.
Le pedimos a un tipo de la entrada que parecía vigilar el lugar que nos recibiera. Intenté
enseñarle la carta, pero volvió corriendo al interior de la mansión en cuanto vio la cara de
Zenith. Todavía le estábamos esperando.
"Así que... Gran Hermano. Sólo te aviso, pero la abuela no es una persona muy divertida".
"Sí, te escuché la primera vez".
Sus advertencias me estaban afectando. Aún así, creía que estaba vacunado contra la
gente horrible. Yo mismo fui una pesadilla en mi vida pasada, después de todo; casi cualquiera
sería una delicia en comparación.
Así que, sí. Tenía esto.
Aunque fuera alguien a quien no soportara, podríamos hablar del estado de Zenith y llorar
lo que ambos habíamos perdido juntos. Cualquier cosa más allá de eso podría ser demasiado
esperar, pero eso sería suficiente.
"Oh."
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Salí de mis pensamientos para encontrarme con un gran contingente de hombres y mujeres
saliendo de la mansión. No era sólo la guardia de antes; había gente con uniformes de
mayordomo y criada. Unas veinte personas en total marchaban hacia nosotros.
Las criadas se alinearon a ambos lados de la pasarela más allá de la puerta. Delante de
ellas, un mayordomo nos miraba, recto como una vara. Era la misma formación de recepción
de invitados que se vería en la casa de un rico en un dibujo animado. En el Reino Asura
también lo hacían todo el tiempo.
Cuando el guardia abrió la puerta, el mayordomo inclinó profundamente la cabeza y las

criadas no tardaron en hacer lo mismo.
"Lady Zenith, humildemente le damos la bienvenida a casa. Todos nosotros, en nuestros

corazones, hemos esperado este día".
Todos inclinaron sus cabezas ante Zenith. Sin embargo, Zenith estaba tan carente de
emoción como siempre; sus ojos ni siquiera se centraron en los sirvientes.
"Ahora bien, Sir Rudeus, la Señora espera. Por aquí, por favor".
"Muy bien, gracias."
Sin inmutarse por la falta de respuesta de Zenith, el mayordomo me saludó antes de girar
sobre sus talones para guiarme al interior de la mansión. No le dirigió la palabra a Aisha.
¿Asumía que todas las personas vestidas de sirvientas eran sirvientas? Quizá debería haberle
pedido a Aisha que se pusiera otra cosa. Algo más parecido a una hermanita. Un vestido con
volantes o algo así.
Mientras pensaba esto, crucé la pasarela y me llevaron al vestíbulo de la mansión. El interior

estaba, como era de esperar, decorado con lujosos muebles. Nada que pudiera compararse
con lo que vi en el castillo real de Asura o en el castillo de Perugius, por supuesto, pero al
menos todo era elegante.
"Ahora bien, por favor esperen aquí".
Finalmente, nos guiaron a una sala de recepción. Dentro había un par de sofás enfrentados;
una maceta en la esquina; una doncella de pie contra la pared...
Teniendo en cuenta que todo el mundo estaba "esperando" este día, seguro que no había
ni rastro de la Señora en persona. Pero tal vez lo que esperaba era saber que habíamos
llegado sanos y salvos, y ahora que lo había hecho quería arreglarse para sus invitados. Pronto
sabríamos cuál. Senté a Zenith y tomé asiento a su lado. Miré a Aisha y vi que seguía de pie
junto al brazo del sofá.
"Aisha, siéntate tú también".
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"¿Eh? Pero, eh, creo que debería estar de pie...".
"Eres mi hermana, así que deberías ser una invitada aquí. Vamos, toma asiento."
"Um... De acuerdo."
Aisha siguió mi sugerencia y se sentó al lado de Zenith.
"..."
Y durante un rato, los tres esperamos, sin mediar palabra entre nosotros. Momentos como
éste me recordaban a cuando fui a aquella entrevista en casa de Philip. Sauros había irrumpido
en la sala, había gritado a pleno pulmón y se había marchado sin más aspavientos. Era un
poco extraño lo parecido que era. Sólo esperaba que hoy fuera tan bien como aquel día...
Ahora, ¿cómo me las arreglé con Sauros? Si no recuerdo mal, tomé la iniciativa
presentándome primero. Supuse que presentarse primero era de buena educación en
cualquier mundo. Intentémoslo de nuevo hoy.
"Por aquí, señora".
Mientras terminaba ese pensamiento, la puerta se abrió. Una anciana de aspecto tenso, con
el pelo rubio moteado de blanco, entró en la habitación. La seguía un hombre corpulento y
bigotudo de mediana edad que llevaba lo que parecía una bata de laboratorio. Bastante seguro
de que aquel tipo no era la señora, me puse inmediatamente en pie, me llevé la mano al pecho
y saludé despreocupadamente.
"Es un placer sin igual conocerla, abuela. Me llamo Rudeus Greyrat. He venido hoy para
poder..."
"..."
La anciana ni siquiera me miró. Pasó por alto mi presentación y se dirigió hacia Zenith. Miró
fijamente la cara de Zenith, inspeccionándola a un paso de distancia. Había imaginado un
reencuentro reconfortante... pero la expresión pétrea de Claire echó por tierra mi fantasía.
Finalmente, Claire exhaló. Habló en un tono casi gélido: "Ésta es mi hija. Ander, por favor".
Y el hombre bigotudo se adelantó. Me dio un codazo, cogió la mano de Zenith y la puso en

pie. Luego, levantó su propia mano hacia el rostro inexpresivo de Zenith...
"¡Espera un momento! ¿Te importa decirme qué pasa?" Me apresuré a intervenir.
"Ah, mis disculpas. Soy el médico personal de Madam Claire, Ander Berkeley".
"Un placer conocerle. Soy Rudeus Greyrat. ¿Has estudiado medicina?"
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"Sí. En principio estaba aquí para una revisión programada de Madam Claire, pero me dijo
que echara un vistazo a su hija mientras tuviera la oportunidad..."
Ya veo, así que era eso. La abuela Claire debió sentirse un poco abrumada al ver a Zenith
así. Podía entenderlo totalmente.
"Bueno, si ese es el caso, entonces por favor cuida de..."
"¡¿Quién te dio permiso para sentarte?!"
Cuando estaba a punto de decir "mi madre", una voz regañona bramó desde detrás de mí.
Me tensé involuntariamente por la impresión, pero me volví para ver que Aisha se había
levantado frenéticamente del sofá.
"¡Una simple criada no permanece sentada mientras su amo está de pie! No te criaste en
un granero".
"¡Mis disculpas!", tartamudeó Aisha, inclinando la cabeza a pesar de estar al borde de las
lágrimas.
Espera. Un momento. ¿Qué demonios? Necesito recuperar el aliento. Todo esto iba
demasiado rápido. ¿Y Claire me estaba tratando como si fuera invisible? Yo también podría
haberme puesto a llorar.
"Le dije que se sentara", dije con firmeza. Eso hizo que Claire se girara lentamente y fijara
su mirada en mí. Maldita sea. Quizá no quería llamar su atención... Bueno, ya era demasiado
tarde. Era hora de seguir la corriente.
"Puede que lleve uniforme de criada, pero ante todo es mi hermana. Estoy haciendo que
atienda las necesidades de nuestra madre, así que simplemente eligió algo práctico para ese
tipo de trabajo. Me temo que es inaceptable tratarla como 'sólo' una criada".
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"Uno se viste para el puesto que se merece. En esta casa, las que visten como criadas
serán tratadas como criadas".
Al diablo con estas reglas de la casa en particular.
"Bueno, entonces, ¿cómo tratarías a alguien con ropa como la mía?"
"Te trataría apropiadamente, por supuesto."
"¿Debo suponer que tu idea de un trato "apropiado" es una completa indiferencia?".
Mientras hablaba, abrí los brazos y miré mi atuendo. No llevaba nada extraño... pensé. ¿De
dónde lo he sacado? Probablemente en algún lugar de la Sharia... ¿Debería haberme puesto
la ropa que compré en el Reino de Asura? No, esas eran para fiestas...
"No, yo... retrasé mi respuesta... porque eras un hombre al que nunca había conocido que
se presentó y me llamó 'abuela'. No ha habido escasez de estafadores haciendo lo mismo
estos últimos años. Primero determinaría si valías mi tiempo verificando la verdad".
"Ah... Bueno."
Oye, si era de dominio público que una gran mansión de lujo tenía una hija fugitiva, no era
de extrañar que la gente tratara de colarse alegando ser parientes perdidos. Puede que me
hubiera presentado, pero no había presentado ninguna prueba de mi identidad. Estas ropas ni
siquiera tenían bordado el emblema de la familia Greyrat, y cualquiera podría habérselo hecho.
Supongo que tenía razón.
"Esta es la verdadera Zenith, para estar seguro. Y recuerdo a Aisha bastante bien. ¿Pero
tienes alguna prueba de que eres mi nieto?"
Pruebas, ¿eh? Quiero decir, eso es difícil. Había traído a Zenith, a Aisha, e incluso la carta.
¿Qué más hizo ella... Espera, ¿por qué tenía que probarme a mí mismo para empezar?
"¿Es necesario?"
"¿Perdón?"
"He traído a mamá... er, a Zenith y a Aisha, e incluso la carta que recibí de ti. ¿Qué más
necesitas?"
Claire enarcó una ceja en respuesta.
"Si eso es todo, me temo que no puedo reconocerte como miembro de la Casa de Latria".
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"Muy bien. Pertenezco a la Casa de Greyrat... Soy el jefe de esa casa, y hoy es la primera
vez que piso esta propiedad. No tengo intención de afirmarme como miembro de la Casa de
Latria".
¿Como aliado de ella? Por el bien de la Banda Mercenaria, sí, eso pretendía. Pero si la otra
parte ya sospechaba de mí, tenía que ocultar mis intenciones más de lo que había planeado.
Mi primera prioridad era llevar a Zenith a casa con su familia.
Claire no pareció apreciar mi respuesta; sus ojos se entrecerraron mientras sus cejas se
crispaban por la tensión contenida.
"Para ser el 'jefe' de la Casa de Greyrat, te presentas como de mal gusto. Greyrat es una
de las Cuatro Grandes Casas de Asura... Por muy distinguida que sea la Casa de Latria, no
somos más que un conde. Sin embargo, ¿darías tu nombre en primer lugar y bajarías la cabeza
ni siquiera ante el propio Conde, sino ante la esposa del Conde?"
"Tengo la sangre de una de las Cuatro Grandes Casas, pero no soy de la rama principal, ni
tengo ningún título. Aunque me llamaba a mí mismo jefe de mi casa, eso era simplemente para
decir que soy el principal proveedor de una familia corriente que vive en la Sharia. Y por
supuesto, aunque poseyera algún tipo de estatus elevado, me parece natural mostrar cierto
respeto al conocer a mi propia abuela por primera vez."
"Hm... ¿Es así?"
Tuve la sensación de que mi explicación sólo hizo que Claire me menospreciara más. No,
no podía ser tan mala... Pero claro, esta persona colocaba el linaje familiar en un alto pedestal.
Iba a ser un fastidio, pero decidí darme una línea de defensa por si acaso.
"Puede que no tenga rango de noble, pero tengo una relación personal con Su Majestad la
Reina Ariel, que fue coronada gobernante del Reino Asura justo el año pasado. Yo mismo soy
también un subordinado del segundo de los Siete Grandes Poderes, el Dios Dragón Orsted.
Preferiría que tuvieras en cuenta esas estaciones".
No es que necesitara que me tomaran en serio, pero su interacción con Aisha cambió las
cosas. Necesitaba considerarme un igual, o al menos algo cercano a ello, para serme de
alguna utilidad.
Claire frunció los labios y levantó la barbilla en respuesta. Me miró de arriba abajo, como si
intentara decidir cuánto valía.
"Esta es mi prueba de ser el subordinado del Dios Dragón".
Saqué mi brazalete con el emblema del Dios Dragón. Después de mirarlo unos segundos,
Claire se volvió hacia un mayordomo que había estado a su lado y le preguntó algo en voz
baja. El mayordomo asintió. Le oí decir: "Efectivamente, es el emblema del Dios Dragón...". No
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creía que el Dios Dragón fuera especialmente conocido, pero este mayordomo parecía
reconocer su emblema. Por favor, no digas que podría ser fácilmente falsificado.
"Ya veo... Entendido".
Dicho esto, Claire cuadró la mandíbula y juntó las manos alrededor del estómago. Luego,
con un movimiento natural, inclinó la cabeza.
"Mi nombre es Claire Latria. Esposa del Comandante de la Compañía de Espadas de los
Caballeros del Temple, el Conde Carlisle Latria. Actualmente estoy encargada de la
administración de esta mansión. Le pido por favor que perdone mis pobres modales".
O bien demostré con éxito mi identidad, o mi actitud superó algún tipo de obstáculo. No
sabía cuál, pero daba igual. Conseguí que Claire bajara la cabeza y se disculpara.
Una Comandante de los Caballeros del Templo, ¿eh? La hermana pequeña de Zenith,
Therese, también marchaba en esas filas. Esta familia seguro que tenía profundos lazos con
ellos.
"Entonces, por favor, permítame volver a presentarme. Soy Rudeus Greyrat, hijo de Paul
Greyrat y Zenith Greyrat. Actualmente trabajo como subordinado del Dios Dragón Orsted. No
te preocupes por lo que pasó antes. Yo mismo fallé en realizar mi debida diligencia. Creo que
tu cautela estaba perfectamente justificada".
Ambos nos inclinamos el uno ante el otro, así que el asunto quedó zanjado. Uf, por fin podía
recuperar el aliento. El saludo por sí solo fue como tirar de los dientes, pero bueno, lo hice.
"Siéntese, por favor".
"Por supuesto, gracias.
Hice lo que me decían y me senté.
"En primer lugar, permítame felicitarle por su largo viaje", dijo Claire. "Había supuesto que
su viaje duraría unos cuantos años más, pero estoy muy agradecida por su rápida llegada".
Entonces, con una palmada, la puerta se abrió. Una criada que tiraba de un carro entró en
la habitación; encima del carro había un juego de té. ¿Una fiesta de té? Me parece bien. Más
le valía prepararse para salir volando de su asiento con la técnica del té explosivo que dominé
en la fortaleza flotante.
Pero antes de eso, pensé en dejar que Aisha se sentara. No era una criada, era mi hermana.
No podía permitir que fuera recibida como algo menos que una invitada, así que tenía que ser
firme al respecto.
"Aisha, siéntate tú también."
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"¿Eh? Pero..."
"Hoy no eres una criada. Has venido aquí como mi pariente, así que por favor, siéntate".
Aisha miró a Claire de un lado a otro mientras se acomodaba lentamente en su asiento.

Claire no dijo ni una palabra; sólo respondió con un movimiento de cejas. Parecía que iba a
dejarlo estar. Pero claro; al fin y al cabo, Aisha pertenecía a mi familia, así que no le
correspondía a Claire permitirlo o prohibirlo.
Miré a Zenith. Parecía que el médico seguía inspeccionándola; ahora le estaba mirando los
ojos y la lengua. No creía que fuera a encontrar lo que le pasaba, pero no pasaba nada por
intentarlo. Claire probablemente quería que un médico de su confianza echara un vistazo
primero antes de creerle a un extraño que Zenith había perdido la memoria.
"Hemos hecho todo lo posible para intentar curar a mamá, pero no hemos tenido suerte".
"Bueno... puedo imaginar como un pueblo de segunda tiene muy pocas opciones".
Ooh, ahora son palabras de pelea. ¿A qué llama pueblo atrasado, señora?
Pero, por supuesto, había previsto que ella diría ese tipo de cosas. No hay sorpresas aquí.
"La magia curativa de Sharia puede ser un poco menos avanzada que la de Millis... pero la
hice examinar por Orsted, un hombre familiarizado con todas las ramas de la magia, y
Perugius, un experto en teletransportación e invocación".
"¿Perugius? ¿Uno de los tres héroes legendarios? Hm... No estoy seguro de encontrarlo
plausible".
Me lo imaginaba. Podía entender por qué no me creía. Dicho esto, no podía meterlo
exactamente en mis maletas para un viaje familiar; de todos modos, yo sólo iba de su mano.
En cualquier caso, pensaba quedarme en Millishion unos meses. Tiempo suficiente para que
Claire aceptara que no había tratamiento para la enfermedad de Zenith. Sólo esperaba que no
insistieran en intentar algo drástico antes de llegar a esa conclusión.
"Por cierto... ¿qué hay de Norn?"
Esperaba que siguiéramos hablando de mamá un poco más, pero Claire cambió de repente.
Norn, ¿eh?
"Actualmente está matriculada en la Universidad de Magia de Ranoa. Está bastante

ocupada con sus tareas escolares, así que la dejé para que continuara sus estudios".
"¿Es así? Tenía la impresión de que la chica era una fracasada nata, pero ¿está haciendo
algo por sí misma?".
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"Lo está haciendo bien, sí. Actualmente es la presidenta del consejo estudiantil, así que, en
todo caso, está en lo más alto de la escuela".
Puede que le diera un poco de vueltas al asunto, pero Claire parecía sorprendida. No
esperaba que pensara tan mal de Norn. Supongo que podía entenderlo si la comparaba con
Aisha.
"Ya veo. ¿Cuáles son sus planes después de la graduación?"
"Aún no lo ha decidido".
"¿Y el matrimonio?"
"Me temo que el romance le es ajeno".
Claire frunció el ceño. ¿Había dicho algo que la ofendiera?
"En ese caso, vendrá aquí cuando se gradúe", ordenó, sin dejar lugar a discusiones. ¿Tenía
en cuenta la distancia entre Sharia y aquí? Un viaje de ida y vuelta llevaría años... Bueno, tenía
el círculo de teletransporte, así que podría arreglárselas en una semana.
"No me opondría, pero..."
"No puedo imaginar que ella encuentre un pretendiente medio decente en un país atrasado
como el Reino de Ranoa, así que arreglaré el emparejamiento apropiado".
Hm. ¿Qué quiso decir con eso? ¿"Arreglar" qué?
"¿Quieres decir que harás que Norn se case con alguien?"
"Eso es exactamente lo que quiero decir. Si ella no tiene un futuro establecido y el cabeza
de familia no arregla el asunto, entonces yo mismo asumiré el deber."
"Espera un momento. ¿No deberías pedir la opinión de Norn para...?"
"¿De qué estás hablando? ¿No es el deber del cabeza de familia asegurarse de que las
mujeres de su casa se casen?"
Um... ¿Lo es? Miré a Aisha en busca de respuesta. Ella simplemente se encogió de
hombros, su actitud parecía decir: "Sí, más o menos". ¿Quizá era así como hacían las cosas
los nobles del País Sagrado de Millis?
Ah. Cierto. Incluso en mi antigua vida, había una parte de la sociedad en la que los padres
decidían con quién se casarían sus hijos. Nunca tuvo sentido para mí, pero podría haber sido
una idea más común de lo que me había dado cuenta.
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Pero yo no dirigía mi casa así. Por supuesto, si Norn me decía que quería casarse y
necesitaba mi ayuda para encontrar a alguien, con mucho gusto le prepararía una cita a ciegas.
Pero fuera de eso, quería que fuera libre de hacer lo que quisiera.
"Asumiré la responsabilidad del futuro de Norn", dije. Pensé que era mejor dejarlo claro.
"Ya veo, muy bien... Tú eres el jefe de la casa, así que espero que hagas tu trabajo".
Ah, condescendencia mordaz. Parecía usarla mucho, ¿no? Podía sentir cómo me miraba
con desprecio. Mantén la calma, Rudeus. Todo esto era normal. Sabía que iba a ser difícil. Y,
además, no iba a cambiarla; oponerme a eso solo iniciaría una pelea por algo en lo que nunca
coincidiríamos. Era la primera vez que nos veíamos, así que teníamos que empezar por
entendernos. Después podría hacer mis peticiones.
"Creo que he terminado."
Mientras respiraba hondo, Ander regresó con Zenith. Aisha se puso en acción para guiarla
hasta el sofá.
"¿Cómo fue?"
"Su cuerpo es la definición de salud. Tan sano que parece más joven que su edad".
Eso dijo el doctor. Bien hecho, Zenith. ¡Pareces más joven sin ni siquiera una rutina de
cuidado de la piel! O, espera, ¿eso fue una mala señal? ¿Algo de lo que preocuparse? Como,
¿tal vez fue un efecto secundario de una maldición?
"Tengo algunas preguntas para la familia. ¿Puedo?"
"Por supuesto, pregunta lo que quieras."
"Muy bien. Primero..."
Sus preguntas cubrían todas las bases. Algunas se referían a su salud física: qué comía
normalmente y en qué raciones, cuánto ejercicio hacía, tenía su época del mes, cosas así.
Otras se referían a su salud mental: cómo era de independiente en la vida diaria, cuáles eran
sus hábitos habituales, si se autolesionaba, etc. Todas eran preguntas de tipo médico, por lo
que el médico le preguntaba por su salud mental. Todas eran preguntas de médico, así que
no dudé en soltar todo lo que sabía, y Aisha intervino cuando fue necesario para aportar más
información. Probablemente habríamos podido dar una imagen aún más completa si Lilia
hubiera estado aquí, pero no estaba. Lo hicimos lo mejor que pudimos.
"Ya veo, muy bien", dijo Ander mientras asentía y tomaba notas de todas mis respuestas.
Cuando terminó, se dirigió a Claire, donde los dos murmuraban algo entre ellos.
"¿Y bien?" preguntó Claire.
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"Hmm, sí. Creo que no habrá problemas", respondió Ander. "Siempre y cuando una sirvienta
personal la atienda, al menos. No hay signos de enfermedad o lesión. Su estado de ánimo
también es estable".
"¿Y la fertilidad?"
"Tiene su época del mes, así que supongo que es capaz... Para ello habría que atenderla
un poco más, pero debería ser posible".
"Maravilloso."
¿Qué tenía eso de "maravilloso"? Tuve la sensación de que no me iba a gustar de lo que
estaban hablando.
"Si no te conociera mejor, diría que suenas como si estuvieras planeando que mi madre se
vuelva a casar", bromeé.
Mi intención era bromear. Pero la mirada de Claire cuando se volvió hacia mí era fría como
el hielo. Fría como el hielo, pero con una fuerza de voluntad increíble. Era una mirada que
exigía obediencia y no aceptaba un no por respuesta.
"Aquí, en el País Sagrado de Millis, el valor de una mujer se decide por su capacidad para
tener hijos. Las que no pueden, a veces ni siquiera son consideradas humanas".
Espera, retrocedamos un poco. Ella no negó lo que dije, pero... no puede ser, ¿verdad? No,
cálmate. No lo negó, pero tampoco lo confirmó. Sólo dijo las creencias típicas de su nación.
Nadie vería a alguien como menos que humano por no poder dar a luz; simplemente sonaba
creíble porque venía de una anciana con tanta autoridad.
"Ah, antes de que se me olvide. Ustedes dos, corten lazos con ese sacerdote papalista".
"Yo... ¿Eh?"
"Estoy al tanto de que ustedes dos conocen a un sacerdote papalista."
Otro cambio de tema. Empezaba a desorientarme. Quizá fue el tono brusco de Claire lo que
me impidió tomar el control de la conversación. O puede que saludarla primero me echara para
atrás. Este era su territorio, no el mío.
"Es cierto que tengo una relación amistosa con Cliff... pero ¿por qué sería necesario cortar
lazos con él?".
"La Casa de Latria actualmente opera del lado de los cardenalistas. Te prohíbo fraternizar
con un papalista".
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Entonces, ¿"cardenalista" significaba expulsor de demonios? Me preguntaba quién era el
cardenal más importante.
"Quiero decir... no tengo intención de alinearme con los papalistas, ¿así que eso no
bastaría?".
"No, te lo prohíbo. Si vas a quedarte en esta casa, entonces seguirás las reglas de esta
casa".
Hmm. Hmmmm. Bueno, sí, probablemente acabaría alineándome con los papalistas una
vez que Cliff hubiera obtenido cierto nivel de estatus. Si estaba al tanto de mis planes e
intentaba ganar algo de influencia sobre mí, potencialmente podría ser un poco más
comprensivo. Pero tuve la sensación de que no era de ahí de donde venía...
"Cliff ha sido de gran ayuda para mí en la escuela. Estoy seguro de que Norn podría decir
lo mismo... Seguramente una simple amistad no haría ningún daño, ¿no?"
"Inaceptable. Si insistes en confraternizar con este sacerdote papalista, entonces no te

permitiré quedarte en esta casa."
Ni hablar. De acuerdo. Entiendo. Bien, entonces. Por ahora, pasaría la noche en otro lugar.
Sí, estaba bien. No enojado. Ni siquiera un poco. Teniendo una completamente normal por
aquí. Tranquilidad era mi segundo nombre. Nada por lo que preocuparse. Me habían dicho
una y otra vez que este era el tipo de persona que era Claire. Estaba preparado para esto.
Puede que no estuviera dentro de mis cálculos que ella se metiera en mis amistades
personales... pero bueno, éramos como el perro y el gato. Simplemente no podíamos llevarnos
bien. Eso era todo.
Ahora, para despedirme cortésmente y salir de esta casa sin empezar una pelea...
"Deja a Zenith aquí y vete de una vez."
Mi mente se detuvo.
"Para que quede claro, te permitiré entrar en las instalaciones de esta mansión en el futuro,
pero en última instancia, como un extraño a este hou-"
"¿Qué quieres decir con 'déjala aquí'? ¿Qué quieres decir con eso?"
Las palabras que salieron de mi boca fueron una respuesta a lo que ella había dicho una
frase antes; mi cerebro tardó unos segundos en volver a funcionar.
Claire se interrumpió, me miró y respondió con una mirada gélida.
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"Dado lo que ha sido de ella, no tengo otra opción. Puede que sólo sea esto, pero si puede
tener hijos, el matrimonio sigue siendo una opción".
Se me secó la boca. Mi visión periférica se oscureció, como si me cubriera una niebla

oscura.
"..."
¿De qué coño estás hablando? Alguien gritó.
Era yo. Estaba gritando.
No puede ser, sólo decías las creencias de la nación, ¿verdad? ¡¿Realmente querías decir
esa mierda?!
O, así continuaban los gritos. Excepto que las palabras no salían. Mi boca hizo los
movimientos sin emitir un solo sonido.
"Haré que esta chica se case con un noble cardenalicio. Puede que lleve unos cuantos
divorcios, pero deberíamos encontrarle una pareja permanente".
Claire obligaría a casarse a una persona que ni siquiera podía comunicar sus propias
opiniones. Claire diría que su propia hija era "sólo esto". Como si fuera sólo un objeto.
"Su buena salud es todo un resquicio de esperanza."
Nunca había oído el sonido de un vaso sanguíneo estallando. Por supuesto que no, porque
no era audible. Era sólo un efecto de sonido de dibujos animados, una forma de hablar. Podría
haber imaginado que lo oía cada vez que enfadaba a Eris, pero como solía desmayarme poco
después, no recordaba gran cosa.
Hoy lo he oído. Sin duda alguna.
◇◇◇
Lo siguiente que recuerdo es que el sol se había puesto y yo llevaba a Zenith de la mano.
No recordaba mucho de lo que pasó después de aquel ruido. Recordaba haber gritado, pero
no sabía muy bien qué había gritado. Lo que sí sabía con certeza era que de mi boca habían
salido insultos que estaban muy lejos de mi vocabulario cotidiano. Recordaba los ojos de Claire
abriéndose de par en par. Recordé a las criadas asomándose para ver qué era aquel alboroto.
Recordé que declaré que me iría, que levanté a Zenith de la mano y que Claire tuvo el valor
de decir: "No lo harás". Si Zenith estuviera cuerda, estaría de acuerdo". Esas palabras estaban
echando aceite a la llama que era mi corazón, quemando lo que quedaba de mi autocontrol;
apreté los puños y me preparé para lanzar un hechizo. Eso era lo que recordaba.
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Pero justo entonces, oí a Aisha decir: "Sic 'em, Bro", lo que me devolvió parte de mis
sentidos. Claire ya había llamado a los guardias, así que los espanté, grité que la Casa de
Latria estaba muerta para mí y los míos, y salí corriendo.
"Uf..."
En algún momento, descubrimos que habíamos vuelto a la frontera del Distrito Divino. Mi
rabia hizo que sintiera que mi visión daba vueltas. Nunca imaginé que escucharía algo tan
repugnante con mis propios oídos. Hijo de puta. "Resquicio de esperanza", una mierda. No
debería haber venido. Podría haber pasado toda mi vida sin oír eso.
¿Quién murió y coronó rey a ese viejo murciélago? Mira. Cualquiera se sentiría un poco
asqueado si un tipo que no conoces te llamara su abuela. ¿No tienes ganas de responder a
mi primera presentación? Claro. No lo hagas. Incluso podía entender lo de conseguirle un
marido a Norn. Había oído que los ricos y poderosos arreglaban sus matrimonios en mi antigua
vida, también. Sólo hacían lo que se esperaba en su clase y cultura. De acuerdo.
Sí, lo entiendo.
Pero lo que dijo sobre el Zenith se pasó de la raya. Mi madre tenía amnesia y ni siquiera
podía cuidar de sus propias necesidades básicas. ¿Qué hay de malo en alguien que
consideraría casarse con ella? ¿Y hablar de su "buena salud"? ¿Sobre cómo era el "resquicio
de esperanza" que ella tuviera su momento del mes? ¿Harías que Zenith se casara para que
la cuidaran durante el día y se metieran con ella por la noche? Sí, sabía cómo llamar a eso.
Una muñeca sexual humana.
Y si se quedaba embarazada, ¿entonces qué? ¿Daría a luz? ¿De verdad crees que sería
capaz de eso? Incluso si pudiera, ¿dónde estaba el consentimiento de Zenith en todo esto?
Demonios, ¿qué hay de mis sentimientos? ¿Cómo crees que se sentirían los niños que dejaría
atrás? ¡¿Por qué tomas a la madre de un hombre?! ¡¿Por qué le quitas a tu propia hija?! ¿Era
tu hija una herramienta para ti? ¿Sólo una cosa para ser usada, una máquina de hacer bebés?
¡Ni siquiera bromees con eso!
No podía recordar la última vez que algo me hizo enojar tanto. ¡"Claire", una mierda! ¡Vete
a llenarte de crema, pastelito francés!
"Uf..."
Había llegado a un insulto tan extraño que me calmé un poco. También oí que mi estómago
empezaba a rugir. Cierto, tenía hambre; no había comido nada en el almuerzo. Me apetecía
cualquier cosa además de bollería.
"U-um, ¿Hermano Mayor?"
Me di la vuelta al oír mi nombre y me encontré con Aisha de pie, inquieta. Parecía

preocupada, como si no supiera qué decir.
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"Aisha".
Sin mediar palabra, extendí el brazo y la abracé. Ella no dudó en acercarse.
Ahora sabía por qué Aisha, Norn y Lilia arrastraban tanto los pies. No podía culparlas; claro
que no querrían revivir aquello. No sabía por lo que habían pasado Aisha y Norn mientras
crecían con ella, pero ahora comprendía que debían de arrastrar recuerdos horribles.
"Siento haberte traído".
"N-no, está bien. Pero, bueno, no hiciste tu conexión, ¿verdad?".
¿Kuh-nek-shuhn? ¿Confección? ¿Convección?
Conexión.
Ah, sí. Esperaba tener la ayuda de la Casa de Latria para construir la Banda Mercenaria.
"Oh bien, viviremos. Prefiero hacerlo solo que tener ayuda de ella..."
Podría hacer conexiones con alguien más. Tal vez podría pedirle a Cliff que hablara bien de
mí con su abuelo... Tal vez no le impresionara que ya le pidiera favores, pero sería una
revancha para Claire. Y si eso no iba a ninguna parte, entonces lo haría, solo.
De cualquier manera, estaba cansado. Quería irme a casa y dormir... Ah, ahora que lo
pienso, no tenía dónde quedarme, ¿verdad? Sería medianoche cuando llegáramos al Distrito
de los Aventureros y consiguiéramos una habitación, y no quería hacer caminar tanto a Zenith.
De acuerdo, bien. Pediría quedarme con Cliff otra vez.
Decidido esto, volvimos a casa de Cliff.
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Capítulo IX – Sede De La Iglesia De Millis
UNA VEZ CONCLUIDO MI MALGASTADO encuentro con Claire, regresé a la residencia de
Cliff con el ánimo por los suelos. Lo que vi al llegar me dejó sin aliento. Dentro de la casa, vi a
Cliff y a una mujer que nunca antes había visto abrazados.
La mujer tenía un aire humilde. Era menuda, pecosa y tenía el pelo castaño, corto y brillante.
Era esbelta en general, pero tenía una dulzura real, como si nunca hubiera tenido una
preocupación en su vida y eso la hubiera hecho dulce.
Se parecía a Elinalise, pero era diferente. Si Elinalise era una gata en celo, esta chica era
una perra esterilizada. Pero esto es lo que realmente me afectó: No conocía a esta chica.
Tú no, Cliff. No después de todos esos sermones que me diste sobre lo mismo... ¿De verdad
dejaste atrás a Elinalise por esto? ¿Qué hay del corazón de Elinalise? Puede que haya sido
una cachonda, pero es la madre de tu hijo... ¿Aguantaste una vela por otra persona?
Cliff, por favor, dime que no es verdad. La Casa de Latria acaba de decepcionarme, así que
si no eres quien yo creía, no sabría en qué creer. Ah, maldición, ¿qué pasó con el amor
verdadero? Oh Sylphie, Roxy, Eris, cualquiera, te lo ruego, acércate a mí y susúrrame dulces
palabras al oído para que pueda seguir adelante...
"Oh, Rudeus, buen momento. ¿Podrías poner la caja encima de ese estante? No somos tan
altos como para alcanzarla ni con un taburete".
"Oh, claro."
Cliff se había desenredado de la chica en algún momento mientras yo narraba el avance de

mi próximo episodio. Ni siquiera se había ruborizado ni nada. Al parecer, simplemente la agarró
cuando casi se cae de su taburete.
"Wendy, ¿están bien tus tobillos?"
"Sí, estoy bien. Gracias".
Tuvieron una conversación normal y aburrida mientras yo bajaba la caja. Le quité el último
polvo de ayer y se la di a Cliff.
"Lo siento. Creo que es esto... Sí, lo es. Menos mal, ahora mañana estaré bien".
Cliff sacó de la caja lo que parecía un parche planchado. Era el emblema de la iglesia de
Millis. Supongo que lo necesitaba para el trabajo.
"En fin, Rudeus, ¿qué te trae por aquí? ¿No ibas a pasar la noche en casa de los Latria?".
Aquella pregunta me hizo inclinarme hacia él; quería contarle a Cliff todo sobre aquel circo.
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"Sí, sobre eso. Escucha esto..."
Dejé que mi furia tomara el timón mientras le relataba a Cliff todos los acontecimientos del
día. Sobre cómo fui a la Casa de Latria. Sobre lo que Claire dijo y cómo actuó. De cómo no
pude soportar la indignidad y me enfurecí, abandonando la mansión inmediatamente después.
Estaba un poco más calmado, pero apenas podía contener mi ira. Sólo pensarlo me cabreaba
de nuevo.
"Hmm..."
La cara de Cliff se endureció al escucharme. Era un santo entre los santos, así que estaba
segura de que me apoyaría en esto.
"Es cierto que los nobles de Millis tienen una tradición en la que los padres deciden las
parejas matrimoniales de sus hijos, e incluso hay quien dice que tener hijos es lo que convierte
a una mujer en mujer... pero incluso a mí me parece cuestionable casar a alguien que no puede
hablar por sí misma".
"Lo sé, ¿verdad?"
Era inhumano. Era francamente monstruoso. Me considero difícil de escandalizar, pero

incluso yo no podía pasar por alto eso. No podía creer que esa persona fuera la madre de
Zenith. ¿Dónde está Dios en todo esto? Espera, cierto, ella estaba en la Ciudad Mágica de
Sharia.
"Quizás deberíamos considerar que Madam Claire podría estar en shock, dado lo que le
pasó a su hija, y tan repentinamente. Imagina que le pasara a tu propio hijo... Podrías
entenderlo, ¿no?".
Cliff parecía intentar razonar conmigo. Una parte de mí esperaba que compartiera mi
enfado. Pero desde la perspectiva de Cliff, tenía que haber otra versión de la historia. Debía
de querer mantener la calma y pensar en ello desde el otro punto de vista.
Así que lo pensé un poco. Mis propios hijos, ¿eh? Tal vez Lucie... No, todavía era un poco
difícil de imaginar para ella. Lo intenté con Norn en su lugar. Digamos que Norn se fue de viaje
en cuanto terminó la celebración de su mayoría de edad; justo cuando creo que ha vuelto, su
personalidad está muerta. Y lo que es peor, vino con el hijo de un hombre al que no conocía y
con el hijo de una amante con la que no tenía lazos de sangre. Sin duda estaría en estado de
shock. Querría hacer algo por ella...
Pero.
"Por muy conmocionado que estuviera alguien, no veo cómo se le ocurriría obligar a mamá
a volver a casarse".
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"Esto puede no ser tan insensible como piensas. Dejando a un lado el tema de los hijos,
casarla con un noble aseguraría que se ocuparan de ella. Incluso después de la muerte de los
padres."
Esa no fue la conversación que tuvimos. Era más como si ella quisiera reciclar una
herramienta porque aún le quedaba algo de utilidad. Hablábamos de mi madre. Su propia hija,
a quien traje hasta aquí. En serio, ¿cuál era su problema? Lo juro...
Podía recordar la cara de Claire cuando me volví loco en su mansión. Incluso cuando las
ondas de choque de mi Cañón de Piedra enviaron a sus guardias volando por los pasillos, ella
estaba fría. Como si no pudiera entender por qué este patán estaba destrozando el lugar por
nada.
Para ser justos, vi mis recuerdos a través de mi propio filtro. Claire podría haberse quedado
desconcertada, con la cara simplemente congelada por el miedo. Pero eso no cambió las
palabras que salieron de su boca de antemano.
"Aún así, entiendo la situación en la que te encuentras. Eres libre de usar mi casa como
desees".
"Muchas gracias, Cliff".
"Este es territorio papal. Incluso si la Casa de Latria desea hacer un movimiento, no podrán
tocarte aquí".
La seguridad de Cliff me hizo darme cuenta de que en realidad no había considerado la

posibilidad de represalias por parte de los Latria. Por lo que a mí respecta, Claire y yo habíamos
terminado; no volveríamos a vernos nunca más. Pero la Casa de Latria podría tener sus
propias ideas. Podrían intentar recuperar a Zenith. Si esa era la situación, necesitábamos llevar
a Zenith a Sharia.
"Sería una pena que tu madre tuviera que dar media vuelta justo después de llegar a su
ciudad natal", dijo Cliff.
"Hrm..."
Millis era la ciudad natal de Zenith. Ahora que Cliff lo mencionaba, estaba seguro de que
ella preferiría quedarse un poco más. Si hubiera podido sacar tiempo para ello, me habría
encantado llevarla a conocer todos los lugares de interés.
"Pero aún así..."
"Las necesidades de Zenith serán atendidas mientras estés fuera", dijo Cliff, volviéndose
hacia la chica nueva. "Puede que sea un poco torpe, pero puedes confiar en ella".
"Oh, Cliff, sobre eso... ¿quién es ella?"
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"Ah, mis disculpas. Olvidé presentártela. Se llama Wendy. Si tuviera que describirla... Sí,
diría que nuestra relación es parecida a la que tienes con Sylphie".
"Ya veo. Lo entiendo perfectamente".
Una relación como la mía y la de Sylphie... Ya veo, así que así era. Hasta el último misterio
había sido resuelto. Abrir la caja del gato reveló que, en efecto, sólo prevalecía una verdad.
"No te preocupes, no te delataré con Elinalise."
"No, espera. Espera. No saques conclusiones precipitadas, no es así".
Cliff se apresuró a explicar lo que quería decir. Mientras Cliff se ocupaba del papeleo en la
sede de la iglesia, también estaba instalando su casa. Una de las cosas que al parecer
necesitaba era un ayudante, lo que llevó a Cliff al orfanato en el que solía vivir. Como parte del
programa de formación laboral del orfanato, éste enseñaba a sus niños a cocinar y a realizar
tareas domésticas, así que Cliff reclutó a una de allí.
"Wendy era la niña mayor de allí. De hecho, casi ha llegado a la edad en que tendrá que
dejar el orfanato. Esa no fue la razón por la que la elegí, per se, pero por ahora, se desplazará
hasta aquí para ayudar con la casa. Hacer las tareas domésticas aquí también le dará
experiencia laboral real".
Así que, más o menos, la contrataron como interna. Trabajar en casa de Cliff, el nieto del
Papa, impresionaría a futuros empleadores. Ella tendría una ventaja en la búsqueda de
empleo.
"Soy Wendy. Puedo encargarme de todo tipo de tareas domésticas. Es un placer conocerte".
"Igual que Sylphie", dice. Esa frase me hizo pensar que estaba pasando algo escandaloso,
pero básicamente, eran viejas amigas que solían jugar juntas de niñas. Aunque no sabía la
edad exacta de Wendy, tenía que preguntarme si Cliff no tendría un momento de debilidad con
esta jovencita...
No, Cliff estaría bien. No era como si fuera yo o algo así.
"..."
De todos modos, salir furioso de la casa de los Latria fue un gran contratiempo. En este
punto, podría ser mejor parar y llevar a Zenith a casa antes de continuar. Pero después de que
la objetivación de Zenith por parte de Claire me hiciera flipar tanto, al menos quería darle un
agradable paseo por la ciudad conmigo... Uf, ¿estaba siendo descuidado? Tal vez debería
esperar a que Cliff se estableciera primero. Entonces podríamos formar un equipo y derribar a
la Casa de Latria varios palos, y entonces podríamos arriesgarnos así. Cierto, no había
garantías de que las cosas salieran tan bien...
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True Flames Project
"Aisha", pregunté, "¿Qué piensas?"
"Eh... ¿Eh?"
En caso de duda, háblalo. Quería escuchar la opinión de Aisha.
"¿Crees que deberíamos llevar a mamá a casa y volver? ¿O crees que deberíamos
quedarnos un tiempo en esta casa y dejarla hacer turismo por la ciudad cuando encontremos
tiempo?".
Tras mi pregunta, Aisha se cruzó de brazos para pensar. Pero no por mucho tiempo; pronto
levantó la cabeza y miró hacia Cliff.
"¿Es realmente esta casa un lugar seguro?".
"Sí. Puede que sea pequeña, pero los Latrias no podrán tocarnos aquí. No sin causar un
gran revuelo".
"¿Cuáles son las posibilidades de que los Latria hagan un movimiento sabiendo muy bien
cuáles son las consecuencias?"
"Pocas o ninguna, supongo. Esa casa tiene su propia reputación en juego".
Reputación, ¿eh? Dado lo mucho que le importaba el linaje a esa anciana, sin duda lo
tendría en cuenta. Podría ser terca y podrida hasta la médula, pero no era idiota.
"Creo que estaremos bien", concluyó Aisha mientras desplegaba los brazos. "Es sólo una
corazonada, pero no creo que esa casa... esa persona vea mucho valor en la Madre Zenith
después de lo que le pasó. Eso creo".
Tenía razón. Los Latrias seguramente no iban a usar a Zenith como parte clave de ningún
plan. Cliff lo dijo antes; casarse con alguien que ni siquiera podía hablar podría haber encajado
en los valores de la nación, pero levantaría cejas. Y teniendo en cuenta que los cónyuges
serían forzados el uno al otro, era difícil imaginar que los lazos de su matrimonio fueran
terriblemente fuertes.
Quizá quería rentabilizar su inversión en el Escuadrón de Búsqueda y Rescate de Fittoa,

pero si era así, podía pasarme la factura. Dame un número y le pagaré para que se vaya. Era
seguro decir que no tenían absolutamente ningún vínculo emocional. Si así fuera, entonces no
había forma de que ella hubiera tratado a Zenith como una cosa.
"Creo que hoy les enseñé que deben tenerte miedo, Hermano Mayor. Tampoco enviaron a
nadie a perseguirnos. No creo que le tengan mucho cariño a la Madre Zenith".
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Se estaban haciendo puntos. Nos tomamos nuestro tiempo para volver de casa de los Latria,
y aun así, nadie vino a por nosotros. Claire podría haberme denunciado fácilmente y haber
hecho que los soldados me persiguieran. No sabía si me temía o simplemente había dejado
de importarle, pero conocía la relación que tenía con Cliff. Aunque no tenía ni idea de dónde
había sacado esa información... el hecho era que, dado lo sucedido, habría sido fácil adivinar
que esta casa sería mi escondite. Y aún así, nos dejó solos.
"Una cosa sería si fuera un lugar en el que pudieran hacer algo, pero estamos bajo
protección en territorio enemigo. Creo que estaremos bien".
"Ya veo."
Era de alto riesgo y baja recompensa. Con apuestas como esa, era difícil imaginar que
intentaran recuperar el Zenith por la fuerza. Bien hecho, Aisha. Realmente lo pensaste bien.
"En ese caso, Rudeus", dijo Cliff, "me reuniré con mi abuelo mañana, ¿te gustaría venir?
Causar problemas con la Casa de Latria seguramente dificultará tus futuros esfuerzos en este
país... Estoy seguro de que quieres conexiones, ¿no?".
"¿Estás seguro?"
"Por supuesto, depende de ti si consigues el respaldo de mi abuelo. Te presentaré, pero no

haré más".
"Por supuesto".
Cliff había rechazado mi ayuda, y yo no tenía intención de prestársela directamente. No

estaba seguro de hasta qué punto estaría dispuesto a reconocerme profesionalmente. Suponía
que presentar a la gente para reclutarla como aliada era una intervención que Cliff no quería
que yo hiciera. Pero parecía que Cliff estaba dispuesto a tragarse su orgullo y presentarme de
todos modos.
Ayudar al Zenith era importante, pero también tenía que avanzar en la construcción de la
Banda Mercenaria. Contar con el apoyo del Papa serviría para ambos objetivos. No necesitaba
exactamente que el Papa protegiera personalmente a Zenith; simplemente tener una conexión
con él haría difícil que interfirieran.
"Sería un honor", respondí tras terminar mis cálculos. Incliné la cabeza hacia Cliff.
Tenía otras cosas que hacer aquí en Millis, así que tenía que animarme y volver a ello.
◇◇◇
Al día siguiente. Después del desayuno, me dirigí a la sede de la iglesia. Dejé a Aisha y a
Zenith en casa.
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La sede de la iglesia, al ser un edificio de color dorado con una cebolla gigante en lo alto,
era un poco difícil de pasar por alto. La tranquilidad tan apreciada en el País Sagrado de Millis
se reflejaba en los muchos tonos de blanco y plata que lo envolvían. Y luego estaba este único
y brillante edificio con su payasa chabacanería. Y con esa cebolla dorada encima, todo
sobresalía. Hortera.
Desde lejos, no estaba tan mal. Parecía un acento dorado en lo alto de su entorno blanco y
plateado. Pero una vez que se acercó, el efecto se vino abajo. Venía de otro planeta.
Pero una casa cutre no tenía por qué reflejarse en su residente. Al fin y al cabo, era la sede
de la Iglesia de Millis. Básicamente estaba llena de Cliffs mejorados, recién salidos de la
cadena de producción. Podía parecer de mal gusto, pero el hecho de que seguramente sólo el
más puro de los santos viviera dentro... estaba lejos de estar garantizado. Yo lo sabía.
En mi vida pasada, todo el mundo sabía que los políticos y los líderes religiosos eran los
más corrompidos por el dinero. Al menos, así lo veía yo. Parecía ser cierto para este mundo,
también. Y la gente que tenía tanto poder que ni siquiera intentaba fingirlo, al final siempre se
quedaba enmascarada. Por otra parte, mantener a esa multitud a distancia no debería plantear
ningún problema.
Respiré hondo y me preparé para promocionarme. Alardearía de mis profundos lazos con
Orsted y Ariel para parecer grande. Creo que ese fue uno de mis fracasos en casa de los
Latria; podría haber sido la razón por la que Claire me menospreció hasta que todo se fue al
infierno.
Pero hoy, yo sería el hombre más interesante del mundo. Para él. Por eso vine vestido de
etiqueta; era lo que me ponía cuando iba en serio. Yo era la Mano Derecha del Dios Dragón,
Rudeus Greyrat. Hablé un poco de mí mismo en mi cabeza.
"Mis disculpas, pero no puedo dejar entrar a nadie que no tenga permiso".
Me pararon en la entrada de uno de los edificios. Emoji triste.
"¿Eh? ¿No basta con mi permiso de entrada? Juraría que antes los compañeros podían
entrar con uno...".
"La norma siempre ha sido una persona por permiso".
"Ya veo. Hmm. Supongo que la gente miraba para otro lado desde que yo era un niño
entonces..."
Cliff miró el parche que había encontrado anoche con expresión preocupada. Al parecer,
ése era el permiso. En ese momento llevaba puesta su vestimenta oficial de la Iglesia de Millis.
El parche había sido cosido anoche en el pecho de la vestimenta.
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"Usted ya tiene un permiso, Reverendo Cliff, así que creo que puede pedir que emitan un
permiso temporal dentro".
"Ah... Sí, así es. Mis disculpas, Rudeus. Te conseguiré un permiso, así que espérame aquí",
dijo Cliff disculpándose.
"Lo comprendo. No tengo prisa, así que tómese su tiempo".
Hice lo que me dijeron y vi cómo Cliff desaparecía dentro. Tropecé en el primer obstáculo...
pero bueno, al menos no me echaron antes de la pistola de arranque. Decidí dar una vuelta
por el complejo un rato.
El complejo era amplio y el edificio enorme. Era fácilmente cuatro veces el tamaño de la
casa de los Latria. El edificio tenía cuatro pisos de altura y, a vista de pájaro, todo el lugar
estaba estructurado como un diamante sobre un cuadrado. Es decir, en lugar de superponerse
para formar un octógono, un cuadrado estaba encajado dentro del otro. El diamante estaba
dentro del cuadrado.
El cuadrado exterior era el edificio de oficinas de la sede de la Iglesia. Probablemente era

allí donde todos los oficinistas relacionados con la iglesia y los sacerdotes regulares
empujaban su papel. Parecían tramitar permisos de conversión religiosa, solicitudes de
arreglos funerarios e incluso ventas de amuletos simbólicos. Aquél era el cuartel general para
usted; si tenía algún asunto con la Iglesia de Millis, éste era el lugar para ello.
El diamante interior albergaba el espacio residencial y de oficinas de la Curia de la Iglesia

de Millis. Incluso tenía estatuas sagradas y templos. Por regla general, sólo se permitía la
entrada a los más altos mandos; ni siquiera a los oficinistas se les informaba de lo que allí
ocurría. Era el núcleo de la Iglesia de Millis. No era de extrañar que se necesitara un permiso.
Era comprensible, pero mientras seguía observando el complejo, el sol subía a lo alto. Me
estaba entrando hambre.
Tal vez Cliff había calculado mal al conseguirme un permiso. Seguramente informar al Papa
sólo del viaje de vuelta llevaría horas. Debía de haber conseguido una cita con el Papa ayer,
una excepción que hicieron con él porque era de la familia. ¿Y yo? Yo era un extraño. ¿Pondría
en guardia al Papa si su nieto recién regresado le dijera que quería presentarle a algún bicho
raro?
Había tenido una noche dura intentando ayudar a Zenith, pero no me había olvidado de la
petición de Elinalise. Quería evitar por todos los medios retener a Cliff.
"Tal vez debería haber esperado unos días primero, y luego concertar la cita yo mismo..."
Mientras reconsideraba mi plan, descubrí que había llegado al jardín.
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La sede de la iglesia de Millis tenía cuatro jardines. Formaban las cuatro esquinas
triangulares entre el rombo interior y el cuadrado exterior. Cada uno estaba plantado con
vegetación que representaba una de las cuatro estaciones. Era primavera y, casualmente,
entré en el jardín primaveral. Este jardín primaveral rebosaba de un arco iris de flores, pero
predominaban los tonos claros y brillantes del amarillo, el blanco y el rosa.
Lo contemplé todo mientras caminaba. Solía caminar con una enciclopedia de plantas en
una mano mientras buscaba los nombres y todo de todas las flores, pero no sabía nada de las
plantas de Millishion. En realidad, espera, ese árbol de flores rosas ya lo había visto antes. Su
nombre era parecido a "sakura", como los cerezos en flor, así que me llamó la atención. Me
parecía haber oído a alguien decir el nombre recientemente, pero ¿qué era?
"¡Mira, los árboles Sarakh están en flor!", dijo alguien.
Sí, Sarakh, eso era. Eran árboles que crecían junto a las montañas en las tierras del norte
del Reino Asura. Tenían flores rosas en las puntas de sus ramas que florecían al llegar la
primavera, por lo que allí se les conocía como "Los árboles que llaman a la primavera". Su
madera tenía una fragancia particular que también los hacía populares entre los nobles. Pero
sólo crecían en las montañas, por lo que eran caros. En la actualidad, la familia real Asura
supervisaba todo el cultivo de los árboles Sarakh, y a veces incluso los exportaba a otras
naciones.
O, eso es lo que Ariel me dijo la última vez que fui al Reino Asura.
"¡Sí, son muy hermosas!"
"¡Las Flores de Sarakh te sientan muy bien, Bendita!"
"¿Sabías que estos Árboles Sarakh fueron un regalo del Reino Asura cuando el actual Papa
ascendió al trono?"
"Ohoh, Bendita, qué pura eres..."
Oí unas voces que me erizaron la piel. Por curiosidad, me giré para mirar hacia sus fuentes
que erizaban la piel.
"¡Ven, mira, mira! Es como si estuviéramos bajo una lluvia de pétalos de Sarakh".
"Ah, la visión de la Bendita erguida entre los pétalos que descienden... es casi etérea".
"¡Qué hermoso!"
Allí, vi a una e-chica y sus simps. La mujer llevaba un vestido con volantes, casi como de
princesa, mientras mantenía las palmas de las manos hacia arriba y giraba bajo los pétalos de
flores que revoloteaban suavemente. Casi podría decirse que era una jovencita... pero
probablemente tendría unos veinte años.
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Su rostro era de una belleza refinada, pero también un poco regordete. Wendy parecía
suave a pesar de tener brazos y piernas delicados, pero los brazos y muslos de esta chica
eran un poco gruesos. Ambas eran poco saludables, pero donde a Wendy parecían faltarle
calorías, a esta mujer parecía faltarle ejercicio.
Alrededor de la mujer había una multitud de hombres. Eran siete, un número afortunado.
Cada vez que la mujer decía algo, ellos estaban de acuerdo y la elogiaban sin aliento de esa
forma de adular para llamar la atención. Sí, los simps y su chica virtual... diablos,
probablemente podría decirse que es una princesa virtual. Creo que la razón por la que me
parecieron simps fue porque ninguno de ellos era guapo. Esas caras desafortunadas me
recordaban a una familiar que solía ver en mi espejo. Aunque supongo que las corazas azules
que todos llevaban equipadas se salían un poco del ámbito de los típicos caballeros blancos.
"¿Hm?"
Notaba que, aunque me parecían almas gemelas, no me sentía ni un ápice reconfortado.

Podía sentir la tensión pinchándome en el cuello.
¿Era hostilidad? Bueno, no debería haber sido una sorpresa. Lo más probable era que
aquellos tipos la trataran como a la realeza porque ella lo era, o al menos tenía un estatus
similar. Y esos guardias probablemente no eran unos simples simios. Un vistazo a su porte y
a sus músculos indicaba que eran guerreros curtidos. Podían ser espadachines de nivel
avanzado, si no de nivel santo.
Eso significaba que se habían fijado en mí. Vine preparado para lo peor y llevaba mi
Armadura Mágica versión dos bajo la túnica. Aunque debía parecer desarmado por no llevar
bastón, estaba claro que no iba vestido para un picnic. Era comprensible que estuvieran en
guardia.
Pero aun así, algo no encajaba. Esta sensación tenía una dimensión de algo, no sé,
desconcertante, como un rumor bajo la superficie. Era un malestar difícil de describir...
Era posible que uno de esos hombres hubiera sido discípulo del Hombre-Dios. ¿Debería
probarlo? No, espera, tenía que pararme a pensar. Concretamente, tenía que calcular las
posibilidades de que decir la palabra "Hombre-Dios" en voz alta saliera horriblemente mal.
Sustanciales. No, yo no diría "Hombre-Dios" en voz alta. Pero, ¿de qué otra forma podría
pillarles...?
"¿Hm? No creo haberte visto por aquí antes. ¿Estás aquí para convertirte?"
Mientras contemplaba mi estrategia, ellos hicieron el primer movimiento.
"Oh..."
La chica me miró con una sonrisa inocente. Cruzó los brazos detrás de las caderas y se
inclinó hacia mí. Era el tipo de pose que me haría perder todo el control si Sylphie la usara
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conmigo. Roxy nunca posaría así. Si Eris lo intentara, parecería una serpiente midiendo a su
presa; yo me quedaría helada, preparada para encontrarme con mi creador.
"¿Qué pasa?"
Ah, cierto, buena pregunta. Tenía cosas más importantes en las que pensar. Bueno, no
estaba aquí para convertirme... Necesitaba averiguar si eran discípulos del Hombre-Dios, así
que...
"¿Así que todos ustedes son... Dioses?"
Sucedió en un instante. Tres de los simps sacaron sus espadas y me apuntaron a la

garganta. Los cuatro restantes agarraron a la chica virtual y tiraron de ella hacia atrás,
escondiéndola tras ellos.
No quedaba ni rastro de esa mierda simpática en ellos. Los hombres que tenía ahora delante
tenían la ferocidad de los soldados en un campo de batalla. Sus pupilas hundidas se clavaban
en el blanco brillante de sus ojos.
Mierda, estos tíos iban en serio. Estaba sudando. No debería haber empezado esta
conversación. Oh, espera. No lo había hecho.
"Hay un Dios."
"San Millis es el único Dios verdadero."
"¿Con qué propósito preguntarías algo tan obvio?"
"¿Podría ser que no creas en San Millis?"
"¿No crees en Dios?"
"¿Un... traidor?"
"¡Un pagano!"
Los simps me interrogaron sin mi intervención mientras sus ojos se oscurecían. Oh no, ¡esto
se estaba convirtiendo en un juicio de brujas!
"Lo siento... estaba pensando en algo y se me ha escapado. Por favor, perdónenme".
Esta situación requería una disculpa sincera. Tenían razón; esta era la sede de la Iglesia de
Millis. Todos aquí seguramente creían en un solo dios, San Millis. No había peor lugar para
preguntar algo así. Lo entiendo, parecí cínico, desconfiado y por lo tanto sospechoso. Por
favor, encuentren en sus corazones la forma de perdonarme.
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"Grave, ¿qué hacemos?"
"Polvo, tú das la orden."
"Está bien, lo mataremos. Probablemente sea un pagano. Parece inusualmente tranquilo

también... E incluso si es un creyente, poner tales pensamientos bizarros en la cabeza de
nuestra Bendita es un crimen en sí mismo."
"Entendido, lo mataremos. Buena idea."
Wow, decidido ya, huh. Trabajaron juntos como una máquina engrasada. Probablemente
dudaría si estuviera en sus zapatos.
"¡Whoa, whoa, espera un segundo! Calmémonos todos, tal vez déjenme explicarme..."
Cliff quedaría mal si se armaba una pelea aquí, y yo no quería arruinar un jardín tan
hermoso. ¿Quién querría ver esos preciosos árboles de Sarakh arrancados de raíz? No había
nada para ninguno de los dos, así que hablemos de ello, ¿no?
Mis pensamientos se inclinaban hacia la paz, pero mi actitud ya había cambiado. Tenía el
Ojo demoníaco de la previsión abierto desde el momento en que me apuntaron con sus
espadas, y estaba vertiendo maná en mi Armadura mágica. Quería evitar la violencia, pero si
una disculpa no era suficiente, no iba a contenerme.
Después de lo de ayer, me pillaron de mal humor.
"Entonces... ¿de verdad pretendes venir a por mí?". pregunté.
Algo en mi pregunta les hizo estremecerse y abrir mucho los ojos. Mi Ojo Demoníaco de
Previsión les mostró tensándose, volcando su fuerza en brazos y piernas.
Aquí vienen.
"¡Alto!"
Una voz de mando cortó el aire. Una voz que me resultaba familiar. Su autoridad cortó la
tensión al instante, y esa tensión desapareció de los cuerpos de los otros chicos.
"¡¿Qué están haciendo?!"
Se acercaba a nosotros una caballero solitaria. Aparentaba unos treinta años y llevaba la
misma coraza azul que los simps. Su rostro tranquilo y refinado era severo. Yo conocía muy
bien ese rostro.
"Capitán. Este pagano intentaba dañar a la Bendita", informó uno de los simps. ¡Vamos,
hombre, no mientas!
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"Se me acusa falsamente. Simplemente estaba mirando al Sarakh..."
"Silencio, tú", dijo uno de los hombres en voz baja, con la espada todavía apuntándome.
Diablos, no, no me iba a quedar callado. Mi vida estaba en peligro.
"¿Un pagano?", dijo la mujer caballero cuando por fin me miró a la cara. "¡Ah!"
Y entonces se dio cuenta de quién era yo. Su cara se calentó en una sonrisa.
"¡Rudeus! Mi pequeño Rudeus, ¿eres tú? Vaya, ¡cuánto tiempo!"
Entonces, lanzó una mirada a los hombres que tenían sus espadas desenvainadas y levantó
la voz.
"¡No usen sus espadas! Este hombre es mi sobrino".
Tras ver cómo los simios se sobresaltaban por la sorpresa y envainaban sus espadas, cerré
mi Ojo Demoníaco de Previsión.
◇◇◇
Therese Latria. La hermana menor de Zenith, y por lo tanto mi tía. Me ayudó mucho cuando
llevaba aquel barco desde el Continente Millis al Continente Central.
Therese parecía ser la líder de esos espadachines; a su orden, los simps guardaron sus
espadas en un abrir y cerrar de ojos e incluso ofrecieron una disculpa por si acaso. A
regañadientes, por supuesto. Me disculpé por mi propio desliz, pero su abierta hostilidad hacia
mí no cambió; eso no les bastaba. Siguieron manteniendo a su chica virtual a una distancia
prudencial de mí y permanecieron ferozmente vigilantes.
"¿Te acuerdas de mí? ¿O te olvidaste ya que sólo nos vimos una vez?".
"Claro que me acuerdo. Nos salvaste la vida consiguiéndonos esa nave".
Bueno, podía ignorar a esos tipos por ahora. Hablé con Therese en su lugar. Ah, verla
realmente me hizo recordar.
"Oí que apareciste en la casa de la familia, pero no pensé que vendrías también a la sede
de la iglesia. Ah, ¿has venido hasta aquí para verme a mí?"
"No, un conocido iba a presentarme a un jefe de la Iglesia... Veo que has vuelto hasta aquí,
Therese".
Si no recuerdo mal, la última vez que la vi, me enteré de que la habían degradado a la ciudad
portuaria del oeste. Habían pasado diez años desde entonces; no era de extrañar que hubiera
vuelto.
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"Ah, bueno, algunas cosas pasaron", se rió Therese encogiéndose de hombros. Supongo
que tuvo algunas circunstancias de las que era un poco difícil hablar. No me entrometería. Sin
embargo, había algo más que quería saber.
"Entonces, ¿supongo que te informaron de mi visita a la casa familiar?".
"Sí, parece que discutiste con mamá".
"Riña... ¿Es así como lo llamarías? ¿Una riña?"
"He oído que Madre te ha cabreado. Sé cómo es. Probablemente te dijo que hicieras esto y
aquello, ¿verdad?"
"¡Así es! ¡Escucha esto!"
Era la primera vez que me encontraba con mi tía en mucho tiempo. Se me pasó por la
cabeza la idea de que no sabía si ella estaba de mi parte, pero no pude evitar que se me fuera
la boca. Antes de darme cuenta, le había contado todos los detalles posibles de lo que había
pasado ayer. Parece que todavía tenía mucha rabia contenida. O tal vez sólo me tranquilizó
ver una sonrisa real y presente en un rostro tan parecido al de Zenith.
"¿Ese tipo de cosas pasan en este país?"
"No, incluso este país tiene sus límites... Incluso para Madre, eso es sólo... ¿Creo que tuvo
que haber algún malentendido? Aún así... Rudeus, ¿estás seguro de que no dijiste nada que
pudiera haber enfadado a Madre? Si alguien busca pelea, ella puede discutirle hasta el
cansancio..."
"Eso mismo me pregunto yo. Intentaba evitar decir algo molesto, así que aguanté mucho de
lo que dijo".
"Hmm..." Therese cruzó los brazos severamente y refunfuñó en voz baja mientras pensaba.
Ayer no me pareció que se peleara. A mí me pareció que ese era su plan desde el principio.
"Bueno, preguntaré los detalles la próxima vez que vaya a casa de la familia. Mamá puede
ser testaruda, dominante y mandona, pero en el fondo no es mala persona. Seguro que hubo
algún malentendido".
"..."
Therese llegó a su conclusión en segundos. Aunque hubiera algún malentendido, sabía lo

enfadada que me ponía. No quería pedirle ayuda para arreglar las cosas. Había pasado mucho
tiempo desde que alguien me hizo cortar por completo. Pero, si realmente había un
malentendido, y si ella se disculpaba de buena fe, yo me disculparía por haber destrozado la
casa.
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"¡Vaya, Rudeus! Has crecido tanto. Ah, espera, no se supone que le digas a un hombre que
se está haciendo grande... Ya tienes unos veinte años, ¿verdad?".
Therese fue lo suficientemente considerada como para cambiar de tema. Seguro que
tampoco quería hablar de Claire en todo el día.
"Sí, tengo unos veintidós años".
"¡Ahora en serio! Supongo que eso fue hace diez años, ¿eh? Ah, eso me recuerda, ¿qué
pasa con la señorita Eris? ¿Está bien? Recuerdo que era un poco difícil en aquellos días".
Therese se emocionó como una niña. ¿A dónde se había ido esa mirada refinada? Su
expresión cuando se ponía seria casi me recordaba a la abuela Claire... Ugh, oh no, no quiero
pensar en eso.
"Eris está bien. Dio a luz a su primer hijo el año pasado".
"Niño... Ah, ya veo, ¡ustedes dos se casaron! ¡Felicidades!"
"Muchas gracias."
"¿Ella también está aquí?"
"No, se queda en casa en Sharia. Alguien tiene que cuidar del bebé, después de todo".
"Ya veo, ya veo. Bueno, puede haber algunos baches en el camino de la vida, ¡pero estoy
segurA de que ustedes dos pueden trabajar juntos para superarlos!"
¿Sólo dos? Oh... Cierto. Ella era una seguidora de Millis, ¿no? Tendría que aclarar que
estaba casado con tres mujeres. Oh bueno, decidí guardar silencio por ahora. No quería
molestarla ahora que por fin teníamos un momento feliz entre nosotros.
"Sí, así que, matrimonio, eh... Pensar que mi pequeño Rudeus y la señorita Eris crecieron y
se casaron... Suspiro..."
O, eso pensaba yo, pero Therese parecía que su alma estaba abandonando su cuerpo.
Supongo que el matrimonio era un tema delicado para ella. Dada su reacción, tuve que asumir
que seguía soltera. Eso, o divorciada. ¿Cuántos años tenía? Zenith tenía unos treinta y ocho,
y Therese era más joven, así que... sí, unos treinta y cinco. Cuando considerabas que la edad
adulta en este mundo empezaba a los quince, y que la mayoría de la gente se casaba entre
esa edad y los veinte... Uhhhh...
"Entonces, ¿cómo va el trabajo?"
Cambiemos de tema.
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"¿Hm? ¡Oh! Bueno, han pasado algunas cosas desde la última vez que nos vimos, pero he
vuelto a proteger a la Niña Bendita. ¡Incluso estoy liderando a estos chicos!"
Ante la mención de Therese, volví a mirar a su grupo. De los siete caballeros, sólo dos
seguían siendo cautelosos conmigo, mientras que el resto se había convertido de nuevo en el
séquito de la chica electrónica. Parecía que para ellos los problemas del mundo flotaban con
facilidad.
"Todo un grupo intimidante".
"Sí... Desde aquel intento de asesinato, sólo los guerreros más fuertes de los Caballeros del
Templo han sido asignados para vigilarla. Lo que significa que conociste a los tipos que son
un poco... mucho".
Therese había descrito previamente a los Caballeros del Templo como "un puñado de
fanáticos". Tal vez a eso se refería su uso de "mucho". Ellos saltaron directamente a la fuerza
letal después de mi lapsus linguae, después de todo. Eran tan rápidos como Orsted cuando lo
conocí.
"Bueno, puede que estén un poco apegados a las escrituras, pero no son un mal grupo".
Qué miedo. Podía entender creer en Dios, pero no podías creerlo hasta el punto de tener
visión de túnel. ¿No se suponía que tu Dios perdonaba?
Justo entonces, una voz llegó de repente desde atrás. "¿Perdón, Therese? ¿Puedo unirme
a tu conversación?"
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La chica electrónica a la que los caballeros estaban observando nos miraba. Su séquito
estaba justo detrás de ella, listo para desenvainar sus espadas en cualquier momento.
"Creo que te he oído pronunciar el nombre de Eris. ¿Podrías ser un conocido de cierta
pelirroja señorita Eris? ¿La espadachina?"
Así que esta era la Niña Bendita, ¿eh? La gente no paraba de llamarla "Bendita" esto,
"Bendita" lo otro, gorjeando una y otra vez como bichitos de bolsillo, pero yo no sabía su
verdadero nombre. Sonaba bastante alegre, así que ¿quizás "Enfermera"? Podría preguntar...
No, primero debería presentarme. Claire me llamó "chabacano" después de presentarme
primero, pero hacerlo era simplemente etiqueta de guerrero.
"Mis disculpas. Soy Rudeus Greyrat, siervo del Dios Dragón Orsted. La Rey Espada Eris
Greyrat es mi esposa".
Dios Dragón y Rey Espada. Esos dos términos instantáneamente pusieron a su séquito en
alerta aún mayor. El hecho de que reaccionaran a "Dios Dragón" me hizo pensar que tenía
que haber un discípulo aquí... Pero, de nuevo, fueron los siete los que reaccionaron, así que
¿quién podría decirlo?
"¡Caramba! ¡Así que lo eres! Le debo mucho a la señorita Eris, ¡ya que me salvó la vida
hace diez años!"
Hace diez años, es decir, cuando llegué a Millishion. Creo recordar que ella me lo contó.
Dijo que había salido a cazar goblins, pero que había vuelto tras deshacerse de unos asesinos.
"¿Está la señorita Eris de visita aquí también?"
"No, me temo que tuvo que quedarse en casa para cuidar de nuestro hijo".
"Qué pena".
Cuando la chica electrónica puso cara de tristeza, todos sus simpson bajaron las cejas con
simpatía. Era adorable. Estos chicos realmente amaban a su chica electrónica.
Espera, me presenté, pero no obtuve un nombre como respuesta. ¿También debía decir
"Bendita"?
"Pero si es así, eso significaría que por extensión... fue el Dios Dragón Orsted quien me
salvó, ¿no?"
"¿Eh?"
Él no tenía nada que ver con eso. Eris y yo ni siquiera sabíamos el nombre de Orsted en
ese momento. Por otra parte, yo era el subordinado de Orsted ahora, y Eris lo aceptó e incluso
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ofreció ayuda. Se podría argumentar que Eris era, por tanto, subordinada de Orsted... lo que
significaría que Orsted la salvó, supongo.
Nah, no quería molestarme con una mentira que se descubriría tan rápido.
"No, ni yo ni Eris teníamos ninguna conexión con Orsted en ese momento. Pero si sientes
algún deseo de pagar una deuda, Bendita, entonces te estaría muy agradecida si te
abstuvieras de mantener cualquier hostilidad hacia Orsted en el futuro."
"¿Hm? ¿Debería tener hostilidad hacia alguien que nunca he conocido?"
"Orsted posee una maldición con ese efecto".
Cuando dije eso, la chica electrónica me miró profundamente a los ojos. En su cara redonda
había un par de pupilas profundas y redondeadas. Los colores de sus ojos no parecían
diferentes; no parecía que tuviera un Ojo de Demonio.
Pero lo sentí. Me estaban haciendo algo. No estaba segura de qué era ese algo. Nada ataba
mi cuerpo ni me robaba el aliento. Todo lo que podía decir era que me estaban haciendo algo,
nada más.
"Hm... Parece que has sido sincero."
Al cabo de un momento, la chica electrónica asintió.
"¿Puedes decirlo?"
"Sí.
Miré a Therese y al séquito, pero a ninguno de ellos pareció parecerle extraño. Significaba...
que este era su poder como Niña Bendita. El poder que comparado con la monstruosa fuerza
y resistencia de Zanoba. El poder de simplemente mirar a los ojos y saber si estaban mintiendo.
O, ¿era para leer la mente de la otra persona? Tal vez era algo completamente distinto.
"¿Es... ese tu poder?"
"Sí, así es".
Me habría encantado preguntarle los detalles, pero su séquito seguía mirándome.

Probablemente era más seguro no decirlo. Pero, ¿debería? Orsted nunca dijo nada sobre esta
niña bendita.
"Vaya, eso es... algo..."
Mierda. Creo que podría haber sido demasiado obvio acerca de mi ambivalencia en el
momento en que me di cuenta de que me habían hecho algo. No había nada que pudiera pedir
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que no llevara al séquito al ataque. Pero sentía que me estaba perdiendo un truco si no
aprendía algo aquí. No había garantías de que volviéramos a vernos. ¿Preguntar o no
preguntar?
"Hngh... Phew..."
Primero, una respiración profunda.
"Niña Bendita. ¿Puedo hacerte una pregunta que sé que parecerá bastante grosera?"
Después, pedir permiso antes de preguntar. Era importante ir paso a paso. Una vez
obtenido, hacía una pregunta sencilla que no revelara lo que buscaba.
"Sí, por supuesto".
"¿Has tenido últimamente algún sueño en el que alguien que dice ser un dios te ofrece una
profecía?".
"No. Últimamente no, y de hecho, ni una sola vez. Y estoy segura de que nunca los tendré".
La chica electrónica habló sin rodeos. Me miró a los ojos, me escuchó y me dijo que ni en
su pasado ni en su futuro había un sueño así. Parecía saberlo. ¿Era otro efecto de su poder?
Tal vez era un poder que podía negarse a reunirse jamás con el Hombre-Dios. ¿Quizás
realmente podía leer la mente? El Hombre-Dios seguramente tenía muchos más secretos
ocultos que yo.
"Muchas gracias".
La tensión desapareció de mis hombros. Por ahora, sabía que no era una enemiga, y eso
era suficiente. La Niña Bendita podría haberme mentido hace un momento, pero yo elegiría
creerle.
"¡Ahora me toca a mí preguntarte!", dijo la Niña Bendita vertiginosamente.
"Sí, pregúntame.
¿Qué más podía preguntar? Si podía leer mi mente, ¿habría necesidad de preguntar?
Parecía que su poder no estaba activo en todo momento. Tenía que mirar a alguien a los ojos
y hacer algo para activarlo. Si ella no me miraba a los ojos... ¿entonces tal vez yo estaba a
salvo?
"¡Por favor, háblame de la señorita Eris!"
"Oh... Claro."
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¿Eso era todo? Bueno, hey, si ella no era un enemigo, y si ella no tenía ninguna relación
con el Hombre-Dios, entonces supongo que podía confiar en ella.
Tal vez incluiría algo de publicidad para nuestro maravilloso CEO, Orsted. No te preocupes,
el seguro de nuestra empresa cubría bendiciones preexistentes. Con un historial de ochenta
años de servicio fiable, podía estar tranquilo de que nuestro personal de primera línea le
proporcionaría toda la ayuda que necesitara. Y nuestra empresa siempre está reclutando
asociados con una actitud positiva para que se unan a nuestro equipo.
Hmm, ¿fue exagerado buscar a la niña bendita mientras yo planeaba persuadir al Papa para
que nos apoyara? Creo que la Niña Bendita y el Papa pertenecían a facciones diferentes...
"¡Rudeus! Rudeus, ¿estás aquí?"
Mientras pensaba en mi futuro anuncio en la bolsa de trabajo, oí una voz que me llamaba
desde lejos. Era la de Cliff; parecía que por fin había conseguido el permiso.
"Mis disculpas, niña bendita, pero parece que ha llegado mi hora".
"¡¿Qué?! Oh, qué pena..."
La chica electrónica arrugó la frente. Su séquito frunció las cejas al unísono y sentí cómo
aumentaba su energía agresiva.
Qué interesante. Incluso fascinante. Definitivamente, quería seguir con la conversación.

Pero primero, la persona a la que hacía esperar tenía prioridad.
"Estoy seguro de que estaré en esta ciudad durante algún tiempo, así que podemos guardar
la conversación sobre Eris para más tarde".
"¡Es una promesa!"
Me despedí de la chica electrónica y le hice una última petición a Therese.
"Además, Therese. Si vas a la casa de la familia, me gustaría que le dijeras a Claire que yo
me encargaré de cuidar de mi madre, así que ella es libre de ocuparse de sus asuntos...
Además, si quiere un retorno por sus contribuciones al Escuadrón de Búsqueda y Rescate de
Fittoa, dile que yo adelantaré el dinero con mucho gusto. Cualquier precio que ella diga".
"Entendido. Se lo diré".
"Gracias."
Después de despedirme de Therese, hice un gesto con la cabeza a la comitiva y los dejé
atrás.
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La niña bendita, ¿eh? A primera vista, me pareció una niña protegida o una princesa
superficial con un séquito de caballeros blancos, pero sentí en ella una profundidad insondable.
Me dijo claramente que no era mi enemiga, pero tuve la sensación de que sabía quién era el
Hombre-Dios. Debería estar en guardia. Espera, olvidé preguntarle su nombre...
Esos eran los pensamientos que pasaban por mi mente mientras me dirigía hacia Cliff para
obtener mi permiso.
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Capítulo X – El Papa, y...
ANTES DE ENTRAR en el santuario interior, tuve que someterme a un cacheo para
confiscar todo lo que pudiera servirme de arma. Tuve que renunciar a todo, desde mi fiel
cuchillo hasta mis pergaminos.
"Nos quedaremos con tus pertenencias".
No parecían considerar mi armadura como un arma porque no me pidieron que me la

quitara. Cliff sin duda lo sabía, pero el hecho de que no dijera nada era probablemente una
señal de su confianza en mí. Así que, como muestra de igual buena fe, renuncié también a mis
dos guanteletes; el izquierdo, que estaba cargado con una piedra de absorción, y el derecho,
que podía disparar una ráfaga de escopeta.
La zona central era un laberinto de pasillos. No había rectas a la vista, todo eran giros
laberínticos. Las paredes blancas y planas ocultaban dónde estaban los giros y adónde podían
llevarte. Ah, pero este era el corazón de la Iglesia Millis, después de todo. Seguramente estaba
construido contra la posibilidad de una invasión enemiga, como lo estaría un castillo.
Cliff se deslizó suavemente a través de todo, llevándome finalmente a la oficina del Papa.
El despacho estaba custodiado por dos caballeros y una barrera.
"Sólo para aclarar, no podrás usar magia aquí".
"Entendido.
La fuerza de la barrera era probablemente de nivel Santo o Rey. Estos caballeros también
parecían de ese rango. Y si de alguna manera estallaba una pelea, sería todo eso contra mí y
mis puños.
"Su Santidad, he traído a su visitante."
Más allá de la barrera transparente estaba el abuelo de Cliff, Harry Grimor. Parecía el
anciano gentil que imaginé que sería por su carta. Tenía una larga barba blanca y llevaba
vestiduras bordadas en oro.
"Sí, se lo agradezco".
No se percibía la fuerza de Sauros ni la incisividad de Reida. No podía sentir un aire de

fuerza; en su lugar, sentí la gran presencia de un corazón magnánimo. Fue como un
reconocimiento instantáneo: "Oh. El Papa. Por supuesto". No sentí aura, sólo calor.
Era difícil explicarlo.
"Permítame presentarle. Este es Rudeus Greyrat. Es un alumno mío de la Universidad de

Magia de Ranoa. Es un hombre increíblemente brillante, con una aptitud para la magia que
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supera incluso la mía. Como pretendo mantener nuestra amistad, me pareció prudente
presentártelo".
El Papa asintió a la presentación de Cliff con una mirada plácida. Parecía que cualquier otra
explicación tendría que salir de mi propia boca. Como Cliff y yo discutimos anoche, lo único
que estaba haciendo era presentar a un amigo a un familiar; más allá de eso, cualquier agenda
que tuviera con el Papa requeriría que yo diera el primer paso.
"Ya veo. Ahora, entonces... ¿Supongo que el Sr. Rudeus ha venido a pedirme algo?
¿Quizás permiso para montar su banda de mercenarios? ¿Quizás permiso para vender las
figuras de Superd? ¿O podría ser una invitación para unirme a las fuerzas del Dios Dragón
Orsted?"
O no. Parece que el bueno de Cliff se me adelantó un poco. Lo puse al tanto de mis metas,
posiciones y razones para venir a este país. Bueno, llegaría a todo eso eventualmente. En todo
caso, no tener que empezar de cero me ahorró mucho tiempo...
¿Eh? Cliff me miraba a mí y al Papa con los ojos abiertos de sorpresa.
"Veo que la Mano Derecha del Dios Dragón no se inmuta fácilmente. Ni siquiera un
movimiento de cejas... Deberías tomar nota, Cliff".
La primera impresión que el Papa tuvo de mí se endureció irrevocablemente antes de que

mi pequeño y blando cerebro se diera cuenta de lo que estaba pasando. Era demasiado tarde.
El Papa me confundió con un malote.
"Mis disculpas. He investigado un poco antes".
El Papa empezó a leer un documento cercano con una ligera sonrisa.
"Rudeus Greyrat. Pariente de sangre de la distinguida casa de Notos Greyrat. Hijo de Paul
Greyrat y pupilo del Rey de Espadas Ghislaine Dedoldia. Quedaste atrapado en el Incidente
del Desplazamiento, pero en apenas tres años lograste regresar a tu patria por tus propios
medios. Poco después, te matriculaste en la Universidad de Magia de Ranoa y entablaste
amistad con la princesa Ariel. Años más tarde, luchaste contra el Dios Dragón Orsted y te
rendiste ante él. Trabajaste entre bastidores durante la agitación en el Reino Asura para
derrotar tanto al Dios del Agua Reida como al Emperador del Norte Auber. Presionaste para
que Ariel Anemoi Asura asumiera su actual posición como gobernante. Después de eso,
trabajaste para expandir tu ejército privado por tierras de todo el mundo mientras persuadías
a aquellos en el poder para que cooperaran con el Dios Dragón Orsted... ¿Me estoy perdiendo
algo?".
No está mal. Pero nada oscuro; no es que hiciera nada de eso en secreto. Estaba todo ahí
para encontrarlo si alguien quería. Además, el Papa no puede tener secretos. Su biografía es
analizada por miles de personas. Investigaciones como esta simplemente nivelan el campo de
juego.
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Dicho esto, no todo era correcto.
"Hay tres errores. De ninguna manera regresé del Continente Demoníaco sólo con mi
fuerza. Tuve la ayuda de un guerrero Superd llamado Ruijerd. No fui yo quien derrotó al Dios
del Agua Reida; fue el Dios Dragón Orsted. Del mismo modo, Auber fue derrotado por los
esfuerzos combinados del Rey Espada Ghislaine y el Rey Espada Eris. Por último, y de lejos
lo más importante, me gustaría añadir que de hecho soy pupila de la Maga del Agua de nivel
Rey Roxy Migurdia".
"Vaya, uno honesto, ya veo".
El Papa asintió para sí y escribió algo en una hoja cercana. No sabía lo que había escrito,
pero realmente esperaba que hubiera añadido la parte en la que decía que yo era la alumna
de Roxy.
"Entonces, ¿significa eso que tu razón para vender estas figuritas de Superd es saldar tu
deuda con su raza? ¿No estarás conspirando para derrocar al gobierno aumentando las tasas
de alfabetización?"
"Así es."
"Bueno, ahora."
Qué tenía que ver aumentar los índices de alfabetización con derrocar a un gobierno...
Supongo que era la misma lógica que la de una mariposa provocando un tornado con el batir
de sus alas.
"Entonces puedo preguntar, ¿por qué solicitan a la gente que coopere con Orsted?"
"Para que el mundo pueda estar preparado para luchar contra el Rey Demonio Laplace
cuando resucite dentro de unos ochenta años".
El Papa no pestañeó ante esa respuesta. Se limitó a asentir comprensivamente.
"Ya veo. Así que te aprovechaste de Cliff para llegar hasta aquí y solicitar mi cooperación,
¿no? 'Si deseas que el Dios Dragón preserve tus fuerzas, harás lo que yo te diga'. ¿Es eso
correcto?"
"No, eso no es correcto."
Tuve la sensación de que este viejo ya había entrado en modo de negociación. Por mí, bien;
al final íbamos a negociar. Pero tenía que dejar clara mi posición.
"El aliado que realmente quiero es Cliff".
"Bueno. ¿Debo esperar que apoyes a Cliff desde las sombras?".
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"No... Es cierto, esa era mi intención al principio, pero Cliff me dijo que quería probar hasta
dónde podía llevarlo su propia fuerza por sí solo, así que decidí no hacerlo. En todo caso, me
mantendré totalmente al margen hasta que establezca su propio poder dentro de la Iglesia".
El Papa esbozó una sonrisa al oír aquello. Era la cara de un anciano que acaba de enterarse
de que su nieto ha sacado cien puntos en un examen.
"Ya veo, así que Cliff realmente te dijo que...".
"Me lo dijo. Así que, por favor, por hoy trátame como si sólo fuera un humilde siervo del Dios
Dragón".
Le dije la verdad. Ya me había investigado; aunque había algunos agujeros en su

información, había captado lo esencial. Quién sabía qué más había descubierto, así que mejor
no mentir y que me pillaran. Tal vez los tontos favorecen la honestidad, pero es un tipo
agradable de tonto.
"Tengo dos peticiones. Me gustaría ayuda con la creación de una banda de mercenarios, y
me gustaría permiso para vender las figuras Superd ".
El asunto con la Casa de Latria podía esperar por ahora. Eso era personal. De todos modos,
tener algunas conexiones fortalecería incidentalmente mi posición allí.
"Hmm".
El Papa me miró mientras una sonrisa se dibujaba sutilmente en su rostro. Era como una
cara de póquer; podía tener una sonrisa, pero su expresión no traicionaba nada.
"Sabes, las conexiones humanas, una vez establecidas, nunca pueden cortarse de verdad.
Por mucho que algunos lo intenten", dijo el Papa, sin dejar de sonreír.
Me pregunté si era una advertencia. Tal vez a mí, por haber hecho mi petición como alguien
separado de Cliff. O quizá a Cliff, que quería separarme para probar su propia fuerza.
"Así que, a la luz de tu conexión con Cliff... te ayudaré con tu banda de mercenarios."
Así como así, tuve mi deseo. Tenía mis dudas sobre por qué no parecía pedirme nada a
cambio, pero sólo necesité un momento para pensarlo. La parte de "a la luz de su conexión
con Cliff" fue su regreso. Y eventualmente, una vez que Cliff creciera lo suficiente, sería un
activo para él y los papalistas. Para el Papa, esto era una inversión ángel.
"Sin embargo, el permiso para las figuritas de Superd será difícil."
"¿Y eso por qué?"
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"Tengo una posición como Papa y como figura principal de los Integracionistas Demoníacos.
Sin embargo, los cardenalistas que propugnan la expulsión de los demonios han ampliado su
influencia últimamente. Actualmente, simplemente no tengo la influencia para conceder
permiso para vender estas figuritas de Superd por mi cuenta. Y como el próximo Papa
seguramente será elegido entre los cardenalistas... ¿Lo entiendes, no?".
El Papa me miró entonces. Como si me estuviera diciendo implícitamente que necesitaba

aplastar a los Expulsores de Demonios para conseguir lo que quería.
Pero, ¿lo haría ahora? No me oponía a ser un agente del Papa. Repudié a la Casa de Latria
después de una pelea, así que ya estaba bien encaminado para ser su enemigo. Lo siento
mucho, Therese, pero aplastaría a los expulsores o a cualquiera que se cruzara en mi camino.
Espera un momento. ¿Eso no contaría como ayudar a Cliff? Era una zona gris. Cliff
necesitaba enemigos para impulsarse a superarse. ¿Y si esos eran también mis enemigos?
¿Debería contenerme? Pero espera; si me convertía en un activo para la Iglesia de Millis, ¿no
contaría eso como un logro para Cliff? ¿Algo de esto estaba bien? Hmm...
"Para ser claro... tengo tu apoyo con la banda mercenaria, ¿correcto?"
"Lo tienes."
"Entonces por hoy, estaré encantado de aceptar tu trato con respecto a la banda
mercenaria."
Todo lo demás podía esperar, no había que resolverlo todo en un día. Además, para
empezar, vender las figuritas de Superd no formaba parte de mis planes para esta reunión. Si
tenía el apoyo del Papa para construir la banda mercenaria, entonces era mejor dejarlo
mientras estaba por delante.
"Ya veo. Es una pena, entonces".
La sonrisa del Papa se mantuvo firme mientras concluía la reunión.
◇◇◇
Cliff tenía otros asuntos que atender, así que dejé sola la sede.
"Uf..."
Solté un enorme suspiro nada más salir. Estaba agotado... Primero la Niña Bendita, luego
el Papa. Enfrentarme a dos personas excepcionales en un solo día. Ambos tenían algunas
excentricidades salvajes, y cada uno pertenecía a facciones opuestas.
El Papa, un Demonio Integracionista. La niña bendita, protegida por los cardenalistas que
abogaban por la expulsión de los demonios. Si me pidieran que eligiera un bando, no había
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duda de que me uniría a los integracionistas, el bando del Papa. Eso me enfrentaría a los
Caballeros del Templo, que estaban alineados con los Expulsores de Demonios. También en
esas filas: la Casa de Latria, y por extensión Therese.
Therese ya me había salvado el pellejo dos veces. Despreciaba al resto de los Latria, pero
no podía ignorar mi deuda con ella. Además, la Niña Bendita no parecía mala persona.
Supongo que podría contar ese séquito en su contra, pero no lo hagamos. Sería prudente
posponer la toma de partido todo lo posible... Y ojalá yo fuera el sabio perfecto que lo hubiera
conseguido. Demasiado para mis planes e ideales.
De todos modos, arreglar para toparme con la Niña Bendita unas cuantas veces más me
pareció una buena idea. Quería hacerme una mejor idea de cuál era su habilidad. Quizá ver si
era discípula del Hombre-Dios... lo cual, para ser sincero, sería imposible de averiguar.
Hipotéticamente, si ella fuera una discípula, eso complicaría mi misión aquí en formas que
no podía preparar o prever. En el Reino Asura, el Hombre-Dios no había interferido en mi
trabajo construyendo la banda de mercenarios. ¿Así que mi trabajo suponía una amenaza para
el Hombre-Dios, o no? Si intervenía, al menos sería una pista. Pero no tenía forma de saberlo,
y darle demasiadas vueltas sólo me llevaría a dar vueltas en círculos. Tenía que pensar que lo
que estaba haciendo importaba, y que él no había interferido en mi anterior trabajo contra él.
Así que actuaría asumiendo que no interferiría aquí. Reservaría mi búsqueda de discípulos
para cuando me enfrentara a interferencias, o para cuando sintiera que algo iba realmente mal.
Por el momento, no había escasez de jugadores sospechosos en este juego. La niña

bendita; Claire; el Papa. Pero enredarme en nudos paranoicos había sido mi perdición en el
pasado. Podía evitarlo creando rápidamente la rama de la Banda de Mercenarios, instalando
la tableta de contacto y poniéndome en contacto con Orsted de inmediato.
Sí. Por ahora, la reunión de hoy me había conseguido el apoyo del Papa. Ese era mi punto
de partida. Exploraría edificios potenciales para la Banda Mercenaria, y luego compraría uno.
Allí instalaría la tableta de contacto y el círculo de teletransporte de emergencia. Después de
todo eso, finalmente tendría mi llamada de negocios con Orsted.
"Muy bien. Primera orden del día: elegir un edificio".
Siguiente movimiento, fijado. Podía dejar que Aisha se encargara de los detalles. Había un
montón de preguntas a tener en cuenta, como qué distrito debería ser nuestra ubicación y con
qué comerciante deberíamos hacer negocios. Conociendo a Aisha, su mente ya estaba
trabajando en el problema. Era un alivio tener una compañera de confianza.
El problema era Zenith. Si Aisha la dejaba atrás para recorrer la ciudad, no tendría a nadie
que cuidara de ella. Pedirle a Wendy que lo hiciera era una opción... pero bueno, esto tenía
que ser una decisión de grupo. Debería volver a casa y discutirlo con los demás.
◇◇◇
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Atravesé la ciudad en coche de caballos y regresé a la residencia de Cliff, en el Distrito
Divino.
El sol se estaba poniendo. Me estaba entrando hambre, así que tenía ganas de cenar. Y
ugh, ¡la comida! Era tan agradable tener huevos frescos aquí. Huevos cocidos, huevos fritos,
tortillas... También teníamos algo de pan, así que probablemente también podría hacer
chuletas de cerdo. Ah, la presencia de un solo huevo abre la puerta a nuevos mundos de
delicias culinarias. Nuevos horizontes de alegría para explorar en cada comida, ¡con cada
huevo!
Menos mal que traje a Aisha para que alguien supiera cómo cocinar uno.
"¡Estoy en casa! Y chico, ¡tengo hambre!"
"¡¿Cómo que aún no ha vuelto?!"
En cuanto volví, oí a Aisha gritar con furia. Me apresuré a entrar en casa y encontré a mi
hermana pequeña acorralando a Wendy.
"¡¿Por qué la has dejado salir de casa?!".
"P-pero, dijo que estaba bien..."
"¡¿Por qué ibas a creerte algo que te dijo un desconocido?! ¡Oíste lo que hablamos anoche,
¿verdad?! ¡¿Por qué no le contaste a alguien lo que estaba pasando?! ¡¿Qué te hizo pensar
que no podría haber esperado hasta mañana?! ¡Si hubieras podido esperar unos minutos,
habría vuelto a tiempo! ¡Podrías haberle preguntado a mi hermano también!"
"Quiero decir, escuché lo que hablaron, pero, bueno, realmente no lo entendí, y esa persona
dijo que estaba bien..."
"¡¿Eso es todo lo que tienes que decir a tu favor?! Te digo que no, ¡no estuvo bien! Espera,
no me lo digas, ¡¿has venido a sabotearnos?!".
Aisha levantó el hombro y alzó el puño mientras Wendy se encogía de miedo.
Era raro ver a Aisha tan enfadada como para gritar. Eso fue lo más profundamente que
pensé en la situación mientras me acercaba por detrás de mi hermana y contenía su puño
levantado.
"Aisha, cálmate un poco".
"¡Cállate!"
Me apartó de un manotazo. Pero al menos ahora Aisha se dio cuenta de que yo estaba allí.
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"Ah, Hermano Mayor... Lo siento..."
Aisha se agarró el brazo con el que me dio el manotazo y agachó la cabeza.
"¿Qué ha pasado?"
Debería empezar por preguntar los detalles. Si hubo una pelea, supuse que ambos estaban
un poco equivocados. Pero Aisha mantenía el rostro pálido. No contestaba. No era propio de
ella: no le daba vergüenza compartir sus opiniones.
"Umm..."
Al parecer incapaz de soportar el silencio, Wendy trató de llenarlo. "Bueno, esta tarde vino
una persona llamada Geese..."
"¿Geese vino aquí?"
"Dijo que se sentía mal por Zenith, ya que estaba encerrada dentro después de haber vuelto
finalmente a casa, así que la llevó fuera..."
Así que esto es a lo que Aisha estaba reaccionando.
"Y no han vuelto..."
Toda la sangre se drenó de mi cabeza en un instante. Respiré hondo.
"Aisha, necesito que me lo expliques todo con calma. Desde el principio. ¿Puedes hacerlo
por mí?"
"Sí..."
Aisha empezó a hablar.
Esa tarde, Geese llegó a casa de Cliff. Se presentó como un amigo de Zenith que venía a
ver cómo estaba. Aisha no lo vio por sí misma, pero después de oír a Wendy describir su
aspecto, su forma de hablar, su estatura, su equipo y de lo que hablaba, parecía bastante
segura de que se trataba de Geese.
Aisha tuvo que preguntar qué había pasado porque no estaba allí.
"¿Dónde estabas, Aisha?"
"Me imaginé que necesitaríamos un montón de cosas para vivir aquí, así que fui de
compras... Wendy no sabe leer, y probablemente no sabría lo que necesitábamos, así que lo
hice yo... Lo siento".
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"Oh, no, está bien."
Aisha tuvo un lapsus de juicio, y durante ese lapsus, ocurrió algo que nunca podríamos
haber predicho. Estas cosas pasan. La gente mete la pata. No pasa nada. Geese charló un
rato con Wendy y Zenith.
Y entonces, Geese dijo: "Me siento mal por Zenith, toda encerrada dentro después de haber
vuelto a casa por fin. La llevaré a ver los lugares de interés".
Y Wendy lo permitió. Una parte de mí estaba tan estupefacta que quería agarrarme la
cabeza y gritar. Ella había estado allí cuando hablamos anoche. ¿No se había enterado?
Pero no podía culpar de todo a Wendy. Ella no vio lo horribles que eran los Latria por sí
misma; sólo tenía conocimiento de segunda mano. Tenía sentido que no entendiera que eran
peligrosos. Además, Geese tenía facilidad de palabra; si no tenía nada más a su favor, podía
convencer a cualquiera de cualquier cosa. Yo también había planeado enseñarle la ciudad a
Zenith, así que no podía culpar a Wendy por bajar la guardia y pensar que quizá una salida de
una hora con un amigo estaría bien.
"Salí enseguida a buscarlos, pero no encontré nada...".
En cuanto Aisha regresó de la compra y se enteró de lo ocurrido, saltó a la puerta y buscó

por todas partes... en vano. Incluso cuando la tarde se convertía en crepúsculo, ni rastro.
Incluso cuando regresó a casa con la vana esperanza de que hubieran aparecido mientras ella
estaba fuera, no habían vuelto. Sin saber qué hacer, Aisha descargó su frustración con
Wendy... y ahí llegué yo.
"¿Qué hacemos, Gran Hermano? Yo fui quien dijo que estaríamos a salvo aquí... Todo es
culpa mía, ¿no? ¡¿Qué hacemos...?!"
Aisha estaba enloqueciendo como pocas veces la había visto; casi lloraba. Lo primero que
había que hacer era calmarla.
"Cálmate. Estamos hablando de Geese. Probablemente se olvidó de lo que prometió y se

la llevó por toda la ciudad".
"¡Pero, ahora mismo, no tenemos ni idea de dónde está la Madre Zenith!"
"Mira, cálmate."
Una parte de mí también se estaba poniendo ansiosa. Pero era Geese con quien estaba,
podía tener la destreza en combate de un cachorro mojado, pero era un tipo listo y de
confianza. De todas las personas que podrían haberse llevado a Zenith, me tranquilizaba un
poco más que fuera él. Por la misma razón, este era Geese. Probablemente se distrajo, fue
detrás de algo tonto, y luego perdió la noción del tiempo. En cualquier momento, podría
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aparecer por esa puerta y decir con una risita: "Ah, lo siento, hermano, me encontré con un
viejo amigo y tuve que ponerme al día".
"Por ahora, esperemos un poco más a que vuelvan".
Esa fue mi decisión.
Pasó el tiempo. El sol se puso. Finalmente, Cliff regresó del trabajo, con el cansancio en su
rostro.
Zenith y Geese, sin embargo, se quedaron fuera.
◇◇◇
Yo... no diría que fue tiempo perdido. En esas horas, Aisha y yo pudimos calmarnos. Pienso.
"Lo siento... Pero por favor, no la tomes con Wendy. Ella no quería hacer nada malo, no
creo...".
Cliff regañó a Wendy con firmeza, pero con justicia, y se aseguró de que supiera que seguía
de su lado. Probablemente él tampoco había previsto que algo así pudiera ocurrir. La había
contratado para tareas domésticas ligeras. Y dado que había llegado a su edad sin conseguir
ni empleo ni una familia de acogida, Cliff tenía que saber que no iba a ser el cuchillo más
afilado del cajón.
Pero no estaba bien regañar a alguien por sus defectos. No llores por la leche derramada,
mejor límpiala.
"Voy a salir a buscar. Cliff, mantente alerta por si nos perdemos".
"S-seguro..."
Era alrededor de la hora de cenar cuando decidí salir en su busca.
Quizá tardé demasiado en decidirme. Pero si me permites una excusa, te prometo que me
habría lanzado por la puerta en un instante si hubiera sabido que Zenith estaba sola.
Sin embargo, se había ido con Geese; si la historia de Wendy era cierta, entonces Zenith
debería seguir con él. Puede que el chimpancé fuera demasiado cobarde para enfrentarse a
una pelea, pero cualquier otro reto al que se enfrentara no sería un problema para él. Ya fuera
recopilando información, trazando mapas, comprando, cocinando, realizando tareas de
mantenimiento o incluso haciendo chequeos médicos a los miembros de su grupo, era un
jugador estrella en todos los sentidos. Así que, por alguna razón, tuve la idea de que Zenith
estaría bien.
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Pero cuando pensé en ello, me di cuenta de que su inutilidad en la batalla era, de hecho, un
defecto fatal. Si tenía que luchar, no sería capaz de proteger al Zenith. Geese había
desarrollado una habilidad para evitar el peligro para compensarlo, pero aún así algo podía
salir muy mal. Zenith podría espaciarse y pisar el pie de un viejo de aspecto rudo. Incluso había
mujeres que no dudaban en darles un puñetazo sólo por mirarlas raro.
Y Geese era un demonio. ¿Qué pensaría la Casa de Latria si por casualidad vieran a Geese
y Zenith juntos a solas? Dirían que no la dejaría quedarse en su propia casa, pero aquí estaba,
sola con un demonio. Podrían decidir atacar y llevarse a Zenith por la fuerza.
O esperar. Tal vez los Latrias estaban detrás de esto. Conociendo sus recursos, el Gansos
que vino antes podría haber sido un impostor. Podrían haber cogido a alguien con apariencia,
complexión y modales similares, y hacerlo pasar por Gansos para convencer a Wendy de que
entregara el Zenith... quizás. No es que fuera fácil de imitar.
Por último, y tal vez estaba paranoico por siquiera considerarlo, existía la posibilidad de que
Geese fuera el discípulo del Hombre-Dios. ¿Por qué estaba aquí si odiaba tanto al País
Sagrado?
"..."
Me volví a poner la túnica y la armadura mágica y salí de casa.
Aisha me siguió como si fuera lo más natural del mundo. "¿Adónde vamos primero? ¿Nos
separamos?"
Debía de estar ansiosa por la desaparición de Zenith. Si lo estaba, era vital que yo
mantuviera la calma.
"No, no puedo arriesgarme a que te secuestren. Iremos juntos".
"De acuerdo. Entendido..."
La respiración de Aisha se entrecortó con la palabra "secuestrada". Tenía que haber

considerado la posibilidad. Había un montón de secuestradores en este mundo, después de
todo...
Pero no era tan probable. Tal vez no si hubiera estado dando tumbos sola, pero estaba con
Geese. Golpear a Geese para hacer esclavo a Zenith fue mucho trabajo. Si yo estuviera en su
lugar, encontraría un objetivo diferente, más indefenso.
"..."
Tras unos pasos, me detuve de repente. ¿Dónde se suponía que tenía que mirar primero,
otra vez? Mierda, me estaba resbalando; supongo que no me había calmado del todo. La gente
no se calmaba simplemente diciéndoselo a sí misma. Necesitaban respirar hondo.
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True Flames Project
"Huff... Phew..."
Había alguien más inteligente que yo a mi lado. Tenía que hablar con ella.
"Aisha... ¿Dónde crees que está Geese?"
"Um... ¿Tal vez en el Distrito de los Aventureros?"
"¿Tu razonamiento?"
"Geese dijo antes que no podía entrar en el Distrito Divino, y no creo que vaya al Distrito
Residencial cuando tantos seguidores de Millis viven allí. Si está entre el Distrito de los
Aventureros y el Distrito del Comercio... Bueno, Geese es un aventurero, así que creo que hay
más posibilidades de que esté en el Distrito de los Aventureros."
"De acuerdo. Vamos a rodar."
Sabía que podía contar con Aisha, era una pensadora rápida. No teníamos tiempo que
perder.
"Démonos prisa", dije.
"De acuerdo... Oh, bien. ¿Deberíamos usar un caballo? Todavía tenemos uno del carruaje,
¿verdad?"
"¿Hm?"
Un caballo... Todavía no era capaz de montarlos. Quiero decir, tenía lo básico. Había
practicado un poco, y sabía cómo manejar un carruaje. Pero estaba lejos de ser lo
suficientemente hábil como para montar donde quisiera en una situación de emergencia. Pero
Aisha no tenía de qué preocuparse. Cuando realmente lo necesitaba, podía moverme tan
rápido como cualquier caballo.
"No necesitamos uno."
"¿Eh?"
Llevé a Aisha en brazos como una princesa y acumulé maná en mi armadura mágica.
Piernas, luz verde. Todos los sistemas listos. Había practicado neutralizar el impacto del
aterrizaje muchas veces.
"Aisha, agárrate fuerte."
"¿Eh...? ¡Ah!"
Página 197
True Flames Project
El cuerpo de Aisha se tensó mientras se aferraba fuertemente a mi bata. Me aseguré de
sujetarla para que quedara fija en su sitio.
"¡N-no! ¡No! ¡Para!"
Estoy seguro de que dijo otras cosas, pero las ignoré. Zenith había desaparecido. Esto, de
todas las cosas, no era una coincidencia. Tal vez Geese lo hizo, o tal vez fue obra de los
Latrias. Tal vez los papalistas tenían una oscura agenda oculta. Tal vez nos habíamos envuelto
en los designios de la Niña Bendita...
O tal vez esto fue obra del Hombre-Dios.
Agonizar sobre la respuesta no resolvería nada. La vacilación no resolvía nada. Arrepentirse

no solucionaba nada.
Ya habíamos dejado pasar demasiado tiempo, y entre el largo día y mi estado mental,
estaba en mal estado. No tenía ni idea de quién en Millishion era un aliado, ni de quiénes eran
mis enemigos. En una lucha contra el Hombre-Dios, nunca se sabe a ciencia cierta.
No íbamos a repetir lo del Reino de Shirone. Había aprendido de mis errores.
Me preparé para lo que viniera y salté al cielo nocturno.
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True Flames Project
Sobre El Autor: Rifujin Na Magonote
Reside en la prefectura de Gifu. Le encantan los juegos de lucha y los bollos de crema.
Inspirados por otras obras publicadas en el sitio web Let's Be Novelists, crearon la novela
web Mushoku Tensei. Se ganaron al instante el apoyo de los lectores y se convirtieron en el
número 1 de la clasificación combinada de popularidad del sitio al año de su publicación.
"Los comienzos y los finales pueden cambiar por completo tu perspectiva", afirma el autor.
Versión al español por Re: TFP 21 de mayo de 2022
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Mushoku Tensei Jobless Reincarnation Volumen 20

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Mushoku Tensei Jobless Reincarnation

Traducción al español: Jaden

Página de Facebook: Re: TFP

El segundo objetivo era atraer a figuras de autoridad y futuros líderes. La resurrección de

Aparte de ese inminente y desagradable trabajo, no había ningún inconveniente en hacer

No era optimista. Eso habría sido demasiado conveniente, ¿no?

Me sorprendí. "¿Eh, así que esas cosas existen de verdad?"

"Sí. También has visto uno antes".

"Harán falta algunas modificaciones", continuó Orsted, "pero intentaré hacerlas".

"¿Eh? ¿Quieres decir que los harías tú mismo?"

"¡Roger Wilco, jefe!"

Eso zanjó el tema del comunicador.

El desarrollo de la Versión 3 seguía avanzando, por supuesto, y su objetivo era resolver

Cuando entré en su habitación, me recibió un Cliff demacrado y exhausto. "Oh, hola,

"Oh, Rudeus. ¿Cuál es la ocasión?" preguntó Elinalise.

"Oye, Rudeus, ¿podrías fijarte un poco menos?", preguntó Cliff.

"¿Eh? Oh, lo siento."

Me había perdido demasiado en mis pensamientos y Cliff me devolvió a la realidad. Culpa

"Y Lise, tenemos un invitado, ¿podrías ponerte algo de ropa?"

"Dios mío, Cliff... ¿Te estás poniendo celoso?"

Los hombros de Elinalise se desplomaron. "Bien, si insistes".

Se retiró con su bebé a una habitación interior.

"Rudeus, ¿podrías abstenerte de mirar a mi esposa como un trozo de carne cuando ya

"¿Pedazo de carne? Oye, escucha..."

"No importa, lo siento. Lo tendré en cuenta la próxima vez".

"Entonces, ¿a qué has venido hoy?", preguntó.

Tuve que prepararme para lo peor antes de mirar.

"Sinceramente, he estado yendo y viniendo", dijo Cliff, aparentemente refiriéndose a la parte

"Me gustaría que te unieras al ejército de Orsted de manera formal".

"¿Qué quieres decir?"

"Si te conviertes en el subordinado de Orsted, entonces Orsted y yo podremos ofrecerte

"Entonces, ¿qué te parece?" le pregunté.

"¿Eh? Ah, sí, es verdad. Gracias".

"Está bien, volveré más tarde."

"Claro. Siento todo esto", dijo Cliff.

"No te preocupes. Sé que es duro, pero estamos todos juntos en esto".

Con eso, salí de la habitación de Cliff, no sin antes avisar a Elinalise.

Esperaría hasta la ceremonia de graduación para conocer la respuesta de Cliff. Faltaban

Bueno, eso aparte.

En cualquier caso, necesitaba la Armadura Mágica, y también necesitaba las habilidades de

"¿Seguro? No hay ninguna mujer a tu lado vistiéndose, ¿verdad?"

"No tienes de qué preocuparte".

"Okie-doke, allá voy".

Pero hoy, ella no estaba sentada en ese escritorio.

"Zanoba... Seguro que te acercaste a Julie mientras no miraba, ¿eh?"

El pequeño cuerpo de Julie anidaba dentro de la alta estatura de Zanoba. Parecían

"A ver, Maestro, ¿qué le trae por aquí hoy?".

"La verdad, Zanoba, es que he venido a informarte de tu nuevo puesto".

"Eh... ¿Puesto, dices?".

"Efectivamente. Te imploro que aceptes".

"No me desagradaría hacerlo... ¿pero no teníamos intención de posponer ese proyecto?".

Bueno, no es que estuviera escondido. Podríamos encontrarlo fácilmente con un poco de

"Buscaré en la Banda de Mercenarios de Ruquag a alguien con experiencia empresarial

"¡Claro que sí! Así se hará".

"¡Gran Maestro! ¿Qué tengo que hacer?", exclamó.

Parecía que Julie también estaba de acuerdo. Pronto comenzaríamos la producción en

A continuación, pensé en traer a ese mercenario al que le había echado el ojo...

"Aquí es donde trabajarás a partir de ahora".

Joseph tragó saliva.

Así era Joseph: un temperamento ansioso y un desagradable problema con la bebida se

Espera. Eso suena como lo que Linia me dijo.

"Tienes razón, sí..."

"No... no, hay veces que es mejor enfadarlos".