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POBREZA EN CENTROAMERICA

Cerca de 30 millones de personas son pobres en Centroamérica, de las cuales el 80 %


se concentra en el Triángulo Norte, región que requiere ayuda internacional para
enfrentar la pandemia y los efectos de la crisis climática que amenazan con privar a
miles de ellas de su seguridad alimentaria.

En Centroamérica, con cerca de 48,5 millones de habitantes, "más de la mitad (de la


población) está en situación de pobreza, es decir, casi 30 millones de personas",

El 80 % de los pobres viven en El Salvador, Guatemala y Honduras, países que


conforman el Triángulo Norte de Centroamérica, una de las regiones más desigual y
vulnerables a la crisis climática.

Las consecuencias de la pandemia y el cambio climático han arrastrado a la pobreza a 2


millones de personas en Centroamérica, afirmó el experto del Icefi, un organismo
independiente con sede en Guatemala.

La crisis social a causa del coronavirus y los embates de la naturaleza han provocado
"un aumento de la desigualdad, pero también del hambre" en la región, añadió.

TORMENTA A LA CUAL NOS ENFRENTAMOS CON LA PANDEMIA Y COMO AFECTO A


LOS PAISES CENTROAMERICANOS

En su opinión, Centroamérica está "lejos de controlar la pandemia", por lo que hay


"mucha incertidumbre" sobre la recuperación económica de la región ante posibles
nuevas medidas de confinamiento que podrían limitar las actividades comerciales.

Más de 1,3 millones de contagios, una contracción económica y crisis política y social
es el saldo de la "tormenta perfecta" que azota a Centroamérica desde hace más de un
año, cuando se confirmaron los primeros casos de covid-19, señaló.

"La región está viviendo una especie de tormenta perfecta, se tiene una crisis sanitaria,
económica y social, pero también una crisis ambiental y política", enfatizó el
economista, quien considera que las expectativas para 2021 "son mejores" que las de
2020, pero todavía "hay mucha incertidumbre".

El impacto general de la pandemia hasta ahora no ha sido cuantificado en su totalidad,


pero Castaneda vaticina que muchas personas tendrán problemas para acceder a
alimentos, por lo que "padecerán hambre".

El hambre que acecha a millones de centroamericanos es el "retrato más concreto de


lo grave que ha sido la crisis", subrayó.

POBRES, LOS MÁS AFECTADOS


La crisis climática ha provocado que las comunidades más vulnerables de
Centroamérica sean cada vez más pobres, pasen más hambre y se planteen la
migración como única opción, alertó.

"Las personas más pobres son las que pasan la peor situación y pagan la factura" del
impacto del calentamiento global y pierden "la garantía de derechos en términos de
alimentación, salud y vivienda", explicó.

El futuro puede ser "muy desalentador" si los Gobiernos no promueven políticas


orientadas a crear mejores empleos, reducir la pobreza, la desigualdad y mejorar la
educación y la salud, pero también enfrentar a la crisis climática, advirtió Castaneda.

El director de Visión Mundial Honduras, Jorge Galeano, coincidió con Castaneda


subrayando que la pandemia y el calentamiento global "golpean a todo el mundo, pero
no a todos por igual".

Muchos países centroamericanos "teníamos muchas debilidades (antes de la


pandemia) y esta crisis nos ha venido a golpear muy duro, los que más sufren son los
más vulnerables y los que menos tienen", dijo Galeano en declaraciones a Efe.

La alta incidencia de la covid-19 y la falta de apoyo a las familias más pobres amenazan
con generar "inestabilidad social fuerte en nuestros países y oleadas migratorias",
indicó Galeano, quien reclamó a los Estados que concentren sus esfuerzos en atender
a los menos favorecidos.

APOYO INTERNACIONAL

Centroamérica sola no puede enfrentar la magnitud de esta crisis, por lo que los países
requieren ayuda internacional, señaló el director de Visión Mundial Honduras.

"La comunidad internacional debería apostar por acompañar a los países más
vulnerables", enfatizó, y destacó que la niñez y los adultos mayores son los más
endebles a la pandemia y los fenómenos naturales.

Galeano y Castaneda coincidieron, además, en que los niños también son los más
afectados por el cierre de centros educativos vinculados al coronavirus, una situación
que puede afectar el desarrollo de los países.

Los Gobiernos deben poner “una especial atención” al acceso a la educación y el


sistema de protección de la niñez en medio de la crisis, señalaron los expertos.

Pobreza extrema en la región sube a 86 millones en 2021 como consecuencia de la


profundización de la crisis social y sanitaria derivada de la pandemia de COVID-19
En su informe anual Panorama Social de América Latina, la CEPAL estima que entre
2020 y 2021 las personas en situación de pobreza extrema se incrementaron en cerca
de cinco millones. Organismo de las Naciones Unidas llama a avanzar hacia sistemas de
protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes.

La crisis sanitaria permanece vigente y América Latina y el Caribe es la región más


vulnerable del mundo en esta pandemia. Así, como consecuencia de la crisis sanitaria y
social prolongada de la pandemia de COVID-19, la tasa de pobreza extrema en América
Latina habría aumentado del 13,1% de la población en 2020 al 13,8% en 2021, un
retroceso de 27 años, mientras que se estima que la tasa de pobreza general habría
disminuido levemente, del 33,0% al 32,1% de la población. Esto significa que la
cantidad de personas en pobreza extrema pasaría de 81 a 86 millones, y el número
total de personas en situación de pobreza bajaría ligeramente de 204 a 201 millones,
informó hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

“Pese a la recuperación económica experimentada en 2021, los niveles relativos y


absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima
de los registrados en 2019, lo que refleja la continuación de la crisis social. La crisis
también ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en que vive buena parte de la
población en los estratos de ingresos medios, caracterizados por bajos niveles de
cotización a la protección social contributiva y muy baja cobertura de la protección
social no contributiva”, señala el informe anual Panorama Social de América Latina
2021 lanzado en conferencia de prensa virtual por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL,
Alicia Bárcena.

Según el informe, la región experimentó un notorio retroceso en su lucha contra la


pobreza en 2020 por causa de la pandemia. Tanto la pobreza como la pobreza extrema
aumentaron por sexto año consecutivo. En 2020 la pobreza extrema se elevó a niveles
registrados 27 años atrás, mientras que la tasa de pobreza general se ubicó en un nivel
similar al de finales de la década de 2000.

En el estudio, la CEPAL indica que en 2020 aumentó la proporción de mujeres que no


recibe ingresos propios y se mantuvieron las brechas de pobreza en áreas rurales,
pueblos indígenas y la niñez. Asimismo, al examinar distintos índices, entre ellos el
coeficiente de Gini, se constató un aumento de la desigualdad.

De acuerdo con el organismo de las Naciones Unidas, la pobreza habría sido mayor en
2020 si los países de la región no hubieran adoptado medidas como las transferencias
de ingresos de emergencia. La pobreza extrema habría sido alrededor de 1,8 puntos
porcentuales más alta, y la pobreza general habría sido 2,9 puntos porcentuales más
elevada en promedio en 7 países.

Pese a lo anterior, el Panorama Social 2021 consigna que en los últimos 10 meses de
2020 las transferencias de emergencia anunciadas por los países para mitigar el efecto
de la crisis representaron un gasto de 89.700 millones de dólares, mientras que en los
primeros diez meses de 2021 el gasto anunciado en estas medidas fue la mitad: 45.300
millones de dólares.
“La ‘recuperación’ económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos
efectos sociales y laborales de la pandemia, estrechamente vinculados a la desigualdad
de ingreso y género, a la pobreza, a la informalidad y a la vulnerabilidad en que vive la
población”, declaró Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, quien llamó a
mantener las transferencias monetarias de emergencia en 2022 o hasta que la crisis
sanitaria esté controlada.

El documento sostiene que la desigualdad aumentó entre 2019 y 2020, con lo que se
quebró una tendencia decreciente que venía observándose desde 2002. El Coeficiente
de Gini -utilizado internacionalmente para medir la distribución del ingreso- aumentó
en 0,7 puntos porcentuales para el promedio regional entre 2019 y 2020. Este
deterioro tiene relación directa con las repercusiones de la pandemia.

América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo que lleva más tiempo de
interrupción de clases presenciales, en promedio cerca de 56 semanas de interrupción
total o parcial, lo que ha generado brechas en el desarrollo de habilidades cognitivas,
la pérdida de oportunidades de aprendizaje y el riesgo de aumento del abandono
escolar. Asimismo, el cierre escolar ha impactado sobre la sobrecarga de las tareas de
cuidado de las mujeres. Por ello, el retorno seguro a clases presenciales es urgente en
2022, subraya la comisión regional de las Naciones Unidas.

En el estudio, la CEPAL recalca que sin control de la crisis sanitaria la recuperación


económica no será sostenible, y advierte que América Latina y el Caribe es la región
más vulnerable del mundo ante el COVID-19.

La región presenta el mayor número de defunciones informadas por COVID-19 a nivel


global (1.562.845 hasta el 31 de diciembre de 2021), cifra que seguirá creciendo
mientras la pandemia persista. Estas representan el 28,8% del total de defunciones por
COVID-19 informadas en el mundo, pese a que la población de la región apenas
asciende al 8,4% de la población mundial.

Al 26 de enero de 2022, el 62,3% de la población de América Latina y el Caribe (en


torno a 408 millones de personas) contaba con un esquema completo de vacunación,
por lo que la CEPAL hace un llamado a incrementar los esfuerzos, de tal manera que a
mediados de 2022 todos los países de la región hayan vacunado al 70% de su
población con el esquema completo.

Para alcanzar dicho objetivo, apunta la Comisión, urge fortalecer los programas de
compra de vacunas y los mecanismos de cooperación y coordinación regional, en línea
con el Plan de autosuficiencia sanitaria para América Latina y el Caribe aprobado por la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y elaborado por la
CEPAL.

“La pandemia es una oportunidad histórica para construir un nuevo pacto social que
brinde protección, certidumbre y confianza. Un nuevo contrato social debe avanzar y
fortalecer la institucionalidad de los sistemas de protección social y promover que
estos sean universales, integrales, sostenibles y resilientes. Vienen años de menor
crecimiento económico y, si no se mantienen los esfuerzos para proteger el bienestar
de la población, serán mayores los aumentos en pobreza y desigualdad en la región”,
declaró Alicia Bárcena.

Un pacto social requiere de un nuevo contrato fiscal con progresividad, acompañado


de objetivos muy concretos, como darle sostenibilidad financiera a una protección
social universal y con niveles de suficiencia adecuados que incluya al conjunto de la
población, apuntó.

También urge reestructurar los sistemas de salud, avanzar hacia una cobertura
universal, con atención oportuna y de calidad para toda la población, y que el Estado
actúe como garante del derecho a la salud.

Finalmente, el informe aborda la propuesta de la CEPAL de transitar hacia una


sociedad del cuidado, que supone reconocer que los cuidados son una necesidad
universal y a la vez expresan diversidades estructurales como el ciclo de la vida, las
condiciones físicas, las condiciones socioeconómicas y de ingresos y las diferencias
territoriales. “La universalidad, la coordinación interinstitucional e intersectorial, la
corresponsabilidad y la sostenibilidad financiera constituyen pilares fundamentales de
las políticas integrales de cuidados que precisa la región”, concluye el documento.

La inseguridad alimentaria y el hambre en América Latina y el Caribe están


estrechamente asociados a la pobreza extrema, pero no se confunden con ella. Una
alimentación insuficiente para el desarrollo de una vida normal e inadecuada desde el
punto de vista nutricional, afecta no sólo a quienes viven en condiciones de extrema
pobreza sino también a estratos más amplios y grupos que residen en determinadas
zonas o regiones en cada país. Entre las carencias que enfrenta la población en
pobreza extrema, la falta de acceso a alimentos es, por sus consecuencias, la más
grave y urgente de erradicar.

DESARROLLO DE LA DECLARACIÓN DEL MILENIO

Es la erradicación del hambre en el planeta. Respecto de este objetivo se establecen


metas específicas, otorgándosele así la misma prioridad que a la mitigación de la
pobreza.
La insuficiencia permanente de alimentos en cantidad y calidad adecuados para
satisfacer las necesidades energéticas de toda la población (subnutrición); encuentra
su manifestación más grave en la desnutrición infantil. De las dos formas que asume: el
bajo peso y la cortedad de talla con respecto a la edad, el retardo del crecimiento es
particularmente importante en los países de la región, debido tanto a su mayor
incidencia como a la irreversibilidad de sus efectos negativos sobre el desarrollo de los
individuos y de la sociedad.
A partir de la Conferencia Internacional sobre Nutrición (Roma, 1992); y la Cumbre
Mundial sobre la Alimentación (Roma, 1996);, la preocupación por la seguridad
alimentaria y el hambre se ha manifestado más claramente en formulaciones de
políticas nacionales de seguridad alimentaria y nutricional.
En los países centroamericanos son varias las instancias que han respaldado estas
iniciativas, entre las que cabe destacar el Consejo de Ministros de Salud de
Centroamérica (COMISCA); y la Comisión Regional de Asuntos Sociales (CRAS);, creados
en 1991; el Subsistema de Integración Social del Sistema de Integración
Centroamericana (SISCA/SICA);, constituido en 1993; la XIV Cumbre de Presidentes
Centroamericanos (Guatemala, 1993);, que ratificó la Iniciativa Regional de Seguridad
Alimentaria Nutricional (SAN);, propiciada por el Instituto de Nutrición de
Centroamérica y Panamá (INCAP/OPS);; la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de
1996, donde los países de la región concurrieron al compromiso de "...consagrar
nuestra voluntad política y nuestra dedicación común y nacional a conseguir seguridad
alimentaria para todos y erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo
inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual
no más tarde del año 2015"; y los mandatos de la XXII Cumbre Iberoamericana de
Presidentes, de diciembre de 2002, que incluyen la adopción de un Marco Estratégico
elaborado por el Consejo Agropecuario de Centroamérica (CAC); para enfrentar la
situación de inseguridad alimentaria y nutricional asociada a las condiciones de sequía
y cambio climático.

El principal desafío ha sido otorgar alta prioridad a la seguridad alimentaria en la


agenda política de los países. Las interrogantes que trata de abordar este documento
plantean en qué medida los objetivos tendientes a mitigar el hambre se están
alcanzando y cuáles son las causas y consecuencias particulares que caracterizan al
fenómeno en los países centroamericanos.

Con el propósito de encontrar respuestas a estas interrogantes, a principios de 2003 la


Oficina Regional del Programa Mundial de Alimentos (PMA); y la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL); establecieron un acuerdo de cooperación
trienal que incluye la elaboración de un capítulo especial sobre el hambre, la
desnutrición y la pobreza en el Panorama social de América Latina, 2002-2003, además
tres informes anuales que analizan el tema en grupos de países. Atendida la gravedad
del problema, el primer grupo de países considerados lo integran los países
centroamericanos y Panamá.

https://www.cepal.org/es/comunicados/pobreza-extrema-la-region-sube-86-millones-2021-
como-consecuencia-la-profundizacion-la

http://www.efe.com/efe/america/sociedad/centroamerica-tiene-casi-30-millones-de-pobres-
acechados-por-el-hambre/20000013-4524664

https://www.cepal.org/es/publicaciones/6077-pobreza-hambre-seguridad-alimentaria-
centroamerica-panama

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