Objetivo. Identificar los rasgos de Mesoamérica. En su momento de mayor esplendor (entre el año 1 y el 500 d. n. e.), Teotihuacan llegó a tener 200 mil habitantes, lo que la hacía una de las urbes más pobladas de todo el mundo; lo mismo podemos decir de México-Tenochtitlan durante el siglo XVI. Sin embargo, la vida de las ciudades ha llamado la atención de arqueólogos e historiadores, pues en éstas se encuentran las obras artísticas y la arquitectura monumental; en realidad, la mayoría de la población de Mesoamérica vivió en aldeas campesinas mucho más pequeñas y más modestas (figura 2.34). Las casas, por ejemplo, eran generalmente chozas de bajareque o palmas, en las zonas calientes, o de adobe y techo de hojas de maguey, en las zonas más frías En estas pequeñas poblaciones la vida no cambió mucho en tres milenios: las mujeres y los hombres cultivaban maíz y otras plantas, y cazaban para complementar su dieta. Las mujeres recolectaban frutas y semillas silvestres y se encargaban de preparar los alimentos para sus familias. Desde muy pequeños, niñas y niños ayudaban a sus padres en estas tareas, que requerían importantes esfuerzos y estaban siempre amenazadas por sequías o lluvias excesivas, ataques de enemigos o plagas. Entre todos fabricaban la modesta cerámica que usaban para comer y cocinar, y tejían las humildes telas con que se vestían.
La vida religiosa de las aldeas era sencilla, sobre todo comparada con la de las grandes ciudades. Se centraba en pedir la ayuda de los dioses para proteger los cultivos y mantener la salud de los pobladores. Algunas veces, los habitantes de estos poblados visitaban las ciudades para pagar sus tributos, trabajar en las obras que ordenaban los gobernantes, participar en festivales religiosos o acudir a los mercados. Sólo así se acercaban al mundo urbano, tan distinto a su realidad campesina. La gran pluralidad religiosa podemos reconocer elementos comunes e ideas compartidas, como el culto a los señores de la tierra y del agua. Se creía que estos poderosos dioses vivían en las montañas, desde donde venía la lluvia y los ríos que fluían sobre la tierra; también que daban la fuerza para que el maíz y otras plantas pudieran crecer. Por ello, los olmecas adoraban a un dios jaguar de la tierra que se relacionaba también con sus gobernantes; los teotihuacanos, al poderoso dios tormenta; los mayas a Chac, y los nahuas y mexicas a Tláloc. • Asimismo, una deidad muy importante en muchas ciudades de Mesoamérica fue la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl en náhuatl y Kukulcán en maya. Según los relatos indígenas, fue un ser humano y sabio gobernante que se hizo dios; o bien, un dios que encarnó varias veces en diferentes gobernantes. Quetzalcóatl fundó una forma de gobierno y de vida civilizada que fue practicada en las principales ciudades de Mesoamérica y que se llamaba tradición tolteca. • Otro aspecto de la religión mesoamericana fue la práctica del sacrificio humano. En todas las ciudades de esta región se realizaban fiestas religiosas en las que se mataba a personas para ofrendar su sangre y corazón a los dioses. Generalmente, los sacrificados eran cautivos enemigos, guerreros o incluso gobernantes vencidos en la guerra. Los mesoamericanos creían que los dioses habían ofrendado su vida y su sangre para crear al sol y a los seres humanos, de modo que éstos estaban en deuda y tenían la obligación de ofrecer la vida de las personas para alimentarlos. En los templos de las ciudades se realizaban vistosas ceremonias para pagar la deuda de los seres humanos, mantener contentos a los dioses y así, permitir que creciera el maíz, el sol siguiera moviéndose y brillando sobre la Tierra y la gente pudiera vivir. Para las religiones mesoamericanas fue muy importante medir el paso del tiempo por medio de complejos calendarios. Todos, desde los sacerdotes hasta los campesinos, creían que el destino de la humanidad y del mundo era inseparable del destino de los dioses, y que todo estaba regido por los calendarios . Por ello, su deber era mantener en funcionamiento el universo mediante sus rituales religiosos. los calendarios servían para propósitos prácticos, como seguir el ritmo de las estaciones y determinar cuándo era mejor plantar y cosechar. También cumplían funciones religiosas, pues ayudaban a conocer la fuerza de los dioses y así, aprovechar sus favores y evitar que dañaran a los seres humanos. Casi todas las actividades humanas; políticas, como las guerras; religiosas, como las fiestas; económicas, como la producción agrícola, y sociales, como las bodas y mercados, eran regidas por el calendario. • Tarea: No hay
Actividad 41. Dioses en la civilización mesoamericana