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COMENTARIO MAPA 1ª GUERRA CARLISTA.

Nos encontramos ante un mapa de la Península Ibérica y Baleares, correspondiente a los


hechos ocurridos durante la 1ª guerra carlista durante los años 1833-1840. Se trata de
una fuente secundaria y su temática es claramente militar.

En el mapa podemos observar la presencia de varios colores y símbolos. El color violeta nos
indica las zonas del país de mayor intensidad del carlismo, el tono rosado hace referencia a las
áreas de cierta influencia carlista, mientras que finalmente el color amarillo representa los
territorios liberales. También observamos flechas de dos colores que hincapié en las dos
expediciones protagonizadas por las tropas carlistas: en color rojo la del general Gómez, y en
tono azul la del propio don Carlos. Por último, en círculos amarillos y azules se nos muestran las
principales ciudades liberales y carlistas respectivamente, al igual que con otro símbolo azul
aparecen los dos asedios carlistas más importantes.

Este mapa nos muetra como las zonas con mayor presencia carlista se dan en el norte del
país básicamente, y muy especialmente en los territorios de Navarra, País Vasco,
Maestrazgo y norte de Cataluña. Por el contrario, en centro y sur de España y
Baleares fueron de mayoría liberal durante toda la guerra, salvo algunas áreas muy concretas
de Sierra Morena y norte de Extremadura, donde el carlismo arraigó algo. Los motivos de esta
distribución geográfica obedece a los diferentes apoyos sociales y territoriales que cada uno de
los bandos en guerra tuvo durante el conflicto civil. Así, los carlistas fueron ayudados
por campesinos, pequeña nobleza y clero regular y rural del norte de España, al igual
que artesanos de la meseta norte. Todos estos grupos sociales estaban disconformes por
diferentes motivos con el liberalismo, al sentir que perdían parte de sus privilegios y status
socio-económico. A esto hay que unir el hecho de que el liberalismo con su pretensión
uniformizadora y centralista suponía un ataque frontal a las costumbres, tradiciones
y fueros que, sobre todo, en el País Vasco y Navarra se mantenían vigentes.
En el bando liberal se contaba con el apoyo de los grandes beneficiarios de la legislación liberal:
la burguesía comercial, industrial y financiera, los obreros urbanos, las altas
jerarquías eclesiásticas y la alta nobleza, junto con la mayor parte del ejército.
Estos grupos sociales eran eminentemente urbanos, por lo que casi todas
las ciudades importantes del país, incluidas las de las zonas carlistas sublevadas, fueron fieles
al liberalismo. Así se puede contemplar en el mapa como ciudades vasconavarras como Vitoria,
San Sebastián, Pamplona y Bilbao siempre se mantuvieron liberales, e incluso estas dos últimas
sufrieron asedios carlistas feroces, en especial el sitio de Bilbao. También Huesca en Aragón y
Barcelona en Cataluña consiguieron mantenerse fieles al bando gubernamental a pesar de estar
rodeadas de territorio hostil.
Al comenzar la guerra civil en 1833, los carlistas se hicieron fuertes especialmente en el País
Vasco y Navarra. Allí, la presencia del general Zumalacárregui permitió la formación de un
verdadero ejército a partir de grupos guerrilleros, consiguiendo dominar casi todo el territorio
vasconavarro aunque sin poder conquistar las principales ciudades. Precisamente en el asedio a
Bilbao el general Zumalacárregui murió en 1835, lo que conllevó la pérdida del mejor estratega
dentro del bando carlista.
Entramos a partir de 1835 en una segunda fase, la de las Expediciones carlistas, en las que se
intenta extender la insurrección a otras zonas del país. Así, en 1836, el general
carlista Gómez partiendo desde el País Vasco recorre gran parte del país intentando sublevar
con escaso éxito regiones como Galicia y el cantábrico, ambas Castillas , Andalucía y
Extremadura, para finalmente regresar a su cuartel en Vizcaya. Por otro lado un año más tarde
será el propio pretendiente Carlos VI el que intentará entrar en Madrid al mando de otro
ejército tras atravesar Navarra y Aragón. Sin embargo no contó con los apoyos esperados y
regresó meses después a Estella.
Desde que el general Espartero venciera a los carlistas en 1836 en Luchana y levantara el
asedio de Bilbao, la guerra entra en una nueva fase más favorable a los liberales. Los fracasos de
las Expediciones Reales, el cansacio y hastío por la guerra de los habitantes vasco navarros y la
eficaz dirección de las tropas isabelinas por Espartero provocó la división dentro de los carlistas
entre dos grupo: los partidarios de continuar la guerra hasta el fin, con don Carlos como
abanderado, y los que pretendían poner fin a la guerra tras un acuerdo con condiciones; este
último grupo estaba dirigido por el general Maroto. Finalmente esta tendencia se impuso entre
los carlistas y en 1839 los generales Espartero y Maroto firmaron el Convenio de
Vergara que pone fin a la 1ª guerra carlista en el territorio vasco-navarro. Todavía deberá de
pasar un año para que los focos catalán y del Maestrazgo fueran dominados por los liberales, en
especial por la feroz defensa que el general Cabrera protagonizó en su feudo de Morella, capital
del Maestrazgo. Finalmente en 1840 se toma Morella y Cabrera y don Carlos abandonan el país
rumbo al exilio en Francia.

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