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Análisis
54/2021 diciembre de 2021

José Pardo de Santayana

El desenganche China-EE. UU. y


el año de Asia (reedición)

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El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)

Publicado originalmente en Panorama Estratégico 2021. Editado en julio de 2021.

Resumen:

Al asumir la presidencia de los EE. UU., Joe Biden se ha encontrado con un complejo
panorama tanto interno como internacional. La emergencia de China parece imparable.
Pekín ha decidido rechazar el modelo democrático-liberal y seguir uno inspirado en su
propia civilización y una experiencia histórica particular, diluyendo la posibilidad de que
se pueda construir un orden mundial basado en premisas comunes. Entre los dos
colosos de la geopolítica mundial se ha desarrollado un sordo enfrentamiento
económico-tecnológico con la innovación como clave de bóveda.

Las naciones desarrolladas de Asia han sabido reaccionar mejor frente a la pandemia
del coronavirus que las viejas potencias occidentales, lo que confirma la pujanza del
continente asiático y acelera el desplazamiento del centro de gravedad del mundo de
Occidente a Asia. El sudeste asiático se ha convertido en el principal teatro
geoestratégico mundial.

Palabras clave:

EE. UU., China, Joe Biden, Xi Jinping, estrategia, orden mundial, Guerra Fría,
coexistencia.

*NOTA: Las ideas contenidas en los Documentos de Análisis son responsabilidad de sus autores, sin
que reflejen necesariamente el pensamiento del IEEE o del Ministerio de Defensa.

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El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
José Pardo de Santayana

The China-U.S. decoupling and the Asian year

Abstract:

Taking office as President of the U.S. Joe Biden has come across a complex domestic
and international landscape.

The emergence of China seems unstoppable. Beijing has decided to reject the liberal-
democratic model and to follow one inspired by its own civilization and a particular
historical experience, diluting the possibility of building a world order based on common
premises.

A bold economic-technological confrontation with innovation as key vault has developed


between the two superpowers.

The developed nations of Asia have reacted better to the coronavirus pandemic than the
old Western powers, confirming the strength of the Asian continent and accelerating the
shift of the world’s centre of gravity from the West to Asia.

Southeast Asia has become the world’s leading geostrategic theatre.

The strategy designed by the White House vis-à-vis China and its integration into a wider
Asian policy will largely determine the overall strategic course.

Keywords:

U.S., China, Joe Biden, Xi Jinping, strategy, world order, Cold War, coexistence.

Cómo citar este documento:

PARDO DE SANTAYANA, José. El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia. Documento


de Análisis IEEE 54/2021.
https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2021/DIEEEA54_2021_JOSPAR_Desengan
che.pdf y/o enlace bie3 (consultado día/mes/año)

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El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
José Pardo de Santayana

Introducción

Robert O’Brien, el último consejero de Seguridad Nacional de la Administración Trump,


afirmaba que «durante décadas se sostuvo la convicción de que solo era una cuestión
de tiempo que China se volviera más liberal, primero en lo económico y luego en lo
político. No pudimos haber estado más equivocados, un error de cálculo que se presenta
como el mayor fracaso de la política exterior norteamericana desde la década de 1930» 1.
Esta opinión, hasta hace poco tiempo firmemente arraigada, hay que entenderla en el
contexto de una creencia general de que la historia avanzaba inexorablemente hacia un
mundo cada vez más globalizado y articulado según el modelo liberal-democrático. La
modernización de una sociedad se pensaba, solo era posible siguiendo en lo
fundamental los parámetros occidentales de desarrollo tanto políticos (modelo
democrático en sus múltiples variedades) como económicos (modelo liberal-capitalista).
Únicamente en el seno de una sociedad democrática se podían liberar las fuerzas que
permiten el pleno desarrollo del potencial humano, haciendo posible un modelo
económico eficiente y avanzado.

Esta circunstancia impidió que se prestara atención a las muchas señales que indicaban
—empezando por las mismas declaraciones del Partido Comunista Chino (PCCh)— que
la República Popular China (RPCh) no tenía la intención de adoptar en el futuro el modelo
democrático-liberal. Cuando importantes expertos en China defendían posiciones
distintas, simplemente no se les prestaba la suficiente atención.

Así, en 2009 Martin Jacques ya argumentaba en su famoso libro, When China Rules the
World: The Rise of the Middle Kingdom and the End of the Western World, que el gigante
asiático, lejos de converger progresivamente hacia el modelo occidental, se regiría por
un patrón muy distinto. Criticó a los occidentales que intentaban entender y evaluar a la
potencia asiática a través de un prisma occidental en lugar de en sus propios términos,
insistiendo en que China no podía ser considerada un Estado-nación convencional, sino
que era principalmente un Estado-civilización. La occidentalización, sugirió, había

1
O’BRIAN, Robert C. How China Threatens American Democracy. Beijing’s Ideological Agenda Has Gone
Global. Foreign Affairs, noviembre/diciembre de 2020.

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alcanzado su punto máximo, y el ascenso de China conduciría a un proceso creciente


de sinización en el mundo y al fin de un orden internacional dominado por Occidente 2.

Antes incluso, en 2005, Robert Kaplan auguraba que el siglo XXI lo definiría la contienda
militar estadounidense con China, un adversario más formidable que Rusia jamás haya
sido, siendo las guerras del futuro navales 3.

Aunque, desde la crisis financiera de 2008, los líderes chinos presentan explícitamente
su sistema autoritario como un fin en sí mismo y no como un paso hacia un Estado
liberal 4, con la llegada de Xi Jinping al poder en 2012, la actitud de Pekín se ha vuelto
tan asertiva en sus reclamaciones geopolíticas y tan hermética hacia la influencia exterior
en la propia sociedad china que ya no quedan grandes dudas sobre la deriva autoritaria
del régimen chino y su hostilidad ideológica. El autoritarismo relativamente ilustrado de
Deng Xiaoping y sus sucesores ha evolucionado con Xi Jinping hacia un autoritarismo
duro. En lugar de un grupo colegiado de tecnócratas con mandatos limitados, ahora hay
un presidente de por vida con un culto a la personalidad en ciernes, supervisando el
control del pensamiento por medios digitales 5.

Ya en 2010, la RPCh había adelantado a Japón en PIB medido en dólares,


transformando la jerarquía asiática de los últimos cien años y situando a China como
segunda economía del mundo. En 2014, el gigante asiático se convirtió además en la
principal potencia comercial y el mayor PIB mundial por paridad de poder adquisitivo
(PPA).

El ascenso de una China revisionista no tendría tanto impacto si no coincidiera también


con el auge de Asia, el continente más poblado y con mayores índices de crecimiento
económico, hacia el que se está desplazando el centro de gravedad de la actividad
humana y sobre cuya economía Pekín ejerce una influencia determinante.

2
JACQUES, Martin. When China Rules the World: The Rise of the Middle Kingdom and the End of the
Western World, Allen Lane, London, 2009.
3
KAPLAN, Robert. «How We Would Fight China». The Atlantic, junio de 2005. Disponible en:
https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2005/06/how-we-would-fight-china/303959
4
MITTER, Rana. «The World China Wants. How Power Will-and Won’t-Reshape Chinese Ambitions».
Foreign Affairs, enero/febrero 2021, p. 162.
5
KAPLAN, Robert. «A New Cold War Has Begun», Foreign Policy, 7 de enero de 2019. Disponible en:
https://foreignpolicy.com/2019/01/07/a-new-cold-war-has-begun

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La profunda crisis del coronavirus, que está afectando mucho más a las sociedades
occidentales que a las asiáticas (tabla 1), está acentuando estas tendencias y ha
adelantado los plazos para el sorpasso tanto de China como de Asia.

Año Mundo EE. UU. Zona China India ASEAN-5


Euro
2019 2,8 2,2 1,3 6,0 4,2 4,9

2020 -3,5 -3,4 -7,2 2,3 -8,0 -3,7

2021 5,5 5,1 4,2 8,1 11,5 5,2

2022 4,2 2,1 3,6 5,6 6,8 6,0

Tabla 1. Crecimiento real del PIB en %. Fuente. FMI (enero de 2021).

La globalización ha creado una economía mundial estrechamente interdependiente con


cadenas de diseño, producción y comercialización extendidas a nivel planetario e
inversiones y deuda cruzadas entre las principales potencias de las que depende la salud
y pujanza de todas las naciones y que requieren un marco de entendimiento común.

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca la relación entre Washington y Pekín
se ha deteriorado notablemente. El enfrentamiento fue inicialmente comercial, basado
en la imposición de aranceles a la importación, pero progresivamente fue ganando
relevancia la dimensión tecnológica y ahora ya se habla incluso de un Digital Great
Game.

Dicha rivalidad está haciendo que la economía global se esté desviando gradualmente
hacia el «capitalismo estratégico» en contraste con el capitalismo de libre mercado que
prevaleció en las últimas décadas. Al recurrir a medidas geoeconómicas, los Gobiernos
están imponiendo condiciones a las transacciones de bienes, servicios y tecnologías
según consideraciones de naturaleza estratégica 6, lo que está transformando y
revirtiendo en parte la globalización con un proceso de desacoplamiento económico y
tecnológico entre las grandes potencias cuyo alcance todavía no conocemos.

6
CHOER MORAES, Henrique, WIGELL, Mikael. The Emergence of Strategic Capitalism. Geoeconomics,
Corporate Statecraft and the Repurposing of the Global Economy. FIIA working paper 117, septiembre de
2020. Disponible en: https://www.fiia.fi/wp-content/uploads/2020/09/wp117_the-emergence-of-strategic-
capitalism_final30092020.pdf

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En este contexto de grandes incertidumbres, graves retos geopolíticos y cambio de


liderazgo, Washington se encuentra ante un dilema estratégico: por una parte, da
pruebas de cansancio en relación con la responsabilidad global, muy acentuado por los
inacabables conflictos de Afganistán e Irak, y, por otra, ve con preocupación cómo el
control que ejercía sobre el orden internacional se le escapa de las manos precisamente
cuando el gigante asiático empieza a mostrar, sin disimulo, su verdadera ambición. La
gran potencia norteamericana tiene que repensar y diseñar un nuevo designio
estratégico que impida que Pekín dicte las reglas del juego, le permita preservar el
máximo de influencia y todo ello sin llegar a una confrontación suicida.

Este documento pretende analizar la evolución de las relaciones chino-norteamericanas


en el contexto de tensiones crecientes, un continente asiático en expansión y un orden
internacional que se está desoccidentalizando.

Crisis del orden hegemónico estadounidense

No haber previsto las consecuencias que iba a tener el fulgurante ascenso de China ha
facilitado la transformación del orden internacional y ha clausurado una época en la que
EE. UU. presidía el mundo con la vocación de que este se configurara a su imagen y
semejanza. El PIB PPA de EE. UU. ha disminuido del 50 % del global en 1950 al 14 %
en 2018, mientras que el de China ha superado recientemente el 18 % 7. Estamos viendo,
además, cómo el gran impulso que el dolor y la destrucción de la Segunda Guerra
Mundial dieron a la conciencia política de Occidente para construir un orden internacional
multilateral, inclusivo, y guiado por el ideal de la paz ha perdido fuerza y se desvanece
en estériles debates con escaso horizonte.

Considerar que el Dragón Rojo iba a terminar democratizándose ha sido una


equivocación muy grave porque, como ha dicho el embajador Eugenio Bregolat, si
Washington quería detener el ascenso de Pekín, ya es demasiado tarde, «alguien debió
haber pensado, décadas atrás, en las consecuencias que tendría la apertura de los
mercados, el flujo de capitales y tecnología y la apertura de las universidades en un país
con las dimensiones y la capacidad de China» 8. Han sido precisamente la pax americana

7
WINNEFELD, James A., MORELL, Michael J., ALLISON, Graham. «Why American Strategy Fails. Ending the
Chronic Imbalance Between Ends and Means». Foreign Affairs, volume 99, n.º 6, 28 de octubre de 2020.
8
BREGOLAT, Eugenio. ¿Hacia una guerra económica entre EEUU y China?, Política Exterior, n.º 184,
julio/agosto de 2018, p. 12.

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y el orden económico abierto impulsado por EE. UU. los que han posibilitado el
asombroso desarrollo del gigante asiático.

Washington se queja con razón de que Pekín se ha beneficiado de un modelo comercial


liberal sin cumplir las reglas que lo hacen tan eficaz y atractivo. Sin embargo, han sido
las propias multinacionales estadounidenses las que para reducir costes han propiciado
un sistema de extensas cadenas de valor que, deslocalizando partes muy significativas
del proceso de producción, se beneficiaban del modelo económico chino sin pedir
contrapartidas. Entre 1999 y 2010 EE. UU. perdió seis millones de empleos en
manufacturas y el Banco Mundial estima que más de dos tercios del comercio total se
produce a través de estas cadenas de valor mundiales que promueven la producción
transfronteriza 9.

Tras el 11-S, el Gobierno de EE. UU., la orgullosa potencia indispensable 10, cayó en la
emboscada que le había tendido Al-Qaeda. Washington encontró en Afganistán e Irak
un calvario que terminó debilitando a la superpotencia, desviando su atención de Asia y
extinguiendo su apetito para actuar como gendarme mundial.

Hasta 2008 —año de las olimpiadas de Pekín— había primado el interés chino por
asegurar la paz y la estabilidad en su entorno, condición necesaria para su desarrollo
económico y este, a su vez, para el mantenimiento en el poder del PCCh. La estrategia
de perfil bajo le había permitido expandir sin resistencia su presencia en África y en el
Sudeste Asiático y estaba comenzando sus movimientos para hacer lo mismo en
Sudamérica, Europa y Oriente Medio.

A partir aquella fecha, se produjeron unos acontecimientos que incitaron a la RPCh a


iniciar una nueva etapa más asertiva en las relaciones internacionales: China superó la
crisis financiera con mucha mayor facilidad que las potencias occidentales; las serias
diferencias ocurridas entre la OTAN y la Federación Rusa, como consecuencia de la
cumbre de Bucarest de 2008, que abría la posibilidad de la incorporación de Ucrania y
Georgia en la organización atlántica y la consecuente intervención militar rusa en Georgia
aquel año, ofrecieron la oportunidad para reforzar la asociación estratégica chino-rusa;
además, el continuo crecimiento de la economía china y la rápida modernización de sus

9
GERSTEL, Dylan, SEGAL, Stephanie. «Allied Economic Forum, Lessons Learned». CSIS Brief, agosto de
2020, p. 2. Disponible en:
file:///C:/Users/Jose/Downloads/200805_Economics_AlliedForum_v5_FINAL.pdf
10
Tal como la definió Madeleine ALBRIGHT, secretaria de Estado de EE. UU. (1997-2001).

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fuerzas armadas —cuyo presupuesto militar era ya el segundo mayor del mundo—,
habían facilitado el asombroso ascenso de China.

En sentido contrario, la crisis financiera de 2008, que parecía replantear el capitalismo


neoliberal basado en la financiarización de la economía como única solución económica,
sumió a los países occidentales en altos niveles de endeudamiento, mientras los
estímulos financieros no acababan de surtir los efectos esperados en una situación de
ínfimas tasas de interés y parcos crecimientos económicos en las economías avanzadas,
aunque, con más éxito en EE. UU. que en Europa 11. Cuando esta se superó quedaron
graves cicatrices sociales con mayores diferencias de riqueza, la sociedad polarizada y
la pérdida de confianza en el sistema político y sus instituciones, dejando el terreno
abonado para los populismos y la irrupción del fenómeno Trump.

En 2014 la crisis de Crimea y Ucrania produjo la ruptura definitiva entre Moscú y la OTAN
con importantes sanciones económicas, tecnológicas y contra el entorno de Putin por
parte de EE. UU y la UE. Pekín ha sido la gran beneficiada. El estrechamiento de la
asociación estratégica chino-rusa obliga a Washington a dividir su atención hacia dos
teatros estratégicos separados con una lógica geopolítica distinta y frente a dos rivales
dispuestos a presentar una sorda batalla, cada uno a su manera. Se puede afirmar que
la abrupta ruptura entre el bloque occidental y el Kremlin, viniendo esta precedida del
anuncio por parte de Xi Jinping el año anterior de la Nueva Ruta de la Seda (NRS),
supuso la puntilla definitiva al orden internacional liberal basado en normas que
articulaba las relaciones internacionales desde el final de la Guerra Fría con un claro
hegemonismo norteamericano.

La decisión del PCCh de seguir su propio camino, autorreferenciándose en la historia


china y no aceptando —como hicieron antes las otras naciones asiáticas más
desarrolladas— el dictado occidental, ha modificado el orden global y obliga a revisar las
premisas desde las que se analizan las relaciones internacionales. El paradigma del
universalismo de los valores occidentales ya no resulta eficaz porque no lo reconoce la
que, con gran probabilidad, llegará a ser pronto la primera potencia mundial.

11
OLIER ARENAS, Eduardo. «Introducción. La dualidad económica Estados Unidos-China en el siglo XXI»,
Cuaderno de Estrategia 204 del IEEE, septiembre de 2020, p. 20. Disponible en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_204_LaDualidadEconomicaEstadosUnidos-
ChinaEnElSigloXXI.pdf

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Progresivamente lo cuestionarán también las naciones asiáticas que ven en él una forma
de tutela de las antiguas metrópolis coloniales.

Figura 1. Proyección de la evolución del PIB real en billones de dólares. Fuente. elaboración propia con datos
(7 de enero de 2021) del USDA Economic Research Service, International Macroeconomic Data Set. Disponible en:
https://www.ers.usda.gov/data-products/international-macroeconomic-data-set.aspx

El futuro es siempre incierto, pero la hipótesis de que la economía china llegue a superar
a la de EE. UU. gana fuerza porque le dobla con margen en ritmo de crecimiento, lo que
en caso de sostenerse permitiría el sorpasso en solo una década (figura 1). Aunque hay
voces autorizadas que ponen de relieve las vulnerabilidades que presenta la economía
del gigante asiático 12, en las últimas décadas las previsiones que parecían más
verosímiles han quedado siempre cortas en relación a los logros y las pretensiones de
Pekín. Tanto en la crisis financiera de 2008 como en la de la COVID-19 la RPCh ha dado
un salto para acercarse a su rival norteamericano. Se ha podido comprobar cómo la
economía china no se acomoda a los esquemas y a la lógica que rigen la dinámica

12
BELLO, Walden. China’s Economy Is Powerful, But Deeply Vulnerable. Foreign Policy In Focus, 13 de
febrero de 2020. Disponible en: https://fpif.org/chinas-economy-is-powerful-but-deeply-vulnerable.
CITOWIKI, Philip. «Domestic vulnerabilities lie behind China’s aggressive expansion». The Interpreter, 14
de febrero de 2020. Disponible en: https://www.lowyinstitute.org/the-interpreter/domestic-vulnerabilities-lie-
behind-china-s-aggressive-expansion

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económica convencional. Con todo ello, también cabe considerar que efectivamente
China esta vez se enfrente a serios obstáculos económicos, lo que en principio retrasaría
más que detener su ascenso. La hipótesis de que esto ocurra en uno u otro plazo de
tiempo es además la más peligrosa, lo que refuerza su relevancia desde el punto de vista
estratégico.

Según Rafael Doménech, el escenario más probable es que, «a pesar de la crisis


demográfica china a lo largo del siglo XXI, en las próximas décadas su PIB superará al
estadounidense entre un 50 % y un 75 %. Aunque en las últimas décadas EE. UU. ha
mantenido su supremacía en la economía global, se ha producido una reducción de su
ventaja relativa respecto a otras potencias en términos de capital humano, de inversión
en actividades de I+D+i, o de automatización, robotización e inteligencia artificial, lo que
ha reducido significativamente el crecimiento potencial de EE. UU. En el caso de China
ocurre todo lo contrario, salvo que el proceso de convergencia se detenga abruptamente
sin que esta sobrepase el 40 % de la renta per cápita de EE. UU.» 13.

Las tendencias apuntan pues a una verdadera revolución heraclitiana en la que en el


plazo de un par de décadas: el gigante asiático se habrá convertido en el Estado más
poderoso; el centro de gravedad del mundo se habrá desplazado de Occidente a Asia,
dando lugar a una configuración completamente distinta del orden mundial, y la Cuarta
Revolución Industrial habrá transformado por sí sola muchos aspectos de las relaciones
de todo orden 14.

Mientras tanto, el orden internacional se irá configurando por Estados que siguen
caminos divergentes. Esto no significa un futuro inevitable de enfrentamientos entre
civilizaciones, pero sí significa que las instituciones mundiales tendrán que dar cabida a
una gama mucho más amplia de opiniones y valores que en el pasado 15. Martin Jacques
considera que, no obstante, Occidente está ignorando gravemente el elemento

13
DOMÉNECH VILLARINO, Rafael. «EE. UU. como potencia económica del siglo XXI», Cuaderno de Estrategia
204 del IEEE. La dualidad económica Estados Unidos-China en el siglo XXI, septiembre de 2020, p. 195.
14
Ver en PARDO DE SANTAYANA, José. «La revolución de Heráclito, todo fluye y nada permanece en el
orden global multipolar». Documento de Análisis IEEE 5/2020. Disponible en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2020/DIEEEA05_2020JOSPAR_multipolar.pdf
15
MEADE, Walter Russell. «The end of the Wilsonian Era. Why Liberal Internationalism Failed». Foreign
Affairs, enero/febrero de 2020.

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civilizacional en la interpretación del mundo en transformación, como si este fuera un


fenómeno del pasado sin relevancia en la actualidad 16.

Figura 2. Mortandad a causa de la COVID-19 por cada millón de habitantes. Fuente. Johns Hopkins University
(18/1/2021).

El PCCh, tras un primer grave traspié, utiliza ahora sus éxitos en la superación de la
pandemia para reafirmar su propio modelo autoritario y poner de relieve las deficiencias
y la decadencia de las potencias occidentales. Washington no solo no ha logrado liderar
la respuesta mundial a la pandemia, como hizo con el ébola, sino que ha fracasado
dentro de sus propias fronteras. Muchas naciones europeas están también entre los
Estados que peor han gestionado la crisis, debilitando su prestigio y la confianza de los
ciudadanos. Las naciones más avanzadas de Asia, incluida China, están teniendo
índices de mortalidad treinta o cuarenta veces menores que las de Occidente (figura 2).

La pandemia de COVID-19 ha acelerado la atomización de la sociedad internacional, el


debilitamiento de las instituciones internacionales y de la gobernanza internacional
fundamentada en normas, así como el paso del multilateralismo a un unilateralismo
competitivo.

16
JACQUES, Martin. Vídeo Why the Debate about Civilizations matters and Why the West is Silent.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=HHhSvqwhYpg

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Cuando tanto el cambio climático como la pandemia requerirían una colaboración


estrecha, en 2020 el mundo se ha enfrentado a la mayor brecha de cooperación desde
la Segunda Guerra Mundial, las relaciones ruso-occidentales se encuentran en el peor
momento desde principios de la década de 1980, las chino-norteamericanas son también
las peores desde finales de la década de 1960, las chino-indias han conocido la mayor
violencia desde 1975, las relaciones transatlánticas conocen la mayor incertidumbre
desde finales de la década de 1940, el multilateralismo ha sido atacado no solo por las
potencias emergentes, sino por el mismo EE. UU., y el sistema de control nuclear ruso-
estadounidense prácticamente ha dejado de existir 17.

«La nueva administración se enfrenta a la prueba de política exterior más difícil que ha
experimentado EE. UU. desde los primeros años de la Guerra Fría. Esta situación se
deriva no solo de desafíos específicos, sino también de un creciente desequilibrio entre
las cuatro variables clásicas de la gran estrategia: fines, modos, medios y el panorama
de seguridad. La brecha entre las ambiciones de EE. UU. y la capacidad para cumplirlas
generará riesgos estratégicos cada vez más inaceptables» 18.

La atención estratégica se dirige a Asia

Como afirma Parag Khanna, el futuro es de Asia 19. El mapamundi ha girado 180 grados
para situar la orilla occidental del océano Pacífico y no la vertical de Europa en su centro.
Asia, con más de la mitad de la población mundial, es la región que más crece y durante
esta década su economía llegará a superar a todas las demás juntas 20. Como ya se
expuso en el Panorama Estratégico 2020 21, después de cinco siglos de liderazgo y
progresivo dominio occidental, el centro de gravedad del mundo se vuelve a situar en el
continente asiático. Esto supone un cambio geopolítico de naturaleza revolucionaria

17
GOULD-DAVIES, Nigel. Presentación del Strategic Survey 2020, 20 de noviembre de 2020.
18
WINNEFELD, James A., MORELL, Michael J. ALLISON, Graham. «Why American Strategy Fails. Ending the
Chronic Imbalance Between Ends and Means». Foreign Affairs, volume 99 n.º 6, 28 de octubre de 2020.
19
KHANNA, Parag. The Future is Asian: Commerce, Conflict and Culture in the 21st Century, Simon &
Schuster, 2019.
20
LEE, Hsien Loong. «The Endangered Asian Century. America, China, and the Perils of Confrontation»,
Foreign Affairs, julio/agosto de 2020.
21
PARDO DE SANTAYANA, José. «Geopolítica de Asia, el nuevo centro de gravedad del mundo». Panorama
Estratégico 2020 IEEE, marzo de 2020. Disponible en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/Panorama_Estrategico_2020.pdf

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porque el mundo que conocemos se ha modernizado y globalizado siguiendo patrones


occidentales. En adelante, ya no será necesariamente así.

A finales del siglo XIX, una nación asiática, Japón, entró en el club de las naciones
industriales más desarrolladas. En la Segunda Guerra Mundial EE. UU. la borró del
mapa, pero pronto volvió a resurgir de la mano de Washington pues la amenaza de las
potencias comunistas así lo exigía. De ese modo, entre los años 50 y 70 del siglo XX

Japón protagonizó la primera ola de desarrollo económico asiático, superó a Alemania y


se posicionó como la segunda economía del mundo. En los años 70 y 80, inspirados por
el ejemplo de Japón, fue la hora de los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong
Kong y Singapur). En las dos últimas décadas del siglo pasado China dio el gran salto.
Los países ya desarrollados en las dos olas anteriores lo facilitaron enormemente gracias
a su enorme impulso inversor. Ahora, desde principios de este siglo, los Estados del sur
y sudeste asiáticos, con sus 2500 millones de habitantes —un tercio de los habitantes
del planeta, la población más joven del continente y países con un crecimiento
económico muy alto— están inmersos en la cuarta ola de desarrollo.

Las dos primeras olas tuvieron un impacto menor en la economía global porque la
población de todas aquellas naciones juntas equivalía a dos tercios de la de EE. UU., sin
embargo, la tercera —la de China, con más de un sexto de la población mundial—
impulsó el crecimiento económico global y estrechó la interdependencia de un mundo
globalizado.

La cuarta ola de desarrollo económico de Asia puede llegar a tener un impacto aun mayor
que la anterior. El gran proyecto chino de la NRS está movilizando allí unos recursos de
toda índole sin precedentes y tejiendo una red de conectividad extraordinariamente
dinamizadora. Para la Cuarta Revolución Industrial, el subcontinente indio cuenta con la
ventaja de la excelencia de su población en los ámbitos matemático e informático.
Además, las naciones más avanzadas de Asia ya dominan muchos de sus vectores clave
de la transformación tecnológica del mundo, ofreciendo a los países menos
desarrollados del continente modelos de imitación y éxito, a modo de una gran ósmosis
asiática que con la regionalización de la nueva globalización se ve aún más favorecida.

La combinación de este crecimiento económico, con la estabilidad geopolítica y el


pragmatismo tecnocrático característico de los Gobiernos asiáticos ha dado lugar a una
nueva ambición propiamente asiática en relación con el orden global. Por otra parte, sus
mejores resultados en la lucha contra el coronavirus han contribuido a reforzar
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la confianza de las naciones asiáticas en sus propias referencias y ya no se conforman


con ser buenas réplicas de las que fueron sus metrópolis coloniales ni con permanecer
para siempre bajo la tutela de estas.

Tal como nos enseña la historia, el final de la era occidental impulsará inevitablemente
también un cambio del ethos ideológico-normativo que lo inspira y articula.

El universalismo occidental tendrá que coexistir con otras cosmovisiones con una raíz
civilizacional distinta. Además, «dado que el sistema internacional existente fue creado
por consenso de las potencias del Atlántico Norte y dado que el mundo ha cambiado
sustancialmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial y particularmente después
del final de la Guerra Fría, el resto del mundo reclama ahora su participación en la
configuración de las normas, regulaciones y estándares globales» 22.

No obstante, el papel de la potencia norteamericana seguirá siendo determinante en el


continente asiático porque por algún tiempo seguirá siendo el Estado con la fuerza militar
más potente desplegada en el espacio Indo-Pacífico y es esencial en el sistema de
equilibrios regionales. Sin su presencia militar, Japón y Corea del Sur se verían obligados
a contemplar el desarrollo del arma nuclear. A pesar de ello, la mayoría de los Estados
asiáticos no quiere que EE. UU. le arrastre a su enfrentamiento con China. Lee Hsien
Loong, primer ministro de Singapur, lo expresaba de la siguiente manera: «La
problemática relación entre EE. UU. y China plantea profundas preguntas sobre el futuro
de Asia y la forma del orden internacional emergente. Los países del sudeste asiático
están especialmente preocupados, ya que viven en la intersección de los intereses de
varias potencias importantes y deben evitar ser atrapados en el medio o forzados a tomar
decisiones odiosas» 23.

De momento, la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus


siglas en inglés) en noviembre de 2020 —en el impás de la toma de posesión del nuevo
presidente— representa una gran victoria para China y una señal clara de que las
potencias regionales prefieren disociar las consideraciones estratégicas de las
económicas. Quince países de Asia y Oceanía, entre ellos Japón, Corea del Sur y
Australia —la India de momento no—, han acordado formar la mayor asociación

22
«Decade Forecast: 2020-2030». Stratfor, febrero de 2020, p. 10.
23
LEE, Hsien Loong. Art. cit.

Documento de Análisis 54/2021 14


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comercial del mundo que excluye a la gran potencia norteamericana y abarcará 2100
millones de consumidores y el 30 % del PIB mundial.

El mundo visto desde China

El peso de la historia

En su famoso libro Diplomacia Kissinger ya contaba la importancia que el pasado tiene


para los chinos y como este configura en gran medida su visión geopolítica 24. Uno de los
acontecimientos que más determina la actual visión china es la dolorosa experiencia de
las guerras del Opio (1839-42 y 1856-60) y de los consiguientes cien años de humillación.
China, el orgulloso Reino del Centro, pasó a la más recóndita y empobrecida periferia.
La RPCh siempre ha mantenido el firme objetivo de dotarse de la capacidad para impedir
que una o varias potencias extranjeras puedan volver a dictar su futuro. No obstante,
para conseguirlo el gigante asiático necesitaba primero desarrollarse económicamente.
La estrategia de los 24 caracteres de Deng Xiaoping 25 llevaba implícita la consigna de
esperar a que las circunstancias lo permitieran para pasar a una más ambiciosa como la
que conocemos en la actualidad, aunque probablemente Deng la habría desarrollado
con más tacto y prudencia. En el seno del PCCh hay voces que cuestionan si China no
ha mostrado sus intenciones demasiado pronto, lo que permite a EE. UU. orquestar una
respuesta siendo todavía muy poderoso.

El proceso cíclico de prosperidad (unidad), decadencia y desgracia (división) que


caracteriza a la milenaria historia china podría decirse es el ADN de su civilización. La
frase inicial de la novela histórica del siglo XIV Los tres reinos, que todo chino conoce, lo
expresa con gran fuerza: «Aquí comienza nuestra historia, el imperio dividido durante
mucho tiempo debe unirse, unido durante mucho tiempo se divide; así ha sido
siempre» 26.

Después de haber dejado atrás el siglo de humillaciones y haber necesitado un tiempo


para desarrollar sus capacidades, la gran potencia asiática se ve a sí misma al inicio de

24
KISSINGER, Henry. Diplomacy. Simon & Schuster, 1994.
25
La estrategia de los 24 caracteres: «Observa y analiza con calma, afianza nuestra posición, afronta los
problemas con tranquilidad, oculta nuestras capacidades, espera el momento oportuno y mantén un perfil
bajo y nunca busques el liderazgo», data de 1990 y fue el legado que Deng Xiaoping dejó a sus sucesores
y que sirvió como base de la diplomacia china hasta la llegada de Xi Jinping.
26
LEÑA CAÑAS, Juan (embajador). «Jiang Zemin y la emergencia de China como potencia económica».
Conferencia pronunciada en INCIPE, 29 de octubre de 2020.

Documento de Análisis 54/2021 15


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un periodo de progreso, recuperando —en palabras de Xi Jinping— «el gran sueño


chino».

Los periodos de unidad y progreso han venido tradicionalmente de la mano de las


sucesivas dinastías que nacían de la lucha contra las fuerzas centrífugas e instauraban
un periodo de paz y prosperidad. Hoy en día, el PCCh se interpreta a sí mismo como una
reencarnación de las dinastías, cumpliendo la misma función histórica.

La ideología

Desde el XIX Congreso del PCCh, celebrado en octubre de 2017, la ideología marxista-
leninista ha recuperado una preeminencia que no se recuerda desde la reforma de Deng
Xiaoping en 1978. El pragmatismo de Deng pasó su primer examen con motivo de las
revueltas de Tiananmén, en 1989, que obligaron al PCCh a tomar medidas defensivas,
temeroso de un proceso de disolución del poder central como el que estaba viviendo la
Unión Soviética. El partido acudió al nacionalismo —un concepto ajeno a la tradición
china— como instrumento para aglutinar a la sociedad frente a la amenaza exterior y se
revisó y reforzó el papel de la ideología.

Jaing Zemin tuvo la habilidad de promover la distensión con Occidente y devolver a China
hacia la senda aperturista de enfoque pragmático, con el gran éxito de que China fuera
admitida en 2001 en la Organización Mundial del Comercio. A partir del segundo
mandato de Hu Jintao y, sobre todo, con el ascenso de Xi Jinping al poder en 2012, la
ideología ha vuelto con fuerza y se han redoblado los esfuerzos para promover el estudio
del marxismo en escuelas y universidades 27 en una fusión de nacionalismo e ideología.

En el nuevo contexto de rivalidad internacional, el PCCh teme que las ideas y los valores
occidentales puedan socavar el sistema político de China y dar alas a los movimientos
secesionistas de los territorios periféricos, particularmente el Tíbet y Sinkiang. El
liderazgo chino es plenamente consciente del poder blando de los ideales democráticos,
por lo que los valores occidentales fueron formulados como una de las amenazas no
tradicionales contra la seguridad nacional junto con el terrorismo, el separatismo y la
sedición. El enorme esfuerzo dedicado por la RPCh al desarrollo de tecnologías para el
control de la población es una prueba irrefutable tanto de la prioridad que da a impedir la

27
«Strategic Survey 2018: The Annual Assessment Of Geopolitics». IISS, 15 de noviembre de 2018, p. 75.

Documento de Análisis 54/2021 16


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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penetración en China del sistema de valores occidental, como de la amenaza que


representa.

El nuevo diseño ideológico, que se podría designar como «confucianismo-leninismo» 28,


combina viejas consignas comunistas con el pensamiento confuciano. Este último ofrece
su concepción jerárquica de la sociedad, la docilidad del ciudadano con respecto al poder
y la necesidad de una característica específicamente china que diferencie a la ideología
china de los valores occidentales. El leninismo refuerza la unidad del Partido y el control
del PCCh sobre la sociedad sin necesidad de reinterpretaciones. Sin embargo, del
marxismo —que sigue siendo un referente del partido por razones de legitimidad— la
nueva ideología únicamente toma conceptos e interpretaciones parciales, muy alejados
del sentido omnicomprensivo de la cosmovisión marxista.

El modelo económico de planificación centralizada y rechazo de la iniciativa y la


propiedad privadas, ha sido desechado y sustituido por un socialismo al estilo chino
basado en el libre mercado pero con un poderoso control estatal que establece las
prioridades y la asignación de recursos y se reserva la capacidad para limitar la libertad
cuando razones de índole estratégica así lo aconsejan. La iniciativa y la propiedad
privadas y los mecanismos de mercado son considerados esenciales para liberar las
fuerzas productivas y dinamizar la economía.

Xi Jinping se ha convertido en el líder del partido que más cargos ostenta desde Mao
Zedong. Además, en 2018 se eliminó la norma que limitaba a un máximo de diez años
la permanencia en el cargo. Los tiempos de confrontación que se avecinan, requieren un
liderazgo más fuerte y unitario. El pueblo lo visualiza como una mezcla del Gran Timonel
y de antiguo emperador, como el elegido para la nueva era que pondrá fin a los siglos
de decadencia de una China en que ya no se ve como una utopía el que pueda llegar a
convertirse en la primera potencia mundial. Hay una frase que lo resume muy bien: «Mao
hizo que China se levantara, Deng Xiaoping hizo ricos a los chinos y Xi les hará
fuertes» 29.

28
PARDO DE SANTAYANA, José. «Confucianismo-leninismo en China». Documento de Análisis IEEE
01/2019. Disponible en: http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2019/DIEEEA01_2019PARDO-
China.pdf.
29
DOÑATE, Mavi. «¿Se cree China la reina de un nuevo tablero mundial?» Documento de Opinión del IEEE
131/2020, 23 de octubre de 2020, pp. 4 y 5. Disponible en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_opinion/2020/DIEEEO131_2020MAVDON_geopoliticaChina.pdf

Documento de Análisis 54/2021 17


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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La tradición estratégica

La civilización china es una de las más antiguas del mundo, un conjunto estructurado de
principios, valores y creencias muy diferente y mucho más estricto que determina otra
interpretación de la realidad. Sus referencias espirituales están basadas principalmente
en el animismo y la influencia de los espíritus en su forma de vida 30. A través de la
experiencia histórica y de las enseñanzas de los grandes maestros, Confucio, Lao Tzu y
Sun Zu, el Dragón Rojo ha desarrollado un modo particular de abordar las cuestiones
estratégicas. Mientras que la tradición estratégica occidental se asimila bastante bien al
ajedrez, donde se maniobra para abrir una brecha y alcanzar el corazón del contrario, en
China se siente mayor preferencia por el juego del Go, que se originó allí hace más de
4000 años, y que consiste en irse posicionando paso a paso en el tablero, buscando
rodear al contrario, para terminar dominando el máximo de espacio 31.

La paciencia estratégica y la aversión a la acción directa —tan propia esta última de la


tradición occidental— hacen que China articule su designio estratégico en el largo plazo
y prefiera el enfoque económico al militar. China sigue concibiendo el mundo como un
sistema de círculos concéntricos en que la naturaleza e intensidad de la relación con
otras regiones del mundo depende de la cercanía de dicha región a su centro de poder.
Los objetivos estratégicos se han de conseguir desde los anillos más cercanos hacia los
más alejados sobre la base de la consolidación del espacio anterior y el principio de no
abrir demasiados frentes a la vez 32.

En las relaciones con otras potencias se valora mucho el prestigio y la reputación, tanto
propios como del socio o rival, siendo las formalidades que determinan el rango un tema
fundamental 33. En China se tiene una concepción jerárquica de las relaciones
internacionales, con ella misma en la cúspide de la pirámide. En el tradicional sistema
tributario chino, la ceremonia del kowtow o de postración ante el emperador tenía por
objeto el reconocimiento formal de dicha jerarquía en la que China era la forma más
avanzada de civilización humana y el emperador —hijo del cielo y máximo representante

30
ZURITA BORBÓN, Alfonso. «Características principales y peculiaridades de la economía china». Cuaderno
de Estrategia 204 del IEEE. La dualidad económica Estados Unidos-China en el siglo XXI, p. 53.
31
KISSINGER, Henry. On China. Penguin Press, 2011.
32
PARDO DE SANTAYANA, José. «Geopolítica de Asia, el nuevo centro de gravedad del mundo». Panorama
Estratégico 2020 IEEE, marzo de 2020, p. 153.
33
PYE, Lucian. Chinese Commertial Negotiation Style, informe de la Rand Corporation, enero de 1982.

Documento de Análisis 54/2021 18


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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de la dinastía celestial— era reconocido como la máxima expresión de autoridad y


dignidad en la tierra.

La RPCh cuenta con la ventaja de que el PCCh dispone de todos los recursos y
capacidades de la sociedad para la ejecución de sus propósitos. La libertad individual
puede ser sacrificada en cualquier momento y circunstancia para alcanzar los grandes
objetivos de la nación china. De igual manera, China es una nación mucho más resiliente
que las occidentales y asume con mucha menor resistencia los sacrificios que se le
imponen, a lo que también contribuye su ferviente nacionalismo.

Los retos geopolíticos

El liderazgo chino se ha marcado el año 2050 —coincidiendo con el centenario (2049)


de la fundación de la RPCh— para alcanzar su objetivo de Rejuvenecimiento Nacional,
que no es otra cosa que el enriquecimiento de la nación y la recuperación de la
centralidad perdida. Para llegar a ser la primera potencia mundial, China, consciente de
que todavía le separa bastante de las capacidades, tecnológicas y, sobre todo, militares
que posee EE. UU., ha desarrollado una estrategia paso a paso con el énfasis puesto en
el largo plazo y el liderazgo en innovación como la clave de bóveda. La espada de
Damocles es el declinar demográfico y el consiguiente envejecimiento de la población.
Esta alcanzará su máximo en 2028, no obstante, la población en edad laboral ya empezó
a decrecer en 2014 y se reducirá en 100 millones entre 2015 y 2040 34. Frente a ella,
EE. UU., la nación desarrollada con unas perspectivas demográficas más equilibradas,
podría reducir a finales de este siglo de un cuarto a un tercio la relación poblacional entre
ambas potencias. No obstante, aunque China se convirtiera en la primera potencia
económica del mundo, no parece probable que pudiera llegar a tener un papel
hegemónico como el que ha disfrutado EE. UU.

A la RPCh no le interesa un orden mundial fracturado, una potencia comercial como ella
necesita una economía global dinámica, y procurará abrirse camino con el mínimo de
fricciones. En Pekín la guerra comercial fue una sorpresa desagradable. El PCCh asume
que los días de crecimiento de dos dígitos impulsado por las exportaciones han llegado
a su fin y se propone avanzar hacia una economía basada en la demanda interna. Xi

34
EBERSTADT, Nicholas. «With Great Demographics Comes Great Power. Why Population Will Drive
Geopolitics». Foreign Affairs, julio/agosto de 2019, p. 150.

Documento de Análisis 54/2021 19


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Jinping dejó claro en su discurso de 2018 en Davos que China seguía comprometida con
un sistema comercial globalizado. En 2019 las exportaciones todavía representaron el
18,4 % del PIB chino 35.

El designio geopolítico chino viene determinado por las barreras naturales que dificultan
su comunicación con el exterior, al estar rodeada de desiertos, cordilleras, selvas
montañosas y cadenas de islas que se interponen entre China y las principales rutas
comerciales. Para superarlos ha diseñado la NRS, que le permite tanto el acceso a los
recursos naturales que necesita como el encaminamiento de sus exportaciones. Al
mismo tiempo, ha servido para dar salida al exceso de capacidad industrial y de liquidez
financiera, y para reorientar su modelo productivo hacia la innovación y la alta tecnología.
Gracias al tamaño de su economía, Pekín confía en crear, a través de las nuevas
instituciones y de las redes de interconexión, una relación de interdependencia con los
países participantes que conduzca a un nuevo modelo de integración regional y de
gobernanza global 36.

Dos regiones alcanzan un especial valor estratégico al ser los grandes nódulos de
distribución de la NRS (figura 3): el mar Meridional de China (1) y Asia Central (2). En
esta última región especialmente inestable y de corrupción rampante, la asociación
estratégica chino-rusa ha impedido que dicho espacio se convierta en motivo de fricción.

Sin embargo, para acceder a los océanos Pacífico e Índico el comercio chino tiene que
encaminarse por el mar Meridional de China y atravesar los fácilmente bloqueables
estrechos —particularmente el de Malaca (3)— que sirven de puertas de entrada. La
RPCh está empeñada en empujar a la fuerza naval y aérea de EE. UU. lejos del Pacífico
Occidental (mares Meridional y Oriental de China), mientras que el ejército de EE. UU.
está decidido a quedarse. El gigante asiático ve el mar Meridional de China como los
estrategas americanos vieron el Caribe en los siglos XIX y principios del XX: la principal
extensión marítima de su masa terrestre continental, cuyo control le permite dirigir su
flota naval hacia el Pacífico y el Índico 37. Este complejo juego, que ha convertido el
Sudeste Asiático en el principal teatro geoestratégico mundial, se ve condimentado con
la delimitación de espacios marítimos para la explotación de los ricos recursos naturales

35
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, p. 93.
36
DELAGE, Fernando. China, Eurasia y el Indo-Pacífico. Claves geoestratégicas. Ascenso del nuevo
espacio Indo- Pacífico, Fundación Seminario de Investigación para la Paz, septiembre de 2019, p. 29.
37
KAPLAN, Robert. «A New Cold War Has Begun», Foreign Policy, 7 de enero de 2019.

Documento de Análisis 54/2021 20


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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que la región atesora. Según Josep Piqué, la geopolítica china se puede entender
también como la versión china de la doctrina Monroe 38. El caso de Taiwán tiene un doble
significado geopolítico y de identidad nacional. Dicha isla domina los accesos entre los
mares Meridional y Oriental de China y entre estos y el Pacífico (4). Su reunificación con
China —objetivo irrenunciable del PCCh, solo sujeto a concesiones en el tiempo— es el
último capítulo que cerraría las afrentas extranjeras del siglo de las humillaciones.

Figura 3. Geopolítica china de la Nueva Ruta de la Seda. Fuente. Elaboración propia.

Las ambiciones chinas chocan además con las de los otros Estados que allí se avecinan.
A pesar del deterioro del entorno de seguridad regional, la mayoría de los Gobiernos del
Sudeste Asiático siguen centrándose principalmente en la gestión de los asuntos
internos y procuran zafarse de las disputas de los gigantes. Indonesia con su crecimiento
económico y demográfico y la posesión de buena parte de los estrechos es el gran objeto
de deseo geopolítico de la región. El Gobierno del presidente Widodo —más conocido
como Jokowi— da prioridad a las consideraciones económicas, especialmente la
importancia de la inversión china en un programa nacional de infraestructura 39, lo que de
momento favorece las pretensiones de Pekín.

38
PIQUÉ, Josep. Conferencia «Interpretar China a la luz de su historia». INCIPE, 15 de diciembre de 2020.
39
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, p. 123.

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La RPCh no ha desaprovechado el año de la pandemia para afirmar su primacía


estratégica en los mares contiguos. Hundió un barco pesquero vietnamita, hizo
incursiones en las zonas económicas exclusivas de Indonesia y Malasia y hostigó a
Japón en las aguas territoriales de las islas Senkaku/Diaoyu (administrado por Tokio,
pero reclamado por Pekín). También intensificó sus intentos de intimidar a Taiwán, cuyo
presidente, Tsai Ing-wen, si bien no ha llegado a favorecer la independencia de iure,
afirma firmemente la condición cuasi nacional de la isla con el apoyo del presidente de
EE. UU. que, en marzo de 2020, promulgó la Ley de Iniciativa de Protección y Mejora
Internacional de los Aliados de Taiwán. En numerosas ocasiones aviones de combate
chinos volaron cerca o dentro de la Zona de Identificación de la Defensa Aérea de
Taiwán 40.

Irán, país rico en recursos naturales y donde convergen los ramales terrestre y marítimo
de la NRS (5), es un actor muy importante del entramado chino. Progresivamente Pekín
irá incomodando a Washington al respaldar a un actor con el que EE. UU. mantiene una
difícil relación.

Dos ramales de la NRS, por Pakistán (6) y Birmania (7), que conectan el interior de China
con el Índico, así como los puertos que el gigante asiático está construyendo en dicho
océano, proyectan la sombra de China hacia el sur, incomodando seriamente a la India,
que se ve rodeada por una presencia cada vez mayor de su poderoso vecino del norte.
Esto ha acercado a Nueva Delhi y Washington en la dimensión estratégica, aunque en
la económica siga manteniendo de momento un estrecho vínculo con Pekín.

Los Estados insulares del Pacífico están ganando relevancia en la geopolítica de Pekín,
que está estrechando las relaciones diplomáticas, comerciales, pesqueras y de ayuda al
desarrollo con la región. Esto preocupa en EE. UU. y Australia por si la RPCh terminara
estableciendo allí una base militar 41.

China es refractaria a toda injerencia en sus asuntos internos, particularmente las


políticas de DD. HH., consideradas una amenaza para la integridad territorial y la
estabilidad y legitimidad del sistema de poder establecido. Tres territorios, el Tíbet,
Sinkiang y Hong Kong, preocupan a la comunidad internacional por la creciente represión
contra la población que se ejerce en ellos y la implantación en los dos primeros de

40
Ibidem, p. 118.
41
Ibidem, pp. 172 y 173.

Documento de Análisis 54/2021 22


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ciudadanos de etnia han que tiene por objetivo modificar los equilibrios étnicos y debilitar
con ello la fuerza del secesionismo regional. El Tíbet y Sinkiang tienen un gran valor
geopolítico para Pekín por razones tanto de recursos naturales como de profundidad
estratégica. El agua del Tíbet es además un bien, amenazado por el cambio climático,
esencial tanto para China como para los países por los que discurren los grandes ríos
que encuentran allí sus fuentes. Sinkiang, donde en los últimos años la represión contra
la población uigur se ha disparado, recluyendo en campos de trabajo a cerca de un millón
de personas de dicha etnia, ha adquirido un valor geopolítico suplementario al atravesar
dicho territorio el principal ramal terrestre de la NRS (8). En 2020 EE. UU. aprobó el Acta
de Política de DD. HH. de los uigures e impuso sanciones a personas y entidades que
consideraba habían violado los DD. HH. de aquellos.

China ha intensificado sus esfuerzos para afirmar el dominio sobre Hong Kong, donde
desde junio de 2019 se han producido protestas a gran escala contra el endurecimiento
del control político y jurisdiccional de Pekín. Ese año, EE. UU. aprobó la Ley de DD. HH.
y Democracia de Hong Kong, que requiere que el Gobierno estadounidense certifique
anualmente que dicho territorio conserva un alto grado de autonomía y en junio de 2020
Trump anunció que cesaría las exportaciones de defensa a Hong Kong, restringiría las
transferencias de tecnologías de doble uso sensibles, como lo hace con China, e
impondría restricciones de visado para funcionarios del PCCh.

En contradicción con el principio de «un solo país, dos sistemas», ese mismo mes, el
Comité Permanente del Congreso Popular Nacional de China promulgó una ley de
seguridad nacional para Hong Kong que pretende prevenir la interferencia extranjera,
criminaliza los actos que amenazan la seguridad nacional, como la subversión y la
secesión, y permite a organizaciones de seguridad chinas establecerse en Hong Kong.
El PCCh mide mucho sus pasos en dicho territorio por la repercusión que estos puedan
tener de cara a la resolución del asunto taiwanés.

Los aliados de EE. UU.: Japón, Corea del Sur y Australia

La disputa por los mares de China y el Sudeste Asiático afecta también a Japón, Corea
del Sur, Australia y, de manera creciente, a la India. Nueva Delhi y Washington han
firmado acuerdos de colaboración militar, que se unen a los ya existentes entre India y
Japón, con maniobras militares conjuntas en el Índico. La iniciativa japonesa de Free and

Documento de Análisis 54/2021 23


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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Open Indo-Pacific (FOIP) pretende articular una respuesta coordinada entre dichas
potencias con una puesta en común de los valores compartidos entre ellas: promoción
del Estado de derecho, la libertad de navegación y el libre comercio. La RPCh lo ve, no
sin razón, como un claro intento de crear un cordón sanitario que facilite la contención
de su expansionismo en toda la región 42.

En 2020, Australia y Japón han continuado desarrollando políticas regionales dirigidas a


oponerse a las presiones chinas. En septiembre de 2019, por primera vez el Libro Blanco
de Defensa de Tokio identificó a China y no a Corea del Norte como la amenaza militar
más grave para Japón, argumentando que la infraestructura construida a través de la
NRS china podría ser utilizada para promover las actividades de las Fuerzas Armadas
chinas en los océanos Índico y Pacífico. La Estrategia de Defensa de Australia de 2020
afirma que su entorno estratégico se ha deteriorado más rápidamente de lo previsto y
establece planes para modificar la postura de defensa nacional en favor del desarrollo
de una disuasión militar más poderosa y autosuficiente 43.

Corea del Sur, el otro gran aliado de EE. UU. en la región, siguió centrándose en el
desafío inmediato de Corea del Norte, que en mayo de 2019 reanudó las pruebas de
misiles balísticos después de una pausa de casi dieciocho meses y ha continuado su
desarrollo del arma nuclear. La diplomacia del diálogo intercoreano colapsó
definitivamente después de que en junio de 2020 Pionyang demoliera con explosivos la
oficina de enlace intercoreana en Kaesong, en su lado de la frontera.

En un momento en que se necesita una estrecha coordinación con respecto a Corea del
Norte de políticas entre Seúl y Tokio, sus relaciones siguen heladas a pesar de los
esfuerzos norteamericanos y las conversaciones coreano-niponas mantenidas en
febrero de 2020 44.

En septiembre de 2020, el forzado final —por razones de salud— del mandato de Shinzo
Abe después de veinte años como primer ministro y su sustitución por Yoshihide Suga,
aunque representa continuidad, introduce un elemento de incertidumbre en un momento
clave para la definición de la nueva política exterior norteamericana para Asia.

42
PIQUÉ, Josep. «El Atlántico cede el paso al Indo-Pacífico». Política Exterior, 19 de noviembre. Disponible
en: https://www.politicaexterior.com/el-atlantico-cede-el-paso-al-indo-pacifico
43
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, pp. 121.
44
Ibidem, pp. 122-123.

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India, la potencia emergente

A la India le ha llegado su hora, es la tercera economía del mundo por PIB PPA y al final
de esta década se convertirá en la nación más poblada del mundo. Desde la llegada del
primer ministro Narendra Modi al poder en 2014, Nueva Delhi ha ganado en ambición
geopolítica, ha modificado su tradicional posición de no alineamiento y aspira a ser
reconocida como una potencia global.

Tras su reelección en 2019, Modi ha dado un giro nacionalista-hindú a su acción política


que ha generado tensiones internas e internacionales. En agosto de 2019 el Gobierno
de la India anunció la controvertida decisión de poner fin al estatuto constitucional de la
provincia india de Jammu y Cachemira, que había estado en vigor durante casi setenta
años. Además de las revueltas internas, esto produjo serias diferencias con Pakistán.

En otra decisión polémica, en diciembre de 2019, la India aprobó la Ley de Ciudadanía,


que enmendó la de 1955 para acelerar la concesión de la ciudadanía a las minorías
religiosas procedentes del Afganistán, Bangladés y Pakistán que habían entrado en la
India antes de 2015. Esta suscitó fuertes críticas porque la religión nunca había sido
utilizada en la legislación india como criterio de ciudadanía y porque, como sus
disposiciones no se extendían a los musulmanes, suponía una grave discriminación
hacia ellos 45.

Aunque Modi y el presidente chino Xi celebraron su segunda cumbre informal en Chennai


(India), en octubre de 2019, las tensiones estallaron en mayo y junio de 2020 a lo largo
de la línea de control en el territorio de Aksai Chin que China domina y la India reclama
como parte de la provincia de Ladakh. El 15 de junio un violento enfrentamiento en el
valle de Galwan provocó la muerte de veinte soldados indios y un número desconocido
de chinos, el primer incidente militar con bajas en 45 años.

El enfrentamiento fronterizo, aunque tuvo como desencadenante la construcción por


parte de la India de una carretera que facilita el traslado de tropas a la zona en disputa,
responde al reajuste de las relaciones de poder donde la India ya no quiere seguir
jugando el papel de hermano menor y China desea que se sepa que está dispuesta a
establecer las reglas y que le desagrada el acercamiento entre Nueva Delhi y
Washington.

45
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, pp. 126-128.

Documento de Análisis 54/2021 25


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Las tensiones chino-indias, el recurrente conflicto de Cachemira, la estrecha alianza


chino-pakistaní, la agresiva actitud convencional de la India y Pakistán tras el incidente
de Pulwama (febrero de 2019) y la naturaleza asimétrica de sus doctrinas nucleares
dibujan un panorama cargado de riesgos al alza 46.

EE. UU. defiende su hegemonía

Desde el periodo de entreguerras, EE. UU. ostenta la primacía del poder mundial. En
Washington se ve con preocupación cómo China se abre paso con el potencial de
desplazar a la gran potencia norteamericana de su posición de privilegio. El miedo y la
inseguridad que esto inspira, según el símil de la trampa de Tucídides que Graham
Allison ha popularizado 47, hace que la tensión entre la potencia emergente y la
establecida crezca y el peligro de un choque serio no sea desdeñable. Washington
cuenta todavía con ventaja. Expertos norteamericanos consideran que en un
enfrentamiento militar EE. UU. tendría ahora un 80 % de probabilidades de prevalecer,
pero en una década esta ventaja podría reducirse a cerca de un 50 % 48. La presión del
tiempo está generado un cierto estado de ansiedad y alarma.

Autores como Christopher Layne y Margaret MacMillan alertan en Foreign Affairs del
peligroso paralelismo que existe entre nuestro tiempo y la crisis de entreguerras donde
se combinaron la creciente rivalidad entre potencias (entonces los imperios británico y
alemán) y la Gran Depresión que terminó desencadenando la Segunda Guerra Mundial.
En la actualidad, EE. UU. y China están en un curso de colisión alimentado por la
dinámica de una transición de poder y su competición por el estatus y el prestigio y, sin
un cambio de dirección, la guerra entre ellos en las próximas décadas no solo es posible,
sino probable 49.

Desde 2017, la política de Washington hacia la RPCh se ha alejado claramente del


multilateralismo paciente y la integración hacia el unilateralismo impaciente y el

46
RAFI, Huhammad Asad. «The Geopolitics of the China-India Conflict», ISPI, 16 de julio de 2020.
47
ALLISON, Graham. Destined for War: can America and China escape Thucydides's Trap? Mariner Books,
Boston, New York, 2018.
48
Vídeo China's Rising Assertiveness. CSIS, noviembre de 2020. https://www.csis.org.
49
LAYNE, Chistopher. «The Return of Great Power War». Foreign Affairs noviembre/diciembre. MACMILLAN,
Margaret. «Heeding the Right Warnings From History». Foreign Affairs septiembre/octubre.

Documento de Análisis 54/2021 26


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
José Pardo de Santayana

desacoplamiento 50. El presidente Trump apostó por la confrontación comercial, utilizando


un estilo ofensivo para la mentalidad china que dio argumentos al nacionalismo chino y
su manido siglo de las humillaciones. De momento, la intensa rivalidad ha desembocado
en lo que se ha dado en denominar el capitalismo estratégico y el intento de reducir la
profunda interdependencia que la globalización ha favorecido, buscando un
desacoplamiento de las cadenas de valor tanto desde el punto de vista económico como
tecnológico. La pandemia ha contribuido a poner aún más de relieve las vulnerabilidades
de una excesiva interdependencia.

La división filosófico-ideológica entre los sistemas estadounidense y chino se está


volviendo tan grande como la brecha entre la democracia estadounidense y el
comunismo soviético, algo que además la tecnología tiende a acentuar porque ambos
países habitan el mismo ecosistema digital y el PCCh sabe cuán estrechamente su
estrategia está en sintonía con los sentimientos de las masas chinas. Esta potencial
nueva guerra fría es más susceptible que la anterior a pasiones irracionales alimentadas
por perturbaciones económicas. La fusión de tensiones militares, comerciales,
económicas e ideológicas, combinadas con la desestabilización provocada por la era
digital —con el colapso de la distancia física— ha creado un círculo vicioso en las
relaciones chino-norteamericanas 51.

El cambio de presidencia en los EE. UU. supone primero un impás y a continuación una
oportunidad para revisar el gran designio estratégico. No obstante, la larvada guerra
económico-tecnológica en curso condiciona el enfoque que Biden quiera dar a las
relaciones con Pekín. La decisión de fondo es escoger entre una estrategia que se
oponga a la trasformación del orden internacional, especialmente el ascenso de China,
o una cuyo objetivo sea posicionarse lo mejor posible frente a una mutación global
inevitable.

Guerra económica

Durante demasiado tiempo EE. UU. y sus aliados habían focalizado su estrategia de
seguridad en combatir el terrorismo yihadista, lo que distrajo su atención de lo que estaba

50
KENNEDY, Scott. «A Complex Inheritance: Transitioning to a New Approach on China». CSIS
Commentary, 19 de enero de 2021. Disponible en: https://www.csis.org/analysis/complex-inheritance-
transitioning-new-approach-china
51
KAPLAN, Robert. «A New Cold War Has Begun», Foreign Policy, 7 de enero de 2019.

Documento de Análisis 54/2021 27


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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pasando en el continente asiático. En 2011 el presidente Obama reaccionó con el giro a


Asia, cuyo objetivo no disimulado era la contención de China. La Asociación
Transpacífica (TPP por sus siglas en inglés) era el componente económico central. Esta
creó la mayor zona de libre comercio en la que EE. UU. participaba, representando el
40 % de todo su comercio de mercancías con potencial de expansión a otras economías
regionales y reforzando la presencia estadounidense en la región. Sin él, los actores
regionales habrían visto el giro con escepticismo, al tratarse de un esfuerzo
principalmente militar 52.

Al mismo tiempo, ya se estaba produciendo un cierto desacoplamiento económico entre


Pekín y Washington, ya que el aumento de los costes y un entorno más restrictivo
llevaron a las empresas extranjeras —incluidas las principales empresas de tecnología
de EE. UU., como Apple, Dell y Hewlett-Packard— a reubicar algunas manufacturas
basadas en China a emplazamientos más baratos 53.

En la campaña electoral de 2016, Donald Trump situó tanto al TPP como a Pekín en su
punto de mira. Al ganar las elecciones solo tardó tres días en rechazar el TPP, que fue
sustituido por un enfoque bilateralista que incomodó a muchos de sus aliados
tradicionales en la región. Su Administración dio un giro de timón en las relaciones
económicas internacionales, abandonando el modelo económico neoliberal y
substituyéndolo por un modelo económico neonacionalista de «Comercio Justo versus
Comercio Libre» 54. Trump se inspiró en la idea de que el modelo de libre comercio
favorecía a China, su rival sistémico, que este había desplazado el empleo a otros
lugares del mundo y que muchas naciones abusaban de él acumulando grandes
superávits comerciales en relación con EE. UU.

En diciembre de 2017, la Estrategia Nacional de Seguridad de los EE. UU. declaró la


rivalidad entre las grandes potencias como su principal preocupación estratégica,
señalando a China y a Rusia como poderes revisionistas que quieren configurar un
mundo antitético a los valores e intereses de los EE. UU. 55. Además del uso de medidas
económicas como instrumento de presión geopolítica, en Washington se reprochaba a

52
MILLER, Scott, GOODMAN, Matthew P. «“Pivot 2.0” How the Administration and Congress Can Work
Together to Sustain American Engagement in Asia to 2016». CSIS, enero de 2015. Disponible en:
https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs-
public/legacy_files/files/publication/141223_Green_Pivot_Web.pdf
53
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, p. 98.
54
ZURITA BORBÓN, Alfonso. Op. cit., p. 48.
55
National Security Strategy of the United States of America, diciembre de 2017.

Documento de Análisis 54/2021 28


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
José Pardo de Santayana

Pekín los subsidios y el apoyo estatal al programa Made in China 2025, las trabas a las
inversiones norteamericanas, la apropiación indebida de propiedad intelectual y la
exigencia de transferencia de tecnología para entrar en el mercado chino.

En marzo de 2018 el presidente inició una ofensiva comercial contra China. Inicialmente
impuso aranceles al acero (25 %) y al aluminio (10 %), a continuación añadió
gravámenes por valor de 50 000 millones de dólares anuales a China, que incrementó
posteriormente con 200 000 millones más. En enero de 2019, la tensión subió a un nivel
superior a causa de la detención de Meng Wanzhou, máxima responsable de Huawei en
EE. UU. e hija del fundador de la empresa, la cual tenía lista la tecnología 5G, muy por
delante de otras tecnológicas europeas o americanas. Pekín reaccionó con medidas
contra la importación de productos americanos, tomando además el control de algunas
empresas en suelo chino. No obstante, terminó haciendo importantes concesiones, lo
que permitió que ambos países acordaran la firma de un acuerdo comercial cuya primera
fase tomó cuerpo el 13 de diciembre de 2019 56.

China se comprometió a comprar 200 000 millones de dólares adicionales de productos


agrícolas, energía, bienes acabados y servicios estadounidenses durante el periodo
2020-21 y aceptó aplicar protecciones reforzadas para los protocolos de internet
estadounidenses y abrir su sector financiero a las empresas de EE. UU. Los aranceles
ya impuestos a las importaciones chinas seguían en vigor a la espera de que se
cumplieran los términos del acuerdo. No obstante, la inversión china en EE. UU. cayó a
casi cero en 2019-20, mientras que las empresas chinas que cotizan allí comenzaron a
trasladarse a Hong Kong para evitar tener que someterse a las normas
norteamericanas 57.

La pandemia de la COVID-19 interrumpió el proceso de negociaciones, introdujo


interrogantes sobre su futuro y produjo un profundo bache en la economía mundial,
afectando mucho más a la de EE. UU. que a la de la RPCh y acortando los plazos para
que la economía china pueda adelantar a la norteamericana. Ahora, el mundo está a la
espera de ver como reconduce el nuevo inquilino de la Casa Blanca las líneas maestras
de sus relaciones económicas internacionales.

56
OLIER ARENAS; Eduardo. Op. cit., p. 31.
57
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020, pp. 92 y 98.

Documento de Análisis 54/2021 29


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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Guerra tecnológica

No obstante la preferencia del enfoque económico por parte de Trump, progresivamente


la lucha por la supremacía mundial se ha centrado en la innovación tecnológica, donde
reside el último resorte del poder. El prolongado liderazgo estadounidense en el sector
tecnológico, que constituía la última garantía de su hegemonía global, está decayendo
rápidamente como consecuencia de la innovación y la capacidad de China para penetrar
con efectividad en otros mercados. La batalla se está librando por el dominio en el
desarrollo, la producción y el acceso a las tecnologías emergentes clave: los
semiconductores, la inteligencia artificial y los sistemas de comunicaciones móviles 5G.
Las grandes potencias, en estrecha interacción con los sectores privados, se disputan el
control del mercado mundial, de las cadenas de suministros y de la oferta de servicios a
los ciudadanos, protegiendo sus intereses nacionales. Está en juego la capacidad para
reducir la dependencia tecnológica y asegurar la provisión de componentes, productos,
sistemas y servicios avanzados que permitan mantener la competitividad y asegurar un
grado suficiente de soberanía tecnológica que incremente la resiliencia. Un objetivo
estratégico primordial es evitar dependencias unilaterales en tecnologías clasificadas
como críticas por su relevancia desde determinadas perspectivas socioeconómicas y de
seguridad 58.

EE. UU. intenta mantener su posición de liderazgo en las tecnologías de la información


y comunicaciones (TIC) mediante el control de la industria de microchips y
semiconductores. No obstante, su política de sanciones conlleva riesgos. China posee
un mercado interior de mil millones de usuarios de internet y podrá crear con el tiempo
sus propios productos. La tecnología china resulta atractiva para los países en desarrollo,
que aprecian tanto su bajo coste como sus marcadas cualidades de vigilancia. Si EE. UU.
queda excluido del mercado interior chino, las empresas estadounidenses saldrán
perdiendo. China ralentizará su progreso, pero EE. UU. reducirá su dominio sobre las
TIC y gran parte del mundo se convertirá en el campo de batalla de un gran juego digital
para el que Pekín está mejor posicionado gracias a su Ruta de la Seda Digital 59.

58
LEÓN, Gonzalo, DA PONTE, Aureliano. «Desafíos para la Unión Europea en las redes de innovación y
producción de comunicaciones móviles, semiconductores e inteligencia artificial», documento de
investigación 08/2020 IEEE, noviembre de 2020. Disponible en:
http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_investig/2020/DIEEEINV08_2020GONLEO_desafiosUE.pdf
59
Strategic Survey 2020. IISS, noviembre de 2020.

Documento de Análisis 54/2021 30


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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Las implicaciones de los avances tecnológicos chinos sobre la seguridad y privacidad de


los datos preocupan en EE. UU., país que ha hecho grandes esfuerzos para impedir el
acceso chino a sus tecnologías y para persuadir a otros Estados —especialmente
europeos— que la adopción de tecnología china podría poner en peligro su relación con
Washington.

Toda consideración estratégica depende de que se crea o no que China pueda llegar a
superar a la gran potencia norteamericana en la carrera por la supremacía económico-
tecnológica. Una línea de acción exitosa dirigida a contener el ascenso de China llevaría
a una relación tensa, pero Washington podría conservar la iniciativa. En caso de fracaso
—un desenlace altamente probable— la revancha de Pekín podría ser desgarradora y
todas las partes saldrían perdiendo. Una gran ventaja de la RPCh es que, al desplazarse
el centro de gravedad del mundo hacia Asia, le bastaría con imponerse en la región Indo-
Pacífico para alcanzar de facto la primacía global.

Necesidad de redefinir una estrategia frente a China

El mandato de Trump ha tensado las relaciones tanto internas como internacionales de


la gran nación norteamericana. Los incidentes de naturaleza racista, la desproporcionada
y violenta reacción, la política seguida en respuesta a la pandemia, el acalorado proceso
electoral y el estrambote final del asalto al Capitolio han contribuido a fracturar aún más
a la sociedad estadounidense. Como indica Pedro Rodríguez en un capítulo posterior, el
país ha quedado en un estado de descrédito y aturdimiento. No va a ser fácil recuperar
la confianza y toda estrategia exterior de calado requiere una sólida base interna. La
edad del presidente Biden no juega a su favor. Tampoco favorecen a EE. UU. los
bandazos de su democracia, que contrastan con la continuidad y estrategia a largo plazo
del régimen autoritario chino.

Podemos suponer que dado el vínculo que le une a Obama, de quien fue vicepresidente,
la visión internacional del nuevo presidente será en parte continuista de la de aquel, pero
antes de poder diseñar una política exterior coherente e integrar en ella una estrategia
frente a China como su vector principal necesitará un tiempo, un cierto impás, para
recomponer cuestiones esenciales, fundamentalmente internas. Según Richard Haas, al
ocupar el despacho oval, Joe Biden se ha encontrado con un plantel desalentador de
temas por abordar. El número de desafíos nacionales e internacionales es

Documento de Análisis 54/2021 31


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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aparentemente ilimitado en un mundo que necesita urgentemente ser reparado. Esto


consumirá de seis a nueve meses de la política exterior de su Administración, y solo
después llegará la oportunidad y, en algunas áreas, la necesidad, de construir. Además
de una China asertiva, el panorama global presenta a una Federación Rusa dispuesta a
utilizar la fuerza y sus capacidades cibernéticas para promover sus objetivos, una Corea
del Norte con crecientes capacidades nucleares y balísticas, un Irán decidido a
desarrollar una estrategia imperial en un turbulento Oriente Medio, un cambio climático
en ascenso y Gobiernos débiles e ineficientes en la mayor parte del mundo en desarrollo.
A ello hay que sumar el debilitamiento de las alianzas y la retirada de muchos acuerdos
e instituciones por parte de Trump 60.

Aunque hay un gran consenso que afirma que en los asuntos de fondo no se pueden
esperar demasiados cambios en relación con las grandes líneas de política exterior de
su antecesor, Biden tiene experiencia y gusto por los asuntos internacionales y utilizará
su talante conciliador para recomponer las relaciones trasatlánticas y mejorar el tono
general de las relaciones de Washington con sus socios y rivales. En el inspirador
discurso de su toma de posesión, el nuevo inquilino de la Casa Blanca expresó su deseo
de recuperar el liderazgo internacional «con el poder del ejemplo y no con el ejemplo del
poder».

Probablemente, haya una moderada recuperación del multilateralismo y un especial


énfasis en reforzar las relaciones económicas con el máximo de estados asiáticos para
equilibrar el peso económico de Pekín en la región. A pesar de que hay margen de
maniobra para buscar mayor reciprocidad económica entre China y EE. UU, la firma del
RCEP ha sido un importante obstáculo para la política económica que este quiera
promover en la región de Asia-Pacífico. En el Sudeste Asiático y el mar Meridional de
China intentará contener las ambiciones chinas con una actitud firme y determinada. El
asunto de Taiwán puede ser orillado con tacto, China no tiene prisa al respecto. Más
difícil va a ser abordar los temas de DD. HH., donde Pekín es intransigente.

Un asunto delicado serán las sanciones y tarifas arancelarias en vigor aplicadas a los
países rivales que Biden no podrá ni querrá suprimir de un plumazo. Sin embargo, en su
entorno cercano encontrará economistas y empresarios opuestos a los aranceles

60
HAASS, Richard. «Repairing the World. The Imperative—and Limits—of a Post-Trump Foreign Policy».
Foreign Affairs, noviembre/diciembre de 2020.

Documento de Análisis 54/2021 32


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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comerciales y que ven graves riesgos tanto en el uso del sistema financiero como una
herramienta para contener a China como en un excesivo desacoplamiento económico.

Sin duda, la Casa Blanca redoblará el esfuerzo para que EE. UU. mantenga la primacía
sobre China en las tecnologías claves del futuro, desde la inteligencia artificial hasta la
computación cuántica, con ayudas masivas de inversiones en ciencia básica. Desde
Silicon Valley habrá presiones para que el Gobierno sea más selectivo al declarar ciertos
productos de alta tecnología y cadenas de suministro como amenazas para la seguridad
nacional que deben ser vetados a China 61. Washington intentará también alinear al
máximo de sus aliados en la batalla tecnológica por imponer sus patrones tecnológicos
frente a los de China, pero encontrará mucha resistencia por parte de estos y la ventaja
que da a China la red de tentáculos de la NRS y su proximidad geográfica y estrechos
lazos económicos con los países asiáticos.

George Friedman pronostica que, a favor de la lógica económica, EE. UU. va a trasferir
muchas actividades económicas de China a la India, para reducir su interdependencia
con China, reforzar a un rival importante de aquella y anclar aún más a la India en el
diálogo de seguridad cuadrilateral con Japón, Australia y EE. UU. 62.

El equipo cercano al presidente Biden quiere que la rivalidad entre las superpotencias se
vuelva a la vez más ordenada, menos abiertamente ideológica y más desafiante hacia
China, haciendo esto compatible con abordar juntos los grandes retos globales como el
cambio climático o el orden nuclear. Los demócratas entrantes quieren ver a un EE. UU.
más hábil e inteligente que elija los enfrentamientos con China con más cuidado y luego
se prepare bien para ganarlos 63. Dicho planteamiento no es fácil de ejecutar porque la
estrategia es dialéctica y debe incorporar también las reacciones del rival. Existe el
peligro de que la relación derive hacia un modelo de guerra fría 2.0 que promueva la
creación de un gran bloque de las democracias que se oponga al frente de las potencias
autoritarias, que parece ser la opción preferida por el establishment de Washington.

Graham Allison rechaza la idea y defiende que, para evitar que la trampa de Tucídides
se consume, el nuevo enfoque estratégico de Washington debería ser suficientemente

61
RENNIE, David. «The World in 2021. Joe Biden’s in-tray is already overflowing». The Economist, 16 de
noviembre de 2020.
62
FRIEDMAN, George. «From China to India». GFP, 2 de junio de 2020. Disponible en:
https://geopoliticalfutures.com/from-china-to-india.
63
RENNIE, David. Art. cit.

Documento de Análisis 54/2021 33


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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bueno para EE. UU. —no perfecto desde luego—, centrándose en los intereses básicos
de la nación y suficientemente bueno también para China, combinando elementos de la
estrategia de Kennedy tras la crisis de los misiles de 1962 (a World safe for diversity) y
la que la dinastía Song aplicó hace mil años con el reino de la tribu Liao de nómadas del
norte (rival partners). Por una parte, se debe hacer todo lo posible para evitar que la
confrontación derive en un desenlace catastrófico —no deseado por ninguna de las
partes— aceptando la existencia de otra potencia con una cosmovisión distinta y con la
que se debe competir pacíficamente con la intención de mostrar qué modelo es mejor;
por otra, se debe desarrollar una relación recíproca en que la rivalidad en unas áreas se
compatibilice con la colaboración en otras 64.

Un enfoque de coexistencia permitiría abordar los retos globales, cambio climático,


desarrollo sostenible, seguridad sanitaria, terrorismo yihadista, crimen organizado,
proliferación nuclear…, de los que depende, en cualquier caso, el futuro de todas las
naciones y facilitaría también ir adaptando las distintas estrategias a los profundos
cambios de un orden mundial en transformación. La clave residiría en la solidez interna
de EE. UU. y en el número de centros de poder eficaces —lo que haría deseable una UE
más integrada— que compitan con China e impidan que el gigante asiático les imponga
su voluntad.

La estrategia norteamericana hacia China sería mucho más fácil con un enfoque
pragmático de la relación con la Federación Rusa. La Administración Biden tendría que
superar la profunda aversión que en Washington se siente hacia la Rusia de Putin, lo
que no parece estar en la agenda del Partido Demócrata. Entran en juego convicciones
muy arraigadas y la actitud cada vez más confrontacional del Kremlin. Sin embargo,
EE. UU. ya no tiene capacidad —y cada vez tendrá menos— de contener
simultáneamente a las dos potencias revisionistas, antes o después tendrá que buscar
la distensión con una de ellas. Apostar por que la Federación Rusa caiga por su propio
peso es como jugar a la ruleta rusa.

Las perspectivas generales no son halagüeñas para los que proponen un modelo de
relación con China inspirado en la Guerra Fría. El Dragón Rojo es más resiliente, dispone
de una estrategia de largo plazo con la capacidad de utilizar todos los resortes de la

64
ALLISON, Graham. Entrevista virtual sobre el tema «Destined for War: Can America & China Escape
Thucydides's Trap?», organizada por el Center for the Study of the Presidency & Congress. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=C__JcMbBIRo.

Documento de Análisis 54/2021 34


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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sociedad y las tendencias le harán cada vez más fuerte, a diferencia de lo que le ocurrió
a la Unión Soviética. Las guerras frías acaban con un ganador y un perdedor. Esta vez
el derrotado podría ser EE. UU., cuya población ya no tiene ni la capacidad ni la voluntad
de asumir el coste de una confrontación de tal magnitud.

Al finalizar este capítulo (enero de 2021) no sabemos qué línea de acción elegirá Biden:
tensa coexistencia o alineamiento de bloques enfrentados, el PCCh contemplará con
serenidad los movimientos de la Casa Blanca y actuará en consecuencia. China tiene
memoria y cuando las aguas vuelvan a su cauce querrá cobrar las facturas, mayores
cuanto más intensa sea la hostilidad hacia ella. Al mundo anglosajón le cuesta aceptar
que el gran devenir humano tiene sus ciclos y, aunque los imperios —y EE. UU. lo es en
todo menos en nombre— se sienten excepcionales y con derecho a ejercer su dominio,
la historia fluye, en este periodo heraclitiano muy especialmente 65, y hay muchos indicios
que auguran que dentro de un par de décadas nada será ya como este mundo que se
quiere preservar a toda costa. Lo importante es que por el camino las tensiones no se
conviertan en un voraz incendio que arrase con todo.

No parece que un mundo donde las grandes potencias renuncien a buscar algún tipo de
modus vivendi coincida con el interés de España, las naciones más pequeñas pagarían
un precio aun mayor que las más poderosas. Lo que parece claro es que se debe apostar
por una UE cada vez más integrada, con un buen entendimiento con los EE. UU. y con
una masa crítica suficiente para impedir que China le dicte sus propias reglas.

Conclusión

EE. UU. no supo prever las consecuencias que tendría la emergencia de China, ni creyó
que esta fuera capaz de alcanzar en tan poco tiempo tan altas cotas de poder y
desarrollo. En cualquier caso, se creía que al final el desarrollo económico llevaría a una
democratización del gigante asiático, lo que incorporaría al Dragón Rojo al orden
internacional liberal de inspiración occidental.

No ha sido así, China se ha posicionado con solidez en el panorama internacional y ha


mostrado su nueva ambición de recuperar la centralidad perdida. Ahora Washington ya

65
Ver en PARDO DE SANTAYANA, José. «La revolución de Heráclito, todo fluye y nada permanece en el
orden global multipolar». Documento de análisis IEEE 05/2020.

Documento de Análisis 54/2021 35


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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no dispone de una estrategia para forzar que Pekín se someta a las reglas de juego
vigentes.

El presidente Obama intentó retomar la iniciativa con el giro a Asia que tenía como vector
fundamental la negociación del TPP. Su sucesor, Donald Trump, cambió de estrategia,
desechó la multilateralidad, optó por las relaciones bilaterales y subió el tono de la
confrontación con China, dando lugar a una guerra de naturaleza económico-
tecnológica.

Mientras China se abría paso, el continente asiático, que reúne a más de la mitad de la
población mundial, también ganaba posiciones en la jerarquía global y pronto el centro
de gravedad del mundo se habrá desplazado hacia allí. Esto favorece a Pekín, que ha
estrechado sus relaciones con todo su vecindario geopolítico y ha lanzado la NRS, ahora
también digital, que articula un nuevo modelo de dominio geoeconómico.

2020 con la crisis del coronavirus ha visto cómo se seguían desmoronando muchas de
las estructuras que ordenaban la convivencia internacional y cómo las tensiones entre
las grandes potencias se han disparado.

El presidente Joe Biden se encuentra ante serios retos internos —la pandemia, el cambio
climático, la injusticia racial y un sistema político fracturado— y externos y un asunto
central será su estrategia hacia China 66. El establishment de Washington se inclina por
un modelo inspirado en la Guerra Fría y desea convocar a las democracias del mundo
para crear un gran bloque contra las potencias autoritarias. Este designio estratégico no
solo es muy peligroso, necesitaría la colaboración incondicional de las democracias
asiáticas, las cuales no son partidarias porque serían las principales víctimas del choque
entre los colosos.

Por otra parte, China tiene un mejor andamiaje para soportar una sorda guerra de
desgaste, cuenta con una sociedad más resiliente, puede utilizar todos los resortes y
capacidades del país para la consecución de sus objetivos, domina la paciencia
estratégica, tiene una dirección política que da continuidad a la lucha y apelará al
nacionalismo para cerrar filas. También parece que el tiempo juegue a su favor y que
cada vez su poder relativo se incrementará. Por su parte, Occidente no aguantaría los

66
KENNEDY, Scott. Art. cit.

Documento de Análisis 54/2021 36


El desenganche China-EE. UU. y el año de Asia (reedición)
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sacrificios que una prolongada confrontación exigirían y al final China le haría pagar sin
contemplaciones el precio del siglo de las humillaciones.

Una coexistencia tensa y difícil como la que propone Graham Allison no augura un futuro
del gusto de las sociedades occidentales y el mundo se fracturaría en actores y regiones
con distintos sistemas de valores, pero habría espacio para que las diversas sociedades
puedan desarrollarse según sus propias convicciones, los distintos modelos competirían
entres sí, se evitaría el riesgo de una grave confrontación y se protegería la capacidad
para abordar los grandes retos globales de los que depende el futuro común.

El tiempo dirá. El presidente Biden soporta sobre sus hombros una gran responsabilidad.
Una China cautelosa tratará de aliviar las tensiones, pero no se hace ilusiones sobre un
restablecimiento completo de las relaciones 67 y se mantendrá firme en la persecución de
sus objetivos.

José Pardo de Santayana*


Analista del IEEE

67
RENNIE, David. Art. cit.

Documento de Análisis 54/2021 37

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