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Universidad Nacional de Catamarca

Facultad de Humanidades

Departamento Historia

“La hegemonía del Gigante Asiático: China (breve análisis político y económico desde Mao a
Ji Xinping)”

Monografía

Asignatura: Historia de Asia y África Contemporánea

Carrera: Licenciatura en Historia

Autor: Ariel Eduardo Roldán

Profesor Director: Esp. Elvira Cejas

Matricula: Nº: 1821

Año 2021

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INTRODUCCIÓN

El tema que nos interesa presentar en esta oportunidad, versa sobre la historia
Contemporánea, más precisamente pone en protagonismo al gigante asiático y potencia
mundial: China.

En este caso tomo el eje temporal en el mundo, desde la Guerra Fría hasta la actualidad,
este hito que tomo para comenzar, polarizaba las ideas sociales y las economías entre el
Capitalismo feroz (propuesto por los Estados Unidos) y el Socialismo (en representación de la
URSS). Esta grieta abría una situación de tensión simbólica entre las grandes potencias y sus
aliados, enmarcados en la violencia y el quiebre de las democracias.

La Guerra Fría, según Hobsbawm (2001), se podría considerar una tercera


guerra mundial, aunque muy singular y; es que; tal como dijo el filósofo
Thomas Hobbes, la guerra no consiste solo en batallas, o en la acción de lucha,
sino que es un lapso de tiempo durante el cual la voluntad de entrar en combate
es suficientemente conocida (Hobbes, cap. 13. Citado por, Hobsbawm. E. 2001,

En esta ocasión es la actual República Popular de China quien nos interesa analizar en
este informe, desde su aspecto político y económico especialmente.

Transcurridas dos décadas del siglo XXI, hoy no se puede dejar de evaluar la influencia
de China en cada uno de los principales temas de la agenda internacional. El crecimiento de la
economía mundial y del comercio internacional (por sobre todo), asimismo también la
evolución de las tecnologías disruptivas, el cambio climático, la preservación del
multilateralismo, por mencionar algunas grandes cuestiones, dependen cada vez más de las
políticas que se adopten en China.
Se debe reconocer que en muchos organismos internacionales, bibliotecas y principales centros
académicos, le conceden hoy un amplio espacio al debate sobre China, sus políticas y las
repercusiones que estas tienen en la economía mundial.
En palabras de Rosales (2020): “La vertiginosa irrupción de China en la economía mundial
está reconfigurando el escenario global de las próximas décadas, un fenómeno que –junto con
la dinámica del cambio tecnológico y climático–definirán el mundo del siglo XXI. […]”
Rosales 2020; “p. 13.

Si dejar de lado que la pandemia, por el virus de Wuhan (por la ciudad China donde se
originó) o COVID-19, que azota al mundo desde hace más de un año (febrero del año 2020),
tiene su “nacimiento” en las tierras Mao Zedong y Xi Jinping.
Siguiendo a Pérez Izquierdo (2020): “El aparato propagandístico del Partido Comunista
Chino (PCC) y de la administración central es tan severo y brutal que entrelaza tanto la
censura como la persecución policial y judicial. La información que llega a la población es
controlada y solo puede ser emitida una vez que pasa los sucesivos filtros que responden a los
intereses de Beijing. Cuando nace una crisis -como la del coronavirus- esas capas

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aumentan. Los problemas parecerían no existir en China y el Estado omnipresente y
omnipotente no puede mostrarse débil ante el mundo.
Nada de eso ocurrió desde fines de diciembre. La imagen del presidente Xi Jinping quedó
sensiblemente deteriorada por el pobre manejo de la incipiente epidemia cuyos alcances creyó
podría acallar como hace siempre sin brindarle a la población los datos precisos para
defenderse de ella. La protección a la ciudadanía estuvo ausente. Una vez más. La tradicional
cultura del PCC de esconder los problemas es la que el régimen pretende exportar al resto del
planeta. Las consecuencias están a la vista.” p. 1

Se debe destacar como, lo expresa Bejar (2011), que el tiempo histórico que intentamos
analizar, tiene su comienzo con el triunfo de los comunistas chinos en 1949 (tras una cruenta
guerra civil), cuando se proclamó la República Popular de China, que rápidamente impuso su
domino en la región del Tíbet.
Mao Zedong al nominarse líder del país se acercó a “la política roja” del Kremlin: “Mao, se
alineó con la Unión Soviética. En diciembre de 1949, el líder de la Larga Marcha viajo hacia
Moscú, para firmar un tratado de amistad, alianza y asistencia mutua con Stalin. El Kremlin
más allá de vanagloriarse por contar dentro de sus esfera de influencia a la nación más
poblada del mundo, no parecía esperar demasiado de una China empobrecida por décadas de
guerra civil y ávida de ayuda […]” Bejár 2011; “p. 251.

De este modo, podemos ir advirtiendo las diferentes modalidades de acciones de la


incipiente nación más “popular del mundo”. Una vez en el gobierno los comunistas chinos con
Mao a la cabeza, se caracterizaron por enfrentar desafíos similares a los bolcheviques al hacerse
cargo del poder: satisfacer las necesidades de la población que en su mayoría era campesina,
consolidar la clase obrera y erradicar el atraso para poder ingresar en el mundo moderno de pos
Segunda Guerra Mundial, eludiendo al capitalismo. Hay que destacar que en la China comunista
en un principio a su base campesina, no estaba dispuesta a explotarla en pos de la industria
pesada como si van hacer los bolcheviques.

Los diferentes autores coinciden en que a mediados de 1950, la dirigencia del PCC
(Partido Comunista Chino). Creyó que gracias a las mejoras sociales, y con la estabilidad
económica de los primeros años, contarían con el apoyo de los intelectuales si aflojaban con la
censura y los controles, y los alentaban a opinar en sentido constructivo. Recuperamos las
palabras de Hobsbawm (2005):
“[…] el detonante social que alimento la revolución comunista fue la gran
pobreza y opresión del pueblo chino. Primero de las masas de las zonas
costeras, de la China central y meridional, que constituían enclaves de control
en imperialista extranjero en Shanghái, Cantón y Hong Kong […] Cuando los

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comunistas tomaron el poder, el chino medio vivía básicamente con medio kilo
de arroz o de cereales al día, y consumía menos de 80 gramos de té al año y
adquiría un nuevo par de zapatos cada cinco años. El elemento nacional
actuaba en el comunismo chino tanto atraves de los intelectuales de clase
media o alta, que proporcionaron la mayoría de sus líderes a los movimientos
políticos chinos del siglo XX, como atraves de las masas […]”.
Hobsbawm.2005. p. 461

Durante el gobierno totalitario de Mao en sus tres etapas: “colectivización de la


agricultura campesina 1955 y 1957”; “El gran salto delante de la industria en 1958” y la
“Revolución Cultural de 1968 a 1978”. Se coincide según las propuestas de los autores en que
estos “cataclismos políticos”, en palabras del gran Eric (por Hobsbawn) se debieron en gran
medida al propio Zedong, siguiendo a Hobsbawn (2005): “[…] cuyas directrices políticas
solían ser recibidas, con aprensión por la cúpula del partido, y aveces (en especial con el gran
salto adelante) con una franca oposición que solo se superó con la marcha de la revolución
cultural […]”Hobsbawm.2005. p. 464.

Osvaldo Rosales (2020), describe exhaustivamente cuando trae a colación y el impacto


del Siglo XXI en el gigante asiático, tras el pos maoísmo.
“[…] Las reformas económicas impulsadas a partir de fines de 1978 por Deng
Xiaoping cambiaron China, pero también establecieron una nueva etapa en la
economía mundial, de contornos aún poco claros. La hegemonía norteamericana en la
economía, el comercio y la tecnología está siendo cuestionada; los Estados Unidos
asumen actitudes proteccionistas y maltratan a sus principales aliados; China empieza
lentamente a montar una institucionalidad financiera paralela a la de Bretton Woods
(con el Banco BRICS, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, la iniciativa
conocida como “La franja y la ruta”), mientras las instituciones financieras
internacionales no registran el peso relativo de China y de las economías emergentes
en su estructura y funcionamiento. Con su propuesta de “reforma y apertura”, Deng
dio el vamos a una triple transición: de una economía cerrada a una abierta; de una
economía planificada a una de mercado y de una sociedad rural a una urbana.
Esta triple transición, realizada en el país más habitado del mundo, no pudo sino influir
en el conjunto de la economía mundial. En efecto, la integración de China a la
economía global, desde su ingreso en la Organización Mundial del Comercio en 2001,
terminó incidiendo sobre las características mismas de la globalización. La irrupción
competitiva de China en las manufacturas afectó la competitividad manufacturera de
los Estados Unidos y la Unión Europea, debilitó sectores industriales intensivos en

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mano de obra y frenó la evolución de los salarios industriales. […].” Rosales, O.
2020, p. 15.

Se pueden reconocer que, camino a los ‘70, se observa un periodo de distinción o


enfriamiento en el ámbito de la Guerra Fría entre las potencias mundiales (Estados Unidos y la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Gaddis (2011) así lo reflejo en su trabajo de tinte
revisionista.

“[…] el resultado fue el descontento del mundo luego de la Guerra de Vietnam, por las
armas nucleares, la represión en la Europa Oriental, una revolución que estaba dirigida al
establishment […]” Gaddis p.180.

En este contexto analizado, es menester resaltar que: buena parte de los años que van de
1949 a 2019, han transcurridos setenta años del nacimiento de la Popular China, crispado por
turbulencias, disputas políticas e inestabilidad. De allí que, para las autoridades chinas,
mantener la estabilidad social y política sea el principal de sus objetivos.
Esa inestabilidad ha estado presente también en el Partido Comunista Chino (PCCh) y, por
tanto, el debate en su interior nunca ha sido fácil.
Desde Purgas, expulsiones, destierros y prisión domiciliaria de altos dirigentes, que fueron
frecuentes hasta la Revolución Cultural. Por lo que desde Occidente (porque no también de
Argentina) se tiene la impresión de que un sistema de partido único, que limita y suaviza los
debates políticos.

Ante lo mencionado, escogí como tema de esta investigación: “La hegemonía del
Gigante Asiático: China (breve análisis político y económico desde Mao a Ji Xinping)”

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En relación a la República Popular China, la cuestión, pero sobre todo la impronta del
populoso país asiático, como superpotencia mundial y su conformación como tal es tema de
análisis importante en la Región sobre todo con aportes de estudios políticos económicos de la
CEPAL (la Comisión Económica para América Latina y el Caribe).

Una de estos trabajo de investigación, es la obra de Rosales, O. 2020. “El sueño del
Gigante Chino” quien nos reseña a la República Popular China como la potencia hegemónica de
las próximas décadas; así lo expresa:

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“La vertiginosa irrupción de China en la economía mundial está reconfigurando el
escenario global de las próximas décadas, un fenómeno que –junto con la dinámica del cambio
tecnológico y climático–definirán el mundo del siglo XXI.”. Rosales O. 2020, p: 1.

En el transitar por esta temática nos surgen diferentes preguntas: ¿quiénes fueron los
actores principales del protagonismo político y económico que hoy tiene China?, ¿quiénes
fueron sus detractores?, ¿en qué contexto histórico o etapa de la historia se desarrollara?,
¿cuáles fueron los motivos para el cambio de política económica y comercial?, Todos estos
interrogantes me fueron movilizando para conformar la pregunta central:

¿Sobre qué política económica, a lo largo de la historia se enfundaron los


líderes políticos en China, para darle status de potencia mundial?

Es este un informe que se sirve de los aportes bibliográficos de distintos autores que se
ocuparon de indagar exhaustivamente acerca sobre los interrogantes planteados. Construir un
corpus teórico, tomando como punto de refencia la llegada de Mao Zedong a mediados del
Siglo XX, hasta el actual gobierno de Xi Jinping período que comprendido entre 1949 y 2019.

Aquí la historia contemporánea de Asia toma protagonismo, con el país más poblado
del mundo (1.411 millones de habitantes a finales del año pasado, según la CEPAL);
focalizándose en los procesos, políticos y económicos históricos posteriores a la Segunda
Guerra Mundial, hasta la llegada del “Virus de Wuhan”. Versando en un informe breve y
conciso sobre las aristas que más resaltan sobre este tema de un claro interés personal.

DESARROLLO

El abordaje del corpus teórico de este breve informe, nos inscribe en María Dolores
Bejár quien postula, que la política de Mao Zedong tendrá una intervención clave en su primera
etapa (la colectivización de la agricultura campesina 1955 y 1957), como “hábil estadista”, dado
que al permitir, “la manifestación, la opinión de los intelectuales y “libres pensadores”. Evitaba
los levantamientos de Europa Oriental de 1953 y 1956.

En palabras de Bejár (2011): “[…] Se supuso que (PCC), con su marcado sesgo hacia
las diferencias jerárquicas y el autoritarismo, podía renovarse atraves de un debate del que
participarían los intelectuales ofreciendo nuevas alternativas […]” p. 252

En 1956 Zedong, puso a favor la campaña para la libertad de pensamiento, el afamado


movimiento intelectual que en el mundo se conoció como “La Cien Flores”; nombre tomado de
un tradicional poema chino y en palabras del célebre estadista: “que cien flores florezcan, que
cien escuelas de pensamiento compitan entre sí” Bejár (2011) p. 252.

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Debo resaltar lo siguiente siguiendo lo postulado de Eric Hobsbawn, en detrimento de la
ideología que sustentara la política de Mao Zedong:

“[…] A diferencia del comunismo ruso, el comunismo ruso, el


comunismo chino prácticamente no tenía relación directa con Marx, ni con el
marxismo. […] Se trataba más bien de un movimiento influido por la vía “marxismo-
leninismo estalinista. El conocimiento que Mao tenía de la teoría marxista parece
derivar totalmente del estalinista del PCUS: Curso introductorio de 1939. Por debajo
de este revestimiento marxista-leninista (evidente es que Mao nunca salió de China
hasta que se convirtió en Jefe de Estado y cuya formación intelectual era netamente
casera) un utopismo totalmente chino. […] este utopismo tenía puntos de contacto con
el marxismo: todas las utopías revolucionarias tienen algo en común; y Mao tomo
aquellos aspectos de Marx y Lenin que encajaban en su visión y los empleo para
justificarlas”. […].” Hobsbawn, E. 2005, p. 464.

Puntos de críticas serán la colectivización y la concentración del poder político por parte
del PCC. Las reacciones en contra del régimen de Zedong no se hicieron esperar, y sus
detractores prontamente fueron acusados de contrarrevolucionarios elitistas. Se los castigo con
la censura, la cárcel o los trabajos forzados.

Gaddis refleja lo siguiente (2011): “[…] Mao había lanzado la Revolución Cultural en
el verano de 1966, como otras más de sus maniobras periódicas para eliminar rivales posibles.
Me gustan los grandes levantamientos cloqueo. Pero este levantamiento es interno y no
internacional, por lo que una vez puesto en marcha le fue difícil a Mao concluirlo. Con su
estimulo los Guardias Rojos atacaron las instituciones mismas del gobierno, el partido […]” p.
180.

Hay que destacar que la respuesta ante esta ola de oposición, será el primer “Plan
Quinquenal” (que tendrá su éxito al principio), no obstante la industrialización del gigante
asiático, tardaría su tiempo porque los excedentes del agro eran muy reducidos . Así para evitar
las retracciones se convocó a la población a dar el “Gran Salto Adelante”, cuyo principio básico
se valió en utilizar el único recurso abundante en la República Popular China: la mano de obra
campesina.
La particularidad de la política de Zedong es que era al mismo tiempo una forma de
occidentalización y una revisión de los modelos parciales, en los que se apoyaba de hecho, ya
que el viejo imperio chino se apoyaba (más que nada en los tiempos, cuando el emperador era
fuerte, gozaba de popularidad y el reconocimiento de su pueblo) en la autocracia del gobernante
y la obediencia de los súbditos.

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La base fundamental del proyecto económico de los maoístas se basó, principalmente en
la productividad, y para aumentarla apostaron a la transformación radical de las estructuras
sociales agrarias mediante la movilización de la fuerza laboral rural y la reorganización de la
familia campesina.
El ala moderada del arco político encabezada por Liu Shaoqui y Deng Xiaoping predicaba una
reforma prudente y anteponía los criterios técnicos y económicos a la voluntad política.
Mientras que Mao, instaba a que la movilización de las masas (en base a la “democracia roja
igualitaria”) podía superar todo obstáculo material. Su visión estaba enfundada, en la idea de la
Revolución continua como herramienta de progreso y transformación social.

María Dolores Bejár (2011) demarca lo siguiente: “[…] El Gran Salto Adelante
condujo a muchos hombres a dejar el campo para sumarse a la obra pública o ingresar a las
fábricas. Las comunas populares, donde todas las tareas eran compartidas, reemplazaron a las
cooperativas creadas unos años antes. Estas comunas (cuyos comedores y guarderías liberaron
a la mujer de las tareas domésticas) permitiendo la plena incorporación de la mujer al trabajo
intensivo en el medio rural […]” Bejár (2011) p. 253

Debo destacar que con la aparición de las comunas siguiendo a Bejár, se presentó un
fracaso al sistema económico, porque afecto el modo de vida tradicional de la familia
campesina, entre otras cuestiones como su gran tamaño en densidad poblacional. Donde no
había propiedad privada y diluyo la motivación de los trabajadores.
A ello se le sumaran las grandes sequias y la hambruna sobre todo en numerosos lugares del
país. Por lo que en 1958 la dirigencia del PCCh, decide cancelar el proyecto, y dio paso a un
comunismo más tecnocrático. Zedong puso la jefatura del estado en manos de Liu Shaoqui, pero
siguió manejando las riendas de la vida tanto política como económica del gigante asiático;
desde la presidencia del Partido Comunista Chino.

Shaoqui estaba a cargo ahora, se tomaron las siguientes directivas, dejando de la


“democracia roja” en las fábricas, a valorar el saber de los especialistas y restablecer las viejas
jerarquías en el medio rural.
Los mandos del partido comunista reafirmaron su autoridad en el control de la economía y
básicamente la posición que cada grupo ocupaba en la sociedad; así los “rojos” eran: los
obreros, campesinos pobres y medios, soldados y familiares de mártires revolucionarios;
mientras que los “negros” eran: terratenientes, contrarrevolucionarios, campesinos ricos y
derechistas.
Todo este interclasismo social interno produjo descontento entre los distintos grupos de uno u
otro bando.

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En este contexto Mao en 1965, con el apoyo militar impulsara un movimiento
anárquico, inicialmente estudiantil, de jóvenes “guardias rojos” que arremetieron contra los
dirigentes del partido, que poco le habían arrinconado y contra los intelectuales de cualquier
tipo. Esta fue, según Hobsbawn (2011): “[…] la “Gran Revolución Cultural” que asolo China
por cierto tiempo, hasta que el propio Mao llamo al Ejercito para restaurar el orden, y se vio
también obligado a restaurar algún tipo del control del partido […]” Hobsbawn (2011) p. 468

Esta iniciativa, destinada a barrer al grupo comunista que ostentaba el poder, volvió a
reivindicar la primacía de la cuestión política por sobre las razones de los especialistas, para
romper con el pasado y construir la nueva sociedad. Los burócratas (según los maoístas)
enfriaban el ardor de la revolución, por lo que se los debía desplazar para que la movilización y
el sacrificio militante del pueblo chino, hiciera posible el salto (Gran Salto Adelante) hacia el
comunismo igualitario.

Sostengo en Gaddis (2011) los siguiente: “[…] Para fines de 1969, Mao había casi
restaurado el orden, pero solo mediante el drástico recurso de enviar a varios millones de
Guardias Rojos al campo, “era absolutamente necesario, explicaba Zedong en el Diario del
Pueblo; que los jóvenes sean reeducados por trabajadores, campesinos y soldados bajo la
dirección de la linea correcta, para que su viejo pensamiento se cabalmente reformado […]”
Gaddis 2011, p. 181.

Con el líder más importante del populoso país, al final de su andadura (en palabras de
Hobsbawn), el maoísmo sin él tenía poco apoyo real. Por lo que esta fue la última convocatoria
real a la movilización de las masas para sostener “la revolución permanente”. Destaco que los
sucesores de Mao privilegiarían el crecimiento económico al igualitarismo social bajo el
liderazgo del jefe único.

Es de interés a mi investigación, lo reflejado por Satas y Pujol (2004): “[…] la evolución que se
produjo en el régimen comunista chino a continuación de la Revolución Cultural Proletaria
(RCP), que se llevó a partir de la segunda mitad de la década de 1970 a un mejoramiento
sustancial de las relaciones con Washington, lo que siempre fue preocupación dominante en el
Kremlin.
El 76 fue en general un año clave para el desarrollo de la revolución en China, dado que el
fallecimiento de sus dos más importantes dirigentes: Zhou Enlai, en enero, y Mao, en
septiembre, habría de poner a prueba la divergencia de principios y objetivos entre las tres
corrientes políticas existentes como consecuencia del fin de la RCP, cuyas cabezas visibles
eran: Jian Qing (viuda de Mao), Juay Deng, que se tradujo en una impecable lucha de poder.

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Conforme a la estrategia empleada por Mao en 1973 contra los pragmáticos y reformistas (uno
de sus objetivos en la revolución cultural) surgió un grupo radicalizado en Shanghái,
incondicional al líder, formado por la esposa de Mao: Jiang Qing, y los dirigentes Wang
Hongwen, Zhang Chunqiao y Yao Wen Yuan, denominado por sus opositores “El grupo de los
Cuatro”. Satas y Pujol p. 141

China pos maoísmo, se batirá en duelo intestino entre el “Grupo de los Cuatro” y el más
pragmático de los dirigentes revolucionarios, colaborador e incondicional de Zhou Enlai (súper
ministro de Mao en su auge): Deng Xiaoping; que es menester dimensionar su detracción hacia
la figura de Zedong, cuando el gran estadista manejaba los hilos políticos del gigante asiático.

Asimismo, como postula Satas y Pujol en su obra (2004):


“[…] Deng humillado por la Revolución Popular Proletaria, por los Guardias
Rojos, (rechazado siempre por Mao, expulsado dos veces del poder) con indiscutible apoyo
popular trato atraves de diversas gestiones y reclamos regresar al partido y al gobierno, cosa
que concreto en el transcurso de 1977 en el 10° Congreso del Partido Comunista Chino, y poco
a poco, las riendas del poder pasaron a sus manos, pese a que Jua Guofeng siguió siendo
Primer Ministro hasta 1980. La nueva dirigencia gobernante, cuya autoridad indiscutida era
Deng, formulo un proceso de cambio político y económico basado en el programa esbozado en
1975 por Chou y Deng de las Cuatro Modernizaciones: agricultura, industria nacional, defensa
nacional y ciencia y tecnología.” Satas y Pujol (2004) p. 141.

No obstante, la preocupación de Deng Xiaoping, radicaba en la generación de recambio,


para lo cual se concentró en seleccionar y entrenar personal, en la creencia de que los temas
políticos e ideológicos estaban encaminados y lo que restaba era abordar las cuestiones
organizativas y técnicas de una economía moderna.
El énfasis de Deng estaba en reclutar profesionales que pudieran lidiar con los temas modernos
del comercio exterior, las finanzas, las ciencias y las tecnologías, y con conocimientos de
gestión. Ante la crítica conservadora que aludía a la extracción de clase de los profesionales,
Deng replicaba que las clases ya no existían en China y que lo que se necesitaba era
profesionales de calidad, no importaba de qué familias proviniesen. De esta forma, y de manera
gradual, Deng consiguió desplazar a los principales apoyos de Jua en los puestos claves, bajo el
argumento de la necesidad de cuadros calificados que le permitiesen avanzar en las cuatro
modernizaciones que inicialmente había propuesto, “El teórico de las Cuatro Modernizaciones”:
Zhou Enlai. No obstante el verdadero período de Deng con el manejo pleno de las reformas
comenzó en 1980.

Es para resaltar que Xiaoping consiguió la suma del poder y pudo desplazar a los
antiguos y nuevos maoístas. No obstante Deng evitaba la crítica a Mao, si bien la distancia entre

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ambas concepciones era gigante. Había que concentrarse en el crecimiento y en las cuatro
modernizaciones. Con un tiempo largo de crecimiento, ya llegaría el momento de examinar con
distancia el anterior período, lejos de emociones.
Llamativo es que Deng Xiaoping rechazó el culto a la personalidad, y más aún también es que
nunca haya ocupado los principales puestos, salvo el de presidente de la Comisión Militar. No
se encuentran fotos gigantes ni estatuas en su memoria. Su táctica fue utilizar los logros
económicos para fortalecer su reputación.
Al parecer caló profundo en el nuevo líder del gigante asiático el recuerdo de cómo el uso
centralizado del poder de Mao había dado lugar a grandes errores, sin que los líderes del partido
se hubieran atrevido a contradecirlo, por temor a ser castigados. Su comportamiento político
estuvo siempre inspirado por la intención de preservar la unidad del partido a toda costa y evitar
en lo posible las divisiones en la sociedad. Frescas estaban aún en la memoria las imágenes
del Gran Salto Adelante, y de la Revolución Popular Proletaria, que incluían pérdidas de vida,
pérdidas materiales, conflictos por décadas y víctimas resentidas a la espera del próximo ajuste
de cuentas. Si el objetivo de Deng era cuadruplicar el ingreso entre 1980 y 2000 y hacer de la
República Popular China un país de ingreso medio a mediados del siglo XXI para recuperar
plenamente Hong Kong y Taiwán, era claro que la estabilidad política y la unidad del partido
eran el principio y el fin de toda la estrategia. Si ella se debilitaba, era todo el edificio el que se
iría desmoronando.

Por ultimo mi breve análisis político y económico del gigante asiático, transcurre desde
Mao Zedong en pleno apogeo de la Guerra Fría hasta el actual gobierno de Xi Jinping.
Este último estadista, al que muchos líderes políticos, economistas; también del ámbito de la
salud y hasta ambientalistas pusieron en el ojo de la tormenta, por nombrarle como: el
responsable de que el “Virus de Wuhan-19” se expanda al mundo, para hoy sumirnos a todos en
esta en pandemia.
Rosales (2019) así lo caracteriza: “[…] Xi Jinping representa la asunción del liderazgo
chino por parte de la quinta generación. Fue elegido secretario general del Comité Central del
Partido Comunista de China el 15 de noviembre de 2012, a la edad de 59 años, lo que lo
convirtió en el primer líder chino nacido después de la fundación de la Nueva China, ocurrida
en 1949. Su padre, Xi Zhongxun, fue secretario del partido en la provincia de Guangdong (zona
pionera en la reforma económica) y luego viceministro en los años ochenta. Fue uno de los
fundadores de las guerrillas comunistas en el norte de China.
A los 21 años, asumió la presidencia del gobierno de la región fronteriza de Shaanxi- Gansu-
Ningxia y en su desempeño fue calificado por Mao como “líder de las masas populares salido
de las masas populares”. Ello no le sirvió, sin embargo, para escapar de las purgas de la

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Revolución Cultural, ya que “a partir de 1962 fue víctima de un tratamiento injusto durante
dieciséis largos años”.
Sufrió tres veces la purga de Mao y fue encarcelado en 1968. Luego, Deng Xiaoping lo
rehabilitó en 1979. No obstante El recuerdo de la Revolución Cultural no es grato para Xi
Jinping […]. Rosales (2019) p. 77

Para Xi, “el sueño chino” es “la gran revitalización de la Nación China”.
Para ello destaca que “la grandeza del sufrimiento y la inmensidad de los sacrificios hechos por
la nación populosa asiática, en la era moderna raramente se han visto en la historia mundial”.
La gran revitalización de la nación china recoge el legado de Sun Yat-Sen, héroe nacional en la
conquista de la República y el primero en lanzar la consigna “Revitalicemos China”.
Hay aquí, pues, un vínculo histórico de larga data en el renacer chino, desde antes de la
revolución maoísta, que alude más que nada a temas ancestrales, relacionados a la cultura y al
nacionalismo chino.

Este dato no siempre es bien captado por los analistas occidentales. Con excepción de
Mao Zedong, que buscó la hegemonía del gigante asiático, a través de una economía cerrada
(quizás proteccionista), los demás líderes han compartido la necesidad de una economía
integrada al resto del mundo y particularmente receptiva de los avances científicos y
tecnológicos. En todos ellos primó la idea de que, cuando China se aisló del mundo, perdió
posiciones. Los objetivos del actual sueño chino fueron definidos por el XVIII Congreso
Nacional del Partido Comunista Chino en relación con dos importantes centenarios: el de la
fundación del partido en 2021 y el de la Nueva China en 2049. De este modo, basándome en la
obra de Rosales, las metas serían para 2021: duplicar el PIB y el ingreso per cápita rural y
urbano respecto de 2010, cumpliendo así con la construcción de una sociedad modestamente
acomodada y, para mediados de siglo, concluir la transformación de China en un país socialista
moderno, próspero, poderoso, democrático, civilizado y armonioso, haciendo así realidad el
sueño chino de la gran revitalización de la Nación China.
Xi ha mantenido el timón ligado al desarrollo económico como eje articulador de la estrategia
de reforma y apertura, tal cual lo definiese Deng.
Sin embargo, la evolución del acelerado crecimiento chino ha planteado nuevos desafíos, y el
Covid-19, asesto un golpe devastador más que nada en lo social y en la salubridad del populoso
país. Tambien hay que destacar lo que refleja, el periodista Pérez Izquierdo en su nota del diario
digital Infobae de febrero del 2020: “[…] La imagen del presidente Xi Jinping quedó
sensiblemente deteriorada por el pobre manejo de la incipiente epidemia cuyos alcances creyó
podría acallar como hace siempre sin brindarle a la población los datos precisos para
defenderse de ella. La protección a la ciudadanía estuvo ausente. Una vez más. La tradicional

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cultura del PCC de esconder los problemas es la que el régimen pretende exportar al resto del
planeta. Las consecuencias están a la vista.
“La gente en China ha vivido bajo censura por parte del gobierno desde hace muchos años,
pero ahora muchas personas están cuestionando cómo la censura pudo haber retrasado, la
acción efectiva al brote de virus y haber puesto muchas vidas en riesgo”, señaló una campaña
reciente de Amnistía Internacional.” Pérez Izquierdo (2020) p. 4

Postulados, que demuestran el revitalizar de la hegemonía del gigante asiático, atraves


de su macro economía e industrialización, pero donde la represión y la censura también son
menester, con Xi Jinping a cargo del “timón del barco”.

CONCLUSIONES

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El presente informe tuvo como propósito cumplimentar una instancia de la Licenciatura
en Historia, a través de la materia de “Historia de Asía y África Contemporánea”. El mismo
tiene carácter de “papper académico”; en el cual se recuperó información para contextualizar
una situación de interés personal del autor, y que forma parte del mundo contemporáneo actual
en sus aristas políticas, económicas, y ahora con esta pandemia por el COVID-19, también
desde la salud.

El trabajo realizado consistió en realizar una lectura lineal, revisando consecutivamente


la información que aportaban las obras seleccionadas, para luego realizar un breve análisis
histórico político – económico; apoyándome en corriente historiográfica del revisionismo
crítico.

De la indagación bibliográfica y corpus teórico elaborado, se puede vislumbra futuras


investigaciones, sobre esta interesante temática de análisis histórico, en la corriente
historiográfica contemporánea sobre dos continentes distantes, pero que personalmente me
develan particular interés: Asia y África.

Por último, cabe destacar, que al trascurrir el proceso de la investigación, la llama de


interés y particular atención, sobre la historia del gigante asiático (China) fue creciendo, para
trabajar en próximas temáticas de la región en cuestión.

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BIBLIOGRAFÍA:

Se encuentra segmentada y organizada de manera alfabética

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