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Al parecer, Vladimir Ashkenazy y André Previn se
limitaron a tocar la obra dos veces en el estudio y
decidieron que no era necesario parchearla. Y se nota.
Es otro relato clásico que, desde el cariño que le tengo,
me resulta difícil no colocar en el pedestal de los
ganadores. No importa "¡escuchen!", la introducción te
agarra por el cuello: esta va a ser una historia que
merece la pena escuchar. Como Hough y Litton, hay un
pianista-director en la tribuna que hace que la orquesta
viva cada matiz, alguien que mantiene el tono
desenfadado pero no excesivo, saboreando las
salpicaduras de color orquestal y los guiños cómplices
del compositor. Nos recuerda lo gran pianista que era
Ashkenazy en ese momento (1971). Un glissando
ofuscado (Var 24) y dos últimos compases flácidos son
dos (mínimas) reservas.
Victor ludorum
Uno de los propósitos de estas páginas es elegir la
grabación que presente la partitura con la mayor
claridad posible en una interpretación que trascienda los
límites del estudio, esté bien equilibrada/grabada, tenga
algo vital y tal vez individual que decir sobre la música y
que invite a escucharla repetidamente. Interpretar la
Introducción, el Tema y las 24 variaciones sin fallos es
casi imposible. Tres grabaciones se acercan bastante.
La primera es de Cyril Smith, con Malcolm Sargent al
frente de la Philharmonia Orchestra en 1948. En su
crítica de Gramophone de noviembre de 1949, Lionel
Salter, por quien siento el mayor respeto, pensaba que
la interpretación era "magníficamente competente por
parte de todos los implicados (excepto por el agrio solo
de oboe en la Variación 16)" -escribí "lemónica" en mis
notas de escucha- con "una relación solista-orquesta
bien equilibrada, excelente conjunto, una grabación
limpia que capta cada detalle orquestal". Pero al final a
LS no le gustó nada porque "la fluidez de esta
interpretación se inclina hacia la ostentación". Al
contrario: Creo que es precisamente esa cualidad la que
la hace tan convincente y la que saca a relucir todo el
ingenio y la brillantez de una partitura "repleta de
ingeniosos efectos de todo tipo y, sin embargo,
profundamente musical en su concepción" (LS). Cree
que se trata de "brillo y resplandor". No estoy de
acuerdo. Un pequeño detalle -el diminuendo que Smith
observa en el compás 20 de Var 20- es un ejemplo de
su profundo respeto por la partitura. Es uno de los pocos
pianistas que lo observan, al igual que su interpretación
de la contramelodía de la negra en Var 17, que LS
percibe como "golpeando a su manera". En cuanto a la
variación en re bemol, schmaltz o no, me hizo llorar, y
eso no se puede negar. Y, gloria sea dicha, los dos
compases descarados finales se tocan a un tempo sin el
rit casi universal. Es una versión con la que se puede
vivir, aunque no esté a la altura del sonido actual.
Para ser la mejor en DVD, voy a elegir una
interpretación que tiene un puñado de fallos, momentos
de conjunto caprichoso, no está en sonido digital
Technicolor del siglo XXI y, de hecho, no está en color
en absoluto, sino en blanco y negro. En última instancia,
estos elementos son, para mí, de menor importancia
que llegar al corazón de los objetivos y deseos del
compositor; y si quieres una versión que capture cada
elemento musical y caracterización de la partitura, y al
mismo tiempo ver a uno de los más grandes pianistas
vivos tocándola en directo en concierto, entonces tienes
que experimentar a Byron Janis con la Orchestre
Philharmonique de l'ORTF bajo Louis de Froment,
filmada en París en 1968. Lo he visto muchas veces y
volveré a verlo muchas veces en el futuro.
Pero la grabación que más se acerca a conseguir las 24
variaciones con la misma coherencia, discernimiento,
precisión y convicción, con un acompañamiento
orquestal suave y preciso, con un equilibrio de
grabación casi ideal en una acústica natural y con una
solista sencillamente sensacional es la de Yuja Wang,
la Mahler Chamber Orchestra y Claudio Abbado. En
todos los puntos de la partitura en los que otros se
quedan cortos, uno se queda asombrado de la forma en
que ella y su director superan cada obstáculo y con una
musicalidad tan profunda: el ritmo de la primera
variación del "Dies irae", el fraseo del scherzando
(Wang tiene pocos iguales aquí) y las variaciones en re
bemol, la electrizante "crème de menthe", el alegre
glissando y los dos compases finales: todo está ahí,
afilado, pícaro y capturando infaliblemente el espíritu del
compositor. Es una partitura que le va como anillo al
dedo a Yuja Wang, que en este caso significa "técnica".
Y, como decía Nijinsky, la técnica es libertad.
Rachmaninov y Paganini estarían encantados.
PRIMERA ELECCIÓN
Yuja Wang; Mahler CO / Abbado
(DG)
Citando mi reseña original: "Las exigencias técnicas de
la Rapsodia (Var 24, por ejemplo) no le causan ningún
temor [a Yuja Wang], por supuesto, y su característica
impetuosidad, que inyecta en las bravuras de las
variaciones, es emocionante. Pero, lo que es más
importante, también es una artista con esa capacidad
indoblegable de conmover sin recurrir al
sentimentalismo, como su interpretación de la famosa
Var 18 ilustra maravillosamente".
MEJOR EN DVD