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UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABÍ

BIOLOGÍA

DOCENTE:
LCDA.KAREN INTRIAGO
ESTUDIANTE:
EMILY JAHAIRA CEDEÑO CEDEÑO
TEMA:
LA CÉLULA COMO UN TODO, PRINCIPALES ORGÁNULOS Y SUS
FUNCIONES VITALES PARA EL FUNCIONAMIENTO FISIOLÓGICO
DEL INDIVIDUO
CURSO:
1er SEMESTRE
PARALELO:
“C”

PERIODO LECTIVO:
2022 (2)
LA CÉLULA
Tanto por su estructura como por el tipo de organización podemos diferenciar dos grandes

tipos celulares: procariotas y eucariotas. Al primer grupo pertenecen organismos como

bacterias y algas verdeazuladas; este tipo celular es propio de organismos unicelulares.

Al segundo grupo pertenecen los protozoos (organismos unicelulares) y todos los

metazoos (organismos pluricelulares), tanto vegetales como animales.

CÉLULAS PROCARIOTAS

Son pequeñas, en torno a 1 um. Pueden estar recubiertas externamente por una cápsula

gelatinosa protectora, constituida por polisacáridos; no todas las células procariotas la

tienen. Por debajo de la cápsula aparece una estructura denominada pared celular,

constituida por lípidos, polisacáridos y proteínas, que sí está presente en todas las células

procariotas. La pared celular ofrece a la célula una protección mecánica que la hace

resistente a diferencias de presión con respecto al medio externo; sin embargo, permite el

intercambio de moléculas con este medio. Por debajo de la pared celular se encuentra la

membrana plasmática, formada por proteínas y lípidos, cuya estructura explicaremos más

adelante. Esta membrana no es rígida como la pared celular, ni tampoco total- mente

permeable a las sustancias que rodean a la célula. La membrana plasmática se encarga de

regular intercambio de sustancias entre la célula y el medio que la rodea; por lo tanto,

constituye el verdadero límite de la célula, pudiendo considerarse la cápsula y la pared

celular como sustancias de excreción. La membrana plasmática presenta proyecciones

hacia el interior, dando lugar a unas estructuras denominadas conroides; en ellas se

encuentran los transportadores electrónicos, necesarios para la función respiratoria. Estas

invaginaciones también pueden realizar la función fotosintética. El interior de la célula

procariota se denomina protoplasma; en el encontramos unos orgánulos denominados


ribosomas, formados por proteínas y RNA ribosomal. Estos orgánulos están formados

por dos subunidades que se diferencian por su tamaño y peso. Las dos subunidacles que

constituyen estos ribosomas son algo más pequeñas que las de las células eucariotas y las

podemos encontrar libres por el protoplasma o bien unidas a una hebra de RNA

mensajero. En este segundo caso al complejo se le denomina polirribosoma. El

polirribosoma se forma cuando se está produciendo la síntesis proteica, ya que los

ribosomas son los encargados de facilitar la unión del RNA de transferencia y el RNA

mensajero, con el fin de que se realice la traducción. También en el protoplasma se

encuentran vesículas llenas de agua o de enzimas digestivos, gránulos de glucógeno,

proteínas y otras moléculas de menor tamaño. La información genética se encuentra en

una molécula de DNA con forma circular que se halla libre en el protoplasma, y no

separada del resto de 1a célula por una membrana nuclear, como ocurre en las células

eucariotas.

CÉLULAS EUCARIOTAS

Aunque estas tienen tamaños variables, suelen ser mayores que las procariotas; las más

pequeñas presentan un tamaño de 4 um. Se distinguen de las anteriores fundamentalmente

en que su material genético está separado del resto de la célula por una membrana, por lo

que se pueden observar dos zonas claramente diferenciadas, núcleo, espacio delimitado

por la membrana nuclear, y citoplasma, región comprendida entre la membrana nuclear

y la membrana plasmática. Otra diferencia fundamental consiste en que su citoplasma

está dividido por un complejo sistema de membranas internas que delimitan en la célula

compartimentos encargados de realizar diversas funciones.


MEMBRANA PLASMÁTICA

Como en el caso de las células procariotas, la membrana plasmática constituye el límite

de la célula. A lo largo de la historia de la biología se han enunciado varios modelos que

intentaban explicar la estructura de la membrana plasmática. Sin embargo, no se ha

comprendido su estructura hasta el desarrollo de la microscopía electrónica, que ha hecho

posible el estudio morfológico, y de las técnicas químicas, que han permitido conocer su

composición.

La membrana plasmática tiene aproximadamente 75 10X” de espesor y según el modelo

aceptado actualmente, denominado mosaico fluido, es una bicapa lipídica en la que están

integradas las proteínas. Los lípidos son, en su mayoría, fosfolípidos, que, como Vimos

en el capítulo anterior, tienen una parte insoluble y otra soluble en agua; la parte soluble

corresponde a la molécula de ácido fosfórico, y la insoluble, a las dos cadenas de ácidos

grasos. Las partes solubles en agua de los fosfolípidos se encuentran dirigidas hacia el
interior y el exterior de la célula, como se puede observar en la figura, debido a que en

ellos hay gran cantidad de agua. De esta manera las cadenas de ácidos grasos, insolubles

en agua, quedan próximas entre sí y aisladas del medio acuoso, consiguiéndose la máxima

estabilidad posible. En cuanto a las proteínas que forman parte de la membrana

plasmática, podemos distinguir varios tipos: las periféricas, solubles en agua, situadas a

ambos lados de la membrana, y las integrales, que están «enterradas» en la bicapa, de

manera que de ellas sólo quedan hacia los medios internos y externo de la célula las partes

que son solubles en agua. El modelo descrito se denomina «mosaico fluido» porque las

proteínas se mueven libremente por la bicapa lipídica, pues ésta presenta cierto grado de

fluidez. Esta característica es esencial para poder explicar las funciones que realiza la

membrana plasmática. Gutiérrez, F. (2010).

Las proteínas que forman parte de la membrana plasmática pueden ser de dos tipos:

estructurales o funcionales. Las estructurales dan consistencia y sirven de soporte a la

membrana plasmática; las funcionales, o bien llevan a cabo procesos enzimáticos, o bien

se encargan de transportar sustancias a través de la membrana plasmática. Este transporte

requiere en algunas ocasiones gasto de energía, ya que existen muchas moléculas

necesarias para la célula que no son capaces de atravesar la membrana, y entonces hace

falta una proteína transportadora que necesita energía para su funcionamiento. En este

caso se habla de transporte activo. Cuando la proteína transportadora realiza su función

sin gasto de energía, se habla de transporte facilitado. En el caso de que para el transporte

de molé- culas entre los dos lados de la membrana no inter- venga ninguna proteína

transportadora, se habla de difusión pasiva. La movilidad de las proteínas a través de la

membrana plasmática facilita la interacción entre las sustancias que se encuentran en el

medio externo y dichas proteínas, ya que el encuentro entre una sustancia y la proteína
transportadora es puramente casual. Por lo tanto, el movimiento de las proteínas hace que

las probabilidades de encuentro sean mayores que si éstas permanecieran estáticas.

En ciertas células la membrana plasmática presenta una serie de digitaciones que permiten

aumentar mucho la superficie de contacto de 1a membrana con el medio externo. Estas

digitaciones reciben el nombre de microvellosidades, y aparecen precisamente en células

relacionadas con funciones de absorción y secreción de diversas sustancias.

MICROTÚBULOS, MICROFILAMENTOS, CILIOS, FLAGELOS Y

CENTRIOLOS

Por debajo de la membrana plasmática aparece una trama de microtúbulos y

microfilamentos que atraviesan el citoplasma con el fin de dar sustento y forma a la célula.

Ambos, microtúbulos y microfilamentos, constituyen el Citoesqueleto. Los microtúbulos

se encuentran en el citoplasma de todas las células eucariotas; se caracterizan por su

aspecto tubular y por tener un diámetro uniforme de 250 A. Están formados por la

agregación de una proteína globular denominada tubulina. Los microfilamentos son de

menor tamaño que los microtúbulos. Están formados por proteínas capaces de contraerse:

actina y miosina. Además de la función puramente estructural, los microtúbulos y los

microfilamentos intervienen en los procesos de motilidad celular, ya que las proteínas

contráctiles son capaces de crear corrientes citoplasmáticas que pueden arrastrar a los

materiales celulares a distintas zonas. También los microtúbulos forman parte de cilios y

flagelos, encargados de propulsar a la célula en su medio. Los cilios y flagelos son

proyecciones móviles de la superficie celular limitadas por la membrana plasmática.

Cilios y flagelos se distinguen exclusivamente por su tamaño; los primeros oscilan entre

las 5 y las 10 um, y los segundos en torno a las 50 um. Estas estructuras aparecen como
consecuencia de especializaciones celulares; por tanto, sólo están presentes en

determinadas células que las necesiten para llevar a Cabo su función. Gutiérrez, F. (2010).

Tanto los cilios como los flagelos contienen en su interior un haz de microtúbulos

orientados paralela- mente aleje principal, denominado axonema. Este eje principal está

formado por nueve pares de microtúbulos situados en la periferia, cerca de la membrana

plasmática, unidos lateralmente por unas expansiones curvadas que comunican unos

pares con otros, y con dos microtúbulos centrales mediante unas prolongaciones que

constituyen los radios del axonerna. Cada cilio o flagelos posee una raíz situada en el

interior de la célula formada por un conjunto de microtúbulos algunos de los cuales se

continúan con los microtúbulos que constituyen el axonema; esta raíz recibe el nombre

de corpúsculo basal. El corpúsculo basal, tanto de cilios como de flagelos, tiene

exactamente la misma estructura que los centriolos. Estos últimos son unos orgánulos

celulares cilíndricos de aproximadamente 0,15 um de diámetro y 0,5 um de alto; están

constituidos por nueve tripletes de microtúbulos organizados como se ilustra en la figura.

Bibliografía
Francisco, G. (2019). Biología: La célula. En G. Francisco, Biología: La célula (pág. 159). España:
Firmas press.

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