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Navidad, Dios que llega

Adviento: tiempo de espera. La palabra viene del latín adventus-us (llegada)


La Iglesia propone este tiempo de 4 semanas como preparación para el Nacimiento de Jesús.
“Cuenta la leyenda que había en Belén un judío muy piadoso, que creía firmemente en la venida
del Salvador y lo esperaba con mucha ilusión cada día de su vida. Cuando llegó José a Belén,
desesperado buscando donde alojarse, este judío distraído con las cosas del mundo no supo
reconocer en María a la madre del Salvador.”
Cuando sabemos que alguien va a venir de visita nos preparamos para recibirlo: ordenamos la
casa, puede que cocinemos algo rico, preparamos el mate, te o café, nos vestimos
especialmente. Queremos que esta persona que viene se sienta cómoda y bien recibida. Esta es
la importancia del Adviento.
Durante el Adviento nos preparamos para la llegada de Jesús, Dios que viene a salvarnos. La
salvación de cada uno de nosotros empieza con Dios, es Dios mismo quien busca salvarnos. ¿de
qué cosas me tiene que salvar hoy Dios? Adán y Eva perdieron el paraíso porque la soberbia los
hizo querer ser como dioses y tentados por la serpiente comieron del árbol prohibido. Cuando
Dios desterró a Adan y Eva del paraíso, le dijo a la serpiente: Y pondré enemistad entre ti y la
mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el
calcañal.» (Gen. 3:15).
Ese día comenzó el Adviento para la humanidad, desde ese momento todos los hombres
comenzaron a esperar la venida de ese hijo de hombre que aplastaría la cabeza de la serpiente.
La gente del pueblo judío esperaba un salvador político que los libere de la esclavitud de los
egipcios primero, de los romanos más adelante. Pero como las promesas de Dios siempre son
más grandes que nuestra imaginación, el salvador que envió nos liberó de mucho más que de
opresiones humanas y pasajeras. Como nos dice San Josemaría: nos hacen falta las
disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros
pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su
oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres”. ¿hoy en mi vida, qué pecados me
mueven a desobedecer a Dios?
Llegamos a diciembre con el último resto de energía que nos queda, despedidas, actos de fin de
curso, corriendo como el burro detrás de la zanahoria, miles de cosas que nos parecen
importantes e indispensables, preocupaciones que muchas veces son creadas por nosotros
mismos o vendidas por los medios de comunicación y las redes sociales y que nos impiden vivir
con sencillez, paz y silencio este tiempo de espera. ¿Qué cosas me distraen hoy y me impiden
centrar mi atención en el niño que llega?
Jesús se entregó en la cruz y resucitó por nuestros pecados, por todo aquello que nos condena a
una vida sin Dios. Pero antes de la cruz quiso asumir la humanidad para encontrarse cara a cara
con cada uno de nosotros, quiso experimentar la humillación de ser humano para enseñarnos que
podemos ser débiles y frágiles, necesitados de ayuda y que si Él, siendo Dios, fue capaz de
abajarse a nuestra propia altura, cuánto más nosotros simples creaturas podremos dejar de lado
la soberbia, y hacernos pequeños de corazón para dejar que Dios entre a reinar en él.
En la homilía del 25 de diciembre de 2016 el Papa Francisco nos decía: "Dios no se hace
presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no
en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una
pequeñez que sorprende". "Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario
reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los
engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a
abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos
faltará", "Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la
paz, la alegría, el sentido de la vida"

La navidad mundanizada
Que cada una muestre lo que trajo y cuente porque eso no puede faltar en su Navidad.
En todas las familias hay tradiciones para las distintas celebraciones y acontecimientos de la vida,
y eso es maravilloso, tienen que ver con la propia historia y la de la familia. Dios quiere que
celebremos, que haya alegría en nuestro corazón pero que la celebración no nos haga perder de
vista qué estamos celebrando o, mejor dicho, a quién estamos celebrando.
El mundo hoy ha olvidado quien es el centro de nuestra Navidad, las películas ya ni siquiera
nombran a Jesús, en la mayoría de los casos sólo es un día para recibir regalos, donde el
protagonista es Papá Noel. Se habla del espíritu de la navidad y de los verdaderos creyentes,
pero nadie sabe muy bien a qué se refiere este espíritu y cuál es su sentido. Cuando yo era chica
los regalos los recibía de parte del Niño Dios, ahora todos preguntan ¿qué te va a traer Papá
Noel? ¡qué difícil enseñar a los chicos que Papá Noel no existe, cuando el mundo cree que es
Jesús el que no existe!
¿Qué queremos enseñarles a nuestros hijos? ¿Qué tradiciones queremos mantener en nuestra
familia? ¿Una fiesta vacía, donde lo importante son los regalos y la comida? ¿O una fiesta llena
del amor de Dios, donde la comida, los regalos y los adornos son manifestación profunda de
nuestra alegría por recibir al Salvador?
San Josemaría nos dice

Estamos en Navidad. Los diversos hechos y circunstancias que rodearon el nacimiento del Hijo
de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de
Nazareth. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro
corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada
Familia?

Es Cristo que pasa, 22

Nuestra vida no es distinta a la de María y José. Quisieron cumplir con la ley y viajaron a Belén,
sabiendo que a María le faltaba poco para dar a luz, pensarían que iban a encontrar un lugar
cómodo donde quedarse y no fue así. Cuántas veces planeamos con exactitud nuestro futuro y
Dios nos muestra que no es por allí, y qué difícil, que incertidumbre, que oscuridad se apodera de
nuestra alma porque no sabemos cómo reaccionar, porque nuestra fe a veces no es tan firme y
nos cuesta creer que Dios tiene un plan mejor que el nuestro. Mirando el pesebre podemos
imaginar la impotencia de José al no poder darle un mejor lugar a María, habrá sentido vergüenza
por no poder darle al hijo de Dios un nacimiento digno de un Rey, estaría enojado, cansado por el
viaje, desilusionado…pero aun así no claudicó y siguió adelante, dejó que Dios lo sorprenda ¡y
cuanto se habrá sorprendido cuando llegaron los pastores a adorar a su hijo Dios! Y más adelante
los Reyes de oriente.
Y este es el gran misterio de la Navidad y de nuestra vida misma, Dios se hace presente en lo
sencillo, en lo humilde, en lo que nadie quiere. Y Dios nos sorprende y nos regala la dulzura de un
bebé, la ternura de una madre, la protección incondicional de un padre y nos dice: no temas, yo
estoy contigo.
Pero… aquel que nos creó sin nosotros, como dice San Agustín, no nos salvará sin nosotros. En
el gloria decimos: gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que aman al Señor, qué
significa esto según San Josemaría, que este Señor que ha venido a traer la paz en la Tierra a
los hombres de buena voluntad. A todos los hombres que quieren unir su voluntad a la Voluntad
buena de Dios: ¡No sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los
hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús, hijos de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es
nuestra Madre. Dios ha venido para todos, pero se queda con aquellos que quieran recibirlo.

Los personajes de Belén:


Si pudiéramos viajar en el tiempo y estar presentes en esa noche, ¿qué emociones, sensaciones,
sentimientos me despierta la imagen del nacimiento? Sólo soy una espectadora, no tengo
participación en la escena, miro como desde la puerta, quienes están, ¿qué hacen, ¿qué dicen,
qué actitud tienen? ¿Qué me enseña cada uno para mi propia vida?
Después de un rato me animo a entrar y ahora sí soy un personaje de la escena ¿cómo es mi
actitud al entrar? ¿traje algo para el niño? Los reyes le trajeron regalos costosos pero los pastores
solo lo que tenían, san Josemaría nos interpela: ¿estamos seriamente dispuestos a cumplir, en
todo, la voluntad de nuestro Padre Dios? ¿Hemos dado al Señor nuestro corazón entero, o
seguimos apegados a nosotros mismos, a nuestros intereses, a nuestra comodidad, a nuestro
amor propio?
Si pudiera ser un personaje ¿cuál sería? Un ángel, obediente a Dios; un pastor, pobre, sencillo,
humilde; la vaca, que sólo puede darle un poco de leche, el burro que los llevó hasta allá; el
camello que mira con soberbia porque él llevó a los reyes magos; soy uno de los reyes, que
caminaron mucho para llegar a Jesús; la oveja que sólo puede darles calor… Cada uno llevó lo
que tenía para adorar a Jesús, y él nos acepta así. Jesús no espera grandes cosas de nosotros,
solamente nos pide que demos lo que Dios puso en nuestra persona, que lo adoremos y amemos
con toda nuestra miseria pero también con todos nuestros dones.

Dios elige mi familia para nacer


Hoy como hace 2000 años, Jesús está buscando un lugar para nacer, cada una de nosotras
puede ofrecerle un lugar en su corazón, en el corazón de su familia y en el mundo. Jesús nació
hace mucho, pero todos los años nos lo recuerda para que renovemos la esperanza y la alegría,
para que cada año podamos detenernos a mirar a este Dios niño que vino para salvarnos, que
vino a mostrarnos cuán grande es su amor por nosotros.
Hoy el mundo está triste, en muchos lugares se perdió el sentido de la vida, la alegría de lo
sencillo. Nosotros tenemos la respuesta y la solución para esto: Jesús, este Jesús que se hace
pequeño para nacer en medio nuestro. El que es Dios y Rey, no sólo se hizo hombre sino niño y
pobre.
La mundanidad, la indiferencia, el consumismo, hacen que los niños y jóvenes no encuentren
sentido a la Navidad, pero nosotras, con nuestro ejemplo podemos mostrarle que Navidad es más
que regalos y fiesta, aunque la fiesta es importante, ¡porque festejamos la venida de nuestro Rey!
Es necesario que contagiemos la alegría de la Navidad, la alegría llena de esperanza en este
Cristo que viene a reinar en el mundo. Cada año la Iglesia nos hace volver a vivir el Adviento y la
Navidad, no porque Dios necesite venir a cada rato, sino porque nosotros nos olvidamos de quién
es nuestro Rey y qué es lo importante en la vida. Cada año tenemos la oportunidad de devolverle
el trono a nuestro Señor.
El Adviento es este tiempo que Dios nos regala para que le demos al mundo la luz de Belén que
nos indica donde nacerá Jesús. Con pequeños gestos y obras podemos cada día acercar a Jesús
al mundo y contagiar el espíritu de la Navidad.:
 Poniendo amor en los ambientes donde me muevo, a pesar del cansancio y malhumor de
muchos y del propio
 Con una sonrisa
 Mostrando serenidad frente a las dificultades
 Priorizando lo importante y no lo material
 Rezando
 Haciendo buenas obras
 Dejándome ayudar si lo necesito
 Invitando al que está solo
 Preparando el corazón con una buena confesión
 Calendario de Adviento

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