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El día de los abuelos se instituyó hace algunos años en nuestro país y algunos otros.

Esta
celebración surge de la Iglesia Católica que todos los 26 de julio conmemora a los Santos
Joaquín y Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.

Para la Iglesia esta celebración es de gran importancia ya que de ellos la Virgen aprendió el
amor a Dios y supo comprender el misterio insondable de su amor que a veces nos pide
imposibles, pero que para Él todo es posible.

Para nuestra sociedad, además de celebrar la vida de los abuelos presentes en nuestras
familias también debe ser una fecha de reflexión y acción. Preguntarnos qué lugar ocupan en
nuestras vidas? Qué riquezas tienen para dar todavía en la vejez a las familias? Será necesario
profundizar en esto, en una sociedad que invita al descarte a los que considera “inútiles” o que
ya no tienen nada para dar.

Lo cierto es que los abuelos son el reservorio de la historia familiar. Son historia viva para las
familias porque son el nexo entre los que ya no están y los que están llegando. Los abuelos son
las raíces de la historia familiar, de ellos los hijos y nietos pueden aprender a conocer de dónde
vienen. A veces aburren contando muchas veces lo mismo sobre su niñez o juventud, pero con
esto no hacen más que reveer y valorar su propia vida, pudiendo de esta manera sanar heridas
que han quedado y recordando lo bueno que vivieron.

Será necesario por parte de las generaciones más jóvenes, hijos y nietos, ayudarlos a
revalorizar este tiempo de la vida, porque cada etapa de la vida merece ser vivida en plenitud,
caminando para alcanzar los logros y las metas que cada uno se proponga. Porque en cada
etapa hay riquezas personales que se pueden desempolvar y poner al servicio de la sociedad.

Gracias a los adelantos en la medicina, hoy los abuelos, después de la jubilación, tienen
muchos años por delante para recuperar esos sueños que guardaron en algún cajón para
ocuparse de los hijos y del trabajo. Ahora los pueden recuperar y seguir dando frutos dentro y
fuera de la familia.

La sabiduría, la experiencia, la mirada tranquila y esperanzadora de quienes han pasado por


mucho y salieron adelante deben ser una luz en el camino para quienes venimos detrás. Como
reza el salmo 92, y el Papa Francisco toma en su carta a los abuelos del 2022: “En la vejez
seguirán dando frutos”. Y cuanta esperanza traen estas palabras del Señor.

A pesar del miedo que produce la vejez, porque nadie nos enseña a envejecer, la ancianidad
no es una etapa inútil, sino un momento en donde ya los hijos han crecido y quedan los nietos,
ya no para educar sino para abuelar, malcriar y darles los gustos que a veces, por cuestiones
económicas o de tiempo, no pudieron darle a los hijos.

El Papa Francisco, en la misma carta los llama a ser Revolucionarios de la ternura, en un


mundo que vive apurado y no tiene tiempo para el amor tranquilo que pueden dar los abuelos,
son la compañía siempre dispuesta en este mundo donde la soledad prima sobre los vínculos
profundos.

Aprovechemos esta jornada para pensar en los que ya no están y apreciar lo que nos dejaron;
para visitar a los que están y por los achaques o alguna enfermedad no pueden moverse por sí
mismos; para agradecer a los que están y todavía tienen energía y ganas para estar presentes
en la familia, ayudando a los hijos en el cuidado de los nietos.

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