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Familia y Educación Integral de la Sexualidad

En el año 2012 se promulgó la ley 26150 de Educación Sexual Integral para promover
esta educación en los ámbitos educativos, desde nivel inicial. Entendiendo que la
Educación Sexual es un punto clave en la educación de niños y adolescentes, para lograr
un desarrollo pleno, pero además intervenir en la prevención de enfermedades de
transmisión sexual, embarazos adolescentes, adicciones, etc.

En nuestra provincia esta actividad aún no está regulada por una ley, por lo tanto, se han
presentado 5 proyectos de ley desde las distintas bancadas políticas con el objetivo de
lograr una ley. La mayoría de los proyectos no difieren demasiado en los objetivos a
conseguir, pero sí en la implementación y en los aspectos prácticos y la perspectiva con
la que se llevará adelante la ESI. En este sentido, una educación donde la naturaleza de
la persona no sea el centro y solamente tienda a prevenir consecuencias y riesgos de
determinadas prácticas, no dará los resultados esperados.

La familia a pesar de estar en crisis seguirá siendo la institución básica de la sociedad.


Esta crisis tiene que ver con el modo de entender la sexualidad que deberá cambiar
porque los valores del sexo seguro, de la búsqueda del placer desenfrenado y de la
persona guiada por sus emociones, sin ningún tipo de autocontrol y autoconocimiento,
contradicen los sentimientos naturales de las personas, porque desechan la fecundidad y
favorecen la existencia de parejas y no de familias constituidas sobre la base del amor.

La familia es la institución biológica y natural primigenia y en la que se basan todas las


sociedades. Es biológica no sólo en el sentido físico del cuerpo humano, sino en toda su
estructura dimensional, así como el hombre es un ser bio-psico-espiritual, la familia por
estar formada por hombres y mujeres, comparte estas dimensiones humanas, propias de
la biológica personalísima del hombres. Ningún otro ser en el mundo comparte esas
características. La familia es natural porque surge de la propia naturaleza humana,
cuando un hombre y una mujer unen sus vidas, en un proyecto común que no se reduce
a la procreación de nuevos seres humanos, sino que en ella se encuentra inscripta toda la
capacidad para educar y formar a los hijos.

Sin familia el hombre no es viable. El hombre es un ser familiar porque nace y muere
indefenso, sin recursos, desprotegido. Además, la familia es el depósito de los valores
que más profunda y permanentemente quedan grabados en el espíritu mediante la
educación.
Por ser el hombre una unidad integral de tres dimensiones: cuerpo, psiquis y espíritu es
sumamente importante educar a los niños y jóvenes para ser libres, no en una libertad
para hacer lo que quiero y lo que siento, sino en una libertad responsable y
comprometida, que conoce las consecuencias de sus actos y es capaz de controlar los
impulsos, no estar determinado por la materia que es su propio cuerpo sino auto
dominarse, tomar decisiones y hacerse responsable de las consecuencias de ellas.

Esta educación en la libertad se logra plenamente en la familia, que aporta vínculos


sanos y duraderos, donde la persona se define como varón o mujer, como un modo de
ser y estar en el mundo y donde los hijos se reconocen como personas mirando el ser y
actuar de sus padres. Los padres con su amor incondicional enseñan valores, educan en
las virtudes y acompañan en el autoconocimiento y el autocontrol para que sean
personas ecuánimes.

Por ser la familia una institución natural, el estado, la escuela y las demás instituciones
sociales han surgido en la historia para complementar y acompañar a las familias en su
tarea formativa. Ningún estado puede ni debe sustituir a la familia en sus funciones
nutricias y educativas, por el contrario, debe exigir a las familias tomar su lugar en la
vida de los hijos, generando políticas públicas que garanticen a todas las familias el
pleno desarrollo de sus miembros tanto en lo económico como en lo afectivo y
emocional.

Con respecto a la educación sexual integral es indispensable que los padres de familia
tengan acceso a programas de formación que les brinden herramientas sólidas para
educar a sus hijos en la sexualidad desde temprana edad. Programas que deben respetar
los valores y creencias familiares. También es necesario que los padres participen en la
creación de los programas a los que accederán los hijos en las escuelas porque son ellos
quienes mejor conocen a sus hijos y saben qué es lo que le conviene a cada uno. Nunca
un docente va a estar más preparado que un padre.

Familia, escuela y estado deben trabajar mancomunadamente para lograr programas de


educación integral de la sexualidad que garanticen un desarrollo armónico y pleno de
los niños y jóvenes, que logremos hacer de ellos ciudadanos maduros y responsables,
capaces de tomar decisiones a futuro que fructifiquen en la sociedad y la cultura de
nuestra provincia.

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