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Día del niño

¿Día de celebración o día de compras?

Desde que soy niña esperaba con ansias los días festivos porque estos incluían recibir
obsequios, según los que se celebrara, y reunión familiar con más o menos miembros
presentes. Ya de grande y siendo mamá quise mantener estas tradiciones en mi familia y
agasajar a los niños de la casa con obsequios y momentos especiales, esos momentos que
crean en nuestra memoria el álbum de los recuerdos familiares.

Si bien la celebración surgió alrededor del año 1960, en nuestro país por iniciativa de la cámara
argentina del juguete, seguramente para aumentar las ventas, es una realidad que en muchos
países y en diferentes fechas celebrar la niñez es una tradición. El 20 de noviembre de 1959 la
ONU firmó la Declaración de los derechos del niño y propuso esta fecha como día de
celebración, aunque en nuestro país se siguió celebrando en agosto.

Pero más allá de fechas y motivos lo cierto es que ya es tradición en casi todas las familias que
se tome algún domingo de agosto para celebrar a los niños. Y qué celebramos en esta fecha?
Celebramos su vida, su presencia en la familia, su inocencia y toda la vida que tienen por
delante, las oportunidades que la vida les ofrece y las enseñanzas que nos dejan si nos
permitimos mirarlos en profundidad.

Jesús dijo: “Si no se hacen como niños no podrán entrar en el Reino de los Cielos”. Y que tarea
importante nos dejó con estas palabras! A veces se nos dificulta volver a esta mirada limpia e
inocente, que nunca piensa mal, que perdona fácilmente y no guarda rencor ante las afrentas.
Se fijaron? Dos niños están jugando y cuando pelean por algún juguete el enojo les dura muy
poco y valoran más el tiempo compartido con el amigo que el deseo de tener tal o cual juguete
o ganar el partido.

Y es esta mirada la que debemos recuperar como adultos y aprender de ellos, la importancia
de los vínculos más allá de nuestro ego, lo divertido de lo simple, la alegría del encuentro.
Aprender a minimizar los enojos y las preocupaciones, porque tarde o temprano todo pasa,
todo se soluciona y lo que no está en nuestras manos debemos, como los niños, dejarlo en
manos del Padre.

Qué esperan los niños este día? Seguramente la gran mayoría espera juguetes, juegos, pelotas,
algún disfraz o remera de su jugador favorito. Pero el mejor regalos que podemos hacerles es
el de nuestra presencia en sus vidas, no sólo este sino todos los días. Siempre que la vida diaria
nos lo permita debemos generar en ellos experiencias oceánicas, esas experiencias que se
guardan en el corazón y la memoria y vuelven a nosotros cuando pasamos por tal esquina,
cuando sentimos ese olorcito particular, cuando escuchamos esa canción especial.

Por eso en este día los invito a ser niños por un rato, a dejarse llevar por la locura de sus
juegos, tirarse al piso y jugar a las cosquillas, inventar juegos nuevos. No preocuparnos tanto
por los regalos sino por hacer de este un día especial para toda la familia. También a pensar en
tantos niños que no tienen tantas oportunidades en la vida, que nacen y crecen en contextos
vulnerables, sabiendo que es compromiso de todos que salgan de esta situación, y enseñarles
a los nuestros a ser agradecidos por la vida de cada día, por la familia y los amigos.

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