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eléctricos
Las múltiples aplicaciones que se les puede dar a las baterías de los vehículos eléctricos,
tanto a lo largo de su vida como una vez ésta llega a su fin, pueden generar importantes
beneficios económicos y acelerar la adopción de la movilidad eléctrica por parte de
empresas y particulares.
Para el año 2040, la mitad de las ventas totales y un tercio de la flota global serán coches
eléctricos. Esto supone una enorme cantidad de baterías que, tras 10 años de servicio en
el caso de los automóviles de uso particular y 4 años en el de los taxis y autobuses,
tendrán que ir a parar a algún lugar una vez se termine su vida útil. Y los vertederos no son
una buena idea. Por este motivo, diferentes empresas de la industria del automóvil ya se
están preparando para dar a estos paquetes de celdas –que ya no pueden ofrecer
autonomía suficiente a un vehículo pero que todavía tienen capacidad de
almacenamiento– una segunda vida con la que seguir contribuyendo a una sociedad
mejor, más limpia y más responsable.
Las baterías de iones de litio podrán seguir ofreciendo sus servicios entre 7 y 10 años
adicionales una vez desmontadas de los bajos de un viejo vehículo eléctrico. Esto
permitirá a las compañías generar una segunda fuente de ingresos y conseguir beneficios
a través de la comercialización de un producto que ya vendieron una primera vez.
¿Pero cuáles serán los usos y aplicaciones que tendrán las baterías después del automóvil
eléctrico? Gracias a que se pueden dividir en paquetes de celdas más pequeños o incluso
combinarse para crear grandes sistemas de almacenamiento, las baterías de ion-litio
podrán utilizarse para crear estaciones de almacenamiento de energía solar o eólica a
nivel industrial, para gestionar la energía de edificios enteros de apartamentos o incluso
para crear pequeñas estaciones de almacenamiento energético en hogares y oficinas que
compran electricidad en los horarios en que es más barata para luego inyectarla a la red en
las horas punta, cuando la demanda es mayor y el precio es mucho más elevado.
Las alternativas para un coche eléctrico, o de sus baterías después de su vida útil, son muy
interesantes y las podríamos simplificar en: la reutilización, el reciclaje o el
reacondicionamiento.
La reutilización
Una batería se deteriorará con el paso de muchos años hasta un nivel que pueda
hacerla poco funcional para un vehículo eléctrico, pero esto no significa que no
sea perfectamente válida para otros usos. En términos del tiempo que puede
pasar hasta que esto suceda, no podemos obviar el hecho de que Renault, por
ejemplo, garantiza sus baterías ante una posible degradación hasta un 80% de su
capacidad durante 8 años o 160.000 kilómetros.
¿Y qué se podría hacer con esa batería en caso de que no se pueda utilizar para
un coche eléctrico?
El reciclaje de baterías
Los minerales más valiosos que forman parte de las baterías son relativamente
caros, tanto en términos económicos como en términos medioambientales. Esto
es así fundamentalmente por el esfuerzo que supone su extracción (minería) y
su transporte (desde donde se obtiene el mineral hasta donde se fabrican las
baterías, y desde dónde se producen las baterías hasta las plantas de montaje de
los propios vehículos).
Pero estos minerales son muy duraderos y hasta un 95-98% de los empleados
en baterías usadas pueden ser recuperados. Esta recuperación es
extremadamente interesante ya que consiguen aprovechar las baterías en fin
de vida como fuente de materia prima para la construcción de
nuevas. Adicionalmente el hecho de recuperarlas donde se consumen evita todo
el trasiego de minerales y de los componentes asociados a lo largo de toda la
cadena de suministro, con el adicional ahorro económico y de emisiones.
Existen algunas iniciativas muy ambiciosas, para este reciclaje siendo una de las
grandes oportunidades asociadas a la proliferación de la electromovilidad.
El reacondicionamiento
Ese es el objetivo del Grupo Renault que fue anunciado por su CEO, Luca de Meo
a principios de 2021, a través del proyecto Refactory.
El vehículo eléctrico por tanto no solo tiene una duración que será como mínimo
similar a la de cualquier vehículo de combustión equivalente, sino que aporta un
abanico interesantísimo de posibilidades que nos permiten acercarnos al ideal
de una economía circular con un aprovechamiento óptimo de recursos.
Dentro de las baterías lo contaminante son los metales pesados, la idea con el
reciclaje es separar los metales y reutilizarlos en otros artículos, y así se evitaría
la contaminación, imagínese que tenemos un gran flujo de vehículos eléctricos
que en diez años sus baterías tienen que ser desechadas, y no hay lugares
dónde gestionarlas