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POR QUÉ NO FUIMOS A CHIFLAR A LA RURAL PARA QUE VUELVAN LAS RETENCIONES

Alfonsín, en un memorable discurso frente a una ensordecedora silbatina en la Rural, se


plantó a los egoístas de siempre y les recordó qué es la democracia y qué hicieron ellos
en los gobiernos de facto. “Son los que muertos de miedo se han quedado en silencio
cuando han venido acá a hablar en representación de la Dictadura.”

El error, si lo hubo, es creer que no sean ellos mismos quienes fueron a golpear la puerta
de los cuarteles cuando vieron "amenazado" su derecho exclusivo de propiedad por
gobiernos populistas.
Hoy, en 2016, se renueva la misma disyuntiva: qué derechos asisten a la población sobre
la producción agropecuaria, con la salvedad que los vocingleros de otrora hoy aplauden.
Es decir, con la salvedad que “su Presidente” anuncia seguir avanzando en eliminar las
retenciones. Ahora bien, uno podría decir por qué frenar la producción con gravámenes,
por qué frenar al sector que produce riquezas. La respuesta es sencilla: somos más de
cuarenta millones en el país y estas medidas apenas si favorecen algunas empresas del
agribussines o agronegocios. Empresas que explotan de modo intensivo y con monocultivo
casi la totalidad de hectáreas cultivables del país, y que no tienen pruritos en desplazar
comunidades enteras si interfieren en sus negocios.
Sobre su participación en la distribución de la riqueza Perón decía: Bunge & Born de
Argentina liquida a Bunge & Born Pakistan a precios irrisorios, con lo cual tributaba poco
y nada. Otras directamente hacían dádivas a algún diplomático paraguayo o del Uruguay
para sacar la producción por esos países sin pagar impuestos. “Yo tape los agujeros de
ese colador, y con eso hice la obra pública”.

Este gobierno que oficializó la eliminación de las retenciones al agro ha instalado el mito
al revés, “…que hay que agrandarlos para que entren las inversiones.”, cuando lo cierto es
que al beneficiarios solo aumentan sus ganancias. La teoría de derrame que la ortodoxia
económica presenta como un mantra es exactamente al revés. El gobierno favorece al
sector agropecuario sacando las retenciones y otorgándole préstamos millonarios y a bajo
interés, y lo único que se incrementa es la venta de camionetas de alta gama. Que dicho
sea de paso las compraron quienes no trabajan en el campo, sino quienes lo alquilan a
estas empresas. Los mismos que no le sembraron a Perón, o acopian en silobolsas, como
lo hicieron con Cristina.

El gran capital que produce el sector se va del país y no reactiva la economía. Baste ver la
recesión económica en la que estamos inmersos. Mientras que el dinero de la retención,
en manos del pueblo, ingresa rápidamente al circuito económico y se gasta íntegramente
en el país. Favorece al mercado interno y al empleo. La virtuosidad de la “pirámide
invertida” de la que habla Cristina.

En síntesis: para quienes vociferan que hay que seducir al capital y estas medidas lo
ahuyentan, digamos que ninguno de estos privilegiados, con las ventajas que tienen, se va
a ir del país por tener que tributar. En la Argentina ni siquiera se cobra “renta diferencial”.
Además, si se van, ¿Alguien vio alguna vez una inversión extranjera haciéndole el bien al
país?

Lo que sí desaparece, con toda seguridad con estas medidas; es decir, si se sacan las
retenciones, es la educación y sanidad pública, la clase media, el estado presente, la
distribución de la riqueza, la obra pública, los planes de vivienda y el derecho al trabajo
aun cuando lo provea el estado. Por eso invito a la ciudadanía salir a chiflar para que
vuelvan las retenciones.

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