El derrumbe de la economía norteamericana
la actualidad, en tres etapas, veremos que la
iendo que treinta años son
mucho para la vida de un
individuo, no son nada
para la historia de la
humanidad, por lo que
cuesta creer cómo un país
con la inventiva y el
espíritu de trabajo de los
EE.UU. haya alcanzado una hegemonía que
sólo se extendiera a un siglo XX corto.
En un efímero período, que va desde
1945 a 1975, los EE.UU. pasan de ser los
acreedores del mundo a sus principales
deudores, contrayendo una deuda que supera
ampliamente toda las demás que tienen con
el sector financiero, Rusia, Sudáfrica,
Turquía, Polonia, América Latina y Caribe
en forma conjunta.
Alguien debería decirle a esos
muchachos, que desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial a la fecha, han hecho todo
mal, y a los cipayos del extranjero, que
nunca faltan, que su adorado Gran País del
Norte, hace rato que no corre con el caballo
del Comisario.
Nos preguntamos: ¿Qué frenética
ideología los llevó a convertirse en una
sociedad del derroche, al punto de gastar
más de la cuenta? o ¿Qué ridículo plan
armamentístico y de poder los condujo a un
espiral de endeudamiento sin retorno?
Acabada la Segunda Guerra Mundial,
nadie tuvo más ventajas en el concierto
internacional que los EE.UU., porque siendo
la U.R.S.S, otro de los grandes beneficiarios,
recordemos sus más de veinte millones de
muertos, y sus ciudades destruidas.
Exitosos en un frente alejado de su
territorio, salvadores del mundo, dueños del
botín de guerra, y con una industria modelo,
a más de sus grandes producciones de
alimento en un mundo devastado, llegaron a
la cima del liderazgo mundial, al extremo
que el mundo capitalista dirimió el problema
de la hegemonía a favor de Estados Unidos,
y se estableció con los acuerdos de Yalta y
Bretón Woods un nuevo orden económico y
político internacional, sustentado en la
renovada ideología de democracia y libertad,
luego del interregno Fascista.
El aire triunfalista que se respiraba al
ritmo de Glenn Miller, no parecía presagiar
el destino de una sociedad que rápidamente
caería en el “derroche” tal como la
describiera acertadamente el sociólogo
norteamericano David Riesman.
Si dividimos la historia, desde 1945 a
primera, 1945 - 1961 es una etapa de
“expansión del crédito norteamericano”, a
través de la creación de la nueva “Banca
Internacional”, representada básicamente por
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el
Banco Mundial o BIRF, en donde los
EE.UU. son partícipes prioritarios con un
17% del paquete accionario, lo cual les
otorga poder de veto, dentro del nuevo
holding de poder, cuyas intrincadas redes,
hoy sabemos que exceden en mucho, a los
tristemente conocidos organismos creados
por la ONU.
La nueva etapa de la historia de
posguerra abría el juego con un nuevo
protagonista: el DÓLAR, lo cual significaba
que las reservas en divisas de lo Bancos
Centrales y de los depósitos de los Bancos
Comerciales de todo el mundo se harían en
esta moneda, desbancando a la tradicional
LIBRA ESTERLINA y al MARCO Alemán.
Los EURODÓLARES son la nueva
gran vedette del importante movimiento de
inversión directa norteamericana en el
exterior, que comienza en Europa para lograr
su reconstrucción sobre bases capitalistas, y
se apoya además en un programa de ayuda
establecido por el gobierno norteamericano
denominado “Plan Marshall”, con el cual se
hacían acreedores, de los préstamos que los
gobiernos europeos recibieron del Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento
(BIRF o BM) que acababa de crearse.
El segundo período 1961 - 1973, que
denominamos de “transición y caída”, se
caracteriza por la rápida creación de dinero
fiduciario internacional, producto de la
administración financiero especulativa del
reciclaje de los activos líquidos provenientes
-en su mayoría- de los PETRODÓLARES.
La transición se caracteriza por una
marcada disminución en la inversión directa
por parte de los EE.UU. en el exterior (64%
en 1950/9, 27% en 1960/9, 13% en 1970/5)
y una muy preocupante escalada en el
aumento de los préstamos (30%, 66%, 86%
respectivamente) con su consecuente
aceleramiento de la deuda externa, dentro de
un círculo vicioso de endeudamiento para
los países periféricos, y para el propio
EE.UU. que pasa a ser acreedor y deudor en
el ámbito internacional.
Su acelerado pasaje de prestamista a
demandante de los fondos en poder de la
banca internacional, debemos atribuirlo a un
descomunal gasto armamentístico, tendiente
a solventar la vergonzante y paranoica
guerra termonuclear o guerra fría, en contra
del comunismo soviético, sumado a sus
desafortunadas incursiones en Corea y
Vietnam; que llevan a que la “vedette” del
DÓLAR se convierta prontamente en una
“bataclana” poco confiable y sin respaldo.
Créase o no de Ripley, en 1971, los
EE.UU. alegan no poder pagar su deuda
externa, al extremo de ofrecer sus productos
para saldarla, debido a los gastos que les
había ocasionado su infructuosa intervención
en Vietnam. Lejos de esta irresponsable
actitud, algunas naciones europeas y los
países perdidosos de la Segunda Guerra
Mundial, beneficiados por la proscripción
armamentística, venían reponiéndose a paso
firme, y no vacilaron en denunciar la ruptura
definitiva de las reglas acordadas en Breton
Woods, al momento que aumentaba la
brecha entre los DÓLARES en poder de
tenedores oficiales o privados y la
disponibilidad estadounidense de reservas en
oro para respaldarlos, con un alarmante
desfasaje de 6 a 1 para esa época.
De 1975 en adelante, incluidos los
quiebres del 80 y el 90, la historia presencia
una fase de “crisis generalizada y
persistente” de todos aquellos países que
cayeron en una verdadera espiral de
endeudamiento externo. Los EE.UU. como
“deudores”, abonan dos mil millones de
DÓLARES diarios como servicio de la
deuda, y como “acreedores”, resultan ser un
verdadero convidado de piedra para el
“Parasitismo Financiero Internacional” que
planea eliminarlos. Por otra parte, la
desafiante aparición en escena del EURO,
tiene a maltraer al DÓLAR, desde su
creación en 1999, al punto de insinuar una
nueva fraseología financiera con la
provocativa y peligrosa incorporación de las
EURODIVISAS; los EUROBONOS y los
PETROEUROS.
Sintetizando, podemos ver, como los
EE.UU. pasan, en tan breve tiempo, de un
indiscutido primer puesto en la economía
mundial, a un liderazgo tripolar compartido
con la Unión Europea (con Alemania a la
cabeza) y Japón, con sus Tigres Asiáticos
(Indonesia, Tailandia, Corea del Sur y otros
países de la esfera de influencia japonesa) a
la actualidad, donde ya puede hablarse de
una “pentarquía económica mundial”, que
incluye a la República Pupular China con los
Dragones (Taiwán, con manufactura y
tecnología; Hong Kong, con mercadeo y
servicios; Singapur, con su red de
comunicaciones y un tremendo capital
financiero) con un difuso y potencial mundo
mususlmán.
En franca caída económica, a
contramano del mundo, y de la ansiada “Paz
Perpetua”, los EE.UU. acabaran relegando,
su promisorio Made in USA, a la industria
armamentística, para la cual han emprendido
una política de endeudamiento sin salida.
Olvidaron que el poder militar y el
económico, no van necesariamente de la
mano, y que si apelamos a Atenas como la
cuna de nuestra civilización, tal vez se lo
debamos más al hecho de ser el primer lugar
donde los civiles transitaron desarmados,
que a sus desafortunadas intervenciones
militares.
EE.UU. empecinado en su política de
devastación y muerte, avaló las
intervenciones y masacres de Timor
Oriental, Honduras, Haití, Cuba, El
Salvador, Colombia, Chile, Nicaragua,
Argentina, Granada, Camboya, Sudáfrica,
República Dominicana, Guatemala,
Ecuador, Tailandia, Filipinas, Bolivia,
Panamá, Ruanda, Sudán, Somalia, Siria,
Irán, Kuwait, y actualmente Afganistán e
Irak.
Su elevado índice de endeudamiento
busca subvencionar los casi 400.000
millones de dólares que asigna anualmente a
defensa (cifra 10 veces mayor que la que
gasta Rusia y China juntos) más los 30.000
millones que aprox. gastan por año para los
múltiples servicios de espionaje y
subversión, como la CIA, el FBI, la NSA;
más el subsidio a Israel, las coimas a
Pakistán y a Arabia Saudí, desaprovechando
la efímera bonanza que generó el fin de la
guerra fría, y el desarme mundial.
Aún cuando resulta probado, que los
EE.UU, gastan actualmente en <<defensa>>
más que todos los países juntos, lo que no
está muy claro es de qué se defienden,
agravado por el hecho de que si el mundo no
les paga por los servicios prestados, de lo
que paradójicamente denominan “protección
global”, no le alcanzarán sus habituales actos
de latrocinio y pillaje, para salir del
atolladero al cual los llevaron sus patéticos
gobernantes.
Lorenzo Sevlever, Estudiante
Pablo Ball, Docente