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UNIVERSIDAD NACIONAL DE HUANCAVELICA

FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES


MAESTRIA CON MENCION GESTION PUBLICA

Objetivo específico:
Identificar el problema en particular:

✓ Partiendo del concepto de Teoría del Estado y sus fines explicar (se hizo un
análisis similar en clase):

Preguntas guías:

1. ¿Cuál es la relación entre las “Teorías del estado sobre el bienestar en la


sociedad”?
2. Plantee una solución que intervenga transversalmente el elemento y el fin del
estado.

¿Cuál es el problema de fondo? ¿Qué intereses están en juego? ¿Si Ud. fuera
Ministro de Agricultura, qué acciones emprenderías?

Adaptado de Editorial de El Comercio- jueves 22 de agosto 2013 pág. 1


Café cargado

Los negocios de los cafetaleros son privados y también deben serlo sus
riesgos de los cientos de manifestantes cafetaleros que desde el martes
tenían bloqueada la Carretera Central dejó un saldo de cinco manifestantes y
un policía herido.

Este último fue aparentemente alcanzado en el pecho por una flecha


que uno de los protestantes disparó contra él.

¿Por qué un grupo de productores decidió bloquear con piedras y tierra


la principal vía de comunicación de la capital con el centro del país? Pues
porque querían poner presión sobre el Gobierno a causa de una plaga –la roya
amarilla– que ha destruido gran parte de sus cosechas. ¿Fue el Gobierno quien
envió la roya amarilla a la selva central para destruir la producción de los
cafetaleros? No. Pero de cualquier forma los productores sienten que sí
corresponde al Gobierno –lo que en términos económicos quiere decir a todos
nosotros, los contribuyentes– subsanar el daño que esta plaga les ha causado.

Los cafetaleros de la selva central, en otras palabras, quieren que los


contribuyentes peruanos seamos sus socios forzosos cuando ellos tengan
problemas en sus negocios (incluso en los casos en que, como ahora, estos
problemas provengan de los riesgos propios del giro de estos negocios).

No está claro si en la visión de los cafetaleros debería extenderse este


mismo tratamiento a cualquier tipo de negocio en problemas (podría no quedar
ninguna carretera libre en el país si este fuese el caso y si el resto de los
empresarios pensase como ellos). Pero sí está claro que piensan que al menos
sus negocios deben estar incluidos en este sistema implícito de aseguramiento
gratuito y que no ven problemas de límites en las cantidades que puedan llegar
a estar aseguradas por este sistema: el Estado ya ha dado a los cafetaleros
S/.100 millones para compensar las pérdidas provocadas por la roya amarilla
y a comienzos de este mes anunció una ayuda adicional de S/.12 millones más.
Y estas cifras quedan reducidas a muy poco si se tiene en cuenta que lo que
los manifestantes piden es que el Estado, a través de Agrobanco, compre las
deudas de 50.000 cafetaleros y les ponga viveros y nuevos plantones
resistentes a la roya.

Adaptado de Editorial de El Comercio- jueves 22 de agosto 2013 pág. 2


Naturalmente, todo esto no es más que un abuso (salvo, valga la
precisión, en el caso de los cafetaleros que llegaron al negocio como parte del
programa estatal de sustitución de cultivos y que no representan más del 12%
de las hectáreas afectadas). Y un abuso que, encima de todo, viene mal
camuflado. Así, por ejemplo, se dice que el daño es tan grande que solo el
Estado puede repararlo.

Pero hay una trampa en el verbo. El daño ya está hecho –la riqueza que
representaban las plantas destruidas ha desaparecido para siempre– y el
Estado no puede “repararlo”: solo puede “trasladarlo” a los contribuyentes, lo
que no es lo mismo –ni tampoco lo justo–. Por otro lado, no es del interés del
Estado mantener vivo un grupo de empresas o “un sector” cuando esta
manutención se da en base al dinero del público. Lo que al Estado tendría que
interesarle es que sobrevivan las empresas que, por su propia cuenta, logran
generar riqueza más allá de todos sus riesgos y todos sus costos, pues estas
son las empresas que crean en la sociedad una riqueza que antes no existía en
ella. En cambio, las que sobreviven solo gracias a la ayuda del Estado no crean
nueva riqueza, sino que solo mueven una riqueza que ya existía del bolsillo de
los contribuyentes a los de ellas mismas. Así pues, no debería haber ningún
“sector” ni grupo de empresas cuya sobrevivencia sea “estratégica” para el
Estado; lo único verdaderamente “estratégico” para este tendría que ser
mantener funcionando al sistema que posibilita que surjan constantemente
suficientes nuevas empresas como para que el balance de las que llegan a
tener éxito y las que no esté siempre a favor de las primeras y, por lo tanto,
a favor de la generación de nueva riqueza en la sociedad.

Cuando las cosas les funcionan, las empresas no distribuyen sus


utilidades entre los contribuyentes. Y esto último no está mal: sus resultados
son el fruto de su esfuerzo y de los riesgos que invariable y meritoriamente
asume todo empresario (grande o pequeño). Lo que sí está mal es cuando el
propio empresario deja de reconocer este riesgo como suyo y pretende
endilgárnoslo a todos los demás.

Adaptado de Editorial de El Comercio- jueves 22 de agosto 2013 pág. 3

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