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ER AGUDELO BETANCUR
JI:
l. ANTEOECENTES
A. CESARE BECCARIA
Cesare Beccaria. De los delitos y de las penas, 3ª ed., Bogotá, Temis, 2000.
177
Nodier /lgudelo Betancur
B. ESCUELA CLÁSICA
Se conoce también como "escuela toscana", pues sus dos grandes epígonos fue-
ron de Toscana, región de Italia: Carmignani y Carrara; como consecuencia de la
herencia iluminista, en la escuela clásica aparece como idea nuclear la defensa del
individuo frente al Estado y la defensa de la libertad contra cualquier forma de
opresión: en pocas palabras, legalismo y humanitarismo; y la persona humana
como valor esencial. Esto como caracterización general o filosofía del demolibe-
ralismo penal que se heredó, se insiste, del iluminismo, debiéndose recodar a
Beccaria, Filangieri, Romagnosi, Bentham, Feurbach y Lardizábal como sus cons-
tructores.
Los siguientes son sus postulados fundamentales:
Evolución del método
La escuela clásica hizo radicar su esencia en la lesión del bien jurídico, es decir
que profesó un concepto de antijuridicidad material, en el sentido de que no
bastaba con la mera actitud subjetiva, así fuera exteriormente manifestada, para
predicar responsabilidad.
2 Francesco Carrara. Programa de derecho criminal, Bogotá, Temis, 1978, Vol. r, p. 32.
180 Nodier Agude!o Betancur
Sólo después que tenga el resultado de estas tres proposiciones, podrá el juez
decirle al ciudadano: te imputo este hecho como delito3.
Es corriente decir que esta escuela profesó una concepción retributiva de la pena,
es decir, como un mal que se aplica a quien causó un mal, mirando hacia el pasado
por el delito cometido; ello es válido en líneas generales, pero no en Carrara: este
sostuvo, en efecto, que la pena tenía por finalidad el restablecimiento del orden,
es decir, lo que él llamó la tutela jurídica.
Lo importante es retener aquí que la escuela clásica no concibe la responsa-
bilidad sin previa imputabilidad: los inimputables, es decir, los que no tienen la
3 !bid., p. 36.
capacidad de "entender y al momento no pueden ser de-
darados responsables para achacarles la consecuencia de la pena.
Cuando se habla de imputabilidad o ·
. hace a la posibilidad de o
C. ESCUELA POSITIVISTA
De manera muy breve se aborda el tema, remitiendo a quien quiera ampliar estos
conceptos a otro trabajo realizado sobre este tema específicos.
I. POSTULADOS FUNDAMENTALES
4 Cesare Beccaria. De los delitos y de las penas, Bogotá, Nuevo Foro, 1998, pp. 18 y 2r.
5 Nodier Agudelo Betancur. Grandes corrientes del derecho penal, 5ª reimp., Bogotá, Nuevo Foro,
1997.
182 Nodier Agude!o Petancur
6 Cfr. Luis Jiménez de Asúa. Tratado de derecho penal, T. n, Buenos Aires, Losada, 1950, p. 65.
7 Enrico Ferri. Principios de derecho criminal, Madrid, Reus, 1933, p. 225.
Evolución del método
Ahora bien, si no hay libertad resulta inhumano e injusto hacer sufrir por el mal
ejecutado; la sanción no debe mirar hacia el pasado, sino hacia el futuro, debe
tener una finalidad preventiva. No se debe hablar entonces de un como
sanción, sino de un tratamiento que podía ser muy variado:
Crítica al aislamiento celular continuou y aceptación de él sólo de manera
eventual, con trabajo de día en comunidad y recogimiento en la noche; colonia
agrícola; manicomio criminal; internamiento en casa de trabajo; trabajo en obras
públicas; indemnización; multa; subrogados penales (condena condicional,
libertad condicional, perdón judicial); etc.
También se habló de la inocuización, y de la pena de muerte en casos extremos
de peligrosidad; así mismo, Lombroso habló hasta de simbiosis, es decir, de
integración del delincuente a la sociedad, explotando las características del delito
mediante la "utilización de los malhechores en aquellos trabajos que estén en
armonía con sus instintos atávicos: la guerra o la cirugía, v. gr., para los homicidas;
la policía y el periodismo, para los encubridores y estafadores; finalmente, la
Cuando no puede haber ofensa por falta de objeto material sobre el cual se obra,
o porque los medios son inidóneos, como cuando se dispara sobre un muerto o se
dispara con una escopeta descargada, estamos en presencia del denominado "delito
imposible".
12 César Lombroso. El delito, sus causas y remedios, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez,
1902, p. 60+
13 Ferri. Principios de derecho criminal, cit., p. 5r.
bien, como nos un "un
es imposible que sea delito"; a ello respondimos que en lógica tenía
si lo que no es el daño sino la peligrosidad entonces
la escuela positivista es coherente al predicar la responsabilidad del sujeto.
A propósito de lo anterior, es conocido el "caso Laurens": un
.~ quiere matar a su
. . . . . . .m y apresta la escopeta y la deja colgada en el corredor
su casa; el hijo llega, ve la escopeta cargada, la descarga y la a colocar en
el clavo de donde pendía. Al rato el padre sale raudo, toma la escopeta, dispara
pero ésta, obviamente, no le fuego. dice, con referencia expresa a este
caso, que hay que sancionar, porque "se trata de un delincuente peli-grosidad
1
indudable" 4.
También se tiene en cuenta la reincidencia del individuo para agravar la
sanción en caso de nueva condena, sobre la base de que quien delinque de nuevo
muestra rebeldía y poca enmienda; se promueve un control más estricto sobre el
delin-cuente profesional y el delincuente por tendencia.
Esta es, creemos, otra de las características dé los positivistas. En efecto, mientras
que los clásicos distinguieron entre pasiones ciegas y pasiones razonadoras para
conceder capacidad de disminución o de exclusión de la responsabilidad penal a
las primeras y no a las segundas, como consecuencia de estar en mayor o menor
grado disminuida o excluida la libertad, los positivistas distinguieron entre
pasiones nobles o sociales, y pasiones innobles o antisociales.
Pues bien, el amor, así fuera transitoriamente aberrado, era considerado
como una pasión social; de donde el que mataba o lesionaba por una pasión de
amor exaltada se consideraba como de menor peligrosidad y, por consiguiente, se
preceptuaba para él la concesión del perdón judicial.
Como características del homicida pasional menciona Ferri la correcta vida
anterior, el móvil proporcionado, la conmoción antes, durante y después del delito,
muchas veces el sucicio inmediato, la ejecución del hecho en lugar público o su
ejecución inexperta, la ausencia de cómplices, la no oposición a la detención, la
confesión, el remordimiento posterior, la no reincidencia y la enmienda. Y sobre
el tratamiento afirma:
14 !bid., p. 269.
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El homicida por amores contrariados, por honor ofendido, por fanatismo polí-
tico, etc., merece atenuantes, y, según los casos, hasta el perdón o la absolución,
no porque en él la pasión alcanzado una mayor intensidad, sino porque el
amor, honor, ideales políticos, etc., son pasiones que normalmente a la
vida social y a su progresión y elevación 1 5.
La escuela positiva provee a una defensa social mucho más eficaz, distinguiendo
a los autores de un hecho delictivo no en imputables o inimputables, sino sólo
en más o menos peligrosos, pero todos responsables frente a la sociedad y la
leyr6.
Según la escuela positivista no hay sujetos inimputables, pues a todos se les imputa
el hecho y a todos se les imputa la consecuencia, que será un tratamiento adecuado
a la personalidad de cada quien.
15 Enrique Ferri. Homicida en la psicología y en la psicopatología criminal, Madrid, Reus, 1930, p. 337;
las notas del pasional, en especial pp. 339 a 343.
16 Ferri. Principios de derecho criminal, cit., p. 22.
el aislamiento (que se rec:on1erw2LDa enel
solo en la noche), y la
diferencia; se
·intercambiable. Esto a
sanciones; esto lo
Proyecto de 1921:
Es indudable que, como ya fue sostenido por la doctrina positivista, una vez
~,._,.~,·~~toda idea de retribución de la culpa moral en el delito las medidas de
seguridad poseen la misma función y naturaleza que las penas 1 7.
Con Carrara había distinguido la escuela clásica entre pasiones ciegas y pasiones
razonadoras en orden al estudio de la mayor o menor libertad con la cual había
obrado el sujeto, y por consiguiente para determinar su responsabilidad y la
cantidad de la pena: "Las primeras, dice el autor, actúan con vehemencia sobre la
voluntad y supeditan los frenos de la razón, dejando al entendimiento en menor
capacidad de reflexionar. Por el contrario, las segundas aguzan los cálculos del
raciocinio y dejan al hombre la plenitud de su arbitrio" 1 9.
Por su parte, los autores positivistas dijeron que, si la sola pasión o la emoción
fuesen suficientes para atenuar la responsabilidad, aun los más fieros criminales
17 Ibid., p. 575.
r8 Idem.
19 Carrara. Programa de derecho criminal, cit., p. 218.
i88 Nodier Agudelo Bi:tancur
deberían tener esa pues es natural que en la comisión del delito el ánimo
se turbe; la venganza, la gula, la avaricia, la exuberancia sexual serían factores de
atenuación. Por esto propusieron otro criterio: el la socialidad o
de las emociones y pasiones: la pregunta que se debía hacer no era entonces si la
emoción o la pasión habían desequilibrado el ánimo, sino si la emoción o la pasión
ayudaban o no a la construcción social.
El cambio de criterio también cobijó a los motivos determinantes; tal
de paradigma lo expuso Ferri desde su tesis doctoral, "Teoría de la imputa-
bilidad", escrita en 1878; al final de sus días destacaba cómo de ese criterio se
convencía cada vez más; dice en sus Principios:
Como se ha visto, pensaba Ferri que el derecho penal no tenía autonomía y que
apenas era un capítulo de la enciclopedia penal; Liszt planteó el tema de modo
diferente: el juspenalista tiene que vérselas con normas y hechos, ambas objeto
de estudio obligado; empero, los dos temas hay que abordarlos con métodos
diferentes; por esto puede hablarse de una dicotomía metodológica en el
planteamiento de Liszt: las normas se estudiarán con el método de la ciencia
penal clásica, lógico jurídico, sistemático, lo cual dará lugar a una disciplina, la
23 Franz von Liszt. "Über den Einíluss der soziologischen und antropologischen Forschungen auf
die Grundbegriffe des Strafrechts", en Straji-echtfiche Aufidtze un Vortriige, Vol. 2, Berlín, Guttentag,
1905, pp. 75 y ss.; este artículo saldrá publicado en la Universidad Externado de Colombia, con el
título "Dogmática y Política Criminal", con traducción mía revisada por Fernando Velásquez
Velásquez.
24 Sobre esto puede verse Enrique Bacigalupo. "Sobre la dogmática penal y la criminología", en Nuevo
Foro Penal, Nº 12, Bogotá, Temis, 1982, pp. 396 y ss.
Evolución del m.:todo
25 Arturo Rocco. El problema y el método de la ciencia del derecho penal, Bogotá, Temis, 1999, p. 6.
26 !bid., p. 8.