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LENGUAJE Y PENSAMIENTO
INTRODUCCIÓN
La preocupación sobre la relación entre el lenguaje y el pensamiento ha estado presente
desde antiguo en nuestra civilización desde un punto de vista filosófico, desde Platón hasta
la actualidad, con la innovadora idea de cognitivistas encabezados por Steven Pinker de
que el lenguaje es un instinto, pasando por las teorías chomskyanas.
Es precisamente la Psicología la que mayores avances ha logrado en el campo de la
adquisición del lenguaje al plantearse la relación entre los dos conceptos que encabezan el
tema, de modo que se pudo fundar una nueva disciplina de la lingüística aplicada: la
Psicolingüística.
Asimismo, el interés por el lenguaje, la mente y su funcionamiento ha llevado a
investigaciones de carácter más científico: la neurobiología ha satisfecho algunos de los
interrogantes relativos a la formación del lenguaje en el cerebro y, en consecuencia, los
trastornos que podemos observar en ella.
1. LA PERSPECTIVA FILOSÓFICA DEL LENGUAJE
Como hemos adelantado, Platón es quien inicia estas reflexiones en el Cratilo, planteando
el problema de la adecuación del nombre a la cosas: las palabras son la esencia de las
cosas, por lo que en una lengua perfecta tendría que existir una correspondencia uno a uno
entre el lenguaje y el pensamiento. Los modistas como Tomás de Erfurt, siguen a
Aristóteles al plantear el lenguaje como un «espejo de la mente» en el que se refleja una
realidad que es idéntica para todos, incluida la gramática. Así, el entendimiento representa
las propiedades de los objetos mediante las construcciones gramaticales. Tiene ello que
ver con lo que Descartes consideraba al hacer equivalentes la estructura del juicio y la del
pensamiento: las palabras bastan para concebir las cosas. Inicia una tradición donde las
operaciones del pensamiento humano (juzgar, concebir ideas y razonar) intervienen en la
propia caracterización del lenguaje. Ello lleva a la Gramática intelectiva o cognitiva, como
la Gramática general y razonada de Port Royal (C. Lancelot y P. Arnaud) de 1660, en la
que se plantea que para comprender la gramática es necesario comprender lo que pasa en
el «esprit» o pensamiento del hablante. Las significaciones encerradas en las palabras,
desde estos planteamientos, se conocen cuando se comprende el pensamiento que está
detrás de ellas. Así, la sintaxis también se explica por operaciones mentales que dan lugar
a las construcciones lingüísticas, algo que tomará siglos después Chomsky para su
gramática generativa. En esta misma línea se movía Leibniz en Nuevos ensayos sobre el
entendimiento humano, obra en la que declara que «las lenguas son el mejor espejo del
espíritu humano, y un análisis exacto de la significación de las palabras haría conocer mejor
que otra cosa las operaciones del entendimiento». Según él, la Gramática sería un método
tanto para calcular ideas intelectuales complejas como para comunicarlas, y esa gramática
es única para todas las lenguas.
La concepción cognitiva del lenguaje arraigó en la segunda mitad del XVIII con Condillac y
ha llegado hasta nosotros a través de los escritos de Humboldt. Para ambos el lenguaje
es, a la vez, expresión de las ideas y comunicación. Humboldt, en Sobre la diversidad de la
estructura lingüística, la lengua se forma en el hablar, y el hablar expresa ideas o
sensaciones, por lo que la lengua es conceptualización de las impresiones. Por ello, en
Ensayo sobre las lenguas de América, propone que cada palabra representa una idea, pero
al contrario que para Descartes, es el lenguaje el condicionante del pensamiento, el que