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9.

ELEMENTOS DE LA EMPRESA
Una empresa mercantil está compuesta por varios elementos que son necesarios
para su correcto funcionamiento. En general, se pueden identificar cinco
elementos principales:
Capital Social: Es el dinero o bienes que los socios aportan para la constitución de
la empresa. Este capital se utiliza para financiar la actividad empresarial.
Órganos de Administración: Son los encargados de dirigir la empresa. Se
encargan de tomar decisiones importantes para el funcionamiento de la empresa,
como la elección de los trabajadores, la elaboración de la estrategia empresarial,
etc.
Objeto Social: Es la actividad principal que realizará la empresa. Debe estar
claramente definido en los estatutos. Este elemento es fundamental para la
identificación de la empresa en el mercado.
Socios: Son las personas que aportan el capital social y que participan en la
gestión de la empresa. Pueden ser socios colectivos o comanditados. Los socios
son los dueños de la empresa y tienen una responsabilidad limitada respecto a las
deudas de la empresa.
Estatutos: Son las normas que rigen el funcionamiento de la empresa. En ellos se
establecen las reglas de los órganos de administración, las decisiones que deben
adoptarse por mayoría, etc. Los estatutos son fundamentales para el correcto
funcionamiento de la empresa y para evitar conflictos entre los socios.
¿Cómo utilizar los elementos de la empresa mercantil?
Para utilizar los elementos de una empresa mercantil correctamente, es necesario
conocerlos en profundidad y cumplir con las normas establecidas en los estatutos.
Es importante que los socios se comuniquen de forma clara y transparente para
evitar conflictos internos.
También es importante contar con un buen asesoramiento legal y financiero para
tomar decisiones adecuadas en el día a día de la empresa.
En resumen, los elementos de una empresa mercantil son fundamentales para su
correcto funcionamiento y para cumplir con las normas legales y fiscales. Es
importante conocerlos en profundidad y utilizarlos de forma adecuada para evitar
conflictos internos y garantizar el éxito empresarial.
10. CONCEPTO DE EMPRESARIO
El empresario es aquella persona que se encarga de la dirección y gestión de una
compañía, negocio o industria. Su finalidad es la obtención de beneficios
económicos.
El empresario puede, además -pero no necesariamente-, ser el propietario de la
organización y de su capital. Además de, al mismo tiempo, asumir los riesgos de
innovación e inversión.
Un empresario actúa como representación de la sociedad y detenta su
representación legal. Por lo tanto, se trata de la figura que adopta las decisiones
generales en la organización, que planifica los logros a conseguir y diseña los
medios para alcanzarlos (estrategia empresarial), aunque puede delegar las
decisiones operativas.
A esto último es a lo que se denomina capacidad empresarial; dicho sea de paso,
uno de los cuatro factores de producción.
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Origen del concepto de empresario
La palabra “empresario” nace en la época medieval francesa. En esta época se
denominaba “entrepeneur” al individuo encargado de utilizar los factores de
producción -el trabajo de los siervos, los materiales y los recursos del señor feudal
o del rey- y asumir el riesgo para la construcción de edificios o armamentos.
Las formas del empresariado han variado a lo largo de la historia. Todo ello, en
función de cómo se han ido constituyendo los procesos de transformación
económica. Así, en los inicios de la era industrial, el empresario era el fundador y
propietario de su propia firma; asumiendo los riesgos inherentes de todo negocio.
11. CONCEPTO DE EMPLEADO
Un empleado es la parte involucrada en un contrato laboral que realiza un trabajo
a cambio de una remuneración salarial. En ello se diferencia de la otra parte
involucrada en el contrato: el empleador, que es quien le proporciona tanto el
trabajo como la remuneración económica. Es decir, un empleado es alguien que
desempeña de manera regular una tarea remunerada (o sea, que tiene un
empleo).
Los empleados constituyen la fuerza de trabajo de las distintas empresas y
organizaciones que existen. Por lo tanto, son los encargados de conducir hacia
adelante sus procesos productivos, administrativos y de toda índole.
De modo que se consideran empleados todo tipo de trabajadores: obreros,
oficinistas, mensajeros, editores, coordinadores, supervisores, siempre y cuando
formen parte de una organización para la cual se desempeñan y de la cual
reciben, a cambio, un pago establecido.
Las relaciones entre empleados y empleadores suelen estar establecidas por un
contrato (verbal o por escrito) de mutuo acuerdo, y están además supervisadas
por la ley. De esa manera, ningún empleado debería trabajar en condiciones
indignas, injustamente remuneradas o que vayan en su perjuicio personal.
Las entidades del Estado son las encargadas de velar por que así sea, pero
también los sindicatos y asociaciones gremiales tienen la fuerza para negociar los
términos del empleo con sus respectivos patrones.
12. CONCEPTO DE OBRERO
En esencia, un obrero es un trabajador industrial. Es decir, una persona que
realiza un trabajo físico, manual, o de conducción de máquinas y herramientas, a
cambio de una remuneración salarial calculada generalmente por horas de
trabajo.
Aunque no sean exactamente sinónimos, se emplea a menudo el término obrero
con el mismo sentido de “trabajador”, especialmente cuando se refiere a la clase
trabajadora moderna. También se emplea “proletario” y “proletariado” para
referirse al obrero y la clase obrera desde una perspectiva política e ideológica,
especialmente desde la escuela filosófica originada por Karl Marx (o sea, el
marxismo).
La palabra obrero proviene del latín operarius, que significaba “peón” o
“jornalero”, pero también aquello que es propio del trabajo. De hecho, esta
palabra latina deriva de opus, “obra” o “trabajo”, y está emparentada con el
actual término de “operador” (de maquinaria, por ejemplo).
Si bien existía esta palabra en la antigüedad romana, lo que hoy entendemos por
obrero es propio de la sociedad industrial que nació con el mundo moderno, a
partir de la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. La existencia de obreros
resulta indispensable para el modelo de trabajo industrial del capitalismo
contemporáneo, ya que estos aportan el elemento “trabajo” de la ecuación
productiva.
Desde el siglo XX es común que este tipo de trabajadores se hallen organizados y
representados social y políticamente en gremios y/o sindicatos, es decir, que
cuenten con organizaciones autogestionadas que les permitan renegociar sus
condiciones de empleo con sus patronos y con el Estado.
Los obreros trabajan como mano de obra en fábricas y en el sector de la
construcción, ya sea de manera autónoma o semiautónoma, o bien como
trabajadores asalariados dentro de la nómina de una empresa. Allí llevan a cabo
una labor considerada no especializada, es decir, que no requiere de estudios
previos o preparación académica exhaustiva, y por eso a menudo figura entre las
peor remuneradas.
Cuando se hace referencia a la totalidad de los obreros de una nación, se habla a
menudo de la clase obrera, y cuando dicha clase se halla organizada en defensa
activa de sus derechos, se les suele mencionar como el movimiento obrero.
13. PARALIZACION DE ACTIVIDADES
En casos de riesgo grave e inminente para la seguridad o salud de los
trabajadores.
Cuando la Inspección de Trabajo y Seguridad Social o los representantes de los
trabajadores aprecien que la inobservancia de la normativa sobre prevención de
riesgos laborales en un centro de trabajo puede suponer un riesgo grave e
inminente para la seguridad o salud de los trabajadores, ordenarán la paralización
inmediata de las tareas concretas, o de la totalidad de las actividades, e
informarán de forma inmediata a la autoridad laboral.
Cuando la paralización la ha ordenado la Inspección de Trabajo, una vez
comunicada esta decisión a la autoridad laboral, la empresa puede impugnar la
paralización en el plazo de tres días hábiles y la autoridad laboral deberá resolver
dicha impugnación en el plazo de veinticuatro horas.
14. LIMITACION DE COMPETENCIA
Limitar la competencia significa que las empresas intentan evitar o reducir la
competencia con sus rivales. Esto, a través de acuerdos explícitos o implícitos.
Las empresas pueden limitar la competencia en un mercado a través de prácticas
restrictivas de la competencia como por ejemplo: acuerdos para fijar un mismo
precio con sus rivales, repartirse el mercado, limitar la producción, reducir la
innovación o calidad de los productos, etc.
Ley de competencia
En la mayor parte del mundo las conductas que tienen como objetivo limitar la
competencia son tipificadas y sancionadas por la llamada Ley de Competencia.
En dicha norma se especifican cuáles conductas son consideradas ilícitas, cuál es
el procedimiento de investigación y cuáles son las sanciones a las que se exponen
las empresas.
La agencia de competencia, por su parte, es el organismo público encargado de
investigar a las empresas y presentar denuncias si encuentra evidencia de una
conducta ilícita.

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