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Staff de lost books

Traducción:
Miss Sparrow
Diseño:
Mrs.Blackraven
Corrección y Lectura Final:
Miss sparrow
¿Por qué pensé que Emerson y yo éramos una buena
idea?
Ella es mi asistente, así que tengo que verla todos los
días. Nos llevamos bien, en su mayor parte, pero hay una
sutil hostilidad entre ambos.
Estar por mi cuenta es mejor. Tiene mucho más
sentido.
Hasta que sucede algo terrible, algo que no vi venir,
y son esos momentos de tragedia los que te cambian para
siempre.
He cambiado... y nunca podré volver atrás.
1. Derek 17. Derek

2. Emerson 18. Emerson

3. Derek 19. Derek

4. Emerson 20. Emerson

5. Derek 21. Derek

6. Emerson 22. Emerson

7. Derek 23. Derek

8. Emerson 24. Emerson

9. Derek 25. Derek

10. Emerson 26. Emerson

11. Derek 27. Derek

12. Emerson 28. Emerson

13. Derek Epílogo I

14. Emerson Epílogo II

15. Derek Epílogo III

16. Emerson
1
DEREK
Me senté en la mesa del comedor.

Me senté en silencio.

No podía oír la ciudad a través del doble cristal.

No podía oír el viento que soplaba entre los rascacielos.

Ni siquiera podía oír mi propia respiración.

Quería dormir y olvidar esta noche, olvidar mis errores, no sentir nada y no preocuparme
por nada. Pero no podía hacer eso. Le envié un mensaje de texto a Ryan. Siento lo que pasó.
Entiendo si no me quieres allí mañana. No quería ir de todas formas. Temía mostrar mi cara cuando
la gente aún recordaba mi boda, y ahora la temía por una nueva razón. Kevin tendría un ojo
morado y una cara hinchada, y las fotos conmemorarían esa noche para siempre.

Eres mi mejor amigo. Por supuesto que te quiero allí.

Di un fuerte y frustrado suspiro, deseando haber sido excusado del compromiso. Quería
tirar mi teléfono contra la pared y romperlo.

Kevin se despertó unos minutos después, así que está bien.

No me importaba si estaba bien o no. No lamento haberle pegado a Kevin, pero lamento
haberme comportado así en su cena de ensayo.

Les pedimos a los dos que no hablaran contigo, pero lo hicieron de todas formas. No es tu culpa.

¿Por qué estaban los dos obsesionados con hablar conmigo? ¿Mi hostilidad no era clara?

¿Estás bien?

No fui yo quien se quedó sin sentido, así que estoy bien.

Ya sabes lo que quiero decir.


¿Estaba bien? Me sentí como si estuviera en un constante estado de terror, constantemente
abrumado, constantemente sintiéndome como una mierda. Mi vida se había desmoronado
delante de mis ojos, y ahora no me quedaba nada. Ya no creía en nada. No debería haber
creído en nada en primer lugar. Pero di la respuesta diplomática. Sí... estoy bien.

Conduje hasta la boda. Llevaba puesto el pantalón y el chaleco, y conducía mi Bugatti por
la tranquila autopista ya que no había mucho tráfico en los Hamptons en esta época del año.
Era un día soleado. Helado, pero brillante.

El asiento del pasajero a mi lado estaba vacío.

Emerson no me envió un mensaje de texto, y me sentí aliviado.

No cambiaría de opinión.

Localicé la casa y estacioné lejos en la calle; de esa manera, los invitados podían estacionar
más cerca cuando llegaban a la boda. Fue una ceremonia pequeña, sólo asistieron cincuenta
personas. No estaba seguro de por qué necesitábamos un ensayo cuando la boda era tan
informal. Si no lo hubiéramos hecho, nada de esa mierda habría ocurrido anoche.

Caminé hasta la casa y me dejé llevar.

El lugar estaba vacío porque todos estaban en el patio trasero. Las sillas de madera estaban
puestas y se enfrentaban a un arco de madera con flores blancas colgando. La boda fue más
temprano en el día, a las tres, para que pudieran obtener algo de calor del sol. No había
nevado en más de una semana, así que eso también fue un beneficio para ellos.

Ryan y los chicos estaban terminando las decoraciones de último minuto, haciéndolo ellos
mismos para ahorrar dinero.

Kevin estaba allí, con la mitad de su cara tan hinchada que casi no parecía él mismo.

No me sentí mal por ello.

Algunas de las damas de honor también ayudaban, con vestidos verdes y el cabello
recogido. Tabitha estaba allí, frunciendo un poco el ceño mientras se concentraba en un jarrón
de flores. Cada vez que la miraba, la odiaba más que antes.

Volví a la casa y seguí el rastro de voces hasta que encontré a Camille en la habitación de
invitados, de pie frente a un espejo con su vestido, tan hermosa como Ryan le prometió que
lo haría.

Su madre y su hermana estaban allí, y ambas me miraron como si hubieran escuchado


todos los detalles de la noche anterior.
Camille se dio la vuelta para mirarme, y en vez de parecer enfadada conmigo, me dio una
ligera expresión de lástima. — ¿Podemos tener un minuto?

Me aparté del camino para que su familia pudiera salir.

Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a ella, mirándola de arriba a abajo. —Te ves...
hermosa.

Ella sonrió. —Gracias, Derek.

—Pero Ryan ya me dijo que te verías hermosa, así que no me sorprende.

Puso los ojos en blanco. —Podría llevar un saco de arpillera, y él diría eso.

—Y lo diría en serio. —Camille y Ryan fueron las únicas constantes en mi vida, las únicas
personas que permanecieron iguales mientras todo lo demás cambiaba. No creía que el amor
fuera algo real, que la gente pudiera ser comprometida y honesta con el otro, pero si alguien
podía hacerlo... eran ellos dos. Tal vez otras personas también podían, como mis padres, pero
eso no estaba en las cartas para mí. —Siento lo de anoche...

—No te preocupes por eso, Derek. Le dije a Tabitha que te dejara en paz, y ella decidió
ignorar esa petición.

—No sé por qué no me dejan en paz. Mis sentimientos son bastante claros.

—Lo sé. Sólo sé que están realmente arrepentidos por lo que pasó, y te extrañan... incluso
todos estos años después.

No sentí nada. Como si una placa de metal estuviera sobre mi pecho, esas palabras
rebotaron.

Cuando vio mi falta de reacción, lo dejó pasar. —Estoy muy feliz que estés aquí, Derek.
Puedes golpear a todos mis invitados en la cara, y todavía te queremos aquí.

Le di una ligera sonrisa. —Bueno, prometo que no haré eso.

Ella sonrió.

Metí la mano en mi bolsillo y saqué una tarjeta. —Quería dártela en persona para
asegurarme que no se pierda.

La tomó, la abrió y luego abrió la tarjeta. —Sr. y Sra. Campbell, diviértanse en su luna de
miel...Sus cejas se juntaron antes de que desplegara el cheque y viera la cantidad escrita.
Entonces sus ojos se abrieron de par en par, y dejó caer la tarjeta. — ¡Derek!
—Sé que ustedes siempre han querido ir a Italia...

— ¡Esto es demasiado! —Se abrazó el cheque en el pecho.

—Nunca es demasiado para ustedes. Diviértanse.

—Oh Dios mío, Derek. —Se acercó a mí y me abrazó fuerte—. No deberías haber...

Le froté la espalda desnuda. —Siempre puedes considerarlo como una disculpa por lo de
anoche.

—No necesitas disculparte. —Ella se alejó—. Pero aceptaré el cheque de todos modos. Ni
siquiera pensamos que íbamos a tener una luna de miel.

—Todo el mundo debería tener una. Puedes ir en verano. Es hermoso.

—Estoy tan emocionada de decírselo a Ryan.

—No creo que le importe hasta mañana por la mañana... —Miré su vestido.

Sus mejillas se sonrojaron. —Sí... probablemente no.

Tuvimos la ceremonia y le entregué a Ryan su anillo para que se lo entregara a Camille. El


resto de los chicos estaban alineados detrás de mí, Kevin al borde, que era una posición
diferente a la de anoche.

Tal vez ahora se tomó mi carne en serio.

Mis dos advertencias anteriores habían caído en oídos sordos.

Ahora, tenía la cara morada.

La ceremonia terminó, y la cena fue servida. Kevin y Tabitha estaban en mesas diferentes,
y yo me senté con algunos de los chicos, viendo a Ryan y Camille hacer su primer baile juntos,
cortar su pastel, y perderse en el otro y olvidarse del resto de nosotros sentados allí.

Seguí mirando mi reloj, queriendo que esta mierda terminara, queriendo que esta
pesadilla terminara para siempre.

Luego vinieron los discursos.

No preparé nada porque la idea de hablar de dos personas pasando sus vidas juntas me
parecía estúpida ahora. Yo era escritor, así que la gente probablemente esperaba que hablara
una prosa asombrosa, pero en realidad no tenía nada que decir.
Me levanté, tomé el micrófono y observé a la gente que me miraba.

Kevin se sentó con su prometida y me miró con un ojo.

Tabitha tenía sus ojos pegados a mi cara.

El discurso que di en mi cena de ensayo fue desastroso y no quise repetirlo. Quería al


menos hacer esto bien. —Amar a alguien es la experiencia más dolorosa y vulnerable que
jamás tendrás. Se trata de la confianza, de encontrar a la persona adecuada para mantener tu
corazón a salvo. La mayoría de nosotros no tenemos éxito con eso, y los que lo tienen son los
más afortunados del mundo. Ustedes son dos de esas personas. —Levanté mi copa—. Por
Ryan y Camille. —Luego me senté y liberé el aire de mis pulmones, aliviado que la parte
final de la noche hubiera terminado y pudiera finalmente escabullirme e irme y no tener que
preocuparme de volver a ver a Kevin y Tabitha.

A la primera oportunidad, hice mi salida.

Me acerqué a Ryan y me despedí primero. —Felicidades, hombre. Te has casado.

—Diablos, sí, lo hice. —Él sonrió—. Me lo estoy pasando muy bien, pero estoy emocionado
de volver a casa y hacerla mi esposa. —Movió las cejas.

—Buen plan. Hablaré contigo más tarde. Me di la vuelta.

—Vaya, ¿te vas?

Volví a él, con una mirada de disculpa.

Su decepción se desvaneció lentamente cuando comprendió mis sentimientos.


—Conduce con cuidado, ¿de acuerdo? Y gracias por lo que dijiste en tu discurso. Pero... creo
que tú también vas a ser una de esas personas afortunadas. Por cierto, ¿dónde está Emerson?

No quería decirle la verdad y empezar toda una conversación sobre eso. —Tuvo una
emergencia con su hija, pero le manda saludos.

— ¿Está todo bien?

—Sí, su hija sólo tiene una infección de oído, y tuvieron que ir a la sala de emergencias. —
Inventé una mentira, recordando cuando tuve que ir a urgencias porque me había pasado
una vez—. Y le di mi regalo de bodas a Camille. Pregúntale sobre ello.

—Oh, lo haré. —Me llevó para un abrazo—. Te quiero, tío.

Le di una palmada en la espalda. —Yo también te quiero.


Salí por la casa y luego llegué a la carretera. Mi auto estaba aparcado lejos, así que tuve
que caminar un poco para llegar allí, y el aire frío fue el toque perfecto contra mi piel caliente,
en mis pesados pulmones. Mis manos se deslizaron en mis bolsillos.

Entonces oí el golpeteo de los tacones en la carretera detrás de mí.

—Tienes que estar bromeando... —Me di la vuelta para ver a Tabitha caminando
rápidamente para alcanzarme—. Joder... —Aceleré mis pasos para poder llegar al auto y salir
antes que ella pudiera alcanzarme.

—Derek, espera.

Me di la vuelta y la miré fijamente. —Por Dios, ¿qué quieres de mí? — Levanté los brazos
porque no sabía cómo sacudir a estos dos idiotas. No podía golpearla en la cara como Kevin,
así que no sabía cómo deshacerme de ella. —Ryan y Camille te dijeron que me dejaras en
paz, carajo. ¿No puedes respetar sus deseos por una noche? ¿Para su boda?

—La boda está ahí atrás. Sólo estamos tú y yo. —Se detuvo delante de mí, mirándome a la
cara con una amplia gama de emociones.

—¿Qué coño quieres de mí? Si te hago un cheque de cien mil dólares ahora mismo,
¿desaparecerás?

Sus ojos se ofendieron. —No quiero dinero de ti...

—¿Y luego qué? —Me agarré el cráneo porque mi cabeza estaba a punto de explotar.
Estaba harto de este acto de circo, que los dos se me acercaran sin ningún signo de
disuasión—. Dijiste lo que querías decir anoche. Entonces, ¿qué nueva información podrías
darme ahora mismo?

Ella estaba callada.

—Exactamente. —Me di la vuelta y seguí caminando.

Me agarró por el brazo. —Derek.

Rápidamente me di vuelta y liberé mi brazo. —No me toques, carajo. Porque soy un


hombre, no recibo el mismo respeto que tú recibes como mujer... Me estás acosando,
siguiéndome hasta mi auto, molestándome cuando no quiero tener nada que ver contigo.
¿Cómo coño es esto justo? ¿Quieres que llame a la policía?

—Mira... —Levantó la mano para silenciarme—. Yo sólo... Por favor, escúchame.

Deslicé mis manos en mis bolsillos. —Parece que no tengo elección en el asunto, así que...
Estuvo callada un rato, como si pensara exactamente en lo que quería decir. —Todos
éramos un grupo de amigos tan cercano, y perdimos esa noche... que todo sucedió. Entiendo
que nunca me darías una oportunidad de nuevo románticamente. No te culpo por eso...

—Nunca jamás. —Ni siquiera la encontré atractiva. Me disgustaba la idea de que alguna
vez me la hubiera follado y de hecho lo disfrutara.

—Pero espero que puedas darme otra oportunidad como amigo...a Kevin también.

—Estás jodidamente loca...

—Éramos tan buenos amigos, y ambos te echamos de menos todo el tiempo. No se siente
bien no tenerte allí. Te has condenado al ostracismo, con la excepción de Camille y Ryan,
pero eso no está bien. Y tú... pareces infeliz.

— ¿Ahora mismo? Sí, me pregunto por qué.

—En general. Por lo que vemos en la televisión y en las noticias. No eres la persona alegre
y optimista que solías ser. Y Kevin y yo creemos que es por nosotros.

—Bueno, fue bastante traumatizante, Tabitha. Perder a tu prometida y a tu mejor amiga


en la misma noche, ser humillado así delante de literalmente cada persona que conoces. Ya
no soy el chico feliz que solía ser porque esa noche tuve un choque con la realidad. La gente
es malvada. Tú y Kevin son malvados. Confié en ti implícitamente, y me apuñalaste por la
espalda.

—Lo sé... y lo siento mucho por eso.

—No quiero tus disculpas, —dije en voz baja—. Ya lo superé.

Sus ojos se movieron de un lado a otro mientras me miraba a los ojos. —No parece que...

—No me conoces, Tabitha.

—No, no conozco esta versión de ti. Pero conozco al chico con el que crecí. No eres la
persona que solías ser.

Me estaba irritando mucho con esa evaluación psicológica. — ¿Qué es lo que quieres?
Estoy cansado y quiero irme a casa.

—Quiero que nos perdones. Y quiero que volvamos a ser amigos. Nunca te hemos
olvidado, y claramente tú nunca nos has olvidado...

—Tengo suficientes amigos, de acuerdo...


— ¿Los tipos con los que sales de fiesta?, —preguntó—. Eso no es lo mismo, y lo sabes.
Sólo queremos que vuelvas, Derek. Sé que es mucho pedir que nos perdones...

— ¿Por qué debería perdonarte? No tengo interés en perdonarte...

—Deja. Eso. Ve.

—Vete a la mierda. —Me di la vuelta y seguí caminando.

—Derek. —Caminó detrás de mí—. Por favor... queremos que seamos amigos de nuevo.

Me di la vuelta. — ¿Quieres que vayamos a pescar a la cabaña y hacer s'mores sobre la


fogata? ¿Quieres que vayamos a los museos y luego a tomar un helado? ¿Quieres que seamos
niños otra vez? Eso es el pasado. Ahora vivimos en el presente. Ya no somos niños.

—Pero todavía hacemos un viaje de verano a una casa de la playa cada año. Seguimos
haciendo cosas juntos los fines de semana. Todavía celebramos los cumpleaños y tenemos
noches de juegos. Seguimos siendo amigos... y nunca ha estado bien sin ti. No te pido que lo
olvides. No te pido que confíes en nosotros. No te pido que seamos exactamente lo que
solíamos ser. Sólo te pido que lo intentes. Porque te queremos, Derek. —Sus ojos se
humedecieron—. Te echamos de menos. No queremos que pase una vida y luego
envejecemos y morimos y tenemos que vivir con este peso en nuestros corazones. Por favor...

Sacudí la cabeza. —Durante los últimos diez años, ¿saben cuántas veces he pensado en
cualquiera de ustedes?

El párpado inferior de sus ojos comenzó a llenarse con más agua de la que podía contener.

—Cero. —Me di la vuelta y continué caminando hacia mi auto—. Y después de esta noche,
pensaré en ti cero veces hasta que me muera.

—No te creo.

Llegué al auto y abrí la puerta. Le di una última mirada antes de entrar. —Realmente no
me importa, Tabitha.
2
EMERSON
El fin de semana pasó, y no supe nada de Derek.

Esperaba que me enviara un mensaje de texto y se disculpara. Esperaba que llamara y se


disculpara. Esperaba que terminara en mi puerta y se disculpara.

No sucedió.

La boda vino y se fue... y no tenía ni idea de lo que pasó con eso.

Todavía no tenía ni idea de lo que pasó en la cena de ensayo. ¿Por qué estaba tan enfadado
con Kevin que le pegaba en medio de una fiesta? ¿Y era Tabitha la mujer que estaba allí de
pie? ¿Qué hizo ella? ¿Cómo se relacionaban los tres?

Derek nunca me lo dijo, así que no lo sabía.

En vez de ceder al alboroto, me dije a mí misma que Derek sólo necesitaba espacio, que
vendría por sí mismo, que esta separación no era permanente. Estaba muy estresado, y se
quebró.

Volvería a mí.

Me enfadaría con él.

Se disculparía.

Lo perdonaría.

Y entonces todo terminaría. Lo recuperaría.

Eso fue lo que continué diciéndome a mí misma.

Lizzie me preguntó si había algo malo, y le dije que no me sentía bien porque había comido
algo malo. Se suponía que mi madre iba a cuidar a Lizzie el sábado por la noche, pero le dije
que no iba a ir a la boda por la intoxicación alimentaria. Así que fingí vomitar en el baño para
que me creyeran.
Pero no quería que supieran la verdad, especialmente si Derek volvía.

El lunes por la mañana, estaba tan enferma que pensé que podría tener una intoxicación
alimentaria.

Como todos los días de trabajo que condujimos juntos, salió del edificio cuando vio el
todoterreno de Ronnie y se dirigió al vehículo con su mochila al hombro. Abrió la puerta, se
sentó, y luego abrió su bolso para sacar su trabajo.

Ronnie lo miró por el espejo retrovisor. —Buenos días, Sr. Hamilton.

Derek lo ignoró.

Ronnie se detuvo en la calle.

Continué mirando a Derek y esperé a que me reconociera.

No lo hizo.

Como si yo no estuviera en el auto, trabajó como si yo no existiera.

Pasé mi tiempo trabajando en su oficina corporativa y manejando el interminable trabajo


que se acumulaba allí. Le llevé el almuerzo como siempre, dejándolo y sin que Derek
reaccionara. A veces, trabajaba en su otra oficina y organizaba sus papeles, pero aun así no
reconocía mi existencia.

La semana entera pasó de esa manera.

Lizzie había salido de la escuela durante las vacaciones de invierno, lo cual era un alivio
porque no sabía qué decirle. Sus sesiones de tutoría habían terminado, y no estaba seguro de
cómo darle la noticia. Vivía para esas sesiones, estaba motivada para alcanzar las estrellas.

Pero nunca lo mencionó.

Cuando la semana terminó, me asusté.

Realmente asustada.

Esperaba que Derek saliera de eso, que entrara en razón, que se diera cuenta que se había
comportado irracionalmente y que me amaba tanto como siempre lo había hecho. Pero eso
no ocurrió, y no dio ninguna indicación que me echara de menos.

Me dolió... muchísimo.
Cuando pasaron diez días, decidí intentar hablar con él. Estaba solo en el almacén, sentado
en un taburete en el banco de trabajo mientras trabajaba en el nuevo vehículo. No se hablaba
del cohete fallido, pero estaba seguro de que no había salido de su mente, que le carcomía
todas las noches mientras intentaba dormir.

Tal vez su mente estaba llena de tanto estrés que ya no había espacio para mí.

Me acerqué a la mesa y esperé a que me reconociera.

No lo hizo.

— ¿Derek? —Mantuve mi voz baja y fácil, asegurándome que no saliera emocionada y


rota.

— ¿Sí? —No levantó la barbilla para mirarme.

Fue tan irrespetuoso. Fue como si hubiéramos estado seis meses en el pasado, cuando
empecé a trabajar para él y no me había probado a mí misma ante él. Sentí como si hubiera
construido una máquina del tiempo y nos hubiera llevado a un período en el que ninguno
de los dos era feliz. — ¿Podemos hablar?

— ¿Sobre qué?

Mis cejas se arrugaron mientras él seguía tratándome como una mierda. — ¿Significo tan
poco para ti que ni siquiera me miras? —Estaba herido, pero mi tono de enfado lo
enmascaraba bien.

Cerró los ojos y suspiró, como si fuera su madre molestándole para que hiciera sus tareas.
Luego se enderezó en el taburete y me miró, con la misma expresión fría que siempre usó,
como si yo fuera Jerome o Pierre... alguien que no amaba con todo su corazón. — ¿Qué?

— ¿Qué? —Me volví loca—. ¿Qué demonios es esto, Derek? ¿Me dejas en el hueco de una
escalera y es como si nunca hubiera pasado?

Cruzó los brazos sobre su pecho mientras continuaba mirándome.

— ¿Qué quieres que diga?

— ¿No contarte lo de haber visto tu historia y guardar silencio sobre Lizzie es tan atroz
que me vas a tratar como una mierda?

Dejó caer su mirada, no en la culpa, sino en la molestia. —Pensé que podía estar en una
relación, y no puedo. Eso es todo. No se sentía bien, y no quería hacerlo más. Siento haberte
hecho daño...
— ¿Estás loco ahora mismo? —Me quebré—. ¿Perder tu cohete, el recuerdo de la muerte
de tu madre, mi traición, y luego lo que sea que haya pasado en esa cena de ensayo es
suficiente para quebrarnos? Soy lo más grande que te ha pasado. ¿Pero vas a volver atrás en
el tiempo a lo que solías ser cuando nos conocimos? Dijiste que yo era de la familia. Me
llevaste a pasar Acción de Gracias con tu familia. Le dijiste a mi hija que la amabas. ¿Y todo
eso es simplemente... insignificante? ¿Realmente eres tan débil que te rompes bajo el estrés
en vez de superarlo? ¿Eres tan débil que vas a alejarme en vez de acercarme? ¿Este es
realmente el tipo de hombre que quieres ser?

Sus ojos se alejaron mientras escuchaba todo lo que yo decía. Su mano se movió a su
mandíbula, y se frotó la barbilla, dejando pasar el silencio.

Esperé a que terminara la larga pausa para poder obtener una respuesta de él.

Dejó caer su mano y su mirada y se quedó mirando la mesa. —Ya no siento lo mismo. No
sé qué quieres que diga.

¿Necesitaba hacer una larga pausa para decirme eso? ¿Que ya no le importaba? ¿Que no
pasaba sus noches con el corazón roto como yo?

—Entonces, ¿tu respuesta al trauma es no sentir nada en absoluto? ¿Apagar todo y herir a
alguien peor de lo que te han herido en tu vida? ¿Esa es la clase de cobarde que eres?

—No tienes ni idea de lo que he pasado...

— ¡Porque no me lo dirás! —Levanté la voz y me acerqué, tan furiosa que no pude


quedarme quieta—. Dime lo que pasó, Derek. Cuéntame lo que pasó con Tabitha y Kevin.

No me miraba. —No te debo una explicación.

—Vaya. —Sacudí la cabeza—. Nunca pensé que fueras un imbécil, sin importar lo que
hiciste, lo que dijiste, lo que pasaste. Pero ahora... sí creo que eres un gilipollas. Eres el mayor
gilipollas que he conocido.

Levantó la mirada y me miró, sus ojos duros como si no significaran nada para él.

—Derek, he sido paciente y te perdoné en innumerables ocasiones. Pero si sigues con esta
mierda por mucho tiempo, vas a perder la oportunidad de arreglar esto. No esperes que
espere hasta que saques la cabeza del culo. No me importa si eres el amor de mi vida.
Merezco algo mejor que eso, y si no vas a ser lo que yo merezco, entonces seguiré adelante.

Estuvo callado durante mucho tiempo, sólo con respecto a mí.


Esperaba que el amor duro lo sacara de esto. Lo dije en serio, y no fue una estratagema
para obtener su reacción. Pero esperaba que le hiciera entrar en razón.

Su respuesta fue un cuchillo en el corazón. —Quiero que sigas trabajando para mí. Eres
buena en tu trabajo. Pero tal vez no deberíamos interactuar más. Ronnie puede llevarte al
trabajo, y yo conduciré yo mismo. Podemos comunicarnos por correo electrónico. Como si la
conversación hubiera terminado, dejó caer su barbilla y volvió al trabajo.

Fue una suerte que mirara hacia abajo porque mis lágrimas eran incontrolables. Se me
llenaron los ojos y se derramaron sobre mis pestañas y cayeron por mis mejillas. No las sorbí
ni las limpié. Me di la vuelta y me fui, sin querer que él viera cómo me había hecho pedazos
con su dolorosa indiferencia.

No quería que viera cómo me había arruinado.

No es que le importara si lo sabía.

Lizzie leyó el libro de Derek en el sofá frente a la televisión. — ¿Mamá? ¿Cuándo vamos a
ver a Derek la próxima vez? Siento como si no lo hubiéramos visto en mucho tiempo.

Me quedé en el sillón, sintiéndome absolutamente entumecida, de la misma manera que


Derek debe sentirse ahora, como si fuera imposible sentir nada más que este sutil estado de
cruda depresión. —Sólo ha estado ocupado. Lo veremos pronto. —No le mentí a mi hija para
comprarle más tiempo a Derek. Su fría destitución me dijo que no iba a salir de esto nunca.
No tuve el corazón para decírselo, para empezar a hablar de ello, porque estallaría en
lágrimas y sollozaría delante de Lizzie.

Lizzie dejó de leer y giró la cabeza para mirarme. —Mamá, ¿estás bien?

—Sí. —Mantuve mi voz controlada—. Sólo estoy cansada.

Continuó estudiándome, sus ojos se estrecharon como si no me creyera. — ¿Estás segura?


Porque te ves...

—He dicho que estoy bien, Lizzie. —Le hablé bruscamente a mi hija cuando estaba
mostrando preocupación, pero realmente quería que las preguntas cesaran, para que dejara
de hurgar en mi herida que aún estaba fresca y roja... a punto de desangrarse por todas partes.

Pero me hizo sentir peor, tratarla de esa manera.

Y eso me hizo odiar a Derek, odiarlo por lo que me había hecho.

Tal vez manejaría mejor mi angustia si se me hubiera roto el corazón antes. No me


enamoré en la universidad o en algún otro momento de mi vida adulta. Fue la primera vez
que me pasó, en la cúspide de los treinta, y fue muy difícil experimentarlo. Era como la
varicela, que era manejable de conseguir de niño, pero una absoluta tortura de adulto.

Y esto era una tortura absoluta.


3
DEREK
Papá me envió un mensaje de texto. ¿Quieres venir a cenar esta noche?

Tengo mucho trabajo que hacer. La próxima vez. Me lo pidió la semana pasada y lo dejé pasar,
y luego lo hice de nuevo esta semana. Cada vez que me lo pedían, seguía haciendo lo mismo
hasta que dejaron de pedírmelo.

Estamos planeando hacer la Navidad en la cabaña. ¿Estará bien?

Claro. No iba a ir a la Navidad. Ni siquiera sabía cuándo era la Navidad. Cogí mi teléfono
y comprobé la fecha. Jesús, fue en menos de una semana.

¿Emerson y Lizzie se unirán a nosotros?

Miré ese mensaje e inmediatamente me sentí irritado. Sabía que este tema saldría
eventualmente. Deseaba poder decir que se había acabado y terminar con ello. Pero si le decía
la verdad, terminaría en una llamada telefónica... y una conversación... y otra conversación.
Le preguntaré.

De acuerdo. Te quiero.

Yo también te quiero.

— ¿Ya no se están viendo tú y Emerson? —Jerome se paró a mi lado e hizo la pregunta


mientras sus ojos estaban en su trabajo.

La pregunta me hizo perder la concentración. — ¿Por qué?

—Ella ya no viene aquí excepto para traer el almuerzo, y... tú estás diferente.

—Estoy bien.

—Entonces... ¿se están viendo o no?

Seguí trabajando. —No.


Jerome era tranquilo y silencioso. — ¿Estás bien?

—Estoy bien. —Seguí trabajando.

— ¿Estás seguro? Porque desde el cohete...

Me quebré. —Si quieres salir con ella, adelante. Me importa un bledo, Jerome.

—Uh, no es por eso que estoy preguntando. —Se alejó un poco, como si sintiera que
necesitaba darme espacio—. Sólo estoy comprobando para asegurarme que estás bien. Eso
es todo. Y no parece que lo estés.

—Dije que estaba bien. —Levanté mi barbilla y lo miré, dándole una mirada fría que le
advirtió que no presionara esto—. Tenemos muchas cosas que hacer antes de las vacaciones
de Navidad, ¿podemos concentrarnos?

—Sí, claro.

Me senté solo en el almacén, trabajando en el todoterreno en el que pensaba trabajar en


Navidad. No quería hacer un viaje a la cabaña con mi familia. El chocolate caliente y las largas
conversaciones sonaban espantosas ahora mismo.

Sus talones golpeaban contra el suelo cuando se acercaba a mí.

— ¿Derek? —Su voz era firme y profesional.

Levanté la barbilla y la miré porque era la primera vez que hablábamos esa semana.

Su mirada estaba asqueada, como si tener esta conversación conmigo fuera desagradable.
—Me voy a las vacaciones de Navidad. ¿Hay algo de lo que necesites que me ocupe antes de
irme? —Sus manos se juntaron frente a su cintura, su postura corporal era completamente
diferente a la de antes.

Sacudí la cabeza.

Se dio la vuelta en el momento en que se despedía. —Que tengas una buena Navidad,
Derek.

—Sí, tú también.

Papá me envió un mensaje de texto. Hola, hombrecito. Mamá sólo quiere un recuento final.
¿Emerson viene con Lizzie?

Miré el mensaje y quise ignorarlo. No pueden hacerlo.


Oh, qué mal. ¿Tal vez podamos traerlas mañana antes de irnos? ¿Tener una pequeña celebración
de Navidad?

Mi papá estaba siendo un dolor en el trasero. Creo que tienen planes. No te preocupes por eso.

No te preocupes por eso. Mi papá lo dejó ahí.

Yo volví a trabajar.

Pero me envió un mensaje de texto otra vez. ¿Todo bien?

¿Cómo se dio cuenta de eso a través de un mensaje? Sí. Sólo ocupado.

Porque siento que hay algo mal, Derek. ¿Estás seguro?

Sí, hablaré contigo más tarde.


4
EMERSON
Llevé a Lizzie a comprar regalos de última hora para sus abuelos. Ganó un poco de dinero
durante el año haciendo tareas en la casa y la ocasional recaudación de fondos en la escuela,
y fue muy dulce que guardara sus limitados fondos para los regalos de Navidad al final del
año.

Caminó por la tienda y suspiró para sí misma. —Ugh, comprar es difícil.

Me moví con ella, con las manos en los bolsillos. —A la abuela y al abuelo les gustará
cualquier cosa que les consigas. No te estreses por ello.

—No, ya sé lo que les voy a comprar. —Lizzie se detuvo frente a una exhibición de tazas.
Había diferentes logos en cada una de ellas. ¡Mejor profesor del año! ¡Mejor papá! ¡Mejor jefe! —
Estoy buscando algo para Derek. ¿Qué tal esto? —Se llevó el mejor maestro.

Me congelé en el lugar, y como una bola de demolición me golpeó, me rompió en pedazos,


me desgarró el estómago, me dejó tan destruida físicamente como me sentí emocionalmente.
Me tomé la boca y sollocé instantáneamente, justo en el medio de la tienda, sintiendo
realmente el dolor que tanto me había esforzado en luchar.

Lizzie se sorprendió tanto que dejó caer la taza al suelo y el mango se astilló. — ¿Mamá?

Ni siquiera podía estar de pie. Me agaché hasta el fondo de la estantería y me senté allí,
rompiéndome delante de mi hija, golpeada tan fuerte por su gesto que me mató. Me mató
que me hubiera dejado. Me mató que mi hija lo amara, y que él la hubiera dejado. Me mató
que pasáramos el Día de Acción de Gracias con su familia, y que ahora nos abandonara por
Navidad.

—Oh Dios mío... —Lizzie se movió a mi lado y me rodeó con su brazo—. Mamá, ¿qué está
pasando ahora mismo? Estás llorando... Nunca lloras. ¿Qué es lo que pasa?

Me puse las manos sobre la cara e hice lo posible por reducir la respiración, pero fue inútil.
No pude llegar a un nivel de control. Estaba demasiado destrozado para entrar en razón.
Lloré en medio de la tienda. —Derek... rompió conmigo.

Lizzie estaba quieta, mirándome a la cara, viendo a su madre llorar.


—Oh...

Cerré los ojos y traté de calmarme, de ordenar mis cosas y no parecer una persona tan
débil. Sólo le mostré fuerza a Lizzie para que fuera fuerte a medida que pasaba por la vida.
Pero ahora, ella tenía que ser testigo de un colapso. —Lo siento... —Me obligué a cerrar los
ojos y contener la respiración por unos momentos para que las lágrimas se detuvieran. Luego
me volví hacia ella.

Lizzie también estaba llorando. —Mamá, está bien.

Verla llorar me hizo llorar. —Cariño... —Sabía que no estaba llorando porque Derek se
había ido. Lloraba porque yo lloraba, porque le dolía verme así, verme desmoronarse por
primera vez en toda su vida.

—Mamá. —Me abrazó y me sostuvo en la tienda, llorando conmigo, sollozando a mi lado,


sosteniéndome cuando no tenía a nadie más para sostenerme. Ella estaba ahí para mí cuando
no debía estarlo, porque el hombre que se suponía que estaba ahí decidió abandonarme, para
herirme más allá de la reparación, para herirme de la manera en que el mundo lo había herido
a él.

Lizzie dejó de leer sus libros.

Yo no le había pedido que lo hiciera.

Tampoco preguntó por él. Era demasiado amable conmigo, haciendo sus tareas y las mías,
haciéndome la cena, siendo positiva en lugar de quejarse como solía hacer. Se acurrucó
conmigo en el sofá.

Era la mejor amiga que necesitaba.

Lo había pensado muchas veces en los últimos doce años, pero ella era realmente lo mejor
que me había pasado.

Mi teléfono se iluminó con un mensaje de texto... de Deacon.

Supuse que ya sabían lo que había pasado, pero su mensaje decía lo contrario. Emerson,
siento que Derek ha estado un poco apagado últimamente. Sé que su cohete no tuvo éxito, y esperaba
que estuviera un poco distante por eso... ¿pero eso es todo? ¿Es por la boda?

Leí el mensaje muchas veces, mis ojos se llenaron de lágrimas porque los extrañaría mucho
a ambos. Eran tan cariñosos y cálidos, y realmente podía imaginarlos como mis suegros,
como los abuelos de Lizzie.

Casi no le respondí el mensaje. Fue demasiado duro.


Derek no les había dicho la verdad, y en vez de esperar que fuera porque podríamos volver
a estar juntos, sabía que era sólo porque no quería hablar de ello. Nunca quiso hablar de
nada. Derek rompió conmigo hace un par de semanas.

Los tres puntos no aparecieron.

Probablemente necesitaba algo de tiempo para procesar lo que yo había dicho.

No me respondió el mensaje.

Pero luego llamó.

Su nombre apareció en la pantalla, la pantalla iluminando la sala de estar.

Entré en mi habitación y cogí la llamada. —Hey... —Me senté a los pies de la cama en la
oscuridad, el sonido del televisor aún es fuerte desde el salón.

Deacon habló con preocupación. —No tenía ni idea, Emerson. Derek no mencionó esto.

—Eso no me sorprende.

— ¿Por qué?

—Simplemente no le gusta hablar de las cosas. —Mis ojos se humedecieron cuando


escuché su voz porque se sentía como un padre para mí, un suegro que me encantaría tener.

—Tienes razón... él no lo hace.

—Así que... —No sabía qué decir. No quería decir adiós. Amaba a sus padres—. Yo
realmente...

— ¿Podemos ir? —Preguntó Deacon—. Cleo y yo tenemos regalos para ti y Lizzie, y nos
encantaría pasar un tiempo contigo. Nos vamos a la cabaña mañana. Pregunté si tú y Lizzie
vendrían, y Derek dijo que tenías planes... Ahora me doy cuenta que era una mentira.

—Me... me encantaría verte. Pero no sé si es una buena idea. Yo sólo... —Cerré los ojos y
sentí las lágrimas correr por mis mejillas—. Estoy pasando por un momento muy difícil, y no
creo que...

—Todavía eres familia para nosotros, Emerson. No sé qué pasó, pero creo que tengo una
idea. Y si mi hijo ha elegido ser un idiota, eso no significa que no podamos elegir verte. Por
favor.
Me conmovió que quisiera venir aquí y pasar tiempo con nosotros, para consolarnos en
vez de correr hacia su hijo. Sabía que su hijo nos había abandonado a los dos, y eligió
intervenir y estar ahí para nosotros... porque su hijo había fracasado. —Está bien.

—Genial. Estaremos allí pronto.

Abrí la puerta y miré a Deacon y Cleo, que estaban ahí con regalos en sus brazos, envueltos
en sus abrigos porque hacía frío esta noche. Ver sus caras me hizo sentir mejor, pero también
me hizo sentir peor en otros aspectos. —Pasen.

Entraron en mi pequeño apartamento. Teníamos un arbolito en la esquina que estaba


iluminado con luces y adornos, y la televisión mostraba una película clásica de Navidad.

Lizzie entró en la sala y los miró a ambos, pero también miró más allá, como si esperara
que Derek apareciera. Era obvio que estaba triste por la partida de Derek, que lo echaba de
menos aunque estaba enfadada con él por hacerme daño. Era exactamente lo que yo no
quería que pasara, que mi hija se encariñara con alguien que no estaría para siempre.

Nunca perdonaría a Derek por eso.

—Hola, Lizzie. —Deacon colocó los regalos bajo el árbol y luego se inclinó para abrazar a
Lizzie—. Feliz Navidad. —Abrió sus brazos y la abrazó, dándole un largo abrazo. Lizzie
cerró los ojos mientras lo abrazaba.

Cleo dejó los regalos y luego se volvió hacia mí, con el corazón roto en los ojos, como si
estuviera lastimada por mí, lastimada por ella misma y lastimada por su hijo.

Deacon se alejó y se frotó los brazos. — ¿Feliz de salir de la escuela?

Ella asintió. —Sí, me encanta la Navidad. —Ella continuó hablando con él.

Cleo abrió los brazos y se acercó a mí. —Cariño...

Me acerqué a su abrazo y cerré los ojos, haciendo lo posible por no llorar, para aceptar su
calor como un regalo en lugar de un doloroso adiós. La apreté con fuerza y sentí la pérdida,
sentí que estaba perdiendo algo más que a Derek.

—Siento mucho todo esto. —Me apretó antes de dejarme ir.

No me atreví a hablar, así que asentí con la cabeza.

—Os he traído algo. —Abrió su bolso y sacó mezcla de cacao caliente y los mismos
malvaviscos que había tomado en la cabaña—. Sé cuánto le gustan a Lizzie.
Se los quité de la mano y asentí con la cabeza. —Gracias.

Deacon terminó de hablar con Lizzie y luego vino a mí.

Cleo se cambió y se movió para saludar a Lizzie. —Hola, cariño. Estás aún más guapa que
la última vez que te vi.

Deacon dejó de sonreír y me miró con dolor, como si pudiera sentir lo que yo sentía, como
si fuera tan amable que pudiera sentir el dolor de los demás. Me dio más compasión que su
propio hijo. Se movió hacia mí y me dio un cálido abrazo, sosteniéndome como mi padre me
sostenía, dándome amor sin decirlo. Me frotó la espalda antes de alejarse. —Hablaré con él.

Sacudí la cabeza. —Está bien... se acabó.

Sus ojos se entrecerraron. —Hablaremos de ello más tarde. Por ahora, abramos algunos
regalos y hagamos un poco de cacao caliente.

Asentí con la cabeza. —Eso suena muy bien. —Mis ojos empezaron a crecer.

Sus ojos se ablandaron de una forma nueva, y movió su mano hacia mi hombro y me dio
un apretón reconfortante. —Todo estará bien, cariño. Quiero mucho a mi hijo, pero no vale
la pena su dolor.

Lizzie bebió tres tazas de cacao caliente, abrió todos sus regalos y pasó una gran noche.
Incluso sin Derek, se animó y sonrió, tan feliz de pasar tiempo con Deacon y Cleo porque
tenía su propia relación con ellos.

Cuando la noche se hizo más profunda y ella tuvo sueño, se despidió de ambos con un
abrazo y luego se fue a la cama.

Deacon y Cleo se quedaron en la mesa del comedor con sus tazas, como si quisieran tener
una conversación sobre Derek antes de irse, aunque eran casi las diez de la noche y mañana
era Nochebuena.

Me senté frente a ellos y suspiré. —No sé lo que pasó... Fue todo. Me habló de su madre,
del mensaje de voz que dejó, y del ataque al corazón que tuvo después... el cohete... Y luego
se molestó por algo que hice...

— ¿Qué hiciste? —Cleo preguntó suavemente.

Fue un poco incómodo, pero les dije la verdad. —Derek y yo compartimos documentos
entre nuestros ordenadores porque yo edito sus libros. No se dio cuenta que había
compartido un documento privado conmigo, una historia que escribió sobre mí, y lo leí... y
nunca se lo dije. Cuando se dio cuenta, estaba muy molesto. Dijo que violé su privacidad. Lo
hice, pero no quise hacer ningún daño con ello. Y no le había contado lo de Lizzie hasta
después que me dijera lo que sentía por mí, y él también pensó que era una traición.

Deacon dejó caer su mirada. —Nada que no pueda ser perdonado.

—Bueno, él se siente diferente, —le susurré.

—Y entonces él simplemente... ¿lo terminó? —preguntó Cleo.

—No. Parecía que podía superarlo. Le pregunté si quería terminar las cosas, y dijo que no.
Luego fuimos a la cena de ensayo de Ryan y todo parecía estar bien. Pero fui al baño, y
cuando volví, había golpeado a un tipo hasta dejarlo inconsciente, y una chica estaba allí, y
luego salió furioso... y me dejó en el hueco de la escalera. Esa es la esencia de esto.

Deacon cerró los ojos y suspiró. —Jesús.

Cleo reaccionó de la misma manera, apretando los labios como en la escena que acabo de
describir.

—Le pregunté sobre ello en el hueco de la escalera, pero no me respondió. Sólo dijo que
no quería seguir en una relación. Yo estoy ahí de pie sollozando, y él está desprovisto de toda
emoción.

Cleo sacudió la cabeza.

—Le di algo de espacio durante unos diez días, asumiendo que entraría en razón después
que esta... cosa... pasara. Pero actuó como si yo no existiera en el trabajo, no me hablaba, como
si yo fuera el que había hecho algo, y cuando finalmente lo confronté, actuó como si no le
importara nada... y sólo quería que dejara de hablar. —Las últimas semanas habían sido las
más difíciles de toda mi vida. Estaba tan desconsolada, más que desconsolada, pero no había
una palabra para describirlo—. Es una persona diferente. Es como el primer día que lo conocí,
cuando era grosero, indiferente, frío... vacío. Es lo suficientemente inteligente como para
construir una máquina del tiempo, así que siento que tuvo éxito y ahora estoy viviendo en el
pasado.

Deacon estuvo callado durante mucho tiempo, mirando la superficie de la mesa, su taza
de cacao caliente fría porque realmente no la tocó. Movió sus codos a la superficie y comenzó
a encorvarse, como si el peso de la situación estuviera sobre sus hombros, cuando el romance
de su hijo no era su problema. —Creo que eso es exactamente lo que pasó, menos la máquina
del tiempo.
—El estrés lo desencadenó, y volvió a ser quien era hace diez años, —dijo Cleo—. Todo
ese progreso... se perdió. Todo lo que hiciste por él... se ha ido. —Dejó caer su mirada, con el
corazón roto—. Esto es simplemente terrible.

— ¿Qué pasó hace diez años? —No me lo dijeron la última vez que pregunté porque era
asunto de Derek y no de ellos, pero sentí que había renunciado a su privacidad cuando
decidió ser cruel.

Deacon miró a su esposa.

Ella lo miró, asintió con la cabeza y luego se volvió hacia mí. —Derek estaba
comprometido.

Mis ojos se entrecerraron porque no me lo esperaba. No podía imaginarlo tan


comprometido con nadie... excepto conmigo. —Oh...

—Le pidió a su novia del instituto que se casara con él después de la universidad, —dijo
Deacon—. Se conocían desde la escuela primaria. Tenemos cientos de fotos de ella en
álbumes de fotos. Derek tenía un buen grupo de amigos que se mantuvieron unidos durante
toda la escuela e incluso cuando fueron a diferentes universidades. Kevin era su mejor amigo.
Solía acompañarnos en todo. Era parte de nuestra familia. Lo quería como a un hijo. —
Deacon sacudió la cabeza—. Pero en la cena de ensayo de Derek, Kevin y Tabitha hablaban
en privado en las escaleras del edificio... ...y Derek los escuchó.

—Oh no... —Sabía a dónde iba esto.

—Tabitha quería confesar su engaño a Derek, pero Kevin dijo que no debían hacerlo
porque sólo causaría daño. Ya no se acostaban, se había acabado, así que no ayudaría en
nada. —Cleo dio un largo suspiro. Derek escuchó todo eso y volvió a la fiesta y tomó asiento,
procesando todo.

—Sabía que algo andaba mal, —dijo Deacon—. Pude verlo en su cara.

—Tabitha y Kevin regresaron, —continuó Cleo—. Cenamos, y cuando llegó el momento


de hacer los brindis... Derek se volvió loco. Le contó a todo el mundo lo que había pasado, y
cuando Kevin se levantó para hablar con Derek, lo noqueó. Después de eso, salió furioso... y
eso fue todo.

—Ryan y Camille siguieron siendo amigos, así que debieron estar en la boda, —dijo
Deacon—. Habría sido la primera vez que Derek los vio o supo de ellos en una década.

—Oh, Dios mío. —Ahora todo tenía sentido—. Cada vez que Derek tenía que hacer algo
para la boda, siempre estaba de un humor muy amargo. Ahora sé por qué. Porque tenía que
ver a Kevin. A pesar de la forma en que Derek me había herido, me sentí tan mal por él,
imaginando que tenía que experimentar ese tipo de traición y humillación, saber que las dos
personas que más quería le apuñalaron por la espalda de esa forma.

—Es difícil de creer, pero Derek solía ser una persona muy optimista, amable y confiada,
—dijo Deacon—. Era cariñoso, dulce, abierto y vulnerable. Y entonces eso pasó, y él... cambió
toda su base. Nunca se recuperó. Nunca... volvió.

—Hasta que apareciste tú, —dijo Cleo—. Empezamos a recuperarlo. Estábamos tan felices
que te encontrara, que fuera feliz de nuevo, que finalmente fuera capaz de confiar en alguien
de nuevo.

Ahora comprendí por qué era tan sensible a mis defectos. Mis acciones no eran atroces,
pero eran suficientes para hacerlo sentir incómodo, para que se cuestionara las cosas. Y luego
ver a la gente que lo había marcado sólo empeoró todo. —Ojalá me hubiera dicho esto.

—Es muy difícil para él, —dijo Cleo—. Todavía lo carcome... claramente.

—Sí. —Ahora comprendí por qué pasó la última década teniendo aventuras sin sentido y
yendo a fiestas estúpidas. Entendí por qué era un imbécil, porque se negaba a sentir nada. Se
lanzó al trabajo, lo único que se permitía cuidar. Cuando la mierda se puso en marcha, volvió
a eso, dejó de preocuparse por todo, incluso por mí.

—Hablaremos con él, —dijo Deacon—. Resolveremos esto.

Sacudí la cabeza. —No creo que haya nada que puedas hacer. Me llevó seis meses llevarlo
a ese nivel en primer lugar, y no creo que pueda volver a suceder. Y aunque pudiera, no creo
que lo intentara porque él retrocedería en cuanto hubiera un bache en el camino. Esa
confianza está rota. Me ha hecho daño. No hay vuelta atrás ahora. Ha pasado demasiado
tiempo. Le dije que no lo esperaría y que no tardaría en recobrar el sentido, y eso cayó en
saco roto. —Miré hacia abajo en mi taza—. Amaba a ese hombre con todo lo que tenía. Es el
amor de mi vida, siempre será el amor de mi vida. Fue una bendición tanto para Lizzie como
para mí. Pero... se ha ido. Ese hombre ya no existe. Lo siento, pero no va a volver.
5
DEREK
Era la mañana de Nochebuena cuando papá me envió un mensaje de texto. Estamos aquí
para recogerte.

Mis cejas se arrugaron cuando leí el mensaje. Ni siquiera estaba en mi casa ahora mismo.
Estaba en el almacén a las afueras de la ciudad. ¿Creí que estaba conduciendo solo?

Si estuvieras conduciendo solo, estarías en casa ahora mismo, ¿no?

Joder... Él lo sabía.

Estaremos aquí cuando vuelvas.

—Jesús. —Empaqué mis cosas y conduje de vuelta a la ciudad, me llevó casi una hora
porque el tráfico era una locura ya que todo el mundo estaba viajando ahora mismo. Aparqué
en el garaje subterráneo y luego tomé el ascensor hasta mi piso. Cuando me acerqué a la
puerta, sabía que estaban dentro, así que no me molesté en poner la llave en la cerradura.

Ya estaba abierta.

Con mi mochila al hombro, entré en mi casa y vi a mi padre sentado en el sofá. Mamá


estaba en la cocina, cocinando. Se recostó contra los cojines, un tobillo apoyado en la rodilla
opuesta, el codo en el reposabrazos y los nudillos apoyados en la mejilla. Me echó una mirada
que no pude describir porque nunca la había visto antes.

Mamá no dijo algo alegre desde la cocina. Sólo siguió trabajando.

Papá tampoco me saludó. No se levantó del sofá y me abrazó. No dijo Feliz Navidad.

Suspiré antes de poner mi mochila en la mesa y me quité la chaqueta y la puse encima. —


Ni siquiera he empacado, así que ustedes deberían seguir adelante...

—Siéntate. —Mi padre no estaba de humor para mis excusas.

Me sentí como un niño otra vez. Era como si hubiera roto las reglas que sabía que no
debían romperse. No había manera de salir de eso, así que me mudé al otro sofá y me senté
frente a él. Era mejor terminar con esto, arrancar la venda y seguir adelante. El sonido de las
ollas y sartenes en uso todavía se escuchaba desde la cocina mientras mamá seguía
preparándome algo antes que nos pusiéramos en camino.

Papá se reposicionó así que se sentó en el borde del sofá con las manos juntas, sus
antebrazos descansando sobre sus rodillas. Llevaba un jersey verde oscuro y vaqueros
negros, con su barba tupida porque dejó de afeitarse una vez que no tuvo que ir más a la
oficina. Me miró fijamente con ojos duros, mostrando una pizca de ferocidad. — ¿Algo que
quieras decirme?

Apreté la mandíbula ligeramente y me mastiqué la parte interior de la mejilla mientras


consideraba la pregunta. —No. Porque es obvio que ya lo sabes todo... ya que fuiste a mis
espaldas y te involucraste en algo que no te incumbe en absoluto. —Sabía que sólo le
importaba, pero yo era un hombre adulto, y no necesitaba que mi padre se involucrara en mi
vida amorosa.

No tuvo una reacción abierta, pero el sutil cambio en sus ojos mostró lo irritado que le hizo
esa respuesta. —No tendría que hacerlo si mi hijo no me mintiera. No tendría que preguntarle
a nadie más sobre el bienestar de mi hijo si mi hijo fuera transparente conmigo. No hemos
sido más que un apoyo para ti desde siempre, así que ¿por qué sigues escondiéndote de
nosotros?

Miré fijamente al suelo.

—Te hice una pregunta.

Levanté mi mirada y lo miré. —Otra vez. No es asunto tuyo.

Sus cejas se arrugaron lentamente, como una ofensa. —No, tu vida amorosa no es asunto
mío. Pero destruir tu vida pieza por pieza, maldita sea, es asunto mío. Ser un imbécil y tratar
de alejarme como hiciste con todos los demás no va a funcionar conmigo, así que, ¿qué tal si
cortamos la mierda?

Me callé porque nunca me había hablado así antes.

Mantuvo su mirada dura, mirándome como si fuéramos enemigos en vez de padre e hijo.

Los ruidos de la cocina se detuvieron, como si hubiera terminado de cocinar y ahora sólo
escuchaba.

Aun así no parpadeó. —Intentemos esto de nuevo.

Absorbí su dura mirada en mi piel, sintiéndome como si estuviera en un juicio. —


Simplemente no estaba funcionando. Eso es todo. No quería estar más en esa relación, así
que la terminé.
—Derek, no hagas esto. —Sacudió la cabeza—. Te vas a arrepentir.

—Han pasado tres semanas, y todavía no me arrepiento. Así que...

—Te golpeará cuando menos lo esperes. Confía en mí, lo sé.

Aparté la mirada.

—Tu madre hizo algo que no me gustó, y me hizo sentir incómodo. En lugar de ser un
hombre y resolver nuestros problemas como lo hacen las parejas, la dejé. Mientras me daba
la espalda, su mundo se desmoronó. La abandoné cuando más me necesitaba. Eso no es lo
que hacen los hombres. No le dan la espalda a las mujeres que aman. No cometas mis errores,
Derek.

—No es lo mismo.

—Porque sólo buscabas una excusa. Sí, ya me di cuenta de eso.

Lo miré de nuevo.

Su voz bajó, se suavizó. —Entiendo que las cosas se han acumulado en tu contra
recientemente. Es mucho para que cualquiera lo maneje. Es comprensible. Pero sabotear lo
mejor de tu vida no es la respuesta. Siento lo de tu cohete. Sé cuán personalmente te lo has
tomado. Siento lo de Valerie, pero aun así no fue tu culpa. Tuvo un ataque al corazón porque
era una gran bebedora y tomó pastillas recetadas, según la autopsia. Si no hubiera sucedido
entonces, habría sucedido más tarde, ya sea en semanas, meses o un año. Y Kevin y Tabitha...
—Sacudió la cabeza—. No puedo ni imaginar lo difícil que fue para ti. Te admiro por dejar
de lado tus sentimientos y estar ahí para Ryan. Eso fue encomiable. Pero es un mal momento
ahora mismo. Apartar a la mujer que te ama por ti no es la respuesta.

—Papá, he escuchado todo lo que has dicho. Pero eso no cambia la forma en que me siento.
—No estaba en el mismo lugar donde solía estar. Estaba harto de toda la mierda de la vida,
y vivir una vida de entumecimiento tenía mucho más sentido. Simplemente ya no era la
misma persona—. No quiero estar en una relación. No quiero estar más con Emerson. Sólo
quiero estar solo. —Había funcionado para mí durante los últimos diez años, y no estaba
seguro de por qué había cambiado todo en primer lugar.

La expresión de mi padre cambió lentamente, convirtiéndose en una mirada descarnada


de decepción. —Derek...

—Entiendo de dónde vienes. Te he escuchado con una mente abierta. Pero eso no cambia
la forma en que me siento. —Sabía lo que mi padre quería, pero eso no significaba que yo
tuviera que quererlo—. Tú y mamá son perfectos juntos, y eso es genial. Pero eso no es para
todo el mundo.

—Pero es para ti... con Emerson.

Sacudí la cabeza. —No quiero casarme nunca. —Nunca me comprometería con una mujer
mientras viva. Era rico y guapo, e incluso cuando llegué a los sesenta, todavía podía
conseguir mujeres jóvenes y atractivas sin problemas.

—Tal vez deberías ver a un terapeuta para resolver estos problemas...

— ¿No querer estar en una relación significa que hay algo malo en mí? —Pregunté
incrédulo—. Estás siendo muy cerrado de mente.

—No. Sólo sé que te mereces más...

—Pero no lo quiero. Siento haberte hecho daño, Emerson. De verdad, lo siento. Pero así es
como sucede a veces.

Ladeó una ceja mientras me miraba. — ¿Así es como funciona?

—Me rompieron el corazón. Nos pasa a todos.

No dijo nada, pero sacudió la cabeza ligeramente, más hacia sí mismo que hacia mí.

— ¿Hemos terminado con esta conversación? —Quería seguir adelante, continuar con mi
vida, olvidar este período de prueba en el que intenté ser algo mejor y me explotó en la cara.

Papá se frotó las palmas de las manos mientras las miraba, haciendo una larga pausa
mientras organizaba sus pensamientos antes de compartirlos conmigo. —Derek, esto es lo
más importante que voy a decirte. Espero que te lo tomes en serio. Y después que lo diga, te
dejaré en paz.

—Está bien. Finalmente, el final.

Levantó la barbilla y me miró a los ojos. —Realmente creo que Emerson es la mejor
persona para ti si quieres pasar tu vida con alguien que realmente te entienda, te acepte por
lo que eres, que nunca te traicione como lo hicieron Tabitha y Kevin. Pero la jodiste mucho
con ella, y el amor que una vez fue incondicional se está desvaneciendo... desvaneciendo. Si
no haces algo pronto, como hoy, perderás cualquier oportunidad de hacer esto bien para
siempre. Vas a perderla para siempre, y ninguna cantidad de disculpas volverá a ganarse su
confianza. Me temo que vas a despertar de esto en algún momento del futuro... pero será
demasiado tarde. No quiero verte pasar por eso, tener otro arrepentimiento en tu vida que te
perseguirá para siempre. Así que... por favor... piénsalo bien.
No necesitaba pasar otro minuto pensando en ello. Sabía cómo me sentía en el momento
en que terminé las cosas con ella. No necesitaba auto-reflexión. Lo que se hizo, se hizo. —Iré
a empacar mis cosas, y nos pondremos en camino.

Era obvio que todos en la familia sabían de mi situación. Nadie preguntó por Emerson, se
mantuvieron alejados de temas candentes como el cohete y la boda, y todos me trataron como
si fuera un frágil jarrón que se rompería si no se manejaba con cuidado.

La abuela hablaba sobre los eventos de su vida, y el tío Tucker me contó sobre su tiempo
en el hotel. Ahora era el gerente corporativo, así que se ocupaba principalmente del papeleo
en lugar de las actividades diarias del hotel, que se perdía.

Hablaban de sí mismos en lugar de preguntar por mí.

En Nochebuena, mis primos hicieron que sus hijos abrieran algunos regalos, así que nos
sentamos juntos en la sala y los vimos rasgar el papel de envolver y exclamar encantados
cuando recibieron los juguetes. Bebimos vino y cacao caliente mientras el árbol brillaba en la
esquina y la televisión mostraba un maratón de películas navideñas.

A medida que avanzaba la noche, la gente se acostaba, la noche se profundizaba hasta las
dos de la mañana. Yo era el último en el salón, mirando a la ventana con los ojos
entrecerrados porque estaba seguro de haber visto algo.

Nieve.

Dejé mi copa de vino y salí a la cubierta trasera.

Los copos de nieve bajaron lentamente del cielo oscuro, aterrizando en el suelo y
derritiéndose rápidamente porque no había suficiente polvo acumulado para mantenerlo
frío. Pero luego comenzó a caer con más fuerza, cubriendo el suelo con un manto blanco.

—Vaya, nieve en Nochebuena. —Dex apareció a mi lado, con su grueso abrigo y las manos
en los bolsillos—. Todo ese vino no me va a mantener caliente. Quizás debería haber elegido
el cacao caliente en su lugar.

Vi caer la nieve, escuchando el silencio absoluto que acompañaba al invierno. Mi aliento


comenzó a emerger como un vapor espeso, dos corrientes que salían de mis fosas nasales.
Dejé mi chaqueta dentro y sólo usé mi suéter, pero la fría temperatura era agradable para mi
cálida piel.

—Todo el mundo quiere una Navidad blanca, —dijo Dex—. Bonita, ¿eh?
—Sí.

Estuvo a mi lado durante mucho tiempo, viendo caer la nieve.

— ¿Cómo está el hospital?

—Se vuelve tranquilo antes de Navidad. Las cirugías no se programan porque los médicos
se van de vacaciones, y los pacientes tampoco quieren recuperarse en Navidad. Es la única
época del año en la que puedo tomarme un descanso porque sé que no me pierdo nada.

—Tiene sentido.

—He leído tu nuevo libro.

— ¿Sí? Pareces demasiado ocupado para leerlo.

—No si mi hermano es el autor. Y creo que es el mejor de la serie.

— ¿El mejor?

—Sí. Sentí que tu escritura se profundizó, se hizo más emocional, tuvo ese toque
existencial que no puedo explicar. Pero fue tu mejor trabajo, sin duda alguna. Y basándome
en las críticas que he visto, no soy el único que lo piensa.

Continué mirando fijamente la nieve.

— ¿Crees que será un espectáculo o una película o algo así?

Me encogí de hombros. —Ni idea. Tal vez.

—Sé que se supone que debo darte tu regalo mañana, pero pensé en dártelo ahora. ¿Está
bien?

—Sí, claro.

Volvió a entrar y lo recuperó antes de dármelo.

Era un artículo ligero y rectangular. Rompí el envoltorio y lo metí en mi bolsillo antes de


examinar el marco que contenía una foto de nosotros dos en mi firma de libros. Nos
parecíamos mucho pero aun así teníamos diferencias obvias.

—No espero que lo pongas en tu mesita de noche ni nada, pero más vale que esté en un
buen lugar.

—La pondré en la sala de estar. —Me volví hacia él—. Gracias, hombre.
—Seguro. —Me dio un abrazo de un solo brazo—. Feliz Navidad.

—Sí... Feliz Navidad. —Volví a mirar la foto antes de tenerla a mi lado.

Estuvimos tranquilos durante mucho tiempo, disfrutando de la nieve, el silencio, la


quietud que sólo se produce una vez al año.

—Así que... —Dio un suspiro que hizo que su aliento saliera como una larga corriente de
vapor—. Papá nos dijo que no lo mencionáramos, pero... ya me conoces. Nunca lo escucho.
¿Estás bien? Pareces un poco... sombrío.

—Estoy bien. —Era mi respuesta a todo, bien ensayado.

— ¿Sí? Porque hablaste de Emerson como si fuera el amor de tu vida... y obviamente eres
el de ella.

—A veces las relaciones no funcionan, Dex.

—Pero ese no fue el caso, ¿verdad? Simplemente te quebraste.

Me volví hacia él, sorprendida de que fuera tan franco al respecto. —Tal vez deberías
seguir el consejo de papá.

—Sí, probablemente debería. Pero me importas demasiado como para hacer eso. Me senté
allí y te dije que no quería sentar cabeza, y tú me dijiste que estaba equivocado, que
encontraría a alguien...

—Y me equivoqué, Dex. ¿Es eso lo que quieres que diga?

Probablemente todos estaban dormidos dentro de la casa, así que bajé la voz aunque no
quería. —Estaba jodidamente equivocado. Ahí lo tienes.

Sacudió la cabeza. —No, eso no es lo que quiero que digas, Derek.

—Vas a ser un cirujano rico en Manhattan. Gasta tu dinero en alcohol y tu tiempo en


mujeres. Ese es mi consejo para ti.

— ¿Qué hizo Emerson...?

—Nada.

— ¿Entonces por qué le hiciste esto?

Lentamente volví mi mirada hacia él.


—Ella parecía ser la verdadera, hombre. Parecía que ambos eran realmente felices. ¿Ver a
tu ex realmente te afectó tanto? ¿Por qué no fuiste allí con tu mujer y no te importó un bledo?
Eso es lo que deberías haber hecho.

—Cállate, Dex.

Sus cejas se elevaron por encima de su cara. —Si no fueras mi hermano, te golpearía en la
cara ahora mismo.

—Pégame. Me importa un bledo. Hace tanto frío que no lo sentiré de todas formas.

—No. —Se dio vuelta para volver a entrar—. Estás tan jodidamente frío que no lo sentirás.
6
EMERSON
Fue mi peor Navidad. Había un dolor constante en mi pecho que nunca dejaba de palpitar,
y mis ojos eran tan sensibles que podían derramar lágrimas en cualquier momento
inesperado. Cuando estaba sola en mi habitación, dejé que las lágrimas fluyeran y luego tomé
unas cuantas pastillas para detener la migraña antes que tomara control total.

La ruptura fue mucho más difícil de lo que hubiera sido en cualquier otro escenario porque
no parecía que Derek me hubiera dejado.

Era como si hubiera muerto.

Ya ni siquiera existía. El hermoso hombre que estaba debajo se consumió por la dura capa
exterior. Ahora, era una versión muy diferente del hombre que solía ser, como un fantasma
que todavía se quedaba atrás mientras su alma había pasado al otro lado.

Necesitaba el salario para mantener mi estilo de vida, pero no creía que pudiera seguir
trabajando para Derek indefinidamente. El tiempo pasaría y se haría más fácil, pero nunca
sería tan fácil que dejaría de temer ir a trabajar por la mañana. Siempre estaría ansiosa que el
día terminara para poder ir a casa y no oír su voz o ver su cara. Rara vez interactuaba con él
ahora, pero incluso entonces, eso era demasiado duro.

Trabajé en todos los lugares en los que habíamos tenido momentos hermosos, donde
hacíamos el amor en el sofá, comíamos hamburguesas en la mesa y teníamos una de nuestras
charlas profundas, cuando casi despidió a su otra asistente porque me trató menos de lo que
merecía. Estar en mi habitación era difícil porque hacíamos el amor en silencio pero de forma
efectiva.

Quería mudarme a otro maldito estado y empezar de nuevo.

Pero Lizzie y mis padres fueron la luz de mi vida, haciendo que la Navidad fuera especial,
haciendo lo mejor para hacerme sonreír y sentirme amado.

A pesar que había perdido al amor de mi vida, todavía tenía a mi familia.

Estaba tan agradecida por eso.


Era la víspera de volver al trabajo, y estaba sentada en el sofá, mirando la televisión,
mientras la ansiedad comenzaba a golpear mi pecho.

Mi teléfono vibraba con un texto. Hola, Emerson. Soy Dex Hamilton. Mis padres me dieron tu
número. Espero que no te importe. Sé que sólo nos vimos un par de veces, pero tú y Lizzie estuvieron
increíbles, y voy a extrañar tenerte cerca. Mi hermano sólo está siendo un imbécil... y no lo entiendo.
De todas formas, te mereces a alguien realmente genial, y espero que encuentres a alguien que
realmente te merezca. Cuídate.

Leer su mensaje me hizo llorar porque extrañaría mucho a su familia. Fue como perder a
mi propia familia. Todos eran tan amables y tan cálidos. Gracias, Dex. Nosotros también te
vamos a extrañar.

—¿Mamá? —Lizzie debe haber visto mi reacción desde el sofá.

Levanté mi mirada y la miré. —Dex me envió un mensaje de texto. Dijo que nos va a echar
de menos.

—Oh... fue realmente genial.

—Sí, lo fue. —Dejé mi teléfono a un lado.

— ¿Crees que conseguirás otro trabajo? —preguntó.

Asentí con la cabeza. —Intenté solicitar un par de puestos, pero nadie está contratando
durante las vacaciones, desafortunadamente. Cuando la gente vuelva a trabajar mañana,
empezaré a buscar de nuevo. —Me tomaba mi tiempo porque quería un puesto que pagara
lo que Derek pagaba, o quizás un poco menos. Quería ahorrar y comprar una casa en las
afueras de la ciudad para que no nos atiborráramos más en este pequeño apartamento. Podía
viajar al trabajo para que Lizzie tuviera más espacio, y mis padres pudieran tener un jardín
que cuidar.

—Estoy seguro que conseguirás algo. Sólo que no quiero que trabajes más allí.

—Lizzie, está bien. Sigue siendo un buen trabajo.

—Lo sé, pero... —Se encogió de hombros.

Este horrible evento había sacado a relucir las mejores cualidades que Lizzie poseía. Era
cariñosa, atenta, considerada... era genial.

—También quería que supieras que... no tienes que esperar a que salga de casa para volver
a salir con alguien. Me parece bien que salgas con chicos y que tengas tu propia vida. Sé que
no funcionó con él, pero te hizo muy feliz... por un tiempo. Deberías encontrar eso de nuevo,
sólo que con alguien mejor.

Me resultaba difícil creer que hubiera un tipo mejor que Derek Hamilton ahí fuera. Sólo
serían decepciones. —Gracias, Lizzie. No estoy realmente en ese lugar ahora, pero tal vez
algún día.

Las semanas pasaron, y Derek y yo apenas interactuamos.

Me quedaba en la oficina y organizaba las cosas entre los chicos, como si yo no estuviera
allí, y Derek nunca conversaba conmigo. Nunca me preguntó cómo estaba. Nunca preguntó
por Lizzie. Su indiferencia era tan dolorosa. Solía preocuparse por mí tan profundamente,
pero ahora yo era... insignificante para él.

¿Cómo puede alguien ser tan frío?

Pero tal vez su franca indiferencia me haría más fácil seguir adelante, mantener mi ira para
ayudarme a superarlo. Luego, cuando cambié de trabajo, el último recuerdo que tendría de
él era que era un imbécil, y me olvidaría de él más fácilmente.

Las notas de Lizzie empezaron a bajar sin Derek como su tutor, y se lo tomó muy mal.
Escondió su tristeza lo mejor que pudo para que yo no saliera lastimada, pero sabía que le
molestaba. Volvió a sus viejas costumbres, eligiendo no preocuparse por la escuela como
mecanismo de afrontamiento.

Nuestras vidas se deterioraron sin Derek, por mucho que odiara admitirlo.

Hubo raras veces en las que tuve que hablar con Derek, y cada vez que eso sucedía, me
sentía mal del estómago. Era como una tortura, que me recordara su insensibilidad. Siempre
me preocupaba por él, así que me dolía verlo descender al vacío porque estaba tan dañado
por todo que no sabía de qué otra manera enfrentarlo. Pero estaba demasiado destrozada
para preocuparme por él más que por mí misma... como solía hacerlo. No había excusa para
lo que me había hecho, para la forma en que me había tirado para protegerse.

Cuando puse la comida en la mesa, Jerome y Pierre se acercaron para coger sus cosas.

Derek estaba muy atrás, trabajando en su prototipo para el rover.

—Hoy estás muy guapa, —dijo Pierre mientras me miraba con cariño en sus ojos.
—Sí, —dijo Jerome de acuerdo—. ¿Cómo va tu día?

Los chicos fueron tan amables conmigo, haciendo todo lo posible para hacerme sentir
mejor, para compensar el horrible comportamiento de Derek. —Gracias. Estoy bien. ¿Qué
hay de ti? —Probablemente vieron el vacío en mis ojos todos los días y trataron de animarme.
Fue muy dulce.

Después que terminaron de comer, volvieron al trabajo.

Me quedé allí porque tenía que hablar con Derek.

Finalmente terminó lo que estaba haciendo y se acercó, y aunque me quedé ahí en la mesa,
apenas me miró. — ¿Sí?

—No me digas que sí, joder. —Estaba harta de su actitud, y no podía soportarlo más.
Simplemente me quebré—. No quieres tratarme como un ser humano a nivel personal, bien.
Pero soy tu asistente, y merezco tener algún tipo de cortesía profesional. Así que, deja esta
mierda y sé una buena persona. Seguro que puedes hacerlo.

Se detuvo en mi arrebato, parpadeando mientras me miraba, como si no hubiera


anticipado mis comentarios mordaces. —Está bien.

—Entonces, intentemos esto de nuevo. —Crucé los brazos sobre mi pecho.

Me miró fijamente otra vez antes de encontrar una mejor respuesta.

— ¿Cómo puedo ayudarte, Emerson?

—Mucho mejor. Cielos, ¿fue tan difícil? —Estaba tan decepcionada de este hombre, no
sólo como amante, sino como persona—. ¿Todavía quieres seguir adelante con el programa
de prácticas? Tengo todos los documentos listos, pero asumo que has cambiado de opinión
sobre eso... ya que tiendes a cambiar de opinión sobre muchas cosas. —No pude resistir el
golpe. No pude contener mi ira. Había empezado a odiar a este hombre.

Hizo una larga pausa mientras consideraba la petición. —No. Hagámoslo.

—Está bien. —Me di la vuelta.

— ¿Ha vuelto Lizzie a la escuela?

Me volví y lo miré fríamente. No podía creer que mencionara a mi hija, ya que no lo había
hecho desde que me dejó en una maldita escalera.

Cuando no le contesté, volvió a hablar. —Todavía puedo darle clases particulares—.


Lancé una ceja. — ¿Por qué harías eso?

—Porque me comprometí a ello. La pasantía está diseñada para entrenar a las futuras
generaciones. Ella entra en esa categoría.

¿La habría mencionado si no mencionaba el programa de prácticas?

—Pero ahora sólo puedo hacerlo una vez a la semana. Haremos los jueves.

Quería decirle que se fuera a la mierda y que comiera mierda, pero sabía que Lizzie se
estaba deslizando en sus clases, y conseguir otro tutor no era tan fácil, no cuando él era el
mejor. Odiaba que lo necesitara para los ingresos, pero estaba trabajando para arreglarlo.
Odiaba que lo necesitara para dar clases particulares a mi hija también. Pero haría cualquier
cosa por ella, cualquier cosa para asegurarme de que tuviera un futuro brillante, y trabajar
directamente con Derek Hamilton era la mejor educación que ella iba a tener, así que dejaría
a un lado mi rabia por ella. —Está bien.

Lizzie y yo comimos juntos en la mesa. Enero estaba casi terminado y febrero en su lugar.
Hice carne asada porque era fácil. Tiré todo en la olla de cocción lenta antes del trabajo y
luego dejé que se cocine todo el día.

Todavía era sensible a mis sentimientos porque podía sentir lo triste que estaba. Continuó
ayudando en la casa y pasando tiempo conmigo.

—Derek quiere darte clases particulares de nuevo.

Dejó caer el tenedor en su tazón y me miró. — ¿Eh?

—Hoy he hablado con él. Está haciendo un programa de prácticas en la empresa y quiere
seguir ayudándote, pero dijo que sólo los jueves.

—Me estás tomando el cabello.

—No.

Puso una cara de asco. —A la mierda con eso.

— ¡Lizzie! —No podía creer que dejara salir esas palabras de su boca. A veces se le
escapaba alguna palabrota, pero nunca fue tan atroz.

—Ni siquiera me importa, mamá. No quiero su ayuda. Puede tomar su ayuda y metérsela
en su...
—Lizzie. Sólo porque estés enfadada no significa que puedas hablar así. Exprésate de
forma diferente.

—Claro. Pero no con él. No quiero que me dé clases particulares.

—Tus notas están bajando...

—Entonces déjalos caer. Mira, encontraré otro tutor. Tiene que haber alguien más que
pueda enseñar matemáticas de octavo grado además de ese imbécil.

Me di por vencido en la reprimenda.

—No. Es la última persona en este planeta de la que aceptaría ayuda. —Sacudió la cabeza
y sacó el tenedor de su tazón antes de limpiarlo con la servilleta. Entonces empezó a comer
de nuevo, todavía con una mirada de descontento.

Quería que mi hija recibiera la mejor educación, pero en ese momento, significó mucho
más que fuera tan leal a mí, que no podía importarle menos Derek Hamilton.

Presenté todos los papeles de las prácticas a Derek para que las firmara.

Leyó cada página y la colocó en la pila de aprobación.

Nada entró en la pila de rechazo.

—Está bien. —Volvió a su trabajo—. ¿A qué hora dejarás a Lizzie? — Con la cabeza gacha
y los ojos en su aparato, no me dio la cortesía de hacer contacto visual.

—No la voy a dejar. —No pude mantener el orgullo fuera de mi voz, la forma en que
Lizzie se preocupaba más por mis sentimientos que por su educación—. Le encontraremos
otro tutor. Te has librado de la culpa.

Derek levantó la mirada y me miró, sus ojos marrones mostrando su confusión. —Sólo
porque no funcionara con nosotros no significa que debas negarle a Lizzie la mejor educación
posible.

Mis ojos se entrecerraron y no pude controlar la risa sarcástica que se me escapó de los
labios. —No funcionó... No, Derek, eso no es lo que pasó. Me dejaste... en una escalera. No
reescribamos la historia. Y no es por eso por lo que rechazamos tu oferta.

No tuvo ninguna reacción a lo que dije. — ¿Entonces por qué la rechazas?


—Porque Lizzie no quiere que le des clases particulares. —Agarré los papeles y puse todo
en la carpeta antes de darme la vuelta.

— ¿Por qué?

Me di la vuelta y lo miré. —Estoy seguro que puedes averiguarlo por ti mismo, Derek.
7
DEREK
Me senté en la mesa del comedor y miré mi teléfono, debatiendo si debía hacer esto o
dejarlo en paz. Pero esto era algo que siempre me apasionaba, así que apreté el botón y
presioné el teléfono en mi oído y luego lo escuché sonar.

Sonó durante tanto tiempo que pensé que no iba a contestar.

Pero lo hizo. — ¿Qué coño quieres, gilipollas? —Tenía la voz de una niña de doce años,
pero hablaba como una mujer adulta, un infierno de rabia en su tono y no sólo en sus
palabras.

Estaba tan aturdido que no podía componer una respuesta.

—Te hice una pregunta, perra.

Maldición. —Lizzie, tu madre me ha dicho que has rechazado mi oferta de tutoría...

— ¿Por qué querría tu ayuda?

—Porque puedo ayudarte.

— ¿Y por qué coño querrías ayudarme?

Sospeché que Lizzie había entrado en el pasillo o algo así porque Emerson no la dejaba
hablar así a nadie, ni siquiera a mí. —Porque soy tu profesor, y me importa tu éxito. No
importa lo que pasó con tu madre. Nuestra relación no tiene que cambiar...

—No importa lo que pasó con mi madre... —Lizzie soltó una risa maníaca—. ¿En qué
planeta estás? La has matado, joder. Se quebró en medio de unos grandes almacenes y sollozó
porque se volvió loca. Su Navidad se arruinó. Nuestra Navidad se arruinó. Nunca he visto a
mi madre así. Es como... es como si estuviera muerta o algo así. La rompiste. Entonces, ¿por
qué carajo querría ver tu estúpida cara otra vez?

Me dolía el corazón al escucharla, al darme cuenta de la destrucción que causé.

—Nunca quise un padre hasta que te encontré. Nunca quise tener dos padres hasta que
llegaste tú. Nunca soñé con ser astronauta o ingeniero hasta que apareciste. Eras como de la
familia para nosotros, y entonces un día, decidiste que no querías ser nuestra familia. ¿Quién
hace eso?

Respiré más fuerte mientras la escuchaba, sintiendo mi estómago apretado, sintiendo el


dolor en cada parte de mi cuerpo. —Lizzie, todavía me preocupo por ti.

—Bueno, yo no me preocupo por ti. Nunca me importará el imbécil que le rompió el


corazón a mi madre. Puedes tomar tus sesiones de tutoría y metértelas por el culo. —Clic.

Bajé el teléfono a la superficie de la mesa y me tragué el nudo en la garganta. Miré


fijamente la pantalla negra y me sentí muerto por dentro, sentí un ladrillo caer en mi
estómago y aplastar mis entrañas.

Nos llevó seis semanas organizar todo para el programa de prácticas. Aceptaríamos a los
nuevos graduados. Conseguí que menos de la mitad de mis ingenieros se ofrecieran como
voluntarios a cambio de un aumento de sueldo. Eso significaba que no podíamos aceptar
tantos pasantes, pero era mejor aceptar menos estudiantes que aceptar más que fueran
emparejados con instructores que no los querían.

Mis estudiantes nunca preguntaron por mi ausencia al final del último semestre. Asignaba
las notas en base al promedio de sus exámenes anteriores y excluía un final. Probablemente
sabían que algo andaba mal, pero ninguno de ellos cruzó esa línea.

Emerson no vino a mis clases. Ya no me acompañaba a ninguna parte. Tomó el autobús


para ir al trabajo y a casa y se negó a usar a Ronnie, así que seguí dejando que Ronnie me
llevara solo al trabajo.

Al final de la clase, comencé nuestro horario de oficina, pero en lugar de esperar a que me
preguntaran sobre los problemas que asignaba, me apoyé en el escritorio y crucé los brazos
sobre el pecho. —Mi compañía está aceptando nuevos internos a partir de este verano. Es
una pasantía pagada que durará un año. Se graduarán en pocos meses, así que les sugiero
que se inscriban.

La emoción se extendió inmediatamente por el aula mientras los estudiantes se miraban


unos a otros y compartían susurros.

—Solicitud en el sitio web de mi empresa, —dije—. Y para que lo sepan, no soy la única
persona encargada de seleccionar a los internos, así que no habrá prejuicios allí. Envíen su
mejor currículum. Buena suerte. Esperé a que empezaran las preguntas sobre los problemas,
pero estaban demasiado emocionados para preocuparse por utilizar las horas de oficina. En
cambio, hablaron entre ellos.
Me volví a mi escritorio y empaqué mis cosas.

Mis estudiantes se acercaron. Tyler no estaba en la parte superior de la clase y no


necesariamente en la parte inferior, pero tenía una buena oportunidad si quería postularse.
—Dr. Hamilton, ¿cuál es el requisito del promedio de notas?

—No hay ninguno.

— ¿En serio? —preguntó sorprendido.

—Se considerarán currículums completos, no sólo las notas.

—Bueno, tuve un mal semestre hace unos años. Mi padre murió... todo se fue a la mierda.
Creo que obtuve todas las C y D. Es bueno saber que todavía tengo una oportunidad.

—Asegúrate de incluir esa explicación en tu solicitud.

—Entonces, ¿crees que tengo una oportunidad?

—No serías mi estudiante si no tuvieras una oportunidad, Tyler. Eres muy brillante.

Asintió con la cabeza. —Gracias, Dr. Hamilton. ¿Cuántos estudiantes estás tomando?

—Cuarenta.

—Oh, vaya. La competencia va a ser feroz.

—No significa que no tengas una oportunidad. Piensa de verdad en todo lo que quieres
presentar, destaca y espera lo mejor.

—Está bien. Nos vemos la semana que viene, Dr. Hamilton.

Le envié un mensaje a Ryan después de salir de la ducha. ¿Quieres salir con nosotros?

Depende. ¿A dónde vas?

Al Vudú.

Eh, paso.

¿Por qué?

Amigo, ahora estoy casado.


Solías salir con nosotros cuando estabas comprometido.

Sí, sólo que ahora es diferente. Honestamente, no me divertiría de todos modos. Tal vez me estoy
haciendo viejo, no lo sé. La música alta y las bebidas caras que se diluyen... parece más trabajo de lo
que vale.

Está bien.

¿Quieres cenar con nosotros antes de irte? Podemos hacerlo. ¿Comer algo antes de echar el alcohol?

Sí, claro.

Qué bien. Nos vemos pronto.

Dejé el ático y me reuní con ellos en el restaurante. Ya estaban sentados juntos en la cabina
cuando entré y me uní a ellos. Aún estaban en la fase de luna de miel aunque ya llevaban
casados casi tres meses. Su brazo estaba alrededor de ella, y se inclinó y la besó mientras su
mano discretamente bajaba para apretarle la teta.

Ella se rio contra su boca y luego le quitó la mano. —Ryan.

—Lo siento, es sólo un hábito.

Ignoré el comportamiento inapropiado y saludé a la camarera para poder pedir una


cerveza. —Tal vez debería haber entrado unos minutos después...

—No habría hecho la diferencia, —dijo Ryan—. Normalmente le agarro la teta cada veinte
minutos.

Camille puso los ojos en blanco.

— ¿Qué? —Ryan preguntó inocentemente—. Me casé con ellas. Puedo agarrarlas cuando
quiero.

—No es así como funciona esto, —dijo Camille—. ¿Cómo te sentirías si te agarrara la polla
todo el tiempo?

Ryan sonrió.

—Oh, no importa. —Camille agarró su cóctel y se tomó un trago.

Ryan movió las cejas. —Agárrala ahora mismo, cariño.

Ella le golpeó el brazo de nuevo.

—Vamos, me encantan tus pajas...


Ella puso su mano sobre su boca. — ¿Te quieres callar?

Con su mano aún sobre su boca, él sacudió su cabeza.

Ella se volvió hacia mí. —Entonces supongo que tendré que dejarla aquí toda la noche.

Ryan levantó su mano y le agarró la teta de nuevo.

—Oh, Dios mío. —Ella le golpeó la mano.

Me reí entre dientes mientras los miraba. — ¿Debo irme o...?

—No, —dijo Ryan—. No me importa si me ves manoseando a mi esposa. Y si te excita,


entonces tal vez pueda cobrarte.

—No creo que tenga que pagar por eso cuando se está tirando a las supermodelos todos
los fines de semana. —Camille tomó otro trago de su cóctel.

—Aunque no lo fuera, estoy bien. —La camarera me trajo mi cerveza, así que me tomé un
trago.

—Entonces, ¿todavía haces eso? —Preguntó Ryan—. La escena del club cada semana...
todo eso.

Asentí con la cabeza.

— ¿Y eso es todo? —Ryan preguntó—. ¿Sólo... lo mismo para siempre?

Camille me miró fijamente como si esperara una respuesta.

— ¿Qué más se supone que debo hacer? —Agarré el menú y lo acerqué para poder leerlo.

— ¿Entonces eso significa que Emerson se ha ido de verdad? —Ryan preguntó


tentativamente—. Sólo pensé que tal vez volverían a estar juntos.

—Deja de preguntarme sobre Emerson. —Estaba oficialmente harto—. Hemos estado


separados por casi tres meses. Se acabó. Se acabó. He seguido adelante.

Camille y Ryan intercambiaron una mirada silenciosa antes de dejarlo pasar. —Ya lo
tengo. —Ryan cogió su menú y echó un vistazo—. Tengo que conseguir los poppers de
jalapeño. Muy bien.

—Si te los comes, no comerás nada más después. —Camille sostuvo el menú frente a su
cara mientras revisaba las selecciones.
—Oh, buen punto. —Ryan echó otro vistazo—. Tomaremos la quesadilla de aperitivo, en
su lugar. Luego pediré una hamburguesa.

Me sorprendió lo mucho que Ryan comió pero aun así se mantuvo en sus treintas. —Voy
a pedir la ensalada César.

—Hablando de Roma. —Ryan dejó caer su menú—. Reservamos nuestro viaje. Iremos a
finales de mayo.

—Estamos muy emocionados, —dijo Camille—. Muchas gracias.

—Genial, —dije—. Me alegro por ustedes.

—Iremos antes que las multitudes, —dijo Ryan—. Ya sabes, porque me gusta manosear a
mi esposa en público.

Camille puso los ojos en blanco, pero la acción estuvo acompañada de una sonrisa.

Hablamos de su próximo viaje por un rato antes que la conversación volviera a mí.

— ¿Cómo va el próximo libro? —Preguntó Ryan.

—No he empezado. —No lo había pensado en absoluto—. De hecho, recibí un correo


electrónico de mi editor, pidiendo una actualización.

— ¿Qué le dijiste? —Ryan preguntó.

—Nada. —Volví a beber de mi cerveza.

— ¿Puedes hacer eso? —Ryan preguntó—. ¿Ignorarlos?

—He estado ocupado con el nuevo programa de prácticas, mis clases, mierdas como esa.
—No quería escribir el libro de todas formas. A pesar que el último libro tuvo mucho éxito,
no tenía impulso. Era como si me hubiera olvidado de los personajes.

—Pero no puedes ignorarlos para siempre, ¿verdad? —Preguntó Ryan—. ¿Qué harán?

Me encogí de hombros. —Tengo todas las cartas, así que no hay nada que puedan hacer.
O esperan hasta que termine o explotan mi bandeja de entrada. Me importa un bledo.

—Vaya. —Ryan se volvió hacia Camille—. Ojalá pudiera actuar así en el trabajo. Eso
estaría bien.

—No lo hago, —dijo Camille con una risa—. Porque tenemos que pagar el alquiler. Y si
no pagamos el alquiler, no más tetas.
—Oh, mierda, —dijo Ryan—. Tal vez debería ir a por la cosa del empleado del año,
entonces.

— ¿Si viene con un aumento? —Camille se volvió hacia él—. Entonces puedes agarrarlos
en público todo lo que quieras.

Se volvió hacia mí y sonrió. —Ooh, estoy en ello.

El domingo por la mañana, mi padre me envió un mensaje de texto. Oye, ¿crees que podrías
venir a cenar esta noche? Tenemos algo de lo que queremos hablarte.

Esta noche no puedo. Tal vez la semana que viene. Me lo había pedido un par de veces, pero
realmente tenía mucho que hacer. Me sentía más ocupado que nunca, como si estuviera
demasiado disperso.

Está bien. ¿Podemos cerrarlo la semana que viene? Me gustaría mucho verte.

Claro. Te veré entonces.


8
EMERSON
La llamada que había estado esperando todo el día finalmente llegó.

Estaba en la oficina corporativa cuando contesté. —Soy Emerson.

—Hola, Emerson. Soy Sheila de la firma Lambert.

—Gracias por llamar. Espero que tengas buenas noticias para mí.

—Desafortunadamente, no las tengo. De hecho, llenamos el puesto. Pero usted fue una de
nuestras mejores opciones.

Me agaché en la silla detrás del escritorio y sentí que la decepción me golpeó duro. Estaba
tan jodidamente cansada de estar tan cerca de conseguir estos trabajos y luego ser superada
por alguien más. Había intentado volver a mi antiguo editor, pero ese puente se había
quemado cuando me dieron el puesto y lo rechacé después... cuando Derek me pidió que me
quedara. Ahora estaba en el mercado laboral compitiendo con un billón de personas.
Apuesto a que tendría una mejor oportunidad si pudiera conseguir una recomendación de
Derek, pero me negué a preguntar. Probablemente sería genérica y vacía de todos modos.
Literalmente inútil. —Entiendo. Gracias por llamar.

—Teníamos muchos solicitantes para el puesto, así que no te sientas tan mal.

—No, lo entiendo. Gracias. —Colgué y suspiré fuerte, tan frustrada que me quedé
atascada en un trabajo que odiaba con un hombre que despreciaba. Todos los puestos de
trabajo con ingresos incluso remotamente cercanos a los míos estaban siendo ocupados por
gente más cualificada que yo, y me seguían jodiendo—. Ojalá nunca hubiera empezado aquí.
—Estaba sola en la oficina, pero dije las palabras en voz alta... aunque nadie me escuchaba—
. Ojalá nunca hubiera conocido al maldito Derek Hamilton.

Después de la cena, tomamos cucuruchos de helado de un vendedor ambulante y


volvimos a casa.
Paul y yo nos conocimos a través de una aplicación de citas. Salimos un par de veces, y
fue bastante agradable. Tenía un buen trabajo como farmacéutico. Era claramente inteligente,
sólo un poco aburrido a veces. Caminó a mi lado y lamió su cono. — ¿Cómo está el tuyo?

—Bien, aunque hace mucho frío afuera.

Se rio. —Tendremos una primavera temprana este año. Puedo sentirlo.

Era lo suficientemente guapo, pero no estaba tan desgarrado como Derek. Pero encontrar
a un soltero a los treinta era difícil, así que sabía que tenía que bajar mis estándares.

—Espero que tengas razón.

Me acompañó por la calle y luego se detuvo frente a mi apartamento.

—Entonces, ¿crees que puedo subir?

Sólo había ido a su casa, pero nunca pasé la noche. Siempre volvía a casa después. No le
había hablado de Lizzie, y no estaba en mi perfil. Cuando la tuve en mi perfil, literalmente
no me interesó. Mi cuenta se volvió rancia y se cubrió de telarañas. Cuando sólo quería salir,
no les importaba, pero cuando realmente quería una relación, no podía obtener la hora del
día de nadie. Me sentía culpable por mentir, pero si un chico llegaba a conocerme, no le
importaba Lizzie... como Derek.

—Lo haría, pero... —Habíamos salido al menos cinco veces, así que pensé que era el
momento de decírselo—. Hay algo que deberías saber sobre mí. Siento no habértelo dicho
antes.

Sonrió. — ¿Todavía vives con tus padres? No voy a juzgarte. Eso pasa.

—No, pero tengo un compañero de cuarto.

— ¿Oh? —preguntó—. ¿Un compañero de cuarto del infierno?

—No, eso tampoco. —Si dejara de adivinar, podría decírselo—. En realidad vivo con mi
hija. —Su cara se puso más pálida que el helado de vainilla de su cono.

—Tiene trece años.

Ahora, sus ojos se abrieron de par en par. — ¿Por qué no me dijiste que tenías una hija?

—Siento que es en lo único que se centra la gente antes de conocerme...


—Entonces, ¿mientes?, —dijo—. Me has hecho perder el tiempo durante tres semanas.
Podría haber estado con otra persona. Sabía que eras demasiado buena para ser verdad. Te
quedaste embarazada, y apuesto a que el tipo está en prisión, ¿verdad?

—No. Yo sólo...

—A la mierda con esto. —Tiró su helado a la basura—. ¿Sabes cuántas cenas y mierdas he
pagado?

—Yo también pagué por cosas...

—Quiero que me devuelvas mi dinero.

No podía creer que esto estuviera sucediendo, que alguien pudiera tener este tipo de
reacción. —Y tuviste sexo...

—Aun así me hiciste perder el tiempo. Puedes depositarme. Al menos doscientos dólares.
—Se fue sin mirar atrás, dejándome fuera de mi edificio de apartamentos, y cruzando la calle
sólo para poner la mayor distancia posible entre nosotros.

Miré el cucurucho de helado en mi mano y vi la parte derretida goteando por los lados.
Solté un suspiro antes de tirarlo a la basura y luego me senté en la escalera que conducía a
las puertas de mi edificio.

No quería entrar, no cuando me sentía tan mal, no cuando estaba al borde de las lágrimas.

Inspiré antes que se desbordaran y cayeran por mis mejillas. Patético, lloré afuera en la
entrada cuando la gente pasaba por la acera, golpeando una nueva capa de fondo de roca
con cada semana que pasaba.

No lloré porque perdí a Paul.

Lloré porque mi vida había sido perfecta, tan delirantemente perfecta que pensé que era
un sueño.

Ahora, estaba de vuelta en la realidad... y me sentía miserable.

Cleo me envió un mensaje de texto. Hola, chica. Sólo quería ver cómo estabas. No he hablado
contigo en un tiempo.

Por mucho que quisiera a sus padres, no quería tener nada que ver con ellos. Fueron los
últimos recordatorios que mi romance con Derek había sido real, que mis recuerdos no eran
producto de mi imaginación, que realmente había amado a ese hombre con todo lo que tenía.
Estoy bien. ¿Cómo estás tú?

Estoy bien. ¿Sigues trabajando para Derek?

Sí. Estaba sentado en la oficina corporativa. He estado en tantas entrevistas, y nunca consigo
nada. Es un asco.

¿Contactaste con tu antiguo editor?

Sí. Quemé ese puente cuando me dieron un trabajo, pero elegí quedarme con Derek... Si hubiera
sabido cómo iba a terminar esta relación, me habría mantenido lejos de él. Lo amaba tanto que pensé
que renunciar a esa carrera valdría la pena... pero no fue así. Derek fue mi mayor
arrepentimiento. No fue tener un bebé antes de cumplir los dieciocho años. Fue ese hombre
despiadado y despiadado. No sólo me hizo daño a mí, sino también a mi hija. Me arruinó.
Me decía a mí misma que me recuperaría de esto más fuerte que nunca, pero era tan difícil
hacerlo. Rompió mi confianza, mi fe, mi creencia de que podría volver a estar con alguien.
Estaba completamente desmoralizada.

Tengo una idea. Puedo conseguirte un puesto aquí. Es básicamente lo que ya estás haciendo. Y sé
que Deacon puede conseguirte algo también, si no te interesa mi posición.

¿Cómo es que esta gente era tan amable cuando Derek era un imbécil? Habíamos roto hace
un tiempo, y seguían en contacto conmigo aunque no volviéramos a estar juntos. Tal vez se
sintieron mal por mí. Tal vez sabían que su hijo la había cagado, y trataban de
responsabilizarse por ello y limpiar su desastre.

Por mucho que quisiera su ayuda, sabía que tenía que sacarlos de mi vida. Estaba haciendo
difícil dejarlo ir. Una vez que consiguiera un nuevo trabajo y dejara a Derek, no querría tener
nada que ver con él nunca más. Debería cortar los lazos ahora. Realmente aprecio la oferta, y tú
y Deacon sois increíbles. Os quiero, chicos. Pero... creo que deberíamos dejar de estar en contacto. No
es que quiera... es que es muy difícil. Realmente necesito seguir adelante con mi vida. Y hablar contigo
me recuerda lo que tuve... y hace difícil seguir adelante.

Ella no dijo nada. Los puntos desaparecieron.

Esperaba que ese no fuera el último mensaje que tuviéramos. Tal vez la ofendí.

Los puntos volvieron junto con un mensaje. Lo entiendo completamente, Emerson. Deacon y
yo también tenemos que dejarlo ir. Honestamente, creo que seguimos esperando que si nos mantenemos
en contacto contigo, podríamos tenerte cerca un poco más de tiempo para que Derek se dé cuenta de su
error y se despierte. Pero no creo que eso vaya a suceder.
Incluso si ocurriera, no lo aceptaría de nuevo. Tal vez algún día Derek vuelva a estar en un
buen lugar y encuentre a alguien.

Pero no serás tú. Queremos que seas tú.

Ugh, sólo estaba haciendo esto más difícil. Créeme, yo también quería ser yo... pero no lo es.
9
DEREK
Cuando me desperté el domingo, ella todavía estaba allí.

Ni siquiera podía recordar su nombre.

Estaba tan desmayado que no me sentía salir de la cama.

Me puse el chándal y fui a la cocina a preparar el café. Anoche me dolía la cabeza detrás
de los ojos por todo el alcohol, así que tomé unas cuantas pastillas y empecé temprano antes
que se convirtiera en una migraña.

Mi teléfono se iluminó con un mensaje de mi padre. ¿Todavía vas a venir esta noche, Derek?

—Joder—. Lo olvidé por completo. No estaba seguro de cuándo podría deshacerme de


cómo se llama y comenzar mi día. Necesitaba trabajar en las revisiones del rover que la NASA
envió el viernes por la tarde. ¿En otra ocasión?

Derek. Pude escuchar su tono en el mensaje de texto. Vendrás esta noche. Eso es definitivo.

Estaba fuera de lugar que hablara así, aunque estuviera enfadado. Todo era extraño. ¿Todo
está bien?

Nunca me respondió el mensaje de texto.

¿Papá?

Se suponía que iba a venir a cenar, pero me duché y me preparé y luego me dirigí allí
inmediatamente. Ni siquiera desperté a como se llame y le pedí que se fuera. La dejé allí y
me dirigí a casa de mis padres a unas pocas manzanas de distancia.

Con miedo en el corazón y un temblor en las manos, llamé a la puerta.

Mi padre tardó unos minutos en responder.


Abrió la puerta y me miró con una expresión pétrea, con la cara apretada, como si
estuviera apretando cada músculo de su cuerpo para darle esa mirada de consternación. Sin
decir palabra, abrió la puerta más de par en par y retrocedió para que yo pudiera entrar.

Entré al condominio pero rápidamente me di vuelta para mirarlo.

— ¿Papá?

Me llevó la mano a mi brazo y me guio hasta el sofá.

Mamá estaba sentada allí. Me dio una ligera sonrisa, pero sus ojos estaban vacíos... lo cual
no era propio de ella.

Papá se sentó a su lado y le tomó la mano. La sostuvo en su muslo.

Me caí en el sillón y los miré fijamente, sintiendo la energía tensa de la habitación, la


desesperación... el miedo. No era el hogar feliz donde crecí. Todo era diferente. Era más
oscuro, como si una nube espesa hubiera cubierto permanentemente el sol. Empecé a respirar
con dificultad, sintiendo que el terror me agarraba por el pecho, que el ácido me quemaba el
estómago porque me goteaba mucho cortisol en el torrente sanguíneo. — ¿Papá...? —Ni
siquiera pude terminar la frase porque era muy difícil. El esfuerzo me rompió.

Él miró su mano y frotó su pulgar sobre sus nudillos.

Mamá dejó caer su mirada y no me miró... como si no pudiera.

Papá aclaró su garganta y luego se volvió hacia mí, la expresión de dolor en su cara era
inconfundible. —Tu madre tiene cáncer.

No podía recordar cómo llegué al pasillo.

Pestañeé, y luego estaba afuera, en el largo y silencioso pasillo. Mi visión no estaba borrosa
por las lágrimas, sino por la adrenalina, el miedo, la desesperación. Era consciente de mi
respiración.

Dentro. Fuera. Adentro. Afuera.

Adentro. Adentro. Adentro. Afuera. Afuera. Afuera.

Dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera.

Me agarré con la palma de la mano contra la pared mientras me hiperventilaba, mientras


descendía en una histeria maníaca, mientras perdía toda la fuerza mientras mi cuerpo se
rendía, mientras de repente me rompía en lágrimas y me estremecía al poner mi frente contra
la pared y temblaba violentamente, sin tener ya el control del cuerpo del que había estado a
cargo toda mi vida.

La puerta se abrió, y alguien vino.

Una mano fue presionada a mi espalda, gentil y amorosa, innatamente cálida. —Cariño.

Lloré más fuerte cuando escuché su voz, la escuché tratar de consolarme... cuando ella era
la que tenía el maldito cáncer.

—Cariño. —Su voz era fuerte, sus manos fuertes, todo en ella era fuerte. Ella me volvió
suavemente hacia ella—. Escúchame.

—Mamá... —La miré, apenas pude verla porque las lágrimas me nublaron la visión—.
No... no... no... no puedo hacer esto.

—Shh... —Me tomó la cara y me miró a la cara—. Sé que esto es difícil, pero puedes hacerlo.
No puedes huir de esta. Necesito que estés aquí, con nosotros, ahora mismo.

—Mamá, te quiero mucho. —Me enderecé mientras ponía mis manos sobre sus muñecas
y la apretaba—. Te quiero... no puedo... Esto no es justo. No te mereces esto.

—Shh... —Sus pulgares se frotaron contra mis mejillas, atrapando mis lágrimas—. Todo
va a estar bien. Voy a superar esto. Pero necesito que estés ahí para tu padre. Él pone un
frente fuerte para mí, pero sé que se está desmoronando. Necesito que hagas eso por mí.

— ¿Qué carajo te pasa? —Me arrancó las manos de la cara—. Tú eres la que está pasando
por esto, ¿y me dices que cuide de papá? Me estás cuidando ahora mismo... cuando yo
debería estar cuidándote a ti. Yo soy la que se supone que debo decir que todo va a estar bien.

Su fuerza no disminuyó. Sus ojos ni siquiera lloraban. Como un maldito titán, ni siquiera
se inmutó. —Derek, no te necesito para eso. Necesito que hagas eso por él. Prométeme que
lo harás. No puedes esconderte en tu ático o enterrarte en el trabajo. Necesito que estés ahí
para él durante todo esto. Te necesita más de lo que nunca ha necesitado a nadie.

No pude detener los sollozos, así que asentí con la cabeza.

Sus manos se movieron hacia las mías y las sostuvo, dándome un apretón maternal.

Le apreté la espalda, la apreté más fuerte de lo que debería. —Mamá, lo siento mucho.

—Está bien, —dijo con calma—. Eso pasa.


Cerré los ojos y cayeron más lágrimas. —No puedo perderte, ¿de acuerdo? Eres la mejor
puta madre del puto mundo... no puedo. Eres la mejor persona del mundo. Eres la mejor...
en todo.

Ella dio una ligera sonrisa. —Eres el mejor hijo que una madre podría pedir. Y no tengo
ninguna duda que vas a ayudar a tu padre a superar esto. Toda mi energía va a ir a patear el
culo del cáncer, así que tu energía tiene que ir a esto.

Asentí con la cabeza, todavía llorando fuerte en el pasillo. —No te decepcionaré, mamá.

—Sé que no lo harás.

No podía dormir.

Me senté en la sala, en la maldita oscuridad, miré la mesa de café, y me retorcí de dolor.

Una cosa podría cambiar tu mundo para siempre.

Una cosa podría hacer que te dieras cuenta de lo mucho que das por sentado.

Una cosa... podría cambiarlo todo.

Todas esas cenas que me salté, todas esas veces que no te di las gracias por ir más allá por
mí, todas esas veces que me preocupé por mi madre biológica que no podía preocuparse
menos por mí cuando debería haberme preocupado por la mujer que me había amado como
si fuera suya desde el momento en que me conoció.

Arrepentimientos... tantos malditos arrepentimientos.

Lo primero que hice cuando llegué a casa fue llamar a Emerson. Pero en cuanto lo oí sonar,
colgué rápidamente, sabiendo que no podía llamarla.

Que ya no estaba en mi vida para llamarla.

No habíamos tenido una conversación en tres meses.

Ni siquiera podía recordar la última cosa que le hable.

Le envié un mensaje a Dex. ¿Estás despierto?

Mamá y papá te lo dijeron.

Lo llamé y escuché su voz cuando respondió. —Oye...


—Hey... —El sonido de su voz me hizo empezar a llorar de nuevo.

Estaba callado.

—Joder. —Suspiré y me limpié las lágrimas, limpiando la emoción de mi garganta—.


¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?

—Nos lo dijeron a Daisy y a mí ayer. Supe que algo andaba mal en cuanto escuché sus
voces. Nos pidieron que no te dijéramos nada porque querían decírtelo en persona.

Me quedé mirando la mesa de café, todavía respirando con dificultad.

—Dije que me tomaría un año sabático de la residencia para poder estar en casa, pero
mamá me dijo que me quedara. —Su voz se quebró con las lágrimas—. Mamá dijo que iba a
superar esto... y era innecesario.

— ¿Cómo coño está tan tranquila con esto?

—Porque es mamá. Es jodidamente increíble.

—Sí... —Lloré y le escuché llorar.

—Nos consuela cuando es ella la que está pasando por esta... perra loca.

Solté una dolorosa risa a través de mis lágrimas. —Sí, lo sé.

Respiró profundamente y soltó un suspiro. —No me dijeron ningún detalle sobre nada.
No pregunté. Sólo... quiero que se vaya. Lo que sea.

No podía creer que había pasado las que podrían ser sus últimas Navidades como un
maldito imbécil. —Ella tiene su primer tratamiento de quimio. Voy a ir con ellos.

—Bien. Papá te necesita.

—Sé que lo hace...

El trabajo no tenía sentido para mí ahora.

Ni siquiera entré.

Esperé hasta la cita y luego me reuní con ellos en el hospital. A mamá le pusieron una bata
y la colocaron en una habitación mientras esperaban su turno para recibir su tratamiento. Mi
padre se sentó junto a su cama, sosteniendo su mano, con aspecto de dolor pero fuerte, su
pulgar rozando sus nudillos.

Me senté a su lado, haciendo lo posible por no tener una reacción, para estar tan tranquilo
como ambos.

Mamá lo miró, con una sonrisa en sus labios y en sus ojos. —Te has cortado esta mañana.

Todavía tenía un trozo de papel de seda en la barbilla porque se había olvidado de él. —
Sí. No estaba prestando atención.

Agarró el papel y lo sacó. —Ahí. Así está mejor.

Le llevó la mano a la boca y la besó. —Vamos a superar esto, ¿de acuerdo? Tenemos los
mejores médicos en esto. —Habló con fuerza, siendo como mamá, permaneciendo positivo.

—Sin mencionar al mejor médico. —Ella le sonrió.

—Sí... —Él le devolvió la sonrisa.

El técnico entró y empezó a sacar la cama de mamá de la habitación.

—Volveremos pronto.

Papá se inclinó y la besó en la frente. —Te quiero.

—Yo también te quiero. —Ella sonrió antes que la hicieran rodar.

Papá volvió a la silla y miró fijamente al frente.

El sonido de las ruedas de su cama se desvaneció cuando ella pasó por el pasillo.

Su expresión firme se aflojó inmediatamente cuando ella se fue, y mientras miraba donde
su cama había estado hace un momento, su respiración comenzó a intensificarse, tragándose
el nudo de su garganta una y otra vez.

—Papá, va a...

Sollozaba con fuerza. Se agarró el pecho como si tuviera un ataque al corazón, y se inclinó
hacia adelante mientras los sollozos le destrozaban todo el cuerpo. Se desmoronó ante mis
ojos, su cuerpo temblaba con cada sollozo profundo, desmoronándose a pesar de la gente
que pasaba por el pasillo y tenía una vista completa de nosotros.

Fue la cosa más dolorosa que he visto en mi vida. —Papá...


Como si yo no estuviera allí, se afligió, se desplomó, tuvo un colapso total.

Verlo así me dolió tanto que yo también lloré. —Papá... —Lo agarré del brazo y lo arrastré
hacia mí, rodeándolo con mis brazos y sosteniéndolo contra mí, dejándolo caer hacia mí en
vez de hacia el suelo—. Todo va a estar bien... todo va a estar bien. —Le froté la espalda y
sentí mis lágrimas gotear mis mejillas hasta su hombro, gotear en su camisa y empaparla.

—No puedo... no puedo... no puedo vivir sin ella.

—Lo sé. No lo harás.

Continuó sollozando. —Ella lo es todo para mí. Yo sólo... no puedo hacerlo.

—Mamá tiene esto. Vamos, ella es la persona más fuerte que conocemos. —Tuve que
forzarme a dejar de llorar porque escucharme probablemente lo empeoraba—. Ella tiene los
mejores cuidados. Y tiene la mejor resistencia.

Sollozó contra mí durante mucho tiempo, como si hubiera guardado todo esto en su
interior desde el momento en que supo la verdad. Siempre estuvo ahí para mí, y ahora se
derrumbó porque sabía que yo estaría ahí para él.

Continué sosteniéndolo y frotándole la espalda, dejándolo terminar hasta que se secara.

Finalmente se alejó, su cara tan roja e hinchada, que no había forma de que pudiera
ocultarle esto a mamá. —La quiero... tanto, joder.

—Lo sé, papá.

—No, no lo sabes. —Se arrastró las manos por la cara para coger sus lágrimas—. Desearía...
desearía que fuera yo. No puedo vivir sin ella. Ella lo es todo para mí. Ella es... —Sacudió la
cabeza, con los ojos todavía húmedos—. Sólo la he amado más con cada año que pasa, con
cada arruga, con cada cambio que se nos presenta. Te quiso cuando no tenía que hacerlo, me
dio los mejores hijos de todos los tiempos, ha estado ahí para mí cuando no lo merecía. Es el
amor de mi puta vida, y no puedo dejar que algo la aleje de mí. Si tienes la suerte de encontrar
lo que yo encontré, nunca lo dejes ir. Nunca. Y no puedo dejarla ir... no puedo, carajo. Si la
pierdo... moriré.
10
EMERSON
Dejé de salir.

Cancelé mis membresías en los sitios de citas y renuncié a todo tipo de salida. Ser una
madre soltera significaba que nadie estaba interesado, y pretender que no era una madre
soltera lo hizo mucho peor.

Lo superé.

Cuando Lizzie saliera de la casa, podría intentarlo de nuevo.

Pero el sexo no era tan bueno como solía ser... con Derek. Y no había ninguna conexión.
Después de la profunda y significativa relación que había tenido con Derek, en comparación,
todo estaba... rancio.

A pesar de que Derek se convirtió en un imbécil, aun así me arruinó a todos los demás
hombres.

Arruinó a Lizzie.

Rompió nuestros corazones, y parecía que se iban a romper para siempre.

Me senté en la oficina corporativa y abrí el correo electrónico que me enviaron. Mi


excitación aumentó, porque esperaba que fuera una oferta del último trabajo al que me
presenté.

Pero no. Otro rechazo.

— ¡Ugh, Jesucristo! —Mis codos cayeron sobre el escritorio, y apoyé mi cabeza en la


superficie mientras daba un fuerte suspiro—. ¿Voy a tener que trabajar aquí para siempre o
qué? —Me senté de nuevo y miré por las ventanas que daban al resto de los edificios. No
tenía que ver mucho a Derek, así que no era totalmente insoportable, pero aun así lo odiaba.
Odiaba mirar su estúpida cara sin vida cuando tenía que hacerlo.

Hablando de eso, tenía que ir a hablar con él ahora.


Justo cuando me levanté, mi teléfono sonó y reconocí el número. —Oh, esto debería ser
bueno. —Le contesté—. Hola, Mark.

—He intentado contactar con Derek directamente muchas veces sin respuesta. Necesito
un tiempo estimado de llegada para su próximo libro. ¿Qué demonios, Emerson?

Solía odiar cuando me hablaba de esa manera, pero ahora con gusto regresaría y me
gritarían todos los días. Cualquier cosa era mejor que trabajar aquí. —Lo resolveré.

— ¿Averiguar qué?, —preguntó—. ¿Ha estado escribiendo?

Ni idea. Desconecté nuestra capacidad de compartir, así que no tenía ni idea de si había
escrito una sola palabra, pero tenía la fuerte corazonada de que había abandonado la serie y
no escribiría otro libro. Nunca más. —Estoy seguro que lo ha hecho. Te lo haré saber, Mark.

— ¿Cuándo vas a...?

He colgado.

Cogí mis papeles y luego llevé el carrito de golf a su almacén. Hasta donde yo sabía, su
programa de cohetes se había suspendido indefinidamente, y tenía a sus equipos trabajando
en otras cosas. Había sido un lanzamiento de prueba, por lo que no debía tomarse el fracaso
tan en serio, pero ya no era mi problema y no iba a tratar de hacerle cambiar de opinión. Sólo
hice mi trabajo y luego me fui a casa. Este trabajo ya no me daba satisfacción personal, así
que no podía importarme menos.

Derek Hamilton podía irse a la mierda.

Entré en el almacén y cerré la puerta detrás de mí.

Los chicos levantaron la vista inmediatamente, como si esperaran que fuera la hora del
almuerzo, pero era demasiado pronto para eso. Jerome y Pierre me saludaron y luego
volvieron al trabajo.

Caminé hasta donde Derek estaba parado en su banco de trabajo, pero en lugar de mirar
hacia abajo y estar concentrado en su trabajo, me miró fijamente a mí. Incluso cuando yo
estaba a treinta pies de distancia y no estaba cerca de él, él me miraba fijamente.

Últimamente, apenas podía mirarme cuando estaba a unos pocos centímetros de distancia.

Mis talones golpeaban contra el suelo cuando me acercaba, esperando que mirara hacia
abajo, esperando que me despidiera en silencio.

Pero no lo hizo.
Estaba rígido y quieto, mirándome con ojos amplios y sin parpadear, una expresión
intensa e indescifrable.

Me detuve en el escritorio frente a él y abrí la carpeta. —Hemos recibido muchas


propuestas para el programa de prácticas. —Recogí los papeles, que estaban agrupados en
diferentes secciones—. Los de arriba son los que creo que están más cualificados. Los
segundos son los que tienen buenas notas y un poco de experiencia laboral. Y el último
montón es gente que tuvo el peor desempeño académico, pero tuvieron cartas muy
interesantes. Quería dejarlas aquí si quieren dar su opinión. Pero si sólo quieres que me
encargue de ello, está bien. Tuve que entrevistar a estas personas y asegurarme de que tenían
las personalidades adecuadas para trabajar con los ingenieros de aquí. Nada sería peor que
tener un interno con una mala actitud que irritara a los ingenieros cuarenta horas a la semana.

Derek no dijo ni una palabra. Sus manos descansaban en la superficie del escritorio, su
aparato y sus dibujos frente a él, pero los ignoró y me prestó toda su atención. Sus ojos
marrones me miraban con atención, como si estuviera mirando una pantalla de televisión en
lugar de mi cara. Aun así, tranquilo, rígido, era como una estatua.

Era extraño. Realmente extraño. — ¿Derek?

Como si no escuchara su nombre, siguió mirando fijamente.

Jerome y Pierre se volvieron a mirarnos, probablemente esperando que Derek diera otro
arrebato de idiota.

Pero Derek no habló. Su mirada no era hostil, pero no respondió a ningún intento de
hablar con él.

No sabía qué más hacer, así que lo ignoré. —Los dejaré aquí. Hágamelo saber —Me di la
vuelta y me alejé, sintiendo su mirada penetrando en mi espalda, quemándome por detrás,
incluso cuando estaba fuera del almacén y en el carrito de golf.

Me senté en las gradas con mi madre, viendo a Lizzie jugar en el campo.

Deacon le había dado un guante de softball negro y ella siguió usándolo. Era lo
suficientemente madura para seguir teniendo afecto por los padres de Derek, incluso cuando
Derek resultó ser una gran decepción.

Estaba orgullosa de ella por eso.


— ¿Qué vamos a hacer con las notas de Lizzie? —Mamá se comió sus palomitas de una
taza, viendo a Lizzie en la primera base.

—No lo sé. —Intenté ponerla en contacto con diferentes tutores, pero dijo que no ayudaba
en nada.

—Ella va a estar en la escuela secundaria pronto. Tal vez debería contratar a alguien de
una de esas empresas privadas.

—Lo sé, pero es muy caro. Son como cien dólares la hora.

—Puedo conseguir un trabajo a tiempo parcial o algo así.

—Mamá, está bien. —Mis padres ya habían hecho suficiente por mí, y Lizzie era mi
responsabilidad. Yo lo resolvería.

Continuó comiendo sus palomitas de maíz por un tiempo, animando cuando Lizzie agarró
la pelota y sacó al bateador en un rápido movimiento. —Parece que lo estás haciendo mejor.

Mantuve los ojos en el campo. —Sí... un poco.

Ella movió su mano a mi brazo y me dio un suave masaje. —Los huesos rotos se curan
más rápido que un corazón roto. Sólo tienes que ser paciente.

Estaba agradecida que mi madre no dijera que te lo había dicho. No me hizo sentir mal
por estar equivocada, tan dolorosamente equivocada.

—Gracias, mamá. Ya no estoy segura de si realmente tengo el corazón roto. No echo de


menos a Derek. Sólo... lo odio un poco en este momento. Fue un error estúpido, y desearía
poder retirarlo todo.

Dejó de comer sus palomitas de maíz y dejó de mirar a Lizzie. — ¿De verdad te sientes
así?

Asentí con la cabeza. —Me ha jodido de verdad, mamá. —Lo mantuve dentro la mayor
parte del tiempo, pero mi confianza se había ido. No podía imaginarme confiar en nadie
nunca más. No quería dejar que nadie pasara por mis paredes. Antes ni siquiera tenía muros,
pero ahora mis muros eran rascacielos—. El padre de Lizzie era una herramienta, y luego el
hombre más grande que he conocido terminó siendo un pedazo de mierda. Ya lo superé.
Estoy por encima de los hombres. Estuve viendo a ese tipo por un tiempo, y se volvió loco
cuando se enteró de lo de Lizzie. Prefiero estar sola. Cuando Lizzie esté fuera de casa, puede
que viaje por el mundo sola.
Su mano se movió a mi hombro de nuevo, sus ojos tristes, como si eso realmente le
rompiera el corazón. —Sé que no funcionó con Derek. Sé que el otro tipo era un completo
imbécil. Pero el amor está ahí fuera. Existe, Emerson. Sé que es verdad, porque quiero mucho
a tu padre. No te rindas con eso todavía. Eres demasiado joven.

Le dije lo que quería oír para que no se sintiera mal por mi tristeza.

—Sí... está bien.


11
DEREK
Llamé a la puerta con el codo porque mis brazos estaban llenos de bolsas de
supermercado.

Papá la abrió un momento después, usando esa misma cara apretada, su exterior actuando
como una presa para mantener todo en el interior. Siempre que mi madre estaba cerca, él
estaba tranquilo y confiado, pero cuando estábamos sólo nosotros, lo dejaba salir.

Estaba aterrorizado.

Me miraba, con los ojos sin vida.

—Recogí algunas provisiones.

—Oh... ¿Por qué? —No era él mismo en absoluto. No hablaba como lo hacía normalmente,
no reaccionaba como lo hacía normalmente, ni siquiera parecía feliz de verme como lo haría
normalmente.

—Sólo pensé que podrías usar algunas cosas.

Papá siguió parado ahí.

— ¿Te importa si entro? —Le pregunté—. Todo es un poco pesado...

—Oh, claro. —Se hizo a un lado.

Entré en el condominio y vi que las flores frescas habían desaparecido, probablemente


porque mi madre ya no trabajaba. Ella solía encargarse de todo para ambos, el correo, la
compra, las flores frescas, la tintorería, todo. Y ahora que no lo hacía, el lugar se sentía
totalmente diferente.

Llevé las bolsas a la cocina y empecé a guardar todo.

Papá me siguió y se apoyó en el mostrador, con los brazos cruzados sobre el pecho y los
ojos por la ventana.

— ¿Dónde está mamá?


—Durmiendo la siesta. —Sus ojos estaban abiertos y sin vida, reflejando la luz del sol que
entraba por las ventanas.

Después de guardar todo, me volví hacia él. — ¿Quieres ir a comer algo o algo así?

Soltó un fuerte suspiro. —No.

Me enfrenté a él, mi corazón se rompía más y más cada vez que lo veía. No era el hombre
fuerte que recordaba. Ahora era como un fantasma.

—Voy a ir a recoger algunas cosas extra, y luego volveré.

Se volvió hacia mí. — ¿Recoger qué cosas?

—Tintorería, coger las flores de la floristería. A mamá le gustan las flores.

Me miró con esa misma mirada dura, como si mis esfuerzos no se hubieran tocado. —Es
la mitad del día, Derek. Deberías estar en el trabajo.

—No me importa el trabajo, papá. —Era toda mi vida antes de esto, pero una vez que esto
sucedió... me di cuenta de lo que toda mi vida debería haber sido. No debería haber sido
cohetes y vehículos de motor. Debería haber sido la familia... y la gente que amaba—.
Regresaré en un rato. Luego haré la cena. Le compré a mamá un helado aunque ustedes no...

—Ella puede tener lo que quiera. Se frotó la mandíbula, que era una barba completa en
este punto. Había dejado de afeitarse. Había dejado de ducharse. No fue a trabajar. Entregaba
sus pacientes a otra persona porque no podía pensar con claridad y darles el cuidado que
merecían.

—Está bien. Entonces volveré. ¿Puedo traerle algo?

Sacudió la cabeza.

—Está bien. —Dejé el condominio, y no se despidió de mí. No me abrazó. No mostró


ningún afecto... y me di cuenta de lo mucho que daba por sentado su amor.

Mi padre veía la televisión en el salón mientras yo trabajaba en la cocina.

La voz de mamá venía del pasillo. —Vaya, ¿qué está pasando aquí?

Era burbujeante y positiva, como si nada estuviera mal, como si todo estuviera
exactamente como antes. —Flores, algo se está cocinando en la cocina cuando mi marido está
en el sofá.
Dejé las cacerolas y entré en el comedor, viéndola en pijama, pantalones de chándal y
camiseta. —Hola, mamá.

Se giró para mirarme, su rostro se iluminó con una hermosa sonrisa, como si siguiera
siendo feliz, incluso... incluso cuando puede que no sea feliz para siempre. —Cariño, ¿tú
hiciste todo esto? —Vino hacia mí y me abrazó, tirando de mí para darme un cálido abrazo.

Me aferré a ella de forma diferente a como lo hacía antes, agarrándola fuertemente,


apreciando el momento como si fuera el último que tuviera. Los recuerdos de la cabaña
volvieron a mi mente, cuando hacíamos malvaviscos juntos frente al fuego, nos burlábamos
de mi padre por negarse a hacer una hamburguesa de verdad, incluso en una barbacoa de
verano. —Sí...

Mi padre se levantó del sofá y se acercó a nosotros, su persona era diferente porque en el
momento en que ella estaba en la habitación, se puso al frente, fingiendo que todo estaba bien
a pesar que estaba muriendo una muerte lenta.

Quería llorar. Casi lo hice. Pero sabía que tenía que ser fuerte por ella. Tenía que embotellar
todo lo que había dentro y fingir que era un bache en el camino y nada más. —Sé que te
gustan las flores, así que...

Me tomó la cara y sonrió. —Eso es tan dulce. Y ahora estás haciendo la cena.

—El salmón favorito de papá.

—Oh, eso es maravilloso. Tan considerado.

—Pero te traje un poco de helado, aunque... si quieres el postre.

—Oh, nunca tengo postre. Eso suena tan bien. ¿Qué sabor?

—Chocolate.

Me apretó el brazo antes de alejarse. —Hiciste la elección correcta. —Se veía igual, seguía
teniendo los mismos ojos brillantes, la misma sonrisa, y cualquiera en la calle no tendría idea
de lo que estaba pasando. Y conociéndola, nunca se lo diría a nadie. Llevaría la carga sola. Se
acercó a papá y lo besó antes de caminar hacia el sofá.

Papá le sonrió antes que muriera. Luego su cara se aflojó de nuevo, como si todo lo que
pudiera pensar era en perderla cada vez que estuviera fuera de su vista.

—Papá, ¿quieres ayudarme en la cocina?


No respondió por un momento, como si su mente hubiera vagado en otra parte. Luego me
miró y asintió levemente.

Fuimos a la cocina, y empezamos a servir todo. Era salmón con rodajas de limón encima
con un lado de brócoli y arroz pilaf. No era el tipo de cosa que haría en casa, pero recordaba
todo lo que había crecido aquí. —Se ve bien.

Agarró la vajilla de plata, con los ojos hacia abajo.

—Está de buen humor, así que es una buena señal...

Golpeó el cajón y luego me miró. —Sólo porque alguien se vea bien no significa que se
sienta bien. No tienes ni puta idea de lo que está pasando bajo su piel. No asumas nada sólo
porque se vea bien. Es insensible e ignorante. La mayoría de las enfermedades son invisibles,
y la gente asume que todo está bien porque no se ven enfermos.

Me quedé atónito porque papá nunca me había dicho nada de eso, nunca. Nunca había
sido duro o agresivo. Incluso en su peor día, era un hombre cariñoso. Verle arremeter contra
mí cuando tenía buenas intenciones era como mirarme en un espejo... a mí mismo.

Todas las veces que Emerson había tratado de ayudarme... y yo la traté como una mierda.

Todas las veces que fue paciente conmigo porque estaba pasando por un momento difícil...
y lo di por sentado.

Entendí que mi padre estaba estresado, pero me dolía de todas formas. Ahora, tuve que
soportar su indignación en silencio. Ahora, tenía que ser compasivo y comprensivo, y era
mucho más difícil de lo que pensaba. Pero lo hice. —Papá, no quise decir eso. Sólo quiero
decir que es fuerte y se mantiene fuerte, lo cual es bueno.

Continuó mirándome como si yo fuera su enemigo, no su hijo, no su todo.

Suavemente puse mi mano en su hombro y le di un apretón, confortándolo en silencio,


dejando pasar la tensión.

Respiró a través del silencio y luego dejó caer su mirada, cerrando los ojos mientras dejaba
pasar la ira momentánea.

Le froté la espalda mientras estaba a su lado, dejé que se calmara antes que tuviéramos
que volver a salir a cenar. No sabía qué decir para mejorar las cosas, cómo hacer esto más
fácil para él. Hacía todo lo que podía, pero nada podía dominar su dolor. No dije que todo
estaría bien porque sabía que eso lo enojaría. Así que encontré algo más que decir. —Estoy
aquí, papá. Aquí mismo.
Cambié mi horario para poder estar ahí para mis padres.

No me pidieron que hiciera nada. No esperaban que hiciera nada. Pero yo quería estar allí
en caso de que surgiera algo. Trabajaba dos días a la semana y pasaba los otros tres en casa
con mis padres, los fines de semana también.

En lugar de llamar a la puerta, me dejaba entrar.

Mamá estaba en el sofá viendo la televisión, mientras papá trabajaba en su portátil en la


mesa del comedor.

—Recogí el almuerzo. —Cerré la puerta tras de mí y luego me acerqué a mi madre para


darle un abrazo.

Estaba atada en el sofá con los pies en la mesa de café, con el cabello y el maquillaje hechos,
pero la ropa holgada y cómoda. — ¿Almuerzo? No tenías que hacer eso, Derek.

—Espera a ver lo que tengo. —Saqué el contenedor—. Fui a tu lugar chino favorito.

—Pero eso es todo el camino en Brooklyn.

— ¿Y? Vale la pena.

Sus ojos se ablandaron. —Aprecio mucho todo lo que estás haciendo, y me encanta verte,
pero entiendo que tienes responsabilidades, cariño. Voy a superar esto, así que no necesitas
cambiar tu vida por completo.

—No me importa el trabajo, mamá. Honestamente no podría importarme menos. Incluso


si todo salía bien, quería hacérselo lo más fácil posible, hacerla sonreír, y verme a mí la hacía
sonreír.

Llevé la bolsa de comida para llevar a la cocina.

Papá apenas me miró cuando pasé.

Abrí la bolsa y saqué los recipientes.

Papá salió detrás de mí y habló en voz baja para que mamá no lo oyera. —Mira, sé que
intentas animarla, pero no puede comer mierda como esta todo el tiempo. Necesita comer
limpia y saludablemente para que su cuerpo pueda hacer lo que necesita. Ya basta.

Quería decir que estaba acostumbrado a que mi padre actuara así, pero me molestaba todo
el tiempo. Era una persona completamente diferente. Me recordó a cuando estaba casado con
Valerie, cuando estaba enfadado y enojado todo el tiempo. Ahora que tenía miedo de perder
a mi madre, era como si volviera a ser quien solía ser.

Que era exactamente lo que yo había hecho...

Joder.

— ¿Me has oído? —dijo en voz baja.

Me volví hacia él y me aclaré la garganta. —Sí, lo tengo.

No hubo ningún abrazo. No hubo bondad. No había... nada.

Mamá y yo nos sentamos en el sofá y jugamos a las damas mientras papá se duchaba en
su dormitorio.

Siempre ganaba todos nuestros juegos, incluso cuando tenía sólo diez años, pero ella
quería jugar conmigo de todos modos. Pero a medida que fui creciendo, empecé a dejarla
ganar. Lo hice ahora y la dejé ganar siempre.

Ella saltó dos de mis piezas y recogió las fichas. —Ja. Te tengo.

Le di una ligera sonrisa. —Maldición, eres buena.

Sonrió, como si supiera que la dejaba ganar, pero fue muy amable.

— ¿Cómo estás, cariño?

—Estoy bien, —dije automáticamente—. ¿Y tú?

—Soy feliz. No he pasado tanto tiempo contigo desde que eras pequeño.

Dejé caer mi mirada inmediatamente y miré fijamente la pizarra, la culpa me golpeó como
una lluvia de balas. Mi respiración se aceleró, e instantáneamente me sentí enfermo, mis ojos
lagrimeando ligeramente.

—Derek, no quise hacerte sentir mal. —Su mano se movió hacia mi brazo—. No tienes
nada por lo que sentirte culpable. De verdad. Sólo... estoy disfrutando mucho este tiempo
contigo.

—Lo siento, mamá. Debí haber estado aquí más tiempo.


—Shh, está bien. —Me frotó el brazo—. Tenemos muchos, muchos años juntos, así que no
te ahogues tanto por eso.

Asentí con la cabeza y dejé que mis ojos se secaran porque el derrumbe sólo la haría sentir
peor.

Se volvió hacia la tabla. —Tu turno.

Hice un movimiento al azar, sin pensar en ello porque estaba tratando de perder a
propósito.

—Estás haciendo un gran trabajo con tu padre.

Actuó como si me odiara, así que eso fue sorprendente.

—Hace lo que puede para actuar como si todo fuera normal, pero a veces le pillo llorando
en mitad de la noche. Anoche estaba llorando en sueños.

—Te quiere mucho, mamá.

Se le cayeron los ojos. —Sé que lo hace. Y sé que está asustado porque lidia con esto todo
el día todos los días... y perdió a su padre por el cáncer. Le digo todos los días que no me va
a perder a mí. Pero eso no parece hacerlo sentir mejor.

—Él sólo... Tú eres todo para él. No sabe quién es sin ti. Él... actúa como solía hacerlo
cuando era pequeño.

Me miró fijamente, pidiendo en silencio más explicaciones.

—Cuando estaba casado con Valerie. Fue muy duro, mezquino y... frío. Se comporta como
antes de conocerte porque no sabe qué más hacer. No me lo tomo como algo personal porque
entiendo que esté estresado, pero... lo extraño. Me doy cuenta de lo mucho que lo di por
sentado. Y si... si... si te perdemos... también lo perderé a él. —Respiré profundamente para
reprimir el sollozo antes de que saliera.

Me agarró del antebrazo y me dio un apretón. —Cariño, mírame.

Bajé los ojos.

—Cariño.

Levanté mi barbilla y la miré.


—No me vas a perder. Y tampoco vas a perderlo a él. Dentro de muchas décadas, él irá
primero... porque así es como es con los hombres, y luego yo iré. Pero ese momento no es
ahora. Te lo prometo.

— ¿Cómo puedes hacer una promesa como esa?

—Porque no es mi momento. Esto es un bache en el camino. Nada más.

Quería creerle más que nada en el mundo. Quería tener su fe. Quería... sentirme mejor.

—Sé que duele ver a tu padre así, pero no te lo tomes como algo personal. Él te quiere
mucho. No es él mismo en este momento.

—Lo sé. Yo sólo... —Sacudí la cabeza y miré hacia abajo—. No importa.

—Cariño.

La miré otra vez. —Me doy cuenta que él y yo somos iguales. Cuando cree que puede
perder lo más importante del mundo, no sabe qué hacer, así que se estrella. Intento estar ahí
para él, pero él arremete contra todo lo que digo. Su dolor le da derecho a comportarse como
quiera... sin tener en cuenta cómo afecta a la gente que le rodea. El recuerdo me golpeó fuerte,
inesperadamente, ese momento en el hueco de la escalera cuando me volví hacia Emerson y
le dije que habíamos terminado. Lágrimas calientes corrían por sus mejillas y se agarró a la
barandilla como si pudiera colapsar por un corazón roto. Mi memoria era fenomenal, pero
había olvidado ese momento hasta ese momento... ese instante. —He arremetido contra gente
que sólo ha tratado de ayudarme... y sólo se preocupaba por mí. —Miré fijamente el tablero
de ajedrez entre nosotros, teniendo un momento de autorreflexión que hizo que me odiara a
mí mismo con tal potencia. La vergüenza, la culpa y la desesperación circulaban por mis
venas e hicieron que me doliera el corazón.

Mamá me miró fijamente durante mucho tiempo, como si pensara que podría decir algo
más. — ¿Has intentado hablar con ella?

Levanté la barbilla al mencionar a Emerson, impresionado pero no sorprendido que mi


madre hubiera descubierto a la persona que se llevó lo peor de mi frialdad. —No. —Cuando
entró en el almacén el otro día, todo lo que pude hacer fue mirarla, ver la forma en que me
miraba con total indiferencia. Habían pasado meses, pero ahora, parecía una semana. Como
si hubiera estado dormido todo este tiempo, y sólo ahora estaba bien despierto.

—Tal vez deberías intentarlo.

Se me cayó la barbilla otra vez. —Ella me odia.

—Lo dudo, Derek.


—Yo no. Y ella debería odiarme. Debería hacerlo.

—Creo que una disculpa llegaría muy lejos...

Levanté la mirada y la volví a mirar, viendo a mi madre mirándome con amor en sus ojos,
a pesar de lo que le hice a la mujer que miraba como a otra hija. Tanto si tenía razón como si
no, mi madre seguía ahí. —No creo que una disculpa sea suficiente... no por lo que le hice.

—Pero es un comienzo. Y tienes que empezar en algún lugar.

Agarré algunas de las piezas de las damas y las sostuve en mi mano, mis dedos frotando
los bordes acanalados, sintiendo la aspereza empujar hacia atrás al tocar el material plástico.

—No olvidemos cuánto te amaba. El amor es siempre más fuerte que el odio.

Continué mirando la pieza en mi mano. —Sí... ella me amaba con todo su corazón. Ella
aguantaba mis tonterías todos los días. Vio lo mejor de mí e ignoró lo peor. Se preocupaba
por mí por mí... y por ninguna otra razón.

—Entonces vale la pena luchar por eso.

—No si no la merezco, —susurré—. Y yo no...

El programa de cohetes fue suspendido porque apagué mi cerebro a esas posibilidades en


el momento en que todo se fue a la mierda. Tiré la toalla y me rendí durante la noche. Algunos
de mis colegas preguntaron sobre ello, pero cuando sus preguntas fueron recibidas con
hostilidad, dejaron de preguntar. Los puse en diferentes proyectos, le dije a la NASA que ya
no éramos socios en esta tarea, y eso fue todo.

Pero ahora, me preguntaba si me había rendido demasiado fácilmente.

Era un lanzamiento de prueba.

No el verdadero.

Si conseguía el diseño correcto, habría una ruta de escape para los astronautas sentados
dentro, y valía la pena luchar por ello. Y con los nuevos internos que empezarían aquí,
necesitaba que tuvieran todas las oportunidades para aprender.

Trabajé en mi banco en el almacén cuando oí que la puerta se cerraba y sus tacones


empezaron a golpear el suelo. Era el final del día, y Jerome y Pierre ya se habían ido. Ella ya
no se quedaba hasta tarde, siempre me traía la cena antes de irse.
Sin decir nada, dejó la bolsa en el mostrador.

Levanté la cabeza y la miré fijamente, viendo lo largo de su cabello en los últimos meses.
Era más delgada de lo que solía ser también, menos curvada, y había un vacío en sus ojos,
como si sus pensamientos estuvieran entumecidos y su corazón estuviera vacío. Su
apariencia me recordaba a mí mismo, en realidad. —Gracias... —No sabía qué decirle, por
dónde empezar, pero sabía que tenía que hacer un esfuerzo. De lo contrario, el silencio
continuaría sin fin. Ella ya no se esforzaría por tratar conmigo, porque se había ido
oficialmente hace meses.

Se quedó quieta ante mis palabras y miró hacia arriba para encontrarse con mi mirada, la
sorpresa en sus cejas arqueadas, como si asumiera que yo era incapaz de decir algo así. Sus
ojos estaban fijos en mi cara, como si escuchara mi voz en su cabeza en vez de en voz alta.

—Gracias por la cena. —Hablé con más confianza que la última vez, dejando que mis
palabras pesadas atravesaran el silencio.

Dejó caer su mirada y rechazó mis palabras con indiferencia. Luego se dio la vuelta para
alejarse.

Me odiaba. — ¿Emerson?

Se volvió hacia mí, sin molestarse en ocultar las molestias que mis palabras le causaron,
como si tuviera planes para la noche y yo los estuviera retrasando. Una mano se acercó a su
cadera, y me miró fríamente.

Casi abandono el intento porque ella se veía tan lívida, porque se sentía tan inútil. —
Quería seleccionar a los internos contigo. ¿Podemos hacerlo mañana?

— ¿Miraste los papeles que te envié?

No. Estaba demasiado ocupado con mi madre. —Sí. Empezaremos el proceso de selección
mañana.

—Ya he organizado a los mejores candidatos. Es tu decisión en este momento...

—Trabajaremos en ello mañana después del almuerzo. —Me mató ver esta escena, ver a
la mujer que antes se inclinaba para hacer todo por mí, hacer todo lo posible para evitarme.
Ella literalmente no quería tener nada que ver conmigo.

Se dio la vuelta y siguió caminando. —Lo que sea.


Era un día en que normalmente estaría en casa con mi madre, pero vine a la oficina para
tener la oportunidad de hablar con Emerson. Ahora, sólo venía a la oficina dos días a la
semana, pero ella nunca me preguntó sobre eso. Así que o no se dio cuenta que me había ido
o simplemente no le importó.

Ambas cosas eran malas.

Después de dejar el almuerzo, volvió a la oficina corporativa en lugar de quedarse en el


almacén. O bien se olvidó de nuestra reunión o esperaba salir de ella. Estar en la misma
habitación conmigo era un desafío, y no porque me echara de menos, sino porque no me
soportaba.

¿Cómo dejé que esto sucediera?

¿Cómo dejé que la única persona que realmente me amaba me odiara?

Después del almuerzo, conduje el carrito de golf hasta el edificio principal e hice la larga
caminata hasta la oficina que nunca usé. Seguía siendo su jefe, así que podía exigirle que
viniera a mí, pero me sentía como un idiota pidiéndole que hiciera algo nunca más.

Podía verla a través de las puertas de cristal. Se sentó en el escritorio que me pertenecía y
miró su ordenador, como si estuviera revisando correos electrónicos. Una ensalada estaba
frente a ella, parcialmente comida.

Inhalé una respiración profunda y luego entré, con la carpeta de candidatos debajo del
brazo.

Sus ojos se dirigieron hacia mí, visiblemente molestos.

Me senté en la silla que estaba frente a su escritorio, mi escritorio, y abrí la carpeta.

Dio un suspiro que no se molestó en ocultar antes de abrir un cajón y sacar sus copias de
los candidatos. —Podemos llevar hasta cuarenta personas, pero teníamos 11.000 propuestas.
Reduje las opciones a la pila que tienes ahora, pero no hay mucho más que pueda hacer en
este momento. Todos están calificados, todos son interesantes, todos tienen sus corazones en
el lugar correcto.

Empecé a hojearlas, prestando sólo parcialmente atención a lo que estaba leyendo. Intenté
pensar en algo que pudiera decirle a Emerson, una pista sobre lo que realmente quería
discutir, una apertura para lanzar mi disculpa... y esperar que supiera que lo decía en serio.
—Todas las mujeres y personas de color que se postularon están en la primera pila, así que
tienen prioridad sobre otros candidatos igualmente calificados.

Continué dando vueltas y mirando. —Definitivamente les da una ventaja, pero no voy a
tomarlas sólo en base a eso. El treinta por ciento de los candidatos deben ser de esa pila, pero
también quiero que todos tengan las mismas oportunidades.

Con la mejilla apoyada en la palma de su mano, su cabeza se dobló para hojear las páginas
y escanear las presentaciones. Tenía una postura encorvada, como si no le importara su
presentación o su porte.

No le importaba nada.

Aproveché la oportunidad para mirarla, para dejar de pasar las páginas y tomarme el
tiempo de estudiar su cara, para ver sus ojos azules en ese hermoso rostro, los labios carnosos
que solía besar todos los días. Los últimos meses habían sido una mezcla de mujeres, alcohol,
fiestas... oscuridad. Pero esa niebla se había disipado, y pude ver claramente una vez más,
ver a la única persona que realmente significaba algo para mí. —Lo siento.

— ¿Por qué? —Ella seguía dando vueltas, sólo me escuchaba a medias, no me tomaba en
serio.

—Emerson. —Aclaré mi garganta, queriendo su atención, queriendo que conociera mi


profunda sinceridad.

Ella levantó su barbilla y me miró, todavía fría, como si esperara que me disculpara por
tardar demasiado con las presentaciones o algo casual. Lo último que esperaba era una
verdadera disculpa... por lo que había hecho.

Enrollé los papeles en mi mano mientras sostenía su mirada, mi corazón latía tan rápido,
que me dolían los nudillos porque agarré la pila de papeles con tanta fuerza. Todo me golpeó
fuerte, flashbacks de mi comportamiento, de la forma en que la dejé en el hueco de la escalera,
de la forma en que la ignoré cuando trató de hablarme de nuevo, de cada interacción cuando
apenas le di la hora del día. Recordé la forma en que Lizzie me habló por teléfono, lo mal que
habían pasado sus navidades... por mi culpa. —Lo siento... por la forma en que te traté.

Cuando entendió lo que estaba pasando, sus ojos cayeron gradualmente, primero en la
confusión... y luego en la decepción. Su cuerpo se tensó lentamente y su respiración cambió,
como si estuviera más ofendida que antes. — ¿Perdón?

—Lo siento por... todo. Siento lo de la escalera, la forma en que te he tratado los últimos
tres meses, por...
— ¿Estás bromeando? —Ladeó la cabeza, pareciendo furiosa, y luego soltó una risa
maníaca, como si fuera algo gracioso—. Esto tiene que ser una maldita broma. Por favor,
dime que es una broma. Te estás disculpando conmigo... ¿tres malditos meses después que
todo haya pasado?

Esto iba mucho peor de lo que imaginaba. Una parte de mí esperaba que la Emerson que
conocía siguiera ahí, que me extendiera su compasión, aunque yo no la mereciera.

—Imbécil. —Chasqueó los dedos para llamar mi atención aunque yo la miraba fijamente—
. No necesito tus disculpas. Ya lo superé, Derek. Tan jodidamente superado. Puedes tomar
tu disculpa y metértela por el culo. —Bajó la barbilla y se volvió hacia los candidatos como
si nada hubiera pasado.

—Emerson, lo siento. De verdad, lo siento.

Ahora su voz estaba callada, como si su arrebato hubiera terminado.

—Está bien. —Dio la vuelta a la página y siguió leyendo.

—Me golpeó mucho recientemente... que te traté tan terriblemente, y lo siento mucho...

—Está bien, Derek. —Levantó la barbilla y me miró—. Sigamos adelante.

Mi corazón se hundió en mi estómago porque no estaba bien. Ni de lejos. Simplemente...


no le importó.

Pasó la página y siguió leyendo. —Alessandra Martínez es una gran candidata. Sus notas
son bastante buenas, y es la primera persona de su familia en ir a la universidad. Sus padres
vinieron de Cuba. Tiene una historia muy interesante.

La miré fijamente, mi corazón se rompió como un cristal congelado.

—Por favor...

Levantó su barbilla de nuevo y me miró, con los ojos entrecerrados.

— ¿Por favor qué?

Tiré los papeles sobre el escritorio. —Necesito que sepas cuánto lo siento. Necesito que
sepas cuánto lamento lo que hice. Necesito que sepas... que ya no soy esa persona. Te traté
tan terriblemente, y eso me va a perseguir por el resto de mi vida.

Se levantó abruptamente y puso sus manos sobre el escritorio.


— ¿Realmente vamos a hacer esto? Bien. Derek, arriesgué todo por ti, confié
completamente en ti, te di todo mi corazón, y me dejaste caer en cuanto las cosas se pusieron
difíciles. Me heriste, heriste a mi hija, y nuestro mundo se derrumbó. ¿Crees que una disculpa
va a hacer algún tipo de diferencia después de eso?

Me levanté lentamente, la adrenalina hizo que la sangre me golpeara en los oídos. La había
provocado, y aunque no salió como yo quería, tenía que seguir esperando un cambio. —Tal
vez lo haría... si supieras cuánto lo siento...

—No me importa cuánto lo sientas. No tienes ni idea de lo que tu abandono nos hizo. No
tienes ni idea del daño que has causado. Y no tienes ni idea porque no he sabido nada de ti
en tres meses. Me abandonaste porque alguien te hizo daño, alguien violó tu confianza, y eso
está bien. ¿Pero sabes qué? Te diste la vuelta y me hiciste eso. Señaló en su pecho. —Las
personas lastimadas lastiman a las personas. Y eso es exactamente lo que hiciste. Ahora,
nunca volveré a confiar en un hombre. Nunca me recuperaré de esta angustia. Porque confié
completamente, implícitamente, incuestionablemente en ti sin reservas y no puedo hacerlo
nunca más.

Cerré los ojos brevemente porque eso me hizo ahogarme, me enfermó.

—Tabitha y Kevin te arruinaron. Bueno, ahora tú me has arruinado a mí. Felicitaciones,


carajo.

Mis ojos lloraban porque me odiaba a mí mismo más de lo que nunca lo había hecho.

—Arrastré mis pies diciéndole a Lizzie lo que pasó con nosotros porque sabía que se le
rompería el corazón, y eso me mordió en el culo porque estábamos comprando regalos de
Navidad para mis padres y ella agarró una taza que decía Mejor Maestro en ella y dijo que
te la iba a regalar. Y ni siquiera me atreví a decirle... me derrumbé... en medio de unos grandes
almacenes... y sollocé. —Ella levantó la voz, sus ojos se llenaron de lágrimas de enojo—.
Literalmente caí de rodillas y sollocé porque estaba tan devastada. He mantenido la calma
delante de mi hija desde que nació, y todo se fue a la mierda por tu culpa. Ahora mi hija tiene
que tener ese recuerdo en su mente para siempre, incluso después de que yo muera. Ahora
Lizzie probablemente será incapaz de tener una relación romántica sana porque está muy
perturbada por lo que presenció. Se supone que debo ser un modelo a seguir para ella, y
ahora he escrito el libro de jugadas sobre qué no hacer con un chico. Así que, gracias por eso.
Malditas gracias.

La humedad de mis ojos se derramó y goteó por mis mejillas, imaginando esa escena
desarrollándose como si estuviera allí, presenciándola con mis propios ojos, abandonando a
las dos chicas que amaba... en Navidad.
—Tus padres vinieron el día antes de Nochebuena.

Respiré profundamente y me resoplé, impidiendo que me desplome en sollozos que me


destrozan el alma, pero no pude detener las lágrimas silenciosas.

Sus ojos permanecían húmedos y brillantes, y la ferocidad de su voz hizo que su saliva
volara por el escritorio. —Apuesto a que no te dijeron eso. Vinieron, nos trajeron regalos de
Navidad, nos hicieron cacao caliente y pasaron la noche con nosotros... como si fuéramos
familia. Tus padres dieron un paso adelante porque elegiste abandonarnos, carajo.

Sentí tanta vergüenza que dejé caer mi mirada.

—No, imbécil. Tú querías hacer esto, así que vas a mirarme y escuchar cada maldita
palabra que tengo que decir.

Respiré profundamente y calmé las lágrimas momentáneamente antes de volver a mirarla.

Se golpeó la mano en el pecho porque estaba tan enojada que no sabía qué hacer con ella
misma. —Estuvieron ahí para mí cuando tú no estabas. Estuvieron ahí para mi hija cuando
tú no estabas. Cuando Lizzie se fue a la cama, me hablaron de ello, hicieron lo mejor para
hacerme sentir mejor. Dijeron que hablarían contigo. ¿Y sabes lo que dije? Eres una causa
perdida. Una maldita causa perdida. Nunca cambiarás, Derek. Vienes aquí como si te
hubieras despertado después de una siesta de tres meses, actuando como un ser humano otra
vez, pero en cuanto la mierda se dispare, volverás a ser un cruel y despiadado hijo de puta.
Tu disculpa no significa literalmente nada para mí porque es condicional, puede cambiar en
cualquier momento. ¿Tu vehículo se vuelca y se queda atascado en una zanja? Se acabó. ¿Te
encontraste con Kevin en el gimnasio? Vuelve a estar con Fleur en los clubes. —Levantó los
brazos—. Y sí, lo sé todo sobre eso, Derek, porque está por todo el internet. Nuestra profunda
relación no significó nada para ti porque me dejaste y volviste con tus modelos, con la mujer
que no te respetaba, que te abofeteó porque no se salió con la suya. Me dejaste... por eso. Y
fue sólo unas semanas después de que rompimos, pero probablemente te los estabas follando
mucho antes de eso. Porque no significaba nada para ti. Nada. Nada.

Mis labios temblaban porque apenas podía mantener la cara recta, mis labios empapados
de sal, gotas en el suelo entre mis zapatos. Escuchar su dolor, oír un relato veraz de mi
comportamiento... fue jodidamente asqueroso.

Ese era yo... yo hice todas esas cosas.

El autodesprecio hizo que mis rodillas se debilitaran, y caí de nuevo en la silla, con los
antebrazos sobre las rodillas, la respiración superficial y desigual, el peso de mis acciones y
las consecuencias aplastando mis pulmones para que apenas pudiera respirar.
—He estado solicitando todos los trabajos del mercado con un ingreso remotamente
similar, y sigo perdiendo el puesto por otras personas, pero encontraré algo. Y si no lo hago,
me conformaré con algo menos. Porque no hay suficiente dinero en el mundo para hacerme
trabajar aquí, contigo.

Cerré los ojos y deseé poder huir, silenciar sus palabras, apagar el dolor.

—Solía obtener tanta satisfacción personal de mi trabajo, pero ahora lo odio. Aunque no
tenga que verte, lo odio. Es insoportable trabajar para alguien por quien literalmente no
tienes respeto.

Abrí los ojos y la miré de nuevo.

Hizo un círculo con sus dedos mientras me miraba. —Cero. Nada. Cero.
12
EMERSON
Fue una experiencia tan catártica.

Había guardado esos sentimientos dentro de una botella por tanto tiempo, y no me di
cuenta de lo herida que estaba hasta que me desahogué con él. Tenía el corazón roto desde
el principio, pero poco después me había apagado, me quedé entumecida, sin sentir nada.

Y entonces todo salió duro y rápido.

No me sentí mal por lo que dije, porque lo dije en serio. No me importaba si Derek se
sentía realmente culpable o no, porque tuve que sufrir sola durante los últimos tres meses,
mientras él... hacía lo que hacía. Tenía todo el derecho a decir todo lo que sentía, y si él no
quería oírlo, podría haberlo dejado en paz.

Le advertí, pero no me escuchó.

Después de eso, estaba seguro que no volvería a mencionarlo. Trabajábamos juntos de


forma incómoda hasta que encontrara un nuevo trabajo. Entonces nunca tendríamos que
volver a vernos. Podríamos olvidar este estúpido error y dejarlo en el pasado.

Recogí la cena de camino a casa porque no estaba de humor para cocinar. Lizzie estaría
encantada. Cogí sándwiches y patatas fritas, para que ella pudiera llevar la otra mitad del
sándwich a la escuela para el almuerzo.

Cuando entré por la puerta, hablé con mi mamá un rato antes de poner la comida en el
mostrador.

Lizzie se quedó en el sofá, con la mirada baja.

Me volví para mirarla. — ¿Qué pasa?

— ¿Qué es qué? —preguntó, todavía en su teléfono.

—Traigo comida a casa, ¿y no tienes ninguna reacción? —Mis manos se movieron a mis
caderas, y la miré fijamente.

Finalmente levantó la cabeza y me miró.


—Lizzie, ¿qué hiciste?

Suspiró antes de levantarse del sofá y se dirigió a su mochila. Desabrochó la cremallera de


un compartimento antes de revelar un trozo de papel. —Necesito que firmes esto...

Lo desplegué y lo leí. —Tienes detención todos los días porque estás fallando en
matemáticas. —Levanté la mirada y la miré, extremadamente decepcionada—. Lizzie, ¿por
qué estás fallando en matemáticas?

—Porque no lo entiendo, ¿de acuerdo? Es difícil.

—No me importa si es difícil. Necesitas resolverlo.

—He ido a otros tutores, y no funciona. Él era el único...

—No dependas de un hombre para nada, Lizzie. No te permitas fallar porque él no está
aquí para enseñarte. Si has aprendido algo de mí, es a no depender de nadie más que de ti
misma. Así que eso no es una excusa. Lo resolverás por ti misma. ¿Me entiendes?

Todo lo que dio fue un asentimiento.

Firmé el recibo y lo dejé en el mostrador. No estaba de humor para lidiar con esto cuando
entré por la puerta, así que saqué mi sándwich, tomé un vaso de vino, y me senté en la mesa
del comedor para poder disfrutar de mi comida y no pensar en nada más.

Lizzie normalmente comía en el sofá para llevar, pero se movió al asiento de enfrente. —
¿Qué pasa?

—Estás fallando, Lizzie.

—No, no es eso. Estás enfadada por otra cosa. —Ella desenvolvió su sándwich y recogió
la mitad.

Abrí la bolsa de papas fritas y dejé caer mi mirada, a la vez tocada y molesta por el hecho
que ella me conocía tan bien. —Acabo de tener un mal día en el trabajo.

— ¿Hizo algo?

Hubo un acuerdo tácito entre nosotras de no decir su nombre. Agarré unas cuantas papas
y las puse en mi boca.

—Lo siento, mamá.

Me encantaba cuando Lizzie era amable y cariñosa conmigo, pero odiaba el


desencadenante de ello... mi pena. Odiaba que ella supiera que yo estaba triste. Odiaba que
supiera que había permitido que un imbécil me destrozara. —Hoy trató de disculparse
conmigo... y yo le grité.

— ¿Lo hiciste?, —preguntó sorprendida—. Bien. Se lo merece.

—Sí... —Se lo merecía absolutamente.

—Entonces, ¿por qué estás tan triste? Pensé que estarías feliz que se disculpara y admita
que se equivocó. Debió sentirse bien regañarlo.

Desenvolví mi sándwich y recogí la mitad. —Sí, pensé que yo también sería feliz. Pero...
no me hizo sentir nada. Supongo que es bueno tener finalmente un cierre, pero... fui muy
dura con él. Esa no soy yo. Me ha convertido en alguien que no me gusta, y eso sólo me hace
sentir peor.

Lizzie no comió. Sostuvo su sándwich y me miró.

—Me ha convertido en una persona amargada, odiosa y vacía. Y lo odio por eso. Pero
también me odio a mí misma por permitirle hacer eso. Debería haber sido más inteligente.
Debería haber hecho las cosas de forma diferente. Todo esto podría haberse evitado si
hubiera tomado mejores decisiones.

—Pero mamá, ¿cómo puede alguien vivir de esa manera? ¿Cómo puede alguien no
cometer un error? Eso no es realista. Lo amabas y te arriesgaste. Él fue el que lo estropeó, no
tú, así que no deberías sentirte mal. No te culpes, mamá. No pienso menos de ti. Nadie piensa
menos de ti.

Hice una pausa para mirar mi sándwich, para dejar que la emoción desapareciera antes
que me ahogara y llorara. —Gracias, cariño. Cuando estuve lista, levanté mi barbilla y la
miré, viendo a la persona más perfecta del mundo frente a mí. Había sido su madre durante
trece años, pero cuanto mayor se hizo, más se convirtió en mi amiga... mi mejor amiga.

—Me alegro que le regañaras. Sé cuánto te ha herido, y merece saber cuánto te ha hecho
sufrir. La disculpa no significa nada, pero tener la oportunidad de decirle lo que sientes...
probablemente significó mucho más.

—Supongo.

—Conseguirás otro trabajo, y no tendrás que volver a verlo. Entonces todo habrá
terminado, para siempre. Y encontrarás un gran tipo, serás feliz, y entonces será un tipo cuyo
nombre apenas puedes recordar. Lo sé.

—Gracias, nena.
Pasaron los días, y Derek y yo no nos vimos.

Tal vez él me estaba evitando, pero yo también lo estaba evitando a él, así que funcionó
bastante bien. Hablamos por correo electrónico sobre los solicitantes, lo que era preferible a
mirarle a la cara.

Cuando fui al almacén a entregar el almuerzo, noté que Derek no estaba en la sala
principal. Solo estaban Jerome y Pierre. El otro día, Derek tampoco había estado allí. Parecía
estar pasando el tiempo en los otros almacenes, probablemente supervisando otros
proyectos. —Tengo comida china.

—Si. —Jerome se acercó y cogió su contenedor—. Desde que empezaste a traer el


almuerzo, he ganado diez libras. ¿Estoy triste por eso? No. —Se rio y luego agarró un tenedor
para poder devorar su almuerzo.

Pierre también se acercó y agarró su bandeja de comida.

Eché un vistazo y vi que Derek no estaba en ninguna parte. —¿Debo poner esto en la
nevera para él, o volverá pronto?

—¿Quién? —preguntó Jerome—. ¿Derek?

—Sí. —Puse su caja de comida de vuelta en la bolsa.

—No está aquí hoy, —dijo Jerome.

—Sólo está aquí dos días a la semana. —Jerome giró su tenedor en los fideos antes de
ponerlos en su boca.

—Oh. —Supuse que estaba trabajando en otros lugares. No tenía idea que físicamente no
estaba en el lugar—. ¿Por qué?

Jerome se encogió de hombros. —Ni idea. Nunca le preguntamos nada, y nunca comparte
información con nosotros. Así es como funciona. Habrá una lista de instrucciones y esquemas
enviados por correo electrónico por la mañana, así que parece que está trabajando desde casa.

¿Así que no tendría que verme? Eso parecía cobarde. — ¿Está bien?

Jerome se encogió de hombros. — ¿Quién sabe con ese tipo? Parece el mismo.

—El mismo imbécil que siempre ha sido. —Pierre empujó su comida con el tenedor antes
de conseguir un buen trozo.
Mi instinto fue defender a Derek, pero esta vez no lo hice. Era un gilipollas. Caso cerrado.
— ¿Sólo está aquí los martes y jueves, entonces?

—Sí, —dijo Jerome.

— ¿Cuánto tiempo ha estado sucediendo esto? —Hice todo lo posible por evitarlo, así que
no había notado su ausencia.

—Unas dos semanas, —dijo Pierre—. Tal vez tres.

Eso fue antes que intentara disculparse conmigo. —No es propio de Derek tomarse una
licencia así.

Jerome se encogió de hombros. —No. Pero no es asunto nuestro, ¿verdad?

—Sí, —dijo Pierre—. Eso es sólo para que lo sepan los amigos, y sabemos que él no tiene
ninguno de esos.

El programa de prácticas estaba llevando mucho más tiempo del que ninguno de nosotros
pretendía.

La selección de los candidatos fue difícil, porque Derek corría mucho calor y frío. A veces
estaba muy involucrado, y otras veces no respondía a mis emails. Volvía a ser impredecible
y no respondía.

Le envié un último email.

A: DHamilton@KelvinIndustries.com

Asunto: Selección de candidatos

Derek, voy a seleccionar los cuarenta candidatos yo misma porque ya estamos atrasados. Esto
debería haber sido completado hace dos semanas, y tengo candidatos volando mi bandeja de entrada
pidiendo su estado ya que la fecha límite hace tiempo que llegó y se fue.

Lo envié y luego miré en la pila, sacando a la gente que me gustaba personalmente en base
a sus cartas. Cuando todo el mundo era igual de inteligente, lo único que les hacía destacar
eran sus personalidades, y yo creía que una buena actitud era mucho más valiosa que unas
notas perfectas.
Quince minutos después, Derek entró en mi oficina. O... su oficina. Se sintió como mi
oficina porque nunca usó este lugar a menos que fuera por un exceso de papeleo que no sabía
dónde más poner.

Levanté la vista y lo vi con una camiseta negra y unos vaqueros oscuros, su cuerpo era
más musculoso de lo que solía ser porque parecía estar haciendo más ejercicio del que solía
hacer. Ahora que se estaba cogiendo a las supermodelos de nuevo, probablemente tenía que
estar en la mejor forma de su vida. Un imbécil superficial. Cuando vi por primera vez las
fotos de él y Fleur, junto con todas las otras chicas con las que se fotografió, lloré... y lloré... y
lloré. Incluso ahora, todavía me dejaba un mal sabor de boca. No eran celos. No era
posesividad. Sólo fue... decepcionante. Ninguna de ellas se preocupaba por él, no de la
manera en que yo lo hacía. Pero me reemplazó con una mujer diez años más joven, como
cualquier otro rico imbécil lo hizo con sus mujeres. —Derek, un correo electrónico sería
suficiente. —Podríamos terminar esto por correo electrónico. No hay razón para sentarse en
la misma oficina donde tuvimos nuestra última pelea.

Se sentó en la silla frente a mí, con los ojos ligeramente hundidos y en la superficie de mi
escritorio. Sus manos se juntaron, y distraídamente las frotó una contra otra, masajeando sus
nudillos como solía hacer cuando estaba en lo profundo del pensamiento. —Es una decisión
importante.

—Una decisión importante, ¿eh? —No como decidir dejar a la mujer con la que dijiste que
te casarías en una escalera, mucho más importante que eso—. Derek, este es tu programa, así
que tú tomas la decisión final. —Abrí el cajón de mi escritorio y puse la carpeta delante de
mí—. Dame la lista de nombres, y yo haré todo lo demás.

Agarró la carpeta y la tiró hacia él. La abrió y comenzó a hojearla.

Deseé que se fuera. Odiaba estar en la misma habitación que él. Fui tan cruel con él la
última vez y me arrepentí de lo fría que había sido, pero en el momento en que tuve que
mirarlo, toda esa rabia volvió. No estaba segura de sí habría algún día, incluso dentro de
décadas, en que no me sentiría tan hostil con él. Estaba fuera de mi control, una respuesta
instintiva, una reacción evolutiva porque este hombre me causó más trauma físico y
emocional que cualquier otro evento en mi vida.

Derek empezó a sacar solicitudes y a colocarlas en mi escritorio.

¿No podía hacer esto en otro lugar?

Colocó más, pasando por una docena antes de seguir hojeando las solicitudes restantes.

Inhalé una respiración profunda y me obligué a encontrar la paz, para no dejar que su
presencia destruyera lo que yo era como persona. Me convirtió en un perro guardián furioso
que quería hacerlo pedazos, y esa no era yo. Kevin y Tabitha lo habían convertido en un
monstruo, y no podía dejar que me convirtiera en uno. —Jerome y Pierre me dicen que sólo
trabajas dos días a la semana. ¿Todo está bien?

Se quedó quieto ante la pregunta, sus ojos se levantaron ligeramente para indicar que ya
no estaba leyendo. Estaba tan quieto que parecía dejar de respirar por completo. El silencio
pasó, una larga pausa, llevada a proporciones épicas. Luego levantó lentamente su cabeza y
me miró, sus ojos marrones firmes pero vacíos.

No pensé que la pregunta le provocaría tan profundamente.

Continuó mirando fijamente, con la respiración un poco más profunda que antes, pero no
hubo respuesta.

Nunca hubo una respuesta, así que no fue una sorpresa.

Dejó escapar un largo y tranquilo respiro antes de volver a los papeles que tenía en la
mano. —Sí... todo está bien. —Seleccionó algunos más y los puso en mi escritorio.

Sabía que era una mentira, pero no le pregunté de nuevo. Ya no era mi problema, su
negocio no era mi negocio, e incluso cuando estábamos juntos, su negocio nunca había sido
mi negocio. Ni siquiera me habló de Tabitha; sus padres lo hicieron. Si hubiera sabido esa
información, habría manejado esa cena de ensayo de manera muy diferente.

Terminó de elegir a los cuarenta solicitantes antes de cerrar la carpeta y ponerla en la mesa
a su lado.

Reuní los papeles y los organicé por orden alfabético. —Empezaré a hacer las llamadas.
He recibido tantas preguntas sobre el estado de la solicitud que dejé de abrir los correos
electrónicos. Actualicé la página web, pero parece que no la leen.

Con las manos juntas, me miraba, escuchándome, pero su mente parecía estar en otra
parte. —Emerson.

Dejé de organizar los periódicos y lo miré fijamente.

Se aclaró la garganta, como si tuviera algo importante que compartir conmigo.

—He pasado mucho tiempo pensando en nuestra última conversación, y hay algunas
cosas que me gustaría añadir. Yo... no estaba realmente en el estado mental para hacer eso en
ese momento.

Mis ojos se entrecerraron. —Derek, no quiero hablar más de esto.


—Por favor.

—Derek, hemos terminado. No hay nada que puedas decir para mejorar esto. ¿Qué
quieres de mí?

Mantuvo su mirada en mí, manteniéndose tranquilo. —Si me dejas responder, te lo diré.

Di un suspiro de enfado. —Quería hablar de esto hace mucho tiempo e hice repetidos
intentos, pero nunca me diste esa oportunidad. No estoy segura de por qué crees que estoy
obligada a hacerlo cuando nunca se me dio la misma cortesía. —Intenté con más fuerza
mantener mi voz baja, ser pragmática en lugar de un desastre emocional. Estaba mucho
mejor, pero si seguía presionando, no estaba seguro de cuánto tiempo sería capaz de
mantenerme firme.

Cerró los ojos por un momento, picado por el insulto. —Porque eres mejor que yo,
Emerson. Siempre lo has sido... siempre lo serás. Inclinó su barbilla y me miró de nuevo,
pidiendo en silencio permiso para hablar.

—Si crees que puedes decir algo para que seamos amigos de nuevo, estás perdiendo el
tiempo. Si crees que puedes decir algo para que yo continúe en este trabajo, estás perdiendo
el tiempo. Pero si sólo necesitas desahogarte, sólo saber que lo intentaste, entonces bien.
Adelante. —Una vez que esto terminara, realmente terminaría. Seríamos sólo recuerdos para
el otro, un espectáculo de mierda que se estrelló y se quemó. Si nunca nos hubiéramos
reunido, podría haber trabajado aquí para siempre y tener un gran trabajo. Pero eso ya había
pasado. Fue un maldito error.

Se volvió callado, permaneciendo así por mucho tiempo, como si estuviera absorbiendo
lo que dije, digiriendo cada palabra. —No quiero que seas como yo, Emerson. —Sacudió la
cabeza—. Cuando dijiste que te lastimé como ellos me lastimaron y ahora estás arruinada...
eso me dolió más que cualquier otra cosa. No quiero eso para ti. Eres... eres demasiado buena
para eso. Quiero que seas feliz, no amargada y enojada... como yo. —Aclaró su garganta y se
miró las manos un rato, como si tratara de no emocionarse—. Hay un gran tipo ahí fuera que
sería muy afortunado de tenerte, y no te hará daño como yo te hice. Y dejar eso fuera por mi
culpa... sería un perjuicio para ti.

No podía creer que me estuviera dando consejos sobre mi vida amorosa. Quería decirle
que todas las citas en las que había estado eran decepciones catastróficas, que el sexo era
mediocre, y que él arruinó mi oportunidad de encontrar el amor porque era muy bueno
conmigo, no por lo malo que era para mí. El último chico con el que salí seguía golpeando
mi DM, pidiendo el dinero que decía que le debía. Cuando borré todas mis cuentas de citas,
fue a por mis cuentas de medios sociales, y no lo dejó. Yo sólo le pagaría, pero tenía
demasiado orgullo para eso.
—No sabía lo de la Navidad. Mis padres nunca me lo dijeron.

Por supuesto, no lo hicieron.

—Yo... yo... me siento tan mal que no puedo expresarlo con palabras. —Levantó los ojos y
me miró—. Herí a la persona que más quiero en este mundo, y me odio a mí mismo por ello.
Estos últimos tres meses ha sido un borrón, y ahora que estoy presente... estoy enfermo. Estoy
enfermo por herir a Lizzie. Estoy enfermo por herirte a ti. Estoy enfermo por volver con las
mujeres que nunca han significado nada para mí. Estoy enfermo que todo ese crecimiento,
toda esa felicidad, se haya roto... porque yo lo permití. —Inclinó su cabeza con
vergüenza—. Me odio a mí mismo más de lo que tú podrías entender, Emerson.

La cantidad de auto-odio no era nada comparado con el dolor que había llevado cada día
durante tres meses, pero dejé que se absolviera de la culpa para que pudiera seguir adelante
y olvidarse de mí. Eso significaba que no hablaríamos más, y eso era lo que yo quería más
que nada. Quería sacar a Derek Hamilton de mi vida de forma permanente.

—Pero... tengo una refutación a lo que dijiste. —Se enderezó en su silla mientras me
miraba con unos ojos marrones que eran vulnerables y profundos, ya no custodiados y
enfadados—. Dijiste estoy aquí de nuevo, pero la próxima vez que algo pase... volveré. Mi
remordimiento es condicional. Mi amor es revocable. Eso no era cierto. Ya no lo es.

No creí ni una palabra de lo que dijo, pero no tuve ninguna reacción al respecto.

—Emerson, nunca volvería a hacer algo así. Soy una persona diferente ahora.

—¿Por qué? —Lo desafié, no porque me importara la respuesta, sino sólo para recordarle
que sus palabras estaban vacías sin ninguna evidencia real que las respaldara—. Solía tener
fe en ti. Pero ya no la tengo. Puedes decir lo que quieras para sentirte mejor, pero ambos
sabemos que nunca cambiarás.

Se tragó una trampa en su garganta, y sus ojos se estremecieron ligeramente. —He


cambiado.

—¿Por qué? —Presioné.

—Porque...—Aclaró su garganta y respiró profundamente, como si tratara de


calmarse—. Porque yo lo he hecho.

Sacudí la cabeza. —Espero que tengas razón, pero no me importa si la tienes o no. —El
pasado estaba en el pasado. El daño ya estaba hecho. Todavía estaba lívido tres meses
después, cuando había pasado un tiempo apropiado, y no estaba ni cerca de superarlo. Mi
cuerpo estaba ahora cubierto de cicatrices. Primero, hubo besos... y ahora había moretones y
daños permanentes que nunca se curarían.

Se volvió silencioso otra vez, el silencio duró por minutos.

Esperé a que se fuera, pero siguió sentado allí.

—Emerson. —Tomó otro respiro mientras me miraba—. Entiendo por qué te sientes así.
Tienes derecho a ello después de todo lo que hice. Mi reacción no sería diferente, basada en
mi propia experiencia. Pero... eres el amor de mi vida, la mujer que quiero para el resto de
mi vida, y... haría cualquier cosa para recuperarte. —Sus ojos se humedecieron ligeramente
al mirarme, como si realmente quisiera decir cada sílaba de esas palabras—. Prometo que
nunca, nunca haré nada como esto...

Levanté mi mano para silenciarlo.

Sus ojos se quedaron pegados a mi cara, su respiración aumentó.

—Pensé que sólo querías disculparte. Pensé que querías reparar nuestra relación
profesional, incluso nuestra amistad. No tenía ni idea que este era tu fin, intentar recuperar
la relación personal que destruiste. —Hablé tan silenciosamente y tan profesionalmente que
en realidad estaba más tensa que si gritara como lo hice antes. Estaba tan enojada que me
quedé callada, porque estaba en el suelo—. Se ha ido, Derek. Esa hermosa y perfecta relación
se destruyó hace mucho tiempo. No queda nada que salvar.

—Eso no es verdad...

—Es verdad. Porque la razón por la que esa relación era tan hermosa era porque confiaba
en ti, profundamente, locamente. Tenía completa fe en ti. Cuando mi madre me advirtió, dije
que no había nada de qué preocuparse. Puse todas mis fichas en la pila y aposté por ti como
mi caballo. Puse los ahorros de toda mi vida. Puse todo sobre la mesa, mi corazón, mi
familia... mi hija. Y tú me dejaste. En una escalera. Y se olvidó de mí.

Sus ojos se humedecieron aún más, convirtiéndose en lágrimas que no eran tan pesadas
como para escapar.

—No confío en ti, Derek. Sin confianza, no hay nada. La relación será un fantasma de lo
que solía ser. Sólo estará... vacía. Esa cosa hermosa y rara que teníamos se ha ido para
siempre. Una disculpa no la traerá de vuelta. No importa cuánto te amo. No hay nada que
me haga ponerme en esa situación otra vez, para construir a alguien y ayudarle a crecer, y
luego verle chocar de nuevo... en la repetición. Eso no es un buen uso de mi energía, y en
lugar de cuidarte todo el tiempo, quiero que alguien me cuide. Pero esta relación siempre ha
sido una calle de un solo sentido. No tengo la paciencia. No tengo el interés.
Dejó caer su barbilla y rápidamente arrastró sus manos por su cara, limpiando la humedad
de sus ojos. Parpadeó rápidamente antes de aclararse la garganta. —No soy el hombre que
solía ser, Emerson. No... no voy a hacer eso otra vez. Te prometo que estoy aquí, todos los
días, para siempre.

Sacudí la cabeza ligeramente.

—Por favor... sólo dame otra oportunidad. —Juntó sus manos y apoyó el borde de sus
dedos contra sus labios—. No puedo perderte. Por favor... no puedo perderte. Te amo tanto,
joder...

—¿Dónde diablos estaba esto hace tres meses? —Me quebré porque ya no podía estar
tranquila—. Estaba sollozando en las escaleras de un edificio y tú te fuiste. Nunca llamaste.
Nunca enviaste un mensaje de texto. ¿Qué demonios es esto...?

—No era yo mismo. —Dejó caer sus manos y se resopló, controlando sus emociones una
vez más—. No era yo. Soy yo. Y este soy yo todos los días para siempre, ¿de acuerdo? Estaré
aquí cada momento de cada día, haciendo que esta relación funcione. Eres el amor de mi
vida, y no puedo vivir sin ti...

—Estuviste viviendo muy bien los últimos tres meses. Por cierto, ¿cómo está Fleur?

Cerró los ojos y se acobardó.

—Ya basta, Derek. Yo me acuesto con otras personas, tú te acuestas con otras personas, se
acabó.

Abrió los ojos de nuevo y me miró, aún más torturado que antes. —Ya no me acuesto con
nadie...

—Bueno, lo hice. He seguido adelante.

Cerró los ojos brevemente, dolorido por lo que dije, como si la idea de que yo estuviera
con otros hombres lo matara... como me mató a mí.

—No son lo suficientemente buenos para ti...

Liberé una risa maníaca. —Oh, eso es lindo viniendo de ti. Me has hecho más daño que
cualquiera de ellos.

—Emerson, por favor...


—Escuché todo lo que dijiste. No estoy obligada a hacer nada más. Hiciste tu propuesta y
la rechacé. Hecho. No te quiero. —Quería que se fuera para poder estar sola, para dejar que
las lágrimas de ira escaparan de mis ojos y rodaran por mis mejillas.

Bajó la barbilla y se quedó en silencio, su respiración profunda y desigual, luchando con


todas las emociones y pensamientos que esta conversación provocó. Se frotó las manos,
llegando a un estado de calma. Luego me miró de nuevo. —Dijiste que todavía me amas...

—No dije que...

—Tengo la mejor memoria del mundo. Usaste el tiempo presente, no el pasado.

Mis ojos se entrecerraron. —No hay diferencia, Derek...

—Hace toda la diferencia en el mundo. Todavía me amas, pero no confías en mí. Déjame
ganarme tu confianza...

—No. Tuviste tu oportunidad, y la arruinaste, muchas veces.

—Vale la pena luchar por nosotros...

Me golpeé la mano contra el escritorio. —No tuvimos una estúpida pelea y rompimos por
algo tonto. Estábamos jodidamente enamorados, y luego rompiste conmigo sin razón alguna
y nos devastó a Lizzie y a mí. Deja de reescribir la historia y de hacerla parecer pequeña...

—No voy a hacer eso. Sólo digo que ya no soy ese hombre, que estoy aquí al cien por cien,
que no voy a hacer esa mierda nunca más. Estoy comprometido contigo hasta que la muerte
nos separe. Y si todavía me quieres, entonces dame la oportunidad de demostrarte que estoy
aquí para siempre. Porque lo estoy, Emerson. Nunca, nunca te dejaré de nuevo. Eres... mi
vida.

Puse los ojos en blanco aunque parecía que él quería decir cada palabra. —¿De dónde
mierda viene esto, Derek? ¿Por qué entras aquí después de tres meses de silencio y profesas
tu amor eterno por mí? ¿Cómo puedes follarte a todas esas mujeres mientras quieres estar
conmigo hasta que la muerte nos separe? Derek, tienes dos personalidades. Esa está apagada,
y ahora esta otra está encendida. Volverá a ser...

—Nunca lo será. Nunca lo será, carajo. Este soy yo, para siempre.

—¿Por qué? —Me quebré—. ¿Por qué?

Inhaló un profundo aliento mientras me miraba fijamente, sus ojos enojados y


emocionados al mismo tiempo. —Porque he cambiado. Hay momentos en la vida que te
hacen examinar tus prioridades, que te hacen despertar y darte cuenta de que te has
equivocado en todo... y esos momentos te definen para siempre. Ese momento me ha pasado
a mí. Ese momento me ha hecho darme cuenta que eres el puto mundo para mí y que moriría
si alguna vez te perdiera...

— ¿Y qué fue este momento, Derek? ¿Te acabas de despertar una mañana de un sueño o
qué?

Sus ojos empezaron a lagrimear de nuevo. —Mis padres…

—Tus padres, ¿qué?

—Ellos... ellos... se aman de verdad, y... lo que tienen... lo tengo contigo.

Siempre han sido muy cariñosos, así que eso no era suficiente para mí. Nada de lo que él
dijo sería suficiente para mí. —Me gustaría que nuestra relación fuera profesional hasta que
consiga otro trabajo y me vaya. Deberías ser pragmático y contratar a mi sustituto, así tendría
tiempo de sobra para entrenarlos. Porque me voy, ya sea la próxima semana o en un par de
meses. No hay nada que puedas decir para hacerme sentir diferente hacia ti, para sentirme
segura, para arriesgar lo que queda de mi corazón en una apuesta. Porque es una apuesta,
Derek. No una inversión.

Inclinó su cabeza en la derrota.

—Aprende de esta experiencia y sé mejor para la próxima mujer.

Inhaló bruscamente como si lo hubiera insultado. —Nunca habrá nadie más para mí que
tú. —Levantó la barbilla y me miró, con los ojos húmedos y la expresión apretada por el
dolor—. No lo entiendes. Tú... tú lo eres. Eres la otra mitad de mí.

A pesar de la profundidad de sus palabras y de la sinceridad con la que se unieron, no


atravesaron mi duro exterior. Todo lo que podía ver era un hombre que iba y venía
indefinidamente, que era el hombre que amaba la mitad del tiempo y luego el hombre sin
corazón que odiaba la otra mitad del tiempo. Una vez, miré a Derek como el regalo de Dios
a las mujeres, el hombre más grande que ha caminado en esta tierra, pero ahora... vi a un
hombre tan marcado que nunca dejaría de encarnar todo su odio, su amargura y sus miedos.
—Te advertí lo que pasaría si tardabas demasiado y te demorabas demasiado.
13
DEREK
Me acosté en el sofá de la sala de estar y miré fijamente al techo. A medida que la noche
se hacía más profunda, las sombras se movían, entreteniendo mis ojos y mis pensamientos
porque no podía dormir.

Parecía que ya no podía dormir.

Cuando mi cabeza golpeó la almohada, pensé en mi madre, pensé en mi vida si la perdía.


Pensé en el hombre en que se convertiría mi padre, una cáscara hueca que sólo sabía ser
vicioso y mezquino. Estaba al borde de perder a mi familia si mi madre perdía esta batalla.

Los últimos diez años, había dado todo por sentado. Daba por sentado que tenía los
mejores padres del puto mundo, una familia perfecta, aunque otra mujer me tuviera y se
fuera, seguía siendo jodidamente perfecta.

Porque mi madre me quería cuando no tenía que hacerlo.

Eso lo hizo perfecto.

Ella daría su vida por mí en una fracción de segundo. Me quería tanto como Dex y Daisy.
Llevaba su corazón en la manga y me mostró que estaba ahí todos los malditos días.

Lo daba todo por sentado.

Ahora estaba asustado... tan jodidamente asustado.

No quería ver a mi madre o ir con mi padre al hospital porque estaba muy deprimido.
Pero me negué a permitirme huir como todas esas otras veces. Eso ya no era lo que yo era.
En lo bueno y en lo malo, yo estaba allí.

Sólo deseaba tener a Emerson a mi lado.

Mi roca.

Mi todo.
Pero no fui su roca cuando me necesitó. No la merecía. Sabía que no la merecía. Pero
intenté recuperarla de todas formas porque no sabía qué más hacer. No había otra mujer en
esta tierra con la que pudiera compartir mi vida. Ella lo era todo para mí. Podía imaginar mi
futuro tan claramente ahora. Sería como mi padre sin mi madre y viviría el resto de mi vida
así.

¿Por qué dejé que esto sucediera?

¿Por qué dejé que mi pasado arruinara mi futuro?

¿Por qué... por qué era tan jodidamente débil?

Cerré los ojos y traté de frenar el rápido latido de mi corazón. La ansiedad y las
palpitaciones me darían un ataque al corazón si permitía que continuara por mucho tiempo.
Las lágrimas me quemaban los ojos y casi goteaban hasta las mejillas.

No había llorado tanto desde que era pequeño.

Y no me había sentido tan mal en toda mi vida.

Mamá ya no se veía igual.

Su cabello había desaparecido. Estaba cansada. Era primavera afuera, y en vez de ir a la


cabaña a la primera oportunidad, estábamos adentro... en la oscuridad... frente al televisor.

Papá estaba peor, apenas podía mantener su estoicismo frente a mi madre. El estrés le
comió como la quimio le comió a mi madre. Envejeció tan rápido, se volvió despiadado, se
convirtió en un extraño que no reconocí.

Cuando pasé tiempo con mi madre en el sofá, mi padre aprovechó la oportunidad para ir
a terapia. Siempre le decía a mi madre que iba a la oficina para comprobar las cosas, pero yo
sabía a dónde iba realmente. Guardé su secreto. Me alegraba que recibiera ayuda, pero a
juzgar por lo agresivo que era cada vez que volvía a casa, no funcionaba.

Mamá y yo jugábamos a las damas en el sofá, su cuerpo delgado envuelto en una manta,
su cabeza cubierta con una tela de colores a juego con su vivaz personalidad, que seguía
siendo burbujeante y brillante, sólo un poco atenuada por el cansancio.

Seguí dejándola ganar, y nunca me llamó a ello, aunque no era estúpida.

Hice mi jugada y traté de mantenerme positivo aunque se estaba haciendo más difícil a
medida que mi madre se deterioraba. Tuve que recordarme a mí mismo que ella sólo estaba
débil debido a los procedimientos, que era natural, que no había razón para perder la
esperanza. Simplemente hizo que todo fuera más real. Antes no parecía estar enferma, así
que era más fácil fingir que todo iba a estar bien. Pero ahora, su enfermedad era visible, justo
en mi cara todos los días, y no podía dormir porque tenía miedo de despertarme a la mañana
siguiente y que ella se fuera.

Cuando no me moví, ella levantó la mirada y me miró. — ¿Cariño?

—Lo siento. —Alcancé la pieza.

Me agarró la muñeca y la estabilizó. —Eso no. Mírame.

Mantuve los ojos bajos.

—Cariño. —Sus dedos se movieron hasta mi barbilla, y ella levantó mi mirada para que
yo la mirara, viera la sonrisa en su rostro, la calidez en sus ojos—. Háblame. El mundo está
sobre tus hombros. Déjame ayudarte.

Sacudí la cabeza. —Estoy bien.

—Te ves... No puedo ni siquiera explicarlo. —Puso su mano sobre la mía y me frotó
suavemente los nudillos—. Dime qué está pasando.

Me consolaba cuando era ella la que luchaba por su vida. Me hizo admirarla más y
odiarme más. —Hablé con Emerson. No puedo arreglarlo. —Había tanto arrepentimiento
embotellado dentro de mí, tanto auto-odio, tanta... desesperación—. Me disculpé. Le dije que
ahora soy un hombre diferente. Lo intenté todo, y ella no quiere tener nada que ver conmigo.

—Lo siento, cariño.

Inhalé una respiración profunda y sentí que llenaba mis pulmones de más tristeza.

—Me sorprende que no me haya tendido la mano o que no haya venido a visitarme. Pero
supongo... que es demasiado difícil ahora mismo. Me dijo que sería más fácil si no
hablábamos más porque le estaba haciendo difícil seguir adelante.

—Ella no lo sabe.

Sus ojos se entrecerraron. — ¿No se lo has dicho?

Sacudí la cabeza.

— ¿Por qué?
—Porque la conozco. Si se lo digo, se inclinará hacia atrás para estar ahí para mí. Me
perdonará por la situación. Puede que incluso me acepte de nuevo... porque entenderá por
qué he cambiado.

— ¿Y por qué eso es algo malo?, —susurró.

—Porque no es lo que realmente quiere. —Respetaba demasiado a Emerson como para


tomar el camino fácil, aunque la necesitaba desesperadamente ahora para superar esto.
Esperaba que me amara lo suficiente para darme otra oportunidad por su cuenta.

Mamá estuvo callada durante mucho tiempo mientras continuaba frotando mi mano. —
La tragedia une a la gente. Les recuerda que los baches de la vida no deben disuadir a la
gente que se ama de estar juntos. Les recuerda que el perdón debe ser concedido, que los
errores no importan en el gran esquema de las cosas.

—Cometí más que un error, mamá...—No había excusa para mi comportamiento. Me


merecía pagar el precio.

—Lo sé, cariño. Pero si supiera por qué has cambiado, podría marcar la diferencia en el
mundo. Y le has demostrado que eres diferente, que has pasado por una transformación sin
darte cuenta.

No entendí lo que quería decir, así que la miré fijamente.

—Cuando algo malo sucede, te alejas. Pero en este caso, cuando algo realmente
catastrófico ha ocurrido... corres hacia ella. La estás abrazando. Si eso no es una prueba
suficiente, entonces no sé qué lo es.

Asentí con la cabeza porque toda mi fundación había cambiado. Ya no era quien antes era.
Mis prioridades estaban claras. Mis sentimientos nunca habían sido tan claros.

—Creo que deberías decírselo, Derek. Ella se preocupa mucho por mí, y creo que querría
saberlo, sólo por ella misma. Se merece la oportunidad de decir adiós... si se trata de eso...

—No digas eso. —Inmediatamente me atraganté, mi corazón desarrolló rápidas


palpitaciones—. No digas eso, carajo.

Me apretó la mano. —Cariño, no lo hará. Pero todos merecen el derecho de reaccionar a la


información... mientras esa información siga siendo relevante.

—Lo pensaré.

Ella se alejó y lo dejó ir. —Está bien, cariño.


Ryan se sentó frente a mí en el sofá de la sala, con la cabeza inclinada por la tristeza. —
Joder... lo siento mucho.

No se lo había contado a mis amigos. Me lo guardé dentro porque no quería decir las
palabras en voz alta, porque entonces sería real. Sería verdad. Esta era mi realidad, y mi
madre estaba luchando lo mejor que podía, pero yo no podía ayudarla con eso. No era como
cuando tenía un problema con su ordenador o su auto y yo lo arreglaba por ella. O cuando
tenía que recoger algo muy pesado y lo hice por ella. No era como cuando necesitaba ayuda
con algo complejo, y mi padre estaba ahí para hacer lo que necesitara. No podíamos ayudarla
con esto. Estaba completamente sola, y ninguna cantidad de helado o juegos de mesa harían
la diferencia.

—¿Hay algo que pueda hacer? —Susurró Ryan.

Sacudí la cabeza.

Ryan se sentó en el sofá y suspiró. —Es una de esas veces en las que quiero decir que todo
estará bien, que lo superarás, y que todo estará bien. Pero sé lo que es perder a alguien por
el cáncer, y esa mierda no ayuda. Nada ayuda. Sólo... te vuelves indefenso.

Asentí con la cabeza. —Tienes razón.

—Pero estoy aquí, aunque sea para sentarme contigo.

—Gracias, hombre. Te lo agradezco.

Me miró un rato, y cuando pareció darse cuenta que miraba demasiado, dejó de mirar.

—Intenté recuperar a Emerson.

Levantó la mirada y me miró de nuevo, escuchando atentamente porque era la primera


vez que la mencionaba en mucho tiempo. Me había dicho que lo hiciera funcionar antes que
fuera demasiado tarde, pero nunca seguí su consejo. — ¿No salió bien?

—No.

—Lo siento.

—Debí haberte escuchado.


—Todos cometemos errores cuando estamos en un lugar oscuro. Y tú entraste en un lugar
muy oscuro después de la boda. Desearía... desearía no haber invitado a ninguno de los dos.
Si hubiera sabido que iba a ser un detonante como este, habría hecho las cosas de manera
diferente. Finalmente fuiste feliz con una mujer que era perfecta para ti, y yo lo saboteé.

—No, Ryan. Soy la única persona responsable de lo que pasó. No hay excusa para lo que
le hice a Emerson. Ninguna. Debí haberla acercado en vez de alejarla. Ahora perdí al amor
de mi vida, y tengo que vivir con ese arrepentimiento... para siempre.

Sus ojos se volvieron tristes. — ¿Estás seguro que no hay nada que puedas hacer?

—Intenté hablar con ella un par de veces... Ella me odia.

—Dudo que ella te odie, hombre.

Pude verlo en sus ojos. Pude ver el dolor que todavía llevaba. Pude ver lo entumecida que
estaba. —La lastimé mucho más de lo que Kevin y Tabitha me lastimaron, y ahora estoy
viendo una versión de mí mismo cuando la veo. Esa es la parte más difícil. Que destruí su
creencia en la humanidad, que destruí su alma.

Dejó caer su mirada.

—Y ahora me doy cuenta que ella es el amor de mi vida, siempre lo ha sido, y la idea de
perderla como podría perder a mi madre me hace darme cuenta de lo jodido que he estado.
Daría cualquier cosa por hacer las cosas de manera diferente. Le pedí una oportunidad para
demostrárselo, pero dijo que no.

—Lo siento. —Claramente no sabía qué más decir mientras me escuchaba hablarle como
si estuviéramos en un confesionario.

—Sí, yo también.

Inclinó la cabeza y se quedó en silencio.

Aclaré mi garganta. — ¿Me das el número de Kevin?

Ryan levantó la cabeza tan rápido que se le rompió el cuello. — ¿Qué?

—El número de Kevin.

—Kevin... ¿Kevin qué?

—Sabes de qué Kevin estoy hablando, Ryan.


Inmediatamente pareció incómodo. —Sé que estás en un lugar oscuro ahora mismo, pero
perseguirlo y golpearlo hasta el cadáver no es la solución...

—No es por eso.

— ¿Entonces por qué?

Respiré a través de mis pensamientos, tratando de unirlos para que tengan sentido. En mi
mente, eran un desastre. —Porque sé lo que es estar verdaderamente arrepentido de lo que
hiciste... y no tener otra oportunidad.
14
EMERSON
Derek dejó de intentar hablar conmigo.

A veces lo veía cuando iba al almacén, y levantaba la mirada para mirarme, a veces decía
algunas palabras. Pero la mayor parte del tiempo, me dejaba sola.

Era un alivio.

No podía seguir teniendo esa misma conversación. Había tomado mi decisión, y no la


estaba cambiando por nada. No importaba que todavía lo amara, porque todavía me sentía
completamente diferente hacia él.

Había dejado de salir con él porque era una pesadilla. No había hombres buenos, y prefería
tener una relación profunda con mi vibrador y un buen sitio porno. Cada hombre después
de Derek era una decepción, y no iba a perder el tiempo esperando que el siguiente fuera
diferente, cuando nunca lo fue.

Lizzie y yo estábamos en casa una noche cuando alguien llamó a la puerta.

Mis padres nunca llamaban, y no había abogados en el edificio, así que mi temor se dirigió
inmediatamente a Derek. Esperaba que Derek no cruzara esa línea y viniera a mi casa donde
estaba Lizzie, pero si estaba tan loco como para intentar volver a estar juntos en primer lugar,
el pensamiento no estaba completamente fuera de lugar.

Revisé la mirilla.

Joder.

Era Paul.

Golpeó su puño contra la puerta otra vez.

— ¿Quién es ese? —Lizzie preguntó.

Presioné mi dedo índice contra mis labios y la hice callar en silencio.


— ¡Sé que estás ahí! —Paul gritó a través de la puerta—. Dame mi dinero y te dejaré en
paz. Si crees que puedes ser una zorra que usa a los chicos para comer y beber gratis, te espera
otra cosa. Quiero mi dinero. Págame para mañana, o volveré. —Sus pasos sonaron en el suelo
cuando empezó a alejarse.

Los ojos de Lizzie estaban muy abiertos, como si no pudiera creer lo que había oído. —
¿Por qué le debes dinero a ese tipo?

—No se lo debo.

—Bueno, él cree que sí. ¿Por qué?

No quería explicarle esto a una chica de trece años. Ahora, me convertí en una de esas
madres que traía tipos raros alrededor de su hija como una madre terrible. Joder, esto era
una pesadilla. —No te preocupes por eso, ¿de acuerdo?

— ¿Cómo no voy a preocuparme por eso? Mamá, ¿qué está pasando?

Deslicé la cadena en la cerradura aunque nunca antes había sentido que fuera necesario.
—Era sólo un perdedor con el que salí. Como no funciono, quería que pagara todas las
bebidas y comidas que había comprado.

La mandíbula de Lizzie se cayó. — ¡Es una locura!

—Sí, lo sé. —No tenía ni idea de dónde vivía en el edificio, pero cuando no pudo
localizarme de otra manera, lo llevó tan lejos. No quería pagar por orgullo, pero ahora que
estaba realmente asustada, tendría que pasar un cheque por debajo de la puerta para que nos
dejara en paz. Si hubiera sabido que él haría ese truco, le habría pagado para que mi hija no
tuviera que ver eso.

—Qué imbécil. ¿Qué vas a hacer?

—Le pagaré. El problema desaparecerá. Así que no te estreses, Lizzie.

— ¡No le pagues! No se lo merece.

—Cariño. —Mi mano se movió a su hombro—. Está bien. No te preocupes por eso.

— ¿Un tipo vino a nuestra puerta y te llamó perra y te exigió dinero porque no funcionó?
Sí, estoy un poco preocupada, mamá.

Me sentí tan jodidamente humillada.

— ¿Porque no querías verlo más? Eso es una locura.


—Bueno, no le hablé de ti. Cuando lo hice, enloqueció.

Puso los ojos en blanco. —Eso es aún peor. Lo siento, mamá.

Seguí olvidando lo madura que era. —No lo seas, cariño. Está bien. —Le froté la espalda—
. Hagamos unas galletas y olvidémonos de eso, ¿de acuerdo?

Continuó mirándome con lástima en sus ojos.

Odié esa mirada. —Lizzie, está bien. Estoy bien.

—No estás bien. Estás asustada.

—No estoy asustada. No tengo miedo de nada...

—Sé que estás mintiendo, mamá. Pero sí, hagamos unas galletas.

Caminé hasta el escritorio de Derek con el estado de los solicitantes.

—Treinta y siete aceptaron. Tres se negaron.

No parecía ofenderse que algunos de los solicitantes fueran tan estúpidos como para
rechazar su aceptación. Tomó las tres solicitudes de las personas que habían rechazado la
oferta. —Les deben haber ofrecido puestos a tiempo completo en otro lugar.

—Sí, en realidad.

—Bien por ellos. Escogeré a otras tres personas. —Llevaba vaqueros y una sudadera con
capucha, sus ojos aún sin vida, como si no le importara su trabajo pero apareciera por
obligación, lo cual no era propio de él.

—Está bien. —Me di la vuelta.

— ¿Cómo le va a Lizzie en la escuela?

Lentamente me volví hacia él aunque no quería que me preguntara por mi hija, preguntar
por la chica que había creído en él tan profundamente y luego se estrelló y se quemó como
yo lo hice. —Bien. Pronto se graduará de la escuela secundaria.

Me miró, todavía con una expresión de culpa, de remordimiento. Así es como me miraba
ahora, como un perro que rompió el cojín del asiento y estaba listo para otra ronda de
disciplina. — ¿Encontró otro tutor, entonces?
No dudé en mentir. Era fácil mentirle a alguien a quien no respetabas. —Sí. Ella no te
necesita, Derek. Ninguna de las dos te necesitamos. —Me fui antes que pudiera decir algo
más, negándome a reconocer cómo se había destrozado nuestro mundo una vez que nos dejó.
Todo se fue a la mierda, y todavía nos ahogábamos... incluso todo este tiempo después.
15
DEREK
Mi trabajo solía ser mi vida.

Ahora, no significaba nada para mí.

Me importaba un bledo construir el mejor vehículo. Me importaba un bledo arreglar el


prototipo de mi anterior cohete. Todo parecía... inútil. Las cosas que me importaban tenían
prioridad en mi mente, y Emerson seguía en esa lista.

A pesar que no me quería.

A pesar que apenas podía mirarme.

A veces, la pena me tragaba tan profundamente que me sentaba en mi banco de trabajo y


miraba mis proyectos sin pensar realmente en ellos. Jerome y Pierre estaban en su descanso
de la tarde y habían hecho un viaje al edificio principal para usar el salón. Yo estaba solo en
el almacén.

Pero también solo en todo el sentido de la palabra.

Miré fijamente la superficie de mi escritorio, mi teléfono y los papeles allí, pensando en el


último tratamiento de quimioterapia de mi madre, la forma en que mi padre me gritó por
traerle helado, aunque ella me había pedido que se lo trajera.

Y entonces sonó mi teléfono... con el nombre de Lizzie en la pantalla.

Tuve que mirar fijamente durante un par de segundos porque no podía creer que su
nombre estuviera allí, en letras negritas, y siguió sonando como si no fuera un dial de trasero
o un accidente. Mi mano tembló mientras la agarraba y respondía. — ¿Lizzie? —Todavía no
creía que esta llamada fuera a propósito. Me odiaba más que su madre.

—Sólo tengo como un minuto antes que tenga que colgar el teléfono, así que sólo escucha,
¿de acuerdo?

— ¿Está todo bien? —Me levanté de mi asiento para prepararme para hacer algo, pero no
sabía qué.
—Llamaría a alguien más, pero en realidad no tengo a nadie a quien llamar. Mi abuelo es
demasiado viejo para hacer algo...

— ¿Hacer qué? Liz, me estás asustando. ¿Qué necesitas? — ¿Emerson estaba bien? Las
palpitaciones del corazón volvieron, junto con las náuseas. Me agarré al borde del escritorio
porque el estrés hizo que me doliera el pecho.

—Un tipo vino a nuestra puerta anoche y le dijo a mi madre que le debe dinero. La llamó
perra... fue raro. Dijo que volvería hoy y que no pararía hasta que ella le pagara.

— ¿Pagar por qué?

—Ella dijo que salieron un par de veces, y cuando se dio cuenta que me tenía, se enfadó
mucho y dijo que ella le hacía perder el tiempo y quería que le pagara todo el dinero que
había gastado en ella. Imbécil.

Empecé a respirar más fuerte, sintiendo una rabia que nunca había sentido en toda mi
vida, el tipo de ira furiosa que hacía que los hombres hicieran agujeros en las paredes y
rompieran sillas encima de las mesas del comedor.

—Mamá dice que no está asustada, pero yo sé que lo está. Yo también estoy asustada. No
sé qué más hacer...

—Hiciste lo correcto, Liz. Me ocuparé de ello.

—Vino alrededor de las siete de la noche.

—Considéralo hecho. No pases otro momento pensando en ello, ¿de acuerdo? —No podía
creer que un maldito imbécil tratara así a Emerson, acosara a mis chicas en su apartamento,
las extorsionara por dinero en vez de ser un caballero. No podía creer que hubiera tenido la
suerte de pasar tiempo con ella en primer lugar. No podía creer que la diera por sentado y
que sólo le importara el dinero en lugar de estar con la mejor persona del mundo. Estaba
enojada pero también dolorido, escuchando a Lizzie asustada cuando era tan dura como su
madre. Estaba enfadada porque esto ocurrió por mí... porque me había ido. Si no lo hubiera
hecho, nada de esto estaría sucediendo.

—Está bien. Perdón por llamar. Realmente no quería hacerlo.

—Puedes llamarme para cualquier cosa. Estoy aquí, siempre.

Esperé en el auto hasta que Emerson entró.


Luego me paré en el pasillo, a unos metros de su puerta, y con los brazos cruzados sobre
mi pecho, esperé.

Esperé para matar al hombre con mis propias manos.

Pasaron horas, y no pasó nada. El pasillo estaba en silencio. Después que la gente llegara
a casa del trabajo, no había tráfico de peatones. No sabía qué haría si los padres de Emerson
bajaban al pasillo para verla, pero afortunadamente, eso no ocurrió.

Mi corazón latía con fuerza todo el tiempo, la sangre se escuchaba en mis oídos, me dolían
los nudillos por una pelea que aún no había ocurrido.

Supe que era él en el momento en que lo vi.

Subió las escaleras y dobló la esquina, dirigiéndose a su puerta sin siquiera mirarme
porque estaba tan concentrado en su tarea que no se dio cuenta del tipo enojado que estaba
cerca.

Era más bajo que yo, no tan grueso como yo, y tampoco tan guapo.

No sabía por qué había salido con él en primer lugar.

Pero luego recordé por qué... y me odié más a mí misma.

Vertí esa ira en mis venas, la usé como combustible para hacer mi motor más potente, para
usar mis grandes manos para arrancarle todos los rasgos de su cara. Mis ojos lo vieron
moverse, detenerse frente a la puerta de Emerson, y luego levantar el puño para golpear.

Ver la escena con mis propios ojos me volvió psicótico. Le había dado un par de puñetazos
a Kevin, pero era porque se lo merecía. No me metí en peleas callejeras ni recurrí a la violencia
por razones insignificantes. Pero ahora, me sentía como un luchador profesional que trabaja
fuera de horario. Me acerqué por detrás y le coloqué el brazo alrededor del cuello para poder
tirarlo al suelo.

— ¿Qué carajo? —Aterrizó contra la madera dura y luego se puso de pie frenéticamente,
golpeando la pared opuesta, mirándome con puro terror—. ¿Quién carajo son...?

Mi mano fue a su garganta, y lo inmovilicé contra la pared, cortándole el aire para que no
pudiera respirar. Trató de patearme, pero lo evité como si supiera lo que haría antes de
hacerlo. Mi puño cerrado se estrelló contra su cara, hizo que su nariz explotara con sangre, y
por un momento, se quedó dormido, como si le hubiera golpeado tan fuerte que no pudiera
pensar con claridad. —Molesta a mis chicas otra vez, y te mataré. ¿Me entiendes?
La sangre goteaba de su nariz, y su cabeza se tambaleaba en su cuello. Tardó unos
segundos en volver en sí, para darse cuenta que aún estaba en grave peligro. Sus ojos se
dirigieron a mí, aterrorizados. Ahora que había un tiburón más grande alrededor, no era el
arrogante hijo de puta que había sido cuando se acercó a su puerta.

Le apreté el cuello antes de estrellar la parte trasera de su cabeza contra la pared.

Gimió y se ahogó al mismo tiempo, tratando desesperadamente de arrancarle las manos


del cuello. Trató de hablar, pero no podía hacer ninguna palabra porque no podía respirar.

—Oh, lo siento. —Aflojé mi agarre para que pudiera inhalar un aliento. — ¿Ibas a decir
algo?

Jadeó fuerte, respirando como si estuviera al borde de la vida y la muerte. Luego asintió
frenéticamente.

—No me di cuenta de eso. —Le apreté el cuello otra vez.

— ¡Si! —Levantó las manos en señal de rendición—. Lo tengo, ¿de acuerdo?

Lo tiré al suelo otra vez porque odiaba a este imbécil, llamando a Emerson perra,
extorsionándola por dinero, asustándola en su maldita casa. Sabía que la había localizado
porque Emerson nunca traería a un tipo a su apartamento a menos que fueran en serio, y no
había manera que Emerson fuera en serio con este pedazo de mierda. —Bien. —Saqué mi
cartera y saqué unos cuantos billetes de cien dólares y se los tiré—. Vete. —Por si mis
amenazas no eran suficientes, él obtuvo lo que vino a buscar, y no había razón para que
regresara.

Miró el dinero, como si pensara que era una prueba y en cuanto lo tocara, le rompería la
cara.

Me acerqué a él.

Rápidamente tomó el dinero y se puso de pie, tropezando por el pasillo, mirando por
encima del hombro una y otra vez para tenerme a la vista. Cuando llegó a la escalera, empezó
a correr, subiendo las escaleras a paso doble hasta que sus pesadas pisadas se callaron.

Estaba demasiado paranoico para salir, así que me quedé en el pasillo un par de puertas
más abajo, apoyado contra la pared con las manos en los bolsillos. Todavía estaba lívido, mi
corazón latía tan fuerte que me dolía el pecho. Deseaba que ese tipo fuera atropellado por un
autobús de camino a casa o que lo asaltaran y lo tiraran a un contenedor, pero no lo odiaba
más que a mí mismo.

Todo esto sucedió por mi culpa.


Y sólo por mí.

Saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Lizzie. Me ocupé de ello.

Tres puntos aparecieron inmediatamente. ¿Se ha ido?

Sí.

¿Estás seguro de que no volverá?

100%

Bien... gracias. Mamá está tratando de actuar como si estuviera bien, pero está asustada. Me doy
cuenta. Tiene el dinero en la puerta.

Me rompió el corazón imaginarme a Emerson así, sola, protegiéndose a sí misma y a su


hija, odiándose a sí misma por haberse mezclado en la situación en primer lugar. Sabía cómo
era ella. En vez de culpar al tipo por ser un idiota, se culparía a sí misma por haberse
involucrado con él en primer lugar.

¿Debería decirle lo que hiciste para que deje de preocuparse?

Quería ser su héroe en esta historia. Quería que supiera que su hija corrió hacia mí y que
yo estaba ahí para ambas. Pero realmente no hice nada... excepto arreglar el problema que
había causado. No merecía ningún elogio. No.

OK.

Quería seguir hablando con Liz. La echaba de menos. Echaba de menos nuestras sesiones
de tutoría. Extrañaba la forma en que se burlaba de su madre, la forma en que me preguntaba
sobre los cohetes y el espacio. Echaba de menos... tenerla como amiga. ¿Cómo va la escuela?

Ella siguió hablándome. Um, bien.

¿Y matemáticas? Le pregunté a Emerson, pero sospeché que nunca me diría la verdad, ya


no.

Estoy fallando...

Apoyé la cabeza contra la pared y suspiré, sabiendo que las notas de Lizzie también eran
culpa mía. Había abandonado a mis chicas, y ellas sufrieron en mi ausencia. Arruiné sus
notas, arruiné su Navidad, arruiné la felicidad de Emerson. Déjame ayudarte.

Está bien, Derek. Lo resolveré.


Quiero ser tu tutor, Liz. Quería pasar tiempo con ella. Quería ayudar.

Aprecio lo que hiciste por nosotros con ese bicho raro, pero no quiero tu ayuda. Hicisteis daño a mi
madre, y ella sigue estando mal por eso. Todavía no me gustas. Y no sólo la lastimaste a ella... sino que
también me lastimaste a mí.

Mis ojos empezaron a lagrimear. Lo siento mucho, Liz.

Lo que sea.

Cometí un error. Daría lo que fuera por retirar todo.

Pero no puedes. Nunca puedes. Mi madre es la mejor persona que conozco. No me di cuenta de lo
mucho que no la apreciaba hasta que ya no era la misma. Siempre estaba de buen humor cuando llegaba
a casa, siempre feliz de venir a mis juegos, siempre bromeando sobre cosas. Pero ahora, ella es...
diferente. Es tranquila, triste, una especie de fantasma. Siento que he perdido a mi madre. Tengo miedo
de que no vuelva.

Cerré los ojos cuando sentí que las lágrimas goteaban por mis mejillas.

Adiós, Derek.
16
EMERSON
Realizamos las entrevistas finales a los cuarenta solicitantes que habíamos seleccionado,
incluyendo a los tres reemplazantes, para asegurarnos que sus personalidades encajaban
bien con los ingenieros de la compañía. Sabía que podía manejarlo solo porque entendía el
tipo de actitud que tenían los chicos desde que los veía todos los días.

Pero Derek se unió a mí.

No volvió a mencionar nuestra relación. Apenas me miró. Su humor era profundo y


sombrío, el vacío en sus ojos como si fuera permanentemente miserable. Una parte de mí se
sentía mal por él, aunque no debería.

Hizo todas las preguntas técnicas para asegurarse que eran tan buenos como sus notas
indicaban. No era cálido ni atractivo, sino muy frío y directo al grano. Incluso si no estaba
triste, así era él de todos modos, así que supongo que fue una buena introducción.

Se sentó a mi lado en un sillón y miró a Alessandra, una joven ingeniera que acababa de
terminar su licenciatura en el MIT. Estaba quieta y tiesa, sus ojos en Derek todo el tiempo,
una pequeña estrella golpeó. — ¿Cuál es su filosofía sobre ser un ingeniero?

Era una pregunta abierta, y cada vez que la hacía, los solicitantes no sabían cómo
responderla. Era simplemente extraño, lo que parecía ser el punto.

Estuvo callada durante mucho tiempo mientras consideraba la pregunta.

Derek nunca lo dijo, pero parecía ser algo que buscaba, gente que se tomaba el tiempo
para procesar los problemas y pensarlos antes de soltar una respuesta llena de palabras de
moda.

Ella habló. —No se trata sólo de encontrar la forma más eficiente de crear algo, sino la más
segura, la más duradera. Y para hacer eso, no puedes construir a partir del trabajo de otro,
porque si usas algo más como cimiento, nunca verás la situación a través de un lente único.

Derek no reaccionó, pero era la respuesta que quería. —Gracias, Alessandra. Creo que
encajarás bien aquí. Te veremos en un par de semanas. —Se puso de pie y extendió su mano.
Se puso de pie lentamente y miró su mano extendida, como si no pudiera creer que había
conseguido la posición y que Derek Hamilton era el que se la había dado. Ella dudó antes de
estrechar su mano.

Derek trató a los solicitantes masculinos y femeninos exactamente igual, lo cual fue
agradable. Había estado en muchas entrevistas últimamente, y siempre que el jefe me
llamaba cariño, quería gritar. Derek no era una herramienta misógina, lo cual era refrescante.

Inhalaba una respiración profunda cuando él retiraba su mano. —Lo siento. Intento ser
profesional, pero soy una gran admiradora, Dr. Hamilton. Es tan brillante, y es un gran honor
ser un interno aquí. Estaba a punto de mudarme a California para trabajar en el laboratorio
de Stanford, pero cuando me enteré de esta oportunidad, no dudé en dejar esa oferta. Creo
en su filosofía y en el compromiso que tiene con su trabajo.

Se quedó un rato, procesando el cumplido con una expresión estoica. Pero finalmente
encontró una respuesta. —Gracias, Alessandra.

—Puedes llamarme Alice, sólo que más fácil de esa manera.

—Entonces puedes llamarme Derek.

Sus ojos se abrieron de par en par ante la oferta. —Bien...— Se excusó y salió de la
habitación.

Derek se sentó con las rodillas separadas, mirando a la pared a través de la habitación.

No me levanté para coger al siguiente interno. Dejé que Derek tuviera un momento para
digerir lo que acababa de pasar.

Mi mente se dirigió a mi situación con Paul. Se suponía que iba a venir a mi apartamento
hace unas noches a pedirme su dinero, pero no apareció. Supuse que se había metido en otra
cosa y que vendría a llamar, pero nunca lo hizo. Después de tanto trabajo persiguiéndome,
abandonar su diatriba no tenía sentido, pero tal vez entró en razón. No tenía ni idea.

Pero parecía que ese problema había terminado.

Fue humillante que ocurriera delante de mi hija. Fue doloroso ser tratada así por un tipo
con el que me había acostado, y fue una dura lección aprendida. Oficialmente había
terminado con las citas, e incluso después que Lizzie se mudara, no volvería a esas
aplicaciones para citas. Tal vez conocería a alguien en mi nuevo trabajo, un tipo que tuviera
hijos de su anterior matrimonio o algo así.

En este punto, sólo quería un buen chico.


Mis pensamientos viajaron tan lejos que no me di cuenta que Derek me estaba mirando.

Parecía haber estado pasando por un tiempo.

Pestañeé un par de veces antes de aclararme la garganta. — ¿Quieres que coja al próximo
interno?

Sacudió la cabeza.

Mantuve su mirada con los papeles en la mano, sin saber cuál era la intención de su
mirada. — ¿Qué es?

—Es sólo que... no siento que merezca ese elogio.

—Sí lo mereces, Derek. —A pesar de mis sentimientos personales hacia él, era un buen
hombre. Su difícil pasado le hizo mercancía dañada, pero seguía siendo una buena persona.
Se preocupaba por la gente. Se preocupaba por hacer lo correcto. El dinero en la mesa era la
menor de sus preocupaciones. La compañía que fundó era algo más que un beneficio.

Se dio la vuelta. —No sé nada de eso.

—Sí que lo sabes. Has sido genial con cada uno de los internos. Los inspiras. Los motivas.
Se sienten tan honrados de trabajar contigo porque eres el mejor. Cuando se vayan, estarán
bien preparados en la fuerza de trabajo. Harán cosas increíbles. Eso es gracias a ustedes.

Se quedó callado.

Esperé a que dijera más.

—Esta compañía y mi trabajo solían ser lo más importante para mí. Era toda mi identidad.
Pero ahora, ya no me asocio con ella. ¿Qué importa que sea el mejor ingeniero del mundo?
No cuando he dado por sentada a mi familia, he herido a las mujeres que amo, y he fallado
en perdonar a la gente que me lo suplica. —Bajó la barbilla y se miró las manos.

Su arrepentimiento me conmovió, me perturbó en lo más profundo, haciendo que su dolor


dejara su cuerpo y se transfiriera al mío. Sabía que me hablaba como su amigo, como alguien
con quien descargarse, porque no tenía a nadie más. — ¿Mujeres...? — ¿Se refería a Tabitha
en esa declaración?

Asintió con la cabeza. —Tú y Lizzie.

Mi corazón se apretó al darme cuenta. La reacción de Paul a su existencia me hizo apreciar


aún más las palabras de Derek, porque se había molestado cuando se enteró de lo de Lizzie,
pero no actuó así. Llegó a conocerla. Se preocupó por ella. Sabía que esos sentimientos eran
genuinos. —Los tiempos son difíciles ahora mismo. Pero mejorarán, Derek. La vida es un
constante estado de no permanencia. No siempre será así. Sólo recuerda eso. —Era difícil
mantenerse amargado y enojado con él, incluso cuando se mantuvo frío conmigo cuando
más lo necesitaba. Su tristeza me entristeció. No quería que sufriera para siempre. Quería
que fuera feliz. Había mostrado su remordimiento y expresado su arrepentimiento, pero no
podía estar en ese estado para siempre. Merecía ser libre, seguir adelante.

Se volvió hacia mí, con los ojos vacíos y llenos de dolor. —Los tiempos eran duros antes.
Yo estaba deprimido. Mis prioridades estaban completamente equivocadas. Pasé más tiempo
enfocándome en lo malo en vez de apreciar lo bueno. Y entonces llegaste a mi vida... y fui
feliz. Era más feliz de lo que había sido en toda mi vida. Pasaba tiempo con mi familia,
apreciando a cada uno de ellos. Nunca pensé que podría amar a alguien como a una hija,
pero lo hice. Finalmente estaba donde se suponía que debía estar. Pero lo tiré todo por la
borda. Estoy de acuerdo en que la vida nunca es constante, siempre está cambiando, pero...
nunca volveré a ser feliz así. Creo... que se va a poner peor.
17
DEREK
Cuando la escuela terminó hace quince minutos, entré en el edificio y me dirigí al aula que
había visitado antes. Había algunos chicos todavía en el campus, pasando el rato cerca del
frente mientras esperaban que sus padres los recogieran. Sólo quedaban unos pocos meses
del semestre y los chicos parecían ansiosos por seguir adelante.

Entré en el aula y encontré al Sr. Franklin sentado detrás de su escritorio, con su camisa
arrugada y una corbata que no hacía juego con su ropa.

Levantó la mirada y miró a través de los gruesos lentes de sus gafas para mirarme. Su
expresión cambió sutilmente, pero instantáneamente se asustó al verme de nuevo.

Me acerqué a su escritorio y metí las manos en los bolsillos, tratando de parecer lo menos
amenazante posible. —Sr. Franklin...

—Su trabajo está mal, y sus respuestas están mal. No le estoy fallando a propósito...

—Lo entiendo, Sr. Franklin. Hace tiempo que no le doy clases particulares, y vamos a
reanudar esa instrucción. Me preguntaba si podría tener una copia de su libro de texto y del
programa de estudios—Esperaba que no le pareciera sospechoso que Lizzie no me lo diera
ella misma.

Inmediatamente abrió un cajón y cogió un libro de texto junto con una copia del programa
de estudios, como si quisiera deshacerse de mí lo antes posible en lugar de cuestionar mis
acciones.

Saqué mi cartera y puse algo de dinero en el escritorio. —Gracias. —Agarré todo y me fui.

Puse el puesto cerca de mi mesa de comedor y coloqué mi aparato en la empuñadura.


Encendí la cámara y giré la pantalla para poder ver la imagen de mi mesa de comedor y la
ventana. Cuando se veía bien, me dirigí a la silla de la mesa de comedor y enganché mi
teléfono al soporte en la superficie, apuntando la cámara hacia mi papel. Mi portátil estaba
abierto y recibía la señal de ambas cámaras al mismo tiempo. Una mitad de la pantalla se
enfocaba en mi cara, mientras que la otra se enfocaba en el papel y en todo el trabajo que
estaba a punto de mostrar. —Hola, Lizzie. Sé que no puedo ayudarte en persona, así que tal
vez estos videos te ayuden. —No estaba seguro de si los usaría o los borraría por principio,
pero tenía que intentarlo. No era un intento de reconectar con ella y luego posiblemente
reconectar con su madre. Realmente sólo quería ayudarla... y ayudarla a tener éxito.

Cuando terminé la lección, disminuí el tamaño del archivo para que pudiera reproducirlo
en su teléfono, y lo envié en un texto. Este es el capítulo que tu profesor está cubriendo esta semana.
Tal vez esta explicación te ayude un poco más.

Tres puntos se iluminaron inmediatamente, seguidos de una respuesta. ¿Qué es esto?

Un tutorial. Te enviaré uno por cada nuevo capítulo.

Derek, he dicho que no quiero tu ayuda.

Entonces no los mires. Pero seguiré enviándolos... en caso de que cambies de opinión.

Cuando entré en el bar de deportes, supe que no había vuelta atrás. La ansiedad no podía
cambiar mi mente, pero la confianza tampoco podía calmar mis miedos. Mis ojos
escudriñaron las mesas y las cabinas antes de que lo encontrara sentado allí, sus ojos en mí,
su cuerpo absolutamente quieto, como si no pudiera creer que yo realmente me hubiera
mostrado.

Crucé la habitación, y después de lo que pareció una eternidad, llegué al asiento de


enfrente.

Sus codos estaban en la mesa con su cerveza delante de él, y sus ojos abiertos no
parpadearon mientras me miraba, visiblemente nervioso. No se movió en absoluto. No
parecía que estuviera respirando. Todo lo que podía hacer era mirar fijamente, como si no
confiara en sus ojos y esto no era la realidad.

Yo miré hacia atrás, sin saber qué decir.

Obviamente él tampoco sabía qué decir.

Le envié un mensaje de texto y le pregunté si podíamos vernos, pero nunca le dije lo que
quería.

Así que, su guardia estaba en alto.

Las palabras no me llegaron tan fácilmente como antes, no como cuando estaba con
Emerson. Había perdido todo mi progreso la noche que todo se fue a la mierda. Todavía no
había escrito ni una sola palabra de mi nuevo libro, aunque Astra me llamaba regularmente
al buzón de voz. Simplemente... no sabía cómo hablar con otras personas.

La camarera se acercó, tímida como si supiera que había tensión entre nosotros. —Um,
¿quieres algo?

No la miré. —Scotch-neat —Volví a mi forma de beber whisky porque la cerveza ya no era


suficiente para ahogar mis pensamientos. Mis ojos estaban constantemente cansados porque
no podía dormir, y a veces el escocés era lo suficientemente fuerte como para hundirme. Pero
los sueños... los sueños eran pesadillas.

Ella regresó un momento después y lo puso delante de mí. — ¿Algo más? ¿Tal vez un
aperitivo?

—No. —Todavía no la miré.

Se excusó en silencio.

Ahora, sólo éramos nosotros dos, su mano moviéndose hacia su vaso para cambiar de
posición. No la levantó a su boca para tomar un trago, y un suspiro silencioso escapó de sus
labios como si estuviera incómodo estando tan cerca de mí. No intentó hablarme como lo
hizo antes. Sólo parecía receloso.

Todavía no podía pensar en las palabras para empezar esta conversación. No estaba del
todo segura de lo que quería de él. Sólo sabía que no podía dejar que esto continuara
persiguiéndome.

Se aclaró la garganta. —Me sorprendió cuando me contactaste.

Mi mano se apoyó en la parte superior de mi vaso corto, y la acerqué, usándola como una
muleta como si hubiera perdido mi capacidad de caminar.

—Y me sorprendí más cuando apareciste.

Cuando le miré a la cara, recordé esa noche tan claramente, la forma en que sonreía como
si todo estuviera bien... cuando supo que me había traicionado. Recordé el sonido de su voz
en el hueco de la escalera cuando le dijo a Tabitha que guardara el secreto. Pero en vez de
dejar que me enojara, traté de dejarlo ir. —Te perdono, Kevin.

Sus cejas se levantaron inmediatamente, y sus ojos se llenaron de una mirada que nunca
había visto antes. Parecía aturdido y conmovido, como si fuera demasiado bueno para ser
verdad. Inclinó la cabeza por un momento mientras continuaba saboreando esas palabras,
para convencerse de que no estaban sólo en su cabeza y que en realidad habían salido de mis
labios. — ¿Qué ha provocado esto? Porque cada interacción que hemos tenido ha sido
bastante hostil.

— ¿Importa eso? —Me llevé el vaso a los labios y tomé un trago.

Sus ojos cayeron ante mi respuesta. —Me importa a mí.

Giré mi vaso y miré el contenido mientras giraba alrededor de la superficie circular. —Sé
lo que se siente al arrepentirse de algo que has hecho. Sé lo que es hacer algo realmente malo
y desear que puedas retractarte. Sé lo que es lamentarlo de verdad... y querer vender tu alma
para tener otra oportunidad. —Continué mirando fijamente el líquido después que dejé de
girar el vaso, viendo el contenido oscuro que coincidía con mi alma negra.

Kevin estaba tranquilo, dejando que esas palabras se disiparan lentamente en el aire a
nuestro alrededor. —He pensado mucho en ti estos últimos diez años. He cargado con mucho
pesar por lo que hice. Cada vez que tu cumpleaños llegaba y se iba, quería llamarte... pero
no quería arruinar tu cumpleaños si no querías saber de mí. Cada vez que mi cumpleaños
venía y se iba, esperaba que me enviaras un mensaje de texto o algo así. No importaba con
quien pasara esas celebraciones, nunca se sentía bien porque no estabas allí. Estábamos tan
unidos, nos conocíamos desde el primer grado, y lo tiré por la borda por algo realmente
estúpido. No me siento fatal por haberte perdido. Me siento terrible por haberte hecho eso,
por haber arruinado todo.

Levanté mi mirada para mirarlo.

Él miró fijamente su cerveza y sacudió su cabeza. —Yo era joven y estúpido. Tabitha y yo
bebimos demasiado, y simplemente sucedió. Y... estuvo jodidamente mal. No valía la pena.
No valía la pena perderte. No valía la pena el autodesprecio. Ese es mi mayor
arrepentimiento, y haría cualquier cosa para recuperar los últimos diez años, para... tener a
mi mejor amigo de nuevo.

Reconocí su sinceridad mucho más fácil esta vez porque era idéntica a la mía. Era
exactamente como sonaba cuando hablaba con Emerson, la única mujer a la que amaría. No
había manera que ella supiera realmente cuánto lo sentía, cuánto la apoyaría todos los días
por el resto de nuestras vidas. Nunca pude probárselo, y eso me mató. Si lo supiera, si
realmente lo entendiera, tal vez tendría una oportunidad.

—Sé que lo dices en serio, Kevin.

Liberó el aire de sus pulmones, un largo y prolongado suspiro, como si fuera lo que
necesitaba para encontrar la paz.

Finalmente me quité el peso de los hombros y lo dejé ir. Y me sentí mejor por ello.
—Sé que no me corresponde decir esto, pero Tabitha me ha dicho muchas veces a lo largo
de los años lo mucho que se odia a sí misma por lo que pasó. Sabe que no hay posibilidad
que vuelvan a estar juntos, pero está triste porque ya no estás en nuestras vidas. Eras nuestro
amigo, y te perdimos.

—Ella me lo dijo.

—Sólo quiero que sepas que ella también lo siente mucho. Y ella y yo nunca nos juntamos
después de esa cena de ensayo. Sólo éramos amigos, hablando de ti casi todo el tiempo,
ayudándonos mutuamente a superar la tragedia de perderte.

No me importó que volvieran a estar juntos después de esa noche. Ninguno de ellos fue
mi amigo desde ese momento, así que no me debían nada.

Me miró fijamente durante un rato, esperando que yo dijera algo sobre ella. Cuando no lo
hice, lo dejó pasar. —No espero que volvamos a ser lo que solíamos ser. No espero que
olvidemos lo que pasó. Pero... realmente me gustaría que pudiéramos ser amigos de nuevo.
Tal vez pasar algún tiempo juntos. Sé que no hemos hablado en una década, pero sigo
pensando en ti como mi mejor amigo.

Dejé caer mi mirada, me dolía el corazón porque me sentía de la misma manera. Ryan era
mi mejor amigo ahora, pero eso sólo pasó después de que perdí a Kevin. Pero cuando
pensaba en mi mejor amigo en mi cabeza, siempre era Kevin, porque estuvimos muy unidos
durante veinte años. Era una parte integral de mi infancia, y no podía ser borrado. Si mis
padres tiraran todas las fotos de él, me quedarían muy pocas fotos de mi infancia... porque
estábamos en las mismas fotos.

—Sí, me parecería bien. —Levanté mi barbilla y lo miré de nuevo.

Rápidamente miró hacia otro lado y volvió su mirada por la ventana, la luz atrapando el
reflejo en sus ojos, la emoción incapaz de ser tragada y escondida dentro de su pecho. Respiró
un poco antes de aclarar su garganta, escondiéndose en el instante en que dejó pasar todo,
dejó pasar su corazón. —Eso... eso me hace feliz. —Cuando se calmó una vez más, se volvió
hacia mí.

Había menos opresión en mi pecho, menos amargura. En lugar de verlo como el idiota
que me apuñaló por la espalda, vi a la persona que solía ser, alguien que todavía se
preocupaba por mí a pesar del error que cometió. —Entonces, ¿te vas a casar?

Asintió con la cabeza. —Sí, lo haré.

— ¿Cómo es ella?
—Um...—Tomó un trago de su cerveza, como si necesitara humedecer su garganta. No
esperaba tener una conversación conmigo, que habláramos como amigos, que nos
pusiéramos al día en nuestras vidas. —Ella es preciosa... divertida... increíble. Cuando la
conocí, simplemente lo supe. —Se encogió de hombros—. Sé que suena poco convincente,
pero así es como sucedió. Nos conocimos hace un año, y le propuse matrimonio en siete
meses.

—Me alegro por ti.

—Gracias, tío. No sabía lo que era el amor hasta que la conocí. Iba de mujer en mujer, sin
pensar realmente en el futuro, y entonces nos conocimos. El final de mi historia estaba escrito.

Instantáneamente pensé en Emerson, la mujer que quise cada día por el resto de mi vida,
a través de lo bueno y lo malo, a través de la oscuridad y la luz. Perdí eso, y no pensé que lo
recuperaría. — ¿Cómo se llama?

—Beatrice. La gente la llama B.

Asentí con la cabeza. —Bonito.

— ¿Y qué hay de ti? Te vi con esa mujer en la cena de ensayo.

Dejé caer mi mirada al mencionar a Emerson. —Ya no estamos juntos.

—Oh. —Bebió de su cerveza y no hizo más preguntas sobre ella—. ¿Cómo están tus
padres?

Cerré los ojos ante la pregunta y luego miré en mi vaso, pensando en mi madre en casa
ahora mismo... calva y cansada. —Están bien. —Me llevé el vaso a los labios y tomé un trago,
necesitando el alcohol para ahogar mi tristeza.

Kevin me miró fijamente, como si hubiera captado mi cambio de tono. — ¿Puedo


preguntarte algo personal? Dijiste que sabes lo que es no ser perdonado... ¿Qué pasó?

Quería dejarle fuera y guardar mis secretos. Pero sabía que eso ya no era lo que yo era. No
más escondites. No más fingir. Levanté mi mirada y lo miré. —Esa mujer con la que estaba...
la dejé cuando las cosas se pusieron difíciles. Mi cohete falló, tú y Tabitha me cabrearon, todo
se fue a la mierda, y yo la alejé. La amé con todo lo que tenía, y ella fue lo mejor que me pasó.
Pero la dejé de todos modos... en un hueco de la escalera después de la cena de ensayo. Y
cuando intentó acercarse a mí, la ignoré. Ahora haría cualquier cosa para retractarme de lo
que hice. Haría cualquier cosa para tenerla en mi vida de nuevo. Me derrumbé bajo toda la
presión, y volví al imbécil que he sido durante los últimos diez años. Pero cuando me di
cuenta de mi error, era demasiado tarde. Ella no confía en mí. No me perdonará. No me
aceptará de nuevo. —Dejé caer mi mirada y miré mi whisky, sintiéndome mal por el
arrepentimiento.

Kevin estuvo callado durante mucho tiempo. —Joder... lo siento.

—Sí. —Tomé un gran trago y luego puse el vaso sobre la mesa con un golpe sordo—. Sé
que lo que hice fue imperdonable, pero si supiera cuánto me arrepiento, tal vez me daría otra
oportunidad. Ella todavía me ama. Pero esa confianza está rota, aunque ahora soy una
persona completamente diferente. He cambiado, y no voy a volver a cambiar nunca más.

—Tal vez con el tiempo, ella se sienta diferente. Ya sabes, te tomó un tiempo para
recuperarte.

—No fue el tiempo lo que me hizo cambiar. —Me tomé un momento antes de mirarlo,
preparado para poner la verdad sobre la mesa—. Mi madre tiene cáncer. —Me dolió decirlo
en voz alta, admitir que mi miserable vida era una realidad, que cada momento en que no
estaba con ella podría ser el momento en que se iría.

Inhaló una respiración profunda y se veía visiblemente angustiado.

—Jesús, hombre. —Sacudió la cabeza—. Joder, eso es terrible. Es simplemente terrible. Es


una de las mejores personas que he conocido. Era como una segunda madre para mí. No se
merece eso.

—Sí... no lo merece.

Sacudió la cabeza. —Siento mucho que estés pasando por esto. Tú tampoco te lo mereces.
Y tu padre...

Mi padre ya se había perdido a sí mismo sin siquiera perderla a ella.

—Ver a mis padres pasar por esto me hizo despertar. Me hizo salir de mi mierda. Me hizo
darme cuenta que tengo que acercarla en vez de alejarla, porque ella lo es todo para mí...
como mi madre lo es todo para mi padre.

— ¿Y eso no fue suficiente para ella? —preguntó en voz baja, con una ligera
incredulidad—. A veces se necesita una tragedia para que la gente se dé cuenta de lo que es
realmente importante para ellos. Todos damos las cosas por sentado. Todos cometemos
errores. Todos somos humanos.

Volví a mirar en mi vaso, y vi que sólo quedaban unas pocas gotas. Lo aparté para que la
camarera volviera a llenarlo. Mis codos se movieron hacia la mesa, y volví a mirar a Kevin.
—No lo sabe.
Sus ojos se entrecerraron. — ¿Por qué no?

Me encogí de hombros. —Porque esperaba poder arreglarlo por mi cuenta. Esperaba


poder recuperarla por la forma en que nos amamos. Si le digo la razón por la que he
cambiado, siento que eso afectará a todo cuando normalmente no lo haría.

—Sí, supongo, —dijo—. Pero eso es lo que necesitabas para darte cuenta de tu error. Y tal
vez esto le ayude a entender que es un error no darte otra oportunidad. La vida se trata de la
perspectiva. Esto cambiará completamente su perspectiva. Y si todavía se aman, deberían
perdonarse y ser felices juntos... en vez de ser miserables separados.
18
EMERSON
Paul nunca vino.

Gracias a Dios.

Tal vez lo atropelló un autobús o algo así.

No podía creer que un buen tipo pudiera voltear así una vez que sintió que fue tratado
injustamente. Había sido un perfecto caballero, pero cuando se dio cuenta de que mentí, se
convirtió en un psicópata con derecho. Me enseñó una lección que ya debería haber
aprendido: nunca sabías realmente los verdaderos colores de alguien hasta que elegían
revelarlos.

Me senté en el sillón y disfruté de mi vino frente al televisor con Lizzie en el sofá.

Con las rodillas pegadas al pecho, levantó el teléfono para poder ver un video. Tenía los
auriculares en los oídos. A veces se detenía y tiraba de su cuaderno hacia ella para escribir
algo.

— ¿Qué estás haciendo, cariño?

Sus ojos se levantaron de inmediato, pareciendo que fue atrapada con una mano en el tarro
de las galletas. —Tarea.

—Pero estás viendo algo.

—Oh... sólo YouTube. —Volvió a bajar la barbilla y siguió trabajando.

Después que sus notas cayeron, dejó de preocuparse por la escuela. Tuve que obligarla a
hacer sus deberes todos los días. Pero cuando le dije que no dependiera de un hombre para
nada, salió de su autocompasión y empezó a intentarlo de nuevo.

No quería que tuviera esta actitud en el instituto cuando sus notas fueran realmente
importantes, así que fue genial que estuviera decidida a recuperar lo que había perdido, a
seguir adelante aunque fuera difícil.

Nunca rendirse.
Cuando entré en el almacén para entregar unos papeles, Derek estaba sentado en el
taburete de su estación de trabajo con todas sus cosas a su alrededor, con una camiseta y unos
vaqueros. Jerome y Pierre parecían haberse ido ya por el día.

En lugar de estar concentrado en su trabajo como de costumbre, se quedó mirando a la


distancia, a nada en particular. Su mirada no se movía, y no parpadeaba. Estaba congelado
en su lugar, su mente lejos de este almacén, lejos de su trabajo.

Cerré silenciosamente la puerta tras de mí y luego crucé la habitación hacia él.

No me miró, no porque me ignorara, sino porque sus pensamientos eran tan absorbentes
que no se fijó en mí.

Cuando me acerqué, noté lo diferente que se veía. Seguía siendo guapo, pero hacía tiempo
que no se había cortado el cabello, su vello facial seguía creciendo sin afeitarse, y las bolsas
bajo los ojos dejaban sombras distintas que le hacían parecer exhausto todo el tiempo. Sus
ojos estaban inyectados de sangre, y había una ligera mueca en su cara como si siempre
tuviera dolor. Se había deteriorado ante mis ojos.

— ¿Derek?

Se estremeció como si se hubiera asustado, sin tener ni idea de que yo estaba allí. Inhaló
una respiración profunda y cerró los ojos mientras se frotaba el pecho, calmando su acelerado
corazón antes de volver a mirarme. —No te vi allí...

Puse los papeles en su escritorio y continué mirándolo, era la sombra del hombre que una
vez conocí. — ¿Todo bien? —Sabía que mi rechazo no era la respuesta que él quería, pero me
pareció improbable que le causara una espiral como esta. Había vivido sin mí durante tres
meses. Nada había cambiado. Parecía que había algo más que le pesaba.

Se frotó la nuca antes de bajar la mirada y mirar la superficie de la mesa.

Esperé y esperé una respuesta.

Se aclaró la garganta y luego me miró. —Sí, estoy bien.

Sabía que era una mentira. Él sabía que yo sabía que era una mentira. —Sólo porque tú y
yo no estemos en buenos términos no significa que no me importe. Si necesitas algo, siempre
estoy aquí—. Sabía que no merecía esa compasión, pero era imposible no darla. Era imposible
ver a alguien sufrir y simplemente irse. Odiaba eso de mí, que le diera compasión cuando él
no me la dio.
Me miró fijamente durante mucho tiempo, sus ojos inyectados en sangre empezaron a
lagrimear. —Gracias. Te lo agradezco. —Reconoció el gesto pero nunca me dio la respuesta
que yo quería. Se guardó sus pensamientos para sí mismo, como siempre.

Nada había cambiado.

Dejé los papeles delante de él. —Sólo quería dejar esto aquí. Buenas noches.

Asintió con la cabeza. —Buenas noches.

Dejé el almacén y volví al edificio principal para recuperar mi bolso. Ahora que tomaba el
autobús todos los días, tenía que seguir el horario. Sólo venía cada dos horas, así que si perdía
el de las cinco, tenía que tomar el de las siete. No ocurría muy a menudo, sobre todo porque
no sentía ninguna ambición de quedarme y seguir poniendo las horas. En el pasado, cuando
me quedaba hasta tarde, lo hacía esencialmente de forma gratuita porque mi trabajo era
asalariado, pero nunca me molestaba en ese momento. Ahora, no quería darle a Derek
Hamilton otro momento de mi tiempo a menos que fuera necesario.

Cogí mis cosas del escritorio.

Justo cuando cogí mi teléfono, sonó.

Era Cleo.

Miré fijamente la pantalla mientras la veía sonar, considerando si debía contestarla. Le


había dicho que no quería tener más una relación con ella y con Deacon porque era
demasiado difícil, y ella aceptó esa decisión sin rebatirla. Así que, si llamó ahora, debe haber
una razón. Tal vez quería decirme por qué Derek era un desastre todos los días. Me senté
detrás del escritorio y le contesté. —Hola, Cleo. ¿Cómo estás?

Una sonrisa estaba en su voz como siempre. —Estoy bien. ¿Y tú?

—No hay quejas. —No quería contarle todas mis horribles citas, cómo odiaba ver a su hijo
todos los días, que trató de recuperarme y que lo derribé tan rápido como un mate—. Lizzie
ha estado usando su guante para sus juegos.

—Oh, eso es genial. Me alegro que todavía le guste.

—Sí, le encanta. Entonces, ¿qué hay de nuevo contigo?

Ahora, hubo una larga pausa, una pausa realmente larga.

Mis cejas se arrugaron. — ¿Cleo?


—Bueno... quería hablarte de Derek. Estoy segura que has notado que ha estado un poco
diferente últimamente.

—Sí, me he dado cuenta. —Ni siquiera trabajaba a tiempo parcial porque se tomó mucho
tiempo libre. No parecía concentrarse en el trabajo. Su mente siempre estaba en otra parte—
. Le pregunté sobre ello, pero nunca me dio una respuesta. ¿Está bien?

—No quería decírtelo, pero creo que deberías saberlo.

Dios mío, mi pecho estaba tan apretado que apenas podía respirar.

—Hace unas seis semanas... descubrimos que tengo cáncer.

Cuando volví al almacén, Derek estaba de pie en su banco de trabajo, pero como antes,
parecía distraído. Miró fijamente la pared de la habitación, con sus dedos moviéndose con el
lápiz entre ellos. Se tomó tiempo libre para estar con sus padres, pero los días que estuvo allí,
no hizo nada porque estaba muy estresado.

Ahora todo tenía sentido.

Caminé hasta el escritorio, y al igual que antes, no se fijó en mí. Lo que sea que estaba
pensando ocupó todo su cerebro, y no captó el sonido de mis tacones en el suelo, el cierre de
la puerta detrás de mí.

Normalmente, me detenía frente a él, manteniendo el escritorio entre nosotros.

Esta vez, di la vuelta y me acerqué a él.

Cuando me recogió en su línea de visión, sus ojos se movieron y se centraron en mí. No


saltó como la última vez, pero inhaló profundamente cuando se dio cuenta que yo estaba allí,
que no lo estaba inventando en su cabeza. Su mano dejó caer el lápiz sobre la pila de papeles
mientras sus ojos se entrecerraban en mi cara.

Mis ojos estaban húmedos por las lágrimas que había derramado en mi oficina, pensando
en la carga que Cleo llevaba por sí misma, en la idea de perder a una persona tan buena de
este mundo. Cuando pensaba en lo mucho que afectaba a Derek, me hacía llorar más. Y
pensar en Deacon... que la amaba más que a sí mismo.

Me miró fijamente a la cara, sus ojos empezaron a reflejar los míos, sabiendo que yo lo
sabía.

Que lo sabía todo.


Me acerqué lentamente a él, y mis manos hicieron contacto con sus brazos, las puntas de
mis dedos agarrando su musculoso cuerpo por primera vez desde antes de Navidad. Las
palmas de mis manos se deslizaron sobre su cuerpo mientras me acercaba, mientras me metía
en su cuerpo, tomándome mi tiempo para asegurarme que respondía a mi afecto.

Mis brazos lo rodearon y lo sostuve contra mí, apretándolo en mi pecho, las puntas de mis
dedos escarbando en su ropa porque necesitaba un buen agarre. Este abrazo no era sólo para
él, sino también para mí, porque amaba a su madre con todo mi corazón.

Al principio no me correspondía. Sus brazos colgaron por un segundo, como si me


empujara y retrocediera, pero luego sus gruesos brazos me rodearon, me apretaron más
fuerte que yo a él, y empezó a llorar.

Su cara se movió hacia mi cuello, sus lágrimas húmedas se pegaron a mi piel caliente, su
pecho se elevó y cayó con fuertes respiraciones. Me apretó con más fuerza, se aferró a mí
como si me necesitara como su ancla, como su muleta, para poder seguir manteniéndose
fuerte.

Mi mano le agarró por detrás de la cabeza y le dejé apoyarse en mí, dejé que lo soltara
todo, mis propias lágrimas cayendo por mis mejillas y goteando en la tela de su camisa gris.
Respiró más profundo y más fuerte, sus gritos se convirtieron en sollozos.

Cerré los ojos y escuché, escuché como se deshacía en mis brazos.

Se sentó frente a mí en el sofá de su oficina, donde solía sentarse cuando almorzábamos


juntos en los buenos tiempos. Tenía los codos sobre las rodillas y las manos juntas, la cara
hinchada por las lágrimas que había derramado, los ojos rojos por la constante sequedad. —
Ha estado en quimio por un tiempo. Pero no tenemos suficientes datos para determinar cuál
será el resultado. El tumor se está reduciendo, pero... —Inhaló una respiración profunda y
dejó de hablar, como si fuera demasiado—. Cuando me lo dijeron, me derrumbé. Ni siquiera
puedo recordar lo que pasó. Terminé en el pasillo de alguna manera. ¿Y sabes quién vino a
por mí? Ella lo hizo. Me abrazó, dijo que todo estaría bien, y que tenía que cuidar de mi padre.
—Presionó las palmas de sus manos en su cara por un momento mientras se calmaba para
poder seguir hablando. Cuando las apartó, soltó un fuerte olor—. ¿Quién hace eso? Ella es la
que tiene un maldito cáncer, y está cuidando de nosotros.

Mis ojos se humedecieron ante su historia. —Eso suena como ella.

—Sé que lo hace. Es la mejor puta madre del mundo... y no puedo perderla. —Se le cayó
la barbilla otra vez—. Pienso en todas las veces que me invitaron a cenar, y yo los ignoré...
Maldita estúpida. Pienso en todas las veces que almorzamos, y no estaba realmente presente
porque estaba pensando en un prototipo o alguna mierda. Eso me perseguirá por el resto de
mi vida, sin importar lo que pase.

—Derek, todos somos culpables de eso.

—Pero mis padres... mis padres son los mejores.

Asentí con la cabeza. —Sí, lo son.

Se frotó las manos y soltó un fuerte suspiro, barajando varias emociones, angustia, miseria,
arrepentimiento.

— ¿Por qué no me lo dijiste? —Esto había estado sucediendo durante mucho tiempo, e
incluso cuando le pregunté qué estaba mal, nunca me dio una respuesta. ¿Por qué no me dijo
que estaba pasando por esta terrible situación? Le grité y le vi llorar en su propia oficina... y
nunca lo habría hecho si lo hubiera sabido.

Levantó la barbilla y me miró, haciendo una larga pausa llena de leves sacudidas de su
cabeza y miradas de consternación. —No quería que te sintieras obligada.

— ¿Obligada a hacer qué? Derek, no importa lo que pasó entre nosotros, siempre estaré
ahí para ti en momentos como éste.

—Y no me lo merezco. —Dejó caer su mirada—. Me necesitabas, y yo no estaba allí. Te


lastimé a ti y a Liz, y no merecía tu compasión y simpatía. Tenías todo el derecho de estar
molesta conmigo, de decir lo que sentías, y si hubieras sabido de mi madre, nunca habrías
dicho nada de eso.

No, absolutamente no lo habría hecho.

—Y... no quería que me aceptaras de nuevo debido a la situación. —Se giró para mirar su
escritorio, como si quisiera asegurarse que no podía ver mi reacción en absoluto—. Esperaba
que si hablábamos, pudiéramos solucionarlo. Pero si entraba diciéndote la razón por la que
todo cambió, tu reacción habría sido completamente diferente. Podrías haber excusado todo
mi comportamiento anterior por mi dolor, y yo no quería eso. Siento mucho lo que hice, y
merezco sufrir. No quería hacer esto de la manera fácil. Quería hacerlo de la manera correcta.
—Se volvió hacia sus manos y vio cómo sus palmas se frotaban entre sí.

— ¿Fue el diagnóstico de tu madre lo que te hizo sentir diferente? —Si eso nunca hubiera
pasado, ¿Derek habría continuado su diatriba de indiferencia? ¿Habría seguido tratándome
como una mierda hasta que encontrara un nuevo trabajo? ¿No habríamos hablado nunca
más?
Asintió con la cabeza antes de levantarla y mirarme. —Después que me lo dijeron,
estábamos en el hospital. Se llevaron a mi madre para su tratamiento, así que sólo estábamos
mi padre y yo. Él se puso en un frente fuerte por mi mamá, pero una vez que ella salió de la
habitación, él se desplomó. Sollozó en mi hombro y dijo que no podía vivir sin ella. Fue
entonces cuando pensé en ti, cuando me di cuenta que eras la persona sin la que no podía
vivir, y la niebla que me entumeció se desvaneció. Mis ojos se abrieron por primera vez en
meses, y te miré... realmente te miré... y me di cuenta de lo que había hecho. Mi padre ha
vuelto a ser el gilipollas que era antes de encontrar a mi madre, y me di cuenta que yo había
hecho exactamente lo mismo. —Sus ojos se humedecieron cuando me miró—. La mierda se
puso dura, y me escapé... como siempre lo hago. Dejé que el pasado me venciera. Dejé que
mi debilidad destruyera lo mejor que me había pasado. —Dejó caer su mirada por un
momento como si no pudiera mirarme más. Le llevó un tiempo encontrar la fuerza para
volver a encontrar mi mirada—. Me he dado cuenta que nuestro tiempo en esta tierra no está
garantizado. Nunca debes dar por sentado a los que amas. Si amas a alguien, siempre estás
ahí. Siempre. Nunca volveré a huir de mis problemas. Nunca dejaré que el pasado me defina.
Lo que mi padre siente por mi madre... es lo que yo siento por ti.

Mantuve su mirada y mantuve mis rasgos suaves, pero por dentro, una presa se había
roto, y un torrente de emociones me invadió. Dejé caer mis ojos y pensé en esos duros meses
después que se fue, cómo cada día era más insufrible que el anterior.

—Emerson...

Lo miré otra vez.

—Nunca más voy a hacer eso. —Dejó caer su voz en un susurro, sus ojos intensos mientras
miraban los míos, suplicándome—. Esta catástrofe me cambió, hasta la médula. —Se frotó la
palma de la mano en el pecho—. Estaré aquí cada día, en las buenas y en las malas, en la
salud y en la enfermedad... para siempre. Siento mucho que esto haya tenido que pasar para
darme cuenta de lo jodidamente patético que era, pero pasó, y nunca volveré. Todo lo que
he querido hacer todo este tiempo es correr hacia ti, no huir. He estado ahí para mi madre
todos los días en lugar de cerrar. Ahora soy diferente. Me reuní con Kevin hace unos días...
y lo perdoné. Soy un hombre nuevo, Emerson. Por favor... por favor dame otra oportunidad.
—Apretó sus manos mientras me miraba, desesperado por la respuesta que quería.

Cuando me dijo antes que había cambiado, no le creí. No había razón para creerle en ese
momento. Pero ahora, sí le creía. Sabía que esto lo había obligado a crecer, a estar a la altura
de las circunstancias, a reflexionar sobre sus errores. Pero no borró lo que pasó. No borró lo
que tuve que experimentar. —Derek...

Cerró los ojos y respiró profundamente, sabiendo mi respuesta sólo por el tono de mi voz.
No quería pasar por cada pequeño punto de nuevo, no cuando estaba sufriendo. Quería
ser tan amable como fuera posible, para hacer esto lo más fácil posible. —Te creo. Creo que
has crecido. Creo que has cambiado. Creo que estás listo. Pero han sido cuatro meses de
infierno para mí. Y yo... todavía estoy traumatizada por todo lo que ha pasado.

No me miró de nuevo, manteniendo los ojos cerrados.

—Lo siento. —Realmente lo sentía. Estaba realmente devastada por tener que hacerle daño
de esta manera.

Dos lágrimas brotaron de sus ojos, pero antes que pudieran caer, las enjugó con la palma
de la mano. Dio una fuerte inspiración antes de abrir los ojos y mirar sus manos. Ahora sus
ojos parecían sin vida, como si se sintiera peor que cuando sollozó en mis brazos.

Me dieron ganas de llorar. —Siempre estoy aquí para ti. Estaré aquí para ti a través de
esto. Todavía estoy aquí, ¿de acuerdo?

Sacudió la cabeza. —Te quiero, a todos ustedes... por favor. —Levantó la mirada y me
miró de nuevo—. Dime qué puedo hacer para arreglar esto. Dime qué puedo hacer para que
te sientas diferente. Puedo decirte ahora mismo que no vas a encontrar un tipo por ahí que
te quiera más que yo. Puedo cuidar de ti y de Lizzie. Puedo ser un buen padre para tu hija.

—Por favor... no hagas esto.

—Tengo que hacerlo. —Movió sus manos a través de su pecho—. Eres mi alma gemela,
Emerson. No puedo dejar que te vayas. Simplemente no puedo.

Empecé a llorar. —Sólo déjalo ir...

—No. Te dejé ir antes. No voy a hacerlo de nuevo.

—Derek...

—Vamos

—Me dejaste en el hueco de una escalera. —Estallé en lágrimas, lágrimas que había estado
conteniendo durante mucho tiempo. Cuando le grité, me puse feroz y enojada, no un débil y
lloroso desastre. Me mantuve fuerte, salvé la cara, pero ahora, no podía. Ahora, tenía que
decir más cosas para herirlo cuando era la última cosa que quería hacer en este momento—.
Te amé tanto, Derek. Eras un riesgo, pero lo tomé de todos modos. Te dije lo que sentía por
ti todos los días, para que nunca te fueras. Te hice sentir apreciado cada vez que pude porque
nunca, nunca quise perderte. Confié en ti más que en nadie en el mundo, incluso en mis
padres. Pasé de tener una relación perfecta a que me dejaran... Estoy traumatizada. Y esos
meses que estuvimos separados fueron jodidamente brutales. El llanto, la depresión, la pena,
la desesperación que me llamaras o me mandaras un mensaje y yo te aceptara de vuelta sin
dudarlo porque era tan patética. Luego todos los meses en los que actuabas como si yo no
importara, que me atropellara un autobús y que no hiciera ninguna diferencia.
Traumatizante. Derek, esta conversación ni siquiera estaría sucediendo ahora mismo si tu
madre no se hubiera enfermado. Si eso nunca hubiera pasado, nada habría cambiado. No
quiero confiar en ti porque tuviste una llamada de atención. Quiero confiar en ti porque
nunca te fuiste y nunca me hiciste daño. —Forcé unas cuantas respiraciones profundas para
que las lágrimas se detuvieran, para poder recuperar la compostura y no parecer un desastre
cuando volviera a casa—. Lo siento. No quiero decirte estas cosas, así que por favor déjalo
estar.

Tenía la cabeza inclinada y los ojos cerrados, como si no pudiera soportar verme llorar.

—Siento mucho que estés pasando por esto. Tu familia no se lo merece. Nadie lo merece.
Y yo estaré ahí para ti porque... siempre te amaré.

Abrió los ojos y me miró, con los ojos mojados por las lágrimas sin derramar.

—No es porque esté obligada. Es porque... te amo...

—Yo también te quiero. —Inhaló una profunda respiración, como si el intercambio de


palabras que no habíamos intercambiado en mucho tiempo le diera algún consuelo—. Te
amo... tanto, joder. Con cada pedazo de mí... te amo.
19
DEREK
Mamá se echó una siesta después de la cena, así que sólo estábamos papá y yo en la mesa.

Se sentó frente a mí, con las manos juntas y los labios apoyados en ellas, y los ojos en la
mesa.

Era difícil hablar con él. Había dejado de intentarlo hace mucho tiempo. —Emerson y
Lizzie quieren venir mañana a ver a mamá.

Levantó la mirada. — ¿Por qué?

—Porque se preocupan por ella. —Y ella todavía se preocupaba por mí, aunque yo no lo
merecía.

— ¿Volvisteis a estar juntos? —Agarró su whisky y se tomó un trago.

—No... ella no me aceptó de nuevo.

Dejó su vaso en la superficie. —No la culpes a ella. Actuaste como un maldito lunático. —
Apenas me miró mientras soltaba un suspiro molesto, con los dedos aún envueltos en su
vaso—. La gente se cansa de tus tonterías, Derek. He estado jodidamente harto de ello
durante diez años. —Tomó otro trago y luego puso el vaso vacío sobre la mesa.

Estaba tan sorprendido por lo que había dicho, que ni siquiera respiré. Nunca en mi vida
mi padre me había hablado de esa manera, con tanta ira y amargura, como si yo no le
importara en absoluto. Mi pecho empezó a apretarse y sentí que se formaban lágrimas detrás
de mis ojos, sintiendo que mi padre era el que había muerto, aunque mi madre era la que
estaba enferma. —Papá, entiendo que estás pasando por un momento difícil ahora mismo.

—Oh, ¿no te gusta cuando alguien te trata como una mierda?, —respondió, con su voz
chorreando sarcasmo agresivo—. Ahora tienes que estar en el extremo receptor de eso. A
quién le importa que Valerie haya tenido un ataque al corazón y haya muerto. Ella nunca te
quiso. Aprovechó la primera oportunidad para irse. Cleo es tu madre, pero todo lo que te ha
importado es la gente que te ha despreciado en vez de los que te han amado. Siempre he
estado aquí, pero actúas como si no fuera nada, y cuando tu madre podría morir, de repente,
te importamos un bledo.
—Deacon.

Papá cerró la boca al instante, silenciado por la intensa decepción en la voz de mi madre.
Todo lo que tenía que decir era una sola palabra y ella controlaba toda la habitación,
controlaba el volumen, nos quitaba todo el poder a los dos.

Mis ojos estaban húmedos, pero me las arreglé para aferrarme a las lágrimas para que no
se me cayeran. No había pensado que podría tener el corazón más roto de lo que ya estaba,
pero mi padre me hizo más daño que nadie en toda mi vida.

Mamá se acercó a la mesa y se puso a su lado, mirándolo con una expresión viciosa. —No
vuelvas a hablarle así a mi hijo.

Papá mantuvo la cabeza inclinada, sin mirarnos a ninguno de los dos.

Mis labios temblaban por su elección de palabras.

—Nunca he estado tan decepcionado de ti. Vete.

Se quedó en la silla un momento más, con la cabeza baja y los ojos en la mesa. Sin mirar a
mi madre, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el pasillo, hacia el dormitorio.

—No. —Su mirada de enfado se clavó en su espalda.

Se quedó quieto a la orden de ella.

—Sal.

Nunca había visto que esto sucediera con mis padres. Papá nunca durmió en el sofá
después de una pelea. De hecho, las peleas simplemente no ocurrían.

Se quedó allí unos segundos, la tensión persistía, y luego se dirigió a la puerta y agarró su
billetera en el camino. Dejó su teléfono a propósito. Cerró la puerta tras de sí en silencio y
desapareció.

Mamá siguió mirando para asegurarse que no volviera antes de sentarse en la silla donde
estaba sentado hace un momento.

Tenía un dolor de cabeza todos los días por la cantidad de estrés y las lágrimas. Cada
aspecto de mi vida había sido sacudido. Ya no había ningún fundamento. Mi madre podía
morir, mi padre era un idiota, la mujer que amaba se había ido... y yo estaba solo. Ya no podía
llorar más. Simplemente no podía.

Mamá me miró fijamente antes de pasar sus manos por la mesa y agarró las mías.
Le devolví los dedos, la apreté con fuerza, respirando a través del dolor.

—Ese no era tu padre, Derek. No creas ni una sola palabra de lo que dijo.

—Ha sido así durante mucho tiempo...

—Lo sé. No hay excusa para ello.

—Solía actuar así todo el tiempo, así que lo entiendo.

—No. —Me apretó las manos—. Es tu padre. No hay excusa para ese comportamiento. Es
el hombre de esta familia, y debería estar ahí para nosotros en lugar de estrellarse y arder.
Debería ser la roca. Y nunca, nunca debería hablarte de esa manera.

—Me lo merezco...

—No, no lo haces. —Ella juntó mis manos y las rodeó con las suyas, aunque mis manos
eran más grandes—. Te ama más que a la vida misma. No quiso decir una palabra de lo que
dijo. Sólo... la dijo. Está enfadado y asustado, y arremete contra todo lo que puede porque no
sabe qué más hacer. Pero lo perdonaremos y olvidaremos, porque eso es lo que hacen las
familias.

Asentí con la cabeza.

—Cuando esto termine, él volverá. Todos respondemos al estrés de manera diferente.

—Tú eres un santo... y nosotros somos monstruos.

Sacudió la cabeza. —No. Ustedes son dos hombres a los que admiro mucho. Yo sólo... soy
mejor con las emociones. Eso es todo. —Apartó las manos y me miró, con una ligera sonrisa—
. Hablaré con él por la mañana. Creo que esta conversación ha estado llegando desde hace
tiempo. Esperaba que resolviera sus problemas por sí mismo, pero parece que está
empeorando, no mejorando.

—Sí. —Ella no sabía ni la mitad. No sabía el tipo de abuso verbal que recibía de él a diario.
El hombre se parecía a mi padre, mi héroe, pero era una persona totalmente diferente ahora
mismo.

— ¿Emerson y Lizzie vienen de visita mañana?

Asentí con la cabeza.

Ella sonrió. —Estoy emocionada. Me encantaría verlas.

—Sí, ellos también quieren verte.


Ella estudió mi mirada, observó la tristeza en mis ojos. —Lo siento... por Emerson.

—Sí. Yo también. —Sentí tanto dolor en mi pecho. Un zumbido constante de dolor, un


constante estado de ansiedad.

—Pero no te rindas, ¿de acuerdo?

—Su respuesta es bastante definitiva.

— ¿Todavía te quiere?

Asentí con la cabeza.

—Entonces hay esperanza. Tendrás que ser paciente.

— ¿Realmente piensas eso?

Hizo una larga pausa mientras consideraba la pregunta. —Creo que cuando dos personas
se aman tanto como ustedes dos, encontrarán el camino de regreso al otro. Ella ha pasado
por mucho, Derek. Ha sido una larga y dolorosa ruptura para ella. Su corazón necesita
tiempo para sanar antes que pueda amar de nuevo. Dale ese tiempo. Tendrás que estar en
esta relación solo por un tiempo, pero cuando ella esté lista, volverá.

— ¿Solo?

Ella asintió. —He estado en una relación antes con tu padre sin que él esté en esa relación.
Tuve que esperar a que se uniera a mí. Tuve que mantenerlo en marcha para que siguiera
vivo hasta que estuviera listo para estar presente. Pero no había nadie más con quien quisiera
estar, así que me parecía bien.

— ¿Por qué estás tan seguro que funcionará?

Dejó caer su mirada por un momento. —Antes de decirle que estaba enferma, le dije que
podía ayudarla a conseguir un trabajo para que dejara de trabajar para ti. Rechazó la oferta
y dijo que quería cortar los lazos con nosotros, porque era demasiado duro. La única razón
por la que es difícil estar cerca de nosotros es porque le recordamos la vida que tuvo contigo,
la vida que todavía quiere en algún nivel. Si realmente lo hubiera superado, habría tomado
el trabajo y se habría ido con él. Pero no lo hizo.

Mi madre solía tener razón en todo, así que esperaba que tuviera razón en esto.

—Si puedes construir cohetes y escribir novelas, puedes hacer esto. Puedes ganarte su
confianza de nuevo, ganarte su amor de nuevo, y ser lo que ella se merece.
Vi películas con mi madre en el sofá hasta que se quedó dormida. Cuando salió, me
enderecé en el sofá y la cubrí con una manta para que no tuviera frío. Era casi medianoche,
así que me dirigí a casa, eligiendo caminar en lugar de tomar un taxi porque de todos modos
no podía dormir cuando llegaba a casa.

Cuando salí del ascensor de mi edificio y me dirigí a la puerta principal, vi al hombre


sentado en el piso con la espalda contra la pared.

Era mi padre.

Con los brazos en las rodillas y la cabeza contra la pared, entrecerró los ojos sobre mí
mientras me acercaba.

Me quedé en el pasillo y casi me doy la vuelta para alejarme.

Se puso de pie y se enderezó, sus ojos ya no significan lo mismo que las últimas seis
semanas. Eran suaves, sus hombros eran fuertes pero no agresivos, y se parecía al hombre
que conocí, mi padre.

Continué por el pasillo y saqué mis llaves.

Él se alejó un poco de la puerta principal, así que tenía espacio.

Abrí la puerta y me volví para mirarlo, sin saber qué hacer ahora, si debería invitarlo a
entrar o simplemente entrar y cerrarle la puerta en la cara. Normalmente, estaría tan
enfadado que no volvería a hablar con él durante mucho tiempo. Pero ahora, lo miré con
nuevos ojos, con una neblina de compasión que no tenía antes.

Metió las manos en los bolsillos y miró al suelo, como si no pudiera mirarme. —Me
avergüenzo... de la forma en que te traté.

Me quedé quieto y escuché, dejé que compusiera sus pensamientos sin interrupción. Sabía
que no tenía su teléfono, así que mi madre no le había llamado y le había dicho qué decir.
Todo esto fue él, entrando en razón en el momento en que dejó el condominio.

—Lo... lo siento mucho. —Levantó la mirada y me miró de nuevo, con los ojos húmedos—
. Sé que he sido un imbécil contigo durante todo esto, desquitándome contigo como un saco
de boxeo. Y no sé por qué. Te quiero más que a nada en este mundo... incluso a tu madre.

—Lo sé, papá. —Mi mano se movió a su brazo, consolándolo aunque yo era el herido.
Una vez que sintió mi toque, sus ojos lagrimearon más, como si la compasión fuera todo
lo que necesitaba en este momento. —No sé por qué estoy saboteando esta relación cuando
podrías ser todo lo que tengo... si ella se va.

—Papá, eso no va a pasar.

—Estoy asustado, Derek. Estoy asustado. Nunca me he sentido tan indefenso. Siempre he
cuidado de ella, y ahora no puedo ayudarla.

—Lo sé... lo sé. —Continué frotando su brazo.

Se quedó allí con lágrimas rodando por sus mejillas, como si ni siquiera las sintiera. —No
quise decir nada de lo que dije...

—Lo sé.

—Yo sólo...

—Papá, yo entiendo más que nadie. Entiendo lo que es resquebrajarse bajo el estrés y
destruir el mundo que te rodea... porque es más fácil que sentir el dolor. Confía en mí, lo
entiendo. —Y tuve mucho éxito en ello. No tenía nada que mostrar en estos últimos diez
años. Tenía menos de lo que empecé.

Me tomó por la nuca y me miró a la cara. — ¿Me perdonas?

Asentí con la cabeza. —Siempre, papá.

Inhaló una respiración profunda, sus ojos lagrimeaban más, y luego me llevó a abrazarme.
Me abrazó como si quisiera estar ahí para mí, en lugar de usarme como una muleta. Era mi
padre otra vez, estando ahí para mí, siendo el hombre que recordaba y admiraba. —Te
quiero, hombrecito.

—Yo también te quiero, papá.

Mi padre durmió en una de mis habitaciones de huéspedes, y nos despertamos y tomamos


café y desayuno juntos al día siguiente. No esperaba que se quedara a dormir, pero no le
pregunté por qué no se fue a casa.

Lizzie y Emerson iban a venir después del almuerzo, así que tuvimos unas horas antes que
tuviéramos que volver a la casa de mis padres.

Se sentó frente a mí y bebió su café, su cabello despeinado y su camisa arrugada.


Hice huevos revueltos y tostadas, y comimos juntos en silencio.

Él añadió pimienta a sus huevos y los cortó en rodajas con un tenedor. —No quiero
volver...

—¿Por qué?

Sacudió la cabeza ligeramente. —La vergüenza.

—No recuerdo que durmieras en el sofá cuando era pequeño.

—Porque nunca lo hice. Tu madre y yo no peleamos, nunca lo hemos hecho. —Tiró de su


taza hacia él y tomó un trago—. Y cuando más me necesitaba, le fallé, le fallé a nuestra familia,
y me echó como me merecía. ¿Cómo se supone que voy a mirarla a los ojos después de lo que
he hecho? Puedo disculparme, pero... —Sacudió la cabeza—. Le fallé. Ninguna disculpa
arreglará eso.

—Mamá me dijo que perdonamos y olvidamos, porque eso es lo que hacen las familias.

Cerró los ojos, con dolor. —Ella ya me ha perdonado sin una disculpa, porque ese es el
tipo de persona que es. Hace que me odie más a mí mismo. Siempre me dice que soy el
brillante que marca la diferencia en este mundo. Me dan mucho crédito por mi investigación
y mis premios. Pero la gente no entiende que ella es la mejor de los dos. Ella es la que me ha
hecho mejor persona. Ella es la razón por la que no soy un idiota.

Me recordó a Emerson, cómo me ayudó a crecer, cómo me ayudó a convertirme en un


hombre que nunca pensé que sería. —Al menos sabes que ella estará ahí cuando llegues a
casa.

—Sí. —Tomó otro trago de café y se volvió hacia mí—. Sé que arruinaste las cosas con
Emerson, pero ella seguiría siendo la mujer más afortunada del mundo por tenerte. Si te
quiere como tu madre me quiere a mí, volverá... con el tiempo.

Dejé caer mi mirada y miré mi plato. —La he jodido bastante, papá. La dejé y no volví a
hablarle nunca más. Volví a mis viejas costumbres... con Fleur y con quien sea. Aunque he
cambiado, eso no es suficiente.

—Nunca dije que ella no tuviera derecho a cada sentimiento que siente. Pero en mi
experiencia, cuando dos personas se aman, van a estar juntas, no importa qué. Estoy seguro
que ella sabe que nunca más la lastimarás, así que si no regresa, perderá lo mejor que le haya
pasado. Si aún no se ha dado cuenta de eso, lo hará. Sucederá.
20
EMERSON
Lizzie era lo suficientemente mayor como para entender lo que estaba pasando, así que se
volvió callada y retraída, visiblemente sacudida por la noticia. Lizzie no encajaba muy bien
con la gente nueva y no le gustaba conocer a extraños, pero le gusto Cleo y Deacon al instante.
Así que esto fue difícil para ella, porque le importaba.

Caminamos por el pasillo y nos acercamos a la puerta principal.

Desde que Cleo me había dado la noticia, lo tenía en mente constantemente. Era tan fácil
olvidar que la vida no estaba garantizada, que podía ser tomada sin aviso y sin razón. No
importaba si eras un santo o un criminal. Cleo era desinteresada y generosa, y aun así le
sucedió. Estaba sana y en forma, era bastante joven, y aun así le sucedió.

Eso fue aterrador.

Me detuve frente a la puerta. — ¿Lista?

Lizzie estaba de pie con un arreglo de flores en la mano. — ¿Estará Derek aquí?

—Sí.

Miró las flores antes de mirarme a mí.

—Sé que hemos estado enfadados con Derek, pero es hora de dejarlo pasar. Nos necesita
ahora mismo.

Ella asintió. —Sí.

Llamé a la puerta.

Los pasos sonaron, y luego la puerta se abrió, revelando a Deacon parado allí en jeans y
camisa, todavía pareciéndose mucho a Derek, alto, guapo, con una ligera sonrisa en sus labios
que transmitía más emoción que una amplia sonrisa. A pesar de las circunstancias, parecía
feliz de vernos. —Hola, Emerson. —Miró a Lizzie y admiró las peonías en su mano—. Hola,
Lizzie. A Cleo le encantarán. El amarillo es su color favorito.

— ¿Sí? —Lizzie preguntó—. Yo las elegí.


Sonrió. —Tuve una corazonada. —Se volvió hacia mí y extendió su brazo para darme un
abrazo.

Me acerqué a él y lo abracé, lo abracé como un padre, sentí su amor paternal rodearme


aunque su hijo y yo llevábamos casi cinco meses separados. Todavía me hacía sentir como
en familia, cuando él era el que pasaba por el momento más difícil de su vida. —Hola,
Deacon. Te ves bien.

—Porque mi esposa me dijo que me cortara el cabello y me afeitara. —Cuando se alejó, se


volvió hacia Lizzie y le dio un abrazo—. ¿Cómo va el softball?

—Bien, —dijo ella—.Uso tu guante en la práctica.

—Eso es genial. Me alegro que le des un buen uso.

— ¿Jugaste al béisbol cuando eras joven?

Deacon sacudió la cabeza. —No. Me gustaba más el club de ciencias y el decatlón


académico... un poco empollón.

Lizzie se rio. —No eres un nerd.

Fue difícil ver esto, para recordar el futuro que habría dado cualquier cosa por tener. Fue
un milagro encontrar a un hombre como Derek en primer lugar, y mucho menos a unos
suegros que amaran a mi hija como si fuera una bendición en lugar de un error.

Me volví a la sala y vi a Derek sentado en el sofá junto a su madre. Estaba guardando un


tablero de ajedrez, como si acabaran de terminar un juego cuando llegamos a la puerta. Como
su padre, llevaba vaqueros y una camiseta. Puso la tapa de la caja y la puso sobre la mesa.

El espíritu de Cleo era exactamente el mismo, la luz en sus ojos la cosa más brillante de la
habitación, su sonrisa cálida como el sol de verano en la playa. Pero se veía diferente, usando
un pañuelo porque la quimioterapia le había quitado sus hebras, y su piel estaba un poco
hueca, como si estuviera exhausta de luchar en una batalla que ninguno de nosotros podía
ver.

Hizo que mis ojos se humedecieran.

Derek se levantó y se acercó a mí, sus ojos se pegaron a mi cara como en los viejos tiempos,
como si yo fuera lo único en la habitación que importaba cada vez que venía a su presencia.
Su vagabundo, su cohete, sus colegas, nada de eso importaba. Era una mirada intensa con un
toque de anhelo, con un toque de amor.

Solía pensar que era la mujer más afortunada del mundo cuando me miraba así.
Se paró delante de mí y metió las manos en los bolsillos. No dijo nada, como si no supiera
qué decir, pero quería estar cerca de mí.

Me acerqué a él y lo abracé.

Como si hubiera estado esperando que eso sucediera, inmediatamente se aferró a mí, sus
gruesos brazos rodeando mi cintura, acercándome, abrazándome como si yo fuera el amor
de su vida y no su ex. Con sus padres justo ahí, no le importaba. Me apretó y se aferró tanto
como pudo.

Dejé que ocurriera porque lo necesitaba... y fue agradable.

Se alejó a regañadientes, tomándose su tiempo para quitar sus brazos de mi cuerpo y


apartarse para que yo pudiera ver a su madre.

Le di a Cleo una sonrisa, con los ojos aún húmedos, y me senté a su lado en el sofá.

Su mano se acercó a la mía y me dio un apretón. —Cariño, no estés triste, ¿de acuerdo?
¿Sabes cuánto tiempo me ahorro cada día arreglándome el cabello?

Me reí, pero eso hizo que se escaparan dos lágrimas.

Ella movió su mano a mi hombro y me dio una palmadita suave. —Sólo un bache en el
camino. No todos los baches del camino son malos. A veces nos obligan a reevaluar nuestro
próximo destino antes de pisar el acelerador. Esto me hizo apreciar lo que tengo mucho más,
y creo que ha hecho lo mismo por mi familia.

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar porque había lágrimas en mi garganta.

Derek se acercó a Lizzie para saludarla, pero ella pasó por delante de él y vino a nosotros.
—Hola, Cleo. He elegido estas flores para ti.

—Oh wow, son preciosas. —Se las llevó a la nariz para olerlas antes de abrazar a Lizzie y
abrazarla profundamente—. Eso fue muy considerado de tu parte, cariño. Gracias.

—Deacon me dijo que ese es tu color favorito, —dijo Lizzie.

—Sí, —dijo Cleo—. Tengo suerte que mi marido recuerde pequeñas cosas como esa. —Le
dio una palmadita al asiento de al lado—. Dime qué te pasa. Cleo me dice que estás usando
el guante que te dio Deacon.

Lizzie se sentó en el asiento y se lo contó todo.

Deacon se sentó al otro lado de ella.


Derek fue el único que quedó fuera. Como la oveja negra, fue desterrado de la camarilla.
Se movió al sillón del otro lado de la mesa de café y se sentó allí solo, apoyando su tobillo en
la rodilla opuesta, viendo a los cuatro hablar como si fuéramos un grupo al que nunca podría
unirse.

Nos visitamos durante una hora, y la personalidad contagiosa de Cleo hizo fácil olvidar
su apariencia, olvidar que su piel estaba más pálida que antes, que su ropa no le quedaba
como antes, que estaba luchando por su vida... porque sonreía como si fuera el día perfecto.

Lizzie dejó el sofá para ir al baño y pasó junto a Derek.

Derek se volvió hacia ella. — ¿Liz? —Mantuvo la voz baja, esperando que no la oyéramos
en medio de la conversación.

Ella se volvió hacia él y le echó una mirada que sólo había visto un puñado de veces, una
mirada que decía que estaba muy enfadada.

—Estoy aquí por tu madre, no por ti. Te dije que no me gustas y todavía no me gustas. —
Continuó su camino, ignorando las palabras mordaces que acababa de soltar.

Derek se dio la vuelta, tratando de ocultar la expresión de dolor en su rostro.

—Discúlpame. —Fui tras Lizzie, porque no quería que pensara que ese tipo de
comportamiento estaba bien, aunque se lo mereciera. Cuando pasé por delante de la silla de
Derek, su mano extendió la mía para estabilizarme.

—Está bien, —susurró—. Tiene todo el derecho a estar enfadada. —Su mano se ablandó
inmediatamente una vez que sostuvo la mía, como si fuera la acción más natural del mundo.
Cuando se dio cuenta que su toque se había prolongado demasiado, la retiró.

—Pero ella no tiene derecho a ser cruel. —Continué caminando y me moví por el pasillo
para alcanzar a Lizzie antes de que entrara en el baño—. Lizzie.

Se detuvo y se dio la vuelta, con una expresión de enfado como si supiera lo que se
avecinaba.

—Vamos, no puedes hablarle así.

— ¿Por qué? —Cruzó los brazos sobre su pecho, mostrando su actitud completa.

— ¿No te das cuenta de lo que pasa en esa sala de estar?


— ¿Y? Te ha hecho daño, mamá...

—Aprecio tu protección. Pero estoy bien. Quiero que estemos ahí para Derek. Está
pasando por un momento difícil ahora mismo, y ya ha sido suficientemente castigado. Me
rompió el corazón, pero sigue siendo una buena persona, y su familia también. Tenemos que
ser amables. ¿De acuerdo?

Sacudió la cabeza. —Él también me hizo daño.

—Lo sé. —Mis ojos cayeron en la tristeza—. Lo sé, cariño.

—Arruinó nuestra Navidad y arruinó nuestras vidas durante meses, y ahora que su madre
está enferma, ¿olvidamos que eso pasó? —preguntó incrédula—. Mamá, ha sido un infierno.
No has sido la misma. Es como si te hubiera llevado lejos.

—Lo sé, pero me siento mejor...

—Lo que sea. Vino y nos dio promesas y luego sólo...

—Liz. —La voz de Derek venía de detrás de mí, justo a mi lado.

Los ojos de Lizzie se dirigieron a él detrás de mí, sus cejas fruncidas.

Se puso de pie con los dos, la primera vez que los tres habíamos estado en la misma
habitación en meses. Metió las manos en los bolsillos y miró a Lizzie con una expresión de
dolor en la cara. —Tienes todo el derecho a estar disgustada, ¿vale? No cumplí mis promesas.
No deberías confiar en alguien que no cumple sus promesas. Pero nunca entenderás cuánto
lo siento. Nunca entenderás cuánto desearía poder retractarme de todo... y que todavía
fuerais mis chicas.

Eso no le ha tocado la fibra sensible a Lizzie para nada. Sacudió la cabeza mientras
apretaba sus labios con fuerza. —Eres un imbécil. —Se volvió hacia el baño.

Estaba mortificada. — ¡Lizzie!

—Está bien. —Su mano se movió hacia mi brazo—. Deja que diga lo que siente.

Cerró de golpe la puerta del baño.

—No es que no me lo merezca. —Sacó su mano de mi brazo y la volvió a meter en su


bolsillo delantero.

Estuvimos juntos frente al baño, solos en el pasillo, sus padres lejos en la sala y sin poder
escucharlos. Se apoyó contra la pared, apoyando la parte posterior de su cabeza contra la
superficie. Había fotos a lo largo del pasillo, fotos de él y sus hermanos de diferentes edades.
La foto que estaba a su lado era de su graduación de la universidad. Fue condecorado con
medallas y fajas, y sostuvo su diploma mientras estaba de pie al lado de su padre, que tenía
su brazo alrededor de los hombros. Se veía totalmente diferente. Todavía guapo, todavía alto,
todavía en forma. Pero se veía feliz, realmente feliz. Había un color más claro en su piel, un
brillo en sus ojos que parecía heredado de Cleo, pero no biológicamente.

Levantó la barbilla y me miró, siguiendo mi mirada a la foto que estaba a su lado.

—Te ves tan joven.

—Eso fue hace más de diez años. Me gradué a los veinte.

— ¿En dos años? —Pregunté incrédulo.

Sacudió la cabeza. —Me gradué en el instituto antes. Me salté muchas notas.

Asentí con la cabeza. — ¿Y luego fuiste a Harvard?

—Sí. Tienen un gran departamento de ingeniería.

—¿En qué te graduaste?

—Matemáticas y física.

Cielos, era el nerd más sexy de todos los tiempos.

—Tabitha fue a Georgetown, así que hicimos viajes de larga distancia, apretando el tiempo
los fines de semana largos y demás. Cuando me gradué, le pedí que se casara conmigo...
aunque mi padre dijo que era demasiado joven. —Sacudió la cabeza mientras se reía—. Ese
hombre siempre tiene razón. Y debería haberle escuchado.

Nunca me había hablado de Tabitha antes, y me sorprendió que lo mencionara tan


casualmente ahora, especialmente cuando había sido tan cruel y enojado en el pasado. Era
como una bóveda en el banco, imposible de romper. — ¿Por qué querías casarte?

— ¿Aparte de estar enamorada y toda esa mierda? —Se frotó la palma de la mano en su
mandíbula gruesa, raspando sobre la sombra—. Era mi novia de la secundaria, y habíamos
estado separados por tantos años. Pensé que si nos casábamos, podríamos ir a la escuela de
posgrado juntos, vivir juntos, estar juntos. —Devolvió la mano a su bolsillo—. Pero eso no
funcionó, obviamente. —Miró hacia el pasillo, los cuadros de su vida un lienzo detrás de él—
. Sabes, estaba realmente traumatizado por lo que pasó con ella. La amaba de verdad, y luego
se escabulló con Kevin y todo eso, y yo estaba devastado. Pero ahora, pienso en ello de
manera diferente, con una nueva perspectiva. Porque si eso nunca hubiera sucedido o nunca
me hubiera enterado, no te habría conocido. —Se volvió y me miró—. Y aunque nunca
encontremos el camino de regreso al otro, sigues siendo lo mejor que me ha pasado. No
cambiaría lo que teníamos por nada. —Me miró fijamente, dándome esa mirada intensa que
era innatamente posesiva, innatamente amorosa—. Espero que sientas lo mismo, a pesar de
lo que hice.

Ahora, cuando Derek no estaba en el trabajo, me preocupaba.

Me preocupaba por Cleo, si sus tratamientos iban bien, si Deacon estaba bien.

Quería enviarle un mensaje a Derek y preguntarle qué pasaba, pero sabía que no me
correspondía hacerlo. Podía estar ahí para él, pero ya no era parte de su vida, y no debería
cruzar esa línea... aunque fuera instintivo.

Estaba en la oficina corporativa, la oficina que consideraba mía en este momento, cuando
recibí una llamada telefónica. La contesté. —Soy Emerson.

—Hola, Emerson. Soy Sandy, la asistente del Sr. Daniels. Quería hacerte saber que
realmente disfrutamos conocerte el otro día y nos gustaría ofrecerte el puesto.

Mi corazón palpitó inmediatamente en mi pecho, y hubo tanta emoción, tanto alivio. —


Oh Dios mío, son noticias tan maravillosas. —Me había estado rompiendo el culo por un
nuevo trabajo todos los días durante meses, y finalmente había encontrado algo con un
salario comparable. Era menos de lo que ganaba con Derek, pero lo suficiente para mantener
nuestro estilo de vida.

—¿Puedes empezar en dos semanas?

Todo lo que tenía que hacer era poner mi aviso a Derek y luego irme.

Pero la idea de hacer eso de repente me hizo mal al estómago.

—¿Emerson? —La voz de Sandy bajó algunos tonos—. Creo que nos cortamos por un
segundo.

No. No sabía qué decir.

Rechacé dos veces las ofertas de trabajo por Derek, y no iba a hacerlo una tercera vez.

Me negué.
¿Pero qué haría él sin mí? ¿Cómo podría irme cuando él se estaba ahogando ahora mismo?
No podía contratar a alguien y entrenarlo en dos semanas. Probablemente no podría
contratar a alguien que se llevara bien con Derek, no es que fuera mi problema. Necesitaba
hacer lo correcto por mí, alejarme de Derek Hamilton para siempre, seguir con mi vida. Me
merecía ser libre de este hombre.

—Sandy, realmente aprecio la oferta, pero me acabo de dar cuenta de que no puedo
aceptarla...
21
DEREK
Abrí la puerta y me encontré cara a cara con mi hermano. —¿Dex?

—¿Está bien si me quedo aquí unos días? —Tenía su bolsa sobre su hombro.

—Siempre. No sé por qué estás aquí. Es miércoles.

Se encogió de hombros y luego entró. —Me tomé una licencia. No he visto a mamá, y sólo
necesito verla, ¿sabes? Ella ha estado recibiendo estos tratamientos por un tiempo, y todavía
no tenemos ninguna noticia. Se lo pediría a papá porque es el experto, pero no quiero sacarle
el tema.

—No lo hagas. —Cerré la puerta tras él—. ¿Qué hay de tus rotaciones y cirugías?

—Lo que sea. No me importa. —Puso su bolsa en el sofá—. La vida seguirá, y otros
estudiantes tendrán una oportunidad que no habrían tenido antes. Mamá me dijo que no
dejara caer nada para venir a verla, pero ¿crees que me importa salvar la vida de alguien
cuando mi madre está luchando por la suya? Al diablo con eso. —Se acercó a mí y finalmente
me abrazó con un abrazo, apretándome fuerte.

Le devolví el apretón, feliz que estuviera allí, feliz que mi hermano pudiera ayudarme a
superar esto.

—Daisy también está viniendo.

— ¿De Harvard?— Pregunté.

—Sí. —Se alejó—. Habló con sus profesores y está haciendo el resto del semestre
virtualmente. Le darán los apuntes y todo y la dejarán hacer sus exámenes en centros aquí
en Nueva York.

—Vaya, eso es genial. ¿Mamá lo sabe?

Sacudió la cabeza. —Tratará de convencerla que no lo haga.

—Sí, tienes razón.


—Entonces, aparte que la vida es una mierda, ¿qué hay de nuevo contigo?

Me encogí de hombros. —Ser miserable es un trabajo de tiempo completo en estos días...

Me miró con tristeza antes de darme una palmadita en el hombro.

—Mamá me contó todo lo que está pasando con Emerson. Lo siento.

—Sí... —Incliné la cabeza.

—Puedo hablar con ella. Parece que le gusto.

—Estoy bien, Dex.

—Vamos, ¿quién mejor para hablarte que tu hermano?

—No creo que a ella le importen mis títulos, mi dinero, o el tiempo que te ahorré en el
lago. Lo único que le importa es algo que he destrozado... y nunca podré arreglarlo.

—No sé nada de eso, tío. Creo que cometemos errores cuando estamos mentalmente
perturbados, pero si alguien te ama, te va a amar a pesar de tus errores. Si realmente amas a
alguien, siempre lo amas. Pero si no los amas, nunca los amaste en primer lugar. Sé cuál es
Emerson.

Nos sentamos en la oficina del doctor, mis padres en los dos sillones del frente mientras
Dex y yo nos paramos detrás de ellos. Mi mano estaba en el hombro de mamá, sintiendo el
músculo relajado debajo porque no estaba tensa en absoluto.

Mi padre era el que parecía que iba a vomitar en sus zapatos. Ahora que estábamos a
punto de recibir los datos definitivos sobre el progreso de mamá, no podía mantener la calma,
ni siquiera delante de ella. Sabía lo que era estar detrás de ese escritorio, dar a la gente las
mejores noticias de sus vidas o las peores. La ansiedad le hacía respirar con dificultad, le
ponía tan rígido que ni siquiera podía cogerle la mano. La posibilidad de perderla lo
aterrorizaba por la locura.

Dex se frotó el hombro mientras estaba de pie sobre él. —Todo va a estar bien, papá.

Mamá extendió la mano de mi padre y le dio un apretón reconfortante.

Cerró los ojos al tocarla y se inclinó sobre su mano para poder apoyar sus labios en sus
nudillos. Se quedó así, con sus lágrimas tranquilas cayendo sobre su piel.

Ver a mi padre pasar por esto fue lo más duro que he soportado.
La puerta se abrió, y el doctor entró.

Mi padre se sentó pero no se secó las lágrimas, sin avergonzarse de su emoción, sin
importarle lo que nadie pensara de él. Se llevó la mano de ella a los labios y la sostuvo allí,
usando su tacto como único consuelo que marcaría la diferencia.

—¿Listo? —El doctor abrió la carpeta y miró a mis padres.

Papá no respondió.

Mi madre tomó las riendas. —Sí. Estamos listos.

Papá ni siquiera pudo mirar al doctor. Se quedó mirando al suelo, tan abrumado que no
podía componerse en absoluto.

El doctor repasó los números brevemente y luego llegó a los escáneres. —El tumor se ha
reducido en un ochenta por ciento. Su cuerpo está respondiendo al tratamiento y responde
muy bien.

—Oh, Jesús, maldito Cristo. —Papá empezó a hiperventilar, dejando caer su mano e
inclinándose hacia adelante, agarrando su pecho como si no pudiera respirar.

Fue la primera vez que mamá dejó caer su plácida mirada, con los ojos llorosos mientras
veía a mi padre desmoronarse en las noticias.

Dex se arrodilló y se frotó la espalda.

—Gracias... gracias. —Sus lágrimas cayeron sobre la alfombra entre sus zapatos, y
continuó arañando su pecho como si finalmente permitiera que sus pulmones respiraran por
primera vez desde que esto sucedió. —Oh, mierda...

Dex empezó a llorar mientras veía a nuestro padre desmoronarse.

Me moví para arrodillarme al lado de mamá y le tomé la mano. —Parece que tenías razón.

Ella no parecía escucharme porque todo lo que podía hacer era mirar a papá.

El doctor mantuvo la compostura mientras reaccionábamos. —Tenemos que ser


diligentes. Tenemos que seguir luchando. Pero sus probabilidades se ven muy bien, Sra.
Hamilton.

Papá dejó la silla y se movió al suelo delante de mamá. De rodillas, la abrazó y la sostuvo
cerca, sollozando contra ella, apretándola fuerte, susurrándole. —Bebé... bebé.
Ella también empezó a llorar, sosteniendo a papá contra su pecho, frotando su espalda
mientras lo escuchaba llorar.

Las lágrimas empaparon mis mejillas mientras las veía juntas, veía a dos personas amarse
incondicionalmente, llevar sus corazones en las manos y regocijarse con las lágrimas. Mi
mano se movió a la espalda de papá, así que supo que yo estaba allí. Dex fue el siguiente,
arrodillándose al lado de papá.

El doctor se excusó silenciosamente de la habitación.

Mamá me rodeó con su brazo alrededor de los hombros y me acercó.

Papá agarró a Dex y lo llevó al abrazo grupal.

Los tres estábamos de rodillas mientras nos aferrábamos a mamá, todos llorando, todos
emocionados con la esperanza.

Quería dar la buena noticia en persona en vez de por teléfono.

Y también quería verla... porque la necesitaba.

Las buenas noticias me emocionaban tanto como las malas; me hacían necesitar apoyo
tanto como antes. Quería estar con la mujer que amaba, la mujer que podía ponerme de
rodillas como mi madre llevó a mi padre a la suya. Sabía que la había cagado, sabía que no
la merecía, pero ella era mi todo.

No podía cambiar lo que sentía por ella.

Llamé a su puerta y esperé.

Un momento después, se abrió. Emerson estaba allí de pie en pantalones de yoga


apretados con una camiseta suelta que colgaba de un hombro. Su cabello estaba recogido y
su maquillaje había desaparecido, como si ella y Lizzie estuvieran terminando al final de su
noche.

Nunca se había visto más hermosa para mí.

Echaba de menos esas noches tranquilas en las que veíamos una película y luego nos
acostábamos. No hubo incidentes y fue predecible, pero fue cómodo. En su habitación,
teníamos que estar en silencio para que Lizzie no nos oyera, pero eso no disminuía la pasión
o el deseo.
Ya no era hostil conmigo por las circunstancias, pero no rezumaba un amor apasionado
como antes. Mantenía una mano en la puerta mientras me miraba, sin invitarme a entrar. —
¿Todo bien?

Asentí con la cabeza. —Hoy teníamos una cita con el médico.

Salió al pasillo y cerró la puerta tras ella. Sus brazos cruzaron sobre su pecho, y parecía
temerosa que yo viniera a traerle malas noticias.

—Todavía tiene que seguir con la quimio y seguir luchando, pero el tumor se ha reducido
en un ochenta por ciento... —La emoción se me quedó grabada en la garganta, así que tuve
que aclararla. Mis ojos se humedecieron, pero parecían estar húmedos todo el tiempo
últimamente.

Inhaló una respiración profunda que casi sonaba como un jadeo antes de lanzar su cuerpo
hacia el mío, sus brazos rodeando mi cuello, su afecto apuntaba tanto a consolarse a sí misma
como a consolarme a mí.

Mis brazos la rodearon, y la sostuve cerca de mí, mi barbilla descansando en su cabeza


porque estaba descalza. Mis brazos eran tan cómodos alrededor de su pequeño tamaño, mis
manos ahuecaban sus lados a lo largo de sus costillas, mi nariz inhalaba su perfume que
todavía podía oler en mi ático en los momentos más aleatorios.

Cerré los ojos y la sostuve, apreciando el momento profundamente, exprimiendo cada


gota que pude. Quería que durara para siempre. Quería que esta fuera mi vida todos los días.
¿Por qué lo dejé pasar en primer lugar? ¿Por qué me permití perder a la mejor mujer con la
que había estado? —Te amo. —Se sintió bien decirlo, aunque ella no lo respondiera. Sólo
para que ella supiera cómo me sentí fue un alivio, un peso en mi pecho—. Te amo tanto. —
Nunca quería que estuviera en esa silla como mi madre lo ha estado hoy. Nunca quería estar
de rodillas delante de ella, sollozando así. Pero quería tener lo que ellos tenían, y eso era
exactamente lo que teníamos. Daría mi vida por la de ella en un abrir y cerrar de ojos. Estaría
angustiado e incapacitado sólo de pensar en perderla.

Lentamente se apartó de mi alcance, con los ojos ligeramente húmedos. —Estoy muy feliz
de escuchar eso.

Me decepcionó que no me lo dijera, pero agradecí tener la oportunidad de decirlo, porque


no lo dije lo suficiente antes. —Nosotros también. Mi padre... ya está mucho mejor. Cuando
llegamos a casa, inmediatamente fue al sofá y se desmayó. Simplemente se desmayó.

—Porque ha estado cargando con ese estrés durante mucho tiempo. Tiene sentido.
—Sí. —Ahora que mi madre tenía muchas probabilidades de vencer a esta cosa, yo
también podría dormir toda la noche. Pero Emerson todavía me perseguía, ese
arrepentimiento—. Dex se quedará conmigo hasta mañana.

—Eso está bien.

—Y mi hermana se quedará con mis padres hasta que termine el semestre.

—Oh, a tu madre le encantará eso.

—Sí, le encantará.

Cruzó los brazos sobre su pecho, cortándose de nuevo de mí.

Me quedé delante de ella, sabiendo que debía irme, pero no tenía adónde ir. Este era mi
hogar ahora. —Quiero que sepas que no estoy viendo a nadie. No he visto a nadie desde que
me enteré de lo de mamá. —Nunca había intentado recuperar a una mujer, así que no tenía
ni idea de cómo hacerlo. Sólo le dije los pensamientos que me vinieron a la mente—. Sé que
no me quieres, pero no puedo imaginarme estar con nadie más que contigo... así que no
puedo hacerlo. Y cuando vi cómo mi padre lo perdió hoy..., la forma en que ama a mi madre
tan profundamente, me recordó a mí mismo... Me recordó a nosotros. Emerson, lo que
tenemos es tan...

—Derek. —Dejó caer su mirada al suelo.

— ¿Crees que voy a dejar de amarte? —Susurré—. No. Y tú tampoco vas a dejar de
amarme. Nos amamos de una manera que la mayoría de la gente no lo hace, y vale la pena
luchar por eso.

—Luché por ti durante mucho tiempo, Derek...

—Y ahora estoy luchando por ti. Estoy en esta relación aunque tú no lo estés. Estoy aquí.
Voy a estar aquí para siempre hasta que te unas a mí. —No había nadie más para mí. No
podía ir a un club y recoger a una mujer. No podía entrar en una aplicación de citas. No podía
hacer nada de eso porque sería engañar, al menos a mí... así de comprometido estaba—.
Antes no era lo que te merecías, pero ahora sí. Y seré el mejor hombre que el mundo haya
visto jamás.

Ella mantuvo los ojos en el suelo. —Derek, te olvidas que somos dos... no uno. —Levantó
los ojos y me miró—. Te dije que vinimos como un conjunto. Mi hija es lo más importante del
mundo para mí, pero me arriesgué a que se encariñara contigo, y le rompiste el corazón. No
tienes hijos, así que no entiendes lo frágiles que son, aunque actúen con dureza todo el
tiempo. Y no es sólo lo que le hiciste a mi hija lo que me duele, sino el hecho que mi hija tuvo
que presenciar mi completa desaparición. Esos son recuerdos que ella tendrá para siempre,
Derek. Dijiste que serías un gran padre para ella, pero ni siquiera entiendes lo primero de ser
padre. Si lo hicieras, lo habrías manejado mejor. Pero te pusiste a ti mismo primero. No la
pusiste a ella primero, que es la regla número uno de ser padre.

Dejé caer mi mirada con vergüenza.

— ¿Crees que disfruto derribándote así?, —susurró—. No lo hago.

Me tomé un respiro antes de volver a mirarla.

—Por favor, deja de obligarme a hacer esto...

—Tengo que hacerlo. Aunque me duela, tengo que hacerlo. Porque los tres somos una
familia... quiero que seamos una familia.

Dio un fuerte suspiro. —Derek, sé que acabas de abrir los ojos, y que todo esto es nuevo y
doloroso... pero tienes que dejarlo ir.

Yo no podría.

Se volvió hacia la puerta. —Buenas noches, Derek.

— ¿Puedo hablar con ella?

Ella me miró de nuevo.

—Nunca he tenido la oportunidad de disculparme con ella por todo. —Hablé con ella por
teléfono una vez, pero era su oportunidad de airear sus quejas y no tuve oportunidad de
decir nada. Entonces ella llamó y pidió ayuda con ese tipo, pero no era el momento adecuado.
Una interacción cara a cara nunca había estado sobre la mesa.

Emerson dudó, como si pensara que era una mala idea.

—Realmente apreciaría si...

Emerson consideró por un tiempo antes de abrir la puerta. —Espera un segundo. —Entró
y se oyeron voces apagadas antes que abriera la puerta de nuevo—. Te daré quince minutos.

Entré, el apartamento me resultaba familiar y a la vez extraño.

Lizzie se sentó en el sofá con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando la televisión en
un intento flagrante de ignorarme.
—Estaré en mi habitación, si me necesitas. —Emerson dejó la sala y entró en el dormitorio
que ella solía compartir conmigo.

Lizzie siguió viendo la televisión, con las rodillas pegadas al pecho y el cabello en una cola
de caballo alta. Se parecía tanto a su madre; una vez que fuera adulta, probablemente se
verían como hermanas. Me quedé allí un rato incómodo antes de moverme al sofá a su lado,
dejando unos metros entre nosotros para que no se sintiera asfixiada. — ¿Liz?

—No me llames así. —No me miró.

El control remoto estaba entre nosotros, así que lo tomé y apagué el televisor.

Ella mantuvo sus ojos en la pantalla negra. —No lo estaba viendo de todas formas.

Devolví el control remoto a donde había estado antes. Sabía que era inútil, pero lo intenté
de todas formas. —Liz, ver a mi madre pasar por esto ha cambiado mis prioridades. Ha
cambiado lo que soy como hombre. Recuerdo mis errores y deseo poder hacer las cosas de
nuevo, pero desafortunadamente, no puedo.

Ella todavía no se ha convertido en mi camino.

—Entiendo que estés enfadado conmigo. Entiendo por qué estás enfadada conmigo.
Tienes todo el derecho. Pero no importa cuán enojada estés, recuerda que pagué el precio
final. Soy el que las perdió a ambas, y eso me perseguirá para siempre.

Giró suavemente su barbilla hacia mí, mirándome en su periferia.

—Sé que es difícil de entender, pero a veces hay que perder algo para darse cuenta de lo
valioso que es. Lo que ha pasado con mi madre ha alterado toda mi visión de la vida, me ha
hecho darme cuenta de lo que ambas significaban para mí... lo que aún significan para mí.

Giró la cabeza un poco más y finalmente me miró.

—Siento mucho haberte hecho daño, Lizzie. De verdad... lo siento. — Ahora que podía
sentir... sentir cada emoción que corría por mis venas, vi el futuro que perdí. Era como una
hija para mí, alguien a quien podría haber tutelado, protegido y nutrido. Cuando Emerson
me habló de ella, enloquecí, pero debí haber visto la bendición que era realmente. Era una
gran persona, y yo habría tenido la suerte de ser parte de su vida—. Ustedes dos me hicieron
más feliz de lo que había sido en diez años... y las dejé ir.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué qué? —Susurré.


— ¿Por qué te fuiste?

No tenía ni idea de lo que Emerson le había dicho, pero me fui con la verdad. —Todo. El
cohete, el aniversario de la muerte de mi madre biológica...

— ¿Tu madre biológica?, —preguntó.

—Cleo no es mi madre biológica.

—Entonces, ¿es tu madrastra?

—Técnicamente. Pero nunca la he llamado así. Mi propia madre básicamente me


abandonó y siguió adelante. Murió inesperadamente, y nunca tuve la oportunidad de hablar
con ella de todo. Eso siempre me ha molestado. Pero Cleo me ha amado como si fuera suyo
desde que me conoció, dice que a veces tiene recuerdos de estar embarazada de mí aunque
nunca haya sucedido; es sólo un truco de su mente. Y ha sido la mejor madre de la historia.
Soy tan afortunado de tenerla, y en lugar de vivir en el pasado, debería haber dejado ir a mi
madre biológica y entender que Cleo era realmente mi madre de sangre. —Dejé de mirar y
me miré las manos en el regazo.

—Nunca lo supe.

—No hablo mucho de eso.

— ¿Por qué no me lo dijiste?, —susurró—. Mi padre se fue...

Me encogí de hombros. —Nunca lo pensé de esa manera.

—Entonces, ¿nos dejaste por ella?

—No. Había otras cosas también. Estuve comprometido hace mucho tiempo y descubrí
que mi prometida se acostaba con mi mejor amigo. Tuve que interactuar con ellos
recientemente para una boda, y eso realmente me confundió.

— ¿Tu prometida te engañó con tu mejor amigo?, —preguntó incrédula.

Asentí con la cabeza. —Me enteré en la cena de ensayo.

—Caray... imbéciles.

—Sí, me lo estás diciendo.

Sus ojos se llenaron de simpatía. —Todavía no sé por qué eso haría que te fueras. Mamá
nunca te haría eso.
—Sé que no lo haría. —Mis ojos empezaron a lagrimear, y rápidamente los parpadeé—.
Era más fácil dejar de sentir y correr que quedarse. Fui un cobarde. Herí a tu madre como la
gente me ha herido a mí, como si eso de alguna manera lo justificara. Simplemente me
quebré. Desearía que hubiera una explicación que fuera suficiente, pero nunca la habrá. Me
perdí en mi dolor, y sólo cuando vi lo que mi familia tuvo que pasar me di cuenta que amo a
tu madre como mi padre ama a mi madre. Si eso nunca hubiera pasado... esto podría no haber
pasado nunca.

—Sí. —Ella apretó sus brazos alrededor de sus piernas.

—De todas formas... lo siento. —Me miré las manos más tiempo, deseando que hubiera
algo mejor que pudiera decir para reparar la confianza que había roto. Pero no había nada
que hacer excepto salir y no volver nunca más.

—Supongo que he estado tan enfadada porque... se sentía como si tuviera un padre.

Cerré los ojos para no desmoronarme.

—Nunca sentí que necesitara un papá, pero una vez que viniste y me ayudaste con las
cosas e hiciste feliz a mi madre... empecé a darme cuenta de lo que me estaba perdiendo. No
sentía que estaba perdiendo a mi madre, sino que estaba consiguiendo una familia más
grande. Mis amigos hablan de sus vacaciones familiares y de las estúpidas bromas de sus
padres, y yo empecé a sentirme como ellos... normal. Me entusiasmé mucho con esa idea, y
fue un asco cuando ya no estaba.

No podía mirarla porque era demasiado difícil.

—Y luego perderte me hizo darme cuenta de lo mucho que te necesitábamos. Mamá estaba
devastada, empezó a ver a esos perdedores que sólo la hicieron sentir peor, mis notas bajaron,
no podemos ver ciertos canales en la TV porque tu nombre aparece, y entonces ya no puedo
leer mis libros favoritos... Nunca sentí que me faltaba nada hasta que llegaste y te fuiste.
Ahora nos sentimos incompletos.

Inhalé una respiración profunda y me limpié las lágrimas con los dedos, haciendo lo
posible por ser discreto al respecto.

— ¿Estás llorando?

Sacudí la cabeza.

— ¿Derek?

Cerré los ojos por un momento antes de volverme hacia ella, para que pudiera ver mi cara,
para que pudiera enfrentarme a la acusación de frente. —Daría literalmente cualquier cosa
por recuperar eso, Liz. No... no tienes ni idea. No puedo imaginarme estar con alguien
además de tu madre. No puedo imaginarme tener una familia sin que tú seas un miembro
de esa familia. Este lugar se siente como un hogar, con ustedes dos. No quiero volver a mi
gran ático sólo para escuchar mi propio puto eco. No quiero volver y sentirme solo.

Sus ojos se suavizaron al mirarme, al ver el dolor que llevaba en la manga.

Volví a mirar hacia adelante. —He tratado de hacer que funcione con tu madre, pero ella
no... no me perdonará. No la culpo. No volverá a confiar en mí.

Lizzie se quedó callada.

Rápidamente me limpié las nuevas lágrimas que goteaban por el puente de mi nariz. —
Espero que veas mis videos porque quiero que te vaya bien en la escuela, incluso si otro chico
me reemplaza. Quiero que me llames si necesitas ayuda, porque siempre estoy aquí para
ayudarte. —Me incliné hacia adelante con los codos sobre las rodillas y luego me levanté
para poder salir—. Y espero que sepas que te amo... siempre lo haré.

—Derek. —Su cuerpo chocó contra el mío mientras se acercaba a mi lado y me abrazaba,
me apretaba con fuerza.

Me tranquilicé ante su afecto, sintiendo que mis labios temblaban. Me quedé helado
cuando la dejé abrazarme, rígido porque me llevó un momento componer mis rasgos antes
de volverme hacia ella y devolverle el abrazo, abrazándola fuertemente, apretándola en un
abrazo que sería imposible de terminar.

Podría haber tenido esto todos los días por el resto de mi vida, pero lo arruiné.

Lo arruiné, carajo.
22
EMERSON
Una semana vino y se fue.

Derek seguía viniendo a trabajar sólo dos días a la semana. A pesar de que su familia había
recibido buenas noticias, eligió pasar tiempo con ella, lo que me pareció muy dulce. Seguía
llevándoles la comida y ayudando en la casa, sin cambiar su vieja rutina sólo porque las cosas
volvieran a estar bien.

Consideré llamar a esa compañía para ver si todavía me ofrecían el trabajo.

Pero no lo hice.

También dejé de ir a las entrevistas de trabajo.

Necesitaba seguir adelante con mi vida y cortar los lazos, pero ahora la abandoné.

Estaba en mi oficina cuando Astra Books llamó por millonésima vez.

— ¿Qué coño está pasando con Derek? —Mark ladró—. No ha devuelto ninguna de mis
llamadas...

—Su madre tiene cáncer.

Mark se quedó en silencio.

—Ha estado lidiando con eso durante las últimas ocho semanas. Creo que es por eso que
ha estado inalcanzable.

—Oh, siento oír eso.

—Pero su madre ha hecho algunos progresos en la dirección correcta, así que déjame
hablar con él sobre el libro, y me pondré en contacto contigo.

Normalmente, habría seguido gritando, pero esta vez, lo dejó pasar.

—Está bien. —Colgó.


Derek tenía un libro más en esta serie para escribir, y sin siquiera preguntarle, supe que
no había escrito ni una sola palabra. Antes de que su madre se enfermara, estaba demasiado
ocupado siendo un imbécil como para aprovechar su lado emocional. Y después de que ella
se enfermara, estaba demasiado estresado para pensar en otra cosa, y mucho menos para
escribir un libro.

Probablemente tendría que volver a ponerlo en marcha, no para él o para mí, sino para
todos los fans que necesitaban su historia.

Cleo me envió un mensaje de texto. ¿Te ha contado Derek las buenas noticias?

Lo hizo. Se pasó por aquí y me lo dijo en persona. Eso me hace muy feliz.

Sí. Deacon finalmente ha vuelto a ser él mismo. Daisy hizo una pausa en su semestre para estar en
casa, así que estoy rodeada de mi familia, y ha sido un tiempo encantador.

Bien. Me alegra oír eso.

¿Lizzie y tú queréis venir a cenar esta noche?

Quería verla, pero no quería tratar con Derek. Había estado manteniendo su distancia
últimamente, y había sido mucho más fácil estar cerca de él. Lizzie me dijo que se había
disculpado y que se había ido del apartamento, y eso fue todo. Tal vez Lizzie había dicho
algo para hacer que Derek se rindiera. No estaba segura.

Cuando no le devolví el mensaje, Cleo volvió a enviarle un mensaje. Derek no estará aquí,
si eso es lo que te preocupa.

Lizzie tiene entrenamiento esta noche, así que creo que sólo seré yo.

Está bien. No puedo esperar a verte.

La cena era sólo para Cleo y para mí. Deacon y Daisy fueron al cine. Derek debe haber
estado en casa.

Deacon preparó la cena y puso todo en la mesa antes de irse, así que disfrutamos de la
cocina gourmet mientras yo tomaba un vaso de vino. Cleo no estaba bebiendo ahora, así que
se quedó con agua.

— ¿Cómo ha estado Derek en el trabajo? —Preguntó Cleo.


—No lo veo mucho, pero cuando lo veo en el almacén, parece concentrado. Antes,
normalmente miraba fijamente a la pared o jugueteaba con su lápiz. Así que... es bueno verlo
de nuevo en las cosas.

—Eso es bueno. Parece mucho menos estresado. —Dio unos cuantos bocados de su brócoli
antes de volver a su salmón—. Deacon está durmiendo como una roca, y nunca ha roncado
desde el día que lo conocí, y ahora está roncando como un animal.

Me reí entre dientes. —Poniéndose al día con todo el sueño perdido.

—Supongo que sí. —Sonrió antes de llevarse el agua a los labios para beber—. ¿Ha habido
suerte en la búsqueda de un nuevo trabajo?

—Um... en realidad tengo una oferta.

— ¿En serio?, —preguntó emocionada—. ¿Dónde?

—Es en un bufete de abogados en Manhattan para un gran ejecutivo. Pero... lo rechacé.

— ¿Ah, sí?

—Es que... no me pareció bien irme en este momento.

Dejó caer su mirada y empujó su comida. — ¿Por Derek?

Asentí con la cabeza.

—Al final del día, esta es tu vida y no la de él. Necesitas hacer lo que es correcto para ti,
no para él. Derek sobrevivirá sin ti. Lo hizo antes, lo hará de nuevo.

Sus palabras fueron impactantes para mí. —Me sorprende que me animes a irme en lugar
de llevártelo de vuelta.

Levantó la mirada y me miró fijamente, pareciendo genuinamente sorprendida. — ¿Por


qué iba a hacer eso?

—Porque es tu hijo. Quieres que sea feliz.

—Por supuesto que sí. —Dejó el tenedor y me miró fijamente otra vez. —Pero quiero que
tú también seas feliz, Emerson. Me preocupo por ti independientemente de mis sentimientos
por Derek. Me encantaría que ustedes dos lo resolvieran, pero si está destinado a suceder,
sucederá. Si tengo que decirte que lo hagas o manipularte de alguna manera, entonces no
está destinado a ser.
El peso de repente salió de mi pecho, y ahora admiraba a esta mujer aún más. Ella se
preocupaba por mí, no sólo por mi relación con su hijo.

—Si tú y Derek no pueden hacer que funcione, con el tiempo, encontrarás a alguien más...
Él encontrará a alguien más. Ambos serán felices. ¿Serán más felices con esas otras personas
que entre sí? No hay forma de saberlo. Pero me gusta creer que no importa cuáles sean
nuestras elecciones, el resultado final es el mismo. Encontraremos la felicidad. Así que no
pierdas el tiempo preguntándote qué pasará algún día. Sólo haz lo que creas que es correcto.

Asentí, encontrando sus palabras reconfortantes. Pero todavía había una semilla de duda,
en el fondo. —Si te hubieras casado con otra persona, ¿serías tan feliz?

Sus ojos se entrecerraron ligeramente ante la pregunta porque claramente la tomó


desprevenida. Bajó la mirada y miró fijamente a su comida durante un rato, tranquila durante
tanto tiempo que imitó el comportamiento de su marido y su hijo. —No, ni mucho menos.

Cuando llegué a casa, Lizzie ya se había duchado y había cenado en la mesa. Como
siempre, su mochila estaba ahí, sus papeles por todas partes, aunque le había dicho un millón
de veces que no lo hiciera.

Pero en vez de regañarla justo cuando entré, saludé a mi madre y le pregunté cómo le
había ido el día. Hablamos sobre la práctica, y luego ella cruzó el pasillo para unirse a mi
padre.

Lizzie siguió comiendo. — ¿Cómo está Cleo?

—Bien. Está de buen humor.

— ¿Estaba Derek allí?

Sacudí la cabeza y me senté frente a ella.

Ella miró su comida y siguió comiendo.

— ¿Cómo fue tu día?

Se encogió de hombros y siguió comiendo. —Bien.

Apenas era una adolescente, y ya era difícil sacarle respuestas. Mi mirada se posó en la
mesa entre nosotros, y vi la pila de papeles allí... junto con un examen que tenía una A en un
marcador rojo en la parte superior. Los números y ecuaciones en el papel me dijeron que era
para su clase de geometría, que estaba reprobando. —Lizzie... —Agarré el papel y lo tiré
hacia mí—. ¿Qué es esto? —Lo busqué de arriba a abajo antes de volverme hacia ella.

—Hoy lo he recuperado.

— ¿Pero qué es esto? —Señalé la gran A roja en la parte superior.

—Ugh, ¿una A? Mamá, ¿necesitas gafas como la abuela?

—Pensé que estabas fallando.

—Bueno, ahora ya no lo estoy.

—Eso es genial. —Lo dejé, sintiendo el orgullo en mi pecho—. ¿Encontraste un mejor


tutor?

—Um... —Ella miró su comida y apuñaló la carne con su tenedor—. Sólo un video tutorial
que encontré en Internet.

—Es increíble, Lizzie. Te dije que no necesitabas a nadie más que a ti misma.

—Sí, supongo que tenías razón.

Al final del día de trabajo, fui al almacén a buscar a Derek sola. Estaba trabajando en su
estación, un montón de papeles a su alrededor, volviéndose desorganizado de nuevo porque
iba a un millón de millas por hora.

Me acerqué a su escritorio y le vi levantando la mirada para mirarme, para llevar esa


misma mirada suave que siempre me dio ahora. —Los internos empiezan mañana. Ya me he
ocupado de la orientación, pero ¿quieres pasarte y decir unas palabras? —Todos los internos
habían conocido a Derek en persona una vez en la entrevista, pero probablemente también
querían verlo en su primer día.

—No puedo, —dijo—. Estoy en el hospital con mi madre mañana. Mi papá tiene que ir a
la oficina porque dejó todo estas últimas ocho semanas, así que tiene mucho de qué hablar.

—No te preocupes por eso. Ellos lo entenderán.

No inclinó la cabeza y volvió al trabajo. Continuó mirándome fijamente. — ¿Cómo estuvo


la cena con mamá anoche?
Supuse que ella se lo diría. —Bien. Parece que le va bien. No parecía estresada antes, pero
creo que saber que Deacon se siente mejor es un gran alivio para ella. Así es ella, preocupada
por todos los que la rodean y no preocupada por ella misma en absoluto.

—Sí, siempre ha sido así.

Me quedé cuando no debía, viendo la vida volver a su piel y sus ojos. Todavía parecía
triste, pero no angustiado como antes. Como su padre, había empezado a revitalizarse. —
Bueno... buenas noches. —Me di la vuelta.

—Mi madre me dijo que rechazaste ese trabajo.

Me quedé en el lugar, mirando la salida que parecía estar a años luz.

— ¿Emerson?— Sus pies golpearon el suelo mientras se movía alrededor del escritorio y
se acercaba a mí.

Me volví lentamente hacia él, manteniendo mi compostura estoica. —No parecía el


momento adecuado para irse... con todo lo que está pasando.

Ahora, estaba parado directamente frente a mí, sus ojos marrones absorbiendo mis rasgos
como si fueran palabras en una página. Trató de estudiarme, trató de leer entre líneas, trató
de descifrar mis pensamientos para conocer la verdad en mi alma. —No tienes ninguna
obligación conmigo. No quiero que pierdas una buena oportunidad porque te sientas mal
por mí.

Mis brazos se movieron lentamente para cruzar mi pecho, tratando de mantenerlo


físicamente fuera de mi corazón... aunque no sirviera de nada.

—A menos que esa no sea la razón por la que...

Dejé caer mi mirada.

—Bebé.

Levanté mis ojos para encontrarme con los suyos. —Querían que empezara en dos
semanas, y no era tiempo suficiente para contratar y entrenar a un sustituto. Sé que no tengo
ninguna obligación contigo, pero me importa mucho tu trabajo y los principios que esta
empresa representa, así que no me iré hasta que el puesto sea ocupado por la persona
perfecta.

Me miró fijamente durante mucho tiempo, sus ojos se movían rápidamente de un lado a
otro.
Mantuve su mirada, oliendo su colonia, consciente de lo cerca que estaba de mí.

Continuó su dura mirada, como si viera algo profundo en mis ojos, vio algo que no podía
ignorar.

— ¿Qué?

Se dio la vuelta y volvió al banco. —Nada.

— ¿Derek?

Se volvió a mover alrededor del escritorio y se enfrentó a mí una vez más, con sus rasgos
imposibles de descifrar. Luego miró su trabajo como si nada hubiera pasado, como si no le
hubiera hecho una pregunta.

Cuando entré por la puerta, Lizzie se sentó en la mesa del comedor con su trabajo escolar
extendido. Su libro de matemáticas estaba abierto junto con su cuaderno, y vio un video en
su teléfono con sus auriculares en los oídos. Cuando me vio entrar, se los sacó de las orejas y
puso su teléfono en la mesa boca abajo.

—Bien. —Dejé mi bolso en la isla de la cocina—. Estás haciendo tus deberes. No tengo que
sacarte los dientes para obligarte a hacerla.

Se encogió de hombros. —No es tan malo.

Fui a la olla de cocción lenta y abrí la tapa para ver lo que mi madre había preparado para
mí, así no tendría que hacer la cena cuando llegara a casa. Era una carne asada con patatas y
zanahorias. —Esto se ve bien. ¿Tienes hambre?

—Claro.

Hice dos tazones y luego los llevé a la mesa del comedor.

Ella tiró de los suyos hacia ella, pero sus ojos se quedaron en mí.

— ¿Qué? —Mi hija no me miraba así muy a menudo. O bien quería algo, o tenía algo que
decir.

— ¿Vas a seguir teniendo citas y cosas así?

La pregunta fue inesperada, así que me quedé quieto cuando escuché lo que dijo. — ¿Por
qué lo preguntas?
—Bueno, hicimos que ese bicho raro viniera al apartamento, así que...

Oh, la humillación. —No, Lizzie. Ya he terminado de salir.

Miró su carne asada y luego agarró su tenedor para sacar un pedazo de carne. — ¿Eso
incluye a Derek?

—Sí. —Mi respuesta fue inmediata porque había terminado con los hombres en ese
momento. Estaba emocionalmente agotada por todos los intentos de Derek. Ahora llevaba
su corazón en la manga sin miedo, como nunca antes lo había hecho.

Masticaba su pieza mientras me miraba. — ¿Tiene que incluir a Derek?

Mis ojos se entrecerraron en su cara. — ¿Qué significa eso, Lizzie?

Volvió a poner el tenedor en el bol. —No lo sé... Parece que está muy arrepentido por todo
el asunto.

—Lizzie...

—La gente comete errores, ¿verdad? Siempre dices perdonar y olvidar.

—No es lo mismo...

—Me gusta Derek mucho más que ese perdedor que vino a nuestra puerta, mamá. Derek
nunca nos haría daño.

Cerré los ojos por el dolor, porque no podía creer que estuviéramos teniendo esta
conversación.

—Es inteligente, interesante, amable, rico...

—El dinero nunca es una razón para estar con alguien, Lizzie.

—Uh, pero ayuda... mucho.

Intenté no reírme de su franqueza. —Sólo déjalo ir, ¿de acuerdo? —Volví a mi cena y comí
con los ojos hacia abajo.

Lizzie estuvo callada durante mucho tiempo antes de que volviera a hablar. —Eras feliz
con Derek, mamá. Nunca te he visto tan feliz. Y ahora que se ha ido... nunca te he visto tan
miserable. Así que, lógicamente, ¿no te haría feliz estar con él otra vez?

Suspiré mientras miraba mi carne asada, odiando el hecho que mi hija tuviera que hacer
ese tipo de observaciones sobre mí. —Es complicado.
—Sé que todavía lo amas, y sé que él todavía te ama. Si ustedes dos se aman, ¿no deberían
estar juntos? Eso no es complicado para mí. ¿Perdonar y olvidar? Eso tampoco es complicado.
23
DEREK
Mamá se acostó temprano porque todavía estaba débil y cansada por los tratamientos.
Después de cenar, lavé los platos y limpié el condominio mientras papá se sentaba en la mesa
del comedor, con la superficie cubierta por sus papeles.

Tomé dos cervezas y me senté frente a él. — ¿Algo en lo que pueda ayudar?

Sacudió la cabeza. —Estoy seguro que tienes tus propias cosas en las que trabajar,
hombrecito. —Levantó la barbilla de su papeleo y me miró—. Sabes, puedes volver a tiempo
completo. Con Daisy alrededor, tenemos mucha ayuda.

—Está bien. —Tomé un trago de mi cerveza y luego apoyé mis codos en la mesa.

Continuó mirándome, como si pidiera más explicaciones.

—Me gusta jugar a las damas con ella, pasar tiempo con ella...

—Me dijo que siempre la dejabas ganar.

Sonreí. —Qué amable de tu parte hacer eso.

—Ella sabe que te hace sentir bien.

—Lo cual es irónico... porque yo estaba tratando de hacerla sentir bien.

Volvió a su trabajo, haciendo algunas notas. — ¿Cómo están las cosas contigo?

—Bien.

Me miró de nuevo cuando escuchó mi tono.

Me encogí de hombros. —Las cosas están mejorando con Emerson, pero todavía es un
largo camino.

— ¿Por qué crees que las cosas están mejorando?

—Me mintió el otro día.


Sus ojos se entrecerraron. —Eso suena como algo malo.

—Mamá me dijo que rechazó una oferta de trabajo. Cuando le pregunté a Emerson sobre
ello, dijo que sólo necesitaba más tiempo para encontrar el reemplazo adecuado, pero pude
ver que estaba mintiendo.

— ¿Cómo? Es una gran suposición, Derek.

—Porque ella nunca miente. —Siempre fue honesta conmigo, así que cuando había una
discrepancia en su tono y su mirada, sabía que estaba ocultando algo—. Pero la dejé en paz.

Ahora que papá estaba profundamente involucrado en la conversación, abandonó su


trabajo por completo y continuó mirándome. Sus dedos rozaron sus labios mientras absorbía
mis palabras.

—No quiere dejarme. Así que tengo una oportunidad.

—No te precipites. Es un maratón, no un sprint.

—Ya lo sé.

Continuó mirándome, las luces de la ciudad reflejándose en sus ojos. — ¿Cómo van las
cosas con Lizzie?

—Mucho mejor. Me está dejando ayudarla con sus deberes otra vez. Ya no me odia.
Después que hablamos, pareció abrirse a mí otra vez.

— ¿Emerson lo sabe?

Sacudí la cabeza. —Estoy bastante seguro que no lo sabe. Lizzie me dijo que un tipo raro
estaba acosando a Emerson, así que le rompí la nariz. Ella tampoco sabe nada de eso.

— ¿Por qué?

Me encogí de hombros. —Lo hice para protegerlas. No por el crédito.

—La verdad siempre sale a la luz... de una forma u otra.

—Sí.

Agarró su cerveza y se tomó un trago, con los ojos todavía puestos en mí.

—Kevin y yo estamos hablando de nuevo...


Casi escupió el líquido por su boca, y se golpeó el pecho con la mano para aclararse la
garganta y no escupir por toda la mesa. Se giró hacia el otro lado y tosió antes de volver a
enfrentarse a mí.

—Kevin... ¿tu amigo de la escuela primaria?

Asentí con la cabeza. —Lo perdoné.

Se quedó atónito en silencio. Un silencio muy largo. — ¿Y cómo te sientes al respecto?

Fue difícil encontrar la respuesta correcta porque era muy complicado. Pero una palabra
realmente resonó. —Libre.

A la hora del almuerzo, Emerson trajo nuestra comida y la puso en la mesa del frente de
la sala. Fue la mejor parte del día para Jerome y Pierre, y les permitió tolerarme en mis peores
momentos. No era el salario y los aumentos, era la comida gratis.

En lugar de salir, se acercó a mi escritorio y me miró fijamente.

Me encontré con su mirada, viendo los ojos azules que solían mirar profundamente a los
míos cuando estábamos enredados en las sábanas. Solían ser tan transparentes, tan
profundos y amables, pero ahora tenían resentimiento y una pizca de pena. Pero seguía
siendo la mujer más hermosa del mundo, la única mujer que anhelaba, el único sexo que
quería tener.

— ¿Qué le dijiste a Lizzie?

La miré fijamente en blanco porque la pregunta no era lo suficientemente clara.

—Te hice una pregunta, Derek.

—Le he dicho muchas cosas.

—No uses a mi hija como una estratagema, ¿de acuerdo?

Ahora mis ojos se entrecerraron ofendidos por la suposición.

—¿Perdón?

—Crees que puedes engañar a mi hija para que te acepte de vuelta...

— ¿Te dijo eso? —Nunca le pedí a Lizzie que le dijera algo así a su madre. Mi relación con
Lizzie era pura e inocente. Hablé con ella porque era mi amiga. La ayudé con sus tareas
escolares porque quería que tuviera éxito. No había ningún truco bajo mi manga. Pero
significaba mucho para mí que Lizzie se jugara el cuello por mí... cuando nunca se lo pedí.

Se quedó en la pregunta, dándose cuenta rápidamente que Lizzie expresaba sus propias
opiniones y yo no tenía nada que ver con ellas. Dejó el tema inmediatamente y siguió con
otra cosa. —Le conté a Astra Books lo de tu madre, pero están ansiosos por una actualización,
Derek. Te sugiero que empieces a escribir, y que empieces a escribir rápido.

—No puedo.

—Bueno, tienes un contrato para hacerlo, y aunque el dinero no significa nada para ti, tus
palabras lo significan todo para tus lectores. Tu madre está mejor, así que debes concentrarte
en tus compromisos y no abandonarlos.

Sacudí la cabeza porque su elección de palabras fue dura. —No he abandonado nada. Es
difícil para mí escribir cuando estoy en este lugar. Tal vez tú podrías ayudarme...

—No.

La miré fijamente y vi la lucha en sus ojos, la forma en que se resistió a mí con furia pero
también se ablandó sin querer. No era nada más que agresiva cuando me acerqué a ella por
primera vez, pero esa dura armadura alrededor de su corazón se estaba debilitando. Cada
vez le resultaba más difícil seguir enfadada conmigo... cuando todavía me amaba. —
Significaría mucho si al menos me ayudaras a seguir adelante.

Dejó de mirar y luchó con la decisión.

Miré sus pómulos altos, sus labios perfectos, las pestañas que se extendían sobre sus
mejillas. Daría cualquier cosa por deslizar mis dedos en su cabello, inclinar su cabeza hacia
atrás y besarla como solía hacerlo, para sentir esa conexión que saciaba mi cerebro, mi
corazón y mi alma. Mi atracción no era ni siquiera física. Era mucho más profunda que eso
porque estaba muy por debajo de la piel. Si no hacía que esto funcionara, eventualmente
tendría que volver a mi antiguo estilo de vida, y eso era una maldición. Era un castigo de por
vida que no podía soportar.

Ella levantó su barbilla y me miró. —Está bien. Sólo para que te pongas en marcha... —Se
dio la vuelta y salió del almacén. La vi irse, viendo a los tipos de mi periferia tomar la comida
de la mesa y hablar de béisbol.

Sabía que había esperanza. Había tenido la oportunidad de dejarme, pero se quedó.

Se quedó.
Mi teléfono sonó en la superficie de la mesa y miré hacia abajo para ver el nombre de Lizzie
en la pantalla.

Instintivamente, dejé todo lo que estaba haciendo y tomé la llamada.

—Hola, Liz. ¿Todo bien? —Escuché voces de escolares en el fondo, como si estuviera en el
almuerzo y en la cafetería.

—Sí, acabo de tener una pregunta sobre uno de los problemas que estoy haciendo. Estoy
almorzando ahora mismo. —Sonaba normal, como si fuéramos amigos otra vez, como si
confiara en mí, incluso cuando no lo merecía.

Fue tan agradable tenerla de vuelta, tener al menos a una de mis chicas de vuelta. —Ponlo
sobre mí.

Me envió una foto del problema y de su trabajo, y yo la acompañé, ignorando mi almuerzo


y todas las demás cosas que tenía que hacer. Ella era más importante, más importante que
nada, en realidad.

—Gracias, Derek, —dijo—. ¿Qué estás haciendo?

—Sólo en el trabajo. Tu madre acaba de dejar el almuerzo.

—Oh, ¿se ha ido?

—Sí. Se fue hace unos minutos. Por cierto, me acusó de decirte que le hablaras de mí. —
Significó mucho para mí que Lizzie se preocupara lo suficiente como para decir algo. Podía
usarme para sacar buenas notas, pero obviamente quería más.

—Bueno, está exagerando. Sólo le pregunté si iba a seguir saliendo.

— ¿Y? —Dios, di que no.

—Ella dijo que no. Le pregunté si eso te incluía a ti, y me dijo que lo dejara pasar. Le dije
que perdonara y olvidara, que usara las palabras que predica, que ustedes dos se aman, así
que deberían estar juntos.

—Suena como si me hubieras perdonado...

—Sí. Supongo que sí.

Pensé que Lizzie sería la más testaruda, pero después de nuestra charla, pareció dejarme
entrar de nuevo.
—Quiero que mi madre sea feliz, y nunca ha sido tan feliz como cuando ustedes dos
estaban juntos. Y ahora es miserable... y nunca la he visto tan miserable. Si ustedes dos están
juntos de nuevo, ella será feliz de nuevo, al menos eso es lo que pienso.

Sí, imaginé que lo seríamos. —Aprecio que digas eso, pero tengo que ganarme su
confianza y su perdón. Ese es mi trabajo, no el tuyo. Seguiré trabajando en ello.

— ¿Debería contarle lo de la tutoría y del tipo que vino a la puerta?

No sabía cómo responder a eso. —Eso depende de ti, Liz.

— ¿Por qué no se lo dices?

—Porque no hice esas cosas para que volviera. Las hice porque quería. Aunque nunca me
acepte de nuevo, me encantaría seguir ayudándote para siempre. Porque nuestra amistad es
independiente de mi relación con tu madre.

Estuvo callada durante mucho tiempo, hablando fuerte a su alrededor. —Creo que voy a
decírselo. Tengo miedo que no te deje ayudarme más, pero creo que debería saber que la
quieres mucho.

Ryan miró de un lado a otro entre nosotros, una y otra vez.

Miré a Ryan.

—Lo siento, —dijo rápidamente—. Es que es raro, veros a los dos juntos. Juntos y no ir a
por ello, al menos.

Kevin sonrió ligeramente mientras miraba su cerveza. —Creo que esos días han quedado
atrás.

Me bebí mi cerveza y dejé el tema a un lado. —Te vas la semana que viene, ¿verdad?

—Sí, —dijo Ryan—. Vamos a follar en esos callejones empedrados cerca del Vaticano, a
hacerlo en los viñedos de la Toscana, a hacerlo en ese hotel donde filmaron Cartas a Julieta.
Va a ser jodidamente romántico.

—Suena romántico, —bromeé.

—Tal vez Beatrice y yo necesitamos cambiar nuestros planes y hacer lo mismo, —dijo
Kevin.
—Diablos, no—, dijo Ryan. —Esto es lo nuestro. Todavía puedes ponerte desagradable en
las Bahamas.

—Pero hacerlo en público... —Kevin asintió—. Eso suena muy divertido.

No podía imaginarnos a Emerson y a mí teniendo sexo en público. Me gustaba tomarme


mi tiempo; me gustaba quitar cada capa de ropa, el silencio que permitía que nuestras
silenciosas respiraciones sonaran tan fuertes como los gritos. Me gustaba tenerla toda para
mí, sin detenerme por nada.

Ryan debe haber visto la mirada en mi cara antes de dejar el tema.

— ¿Cómo están las cosas contigo, hombre?

—Mamá está bien, —dije—. Los médicos esperan que pronto lo derrote.

—Tío, eso es increíble, —dijo Kevin—. Estoy tan feliz de escuchar eso.

—Yo también, —dijo Ryan—. Tu madre es una luchadora.

—Sí, lo es. —Todos perdimos la cabeza, pero ella se mantuvo firme y fiel. Papá se
desmoronó y yo también, pero ella siguió sonriendo. Esperaba ser así de valiente cada vez
que hubiera un bache en el camino para mí.

—Entonces, ¿algo nuevo con Emerson? —Preguntó Ryan—. Me he dado cuenta que ya no
sales más.

Sacudí la cabeza. —Todavía estoy trabajando en ello. Ella es terca, pero yo soy paciente.
La esperaría toda la vida, así que no es gran cosa. Cuando esté lista, vendrá.

—Suenas mucho más confiado que antes, —dijo Kevin—. Eso es bueno.

Me encogí de hombros. —Supongo que tengo fe en que nuestro amor es suficiente.

Estaba nervioso.

Me senté frente a mi computadora en la mesa del comedor como solía hacerlo, esperando
que mi asistente apareciera y me obligara a hacer algo que no quería hacer. Pero ahora, todo
era diferente porque ella era la única persona en todo el mundo que quería pasar por esa
puerta.

No había muchas oportunidades de estar a solas con ella, ya no. Rara vez venía al almacén
cuando estaba sola, como si lo evitara a propósito. No tenía un plan de juego para esta noche,
así que esperaba que el hecho de estar juntos en la misma habitación hiciera caer sus paredes.
Cada vez que intentaba hablar de nosotros, parecía que le dolía, así que dejaba que nuestros
sentimientos hicieran todo el trabajo.

Llamó a la puerta antes de entrar. Con mallas de yoga y una camisa holgada, estaba vestida
con el mismo atuendo que usaba cuando veía la televisión por la noche con un vaso de vino
en la mano. También se saltó el maquillaje. Parecía restarle importancia a su apariencia a
propósito.

Como si eso fuera a cambiar algo.

La quería sin importar su apariencia, parecía haberla olvidado.

Verla vestida casualmente me hizo quererla más, en realidad. Me hizo recordar aquellas
noches que me parecían sagradas, en las que nos sentábamos en su apartamento y hacíamos
el amor después que su hija se durmiera. Era fácil y simple... y el tipo de vida que quería para
el resto de mis días.

Después de entrar, Lizzie apareció con su mochila.

Esa fue una bola curva que no esperaba.

—Haz tus deberes en el sofá mientras trabajamos.

Lizzie hizo lo que le dijeron, pero me miró. —Hola, Derek.

—Hola, Liz. —Vi cómo se movía al sofá y dejaba sus cosas.

Emerson se aclaró la garganta mientras se sentaba en la mesa, abriendo su bolso y sacando


todas sus notas para que pudiéramos ir a trabajar.

Lizzie me envió un mensaje de texto. Me obligó a venir para que no estuvieran solos juntos.

Salí del mensaje y actué como si nunca hubiera pasado para que Emerson no se diera
cuenta. Esperaba la oportunidad de estar a solas con Emerson, para dejar que nuestra
química ardiera naturalmente. Eso sería imposible con su hija cerca. Pero en lugar de
abandonar el plan por completo, lo cambié. —Liz, únete a nosotros en la mesa. —Me volví
hacia ella en la sala de estar—. Será mucho más fácil para ti trabajar.

Lizzie me miró, un poco escéptica ante la invitación.

Emerson parecía sorprendida por la oferta.


Dejé la silla y me acerqué a Lizzie, ayudándola con sus cosas y llevándolas a la mesa. Puse
todo a mi lado, para que pudiéramos estar cerca. — ¿Estás al tanto de la historia?

—Sí. —Lizzie se movió a la silla.

—Genial. Puedes ayudar. —Me senté de nuevo y cogí mi teléfono—. Pediré una pizza.
¿Está bien así? —Me volví hacia Emerson.

Lizzie sonrió victoriosamente. —Eso suena bien. No hemos comido pizza en mucho
tiempo.

Emerson parecía molesta, como si hubiera visto su plan fracasar en su cara y no había nada
que pudiera hacer para revertirlo. Miró a su hija con irritación pero no discutió. —Está bien.

—Impresionante. —Cuando Emerson miró hacia otro lado, Lizzie me guiñó un ojo.

Yo sonreí y le devolví el guiño.

Los tres hablamos sobre el libro y sobre dónde debería ir la historia, y aunque Lizzie tenía
ideas interesantes, nada encajaba realmente en el tono de mi trabajo. Pero ella tenía trece
años, y no quería herir su confianza, así que consideré todo lo que dijo.

Disfrutamos de la pizza y la cerveza de raíz, y en lugar que la sesión se sintiera como un


trabajo, parecía más bien una cena familiar. Tenía todo lo que necesitaba para empezar a
escribir, pero seguí manteniendo la conversación para poder pasar tiempo con ambos.

Lo echaba de menos... cuando éramos los tres.

Al final de la noche, empacaron sus cosas y se prepararon para irse.

Agarré mi cartera y mis llaves y los seguí hasta la puerta. —Déjame llevarte.

—No necesitamos que nos lleven, Derek. —Cuando Emerson se dio cuenta de lo dura que
sonaba, intentó dar marcha atrás—. Pero gracias de todos modos.

No dejaría que las dos volvieran solas a casa por la noche. Emerson podía arreglárselas
sola, pero no me gustaba la idea que Lizzie estuviera con ella, dos mujeres pequeñas
atravesando las calles solas cuando alguien podía estar vigilándolas. —Insisto.

—Y dije que no, gracias. —Emerson se giró hacia la puerta.

Lizzie vino a rescatarme. —Mamá, estoy cansada, y mi bolsa es muy pesada. Vamos a dar
un paseo.
Emerson le lanzó una mirada de enfado. —Lizzie.

Lizzie inclinó la cabeza.

Crucé el umbral, cerré la puerta tras de mí, y continué caminando, rechazando en silencio
la negativa de Emerson.

—Derek, dije...

—Escuché lo que dijiste. —Presioné el botón del ascensor—. No dejaré que Lizzie camine
en la oscuridad con una mujer que sólo es unos centímetros más alta que ella. —Amaba a
Emerson con todo mi corazón, pero protegía más a Lizzie que a su madre. No ignoraba el
crimen que tuvo lugar en esta gloriosa ciudad. Incluso si estabas en el lado correcto de la
ciudad, seguías siendo vulnerable.

Emerson me miró fijamente durante unos segundos pero no se resistió.

Nos metimos en mi Range Rover, y las llevé a casa. Fue un viaje tranquilo, y nadie dijo
nada. La última vez que estuvimos todos juntos en el auto fue cuando fuimos a la cabaña de
mi familia para el Día de Acción de Gracias.

Echaba de menos ese momento de nuestras vidas.

Me detuve en la acera, y Lizzie inmediatamente se bajó. —Adiós, Derek. —Cerró la puerta


detrás de ella y rápidamente subió los escalones para ir a su apartamento. Dejó muy claro
que intentaba darnos la oportunidad de estar juntos a solas.

Emerson suspiró fuerte y miró por la ventana. —Esa pequeña traidora...

Apagué el motor porque tenía la intención de acompañarla al edificio.

Se desabrochó el cinturón de seguridad pero no salió del auto.

—Tu hija sólo quiere que seas feliz.

— ¿Y estar con el hombre que me rompió el corazón es el camino a la felicidad? —preguntó


sarcásticamente, con los ojos por la ventana.

—Estar con el hombre que amas y que te ama lo es.

Ella sacudió la cabeza. —Gíralo como quieras. No cambia lo que hiciste.

—No voy a cambiar el pasado. Estoy declarando el presente. Nos amamos tanto como
antes...
—No estabas enamorado de mí cuando te follabas a Fleur, Derek.

Abrió la puerta y salió de un salto.

Cerré los ojos mientras recibía el insulto, dejé que el cuchillo me apuñalara en el corazón.
Pero salí y fui tras ella, tomando las escaleras con ella.

—Déjame en paz, Derek.

—Estaba enamorado de ti. Siempre he estado enamorado de ti. Siempre estaré enamorado
de ti.

Cuando llegó al rellano del segundo piso, se volvió hacia mí. —Vete a la mierda.

—Hay una mujer con la que quiero pasar mi vida... y no es Fleur. —La agarré de la muñeca
y la empujé hacia mí.

No se salió de mi alcance ni me empujó.

Mantuve mis dedos apretados en su muñeca, sin dejarla ir. —Nena, por favor...

—No me llames así.

—No voy a parar, así que no te molestes. —Me acerqué a ella, notando la forma en que no
retrocedía, notando la forma en que sus ojos mostraban un frío glacial pero también un calor
reacio—. Tú me amas. Perdóname.

—No. —Se soltó la muñeca y se dio la vuelta.

La agarré de nuevo, esta vez moviéndola contra la pared frente a las escaleras. —No
tomaste ese otro trabajo porque quieres quedarte conmigo. Así que, quédate conmigo. Estoy
aquí en esta relación, y estoy esperando que te unas a mí. Vamos.

Ella miró hacia otro lado pero no negó mi afirmación.

—Tu hija me aprueba. Eso es lo que tú querías...

— ¿Crees que dejo todas mis decisiones adultas a mi hija adolescente? —Ella se volvió
hacia mí, sus ojos brillando con la humedad.

—No. Pero creo que su opinión significa el mundo para ti. Me dijiste que venías como un
conjunto. Pero eso está mal. No eres un conjunto de dos, sino de tres. Somos nosotros tres
ahora, una familia.

Ella volteó la cabeza, respirando fuerte, guardando silencio. —Ese sueño se ha ido, Derek.
—Ella es mucho más terca que tú, cariño. Pero me ha perdonado.

—Pero ella no es la que está enamorada de ti. —Ella me miró de nuevo, enojada—. Ella no
es la única

—Estás enamorada de mí. Estoy enamorado de ti. Punto.

Ella sacudió la cabeza. — ¿Cómo te atreves a descartar lo que has hecho...?

—No seas como yo. No guardes rencor cuando amas a alguien. No vivas sin alguien por
la ira y la amargura. No dejes de ser feliz porque prefieras ser miserable, porque es más fácil
ser miserable que arriesgarse de nuevo. Vamos, eres mucho más fuerte que yo. Eres mucho
mejor que yo.

Dejó caer su mirada. —No es tan fácil.

—No voy a volver a hacerte daño. Te lo prometo.

Ella apretó sus labios fuertemente juntos.

—Sabes que estoy diciendo la verdad. Sabes qué voy a estar aquí día tras día. Deja el
pasado atrás, y estemos juntos. Para siempre.

Cuando llegó a su punto de ruptura, me empujó fuera de ella. —No. —Tomó las escaleras
para el siguiente nivel.

— ¿Crees que simplemente me voy a ir? ¿Crees que este problema va a desaparecer?
¿Crees que vas a despertar un día y dejarás de amarme? Porque ya habrías superado lo mío
si eso fuera cierto. Y estoy seguro de que nunca dejaré de amarte. Nunca.

Se dio la vuelta y me miró desde el siguiente rellano, con los ojos llorosos. —No. Pero el
dolor tampoco va a parar, Derek. Es más fácil para ti olvidar lo que pasó porque ni siquiera
lo experimentaste. Pero para mí, recuerdo... recuerdo cada maldito día de nuevo. Y cada día,
voy a tener miedo que algo te ponga en marcha, y tendré que sufrir de nuevo.

Daisy abrió la puerta, con su largo cabello castaño en una alta cola de caballo, usando sus
mallas negras y un suéter suelto. Sonrió cuando me vio y abrió la boca para hacer una broma,
pero cuando reconoció mi mal humor, volvió a cerrar la boca. Me miró durante unos
segundos.

— ¿Todo bien, Derek?


— ¿Está papá por aquí?

—Siempre está cerca. —Se hizo a un lado y me dejó entrar al condominio. Luego me
abrazó y me dio un cálido abrazo con un beso en la mejilla—. Siempre estoy abajo para una
charla... o para tomar unos tragos.

Le di una ligera sonrisa. —Ya lo sé.

Daisy se movió al sofá y habló con mamá un rato. Se disculparon en silencio, sabiendo que
yo quería hablar con papá a solas. Probablemente fueron a ver una película en la cama porque
estaban pegadas como el pegamento... tal y como estábamos mi padre y yo.

Papá dejó la mesa del comedor y caminó hacia mí, sus ojos me midieron, tratando de
leerme antes de llegar a mí. Su mano se movió hacia mi hombro, y me dio un apretón
cariñoso, la tristeza entrando en su mirada como si de alguna manera pudiera sentir todo lo
que yo sentía sólo a través del tacto. — ¿Cerveza o whisky?

—Escocés.

—Sólo necesita tiempo. —Se sentó frente a mí, sin mirar nunca la hora en su teléfono
porque su atención estaba completamente en mí. Las horas pasaban, y nunca parecía
cansado, aunque tuviera que trabajar por la mañana—. Dáselo a ella.

—Tengo miedo que todo el tiempo del mundo no sea suficiente. Ella conocerá a alguien y
se olvidará de mí.

—No es posible. No hay ningún hombre por ahí que sea mejor que tú.

—Eres un poco parcial, papá.

—Lo sé. Pero eso no significa que me equivoque.

Levanté mi mirada y lo miré.

—Ella también lo sabe. Sólo está herida y asustada, lo cual es comprensible. Tu madre y
yo tuvimos una mala racha antes de casarnos. Me dio todo el tiempo que necesitaba y luego
lo solucionamos.

— ¿Qué hizo mamá?

—No importa.

No podía imaginar a mamá haciendo algo remotamente parecido a lo que yo hice, y


dudaba que fuera tan atroz, así que eso no me hacía sentir mejor.
—Creo que hay algo que puedes hacer para arreglar sus inseguridades, pero no es algo
que debas hacer si es poco sincero. Sólo debes hacerlo si lo dices en serio, si lo dices en serio,
si no hay dudas.

No tenía ni idea de lo que podía ser.

—Pídele que se case contigo.

No reaccioné porque no me pareció una buena idea. —Ella sabe que quiero estar con ella
para siempre. Ya se lo he dicho. Le dije que quiero ser un padre para Lizzie.

—Una cosa es decirlo y otra es poner tu dinero donde está tu boca. Tiene miedo que te
vayas de nuevo cuando te encuentres con otra mala racha. ¿Qué hay más poderoso para
calmar sus miedos que hacer un compromiso como ese?

Dejé caer mi mirada y me quedé mirando la mesa.

—Pero no lo hagas si no estás listo. No lo hagas si hay alguna duda. No le pidas que se
case contigo a menos que sea en serio...

—Me casaría con ella mañana si ella quisiera.

Se volvió silencioso mientras me miraba. —Entonces pregúntale.

— ¿Crees que ella diría que sí?

Se encogió de hombros. —No lo sé, Derek. Pero dudo que ella diga que no.

— ¿No crees que es demasiado pronto? Ni siquiera hace un año que la conozco.

—No creo que el amor se pueda medir por el tiempo en un aspecto lineal. Tu madre y yo
no estábamos juntos mucho antes que se lo pidiera. Estoy seguro que lo recuerdas.

Asentí con la cabeza. —Sí. —Recordé que le propuse matrimonio con mi padre, porque
vinimos en conjunto—. Sólo... quería tu aprobación.

—No necesitas mi aprobación, hombrecito. El hecho que no tengas miedo de casarte


después de todo lo que pasó con Tabitha me dice que estás absolutamente seguro de esta
decisión.

Cuando le dije a Emerson que la quería para siempre, lo dije en serio. Lo dije antes que
rompiéramos, y también lo dije en serio entonces. Pero ahora lo digo de otra manera, porque
quería más que un matrimonio, quería ser una familia. Quería llegar a casa todos los días y
ver a Lizzie allí, ver la televisión antes de acostarnos, ayudarla con sus tareas, cuidar de las
dos todos los días. —Sí... lo hago.
24
EMERSON
Pasó una semana, y Derek no intentó volver a hablarme.

No fui tan ingenua como para asumir que ese era el final.

Él seguiría viniendo... y viniendo.

Empecé a darme cuenta que no había forma de salir de esto. Derek siempre sería una parte
tan grande de mi pasado que también sería parte de mi futuro. Aunque siguiera saliendo con
él, siempre lo compararía con el hombre que me robó el corazón.

No había escapatoria.

Era una forma de tortura emocional que nunca se detendría.

Mi única opción era conseguir otro trabajo y cortar los lazos con él por completo. Si no lo
hacía, nunca lo superaría.

Y no estaba completamente segura de si quería superarlo.

Cuando los internos empezaron en la empresa, fue un poco caótico. Estaba por todas
partes, ayudando a los ingenieros con el horario, cambiando a los internos con sus mentores
por desajustes de personalidad. Era agradable hacer algo diferente, involucrarse en algo que
marcara la diferencia a largo plazo, pero nunca pude alejarme de Derek Hamilton, ni siquiera
cuando no estaba en la habitación.

Porque todo el mundo le adoraba.

Todos lo veneraban por su mente, por sus causas filantrópicas, su compromiso de hacer
lo mejor cada día sin falta. Era la persona más inspiradora que había conocido... y también la
más hermosa.

No podía creer que hubiera sido mío en primer lugar.

Cualquier mujer mataría por tomar mi lugar. Cualquier otra mujer lo perdonaría en un
abrir y cerrar de ojos.
Pero yo lo amaba, por eso era difícil perdonarlo, porque lo amaba más que nadie. Me hirió
más profundamente, me hirió más fuerte, me arruinó más de lo que podría haber arruinado
a nadie más.

Porque lo amaba por él, no por ninguna otra razón.

Fui al almacén al final del día y me decepcionó ver que Jerome y Pierre ya se habían ido.
Era sólo Derek, de pie en su banco de trabajo, con su todoterreno a escala en la superficie a
su lado. Era alto, musculoso y guapo, así que podía hacer cualquier cosa y verse sexy. Pero
cuando trabajaba, usaba ese gran cerebro para hacer cosas que nadie más podía, nunca se vio
más atractivo.

No necesitaba usar un traje de diez mil dólares para ser sexy.

Podía hacerlo en vaqueros y camiseta y aun así tener el mismo poder.

Caminé hasta su escritorio con la carpeta en la mano. —Sé que querías esto lo antes posible,
así que aquí están los cuestionarios de los ingenieros que supervisan a los internos. Les eché
un vistazo, y la respuesta parece ser mayormente positiva. Después de emparejar a todos
correctamente, parecía...

—No me importa esto. —Agarró la carpeta y la tiró a un lado. Se oyó un golpe cuando
cayó en la superficie dura junto a sus otros papeles. Sus ojos estaban pegados a los míos,
intensos y decididos, y definitivamente tenía algo que decir.

Me dio espacio después de cada golpe, pero entonces otro golpe estaba en el horizonte
distante, acercándose más y más. Ahora, el siguiente había llegado, y se volvió tan agresivo
como lo había sido en el hueco de la escalera esa noche.

—Derek...

—Estoy hablando.

Con la boca aún abierta, me quedé allí, sorprendida por lo que me dijo.

Dio la vuelta al escritorio hasta que estuvo directamente delante de mí, mirándome
ligeramente, con los ojos enfadados. —No me importa el programa de prácticas. No me
importa mi vehículo. Me importa mi familia y nada más. Y sí, eres familia.

—No me di cuenta que la familia se abandonaba así...

No se acobardó ante el insulto. —Las familias cometen errores. Y las familias se perdonan
unas a otras.
Sacudí la cabeza. —Derek, ¿cuántas veces vamos a hablar de esto?

—Tantas veces como sea necesario, —me dijo—. ¿Qué más vamos a hacer? ¿Puedes
decirme honestamente que cualquiera de nosotros será más feliz si seguimos adelante?
¿Puedes decirme honestamente que crees que hay una posibilidad que encuentres otro chico
al que ames más que a mí?

Ni en un millón de años.

—Puedo decir con confianza que eso no es posible para mí. Eres la única mujer en este
planeta que podría mirar más allá de mis tonterías y ver mi verdadero yo debajo. Cualquiera
que te reemplace será una imitación barata. Ahora que hemos establecido eso, resuelve esto
conmigo. —En vez de ser amable y gentil, me gritó, como si estuviera frustrado conmigo...
cuando él era el que lo había jodido todo.

—Sé que estás acostumbrado a conseguir lo que quieras...

—Eso no es lo que es. Te veo caminando por el mismo camino por el que yo ya he pasado.
Confía en mí, te lleva a un callejón sin salida. —Me miró fijamente durante un rato, sus ojos
se movían de un lado a otro mientras me miraba. Luego deslizó su mano en su bolsillo y sacó
un anillo. Un anillo de diamantes. Un simple corte de princesa. Reflejaba la luz incluso
cuando apenas movía la mano.

Lo miré fijamente pero no pude registrar lo que realmente estaba mirando. Mi mirada
volvió a la suya.

—No voy a volver a hacerte daño. —Aplanó la palma de su mano y extendió el anillo hacia
mí, dejándolo entre nosotros, el diamante apuntando hacia mí—. Te lo prometo. Estoy aquí,
en lo mejor y en lo peor.

La conmoción me afectó mucho porque el gesto fue muy inesperado. Sentí un millón de
cosas a la vez, pero fue una cacofonía tan emocional que no sabía lo que sentía en absoluto.
—Así no es como una mujer quiere que se le proponga matrimonio, Derek. Un hombre le
pide a una mujer que se case con él porque están felices y enamorados, no porque lo
lamenten. Esto es sólo una disculpa costosa —Me di la vuelta para irme, sin querer mirar más
su cara.

Vino a por mí. —No es una disculpa.

—Sí que lo es. Nunca me habrías pedido que me casara contigo tan rápido...

Me agarró por el brazo y me dio la vuelta. —No, no lo habría hecho. Nunca te habría
pedido que te casaras conmigo tan rápido si no hubiera vivido sin ti. Pero sí viví sin ti.
Actualmente vivo sin ti. No quiero volver a hacerlo nunca más. —Levantó el anillo otra vez—
. Quiero hacer esto cada maldito día por el resto de nuestras vidas. Quiero ser tu marido.
Quiero ser un padre para tu hija. Quiero hacer que esto funcione, pase lo que pase, hasta que
la muerte nos separe. Pero ni siquiera eso sería el final, porque si alguna vez te perdiera,
nunca me volvería a casar. Lo eres para mí, Emerson. Sé que la he cagado. Sé que mis acciones
son imperdonables. Pero estoy aquí ahora. Estoy aquí, y no me iré nunca más.

Pude ver la sinceridad en sus ojos como la luz de un faro, trayendo todas esas almas
perdidas a casa. Era verdadero y brillante, resplandeciente. Las malas decisiones de mi
juventud me dieron una vida dura, pero la vida nunca había sido tan dura como cuando se
fue. —Derek, la gente se divorcia todo el tiempo. Todavía puedes...

—No, nosotros no. Este es un compromiso de por vida, y me lo tomo en serio. No es sólo
un pedazo de papel para mí. Quiero compartir completamente mi vida contigo, cada centavo
que tengo, todo lo que tengo.

Sacudí la cabeza. —Después de unas cuantas firmas en un acuerdo prenupcial, no habría


consecuencias por dejarme, y puedes echarme...

—No. Nunca te pediría que firmaras algo así.

—Entonces eres un estúpido.

—Toma todo mi dinero, Emerson. No me importa. Tú eres todo lo que me importa. Eres
lo único que echaría de menos si me dejaras, no el dinero.

Me di la vuelta porque él tenía un contrapunto a todo lo que yo decía, uno profundamente


romántico. Todo lo que quería estaba sobre la mesa, y todo lo que tenía que hacer era tomarlo.

Debió ver mi resistencia disminuir porque se acercó. —Nena, vamos. Deja que te cuide.
Déjame cuidar de tu hija. Déjame hacerte feliz. Déjame pasar el resto de nuestras vidas
compensando lo que hice. No puedes decir que volvería a hacerte daño porque he
demostrado que nunca lo haré. Llévame de vuelta, y este infierno terminará. El resto de
nuestras vidas comenzará.

Mantuve mis ojos en él e ignoré el anillo que descansaba en su palma, la promesa que nos
uniría para siempre. Los recuerdos de nuestra relación volvieron a mí, desnudándonos en mi
habitación en la oscuridad, llamándome familia delante de su familia, la dedicatoria que
escribió en los libros que me dio... la primera vez que me dijo que me amaba. Pero también
hubo otros recuerdos, la depresión en mi corazón cada vez que miraba nuestro árbol de
Navidad, la tristeza en los ojos de mi hija cada vez que me miraba, el gran vacío que dejó
cuando se fue con otra persona.
Me di la vuelta.

—Bebé.

Seguí caminando.

—Emerson, vamos. —Volvió a perseguirme y me agarró.

Esta vez le aparté la mano. —Déjame en paz, Derek. —Estaba al borde de las lágrimas,
pero logré contenerlas, logré controlarlas para no estallar en una diatriba emocional delante
de él.

—No dijiste que no. —Sus ojos se movieron rápidamente de un lado a otro mientras
miraba mi mirada, tratando de leer más allá del silencio y los pensamientos del interior.

Me di la vuelta. —Yo tampoco dije que sí.

—Pero no dijiste que no...

Lizzie sabía que yo estaba de mal humor, así que se quedó callada, trabajando en sus
deberes en el sofá, levantando la mirada para mirarme en el sillón mientras sorbo mi vino.

Había recogido la cena en el camino porque no estaba de humor para cocinar. Sólo quería
comer, tomar un poco de vino, e irme a dormir. Pero a la mañana siguiente, tendría que
despertarme y volver a hacerlo, ver a Derek otra vez.

Si no tuviera una hija, me bebería una botella entera de vino esta noche.

Lizzie devolvió sus tareas escolares a su mochila. — ¿Mamá? ¿Qué ha pasado?

—Nada... sólo un largo día.

Era hora de dormir, pero se quedó en el salón conmigo, mirándome mientras yo miraba
la televisión.

—Mamá, tengo que decirte algo.

El tono de su voz y su elección de palabras me hizo girar la cabeza rápidamente. Mi mano


devolvió el vaso a la mesa de al lado.

—La razón por la que me va tan bien en matemáticas es porque... Derek me está ayudando.
No pude contener mi suspiro de irritación. Debí haber sabido lo que estaba pasando
delante de mis narices. No importaba qué tutor me dieran para Lizzie, ella seguía fallando, y
luego milagrosamente encontró un tutor que la ayudó a sacar A's.

—Empezó a ayudarme hace un tiempo. Hace videos para mí y me los envía.

La miré fijamente y no tenía nada que decir. Derek se había ganado el corazón de mi hija,
y su lealtad era hacia él y no hacia mí.

—Le dije que no quería su ayuda al principio. Le dije que le odiaba por la forma en que te
hizo daño. Pero cuando se deshizo de ese tipo, empecé a sentirme diferente hacia él.

— ¿Qué tipo? —Susurré.

—Ese tipo que vino aquí pidiendo dinero...

Cerré los ojos mientras la humillación me invadía. Me pareció extraño que Paul fuera tan
agresivo y luego desapareciera de la faz de la tierra. — ¿Le hablaste de eso?

—Estaba asustada. Tenías miedo. Lo llamé porque no sabía a quién más pedirle ayuda.
Siempre me dices que pida ayuda si estoy en peligro. El abuelo es demasiado viejo, así que...
Derek era todo lo que tenía.

¿Derek sabía esto todo el tiempo y no lo mencionó? — ¿Qué hizo Derek?

—No lo sé. Nunca lo dijo. Pero sabía que hizo algo porque ese tipo nunca volvió.

Ahora Derek sabía oficialmente que yo había estado saliendo con un montón de
perdedores que nunca se compararían a él, y él era el hombre que me protegía de ellos porque
eran menos hombres de lo que él nunca fue, incluso en su peor momento.

—Y cuando vino aquí y hablamos, me habló de su madre. Me dijo que la gente comete
errores cuando se molesta, y que haría cualquier cosa para retractarse. Mamá... él lloró... Él
lloró delante de mí.

Sabía que la pelea había terminado. Había perdido esta batalla, y fue un alivio dejarla ir.

—Sé que lo estropeó, pero es un buen tipo. Siempre hablas de perdonar a la gente... Creo
que deberías perdonarlo. Sé que hay muchos peces en el mar, pero ¿hay realmente otros
peces como él?

No. Ni de lejos. —Me pidió que me casara con él.


— ¿Qué? —Lizzie se sentó en el sofá, con sus manos agarrando el borde del cojín—.
¿Hablas en serio?

Asentí con la cabeza.

— ¿Dijiste que sí?

—No dije nada.

— ¿Simplemente... no dijiste nada?

—Me fui.

—Mamá, quieres estar con él, así que sólo di que sí. ¿Por qué te haces esto a ti misma?

—Es... complicado.

—Hazlo sin complicaciones. Estamos hablando de Derek Hamilton. Es el tío más guay de
todos los tiempos, aparte del abuelo.

Le di una ligera sonrisa. —Creo que es hora de irse a la cama, Lizzie.

—Ugh, mamá.

—Lizzie. —La miré fijamente—. A la cama.

Suspiró en voz alta en protesta mientras agarraba su mochila. Pasó junto a mí y puso los
ojos en blanco de forma dramática. —Noche.

—Buenas noches, Lizzie. —La vi bajar por el pasillo y entrar en su dormitorio. Esperé unos
minutos antes de coger mi teléfono y abrir el buzón de mensajes que contenía mi
conversación con Derek. Miré fijamente la pantalla un rato antes de escribir el mensaje y
pulsar enviar. ¿Puedes venir?

Derek golpeó ligeramente la puerta cuando llegó quince minutos después.

El vino había embotado mis nervios, pero no fue suficiente para evitar que mi estómago
se revolviera una y otra vez. Apoyé mi frente contra la madera durante unos segundos antes
de abrir la puerta y me encontré cara a cara con Derek Hamilton.

Llevaba pantalones de chándal y una camiseta, ni siquiera se cambió antes de venir porque
vino lo más rápido posible a mi llamada. Sus ojos ardían en los míos con su intensidad
habitual, intentando leer mi expresión porque estaba demasiado ansioso por esperar a que
yo dijera lo que pensaba.

Un hombre tan guapo nunca se había cruzado en mi camino. Se parecía a los


enamoramientos de famosos que había tenido toda mi vida, demasiado hermoso para ser
real, pero era real. Era alto, masculino, musculoso, inteligente, sensible... perfecto. Y valía la
pena todo el dolor, porque era el único. —Mi respuesta es no.

La decepción que llenaba sus ojos era tan pesada, que toda su expresión cambió. Cayó
inmediatamente, como si acabara de apuñalarlo en el pecho con un cuchillo caliente.

—Pero quiero hacer que esto funcione...

Respiró tan rápido que prácticamente jadeó, como si se acabara de ahogar y finalmente
tomó esa primera bocanada de aire fresco que necesitaba desesperadamente. Sus dos
hombros se elevaron mientras su pecho se llenaba, y el brillo emocional que entró en su
mirada fue instantáneo.

—Quiero ir despacio. Sólo necesito algo de tiempo.

Cruzó el umbral y vino a mí, sus brazos se deslizaron alrededor de mi cuerpo,


rodeándome con su calor y su protección, su colonia me golpeó como un potente recuerdo.
Su gran mano se aplanó contra el centro de mi espalda mientras me empujaba, su cabeza se
inclinó para que su cara estuviera cerca de la mía. Su boca estaba lo suficientemente cerca
para un beso, pero no intentó poner sus labios sobre los míos. Con la puerta abierta detrás de
él, me sostuvo en mi apartamento, sosteniéndome porque me sentía demasiado débil para
estar de pie por mi cuenta.

Me sentí tan bien al sentir su abrazo de nuevo, al sentir que él estaba ahí para mí en vez
que yo estuviera ahí para él. El amor entre nosotros era un objeto físico que nos envolvía a
ambos, que podía ser tocado y sentido. Ahora estaba de vuelta, tal como solía ser, porque mi
corazón dejó de bloquearlo. Lo dejé entrar ahora y sentí que la paz volvía a mi cuerpo, sentí
el peso de la desesperación salir de mis hombros.

Mis brazos se movieron alrededor de su cuello, y apoyé mi frente contra su barbilla, mis
ojos en su clavícula y en el pecho que era visible debajo del cuello de su camisa. Este era el
único hombre con el que quería estar, y no había ningún crimen que no le perdonara. Ese fue
el precio que pagué por amar a un hombre tan profundamente. Lo amé tanto que creí en su
honestidad y su compromiso. Sabía que era un buen hombre que nunca más me haría daño,
que se había convertido en el hombre que se suponía que era hace mucho tiempo. Tuve que
pagar un precio por su crecimiento... pero valió la pena.
Su voz profunda cayó en mis oídos. —Te amo. —Sus labios se movieron hasta mi frente,
y me dio un beso, su respiración era lenta y uniforme, pacífica y tranquila.

Sentí que la misma paz descendía sobre mi cuerpo, la fatiga de la batalla que había
terminado oficialmente. —Yo también te amo.

Se apartó ligeramente para poder mirarme a la cara, su mano se deslizó hasta mi mejilla
para que su pulgar pudiera rozar el contorno de mis labios. Sus ojos marrones eran firmes
mientras me miraba, como si todo lo que quisiera hacer era mirar fijamente ya que la
oportunidad había sido arrebatada durante tanto tiempo.

—¿Derek? —La voz de Lizzie venía del pasillo.

Derek dejó caer lentamente su mano y miró más allá de mi hombro.

— ¡Sí! —Lizzie corrió hacia Derek como un carnero cargando a un oponente y aterrizó
contra su lado.

Se estremeció en la colisión mientras sus ojos se calentaban. Su brazo se movió alrededor


de sus hombros, y él le sonrió. —Hola, Liz.

Ella lo apretó fuertemente antes de soltarlo. —Estoy feliz que hayas vuelto.

—Yo también lo estoy.

Ella me miró, vio la mirada irritada en mi cara, y sonrió. —Lo siento... continúa. —Volvió
por el pasillo, riéndose para sí misma, y luego cerró la puerta de su dormitorio.

Derek la vio irse, esa ligera sonrisa aún en su cara, la felicidad en sus ojos. Finalmente se
volvió hacia mí. —Es tarde, así que debería dejarlas dormir un poco... —Claramente no
quería irse, pero sabía que no debía quedarse demasiado tiempo cuando yo quería tomarme
mi tiempo con esto.

Por mucho que lo extrañara, no quería saltar a la cama porque no me sentía bien. Era
demasiado pronto. Nuestra relación física se basaba en la emocional, y sin eso, no sería lo
que solía ser. Quería hacer el amor con este hombre, no tener sexo sólo para tener sexo. —Sí.

Cruzó la puerta abierta y luego se dio la vuelta. —Buenas noches, nena.

—Buenas noches.

Sonrió un poco antes de caminar por el pasillo.


En vez de cerrar la puerta y acostarme, asomé la cabeza y lo vi alejarse como solía hacerlo,
vi cómo su fuerte cuerpo lo llevaba por el pasillo. Pero esta vez, sus movimientos eran un
poco diferentes. Se detuvo en lo alto de las escaleras, hizo algo con su teléfono y se lo llevó
al oído mientras subía las escaleras. —Papá... la tengo de vuelta.
25
DEREK
Dormí como una maldita roca.

No me acosté en el sofá y miré fijamente al techo. No me senté en la mesa a beber whisky


hasta que me desmayé. Sin peso, me fui a la cama, me acosté y me quedé dormido. Una vez
que el estrés desapareció, todo mi cuerpo se relajó.

La vida era buena de nuevo.

Me decepcionó que mi propuesta fuera rechazada, pero esa sensación de hundimiento fue
rápidamente reemplazada por lo que dijo a continuación. Mientras la tuviera en cualquier
capacidad, era feliz. Si quería casarse conmigo mañana, genial. Si quería casarse conmigo
dentro de diez años, genial. No me importaba.

Nunca había estado tan emocionado de ir a trabajar.

Echaba de menos nuestros viejos viajes en auto, pero quizás eso volvería a pasar en el
futuro.

No la vi durante toda la mañana. Cumplió con sus otras responsabilidades en otros


lugares, principalmente trabajando con los internos ahora. Personalmente no acepté un
interno porque tenía demasiadas cosas que hacer.

Pero a la hora del almuerzo, ella dejaba la comida, y yo estaba emocionado por eso.

Emocionada por ver a mi bebé... y ver cómo me veía.

La puerta se abrió, y ella entró, llevando una falda de lápiz, una blusa y tacones. Era casi
verano, así que se estaba calentando. Era mi época favorita del año porque mi familia hacía
viajes a la cabaña para disfrutar del clima.

Llevaba la bandeja a la mesa del frente. Eran sándwiches, patatas fritas y fruta variada. Lo
dejaba todo con la barbilla hacia abajo, su cabello largo cayendo sobre un hombro, su
hermoso rostro un millón de veces más intenso porque se veía... relajada.

Apuesto a que ella también había dormido como una roca.


Cuando terminó de instalarse, levantó la barbilla y me miró.

Luego sonrió.

Me sonrió... y yo le devolví la sonrisa.

Abrí la puerta y entré en el hangar. Había estado abandonado durante los últimos meses.
El proyecto entero había sido puesto en espera indefinidamente porque había terminado el
programa y le había dicho a todos que pasaran a otra cosa.

Se veía exactamente igual.

Los papeles estaban por todas partes, los propulsores estaban preparados para el siguiente
prototipo que nunca ocurrió, diferentes piezas de la nave estaban en desarrollo en diferentes
estaciones. Caminé y escaneé todo lo que encontré, tratando de ponerlo todo junto en mi
cabeza.

Me encontré con uno de mis viejos esquemas que contenía todos los detalles finales. Lo
miré y luego me acerqué a los escombros que se habían recuperado del Océano Atlántico.
Mostraba marcas de quemaduras donde el propulsor había fallado, y la cápsula de escape
todavía estaba unida al barco como si estuviera atada con cemento.

Crucé los brazos sobre el pecho y me toqué la barbilla, tratando de pensar en esto, tratando
de entender lo que había sucedido ese día.

Y cómo podía arreglarlo.

Mi teléfono se iluminó con un mensaje de texto. ¿Dónde estás? Era Emerson.

Este era probablemente el último lugar en la tierra que revisaría. El hangar de cohetes. Puse
mi teléfono en mi bolsillo y seguí pensando.

Unos minutos después, la puerta se abrió detrás de mí, y sus tacones hicieron eco en el
techo porque no había otro sonido que lo ahogara.

Me di la vuelta y puse el esquema en una mesa cercana antes de mirarla, miré todo mi
mundo. Ahora que la tenía, sabía que todo estaría bien. Cualquier cosa que se nos presentara,
lo resolveríamos. Casados o no casados, pasaríamos lo peor y lo mejor juntos.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Cuando se acercó a mí, miró las viejas piezas que yo había
estado mirando, antes de volver a mirarme.
Ahora que estaba allí, ya no me importaba el cohete. —Tratando de averiguar lo que pasó...
para poder arreglarlo.

Me miró durante mucho tiempo, sus ojos se suavizaron, una ligera sonrisa se movió en
sus labios. —Estoy segura que lo averiguarás, Derek.

—Sí, lo haré. —Nunca volvería a huir de mis problemas. Los enfrentaría como un hombre.

Cruzó los brazos sobre su pecho mientras miraba las piezas rotas del cohete anterior. Se
quedó callada, como si no tuviera nada que decir, pero si siguió ahí de pie, obviamente lo
hizo.

Esperé.

—¿Qué le hiciste a Paul? —Se volvió hacia mí cuando tuvo el coraje de encontrarse con mi
mirada.

Asumí que Paul era el imbécil al que había asustado. —Le rompí la nariz.

Dejó caer su mirada.

—Amenacé con matarlo si volvía.

Se pasó los dedos por el cabello nerviosamente, como si se avergonzara de que yo supiera
lo del perdedor con el que había salido. — ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque no lo hice por ti. Lo hice por mí mismo. —No dejaría que nadie poco amable se
acercara a mis chicas, las dos personas que más me importaban—. No voy a dejar que un
hombre acose a mis chicas de esa manera. No va a suceder. —El recuerdo de esa noche me
hizo enfadar, pero ahora mismo, no estaba enfadado. Fue en el pasado. Ahora, estaba feliz,
porque la he recuperado. Eso era todo lo que importaba.

—¿Y tú dando clases particulares a mi hija a mis espaldas?

—Quería ayudarla, sin importar si volvíamos a estar juntos. Soy un profesor... eso es lo
que hago. Quiero que mis estudiantes tengan éxito, siempre. —Me preocupaba por Lizzie
como uno de mis otros estudiantes, y me quedaba hasta tarde después de clase o tomaba
llamadas el fin de semana para ayudarles con lo que necesitaban. No se trataba de las notas,
sino del conocimiento, y si alguien me pedía conocimientos, yo se los proporcionaba—. Lizzie
es muy brillante, y merece que se cultive su brillantez.

—¿Su brillantez? —susurro—. Sé que mi hija es inteligente, pero no es Derek Hamilton.


—No estoy de acuerdo. Creo que todas las personas tienen la capacidad de ser Derek
Hamilton si tienen los recursos adecuados. La gente se descarta a sí misma demasiado
rápido. Soy el hijo de un médico ganador del Premio Nobel que también es multimillonario,
y tuve acceso a recursos que otras personas no tienen. Sí, tengo un don natural, pero esa
inteligencia fue acelerada por mi privilegio. Dale a todos los niños los recursos adecuados, y
todos pueden ser brillantes.

Ella continuó observándome, con su mirada suave como en los viejos tiempos. —Eso es
algo muy dulce de decir.

—No lo es cuando lo digo en serio.

Ella miró hacia otro lado por un tiempo, manteniendo un par de pies entre nosotros.
—Todo ese asunto con Paul...

—No tienes que hablar de ello. —No quería explicarte que me enganché con Fleur otra
vez. Fue humillante, y no quería pasar otro momento pensando en ello. Tampoco quería
pensar en las otras mujeres. Estaba en el pasado, ahora cerrado y sellado.

—No quiero que pienses que salí con un gilipollas sabiendo que era un gilipollas...

—No importa. Ahora estás conmigo. Fin de la historia. —No quería oír hablar de los tipos
con los que había estado. No quería que sintiera que tenía que justificar sus elecciones—.
Nada de eso hubiera pasado si no hubiera sido un idiota, así que asumo la responsabilidad
de esos eventos. Olvidémoslo.

Se volvió hacia mí y me miró fijamente durante un rato. —Está bien.

Sus ojos estaban tan azules en ese momento. Su cabello enmarcaba su cara perfectamente,
como si estuviera lista para una sesión de fotos. Era naturalmente hermosa, naturalmente
impresionante, y no podía creer que fuera mía. —Lizzie quiere que le des clases particulares
otra vez... si te parece bien.

—Me encantaría. —Lizzie me había enviado un par de mensajes de texto sobre eso, pero
yo quería hablarlo con Emerson primero. Me encantaba tener mi propia relación con Lizzie,
pero tenía que ser respetuoso con las decisiones de Emerson porque era su madre—. Y me
encantaría que te unieras a nosotros. Podemos hacer que sea nuestra noche de pizza semanal.

Ella sonrió ligeramente. —No me extraña que Lizzie te quiera tanto.

Yo sonreí. —Quiero decir, puedo hacer que el chef haga la noche de pollo y arroz también
si quieres.

—No. La noche de pizza suena divertida. —Ella se dio la vuelta.


Estaba feliz de pasar tiempo con ambas, pero me encantaría pasar tiempo a solas con
Emerson... de alguna manera. — ¿Bebé?

Se dio la vuelta.

—¿Quieres venir y ayudarme a escribir esta noche? Podemos pedir una pizza... y no
decírselo a Lizzie.

Ella se rio. —Lo olerá en mí.

—Tengo mentas.

—Muy bien, eso suena bien. Nos vemos entonces. —Se dio la vuelta y salió del hangar.

La observé todo el camino, vi mi corazón, cuerpo y alma ir con ella.

Ya no necesitaba ayuda para escribir.

Pensamientos, ideas y prosa fluyeron a través de mí ahora que era yo mismo de nuevo.

Pero fingí que luchaba, sólo para que ella se sentara conmigo.

Pedimos una pizza y la comimos juntos en la mesa del comedor. La velada fue casual,
como si estuviéramos trabajando juntos y nada más. Tenía toda la intención de mover las
cosas rápidamente, así que la pelota estaba en su campo.

Ella miró fijamente la caja de la pizza y suspiró.

— ¿Qué?

—Quiero otra porción...

—Entonces come otra rebanada.

—Supongo que me siento culpable. Lizzie va a comer cazuela de atún esta noche.

—Vaya, eso es brutal.

—Sí, mi madre es una buena cocinera, pero su cazuela de atún es asquerosa. Lo hace
porque ella y mi padre no se cansan de él.

—Entonces parece que voy a tener que acostumbrarme a ello.

Se volvió hacia mí, con la barbilla apoyada en sus nudillos cerrados.


— ¿Me pediste que me casara contigo sólo para recuperarme? —El humor cambió
abruptamente cuando ella escupió la pregunta.

La miré fijamente y consideré una buena respuesta. —Te pedí que te casaras conmigo
porque quiero casarme contigo. Me decepcionó tu respuesta, de verdad. Pero aun así estoy
agradecido que estemos aquí juntos ahora mismo.

Ella continuó mirándome.

—Nunca sería poco sincero en algo así. —Sabía que la había cagado, a lo grande, pero
esperaba que me siguiera viendo como alguien íntegro.

—La razón por la que pregunto es porque el matrimonio es algo importante. Hay cosas
que hay que considerar.

— ¿Cómo qué?

—Bueno... los niños. ¿Quieres tener hijos?

Sinceramente, ni siquiera lo había considerado. Sólo quería que estuviéramos juntos, sin
importar cómo se veía la foto. —Me gustaría que Lizzie fuera como mía, si eso es lo que
preguntas.

—Quiero decir, tener más hijos. Pero sí, Lizzie es algo que hay que considerar.

—Sólo asumí que si nos casábamos, ella sería legalmente mía.

—No necesariamente. Hay un proceso de adopción real por el que tienes que pasar,
porque nuestro matrimonio no te convierte en su tutor legal. Si eso es lo que quieres hacer o
no es irrelevante. Pero es algo que hay que considerar.

—Supongo que eso dependería de ti y de Lizzie. Tú decides si soy digno de esa


responsabilidad.

— ¿Así que eso es algo que estarías dispuesto a hacer?

—Absolutamente. —Me dijo que venían como un conjunto, y que así sería—. Tú serías
legalmente mi esposa, así que ella debería ser legalmente mi hija. Tiene sentido para mí. Me
dijo que me ve como un padre.

—No tienes experiencia con niños, ¿así que estás seguro que puedes hacerlo?

Asentí con la cabeza. —Quiero decir, tengo el mejor padre del mundo, así que tengo algo
de experiencia. Sólo haz lo que él hizo.
Ella sonrió suavemente. —No quiero interrogarte. Sólo pregunto qué tipo de futuro ves,
si es algo que realmente quieres.

—Mientras estés conmigo, es una pizarra en blanco. Los detalles del cuadro no me
importan.

—Bueno, ¿cómo te sientes acerca de tener más hijos?

Nunca antes me había imaginado mi futuro en ese contexto.

— ¿Quieres tener hijos?

—Quiero saber tu respuesta primero, Derek. Porque no quiero que cambies tu respuesta
basándote en lo que yo quiero.

Cuando me tomé un momento para imaginarme cómo era mi vida, Lizzie estaba allí. Pero
Lizzie también tenía trece años, y mi tiempo con ella sería efímero. Ella estaría fuera de la
casa y viviendo su propia vida. También me perdí todos los años anteriores a su edad, sus
fiestas de cumpleaños, su graduación de sexto grado, todo tipo de cosas que mis padres
nunca se perdieron. Los niños nunca habían sido importantes para mí, nunca habían sido
una consideración porque no quería casarme, pero ahora era un hombre diferente. Ver a
Lizzie leer los libros que había escrito para poder compartir esa experiencia fue uno de los
mejores momentos de mi vida. —Quiero más hijos. —Mi padre dijo que era igual que yo a
su edad, que no quería tener una familia, pero cambió de opinión... y dijo que nada en la vida
le hacía más feliz.

No tuvo una reacción a eso.

— ¿Tú?

Dejó caer su mano de su barbilla y cambió su posición en la silla.

—Tuve a Lizzie tan joven, y aunque ha sido maravilloso, nunca he tenido tiempo para mí
mismo. Siempre imaginé que sería hija única. Para cuando se mude, tendré treinta y cinco
años, y empezar ese proceso de nuevo significa que nunca tendré la oportunidad de viajar o
simplemente... no ser una madre.

No había previsto esa respuesta. —No sabía que te sentías así.

—No me arrepiento de nada, pero... parece desalentador empezar ese proceso de nuevo.

Asentí con la cabeza para entenderlo. —Tiene sentido.


—Así que, eso es algo que tenemos que averiguar. ¿Quién hará el compromiso, tú o yo?
—Sus manos se juntaron en la mesa, y ella suavemente se puso nerviosa mientras miraba sus
palmas.

Al final del día, no estaba perdiendo a Emerson. Ella y yo estábamos destinados a estar
juntos. Tenía que haber otro compromiso que pudiéramos hacer. Busqué una solución en
silencio. —No me di cuenta que quería una familia hasta hace poco, no hasta que me conecté
con Lizzie y me encontré de nuevo. Pero ahora es algo que realmente quiero. No es que no
considere a Lizzie como mía, sino que mi madre siempre me ha querido como a un hijo y no
como a un hijastro, pero eché de menos todos esos años... los pañales, el paseo, el primer día
de guardería. No tuve esa experiencia.

—Sí.

—Así que este es mi compromiso. —La miré fijamente hasta que me miró de nuevo—.
Cuidaste de Lizzie por tu cuenta, con la ayuda de tus padres, y toda tu vida ha estado llena
de sacrificios por tu hija. Pero lo hiciste sola. Esta vez, me tienes a mí. Siempre estaré ahí.

—Pero estás muy dedicado a tu trabajo, Derek...

—Mi familia siempre será mi principal prioridad. El trabajo siempre estará en segundo
lugar. Esa no es una promesa vacía. Mi padre tiene una carrera muy importante, pero nunca
se perdió nada cuando yo estaba creciendo. No nos presionó con una niñera o con mi madre.
Hizo sacrificios e hizo que funcionara, no porque tuviera que hacerlo, sino porque quería. Yo
haría lo mismo. Estaría allí porque quiero estar allí.

Me miró con unos ojos que empezaron a suavizarse.

—Entre mis padres, tus padres y nuestra niñera, podremos viajar. Sólo nosotros dos.
Donde quieras ir, te llevaré. Tendremos tiempo para nosotros. ¿Es eso algo que estarías
dispuesta a hacer?

Me miró mientras consideraba mi propuesta, chupando suavemente el interior de su


mejilla. —Sí, así es.

Conseguí tener las dos cosas que quería.

—Cuando lo pones así, no suena tan desalentador como cuando sólo éramos Lizzie y yo.
Sé que serás un buen padre, Derek. Y me encantaría tener tus bebés... serían perfectos.

— ¿Sí? —Los haría ahora mismo si a ella le gustara.

Una ligera sonrisa se movió en sus labios. —Sí.


Después que mi madre terminó su último tratamiento, se acabó oficialmente.

Ella lo superó.

Mi papá estaba aún más feliz que la última vez que fuimos al médico. Era cariñoso,
sonreía, se acurrucaba con mi mamá en el sofá y la besaba como si no le importara que
todavía le faltara el cabello.

Daisy no volvió a su semestre en Harvard porque quería quedarse en casa de todos modos.

Seguí trabajando a tiempo parcial porque también quería estar con ella.

Era hora de celebrar juntos, no de volver a nuestras vidas impulsadas por el trabajo y las
responsabilidades, mierda que no era más importante que nosotros como familia.

Mamá se sentó frente a mí en el sofá y movió su pieza de damas.

—Entonces, ¿vas a dejar de dejarme ganar?

Sonreí. —No.

Ella se rio entre dientes. —Estoy acostumbrada a ser la persona más tonta de esta familia,
así que puedes parar.

—No eres tonta, mamá. Eres más inteligente que todos nosotros. ¿De qué otra manera te
convertirías en la columna vertebral de esta familia? — Moví mi pieza y la miré.

Sus ojos eran suaves mientras me miraban, su sonrisa se desvanecía lentamente. —Es
bueno tenerte de vuelta, cariño.

Bajé la mirada porque me emocionaría si miraba demasiado tiempo.

—Sí lo es.

Ella hizo su movimiento. — ¿Cómo van las cosas con Emerson?

—Aún me lo estoy tomando con calma.

—Bueno.

—Hablamos de tener una familia.

— ¿Si? Eso no me suena lento...


Me reí. —No es así, ¿eh?

— ¿Y qué se decidió?

—Dijo que estaba preocupada porque si tuviera más hijos, sería mamá toda su vida, pero
le dije que sería diferente conmigo, que sería un padre presente, que podría cuidarla y aun
así, llevarla alrededor del mundo.

—Buena respuesta, cariño. Quiero tener más nietos tuyos.

Me encantó que ya considerara a Lizzie como familia. Ese era el tipo de persona que era
mi madre. Amaba a la gente sin ninguna razón. Los incluyó sin dudarlo. —Y piensas que tu
vida terminará cuando tengas hijos, pero no termina, solo cambia, eso es todo. Creo que tú y
Emerson se enamorarán más.

—Sí, quizás. —Era difícil imaginar amarla más de lo que ya la amaba.

— ¿Qué más hay de nuevo contigo?

—Creo que descubrí qué salió mal con mi cohete.

Dejó de jugar por completo y se limitó a mirarme, incapaz de controlar su sorpresa. — ¿Y


qué descubriste?

—Que el cableado de la cápsula falló debido a un cortocircuito. La explosión inicial ocurrió


porque ese corto provocó la explosión de un electrodo, lo que provocó el incendio en el
amplificador... así que todo fue causado por un cable defectuoso.

— ¿Qué significa eso?

Abandoné el juego y la miré. —El equipo eléctrico falló en emplear sus medidas de
salvaguardia y probar los circuitos. Esa escasez nunca debería haber ocurrido.

—Entonces parece que no fue tu culpa.

Me encogí de hombros. —Es mi cohete. Todo es mi culpa.

—Derek, no puedes estar en un millón de lugares a la vez. Eres una sola persona.

—Lo sé, pero... —Negué con la cabeza—. Debería haberlo descubierto.

—Probaste todo un millón de veces, Derek. No hay nada más que pudieras haber hecho.
Y recuerda, esto fue una prueba. El propósito de una prueba es descubrir los problemas. Eso
fue un problema, y lo arreglarás.
—Sí... lo arreglaré.

Me puso la mano en el brazo y me dio un apretón cariñoso. —Estoy tan orgullosa de ti.

— ¿Por qué? —Susurré—. La prueba falló.

—Estoy orgullosa que no tengas miedo de seguir intentándolo hasta que lo hagas bien.
26
EMERSON
Me senté en la mesa con los dos mientras trabajaban en sus tareas escolares. Tenía otras
cosas en las que trabajar, como editar sus páginas y archivar los trabajos presentados por los
internos, así que todos teníamos algo que hacer mientras devorábamos la pizza sentados en
medio de la mesa.

Vi a Derek trabajar con sus estudiantes de posgrado, pero era totalmente diferente con
ellos que con Lizzie. Lizzie no era una estudiante de posgrado empujada a la perfección. La
trataba con paciencia y afecto, respondiendo a la misma pregunta de diferentes maneras
hasta que ella lo entendió. En lugar de usar una pizarra, hizo todas sus instrucciones en su
cuaderno para que ella pudiera volver a mirar lo que él había escrito para estudiar.

Pero honestamente, ni siquiera entendía lo que intentaba enseñarle.

Estaba tan orgullosa que Lizzie lo hiciera.

Nunca la hizo sentir avergonzada por no entender algo, y vi la forma en que se


emocionaba cuando se daba cuenta de las cosas, y como consecuencia, su confianza aumentó.

Derek fue lo mejor que le pasó a ella.

Con él como padre, un modelo a seguir y un profesor, ella alcanzaría nuevas alturas y me
superaría en todos los sentidos. Todo lo que un padre quería era que sus hijos lo hicieran
mejor que ellos mismos, y con Derek, eso sucedería sin duda alguna.

Me conmovió tanto su interacción que me resultó difícil concentrarme en mi propio


trabajo.

—Vas a superar este final, —dijo Derek—. Y probablemente sacarás un notable en la clase,
lo cual es fantástico.

—Ojalá pudiera sacar un sobresaliente. —Sus notas habían subido y bajado tanto este
último semestre que ni siquiera un puntaje perfecto podía reparar la calificación general.
—No importa cuál sea tu nota este semestre, —dijo Derek—. Cuando empieces el instituto,
esas notas importarán, y te conseguiremos un GPA perfecto. Tendrás la opción de elegir la
universidad que quieras.

—Eso sería genial. —Agarró otro trozo de pizza y le dio un mordisco.

—Pero eso es mucho estudio.

—Con la gestión del tiempo, estarás bien. —Derek cerró su cuaderno y lo puso a su lado.

—Quiero decir, es mucho tiempo para que me enseñes. —Cuando dio otro mordisco, había
una línea de queso, así que rápidamente se la comió aunque ya había comido mucho—. A
menos que no puedas. Lo entiendo...

—Siempre tengo tiempo para ti, —respondió inmediatamente—. Pero no olvidemos que
tu madre es la experta en escritura y literatura...

—Pero usted es un escritor de best-sellers, —dijo con una risa.

—Siempre puedo ayudarte en la escritura creativa si quieres, pero tu madre es la que edita
mis libros... por si no lo sabes.

— ¿En serio? —Lizzie se volvió hacia mí y me miró como si fuera una estrella de rock.

Con la cabeza en alto, asentí con la cabeza. —Es verdad.

—Vaya, no lo sabía. —Terminó su rebanada y se limpió los dedos con la servilleta.

—Haremos que funcione, —dijo Derek—. Tienes a dos de los mejores tutores aquí mismo.

— ¿Sí? —Lizzie preguntó—. ¿Porque ustedes se van a casar...? —Movió las cejas y empezó
a guardar sus cosas.

Yo puse los ojos en blanco.

Derek se volvió hacia mí. —Sí. Siempre que tu madre diga que sí.

Lizzie me miró. —Mamá, deja de ser rara y di que sí.

—Lizzie. —Todo lo que tenía que decir era su nombre y ella sabía que debía retroceder.

Se volvió hacia Derek. —Conseguiré que diga que sí.

Derek se rio. —Gracias, Liz.


Ella empacó sus cosas, y luego Derek nos llevó a casa. Aparcó en la acera y nos acompañó
dentro del edificio, llevándonos hasta la puerta principal porque era el tipo de hombre que
era.

—Buenas noches, Derek. —Lizzie se dejó entrar.

—Buenas noches, Liz. —La vio irse antes de volver a mirarme.

Me encantaba que tuviera su propio apodo para ella, que tuvieran su propia relación
independiente de mí. Confié en que cuidaría de mi hija sin mi presencia o supervisión.

Me miró con la misma mirada intensa. Solía ser agresivo durante nuestras conversaciones
sobre nuestra relación, pero una vez que me tuvo de vuelta, esa desesperación cesó. Nunca
intentó besarme o empezar algo físicamente, tomando muy en serio mi petición de lentitud.
Parecía que estaba perfectamente satisfecho con sólo estar conmigo, con tener una relación
conmigo, y no con nada físico.

— ¿Podemos compartir el auto otra vez? No me gusta que tomes el autobús.

A mí tampoco me gustaba porque tardaba un millón de veces más con todas las paradas.
—Sí, está bien.

—Genial. Te veré por la mañana, entonces. —Me rodeó con sus brazos y me abrazó frente
a la puerta, sus gruesos brazos protectores y cálidos. Me dio un apretón antes de besarme la
frente—. Te quiero.

—Yo también te quiero. —Sentí que se escapaba de mi alcance, que se alejaba de mis
brazos, y con cada centímetro de distancia, me sentí más vacía.

Se alejó y tomó las escaleras.

Lo vi irse, extrañándolo en el momento en que se fue.

Cuando terminó con el rover, se volvió hacia su programa de cohetes.

Pero era el único que estaba trabajando en él en este momento. Cuando terminó, dijo que
construirían el segundo prototipo y harían otra prueba. Pasó su tiempo repasando los
esquemas y probando los voltajes con varios cables.

Era agradable verle intentarlo de nuevo, verle encontrar una solución en lugar de ser
perseguido por su fracaso.
Y ni siquiera fue su fracaso.

Al final del día, me uní a él en la mesa, viéndole trabajar en los cables.

Levantó la barbilla y me prestó atención. —No me di cuenta que ya eran las cinco.

—El tiempo vuela cuando... —Miré hacia abajo a los cables haciendo lo que sea que estés
haciendo.

Sonrió ante mi chiste.

— ¿Qué estás haciendo?

—Encontrando un material mejor para la próxima prueba. El aislamiento debería ayudar.

— ¿Qué vas a hacer con el equipo eléctrico?

— ¿Qué quieres decir? —Se paró en una camiseta gris con su reloj técnico en su muñeca,
sus brazos gruesos y cubiertos de venas. Había empezado a hincharse de nuevo porque
estaba haciendo ejercicio como solía hacerlo. Nunca dijo eso, pero lo supuse basándome en
su estado físico.

—Quiero decir, fue su error el que causó el problema. Ese cohete no es barato, ¿verdad?
Ahora tienes que invertir más dinero en un segundo prototipo, cuando no deberías haber
necesitado un segundo en primer lugar.

Escuchó lo que dije con la mirada perdida. — ¿Qué sugieres? ¿Que los despida?

—No estoy sugiriendo nada. Sólo tengo curiosidad por saber cuál es tu enfoque. Sé que
crees en serlo cien por ciento, el cien por ciento de las veces.

—Sí, esa es mi filosofía. Pero también creo que los humanos cometen errores, y está bien
cometer errores a veces. Para eso está la prueba, para averiguar qué podría salir mal y para
seguir probando para asegurar que no haya ninguna variación en el rendimiento basada en
las condiciones meteorológicas o en algo fuera de lo normal. Se cometió un error,
aprenderemos de él.

—Me gusta esa filosofía mucho más que la otra.

—Sí. —Sus ojos se llenaron de afecto—. A mí también. —Agarró su portátil y su notebook


y los colocó en su mochila.

—Lizzie dijo que cree que su final fue bien.

—Sí, me envió un mensaje de texto.


No estaba seguro de quién estaba más celoso, Lizzie por tener la atención de Derek o Derek
por tener la atención de Lizzie. — ¿Quieres venir a su ceremonia de graduación el viernes
por la noche?

Se mantuvo en la oferta. —Me encantaría.

—Estupendo.

Se puso la correa de su mochila sobre el hombro y luego se acercó a la mesa hacia mí. —Y
tal vez podamos hacer un viaje a la cabaña de mi familia después para celebrar. Ya sabes,
pasar el fin de semana allí. No sé si a Lizzie le interesa la pesca, pero puedo enseñarle. O
podemos ir a algunas caminatas, hacer algunos s'mores en la noche, hamburguesas de
barbacoa... todo tipo de cosas.

—Eso suena muy divertido. —A Lizzie le encantó en Acción de Gracias, así que
definitivamente le encantaría en verano, con el agua justo fuera de su cubierta.

Hizo un ligero asentimiento y luego se dio la vuelta para que pudiéramos salir del almacén
y llegar al carrito de golf.

Mi mano alcanzó automáticamente su brazo, sintiendo el músculo definido al contacto. Su


piel estaba caliente como lo recordaba. Su cuerpo desnudo me mantenía caliente incluso en
las noches más frías.

Se quedó quieto al tacto y luego me miró, apenas se movía, esperando ver lo que yo haría.

No tenía ni idea de lo que quería hacer. Mi reacción fue instintiva. Se alejó, y yo no quería
que se fuera... eso era todo lo que sabía.

Sus ojos permanecieron en mí, su respiración quieta como si estuviera aguantando la


respiración hasta que supiera lo que yo quería.

Lo empujé suavemente hacia mí, cada vez más cerca, moviéndome hasta que su pecho
estaba contra el mío. Mi mano dejó su brazo y se deslizó por su pecho, sintiendo su dureza,
volviendo a conocer al hombre que hacía que los dedos de mis pies se curvaran cada vez que
estaba dentro de mí. Mi brazo se movió alrededor de su cuello, y lo acerqué hacia mí, con los
ojos en sus labios. En lugar de pensar en las mujeres que me habían reemplazado en su cama,
pensé en el hombre que estaba delante de mí ahora, el hombre que me amaba hoy, el hombre
que me prometió un para siempre.

Se quitó la mochila del hombro y la dejó en el suelo a nuestro lado antes de acercarse,
tomando la iniciativa de lo que yo quería, el permiso que había estado esperando. Sus
grandes brazos me rodearon con ternura masculina, y me apretó mientras dejaba caer su boca
sobre la mía y me besaba.

Con los ojos cerrados y el aliento arrancado de mis pulmones, me arrastró al pasado, a las
noches en las que su toque me prendió fuego, cuando me arrastró a su alma con sólo su beso.
Mis brazos se engancharon alrededor de su cuello, y besé al hombre de mis sueños, el amor
de mi vida, el hombre que valía la pena sufrir.

Gimió contra mi boca y me apretó más fuerte, haciéndome retroceder hasta la mesa
mientras continuaba sus besos lentos y decididos, sintiendo mi cuerpo a su alcance,
tocándome de la forma en que toda mujer fantaseaba con ser tocada por un hombre. Fue con
una fuerza innegable, como si no tuviera miedo de usar su fuerza conmigo porque yo no era
frágil. Me agarró con un apretón que mostraba que no quería soltarme, que yo era suya para
siempre.

Lo eché de menos cuando me tocó así.

Extrañé cuando me besó así.

Volvió la cabeza hacia el otro lado y separó mis labios con su aliento, con sus besos
húmedos, y luego su lengua. Una mano dejó mi cintura y luego se movió hacia mi cabello,
arrancándolo de mi cara mientras profundizaba el beso, me hizo el amor con su boca, me
hizo sentir como su única y justa forma de hacerlo con su intensa mirada.

Yo fui la que se alejó, temiendo que si esto continuaba, termináramos desnudos en su lugar
de trabajo, el sudor de mi espalda haciendo que todos sus papeles se pegaran a mi piel.

Me dejó terminar el abrazo, pero sus ojos seguían desesperados, como si la pérdida de mi
toque fuera devastadora. Sus manos se mantuvieron firmes sobre mi cuerpo,
manteniéndome cerca para que no me escapara.

— ¿Quieres cenar el jueves por la noche?

Me miró fijamente como si no hubiera escuchado la pregunta. Hubo una larga pausa
aunque la pregunta no debería requerir tanto tiempo para formar una respuesta. —SI.

Estaba sentada frente a mi ordenador en la oficina cuando recibí un correo electrónico de


Derek. El asunto decía “Resultados del laboratorio”. No estaba seguro de si me había enviado
esto por error porque su salud debería ser confidencial, pero lo abrí de todas formas para ver
qué había dentro.
Había escaneado una copia de su panel de ETS. La fecha estaba en la esquina superior, y
todos los resultados negativos estaban listados allí. No había ningún error escrito en el
cuerpo del correo electrónico. Él sólo quería que yo tuviera esta información, pero no quería
hacerlo incómodo dándomela en persona.

Así que, obviamente esperaba tener sexo el jueves.

Bueno... no se equivocó en eso.

Después del show de mierda con Paul, me volví paranoica sobre qué tipo de hombre
podría ser, así que también me hice la prueba, especialmente porque no planeaba acostarme
con nadie más en el futuro inmediato. Entré en mi cuenta, tomé una captura de pantalla de
los resultados y luego respondí a su correo electrónico con mi propio archivo adjunto.

No se intercambió ni una sola frase entre nosotros.

Simplemente lo dejamos estar.

— ¿De verdad vas a volver al trabajo? —Me senté al lado de Cleo en el sofá. Después del
trabajo, me detuve y le traje pastelitos, así que tenía un regalo especial para disfrutar. Sus
tratamientos habían terminado, y ahora se veía revitalizada. Le tomaría un tiempo para que
le volviera a crecer el cabello, pero aún se veía como la hermosa mujer que recordaba, sólo
que un poco flaca.

—Chica, estoy tan aburrida. Estar sentada y viendo la televisión todo el día no es lo mío.
He estado ayudándoles abajo con los correos electrónicos y las llamadas telefónicas, pero no
es lo mismo. Si este fuera el estilo de vida que quería, me habría retirado cuando me casé.

—Sí, tiene sentido. No deberías apresurarte.

—No voy a levantar nada ni a correr al principio. Me lo tomaré con calma. Con Deacon de
vuelta al trabajo y Daisy haciendo sus tareas escolares virtualmente, me quedo sentada. Estoy
deseando volver al ritmo de las cosas.

—Tener un propósito probablemente te hará sentir mejor también, a tu manera. Aunque


no fuera una madre soltera, seguiría trabajando. Me gusta trabajar.

—Me doy cuenta, —dijo con una sonrisa—. Eres como yo. —Se inclinó hacia adelante y
agarró una de las magdalenas antes de dar un mordisco—. Fue muy amable de tu parte
traerlas. Daisy y yo las compartiremos.

—Son los favoritos de Lizzie.


—Entonces, ¿se graduará el viernes?, —preguntó— Va a empezar el instituto en otoño...
¿Puedes creerlo?

Sacudí mi cabeza dramáticamente. —No puedo creer que tenga una hija adolescente.
Simplemente no puedo. Ayer, se arrastraba por el suelo en pañales, y ahora está entrando en
el último segmento de su educación adolescente.

— ¿Cómo le fue en su clase de matemáticas?

—B. Quería un sobresaliente, pero está contenta con ello.

Ella sonrió. —Derek tiene un gran don para explicarle las cosas a la gente. Heredó la
inteligencia de su padre pero obtuvo sus habilidades sociales de Valerie y de mí. Le ha dado
una composición perfecta.

—Sí, es perfecto.

Me miró durante un rato, como si esperara que dijera algo más. Me recordó la forma en
que mi propia madre me miraba cuando quería sacar algo de mí. —Derek me dijo que ustedes
lo resolvieron. Eso es genial.

—Sí. Sólo estamos... tomándonos las cosas con calma.

—Ha sido muy feliz. Nos ha encantado ver eso.

Yo también lo noté.

—Estamos tan felices que no se haya rendido con su programa de cohetes. Lo está
intentando de nuevo, lo cual es genial. Tiene pasantes en su compañía, lo cual también es
maravilloso. Está hablando con Kevin de nuevo... sentimos que tenemos a nuestro hijo de
vuelta.

—Sí...

—Gracias a ti. —Ella apoyó su mano en la mía—. Si no te hubiera conocido, no estoy


segura de lo que habría pasado. Me gusta creer que todo sucede por una razón, y creo que
ustedes dos se conocieron por una gran razón. —Sonrió antes de apartar la mano—. Sé que
el comportamiento de Derek fue inexcusable, pero creo que eso ha quedado atrás, y no tienes
que preocuparte que eso ocurra en el futuro. Creo que mi hijo será el hombre que tanto tú
como Lizzie merecen. Creo que al final valdrá la pena, porque es el mejor hombre que
conozco.

—Sí, me considero muy afortunada. —Sabía lo que había ahí fuera, y no había otro Derek
Hamilton ni nadie de su calibre. Hice un recorrido por las aplicaciones de citas y me
decepcioné mucho más de lo que pensaba. Sabía que encontrar al hombre adecuado que
fuera compatible con Lizzie y conmigo era imposible. No sólo Derek era perfecto, sino que
tenía una familia perfecta, una familia de la que yo podía formar parte.

—Y él también tiene suerte, Emerson. No todos los días encuentras a alguien que te ama
por ti... y sé que amas a Derek por las razones correctas. No se trata de su dinero o sus
conexiones. Se trata de todo lo que hay debajo.

Nunca me importó el dinero porque trabajé duro para tener lo que necesitábamos.
Mientras pudiera mantener a mis padres y a mi hija, era feliz. Era mucho más fácil generar
tu propia riqueza que tratar con un imbécil sólo porque tenía un buen trabajo. Pero era bueno
saber que Derek podía arreglar cualquier problema financiero que se nos presentara, que
podía cuidarnos si yo no podía. No tenía que estresarme por el fondo para la universidad de
Lizzie o cualquier otra cosa, porque él podía manejarlo. Era agradable que te cuidaran para
variar. Me había pasado la vida cuidando de mi hija y de mis padres.

— ¿Puedo preguntarte qué te hizo cambiar de opinión?, —dijo en voz baja—. Porque
parecía que estabas decidido a tomar una decisión.

Miré fijamente a las magdalenas durante unos segundos antes de responder. —Fue lo que
dijiste, en realidad.

— ¿Qué es lo que dije?

—Dijiste que crees que terminarás feliz sin importar tus decisiones, porque las cosas se
resuelven. Así que, si no aceptaba a Derek, encontraría a alguien más; él encontraría a alguien
más. Pero entonces le pregunté si sería igual de feliz si terminara con alguien más además de
Deacon... y su respuesta fue no.

Sus ojos se ablandaron.

—Sabía que nunca sería tan feliz con otra persona como lo he sido con Derek... ni en un
millón de años.

Cuando mencioné que Derek y yo íbamos a cenar, Cleo se ofreció a cuidar a Lizzie. Yo
estaba acostumbrada a dejar a mis padres como niñeras, pero Cleo estaba tan emocionada de
pasar tiempo con ella que dejé que la llevara.

Abrí la puerta y Cleo y Daisy estaban allí.

Daisy me miró de arriba a abajo y luego soltó un silbido silencioso.


—Day-yum, tienes que prestarme ese vestido.

Mis mejillas se enrojecieron ligeramente con el cumplido, porque realmente me esforcé en


lucir bien. Gasté un poco en un bonito vestido, negro y sin espalda, con zapatos a juego. No
tenía ni idea de dónde íbamos a cenar y esto probablemente era demasiado elegante para lo
que Derek tenía en mente, pero me sentí un poco insegura por las mujeres que habían estado
con él recientemente... usando vaqueros doble cero con grandes tetas falsas. No quería
parecer ordinario. No quería ser una decepción. —Gracias.

Daisy giró su dedo. —Vamos, necesitamos el giro completo.

Cleo le golpeó la muñeca. —La estás avergonzando.

— ¿Qué? —Daisy preguntó—. Está muy buena. Está tan buena que soy una mujer
heterosexual, y ni siquiera yo puedo dejar de mirarla.

Cleo la golpeó de nuevo. —Bueno, mantén las manos quietas.

Lizzie salió y los abrazó a ambos. — ¿Qué haremos esta noche?

—Bueno, pensamos en ir al cine y luego a cenar, —dijo Cleo—. Y luego hornear un pastel
juntas en casa.

—Eso suena genial. —Lizzie se volvió hacia mí y me dio un abrazo—. Dile a Derek que le
mando saludos

—Lo haré, cariño. —La abracé fuerte porque estaba creciendo muy rápido.

—La dejaremos antes de las once, —dijo Cleo—. O... puede quedarse en una de las
habitaciones de huéspedes, y la dejaré por la mañana.

Daisy movió sus cejas hacia mí.

—Quiero pasar la noche, —dijo Lizzie—. No voy a ir a la escuela, así que, ¿por qué no?

No quería discutir con Lizzie delante de Cleo y Daisy, pero tampoco odiaba la idea que
Lizzie saliera del apartamento por la noche. —Está bien.

Daisy me dio un pulgar arriba y me guiñó el ojo. —Lo haces tú, chica.

— ¿Qué? —Lizzie preguntó.

—Nada. —Daisy le rodeó el brazo por los hombros y la llevó a la puerta.

Cleo me saludó. —Te veremos por la mañana.


—Gracias por cuidarla, —dije.

—No nos importa en absoluto, —dijo Cleo—. Nos emociona pasar tiempo con Lizzie.

Todos se detuvieron frente a la puerta cuando Derek apareció, diez minutos antes. Estaba
de pie con las manos en los bolsillos, llevando vaqueros oscuros, una camiseta blanca y una
chaqueta de cuero negra encima.

Joder... me encantaba cuando llevaba esa chaqueta de cuero. Y él lo sabía. Lo sabía, así que
lo usó a propósito. Era una noche un poco fría, pero no lo suficiente como para llevar una
chaqueta ya que siempre hacía calor, así que fue intencionado.

Ese bastardo.

La mirada de Derek estaba puesta en mí, ignorando a su familia, le gustaba el vestido tanto
como a su hermana. Ni siquiera se dio cuenta que Lizzie estaba delante de él.

—Hola, Derek, —dijo Lizzie—, Tu madre y tu hermana me van a llevar al cine.

Derek bajó la mirada cuando escuchó su voz. —Eso suena bien. Diviértanse.

En lugar de quedarse para una larga conversación, las tres se alejaron en el pasillo para
salir, el brazo de Cleo alrededor de los hombros de Lizzie. Cuando Daisy pasó junto a Derek,
le dio un juguetón empujón en el costado y le susurró algo.

Él la ignoró.

Sus voces sonaron por el pasillo hasta que tomaron las escaleras.

Ahora, sus ojos estaban sobre mí, intensos y duros, mirándome como lo hacía todos los
días, pero ahora de alguna manera se sentía diferente. Entró en mi apartamento y dejó la
puerta abierta. Con las manos aún en los bolsillos, mantuvo los ojos en mi cara en vez de
dejar que sus ojos se desviaran hacia abajo como antes. Aclaró su garganta. —Te ves... bien.

—Gracias. Tú también lo estás.

Se volvió hacia el pasillo. — ¿Lista?

—Sí. —Agarré mi bolso y cerré la puerta tras de mí antes que nos dirigiéramos al pasillo
juntos. Mis talones golpearon suavemente contra el piso de madera mientras nos dirigíamos
a la cima de las escaleras.

Caminó a mi lado con las manos en los bolsillos, sin hacer conversación.
Estaba tranquilo, muy tranquilo, y ninguno de los dos dijo nada porque estábamos
pensando en otra cosa.

Cuando llegamos a las escaleras, me detuve y miré hacia el siguiente rellano.

Se detuvo a mi lado y se volvió para mirarme, estudiando mi cara para encontrar la


respuesta al atraco.

Me giré para mirarle, para ver su mandíbula limpia porque se había afeitado antes de venir
aquí. Tenía el cabello un poco más corto porque también se había cortado el cabello. Se había
perfeccionado para esta noche, y no porque saliéramos en público. Su ropa le quedaba bien
en todas las formas que me gustaban, sus hombros anchos y poderosos, subrayando los hilos
de su chaqueta que la unían. Su camisa estaba ajustada sobre su pecho plano y ancho, el
contorno de sus pectorales ligeramente visible. Sus vaqueros eran bajos en sus estrechas
caderas y se ajustaban a sus muslos delgados y musculosos.

Me miró fijamente a través del silencio, como si me midiera de la misma manera, notando
la forma en que me peinaba en rizos suaves que serían fáciles de deslizar por sus dedos. El
vestido negro era delgado y provocativo, apretando mi marco de reloj de arena con fuerza,
corto para mostrar mis piernas, sin espalda para que pudiera ver mi piel desnuda hasta el
culo.

Recordé cuando intentamos conseguir hamburguesas después del trabajo, pero a ninguno
de los dos nos importaba comer porque sólo teníamos una cosa en mente. Nuestra cita
probablemente sería tranquila porque ya nos conocíamos mejor que nadie. Sería una larga y
tortuosa comida que a ninguno de los dos nos importaba... y probablemente nos llevaríamos
la comida para llevar. — ¿Quieres pedir una pizza?

Ropa apilada en el suelo a los pies de mi cama, el suave sonido de un beso pesado
mezclado con el sonido de su cinturón al aterrizar en el suelo de madera de mi dormitorio.
Mi vestido fue lo primero en irse, y como no tenía nada debajo, estaba lista.

Se quitó rápidamente los calzoncillos, bajando a su desnudez cincelada, y sus gruesos


brazos me envolvieron una vez más, su boca se movió hasta mi cuello para besarme y arrastró
su lengua sobre la piel caliente, para que su cálido aliento me cubriera de desesperación. Sus
dedos me apretaban mientras besaba el hueco de mi garganta, adorando mi cuerpo con sus
besos, con un profundo amor.
Mis brazos se aferraron a sus hombros, e incliné la cabeza hacia atrás para que me besara
en todas partes, para que me llevara como quisiera. Podía sentir la humedad entre mis
muslos porque estaba lista en el momento en que lo vi parado frente a mi puerta. No pensé
en el pasado. Sólo caí en él, nuestra pesada respiración se intensificó, mis uñas arañando su
piel como en los viejos tiempos.

Su brazo se enganchó debajo de mi culo, y me levantó fácilmente, inclinando su cabeza


ligeramente hacia atrás para seguir besándome, su poderoso físico firme y fuerte,
sosteniéndome sin temblar, mi cabello cayendo en su cara.

Me llevó a la cama y me dejó caer suavemente, moviéndose entre mis piernas en un rápido
movimiento que solía hacer todo el tiempo. Nuestros cuerpos cayeron en la compatibilidad
familiar, así que en vez de sentirse como la primera vez cuando no estábamos acostumbrados
el uno al otro, se sintió como la centésima vez pero con más anticipación, más desesperación.

Sostuvo su boca sobre la mía mientras se posicionaba entre mis muslos, su cálida y dura
polla descansando contra mí, babeando en la punta, goteando sobre mi piel de la misma
manera que yo goteaba sobre mis muslos. Un brazo se deslizó bajo mi muslo, y él anguló sus
caderas para poder deslizarse dentro de mí, presionando su gran cabeza entre mis labios
empapados y deslizándose casi sin resistencia. Gimió con cada centímetro, respiró con fuerza
mientras me miraba a los ojos para ver que mi reacción era igual a la suya.

Mis manos se agarraron a su culo, y yo lo arrastré el resto del camino, tan ansiosa que no
podía esperar a que se lo tomara con calma. Aunque me doliera, no me importaba. Quería
esa polla que había echado de menos todos los días, esa polla que era mía ahora... para
siempre.

Se calmó mientras disfrutaba de la conexión entre nuestros cuerpos, sus ojos se cerraron
al sentir la humedad y el calor entre nosotros, la tensión con la que lo apreté. Su respiración
se detuvo por un instante antes que diera un gemido audible, todos los músculos de su pecho
y su espalda se tensaron cuando se volvió a familiarizar con mi ansioso cuerpo.

Mis uñas se enroscaron en su piel y se clavaron profundamente, mis caderas se doblaron


ligeramente por sí solas, mi cara se apoyó contra la suya porque se sintió tan bien al hacer
contacto, al sentir cuán perfectamente se unieron nuestros cuerpos.

Empezó a meterse dentro de mí, respirando profundamente cada vez que estaba dentro
de mí, exhalando cuando se alejaba. Siguió adelante, sus empujes profundos y lentos, sus
labios casi tocando los míos, soltando placenteros gemidos una y otra vez.

Mis uñas se clavaron más profundamente en su espalda, y me retorcí, tan llena de su gran
polla que ya quería correrme. Era precioso de pies a cabeza, y cada vez que ese duro cuerpo
se frotaba contra mi clítoris, me sentía deslizarme aún más hacia la luz. —Sí... —Amé a este
hombre con todo mi corazón, admiré su buena alma, adoré cada parte de él, incluso los
errores. Podía ver el futuro entre nuestras respiraciones y nuestros gemidos, vernos envejecer
y enamorarnos más profundamente, rodeados de nuestros hijos, viviendo hasta la vejez hasta
que dejamos este mundo juntos. Era el tipo de amor que iba más allá de los efectos del tiempo
en el cuerpo, y que me hizo desearlo más. Su cuerpo musculoso se desvanecería, su dura
mandíbula se suavizaría, pero seguiría siendo tan hermoso para mí como lo era ahora. Lo
mantuve cerca mientras llegaba, llegando a la línea de meta en tiempo récord porque cada
interacción con él durante las últimas semanas había sido un juego previo. Verlo parado en
su chaqueta de cuero y mirarme como si no pudiera esperar para arrancarme el vestido fue
tan excitante como él besándome y tocándome.

Como si hubiera estado aguantando lo suficiente para que yo me corriera primero, se


corrió conmigo, gruñendo y arqueando la espalda mientras seguía metiéndose en mí, su polla
se endureció un poco más al explotar y me llenó con la primera carga de la noche. Su cuerpo
se calmó y respiró a través del placer mientras apoyaba su frente contra la mía, sus ojos
brillando de placer.

Mis uñas se relajaron en su piel, y mis piernas se enroscaron en su cintura porque no lo


dejaba ir. Todavía estaba duro dentro de mí, así que tampoco tenía intención de ir a ninguna
parte. —Lizzie se queda a dormir...

Apartó la frente para poder mirarme a los ojos, con una expresión satisfecha pero también
ansiosa. —Gracias a Dios. —Empezó a empujarme de nuevo, esta vez con fuerza, esta vez
más profundo, haciendo que mi cabecera golpeara la pared... una y otra vez.
27
DEREK
Abrí la ventana de su dormitorio porque olía como la habitación de un adolescente.

Cuando volví a la cama, miré la hora en la mesita de noche.

Las dos de la mañana.

Sentí que acababa de llegar.

Tenía las sábanas sobre los hombros mientras estaba en la cama, sus ojos llenos de
cansancio, pero seguía manteniéndolos abiertos.

Me metí en la cama a su lado y la sostuve contra mí, acercando nuestros cuerpos. Cuando
enganché su muslo sobre mi cadera, pude sentir mi excitación en todas partes, pero no me
importó. Todavía tenía más para dar, así que estas sábanas estaban oficialmente arruinadas.

Su mano subió por mi pecho hasta que me agarró el cuello. Sus dedos jugaban suavemente
con mi cabello en la parte posterior de mi cabeza, y me miraba con ojos pesados, como si
estuviera cansada pero quisiera permanecer despierta para mirarme.

—Nunca pedimos esa pizza.

Una suave sonrisa se movió en sus labios. —Oh, bueno.

Mi mano se deslizó hasta su estómago, y mis dedos la atravesaron completamente. —


Todavía puedo pedir una.

—Es tarde...

—Esto es Manhattan. Puedes conseguir una pizza fresca a cualquier hora de la noche.

—Vale, me has convencido.

Cogí mi teléfono de la mesa de noche y la pedí desde mi teléfono antes de dejarlo caer en
las sábanas entre nosotros. Volví a mirarla, incapaz de creer que estaba realmente a mi lado,
que habíamos vuelto a ser lo que éramos, después de todo lo que pasó. La paz que se instaló
en mi alma era inexplicable. Me sentí como un hombre nuevo, pero también como el hombre
que solía ser... el hombre que realmente me gustaba.

—Creo que tu hermana podría ser gay.

Me reí de su broma. —No, tú eres así de sexy.

—No sé nada de eso...

—Así es como es ella. Le gusta hacer que las mujeres se sientan bien consigo mismas. Mi
mamá se sentía muy insegura por perder el cabello, así que Daisy la llevó de compras y la
ayudó a conseguir ropa nueva para que se sintiera bonita cerca de mi papá. Ella es así de
considerada.

—Es muy dulce.

—Sí, lo es. Compensa todas las cosas molestas que hace.

— ¿Cómo qué?

—Sólo cosas de hermanita.

—A veces me gustaría tener un hermano o hermana.

—Bueno, pronto los tendrás, —dije automáticamente—. Puedes tener los míos.

Sus ojos se iluminaron ante la oferta. —Amo a tu familia... son los mejores.

Estaba agradecido por ellos todos los días, especialmente después de lo que pasó con mi
madre. —Sí, lo son.

— ¿Qué hora es? —susurró.

—Tarde.

—Como, ¿cuán tarde?

—Dos.

Se acobardó. —Espero que tu madre la retenga hasta la tarde...

—Estoy seguro que lo hará. —Sabía exactamente lo que mi madre estaba haciendo y por
qué lo hacía. Fue un poco incómodo, pero considerado. Si Lizzie no existiera, mi vida privada
no sería visible, porque era un poco difícil hacerlo toda la noche por primera vez con un
adolescente en el pasillo.
—No puedo creer que mi hija se gradúe mañana.

—Es emocionante.

—No puedo creer que vaya a estar en el instituto en otoño. Eso significa que los chicos, el
drama, un paso más cerca de la edad adulta... —Suspiró con tristeza, como si no quisiera
dejarla ir—. Estoy emocionada de tener mi propio espacio de nuevo, pero al mismo tiempo,
no puedo imaginar mi vida sin ella allí. Es mi mejor amiga.

—Siempre será tu mejor amiga, cariño.

—Lo sé.

—Y todavía tenemos unos cuantos años para disfrutarla y verla crecer hasta convertirse
en una gran persona.

—Sí. —Ella continuó mirándome mientras jugaba con las yemas de mis dedos—. Me gusta
cómo dices nosotros.

—Porque somos nosotros.

—Pero no somos nosotros en el sentido que estamos juntos. Somos nosotros en el sentido
que ella es tuya.

No sabía nada sobre ser padre, pero sí sabía cómo amar a Lizzie como a una hija, y eso era
bastante fácil. Disciplinarla y todos los demás aspectos de la paternidad eran extraños para
mí ahora, pero había clavado la parte más importante. —Ella es mía.

Me senté en las gradas con Emerson y sus padres. El campo estaba lleno de niños, y era
difícil ver a Lizzie porque estaba muy lejos. Pero la vi agarrar su diploma y cambiar su borla
al salir del escenario, con un gran sentido de orgullo.

Emerson estaba emocionada, sus ojos lagrimeaban ligeramente aquí y allá. Su brazo estaba
enganchado al mío, y a veces apoyaba su mejilla en mi hombro, apretándome fuertemente
como si sus padres no estuvieran allí para mirar.

Algunas personas en las gradas se volvieron para mirarme como si supieran exactamente
quién era yo. Llevaba una gorra de béisbol y gafas de sol para ocultar mi apariencia lo
máximo posible porque no quería que el día se tratara de mi celebridad menor.

Pero las palabras viajaron rápido entre la multitud.


Su madre estaba un poco fría al principio, pero se calentó rápidamente cuando vio lo feliz
que era su hija.

Lo feliz que la hice.

Cuando la ceremonia terminó, nos movimos con la multitud hasta que llegamos al campo
y localizamos a Lizzie. Estaba hablando con sus amigas, con la bata abierta para mostrar el
vestido verde lima que llevaba debajo. Cuando vio a su madre, se le iluminaron los ojos y se
acercó para darle un abrazo, llevando tacones en la hierba y manejándolos bien.

Emerson la abrazó con fuerza y la sostuvo durante mucho tiempo.

Saqué mi teléfono y tomé una foto ya que ninguna de las dos se dio cuenta. Fue una
imagen sincera, capturando muy bien el corazón del momento. Me gustó tanto que la
convertí en la imagen de mi pantalla de inicio.

Luego vinieron sus abuelos, y se compartieron abrazos por todas partes.

Me convertí en el fotógrafo, tomando su foto en mi teléfono.

La madre y el padre de Emerson dejaron el marco, y su padre me quitó el teléfono de la


mano. —Entra ahí, Derek.

Sonreí y me uní a ellas, parado del otro lado de Lizzie, poniendo mi brazo alrededor de
sus hombros. Los tres nos tomamos un par de fotos.

— ¿Puedo hacerlas sólo con Derek? —Lizzie preguntó.

Emerson sonrió y luego se alejó.

Mis ojos se ablandaron mientras me quedaba allí con ella, mirándola con orgullo.

Cuando terminamos, Lizzie se acercó a su madre. —Mamá, ¿lo tienes?

Emerson abrió su bolso y sacó un pequeño regalo en una bolsa de regalo. Era azul con
papel de seda azul. Lizzie se acercó a mí y me lo mostró.

Lo miré fijamente, sin saber qué estaba pasando. — ¿Es para mí?

—Sí.

—Creo que soy yo quien se supone que debe darte los regalos, Liz. —Le quité la bolsa pero
no la abrí.

Ella sonrió. —Sólo ábrela, Derek.


La miré con recelo antes de separar las cintas, quitar el papel de seda y levantar la taza
blanca. Mis ojos leyeron la letra negra en la superficie. El mejor maestro del mundo. Lo miré
fijamente durante mucho tiempo, y lentamente, mis ojos se humedecieron, imaginando un
recuerdo que no había presenciado, las dos en la tienda en Navidad, porque me había ido.
Pero aún quería dármelo, pensaba que aún lo merecía y que seguía siendo parte de esta
familia. Las recuperé, tuve este momento que pensé que había perdido, y eso me hizo estar
tan agradecido de estar allí en ese mismo segundo... de tener otra oportunidad.

Bajé la taza y la miré, sabiendo que mis ojos estaban húmedos y que ningún parpadeo lo
arreglaría. —Gracias, Liz.

Sus ojos también estaban húmedos cuando se acercó a mi pecho y me abrazó.

La abracé por la espalda, y esta vez, no estaba seguro de poder soltarla.

Al día siguiente, fuimos a la cabaña de mis padres.

El clima era hermoso, con mucho calor y sol, y les permitió ver este lugar mágico en mi
época favorita del año. Los árboles eran verdes y visibles sin mucha nieve en la parte
superior, había piñas en el suelo, y la superficie del lago brillaba con el sol.

—Este lugar se ve totalmente diferente. —Lizzie miró el lago desde el patio, viendo el agua
moverse bajo la luz del sol, los altos árboles que abrazaban la cala. Señaló hacia el cielo—.
Mira, hay un águila.

—Creo que es un halcón.

—No creo que haya visto uno en la vida real antes.

—Hay un montón de vida silvestre aquí.

Miró hacia el muelle. — ¿Es ese tu barco?

—Sí. Mi padre y yo vamos a pescar siempre que hacemos viajes por aquí. ¿Alguna vez has
pescado?

Sacudió la cabeza.

—Puedo enseñarte si quieres.

—No lo sé... me siento mal atrapándolos y comiéndolos.

—Mi padre y yo siempre los devolvemos.


—Oh, está bien. Puedo hacerlo.

—Genial. Iremos por la mañana. Es cuando están más activos.

Emerson salió por la puerta trasera y se unió a nosotros. —Vaya, es realmente hermoso
aquí, ¿no?

—Sí. —Lizzie continuó mirando el lago—. Derek y yo iremos a pescar por la mañana.

— ¿En serio? —Emerson se paró a su lado y puso su brazo alrededor de sus hombros—.
No me parece que seas del tipo de los que pescan.

Se encogió de hombros. —Derek lo hace con su padre, así que pensé en intentarlo.

—Eres bienvenida a venir, —le dije—. El barco es lo suficientemente grande.

—No, —dijo Emerson—. Vosotros dos iros sin mí. Sólo sentarme en una de estas sillas y
mirar el lago es suficiente aventura para mí.

Lizzie se volvió hacia mí. — ¿Qué más hacen cuando están aquí?

—Caminar, —le dije—. Hay un par de senderos por aquí. Mi padre y yo vimos un oso una
vez.

—Vaya, —dijo Lizzie—. Eso suena genial.

—Y hacemos malvaviscos por la noche, —dije—. Es una tradición.

—Nunca lo había hecho antes, —dijo Lizzie—. Sólo lo he visto en la televisión.

—Entonces tenemos muchas cosas que hacer este fin de semana, —dije— Vamos a hacerlo.

Hice hamburguesas en la parrilla, y comimos frente a la chimenea.

Lizzie se sentó en el sillón entre nosotros, como yo me sentaba entre mi madre y mi padre
cuando era pequeño. Mirábamos el fuego y hablábamos de lo que hicimos ese día, y yo le
hacía preguntas a mi padre sobre insectos y cualquier otra cosa que se me pasaba por la
cabeza.

—Hace mucho calor durante el día pero hace frío por la noche. —Lizzie acercó su silla al
fuego.
Caminé hasta el armario cerca de la casa y saqué un par de mantas. Primero le entregué
una a Emerson, quien me dio una suave sonrisa, y luego le di otra a Lizzie. —Esto debería
ayudar. —Volví a sentarme y observé cómo se agrupaban y miraba el fuego.

— ¿Podemos hacer s'mores ahora? —Lizzie preguntó.

—Buena idea. —Agarré un par de palos, aplasté los malvaviscos encima, y luego los
pasé—. Son los mejores cuando están un poco marrones y crujientes, así que tienes que seguir
girándolos como en un asador.

Lizzie me copió.

Emerson le prendió fuego a propósito y luego lo acercó para apagar la llama. —Me gusta
que la mía esté un poco quemada.

Lizzie continuó imitándome para que nuestros malvaviscos fueran iguales.

Emerson juntó su s'more y le dio un mordisco. —Oh sí, eso es bueno.

—Bien, creo que ya están listos. —Yo saqué el mío, y Lizzie hizo lo mismo—. Ahora
construimos nuestras s'mores. Así que tomamos dos galletas graham...

— ¿Así? —Puso dos cuadrados de la galleta Graham en el plato, junto con un trozo de
chocolate en cada lado. Luego colocó su malvavisco sobre la mitad y juntó las s'more.

Sonreí mientras la miraba. —Sí, exactamente así.

Lizzie y yo nos sentamos en la sombra bajo el dosel con nuestras líneas de pesca en el agua.
Ella miró alrededor del lago, las olas golpeando ligeramente contra la popa del barco. Estaba
tranquilo, el ocasional chirrido de los halcones en el cielo. —Entonces, ¿sólo esperamos?

—Sí. Los peces no muerden hoy.

—Tal vez son demasiado inteligentes.

—Tal vez.

Después de mirar fijamente al otro lado del agua durante un rato, se volvió hacia mí. —
Tú y mamá parecen felices.

—Sí, lo somos.
—Bien. Es ella misma de nuevo, lo cual me gusta mucho.

—A mí también.

—Me sorprende que no haya aceptado casarse contigo.

Me encogí de hombros. —Lo hará cuando esté lista.

— ¿Vas a preguntarle de nuevo?

—Lo haré... cuando sea el momento adecuado.

—Si no dice que sí, le tiraré del cabello hasta que lo haga.

Me reí entre dientes. —Gracias. Pero me imaginé que lo diría sin ser extorsionada.

— ¿Qué significa extorsionar?

—Ser forzada, básicamente.

Ella asintió entendiendo. — ¿En qué estás trabajando ahora mismo? ¿Está hecho el rover?

—Se lo entregué a la NASA hace un tiempo.

—Entonces, ¿en qué proyecto estás trabajando ahora?

Me gustó mucho hablar con Lizzie porque tenía curiosidad por todo tipo de cosas, pero
tenía la habilidad de comunicarse como un adulto. A veces tenía baja autoestima, pero era
muy inteligente. —En realidad, estoy trabajando en el cohete de nuevo. Creo que casi he
terminado.

— ¿Lo estás?, —preguntó sorprendida—. Mamá dijo que como que te diste por vencida.

—Sí, lo hice. Pero estoy de vuelta en ello.

—Genial. —Estoy seguro que esta vez funcionará.

Sonreí. —Gracias, Liz.

Nos sentamos frente al fuego, y Lizzie estaba tan fría que roncaba.

Emerson le tocó el brazo y la sacudió suavemente. —Lizzie, vete a la cama.

Ni siquiera se despertó.
Emerson la sacudió de nuevo. — ¿Lizzie?

Lizzie se dio la vuelta y tiró de su manta más alto sin despertarse. Sus ronquidos
continuaron.

—Tuvimos un largo día, —dije—. No me sorprende. Siempre traté de quedarme despierto


hasta tarde, y fallé todas las veces. —Me levanté de la silla y me arrodillé para tomarla en mis
brazos.

—No tienes que cargarla, Derek. Es lo suficientemente mayor para llevarse a la cama.

—No me importa. —La sostuve contra mi pecho y la llevé a la casa y a las escaleras,
colocándola en el dormitorio donde solía dormir cuando era pequeño. La puse encima de la
cama y luego le puse las sábanas.

Todavía no se ha despertado.

—Buenas noches, Liz. —Apagué la luz, cerré la puerta y volví al patio.

Emerson se había movido a la silla de Lizzie para que se sentara a mi lado frente al fuego.
Me sonrió cuando volví y me senté a su lado. El brillo del fuego golpeó su hermoso rostro
perfectamente, convirtiéndose en un recuerdo que apreciaría para siempre.

Tomé su mano y la sostuve.

Su cabeza permaneció girada para poder mirarme a mí en lugar del fuego.

Yo también seguí mirándola, tan agradecido que esto hubiera sucedido, que ella estuviera
realmente allí conmigo. —Te amo. —Entrecrucé nuestros dedos y mantuve un firme agarre,
para que no se escapara aunque no fuera a ninguna parte.

Ella mantuvo mi mirada, sus ojos firmes. —Sé que lo haces.

Mis pulmones automáticamente tomaron una bocanada de aire cuando la escuché decirme
eso. La amaba más que a nada en el mundo, y estaba tan agradecido que supiera que, que
me creyera, que mis errores idiotas no disminuyeran lo que realmente sentía en mi corazón.

—Sé que no soy un experto ni nada... pero estoy bastante seguro que sólo se supone que
es un trozo de chocolate en un s'more.

Sonreí ligeramente, reviviendo momentos que había tenido con mi madre, cuando le
mostré mi forma de hacer s'mores, y ella adoptó esa lección aunque sabía que estaba mal. Se
convirtió en algo nuestro... y tengo que transmitirlo. —La primera vez que hice un s'more,
así fue como lo hice. Mi papá me dijo que estaba mal, pero mi mamá lo siguió y lo hemos
estado haciendo desde entonces.

Sus ojos se suavizaron a un nivel completamente nuevo.

—Además, dos trozos de chocolate siempre son mejores que uno.

Ella sonrió. —Cierto. Me alegro que Lizzie se haya unido a tus tradiciones.

—Sí, ella encaja perfectamente. —Disfruté de la pesca con ella, incluso cuando no
conseguimos ni una sola captura, y disfruté contándole sobre los diferentes tipos de árboles
en nuestras caminatas. Era curiosa y absorbente, interesada en todo lo que compartía con
ella.

Me volví al lugar que había sido marcado durante casi treinta años, donde la energía de
ese recuerdo permaneció aún décadas después.

—Ahí fue donde mi padre le pidió a mi madre que se casara con él.

— ¿En serio? —Ella miró el lugar que le indiqué con mi mano—. Qué dulce. No es de
extrañar que este lugar sea tan especial para ti.

—Sí. —Lo miré fijamente durante un rato antes de volverme hacia ella. —Mi padre me
pidió que lo hiciera, en realidad. Me pidió que me arrodillara con él y le presentara el anillo...
y le pedí que se casara con los dos.

Sus ojos lloraban como se lo imaginaba. —Oh Dios mío, eso es lo más precioso que existe.
Hizo imposible que ella dijera que no.

Lo recordaba bien, recordaba el sonido de los grillos en aquella noche tranquila. Recordé
la reacción de mi madre, la forma en que sucumbió a las lágrimas inmediatamente. Recordé
el amor en sus ojos, la forma en que nos amó a ambos, me amó como a su hijo incluso antes
de decir que sí. —Sí... lo hizo.

— ¿Podemos quedarnos aquí para siempre? —Lizzie se sentó en la silla frente al fuego,
con la cara cubierta de chocolate y malvaviscos pegajosos—. Este lugar es el más genial. No
estamos ni cerca de una pizzería, y sigue siendo increíble. Así de increíble es.

Emerson le sonrió a su hija. —A mí también me encanta. —Estaba envuelta en su manta,


la persona que solía ser antes que la lastimara. Le tomó un tiempo bajar sus paredes, pero
una vez que se fueron, nunca volvieron a subir. Encontró en su gran corazón la forma de
perdonarme, de ser más fuerte y sabia de lo que nunca había sido.
—Mi familia vendrá mañana, —le dije—. Se quedarán un par de días.

— ¿Ah, sí? —Lizzie preguntó emocionada—. Genial. ¿Para qué?

—Pensamos que podríamos hacer una fiesta de graduación para ti, —dije—. Dex también
va a venir.

— ¿En serio? —Lizzie se volvió hacia su madre—. ¿Sabías de esto?

—No, en realidad. —Emerson miró a un lado de su hija—. Pero eso suena muy divertido.

—Dulce, —dijo Lizzie antes de sentarse en la silla.

Se volvió silenciosa, el sonido del fuego ardiendo, los grillos tejiendo su banda sonora en
la noche. Las estrellas eran visibles y brillantes, aquí en medio de la nada donde el tiempo se
detuvo. Pero la adrenalina latía en mis venas porque mi corazón no se mantenía firme. Estaba
nervioso cuando no lo estaba la primera vez que hice esto.

Me levanté de la silla, metí la mano en el bolsillo y agarré el anillo que había intentado
darle antes, y luego me bajé lentamente hasta una rodilla delante de los dos.

Las cejas de Lizzie estaban en lo alto de su cara, y se giró rápidamente para mirar a su
mamá, con la boca bien abierta. —Oh Dios mío... mamá.

Emerson estaba congelada en el lugar porque claramente no tenía idea que esto iba a pasar.
Sus ojos estaban abiertos y quietos, las llamas se reflejaban en la superficie. Se agarró a los
brazos de la silla mientras me miraba fijamente.

Lizzie se volvió hacia mí, con una amplia sonrisa en su rostro.

Mantuve mis ojos en Emerson mientras sostenía el anillo. —Así es como debería haberte
preguntado en primer lugar, y siento no haberlo hecho. No sólo te pido que seas mi esposa,
sino que seas parte de mi familia y me dejes ser parte de la tuya. Os pido a las dos que os
caséis conmigo, porque sé que venís como un conjunto, y sé que soy lo suficientemente
hombre para amaros a las dos. Quiero ser un padre para tu hija, un marido para ti, y pasar el
resto de mi vida cuidándolas a las dos... y amándolas con todo mi corazón.

—Sí. —Lizzie se volvió hacia su madre y esperó su respuesta.

Emerson ya estaba llorando, sus ojos brillaban a la luz del fuego, mirándome como mi
madre había mirado a mi padre cuando él le hizo la misma pregunta. Sus manos se acercaron
a sus mejillas, y se secó los ríos de lágrimas, resoplando, y luego haciéndolo de nuevo porque
las lágrimas no se detenían.
El sonido del fuego y los grillos eran los únicos ruidos que podíamos oír, con la excepción
de sus lágrimas.

—Mamá, si dices que no, te juro por Dios...

—Ella no dirá que no, —le dije con confianza—. Lo hice imposible.

Sus ojos se ablandaron aún más cuando llegaron más lágrimas. Luego me hizo una seña
con la cabeza.

Una sonrisa se movió en mis labios, atesorando esa respuesta, mis ojos empezaron a brillar
también porque finalmente lo hice... la conseguí. Conseguí que el amor de mi vida accediera
a pasar su vida conmigo... y fui el hombre más afortunado de este planeta.

Su respuesta llegó como un susurro, amortiguado por sus lágrimas audibles. —Sí... me
casaré contigo.
28
EMERSON
Después que Lizzie se fue a dormir, estábamos sólo nosotros dos en nuestro dormitorio.

Derek hizo un fuego en la chimenea, así que el resplandor iluminó la habitación mientras
nos movíamos juntos bajo las sábanas, silencioso excepto por los profundos sonidos de
nuestra respiración, nuestros cuerpos juntándose perfectamente, la cama no hacía ningún
ruido porque todo lo que necesitábamos era sentirnos el uno al otro.

Su anillo se sintió tan pesado en mi mano, el metal se clavó en mi piel cuando le rebané
las uñas en la espalda. A veces veía la luz brillar por el rabillo del ojo, reflejando el fuego que
crepitaba y estallaba.

Incluso cuando ya era pasada la medianoche y teníamos planes a primera hora de la


mañana, nos manteníamos despiertos, tumbados uno al lado del otro mientras nos
mirábamos, nuestros cuerpos juntos, nuestros ojos viéndose de una forma totalmente nueva.

Este hombre sería mi marido.

Yo sería la Sra. del Dr. Derek Hamilton.

Vaya título.

Su mano se deslizó hasta mi cadera y hasta mi cintura, recorriendo las curvas hasta que
me agarró las costillas por debajo del pecho, como si estuviera memorizando la forma de mi
cuerpo. —No sólo vienen a celebrar la graduación de Lizzie. Vienen a celebrarnos a nosotros.

— ¿Les dijiste?

—Se lo dije antes de preguntar.

Mis ojos lo recibieron sin emoción. — ¿Sabías que diría que sí?

—Con una propuesta como esa, ¿cómo podrías decir que no? —Llevaba su bella sonrisa,
sus ojos amables y juguetones. Era el hombre que tanto me costó encontrar, el hombre que
tanto me costó hacer bien una vez más. Ahora, él estaba aquí... permanentemente.

—Tienes razón.
—Tus padres también vienen. Pensé que podrían conocer a mi familia.

—Eso será agradable.

—Me dio un poco de miedo preguntarle a tu padre, pero ¿sabes lo que dijo?

Sonreí porque sólo podía imaginarlo.

—Dijo: 'Mi hija es una mujer adulta con una hija de trece años. No necesitas pedirme
permiso.

Me reí entre dientes. —Sí, eso suena como papá.

—Me gustó esa respuesta.

—Sí, es genial. —Sabía que mis padres no estaban contentos con la forma en que Derek
me había hecho daño, pero también me alegró que estuvieran dispuestos a aceptarlo y a darle
otra oportunidad.

—Entonces... ¿cuándo quisiste casarte?

—Oh, no lo sé. Acabo de comprometerme.

Se rio. — ¿Querías hacer una gran boda o sólo algo pequeño?

—No conozco a tanta gente como tú, así que probablemente algo pequeño.

—Bueno, dime cuándo y dónde, y estaré allí.

—Está bien.

— ¿Quieren mudarse ahora?

—Tienes prisa, ¿eh? —Me burlé.

—Mi madre me dijo que en el momento en que le pides a alguien que se case contigo, es
cuando comienza tu vida en común. No empieza el día en que son marido y mujer. Mi madre
vivía con mi padre antes que se casaran. Sería bueno verlos todos los días.

No había duda que perdonarlo era la decisión correcta. Ahora que me tenía agarrada, tenía
su anillo en mi dedo, me quería todo, tanto como pudiera conseguir, lo más rápido posible.
Me sentí más amada de lo que nunca había sido. —Tu cama es realmente cómoda...

Sus ojos se iluminaron ante mis palabras. —Y el dormitorio de Lizzie puede estar al otro
lado del ático.
Me reí entre dientes. —Eso también estaría bien.

—Puedo ayudar a Lizzie con sus deberes todos los días, tú puedes ayudarme a escribir
mientras ella ve la televisión, tus padres o los míos pueden verla en las citas nocturnas, y
podemos escabullirnos al hotel de enfrente... suena bastante perfecto.

—Sí, suena perfecto.

—Puedo comprarle a tus padres un lugar en el edificio, para que estén cerca.

—Oh Dios, no, —dije con una risa—. No necesitas hacer eso, Derek.

—Entonces, ¿dónde vivirán? ¿En ese apartamento?

—Sí. Puedo seguir cuidándolos con mi salario.

Los ojos de Derek se entrecerraron en mi cara, y me dio una larga y dura mirada. —Nena,
vamos.

—Vamos, ¿qué?

—Ya sabes lo que quiero decir con eso.

—No necesito que cuides de mis padres...

—Son mis padres también. Lo que es mío es tuyo, y viceversa. No quiero que siga
habiendo una separación entre nosotros de esa manera. No quiero que te resistas. No quiero
que seamos raros con el dinero. Siempre me han molestado las mujeres que me quieren por
mi dinero, y ahora tú eres la primera mujer que realmente quiero que quiera mi dinero.
Tómalo.

—Derek...

—Dijiste que sí. Eso significa que aceptas llevarme a mí, a mis cohetes, a mis trabajos
graduados por todos lados, a mis historias... y a mi éxito. Todo se junta en un solo paquete.
Aceptaste compartir tu vida conmigo, y en mi vida, tengo dinero. Así que, tú también tienes
dinero. ¿De acuerdo?

Inhalé una larga y profunda respiración antes de asentir con la cabeza.

—Grandioso. Porque tengo otra idea que quiero que me cuentes...

—Bien.
—Y la única razón por la que lo sacó a colación tan pronto es porque la fecha límite para
solicitarlo es la próxima semana.

—Bien...

— ¿Qué opinas que Lizzie vaya a una escuela privada?

Le di una mirada perdida porque nunca lo había considerado. —Yo... no lo sé. Nunca se
me ha pasado por la cabeza, de verdad. Bueno, lo hizo, pero era tan caro que no podía
permitírmelo. Elegí ahorrar mi dinero para la universidad en su lugar.

—No voy a insultar a la escuela pública porque a Lizzie le va muy bien, pero en mi
experiencia en la escuela privada, había muchas más oportunidades. Aulas más pequeñas,
más instrucción práctica, programas más avanzados, conexiones con las escuelas de la Ivy
League... cosas así.

Una madre quería lo mejor para sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la educación.
Eso sonaba como un sueño hecho realidad, con algunas estipulaciones. — ¿No son los niños
de las escuelas privadas... un poco engreídos?

— ¿Soy engreído? —preguntó con una sonrisa—. ¿Dex? ¿Daisy?

—No, pero tus padres son probablemente la razón de eso.

—Y nosotros seremos la razón por la que Lizzie no se vuelve engreída. Honestamente, ella
estará bien. Primero fue a la escuela pública, y es muy realista. Yo no me preocuparía por
eso.

—Bueno, ¿cuánto cuesta?

Todo lo que hizo fue mirarme fijamente.

—Sólo digo que...

—Esta es tu hija, y no voy a obligarte a hacer nada que no quieras hacer, pero si la escuela
privada es algo que realmente quieres, no hablemos de dinero. Quiero lo mejor para Lizzie.

— ¿No se llevan sólo a los niños súper inteligentes?

—Te lo digo, Lizzie es muy inteligente.

—Lo sé, y aprecio tu confianza en ella, pero en términos de pruebas estandarizadas, no va


a competir con los Derek Hamiltons de allí. No quiero que se emocione, sólo para ver cómo
la rechazan. Es sensible... le hará daño.
—No te preocupes por eso. Ella entrará.

— ¿Cómo?

Se encogió un poco de hombros. —Bueno, soy Derek Hamilton... uno de sus estudiantes
más famosos.

—Pero si ella toma un lugar cuando otro estudiante se lo merecía más.

—No le darán el lugar de otro. Sólo le harán un hueco. No te preocupes por eso. Tienen
mucha integridad y nunca le quitarían el lugar a un niño de esa manera. Así que... parece
que tu respuesta es sí.

—Supongo que sí.

Sonrió. —Genial. —Quería que fuera el regalo de graduación de Lizzie en la fiesta.

— ¿Crees que le entusiasmará?

—Absolutamente. Lizzie es muy ambiciosa. Creo que estará encantada.

Sí, probablemente lo estará. Estaría emocionada de ir a la antigua escuela de Derek, de


decirle a los otros chicos que conocía a Derek Hamilton. Nunca la había visto trabajar tan
duro por su futuro hasta que conoció a Derek, y ahora no podía imaginar los lugares a los
que iría con él para ayudarla. —Gracias... por todo.

Sus ojos se suavizaron.

—Por ser tan bueno con mi pequeña. —La amaba tanto, y fue una bendición encontrar un
hombre que la amara también, que la cuidara, en quien pudiera confiar para que la cuidara
si yo no estaba cerca.

—Gracias por dejarme tener una relación con ella. Sé que al principio fui aprensivo, pero
ella ha sido una de las mejores cosas que me han pasado. Cuando nos conocimos, no sabía
que podía amar a una persona, pero me enseñaste que podía amar a dos.

—Derek...—Le ahuequé la cara y le di un suave beso en los labios.

Me acercó y me abrazó, me sostuvo contra su cuerpo caliente en un apretón afectuoso.

—Bueno, es tarde... Probablemente deberíamos dormir un poco antes de la fiesta de


mañana. —Me aparté y miré por encima del hombro al reloj de la mesita de noche, viendo
que eran las 3:52 de la mañana. Ahora sabía por qué estaba tan cansada.
Me miró como si no estuviera cansado en absoluto. —Si crees que te voy a dejar dormir,
no me conoces muy bien...

Al mediodía, la gente empezó a presentarse.

Primero fueron Cleo, Deacon y Daisy, y estaban muy emocionados de celebrar conmigo.
Cleo inmediatamente miró el anillo de mi mano izquierda. —Oh Dios mío, es tan hermoso.
Perfecto para una mujer hermosa. —Me besó en la mejilla—. Bienvenida a la familia, Sra.
Hamilton.

—Gracias. —Sonreí suavemente, amando la forma en que ese nombre me quedaba tan
bien.

Deacon me abrazó y me dio un beso en la mejilla también. —Gracias por no renunciar a


mi hijo.

—Nunca lo haré.

Sonrió antes de darme una palmadita en el hombro y se unió a Cleo para saludar a Derek.

Daisy fue la siguiente. —Te apuesto a que salió corriendo a buscar el anillo después de
verte con ese vestido. —Sonrió antes de darme un fuerte abrazo—. Porque, chica, parecías
fuego.

—Gracias, Daisy.

Guiñó un ojo antes de entrar en la casa.

Me volví para mirar a Derek con su familia.

Deacon abrazó a su hijo con fuerza y le tomó la cabeza. —Estoy orgulloso de ti,
hombrecito.

Cleo lo abrazó y no lo soltó. —Te quiero, cariño. Me alegro mucho por ti.

—Gracias, mamá.

Lizzie se acercó. —Oye, ¿y yo qué?


Deacon se rio y se dio la vuelta para saludarla. —Ahí está ella. Lizzie, felicitaciones por la
graduación. —La abrazó y le dio una palmadita en la espalda—. Ya te has convertido en una
jovencita maravillosa.

—Una hermosa joven. —Cleo la abrazó fuertemente—. Tenemos muchos regalos para ti.

—Sí. —Lizzie la abrazó antes que ella diera un paso atrás—. ¡Derek y mi madre se van a
casar!

—Sí. —Cleo sonrió—. Nos hemos enterado.

—Eso significa que ustedes son como mis abuelos, ¿verdad? —Lizzie preguntó.

Deacon y Cleo sonrieron tan brillantemente, como si nada les hiciera más felices que tener
su primer nieto, aunque no fuera de Derek.

—Sí. —Cleo la abrazó, y también lo hizo Deacon—. Lo somos.

Mis padres fueron los siguientes, y me alegró mucho ver lo emocionada que estaba mi
madre. Tiró su bolso sobre la mesa y se lanzó a coger mi mano izquierda. —Emmy, es
precioso. ¡Mira esa cosa! —Giró mi muñeca para ver cómo reflejaba la luz—. Cariño, mira
este anillo.

Papá se acercó y silbó. —Eso no fue barato. Parece que a este tipo le gustas mucho, Emmy.

Yo sonreí. —Sí, creo que sí.

Ryan y Camille vinieron después. Ryan se acercó a mí y me rodeó con sus brazos. —Oye,
parece que vas a ser mi mejor amiga política. Eso es algo, ¿verdad?

Camille me abrazó. —Ella es una de nosotros ahora. Creo que eres genial para Derek. Es
bueno verlo feliz.

—Y es muy agradable verle sacar la cabeza del culo, —dijo Ryan—. Muy bonito.

Me reí. — ¿Cómo estuvo Italia?

—Oh, fue tan genial, —dijo Camille—. Fuimos al Vaticano y fuimos a un par de bodegas...

—Lo hicimos en todas partes, —dijo Ryan—. Lo hicimos al estilo italiano.

Camille puso los ojos en blanco. —Hicimos turismo y cosas así...

—Pero principalmente lo hicimos—, dijo Ryan—. Como, todo el tiempo.


— ¿Quieres callarte?, —dijo ella—. No quiere oír que tuvimos sexo en nuestra luna de
miel.

— ¿Por qué no? —Ryan preguntó—. Ella va a tener sexo en su luna de miel.

Camille me miró y sacudió la cabeza. —Siento que mi marido no tenga modales.

—Te gusta que yo no tenga modales. —Se agachó y le agarró el culo y la hizo saltar.

Ella le dio una palmada en la muñeca. —Hay una niña aquí.

— ¿Y qué? —Luego le agarró la teta—. No está mirando.

Camille agarró a Ryan por la muñeca y lo tiró a un lado.

—Felicitaciones, Emerson. Por Derek y tu hija. —Ella lo detuvo ante Derek, y ellos lo
abrazaron.

Me gustaban mucho Ryan y Camille. Eran divertidos y buenos amigos de Derek. Estaba
feliz que ahora los vería mucho más a menudo.

La siguiente persona que entró por la puerta fue Dex. Tenía una bolsa sobre el hombro
como si acabara de llegar a la ciudad. Iba en vaqueros y camisa, tenía hombros anchos y la
misma estatura que su hermano mayor. Dejó su bolsa en la mesa de la entrada y se acercó a
mí. —Oye, es mi persona favorita en el mundo.

— ¿Tu favorita? —Le pregunté sorprendido.

—Sí. Hiciste feliz a mi hermano. —Asintió con la cabeza a Derek y luego se volvió hacia
mí—. Entonces, me hiciste feliz. —Me rodeó los hombros con su brazo y me dio un abrazo
de un solo brazo—. Dice mucho de ti que fuiste capaz de perdonar a Derek por todo eso...
Eres genial para él.

—Él también es genial, Dex.

—Lo sé. Pero ahora está mejor. Así es como sabes que encontraste a la persona adecuada,
cuando te hacen mejor. Al menos, eso es lo que dice mi padre. —Me miró la mano
izquierda—. Vaya, qué bonito. Derek me envió una foto, pero se ve impresionante en
persona.

—Gracias.

Dex me miró de nuevo, con una sonrisa amable, la misma sonrisa que tenía su padre. —
¿Tu hija se graduó en octavo grado?
—Sí, lo hizo.

—Felicitaciones. —Sólo cuatro años más, y se habrá vuelto... loca.

—Lo sé, me ha estado golpeando mucho últimamente.

—Cuando Derek se mudó, mis padres estaban devastados, y cuando yo me mudé, Daisy
me dijo que estaban devastados, así que nunca se hace más fácil. Ojalá pudiera decirte que
sí, pero no es así.

—Gracias por mantenerlo real.

Se rio. —Cuando quieras.

—Así que, ¿has venido hasta aquí para celebrarlo?

—Sólo un par de trenes y unos cuantos paseos en Uber, pero valió la pena. Tengo que
volver el domingo porque tengo una operación el lunes. Pero no me voy a perder esto.
Después de todo lo que pasó con mi madre, me he dado cuenta que no importa lo ocupado
que estés, haces tiempo para las cosas. Si no lo haces, ¿qué sentido tiene?

—Cierto.

—Y ahora que eres familia, pégame si alguna vez necesitas algo. Siempre estoy aquí,
incluso si tienes un dolor raro y sólo quieres consejo médico gratuito.

—Gracias, Dex.

Cuando Daisy vio a su hermano, se acercó rápidamente. — ¡Dex! —Se acercó a su pecho
y lo abrazó fuertemente, cerrando los ojos mientras lo apretaba—. No puedo creer que hayas
venido.

—Como si me fuera a perder esto por algo. De alguna manera, Derek consiguió que una
bomba accediera a casarse con él. Tuve que verlo por mí mismo para creerlo.

Ella se rio. —Lo sé, ¿verdad? —Se apartó y le apretó los brazos—. ¿Cómo está tu médico
de mierda?

— ¿Mierda de médico? ¿Así es como lo llamas?

—Oye, yo le digo lo mismo a papá.

Fue divertido verlos interactuar. Derek parecía estar más cerca de Dex que de Daisy, y
Daisy parecía estar más cerca de Dex que de Derek. Hubo bastantes años de separación entre
ellos, así que tenía sentido que Daisy no estuviera tan cerca de Derek. Tenían que estar
separados por lo menos diez años.

Otra pareja entró por la puerta, y esta vez, hice una doble toma porque no podía creer que
fuera él. No tenía ni idea que habían sido invitados.

Kevin caminó de la mano de una mujer rubia. Era la misma mujer que había tenido con él
en la cena de ensayo. Ella llevaba un vestido de verano con un sombrero flexible, y él llevaba
pantalones cortos y una camiseta. Los dos parecían aprensivos cuando entraron, inseguros
de si su recepción sería cálida.

Todo lo que podía hacer era mirar fijamente porque no podía creer que Derek les hubiera
pedido que vinieran.

La mayoría de las voces de la habitación se callaron cuando se dieron cuenta que Kevin
estaba allí.

Me volví para mirar a Derek, para ver lo que haría.

Derek lo miró fijamente durante unos segundos, sus rasgos aún son como una fotografía.
Luego dejó a sus padres y cruzó la habitación, pasó por delante de mí y se acercó a Kevin. —
Hola, me alegro de que hayas podido venir.

Las líneas duras de la cara de Kevin se aflojaron inmediatamente cuando vio la forma en
que Derek lo saludó, le dio la bienvenida a este importante momento de su vida... aunque la
última vez que estuvo comprometido, se arruinó. —No me lo perdería.

Derek dudó antes de acercarse y darle un abrazo.

Kevin lo abrazó y cerró los ojos, con la palma de la mano apoyada en los omóplatos de
Derek.

Cuando Derek se alejó, se volvió hacia la prometida de Kevin. —Tú debes ser Beatrice.

—Sí. —Ella sonrió y extendió su mano—. Es un placer conocerte. Kevin me ha hablado


mucho de ti.

Derek le dio la mano y luego se volvió hacia mí. — ¿Bebé?

Estaba tan aturdida por su interacción que dudé antes de ir. Derek me dijo que se había
reconciliado con Kevin, pero no podía creerlo ni siquiera cuando me miró a la cara. Había
visto a Derek noquear a este tipo de un solo golpe y hacerlo golpear el hormigón.

El brazo de Derek se movió a mi alrededor. —Kevin, ella es Emerson... mi prometida.


Kevin sonrió antes de extender su mano. —Encantado de conocerte. —Después de
estrechar mi mano, hizo un gesto a la mujer que estaba a su lado—. Esta es mi prometida,
Beatrice.

Beatrice me dio la mano. —Gracias por permitirnos celebrar con usted. Espero que
podamos ser buenos amigos.

—Sí, estoy seguro que lo seremos, —dije.

Derek siguió parado ahí con Kevin, como si no supiera qué decir, pero parecía feliz de
estar ahí. — ¿Puedo ofrecerles un trago?

—Claro, —dijo Kevin—. Los dos tomaremos una cerveza.

Derek se fue a buscar las bebidas.

Todos siguieron mirándolos, incluso Ryan y Camille.

Me volví hacia Kevin. — ¿Cuándo os vais a casar?

—En septiembre. —respondió Kevin—. Cuando refresque un poco. Mantuvo los ojos en
Derek mientras se alejaba, como si tuviera miedo de no volver.

—Me alegro mucho que lo hayáis solucionado. —Solté las palabras, intentando consolar a
Kevin cuando parecía visiblemente arrepentido. —Los buenos amigos son difíciles de
encontrar... y vale la pena luchar por las cosas buenas.

Volvió a mirarme, con la gratitud en los ojos. —Bien dicho, Emerson.

Después que Derek regresara con las bebidas, fue dejado de lado por Dex y Daisy. —Eh,
¿hola? —Dex dijo—. Tu persona favorita está aquí. Levantó las manos en el aire. Sólo vine a
ver a Emerson, pero deberías estar emocionado de verme, idiota. —Intercambiaron abrazos
y entraron en una conversación.

Deacon y Cleo vinieron a ver a Kevin.

Me sentí incómoda al estar ahí para su primera interacción, pero sentí que sería más
incómodo si me fuera.

Deacon se acercó a Kevin y le abrió los brazos. —Ha pasado mucho tiempo.

—Sí, —dijo Kevin en voz baja—. Ha pasado mucho tiempo...

Deacon tendría motivos para odiar a Kevin por lo que le hizo a Derek, pero lo abrazó. —
Estamos felices que estés aquí. Tenemos que recuperar todo el tiempo que hemos perdido.
Kevin se relajó en su abrazo, como si estuviera abrazando a su padre. —Sí, eso suena
genial. Solía venir aquí en verano con ustedes todo el tiempo. Es muy agradable estar de
vuelta.

Cleo lo abrazó después. —Tendremos que reunirnos todos los veranos aquí. Haremos
barbacoas, iremos a pescar y comeremos hamburguesas de salmón...

Kevin se rio de su chiste. —Realmente los extraño, lo creas o no.

Saludaron a Beatrice, y luego Deacon se volvió hacia mí. —La vida ha sido muy buena
para nosotros. Cleo está bien, nuestra familia está sana, y tenemos una nueva hija y una nieta.
—Su mano se movió a mi espalda—. Ahora tenemos a nuestro hijo adoptivo de vuelta... y la
vida es buena.

Pasamos el día en el patio trasero, haciendo hamburguesas, bebiendo cerveza y pasando


tiempo juntos. Lizzie abrió todos sus regalos, y fue bañada de amor por gente que la amaba
sin razón.

Estaba agradecida de haber encontrado un hombre que pudiera darle eso.

Habíamos estado los cuatro tanto tiempo, y no tenía muchos amigos porque estaba tan
ocupada trabajando y cuidando a un bebé que no nos manteníamos en contacto. Derek llenó
ese vacío por mí, dándome todo lo que me faltaba.

El fuego estaba rugiendo, así que Derek asó los malvaviscos y se los dio a Lizzie para que
pudiera construir los malvaviscos y repartirlos a la gente. En lugar de un pastel tradicional,
ella quería hacer s'mores, que parecían tocar a Derek.

Me senté al lado de Derek y le vi asar los malvaviscos en el palo.

Lizzie volvió y preparó el siguiente lote, dos trozos de chocolate en las galletas graham.
— ¿Crees que encajaré ahí?

—Por supuesto.

— ¿Sí?, —preguntó—. Sólo tengo miedo de no gustarles.

— ¿Por qué no les gustarías? —preguntó él.

—No lo sé... todos son súper ricos y súper inteligentes, y yo soy básicamente Jenny de la
cuadra.
Derek se rio entre dientes mientras daba vuelta el malvavisco en el fuego. —A todos les
gusta Jenny de la cuadra, así que estarás bien. No te preocupes por eso. Harás buenos amigos
allí. Hacen muchas excursiones, así que podrás hacer cosas con tus compañeros. Un año,
hicimos un viaje a Japón durante el verano.

—Vaya, eso es genial.

—Te encantará. Te lo prometo. Y el 95% de la clase asiste a universidades de la Ivy League.

—Eso es bastante guay. Podría ser parte del noventa y cinco por ciento.

—Lo serás. —Sacó los malvaviscos del fuego y los entregó—. Ese es el último de ellos.

Lizzie construyó las malvaviscos y nos entregó dos de ellos. —Aquí tienes. Voy a darle
esto a Kevin y Beatrice. —Dejó la silla y cruzó el patio para dárselas a las dos últimas personas
que no tenían postre.

Derek miró al fuego por un rato, con una ligera sonrisa en sus labios.

Miré su hermosa cara y vi a un hombre completamente nuevo. Nunca olvidaría la primera


vez que lo vi en el vestíbulo de su edificio, devastadoramente guapo pero jodidamente frío.
Ahora era más hermoso porque su corazón era más grande, su alma estaba reparada, y era
el hombre por el que luché tanto para mantenerlo. Era feliz, amable, pacífico. Podía ver
nuestras vidas desarrollarse ante mis ojos, las décadas destruyendo nuestra juventud pero
solidificando nuestro amor. No podía esperar a que pasaran todos los años.

Cuando notó mi mirada, se volvió para mirarme. — ¿Bebé?

Mis ojos se suavizaron ante el apodo. —Te ves feliz.

— ¿Sí? —Se relajó contra la silla y alcanzó mi mano bajo mi manta, agarrándola con fuerza
mientras me miraba, el fuego iluminando su cara—. Porque soy feliz. Estoy feliz de haberte
encontrado y que me hayas vuelto a juntar.
EPILOGO I
Derek

Me senté en el sofá frente al televisor, indefenso, completamente impotente, a merced de


gente sobre la que no tenía control. Mi estómago estaba por todas partes, hecho de ácido
puro, y mi respiración era desigual, a veces profunda, a veces no sucedía en absoluto.

El cohete estaba enganchado al muelle, la fase inicial de los impulsores encendidos, la


cuenta atrás en la esquina.

El Comodoro.

Había hecho cinco pruebas durante el último año, y cada una de ellas fue un éxito después
de hacer mis cambios. Una vez que cada casilla de la lista de verificación fue completada, la
entregué a la NASA. Ahora estaba en casa y en el sofá, con temblores en la mano porque no
podía mantener la compostura, ni siquiera delante de mi familia.

—El Comodoro está listo para el lanzamiento. Diez... nueve... ocho...

Me senté con los brazos en los muslos, las manos en las rodillas, el corazón acelerado a la
velocidad de la luz.

Emerson estaba a mi lado, mirando la pantalla.

Lizzie estaba en el otro lado, tranquila.

Mis padres estaban en el otro sofá, sin decir una palabra.

—Siete... seis... cinco...


Por Dios, esto fue una tortura. Si este cohete explotara... sería el final del camino para mí.
No podría vivir algo así otra vez. No podría ir a clase con dos lanzamientos catastróficos.

—Cuatro... tres... dos.

Inspira, espira.

Me invitaron a la sala de control, pero sabía que eso me haría sentir peor, viendo a todos
trabajar sin control real sobre lo que hacían. Todo lo que podía hacer era quedarme allí y
esperar lo mejor.

Preferiría estar en casa con mi familia, especialmente si se volviera loca.

—Uno.

Los propulsores se encendieron, una tormenta de llamas, la vibración de la nave visible.


Los muelles se separaron y se alejaron, dejando al Comodoro solo para el lanzamiento.
Comenzó a moverse lentamente, el combustible elevando las toneladas de peso hacia el cielo.

—Hemos despegado.

Mis ojos estaban en la pantalla, viendo al Comodoro desprenderse del suelo y elevarse hacia
el cielo. Mi respiración era profunda e incluso ahora, temerosa de parpadear y perder un
momento.

Lizzie alcanzó mi mano y la agarró.

Mis dedos se entrelazaron con los suyos, y yo apreté su mano.

Emerson agarró mi otra mano e hizo lo mismo.

Juntos, vimos el cohete salir de la tierra, pasar las nubes, convertirse en un punto distante
de la cámara.

Y lo hizo.
EPÍLOGO II
Derek
Caminé por el pasillo con Emerson, los dos llevamos las cosas que necesitaría para mi
demostración. Pasamos por puertas con pequeñas ventanas en la parte superior de cada una,
mostrando aulas llenas de estudiantes con un instructor al frente. El azulejo estaba a cuadros
en blanco y negro, y había vitrinas de cristal que mostraban trofeos para la escuela.

Me detuve cuando reconocí uno.

Emerson se acercó a mi lado y miró dentro. —Oh Dios mío, ¿eres tú?

Yo sonreí. —Sí. Gané la Feria Internacional de Ciencias ese año. Me sorprende que aún la
tengan en pie.

—Probablemente porque eres famoso, Derek. —Me dio un codazo en el costado


juguetonamente antes de seguir caminando, usando un vestido suéter de manga larga y
tacones, su figura es increíble, especialmente con ese notable bulto en el frente.

Me quedé mirando su trasero antes de voltearme para alcanzarla.

—Estoy nerviosa.

— ¿Cómo es posible? —Se detuvo frente al aula de Lizzie y se volvió hacia mí—. Esto es
lo que haces, Derek. Enseñas.

—Sí, pero es el día de la carrera, y... no quiero estropearlo y avergonzar a Lizzie.

Emerson me miró con ojos suaves, como si nada de lo que pudiera hacer avergonzara a
ninguno de los dos. —No te lo habría pedido si no te quisiera aquí. Está muy orgullosa de ti,
como yo.

Mi esposa me amaba sin importar lo que pasara, creyó en mí cuando olvidé creer en mí
mismo, y en lo mejor y en lo peor, ella seguía ahí. Trabajó a mi lado todos los días, llevó a mi
bebé, y me empujó a seguir escribiendo incluso cuando dudaba de mí mismo.

Su mano fue a la mía, sus dedos descansando sobre mi anillo de bodas. —Sólo finge que
estás en tu clase. Estarás bien.
Asentí con la cabeza. —Está bien.

Ella sonrió y luego se volvió hacia la puerta y la abrió.

El aula estaba llena de adolescentes, de quince años. La Sra. Lemon se apoyó en su


escritorio y me dio una amable sonrisa mientras el padre anterior terminaba su presentación.
La madre llevaba un traje gris y habló de su práctica privada como litigante en la ciudad,
discutiendo algunos de sus casos y de por qué era tan importante respetar la ley.

Me paré cerca de la pared con Emerson y esperé pacientemente nuestro turno.

Cuando me giré para mirar a Lizzie, ella estaba en la tercera fila, y mientras hacíamos
contacto visual, sonrió y saludó con la mano.

Yo le devolví la sonrisa, un poco menos nervioso.

La abogada terminó su presentación, los estudiantes aplaudieron, y luego ella se excusó


de la clase.

Emerson y yo pusimos nuestras cosas en el mostrador para poder prepararnos. Saqué mi


modelo de cohete y lo puse en el centro.

—Bien, todo el mundo, —dijo la Sra. Lemon—. Nuestra próxima presentación es de Derek
Hamilton-

— ¡Ese es mi padre! —Lizzie levantó la mano con orgullo.

Me quedé quieto ante su anuncio, me quedé quieto ante su sonrisa, me quedé quieto ante
la forma en que sonreía con orgullo y miraba a sus amigos.

Fue uno de los mejores momentos de mi vida.

Emerson me frotó suavemente el brazo para devolverme al momento, una sonrisa en sus
labios. —Tú puedes, cariño. —Se alejó de la mesa para que yo pudiera empezar.

La Sra. Lemon se volvió hacia Lizzie. — ¿Le gustaría dar una introducción al resto de la
clase?

—Claro, —dijo Lizzie—. Mi padre es un ingeniero que construye todo tipo de cosas, como
prótesis, sillas de ruedas eléctricas, autos, e incluso hace rovers con la NASA. Pero lo mejor
que hace es construir cohetes... ¡porque es un científico de cohetes!

Toda la clase reaccionó, susurrándose unos a otros con emoción.


No pensé que sería capaz de dar esta presentación en este momento, no cuando Lizzie
hizo que mi estómago se convirtiera en líquido y sentí la emoción arrastrarse a mi pecho y
luego a todas partes. Recordé la primera vez que me llamó papá. Fue un sábado por la
mañana, y salió de su habitación con sus deberes para pedir ayuda. Me llamó papá y no lo
pensó dos veces... y así me llamó desde entonces.

—Gracias, Lizzie. —La Sra. Lemon se volvió hacia mí—. Comience, Dr. Hamilton.
EPÍLOGO III
Derek
Lizzie terminó de escribir en la pizarra con el marcador, haciendo sus cálculos, y una vez
que terminó, volvió a colocar el capuchón del bolígrafo en su lugar y lo colocó en la repisa
en el fondo de la pizarra. Se echó hacia atrás, con los brazos cruzados, y lo miró fijamente.

Leí cuidadosamente un par de veces, con los brazos cruzados sobre el pecho y los dedos
apoyados en la barbilla.

Lizzie se volvió hacia mí, con la ceja levantada.

—Creo que es bueno. Creo que si hacemos un par de cambios, esto podría funcionar.

Volvió a mí, con su cabello castaño en una cola de caballo alta. —Estuve revisando todo
anoche porque no podía dormir, y me di cuenta que si quitamos el propulsor actual y lo
reemplazamos por un pulso, lo haría más ligero y también más duradero—. Abrió su bolsa
y sacó sus bocetos.

Me acerqué a su lado y miré sus notas. —Liz, esto es bueno... realmente bueno.

—Gracias. —Me sonrió—. Aprendí del mejor.

Mi mano fue a su espalda, y le di una palmadita suave.

La puerta se abrió, y Emerson entró. —Tengo el almuerzo.

—Oh, gracias a Dios. —Lizzie levantó sus manos en el aire—. Me muero de hambre.

Sonrió y puso todo sobre la mesa. —Siempre estás hambrienta.

Jerome y Pierre se movieron para coger los bocadillos. —Esta es mi parte favorita del día,
—dijo Jerome antes de dar un mordisco—. Aparte de ver tu hermosa cara, por supuesto. —
Le guiñó un ojo a Emerson.

Emerson sonrió. —Gracias, Jerome.

Lizzie se unió a ellos y agarró su sándwich y patatas fritas. — ¿Quieren ver mi nuevo
diseño?
—Sí, echemos un vistazo. —Pierre dio un mordisco antes de seguirla a la mesa para ver lo
que acababa de mostrarme. Jerome se unió a ellos, leyendo todo.

Me acerqué y le di un beso a Emerson. —Gracias por el almuerzo.

—No hay de qué. Es mi parte favorita del día, verte a ti.

Sonreí y le di un apretón de manos. —Gracias, nena. —Agarré un sándwich y una bolsa


de papas fritas y las puse en el plato.

Emerson vio a Lizzie trabajar con Pierre y Jerome, usando una sudadera con capucha y
jeans con Converse en sus pies. —Ella encaja muy bien con ustedes.

—Sí, —dije con orgullo—, Ella lo hace.

—Nunca pensé que crecería para ser una ingeniera... trabajando para Derek Hamilton.

La miré, viendo a mi esposa de diez años, la madre de todos mis hijos, la mujer más
hermosa que jamás había visto. —La vi.

Me sonrió, con sus ojos suaves como todos los días. — ¿Crees que los chicos también lo
serán?

— ¿Quién sabe? Pero no tengo dudas que harán grandes cosas, sean lo que sean.

Lizzie dejó de hablar con los chicos y trató de llamar mi atención.

— ¿Papá? Ven a ver esto. Pierre acaba de hacer una buena observación...

Nunca me cansaré de oírla llamarme así. Me sentí como si hubiera estado allí el día que
nació, como si la hubiera dejado en la escuela en su primer día de guardería. Sentí que ella
siempre había estado ahí, siempre había estado en mi corazón. —Tengo que irme. Parece que
me necesitan.

Emerson me besó la mejilla antes que me agarrara el culo. —Sé que lo eres. Siempre se te
necesita, por todos nosotros.
TAMBIÉN POR
VICTORIA QUINN
Como el cirujano cardíaco más renombrado del mundo, cumplí todos mis sueños. Hice mi
trabajo humanitario en Sudáfrica, llevé a cabo una investigación innovadora con mi clínica y
marqué la diferencia cada día. ¿La mejor parte? La forma en que mi padre me miraba... como
si nunca hubiera estado más orgulloso.

Pero cuando mi paciente muere en la mesa, lo pierdo todo.

Y quiero decir TODO.

Mi esposa me dejó.

Perdí mi práctica.

Y lo peor de todo... me perdí a mí mismo.

Nunca podré recuperar todo lo que perdí, ni quiero hacerlo.

Hasta que me encuentro con Sicily... y ella se niegue a aceptar un no por respuesta.
1
Dex
Antes de un procedimiento, siempre me reunía con la familia. Hablamos de nuestras
opciones, nuestras expectativas, y pasaba mi tiempo asegurándole al paciente un par de
cosas. Una, que yo era el mejor cirujano cardíaco del país, por no hablar del mundo, y que
ellos estaban en buenas manos, literalmente. Dos, que sin el procedimiento, morirían de
todos modos.

Me preocupaba por mis pacientes más de lo que debería. Esa era mi debilidad, e intenté
ser más pragmático con mis sentimientos. En lugar de ser una persona anónima y sin rostro
en la mesa, eran alguien que me importaba... como la familia. Pero eso creó ansiedad y miedo,
me puso en un estado emocional cuando necesitaba ser resistente, así que traté de no
preocuparme tanto.

Pero esta vez fue diferente.

Porque la persona que más amaba en este mundo tenía todo que perder.

Catherine se sentó frente a mí en la mesa de la cafetería del hospital, con una camisa de
franela roja con vaqueros y botas negras, su cabello castaño desordenado porque lo tocaba
con ansiedad. Su barbilla descansaba sobre sus nudillos cerrados, su anillo de diamantes
brillaba bajo las luces fluorescentes, y una fina película de humedad entraba y salía en sus
ojos. —Dex, tengo miedo... —Levantó la barbilla y me miró, no a su ser normalmente
tranquilo. No era la mujer fuerte de la que me había enamorado, pero verla así me hizo
amarla más—. Este es mi padre...

Mi plato de comida no se había tocado, y me senté en mi bata azul, con mi buscapersonas


en la cadera, el sonido de conversaciones tranquilas a mi alrededor de las enfermeras y los
médicos en sus descansos. Mi voz salió como un susurro, tratando de consolarla lo más
posible. —Lo sé.

—No puedo imaginar mi vida sin él, ¿sabes?

Oh, lo sabía muy bien. Mi padre no era sólo mi padre, sino mi amigo. Ambos éramos
médicos, así que teníamos mucho en común, y no tenía idea de cómo se mantenía tan
apegado a cada paciente cuando había perdido tantos en su carrera. ¿Cómo tenía el corazón
para preocuparse una y otra vez? —Nena, sé que estás asustada. Yo también estaría asustada,
si fuera mi padre. Pero recuerda que soy el mejor de los mejores, y haré todo lo posible para
devolverte a tu padre en mejores condiciones que cuando lo tuve. —Mis colegas
recomendaron que otro cirujano tomara el caso, porque operar a alguien que conocías tan
personalmente era una mala idea. Pero literalmente no había nadie mejor que yo, y su mejor
oportunidad de supervivencia para esta complicada cirugía era conmigo.

—Lo sé. —Dejó caer su mirada—. Sigo diciéndome eso a mí misma.

Miré su cara y encontré su presencia reconfortante. Ella era todo mi mundo, todo lo que
necesitaría para el resto de mi vida. Era mi trabajo consolarla ahora mismo, pero ella me
consoló sin darse cuenta.

—Prométeme. —Me miró de nuevo, suplicando con sus ojos.

Yo mantuve su mirada.

—Prométeme. —No podré dormir esta noche si no lo haces.

Nunca le garanticé nada. —Prometo que haré lo mejor que pueda.

—Dex. —Sus ojos empezaron a lagrimear—. Prométeme que me devolverás a mi padre.

Respiré profundamente mientras la miraba, sintiendo el peso sobre mis hombros,


sintiendo su vida en mis manos cerradas mientras descansaban sobre mis muslos bajo la
mesa. Le daría a esta mujer cualquier cosa, incluso una promesa que no pudiera cumplir.

—Prometo...

La noche anterior el procedimiento fue sencillo. Catherine preparó la cena en la cocina,


vimos la televisión en el sofá, y como tenía que dormir bien, acordamos que yo dormiría en
nuestro dormitorio solo mientras ella tomaba un cuarto de huéspedes en nuestro ático.
Nunca tomé drogas para nada, pero decidí tomar un poco de Benadryl antes de acostarme
para asegurarme de dormir bien esa noche.

Catherine y yo apenas nos hablábamos. Ambos estábamos estresados.

Ella estaba estresada por perder a su padre.

Yo estaba estresada porque mataría a mi suegro.

Se oyó un golpe en la puerta.


Salí de la sala y caminé hacia la puerta principal, sabiendo ya quién estaba del otro lado
antes de llegar allí. No me molesté en revisar la mirilla antes de abrir la puerta y vi a mi padre
allí de pie, con una chaqueta negra, vaqueros y botas. Sus labios no se elevaban con una
sonrisa cuando me miraba, sus ojos no brillaban con el calor interior. De todas las personas
de este mundo, él entendía el estrés que me consumía.

Lo miré fijamente, a la altura de los ojos porque éramos de la misma altura.

Papá asintió con la cabeza hacia el pasillo. —Vamos a dar un paseo.

Agarré mi chaqueta y no me despedí de mi esposa antes de reunirme con mi padre en el


pasillo, bajando el ascensor, y afuera en el frío y crujiente aire del otoño. El pavimento estaba
mojado por la lluvia que había caído esa tarde. Los parabrisas todavía tenían gotas de agua.
El aire frío era agradable para mis pulmones, limpiándolos del estrés, la ansiedad, todo lo
demás.

Papá puso su mano en mi hombro mientras caminaba conmigo. —Sólo recuerda, la ciencia
sólo llega hasta cierto punto. Hay algo más allá de la medicina que ninguna experiencia
puede ayudarte a entender. No soy un hombre espiritual, pero cuando es el momento de
alguien, es el momento de alguien y tú no eres el que decide cuándo es eso.

Lo miré mientras caminaba a su lado. —Sólo he perdido unos pocos pacientes, y creo que
no había nada que pudiera hacer con ninguno de ellos. No podrían sobrevivir a la operación,
pero sin ella, habrían muerto de todos modos.

—Porque no había nada que pudieras hacer. Lo mismo se aplica a Allen.

—Esta vez es diferente.

—No es demasiado tarde para cambiar la cita con otro médico...

—Soy el mejor. Soy su mejor oportunidad.

Me apretó el hombro antes de dejarme ir. —Entonces haz lo mejor que puedas. Y acepta
el resultado sin culpa ni culpabilidad.

Dormí como una roca.

Hice mi misma rutina matutina, hice ejercicio y tomé un pequeño desayuno, y luego me
puse el uniforme y fui al hospital sola porque quería que mi día se sintiera como cualquier
otro día, para fingir que era normal.
No vi a Catherine ni hablé con su familia antes. Pasé el tiempo en mi oficina, pensando y
planeando. Cuando llegó el momento, mi asistente me recogió, y me lavé, dejando mi anillo
de bodas en mi escritorio.

Allen estaba en la mesa, con los tubos de respiración enganchados, su catéter lleno de
goteos de orina, el monitor sonaba suavemente porque su ritmo cardíaco era normal. La luz
que había en la parte superior era brillante, brillando justo en su cara. Sus ojos se dirigieron
inmediatamente a mí cuando entré en la habitación, las enfermeras me ayudaron con la bata
y los guantes para mantenerme estéril. No podía ver mi boca porque estaba escondida detrás
de una máscara.

Me acerqué a la mesa y lo miré. —Te vas a poner bien, Allen. Voy a cuidar bien de ti.

Asintió con la cabeza. —Lo sé, hijo.

El monitor sonó suavemente en el fondo mientras trabajaba. Di instrucciones a las


enfermeras, pidiendo herramientas, comprobando sus signos vitales, mis manos todavía
mientras trabajaban en su cavidad torácica para hacer las microincisiones. El corte
equivocado podría ser catastrófico, pero tenía las mejores manos en el negocio.

Todo estaba bien.

Hasta que no lo estuvo.

Allen tuvo un paro cardíaco.

Grité órdenes a las enfermeras, puse los medicamentos para estabilizar su corazón,
comprobé los signos de sangrado innecesario que pude haber causado.

No había nada.

Nunca perdí la calma, a pesar de los eventos que me rodeaban. Desconecté todo y trabajé
con precisión y eficiencia. Pero se estaba alejando cada vez más, su ritmo cardíaco se
disparaba.

Luego se aplanó.

—Joder. —Me hice cargo de las enfermeras y presioné las palas en su pecho—. Allen,
vamos. No me hagas esto, joder. —Le envié el pulso al pecho, haciendo que su cuerpo se
estremeciera, pero su corazón no volvió, no respiró, y ya se puso azul como un cadáver
viejo—. ¡Maldita sea, vamos! —Seguí intentándolo e intentándolo.
Las enfermeras sabían que se había acabado. Dieron un paso atrás y me dejaron trabajar a
pesar de que no había esperanza.

Porque él se había ido.

Y yo también lo sabía. Pero seguí intentándolo de todas formas... sólo para aplazar la
desesperación un poco más.

Catherine y su familia estaban en el vestíbulo, esperando una actualización.

Pero no podía salir. No podía mirar sus caras y ver cómo su mundo se desintegraba. No
podía mirar a mi esposa y decirle que su padre había muerto y ni siquiera sabía por qué.
Simplemente no podía hacerlo.

Así que le envié un mensaje a mi padre. Sal y llámame en privado. Estaba en la sala de espera
con Catherine y su familia, y necesitaba hablar con él, pero no donde pudieran ver su
reacción.

Un minuto después, llamó. —Hijo, ¿cómo te fue?

Incliné la cabeza y apoyé la cara en la mano, inclinándome hacia adelante en la silla de mi


oficina, sintiendo las lágrimas explotar como una presa que se había agrietado en varios
lugares a la vez. No dije una palabra mientras dejaba que las lágrimas se hicieran audibles,
dejando que los resfriados hicieran eco en mi oficina.

Mi padre se quedó en silencio.

Allen no era sólo otro paciente que había perdido. Era un hombre al que quería como a un
padre. Era el hombre que mi esposa amaba con todo su corazón. Lo perdí de la misma manera
que ella lo perdió. Fue devastador para mí como hombre y como médico, haciendo el golpe
un millón de veces más duro.

Y para empeorar las cosas... fue mi culpa.

Papá estuvo callado durante mucho tiempo, sólo estando conmigo en el teléfono. Luego
habló. —Hijo, lo siento mucho.

—No puedo salir ahí fuera...

—Sí, puedes.

—No puedo salir y decirle a mi esposa que maté a su padre...


—No mataste a su padre, Dex. Hiciste todo lo que pudiste, pero al final, no estaba en tus
manos. Todos sabíamos que sus probabilidades eran escasas para empezar. Había demasiado
daño en su corazón. No era lo suficientemente fuerte. Esto no es culpa tuya.

Respiré profundamente y me tranquilicé, sabiendo que no podía esconderme en esta


oficina para siempre, que la conversación era inevitable porque Allen estaba muerto en el
quirófano y a punto de ser llevado a la morgue.

—Acabas de perder a alguien, Dex. Únete a nosotros en el vestíbulo para que podamos
estar ahí para ti. Todos te queremos, pase lo que pase. Nadie te culpará por esto,
especialmente Catherine.

Asentí con la cabeza. —Vale... ahora mismo salgo.

En el momento en que entré en la sala de espera, Catherine se levantó de su asiento tan


rápido, caminando hacia mí como si hubiera estado mirando ese pasillo durante horas sin
parpadear. Su madre y su hermano se pusieron de pie lentamente, sus caras se relajaron
como si asumieran que no tenía nada más que buenas noticias que compartir.

Eso empeoró mucho las cosas.

Papá y mamá se sentaron en la fila de sillas detrás de ellos, Derek también, con su esposa
Emerson. Mamá y Derek parecían saberlo porque se veían desolados y no se levantaban de
sus asientos.

Catherine corrió hacia mí, sus manos se movieron hacia mis antebrazos para agarrarse. —
¿Cómo está? —Sus ojos buscaron en mi cara, buscando una actualización de su padre,
asumiendo que aún estaba dormido y recuperándose.

Inhalé una profunda respiración mientras miraba su cara, mis manos también se agarraron
suavemente a sus antebrazos. Probablemente mis ojos estaban visiblemente hinchados e
irritados, pero ella no se dio cuenta de inmediato porque sus pensamientos eran
exclusivamente sobre su padre. —Bebé...—Dejé caer mi barbilla porque no podía hacer esto;
no podía decirlo.

Sus manos se relajaron en mis brazos, y se alejó lentamente.

Levanté mi barbilla y la enfrenté como un hombre.

Sus ojos se movieron frenéticamente de un lado a otro, leyendo mi mirada y llegando a la


conclusión sin necesidad de escuchar otra palabra. Dio un paso atrás, con las manos en la
boca mientras sus ojos lagrimeaban. —No...
Respiré profundamente otra vez y sentí que mis ojos se humedecían.

—Lo siento...

—Oh Dios. —Inmediatamente se arrodilló en el suelo, sollozando mientras se inclinaba


hacia adelante, tan devastada que no pudo mantenerse en pie por más tiempo—. No. No
puedo... No. —Se agarró el pecho y sollozó.

Su madre cayó de nuevo en la silla donde había estado sentada y se agarró su propio pecho
como si tuviera un ataque al corazón. Sus ojos inmediatamente lagrimearon, y se ahuecó la
boca, hiperventilando. Su hermano se quedó con su madre, su brazo se movía alrededor de
ella, pero tenía lágrimas como todos los demás.

Las lágrimas goteaban por mis mejillas mientras veía a una familia desmoronarse.

—Bebé...—Me arrodillé y la rodeé con mis brazos, sosteniéndola hacia mí mientras lloraba
con ella—. Lo siento mucho. Lo... siento. —Dirigí su cara a mi pecho y la escuché llorar más
fuerte que nunca en todo el tiempo que la conocí.
2
Dex
Mi vida perfecta se había desvanecido.

El funeral llegó y se fue, pero ninguna cantidad de tiempo curaría la herida de la muerte
de Allen. El tiempo se ralentizó mucho, y cada momento se sintió como una eternidad. El sol
nunca brilló, y las conversaciones siempre fueron difíciles. Mi madre me dijo que los tiempos
difíciles pasarían y las cosas volverían a ser buenas. Sólo tenía que ser paciente.

Catherine siempre se veía sin vida, sus ojos no miraban nada en particular, incluso si la
TV estaba encendida para ver su programa favorito. Pasaba mucho tiempo en el trabajo,
trabajando como abogada en la organización sin fines de lucro que le apasionaba. Mis
ingresos le permitían trabajar básicamente gratis, lo que la hacía mucho más feliz que ser una
abogada corporativa.

Pero ahora, ya no era feliz.

Seis semanas habían pasado y la mujer que amaba se había convertido en un fantasma.

No se apoyó en mí para que la apoyara.

No quería tener nada que ver conmigo.

No habíamos tenido sexo desde antes que su padre muriera, y aunque el sexo no era
importante ahora, echaba de menos la intimidad. Echaba de menos amar a mi esposa y sentir
que ella me devolvía el amor.

Fui a la casa de mi hermano después del trabajo porque no quería ir a casa. Ella estaría allí,
pero yo sería recibido con un beso seco, preguntas deshonestas sobre mi día, y luego
cenaríamos en silencio.

Me senté con él en la mesa del comedor con mi cerveza delante de mí, usando mi uniforme
azul porque había estado en el hospital haciendo papeleo y rondas de pacientes. Mis dedos
agarraron la base de mi botella de cerveza, y me quedé mirando el líquido que había dentro.
Derek me miraba, con los brazos cruzados sobre la mesa, un tranquilo suspiro que salía
de sus labios de vez en cuando. Emerson llevó a Lizzie y a los chicos a casa de sus padres
para que pudiéramos tener algo de privacidad.

—Ni siquiera me mira. —Mantuve mis ojos en la cerveza.

—Está deprimida. No tiene nada que ver contigo.

—Bueno, yo también estoy deprimido. —Golpeé la cerveza contra la mesa y levanté la


mirada para mirarlo—. Yo también lo perdí. Es como si estuviera resentida conmigo, como
si lo hubiera asesinado o algo así.

—Eso no es lo que ella piensa...

—Eso parece.

— ¿Cómo estaríamos si perdiéramos a papá? —preguntó Derek gentilmente—. No creo


que esté mejor en seis semanas.

—Lo entiendo. Yo sólo... deberíamos pasar por esto juntos. Pero en vez de eso, me ha
alejado. Yo también estoy devastada. Yo también amaba a ese hombre. Y perder a mi esposa
no lo hace mejor.

—No la estás perdiendo, —dijo simplemente—. Pero... tal vez sugiera una terapia de
pareja. Sería bueno para ambos, especialmente ahora mismo. Puede ayudarlos a lidiar con el
dolor de todo esto. Yo tampoco soy fan de la terapia, pero cuando vi al Dr. Collins, me ayudó.

No era un tipo de terapia, pero intentaría cualquier cosa en este momento.

—Y la gente maneja el dolor de diferentes maneras. Tu trabajo ahora mismo es darle a tu


esposa lo que necesite. Y si lo que ella necesita es espacio, tienes que dárselo. Sé que es difícil
porque es lo contrario de lo que necesitas ahora, pero eso es lo que significa ser un marido,
poner las necesidades de tu mujer por encima de las tuyas.

Entré en el ático e inmediatamente noté la diferencia.

El olor de la cena no salía de la cocina, la música no sonaba por los altavoces, la televisión
no estaba encendida, la mayoría de las luces estaban apagadas... como si no hubiera nadie en
casa. Ni siquiera cerré la puerta antes de entrar en la habitación.

Porque la vi allí de pie.


Sus bolsas en el sofá.

Sus brazos cruzados sobre su pecho.

Sus ojos en el suelo.

Mi cuerpo empezó inmediatamente a cerrarse, a enfadarse y a tener miedo al mismo


tiempo. Lo que temía había llegado a suceder. Mi instinto había sido correcto todo este
tiempo. Podía sentir la energía que irradiaba su cuerpo día tras día. —No.

Levantó la barbilla y me miró, con los ojos hinchados y rojos como si ya hubiera llorado
antes de que yo llegara a casa. Mantuvo sus brazos sobre su pecho, totalmente aislados de
mí, como si no hubiera habido negociación.

—Hablemos. He querido hablar todo este tiempo, pero sabía que tenía que esperar hasta
que estuvieras lista. Si estás lista ahora, hagámoslo. Vayamos a la terapia de pareja. Pero esta
conversación no termina con que tomes tu mierda y te vayas...

—Me lo prometiste. —Las lágrimas escaparon de su cuerpo con una sacudida y cayeron
en cascada por sus mejillas, y su mano inmediatamente cubrió su cara para sofocar su
reacción—. Me prometiste que estaría bien... y ahora está muerto.

No había forma de describir el dolor que sentí por la implicación de sus palabras. —Hice
todo lo que pude, Catherine. Por favor, no me digas que me culpas por lo que pasó.

Ella calmó su emoción y dejó caer su mano. —Nunca dijiste lo que pasó...

—Porque no sé qué carajo pasó. No cometí ningún error. Su corazón no era lo


suficientemente fuerte. Era su hora. Ningún otro cirujano en el mundo habría tenido
resultados diferentes.

—No sabes que...

—Sí, lo sé, joder. —Me acerqué a ella, sin querer levantar la voz, pero era inevitable. La
puerta estaba abierta de par en par y nuestras voces se arrastraban al pasillo, pero me
importaba un bledo ahora mismo—. Porque soy el mejor cardiocirujano del puto mundo. Por
eso acepté hacer esta cirugía, porque sabía que tu padre nunca recibiría mejor atención en
otro lugar. Me puse en esta difícil situación porque era la decisión correcta para tu padre. No
tienes ni idea de la carga que he llevado por ti, porque quiero darte todo lo que te mereces.

Dejó caer su mirada otra vez.


—Siento mucho que lo hayas perdido. Le quería como a un padre, Catherine, así que la
pérdida ha sido devastadora para mí también. Pero tenemos que pasar por esto juntos, no
separados. Es ridículo que estés resentida conmigo por lo que pasó.

Mantenía la mirada en el suelo, respirando profunda y profundamente. No dijo nada, y


no parecía que fuera a hacerlo.

Me di cuenta de que su anillo de boda había desaparecido y sentí una dolorosa quemadura
en mi pecho. —Saldremos de esto, ¿de acuerdo? Iremos a terapia y lo superaremos. Tomará
algún tiempo para que las cosas se sientan normales de nuevo, pero lo lograremos.

Cerró los ojos por un momento y respiró profundamente. Esa fue su señal para hablar.
Siempre lo hizo, incluso en el tribunal. Abrió los ojos de nuevo y me miró. —Sé que no es tu
culpa. Sé que amabas a mi padre. Sé que hiciste todo lo que pudiste. Pero... no creo que vuelva
a sentirme de la misma manera.

Mi cuerpo entró en shock, se quedó quieto y frío, y la miré fijamente mientras me


apuñalaba mil veces en un microsegundo.

—Siempre va a estar ahí, y ahora te miro de forma diferente.

¿Esto estaba pasando realmente? Cerré los ojos y los volví a abrir, queriendo que esto fuera
una pesadilla. Pero no lo fue. —Para eso es la terapia, Catherine. Podemos trabajar en esto
como marido y mujer.

Dejó caer su mirada, refutando silenciosamente la sugerencia.

—Acabamos de empezar a intentar tener una familia. ¿Cómo podemos pasar de eso a esto
en sólo unos meses?

Ella mantuvo los ojos bajos.

—Sé que estás devastada ahora mismo. Lo entiendo. Estoy tratando de ser comprensivo.
Pero déjame refrescarte la memoria de nuestra situación. Estamos casados. Estamos
comprometidos el uno con el otro en lo bueno y en lo malo, en la enfermedad y en la salud,
para siempre. Nos esforzamos por luchar por esta relación y pasamos nuestras vidas juntos.
Vamos a ser enterrados uno al lado del otro en el cementerio de la carretera. Eso es lo que
nos prometimos el uno al otro.

—Y tú me prometiste que él viviría...

Inhalé un fuerte aliento entre mis dientes apretados. —Tú me hiciste, Catherine. Me
obligaste, y te quiero tanto que quería darte lo que coño quisieras. ¿Cómo te atreves a usar
eso en mi contra?
Se dio la vuelta y agarró sus bolsas.

Perdí los estribos, se los quité de la mano y los tiré al suelo. — ¿Qué carajo, Catherine? ¿Tu
amor por mí es tan débil como para dejar que esto nos rompa? Es una mierda.

—No es que no te quiera. Pero ahora es diferente. Cuando las parejas pierden un hijo...

—No hemos perdido un niño, Catherine. Esta es una situación completamente diferente.
Cada matrimonio tiene sus problemas, y saldremos de esto como todos los demás. Estoy
dispuesto a hacer lo que necesites, a poner todo el trabajo para mantenernos juntos. Porque
eres mi esposa, y te quiero muchísimo.

Empezó a llorar de nuevo. —Lo siento...

—No lo lamentes. Sólo trabaja en esto conmigo.

Miró las bolsas donde las había dejado y las volvió a recoger.

—No puedo creerlo.

Enganchó las correas sobre su hombro y se dirigió a la puerta, sin mirarme, sólo salió.

—Vaya...—Me volví para ver cómo se iba, incapaz de controlar mi ira y mi dolor por su
traición. Dediqué mi vida a ayudar a la gente, y ella lo sabía mejor que nadie. Fue una de las
razones por las que se enamoró de mí en primer lugar. Y ahora había decidido darme la
espalda, cuando me preocupaba por mis pacientes más que ningún otro médico. —No puedo
creer que tu resentimiento sea más fuerte que lo que tenemos nosotros. Tómate un tiempo
para sacar la cabeza del culo. Tal vez todavía esté por aquí para entonces.

Pasaron dos semanas.

Sin textos. Sin llamadas. Nada de nada.

Mi teléfono siempre estaba en mi mano, siempre esperando y esperando ver la pantalla


iluminada con su nombre.

Pero eso nunca sucedió.

Fue difícil resistirme a acercarme a ella, no porque fuera terco, sino porque quería que
volviera y se disculpara conmigo por su cuenta, para luchar por este matrimonio porque
nuestro tiempo separados le hizo darse cuenta de lo mucho que me quería.

Pero eso tampoco ocurrió.


No le dije a mi familia lo que estaba pasando. No quería que odiaran a Catherine si volvía
y trabajábamos en nuestros problemas. Mis padres fueron amables y compasivos, pero sabía
que eso cambiaría su opinión sobre ella para siempre.

Todavía quería que este matrimonio funcionara, porque la amaba.

La amaba de verdad.

Solo en casa, me volví débil y le envié un mensaje de texto. Te echo de menos.

Los puntos no aparecieron. La respuesta no llegó.

Nena, ven a casa. Por favor.

Al día siguiente estaba en mi oficina, mi teléfono seguía en silencio porque no había


recibido respuesta de ella. No habíamos hablado ni una sola vez desde que salió con las
maletas en la mano. ¿Sus noches eran tan insomnes como las mías?

Mi asistente abrió la puerta. —Dr. Hamilton, hay un abogado que quiere verlo. Dice que
necesita darle algo.

Mi corazón cayó en mi estómago porque sabía exactamente lo que era. Estaba siendo
atendido.

Me habían notificado por negligencia médica, pero siempre fue frívolo, y sólo por ser un
idiota, contrademandé para proteger mi reputación, y siempre gané. Esperaba que eso fuera
lo que era ahora, otra estúpida demanda porque alguien sabía cuán profundos eran mis
bolsillos.

Dejé mi escritorio y entré en el vestíbulo, ansioso por tener en mis manos el papeleo para
asegurarme de que el nombre de Catherine no estaba en ninguna parte, que no era ella la que
pedía el divorcio.

El trajeado me miró. — ¿Es usted el doctor...?

Le quité el sobre de manila de la mano y lo abrí para meter el papeleo dentro.

Casi caigo de rodillas como Catherine cuando se enteró de la muerte de su padre. Mis
manos estaban siempre firmes, pero ahora temblaban con temblores inesperados, el papeleo
temblaba ante mis ojos.

Porque mi esposa había pedido el divorcio.


Derek abrió la puerta sólo con sus pantalones de chándal, probablemente viendo la
televisión en el sofá mientras sus hijos dormían en sus habitaciones. Me miró y supo que mi
vida se había convertido en una mierda. — ¿Qué pasa?

— ¿Qué es? —Sostuve el sobre antes de ponérselo en la cara—. Me has mentido. Eso es lo
que está jodidamente mal. —Pasé a su lado y entré en su ático cuando no me habían invitado.
Pasé el día volando el teléfono de Catherine y luego marchando a la casa de su madre porque
sabía que allí se alojaba. No abrieron la puerta. Ni siquiera me dieron esa cortesía. Me trataron
como a un maldito monstruo, cuando todo lo que intenté fue salvar la vida de Allen—. Me
dijiste que me enamoraría de la mujer adecuada, y que deberíamos pasar el resto de nuestras
vidas juntos. Bueno, mírame ahora. —Me di la vuelta y me enfrenté a él—. Mi esposa me dejó
y se está llevando la mitad de todo por lo que trabajé.

Derek sacó los papeles y los examinó, sus cejas arrugadas, su mirada ligeramente enojada.

Emerson vino por el pasillo y se unió a nosotros, probablemente porque me había oído
gritar. — ¿Está todo bien?

— ¿Está todo bien? —Pregunté incrédulo mientras me giraba para mirarla, viéndola
también con sus gafas de sol, con su cabello en un moño—. ¿Suena como si todo estuviera
bien? Mi esposa me dejó, sin decir una palabra, como si fuera una especie de idiota.

Emerson se estremeció ante mi ira porque nunca me había visto así antes. Se acercó a
Derek, manteniendo unos metros de distancia entre nosotros.

Derek levantó la vista de los periódicos. —Dex...

—Te dije que esto pasaría. Y si crees que no te va a pasar a ti también, entonces eres un
maldito estúpido. Mira, Emerson te va a abandonar como Catherine me hizo a mí, y ya verás.

Emerson se paró al lado de su esposo y continuó mirándome.

Derek bajó la mirada y no dijo nada.

Estaba furioso con el mundo, con todos, incluso con los que no lo merecían. —Intenté
salvar la vida de su padre... y ahora ya no me quiere. Un día, harás algo, y entonces Emerson
empacará su mierda y tomará tu billetera también.

—Suficiente. —Derek puso los papeles sobre la mesa a su lado. —No le hables así a mi
esposa...
—Está bien. —En vez de estar enojada, Emerson me miró como si tuviera el corazón roto,
como si pudiera sentir mi dolor, como si le hubiera pasado a ella también. Lentamente se
acercó a mí y abrió sus brazos para poder abrazarme.

Respiré con fuerza cuando se acercó, cerré los ojos cuando sentí sus brazos a mi alrededor.

Me apretó fuertemente con su mejilla presionada contra mi pecho. —Lo siento mucho,
Dex. —Me frotó la espalda y me abrazó como si fuera de la familia biológica.

Me tomó un momento abrazarla, levantar mis brazos y envolverla, apretarla fuerte y dejar
que mis verdaderas emociones rompieran el dique que las retenía. —Hice todo por ella... la
amé. Todavía la amo. Siempre la amaré.

—Lo sé... —Ella continuó frotando mi espalda.

Derek se acercó y se puso a nuestro lado, su mano se movió a mi espalda también. —Lo
siento, hombre.

Emerson se apartó para mirarme, con los ojos húmedos. — ¿Estás seguro que no puedes
solucionarlo?

Sacudí la cabeza. —Sugerí una terapia. Ella dijo que no. Dije que quería luchar por nuestra
relación. Aun así, ella dijo que no. Hace unos meses, estábamos intentando quedarnos
embarazados, y ahora... dice que ya no me mira de la misma manera. Se ha quedado en casa
de su madre un par de semanas, pero pensé que volvería cuando tuviera algo de espacio. Le
envié un mensaje de texto ayer y le dije que la echaba de menos, que quería que volviera a
casa, y nunca me contestó. Luego, al día siguiente, envía a su abogado para servirme. —Su
crueldad me dejó atónito, la forma en que me sacó de su vida tan fácilmente, que pudo
romperme el corazón y seguir poniendo la mejilla. Recordé nuestra boda como si fuera ayer,
recordé cada día de nuestro matrimonio como si fuera una serie de flashbacks. Ella era el
amor de mi vida, éramos felices, todo era perfecto. Hasta que no lo fue—. Si nunca hubiera
tomado a su padre como paciente, seguiríamos siendo felices ahora mismo. Pero lo maté... y
perdí a mi esposa.
3
Sicily
Un año después

La oficina era espaciosa, con un escritorio blanco, un jarrón lleno de flores de colores, y los
adornos a lo largo de las paredes pintados de gris para que coincidieran con los acentos de
los diferentes lugares. Era muy chic. Detrás del escritorio se sentaba Cleo, la Directora de
Servicios de Conserjería del edificio de Tribeca.

Básicamente, la mujer que tenía mi vida en sus manos.

Realmente quería este trabajo.

Mi última oficina cerró, y sin el dinero de mi novio, me estaría ahogando ahora mismo.
Así que necesitaba un empleo rápido. Además, realmente quería este trabajo en particular.
El salario era casi el doble de lo que solía ganar, venía con beneficios, y atender a clientes de
alto nivel sonaba como algo muy divertido.

Cleo levantó la vista de sus papeles y me miró con una sonrisa, poseyendo una calidez
que la hacía sentir como una amiga más que como una jefa potencial. En lugar de una
parrillada como en todas las otras entrevistas en las que había estado, se sentía más como
una conversación en una cafetería. — ¿Su última oficina cerró?

—No. El Dr. Richmond se retiró.

— ¿Era un consultorio médico?, —preguntó.

—Sí. Un consultorio pediátrico, así que pude ver niños lindos todo el tiempo. Mis ovarios
gritaban todos los días.

Cleo se rio. —Me lo imagino. Si no fuera demasiado vieja, seguiría teniendo hijos.

— ¿Cuántos tienes?

—Tres, —dijo con una sonrisa—. Pero ya son todos adultos.


Era difícil distinguir su edad por sus rasgos porque era muy pequeña, tenía una piel
estupenda, un cabello más bonito que el mío y no llevaba gafas. ¿Pero tal vez a los cincuenta
años? — ¿Nietos?

—Oh, tengo algunos de esos. —Ella sonrió más de lo normal—. Tengo tres. Dos niños y
una niña.

—Eso está mejor, si me preguntas. Los estropeas y luego los devuelves.

Ella se rio. —Y eso es exactamente lo que hago—. Volvió al papeleo.

—Entonces, ¿por qué crees que encajarías bien en nuestro equipo de conserjes? Las horas
no son siempre fijas, la privacidad es crítica, y tienes que estar preparada para peticiones que
nunca antes habías imaginado.

—Las horas no me molestan. Después de trabajar las mismas horas todos los días en una
oficina, será bueno tener un cambio. Hacer fiestas y eventos suena divertido. Soy bastante
extrovertida. La privacidad no es un problema porque no chismorreo de todos modos. Y
estoy preparada para cualquier reto. Soy una persona muy sociable, así que trabajar en un
ambiente de hospitalidad colaborativa suena agradable. Es muy fácil llevarse bien conmigo.

—Genial. —Hizo algunas notas antes de volverse hacia mí—. ¿Cuándo puedes empezar?

Mi sonrisa cayó cuando escuché lo que había dicho. —Espera, ¿qué?

Ella sonrió. —Sí, tienes el trabajo.

—No...

Ella se rio. —Creo que encajarás bien aquí.

— ¿En serio? Nunca antes me habían contratado en el lugar.

—Bueno, tengo un don para este tipo de cosas. Puedo leer a la gente bastante bien.

Hice un par de golpes de aire. —Sí. Sí. Sí. Realmente quería este trabajo. Y para colmo, voy
a cenar con mi hombre esta noche, y estoy bastante segura que me va a proponer matrimonio.
Así que tengo el trabajo de mis sueños y el hombre de mis sueños.

—Aw, eso es genial. —Dejó los papeles ahora que la entrevista había terminado y juntó
las manos en el escritorio, con los dedos entrelazados. Era naturalmente equilibrada y
elegante, pero también tenía un aura relajada—. Recuerdo cuando mi marido me propuso
matrimonio. El mejor día de mi vida.
— ¿Lo sabías?

Sacudió la cabeza. —No lo sabía. ¿Cómo lo sabes?

—Sólo que ha estado actuando de forma diferente. Un poco callado, un poco misterioso.
Creo que sólo está nervioso. Acaba de llegar esta mañana y quiere llevarme a un lugar
agradable para cenar.

— ¿Viaja por trabajo?

—Es piloto. —Moví las cejas.

—Ooh, debe ser un tipo listo.

—Sí, me gustan los tipos inteligentes.

—Bueno, estoy emocionada de ver tu anillo el lunes.

—Y yo estoy emocionada de mostrarlo. —Me puse de pie para estrechar su mano—. Y


muchas gracias por la oportunidad. Estoy tan emocionada de trabajar aquí. Es una especie
de trabajo de ensueño.

Se acercó al escritorio y en vez de tomar mi mano, me abrazó.

La abracé por la espalda, sintiendo que estaba abrazando a una madre en vez de a un jefe.

—Es el mejor trabajo del mundo, si me preguntas. —Se apartó y me apretó los brazos antes
de soltarme—. Nos vemos pronto.

Vince se sentó frente a mí en la mesa, los dos bebiendo una botella de vino mientras
comíamos nuestros aperitivos. Una vela blanca brillaba en la mesa entre nosotros, y otras
parejas del restaurante hablaban en voz baja y disfrutaban de la compañía del otro. Él estaba
en una chaqueta negra con una camisa gris debajo, y su sonrisa se elevó mientras me miraba
fijamente. — ¿Por qué estás tan feliz?

Bueno, estoy a punto de comprometerme. —Conseguí ese trabajo.

— ¿Lo conseguiste? —Su sonrisa se amplió—. Eso es genial, nena.

—Parece que ya no tengo que mendigar más.

—Como si me importara que estés en deuda conmigo. —Hizo un guiño carismático.


Sólo un tipo como él podría hacer un movimiento como ese. Tomé un sorbo de mi vino
para cubrir el aleteo de mi corazón. Había estado buscando al hombre adecuado durante
mucho tiempo, y ahora tenía un piloto sexy que era todo lo que quería. Lo había visto con su
uniforme de piloto en el aeropuerto, llevando su equipaje detrás de él con la tripulación de
vuelo a remolque. Se detuvieron en la puerta de embarque y esperaron a que los dejaran
subir, y como no iba a dejar pasar la oportunidad, le di mi número. Llamó unos días después,
y el resto es historia.

Sólo habían pasado seis meses, pero no necesitaba más tiempo para saber que era el
hombre con el que quería pasar mi vida.

Su teléfono debe haber seguido vibrando en su bolsillo, porque dejó caer su sonrisa y lo
sacó para revisar la pantalla. Su mirada de decepción era innegable.

— ¿Trabajo?

—Sí, déjame llevar esto. —Caminó hacia el vestíbulo antes de responder.

Continué bebiendo mi vino y disfrutando de los hongos rellenos. Tenía previsto salir este
fin de semana, así que esperaba que no le llamaran para cubrir a otro piloto. Se suponía que
íbamos a pasar el fin de semana en su apartamento, enredados en las sábanas, con mi anillo
en su mesita de noche mientras me duchaba.

Volvió unos minutos después, con la cara pálida.

— ¿Todo bien?

—Sí. —Agarró su vino, tomó un gran trago, y luego se enfrentó a mí una vez más, todavía
con un aspecto visiblemente incómodo—. Nena, hay algo de lo que tengo que hablarte. Sé
que es mucho para asimilar, pero... lo resolveremos.

Mierda, no se estaba declarando. —Oh Dios mío, ¿estás enfermo? — Dejé mi copa tan
fuerte, que un poco de vino se derramó sobre el mantel blanco. Mi mano se movió sobre mi
corazón, y mi cabeza inmediatamente comenzó a girar mientras me imaginaba una vida sin
este hombre.

—No, nada de eso. —Se inclinó sobre la mesa con los brazos extendidos. Dejó caer su
mirada por un rato, pensando en las palabras que podría usar para transmitir sus
problemas—. Mira, quiero casarme contigo. Estoy seguro que lo sabes.

No tenía ni idea de adónde iba esto. ¿Estaba en la lista de los más buscados?

—Me casaría contigo mañana si pudiera. Pero... hay algo que tengo que hacer primero.
—Vale...—Intenté mantener mi respiración tranquila y uniforme, pero eso era imposible
ahora mismo—. Vic, estoy empezando a asustarme, así que por favor, escupe lo que sea que
estés tratando de decirme.

—Está bien. —Dejó caer su cabeza, inclinándola como si estuviera avergonzado—. Estoy
casado.

Oh. Vaya. Joder. Dios.

Estaba tan conmocionada que lo único que podía hacer era mirarlo, parpadeando al azar
como un ciervo en los faros. ¿Acaba de decir lo que yo creía que había dicho? No, eso no
puede estar bien. —Lo siento... sonó como si dijeras que estabas casado, pero eso no es lo que
dijiste, ¿verdad?

Levantó la cabeza y me miró, con la culpa en sus ojos. —Es lo que dije.

Mi mano presionó más fuerte en mi pecho sobre mi corazón porque mi mundo se había
derrumbado a mi alrededor.

—El matrimonio ha estado muerto por un tiempo. Cuando me invitaste a salir, pensé que
sólo sería una aventura. Pero se convirtió en algo serio, y me hace darme cuenta que tú eres
la elegida. Yo amé a mi esposa en un momento dado, pero ya no.

Todo lo que podía hacer era respirar y respirar fuerte. ¿Cómo no vi las señales? Tenía un
lugar aquí, y nunca hubo rastros de nadie más. ¿Vivía allí? ¿O vivía en otra ciudad? —Lo
siento... no lo entiendo. ¿Cómo es que tienes una esposa de la que no sé nada?

—Viven en Chicago.

— ¿Ellos?

—Mi esposa y dos hijos.

—Qué asco. —Me senté en la silla y saqué las manos para alejarlo, aunque no trató de
acercarse a mí—. Oh Dios, creo que voy a vomitar. Niños... ¿Tienes niños? —Me estaba
revolcando con un hombre casado y padre de dos hijos—. ¿Qué coño te pasa?

Sus ojos cayeron en la vergüenza. —No es tan malo como parece...

—Estás teniendo una aventura. Sí, es tan malo como parece. Y me has mentido.

—Porque sabía cómo te sentirías al respecto...


—Maldita sea, claro que sí. —Tomé mi servilleta del regazo y la tiré sobre la mesa—.
¿Cómo pudiste hacerle eso a tu familia?

—No lo entiendes, ¿de acuerdo? Tenemos dos niños en pañales y...

—No puedes hablar en serio.

—Sólo digo que ha cambiado las cosas.

Puse los ojos en blanco aunque eso no expresaba realmente lo que sentía. —Vaya... tú
sólo... No había palabras. No había palabras para describir el fenómeno de pasar del amor al
odio tan rápidamente. Era como una eliminación de las emociones.

—Sé que estás enfadada, pero ya he hablado con ella sobre el divorcio, y quiero que sepas
que hablo en serio. —Sacó la pequeña caja de su bolsillo y se movió para abrir la tapa.

Se la arrebaté y se la tiré a la cara. — ¿En serio? ¿Me estás proponiendo matrimonio? Me


acabas de decir que dejaste a tu antigua esposa, ¿y ahora quieres una nueva? ¿Qué clase de
hombre eres? Eres un chico que huye de sus responsabilidades. Eso es lo que eres. La hierba
siempre es más verde en el otro lado, pero todo lo que tienes que hacer es regar tu césped
todos los días y resolverás tus problemas. —Me levanté y agarré el vaso de vino antes de
arrojárselo a la cara—. No vuelvas a llamarme. Si lo haces, cazaré a tu esposa y te expondré
por el saco de mierda que eres.
4
Sicily
La ira tuvo mi corazón latiendo durante varias horas después. Fui a mi apartamento, tomé
una botella de vino abierta de la nevera, y ni siquiera me molesté en coger un vaso del
armario. Había bebido mucho vino en el restaurante, pero ahora lo bebía como si mi garganta
estuviera seca. —Hijo de puta. —No sólo estaba enfadado con él, sino conmigo mismo.

¿Cómo no lo sabía?

¿Por qué no cuestioné el hecho que pasó la mitad de su semana en Chicago? Nunca había
conocido a un piloto, así que no estaba seguro de cómo era un horario normal. La gente decía
que las relaciones a distancia nunca funcionaban, pero yo no las calificaba como de larga
distancia. Pero era de larga distancia y él tenía otra vida que yo no conocía.

El hecho de que tuviera dos hijos lo hizo mucho peor. Mi sueño era ser madre, y saber que
él lo daba por sentado me hizo sentir mal del estómago. Incluso si su esposa era una perra,
cuidaba a sus hijos mientras él se iba a la ciudad y se follaba a una mujer.

Mi mano se movió a mi frente. —Dios, soy la otra mujer.

Nunca me había sentido tan enferma en mi vida, ni siquiera cuando comí salsa de queso
vieja del fondo de la máquina de nachos en los cines. Sentí tanto odio hacia mí misma, tanta
decepción, y me di cuenta que tenía que hacerme la prueba el lunes a primera hora.

La vida de mis sueños me había sido arrebatada en un abrir y cerrar de ojos.

Así como así... se fue.

Cuando la ira se desvaneció al día siguiente, todo lo que me quedó fue un corazón roto.

Estaba herido.

Me dolía que un imbécil pudiera hacerle eso a alguien, a mí y a su esposa, para que nos
mintiera a los dos durante meses.
¿Honestamente esperaba dejar a su esposa y estar conmigo? ¿Y sus hijos? ¿Qué pensarían
cuando fueran mayores? ¿No le importaba en absoluto su opinión? ¿Realmente no tenía
integridad alguna?

Pasé el fin de semana en el sofá en pijama, pidiendo comida para llevar y bebiendo vino
de una caja porque se me acabaron las cosas buenas, pero no tenía motivación para salir a
comprar más.

Cuando llegó el domingo por la noche, realmente temía ir a trabajar al día siguiente.

Me había convertido en una maldita idiota al decirle a Cleo que me iba a comprometer y
alardear de una gran roca en mi mano. Ahora tenía que decirle que el tipo que amaba era un
imbécil adúltero y no tenía ni idea.

Ella me juzgaría. Mis compañeros de trabajo también lo harían.

No era la mejor impresión para dar.

Si yo tenía mal juicio con eso, ¿y si ella asumía que yo tenía mal juicio con todo?

¿Tenía mal juicio...?

Mi alarma me despertó el lunes por la mañana, y me puse el traje que había elegido el
viernes por la tarde cuando me di cuenta que había conseguido el trabajo, y caminé hasta el
edificio Trinity en Tribeca desde mi apartamento.

Era una hermosa mañana, pero hacía frío. Eso me hizo caminar más rápido sólo para
mantenerme caliente, y mantuve mi gruesa capucha levantada para proteger mi cabello de
la humedad del aire. De lo contrario, mis rizos se caerían.

Cuando llegué, saludé al portero y pasé junto a los inquilinos mientras salían del ascensor
y entraban en sus autos privados que esperaban fuera. Había mucha actividad, como en un
hotel, gente yendo y viniendo, excepto que no era un hotel sino una residencia.

Una mujer se sentó detrás del mostrador en el vestíbulo, entregando a la gente su correo
y haciendo llamadas telefónicas. Había dos ascensores, y ambos continuaron abriéndose y
cerrándose a medida que más gente salía. La mayoría de ellos estaban en traje. Cuando la
puerta del ascensor se abrió, Cleo se paró al lado de un hombre alto de cabello oscuro. Era
uno de los pocos hombres que no llevaba traje, sino vaqueros y una sudadera con capucha.
Salieron juntos y su brazo se movió alrededor de su cintura mientras se inclinaba ligeramente
para darle un beso de despedida. Parecía tener la misma edad que ella, y tenía un anillo de
boda negro en su mano izquierda. Estaba en forma y era musculoso, el cuerpo visible a través
de la firmeza de su suéter, y se veía como una de esas celebridades que nunca parecen
envejecer.

Ella lo vio irse antes que sus ojos se dirigieran a mí. —Buenos días, Sicily.

—Buenos días, Cleo. —Me obligué a sonreír cuando me acerqué a ella, sin querer llevar
mis problemas en la manga. No quería anunciar mi angustia... y mi falta de fe en la
humanidad.

Ella continuó mirándome fijamente, sus ojos bajando a mi mano izquierda. — ¿Y qué?

Había algo en ella que me hizo querer confesarme, hablarle como si fuera mi madre o una
terapeuta, pero estaba demasiado avergonzado para decir la verdad. No sólo me
avergonzaba que hubiera ocurrido, que me hubiera acostado con el marido de otra mujer,
sino que no había tenido ni idea todo este tiempo. —Oh... no ocurrió. —No quería volver a
ver a ese hombre. Me había enamorado de él con fuerza, y así como así, esos sentimientos
desaparecieron. Era difícil de creer que me hubiera imaginado que me daría un anillo.

Su sonrisa se desvaneció, y me rodeó con su brazo alrededor de los hombros para darme
un apretón cariñoso. —Sucederá cuando esté destinado a suceder. No te preocupes por eso.

—Si...

Me dio una palmadita en la espalda antes de alejarse, una falda de lápiz apretada en su
marco flexible con tacones en los pies. Y no eran de punta abierta, de tacones de baja altura.
Estos eran tacones de aguja rectos en pequeños palos. — ¿Lista para aprender las cuerdas?

—Absolutamente.

Se dirigió entre los dos ascensores y se acercó a la parte trasera del edificio, que tenía un
barista de café en un pequeño café, junto con un mar de mesas y sillas donde la gente podía
disfrutar de su café. Había unas cuantas personas sentadas allí ahora, gente con trajes en sus
portátiles. Había oficinas en la parte de atrás donde la gente trabajaba con los ordenadores.

—¿Era ese su marido?

—No. Sólo soy muy amigable con mis clientes. —Me dio un codazo en el costado juguetón
mientras me mostraba una sonrisa—. Sí, ese es mi marido. Hemos estado casados durante
casi treinta años.

—¿Vives en el edificio?— Le pregunté.

—Sí.
—Entonces, ¿por qué trabajas? —Si podía permitirse una residencia en este edificio,
entonces el dinero no era un problema—. Lo siento, esa fue una pregunta grosera. No quise
decirlo así. Supongo que mi curiosidad sacó lo mejor de mí.

—No, estás bien, —dijo ella riéndose—. Trabajo porque me encanta. Fui a tiempo parcial
cuando nuestros hijos eran jóvenes, pero cuando ya no me necesitaron tanto, volví a tiempo
completo. Mi marido está realmente dedicado a su trabajo, así que está ocupado durante el
día de todos modos.

—¿A qué se dedica?

—Es médico e investigador médico.

—Vaya.

Me acompañó a la oficina y me mostró el lugar. —Este es Matt, mi mano derecha. Ambos


somos directores aquí, así que si alguna vez no estoy, siempre puedes pedirle lo que
necesites.

Parecía tener la misma edad, y me dio una sonrisa mientras me daba la mano. —No la
escuches. Es la jefa. Yo sólo doy un paso adelante cuando ella no está disponible. —Dejó caer
su mano y la metió en su bolsillo—. Un placer conocerte, Sicily. Espero que estés lista para el
caos de este lugar.

—Me gusta el caos. —Mi vida era un maldito caos en este momento.

Volvió a sonreír. —Grandioso.

Cleo me presentó a Carrie y Kayla, dos chicas más jóvenes de mi edad, y me dio un
resumen de cómo funcionaban las cosas en el escritorio del conserje. Me llevó a una
habitación separada donde había una enorme pizarra, la más grande que había visto, y
contenía detalles de cada cliente que vivía en el edificio.

Cleo señaló las diferentes cajas. —Estos son detalles sobre nuestros clientes, cuando es su
día de compras, cuando recogemos la ropa sucia, la limpieza en seco, cuando cambiamos sus
flores, etcétera. Y en esta caja está su necesidad única. El Sr. Harleton tiene que tener papel
higiénico cien por ciento biodegradable. De lo contrario, perderá la cabeza. Es difícil de
conseguir, así que pido varias cajas a la vez y se las cambio cada semana. Y espera que
pongamos el papel higiénico en el soporte perfectamente. Una vez, se colocó al revés, y
perdió la cabeza.

Me volví hacia ella y le di una mirada en blanco. —Ugh. El tipo es un billonario, ¿y se


enfada por eso?
Ella se encogió de hombros. —Todos tienen sus peculiaridades. Sólo hay unos pocos
imbéciles en el edificio, pero la mayoría son gente maravillosa. Algunos de estos clientes han
estado aquí desde que empecé, así que somos como una familia. Pero cada vez que se muda
gente nueva, siempre es como sacar dientes, porque no confían en ti, y tienes que probarte a
ti mismo. Así es como te tratarán a ti también. Sólo ten paciencia y gánate su confianza.

—Entendido, —dije con un asentimiento—. ¿Algo más importante que deba saber? Siento
que tengo mucho que aprender, pero probablemente son cosas que iré aprendiendo sobre la
marcha.

—Lo entenderás rápido, estoy seguro. En términos de reglas corporativas, no puedes tener
una relación romántica con nuestros clientes... y créeme, lo intentarán. —Movió sus manos a
sus caderas y se paró derecha y preparada, una mujer que parecía joven a pesar de su obvia
sabiduría y experiencia—. Especialmente con las chicas más jóvenes de aquí. Puedes
coquetear un poco para proteger su ego, pero normalmente hago que las chicas digan que ya
tienen una relación. Y eso parece funcionar.

— ¿Por qué no podemos tener relaciones románticas con nuestros clientes?

Se volvió hacia mí, con la ceja levantada.

—No es que lo esté planeando, —dije rápidamente—. Sólo tengo curiosidad.

—Es poco profesional y puede hacer que las cosas se compliquen. Cuando era joven, veía
a un hombre que vivía aquí, y era... un dolor de cabeza. —Se rio como si fuera una historia
divertida ahora que ha pasado tanto tiempo—. No lo recomiendo.

—Pero su marido vive aquí...

—Sí. —Ella sonrió—. El mejor error que he cometido. —Cruzó los brazos sobre su pecho
y continuó mirando la pizarra—. Llevaba varios años trabajando aquí cuando mi marido se
mudó al edificio. Pasé mucho tiempo con él, y por supuesto, me caí duro. Nuestra relación
fue privada por un tiempo hasta que se expuso... y perdí mi trabajo.

—Vaya.

—Pero envió una petición para que me reinstalaran y funcionó.

—Aw, eso es dulce.

—No es una ofensa que se pueda despedir, pero lo desaconsejo mucho. Cuando conocí a
mi marido, supe que quería casarme con él. El tipo anterior a él...—Sacudió la cabeza—. Eso
fue una estupidez. No era una relación seria, mayormente casual, aunque parecía que podría
ir a algún lado. No era una relación seria, mayormente casual, aunque parecía que podría ir
a algún lado. Pero no fue el amor instantáneo que tuve con mi marido. —Se acercó a la pizarra
y luego presionó con el dedo a uno de los clientes—. De todas formas, empecemos por aquí.
Yo...

—Cleo, arreglé todo en el portátil de Smith. No estoy seguro de lo que hizo, pero... hizo
algo. —Un hombre entró en la oficina detrás de nosotros, con una camiseta gris y vaqueros
oscuros. Tenía brazos musculosos, venas que sobresalían por debajo de la piel de sus
antebrazos hasta las manos, y tenía unos hermosos ojos marrones que resaltaban en su
hermoso rostro. Tenía el cabello corto y castaño claro, y su mandíbula estaba cubierta por
una sombra de cinco horas aunque era temprano en la mañana.

Cleo se giró para mirarlo. —Eso es genial. Y no quiero saber lo que hizo. —Se rio y luego
se puso a mi lado—. Ella es Sicily, el nuevo miembro del equipo de conserjería.

Cambió su mirada hacia mí y me dio una hermosa sonrisa que mostraba todos sus dientes
perfectos. Sus ojos se iluminaron un poco más cuando dirigió su atención hacia mí,
innatamente carismático.

—Prefiero llamarnos la tripulación del esqueleto porque nunca dejamos de trabajar. No


para asustarte ni nada. —Luego extendió su mano para estrechar la mía.

La tomé, sintiendo su cálida mano envolver la mía. —No me asusto fácilmente.

—Perfecto. —Dejó caer su mano y la deslizó en su bolsillo—. Encantado de conocerte. Soy


Dex.

Pasé el día siguiendo a diferentes personas. Carrie y yo aceptamos la entrega de la


floristería y luego empujamos dos carros por los pasillos y entramos en diferentes residencias
para intercambiar las flores. Había un portapapeles asegurado al carro, para que pudiéramos
mirarlo y averiguar qué flores eran cuáles. Había un número de serie en cada ramo, así que
sabíamos qué tamaño de arreglo iba a dónde. Los jarrones dentro de las residencias tenían el
mismo número de serie, así es como sabíamos qué flores transferir y dónde. Parecía una tarea
simple en teoría, pero como los tamaños de los arreglos variaban mucho, poner las flores
equivocadas en el lugar equivocado marcaba una gran diferencia.

Luego recogí la ropa de la tintorería con Kayla, asegurándome de clasificar correctamente


los artículos del carro antes de llevar la camioneta de la compañía a la tintorería para dejarla.
Era un constante ajetreo, yendo de un lugar a otro, agarrando lo siguiente. Y no podíamos
hacer todas las residencias a la vez porque los dueños tenían diferentes horarios, y se suponía
que no debíamos entrar en sus casas mientras estuvieran allí.
Era mucho para tener en cuenta.

Al final del día, me dolían los pies. No había usado tacones en mi última oficina, pero
ahora los usaba para parecer profesional, y ahora pensaba que podría romperme todos los
huesos de los dedos de los pies. Cleo usaba tacones, y aunque corría todo el día, no parecía
molestarle.

Tal vez sólo era un cobarde.

Cuando me senté en la silla de mi escritorio designado, pude sentir mis pies gritar de
alivio. Intenté quitarme los zapatos y colocar mis pies descalzos contra la madera dura sólo
para sentirlos enderezados.

—Desearía poder decirte que es un día muy ocupado, pero siempre es así. —Dex caminó
hasta el escritorio junto al mío y dejó la caja que llevaba. Arrancó la cinta con sus propias
manos y abrió las solapas de cartón para coger el portátil que había dentro. Se sentó y abrió
el embalaje antes de encender el ordenador y ponerse a trabajar. Se sentó con la espalda recta,
las rodillas separadas, trabajando en el nuevo ordenador y preparándolo, probablemente
para un cliente. Se volvió hacia mí y me dio una sonrisa alentadora que era tan perfecta, que
pertenecía a una campaña de pasta de dientes. —Pero hace que el día pase rápidamente, y
antes que te des cuenta, es hora de ir a casa. O salir a un bar a tomar una copa, si te pareces a
mí. —Se rio y luego se volvió al ordenador, pasando por la configuración para tener el
ordenador listo para un cliente.

—Me gusta estar ocupada, así que eso funciona para mí.

—A mí también. —Sus ojos se quedaron en su portátil.

Lo observé desde mi silla, vi cómo sus músculos se movían bajo la piel cada vez que se
movía. Parecía ser unos años mayor que yo, pero no lo pude notar. — ¿Eres el informático?

Se rio. —Sí, se podría decir que sí. —Abrió Microsoft Office y comenzó la descarga antes
de girar su silla giratoria para mirarme—. Instalé un cortafuegos para el edificio e instalé
nuestros propios servidores. De esa manera, los clientes saben que su información no puede
ser hackeada. Tenemos banqueros, diplomáticos, celebridades con desnudos, todo tipo de
personas que valoran su privacidad. Por lo tanto, mi trabajo es principalmente mantener su
información segura. También arreglo sus ordenadores cuando hacen algo raro. En lugar de
llevarla fuera del edificio donde alguien puede pasar su información, permanece contenida
dentro de este edificio. Pero también instalo otras cosas tecnológicas, como instalar consolas
de juegos para los niños antes de que lleguen a casa, programar sus teléfonos. También soy
un tutor privado. Pero me utilizan de muchas otras maneras, dependiendo de lo que pase
con los clientes. Yo también soy un tutor privado. Pero me utilizan de muchas otras maneras,
dependiendo de lo que pase con los clientes. Entrego comestibles, hago lavados en seco, todo
tipo de cosas.

—Vaya. Entonces, cuando descargo demasiado porno, ¿puedes deshacerte de todos los
virus de mi portátil?

Se volvió para mirarme, sus ojos se entrecerraron como si no pudiera creer lo que acababa
de decir. Cuando se dio cuenta que no hablaba en serio, esa hermosa sonrisa volvió a sus
labios y sus ojos se volvieron juguetones. —Tú y yo nos vamos a llevar muy bien.

Me reí entre dientes y me volví a mi ordenador. —Todo el mundo es genial, así que estoy
feliz de estar aquí.

—Sí, Matt es genial, y las chicas también son geniales. Todo el mundo se rompe el culo
por aquí porque les encanta su trabajo. Eso hace que sea un gran lugar para trabajar. Es
agradable hacer algo que no es de vida o muerte, ¿sabes? Hacer la vida de otras personas
más conveniente de alguna manera te hace más feliz.

— ¿Vida o muerte? —Pregunté con una risa—. ¿Cuántos trabajos son de vida o muerte?

Se encogió de hombros y volvió a su ordenador.

— ¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?

—Un año. ¿Dónde estabas antes de esto?

—Trabajé en la oficina de un pediatra durante cinco años. Pero el doctor se retiró, así que
tuve que buscar otra cosa.

— ¿No podías trabajar para el siguiente médico que viniera?

Sacudí la cabeza. —Se está convirtiendo en una pizzería, aparentemente.

— ¿Y no querías trabajar allí? —preguntó incrédulo —Suena como una mejora.

Me encantaba que me hiciera reír tan fácilmente. Me hizo olvidar todo el equipaje que
llevaba en el pecho. —Si trabajara en una pizzería, probablemente me despedirían por comer
demasiado en el trabajo.

Sonrió y luego volvió a su portátil. —Hazme saber si necesitas algo. Estoy feliz de ayudar.

—Gracias.

Cleo entró un momento después. — ¿Eso es para el 22A?


—Sí, —dijo Dex—. Ya casi termino.

Se giró para mirarme. — ¿Estás haciendo algo ahora mismo? Carrie tiene una gran carrera
de compras y le vendría bien algo de ayuda.

—Por supuesto. —Me puse de pie e ignoré el dolor en los dedos de los pies—. Pero me
preguntaba...—Eché un vistazo a la hora en el ordenador y vi que eran casi las tres de la
tarde—. ¿Almorzamos o...? — Había estado todo el día sin desayunar ni almorzar, y estaba
empezando a marearme un poco.

—Oh, Dios mío. —Cleo se cubrió la cara con ambas manos—. Olvidé por completo
programar tu almuerzo.

Dex se rio. —Nunca almuerza, así que olvida que la gente normal necesita comer. —Se
puso de pie y se acercó a mi escritorio—. Te traeré algo en el café. ¿Vegetariano o algo así?

—No. Pero no tienes que hacer eso. Puedo...

—No te has sentado por más de un minuto. —Levantó la mano para que yo no me
levantara de la silla—. Relájate. Cleo probablemente pasará cinco minutos arrastrándose por
su error, así que... —Le dio una mirada juguetona antes de irse.

Cleo se sentó en la silla a mi lado e hizo exactamente lo que Dex predijo. —Lo siento
mucho, Sicily. A veces el día es tan loco que olvido que tenemos necesidades biológicas
básicas.

—Ahora sé cómo puedes caber en una falda doble cero.

Puso los ojos en blanco. —Eso es principalmente porque mi marido es un fanático de la


salud.

—En realidad no es gran cosa. Sólo empacaré bocadillos y comeré sobre la marcha.

—No, intentamos dar a todos un almuerzo, no sólo porque es la ley, sino porque es
importante descansar. La mayoría de nosotros hacemos que nuestros descansos funcionen
cuando hay tiempo, pero no te lo dije. Lo siento.

—Está bien, Cleo. De verdad.

Dex regresó con un sándwich y café. —Saborea estos momentos de paz porque son raros
en este negocio. —Dejó todo en el escritorio antes de volver a su asiento.
—Gracias. —Fue algo muy agradable para él, y no parecía que lo hiciera porque me estaba
tirando los tejos. Era un buen tipo. Nunca había visto a un hombre tan innegablemente sexy
ser tan amable. ¿Existían tipos así?

El teléfono sonó en el escritorio, así que Cleo lo cogió. —Soy Cleo. —Su cara empezó a caer
mientras escuchaba a la persona de la otra línea.

Apenas había dado un mordisco a mi sándwich cuando la mierda golpeó el ventilador.

— ¿Qué? —Dex preguntó.

Cleo lo ignoró. —Ya vamos para allá. —Colgó—. Trae al plomero aquí lo antes posible.
Uno de los inquilinos dijo que hay una inundación en el pasillo del quinto piso.

Bajé mi sándwich. —Pero hace una hora estaba allí arriba. No vi nada.

Dex ya estaba al teléfono.

Cleo suspiró. —El ama de llaves debe haber limpiado los baños y se fue, y luego hubo un
atasco, así que el agua comenzó a desbordarse. Las tuberías de este edificio son súper viejas,
aunque han sido remodeladas. No es la primera vez que ocurre. Todos apuestan por esto.

Fue una gran limpieza, y no terminamos de arreglar los daños hasta las siete de la noche.
Los limpiadores de alfombras tuvieron que venir a limpiar las alfombras y el alfombrado,
junto con el fondo de cualquier mueble que fuera tocado por el agua del inodoro.

Fue una pesadilla.

Después de frotarme bien las manos, finalmente me fui por el día.

Un turno de doce horas.

Con una comida.

Pero me dieron muchas horas extras, y todos eran tan buenos para trabajar con ellos que
no me importaba.

Además, no tenía nada que hacer cuando llegaba a casa aparte de revolcarme en la pena.

Cuando terminamos, todos nos sentamos un minuto, recuperando el aliento.

Dex se volvió hacia mí. —Buen primer día, ¿eh?


—Ya lo creo. —Agarré mi café y tomé un trago aunque estaba frío.

El tipo que había visto antes en el vestíbulo entró en la oficina y se detuvo frente al
escritorio de Cleo. Todavía llevaba una sudadera con capucha azul oscuro y vaqueros, con
su mochila sobre el hombro. La miró y se quedó mirando.

Ella debió sentir su presencia porque levantó la mirada y miró hacia arriba. —Ha sido un
largo día.

—Puedo verlo. Empezaré la cena.

— ¿Podemos pedir una pizza esta noche?

Él sonrió a petición de ella. —Claro, cariño. —Se inclinó sobre su escritorio y le dio un beso
antes que se enderezara y se volviera hacia Dex. Le hizo una ligera inclinación de cabeza
antes que caminara hacia los ascensores y desapareciera.

—Voy a terminar de escanear este papeleo, —dijo Cleo—. Ustedes pueden irse.

— ¿Puedo hacer algo antes de irme? —Le pregunté.

—No. —Cleo se volvió hacia mí—. Lo hiciste muy bien hoy.

—Gracias. —Fue un día emocionante.

—Te prometo que los días no son siempre tan agitados como esos.

Dex se levantó de la silla y se puso la sudadera en la cabeza, con una risa claramente
sarcástica. —Sí, está bien.

Cleo puso los ojos en blanco, pero tenía una sonrisa juguetona en los labios.

Agarré mi abrigo y me abrigué antes de dar las buenas noches y me fui. Dex me acompañó
al salir del edificio y llegó a la acera.

—Entonces, ¿te veré mañana? —preguntó—. ¿O vas a correr por las colinas?

—Como dije, no me asusto fácilmente.

Me dio el visto bueno. —Genial. Me alegro que vayas a aguantar.

— ¿La gente lo deja a menudo?

—La tasa de rotación es bastante baja, pero a veces una persona nueva comienza, y una
vez que se dan cuenta de lo extensas que son las horas, se van. Normalmente son las madres
trabajadoras las que piensan que pueden hacer malabares con ambos, pero luego se dan
cuenta de que no pueden con este trabajo. Y no contratamos empleados a tiempo parcial
porque eso es demasiado poco realista para la profesión. No tengo mucha vida personal, así
que es perfecto para mí.

—Sí, yo tampoco. —Ya no, al menos.

—Que tengas una buena noche. —Me dio una última sonrisa antes de darse la vuelta y
subir a la acera, con las manos metidas en los bolsillos mientras se iba. Se llevó a sí mismo
con una postura perfecta, como si levantara pesas y se ejercitara a menudo. Era inteligente,
caballeroso, fácil de hablar... realmente único.

Único en su clase.

Continuará…..

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