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UN GACETILLERO DE « L 1 H I 3 L I C I D A D »
Y D E D I C A D O S P O R E L M I S M O
Á L A S BLASONADAS É I L U S T R E S DAMAS
que protegieron en vida al incomparable cantor
de las tradiciones patrias,
A J^A PKKiXSA J«
T X GENERAL.
E L HOMENAJE NACIONAL
TRIBUTADO Á SU MEMORIA.
Su Ylda, sus obras, su muerte,
EL HOMENAJE NACIONAL
TRIBUTADO Á SU MEMORIA
R E C O P I L A D O S POR
m GACETILLERO DE « L A P U B L I C I D A D »
GRANADA.
Est. Tipográfico de F . G ó m e z d e la C r u z
Calle del Ángel, núm. 7.
1893.
Es propiedad del
editor.
Queda heeJw el de-
pósito que marca la
Ley.
Dos palatoul lector.
Con m o t i v o de la muerte del i n -
signe poeta Z o r r i l l a , la prensa es-
pañola ha publicado, intercalándo-
los con poesías suyas escogidas y
algunas inéditas, numerosos ó i n -
teresantes artículos necrológicos y
epicedios, anécdotas, rasgos b i o g r á -
ficos, crónicas prolijas de su e n -
tierro y de las sentidas y cariñosas
manifestaciones de duelo nacional
tributadas á su m e m o r i a ; trabajos
en su mayor parte debidos á los más
reputados ingenios, que así han de-
jado escritas hermosas y brillantes
páginas, que á la v e z honran y
enaltecen los singulares méritos
del que fué nuestro ú l t i m o trova-
dor, y á esta noble patria, á la cual
dedicó casi íntegramente las mará-
— G —
de E s p r o n c e d a , de A l e j a n d r o D a m a s .
Leía también el Romancero, Jusn de Me-
na y J o r g e Manrique. El espíritu de la
r e v o l u c i ó n e n v u e l t o en ia dalmática es-
pañola, esta era su musa p o r entonces,
en e f e c t o . Mientras su padre le creía
un l e g i s t a , él se complacía en no s e r
más que un r o m á n t i c o . I m a g i n é m o n o s
un j o v e n d e l g a d o , pálido, descuidada-
m e n t e v e s t i d o , con una caballera s a l -
vaje, miradas animadas por la e x c i t a -
ción del insomnio y la centella del g e -
nio; un tipo de afectada g r a n d i o s i d a d ,
p r e m e d i t a d a m e n t e e x c é n t r i c o . Quedá-
base p a s m a d o mirando los rosetones
g ó t i c o s de la catedral como si fuesen
las claraboyas del P a r a í s o , vagaba p o r
los cementerios á la media noche, c o -
m o si quisiera estudiar la vida en el
vacío de ío^s c r á n e o s ; ponía sobre los
p r i n c i p i o s políticos y r e l i g i o s o s y la
autoridad paterna!, los delirios d e la
revolución y las dudas de los e n c i c l o -
p e d i s t a s . ¡En su e x t r a v í o llegó hasta
c o n t r a e r amistad con Miguel de l o s
.Santos A l v a r e z ! S u m e r g i d o , pues, v o -
l u n t a r i a m e n t e en tan supremos h o r r o -
r e s , debía considerarse poeta. Y no s e
engañaba, que lo era á pesar de e s t o .
E l resultado de tales e x t r a v í o s estaba
Ya previsto por Jos entendimientos diá-
íanos: Zorrilla no podía ser jurista,
probablemente no pasaría de ser un
pobre diablo ó un loco. El mismo r e -
nunció á los estudios y se negó á los
exámenes. L e encajaron, pues, en una
gatera de retorno para L e r m a y á c a r -
g o del mayoral; pero él, sin ser visto,
montó sobre una yegua que pastaba
suelta en el campo; l l e g ó á Valladolid,
vendió la y e g u a , tomó pasaje para Ma-
drid en una galera y tres dias después
entraba en la corte. Había roto con el
pasado, con la autoridad paternal y
con su conciencia; estaba, pues, huér-
fano y pobre. A la luz del sol ¡cuántas
esperanzas le acariciaron sin duda! p e -
r o . . . en sus noches ¡qué triste debió
ofrecérsele el porvenir!
Zorrilla mismo ha contado que en
aquella época vivió difícilmente de su
lápiz y de su pluma, que se dio á p r e -
dicar una política de locos sobre las
mesas del Gafó Nuevo y que fundó un
j^eriódieo tan acepto al Gobierno que
éste envió la justicia para prender á t o -
dos los r e d a c t o r e s . Zorrilla se escapó
por un balcón, disfrazóse luego de j i -
tano y burló así la persecución de los
aguaciles. El movimiento revoluciona-
— l i -
r i o que v i n o después le p e r m i t i ó v o l -
v e r á M a d r i d pocos días antes de la
m u e r t e y entierro de L a r r a , fecha d o -
b l e m e n t e m e m o r a b l e para la prosa y
la poesía. Cierto i t a l i a n o , al s e r v i c i o
del infante don Sebastián, le s u g i r i ó
la idea de hacer unos versos al g r a n
escritor cuyo suicidio era c o n v e r s a c i ó n
y a s o m b r o de M a d r i d . — Y o haré q u e
se p u b l i q u e n — l e d i j o — y quizá puedan
v a l e r a l g o . — V i v í a Zorrilla entonces
en el z a q u i z a m í de un c e s t e r o , y d i c e
que c o m p u s o los v e r s o s á la luz de una
vela que él m i s m o había c o m p r a d o ; y
que no teniendo pluma ni tinta a c o m o -
dó, al objeto, un m i m b r e y se s i r v i ó
del tinte azul con que los m i m b r e s se te-
ñ í a n . A n t e s Zorrilla en compañía de San-
tos A l v a r e z habíase l l e g a d o á v e r el
cadáver de L a r r a , expuesto en la b ó -
veda de S a n t i a g o , buscando i n s p i r a -
ciones en la c o n t e m p l a c i ó n lastimosa
d e la humana miseria. A la mañana
s i g u i e n t e se verificó el e n t i e r r o , d i r i -
g i é n d o s e la c o m i t i v a al camposanto d e
la puerta de F u e n c a r r a l . Era una t a r -
d e de F e b r e r o que unía su tristeza á
las t r i z t e z a s de los espíritus. E l g r a n
s a t í r i c o , m á s t e m i d o que amado en v i -
da., parecía h a b e r dado á sus p r o p i a s
— 15 —
enemigos, destruyéndose, una terrible
reparación; el duelo era universa!, I lo -
ránbanle cuantos habían penetrado en
los rincones de su alma, para la amis-
tad y el amor adornados y floridos;la-
mentaban los demás su juventud y t a -
lento malogrados; dejaba en todos los
labios sed de su amargura. L l e g a d a
que fué la comitiva al cementerio, el
Sr. Roca d s T o g o r e s , después marqués
de Molins, pronunció ante el ataúd una
oración fúnebre, nuevo motivo de d o -
lor y de lágrimas. Iba el cortejo á d i s -
persarse cuando un incidente inopina-
do le detuvo. Un joven desconocido, p á -
lido, trémulo, de armoniosa voz, de
mirada sublime, recitaba unos versos,
y en ellos se difundían por aquel tris-
te recinto la duda, el desconsuelo, la
desesperación de L a r r a : universales
sentimientos de aquella juventud y de
aquella solemnidad. Esta composición
era una blasfemia lanzada sobre !a
tumba de un suicida.—Desde ese día
Zorrilla fué poeta; desde ese día su
melena larga, su tez pálida, su o r g u -
lloso desaliño no parecieron un r i p i o .
Fué lo que ya era en realidad, un g e -
nio.
Bien pronto le admitieron en su
— 16 —
a m i s t a d y le aposentaron en su c o r a -
zón, Bretón, Ventura de la V e g a , Gil
y Z a r a t e , García G u t i é r r e z , Hartzen-
busch, Donoso Cortés, Pastor Díaz, Es-
cosura, Pacheco, Espronceda, V i l l a l t a ,
Mesonero R o m a n o s y otras i l u s t r a c i o -
nes, lo cual le dio esa brillantez social
d e q u e se paga la juventud y que hace
m e n o s sensible las inquietudes del
h a m b r e . No taidó mucho t i e m p o , sin
e m b a r g o , en abandonar la tertulia de
Espronceda. Este A p o l o del r o m a n t i c i s -
m o se le presentaba g r a n d i o s o en su
h e r m o s u r a ; p e r o i n c o m p r e n s i b l e . El
r o m a n t i c i s m o de Zorrilla era puramen-
t e un f u e g o del espíritu y el de E s -
pronceda un v e r d a d e r o t e m p e r a m e n t o ;
la duda filosófica era para el joven p o e -
ta un tema poético y para el autor d e
El Diablo Muníio una llaga del c o r a -
zón. La mujer se le presentaba al uno
c o m o habitadora de un j a r d í n , llena el
halda de flores; el otro parecía no v e r
en ella sino una copa de b a r r o , h e n c h i -
da del v i n o de los placeres. No podía
c o m p r e n d e r Z o r r i l l a , entonces, todo el
d o l o r , y por lo tanto, toda la poesía de
aquel b r i l l a n t e c í n i c o . La c h i s m o g r a -
fía de la sociedad le hastiaba: le r e -
pugnaban las a g i t a c i o n e s p o l í t i c a s : su
- - 17 —
corazón virgen pedía luz, frescura, e n -
tusiasmo, ilusiones, a l g o más d i g n o
del espíritu y más sublime. No ie veía
en los demás y se encerró en su b u h a r -
dilla á contemplar su alma y a l i m e n -
tarse y hermosearse con ella. Niño por
su inocencia, pareció un viejo por su
conducta. Trabajaba sin cesar, marti-
rizaba su inspiración. Su musa era bella
sin duda, pero desmelenada, descom-
puesta, desfallecida, muchas veces; inco-
rrecta, siempre: musa, al fin, j o r n a l e r a .
Tenia Zorrilla veinticuatro años por
esta época y buscando siempre h o r i -
zontes para la vida, propuso á García
Gutiérrez escribir una obra dramática
en colaboración. Con Juan Dándolo, y
en compañía tan excelente dio c o m i e n -
zo á sus triunfos escénicos. García G u -
tiérrez era ya el aplaudido poeta de
"El Trovador.. El aplauso que obtuvo
Juan Dáudalo decidió á Zorrilla por e l
teatro, que cultivó, entonces, con p r e -
ferencia. Antes ele considerar á Z o r r i -
lla como autor dramático, consideré-
mosle como poeta lírico. Esta conside-
ración es conveniente y también n e c e -
saria, pues sus dramas no son más que
dilatadas poesías, poemas de t r o v a d o r ;
leyendas.
2
— 18 —
Un crítico eminente, ha dicho al e s -
c r i b i r la biografía del duque de R i v a s ,
q u e el autor del Don Alvaro había s i d o
eí último poeta e s p a ñ o l . Y o me p e r m i -
to reclamar este puesto para Z o r r i l l a :
en él concluye la dinastía de nuestros
poetas nacionales. Si bien debe sus p r i -
m e r a s inspiraciones al r o m a t i c i s m o
francés, bien pronto su carne española
y sus huesos españoles; los r e c u e r d o s
de su infancia; la nostalgia de su h o -
g a r ; la efusión de su fe r e l i g i o s a y sus
supersticiones; la austera sombra de
su padre; los d e s l u m b r a m i e n t o s que l e
produjeron las pasadas g r a n d e z a s de la
patria; su educación entre nobles; las
comedias de capa y espada y los d r a -
m a s de C a l d e r ó n y L o p e que r e p r e s e n -
tó de niño; el énfasis de su acento y de
su e s t i l o ; su i m a g i n a c i ó n oriental; su
v a g a b u n d e z llena de aventuras de G i l
Blas y desventuras de Quijote, todo le
l l e v ó , no tan solo á ser poeta nacional,
sino á ser el poeta de la tradición. E n -
t r e Don Alvaro y Don Juan Tenorio,
que sintetizan perfectamente los c a r a c -
teres poéticos del duque de R i v a s y de
Z o r r i l l a , es sin duda el Don Alvaro,
m á s - b e l l o , pero no más castizo. Sin p r o -
p ó s i t o de afirmar esta indicación h a r é
— 19 —
Juego algunas consideraciones, que pu-
dieran confirmarla. Zorrilla es poeta
español, nacional, tradicional, cristia-
no y católico. Mientras que el coro de
poetas sin fe que presidía Espronceda,
entonaba un canto á la humanidad que
parecía un lamento, él visitaba las r u i -
nas de las catedrales, de los monaste-
rios, de los palacios, de las ciudades
castellanas: y sentado sobre una rota
columna, evocaba reyes, caballeros, t o -
gados, inquisidores, frailes, monjas, j u -
g l a r e s , mágicos... al popular i g n o r a n -
te é inquieto; no para escarnecerlos,
sino para coronarlos coa luz de la i n s -
piración cristiana, con la llama del fa-
natismo, á veces Tiene de poeta con-
temporáneo lo que debe á su s i g l o : el
lenguaje, la posesión de Jos tesoros de
cinceladas palabras que los antiguos
poetas le han legado; tiene de poeta
universal las fórmulas concretas y vehe-
mentes del sentimiento; la intuición de
los destinos de la humanidad; la elec-
ción instintiva de lo bello.
E s tan castizo, que sus defectos son
como sus bellezas, españoles; la ima-
ginación predomina en él sobre el sen-
timiento; la descripción sobre la acción,
la g a l l a r d í a sobre la naturalidad; la
— 20 —
m a g n i f i c e n c i a sobre todas sus otras
c u a l i d a d e s . C o n m u e v e menos que a d -
m i r a . Es más feliz en la pintura de l a N a -
turaleza que en la de los pensamientos;
es m á s artista que pensador y más c o -
lorista q u e dibujante; más vario que
p r o f u n d o ; pomposo en bojas y flores;
siente mejor al h o m b r e que á la m u -
j e r , y mejor que al hombre á Dios. Z o r r i -
l l a no tiene sitio en la poética del s i -
g l o X I X , si no se le permite sentarse
s o b r e el sepulcro de la poesía e s p a ñ o -
l a . N i n g ú n país, n i n g u n a literatura le
reconocería p o r suyo y sólo sería r e c i -
bido con j ú b i l o , donde ya lo fué otras
v e c e s , en otras E s p a ñ a s , en nuestro
antíg'uo t e r r i t o r i o a m e r i c a n o .
E n la colección de sus poesías, las
p r i m e r a s son de escaso v a l o r . El p o e -
ta busca su c a m i n o entre las s o m b r a s .
E l pensamiento no encuentra su natu-
r a l vestidura, y se cubre con un traje
z u r c i d o de riquísimas telas y de hara-
p o s . A g í t a s e el estilo en c o n v u l s i v o s
e s t r e m e c i m i e n t o s , cortando su canto
m a r a v i l l o s o con repetidas disonancias.
A l r e b e l a r s e contra su padre, p a r e c e
h a b e r s e rebelado también contra Dios.
U n e s c e p t i c i s m o sin trascendencia, s u -
j e t a su inspiración á la tierra y al s i -
glo. Guando vuelve los ojos hacia el
pasado, sus palabras caen sordamente
c o m o piedras en un abismo. Así se r e -
tuerce buscando la fórmula poética que
debe abrir los tesoros de que siente
llena su imaginación. Un día, por fin,
exclama: [Bello es vivir, la vida es la
armonia\ y al sonar esta divina frase,
la inspiración surge y le dice: ¡Heme
aquí, poeta! El raudal brota claro, a r -
m o n i o s o , abundante... Ya no se verá
la Naturaleza recubierta por él de p i e -
dras falsas, de flores de trapo, de pen-
samientos artificiosos, de versos infla-
dos-, de imágenes monstruosas, de re-
miniscencias torpemente incrustadas;
la creación será pintada por él con la
m i s m a luz del sol y los mismos c o l o -
res de las flores; su voz será la del pá-
j a r o en el amor; la del trueno en las
pasiones; su fecundidad, como la d é l a
tierra, inagotable; su magnificencia
paradisiaca. A partir de este m o m e n -
to, el que i m i t ó tendrá imitadores; se-
rá el poeta de la aristocracia como del
pueblo, y durante un siglo vivirán de
la cadencia de sus. versos, de la c o m -
binación más ó menos ingeniosa de
sus i m á g e n e s , de la falsificación de su
estilo, del saqueo, en fin, de su caudal
— 22 —
poético, muchos que l l a m a r e m o s t a m -
bién grandes poetas. L o s que q u i e r a n
pasar por o r i g i n a l e s , tendrán ya que
saquear á los extranjeros. Él fija, e n -
tonces, su destino; promete c o n s a g r a r -
se á la patria en que nació y á la r e l i -
g i ó n en que v i v e ; tiene á m e n g u a c a n -
t a r á Hércules y á Leónidas, á H o r a c i o
Goclés y á Julio César, habiendo en
nuestra historia un Cid, un P e d r o A n -
súrez, un García P a r e d e s , un H e r n á n
Cortés .. María llorando al pie de la
cruz, las fastuosas c e r e m o n i a s de la
Iglesia católica parécenle más d i g n a s
de un poeta, que Venus y las fiestas de
B a c o . Su propósito era este; p e r o á d e -
cir verdad, y para ser español sobre
todo, no fué el poeta de la r e l i g i ó n , s i -
no de las supersticiones. L o prueban
Para verdades el tiempo, A buen juez
mejor testigo, Recuerdos de Valladolid,
Las dos rosas, El capitán Montoya. Jus-
ticias del rey D. Pedro, Una aventura
de 1360, llar garita la Tornera. Basta-
ría, para declararle por uno de l o s
m á s g r a n d e s poetas nacionales, !a p e r -
fección á que l e v a n t ó en estas Leyendas
el m e t r o g e n u i n a m e n t e español: el
r o m a n c e . E s un romancista popular,
en el sentido de que recibiendo sus
— 23 —-
inspiraciones de la tradición, y hasta
sus g i r o s v u l g a r e s , los devuelve al
pueblo enriquecidos por el a r l e ; v i g o -
rizados por el estilo; afiligranados por
la fantasía con primorosos colores,
más musicales y hasta más españoles.
Todas las obras líricas y dramáticas
de Z o r r i l l a , podrán ser olvidadas con
el tiempo; pero sus romances serán
eternas páginas de nuestra Biblia poé-
tica: del Romancaro. No temen la c r í -
tica ni la comparación. Son narracio-
nes del pasado, que serpean como la
llama, se deslizan como el arroyo y
susurran como el viento: música de
palabras, fuegos artificiales de ideas á
-que responden otras músicas y otras
ideas g e m e l a s en nuestra alma. P a r e -
ce que este metro lleva en sí la g e n e -
ración de la sabiduría, pues cuando
Zorrilla nos habla en romance, todo
lo intenta, todo lo dice, todo lo sabe...
Una florecí lia que nace y cuelga de
un muro, la cazoleta de una espada,
la pluma de un c h a m b e r g o , la escar-
cela de un paje, el tapiz de un p ó r t i -
c o , los dibuja colora y detalla con tal
brío, que parecen seres vivientes é i m -
portantísimos personajes de sus cuen-
t o s y dramas. Y cuando toca en pun-
— 24 —
tos más altos; desafíos, bodas, torneos,
r o m e r í a s , procesiones... ¡Corno p a r e c e
dilatarse nuestra vida y g o z a r p l e n a -
m e n t e de los s i g l o s por él descriptos
con tanta m a g n i f i c e n c i a ! Z o r r i l l a no-
es tan solo nuestro ú l t i m o poeta: es et
ú l t i m o trovador. La fe se e x t i n g u e con
é l ; el pueblo de sus romances m u e r e .
H a b l e m o s , ahora, del autor d r a m á -
tico. Es hablar t a m b i é n del poeta. Si
debe atenderse al j u i c i o de la p o s t e r i -
dad con preferencia al efe los a u t o r e s
y al de los críticos, Zorrilla es solo a u -
tor de un d r a m a : Don Juan Tenorio.
E/ zapatero y el rey. Traidor, inconfesa
y mártir, no han sido vaciados en el
m o l d e de la belleza eterna; e t e r n a m e n -
te c o m p r e n s i b l e ; digna de eterna a d -
m i r a c i ó n . Sobre El burlador de Sevilla
y la refundición de El convidado de
piedra, se propuso Zorrilla escribir un
d r a m a . En las interesantes y n o v e l e s -
cas M e m o r i a s que nos deja para ilus-
tración d e aquellos t i e m p o s y de sus
obras, encontramos noticias r e l a t i v a s
á la confección del Don Juan, y el j u i -
c i o crítico que á su m i s m o autor l e
m e r e c e . Zorrilla se c o m p r o m e t i ó á es-
c r i b i r el d r a m a en v e i n t e días; fiado
¿ólo en su intuición de poeta y en su
— 25 —
extraordinaria facultad de versificar.
El resultado de esta audacia fué, sin
e m b a r g o , tan glorioso, que no hay
obra en nuestro teatro español, anti-
g u o ni moderno, que le haya obtenido
mayor. Don Juan Tenorio se represen-
ta en España todos ios años por todas
las compañías de verso; sus represen-
taciones duran quince días, con otros
tantos llenos, corno si se ofreciese at
público la más interesante novedad;
no hay español de alguna ilustración
que no le haya visto ó leído; no hay
español ni americano que no conozca
este nombre, y este tipo, y por ellos,
al poeta. Cuarenta y siete años de con-
tinuo aplauso le forman magnífica ovac
ción. Ni se adivina el término de las
admiraciones, pues cada año se extien-
d e con el número de teatros. Hasta Ja
infancia le aprende ante los tinglados
donde le representan muñecos de palo.
Ha venido á ser un drama conmemo-
rativo, nacional, universal. ¡Extraño
conjunto de elementos sociales, litera-
rios y r e l i g i o s o s ; que no todos los es-
pectadores comprenden, pero que to-
dos admiran y aplauden 1 Don Juan
Tenorio ha matado las demás obras de
Zorrilla, y en v a n o ha sido que éste
haya p r e t e n d i d o l u e g o sobrepasarla.
T o d a ' s u vida se ha c o n s u m i d o en i n -
útiles esfuerzos; diríase que vació s o -
b r e los m o l d e s d e Don Juan T e n o r i o y
de Doña I n é s , su corazón y su c e r e b r o .
El pueblo, que no debo d e c i r el públi-
co, d i j o al poeta: ¡No irás más allál...
Y el poeta se d e t u v o a l l í , s e n t i d o , a i r a -
do, protestando de su m i s m o t r i u n f o ,
d e s p r e c i a n d o las o v a c i o n e s y á las
multitudes q u e se las tributaban, i n -
c r e p á n d o s e á sí p r o p i o , pidiendo en
n o m b r e de la mrsma literatura y de su
propia g l o r i a la d e m o l i c i ó n de esa e s -
tatua; señalando al e l o g i o otras p r o -
ducciones suyas por m e j o r e s . L a o p i -
nión le deja r e t o r c e r s e con desespera-
ción, y simboliza su g e n i o con este
n o m b r e l e g e n d a r i o : Don Juan Teno-
rio.
Don Juan Tenorio es una l e y e n d a
d r a m á t i c a . El apasionamiento del pú-
b l i c o por ella está justificado p o r el
m i s m o poeta, pues ese m i s m o t i p o apa-
rece en casi todas sus narraciones poé-
ticas, y p r i n c i p a l m e n t e en El Capitán
Montoya y en Margarita la Tornera.
N o ha debido, pues, a d m i r a r en Z o r r i -
lla de h a b e r hacho sentir al pueblo lo
que también llenaba su c o r a z ó n . D a -
das sus condiciones de artista, la su-
perioridad estaba en saber e l e g i r . A l
fijarse en El burlador de Sevilla encon-
tró no solo un tema d i g n o de su p o e -
sía, sino el tipo más característico de
la nacionalidad española. Sin apreciar
l a s razones por qué Don Juan r e p r e -
sentaba nuestro carácter, él oía latir
bajo su justillo de terciopelo el cora-
zón de España; el corazón del r o m a n -
ticismo nacional, el suyo propio. A l
restaurar, pues, la antigua figura, na-
da necesitaba para conmover; y para
deslumhrar, y para obtener aplausos,
le bastaba enriquecerla con su m a r a -
villosa fantasía. Busquemos los o r í g e -
nes de este tipo en la sociedad espa-
ñola, de la cual directamente sin duda
la entresacó su p r i m e r poeta Tirso de
Molina: esta investigación podrá ex-
plicarnos su é x i t o .
Terminada la Reconquista, estable-
cida la Inquisición, sacrificados los co-
muneros, ©1 pueblo quedaba inactivo,
el pensamiento sin hoiizontes, el des-
potismo afirmado. Habíase acostum-
brado el pueblo á la idea de que sólo
era nobleza digna de estimación la de
las armas. A ella debía la posesión de
la patria, y esta creencia había debido
— 28 —
a r r a i g a r necesariamente en su corazón
durante s i g l o s , en los cuales sólo ei
valor, la audacia, la temeridad, m e r e -
cían alabanza y recompensa. El l i b r o ,
manuscrito y encerrado en la b i b l i o t e -
ca de a l g ú n g r a n señor, en la celda de
un m o n j e ó en el laboratorio de a l g ú n
alquimista, sospechoso de m a g i a , era
un g o c e particular y p e l i g r o s o ; las
prensas no podían difundir sino el e s -
píritu del catolicismo e x t r e m a d o p o r
las caprichosas e x a g e r a c i o n e s de cien
comentadores fanáticos, historiadores
de todo m i l a g r o y superstición. Ser
buen cristiano y ser valiente eran las
dos virtudes y las dos obligacienes del
caballero; ser buen cristiano la del
v i l l a n o . Dispensábasele á éste del v a -
lor por considerársele don p r o v i d e n -
cial, superior á su c a t e g o r í a . Ociosi-
dad, i g n o r a n c i a , supersticiones: hé
a q u í el l e g a d o d o l o s g r a n d e s reinados
de Isabel y Carlos V. L o s hidalgos v i -
vieron s e d e n t a r i a m e n t e , v i s t i e n d o c o n
o r g u l l o los harapos de la miseria, se
esparcieron por Europa y por A m é r i -
ca, buscando en nuevas g u e r r a s n u e -
v o s honores, ó p i d i e r o n la paz del
cuerpo y del espíritu á los conventos.
El pueblo se e n t r e g ó con más tranqui-
— 29 —
lidad al cultivo de los campos y á la
satisfacción de la pereza; pero, conser-
vando aún respeto á los antiguos idea-
les, entretuvo la ociosidad con la na-
rración de antiguas hazañas, de sus
héroes muertos, que poetizó en sus
consejos. Considerándose digno de ser
despreciado, despreciándose á sí m i s -
m o ; juzgando el despotismo como úni-
co gobierno humano y política de Dios,
la dureza de los impuestos, el orgullo
de los nobles, la injusticia de la j u s t i -
cia, un destello de luz divina que
siempre fulgura desde algún recóndito
seno de la conciencia hasta en el hom-
bre más embrutecido, le hacían aco-
g e r con júbilo cualquier agresión con-
tra los principios sociales. Sin deseos
de reivindicar una. libertad cuya me-
moria no guardaba, deslumhrándole la
perspectiva de un ennoblecimiento po-
sible, nunca negado al villano por
las armas, ya fueran empleadas éstas
©n ayuda del rey, ya contra sus pode-
res y leyes. El valor y la fuerza eran
siempre su admiración, y no dejaban
de serlo, antes le causaban oculto pla-
cer, empleados contra los g o b i e r n o s ;
sabía que para llegar á ser noble, tan
bueno era como ser soldado ser bandi-
— S O -
tlo. Con frecuencia eran llevados á la
m i l i c i a y á sus'más altos puestos i n -
s i g n e s bandoleros, que habían f a t i g a d o
alguna comarca con sus partidas, d a n -
do así la autoridad, pública y escan-
dalosa sanción á sus crímenes. Y si
l o s p o d e r e s políticos relajaban la m o -
ral, tampoco la r e l i g i ó n procuraba
sustentarla. L o s conventos y las e r -
m i t a s llenos estaban de bandidos j u b i -
lados en reputación de santidad; no
había ladrón ni asesino que no se p r e -
parase á las rapiñas y á sus m u e r t e s
con oraciones, y que no tuviese a c o t a -
do un sitio en el Paraíso, al lado del
santo de su devoción, ó j u n t o al coro
de ángeles de la V i r g e n M a r í a . N o p o -
día faltarle m i e n t r a s llevase al pecho
un escapulario y tuviese intención de
a r r e p e n t i r s e . Saber evitar el c a s t i g o en
Ja tierra; tener un a b o g a d o en el Gielo,
hé aquí la moral y la r e l i g i ó n del pue
b l o español en la época de su m a y o r
i m p e r i o . A d v i é r t a s e que la pasión del
pueblo por los g r a n d e s bandidos r e c o -
nocía t a m b i é n la m i s m a causa de su
v e n e r a c i ó n á la nobleza; ésta y aqué-
llos se burlaban y se i m p o n í a n á lo que
él temía y detestaba m á s : á los a l g u a -
ciles, á los jueces, á la j u s t i c i a . Bajo
— 51 —
©1 reinado de ¡Felipe I I crecieron su
ignorancia, su envilecimiento y su fa-
natismo, y con ellos su respeto á la
fuerza, su extravío moral y su afición
á lo maravilloso. En tales momentos
históricos, hombres como Don Juan
Tenorio que representaban todos los
cultos, todas las pasiones, todos los
errores del pueblo, debieron existir y
ser populares y de su historia ó de sus
historias debió formarse una leyenda
que dramatizó, por fin, un fraile poeta.
Llámese Don Juan de Manará, Don
Juan Tenorio, el capitán Montoya ó
Don Juan de Alarcón, como el raptor
de Margarita la Tornera, es la juven-
tud española de muchos siglos: nació
del orgullo y de la hermosura, se crió
á los pechos de la ignorancia, rompió
la ley con la fuerza, buscó furiosamen-
te el placer, dudó de Dios, se arrepin-
tió al morir y está en la Gloria. Toda-
vía hoy si nuestra razón le condena,
nuestro corazón y nuestra fantasía le
encuentran hermoso. El día en que
esa realidad histórica produzca repug-
nancia en nuestro pueblo, cualquiera
que sea su ropaje poético, el día en que
anunciándose Don Juan Tenorio estén
vacíos los teatros, España habrá llega-
— 32 —
do á su completa civilización; pero no
será E s p a ñ a .
Duran los efectos y permanece, pues,
el encanto; es hoy, s e g u r a m e n t e , ma-
y o r <{ue nunca; siéntese la realidad
del personaje y t i e n e , sin e m b a r g o ,
p r e s t i g i o y m i s t e r i o de t r a d i c i ó n . C r í -
ticos d i s t i n g u i d o s han dado la p r e f e -
r e n c i a al drama de T i r s o sobre los
d e m á s escritos con el m i s m o asunto,
p o r su c l a r i d a d , unidad y sencillez. Su
elección es aceptada filosóficamente, y
j u z g a n d o solo en esos d r a m a s la figura
de Don Juan. P e r o las creaciones tea-
t r a l e s , como los h o m b r e s de sociedad,
sólo pueden presentarse con el traje
del día. Une el Don Juan de Zorrilla á
la novedad de su traje, la luz poética
que refleja en él Doña I n é s , v e r d a d e r a
creación y v i g o r o s o contraste de T e -
n o r i o . Es la Margarita de este Fausto
m e r i d i o n a l , y si nc arranca uno á uno
los pétalos d e una flor para saber si es
ó no es querida, pasa y repasa entre
sus dedos las cuentas de su r o s a r i o ,
una por Don Juan y utra por Dios- Es
la encarnación de la mujer española.
P o r esto el drama de Zorrilla es o r i g i -
nal sin haber p e r d i d o el p r e s t i g i o de
su n a c i o n a l i d a d ; por esto l l e v a un s e -
— 33 —
lio de indestructible permanencia; por
esto, aunque su obra sea desordenada
en conjunto, contradictoria en el ca-
rácter de Don Juan, incorrecta en su
versificación, monstruosa muchas v e -
ces, es la que v i v e , la que conmueve,
la que se representa.
¡Magnífica leyenda en v e r d a d ! En
ella aparece con brillantísimo color el
hombre del Mediodía, orgulloso, i g n o -
rante y brutal. Necesita amar y nece-
sita creer. Poco le importa si lo que
ama es digno de a m o r ; basta que con-
mueva su corazón y recree sus o j o s ;
ni en cuál superstición ponga su fé;
basta que sea maravillosa. Sus p a s i o -
nes buscarán el placer hasta en el c r i -
men; no ha de faltarle el perdón en s u
última hora. Cuanto más espantable
sea el delito le atraerá con mayor fas-
cinación: matando gozará su crueldad;
profanando la casa de Dios se d e l e i t a -
rá en el sacrilegio. Sólo falta que la
organización política favorezca tam-
bién los extravíos di? sus pasiones.
Don Juan pudo arrojarse á todo; era
noble y rico, sobre valiente y hermoso.
Don Juan es la más espléndida p e r s o -
nificación del vicio, y Zorrilla nos le
presenta como un sátiro engalanado
3
— 34 —
d e flores y piedras preciosas. E s un
d e m o n i o que se ha propuesto robar án-
g e l e s al cielo, aunque él no c r e e , p o r
de p r o n t o , ni e n el cielo ni en el i n -
fierno. E l amor m i s m o no ha sido has-
ta ahora en él más que un beso dado
s o b r e las rosas de un j a r d í n para m a r -
c h i t a r l a s . . . Es h e r m o s o , es n o b l e , r i -
co audaz, ¿qué más d i g n a misión pue-
}
de proponerse que d i v i n i z a r el v i c i o ?
¿Qué necesita para el l o g r o de su p r o -
pósito? Una espada para matar. El la
c i ñ e . No p o n g á i s los ojos en sus a m o -
r e s , ni la palabra en su honra, ni c o n -
tra su carta en el j u e g o , ni en duda su
palabra, ni le rocéis con el codo al pa-
sar el callejón, ni seáis tan necio que
os p o n g á i s delante de su paso y de su
capricho. ¿Qué necesita á más de su
hoja toledana? O r o , mucho o r o , para
apilarlo en las mesas de sus festines,
y hacerlo rodar sobre los manteles ai
e x t e n d e r borracho, sobre ellos, sus
l a r g a s botas de retorcidas espuelas;
o r o q u e arrojar en saquillos sobre los
mostradores de los mercaderes, á cam-
bio de los terciopelos y rasos de sus
justillos y t a b a r d o s , de los encajes de
sus g o l a s , de las plumas de sus s o m -
b r e r o s , de los diamantes de sus h e b i -
— 35 —
lias y del puño de sus espadas. V a -
lor, riqueza, hermosura, desprecio del
mundo, de los hombres y de Dios,
¿qué más se necesita para ser tirano?
Pero tiene irregularidades en su p r o -
ceder que son grandes, como fuera de
la conducta universal; hasta hace una
buena acción si hay p e l i g r o y no hay
provecho en hacerla. La difamación,
el escándalo, la muerte, van con é l ;
pero va también con él el corazón de
las mujeres. Es el vicio en su más d e s -
lumbrador florecimiento, y ellas van á
posarse en su cáliz, plegando sus alas
de purísimos colores.
Pero ha llegado un día solemne pa-
ra los cortesanos de su valor y su f o r -
tuna. Sevilla le recibe con nuevas ad-
miraciones, y le rodea en la hostería
de Buttarelli, para escuchar de sus
propios labios la recapitulación de un
año de desafueros, contra los desafueros
del mismo año que recapitula también
Don Luis M e g í a . ¡32 muertes! ¡72
mujeres burladas!... No es para a d m i -
rarse según su cuenta. ¡Las enamora en
un día, las consigue en otro, las aban-
dona al siguiente, las sustituye en dos
y las olvida en una hora!... Sin e m b a r -
g o , está para casarse con Doña Inés de
— 36 —
U l l o a ; boda hecha por los padres, que
sólo miran los intereses. Presencian la
escena de la hostería, y dan por robo
el c o m p r o m i s o . Don Juan no se casará
con Doña Inés; pero ju>a seducirla y
r o b a r l a . Entra en el convento y la r o -
ba, trasladándola á una quinta, o r i l l a s
del G u a d a l q u i v i r . Entonces aparece
t r a n s f o r m a d o . El león se ha dejado
vencer por la d u l z u r a , la timidez, y la
inocencia de la g a c e l a . Todavía puede
reconciliarse con la sociedad y con
Dios. Todavía puede ser dichoso sin
ser c r i m i n a l . Ha entrevisto en la t i e r r a
un oasis donde se ama con el a m o r s e -
reno, puro y eterno de los á n g e l e s .
¡Redención por el amor de Doña I n é s ! . .
Vedla, cuan bella, cuan adorable. Si
al tocarla él se ha estremecido de a d -
m i r a c i ó n y de ternura, ¿quién no !a
a d m i r a r á , quién no la amará como él?
¡ P o b r e a v e c i l l a encerrada en una celda
casi desde el nacer, por un padre aus-
t e r o que lleva su corazón enterrado
bajo la cruz de una e n c o m i e n d a ! Es
candida, es a m o r o s a , es i g n o r a n t e , es
b u e n a . L a s voces del placer se e s t r e -
llan contra las tapias de su c o n v e n t o ,
y ella no las entiende: ha nacido en la
j a u l a , y sus a l a m b r e s son el t é r m i n o
— 37 —
del mundo. Escucha con simpatía las
descripciones del v i v i r tranquilo d é l a
virtud que la pinta la abadesa, y p i e n -
sa que un hogar es un convento, y
que dentro y fuera sólo se vive para
rezar. Si le hablan alguna vez de los
hombres, lo dicen que no han nacido
para ser queridos per ser amantes, s i -
no para sor obedecidos como esposos.
De tedas maneras, monja ó dama , si no
se olvida de sus oraciones diarias, si
respeta á sus padres, si confiesa y c o -
m u l g a , será dichosa. Pero esta leyen-
da del Mediodía tiene también un M e -
fistófeles: la dueña. No le trae una caja
con joyas, le trae un horario, y entre
sus hojas una carta de Don Juan. A l
tocarla siente ella un fuego que anima
su sangre y la devora. Por ser linda,
por ser ignorante, por ser noble, una
mujer no deja de ser mujer. El espíri-
tu no ve si no le educan, pero la carne
siempre es carne. Sombras turban su
cerebro; ráfagas brillantes pasan de-
lante de sus ojos; inquietudes miste-
riosas las conmueven; su corazón pre-
cipita sus latidos; el pensamiento lleno
de recuerdos y de esperanzas, se pierde
para Dios y sólo ve á Don Juan T e n o -
rio. L e vio y le amó, le o y ó y se en-
t r e g ó á é l . L e habían dicho que era el
h o m b r e destinado para ser su esposo:
disculpa fué que pudo invocar su p a -
sión al entregarse'. Mas no hubo lucha
entre su virtud y su a m o r . Su a l m a
estaba llena, y con un beso de Don
Juan se desbordó. Así debió aparecer
la creación cuando Dios d i j o : ¡hágase
la luz! y la l u z fué hecha. Tanta i n g e -
n u i d a d , tanta pasión, tanta pureza en
la falta, conmovieron al fin las e n t r a -
ñas de L u z b e l , y amó t a m b i é n . Se
a r r o d i l l ó ante el Comendador é i m p l o -
ró al cielo. ¿Quién puede creer en la
m a n s e d u m b r e del lobo? N o escuchéis
sus g e m i d o s . ¡ L l a m a d á vuestros m a s -
tines, acorraladle, m a t a d l e ! . . . Pero Don
Juan no debe m o r i r aún. Mata al C o -
mendador, mata á Megía, y se arroj|a
al Guadalquivir, blasfemando.—\Jus-
ticia por Don * Inésl—claman todos. Y
ella contesta:—¡Vero no contra él\—
¡ P o b r e corderilla, derribada con la
fuerza de las t e m p e s t a d e s que te han
cercado; tú te alzarás por fin al cielo,
llevando en tus brazos el cuerpo san-
g r i e n t o de tu Don Juan! T o d o esto que
es sublime, sentido por el corazón, es
a b s u r d o , es r e p u g n a n t e para la s e r e -
nidad de la filosofía, y para la r e l i g i ó n
— 59 —
de un Dios justo. P e r o el arte ha sido
siempre irrespetuoso con la moral:
acepta el ejemplo de la Naturaleza, que
suele encerrar almas deformes en car-
ne hermosa. El arte no es un juez; su
misión es ganar dominios para la be-
lleza: es un conquistador.
Ningún crítico ha sido ni podrá ser
tan cruel con este drama como Z o r r i -
lla. Ha escrito cuanto la pasión podía
inventar contra él. Su protesta no será
oída. Don Juan Tenorio es la más i m -
portante de sus poesías, la más g r a n -
diosa de sus leyendas, y encierra toda
su personalidad poética. Sus caracte-
res son nacionales aún. Cualquier es-
pañol se cree capaz de ser un T e n o r i o .
Cualquiera dama una Dona Inés.
El último drama de Zorrilla fué
Traidor, inconfeso y mártir; el único
de que su autor se declara satisfecho:
elogiado justamente por los críticos,
que aplaudió el público repetidamente,
ya cuando fué representado por Ro-
mea, ya cuando lo fué también por
Catalina; pero uno de los que el pú-
blico actual más desconoce y el que
cita como una obra maestra, por cos-
tumbre, bajo la responsabilidad de los
sabios. Zorrilla tenía escritas ya veinte
obras d r a m á t i c a s , todas aplaudidas,
ocho t o m o s de versos, que habían m e -
recido la r e i m p r e s i ó n ; y tres de los
Cantos del trovador, que guardan m u -
chas incomparables leyendas. Había
l l e g a d o a u n a g r a n reputación por un
camino fácil para éi y que r e c o r r i ó
p r e c i p i t a d a m e n t e . Contento del p ú b l i -
co, no lo estaba de sí p r o p i o todavía.
Sin duda las comedias y d r a m a s de
o t r o s autores contemporáneos más dis-
c r e t o s , más t í m i d o s , más clásicos en
la construcción y en la forma reunían
condiciones que envidiaba. Buscaba la
cantemplación y perfeccionamiento de
sus facultades. La circunstancia de es-
cribir este d r a m a para Julián R o m e a ,
c u y o talento artístico era de índole
tan opuesta al de OárloS La torre., de-
bía llevarle á dar m a y o r solidez á su
nueva obra: los arranques í'ogosos de
L a l o r r e podían cubrir ios vacíos que
dejaría descubiertos la minuciosa, sen-
cilla y verídica declamación de n u e s -
tro g r a n comediante.
Estudiando Zorrilla la causa del pas-
t e l e r o de M a d r i g a l , c o m p r e n d i ó q u e
este personaje podía ser a l t a m e n t e
d r a m á t i c o si le fundía con el rey don
Sebastián. H e dicho que Traidor, i n-
r
— 41 —
confeso y mártir es el drama que pre-
fiere Zorrilla entre todos los suyos: en
sus Memorias así lo manifiesta... Pero
este drama, el más perfecto del autor
por su estructura, fué escrito pensan-
do en los determinados actores que
habían de darle realce y color. En él,
por otra parte, ha renunciado Zorrilla
á su impetuosidad poética: hay lógica
y proporción, hay progresión, hay sen-
cillez; está mojar confeccionado que
sus dramas anteriores; la versificación
es más lenta; el estilo menos hinchado;
hasta hay afectación de prosaísmo en
el d i a l o g ó . ; . Circunstancias son éstas
de realce mayor en las tablas que en
la lectura. Se ve que no quiso dejarse
dominar p i r su temperamento poético,
sino dominarle. Cansado de oirse lla-
mar g e n i o , aspiró á no ser más que
hombre de talento. Aunque la figura
de Gabriel no hable tanto como Don.
Juan Tenorio al sentimiento popular,
resulta hermosa, tiene relieve, poesía,
dignidad, misterio. Como rey entra
Gabriel en la hostería; como rey sube
al cadalso. Aurora, Santularia, César,
son personajes que ofrecen v i g o r o s o s
contrastes, sobrado fuertes quizás. De-
bió causar esta obra singular e x t r a ñ e -
za en el p ú b l i c o : el desorden llorido,
los extravíos afortunados del autor de
Don Juan, Tenorio, habían sido r e e m -
plazados por una labor reflexiva y clá-
sica.
A l g ú n t i e m p o después residió en
Burdeos y P a r í s , y en una y otra ciu-
dad trabajó en su poema Granada...
Pesares y desventuras i g n o r a d a s , lle-
v á r o n l e á ocultar su tristeza y deses-
peración en A m é r i c a . F u é esto en 1855.
En ella encontró hospitalidad cariñosa:
allí v i v i ó entre aplauso i n t e r m i n a b l e ,
y allí t a m b i é n Don Juan Tenorio a b r u -
m ó todas sus otras creaciones con su
v a l e n t i a y p o m p a . i l años le poseyeron
los antiguos d o m i n i o s españoles, ya
h u é s p e d en el palacio de a l g ú n poten-
t a d o , ya en las soledades y en las c h o -
zas indias; dichoso más que nunca cuan-
d o sin libros ni papel, sin pluma ni tinta,
c r e y é n d o s e o l v i d a d o de todos, conse-
g u í a t a m b i é n o l v i d a r s e de sí m i s m o .
V o l v i ó en 1866; y su llegada á Madrid
fué un r e l á m p a g o g l o r i o s o , algo como
apoteosis... Mas ¡ayS si el poeta v i v í a ,
su época n o . De su poesía habían na-
cido otros poetas; de las literaturas
extranjeras había traído la moda otras
•formas; los versificadores mecánicos
— 43 —
En ella decía:
«Cuando me falte tierra donde fijar mi plarta,
cuando me falte cielo donde tomar la luz,
— 46 —
tras tanta gloria efímera, tras experiencia tanta,
ni en la alma lia de faltarme de Cristo la fe santa
ui fosa en que me entierren á sombra de una cruz.»
E l poeta nacional
H a muerto el poeta h o y ; pero ha r e -
v i v i d o su poesía. La m u e r t e de los i n -
m o r t a l e s no m e apena: su tránsito del
h o g a r m o r t u o r i o , d o n d e ha concluido
la vida de un m o m e n t o , al s e p u l c r o ,
donde les aguarda el á n g e l de la h i s -
t o r i a para inscribir en la e t e r n i d a d
sus n o m b r e s , parécese á las h o r a s
transcurridas desde las t i n i e b l a s del
V i e r n e s Santo al repique d e las t o r r e s
y al cántico d e los ó r g a n o s c e l e b r a n d o
el Sábado de Gloria. L l e g ó al p u e r t o
de la muerte. Ya no podrá la e n v i d i a
m o r d e r l e , ni asaltarle la m i s e r i a , n i
h e r i r l e la crítica, ni m e d i r el v u l g o p o r
la estatura visible de su c u e r p o , r e d u -
cido y d i m i n u t o , la i n v i s i b l e g r a n d e z a
d e su alma, que proyectaba luz ideal
e n lo infinito. V i s t á m o n o s de b l a n c o y
u n a m o s nuestra v o z , sin lamentos ni
— 54 —
E n Ka m u e r t e d e Z o r r i l l a .
H a m u e r t o , y d e s d e a h o r a , sus despojos
y a se v e r á n , m á s q u e de p i e , de h i n o j o s .
CAMPOAMOR.
El roniantioiimo.
Con Zorrilla ha muerto el último r e -
presentante de la escuela romántica,
de la escuela que r o m p i ó osadamente
los moldes del arte clásico y cerró p a -
ra siempre á los dioses de Grecia y
— 58 —
Roma las puertas de la poesía. D i v i -
dióse la escuela en dos g r u p o s : el uno,
e c o de lo pasado, el o t r o , v o z del s i g l o ;
el uno, c r e y e n t e ; el o t r o , escéptico;
el uno, patriota; el o t r o , h u m a n o . El
p r i m e r g r u p o lo acaudillaron Saave-
dra y - Z o r r i l l a ; el s e g u n d o , E s p r o n -
ceda y Santos A l v a r e z . D e s a p a r e c i e -
ron he ce ya m u c h o s años E s p r o n -
ceda y el duque de R i v a s ; en los ú l t i -
m o s tres meses Zorrilla y A l v a r e z .
N o por esto desaparecerá la obra de
la escuela. L i b r e la poesía de la s e r v i -
d u m b r e á que la habían condenado los
a n t i g u o s preceptistas, seguirá ajustan-
do el r i t m o á la índole y al desarrollo
de sus sentimientos. No levantará del
sepulcro á la t r a g e d i a . Se consagrará
preferentemente al drama, fiel e x p r e -
sión de los contrastes de nuestra v i d a .
N o s i e m p r e respetará las unidades de
t u g a r y t i e m p o . Buscará la belleza de
la forma pero sin menoscabo de la ver-
d a d ni la e n e r g í a .
A d e l a n t a r á la poesía en su c a m i n o y
l l e n a r á su fin social haciéndose la pre-
cursora de los g r a n d e s m o v i m i e n t o s
porque en días no muy lejanos pasa-
r á n los pueblos. A ella p r i n c i p a l m e n t e
— 59 —
I S a i l a m u e r t e d e 28*. «José Z o r r i l l a .
S O N E T O .
N o deis t r e g u a al d o l o r e n e s t e d í a ;
musas de iberia, desatad el llanto:
e l q u e fué v u e s t r o o r g u l l o y n u e s t r o e n c a n t o
á m á s a l t a r e g i ó n sus pasos g u i a .
De aquelia inagotable fantasía,
engendradora de prodigio tanto;
de aquel sublime y armonioso canto
q u e al p a r r e g o c i j a b a y c o n m o v í a ,
un eco solo, c o m o v o z l e j a n a ,
v i v e , se e x t i e n d e , y al o l v i d o r e t a ,
r e v e l a d o r d e la g r a n d e z a h u m a n a ;
y u n n o m b r e q u e , c l a v a d o en el p l a n e t a ,
m o r i r á con el h a b l a c a s t e l l a n a ,
q u e s u s t e s o r o s p r o d i g ó al p o e t a .
M A N U E L D E L P A L A C I O .
Dos figuras.
De cuantos seres trajo á la realidad
del arte la fantasía creadora ds Z o r r i -
lla, n i n g u n o me cautiva y entusiasma
como Gabriel Espinosa, el mártir i n -
confeso, el misterioso reo de alta t r a i -
ción, que n e g a n d o obstinadamente su
majestad, la deja traslucir en su r e -
signación estoica y en la suprema ele-
g a n c i a de su l e n g u a j e .
_ 60 —
Su figura es triste y hondamente
d r a m á t i c a , c o m o que lleva en sí la
n o s t a l g i a de la perdida realeza y un
h u m o r i s m o fino y v i b r a n t e , que es e l
oro puro de la forma p o é t i c a . ¡No h a y ,
no, en el teatro a n t i g u o y m o d e r n o ,
nada que aventaje á esta c r e a c i ó n .
P e r o el Pastelero de Madrigal no g o -
za de la popularidad d e l T e n o r i o , el
cual debe á sus desafueros r e v e s t i d o s
de espléndida poesía, á su b r a v u r a i n -
solente, á su desprecio d e todas las l e -
y e s , y sobre todo., á la g r a c i a i n a u d i t a
con q u e se procura una redención p o r
a m o r , la simpatía inefable de la raza
que le cuenta e n t r e los s u y o s .
Espinosa se salva p o r sus m é r i t o s :
e s un i m i t a d o r de C r i s t o . A D. Juan
l é v a l e una r e c o m e n d a c i ó n p a r a c o n s e -
g u i r el m i s m o fin sin fin.
Una y otra idea palpitan en las e n -
trañas de la raza.
Cuando v e m o s p a r t i r para la i n s o n -
dable e t e r n i d a d ai poetazo que nos ha
«lado estas bellezas, q u e t a m b i é n son
v e r d a d e s , sentimos i m p r e s i ó n d e f r í o
y m i e d o , como si nos q u i t a r a n , d e
g o l p e , toda la parte de d i v i n i d a d c o n -
cedida á nuestra n a t u r a l e z a .
B . PÉREZ GALDÓS.
— 61 —
L a m u s a está v i u d a y s o l a ;
m u r i ó el vate castellano
y, al c r i s p á r s e l e la m a n o ,
r o m p i ó la l i r a e s p a ñ o l a .
LEOPOLDO GANO.
Ileeuerdos.
N o voy á e s c r i b i r una biografía ni
un j u i c i o de Zorrilla. Su vida, en cuan-
to puede interesar la de un escritor,
referida está por él de mano m a e s t r a ,
y su e l o g i o más elocuente es la sincera
explosión d e dolor con que España
entera lamenta en estos instantes la
muerte de su poeta más g r a n d e , más
popular y más q u e r i d o . Sólo trato de
fijar en el papel los recuerdos p e r s o -
nales que en este momento acuden á
mi m e m o r i a .
Y o conocía y admiraba desde n i ñ o á
Zorrilla c o m o todo el m u n d o : por sus
obras; pero ni mi insignificancia m e
había proporcionado oportunidad de
a p r o x i m a r m e á él, ni en mis tareas l i -
terarias había tenido ocasión de m a n i -
festar el entusiasmo que su g e n i o m e
inspiraba. I m a g í n e s e cuál sería m i
asombro cuando á fines de 1876, h a -
blando un día con su hermano político,
supe que m i ídolo m e contaba en el
— 62 —
n ú m e r o de sus más encarnizados d e -
t r a c t o r e s . Quién pudo infundirle idea
tan desatinada, ni entonces lo supe ni
después he l o g r a d o saberlo.
La cosa era para mí de m á x i m a g r a -
vedad, y no podía quedar a s í . El m i s -
m o que me había comunicado la n o t i -
cia, me llevó en el acto á casa del poe-
ta, que diez minutos después era y ha
s e g u i d o siendo hasta su ú l t i m o i n s -
tante uno de mis más cariñosos a m i -
g o s . A u n no hace cuatro s e m a n a s q u e ,
por entrada de año, me envió una t a r -
jeta con cuatro líneas de aquella l e t r a
hermosa, clara y segura c o m o ios s e n -
t i m i e n t o s de ferviente afecto que en
ella m e expresaba.
En la época m á s aciaga d e mi v i d a ,
la amistad de Zorrilla fué uno de m i s
m a y o r e s consuelos. El recuerdo d e
aquellos días está profundamente g r a -
bado en mi alma, y en él se destaca la
s i m p á t i c a i m a g e n del g r a n poeta c o m o
la de un g e n i o benéfico en m e d i o d e
un horizonte tenebroso. Durante t o d o
un otoño y todo un i n v i e r n o entraba
cada día en mi r e t i r o como un rayo d e
sol en una caverna; y allí aquel g r a n
m a g o de la palabra desplegaba t o d o s
los recursos de su i r r e s i s t i b l e fascina-
— 03 —
ción p r o d i g á n d o m e los tesoros de su
fantasía, de su m e m o r i a y de su afecto
en una conversación á veces candida
como la de un niño, á veces f a m i l i a r -
m e n t e inspirada como la de un profeta
y siempre clara, espontánea y sedativa
c o m o el m u r m u l l o de un manantial
inagotable.
E n aquellas l a r g a s confidencias m e
referia entre otras mil cosas las e s c e -
nas más novelescas de su niñez y de
su j u v e n t u d . Y o le excitaba p a r a que
las e s c r i b i e r a , y él m e ofrecía h a c e r l o ;
pero nunca llegaba la hora de e m p e -
zar. Un día entró en mi cuarto con
m e n o s locuacidad que de c o s t u m b r e .
L e p r e g u n t é si tenía algún sinsabor y
m e dijo riendo que no. Pero al través
de su aparente animación descubría
y o la sombra de una preocupación que
en vano procuraba él d i s i m u l a r . AI íin,
después de muchos r u e g o s , p u d e c o n -
s e g u i r que me confiara un secreto. Se
trataba pura y s i m p l e m e n t e de uno de
l o s infinitos apuros pecuniarios que
en España son la salsa habitual en q u e
m o j a m o s el pan de cada día cuantos
v i v i m o s exclusivamente á expensas del
trabajo l i t e r a r i o . L a cosa, pequeña
c o m o dato a r i t m é t i c o , era g r a v e c o m o
— 64 —
caso d o m é s t i c o , por la p e r t u r b a c i ó n
q u e podía causar en sus hábitos t r a n -
q u i l o s y laboriosos: porque c o n t r a lo
q u e a l g u n o s i m a g i n a n / Z o r r i l l a era
uno de los h o m b r e s más caseros y m á s
trabajadores del m u n d o . A l d e s p e d i r -
nos, le r o g u é que no dejara de v o l v e r
al día s i g u i e n t e .
P o r la noche m e fui á casa de E d u a r -
do Gasset, á quien encontré solo en su
despacho fumando el c i g a r r o de s o b r e -
m e s a frente á un e n o r m e j a r d í n de ca-
n a r i o s que ocupaba el centro de h a b i -
tación.
— D é m e V . sesenta y cinco d u r o s —
l e dije por p r i m e r saludo.
Gasset se l e v a n t ó , m e echó el b r a z o
por la espalda, m e l l e v ó á su mesa de
e s c r i t o r i o , a b r i ó un cajón donde había
en abundancia monedas y billetes, y
m e dijo volviéndose á su c o n t e m p l a c i ó n
ornitológica:
— T o m e V . lo que quiera y no se
q u e d e corto.
Y o conté quince monedas de c i n c o
d u r o s , m e las g u a r d é y a l a r g á n d o l e la
l l a v e del cajón, le d i j e :
— L e advierto á V . que no son para
mí.
— S o b r a la a d v e r t e n c i a — m e c o n t e s -
— C S -
t ó . — Y a sabe usted que puede disponer
de todo sin e x p l i c a c i o n e s .
— E s que cuando y o le diga el n o m -
b r e de quien lo recibirá dentro de m e -
dia hora sin sospechar el paso que d o y
en este m o m e n t o , tendrá usted de s e -
g u r o dos satisfacciones: una por rni y
o t r a por é!.
— E s o ya pica mi curiosidad. ¿De
quién se trata?
— D e un pájaro que no es de cuenta
p o r q u e nunca ha sabido ajustar las su-
y a s ; pero que en c a m b i o canta m e j o r
que l o s encerrados en esa j a u l a .
Y le referí el caso.
Gasset quería duplicar la cantidad,
p e r o ante mi n e g a t i v a cedió diciendo
al d e s p e d i r m e :
— D i g a usted á Z o r r i l l a que mi b o l -
sillo y mi periódico están á su d i s p o -
sición.
Y así fué c o m o Zorrilla, sin haber
pensado en tal cosa, empezó á p u b l i -
car en El Jmparcial sus Recuerdos del
tiempo viejo.
El público l o s saboreó con delicia
desde el p r i m e r o hasta el ú l t i m o ; y o
los había saboreado antes más á g u s t o
en el desorden de la conversación y
c o n dos condimentos que no se p r e p a -
5
— 66 —
ran en el tintero: la m í m i c a sobria y
expresiva de aquel rostro a g u i l e n o y
el t i m b r e de aquella v o z sonora y v i -
b r a n t e c o m o una campana de cristal.
En el curso de nuestras l a r g a s c o n -
f e r e n c i a s , ajustamos una v e z la c u e n -
ta de sus ganancias totales desde F e -
b r e r o de 1837 hasta Enero de 1880. E n
cuarenta y tres años de g l o r i a y t r a -
bajo, no salía el poeta m á s popular d e
nuestro s i g l o á cuatro m i l pesetas
anuales. L o admirable es que haya t o -
davía quien coja una pluma en E s -
paña.
Nuestros únicos altercados eran á
propósito de Don Juan Tenorio, siem-
p r e atropellado por él y defendido por
m í . Una sola explicación he l o g r a d o
hallar á la inquina de Z o r r i l l a contra
aquel hijo p r ó d i g o de su g e n i o : ese
d r a m a que cada año, en la p r i m e r a
semana de N o v i e m b r e , lleva seis ú
o c h o mil duros á la gaveta del e d i t o r ,
había p r o d u c i d o al autor diez mil rea-
les al cabo de cuarenta años, dos r e -
fundiciones y un pleito. Un día que ha-
bía Zorrilla extremado hasta lo a b s u r -
do su j u i c i o adverso á la obra, e m -
p r e n d í y o con más calor que nunca la
defensa de ese drama, cuya p o p u l a r i -
— 67 —
dad sin e j e m p l o es por sí sola bastante
prueba del aliento que lo vivifica, á
pesar de todos sus defectos. El poeta
m e o y ó durante quince minutos sin
pestañear; pero cuando concluido el
a l e g a t o esperaba y o v e r l o rendido á
m i s razones, e x c l a m ó sacudiendo la
melena con cómica i n d i g n a c i ó n :
No puedo más escucharte,
V i l don Juan, p o r q u e r e c e l o
Q u e hay a l g ú n r a y o en el c i e l o
Preparado á aniquilarte.
A n t e e i c a d á v e r d e JZorrfilís.
E n vano la m u e r t e b r a v a
tocó tu ungida cabeza:
la vida del g e n i o e m p i e z a
cuando la del h o m b r e a c a b a .
EUGENIO SELLES.
Afiuerto
E r a de aquella raza de gigantes
q u e t r a j o el s i g l o e n s u f e l i z c o m i e n z o ,
genios sublimes y á n i m o s constantes
q u e d e j a r o n sus h u e l l a s p a l p i t a n t e s
e n e l l i b r o , e n el m á r m o l y en el l i e n z o .
Fundidos fueron del m e t a l búhente
q u e d e l a p a t r i a r e c u b r i ó Ja t i e r r a
d e s d e el v o l c á n a b i e r t o d e r e p e n t e ;
l a f o r t a l e z a l e s s e l l ó la f r e n t e ,
l o s t r a j o e l r a y o , y los t e m p l ó la g u e r r a .
¿Qué fué Z o r r i l l a ? N u e s t r o g e n i o e n t e r o ,
q u e e n é l se h i z o h o m b r e , y m u e r t o l e a c o m -
paña.
P o r eso, á i m p u l s o d e l d o l o r s i n c e r o ,
l l o r a á su t r o v a d o r u n p u e b l o e n t e r o ,
y e s n u e s t r o l u t o la v i u d e z d e E s p a ñ a .
EMILIO FERRARI.
A . Vico.
— —
C o m o c o n o c í á Z o r r i l l a . (1)
¡Alas! Poor Yorick...
Shakespeare.
(1) Q u e s e m e p e r d o n e si e v o c o d e e s t e
r e c u e r d o p e r s o n a l , p u e s la u r g e n c i a c o n q u e
t e n g o q u e t r a z a r estas l í n e a s no p e r m i t e o t r a
cosa.
— 73 —
una le}' contrapuesta á la atracción;
aumenta en razón directa de la m a y o r
distancia. Nunca he dejado de r e v e r e n -
ciar el esplendoroso g e n i o poético de
Z o r r i l l a , pero en mis años juveniles no
era reverencia, era culto lo que me
inspiraba. Después, sucedió lo que su-
ceder debía, y lo que está bien que s u -
ceda: leí más poetas, muchos poetas,
casi me atrevo á decir que la m a y o r
parte de los g r a n d e s poetas que han
arrullado, deleitado ó suscitado á la
humanidad, y el astro de Zorrilla t o m ó
el puesto que le correspondía en la so-
berana constelación de sus hermanos.
¡Pero en aquel entonces! Solo seis ú
ocho poetas me cabían en el a l m a . . . y
mi alma se desbordaba, con su c a n d o -
rosa frescura, su savia infantil y su
florescencia de blancos sueños y a u r ó -
rales ilusiones. Al regresar Z o r r i l l a de
Méjico, una de las p r i m e r a s hermosas
tonterías que debieron caer sobre su
bufete fueron unos versos (detestables
¡ah!) de la poetisa de catorce años que,
toda penetrada de Margarita la Torne-
ra del Capitán Montoya y de las r e d o n -
dillas, décimas y quintillas de Don
Juan, saludaba con efusión la v u e l -
ta á España del pájaro maravillo-
so, el quetzal de flotante plumaje de
esmeralda, el colibrí que hace n i d o en
las lianas y se c o l u m p i a sobre la c i m a
de las p a l m e r a s . . .
Y pasaron l a r g o s días sin que á Z o -
rrilla conociese. Más de tres lustros
después tuve ese g u s t o , en la Goruña.
Y a otros poetas y otras a d m i r a c i o n e s
se disputaban el señorío de mi e s p í r i -
t u ; no obstante, desde que la e m b a r -
cación que traía á b o r d o á Z o r r i l l a fon-
deó en la bahía de mi pueblo natal, r e -
s o l v i e r o n mis padres, como suele d e -
cirse, «echar la casa p o r la v e n t a n a . »
A l m i s m o buque e n v i é un m e n s a j e r o ,
e n c a r g a d o de p r e g u n t a r al poeta, cuán-
do pensaba honrar el techo hospitala-
r i o donde se tenderían á sus pies por
alfombra todo un j a r d í n de rosas, lilas
y v i o l e t a s . Ahora que m e d i t o en este
i n s i g n i f i c a n t e episodio de la vida de
Z o r r i l l a , c o m p r e n d o cuan j u v e n i l era
todavía m i entusiasmo, cuan ensoña-
dor y b o n i t o m i homenaje. P a r e c í a m e
que á Z o r r i l a , como á las i m á g e n e s de
la V i r g e n en Ma3 o, c o m o á las m u j e r e s
r
en quienes sobresale la b e l l e z a , c o m o
á las amadas, solo se le podían o f r e c e r
flores y más flores; que habia que r o -
d e a r l e de flores y de a r o m a s y de colori-
do p r i m a v e r a l , que á su paso, como Dante
— 75 —
la de Beatriz, todos debían lanzar una
exclamación:
¡Manibus o date lilia plenisl
Zorrilla contestó a mi enviado que
vendría en persona á t r a e r m e la r e s -
puesta, y así lo hizo, en efecto, á las
pocas horas.
Le esperábamos, como se espera á
los reyes,' en la puerta. L e a c o g i m o s ,
c o m o á los a m i g o s , con la sonrisa e n
los ojos y en la mano el corazón. Y
cuando salió, en vez de la a l e g r í a espe-
rada, yo r e c o g í una de las penas des-
interesadas, objetivas, m a y o r e s que en
mi vida me acongajaron.
¿Por qué?
Z o r r i l l a acababa de d e c i r m e lo s i -
g u i e n t e . . . y hoy, al referirlo, casi v u e l -
v o á sentir, más que la presente m e -
lancolía, de la despedida eterna, la me-
lancolía pasada de aquel p r i m e r cho-
que brutal entre mis dorados pensa-
mientos y las g r i s e s realidades del
v i v i r . . . Z o r r i l l a , repito, acababa de
decirme q u e , por una serie de circuns-
tancias c u y o relato s u p r i m o , había
l l e g a d o á contratarse lo m i s m o que se
contrata, no el cantante, que se reser-
va el derecho de h a l a g a r con su voz á
quien quiera que sea fuera de las ta-
- 76 —
blas, sino el fenómeno curioso á quien
el barnum enseña de barraca en barra-
ca y de pueblo en pueblo,y al cual solo
el bar-num puede mostrar, pues . s u (
Z o r r i l l a , s u b e al c i e l o . A l l i d e fijo
m i p a d r e e s t á . Si á r e c i b i r t e sale
con los brazos a b i e r t o s , l l o r a y dale
u n a b r a z o y u n b e s o d e su h i j o .
RICARDO DE LA VEGA.
M u e r t o el p o e t a d e i n d e c i b l e e n c a n t o ,
d e E s p a ñ a o r g u l l o y de. las l e t r a s g l o r i a ,
no he d e ser y o q u i e n v a y a con m i c a n t o
á p r o f a n a r , o s a d o , su m e m o r i a .
T u r b e q u i e n t e n g a el á n i m o m á s f u e r t e
d e a b i e r t a fosa la t r a n q u i l a c a l m a . . .
Y o , r e s p e t a n d o e l f a l l o d e la m u e r t e ,
¡ l l o r o al p o e t a y r e z o p o r su a l m a '
VITAL AZA.
ILia v i d » d e l p o e t a .
E l anciano ilustre, el patriarca de
las musas era para la g*eneración n u e -
va Un muerto v i v o , una sombra q u e r i -
da y n e r a d a . L a s g e n t e s le veían i r
V e
— 83 —
por las calles e n v u e l t o en su capota,
cubierta la cabeza con su sombrero
n e g r o de castor flexible, los ojos apa-
g a d o s , el paso corto y lento, y sentían
un respeto cariñoso hacia aquel h o m -
bre que se había s o b r e v i v i d o á sí
mismo.
El lo decía: « Y o no existo y¡x. E s t o y
enterrado. Pero el sepulturero m e d e -
j ó una mano fuera y en ella una p l u -
m a . Si alguna vez me ponen delante
un papel escribo. Mas no escribo y o :
escribe el Zorrilla que ha desaparecido
y yo le sirvo de a m a n u e n s e . »
E l día p r i m e r o del último Diciembre
m e escribía larga y cariñosa carta, y
de este documento, de inapreciable va-
lor para m í , copio a l g u n o s párrafos:
« H a c e ya meses que me he e l i m i n a -
do de la sociedad por las e n f e r m e d a -
des y aflicciones que acosan mi vejez.
H o y m e está preparando el doctor Ga-
no para la quinta y sexta operación en
la cabeza, que no puedo ya presentar
descubierta por repugnante y ridicula,
por lo cual habrá usted notado que no
he podido tomar parte en n i n g ú n acto
del Centenario.»
« A h o r a , hace tres meses que no pue-
do trabajar porque las curaciones d o -
— 84 —
lorosas y los baldeos continuos con que
m e ajofifan la chola no me lo p e r m i -
ten.»)
« Y o ya he m u e r t o , mi q u e r i d o toca-
y o ; mi e x t e m p o r á n e a é i n v e r o s í m i l
coronación fué m i m u e r t e c i v i l y t e n g o
que a g u a r d a r la p r ó x i m a m u e r t e defi-
nitiva en el silencio y la o s c u r i d a d . »
Profeta de sus tristezas y de su fin
p r ó x i m o , víctima de las e n f e r m e d a d e s
q u e se habían cebado en lo más noble
y a d m i r a b l e del p o e t a , en su cabeza
g e n i a l y hermosísima, lleno de a m a r -
g u r a s , p o b r e p o r q u e la pensión d e 30
m i l r e a l e s que el Estado le servía no
bastaba á los g a s t o s de su e x i s t e n c i a
v a l e t u d i n a r i a , le v i m o s por última v e z
en la puerta de su casa de la calle d e
Santa T e r e s a , el m i s m o día en que por
v e z postrera salió del sepulcro en q u e
se había e n c e r r a d o .
P e r o no es este el poeta, no es este
el Z o r r i l l a de universal r e n o m b r e , de
fantasía p r o d i g i o s a , de p l u m a fecunda,
i n a g o t a b l e , de vida aventurera; no es
este el t r o v a d o r de las leyendas n a c i o -
nales, á quiera a d m i r a n cuantos saben
leer en castellano y sentir en e s p a ñ o l .
P a r a que la m e n t e reconstituya la i n -
teresante silueta de D. José Z o r r i l l a ,
— 85 —
h a y que verle en la serie no i n t e r r u m -
pida de triunfos y desastres, de apo-
teosis y desventuras que forman el
t e g i d o de su biografía, brillantísima á
trechos, oscura en ocasiones, c o m o
esos tapices orientales que gustaba de
poner hajo los pies de sus heroínas
cristianas ó a r á b i g a s .
Hay que verle errante sobre una
muía de dueño desconocido por la p o l -
vorienta carretera que une á Valladolid
con la corte, personaje de aventurera
historia que recuerda las páginas m e -
j o r e s de Gil Blas ó del Marcos de Obre-
gón; ó ya en la catedral de B u r g o s ,
postrado en muda oración, rimando su
fe de creyente, los e s t r e m e c i m i e n t o s
de su alma de poela y sus tristezas de
hijo p r ó d i g o ; hay que v e r l e ante la
tumba de Larra, pálido, convulso, d e -
jando caer de sus labios la s a i e l a m a r -
g a de su poesía melancólica y de sus
ojos el llanto de una intensa e m o c i ó n
estética; hay que verle en la puente
del navio en que hizo su viaje á A m é -
rica soñando con la g l o r i a y la fortu-
na; en la corte de Maximiliano r e q u e -
rido de las clamas, adorado de los p a -
latinos y del pueblo; cabalgando en
i n d ó m i t o potro como un g a u c h o por la
sierra andina, la g e n t i l cabeza oculta
por a n c h í s i m o s o m b r e r o , la rica m e l e -
na al v i e n t o , el poncho ondeando al
c o m p á s de la m a r c h a ; hay que v e r l e
p r o s t e r n a d o en é x t a s i s ante las palmas
de piedra de la catedral sevillana ó a n -
te las c o l u m n a t a s de la A l h a m b r a .
Z o r r i l l a p o e t a , Zorrilla aventurero,
Z o r r i l l a desterrado, Zorrilla errante, se
completan en un todo, y ese todo cons-
t i t u y e su fisonomía, su inspiración, su
fuerza s u g e s t i v a , su p r e s t i g i o evoca-
dor. Vecllo en a m p l i o y e l e g a n t e salón
lleno .de d i s t i n g u i d o público. El poeta
va á leer. ¿Dónde estamos? ¿Kn Madrid,
en el A t e n e o ó en Méjico en el P a l a c i o
de Maximiliano? ¿En P a r í s en el hotel
de un acaudalado banquero ó en V a l l a -
dolid en un teatro? Donde quiera y
c u a n d o q u i e r a q u e Z o r r i l l a iba á leer, el
p ú b l i c o acudía con e n t u s i a s m o . Ya se
pone en p i é , s o n r í e , se lleva la mano á
la cabeza, empuja hacia atrás su m e l e -
na undosa y bella c o m o la de una m u -
j e r y de sus labios vuelan los p r i m e r o s
v e r s o s . i Q ® corrientes de r e l i g i o s o
u
respeto i n v a d e n al a u d i t o r i o ! Los c o -
r a z o n e s d e b i l i t a n su g o l p e o y las r e s -
r a c i o n e s se p a r a n ; un soplo helado
P H r e m e o e al o y e n t e : es la i n s p i r a c i ó n
es
— 87 —
que pasa, y el espíritu se dispone á
r e n d i r l e homenaje aun sin q u e r e r .
Aquella voz suave, musical, dulcísima,
rica de tonos varios; aquella voz de
o r o que vibra y llora y pinta y manda,
se enseñorea del espacio y del p ú -
blico.
La leyenda de Margarita la Tornera
recitada, ó mejor dicho, cantada por
Zorrilla, no es una obra poética, es la
poesía misma. V e m o s el templo o s c u -
r o , donde acude á r e f u g i a r s e la pobre
monja después de sus desastres y amo-
r í o s , y del cielo desciende á la t i e r r a
un. rayo de luz que trae el perdón p a r a
D . Juan el asesino, el dilapidador, el
perjuro; para Margarita, is traidora
esposa de Jesús; para cuantos han o l -
v i d a d o a Dios y han a m a d o . Quien no
haya oído á Zorrilla en una de estas
inolvidables recitaciones desconoce el
poder de la v o z humana, más eficaz
que toda música de artificioso instru-
mento para t r a s m i t i r del alma al alma
las ondulaciones v a g a s y misteriosas
d e la idea.
Zorrilla va por la vida sin plan, sin
propósito, obedeciendo una fuerza i n -
terior de que no puede darse cuenta.
El viento lo empuja, y lo lleva y lo
— 88 —
t r a e c o m o á esas flores plumosas d e
c i e r t a s plantas creadas por !a natura-
leza para flotar e n la atmósfera y b r i -
l l a r reflejando en sus flequillos a t e r -
ciopelados la luz del sol. Así va de
V a l l a d o l i d , donde nació el 21 de Fe-
b r e r o de 1817 á B u r g o s y á M a d r i d ;
desde L e r m a , donde un padre s e v e r í -
s i m o v e í a en las i r r e g u l a r i d a d e s de la
vida del poeta casi un c r i m e n , á S e -
v i l l a , donde el a m o r y el arte lo pasean
en triunfo, e n t r e el perfume de a r i s t o -
cráticas beldades y los aplausos de r i -
cos a d m i r a d o r e s ; desde España á A m é -
r i c a ; desde las místicas estepas de
Castilla á las esplendorosas sierras
m e j i c a n a s ; desde la r e g u l a r i d a d de una
v i d a casi monástica entre l i b r o s á la
a n d a r i e g a , romancesca y nómada aven-
tura entre conspiradores, truhanes y
b a i l a r i n a s ; empezando una semana en
la orgía más desenfrenada y conclu-
yéndola en la labor p r o d i g i o s a , f e -
cunda é incansable de un benedictino.
L e e d los Recuerdos del tiempo viejo
que escribió para Los Lunes de El Lm-
parcial y allí v e r é i s contado por él m i s -
m o y c o m o él solo podría hacerlo el
i n v e r o s í m i l y d r a m á t i c o relato de su
historia.
— 89 —
Madrid debe h o n r a r la m e m o r i a del
poeta con algún testimonio de pública
y perdurable r e m e m b r a n z a .
Guando no se enseña al pueblo á
respetar sus propias g l o r i a s , se le e n -
seña á ser i n g r a t o .
J . ORTEGA MUNILLA.
A Zorrilla.
A l resonar tu a c e n t o p o d e r o s o
d e j a n d o su r e p o s o
y el polvo sacudiendo del olvido
despiértanse los m u e r t o s ,
y en un m u n d o d e l i m i t e s i n c i e r t o s
g o z a n y p e n a n los q u e n u n c a h a n s i d o .
Mezcla de realidad y d e q u i m e r a s
vivirán, aunque mueras,
esos héroes q u e t i e n e n con tu historia
su f a n t á s t i c a h i s t o r i a c o n f u n d i d a :
t ú l e s d i s t e la v i d a ,
y ellos eu c a m b i o v e l a r á n lu g l o r i a .
R I V A PALACIO.
E l ú l t i m o p l a n del poeta.
Hablando a y e r de nuestro g r a n p o e -
ta muerto, con el h o y único i n t é r p r e t e
de sus o b r a s — A n t o n i o V i c o , — n o s dijo
el g r a n actor que acaso poseía él los
— 90 —
últimos versos del bardo que todos l l o -
ramos.
F i g ú r e s e el lector la curiosidad de
leer aquellos versos inéditos y el d e -
seo de p o s e e r l o s que en nosotros se
despertaría, y A n t o n i o V i c o , q u e c o n o -
ció lo que sentíamos, se b r i n d ó á b u s -
car aquellos v e r s o s e n t r e sus p a p e l e s ,
y t u v i m o s la suerte de dar con e l l o s .
N o son solo v e r s o s , es una c a r t a
curiosísima escrita hace poco por Zo-
rrilla á V i c o p r o p o n i é n d o l e una r e f u n -
dición de la p r i m e r a parte de El zapa-
tero y elrey, la cual p r i m e r a p a r t e n o
se hace e n teatro a l g u n o . En esta carta,
de la que no hemos q u e r i d o s u p r i m i r
ni una sola letra para que c o n s e r v e
t o d o su sabor i n t i m o , se r e t r a t a el
poeta de cuerpo entero.
E x p o n e p r i m e r o la idea de la r e f u n -
d i c i ó n , s i g u e l u e g o i n d i c a n d o el n u e v o
asunto, y á lo m e j o r , t r a b a d o por la
r i g i d e z de la prosa, contnúa en v e r s o ;
v u e l v e un m o m e n t o á la prosa y de
nuevo encaja en la r i m a lo que puede
l l a m a r s e tesis de la que hubiera sido
una obra d r a m á t i c a m á s , de h a b e r n o s
Dios concedido la ventura de no l l e -
vársenos al poeta.
A pesar de los años, á pesar del c a u -
— 91 —
T a l es m i e m p r e s a y c a m p a ñ a ;
de Setubal á Figueras
s o l o un r e i n o s i n f r o n t e r a s
y solo un r e y en E s p a ñ a .
P o d r é en m i e m p r e s a m o r i r ,
m a s si e n e s t a m ; a i n s i s t o
y la p l a n t e o . . . ¡ p o r C r i s t o !
q u e a l g ú n r e y l a ha d e c u m p l i r .
¿ D í g a m e usted, qué Ieparece la a m -
plitud de esta idea?
¡Sáatesls.
P o r q u e ¿quién va á c r e e r que cuantos
le arrastraron á ser cruel,
acosándole entre tantos,
e r a n t o d o s unos santos,
y e l c r i m i n a l s o l o él?
P u e s q u é , ¿ f u e r o n q u e él m e j o r e s
de infamias y \icios fardos,
de honra y tierras salteadores,
los siete veces t r a i d o r e s
y a d u l t e r i n o s bastardos?
P u e s , ¿peores q u e él no son
aquel gran r e y de A r a g ó n ,
y aquel r e y de Portugal,
y aquel papa de Aviñón
q u e le t r a t a r o n t a n m a l ?
P o r ahí va. Es p r e c i s o que nos vea-
mos. D í g a m e á q u é hora está usted en
casa y cuándo se v a ; y suyo
•ZORRILLA.
Segovia - 7 9 Ayuntamientos, j L
Suevos, Vándalos y A l a n o s — g u e r r a s
c o n t i n u a s — r e y e s bautizados por p o l í -
tica—confusión—Honorio, y Valenti-
niano bajo la regencia de Placidia, año
4 2 4 — H e r e g í a s — a m b i c i ó n del c l e r o —
d e g e n e r a c i ó n del c r i s t i a n i s m o — e l c l e -
ro peí-seguido y p e r s e g u i d o r — p á g . 20.
Leovigildo y Hermenegildo: Todo
e l l o nieblas m u y difíciles de penetrar.
T o m a de M a d r i d por A l í o n s o V I .
L o s segovianos al mando de Diaz Sauz
y Fernán García: Asalto de la torre, le
d a n al r e y la v i c t o r i a , el r e y dio á
— 97 —
Fer-García por empresa de su escudo
una torre azul con guirnalda y una es-
trella e n c i m a , cinco a l m e n a s , dos
puertas una abierta y otra cerrada y
el título de la torre, á Díaz Sanz el de-
recho de usar las a r m a s de C a s t i l l a . —
(1083 y 1088)—Martín-Muñoz, B u r g a -
l e s , pobló y dio n o m b r e á Martin M u -
ñoz, Blasco Muñoz, Gutiérrez Muñoz y
A r m u ñ a , (su hija) pueblos de la p r o -
v i n c i a ( p á g . 38).
Riquezas de la Iglesia Segoviana por
las donaciones de r e y e s y particula-
r e s — (42 y 4 3 ) .
Muerte de E n r i q u e V I . Malos ante-
cedentes de Isabel la C." 70-71 y 7 2 .
La I n q u i s i c i ó n — I n g r a t i t u d de la
reina con S e g o v i a — C a b r e r a — G r a n a d a
— E x p u l s i ó n de los judíos, para quitar
á la nobleza el a p o y o de sus riquezas
— O r d e n en el clero y en los t r i b u t o s .
— E l 1494 estuvo el rey m u y malo en
S e g o v i a . Confirmación de los p r i v i l e -
g i o s de la ciudad, salvo atacarlos
cuando c o n v i n i e s e á los reyes, según
su costumbre (76 y 7 ) . El obispo Don
Juan A r i a s del V i l l a r . Misal S e g o v i a -
no-76.
L a princesa Juana y Felipe el h e r -
m o s o en S e g o v i a , mandatos r a r o s —
7
— 98 —
p r i m e r a s señales de locura de doña
Juana—1503.
V e n g a n z a s y barbaridades en S e g o -
v i a en la ausencia de D. Carlos al co-
r o n a r s e en A l e m a n i a 77.
T e r r i t o r i o — r i q u e z a en maderas 83 y
84 A r b o l a d o — P a s t o s — h e r b a j e s R í o s ,
si se esplotasen tus r i o s ,
y a r r o y o s de tus c o m a r c a s
serías de las comarcas abarcas.
El testamento de Zorrilla.
C o p i a literal.
NUMERO VEINTITRÉS.
En la ciudad ele Vallaclolid á diez y
n u e v e de Enero de mil o c h o c i e n t o s
o c h e n t a y cuatro, ante m í D Justo
Melón Sánchez, censor p r i m e r o de la
Junta directiva del Ilustre C o l e g i o N o -
tarial del T e r r i t o r i o del m i s m o C o l e g i o
por n o haber t o m a d o posesión el e l e c -
to, y N o t a r i o especial del E x c e l e n t í s i m o
A y u n t a m i e n t o de esta ciudad, con d o -
m i c i l i o y fija residencia en ella, y t e s -
t i g o s r o g a d o s y llamados para este
aeto.—
El E x c m o . Sr. D José Z o r r i l l a y M o -
r a l , de edad de sesenta y seis a ñ o s ,
r e s i d e n t e a c c i d e n t a l m e n t e en esta c i u -
d a d , Hotel de F r a n c i a número q u i n c e ,
c u a r t o p r i n c i p a l , situado en la calle d e
T e r e s a - G i l , numero veintitrés y vecino
d e la ciudad de Barcelona, p r o v i s t o d e
c é d u l a personal de octava clase, n ú -
m e r o doscientos setenta, expedida en
d o s del corriente mes por el A d m i n i s -
— 101 —
trador de P r o p i e d a d e s é Impuestos de
aquella p r o v i n c i a , hallándose en m i
estudio calle de la Constitución n ú m e -
r o siete, piso principal de la i z q u i e r d a ,
bueno y en el c o m p l e t o uso de sus fa-
cultades intelectuales y p o r tanto c o n
capacidad l e g a l á mi j u i c i o , para t e s -
tar dijo que deseando formalizar su
ú l t i m a y deliberada voluntad o t o r g a el
presente t e s t a m e n t o nuncupativo en la
forma c o n t e n i d a en las cláusulas s i -
guientes:
1.
a
Declara el testador que ha v i v i -
d o y que m o r i r á cristiano, por convic-
ción de que con la doctrina de Jesu-
c r i s t o si la s i g u i é r a m o s los que nos
d a m o s p o r cristianos bastaría para
hacer un P a r a í s o de la tierra: que es
natural de esta ciudad, bautizado en la
Parroquia de San Martín, hijo de don
José Zorrilla Caballero y doña N i c o m e -
des Moral d e R e v e n g a , difuntos, v e c i -
nos que fueron de T o r q u e m a d a , en la
Provincia de P a l e n c i a . —
Deja todo lo referente á su f u -
neral y demás piadioso á la disposición
y voluntad de su actual esposa doña
Juana Pacheco, vecina hoy de Barcelo-
na.—
3.
a
El testador suplica al E x c e l e n -
— 102 —
« E L P O E T A JOSÉ Z O R R I L L A
HIJO DE VALLADOLID.»
A l r e d e d o r de la fosa, se pondrá una
— 103 —
pequeña verja de hierro para evitar
las profanaciones: y de esta fosa no
p e r m i t i r á j a m á s el A y u n t a m i e n t o , que
sus restos sean exhumados, so protes-
to de trasladarlos á panteón Nacional
ni otro lug*ar alguno de mundana o s -
tentación.—Corno es probable por la
e d a d que alcanza el testador, que no
g o c e m u c h o s años del sueldo que como
Cronista le ha señalado la misma Cor-
poración Municipal, la suplica que si
e s posible, se le continúe dando á su
viuda si le s o b r e v i v e ; por si apesar de
su previsión sus editores y los libreros
hallan medio de hacer con sus obras
póstum Í S . I O que con las que ha e s c r i -
t o en vi.d;i.—
4 a
Declara estuvo casado en p r i -
meras nupcias con D . Matilde F l o r e n -
a
Pacheco.—
7.
a
Como es probable qua el testa-
dor quede en deber según contrato á
sas editores a l g u n a s cantidades más ó
menos usurariamente facilitadas de
e d i t o r á autor, es su voluntad y á car-
g o y responsabilidad de su conciencia
ante Dios, que su mujer se n i e g u e á
reconocerlas y se resista á p a g a r l a s ,
si la honradez, la conciencia y la h i -
dalguía de sus editores no les inspira
la obligación de perdonárselas; por r a -
zón d e la lesión e n o r m í s i m a que con
todos sus contratos le han inferido le-
galmente y en consideración á que la
larga vida que Dios le ha concedido,
les ha permitido g o z a r tantos años del
producto de su i n g e n i o y de que aun
les p e r m i t e la ley seguir g o z a n d o . E n
sus notas y m e m o r i a s postumas se ha-
llarán más pormenores á p r o p ó s i t o de
este deseo postumo s u y o : p e r o es tam-
bién su voluntad que si sus editores ó
sus herederos son generosos con los
s u y o s , se suprima y se queme el capí-
tulo de sus m e m o r i a s postumas q u e
— 106 —
c o n t i e n e los indicados pormenores.
8.
a
I n s t i t u y e y n o m b r a p o r su h e -
r e d e r a única y u n i v e r s a l , d e todos sus
b i e n e s , derechos y a c c i o n e s , presentes
y futuros, con e x c l u s i ó n absoluta de
tados sus parientes p a t e r n o s y m a t e r -
nos, que j a m á s han hecho nada ni p o r
su p a d r e , ni por el testador, á su s e -
g u n d a mujer l e g í t i m a Doña Juana P a -
c h e c o ; á quien pertenecerán desde la
h o r a de su m u e r t e , todo el d i n e r o ,
m u e b l e s , alhajas, c r é d i t o s y derechos
que de su pertenencia y en su favor
e x i s t e n : c o m o a s i m i s m o el sesenta por
c i e n t o que según escritura le c o r r e s -
p o n d e , de ios p r o d u c t o s de la edición
ilustrada y monumental q u e está p u -
b l i c a n d o en las oficinas de l a Sociedad
de Crédito Intelectual, paseo de Gracia
noventa y uno, Barcelona, c u y o actual
D i r e c t o r es Don L e o p o l d o B r e m ó n . Y
si esta edición alcanza el é x i t o que se
espera, l e g a a s i m i s m o á su l e g í t i m a
m u j e r Doña Juana P a c h e c o , el d e r e c h o
de t r a t a r de la st?gunda y s i g u i e n t e s
e d i c i o n e s de dichas sus obras c o m p l e -
tas, con dicha Sociedad de C r é d i t o I n -
telectual, bajo las condiciones que m e -
j o r e s c r e a , salva la de e n a g e n a r p o r
c o m p l e t o la propiedad L i t e r a r i a . T o j o s
— 107 —
los derechos que de él herede Doña
Juana Pacheco, es su voluntad, que
pasen á su fallecimiento á la citada su
sobrina Doña Blanca A r i m ó n y Pache-
c o : pudiendo su viuda, Doña Juana,
v o l v e r á casar cuándo, cómo y con
quien fuese su v o l u n t a d , g o z a n d o en
su segundo m a t r i m o n i o de cuanto h e -
rede del testador, y por sus derechos
pudiere adquirir; pero á condición de
trasmitírselos á su fallecimiento, no á
sus hijos si los tuviere ni á su m a r i d o ,
ni á ningún individuo de la familia de
éste, sino a la sobrina de ambos D o ñ a
Blanca A r i m ó n . —
9.
a
N o m b r a por sus albaceas testa-
mentarios y cumplidores de esta su
última voluntad á su esposa Doña Jua-
na Pacheco, á Don José A r i m ó n y Cruz,
vecino de P u e r t o - R i c o , y á Don Ma-
n u e l de Mata y Maneja, v e c i n o y A b o -
g a d o del C o l e g i o de Barcelona, á los
tres juntos y á cada uno iii sólidum,
para que después de su fallecimiento
se apoderen de sus bienes, créditos y
papeles, y por si y sin intervención de
justicia, ni autoridad alguna, pues que
desde ahora prohibe toda mediación
judicial, cumplan con cuanto lleva d i s -
puesto á la m a y o r brevedad p o s i b l e . —
— 108 —
10.
a
Y por ú l t i m o , el testador r e -
voca y anula, da por nulos y de n i n g ú n
v a l o r ni efecto, todos los t e s t a m e n t o s ,
c o d i c i l o s , y d e m á s disposiciones t e s -
tamentarias q u e antes de ahora haya
hecho, por e s c r i t o , de palabra, ó en
otra forma q u e no q u i e r e v a l g a n ni
hagan fe en j u i c i o ni fuera de é l , y sí
s o l o el presente que se habrá d e obser-
v a r y c u m p l i r en todo su c o n t e n i d o ,
c o m o su última y deliberada v o l u n -
tad.—
A s í lo o t o r g a el Sr. D. José Z o r r i l l a
y Moral ante m i dicho N o t a r i o , y l o s
t e s t i g o s r o g a d o s y llamados c o m o v a
d i c h o , que lo son Don H o r a c i o M o r a n ,
su profesión c o m e r c i a n t e , Don L o r e n z o
Caballero N o a l , p r o f e s o r dentista, y
Don José A g u s t í n de Beitia y T a l l a e -
c h e , p r o p i e t a r i o , vecinos de esta c i u -
dad, que a s e g u r a n no tener i m p e d i -
m e n t o l e g a l para e l l o . —
Enterados unos y otros del d e r e c h o
que la L e y le concede., para leer por sí
m i s m o s , este i n s t r u m e n t o ú o í r m e l e
leer, por acuerdo de todos lo v e r i f i q u é
y o el n o t a r i o í n t e g r a m e n t e y en alta
v o z , el cual aprobó el testador m a n i -
festando q u e cuanto contiene es su ú l -
tima y deliberada voluntad.—
— 109 —
Y dicho testador á quien yo el N o -
tario doy íe conozco, con la vecindad
y circunstancias expresadas, y tam-
bién de h¡dlarse en su c o m p l e t o j u i c i o ,
lo firma en un solo acto con dichos
t e s t i g o s , ahora M I J O son las dos menos
cuarto do la tarde y s i g n o y firmo, ha-
ciéndolo también con su rúbrica el
testador en el m a r g e n izquierdo y por
la cara del sello en los dos p l i e g o s an-
te rió res==JosÉ ZoRRiLLA==Horacio Mo-
r á n = L o r e n z o Caballero=José Agustín
de B e i t i a — H a y un s i g n o : Justo Melón
Sánchez.
Versos inéditos.
Guando Zorrilla hacía la corte á la
que fué su segunda esposa, doña Jua-
na Pacheco, allá por el año 1869, r e -
g a l ó á la predilecta d e su corazón un
ejemplar de la hermosa leyenda El
drama del alma, en la que escribió dos
redondillas de su puño y l e t r a .
La primera de ellas, que figura en
la portada del libro, dice así:
Á JUANA PACHECO.
L a fe d e m i corazón
destilé en este p a p e l :
lee, J u a n a , c o n a t e n c i ó n
y p i e n s a e n m i al l e e r e n é l .
El Autor.
L a otra r e d o n d i l l a va escrita al final
de la leyenda y está concebida en e s -
tos t é r m i n o s :
Cuando hayas llegado aqui,
J u a n a , m i l i b r o al c e r r a r ,
¿te p o d r é y o p r e g u n t a r
qué es l o q u e piensas d e m í ?
J. Zorrilla.
Se invocan c o m o p r e c e d e n t e s de e s -
t o , hermosn apoteosis del g r a n poeta
español, los n o m b r e s de T e n n y s o n y
Víctor Hugo.
Sí: pero T e n n y s ó n era el poeta i n s -
pirado y correcto de la c o r t e ; V í c t o r
H u g o , g r a n poeta de i m a g i n a c i ó n , fué
político, propagandista y la v o l u b i l i -
dad de sus opiniones hizo a b i g a r r a d a
e n el fondo su poesía y quitó m u c h o
carácter á su alta p e r s o n a l i d a d .
Zorrilla, en c a m b i o , es la emanación
espontánea y g e n u i n a del alma de E s -
paña: es el pájaro que canta su no
aprendida canción posado en las r u i -
nas; es la flor que brota en ellas d e s -
pués de la l l u v i a , sin más r i e g o que e l
del cielo, sin m á s interés que el de
obedecer la ley de su ser, sin m á s e s -
peranza que la de m a r c h i t a r s e en el
seno de la m i s m a ruina á que l l e v ó un
poco de a l e g r í a . Z o r r i l l a es s i e m p r e el
mismo: cristiano y español.
La apoteosis de Z o r r i l l a es una hon-
ra de España: es la apoteosis del poeta,
solo del poeta, es decir, del i d e a l .
N o d i g a m o s , pues, que se han aca-
bado los poetas de su noble t i e r r a . De-
cía Shakespeare de las l á g r i m a s d e La-
d y Macbet, me parece, que al tocar el
— 113 —
suelo, se convertían en serpientes. Y o
creo que las l á g r i m a s españolas que
hoy caen en la tumba recién abierta al
t r o v a d o r rendido por la muerte, bien
pueden, al evaporarse, transformarse
en estrofas y en cantos d i g n o s de los
mejores tiempos, porque tienen e! c a -
lor de almas capaces de llorar, porque
m u r i ó el p o e t a . »
JUAN ZORRILLA DE SAN MARTÍN.
Ministro plenipotenciario del Uruguay.
E l que ha e n v i a d o el L i c e o de Gra-
nada á la viuda de Z o r r i l l a dice así:
Granada 24 (12-45 t . )
Señora viuda de D. José Z o r r i l l a .
El L i c e o de Granada, que escribió
una de las más brillantes p á g i n a s de
su historia coronando al e g r e g i o poeta
cuya p é r d i d a llora ho3 España entera,
r
envía á usted e l t e s t i m o n i o de su p r o -
fundo dolor.
Con su muerte ha p e r d i d o la poesía
castellana la más l e g í t i m a de sus g l o -
r i a s . — E l p r e s i d e n t e , francisco Blan-
co Conslans.
114 —
EL CADÁVER DE ZORRILLA
E n la mañana del 23 yacía el c a d á -
v e r en una modesta cama i n m e d i a t a
al sillón donde había fallecido el p o e t a .
Cuando se supo en el Ateneo que Z o -
r r i l l a estaba á punto de espirar, s u r -
g i ó entre v a r i o s socios la idea de q u e
se c o n v i r t i e r a en capilla m o r t u o r i a el
salón de cátedras, para e x p o n e r allí el
cadáver.
P e r o la A c a d e m i a E s p a ñ o l a había
concebido idéntico plan y con o b j e t o
de r e a l i z a r l o , v i s i t ó el día 25 á las ocho
d e la mañana, á la viuda de Z o r r i l l a ,
r o g á n d o l a en n o m b r e de la citada Cor-
poración que le dispensaran la honra
de hacerse c a r g o del c a d á v e r y de o r -
g a n i z a r y disponer su e n t i e r r o .
La demanda fué o t o r g a d a y a c o g i d a
con sincera g r a t i t u d .
P o c o después se reunió en la casa d e
la calle de Val v e r d e una Comisión e s -
pecial, compuesta de los Sres. T a m a y o ,
Castro y S e r r a n o y Fabié, q u i e n e s
a c o r d a r o n que el sepelio se v e r i f i c a r a
en el cementerio áe San Justo; que s e
c o n v i r t i e r a en capilla ardiente el s a -
— 115 —
lón principal de la A c a d e m i a , y que se
p e r m i t i e r a la entrada al público en é l ,
cuando ya estuviera c o n v e n i e n t e m e n t e
colocado el cada 'er.
Este se Malla vestido de frac, con la
banda de la g r a n cruz d e Carlos I I I y
la medalla de académico.
al c e m e n t e r i o .
E l ateneo
L a Junta directiva del A t e n e o t o -
m ó ios siguientes acuerdos:
1.° Que asistieran al entierro todos
sus individuos y los que forman las
Mesas de las secciones.
2.° I n v i t a r , por medio de circula-
res, á todos los socios para que c o n -
currieran al m i s m o a c t o .
3.° Que se cerrase media puerta en
señal de luto, y se colgase el balcón
principal del edificio con n e g r o s c r e s -
pones.
4.° Depositar sobre el féretro una
g r a n corona.
5.° Celebrar una s o l e m n e velada
poética en honor de Z o r r i l l a .
Y 6.° E x p o n e r á la Junta g e n e r a l
— 118 —
la conveniencia de que el A t e n e o , en
homenaje á la m e m o r i a del i n s i g n e
poeta, tomara la i n i c i a t i v a para a b r i r
una suscripción pública cuyos p r o d u c -
tos se destinen á e l e v a r un m o n u m e n -
to á Z o r r i l l a .
Con objeto de o r g a n i z a r la v e l a d a ,
se verificó en el A t e n e o una Junta
el 25, á las nueve d e la n o c h e , á la
que fueron i n v i t a d a s , entre a l g u n a s
otras personas, los Sres. C a m p o a m o r ,
Nuñez de A r c e , Balatt, Va lera, Menén-
clez P e l a y o , Sánchez Moguel, Selles,
Ferrari, Echegaray, Moret, Palacio
( D . Manuel), F e r n á n d e z S h a w , G r i l o ,
González Serrano y C a m p i l l o ; y los
señores g e n e r a l R i v a Palacio, m i n i s -
t r o de M é x i c o ; Z o r r i l l a d e San M a r t í n ,
d e l U r u g u a y ; y P e r a l t a , de Costa R i c a ,
quienes á su cualidad de d i p l o m á t i c o s
a m e r i c a n o s unen la de ser m u y d i s t i n -
g u i d o s poetas.
El martes, á las nueve y media, se
reunió dicha c o r p o r a c i ó n en Junta
g e n e r a l e x t r a o r d i n a r i a para dar c u e n -
ta de una proposición presentada para
h o n r a r p e r p e t u a m e n t e la m e m o r i a d e l
g r a n poeta nacional.
— 119 —
L a Sociedad
de Escritores y Artistas.
A c o r d ó también dedicar al finado
una g r a n corona, disponer que asis-
tiera al entierro una numerosa comi-
tiva de socios que llevase su r e p r e s e n -
tación y favorecer con un buen d o n a t i -
v o á la viuda de Z o r r i l l a .
Para formalizar estos acuerdos y
algunos otros, se reunió la Junta d i -
rectiva, á las once de la mañana de d i -
cho día; y todas las demás Sociedades
de Madrid, que tienen carácter litera-
rio ó ai tístico,se hallaban animadas de
a n á l o g o s propósitos.
El fjoisiern©
Una Comisión de la Academia, c o m -
puesta de los Sres. T a m a y o y F a b i é ,
visitó por la mañana al ministro
de Fomento para darle cuenta del fa-
llecimiento del i n s i g n e poeta y pedir-
le que el Cobierno contribuyera á la
suntuosidad del intierro del i n m o r -
tal Zorrilla.
El Sr. Moret se asoció desde l u e g o á
los deseos de la A c a d e m i a , y como la
indisposición que sufría le impedía
salir á la calle, llamó p o r teléfono al
presidente del Consejo, con el que c e -
l e b r ó una conferencia, ocupándose en
ella de la f o r m a e n que el Gobierno se
asociaría al duelo nacional por la
m u e r t e del g r a n poeta.
El Sr. Sagast$, admirador de Z o r r i -
lla, y amig'o particular suyo desde ha-
ce muchos años, autorizó al m i n i s t r o
de F o m e n t o para que dispusiera, á
n o m b r e del G o b i e r n o , todo el h o m e n a -
j e del duelo que consintieran los p r e -
cedentes.
Después de esa autorización, confe-
r e n c i ó el Sr. Moret también por telé-
fono con el m i n i s t r o de la Guerra, y
éste oíreció que concurriría al e n t i e r r o
la fuerza pública que se estimara ne-
cesa ria.
El señor Moret e x a m i n ó los p r e -
cedentes del único caso a n á l o g o que
e x i s t e . V i o el m i n i s t r o de F o m e n t o
cuanto se hizo en el entierro de Quin-
tan-a, poeta que en vida mereció ios
honores d e la coronación igual que
Zorrilla.
P e r o entonces el G o b i e r n o se l i m i t ó
á i n v i t a r á las corporaciones oficiales
á que asistieran al e n t i e r r o de Quin-
t a n a , acto fúnebre que presidió el d i -
— 121 —
rector de Instrucción Pública, no c o n -
curriendo á él n i n g u n o de los m i n i s -
tros.
P o r cierto que esa ausencia de los
consejeros de la corona fué muy c e n -
surada por la prensa.
Ahora el Gobierno quiso rendir ma-
y o r tributo de admiración á la m e m o -
ría del poeta nacional, y asistió a i e n -
tierro haciendo él las invitaciones, no
sólo al elemento oficial, sino á todas
las personas y corporaciones que debían
figurar en el cortejo.
Contribuyó el Gobierno á costear
los g a s t o s del entierro; i n v i t ó á las
i g l e s i a s para que doblen las campanas,
y dispuso que fuerza de la guardia
civil formara parte de la comitiva en
idéntica forma que lo hizo en el e n t i e -
rro del señor Martos.
Zorrilla y Sagasta
Y a hemos dicho que el presidente
del Consejo es admirador entusiasta
del i n m o r t a l poeta y hace muchísimos
años que le trataba con i n t i m i d a d .
Se conocieron el año 1843, una n o -
che que en el teatro de la Cruz se re-
presentaba El zapatero y el rey.
El público aclamó á Zorrilla y le lla-
mó a escena muchas v e c e s .
Entonces lo v i o por primera vez el
señor Sagasta, a l u m n o á la sazón de
la Escuela de I n g e n i e r o s , y entusias-
mado con las g r a n d e z a s de la obra, fué
al escenario á felicitar al a u t o r .
P o c o después eran dos buenos a m i -
g o s , y esa amistad no se i n t e r r u m p i ó
ni un solo i n s t a n t e .
Z o r r i l l a v i s i t ó mucho la casa de Sa-
gasta, y le escribió en distintas ocasio-
nes en v e r s o y prosa.
El ú l t i m o a u t ó g r a f o de Zorrilla que
ha r e c i b i d o el S r . S e g a s l a , es una tar-
jeta e n la que en letra c l a r í s i m a se lee
lo s i g u i e n t e :
«JOSÉ Z O R R I L L A ,
que no v i v e ya en el mundo social ni
en el l i t e r a r i o , desea á su a m i g o y am-
p a r a d o r , D. P r á x e d e s M. Sagasta, mil
felicidades en el día de hoy, y á su
hija E s p e r a n z a una vida l a r g a y que
no la cueste una sola l á g r i m a .
21 Julio de i 892.*
L a c a s a ele Zorrilla
Es tal el n ú m e r o de personas que
acudió al d o m i c i l i o donde v i v í a el p o e -
— 123 —
ta, q u e la familia del difunto se vio en
el caso de abstenerse de recibir v i s i -
tas de c u m p l i m i e n t o .
Solo estuvieron el 23 en la casa l o s
a m i g o s de confianza.
La reproducción de las listas dé v i -
sitantes que c o n s i g n a r o n en ellas sus
nombres* -sería i n t e r m i n a b l e .
A las seis y media de la tarse se
presentó el ¿eñor conde de Guaqui á
dar el pésame á la viuda de Z o r r i l l a ,
a l a que al despedirse e n t r e g ó con los
ojos inundados de l á g r i m a s una carta
de su esposa, que contenía sentidas
frases de dolor por la pérdida del a m i -
g o querido y una i m p o r t a n t e cantidad
para lutos y tocas.
L a inconsolable viuda a c o g i ó e m o -
cionad.) y llorosa el donativo, dando
e x p r e s i v a s g r a c i a s á la ilustre dama
por la merced que acababa de recibir.
¡Bien por la bondosa c< ndesa de
Guaqui!
Zorrilla ha m u e r t o p o b r e y al a l e - ,
jarse del mundo sólo ha dejado en su
hogar cincuenta duros.
A las siete de la tarde se presentó
en la casa del duelo un criado de Pala-
cio con objeto de hacer entrega de una
preciosa y g i g a n t e s c a corona de flores
— 124 —
En iierro do Zorrilla
ñola.
La g u a r d i a c i v i l custodió el cadáver
hasta el m o m e n t o de o r g a n i z a r s e el
triste cortejo.
A las dos de la tarde l l e g ó á la A c a -
demia Española el clero de San I l d e -
fonso y Santa Bárbara.
En la cámara mortuoria rezó un res-
ponso por el eterno descanso del i n s -
pirado vate.
Media hora después era conducido el U
f é r r e t r o al coche fúnebre, descubrién-
dose al pasar la apiñada multitud de
hombres e m i n e n t e s que había acudido
ya á rendir al i n s i g n e trovador el ú l t i - ^ j
mo homenaje de cariño y a d m i r a c i ó n ^ ! ;
128 —
En las cercanías de la A c a d e m i a n o -
tábase gran m o v i m i e n t o .
Masas de escolares s© a g i t a b a n , á fin
de constituir g r u p o s por f a c u l t a d e s .
I n m e n s o público procuraba c o l o c a r s e
en los mejores sitios para v e r el e n -
tierro.
Los balcones eran estrechos p a r a
contener tanta g e n t e .
Sobre la n e g r a colgadura que o b s -
tentaba eí balcón principal do la A c a -
demia destacábanse varios g u a r d i a s ci-
v i l e s de los que en la noche a n t e r i o r
velaron á Z o r r i l l a .
c i v i l , la música del r e g i m i e n t o de Z a -
r a g o z a y la fuerza de la g n a r d i a civil
de la comandancia del N o r t e .
*
L a c o m i t i v a así organizada se diri-
g i ó por las calles de V a l v e r d e , D e s e n -
— 133 —
g a ñ o , Fuencarral y Montera, Puerta
del Sol y calle Mayor á la Cuesta de la
Vega.
Público inmenso vio en el trayecto
el paso de la c o m i t i v a , descubriéndose
todos ante el féretro.
La banda del r e g i m i e n t o de Balea-
res ha interpretado el Adiós madre mía
de A . de la Rubia; Una lágrima, de
Juarranz, y Mi 7iijo, de G a r r i d o , m a r -
chas y pasos dobles fúnebres, y la ban-
da de I n g e n i e r o s las marchas de Jua-
rranz tituladas Pobre, Ha muerto y
Mercedes.
A l pasar el fúnebre cortejo por la
c o l l e del Desengaño, se arrojaron al
féretro desde los balcones ds la casa
núm. 11, ejemplares impresos de los
siguientes versos:
A %ORRX3CX»A
IMPROVISACIÓN
EDUARDO ALRALADEJO.
A l l l e g a r la c o m i t i v a frente á la A l -
mudena hizo alto y la presidencia se
colocó delante de la igdesia para p r e -
senciar el desfile, quedando p o r cierto
el cadáver algún tanto o l v i d a d o .
El a c o m p a ñ a m i e n t o , que no tenía
noticia de que el desfile hubiera de v e -
rificarse allí se detuvo t a m b i é n y la
g u a r d i a civil de caballería, encargada
de mantener el orden y la circulación,
trató de abrir paso á la infantería q u e
cerraba el cortejo, ocasionando c o n el
m o v i m i e n t o de los caballos g r a n c o n -
fusión y no pocas apreturas, aunque,
afortunadamente, no hubo d e s g r a c i a s
que l a m e n t a r .
El orden quedó, por fin, r e s t a b l e c i -
d o , desfilando la c o m i t i v a hacia la
Cuesta de la V e g a , d o n d e t o m a r o n los
carruajes para s e g u i r al c e m e n t e r i o .
Durante el desfile, la orquesta y c o -
ros del teatro R e a l , q u e se hallaban
colocados sobre una p l a t a f o r m a d e n -
t r o del r e c i n t o de las o b r a s d e la Cate-
dral y detrás del d u e l o , ejecutaron,
bajo la dirección del m a e s t r o Mancine-
Hi « M a r c h a fúnebre» de C h o p i n , el Ré-
quiem, ocompanado d e coros, del m a e s -
tro Mateos, y otra v e z la « M a r c h a f ú -
n e b r e » de Chopin.
Una inmensa m u c h e d u m b r e a g l o -
merada en Jas i n m e d i a c i o n e s de la
Cuesta de la V e g a p r e s e n c i ó el desfile
y no abandonó a q u e l l o s a l r e d e d o r e s ,
hasta que, t e r m i n a d o é s t e , e m p r e n d i ó
de n u e v o la marcha ai c e m e n t e r i o el
coche fúnebre y tras él los coches de
r e s p e t o y los de la p r e s i d e n c i a , q u e
subió á ellos e n d i c h o l u g a r .
— 137 —
Cerraban la comitiva más de 300 c a -
rruajes particulares. En p r i m e r t é r m i -
no iba uno de la casa r e a l , otro de g a -
la del Senado, otro del Congreso y
otro de la Diputación provincial.
En representación de la Sociedad ele
Escritores y A r t i s t a s , han concurrido
al entierro los Sres. V i d a r t , P u e b l a ,
Cortón, Soler, Ossorio y Bernad, Zoza-
ya, Guerra, de A l a r c ó n , Gisbert, Ro-
mero Quiñones y C o m b a ; del Consejo
de Instrucción Pública, los Sres. P a -
lou, Sanromá, H e r r e r o s , Rada y Del-
g a d o , R i a ñ o , Garagarza y González
Valledor; de la Academia de San Fer-
nando, los Sres. Zubiavrre, A v a l o s ,
Peña y Goñi, Gubells y A m a d o r de los
R í o s ; de la Historia, Sres. Danvila,
Fernández D u r o y Sánchez M o g u e l ; de
la Ciencias Morales y Políticas, s e ñ o -
res duque de Mandas, Sil vela (D. F . )
V i l l a v e r d e , Sánchez Toca y visconde
de Campo Grande; de la U n i v e r s i d a d
Central, Sres. Hinojosa, Morayta, C a m -
pillo, Juste, Fernández y González,
Carracido Olmedilla, R o b l e s , Sánchez
;
B u s t ü l o , Dicenta, L ó p e z S i l v a y o t r o s
m u c h í s i m o s que ni caben en nuestra
m e m o r i a , ni en nuestras c o l u m n a s .
«Esa p a z d e s c a n s e .
Z o r r i l l a , el cantor de Granada, el
poeta nacional que ha producido v e r -
daderos monumentos l i t e r a r i o s , ha fa-
llecido en Madrid.
El famoso v a t e se ha ido en el tren
de la eternidad, pero deja para r e g o c i -
j o y g l o r i a de su patria sus versos
m a r a v i l l o s o s ; de suerte que su recuer-
do será, como sus obras, imperecede-
r o , y su n o m b r e se pronunciará s i e m -
pre por los españoles, con la a d m i r a -
c i ó n y el o r g u l l o que el de Cervantes,
el de Calderón, el de L o p e de V e g a ,
3' otros t a n t o s , con justicia reputados
de príncipes del i n g e n i o .
Pero sobre todo, donde Zorrilla v i -
v i r á en los recuerdos cariñosos y e n -
tusiastas, será en Granada, cuyas tra-
diciones tan a d m i r a b l e m e n t e cantó, y
cuya incomparable A l h a m b r a fué pa-
ra el vate i n s i g n e , i n a g o t a b l e fuente
de divina i n s p i r a c i ó n .
A d i ó s , poeta por excelente; ¿á que
te hemos de llorar ni sentir, si en
realidad no has muerto?
*
* *
10
— 146 —
El ayuntamiento de Granada, en su
sesión del miércoles 25, t o m ó el p l a u -
sible acuerdo de n o m b r a r una c o m i -
sión compuesta d é l o s Sres. Peña É n -
trala, R o d r í g u e z A g u i l e r a y F e r n a n -
dez Jimónes, para que colabore con el
L i c e o en las solemnidades que han d e
celebrarse en honor del e g r e g i o c a n -
tor de esta Ciudad.
A d e m á s ha acordado e n v i a r una c o -
rona á los funerales de Z o r r i l l a , y d e -
s i g n a r para que lo represente en d i c h o
acto á los exsenadores y e x d i p u t a d o s
D. M e l c h o r A l m a g r o , conde de las I n -
fantas, marqués de Sardoal y R i a ñ o .
E l alcalde i n t e r i n o D. P a b l o Peña
les ha t e l e g r a f i a d o en tal s e n t i d o .
La Sociedad el L i c e o ha n o m b r a -
do para que le represente en los fune-
rales y depositen una corona, al conde
de las Infantas y á los señores Díaz
D o m í n g u e z y Guevara.
T a m b i é n el L i c e o , en su sesión
d e la noche del citado dia, nombró á su
v e z una c o m i s i ó n compuesta de l o s
p r e s i d e n t e s de las sesiones de L i t e r a -
t u r a , Música y declamación, señores
A f á n de R i v e r a , Valladar y Mendoza,
r e s p e c t i v a m e n t e , la cual ha r e c i b i d o
el e n c a r g o de o r g a n i z a r la velada q u e
— 147 —
se p r o y e c t a y otros solemnes actos a l
expresado fin.
L a sociedad E¡ F o m e n t o de las A r -
tes también ha n o m b r a d o un d e l e g a d o
que la represente en el entierro 'y ha
acordado celebrar una solemne sesión
necrológica.
La m i s m a sociedad, en n o m b r e de
los obreros g r a n a d i n o s , ha d i r i g i d o
un t e l e g r a m a de pésame á la v i u d a
del poeta,
L o propio han hecho la A c a d e -
m i a j u r í d i c a y la universitaria, en
nombre de todos los e s t u d i a n t e s .
Por ú l t i m o éstos organizan una v e -
lada.
La Publicidad.
HOMENAJE tifflUL
De los c o l a b o r a d o r e s de las « R e v i s t a s C ó m i c a s »
de El Liberal, de Madrid.
A y e r , y m u y de mañana,
un a m i g o á o t r o leia
t m periódico del dia
en la plaza de Santa Ana.
Y Don, Pedro Calderón,
que, por virtud especial,
desde el alto pedestal
oia la relación,
exacta, breve y sencilla,
en q u e el p e r i ó d i c o d a b a
cuenta de cómo exhalaba
su ú l t i m o a l i e n t o Z o r r i l l a ,
dicen que dijo:—(Pues yo
n o l o sé; m e l o h a n c o n t a d o ) :
— « E s p a ñ a n u n c a ha o l v i d a d o
á q u i e n sus g l o r i a s c a n t ó .
Y con p o m p a s funerales,
d i g n a s d e un r e y , ha de h o n r a r
á aquel cantor singular
d e las g l o r i a s n a c i o n a l e s .
¡ A s i se h o n r a al g e n i o , asi!
¡Necia ingratitud humana!
Su e n t i e r r o s e r á m a ñ a n a .
¡ Y o lo veré desde aqui!
Y con cariñoso afán
— 149 —
saludaré respetuoso,
al c r e a d o r portentoso
d e Espinosa y d e Don Juan*
Sumido en honda a m a r g u r a
c a l l ó Don Pedro un m o m e n t o ,
y siguió escuchando atento
la c o m e n z a d a l e c t u r a .
Y al e n t e r a r s e con p e n a
d e q u e aquel a s t r o , aquel sol
que honró al t e a t r o Español
y f u é o r g u l l o d e su e s c e n a ,
d e su t e m p l o l o a p a r t a b a n
los q u e asi h a c e r l o p o d í a n ,
y q u e si u n d e b e r c u m p l i a n ,
otro deber olvidaban,
sin p o d e r s e contener
f u é á l a n z a r un j u r a m e n t o . . .
C a l l ó s e : l l o r ó un m o m e n t o ,
y e x c l a m ó : — « ¡ C o m o ha de s e r ' »
VITAL AZA.
Astro r e y d e la poesia
q u e á n u e s t r a p a t r i a has h o n r a d o
y un s i g l o e n t e r o has l l e n a d o
d e l u z , c o n tu f a n t a s í a :
sea t u n o m b r e e t e r n o s o l , ,
y , la t u m b a q u e t e e s p e r a ,
cúbrala nuestra bandera,
g u á r d e l a el l e ó n e s p a ñ o l .
JAVIER DE B U R G O S .
— 150 —
¡ R o m p i é r o n s e las c u e r d a s
-de a q u e l l a ú d s o n o r o ,
f o r m a d a s con el oro
d e l sol m e r i d i o n a l !
¡Crespón espeso c u b r a
las a r m a s de C a s t i l l a ,
q u e ha m u e r t o c o n Z o r r i l l a
la musa nacional!
SINESIO DELGADO.
A s í dijo la m u s a d e las l e y e n d a s ,
l a de la fantasía pura española:
— i N o t e n g o quien m e t r a i g a ricas o f r e n d a s !
¡ H a y de m i , q u e m e q u e d o h u é r f a n a y sola!
¡ H a m u e r t o el g r a n Z o r r i l l a ' ¡Mi r e i n o a c á
(ba
q u e é l e r a , con sus g a l a s y sus p r i m o r e s ,
el p a l a d í n postrero q u e m e quedaba,
el m á s galán de todos m i s t r o v a d o r e s .
JOSÉ ESTREMERA.
Dios le m a n d ó c i e r t o d i a
bajar, y cantar aqui,
como prueba de que habia
un cielo, y q u e Dios tenia
otro Dios, cantando alli.
Casi sin t o c a r al suelo
v a g ó , con la g l o r i a en pos,
y a l c i e l o t e n d i ó su v u e l o .
iQué a l e g r e se p o n d r á Dios
a l v e r l e e n t r a r e n el c i e l o !
CONSTANTINO GIL.
— 151 —
Lo que compone ef cálculo, y la paciencia labra,
y lo qua ei arte solo transmita la palabra,
quedan de muestra Úrica después de morir él:
la inspiración que rompe la luz en mil colores,
ía vena suelta y viva, los fáciles primoros,
tras de su entierro marchan en fúnebre tropel.
Su estrofa esíá de flores, y aroma, y luces, hecha,
ya es tétrico su canto, ya es mística su endecha,
ya tiene de los templos la grave magestadj
á veces se enfurece de horrísonos estruendos,
y en tonces repercuten sus órganos tremendos
«I eco rudo y bronco de fiera tempestad.
Está su estrofa orlada de flecos y colgantes,
de campanillas de oro sutiles y triunfantes
que tienen del idilio de ovejas ei sonar;
en ellas se combinan arcadas arabescas,
audaces columnatas y estancias siempre frescas
con caracteres cúficos é historias de Alhamar.
Herética y cristiana, feroz y pendenciera,
en ella Rota siempre la bélica bandera
de España con sus hechos, su fe y su religión:
las cota*, las espuelas, las plumas, las espadas,
desfilan por sus versos, brillantes y animadas,
entre estruendosas músicas y viva confusión.
Buril, pincel, pentagrama es su flexible pluma,
robusta como el bronce, ligera cual la pluma,
irisa, esculpe, canta con voz sencilla y fiel:
dentro de cada estrofa susurran las abajas,
y van sobre las flores azules y bermejas
del verso elaborando los dejos y la miel.
Muerto el brillante genio, ¿quién cartará de España
el campo, el so!, el cielo, la selva y la montaña,
y el mundo en que palpita el aura popular?
El se llevó las cuerdas, él se llevó las notas,
tes mallas de su estilo están por siempre rotas,
jy solo nuestras liras aciertan á llorar!
SALVADOR RUEDA.
De la selva m o r a d o r e s ,
dejan el dulce misterio
d e sus s o m b r í o s v e r d o r e s ,
y a l l á v a n los ruiseñores
c a m i n o del c e m e n t e r i o .
¿ P o r q u é l l e g a el p i g m e o a n t e el g i g a n t e ?
¿ P o r q u é e l g u s a n o v i l se a t r e v e a l á g u i l a ?
C o n fría i n s p i r a c i ó n de t o r p e musa
n o vengo á profanar grandeza tanta.
D e p e n a y a m a r g u r a el p e c h o r o t o ,
p o r p l u m a el c o r a z ó n , p o r t i n t a l á g r i m a s ,
la prafunda expresión de m i respeto
v e n g o á b o r r o n e a r s o b r e esta l á p i d a
^ u e tus y e r t o s despojos m a l e n c i e r r a . . .
¡ N u n c a e s t a r á tu fosa bien c e r r a d a !
A. t r a v é s d o l a s v e t a s d e l o s m á r m o l e s
y d e las duras rocas m á s c o m p a c t a s ,
s e filtrarán l o s r a y o s d e t u g l o r i a
y l o s sonoros ecos d e tu f a m a ,
q u e con o r g u l l o a c o g e r á en sus vuelos
la v i s t o s a bandera de tu España.
RAFAEL MARÍA LIERN.
— 153 —
¡ M u r i ó e l g e n i o ! ¡ C u a n p r o n t o d e su c r á n e o
legiones de gusanos harán nido,
en tan dulces r e c u e r d o s d e a r m o n í a s
y ecos d e n o t a s d e c a l o r s u a v í s i m o ! . . .
¡Los g u s a n o s ! . . . No v a n contigo todos,
q u e aún quedan por el m u n d o g u s a n i l l o s . . .
¡ C u á n t o s q u e h o y t e a c o m p a ñ a n á la t u m b a
t u n o m b r e r o e r á n en el c a m i n o ! . . .
J. López S i l v a ,
A la vieja tradición,
con r e l i g i o s o i n t e r é s
tu cristiana inspiración
hizo piadosa después,
y Don Juan y Doña Inés,
t e d e b e n su s a l v a c i ó n .
L l o r a r , no m á s q u e l l o r a r ,
y q u e s ó l o ose c a n t a r
al g e n i o q u e nos d e j ó ,
aquel que pueda v o l a r
tan alto c o m o él v o l ó .
Eusebio S i e r r a .
— 154 —
¡Si no has m u e r t o . . . no es v e r d a d !
¿ P u e d e n t r o c a r s e en la n a d a
l a voz d e la t e m p e s t a d ,
el ocaso, l a a l b o r a d a ,
los c i e l o s , la i n m e n s i d a d ? . . .
Di q u e h a s q u e r i d o e c l i p s a r t e
p o r q u e el P a r n a s o e s p a ñ o l
fuera lloroso i buscarte.
j O h sol del cielo del a r t e ,
t o r n a á b r i l l a r c o m o el sol!
A s t r o d e tal m a g n i t u d ,
a s t r o c u y a luz a s o m b r a
y e s p a n t a á la m u l t i t u d ,
¿ p u e d e s u m i r l o e n la s o m b r a
u n m i s e r a b l e ataúd?...
Q u e d e él te s a q u e n no e x i j a s .
¡Deja q u e c l a v e n la t a p a !
¿Qué te i m p o r t a ? ¡ N o te aflijas;
q u e la luz d e l sol se e s c a p a
á t r a v é s d e las r e n d i j a s !
E. NAVARRO GONZALVO.
P a r a E s p a ñ a de l u t o e s este d i a ;
m a s é l y a p u d o r e a l i z a r su a n h e l o ,
q u e en sus h e r m o s o s v e r s o s s i e m p r e h a b í a
a n s i a s del a l m a p o r s u b i r al c i e l o ;
y e r a c a n t a n d o s i e m p r e y s i e m p r e en
(guerra
con la m u n d a n a m i s e r a b l e escoria,
u n á n g e l d e s t e r r a d o , q u e en la t i e r r a
s u f r í a Ja n o s t a l g i a d e la g l o r i a .
FELIPE PÉREZ Y GONZÁLEZ.
— 155 —
En un b a l c ó n d e l q u e a ú n es
nuestro T e a t r o Español,
l a s figuras b a ñ a e l sol
d e Don Juan y Doña Inés.
Dan las d o s y ' d a n las t r e s ,
y l a c a l l e t r i s t e y sola,
la bandera no trela:
¿ p o r q u é el g r a n v a t e n o p a s a
p o r d e l a n t e d e su c a s a ,
q u e f u é l a escena espinóla' . 1
Es t a n t a la i n d i g n a c i ó n ,
^ u e el p u e b l o , e n f u r o r d e s h e c h o ,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazón.
Esto dijo C a l d e r ó n
e n el h a b l a d e C a s t i l l a :
Z o r r i l l a e n el d r a m a b r i l l a ;
p e r o la Academia en m a s a
d i c e : « N o i m p o r t a : n o pasa
p o r los t e a t r o s Z o r r i l l a » .
P o c o a m a n l o s inmortales
el a rte de moratin,
q u e h i z o p r o g r e s a r al fin
las costumbres nacionales.
Mal s i e n t a n d e s p r e c i o s t a l e s ,
que causan profunda p e n a :
m a s si su d e b e r n o l l e n a
la d o c t a c o r p o r a c i ó n
o l v i d a n d o su m i s i ó n ,
¡Dios salve á la patria escenal
RICARDO DE LA V E G A
LA GRAH POESÍA DE ZORRILLA.
Sin e m b a r g o de q u e m á s a d e l a n -
te p u b l i c a r e m o s a l g u n a s o t r a s poe-
sías del i n s i g n e v a t e q u e a c a b a d e
fallecer, d a m o s preferencia en este
libro á la que m a y o r publicidad h a
a l c a n z a d o en t o d o el m u n d o , p o r
haber sido a c o g i d a con v e r d a d e r o
entusiasmo por la prensa en g e n e -
r a l y e n c o m i a d a p o r el p ú b l i c o .
Dice así la j o y a literaria á que
aludimos, que se titula:
L A I G M O H A N C I A .
i.
S o m o s doce m i l l o n e s d e españoles
q u e no s a b e m o s l e e r ¡dato i n a u d i t o !
S i a ú n nos q u e d a v a l o r , h o n r a y v e r g ü e n z a ,
es m e n e s t e r p r o b a r l o ó d e s m e n t i r l o :
y si p r o b a d o e s t á , m e t e r l u z p r o n t r o
d e i g n o r a n c i a y b a l d ó n e n ese a b i s m o ,
ó al fin d e l s i g l o d e l a l u z , á o s c u r a s
— 157 —
n o s q u e d a m o s sin v e r y s i n s e r v i s t o s .
Y o s o y e l e s p a ñ o l dn m e n o s f u s t e ,
p e r o el m á s español d e los h o y v i v o s ,
y E s p a ñ a n o p >drá j a m á s t o m a r m e
por desertor, rebelde ó tornadizo.
La v i d a m e p a s é g l o r i f i c a n d o
l a p r e z d e España j sus v a r o n e s í n c l i t o s ;
saqué la cara y enristré la p l u m a
p a r a l o a r d o q u i e r hasta e l m a l q u e h i z o .
Sus creencias canté y superticiones,
p o r q u e e s e es d e m i p u e b l o e l s i m b o l i s m o :
c r e e r y pelear, soñar c o n o r o ,
p e d i r l i m o s n a al s o n d e un g u i t a r r i l l o ,
desperdiciar el bien q u e Dios le envia,
y e n D i o s fiando y su v a l o r n a t i v o ,
explotarse dejar por quien le halague
c o n t a n d o c u e n t o s lúbricos ó místicos.
Cada c u a l es c o m o e s ; h a y , á h o m b r e 6 p u e -
(blo,
q u e t o m a r c o m o Dios h a c e r l e q u i s o :
y o he cantado á m i patria sesenta años,
á m i modo de ver, c o m o la he visto:
g l o r i o s a con sus fastos m i l i t a r e s ,
g r a n d e c o n sus v i r t u d e s y s u s v i c i o s ,
p r e n d i d a c o n sus t o c a s d e c a s t a ñ o s ,
d e nogales, de almendros, y d e olivos,
c o n su m a n t o d e m i e s e s y v i ñ e d o s
y el c i n t u r ó n d e p l a t a d e sus r í o s ,
p i a d o s a c o n la fe d e s u s m a y o r e s ,
g a y a c o n su c a r á c t e r e x p a n s i v o ,
y h e r m o s a c o n su v e l l o y sus l u n a r e s ,
m o r e n a tez y mosqueadores rizos.
Puede ser q u e l a gente venidera,
y aun la d e h o y , al j u z g a r m i s p o b r e s libros,
íes niegue utilidad y trascendencia,
m a s no podrá n e g a r su e s p a ñ o l i s m o .
A m é á m i patria c o m o a m é á m i m a d r e ;
— 158 —
ni t i e r r a n i m u j e r p a r a m i ha h a b i d o
m e j o r e s q u e ellas dos, y s i e m p r e he estado
d i s p u e s t o p o r su h o n o r á d a r e l m i ó :
y h o y q u e d e E s p a ñ a , p o r Jo q u e o i g o y l e o r
r o e un g u s o n o el c o r a z ó n d o r m i d o ,
v o y á v e r si m i v o z se l e d e s p i e r t a ,
y si n o o y e m i v o z , á d a r l a un g r i t o .
T e n g o a q u í poco t i e m p o y poco e s p a c i o : •
conque h a y claro q u e hablar y j u g a r limpio,,
q u e á m i y a ni m e e n g a ñ a n c h a c h a r e r o s
ni c o m u l g o c o n ruedas d e m o l i n o .
II
ii
— 162 —
III.
C r e ó e l g o b i e r n o la instrucción p r i m a r i a ,
r e c l a m ó el c l e í o la instrucción d e l niño,
centros y clubs la del o b r e r o pobre,
los sabios j e s u í t a s l a d e l r i c o ,
l a del c e n t r o burgués los Escolapios,
y cientos de hermanitas y hermanitos,
p o r santos institutos y c o v e n t o s
c » n objeto tan santo r e p a r t i d o s ,
la de las vendedoras d e l m e r c a d o ,
la d e los c a m a r e r o s , los m e n d i g o s ,
asilados, zinzayas, costureras,
todo lo p e r d u l a r i o y p e r v e r t i d o ,
todo lo suelto, abandonado y prófugo,
t o d o , e n fin, l o e x t r a v i a d o y l o p e r d i d o . . .
Í¡¡Y aun h a y doce m i l l o n e s de españoles
q u e n o sabemos l e e r ' ! ! Pues... es un m i t o .
IV
ZORRILLA
P o b r e c o m o todos los g e n i o s espa-
ñoles ha bajado á la tumba el más p o -
p u l a r d e los poetas nacionales. Con
su m u e r t e p e r d i ó l a l i t e r a t u r a el m a s
p r e c l a r o de sus hijos y las letras e s -
pañolas el único poeta que mantenía e n
las lides de la i n t e l i g e n c i a el espíritu
d e nuestro pueblo sacudiéndose de lo
v u l g a r q u e oscurece y d e s p r e s t i g i a pa-
r a elevarse á lo s u b l i m e que e n g r a n -
dece y g l o r i f i c a .
— 167 —
La redacción de La Voz de Granada
s i e m p r e dispuesta á rendir justo t r i -
buto al m é r i t o , duélese hoy al ocupar-
se por tan funesto m o t i v o dol poeta
que ayer a d m i r ó cantando á Granada
y admira s i e m p r e leyendo sus obras;
el h o m b r e m u r i ó , pero el g e n i o , eco
que se repercute en las edades, v i v i r á
s i e m p r e despertando á los g n o m o s de
la Álhambra que dejaron de r e p e t i r
los n o m b r e s de las huríes que h a b i t a -
ron en el P a l a c i o de N a z a n t a para c a n -
tar la inmortalidad del poeta que les
dio nombre, sacándolos de las tinieblas
de la supertición y dándole en su e s -
píritu, vida ideal.
Educado con los hijos de Garlos V .
el entusiasta corazón de nuestro g r a n
artista, fué siempre fiel á los recuerdos
de su infancia.
De ello da elocuente testimonio un
lujoso ejemplar del poema Granada
edición de P i l l e t (la primera, según
c r e o ) , que se conserva preciosamente
en la biblioteca del Palacio L o r e d á n ,
y que está enriquecida con la s i g u i e n -
te dedicatoria autógrafa al señor c o n -
de de Montemolín:
«Serenísimo Señor: Los recuerdos
de la n i ñ e z son i n d e l e b l e s . Educado
— 168 —
yo en el R e a l Seminario de Nobles de
M a d r i d , c o n s e r v ó l a m e m o r i a de V . A .
R . entre m i s recuerdos de niño, y h a -
l a g a mi amor p r o p i o el titulo de
condiscípulo de V . A . R. Por si en los
r e v u e l t o s dias del s i g l o que a l c a n z a -
m o s pueden s e r v i r de consuelo á V .
A . R . los cantos de un poeta que cele-
b r a la fó y la g l o r i a de su patria, m e
atrevo á ofrecer á V . A . R . un e j e m -
plar de m i poema Granada. Si el
influjo de sus v e r s o s a l i g é r a l a l e n t i -
tud de a l g u n a s horas de las de V . A .
R . y p r o c u r a d autor un recuerdo g r a -
to en ¡su corazón, m e cunsideraré sufi-
ciente r e c o m p e s a d o con el honor de
haber e x i s t i d o unos m o m e n t o s en la
m e m o r i a de V . A . R .
« P a r i s , D i c i e m b r e 8 de 1862.—A los
reales pies de V . A . R., José Zorrilla.»
El recuerdo que m o d e s t a m e n t e s o -
licitaba el p o e t a de A Mamar de Naza-
Hta del señor Conde de M o n t e m o l i n ,
persiste i m p r e g n a d o d e afectuosa a d -
m i r a c i ó n en el á n i m o de su a u g u s t o
h e r e d e r o , el Duque de Madrid, quien
conserva este e j e m p l a r del poema Gra-
nada c o m o una verdadera j o y a de su
biblioteca;
V e i n t i n u e v e años habían transcurrí-
— 169 —
do desde la impresión del a d m i r a b l e
poema o r i e n t a l .
Corrían los p r i m e r o s días del m e s
de Marzo de 1876 y en la v e r t i e n t e
francesa de los P i r i n e o s , en la estación
de Orthez, hallábase formado pié á tie-
rra, un b r i l l a n t í s i m o escuadrón c a r -
lista.
Era el escuadrón del real cuerpo
de Guardias á caballo, m o d e l o de
disciplina y de pundonor, constante y
fidelísima escolta de D. Carlos, que en
L a c a r vestía su elegante u n i f o r m e , y
que, conservando su m a n d o s u p r e m o ,
le había dado por j e f e s inmediatos á
los oficiales de su mayor confianza: el
m a r q u é s de V a l l e c e r r a t o , coronel; don
Manuel de la Cruz, teniente coronel;
don Isidro García, comandante.
El escuadrón, después de la desga-
rradora despedida de Maulcón, espera-
ba en Orthez la formación de un tren
especial que debía conducirle á su d e -
pósito de Mónt de Marsán directamen-
te, sin pararse más que una sola v e z
á m i t a d del c a m i n o , casa en despobla-
do para temar agua la locomotora.
Caía la tarde al l l e g a r á aquella eta-
pa forzosa, una tarde desapasible y
triste, en que la p r i m a v e r a se anun-
— 170 —
ciaba y a c o n lo pesado de la t e m p e r a -
tura, mientras que el I n v i e r n o se des-
pedía con r á f a g a s pertinaces de l l u v i a .
L o s oficiales envueltos en sus l a r g o s
capotes, dormitaban en el fondo de l o s
v a g o n e s ; descansando de las m a r c h a s
forzadas que les habían i m p u e s t o las
autoridades francesas d e s d e los A l d u i -
des hasta O r t h e z , sin m á s que b r e v e s
paradas en Mauleón y en N a v a r r e n a ,
cuando todos fueron sacudidos de su
sonnolencia por una v i b r a n t e y s i m -
pática v o z que g r i t a b a : « ¡ E s p a ñ o l e s ,
aquí hay un p a i s a n o ! »
A b r i ó s e la portezuela d e l v a g ó n m á s
i n m e d i a t o que iba o c u p a d o por el d i g -
n í s i m o m é d i c o del escuadrón D. I l d e -
fonso Nuñíz Blanco y por los b i z a r r o s
oficiales Sres. Espejo C a r r a s c o y R o -
m e r o y todas las manos estrecharon
con efusión las que, subido en el e s t r i -
bo del coche, a l a r g a b a un desconocido
d e penetrante y franca m i r a d a , y q u e
por lo e n é r g i c o de sus ademanes y e l
c o r t e de su b i g o t e y p e r i l l a , e n t r e oro
y plata, t o m a r o n al p r i n c i p i o por un
m i l i t a r , hasta que él m i s m o les sacó
de su duda e x c l a m a n d o : « S o y José Z o -
r r i l l a ; sé lo que pasa p o r c o r a z o n e s
españoles cuando se alejan de a q u e l l a
— 171 —
t i e r r a bendita, y más en las circuns-
tancias de V d s . y al saber que debían
pararse a q u í , he querido venir á e s t r e -
charles la mano, y mi mujer no habia
de dejarme solo, pues es más que e s -
pañola: es aragonesa.
En efecto; al lado del g r a n poeta
apareció una señora de d i s t i n g u i d o
aspactoy dulce expresión, que unió sus
frases afectuosas á las de su m a r i d o .
Y a que no d e d i q u e m o s g r a n e s -
pacio á la g l o r i o s a fecha en que se
verificó la coronación del poeta i n -
m o r t a l de nuestro s i g l o , por t r a -
t a r s e de un acontecimiento conoci-
do en todo el mundo, d a r e m o s c a -
bida, á continuación á algunos t r a -
bajos referentes á tan s o l e m n e
acto.
L a p r i m e r a poesía que i n s e r t a -
m o s , tal c o m o está en el o r i g i n a l
escrito por Z o r r i l l a , pasó después
en algunas estrofas á f o r m a r p a r t e
de la composición leída por él m i s -
m o en Granada, en el acto de su
coronación.
Son estas unas octavillas p r e c i o -
sas, entre las que se encuentra
también una de las incluidas en la
composición citada. « S e ha dicho
— 174 —
t a l v e z que u n d í a — c u e n t o s y c a n -
tares hice »
C o m o se o b s e r v a p o r la l e c t u r a ,
debió ser escrita poco tiempo d e s -
p u é s d e l a v u e l t a de Méjico.
E n e l l a está, a u n q u e a l g o diferen-
t e d e c o m o q u e d ó d e s p u é s , l a Sal-
mondia que incluyó Z o r r i l l a en la
poesía de la coronación:
F i á b a m e y o e n lajs ñ o r e s
que por c l i m a s tan extraños
m e han seguido tantos años:
p e r o m e abandonan hoy;
y el cuento c u y o s p r i m o r e s
e s p e r é q u e os e n c a n t a r a
á contaros, cara á cara,
s o l o y s i n m i s flores v o y .
¡Loco de m i q u e olvidaba
q u e los p i m p o l l o s de rosa
de mi juventud bíriosa
se d e b í a n d e secar!
¡Loco de mi que esperaba
q u e nunca la v i d a m í a
j u v e n t u d y poesía
debian abandonar.
Y o os h a b í a o f r e c i d o u n c u e n t o
fresco, risueño, florido:
último que había querido
v e n i r á España á contar:
e r a el postrer p e n s a m i e n t o
q u e en el santuario d e l a l m a
— 175 —
había l o g r a d o en c a l m a
de las borrascas s a l v a r .
P o r traérosle, afanoso,
a r r a s t r a n d o los a z a r e s
de odios, guerra, peste y mares
medio mundo atravesé:
y tal v e z de m í quejoso
m á s alia del Océano
d e j e á un n o b l e s o b e r a n o
á quien debo a m p a r o y fé.
Mas m i s f l o r e s q u e se a l e j a n
eran m í último elemento
para haceros de mi cuento
la anhelada relación:
y pues solo aquí m e dejan
debiendo satisfaceros
v o y mis alientos postreros
á sacar del c o r a z ó n .
V o y un r e c u e r d o f a n t á s t i c o
á invocaros de mi infancia,
que sirva á mi jactancia
de disculpa y de razón
q u e no os p a r e z c a e n c o m i á s t i c o :
al exhibir mi persona,
e l ser quien soy no m e abona,
s i n o el s e r m i o b l i g a c i ó n .
El a r t e , la poesía,
son no m á s m e n t i r a s b e l l a s :
algunos v a m o s con ellas
d e s l u m h r a n d o á los d e m á s :
y t a l v e z , flores un d i a ,
desengarzadas estrellas,
p a s a m o s . . . sin dejar huellas
d e n u e s t r o paso quizás.
Mas d e c i d : d e s d e la cuna
a l s e p u l c r o ¿ q u e es l a v i d a ?
una guirnalda tegida
Con flores d e h u m o y v a p o r ;
c a d a día nace alguna,
m a s c a d a d i a se a g i t a
algún viento que, marchita,
n í a s a r r a n c a u n a flor.
A s i c a e n hoja p o r h o j a
d e nuestros bellos abriles,
l o s capullos juveniles
de ambición, gloria, valor;
a s i el t i e m p o nos deshoja
y á l a e t e r n i d a d nos l a n z a
177 —
l a s flores d e la e s p e r a n z a ,
Jas g u i r n a l d a s d e l a m o r .
Y o h e a m a d o el a r t e m i ó
e o m o un r e g a l o d e l c i e l o :
fué d e este m u n d o en el s u e l o
l u z d e la q u e fui d e t r á s ;
y c o n e l l a ni e n e l d i a
de m i más amargo duelo
de esperanza y de consuelo
m e f a l t ó un r a y o j a m á s .
Y e n l a e d a d e n q u e la v i d a
n o s a b r e sus p u e r t a s d e o r o
s o b r e un p o r v e n i r , t e s o r o
de esperanza y de ilusión,
m i a l m a de flores henchida
se o s t e n t ó e n p e r e n n e m a y o ,
f e c u n d a d a p o r un r a y o
d e l sol d e l a i n s p i r a c i ó n .
E L P Q K T A E S P A Ñ O L
( D E L DISCURSO PRONUNCIADO EN LA A L -
H A M B R A EN E L ACTO DE LA CORONACIÓN
D E ZORRILLA.)
AL S U B L I M E POETA DON J O S E Z O R R I L L A
EN SU CORONACIÓN
A z u a g a , E n e r o 29 1893.
•
V é a s e c o m o d e s c r i b e La Corres-
pondencia de España, c o r r e s p o n d i e n t e
a l d i a % d e F e b r e r o d e 1893, l a q u e
t u v o l u g a r en el A t e n e o de M a d r i d ,
p a r a h o n r a r la m e m o r i a del e g r e -
g i o cantor de nuestras tradiciones
patrias:
*. *•
T e r m i n ó la v e l a d a .
Quedó solitario el salón, y allá s o -
b r e el fondo rojo del dosel presiden-
— 186 —
cial quedaba ei r e t r a t o de Z o r r i l l a .
Bajo él se destacaba la l i r a . Sus c u e r -
das—aunque rotas—resonaron, como
d i j o el Sr. M o r e t , d u r a n t e mucho
tiempo.
El crespón que c u b r e la i m a g e n de
la P o e s í a puede q u i t a r s e sin q u e se
c o m e t a un s a c r i l e g i o , p o r q u é Z o r r i l l a
y sus obras son i n m o r t a l e s .
L O P E Z - B ALLESTEROS . »
El m i s m o importante diario m a -
d r i l e ñ o , dice lo que s i g u e del a c t o
v e r i f i c a d o c o n a n á l o g o fin
EN EL TEATRO ESPAÑOL
« L a función o r g a n i z a d a por el A te-
neo con objeto de a l l e g a r recursos p a r a
c o n t r i b u i r á la c o n s t r u c c i ó n de un m o -
n u m e n t o al i n m o r t a l Z o r r i l l a , resultó
m u y brillante y respondió á los fines
conque fué p r e p a r a d a . L a s d i s t i n g u i -
das damas que prestaron su v a l i o s o
concurso a l a j u n t a del A t e n e o están
d e enhorabuena, pues l o g r a r o n reunir
— 187 —
en el Español á toda la aristocracia y
vender á altos precios todas las loca-
lidades, pudiéndose decir que a p r o x i -
madamente no bajaron de 10000 pese-
tas los i n g r e s o s .
Honraron la representación S. M. la
reina y S. A . la infanta I s a b e l .
El poético y sombrío drama en que
Zorrilla v u l g a r i z ó la tradición del pas-
telero de Madrigal fué interpretado
notablemente por la compañía del Es-
pañol, que d i r i g i d a por el i n s i g n e V i c o
c o n t r i b u y ó de este modo al homenaje
nacional que con la elevación de un
m o n u m e n t o se pretende rendir á Z o -
rrilla.
Terminada la representación leyeron
poesías los Sres. Palacio, Ferrari, R i -
cardo de la V e g a y P e r r í n . Este ultimo
dio lectura á un soneto de O. José
E c h e g a r a y . Los dos de Manuel del Pa-
lacio, leidos por el propio autor, son
m u y hermosos, y fueron j u s t a m e n t e
aplaudidos.
F e r r a r i leyó unas preciosas décimas.
A continuación de este suelto publica-
mos algunas.
E l festivo é ingenioso poeta D. R i -
cardo de la V e g a alcanzó muchos
aplausos con la lectura de unas q u i n -
— 188 —
tillas, g l o s a n d o con sin p a r g r a c e j a
a l g u n o s v e r s o s populares del autor d e l
Tenorio.
L a velada fué m u y a g r a d a b l e , y c o -
m o h e m o s dicho, los productos r e p r e -
s e n t a n una respetable cantidad.
E r a una v i v a explosión
d e la savia n a t u r a l ;
e r a el a l m a n a c i o n a l ,
q u e en él t u v o e n c a r n a c i ó n ;
era nuestro corazón
palpitando en sus cantares,
nuestras empresas y azares,
nuestros reveses y anhelos,
e l fulgor de nuestros cielos
y el r u m o r de nuestros m a r e s .
¡ S u p o d e r ! . . . ¿Donde la v a l l a
— 189 —
q u e le e n c i e r r e ó le resista?
H a y q u i e n h e r e d a , él c o n q u i s t a ;
h a y q u i e n r e i n a , él a v a s a l l a .
L a critica absorta calla
a h e r r e o j a d a p o r su m a n o ,
d i s c u t i r s e r í a en v a n o
su i n d e p e n d e n c i a s a l v a j e :
¿ q u i é n d i s c u t e el o l e a j e
q u e l e v a n t a el O c c e a n o ?
P r o l o n g a d a en la p r e s e n t e
p o r su g e n i o e s c l a r e c i d o ,
aun después de haberse hundido
tras las b r u m a s de Occidente,
r e f l e j á b a s e e n su f r e n t e
d e España la g l o r i a a ñ e j a ,
corno d e l sol q u e se a l e j a
c u a n d o y a en la t i e r r a f a l t a
sobre la c u m b r e m á s alta
t o d a l a l u z se r e f l e j a .
EMILIO F E R R A R I . »
E n El Baluarte, d e S e v i l l a , a p a r e -
c i ó e l 26 d e F e b r e r o la siguiente
poesía, que había sido leida en la
v e l a d a q u e se v e r i f i c ó e n el A t e n e o
de aquella ciudad:
Á ZORRILLA
i.
Hace tiempo, ilustre anciano,
q1u e e s c r i b i r t e d e s e a b a
- 190 —
una carta: p e r o en v a n o ;
c u a n d o la p l u m a t o m a b a
se e s c a p a b a d e m i m a n o .
D e i n t e n t o tal osadía
sombras de temor y pena
en m i espíritu v e r t í a ;
¿cómo saludar serena
al g e n i o d e l a p o e s í a ?
Desde que tu n o m b r e oi
c o n un a f á n m i a l m a s u e ñ a ,
afán de l l e g a r á tí;
pues y a que soy tan pequeña
que al m e n o s sepas de m i .
No por orgullo mezquino
n i a m b i b i c i ó n risible y loca,
s i e m p r e el p o l v o d e l c a m i n o
será p o l v o , a u n q u e el destino
lo l l e v e á altísima roca.
Opuestos son n o c h e y dia
y se unen, al e x t i n g u i r s e ,
en misteriosa a r m o n í a ;
asi, t u v i d a y l a m í a
p u e d e n un punto r e u n i r s e .
Mi espíritu te buscaba;
se n u t r i ó con tus c r e a c i o n e s ;
d e s p i e r t a las a d m i r a b a
y en m i sueño m e arrullaba
el eco de tus canciones.
U n a e d a d tu n o m b r e l l e n a ,
fe canta, a m o r y h e r o í s m o
tu l i r a , cuando resuena,
y fuiste r e y de la escena
y fuiste r e y del l i r i s m o .
T ú á las c a b a n a s bajaste,
t ú á los p a l a c i o s s u b i s t e ,
y d o n d e quiera dejaste
la gloria que conseguiste
— 191 —
y el g e n i o con que a d m i r a s t e .
Y aun, buscando defensor,
s e a b r a z a á tí l a p o e s í a
q u e en ti solo, t r o v a d o r ,
ella concentrar podía
su m o r i b u n d o e s p l e n d o r .
D e esta e d a d e n t r e el b u l l i r ,
e o m o en aislado proscenio
m i r a s tus h o r a s h u i r
¡Quien atesoró tu g e n i o
nunca debiera m o r i r !
E l j u e v e s 16 d e M a r . z o , s e v e r i f i c ó
e n e l t e a t r o P r i n c i p a l , de e s t a c i u -
dad, otra v e l a d a en honor del i n -
m o r t a l cantor de Granada, ponién-
d o s e e n e s c e n a la h e r m o s a o b r a d e
D. José Z o r r i l l a , titulada Traidor,
inconfeso y mártir, y l e y é n d o s e p o e -
sías, a l g u n a s de las cuales r e p r o -
ducimos á continuación.
El laureado poeta granadino, don
Ceyetano del Castillo, l e y ó la q u e
s i g u e , de Zorrilla, y el soneto que
r e p r o d u c i m o s d e b i d o a su c l a r o i n -
genio, cuyas composiciones, entu-
s i a s m a r o n de tal m o d o al auditorio,
q u e se o y e r o n al t e r m i n a r , n u t r i d a s
s a l v a s de aplausos:
L A. S I E S T A .
S o n las t r e s de l a t a r d e , J u l i o , C a s t i l l a .
E l sol n o a l u m b r a , q u e a r d e ; c i e g a , n o b r i l l a ;
13
— 194 —
L a l u z es u n a l l a m a q u e a b r a s a e l c i e l o ;
N i una brisa una r a m a m u e v e en el s u e l o .
D e s d e e l h o m b r e á l a m o s c a t o d o se e n e r v a ,
L a c u l e b r a se e n r o s c a b a j o l a h i e r v a ;
L a p e r d i z por la s i e m b r a suelta n o c o r r e ,
Y e l c i g ü e ñ o á l a h e m b r a d e j a en la t o r r e .
N i e l t o p o d e g a l b a n a se a s o m a á s u h o y o ,
N i el m o s c p e z se a f a n a c o n t r a e l a r r o y o ,
N i h o z a la c o m a d r e j a p o r l a m o n t a ñ a ,
N i l a b r a m i e l l a a b e j a , n i h i l a la a r a ñ a .
L a a g u a , el a i r e no a r r u g a , la m i e s n o o n d e a ,
N i l a s flores, l a o r u g a t o r p e b a b e a ;
T o d o el fuego lo agosta del seco e s t í o :
D u e r m e hasta la langosta sobre el plantío.
Solo y o velo y gozo fresco y sereno;
Solo y o de alborozo m e siento lleno;
P o r q u e m í rosa
Reclinada tn m i seno
Duerme y reposa.
V o r a z la t i e r r a tuesta sol del e s t í o ;
M a s e l b o s q u e n o s p r e s t a su t o l d o u m b r í o .
D o n d e Rosa se acuesta, brota el r o c l o ,
S u s u r r a la floresta, m u r m u r a e l r i o .
¡ D u e r m e en c a l m a tu siesta, d u l c e b i e n m í o !
¡Duerme entretanto
Q u e y o te v e l o : d u e r m e
Que yo te canto!
I.
C o m o le canta y m e c e la m a d r e
al t i e r n o
(niño
Q u e d u e r m e e n su r e g a z o , m i a m o r t e a r r u -
llará;
C o m o p a r a él l a m a d r e m i l f r a s e s d e c a r i ñ o
Inventa, mil cantares mi amor inventará.
Y o sé q u e s i e n t e , Rosa, tu corazón a m a n t e ,
— 195 —
Los versos que te canto m i e n t r a s durmiendo
(estás;
¿Qué q u i e r e s q u e te cuente?¿Qué q u i e r e s q u e
(te cante?
¿ G u á l es d e m i s c a n c i o n e s la q u e te g u s t a m á s ?
¿Prefieres a q u e l cuento del silfo q u e t e n i a
E n una r e d d e t a m o p r i s i ó n e n un r o s a l ,
Y a l c u a l t o d a s las n o c h e s á a l i m e n t a r v e n i a
L a a b e j a q u e l e a m a b a c o n m i e l d e su p a n a l ?
¿Prefieres una historia como la historia h o -
rrenda
D e a q u e l q u e f u é á su a m a d a c e l o s o á d e g o -
(Har,
C u y a cabeza trunca g u a r d ó de a m o r en p r e n d a
Y la cabeza le iba de noche un beso á dar?
Di, ¿cómo h a b l a r t e debo cuando tu s u e ñ o
(arrullo
P o r q u e m i v o z anhelo qu^ te p a r e z c a tal,
C o m o l a m i e l q u e d a b a p o s a d a e n un c a p u l l o
L a a b e j a d e m i s c u e n t o s al s i l f o d e l r o s a l ?
¡Mas d u e r m e , v i d a m i a ! m i e n t r a s t e a r r u l l o
Y o d e m i p o e s í a c o n el m u r m u l l o .
M i e n t r a s la a u r a e n t a s r i z o s j u e g a y o r e a ,
En c o n t a r t u s h e c h i z o s m i a l m a se e m p l e a .
D u e r m e , q u e te a d o r m e c e fiel m i c a r i ñ o
C o m o le c a n t a y m e c e l a m a d r e a l n i ñ o .
Duerme, que yo á m i l l a r e s pondré m i e m -
(peño
En i n v e n t a r cantares p a r a tu suaño,
L a e n r a m a d a nos p r e s t a su t o l d o u m b r í o
S u s u r r a la floresta, m u r m u r a e l r i o ,
T o d o i n v i t a á la siesta, d u e r m e , bi n m i ó ;
¡Duerme entretanto
Que yo te velo; d u e r m e
Q u e y o te c a n t o !
— 196 —
il.
Mis ojos no se sacian d e v e r t e y a d m i r a r t e .
i C u á n b e l l a estás d o r m i d a ! ¡Qué h e r m o s a t e
(nizo Dios!
N o h a y nada con que p u e d a m i i d e a c o m p a -
(rarte.
D i o s t e h i z o a s i , y n o q u i s o D i o s c o m o tú h a -
(cer dos.
Mas sé, a u n q u e estás d o r m i d a q u e escucha t u
(alma atenta
L o s versos q u e á tu oido depositando v o y ,
P o r q u e ellos son la c o p a d o n d e m i a m o r f e r -
menta
Y en e l l o s d e s t i l a d o m i c o r a z ó n te d o y .
Y o s i e n t o los latidos d e l t u y o m i e n t r a s d u e r -
(mes,
Las penas de tu suave vital respiración.
T u s m a n o s e n t r e g a d a s b a j o la m i a i n e r m e s
Y tu hálito que absorbe v o r a z m i aspiración.
M i e n t r a s q u e y o t e c a n t o , tú sientes c o m o te
(amo,
M i a m o r n o se l o h a d i c h o j a m á s á t u p u d o r ,
M á s sé q u e t u a l m - i e n s u e ñ o s r e s p o n d e á m i
(reclamo
M i e n t r a s que y o te d u e r m o con un c a n t a r d e
(amor.
Y acaso sientes Rosa c u a n d o tu sueño h a l a g o
C o n m i s p a l a b r a ? , a l g o d e la i n m o r t a l p a s i ó n ,
D e l a c a b e z a q u e i b a con un m u r m u l l o v a g o
A d a r á su v e r d u g o u n beso d e p e r d ó n .
Y o te a m o , c o m o e l m u n d o j a m á s ha a m a d o ;
C o n un a m o r p r o f u n d o d e fé d e c h a d o ;
A u n m á s que aquella santa cabeza fria
A l q u e d e su g a r g a n t a la s e g ó un d i a .
T u a m o r se m e t e d e n t r o d e m i s e n t r a ñ a s
C o m o el o r o en el c e n t r o de las m o n t a ñ a s .
— 197 —
Y o t e a m o y te e n v i ó de mis amores
L a v o z , c o m o el r o c i ó la alba á las flores.
L u e r m e , el b o s q u e n o s p r e s t a su t o l d o u m -
brío,
S u s u r r a l a floresta, m u r m u r a el r í o ;
Y o v e l a r é tú siesta, ¡ d u e r m e b i e n m i ó !
¡Duerme entretanto
Que y o te velo; d u e r m e
Que y o te canto!
III.
¡ Q u é h e r m o s a e r e s , Rosa! N a c i s t e en Sevi-
(11a.
L a g r a c i a lo r e v e l a de tu i n c o p i a b l e faz;
T u c u e r p o fué a m a s a d o c o n r o s a s d e l a o r i l l a
D e la c a m p i ñ a q u e h a c e G u a d - a l K e b í r f e r a z .
S u s á r b o l e s h a n d a d o su n o m b r e á t u s p e s t a -
ñas,
T u s p á r p a d o s s e h a n h e c h o con hojas d e su
(azahar;
L a e s e n c i a d e sus n a r d o s se e n c i e r r a en t u s
(entrañas
P o r q u e t r a s c i e n d e á e l l o s tu a l i e n t o al r e s p i -
gar.
T u s t r e n z a s m e recuerdan la perenal guir-
nalda
D e p l a n t a s s i e m p r e v e r d e s q u e toca su c i u -
(dad;
T u c u e l l o , l o g a l l a r d o d e su g e n t i l g i r a l d a ;
T u a l m a d e su c i e l o , ¡a a z u l s e r e n i d a d .
¡Que h e r m o s a estás!... m á s . . . ¿me oyes? T u
(boca m e s o n r í e ,
T u l e n g u a p u g n a en sueños palabras p o r for-
(mar.
S i son p a r a m i , d i l a s ¡ m í b i e n ' q u e m e c o n f i e
T u "amor, en sueño al m e n o s , q u e m e p u -
(diste a m a r .
— 198 —
Pronuncíalas ¡mi vida! Su plácido m u r m u l l o
D a r á á m i a l m a un n é c t a r de d u l c e d u m b r e
(tal.
C o m o la m i e l q u e d a b a p a s a d a e n un c a p u l l o
L a a b e j a de m i s cuentos al silfo del r o s a l .
Mas tu s o n r i s a , Rosa d e s a p a r e c e ;
¿Qué idea r u i n te acosa, q u e te entristece?
Un ¡ay! s e n t i r m e dejas q u e no a r t i c u l a s ;
Dá á m i oido esas quejas q u e n o f o r m u l a s .
E l c i e l o e n t u r i s u e ñ o l a b i o se a b r i a ,
j V u e l v e á aquel dulce sueño q u e sonreía!
D u e r m e , m i bien, en c a l m a que y o te v e l o ,
E n t u f a z d e t u a l m a m i r a n d o al c i e l o .
D u e r m e , e l b o s q u e n o s p r e s t a su t o l d o u m b r í o
S u s u r r a l a floresta, m u r m u r a e l r i o ,
T o d o i n v i t a á la siesta ¡ d u e r m e bien m i ó !
Duerme entretanto
Q u e y o te v e l o ; d u e r m e
Q u e yo te canto.
IV.
ZORRILLA.
D é l a p a t r i a v i b r ó el d i v i n o a c e n t o
e n c a d a c u e r d a d e su l i r a h o y r o t a ;
d e su d u l c e p o e s í a , c a d a n o t a
f u é g r á f i e a e x p r e s i ó n d e un s e n t i m i e n t o .
L a m u e r t e d e s c a r g ó su g o l p e c r u e n t o ,
¿mas quién del g e n i o la existencia r g o t a ,
s i i n m o r t a l su r e c u e r d o v i v e y flota
sobre el r e v u e l t o m a r del pensamiento?
C i u d a d del viejo bardo idolatrada,
200 —
p o r el p o e t a r e y l á g r i m a s v i e r t e ;
q u e al c o n j u r o d e o f r e n d a t a n p r e c i a d a ,
acaso e n t r e las s o m b r a s de la m u e r t e
l a i m a g e n j u v e n i l d e su G r a n a d a
a n i m e u n p u n t o su c e r e b r o i n e r t e .
CAYETANO DEL CASTILLO.
E n la m i s m a velada, leyó la s i -
g u i e n t e p o e s í a el j o v e n y d i s t i n g u i -
d o p e r i o d i s t a , D. L u i s M a r í a L a s a -
l a , c u y a c o m p o s i c i ó n fué l e í d a t a n
a d m i r a b l e m e n t e , que la a p l a u d i ó él
público con verdadero entusiasmo:
Á ZORRILLA
Apenas de la v i d a las puertas e n t r e a b r í a ,
C u a n d o hasta m i l l e g a r o n cuál m á g i c o r u m o r
Acentos y suspiros de extraña melodía,
Fantásticas consejas, r a u d a l e s de poesía,
Canciones inspiradas de-errante trovador.
Y o oí d e M a r g a r i t a l a t í m i d a p l e g a r i a ;
V i a b s o r t a q u e s u r g í a al son d e a q u e l l a ú d
E l b r a v o J u a n R o b l e d a , la a m a n t e P a s i o n a r i a ,
D e l conde de Castilla la s o m b r a l e g e n d a r i a *
F a v i l a el e s f o r z a d o , la h e r m o s a D o ñ a L u z .
Miniados c a m a r i n e s , alcázares feudales
Y a r á b i g a s m e z q u i t a s , se a l z a r o n a n t e m í ;
Esbeltos m i n a r e t e s , castillos colosales,
Y góticas arcadas de viejas catedrales,
Y á un m u n d o de q u i m e r a s l l e v a d a m e sentí.
— 201 —
En él a m ó á M o r a i m a m i loca fantasía;
Siguió del N a z a r i t a el v o l a d o r c o r c e l ,
Y se e m b r i a g ó a s p i r a n d o la c é l i c a a m b r o s i a
Q u é e n t r e l a s b r i s a s l e v e s á su G r a n a d a e n v í a
A l e x t e n d e r las a l a s e l á n g e l A z a e l .
L o s ecos de aquel a r p a , del v a t e las que-
rellas,
M i m e n t e f e c u n d a r o n , y á las r e g i o n e s b e l l a s
D o flotan sus d e l i r i o s , l á n c e m e c o n a f á n ,
P a r a e v o c a r m e m o r i a s , p a r a seguir las huellas
Del que mató a D. Pedro, del que salvó á don.
(Juan.
Las tuyas, bardo ilustre; mas pobre golon-
drina!
C ó m o a l c a n z a r el v u e l o n g i g a n t e d e l cóndor?
A l e s c u c h a r t u s c a n t o s , t u o r i g e n se a d i v i n a :
P o e t a , b i e n has d i c h o c o n h a b l a p e r e g r i n a :
Tu madre fué una alondra, tupadre un ruiseñor
Y son tus v e r s o s dulces c o m o el f u g a z
(murmullo
Q u e f o r m a bajo el césped oculto m a n a n t i a l ;
C u a l d e t o r c a z p a l o m a el a m o r o s o a r r u l l o :
Como la miel que daba, posada en un capullo^
La abeja de tus cuentos al silfo del rosal.
C o n esa m i e l que m a n a de t u c a n t a r d i v i n o
T ú n u t r e s y a l i m e n t a s la a c t u a l g e n e r a c i ó n ,
Y a l r e c o r r e r el m u n d o , d i c h o s o p e r e g r i n o ,
R e g u e r o s d e a r m o n í a s e ñ a l a n tu c a m i n o ,
Y brotan gayas flores de tu l a ú d al son.
¿Qué genios te enseñaron tus á r a b e s ba-
badas?;
A l l á d e o s c u r a n o c h e , e n la f e l i z q u i e t u d ,
¿Qué d i c e n á t u o í d o l a s p e r i s y l a s hadas.?;
¿ Q u é silfides t e c u e n t a n h i s t o r i a s r e g a l a d a s
Que absortos escuchamos y sólo sabes tú?
— 202 —
Quizá d e s d e ios bosques d e n á c a r y c o r a l e s
D o c í ñ e n s e con p e r l a s las f r e n t e s d e m a r f i l ,
L a s n á y a d e s te e n v i a n s u s p i r o s v i r g i n a l e s ,
Q u e c r u z a n los e b ú r n e o s p a l a c i o s d e c r i s t a l e s ,
E n v u e l t o s en l a s ondas d e l c é f i r o s u t i l .
Q u i z á s al t i b i o r a y o d e l a m e n g u a n t e l u n a ,
P a r a g e m i r d o l i e n t e s s o b r e su A l h a m b r a fiel,
E n t r e r o s a d a s n u b e s , á su c i u d a d m o r u n a
D e s c i e n d e n l a s h u r í e s l l o r a n d o su f o r t u n a ,
Y c e r c a n t e anhelosas en r á p i d o tropel.
T a l v e z a l g ú n conjuro, j u z g a n d o tus c a n t a r e s
Los mármoles rompiendo de tumbas seculares,
Altivos paladines acuden á tu v o z .
Y v í r g e n e s , ornadas de blancos azahares,
Q u e v u e l a n al i m p u l s o del h u r a c á n v e l o z .
Y v í r g e n e s y hadas, nereidas y g u e r r e r o s ,
A l son d e l m o r o a d u f e , d e l a r p a d e I s r a e l ,
En grupos impalpables suspiran lastimeros,
S u s cuitas te confian, c i r c u n d a n t e ligeros,
T u s sienes coronando de m i r t o y de l a u r e l :
É h i r i e n d o t ú las c u e r d a s d e m i s t e r i o s a l i r a .
S e c r e t o s de o t r o s m u n d o s nos l e g a s al p a s a r :
Sobre tu frente irradia la m u s a que te inspira,
D e s l u m h r a s c o n sus r a y o s al o r b e q u e te a d -
(mira,
Y cruzas victorioso los m o n t e s y la m a r . |
E r e s el a v e fénix, á q u i e n la g l o r i a a c l a m a ;
Y o , t í m i d a a v e c i l l a q u e a l m u n d o te s i g u i ó
Y s u b e a l a l t o n i d o d o n d e t u v o z la l l a m a ;
Y o sé q u e e l v i e j o f é n i x á s u s h i j u e l o s a m a ,
Y s o y e l m á s p e q u e ñ o d e sus h i j u e l o s y o .
C o b í j e n m e tus alas, a c ó j e m e i n d u l g e n t e ,
Q u e a u n q u e m i acento i n d i g n o de tu g r a n d e -
iza es,
Del fondo de m i a l m a elévase potente,
— 203 —
Y b r o t a s i n a l i ñ o , c o m o el f u g a z t o r r e n t e
Que entre peñascos rudos destrcnsase á m i s
(pies.
T u m ú s i c a a c o m p a ñ a m i s cánticos senoillos;
S i e n t o l o b e l l o y c o r r o d e la b e l l e z a e n p o s ;
Mi g u z l a c i ñ e n ?ólo r o m e r o s y t o m i l l o s ,
Y c a n t o , c o m o t r i n a n l o s t i e r n o s p a j a r i l l o s ...
Para alegrar los valles y bendecir á Dios;
N a c í e n A n d a l u c í a : sus g e n i o s i n m o r t a l e s
A ú n a m a n los p e n s i l e s q u e h a b i t a el a n d a l u z ;
S u s z a m b r a s , q u e r e c u e r d a n las zambras
(orientales,
Sus bosques olorosos de adelfas y rosales,
Su cieto, d e q u e llueven inspiración y l u z .
N a c í en A n d a l u c í a : q u i z á s a l g u n a m a g a
Bajó sobre m i cuna m i s sueños á a r r u l l a r ;
C o n t ó m e sus l e y e n d a s c o n e l o c u e n c i a v a g a ,
B e b í d e la p o e s í a el n é c t a r q u e e m b r i a g a ,
Mas sin a l i e n t o h á l l e m e para p o d e r v o l a r .
Los seres q u e t ú s u e ñ a s , son s e r e s q u e y o
(amo;
Mi a l m a y l a t u y a , h e r m a n a s p o r s e n t i m i e n t o
(son;
P o r eso c o n o r g u l l o t u h i j u e l o m e p r o c l a m o ,
T u v o z hasta m i l l e g a , a c u d o á tu r e c l a m o ,
Y á la m o n t a ñ a s u b o p i d i e n d o i n s p i r a c i ó n .
T ú eres hermosa abeja á quien el m u n d o
(alaba,
P o r q u e p o e t a s f o r m a c o n m i e l d e su p a n a l ,
Y o , e l s i l f o p r i s i o n e r o d e q u e tu c u e n t o h a b l a -
iba...
jOh!, d a m e tu m i e l d u l c e la q u e á tu silfo
(daba
Posada en un capullo, la abeja del rosal.
LA CONDESA DE PARSENT.
_ 204 —
q u e t a L o z a n o de V i l c h e z , se p u b l i -
caron últimamente dos hermosísi-
m o s t r a b a j o s d e d i c a d o s á Zorrilla,,
o r i g i n a l e s de tan distinguida e s c r i -
tora, que nos complacemos en
reproducir á continuación:
EN LA MUERTE DE ZORRILLA.
A LA CRUZ QUE GUARDA SU LOSA.
S i g n o de r e d e n c i ó n : d e l a l m a g u í a :
f a r o en el m a r de l a e x i s t e n c i a h u m a n a ,
á cuyo pie, como la espuma v a n a ,
v i e n e á m o r i r la t e m p e s t a d d e u n d í a ;
e l tesoro sin p a r q u e hoy te confia
esta N a c i ó n e n t e r a , g u a r d a u f a n a ,
q u e es s u g l o r i a m á s b e l l a y s o b e r a n a
e l c u e r p o i n e r t e q u e á t u s o m b r a fía.
D e m i p a t r i a cantor, adonde quiera
q u e alzó la voz, enalteció su h i s t o r i a :
m a s h a l l ó el m u n d o e s t r e c h o , y á o t r a e s f e r a
f u é s u n o m b r e á e s c r i b i r y su m e m o r i a ,
e, ¡á E s p a ñ a e n t e r a
r su g l o r i a !
ENRIQUETA LOZANO VÍLCHEZ
¡ANO DE VlLCHEZ.
u
La aparición de Zorrilla.
(DEL PROLOGO PARA L A PRIMERA E D I C I Ó N
DE LAS OBRAS DEL INMORTAL POETA.)
. . . N o era a m i s t a d lo q u e s e n t í a m o s :
no e r a la coucemplación profunda de
aquella m u e r t e d e s a s t r o s a , ele aquella
v i d a cortada en flor, la v i s t a de aquel
c e m e n t e r i o , la i n a u g u r a c i ó n de aquella
t u m b a , la serenidad del cielo que nos
cubría, la voz elocuente c l e l a m i g o q u e
hablaba; no era nada de e s t o , ó más que
todo esto, ó todo esto r e u n i d o para
e l e v a r n o s á aquel estado d e i n e x p l i c a -
ble m a g n e t i s m o en que u n a situación
v i v a m e n t e sentida por m u c h o s , p a r e -
cen que se ayudan todos á sostenerse
en las nubes.
Entonces, de e n m e d i o d e nesotros y
c o m o si saliera de bajo d e aquel s e p u l -
cro, v i m o s b r o t a r y a p a r e c e r un j o v e n ,
casi un n i ñ o , para todos d e s c o n o c i d o .
— 213 —
A l z ó su pálido semblante, clavó e n
aquella tumba y en el cielo una mirada
sublime, y dejando oir una voz que por
primera vez resonaba en nuestros o í -
dos, leyó en cortados y trémulos acentos
los versos que van insertos en la p r i -
mera página de esta colección, y que el
R r . Roca tuvo que arrancar de su m a -
no, porque desfallecido á la fuerza de
su emoción, el m i s m o autor no pudo
concluirlos.
Nuestro asombro fué igual á nuestro
entusiasme, y así que supimos el n o m -
bre del dichoso mortal que tan nuevas
y celestiales armonías nos había hecho
escuchar, saludamos al nuevo bardo
con la admiración religiosa d e q u e aún
estábamos poseídos, bendijimos á la
providencia, que tan ostensible hacia
aparecer un g e n i o sobro la tumba de
otro, y los mismos q u e e n fúnebre
pompa habíamos conducido al ilustre
Larra á la mansión de los muertos, sa-
l i m o s de aquel recinto llevando en
triunfo á otro poeta al mundo * de los
v i v o s y proclamando con entusiasmo
el nombre de Z o r r i l l a .
NICOMEDES PASTOR D Í A Z .
— 214 —
EL SÉQUITO DE Z O R R I L L A
L a que v a en p r i m e r término, de
u n a belleza a d m i r a b l e , publicóla
el S r . Zorrilla en s u p r i m e r libro,
editado en M a d r i d , en 1837, y la si-
guiente es tan cadenciosa que se h a
h e c h o p o p u i a r í s i m a y no h a y quien
siendo aficionado á la poesía, no l a
sepa de m e m o r i a , y a l g u n o s de cu-
y o s versos han sido sacados á c o -
lación por los mejores literatos en
s u s articulo?; tales son estos, que
dicen;
tas lalios son un ruli,
partido por gala en dos
H e aquí, las referidas c o m p o s i -
ciones:
ORIENTAL.
C o r r i e n d o v a n p o r la v e g a
A. l a s p u e r t a s d e G r a n a d a
Hasta cuarenta Gómeles
Y el c a p i t á n q u e los m a n d a .
A l e n t r a r en l a c i u d a d ,
P a r a n d o su y e g u a b l a n c a ,
L e d i j o éste á u n a m u g e r
Q u e entre sus brazos lloraba:
— E n j u g a el l l a n t o , c r i s t i a n a
227 —
N o rae a t o r m e n í e s a s i ,
Que tengo yo, m i sultana,
Un n u e v o E d e m p a r a t i .
T e n g o un p a l a c i o en G r a n a d a ,
Tengo jardines y flores,
T e n g o una fuente d o r a d a
Con mas de cien surtidores.
Y e n la v e g a d e l G e n i l
T e n g o parda fortaleza,
Que será reina entre m i l
C u a n d o e n c i e r r e tu b e l l e z a .
Y sobre toda una o r i l l a
Extiendo mi señorío,
N i e n C ó r d o b a ni e n S e v i l l a
H a y un p a r q u e c o m o e l m i ó .
A l l í la a l t i v a p a l m e r a
Y el e n c e n d i d o g r a n a d o ,
J u n t o á la f r o n d o s a h i g u e r a
Cubren el valle y collado.
A l l i el robusto nogal,
A l l í el n ú p a l o a m a r i l l o ,
A l l i el s o m b r í o m o r a l
C r e c e n al p i é d e l c a s t i l l o .
Y o l m o s t e n g o e n mi a l a m e d a
Q u e h a s t a el c i e l o se l e v a n t a n ,
Y en redes de p l a t a y seda
T e n g o pájaros que cantan.
Y tú m i s u l t a n a e r e s ;
Que desiertos m i s salones
E s t á m i h a r e m sin m u g e r e s ,
M i s oídos sin c a n c i o n e s .
Y o te daré terciopelos
Y perfumes orientales,
De G r e c i a t e t r a e r é v e l o s ,
Y de Cachemiras chales.
Y te d a r é blancas p l u m a s
Para que adornes tu frente,
M a s blancas que las e s p u m a s
De nuestros mares de O r i e n t e ,
Y perlas para el cabello,
Y baños para el calor,
Y collares para el cuello,
P a r a los l a b i o s amor!—
— ¿ Q u é m e v a l e n tus r i q u e z a s ,
R e s p o n d i ó l e la c r i s t i a n a ,
Si m e quitas á m i p a d r e ,
Mis amigos y mis damas?
Vuélveme, vuélveme moro
A m i padre y á mi patria,
Que m i s torres de León
V a l e n mas que tu G r a n a d a . —
E s c u c h ó l a en p a z e l m o r o ,
Y m a n o s e a n d o su b a r b a ,
Dijo, como quien medita.
E n la m e j i l l a una l á g r i m a . —
— S i tus castillos m e j o r e s
Q u e n u e s t r o s j a r d i n e s son,
Y son m a s b e l l a s t u s flores,
P o r ser t u y a s en L e ó n ,
Y tú diste tus amores
A a l g u n o de tus g u e r r e r o s ,
H o u r i del E d e m no llores,
V e t e con tus c a b a l l e r o s . —
Y d á n d o l a su c a b a l l o
Y la m i t a d d e su guardia,"^
E l c a p i t á n d e los m o r o s
V o l v i ó en s i l e n c i o la e s p a l d a .
ORIENTAL.
D u e ñ a d e la n e g r a t o c a ,
L a del m o r a d o m o n j i l
P o r u n beso d e t u b o c a
Diera á Granada Boabdil.
D i e r a la l a n z a m e j o r
Del Zenete más bizarro,
Y con su f r e s c o v e r d o r
Toda una orilla d e l D a r r o .
D i e r a l a s fiestas d e t o r o s ,
Y si f u e r a n en sus m a n o s ,
C o n l a s z a m b r a s d e los m o r o s
El v a l o r de los cristianos.
Diera alfombras orientales,
Y armaduras y pebetes
Y d i e r a . , ¡que tanto vales!
Hasta c u a r e n t a j i n e t e s .
P o r q u e t u s ojos s o n - b e l l o s ,
P o r q u e la l u z d e la a u r o r a
Sube al O r i e n t e desde ellos,
Y el m u n d o su l u m b r e d o r a .
T u s labios son un r u b i
Partido por gala en d o s . . .
Le arrancaron para ti
D e la c o r o n a d e D i o s .
D e t u s l a b i o s la s o n r i s a ,
La p a z , de tu lengua m a n a . . .
L e v e , aérea como brisa
De purpurina mañana.
¡Oh, q u e h e r m o s a n a z a r e n a
P a r a un h a r e m o r i e n t a l ,
S u e l t a la negr a m a l e n a
S o b r e el c u e l l o d e c r i s t a l .
E n lecho de terciopelo
E n t r e una nube d e a r o m a
Y e n v u e l t a en é l b l a n c o v e l o
De las hijas de Mahomal
Ven á Córdoba, cristiana,
Sultana serás alli,
Y el s u l t á n s e r á ¡oh s u l t a n a »
Un e s c l a v o para t i .
— 230 —
T e dará tanta riqueza,
Tanta gala tunecina,
Q u e has d e j u z g a r tu b e l l e z a
P a r a p a g a r l e , me7quina.
Dueña de la n e g r a toca,
P o r un beso d e tu boca
D i e r a su r e i n o B o a b d i l ;
Y yo por ello, cristiana,
T e d i e r a de buena gana
M i l c i e l o s , si f u e r a n m i l .
José Zorrilla.
José Z o r r i l l a .
Primero y últimos domicilios k Zorrilla.
La casa donde nació Zorrilla, en Va-
llado! id, es la señalada con el número
3 en la calle de F r a y Luis de Granada
y consta de un piso. T i e n e un j a r d i n i t o
y una extensa corralada, y aunque su
construcción data de larga fecha, se
c o n s e r v a en muy buen estado.
L a planta alta está d i v i d i d a en las
siguientes habitaciones: una espaciosa
sala situada á mano derecha al subir la
escalera; frente á esta escalera la coci-
na y al lado izquierdo hay una puerta
que comunica con una habitación d e d i -
cada á comedor: en esta habitación hay
otra puerta que comunica con un salón
cuadrado destinado á sala de descanso.
Esta habitación comunica por medio
de una puerta secreta con la sala antes
descrita, de la que se pasa á una h a -
bitación d o r m i t o r i o , y de ésta á otra
para el mismo uso, en la cual se cree
nació el autor de D. Jibán Tenorio; t i e -
ne además otro cuartito dedicado á
g u a r d a r ropas y baúles.
Si el Ayuntamiento de Valladolid lle-
g*a áadquirir la propiedad de esta finca,
cosa no muy fácil, puesto que su p r o -
— 236 —
pietaria no se halla dispuesta á v e n -
derla, en ella, y á bien poca costa, p o -
dría instalarse una magnífica b i b l i o t e -
ca, capaz para contener muchos c i e n -
tos de v o l ú m e n e s de obras literarias.
P o r los t i e m p o s en que nació nues-
tro g r a n poeta nacional, esta calle se
l l a m ó de la « C e n i z a » , tomando poste-
r i o r m e n t e el n o m b r e de «calle de E l -
v i r a » y ú l t i m a m e n t e ei que hoy lleva.
¿ N o podría el A y u n t a m i e n t o de V a l l a -
d o l i d dar á esta calle el n o m b r e del
cantor de Granada?
S§?se «sHissasa murada
P r e s c i n d i e n d o de ultraterrenos d e s -
t i n o s al g e n i o del bien y de la poesía
g u a r d a d o s , y que en puridad c o n s t i t u -
y e la morada, verdadera después de la
m u e r t e , la última morada de Z o r r i l l a
en vida ha sido un piso tercero de la
calle de Santa Teresa, numere 3, en
la Corte. Y h o y m u e r t o , tienen sus
restos materiales m o r a d a última en la
sacramental de San Justo, y su m e m o -
ria tiene morada en tedos los buenos
corazones enamorados de lo bello y su
n o m b r e la tiene en todas las i n t e l i g e n -
cias, subj'ugadas por la inspiración
del g e n i o i n m o r t a l .
Zorrilla^ retratado por sí IÉIIIÜ,
¿QUIEN SOY?
Hé aqui lo que decía él m i s m o , de
u n a m a n e r a tan resuelta, tan ani-
m a d a y original que le retrata de
cuerpo entero:
«¿Quién s o y ? — Q u i é n sabs!—Mi ser i g n o r o ,
m á s d e a r m o n í a g u a r d o un t e s o r o ;
y siendo armónica m i condición,
á t o m o suelto, libre, sonoro
d o n d e h a l l o un e c o , p r o d u z c o u n son;
Y y a se e x h a l e d e un a r p a d e o r o ,
y a , e n una h e r m i t a , d e l e s q u i l ó n ,
y a d e l a u l l i d o d « un m u e z i n m o r o ,
y a d e las t u r b a s e n r e b e l i ó n ,
y a d e un i n s e c t o q u e e r r a n t e z u m b e ,
y a d e una g r u t a q u e h o n d a r e t u m b e ,
y a d e un t o r r e n t e q u e se d e r r u m b e . . .
y a del bramido del aquilón
q u e el r o b l e a ñ o s o c r u g i e n d o a b a t a ,
q u e atorbelline la catarata,
e n m í u n a fibra t o c a n d o a r m ó n i c a ,
« n c u e n t r a unísona r e p e t i c i ó n ;
y el son m á s d é b i l , m a s f u g i t i v o ,
m e p r e s t a el t e m a , m s d a e l m o t i v o
d e u n a p l e g a r i a ó una c a n c i ó n .
Y en una peña d e s e n c a j a d a ,
e n l a c r u z p u e s t a s o b r e un c a m i n o ,
e n una t o r r e d e s v e n c i j a d a .
— 238 —
en e l m u r m u l l o d e l m a r v e c i n o ,
e n l o s e s c o m b r o s d e un m o n a s t e r i o ,
e n l a flor ú n i c a d e u n c e m e n t e r i o ,
e n e l a r r a n q u e d e un p u e n t e h u n d i d o ,
en el f r a g m e n t o d e una i n s c r i p c i ó n :
e n algo m ó v i l q u e n o h a g a r u i d o ,
e n algo o c u l t o q u e d é un s o n i d o ,
e n algo m u c h o p u e s t o e n o l v i d o ,
fundo una historia, sondo un m i s t e r i o
de que d a r cuenta ó explicación.
•• ...........
¿ Q u i é n s o y ? — i T ú n o l o i g n o r a s ! |oh p a t r i a
(á q u i é n a d o r o !
tú c u y a s t r a d i c i o n e s son m i único t e s o r o ,
c u y a futura g l o r i a m i solo sueño d e o r o ,
c u y a afección y e s t i m a son m i único l a u r e l :
tú q u e eres sola e l g e r m e n d e m i c a n t a r s o -
(noro
que p a r a ti a c o m p a ñ a n el pastoril r a b e l ,
el caracol m a r i n o y ei t a r a b u h d e l m o r o ,
l a l i r a d e l a G r e c i a y el a r p a d e I s r a e l .
Y o soy átomo frágil á quien e l v i e n t o
(mueve
i n s e c t o s u n s u r r a n t e q u e z u m b a sin cesar,
e l t r o v a d o r e r r a n t e del siglo d i e z - y - n u e v e ,
q u e cruza m a r y tierras en brazos d e l azar.
Y o v o y , d e m i f e m á r t i r , m á s fiel á m i d e s t i n o ,
á España por do q u i e r a cantando sin cesar.
E s t o s v e r s o s carecterizan el estilo
dal g r a n poeta y s u v e n a opulenta
é inagotable. E s poesia e x t r a ñ a ;
pero es poesia, y s u m i s m a e x t r a -
ñeza hacía á Z o r r i l l a inimitable.
CONCLUSIÓN.
L a m e m o r i a célebre d e Z o r r i l l a , q u e d a h o n -
r a d a cual se m e r e c e y es nuestro p r o p ó s i t o , e n
las a n t e r i o r e s p á g i n a s , l l e n a s c o n los s e l e c t o s
escritos de d i s t i n g u i d o s l i t e r a t o s españoles, y e s -
m a l t a d a s c o n b e l l í s i m a s composiciones p o é t i c a s
del s u b l i m e c a n t o r de l a s t r a d i c i o n e s y g r a n d e -
aas p a t r i a s ; y e n eso consiste, p r e c i s a m e n t e , t o d o
el mérito del presente libro; pero creeríamos
f a l t a r á u n d e b e r de e q u i d a d y g r a t i t u d , s i n o
c o n s i g n á s e m o s a q u í u n c a r i ñ o s o recuerdo á t o -
dos l o s a u t o r e s d e l o s a r t í c u l o s a p o l o g é t i c o s
p r e i n s e r t o s ; á l a p r e n s a p e r i ó d i c a de M a d r i d y
de p r o v i n c i a s , á q u i e n c o r r e s p o n d e n l a s p r i m i -
cias d e su p u b l i c a c i ó n ; a l n o b l e , entusiasta y
patriótico pueblo madrileño, que rindió un h o -
m e n a j e d i g n o d e él y d e l g r a n poeta, á éste g e -
n i o p r e c e l e n t í s i m o , con m o t i v o de su m u e r t e ; á
l a s sociedades l i t e r a r i a s y científicas, y c o r p o .
raciones p r o v i n c i a l e s , m u n i c i p a l e s , b e n é f i c a s ,
etcétera, q u e h a n c e l e b r a d o v e l a d a s y actos p ú -
b l i c o s s o l e m n e s , p a r a r e n d i r sentidos t r i b u t o s d e
a d m i r a c i ó n y afecto a l n o m b r e g l o r i o s o d e l
autor de Don Juan Tenorio, ó q u e h a n s e ñ a l a -
do pensiones á su afligida viuda, asegurándola
así una subsistencia decorosa: mereciendo es-
pecialísima mención El Liceo de Granada, cu-
ya brillante historia registra un hecho que
constituye tal vez su más preciado timbre: el co-
ronamiento de Zorrilla, en la Alhambra.
De intento hemos dejado paralo último el es-
tender nuestro recuerdo á las nobles y blasona-
das damas de la corte, que, en vida del popular
é incomparable poeta romántico, dispensáronle?
del modo más espontáneo y generoso, su valiosa
protección, no abandonándole en sus necesida-
des y apuros nunca, sino al contrario, colmán-
dole constantemente de beneficios, que él agra-
decía con toda su alma, y por los cuales es in-
dudable que bendecirá á sus bienhechoras, desda
%l ciólo.
FIN
L a corta edición que de este libro se ha
hecho para honrar la memoria del inmortal
poeta D. José Zorrilla (q. e p. d,), se halla
de venta en la Redacción del periódico L A
P U B L I C I D A D , Ange!, 7, Granida, al precio de
dos pesetas ejemplar, puesto que el reco-
pilador de ios trabajos que contiene este v o -
lumen, sólo se propone resarcirse de los gastos
que le han ocasionado la impresión y encua-
demación del mismo.