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Manuals of

Romance Linguistics
Manuels de linguistique romane
Manuali di linguistica romanza
Manuales de lingüística románica

Edited by
Günter Holtus and Fernando Sánchez-Miret

Volume 28
Araceli López Serena
12 El hablar y lo oral
Resumen: El presente capítulo se centra en el lenguaje hablado y el ámbito de la ora-
lidad como objetos de estudio y como fuente de inspiración para la teorización lin-
güística. Tomando como punto de partida la distinción entre oralidad medial y orali-
dad concepcional (§ 1), así como la diferenciación entre las dimensiones universal e
histórica de la variación concepcional (§ 2.1), se analiza la variación oral/escrito como
continuum determinado por la situación comunicativa (§ 2.2). También se pasa revista
a algunos de los rasgos lingüísticos y estrategias de verbalización señalados como ca-
racterísticos de la inmediatez comunicativa (§ 2.3), así como al escaso éxito de las
aproximaciones a la oralidad desde el punto de vista medial (§ 3). Finalmente, se rea-
lizan consideraciones relacionadas con el papel del lenguaje hablado en la teoriza-
ción lingüística (§ 4). En § 5 se destacan las ideas fundamentales y las principales
perspectivas de futuro que se abren en este campo de estudio.

Palabras clave: lenguaje hablado, oralidad medial, oralidad concepcional, variación


diamésica, variación diafásica

1 Oralidad medial y oralidad concepcional


Desde mediados de los años 80 (Koch/Oesterreicher 1985), y sobre todo a partir de
la excelente recepción de que gozó la monografía Gesprochene Sprache in der Ro-
mania: Französisch, Italienisch, Spanisch (32011, 1990), que se tradujo al español co-
mo Lengua hablada en la Romania: español, francés, italiano (22007), Peter Koch y
Wulf Oesterreicher consiguieron popularizar, más allá de las fronteras de la Roma-
nística germana, la distinción terminológico-conceptual, establecida originariamen-
te por Ludwig Söll (1974), entre medio y concepción, gracias a la cual es posible dis-
tinguir –como haremos sistemáticamente en este capítulo– entre la oralidad de
carácter medial y la de carácter concepcional. Conscientes de que los términos ha-
blado/oral, escrito/escritural designan, ante todo, para la mayoría de los hablantes,
la naturaleza material (fónica o gráfica) de las realizaciones lingüísticas, así como
de que la mera diferenciación medial entre el canal fónico-auditivo y el canal gráfi-
co-visual resultaba insuficiente para aprehender el tipo de configuración lingüística
que normalmente se asocia con el lenguaje hablado frente al escrito (cf. también, a
este respecto, Biber 1995, 20), Koch/Oesterreicher sustituyeron las ambiguas expre-
siones lenguaje hablado/oral vs. lenguaje escrito por los tecnicismos ‘inmediatez’ y
‘distancia comunicativas’ (kommunikative Nähe/Distanz). En la actualidad, el uso de
estos términos como sinónimos de la oralidad y la escrituralidad concepcionales,
que dependen de cómo los hablantes concebimos nuestros mensajes en virtud de

https://doi.org/10.1515/9783110335224-013
244 Araceli López Serena

una serie de factores situacionales que condicionan tanto la producción como la re-
cepción de los discursos o textos –entre los que destacan la inmediatez o distancia
física entre los interlocutores, la inmediatez o distancia social que determina su re-
lación, la inmediatez o distancia emocional que los une o los separa entre sí y con
respecto al tema de la interacción, o la inmediatez o distancia que media entre el
momento de la planificación y el momento de la emisión del discurso (cf. § 2.2, la
fig. 5)– se ha extendido hasta tal punto que en muchas ocasiones ni siquiera se cita
su procedencia.
Cuando se coordinan entre sí, las dos perspectivas de la doble diferenciación (i)
medio (a) gráfico/(b) fónico y (ii) concepción (a) hablada/(b) escrita dan como resul-
tado cuatro combinaciones lógicas que, en su célebre manual, Koch/Oesterreicher
ilustraban mediante los sencillos ejemplos, en español, francés, e italiano, que recoge
la figura 1:

CONCEPCIÓN
HABLADA ESCRITA

esp. ¡decirme la verdad! ¡decidme la verdad!


código gráfico fr. faut pas le dire il ne faut pas le dire
it. lui non ce l’aveva egli non l’aveva
MEDIO
esp. [de'θirmelaβer'ða] [de'θiðmelaβer'ða]
código fónico fr. [fopal'di:r] [ilnəfopalədi:R ]
it. ['luinont∫ela've:va] ['eʎʎinonla've:va]

Figura 1: Oralidad y escrituralidad – concepcional y medial (Koch/Oesterreicher 22007, 21)

En la fila superior de esta figura, se presenta la posibilidad de que los enunciados es-
pañoles decirme la verdad (de concepción hablada, en la medida en que el uso de in-
finitivo por imperativo solo es apropiado en la inmediatez comunicativa) y decidme la
verdad (de concepción escrita) se realicen a través del código gráfico. En la fila inferior
se transcriben fonéticamente las realizaciones medialmente orales de ambos enuncia-
dos, cuya concepción permanece, sin embargo, inmutable. Lo mismo ocurre con la
realización gráfica y fónica de los enunciados franceses (il ne) faut pas le dire, de con-
cepción escrita cuando se emite completo y hablada cuando se prescinde de il ne, así
como con la realización gráfica y fónica de los enunciados italianos lui/egli non (ce)
l’aveva, de concepción hablada cuando se recurre a lui y a ce y escrita cuando se em-
plea egli y está ausente ce.
La línea continua horizontal que separa los ejemplos correspondientes a las reali-
zaciones fónicas y gráficas tiene el propósito de indicar que el enfoque medial da lu-
gar a una oposición dicotómica, mientras que la línea discontinua vertical que divide
los ejemplos de concepción hablada y de concepción escrita pretende señalar el ca-
rácter continuo o gradual de la distinción entre inmediatez y distancia comunicativa
(cf. también Biber 1995, 36; Briz Gómez 2010). A esta segunda distinción de naturaleza
El hablar y lo oral 245

gradual está dedicado el epígrafe 2 de este capítulo. De la oposición dicotómica me-


dial nos ocuparemos, muy brevemente, en § 3.

2 La oralidad concepcional
2.1 Las dimensiones universal e histórica de la variación
concepcional
Como se ha avanzado en § 1, los marbetes oralidad y escrituralidad concepcional se re-
fieren a la configuración lingüística que adoptan los discursos en virtud de una serie
de factores situacionales que condicionan la producción de los enunciados (cf. § 2.2).
La presencia de dichos condicionantes situacionales propicia la aparición de un con-
junto de fenómenos lingüísticos y de estrategias de verbalización diversas (cf. § 2.2, la
fig. 5 y § 2.3). Algunos de estos fenómenos y estrategias se dan en todas las lenguas y
se consideran, por tanto, universales. Otros son específicos de cada lengua en particu-
lar y se interpretan, por ende, como características idiomáticas; de ahí que, en el mar-
co teórico de Koch/Oesterreicher se diferencie entre las dimensiones universal e histó-
rica de la variación concepcional.
La distinción entre lo universal y lo histórico, que lleva a reconocer, tal como se
aprecia en la figura 2 –que reproduce el modelo de la cadena de variedades, que se ex-
plicará en § 2.2 a continuación)–, una oposición inmediatez vs. distancia comunicati-
va de naturaleza universal (1a) y otra de naturaleza idiomática (1b), está basada en la
definición efectuada por Coseriu del lenguaje como «una actividad humana universal
que se realiza individualmente, pero siempre según técnicas históricamente determina-
das (‹lenguas›)», de tal forma que «[e]n el lenguaje se pueden, por tanto, distinguir
tres niveles: uno universal, otro histórico y otro individual» (Coseriu 1981, 269–270,
ápud Koch/Oesterreicher 22007, 23; cf. infra fig. 3).

2
Figura 2: La cadena de variedades (Koch/Oesterreicher 2007, 39)
246 Araceli López Serena

Tal como exponen los propios Koch/Oesterreicher, para Coseriu, que sintetizó esta tri-
partición en el esquema que se reproduce en la figura 3,

[e]l nivel UNIVERSAL


UNIVERS AL concierne al hablar, que comprende las acciones generales, no específica-
mente históricas, de los sujetos hablantes, es decir, las operaciones lingüísticas que consisten en
referirse lingüísticamente a algún objeto (referencialización), en decir algo sobre ese objeto (pre-
dicación), en situar espacio-temporalmente nuestros enunciados (orientación deíctica), en asumir
y repartir papeles comunicativos, en insertar nuestros enunciados en contextos (contextualiza-
ción), en otorgar sentido a nuestros enunciados en el marco de objetivos o fines pragmáticos (fi-
nalización), etc. (Koch/Oesterreicher 22007, 23; versalita y cursiva originales).

Por su parte,
[e]l nivel HISTÓRICO
HIST ÓRICO comprende dos aspectos. En primer lugar […] están las lenguas individuales,
como técnicas históricas y sistemas de normas, es decir, el latín, el español, el francés, el italiano,
el alemán, el inglés, el turco, etc. En este nivel se ubican también las diferentes variedades de es-
tas lenguas históricas. Pero, en segundo lugar hay que considerar también en este nivel las tradi-
ciones discursivas […], independientes de las lenguas históricas particulares, y que, en principio,
pueden ser puestas en práctica en diferentes comunidades lingüísticas (Koch/Oesterreicher
2
2007, 23–24; versalita original).

NIVEL SABER saber hablar en general, de acuerdo con los principios generales del
UNIVERSAL ELOCUCIONAL pensar y con la experiencia general humana acerca del mundo

NIVEL SABER saber hablar de acuerdo con las normas de la lengua que se realiza
HISTÓRICO IDIOMÁTICO

NIVEL SABER saber hablar en situaciones determinadas, saber estructurar los


DISCURSIVO EXPRESIVO discursos de acuerdo con las normas de cada uno de sus tipos

Figura 3: Los saberes elocucional, histórico y expresivo de acuerdo con la propuesta de Coseriu

Por lo que concierne, fundamentalmente, a los aspectos universales de la oralidad y la


escrituralidad concepcionales, Koch/Oesterreicher consideran obligado atender a las
circunstancias comunicativas extralingüísticas relevantes para la construcción dife-
renciada de discursos prototípicamente orales frente a discursos prototípicamente
escritos (↗14 El hablar y lo escrito). A este respecto, su propuesta conecta con los estu-
dios sobre la oposición oral/escrito como variación situacional concebida en términos
de registro.

2.2 La variación oral/escrito como continuum determinado por la


situación comunicativa
En la lingüística norteamericana (cf. Halliday 1982, 11978; Gregory/Carroll 1978,
11986), en la que la situación se asocia con la variación de registro, es habitual tener
El hablar y lo oral 247

en cuenta únicamente tres parámetros (campo, tenor y modo). De acuerdo con Halli-
day (1982, 11978, 48), estos se definen de la siguiente manera:
a) campo «se refiere al marco institucional en que se produce un trozo de lenguaje e
incluye no solo el tema de que se trata sino también toda la actividad del hablante
o del participante en determinado marco». En este sentido, se suele diferenciar
entre campo cotidiano, periodístico, científico, legal, etc.
b) tenor «se refiere a la relación entre participantes… no solo a la variación de forma-
lidad… sino… también a cuestiones como la permanencia o cosas por el estilo de
la relación y el grado de carga emotiva que hay en ella»; de ahí que se hable de te-
nor didáctico, descriptivo, argumentativo, etc.
c) modo «se refiere al canal de comunicación adoptado: no solo a la elección entre
médium hablado y médium escrito, sino a elecciones mucho más detalladas»,
que darían lugar a modos como hablado espontáneo, hablado preparado, habla-
do memorizado, escrito literario, etc.

En la lingüística hispánica, junto a la de Koch/Oesterreicher, la propuesta que más


éxito ha tenido ha sido la de Antonio Briz Gómez (1998), quien, originariamente, de
manera específica para la lengua hablada coloquial (↗13 La conversación coloquial
como prototipo de lo dialogal), establecía tres rasgos primarios:
a) la ausencia de planificación o planificación sobre la marcha,
b) la finalidad interpersonal de la comunicación, y
c) el tono informal,

así como cuatro rasgos situacionales o coloquializadores:


a) la relación de igualdad entre los interlocutores, de carácter social (si está determi-
nada por el estrato sociocultural, la profesión, etc.) o funcional (cuando está de-
terminada por el papel que los interlocutores desempeñan en una determinada si-
tuación);
b) la relación vivencial de proximidad: saber y experiencia compartidos;
c) el marco discursivo familiar: determinado por la relación concreta de los partici-
pantes en el espacio o lugar, y
d) la temática no especializada: cotidianidad;

que, a partir de 2010, ha extendido también para la caracterización de la lengua escri-


ta prototípicamente formal, tal como se muestra en la figura 4:
248 Araceli López Serena

+ – – +
COLOQUIAL COLOQUIAL FORMAL FORMAL
PROTOTÍPICO PERIFÉRICO PERIFÉRICO PROTOTÍPICO

RASGOS RASGOS DE FORMALIDAD


COLOQUIALIZADORES

+ rel. de igualdad – – – rel. de igualdad

+ rel. vivencial – – – rel. vivencial

+ marco interac. cotidiano – – – marco interac. cotidiano

+ cotidianidad temática – – – cotidianidad temática

DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO
COLOQUIAL FORMAL

+ planificación sobre la marcha – – – planificación sobre la marcha

+ fin interpersonal – – – fin interpersonal

+ tono informal – – – tono informal

Control menor de lo producido (pérdida de soni- Control mayor de lo producido (pronunciación


dos, vacilaciones, reinicios y vueltas atrás…), deí- cuidada…), léxico preciso (a veces, técnico), trata-
xis extrema, léxico poco preciso (proformas…), miento de distancia (con «usted», formas de cor-
tratamiento cercano o familiar (tuteo, apelativos tesía, más atenuación…), orden sintáctico de pa-
cariñosos, menos atenuación…), orden pragmáti- labras, etc.
co de las palabras, etc.

Figura 4: Lo coloquial y lo formal como eje de la variación lingüística (Briz Gómez 2010, 131)

Por su parte, la propuesta de Koch/Oesterreicher (1990), que modificaba ligeramente


la de 1985, contemplaba una decena de parámetros, que se asociaban, tal como se re-
fleja en la figura 5, con un conjunto de estrategias de verbalización:
El hablar y lo oral 249

Inmediatez Distancia

Condiciones comunicativas Condiciones comunicativas

a) comunicación privada a') comunicación pública


b) confianza b') desconocimiento
c) emocionalidad c') ninguna emocionalidad
d) anclaje en la situación y acción d') independencia de la situación y
comunicativas acción comunicativas
e) posible referencialización desde e') imposible referencialización
el aquí y ahora del hablante desde el aquí y ahora del
hablante
f) proximidad física f') distancia física
g) fuerte cooperación g') débil cooperación
gráfico
h) carácter dialógico h') carácter monológico
i) espontaneidad fónico i') reflexión
j) libertad temática j') fijación temática
k) etc. k') etc.

Estrategias de verbalización Estrategias de verbalización

– contextualización extralingüística, – contextualización lingüística


gestual, mímica, etc.
– escasa planificación – alta planificación
– carácter provisional – carácter definitivo
– sintaxis agregativa – sintaxis integrativa
– etc. – etc.

Figura 5: Parámetros situacionales de la inmediatez y la distancia comunicativa y estrategias de


verbalización correspondientes (Koch/Oesterreicher 22007, 34)

Al margen de las disimilitudes concernientes al elenco de parámetros situacionales


manejados por unos y otros autores, en las que no resulta posible profundizar aquí, lo
interesante del concepto de oralidad concepcional acuñado por Koch/Oesterreicher
(1985; 1990; 22007; 32011) es que permite diferenciar, con respecto a las estrategias de
verbalización y a la configuración lingüística propiciadas por las diferentes situacio-
nes de comunicación, entre un nivel universal (en el que el único tipo de variación per-
tinente es, justamente, la variación concepcional) y un nivel histórico, dentro del cual
se distingue (cf. fig. 2) entre una variación concepcional de carácter idiomático y una
variación, también de índole idiomática, que, siguiendo a Coseriu, se denomina dia-
sistemática, y que, para el polo de la máxima inmediatez comunicativa, comprende
fenómenos de variación diatópica (o geolectal) fuerte, de variación diastrática (o so-
ciolectal) baja y de variación diafásica (o de registro) informal. Así, para el español pe-
ninsular serían ejemplos de variación diatópica fuerte el ceceo (en el que las palabras
que se escriben {sí} y {solo} se pronuncian [θi], [ˈθolo]), de variación diastrática fuerte
metátesis como [koˈkreta] por {croqueta} y de variación diafásica informal apéndices
interrogativos como ¿vale? en lugar de ¿de acuerdo? En francés, se considera diatópi-
camente fuerte el uso de avoir como auxiliar de verbos de movimiento que se da por
250 Araceli López Serena

ejemplo en Bruselas, diastráticamente baja la forma a(l) para elle y diafásicamente in-
formal el empleo de lexemas como copain ‘amigo’ o total ‘finalmente’ (cf. Koch/
Oesterreicher 22007, 280, 284, 287).
Gracias a la cadena de variedades, disponemos de un modelo holístico que alber-
ga todos los tipos de variación posibles en cualquier discurso monolingüe y que hace
depender la aparición o inhibición de determinados fenómenos de variación (concep-
cional universal, concepcional idiomática o diasistemática) de la concurrencia de los
parámetros situacionales enumerados en la figura 5. Tales parámetros emanan de la
consideración de determinadas instancias y factores como imprescindibles en la co-
municación lingüística:

Al menos dos participantes en la interacción entablan un contacto entre sí, durante el cual –en
muchos casos de forma alternativa– asumen los PAPELES COMUNICAT IVOS de EMISOR y REC EPTOR . De
COMUNICATIVOS
este modo surge un mensaje, un DISCURSO
DISC URSO o TE XTO , que se refiere a OBJETOS
OBJET OS y CIRCUNST ANCIAS
ANC IAS de la
realidad extralingüística. La producción del discurso o texto supone una difícil LABOR L ABOR DE FORMULA-
CIÓN , que se encuentra en una zona de tensión entre la LINEALIDAD de los signos lingüísticos, las
normas de la LENGUA HISTÓRICA PART IC ULAR y la compleja realidad extralingüística MULTIDIMENSIO-
MULT IDIMENSIO-
NAL . Emisor y receptor están envueltos en campos DE ÍC TIC OS personales, espaciales y temporales,
TICOS
en determinados CONTEXTOS
C ONT EXTOS y en determinadas condiciones EMOCIONALES y SOCIALES (Koch/Oester-
reicher 22007, 25; versalita original).

De acuerdo con el modelo de la cadena de variedades (cf., de nuevo, fig. 2) –que pone
de relieve la importante interrelación entre situación de inmediatez comunicativa y
comparecencia de fenómenos de oralidad concepcional, de registro coloquial, de so-
ciolecto bajo y dialectalmente fuertes, de la que en la actualidad se hacen también eco
otras propuestas como la del grupo Val.Es.Co. (cf. fig. 4)–, una situación de comunica-
ción prototípicamente inmediata, caracterizada por los valores paramétricos listados
en la parte izquierda de la figura 5, daría lugar a la aparición, en el discurso, de múlti-
ples fenómenos de variación, ligados entre sí por el hecho de estar todos ellos propi-
ciados por un mismo haz de rasgos situacionales –(a) el carácter privado de la comu-
nicación, (b) la familiaridad entre los interlocutores, (c) la emocionalidad de la
interacción, (d) el anclaje de la producción y la recepción discursivas en la situación
o la acción comunicativas, (e) la posibilidad de referencialización desde el aquí y el
ahora de la comunicación, (f) la existencia de inmediatez física entre los interlocuto-
res, así como de un alto grado de (g) cooperación, (h) dialogicidad y (i) espontaneidad
y de (j) ausencia de fijación temática–, pero de estatus teórico diferenciado (§ 2.3), en
la medida en que un primer grupo de estos fenómenos será propio de (1a) la oralidad
concepcional de carácter universal; un segundo grupo, de (1b) la oralidad concepcio-
nal de carácter idiomático; un tercero, de (2) la variación diafásica informal; un cuar-
to, de (3) la variación diastrática baja, y un último grupo, de (4) la variación diatópica
fuerte (los números entre paréntesis se corresponden con los que cada uno de estos ti-
pos de variación tiene asignados en la fig. 2). En este mismo modelo, junto a las fle-
chas horizontales, que se refieren a la vinculación entre situación comunicativa y tipo
de variación que se acaba de describir, las flechas de trazado más grueso y dirección
El hablar y lo oral 251

vertical expresan una idea ya adelantada por Coseriu (1980), en la que no se profundi-
zará en estas páginas, pero que dejaremos al menos apuntada: la de que lo diatópico
puede llegar a funcionar como diastrático y lo diastrático como diafásico, pero no a la
inversa (cf. Koch/Oesterreicher 22007, 38).

2.3 Rasgos lingüísticos y estrategias de verbalización


característicos de la inmediatez comunicativa
Como se aprecia en la figura 5, Koch/Oesterreicher asocian el polo de la máxima in-
mediatez comunicativa con estrategias de verbalización universales como la contex-
tualización extralingüística gestual, mímica, etc., la escasa planificación, el carácter
provisional del discurso y la presencia de una sintaxis predominantemente agregati-
va. Si se observa, a continuación, la figura 4, se verá cómo Briz Gómez añade a estos
rasgos propios de la oralidad concepcional otros como la existencia de vacilaciones,
reinicios y vueltas atrás, el uso extremo de la deíxis y de un léxico poco preciso, la
aparición de formas de tratamiento cercano o familiar o la ordenación pragmática de
las palabras, a los que agrega también una característica que es de oralidad tanto
concepcional como medial: la pérdida de sonidos. Junto a la contextualización extra-
lingüística gestual, mímica, etc., la escasa planificación, el carácter provisional del
discurso y la presencia de una sintaxis predominantemente agregativa, Koch/Oester-
reicher mencionan también otros rasgos universales del español, el francés y el italia-
no hablados, que clasifican en cuatro ámbitos de análisis diferenciados (el pragmáti-
co-textual, el sintáctico, el semántico y el fónico) y a los que la investigación sobre la
lengua hablada ha prestado una desigual atención.
Entre los mecanismos pragmático-textuales que consideran universalmente ca-
racterísticos de la inmediatez comunicativa y, por tanto, rasgos de oralidad concep-
cional universal (que pertenecerían al nivel 1a en la fig. 2), destacan los marcadores
del discurso que en López Serena/Borreguero Zuloaga (2010) se asocian con las ma-
crofunciones interaccional y metadiscursiva, así como los procedimientos de cohe-
rencia y estructuración, de narración oral y de reproducción oral del discurso referi-
do propios de los discursos inmediatos; en el terreno sintáctico, sobresalen, en su
opinión, las construcciones ad sensum, los anacolutos, las posposiciones, las dislo-
caciones (sic) (cf. López Serena 2012), la falta de compleción de las oraciones y deter-
minados tipos de parataxis e hipotaxis; en el ámbito semántico, se centran en las es-
casas variación lexemática y diferenciación paradigmática que se dan en lo oral
informal, en la referencialización vaga mediante el empleo de palabras ómnibus (co-
sa, hacer, etc.), en la alta presencia de deícticos y en la existencia de procedimientos
expresivo-afectivos, y, por lo que concierne al nivel fónico, destacan la presencia de
articulaciones descuidadas, de ritmo allegro e incluso presto, que conducen, en oca-
siones, a la desaparición de fonemas o sílabas completas o a la pérdida de distintivi-
dad.
252 Araceli López Serena

A los mecanismos pragmático-textuales ya señalados por Koch/Oesterreicher y


por Briz Gómez como rasgos de oralidad concepcional universal, hay que sumar las
frecuentes intersecciones entre el eje sintagmático y paradigmático que Blanche-Ben-
veniste (1985) denominó figuras de sintaxis, de aparición constante cuando afloran
las interrupciones propias de la inmediatez comunicativa (cf. López Serena/Méndez
García de Paredes 2009), los esquemas de repetición de los que se han ocupado Tan-
nen (21992) o Bazzanella (1996), entre otros, o los procedimientos de ordenación de
palabras (cf. Padilla 2005), de estructuración informativa, de intensificación (cf. Al-
belda Marco 2007) y atenuación (cf. Briz Gómez/Albelda Marco 2013), así como de for-
mulación o reformulación (cf. López Serena/Loureda Lamas 2013; López Serena 2017)
sintomáticos de la inmediatez.
Por lo que respecta a la variación concepcional de carácter idiomático (nivel 1b de
la fig. 2), Koch/Oesterreicher (22007, 254–255) proponen, para el español peninsular,
en el nivel fónico, la caída de los sonidos /d/ y /x/ en posición implosiva final de pala-
bra –[reˈlo], [berˈda]–, y, en el morfosintáctico, el uso de infinitivo por imperativo, de
que + su en vez de cuyo y de adjetivos y sustantivos con función adverbial (llevarse
perfecto, estar fenómeno). A ellos cabría añadir, probablemente, el empleo de donde
como relativo inespecífico.
Al ámbito de la variación concepcional de carácter idiomático cabría adscribir
también algunos de los fenómenos en los que se centra el análisis cuantitativo y mul-
tidimensional de Biber (1995), que persigue el hallazgo de universales empíricos, la
mayoría de los cuales habría que entender no tanto como universales esenciales (cf.
Coseriu 1978), que son los que interesan a Koch/Oesterreicher, sino más bien como
rasgos supraidiomáticos, puesto que dependen de categorías, unidades y estructuras
de naturaleza histórica, como los sustantivos, los sintagmas preposicionales, los adje-
tivos, las cláusulas de relativo o adverbiales, las marcas de tiempo y aspecto, las no-
minalizaciones, los gerundios, las construcciones pasivas, los pronombres y otras
proformas, etc. (cf. Biber 1995, 19 y 29).
En cualquier caso, y al margen de los fenómenos concretos que quepa adscribir al
nivel de la variación concepcional universal (1a), de la variación concepcional idio-
mática (1b) o de cualquiera de las tres dimensiones de la variación diasistemática (dia-
fásica, diastrática y diatópica, identificadas, respectivamente, con los números 2, 3 y 4
en la fig. 2) que concurren en situaciones de máxima inmediatez comunicativa, un
problema aún no resuelto en el ámbito de la investigación sobre la oralidad es el de en
qué medida es o no lícito –es o no teóricamente necesario y descriptivamente prove-
choso– diferenciar entre el nivel de la variación concepcional idiomática (1b) y el nivel
de la variación diasistemática diafásica (2) (cf. Dufter/Stark 2002).
El hablar y lo oral 253

3 La oralidad medial
Frente a la oralidad concepcional, que ha concitado el interés de la mayoría de los es-
tudios en torno a la distinción entre la lengua hablada y la escrita –tanto si estos se
han planteado explícitamente como aproximaciones a la oralidad concepcional, co-
mo si se han diseñado como exploraciones en torno a la variación situacional de regis-
tro–, la oposición medial entre la realización fónica y la realización gráfica de los dis-
cursos no ha dado lugar a ningún abordaje teórico o descriptivo especialmente
destacable. Por lo general, los especialistas se han mostrado de acuerdo en el hecho
de que la mera oposición medial no permite aprehender regularidades significativas,
al margen de la consideración, concomitante, de factores situacionales ajenos al ca-
nal de realización. Así, mientras que para Biber (1995, 20), «there is no absolute diffe-
rence between spoken and written language – rather, particular types of speech and
writing are more or less similar with respect to different dimensions», para Briz Gómez
(1998, 10) es evidente que la descripción de las manifestaciones orales del lenguaje se
debe centrar en su uso «en situación» y tener en cuenta, «sobre todo, las condiciones
comunicativas que las favorecen». En su opinión, esto permite «reconocer la existen-
cia de manifestaciones de lo oral en lo escrito y de lo escrito en lo oral» (Briz Gómez
1998, 19). Las primeras han interesado extraordinariamente a un número no pequeño
de hispanistas, que en las últimas décadas han examinado ciertos tipos de textos
(cf. los que propone Oesterreicher 1996; 2004) en busca de los vestigios o huellas de la
oralidad –naturalmente concepcional– que pudieran estar presentes en ellos. A este
respecto, Del Rey Quesada (2019, 285) propone distinguir

dos tipos de estudios: por un lado, los que [denomina casos de oralidad en lo escrito, que] se cen-
tran en documentos que, bien por la naturaleza sociolingüística del emisor, bien por la naturaleza
discursiva del texto, incorporan o parecen incorporar rasgos auténticos asociados a la inmediatez
comunicativa (cartas particulares, actas inquisitoriales, documentos jurídico-administrativos de
diversa índole, etc.). Por otro lado, los que estudian obras literarias pertenecientes a géneros (diá-
logo, teatro, novela, etc.) en los que se produce una mimesis de la oralidad.

De las segundas –las manifestaciones de lo escrito en lo oral– se han ocupado funda-


mentalmente los historiadores de la lengua interesados en incrementar la atención
por los cambios lingüísticos que se producen desde arriba, vinculados a procesos de
elaboración lingüística.
Ni siquiera en la lingüística italiana, en la que está muy asentado el término de
variación diamésica (Mioni 1983, 508) –acuñado, en analogía con los marbetes de va-
riación diatópica, variación diastrática y variación diafásica cuya paternidad corres-
ponde a Flydal (1952) y Coseriu (1981) respectivamente–, se defiende el estudio, en ex-
clusiva, de lo hablado y lo escrito como mera oposición medial. Más bien al contrario,
también en este contexto se reconoce que «[l]a variazione diamesica non può essere
completamente isolata, se non per esigenze di studio, dagli altri parametri di variazio-
ne (Berruto 1993a; 1993b)» (Rossi 2011, s.v. variazione diamesica). Así, pese a que
254 Araceli López Serena

Berruto (1993a, 9) habla, a este respecto, de una «dimensione fondamentale di varia-


bilità», ello no obsta para que reconozca que se trata de una dimensión «discutibile da
più di un punto de vista, in quanto l’attivazione del canale orale o scritto d’uso della
lingua avviene pur sempre in dipendenza dal costrutto “situazione di communicazio-
ne”» (la cursiva es mía); de ahí que en (1993b) admita que

[l]e caratteristiche che distinguono il parlato (tipico) dallo scritto (tipico)[…] sono da riportare in
parte alla differente natura semiotica del mezzo di trasmissione del messaggio, che impone una
serie di limitazioni e di scelte preferenziali alla strutturazione del messaggio stesso; in parte alle
condizioni situazionali di produzione, che rendono il parlato molto più indessicale e legato alla
specifica interazione interindividuale (Berruto 1993b, 37).

Con todo, conviene no olvidar que la prosodia y los estudios sobre la función de las
pausas, los tonemas y el resto de fenómenos de pronunciación que intervienen en los
discursos de realización oral (cf. Hidalgo Navarro 1997) –incluidas las manifestaciones
de la fonocortesía (cf. Hidalgo Navarro 2015)–, y que algunos especialistas han llegado
a considerar claves en la sintaxis de lo hablado (cf. Voghera 1992), hasta el punto de
fundamentar las recientes propuestas de segmentación del discurso oral en unidades
ajenas a las tradicionalmente empleadas para el análisis de lo escrito (cf. Hidalgo Na-
varro 2015), pertenecen, en exclusiva, al dominio de la oralidad medial. Del mismo
modo, el análisis del papel que desempeña la puntuación en la estructuración infor-
mativa de los textos de realización gráfica (cf. Ferrari/Borreguero Zuloaga 2015; Figue-
ras 2001), o el de aspectos referidos a la disposición de la página, a los recursos tipo-
gráficos, etc., forma parte, también en exclusiva, del ámbito de lo medialmente escrito.
Por último, habría que relacionar igualmente con el campo de la oposición entre
oralidad y escrituralidad medial los estudios procedentes de la subdisciplina que en
alemán se ha denominado Medienlinguistik, interesada por el análisis de las manifes-
taciones lingüísticas en la comunicación mediática (cf. Dürscheid 2003; Yus Ramos
2001; 2010; 2011), pese a que, una vez más, tales manifestaciones no se puedan hacer
depender, en exclusiva, de la mera realización medial de este tipo de interacción
(↗16 Los textos digitales y multimodales).
En cualquier caso, tanto con respecto a la comunicación fónica frente a la gráfica,
como en relación con la comunicación mediada por ordenador, teléfono móvil, etc.,
sería altamente deseable que, en el futuro, en los estudios particulares en que se bus-
que identificar configuraciones lingüísticas asociadas con determinados parámetros
situacionales, se encuentre la manera de aislar las condiciones comunicativas exter-
nas dependientes únicamente del medio de realización –como por ejemplo la posibili-
dad (o imposibilidad) de recurrir, en la producción y la recepción del discurso, al con-
texto físico inmediato; o la obligación (o dispensa) de tener que planificar sobre la
marcha, al menos en cierta medida, el discurso que se está emitiendo– de todas aque-
llas que estén vinculadas con factores independientes del medio de realización: el ca-
rácter público o privado de la comunicación, la existencia o no de confianza entre los
interlocutores, así como de un vínculo de emocionalidad de estos entre sí y con res-
El hablar y lo oral 255

pecto al objeto de la interacción, el carácter dialógico o monológico del intercambio,


la posibilidad o no de cooperación, la espontaneidad, la libertad temática, etc. En tan-
to en cuanto sigamos sin considerar, en nuestras descripciones, de manera individual
y separada cada una de las diversas variables mediales y concepcionales implicadas
en la configuración lingüística de los discursos que se analicen, no se producirá un
verdadero avance en nuestro conocimiento sobre la forma en que estas inciden o no
en la aparición de determinados rasgos o/y estrategias de verbalización.

4 Oralidad y teorización lingüística


Como es sabido, el grueso de la tradición gramatical occidental se erige sobre el so-
porte de la lengua escrita, que ha servido, a lo largo de la historia de la reflexión sobre
el lenguaje, tanto como fuente prioritaria de datos para la descripción y para la cons-
trucción de los conceptos y las categorías de análisis fundamentales como como mo-
delo para la conceptualización de la comunicación lingüística. En este sentido, es ha-
bitual destacar el papel fundamental de la escritura como condición sine qua non para
el nacimiento de la reflexión lingüística, hasta el punto de hacer coincidir el origen
del pensamiento lingüístico con el origen de la escritura. Desde un punto de vista crí-
tico con este estado de cosas, precisamente por este motivo, autores como Harris
(1980, 6–8), Linell (1982; 1988; 2005), Koch/Oesterreicher (1990; 22007; 46), Toolan
(1996, 13) o Moreno Cabrera (2005) han puesto de relieve la existencia de un sesgo es-
criturista en el estudio del lenguaje, así como «el carácter marcadamente filológico de
la disciplina» (Narbona Jiménez 1997, 93), denunciando que «la concepción misma de
las lenguas y de su funcionamiento sigue estando mediatizada por una visión gráfico-
centrista, especialmente alfabetocentrista» (Narbona Jiménez 2007, 13).
Paradójicamente, esta tradición escriturista de reflexión sobre el lenguaje, que se
concibe a sí misma como hija de la invención de la escritura, ha predicado y predica
aún, sin embarazo alguno, la primacía de lo oral (cf. López Serena 2007, § 2.4.2). La
proclamación explícita de la primacía del lenguaje hablado y su constitución, al me-
nos programática, como «objeto único y verdadero» del estudio científico del lengua-
je, que, en la lingüística contemporánea, se remonta al Curso de lingüística general de
Saussure, y alcanza hasta la actualidad, no nacen en el vacío. Tanto Saussure como
los neogramáticos, con los que se formó el maestro ginebrino, se limitaron a recoger el
testigo de una antigua tradición que, mediante una sencilla ecuación, consideraba la
lengua hablada como expresión directa del pensamiento y la escrita como mera repre-
sentación de los sonidos del lenguaje hablado, solo a través de los cuales establecería
una relación, naturalmente indirecta, con el pensamiento. En esta concepción de la
relación entre el medio oral y el escrito operan, pues, dos creencias estrechamente
vinculadas entre sí, que Feldbusch (1985, 11) denominó, respectivamente, dogma de
la dependencia –lo escrito está subordinado a lo oral– y dogma de la representación
– la única razón de ser de la escritura es la representación del lenguaje hablado–.
256 Araceli López Serena

La afirmación del carácter secundario y dependiente de lo escrito con respecto a


lo hablado –y la atribución concomitante a la escritura de una función meramente re-
presentativa– se remontan a la Antigüedad griega. En este sentido, parece que Aristó-
teles fue el primero en sostener, en el capítulo preliminar de De Interpretatione, que
«las palabras habladas son los símbolos de la experiencia mental y las palabras escri-
tas son los símbolos de las palabras habladas» (cf. Gelb 1993, 33). Y es asimismo céle-
bre el pasaje del Fedro de Platón en el que Sócrates atribuye al mítico faraón egipcio
Thamus una invectiva contra la invención de la escritura por parte del dios Theuth, al
que acusa de haber engendrado un arte que no ofrece más que ficciones artificiosas,
huellas indignas de los discursos verdaderos, que son los orales, así como de haber
dado a luz a un hijo bastardo de la lengua hablada (cf. Goody/Watt 1996, 59–60).
Contradictoriamente, debido a su capacidad de fijación material del lenguaje, es-
ta misma escritura, desdeñada como mera sombra, ficción artificiosa o huella indigna
de la lengua hablada, disfruta del privilegio de haber servido de fuente, prácticamen-
te exclusiva, para el análisis y la descripción lingüísticas. El postulado de la primacía
de lo hablado como verdadero objeto de estudio de la lingüística y una práctica de
análisis fundamentada exclusivamente en lo escrito parecen irreconciliables. Sin em-
bargo, esta contradicción no ha sido óbice para la coexistencia secular de ambas po-
siciones. Incluso hoy en día, en que tenemos a nuestra disposición procedimientos de
grabación y reproducción audiovisual de datos de extracción medialmente oral, los
analistas de la lengua oral siguen apoyándose indefectiblemente en la escritura. Se
debate sobre la dificultad «para transcribir grandes fragmentos de lengua hablada,
[que] ha obligado a hacer elecciones teóricas y a determinar convenciones de trans-
cripción, variables según los objetivos del estudio y según los investigadores» (Blan-
che-Benveniste 1998, 50), pero, como ya señalara Gadet (1989, 43), «jamás [se discu-
te] sobre la necesidad misma de la transcripción».
Las consecuencias de este proceder no son baladíes. Al aplicar al estudio de la len-
gua hablada los métodos de análisis construidos originariamente para dar cuenta de la
lengua escrita y operar exclusivamente con categorías y unidades propias de la escritu-
ra, las primeras aproximaciones a la lengua oral condujeron a la calificación de sus dis-
cursos como muestras de una lengua que no dudó en considerarse imperfecta, plagada
de errores e incluso agramatical. Tal como lo expresa certeramente Teberosky,

La descripción lingüística de oralidad y escritura, a lo largo de la historia, ha dado lugar a una


gran contradicción: por una parte, considerar el lenguaje hablado como natural y primigenio, la
escritura como una modalidad derivada de lo oral y la práctica de escribir como su mera trans-
cripción; y atribuir, por otra parte, al lenguaje hablado las características de erróneo, incompleto,
no normativo (Teberosky 1998, 9).

Por otro lado, el modelo de la escritura se ha considerado también responsable de la


concepción de la comunicación en términos de codificación y descodificación de men-
sajes (cf. Harris 1981), una concepción que las actuales perspectivas pragmáticas,
atentas ya por fin al papel protagonista del contexto en las interacciones orales, han
El hablar y lo oral 257

sustituido por visiones ostensivo-inferenciales de la comunicación, como la que pro-


pugna la Teoría de la Relevancia (Sperber/Wilson 1986). Así las cosas, como ya señaló
Blanche-Benveniste (1998, 28), el (re)descubrimiento de la especificidad de lo oral por
parte de la lingüística no se ha limitado a «añadir rasgos orales a un análisis de la len-
gua ya constituido, sino que [ha puesto] en tela de juicio muchos de los principios del
análisis». En este sentido, cabe destacar cómo recientemente se han comenzado a ela-
borar propuestas de unidades para el análisis y la segmentación del discurso oral co-
loquial (cf. Grupo Val.Es.Co. 2014; Pons Bordería 2014), para la definición de fenóme-
nos discursivos como la interrupción (López Serena/Méndez García de Paredes 2009)
o la reformulación (López Serena/Loureda Lamas 2013), y para una descripción más
adecuada del papel que las otrora menospreciadas «muletillas» desempeñan, como
marcadores discursivos, en funciones relacionadas con la construcción y la ordena-
ción de los discursos, el establecimiento, mantenimiento y cierre de la interacción, o
la vertebración lógico-argumentativa de los mensajes (cf. López Serena/Borreguero
Zuloaga 2010). A este respecto, resulta obligado reconocer que, más allá de su rele-
vancia como fuente de datos para el estudio de la variación medial o concepcional, y
de su significación como objeto de estudio digno de interés por sí mismo, la verdadera
importancia de la oralidad tiene que ver con el protagonismo que lo oral ha cobrado,
en las últimas décadas, en la teorización lingüística.

5 Reflexiones finales y perspectivas de futuro


A modo de recapitulación final, me limitaré a destacar, muy brevemente, algunas
ideas fundamentales en las que creo que la investigación futura seguirá hundiendo
sus raíces.
En primer lugar, parece evidente que, para la lingüística, la diferenciación entre
oralidad y escrituralidad es, ante todo, no una oposición dicotómica de carácter me-
dial, sino más bien una distinción concepcional de naturaleza continua o gradual. Es-
ta distinción ha cobrado tal importancia que se ha constituido en eje vertebrador de la
compleja dinámica variacional que se produce dentro del espacio comunicativo de
cualquier lengua. En consecuencia, en la actualidad parece prácticamente imposible
desarrollar descripciones lingüísticas que hagan abstracción de las diferencias a que
da lugar el continuum entre inmediatez y distancia comunicativa.
En segundo lugar, es necesario insistir en la importancia teórica de la distinción
entre fenómenos universales y fenómenos idiomáticos de la variación oral concepcio-
nal, a la que lamentablemente no se suele prestar la atención debida, así como en la
necesidad de allegar nuevos y mejores datos a las descripciones de ambos tipos de
oralidad, que sean también más precisos con respecto a qué condiciones situaciona-
les intervienen exactamente en la aparición de qué rasgos o estrategias verbales.
Por último, y a tenor de la trascendencia que la consideración de la especificidad
de la comunicación oral ha tenido para la formulación de las aproximaciones teóricas
258 Araceli López Serena

al estudio del lenguaje responsables del actual giro pragmático-discursivo, el futuro


inmediato promete venir cargado de propuestas y de conceptos y categorías de análi-
sis, que en algunos casos se encuentran aún en fase embrionaria, y de las que conven-
drá estar muy pendiente.
Las perspectivas de futuro que abren las tres dimensiones que he querido desta-
car en las conclusiones de este capítulo son extraordinariamente interesantes. Confie-
mos en que los resultados que nos deparen contribuyan a implantar una visión de la
comunicación oral que supere, por fin, la rémora de las visiones distorsionadas y sim-
plificadas del lenguaje hablado a las que hasta ahora nos había tenido acostumbra-
dos la lingüística.

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