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Protección social:
Ello porque sólo el 20 por ciento de la población mundial tiene una cobertura
adecuada en materia de seguridad social mientras que más de la mitad no
dispone de ninguna forma de protección social. Aquellos que no están cubiertos
tienden a formar parte de la economía informal, por lo general, no están
protegidos en su vejez por la seguridad social y no están tiene posibilidades de
pagar sus gastos de salud. Además, muchas personas tienen una cobertura
insuficiente, esto es, que carezcan de elementos significativos de protección
(como la asistencia médica o las pensiones) o que la protección que reciben sea
escasa.
Una sociedad que brinda seguridad a sus ciudadanos, no sólo los protege de la
guerra y de la enfermedad, sino también de la inseguridad relacionada con el
hecho de acceder al trabajo para tener una mejor forma de vida. Los sistemas de
seguridad social prevén unos ingresos básicos en caso de desempleo,
enfermedad y accidente laboral, vejez y jubilación, invalidez, responsabilidades
familiares tales como el embarazo y el cuidado de los hijos y la pérdida del
sostén de la familia. Estas prestaciones no sólo son importantes para los
trabajadores y sus familias, sino también para sus comunidades en general. Al
proporcionar asistencia médica, seguridad de los medios de vida y servicios
sociales, la seguridad social ayuda a la mejora de la productividad y contribuye a
la dignidad y a la plena realización de los individuos. Los sistemas de seguridad
social también promueven la igualdad de género a través de la adopción de
medidas encaminadas a garantizar que las mujeres que tienen hijos gocen de las
mismas oportunidades en el mercado del trabajo. Para los empleadores y las
empresas, la seguridad social contribuye a mantener una mano de obra estable
que se adapte a los cambios. Por último, a través de las redes de protección en
los casos de crisis económica, la seguridad social actúa como elemento
fundamental de cohesión social, ayudando a garantizar la paz social y un
compromiso con la globalización y el desarrollo económico. A pesar de estas
ventajas, sólo el 20 por ciento de la población mundial tiene una cobertura
adecuada de seguridad social y más de la mitad no goza de ningún tipo de
cobertura de seguridad social.
Las normas sobre seguridad social de la OIT prevén diversos tipos de cobertura
de seguridad social, con arreglo a los diferentes sistemas económicos y a las
diferentes etapas de desarrollo. Los Convenios de la OIT sobre seguridad social
ofrecen una amplia gama de opciones y de cláusulas de flexibilidad que permiten
que el objetivo de cobertura universal pueda alcanzarse gradualmente. En un
mundo globalizado, en el que la gente está cada vez más expuesta a riesgos
económicos globales, existe una creciente concienciación respecto del hecho de
que una política de protección social nacional de amplia base puede constituirse
en un sólido amortiguador de muchos de los efectos sociales negativos de las
crisis económicas. Por tales razones, en 2012, la Conferencia Internacional del
Trabajo adoptó un importante nuevo instrumento, la Recomendación sobre los
pisos de protección social, 2012 (núm. 202).
Si bien el Convenio núm. 102 abarca todas estas ramas, los Estados Miembros
solamente necesitan ratificar tres de ellas (artículo 2, literal ii), lo que permite
una extensión progresiva de la cobertura de la seguridad social en los países que
lo ratifican.
Los objetivos mínimos del Convenio se refieren, para cada una de las nueve
ramas, al porcentaje de la población protegida por sistemas de seguridad social,
al nivel de la prestación mínima que se garantiza a las personas protegidas, así
como a los requisitos para tener derecho a prestaciones y el periodo de derecho
a las prestaciones. El Convenio núm. 102 no prescribe la manera de lograr estos
objetivos, sino que deja una cierta flexibilidad a los Estados Miembros.
• Regímenes universales;
• Regímenes de seguridad social con componentes relacionados con los
ingresos o de tasa fija o ambos;
• Regímenes de asistencia social.
⮚ Asistencia médica.
● Convenio núm. 130: establece las mismas prestaciones que el Convenio núm.
102, más la asistencia odontológica y la readaptación médica.
⮚ Prestaciones de enfermedad.
● Convenio núm. 102: pagos periódicos que correspondan al menos al cuarenta
y cinco por ciento (45%) del salario de referencia.
➢ Prestaciones de desempleo.
➢ Prestaciones de vejez.
Convenio núm. 121: Igual que el convenio núm. 102, más algunos tipos de
asistencia en el lugar de trabajo. Pagos periódicos que correspondan al
menos al sesenta por ciento (60%) del salario de referencia en casos de
incapacidad laboral o invalidez, prestaciones para las viudas, para el viudo
inválido y a cargo, y para los hijos a cargo, en caso de fallecimiento del
sostén de la familia, con pagos periódicos correspondientes al menos al
cincuenta por ciento (50%) del salario de referencia. Obligación de fijar un
monto mínimo para estos pagos, posibilidad de convertir los pagos en una
suma global en determinadas condiciones y prestaciones complementarias
para las personas discapacitadas cuyo estado requiere la asistencia
constante de una tercera persona.
➢ Prestaciones familiares.
➢ Prestaciones de maternidad.
Convenio núm. 102: asistencia médica que deberá comprender, por lo menos, la
asistencia prenatal, la asistencia durante el parto y la asistencia puerperal
prestadas por un médico o por una comadrona diplomada, así como la
hospitalización cuando fuere necesaria; pagos periódicos que correspondan al
menos al 45 por ciento del salario de referencia.
➢ Prestaciones de invalidez.
➢ Prestaciones de sobrevivientes
La crisis de finales de los años noventa nos cambió las reglas de juego. La crisis
fue muy grave, lo que tuvo una profunda repercusión a nivel social, debido al
poco impacto que tuvieron las políticas asistenciales de aquel entonces. Por ello,
Colombia dio vuelta a la página en la década pasada para diseñar e implementar
políticas y programas más pertinentes para la población vulnerable. En ese
sentido, Colombia ha recorrido el mismo camino que América Latina, ha
procurado entender cómo enfrentan las familias esas crisis para mejorar las
políticas. Las respuestas de las familias ante diversos eventos adversos, como
una crisis económica, un desastre ambiental, un problema familiar, es algunas
veces nocivo para su bienestar a más largo plazo, porque no pocas veces afecta
el capital humano de sus integrantes. Los hogares ante situaciones de crisis, por
ejemplo, optan por no incluir proteína dentro de la canasta familiar, o en el peor
de los casos, dejan de enviar a los hijos al colegio.
Esa crisis de finales de los noventa, que se extendió por un período amplio desde
1997 hasta el 2003, mostró las limitaciones de los programas para atender los
efectos cíclicos, y también para enfrentar más estructuralmente los problemas de
pobreza. Las limitaciones de recursos y de institucionalidad desembocaron en la
creación de una Red de Apoyo Social (RAS) en el 2000 cuyos programas,
Familias en Acción, Empleo en Acción y Jóvenes en Acción, constituyeron el inicio
de la organización de los programas asistenciales, mediante un eje de subsidios
condicionados a acciones de fortalecimiento del capital humano de las familias,
como previamente lo hicieron otros países de América Latina, especialmente,
México y Brasil
Por ello las políticas asistenciales hoy en día no buscan solucionar de inmediato
el problema de necesidad, así se entregue un subsidio que enfrenta esa
insuficiencia inminente. Las nuevas políticas, que se conocen hoy como
Transferencias Condicionadas en el mundo en desarrollo, buscan fortalecer el
capital humano condicionando la entrega del subsidio a la asistencia escolar y al
seguimiento de peso y talla de los menores, para evitar que las nuevas
generaciones repitan el ciclo infortunado de sus padres.
Estas transferencias condicionadas, constituyen una de las innovaciones sociales
de los últimos años en América Latina. El enfoque de protección social adoptado
en el plan de desarrollo “Estado comunitario: desarrollo para todos”, que plantea
la integralidad de la oferta de servicios, y la necesidad de garantizar mínimos
socialmente aceptables, advierte la incapacidad de un grupo importante de
población para acceder por sus propios medios a la protección. Por ello se hace
explícita la necesidad de hacer el tránsito de las intervenciones asistenciales a
otras basadas en la promoción de las capacidades de la población con diferentes
vulnerabilidades, hasta hacerlos capaces de tomar por su cuenta la protección
frente a diferentes riesgos, a través de los diferentes componentes del sistema
de protección (seguridad social, acceso a activos, fortalecimiento del capital
humano o manejo de riesgos covariantes) (DNP, SISD 35, 2008). Este nuevo
paso en la evolución del SPS en Colombia, tiene como contexto el debate
internacional sobre la medición de bienestar y las exhortaciones a favor de
considerar simultáneamente lo económico y lo social (Informe Stiglitz, Sen,
Fitoussi, 2008).