Está en la página 1de 61

I

0qrien¡çuaI4;
&ompejencÜ&
comunicativa
n
dt nea Ja

Carlos Lomas
Andrés Osoro
Amparo
Tusón
Paidós
PAPELES DE PEDAGOGÍA / 13
Carlos Lomas
l. F. Barragán - M educación sexual. Guía teórica y práctica Andrés Osoro
2. E. Bassedas y otros - Intewención educativa y diagnóstico Amparo Tusó n
psicopedagógico
1. De1va1 - Crecer y pensar
4’ C. Coll - Psicología y curriculum
5. E. del Rio - Formación y emf›leo
6. I. Trilla - El pro(esor y los valores controvertidos
7. P. Tschorne y otros - Padres y madres en la escuela
g. I. Ferrés - Video y educación Ciencias del lenguaje,
9. L. Molina y N. Jiménez - Zzi escuela in[antil
10. F. Hernández y J. M. Sancho - Para enseñar no basta con competencia comunicativa
saber la asignatura
11. F. Imbernón - La formación del pro(esorado
y enseñ anza de la lengua
12. M. López Melero y J. F. Guerrero - Lecturas sobre
integración escolar y social
13. C. Lomas, A. Osoro y A. Tusón - Ciencias del feitgtiaye,
competencia comunicativa y enseñanza de la lengua
14. C. Lomas y A. Osoro (compiladores) - El en(oque comu-
nicativo de la eriseñanza de la lengua
15. A. J. Colom y J.-C. Mèlich - Después de la modernidad
16. 1. A. Jordán - La escuela multicultural
17. I. Franch y A. Martinell - Animar un f›royecto de educa-
ción social
18. J. Ferrés - Televisión y educación

19. C. Maza - Aritmética y representación


20. J. M. Calvo - Educación y fìloso[ía en el aula
21. I. M. Esteve - El malestar docente
22. J. F. Guerrero - Nuevas persPectivas en la educación e in-
iegrnctóri de los niños con síndrome de Dowżî
23. L. Sánchez Corral - Literatura in[antil y leng•• ie literario
24. 5. Parejo - Comunicación no verbal y educación
25. C. Izquierdo - for reunión de pro[esores
2ó. A. Vásquez Bronfman e I. Martínez - M socializaciön en
la escuela
29. I.-C. Mèlich - Antropología simbólica y acción educativa
30. J. M. Puig Rovira - Ln construcción de la personalidad
moral

#
31. F. Bello - El comentario de textos literarios
32. L. Molina - Participar en contextos de aprendizaje y desa- PAI DÕS
Barcelona • Buenos Airæ • Mèxico
rrollo
SUMARIO

Prólogo 7
Introducción ........ 11
El estudio de la lengua 16
Cubierta de Ferran Cartes
1. Estructuralismo, generativismo y enseñanza
de la lengua ........... 23
2. Los enfoques pragmáticos, sociolingüísticos y cognitivos
1.• edición, 7 993 29
1.• reimpresión, 1997 2.1. La pragmática: juegos de lenguaje, actos
de habla y principio de cooperación 32
Ouedan rigurosamente prohibidas, sin ía autorización escrita de )os titulares del
«Copyright • , bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducció n total o par-
2.2. Entre la antropología y la sociología:
cial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía
y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler
sociolingüfstica, etnografía de la
o préstamo públicos. comunicación, etnometodología e
interaccionismo simbólico 3ó
2.3. Lingüística del texto, análisis del discurso,
O de todas las ediciones en castellano, sociolingüística interaccional, semiótica
Ediciones Paidó s Ibérica, S. A., textual . .. ... . 42
Mariano Cubí, 92 - 08021 2.4. Psicología del aprendizaje y psicolingüística 52
Barcelona y Editorial Paidó s,
3. La enseñanza de la lengua ... 59
SAICF,
3.1. Los fines sociales de la enseñ anza
Defensa, 599 - Buenos Aires
de la lengua 59
3.2. Los niveles de planificación y el papel
ISBN: 84-7509-892-4
del profesorado . .. . ó2
Depósito legal: B-1.288/1997
3.3. La planificación didáctica de la lengua 70
Impreso en Hurope, S. L.,
Recaredo, 2 - 08005 Barcelona Conclusiones . . .. . 107
Referencias bibliográ ficas ...... 109
Impreso en España - Printed in Spain

g '”.'
PRÓLOGO

Narra el famoso antropó logo Marvin Harris la historia


real de un matrimonio de sordomudos norteamericanos
que tuvo un nitro oyente, pero que, por padecer asma,
debió per- manecer en casa y só lo se pudo relacionar con
los amigos de sus padres, también ellos sordos. Ante esta
situació n, los padres decidieron que la criatura había de ver
la televisió n varias horas al día con el fin de que así pudiera
acceder a la lengua inglesa. Pero, a los tres añ os, el niñ o
manejaba con soltura el sistema de comunicació n gestual
de los sordos y no pronunciaba ni una sola palabra en
inglés.
Esta anécdota, por sí misma, ilustra de manera elocuen-
te sobre una verdad largamente olvidada: que las lenguas
humanas no son nada, o casi nada, fuera de su á mbito na- tural
de uso que es la conversació n, la interacció n comuni- cativa, el
trato verbal cotidiano. Verdad largamente olvida- da, porque
má s de dos milenios de reflexió n lingü ística y de prá ctica
docente centraron sus esfuerzos en la escritura ol- vidando,
incluso, los hallazgos excelentes de la vieja retó ri- ca que
implicaba directamente la dimensió n primaria del lenguaje; es
decir, la dimensió n oral.
Pero, ademá s, la prá ctica docente (la tradicional y la mo-
derna) concedió un peso excesivo a las excelencias de la ex-
presió n escrita y descuidó los usos de cada día, el habla pre-
cisa, vivaz y espontá nea, por considerarla, acaso, plebeya,
informal y carente de interés.
Con todo, el cuadro esbozado hasta aquí queda incom-
pleto porque, ademá s, la prá ctica docente, dirigida e inspi-
rada por las obras gramaticales, otorgó una importancia
desmesurada a la reflexió n explícita sobre las unidades y las

7
estructuras de la lengua, cosa que, de una parte, restó un reflexió n profunda y eficaz sobre las condiciones del uso y
tiempo precioso a las prá cticas del uso (incluso del escrito) sobre la responsabilidad de los docentes en la promoció n
y, por otro lado, introdujo una serie de procedimientos (de- de esas habilidades comunicativas que, en definitiva, han de
finiciones y aná lisis) que en la mayoría de los casos estaban estar al alcance de los destinatarios ú ltimos del esfuerzo
muy por encima de las capacidades ocasionales de los do- cente.
alum- nos. Estos se veían obligados a memorizar (que no a Hay aú n en esta obra otros rasgos valiosos que merecen
enten- der), con lo cual la enseñ anza de la gramá tica ser destacados. Ouienes la han escrito son personas con
introdujo la solemne aberració n de establecerse como la am- plia experiencia en la prá ctica docente, en la reflexió n
adquisició n de un conocimiento per se, desvinculado, sobre los contenidos y formas de esta prá ctica y también en
incluso, de la propia lengua. Casi nunca la enseñ anza de la el es- tudio de los vínculos que unen los mecanismos del
gramá tica redundó en la mejora del instrumento expresivo. razona- miento y los mecanismos de la expresió n. Pero,
Y la incorporació n de los nuevos métodos elaborados ademá s, su experiencia no es la propia de quienes viven en
por la lingü ística moderna no vino a resolver los problemas. un á mbito cerrado, y por eso incorporan a su propuesta
Cabe decir enérgicamente que ni el estructuralismo, ni la educativa los hallazgos má s recientes de las ciencias
gramá tica generativa, se constituyeron en teorías del len- cognitivas, de la psi- copedagogía, de la lingü ística textual
guaje con la esperanza de verse reflejados, algú n día, en la (ésta sí, aplicable a la enseñ anza), del aná lisis de la
docencia primaria y secundaria. Pero un extrañ o afá n con- interacció n comunicativa, de la pragmá tica y de todo un
dujo a muchos a adaptar de forma apresurada lo que era amplio arco de investigaciones que dan al trabajo la solidez
inadaptable, y el mundo de la docencia tuvo que sufrir cam- derivada de toda visió n pro- piamente y productivamente
bios vertiginosos de terminología y de métodos que, en el interdisciplinaria.
fondo, volvieron a dejar las cosas como ya estaban: apren- Hoy, en momentos de reforma es ésta una obra impor-
dizaje de definiciones rara vez entendidas, prá ctica del aná - tante, llamada a ser punto de referencia inexcusable para
lisis y descuido casi total de los aspectos típicamente co- to- dos aquellos que, contra demasiados vientos y mareas,
municativos. Con este panorama a la vista, las voces que cree- mos que la enseñ anza es aú n una vía privilegiada,
regularmente se alzan para denostar la pobreza de los usos abierta al conocimiento, a la convivencia y al
lingü ísticos de nuestra juventud tendrían que saber ya, y enriquecimiento de las personas.
con exactitud, hacia dó nde deberían dirigir sus críticas.
Ciencias del fengiinye, competencia comunicativa y ense- JESUs Tusó u
iiama de la lengua es el toque de atenció n necesario. Y es,
sobre todo, un muy elaborado programa de principios y de
trabajo para enderezar las actividades sobre la lengua en el
á mbito de la escuela. El enfoque comunicativo-funcional
parece ser hoy la ú nica vía transitable, si de lo que se trata
es de evocar y convertir en realidad las capacidades expre-
sivas de los alumnos, de potenciar su competencia comuni-
cativa, de alcanzar cotas razonables de eficacia en la pro-
ducció n de los actos verbales, de saber modular la lengua,
en suma, adaptá ndola constantemente a la gama variadísi-
ma de las situaciones de uso.
Pero esta obra no se quiere limitar a proponer un direc-
torio o vademécum de ideas prá cticas para incidir en las ac-
tividades lingü ísticas del aula. Es, muy principalmente, una

8
9
INTRODUCCIÓN

La aparició n del Diseño Curricular Base (MEC, 1989)


para la enseñ anza obligatoria supuso en su momento la po-
sibilidad de disponer de un documento significativo y rele-
vante a la hora de conocer y evaluar, en una lectura inteli-
gente capaz de dotar de sentido a lo que a veces permanece
oculto en la tupida retó rica de la prosa curricular, cuá les
eran las intenciones esgrimidas por la Administració n para
justificar la reforma del sistema educativo, qué concepcio-
nes psicopedagó gicas, socioló gicas y disciplinares se argu-
mentaban como ú tiles o adecuadas a los tiempos que vivi-
mos y, en consecuencia, qué grado de ruptura o de respeto a
la tradició n escolar era posible advertir en la formulació n
de los objetivos, contenidos y orientaciones didá cticas de
cada uná de las etapas y á reas de conocimiento.
Si el diseñ o curricular era en principio un texto para el
debate en el seno de la comunidad educativa, los decretos
que fijan las enseñ anzas mínimas en las etapas de Educa-
ció n Primaria y Secundaria (MEC, 1991a y 1992a) y regulan
los contenidos, objetivos y criterios de evaluació n de las
á reas en el á mbito de actuació n del Ministerio de Educació n
y Ciencia (MEC, 1991b y 1992b) y en los territorios de las
administraciones autó nomas con competencias en educa-
ció n, constituyen un referente inmediato e inexcusable, por
su cará cter prescriptivo, a la hora de analizar los enfoques
teó ricos y didá cticos adoptados a partir de las opciones dis-
ciplinares y psicopedagó gicas que, de forma má s o menos
expresa, se defienden como apropiadas para el diseñ o de
las programaciones de á rea y, en consecuencia, para el
trabajo educativo en el aula.
En el á rea de Lengua y Literatura el enfoque comunica-
tivo y funcional asumido tanto en el diseñ o curricular como la adquisició n de las normas, destrezas y estrategias asi›i i:i
en los decretos citados debe suponer, má s allá de las inco- das a la producció n de textos orales, escritos e iconoverba-
herencias que en algunos momentos se observan entre unos les, y en consecuencia a la apropiació n de los mecanismos
objetivos formulados en términos de competencia discursi- ¡iragmá ticos que consolidan la competencia comunicativa
va y de mejora del uso comprensivo y expresivo del alum- de los usuarios en situaciones concretas de interacció n (Lo-
nado y unos bloques de contenidos en los que a veces el mas y Osoro, 1993).
peso de lo morfosintá ctico y la visió n sacralizada de lo lite- En este sentido, en el campo de la enseñ anza de las len-
rario contradicen el giro pragmá tico adoptado (Fidalgo y guas —incluida, naturalmente, la lengua materna— se está
otros, 1989; Lomas y Osoro, 1991), una revisió n en profun- procediendo de forma casi continuada desde la década de
didad de las bases teó ricas (lingü ísticas y literarias) en las los sesenta a una revisió n de las concepciones sobre la len-
que se ha sustentado nuestra formació n inicial como filó lo- gua y la comunicació n y de los problemas implicados en la
gos y en las que en líneas generales nos hemos apoyado en enseñ anza de las mismas. Esta revisió n, que de un modo u
el trabajo de aula quienes enseñ amos lengua y literatura. retro arranca de los planteamientos de Noam Chomsky, ha
En efecto, las teorías gramaticales (estructuralista y ge- provocado que el campo epistemoló gico en nuestra á rea
nerativista), con su visió n inmanentista de los fenó menos esté sometido a una permanente interrogació n y sea, si no
lingü ísticos y su preocupació n por el sistema abstracto de la un campo de Agramante, sí un terreno de debate que está
lengua o por la construcció n de un modelo formal que dé abierto a la influencia de disciplinas diversas. En esta revi-
cuenta de la competencia lingü ística del finfiíante/qyenie ide f, sidn han tenido una influencia capital los interrogantes so-
no pretenden analizar de forma sistemá tica y rigurosa los ti- bre diversos aspectos del uso de las lenguas a los que la teo-
pos de prá cticas discursivas que de forma habitual consti- ría gramatical —saussuriana o chomskiana— no podía dar
tuyen la comunicació n verbal y no verbal de las personas. una respuesta adecuada: son los problemas del significado
Por su parte, la aproximació n historicista y formal a los tex- lingü ístico, de los procesos psicoló gicos que llevan a la pro-
tos literarios, dominante aú n en la investigació n filoló gica, ducció n y a la comprensió n de un mensaje, de la variació n
ha sido puesta en tela de juicio por su inadecuació n como social y contextual de las producciones lingü ísticas, de la
criterio ordenador de una enseñ anza de lo literario orienta- manera en que se organiza y funciona una conversació n y
da ahora hacia una comprensió n cabal de la plurifunciona- de la funció n que en ella cumplen las presuposiciones e im-
lidad del discurso literario y por tanto de las determinacio- plicaturas, del papel, en fin, de los elementos paralingü ísti-
nes de diversa índole que condicionan la producció n y cos y no verbales en los intercambios comunicativos. Podría
recepció n de los textos. resumirse la cuestió n diciendo que los interrogantes sobre
Es innegable el interés de los enfoques gramaticales si los usos lingüísticos dan lugar a la aparició n de nuevas dis-
de lo que se trata es de dar cuenta de algunos aspectos del ciplinas —a las que má s adelante nos referiremos— que in-
sis- tema de la lengua, como los fonoló gicos o los tentan dar respuestas a los clamorosos silencios de las teo-
morfosintá c- ticos, pero parece obvio que la significativa rías gramaticales sobre estos usos.
desatenció n de estas escuelas al estudio de las modalidades La noció n de uso aparece así como el eje de enfoques
de uso, su olvi- do intencional de los actos de habla o de las pragmá ticos, sociolingü ísticos y discursivos sobre la lengua
normas socio- culturales que rigen los intercambios y la comunicació n que entienden la actuació n linguística y
comunicativos y su es- casa contribució n al aná lisis de los las prá cticas comunicativas en general como un conjunto de
procedimientos de creació n del sentido, constituyen normas y estrategias de interacció n social orientadas a la
insuficiencias má s que evi- dentes si de lo que se trata es de negociació n cultural de los significados en el seno de situa-
entender la enseñ anza de la lengua orientada a una mejora ciones concretas de comunicació n. Asistimos, pues, a un
de las capacidades de uso comprensivo y expresivo de los vasto paisaje científico, proteico e interdisciplinar, que con
aprendices que les permita su estudio de los fenó menos reales del lenguaje y de la co-

12 13
municación está influyendo poderosamente en las posicio- prensión, y de reflexión sobre los usos lingüísticos y comu-
nes sobre la enseñanza de las lenguas, sus métodos y los nicativos, que le permitan una utilización adecuada de los
modelos de planificación.' diversos códigos lingüísticos y no lingüísticos disponibles
No debe interpretarse, sin embargo, que estamos propo- en situaciones y contextos variados, con diferente grado de
niendo un giro mecánico en la enseñanza de la lengua que for- malización o planificación en sus producciones orales y
se limite a sustituir las referencias gramaticales por las es- critas.
orientaciones pragmáticas o discursivas. Ni se trata de eli- Si estamos de acuerdo en que ésta es la finalidad básica
minar recursos explicativos que pueden resultar útiles para de la enseñanza lingüística, la atención didáctica a las ca-
la descripción en el aula de algunos aspectos del sistema de pacidades de uso de la lengua supone tomar como referen-
la lengua —y en este sentido las descripciones gramaticales cia principal el concepto de competencia comunicativa 2 del
pueden ser enormemente útiles en su estudio sincrónico y aprendiz, entendiendo ésta como el conjunto de procesos y
autónomo del sistema lingüístico- ni de olvidar otras fuen- conocimientos de diverso tipo —lingüísticos, sociolingüísti-
tes de decisión tan importantes, al menos, como las disci- cos, estratégicos y discursivos—' que el hablante/oyente/es-
plinares o epistemológicas. Como seíiala Bronckart, la pe- critordector deberá poner en juego para producir o com-
dagogía de las lenguas ha estado —y está aún— sometida a prender discursos adecuados a la situación y al contexto de
dos tentaciones contrapuestas: la de hacer psicopedagogía comunicación y al grado de formalización requerido. La no-
aplicada o la de hacer lingüística aplicada. El camino co- ción de competencia comunicativa trasciende así la noción
rrecto parece ser el que el propio Bronckart (1985: 110-111) chomskiana de competencia lingüística —entendida ésta
apunta: como la capacidad del oyentMablante ideal para reconocer
y producir una infinita cantidad de oraciones a partir de un
La didáctica de la lengua se propone (...) volver a utilizar lo
pedagógico en primer plano, analizar las finalidades sociales en número finito de unidades y reglas en una comunidad lin-
vigencia, tanto a nivel de discursos oficiales como de las prác- güística homogénea (Chomsky, 1965)— y supone
ticas verbales de la clase, y adaptar a este análisis los trabajos concebirla como parte de la competencia cultural, es decir,
de renovación de los programas y de los métodos de como el do- minio y la posesión de los procedimientos,
enseñanza. normas y estra- tegias que hacen posible la emisión de
enunciados adecua- dos a las intenciones y situaciones
En el caso de la enseñanza de la lengua materna parece comunicativas que los interlocutores viven y protagonizan
haber, felizmente, un acuerdo entre lo que son las finalida- en contextos diversos.
des recogidas en las disposiciones oficiales sobre el currícu- Si los paradigmas, en fin, en que nos hemos formado
lo, a las que aludimos al inicio de estas líneas, las que po- como especialistas en lengua y literatura parecen cuanto
drían derivarse de planteamientos no especializados sobre menos insuficientes o inadecuados a la hora de sintonizar
la conveniencia de desarrollar las capacidades expresivas con los enfoques funcionales de la enseñanza de la lengua y
y comprensivas del alumnado, y lo que manifiestan espe- con un diseño didáctico de objetivos centrado en capacida-
cialistas en asuntos lingüísticos cuando hablan de la ense- des pragmáticas de uso comprensivo y expresivo del alum-
ñanza idiomática en niveles obligatorios de escolaridad. Po- nado orientadas al desarrollo de su competencia comunica-
dríamos decir que, como corolario de esas posiciones, la
finalidad principal de la enseñanza de la lengua materna se- 2. El concepto de competencia comunicativa fue acuñ ado por I. 5.
ría dotar al alumnado de los recursos de expresión y com- Gumperz y D. Hymes en su trabajo, en cierto modo programfitico, 27ie Eth-
nograph fl O( COWmfJitiGofiOH, ]3ub1icado en 1964 en American Anthropolo-
gisi, vol. 66, n. 6, parte 2.
í 1 In:i i ellexif›n en torno a las implicaciones de los diversos enfoques
3. Utilizamos aquí la terminología de Hymes (1984). La concepció n de
1 i ii li i is 1 i1 l •u l}il ii iii i‘es, sriciopedagógicos y sociolingüísticos) a la hora de la
la competencia comunicativa como la suma integrada de la competencia lin-
¡'lun11 lt tu li u i i1 li liii i li ii en t'l aula de lengua puede encontrarse en Osoro
! 1 H 1 1 t t'11 i'1 ' ti}'111 Ili i l i li• t•sJ ‹• 1 i ht-et.
giífsiica y la competencia pragmática se puede encontrar en Edmonson, W.
( 1981).

11
15
riva, entonces habrá que rastrear en el panorama de las de Cuvier como componente, entre otros factores, de un cli-
ciencias del lenguaje y de otras disciplinas afines aquellas ma de opinión que será el caldo de cultivo de la obra saus-
aportaciones que, pese a no haber penetrado aún, por razo-
suriana, que debe también mucho a las aportaciones socio-
nes diversas que sería prolijo ahora intentar justificar pero
lógicas de Durkheim, etc.
que sin duda tienen poco que ver con la lógica interna de
Especulación, descripción y prescripción en los es-
las disciplinas, en los muros de la inmensa mayoría de las tudios lingüísticos han sido —y son— diversas
escuelas de formación del profesorado y de las facultades de orientacio- nes que han convivido —de mejor o peor
filología de este país, sin embargo han ido creando a lo lar- grado- a lo lar- go de la historia de la reflexión lingüística
go de las últimas décadas un corpus estimable de investiga- (Tusón, 1980, 1987).
ción en torno a los usos comunicativos que intenta dar Las «miradas» de que han sido objeto el lenguaje y las
cuenta, desde perspectivas teóricas, ambitos de actuación y lenguas han tenido procedencias y enfoques diversos. Ya en
presupuestos teóricos diversos, de la variedad de usos ver- la Grecia clásica encontramos tres tipos de acercamiento al
bales y no verbales que los interlocutores utilizan mediante fenómeno lingüístico que, en un sentido fundamental, se
acciones desplegadas con finalidades muy precisas en situa- mantendrán a lo largo de la historia del mundo occidental.
ciones concretas de comunicación. En primer lugar, la jiloso[ía se ocupaba de las relaciones en-
tre el lenguaje y el pensamiento y, a través de él, de la con-
cepción del mundo (Platón y los estoicos, muy especial-
El estudio de la lengua mente); en segundo lugar, la gramática servía de clave para
la comprensión de textos de autores antiguos que más ade-
A lo largo de la historia de la humanidad, el hecho lante serían propuestos como modelos del buen escribir; y,
lingüístico ha sido uno de los interrogantes que ha desper- por último, la retórica, el arte de la persuasión a través del
tado un interés constante. Desde los primeros filósofos has- discurso, proponía modelos del fiuert decir en los ámbitos
ta los actuales investigadores en inteligencia artificial, pa- de la vida pública. Estas tres maneras de tratar el lenguaje y
sando, naturalmente, por filólogos y lingüistas, a lo largo de las lenguas pasarán al mundo latino (Donato, Prisciano,
nuestra historia ha habido personas, disciplinas, escuelas Cice- i f›n, Ouintiliano).
que han tratado de entender la enorme complejidad del len- Vale la pena que nos detengamos unos momentos en
guaje. i cvisar brevemente las aportaciones básicas de la retórica
Los estudios sobre el lenguaje y las lenguas han ido pro- clásica porque, como veremos más adelante, algunos de
gresando, cambiando de orientación, diversificándose, en sus planteamient os son de una gran modernidad. Aristóte-
función de los diferentes estadios del desarrollo científico e le'.s definió la retórica como «el arte de descubrir los me-
intelectual, de los diferentes objetivos que los propios in- cliris de persuasión» y Cicerón la vinculó a la dialéctica,
vestigadores se proponían alcanzar y de las necesidades que c¡uc trata de la acción humana, y a la intención del ha-
el desarrollo social exigía. 4 Prueba de ello son, por ejemplo, lilante en presencia de un auditorio. En los tratados de re-
los trabajos de los modistae (Thomas de Erfurt, Martin de l tn ica de estos autores, y de otros como Ouintiliano, en-
Dacia, Siger Courtrai...) situando la gramática en las coor- runtramos numerosas alusiones a las partes del discurso y
denadas de la filosofía escolástica medieval; la Grammaire tura reflexión sistemática sobre las tipologías discursivas
de Port-Royal en el ámbito del cartesianismo; los desarro- i¡tic proponen. Este último autor, al que podríamos consi-
llos del historicismo (en especial, Scheicher); el organicismo clci’ar como el primer didacta de la lengua del mundo oc-
i’iclcntal, considera que la educación de la capacidad dis-
4. Para una visión completa del desarrollo del pensamiento lingüIsti- i’ilrsiva es una parte fundamental de la formación del buen
co, se pueden consultar Robins, R. H. (1967), Sampson, G. (1980) y i’iiicJadano para la que todos está n, por naturaleza, prepa-
Tusón, J. (1987). i’iitlt›s:

16 17
SOCIOLOGÍA
PSICOLOGÍA
ANTROPOLOGÍA

SEMIÓTICA

FILOSOFÍA
LINGÜÍSTICA
Di

HECHO
LINGUISTICO

’8e

DIDÁCTICA

CIENCIAS INFORMATICAS

LITERATURA
TRADUCTOLOGÍA

Diferentes perspectivas de estudio del hecho


lingüístico.

SOCIEDAD
SIG NOS
CULTURA
LENGUA

PENSAMIENTO
ENSENANZA
D 'Ó a de la
i CtiC
ley LENGUA

ACCIÓN HUMANA

MEDIOS DE COMUNICACIÓN

ARTE
INFORMÁTICA

El estudio de la lengua en relación con otros aspectos de la vida humana.


El nacer algunos rudos e incapaces de enseñanza, tan con-
tra lo natural es como lo son los cuerpos gigantescos y mons- dillac, Rousseau) y, ya a finales del siglo Xlx, de los
truosos, que son muy raros. Prueba es que en los niños asoman estudios dialectológicos y también de la fonética.
esperanzas de muchísimas cosas; las que si se apagan con la En las enseñanzas no universitarias, que en este siglo
edad, es claro que faltó el cuidado, no el ingenio (Ouintiliano, empiezan a extenderse hacia todas las capas de la población
págs. 41-42). en los países occidentales, perviven los modelos tradiciona-
les de la enseñanza de la gramática entendida como el «arte
A través de la romanización, los planteamientos clásicos
de hablar y escribir correctamente una lengua».
sobre el lenguaje llegarán al resto de los países del occiden- te
La gramática tradicional ha sido objeto de múltiples crí-
europeo, y compondrán uno de los pilares (el Trivium) en los
ticas basadas, sobre todo, en las inconsistencias e incohe-
que se sustentará la enseñanza durante la Edad Media (el
rencias de sus presupuestos teóricos (o en la ausencia de
otro, el puadrivium, estará compuesto por las disciplinas
ellos), en la mezcla de criterios (nocionales, formales, fun-
científicas). Las gramáticas latinas servirán posteriormente,
cionales) a la hora de definir las unidades de análisis, en la
en el Renacimiento, de modelo para la elaboración de las
confusión, muy extendida dentro de esta corriente, entre
gramáticas de las nuevas lenguas, y unas y otras seguirán
descripción y prescripción, y en haberse basado para sus
formando parte de las enseñanzas en los monasterios y en
análisis en la lengua escrita —especialmente la literaria—,
las universidades. La retórica continuará teniendo un lugar
olvidando la primacía de la lengua oral.
especial —aunque también será objeto de enconados deba-
Ello, con ser cierto, no debiera impedir apreciar las in-
tes religioso-filosóficos— en el ámbito de la vida pública, so-
negables aportaciones que ciertos gramáticos tradicionales
bre todo dentro del mundo eclesiástico. Asimismo, la espe-
han proporcionado sobre el hecho lingüístico (por ejemplo,
culación filosófica sobre la naturaleza del lenguaje tomará
los excelentes trabajos de Bello, dentro del ámbito de la len-
nuevos rumbos (Julio César Escalígero, Petrus Ramus, el
gua española). Por otro lado, el caudal de datos empíricos
Brocense, Port-Royal, etc.) y configurará una fecunda co-
recogidos por los estudiosos tradicionales ha sido una base
rriente de pensamiento lingüístico que correrá en paralelo
sin la cual difícilmente hubieran podido aparecer y desa-
con la descripción de las lenguas.
rrollarse otras corrientes evidentemente más científicas.
Curiosamente, la primera —y única— de estas tradicio-
Son, también, de gran valor los trabajos que, nacidos de
nes que quedará relegada al olvido hasta hace bien poco
las escuelas comparatistas y neogramáticas, se han dedica-
será la retórica, que en el siglo xviIi desaparecerá de los pla-
do al estudio de la lengua desde una perspectiva externa. La
nes de estudio franceses y, a través de la influencia que du-
gramática histórica y la dialectología se han desarrollado
rante esa época ejercerá Francia sobre los demás países eu-
básicamente gracias a estas corrientes y, si bien los nuevos
ropeos, también en éstos quedará relegada a ciertos ámbitos
avances de la lingüística y de otras disciplinas afines permi-
de la vida religiosa y jurídica.
ten hoy enfocar el problema de la variación desde perspec-
Durante el siglo xm, todas las ciencias experimentan no-
tivas más científicas y coherentes, sería injusto no valorar el
tables avances. Viajes, descubrimientos y desarrollo tecno-
trabajo realizado desde finales del siglo cx en esos campos.
lógico son factores que contribuyen decisivamente a este he-
Desde el punto de vista de quien se plantea la enseñan-
cho. Los estudios lingüísticos no quedarán al margen. El
za de la lengua, quizás el error más grave, por sus conse-
descubrimiento del sánscrito a finales del siglo anterior y el
cuencias prácticas, que se ha cometido en nombre de la
interés, tan propio de la ideología romántica, por el conoci-
«gramática» resulta de la confusión, a la que aludíamos an-
miento de los propios orígenes influirán en el nacimiento de
tes, entre descripción y prescripción. Las clases de la lengua
la gramática histórica y comparada (R. Rask, F. Bopp, J.
quedaban reducidas a clases de normativa gramatical en las
Grimm), de la neogramática (A. Leskien, K. Brugmann, H.
que el concepto de «buen uso» equivalía, muchas veces, a
Osthoff, H. Paul), del desarrollo de las especulaciones sobre
«único» uso aceptable en cualquier ocasión, y este «único
el origen del lenguaje, iniciadas en el siglo xviII (Vico, Con-
tiso» tenía como sola referencia el uso escrito. Se despre-
20 21
ciaba —implícita o explícitamente—, de esta manera, cual-
quier uso que se desviara de la norma dictada por la auto- 1
ridad de la Real Academia de la Lengua Española, colo- ESTRUCTURALISMO,
quialismos o errores propios del proceso de aprendizaje de
una lengua. La clase de gramática quedaba, así, divorciada GENERATIVISMO Y
del propio uso que los alumnos hacían constantemente de ENSEÑ ANZA DE LA LENGUA
su lengua.
Efectivamente, los estereotipos basados en el uso lin-
güístico han llegado, en gran parte a través de la enseñan-
za, a la conciencia del ciudadano de a pie pero, desgracia-
damente, también han alcanzado el pensamiento de ciertos
ilustres filólogos que no han podido sustraerse a la tenta-
ción de manifestar sus actitudes respecto a determinados
usos.
En los albores del siglo xx, la aparició n de la lingü ística
estructural cambia radicalmente la forma de acercarse al
hecho lingü ístico. Los estructuralistas se esforzará n por su-
perar los defectos y las contradicciones en que habían incu-
rrido los gramá ticos tradicionales, los comparatistas y los
neogramá ticos.
El estudio de la lengua en sí misma, considerada de una
manera nufórioitin, entendida como un sistema social y abs-
tracto (Saussure, 19 Ió ), cuyos elementos se han de analizar
en funció n de su pertenencia al sistema y desde una pers-
pectiva sincrónica, proporcionará un marco teó rico de gran
productividad analítica. El sistema lingü ístico se concibe es-
tructurado en niveles y el aná lisis de las unidades de cada
nivel se realiza a partir de criterios formales (paradigmá ti-
cos) y funcionales (sintagmá ticos).
Las diversas escuelas estructuralistas que aparecen duran-
te la primera mitad del siglo x2t (la escuela de Praga, la de Co-
penhague, la americana, la francesa, etc.) producen análisis y
trabajos de excelente calidad (especialmente en el terreno de
la fonología, aunque también en el de la morfología y la sin-
taxis y en algunos intentos en el campo de la semá ntica).
En el á rea de la filología españ ola, el estructuralismo
no tarda en encontrar seguidores que aplican la teoría de
esta escuela al aná lisis de la lengua espaiiola. A partir de
los añ os cincuenta,’ aparecen estudios, tanto de fonología

5. El máximo exponente del estructuralismo aplicado a la lengua espa-


ñ ola es, sin duda, E. Alarcos Llorach. También resultan muy interesantes los
trabajos realizados por A. M. Barrenechea y M. V. Manacorda de Rosetti.
22
23
como de gramá tica, que abordan los problemas del españ ol prender mejor el complejo proceso del aprendizaje de la lec-
desde la perspectiva teó rica y metodoló gica del estructura- tura y la escritura.
lismo. Pero también es cierto que el estructuralismo ha produ-
Durante los añ os setenta, y ypartir de la reforma que se cido una especie de deslumbramiento de efectos negativos.
inicia con la promulgació n de la Ley General de Educació n, En muchos casos, el aná lisis gramatical ha llenado un
el estructuralismo pasa a los libros de texto de la Enseñ an- espacio desmedido en la enseñ anza de la lengua y se ha
za General Bá sica, dé la Formació n Profesional y del Ba- descuidado, en su nombre, el objetivo fundamental ’de la
chillerato. En un afá n de renovació n pedagó gica, los auto- escuela que, como ya hemos repetido en varias ocasiones,
res de estos libros intentan adaptar el nuevo mddelo de debiera ser el proporcionar al alumno instrumentos para
. análisis de l3 lengua a las necesidades edu,cativas. En los li- desarrollar sus destrezas comunicativas. Puesto’ que el es-
bros de texto de esta época se habla de «sistema», de «es- tructuralismo excluye el habla de su ámbito de estudio, ya
tructura», y aparecen. nqevos términos para las unidades de que la considera asistemá tica por estad sujeta a‘ la
los diferentes niveles de análisis lingü ístico. Desgraciada- vá riació n individual, en las clases de lengua también se ha
rmente, la falta de coordinació n entre los autores y entre las descuida- do el uso. Resulta evidente que esta relació n de
editoriales y la ausencia de unas directrices generales sobre cá usa-efec- to es una falacia, ya que la teoría estructuralista
enfoques y metodologías provocan la profesió n de termino- no se de- sarrolla con fines didá cticos sino con el objetivo
logías diferehtes que, en muchos casos, confunden a alum- de llegar a una mejor comprensió n de la estructura de las
nos y a profesores. Es de todos conocida la existencia de va- lenguas. Pero, desgraciadamente, en muchas escuelas el
rias generaciones de estudiantes que, a lo largo de su trabajo so- bre la producció n lingü ística ha quedado
escolaridadp han tenido que aprender tres o cuatro sistemas limitado casi ex- clusivamente al comentario de textos
terminoló gicos diferentes. literarios o al de algú n que otro texto periodístico. Es cierto
Nos encontramos de nuevo ante el problema de la adap- que en casi todos los libros de texto se dedican algunas
tació n didá ctica de una teoría lingü ística. Con el estructu- lecciones al tema de la comunicació n, pero el uso que se ha
ralismo, las clases de lengua dejan de ser un espacio en el hecho de las ideas de Jakobson (1963) sobre ese tema ha
que se repiten listas de reglas y excepciones y en el que se sido,‘casi siempre, mecá nico, insuficiente y producto de una
aprenden de memoria paradigmas verbales, para convertir- mala compren- sió n de este autor.
se en un lugar en el que, desde edades muy tempranas, se La teoría estructuralista ha sido criticada desde la lin-
analizan frases en «sintagmas» o «conjuntos» usando «fle- gü ística en muchos sentidos. La filosofía mecanicista y con-
chas», «bandejas», «cajas» u otros grá ficos similares. ductista que subyace a ella, la separació n de los diferentes
No es de extrañ ar el éxito que ha tenido el estructuralis- niveles del estudio lingü ístico, el hecho de que só lo opere
mo en el á mbito de la enseñ anza de la lengua. Si se com-
con la oració n dada, en el nivel superficial, haceei imposible
para con los procedimientos anteriores (los propios de la
la explicació n de grandes parcelas del sistema lingü ístico.
gramá tica tradicional), esta escuela ofrece ventajas innega-
La gramática generativa intentará superar, desde su na-
bles, ya que permite un aná lisis cabal de las oraciones
cimiento, a mediados de nuestro siglo,‘ todas esas deficien-
—siempre, naturalmente, que éstas se presenten debida-
cias. Lo que se ha dado en llamar el‘cambio de paradigma
mente «preparadas» y que no ofrezcan las dificultades que
en lingü ística propone, en efecto, una vfsió n radicalmente
la propia teoría estructuralista no llega a explicar—, aná li-
diferente del lenguaje y las lenguas. El lenguaje es conside-
sis que permite al alumnado observar las relaciones que
rado como una capacidad innata de la especie humana
mantienen entre sí los diferentes constituyentes de una ora-
ció n y su estructura jerá rquica. Por otro lado, el desarrollo
dee los estudios estr£icturalistas en los campos de la fonolo- 6. Se suele tomar como fecha de nacimiento de la gramá tica genera-
tiva 1957, fecha en la que N. Chomsky publicó S yntactic Structures (trad.
gía y la fonética ha ayudado también enormemente a com- east.: Estructuras sintócticas, México, Siglo XXI, 1974).

24 25
que se actualiza en el proceso de adquisición de una lengua evidente que esta teoría ofrece un marco de reflexió n lin-
determinada, y ese proceso de adquisición no se ve ya como gü ística altamente productivo. Desde el punto de vista de la
algo mecánico sino como la apropiación, por parte del indi- formació n del docente, la gramá tica generativa puede ser
viduo, del sistema de reglas de una lengua, entendida como ú til bá sicamente en dos sentidos. En primer lugar porque,
un aparato formal. En consecuencia, la tarea del lingüista ha gracias a su rigor teó rico y metodoló gico, permite un acer-
de consistir en la construcción de un modelo que pueda dar camiento al estudio de la lengua, desde un punto de vista in-
cuenta de la competencia lingüística del individuo, de esa terno, serio y basado en una reflexió n desprovista de pre-
competencia que explica la creatividad y la capacidad del juicios. En segundo lugar, los conceptos de innatismo y
ha- blante para discernir entre la gramaticalidad y la creatividad lingü ística, así como la idea de que todas las len-
agramati- calidad de cualquier secuencia lingüística guas son iguales en cuanto a su potencialidad como apara-
producida en su len- ta. El objetivo último de la lingüística,
tos formales, proporciona una visió n filosó fica del lenguaje
así entendida, es el de descubrir, superando las diferencias
y de las lenguas en la que no caben estereotipos ni actitudes
entre las lenguas —que se entienden como accidentales—,
acientíficas que valoren una lengua o una variedad por en-
la gramática universal.
cima de otra u otras, y esta actitud abierta, seria y científi- ca
Puesto que la forma en que se manifiestan las lenguas es
tendría que constituir uno de los pilares de la formació n inicial
diversa y heterogénea, la teoría generativa parte de la abs-
y de la prá ctica profesional de los docentes.
tracción de considerar un hablante-oyente ideal, esto es, ple- Los límites de la teoría generativa, como de la estructu-
namente competente, miembro de una comunidad lingüísti- ral, se nos presentan en sus propios presupuestos teó ricos.
ca homogénea. Los estudios generativos no se ocuparán, por Así como los estructuralistas excluyen el habla de su cam,po
tanto, de la actuación, de la producción concreta de enun- de estudio, los generativistas excluyen la actuació n. Sin
ciados que realizan los hablantes concretos, sino del conjun- embargo, la tarea fundamental de quienes enseñ amos len-
to de reglas que posee ese hablante-oyente ideal y que le gua en la etapa obligatoria ha de ser la de potenciar las ca-
permite producir y comprender, de forma creativa, cualquier pacidades lingü ísticas y comunicativas de los alumnos, que
oración gramaticalmente posible. Acotado de esta manera su son hablantes concretos, que hacen un uso concreto, diver-
campo de estudio, la teoría generativa ha ido construyendo so y heterogéneo de su lengua o sus lenguas. Porque, si bien
diversos modelos —periódicamente revisados y puestos al todos los humanos somos iguales en lo que se refiere a
día— de gran potencial explicativo que aventajan claramen- nuestra capacidad innata para el lenguaje, la adquisició n de
te las posibilidades descriptivas de la teoría estructuralista.
una lengua está sujeta a restricciones de tipo social y cultu-
La gramática generativa supera la idea de que la lengua está
ral, y esto nos hace diferentes a unos respecto a otros (Tu-
dividida en niveles estancos y propone una visión mo- dular
só n, 1991a). Las lenguas existen en su uso y los usuarios de
mucho más integrada, en la que la lengua aparece ar-
las lenguas no somos homogéneos ni «ideales», sino miem-
ticulada en diferentes componentes entre los que el compo-
bros de comunidades basadas en la desigualdad y en la di- *
nente sintáctico ocupa el lugar central. La importancia de
versidad. Así pues, la formació n de los docentes y su traba-
esta nueva forma de acercarse al hecho lingüístico es inne-
jo didá ctico exige un paradigma má s amplio que permita
gable, y su influencia ha excedido el marco de la lingüísti-
ca para llegar a otros campos, como el de la psicología. dar cuenta también del uso lingü ístico y que ofrezca instru-
Dentro del paradigma generativo se han producido tra- mentos teó ricos y metodoló gicos para enfrentarse a la tarea
bajos de gran interés aplicados a la lengua española 7 y es de formar individuos competentes en el uso del lenguaje.

7. Los estudios de gramática generativa aplicados a la lengua españo-


la son numerosos. Autores de consiilta obligada son F. Lázaro Carreter, H.
Contreras, I. Bosque, M. A. Martín Zorraquino, M. L. Hernanz, J. M. Bru-
cart, V. Sánchez de Zabala, V. Demonte, entre otros.

26 27
2
LOS ENFOOUES PRAGMÁTICOS,
SOCIOLINGÜÍSTICOS Y COGNITIVOS

Durante el presente siglo —y, en parte, debido a los


avances experimentados por la ciencia lingü ística—, han
sido muchas las disciplinas que han incluido dentro de su
espacio de interrogantes la reflexió n sobre el lenguaje. Ac-
tualmente, algunas de estas disciplinas han llegado a resul-
tados en sus investigaciones que iluminan de forma enri-
quecedora nuestra visió n de la lengua y de su uso y que, a
nuestro juicio, no pueden obviarse tanto en la formació n
inicial de quienes enseinan lengua como en un trabajo di-
dá ctico orientado a la mejora del uso expresivo y compren-
sivo del alumnado.
Las diversas disciplinas a que nos referimos podrían
agruparse dentro de tres grandes bloques: en primer lugar,
la filosofía analítica o pragmá tica filosó fica, que aborda
el estudio de la actividad lingü ística entendiéndola como
una parte esencial de la acció n humana; en segundo lugar,
la antropología lingü ística y cultural, la sociolingü ística
y la sociología interaccional, que se ocupan de la lengua
en relació n con sus usuarios entendidos como miembros de
una comunidad sociocultural concreta; en tercer lugar, la
ciencia cognitiva (tanto los estudios en psicología como en
inteligencia artificial) que se ocupa de los procesos cog-
nitivos que subyacen a la adquisició n y al uso de las len-
guas.
Actualmente, las aportaciones de este conjunto de disci-
plinas tienden a integrarse en propuestas teó ricas y meto-
doló gicas que intentan ser capaces de dar cuenta del com-
plejo mecanismo que subyace a la producció n y a la'
comprensió n lingü ística y no lingü ística contextualizada.

29
Así, la lingü ística textual, el análisis del discurso, la so-
cedentes de estos enfoques comunicativos y funcionales de
ciolingü ística interaccional o la semió tica aparecen ante
la lengua y de este interés creciente por el aná lisis del uso
nuestros ojos como disciplinas de gran interés a la hora de
en sus contextos de recepció n y producció n existen ya,
abordar un planteamiento globalizador en la enseñ anza de la
como hemos apuntado, en un pasado remoto con los anti-
lengua. Estos enfoques tienen al menos dos puntos de
guos retó ricos.
coincidencia que les configuran como una perspectiva su-
Ya en el siglo xx, en su primera mitad, asistimos, tal y
gerente y ú til al acercarse a los fenó menos lingü ísticos y co-
como hemos señ alado, a la hegemonía de las teorías gra-
municativos, y en consecuencia al programar acciones di-
maticales, con su preocupació n por la descripció n sincró ni-
dá cticas en el aula de lengua orientadas al logro de las
ca, autó noma y científica de la lengua como sistema ideal e
finalidades descritas en los objetivos generales del á rea (la
institució n social. En Europa, el peso de lenguas con amplia
competencia de uso comprensivo y expresivo de los apren-
tradició n escrita y siglos de reflexió n gramatical acentú a
dices):
esta visió n inmanentista de los aspectos formales de la len-
gua (de ahí las prioridades otorgadas por el estructuralismo
— Por una parte, su voluntad de centrar el estudio lin-
europeo a la fonología y a la morfosintaxis) aunque se ob-
gü ístico en unidades discursivas que no se limiten al marco
serven ya abundantes excepciones en su seno. Así, ya en
oracional por considerar que no es la oració n el nú cleo a
1929, los lingü istas de la Escuela de Praga afirman en su
partir del cual es posible entender los fenó menos comuni-
primera tesis que la lengua es un sistema funcional deter-
cativos.
minado por la intenció n del hablante. En consecuencia, «en
Por otra, la atenció n a los aspectos pragmá ticos de la
el aná lisis lingü ístico debe uno situarse en el punto de vista
comunicació n que ligan el discurso oral, escrito o iconográ -
de la funció n» (Trnka y otros, 1971: 31). Buhler (1934) y
fico a sus contextos de producció n y recepció n.
Sa- kobson (1963) insisten en este enfoque funcional al
referir- se a la multifuncionalidad del uso lingü ístico
Estas aproximaciones funcionales al estudio del lengua-
(funciones referencial, conativa, emotiva, poética, fá tica y
je presuponen que comunicarse es hacer cosas con deter-
metalin- gü ística). Durante los añ os treinta, Bakhtin, para
minadas intenciones en situaciones concretas. No estamos
quien «la interacció n verbal constituye la realidad
ya ante sistemas abstractos de signos ajenos a la voluntad
fundamental de la lengua» (Voloshinov, 1929), trabaja
de los usuarios, sino ante prá cticas comunicativas en las
sobre el cará cter dialó - gico y polifó nico del discurso, y má s
que «el lenguaje, la acció n y el conocimiento son insepara-
tarde Benveniste (1966, 1974) pone las bases de la teoría
bles» (Stubbs, 1983). Y si de lo que se trata es, desde un
de la enunciació n, desa- rrolladas luego por Ducrot (1984),
punto de vista educativo, desde la intervenció n didá ctica en
segú n la cual el enuncia- do cobra sentido a partir del
el aula de lengua, de mejorar la competencia comunicativa
reconocimiento de una inten- ció n en el enunciador.
(de uso socioculturalmente adecuado a los diversos contex-
En Estados Unidos, por el contrario, la necesidad de es-
tos y situaciones de comunicació n) del alumnado, entonces
tudiar las lenguas amerindias, sin tradició n escrita y gra-
habrá que asumir los límites e insuficiencias de las teorías
matical, lleva a un grupo de antropó logos como Boas, Sa- pir
gramaticales al acercarse a los fenó menos de la significa-
o Whorf al estudio de los usos comunicativos, al
ció n y de la comunicació n y ampliar los horizontes teó ricos
descubrimiento de estrechas relaciones entre lengua, cul-
de nuestra formació n disciplinar con aquellas visiones que,
tura y comunidad y al reconocimiento del papel que juega
desde enfoques cognitivos, sociolingü ísticos y pragmá ticos,
el lenguaje en la construcció n sociocultural de los pueblos.
entienden el discurso como «un lugar de encuentro se-
Estos investigadores seguían, de hecho, las ideas que res-
mió tico entre las diversas manifestaciones textuales y las
pecto a la relació n entre lengua y pensamiento y lengua
va- riables de orden situacional y contextual que regulan los
y cultura habían planteado anteriormente Herder y Hum-
in- tercambios comunicativos» (Lomas y Osoro, 1991: 24).
boldt.
Pre-
31
30
2.1. La pragmática: juegos de lenguaje, Wittgenstein (1953) parte de la crítica a la concepció n,
actos de habla y principio de cooperación largamente mantenida en la historia de la filosofía, de la se-
paració n entre lenguaje y pensamiento. Niega la existencia
Si la semá ntica se plantea la pregunta «¿Oué quiere de- de un espacio interior, privado, donde el pensamiento se or-
cir X?», la pragmá tica intentará responder (Calsamiglia y dena antes de ser expresado a través del lenguaje. Para Witt-
Tusó n, 1991) a preguntas del tipo : genstein, el lenguaje se ordena de acuerdo con las reglas de
uso pú blico, el significado de las palabras reside en su uso
1. «¿Oué quieres decir con X?» cultural, regulado y pú blico y, por lo tanto, es la cultura, las
2. «¿Cómo hemos de decir X para hacer lo que quere- «formas de vida» —concepto paralelo a1 de «juegos de len-
guaje»—, la que confiere significado a los enunciados. En la
3. «¿Oué hacemos al decir X?» proposició n 23 leemos: «La expresió n juego de lenguaje ha
4. «¿Oué principios/má ximas/reglas de juego regulan nues- de subrayar aquí que hablar es una parte de una actividad
tra actividad lingü ística?»
5. «¿Oué diferencia hay entre lo que queremos decir, lo que o de una forma de vida».
decimos y lo que decimos sin querer?» (Reyes, 1990) El juego de lenguaje es el uso reglamentado del lenguaje
y las reglas se constituyen en la publicidad del uso lingü ís-
El punto de partida de la pragmá tica es la consideració n tico. En el proceso de adquisició n de una lengua lo que se
de «el hablar» como «un hacer». La lengua es su uso, y ese adquieren son, precisamente, esas reglas de uso socialmen-
uso es siempre contextualizado. Como señ ala Levinson te marcadas que debemos aprender a usar en diversas si-
(1983),: «la pragmá tica es el estudio de la capacidad de los tuaciones y contextos y que, si bien son implícitas, está n en
el propio uso, ni está n por debajo de él ni son diferentes a
usuarios de una lengua para asociar oraciones a los contex-
él. En la citada proposició n 23 Wittgenstein presenta una
tos en que dichas oraciones son apropiadas». El objeto de la lista, a modo de ejemplo, de la multiplicidad de los juegos
pragmá tica será el estudio de la lengua en su contexto de del lenguaje. Entre otros, cita los siguientes: dar ó rdenes y
producció n. Desde esta perspectiva, se entiende por contex- actuar siguiendo ó rdenes, describir un objeto por su aspec-
to no só lo el «escenario» físico en que se realiza una expre- to o por sus medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una
sió n sino también el bagaje de conocimientos que se asume descripció n, relatar un suceso, hacer conjeturas acerca de
como compartido entre los participantes en un encuentro un suceso, formar y comprobar una hipó tesis, hacer un
comunicativo. Ese conocimiento compartido es el que ase- chiste y contarlo, suplicar, agradecer, maldecir, saludar, re-
gura el entendimiento de los hablantes y permite poner en zar... Así pues, el lenguaje no es, segú n Wittgenstein, un
funcionamiento todo un juego de presuposiciones. El acto simple instrumento para expresar lo que uno piensa, sino
comunicativo no se entiende como algo está tico, ni tan si- una forma de actividad, regulada y pú blica.
quiera como un proceso lineal, sino como un proceso coo-
La teoría de los actos de habla, formulada por Austin
perativo de interpretació n de intenciones. Al producir un
(1962) y desarrollada especialmente por Searle (1964,
enunciado, el hablante intenta hacer algo, el interlocutor iit-
1969, 1975), propone una explicació n del uso lingü ístico
terpreta esa intenció n y sobre ella elabora su respuesta, ya
basada en la observació n de que cuando producimos un
sea lingü ística o no lingü ística. Tanto el proceso de mani-
enunciado se realizan simultá neamente tres actos: el acto
festació n de intenciones como el'proceso de interpretació n
locuttVo —la expresió n de una oració n con un sentido y un
exigen que los interlocutores compartan una serie de con-
referente de- terminado, el significado literal—, el acto
venciones que permitan otorgar coherencia y sentido a los
ilocutivo —la pro- ducció n de una enunciació n, una
enunciados que se producen, sentido que va má s allá del
promesa, una orden, etc., en virtud de una fuerza
significado gramatical de las oraciones, como se pone de
convencional que se asocia a la ex- presió n, la fuerza
manifiesto en los enunciados indirectos.
ilocutiva— y el acto perlocutivo —el efec- to que se produce
32 en la audiencia.

33
El centro de atención para el analista de los actos de ha- 3. fiefncióri: Sé pertinente.
bla es la fuerza ilocutiva, ya que un mismo acto locutivo
puede, dependiendo del contexto, poseer fuerzas ilocutivas 4. Modo: Sé claro.
diferentes; así, una pregunta puede ser simplemente una pe- 4.1. Evita la oscuridad en la expresión.
tición de información o una orden, un ruego, etc. La inter- 4.2. Evita la ambigüedad.
pretación correcta de los actos de habla indirectos se basa, 4.3. Sé breve.
precisamente, en el reconocimiento de esa fuerza asociada 4.4. Sé ordenado.
al acto locutivo y que difiere de su significado literal. Tanto
el hablante como el oyente confían en.las presuposiciones, Grice observa que, si bien estas máximas son conven-
que hacen referencia al conocimiento del mundo comparti- ciones que regulan los intercambios comunicativos, en mu-
do por ambos, para que los enunciados que producen sean chas ocasiones se transgreden o se producen desajustes. En
interpretados con éxito. De la misma manera que Wittgens- esos casos, los participantes en el intercambio realizan un
tein señala que no se puede hablar del lenguaje desligándo- proceso de implicatura para que quede a salvo el principio
lo de su uso, Austin observa que, excepto en contadas oca- de cooperación. Así como en la teoría de los actos de habla
siones, no se puede decir de los enunciados que son se distingue entre el significado literal y la fuerza ilocutiva,
verdaderos o falsos, sino que son «afortunados» o «desafor- desde la teoría del principio de cooperación se establece una
tunados», en virtud del contexto en que se producen y de los diferencia entre «lo que se dice» y «lo que se implicata».
efectos que provocan. Para Levinson (1983: 97), el concepto de implicatura es al-
Grice (1975) plantea que el intercambio conversacional tamente interesante porque «es un ejemplo paradigmático
es similar a cualquier transacción contractual en la que los de la naturaleza y el poder de las explicaciones pragmáticas
participantes tienen un objetivo en común, sus actuaciones de los fenómenos lingüísticos. Se puede mostrar que el ori-
son mutuamente interdependientes y existe un acuerdo tá- gen de estos tipos de inferencia pragmática residen fuera de
cito para que la transacción continúe hasta que ambas par- la organización del lenguaje, en algunos principios genera-
tes decidan terminarla de común acuerdo. Esta concepción les de, la interacción cooperativa y, sin embargo, permeabi-
le llevará a formular el principio de cooperación como prin- lizan la estructura del lenguaje».
cipio regulador de todo acto comunicativo: «Haz que tu Posteriormente, Sperber y Wilson (198ó) han señalado
contribución a la conversación sea la adecuada, en el mo- que se puede considerar la máxima de relación o pertinen-
mento en que se produce, para la finalidad aceptada del in- cia como el principio fundamental del que dependerían las
tercambio conversacional en el que estás participando» demás máximas. Plantean que, desde un punto de vista cog-
nitivo, la producción y la interpretación de los enunciados
— (1975: 45-46). Este principio se completa con las siguientes se basan en elegir aquel que se considera más pertinente
cuatro máximas: para la situación concreta de comunicación en que se da, es
decir, aquel que puede ser interpretado con un mínimo cos-
1. Cantidad: te de procesamiento. Esta característica del mecanismo cog-
1.1. Haz que tu contribución sea tan informativa como nitivo es la que justificaría que a menudo se transgredan
lo exijan los propósitos del intercambio. otras máximas.
1.2. No hagas tu contribución más informativa de lo que También muy interesantes resultan los trabajos sobre la
se exija. cortesía, entendida como otro de los principios básicos q_ue
regulan el uso comunicativo de las lenguas (Brown y Levin-
2. Calidad: Trata de que tu contribución sea verdadera. son, 1987). Si partimos de la idea de que la lengua es un
2.1. No digas lo que crees que es falso. conjunto de opciones ligadas al contexto y que tienen un
2.2. No digas aquello para lo que careces de evidencia significado social (Gumperz, 1986), convendremos en que la
adecuada.
35
34
elección de una opción no se produce al azar sino que exis-
ten restricciones de tipo sociocultural e interpersonal que que constituyen el repertorio verbal de cada comunidad de
nos conducen a hacer esa elección y no otra. Entre esas res- habla y en las determinaciones socioeconó micas que condi-
tricciones se sitúa la cortesía, la relación entre la imagen cionan el acceso a los registros de uso (Tusó n, 1991 a: 51-
que tenemos del otro y la que queremos dar de nosotros 53) así como a los filtros culturales que determinan un
mismos; imágenes que construimos —o activamos— a tra- acceso desigual a los usos «legítimos» de la lengua —
vés de la elección que hacemos entre las posibilidades que aquellos que generan beneficios en el mercado de los
nos ofrece la lengua. Pensemos, por ejemplo, en las dife- intercambios comu- nicativos— y relegan las variedades
rencias que nos sugieren —en cuanto a la relación que exis- ilegítirnas a las posicio- nes má s bajas de la jerarquía de los
te entre los interlocutores— los dos enunciados siguientes, estilos expresivos (Bour- dieu, 1982).
utilizados ’ambos para conseguir que alguien cierre una Durante los añ os sesenta se desarrollan, dentro del mar-
puerta: co de la sociolingü ística, estudios de orientació n propia-
mente socioló gica sobre la situació n lingü ística en naciones
1. ¡Cierra la puerta, caray! en vías de desarrollo,’ especialmente sobre la planificació n
2. Por favor, ¿sería tan amable de cerrar la puerta? lingü ística, tema en el que convergen otros muchos proble-
mas, como los criterios que se usan para decidir qué lengua
o variedad se propone como lengua oficial o variedad es-
2.2. Entre la antropología y la sociología: sociolingüís- tá ndar, la elaboració n de una normativa, el establecimiento
tica, etnografía de la comunicación, etnometodología de una política lingü ística, etc. La sociolingü ística demues-
e interaccionismo simbólico tra que esas acciones no son neutras sino que presuponen
determinados valores y posturas ideoló gicas por parte de
La sociolingü ística empieza a desarrollarse en los añ os los planificadores. Se observa que el estudio de los procesos
cincuenta con los trabajos de Weinreich sobre las conse- de estandarizació n de las lenguas puede ayudar a entender
cuencias del contacto de lenguas, los de Haugen sobre el el lugar que ocupa la lengua como símbolo de identidad na-
comportamiento de los inmigrantes bilingü es en Estados cional.
Unidos, los primeros aná lisis de Gumperz sobre la situació n También durante los añ os sesenta comienzan los traba-
sociolingü ística en la India y la presentació n, por parte de jos de otra corriente sociolingü ística, en cierto modo here-
Ferguson, de la distribució n social de las variedades lin- dera de la dialectología, que hoy conocemos como «teoría
gü ísticas.' de la variació n ».'0 Los trabajos de Labov sobre el Black En-
El objeto de la sociolingü ística es el uso lingüístico. Esto glish Uerrincufnr l ' demuestran que la variació n no es caó ti-
implica que se presta una atenció n especial a los agentes de ca, sino que sigue unos patrones y que, por lo tanto, puede
ese uso —los hablantes—. Los usuarios de la lengua son ser descrita sistemá ticamente. Actualmente, la teoría de la
considerados como miembros de comunidades de habla, y variació n —o sociolingü ística correlacional— ha desarrolla-
una de las características esenciales de la comunidad de ha- do una metodología muy el$borada que, a partir de unas re-
bla es su diversidad lingüística,- se parte de la idea de que glas de variancia, permite analizar y predecir las restriccio-
sus miembros pueden hablar má s de una variedad o má s de nes de cará cter social y cultural a que está sujeta la
una lengua. La totalidad de los recursos lingü ísticos de los variació n lingü ística.
ha- blantes constituye su repertorio verbal. La La etnografía de la comunicació n —corriente antropoló -
sociolingü ística,
pues, centra su interés en la diversidad de usos lingü ísticos
9. Fishman, J. A., C. Ferguson y J. Das Gupta, comps. (1968); Fish-
8. Weinreicii, V. (1953); Haugen, E. ( 1953), ( 1966); Ferguson, C. A. man, J. (1975).
( 1959). 10. Labov, W. ( 1972a), (1972b); Sankoff, D., comp. ( 1978).
11. Labov, W. ( 1969).
36
37
gica que se ha desarrollado a partir de los años sesenta— 12 riendo a lo largo del proceso de socialización y, por lo tan-
parte de los trabajos que habían realizado investigadores to, está socioculturalmente condicionada. Los antropólogos
como Boas, Sapir y Malinowski, quienes habían demostra- lingüistas han demostrado que las normas comunicativas
do, como ya señalamos anteriormente, la relación existente varían de cultura a cultura, e incluso dentro de una misma
entre la lengua y la cultura de los pueblos que habían estu- cultura de un grupo a otro (jóvenes/adultos, hombres/muje-
diado. El significado no es para estos autores una relación res, etc.). A medida que nos vamos relacionando con diver-
unívoca entre un referente y la palabra que lo designa sino sas personas, en contextos diversos, hablando sobre temas
entre ésta y un contexto cultural. Analizando el comporta- diferentes, vamos descubriendo y apropiándonos de las nor-
miento comunicativo de una comunidad de habla es posi- mas que son adecuadas para las diferentes situaciones co-
ble, a su juicio, entender el mundo cultural de un grupo so- municativas en que nos encontramos. Así, vamos distin-
cial determinado. guiendo cuándo es apropiado hablar de una manera formal
Los primeros etnógrafos de la comunicación (Gumperz o informal, con quién podemos «chismorrear» y con quién
y Hymes) configuran esta disciplina en torno a su objeto de no (y cómo se «chismorrea»), delante de quién podemos de-
estudio: la competencia comunicativa. Este término necesa- cir «palabrotas» y delante de quién no, cuando es preferible
riamente remite al concepto chomskiano de competencia que nos mantengamos en silencio, etc. La noción de com-
lingüística. Gumperz (1972: vii) explica así su concepción petencia comunicativa trasciende así su sentido de conoci-
de la competencia comunicativa: miento del código lingüístico para entenderse como la ca-
pacidad de saber qué decir a quién, cuándo y cómo decirlo
[La competencia comunicativa] es aquello que un hablante y cuándo callar (Cots y otros, 1990: 55).
necesita saber para comunicarse de manera eficaz en contextos Al aprender a hablar, pues, no sólo adquirimos la gra-
culturalmente significantes. Como el término chomskiano so-
bre el que se modela, la competencia comunicativa se refiere a mática de una lengua (aquella que se habla en nuestro en-
la habilidad para actuar. Se hace un esfuerzo para distinguir torno) sino que también aprendemos sus diferentes regis-
entre lo que un hablante sabe —sus capacidades inherentes— tros y la manera apropiada de usarlos según las normas de
y la manera como se comporta en situaciones particulares. Sin nuestro ambiente sociocultural. El concepto de competencia
embargo, mientras que los estudiosos de la competencia lin- comunicativa se refiere tanto a la competencia lingüística
güística tratan de explicar aquellos aspectos gramaticales que (en el sentido chomskiano) como a la competencia pragmá-
se creen comunes a todos los humanos, independientemente de tica: el componente sociolingüístico, que nos permite reco-
los determinantes sociales, los estudiosos de la competencia co- nocer un contexto situacional determinado, distinguirlo de
municativa consideran a los hablantes como miembros de una ‹otros y, por lo tanto, seleccionar las normas apropiadas de
comunidad, como exponentes de funciones sociales, y tratan de comportamiento comunicativo, la variedad o variedades
explicar cómo usan el lenguaje para autoidentificarse y llevar a
cabo sus actividades. lingüísticas adecuadas, etc.; el componente discursivo, que
nos permite construir enunciados coherentes en coope-
Para los etnógrafos de la comunicación, la competencia i‘ación con el interlocutor, y el componente estratégico,
comunicativa es un conjunto de normas que se va adqui- br acias al cual somos capaces de reparar los posibles con-
l’l ictos comunicativos e incrementar la eficacia de la inte-
i’acción.
12. Con la publicación citada en la nota 2 se inician los estudios de la Las normas comunicativas abarcan, pues, conocimien-
etnografia de la comunicací6n. Una revisión y puesta al día de esta disci-
plina se puede encontrar en Saville-Troike, M. (1982). Una propuesta de 1 ‹›s verbales y no verbales (cinesia y proxemia), normas de
trabajo en el aula en torno a los usos orales de la lengua desde la etnogra- ilitcracción y de interpretación, estrategias para conseguir
fía de la comunicación la encontramos en Tusón, A. (1991a). Sobre los usos liis l'inalidades que se persiguen y conocimientos sociocul-
orales en la escuela nos parecen útiles las aportaciones de Calsamiglia, H. l iii.ilcs (valores, actitudes, relaciones de poder, etc.). Lógi-
(1991) y Nussbaum, L. (1991).
i’:unente, cuando en un encuentro comunicativo los inter-
38 39
locutores poseen normas diferentes pueden producirse con-
flictos comunicativos y malentendidos (Tusó n, 1988). Los etnometodó logos consideran que los turnos de pala-
El interés de la etnografía de la comunicacion reside en bra son el principio organizador de la conversació n (como
que presenta un marco teó rico que sitú a en su justo lugar de muchas otras actividades: juegos, trá fico, compras, tra-
las diferentes habilidades que un individuo necesita bajos en grupo...). El aná lisis de las conversaciones espon-
conocer y dominar para comportarse de manera tá neas demuestra que la organizació n de los turnos de pa-
competente, es de- cif, adecuada, en cualquier situació n. El labra esá sujeta a unas reglas y que, a la vez, sirve para
conocimiento del có digo —la competencia lingü ística— estructurar la conversació n. Así, la coherencia temá tica en
queda integrado junto con la competencia pragmá tica y deja una conversació n se va construyendo de manera articulada
de ser una pura abs- tracció n. Asimismo, el conocimiento de mediante la colaboració n de los participantes. Estudiando
la normativa ad- quiere sentido ya que cualquier individuo la forma como se organizan los turnos se pueden descubrir
ha de saber que, en determinadas situaciones y para los procedimientos que se utilizan para «manejar» o «ges-
conseguir ciertas finali- dades, su utilizació n de la lengua, ya tionar» la conversació n (conversational management), para
sea oral o escrita (espe- cialmente si es escrita), deberá iniciar, cambiar o mantener un tema, para cambiar el tono
adaptarse a las normas aca- démicas si quiere que su de la interacció n, para reformular la constelació n de los
actuació n comunicativa sea eficaz. En los ú ltimos quince par- ticipantes, etc.
añ os, dentro del marco de la so- ciología ha ido creciendo el Los etnometodó logos establecen una diferencia entre
interés por el estudio de la in- teracció n humana. Tanto la las conversaciones espontá neas —su objeto de estudio- y
etnometodología como el inte- raccionismo simbó lico otros tipos de interacciones comunicativas, como las que se
ofrecen en sus estudios aportaciones teó ricas y pro- ducen en el aula, en una sala de un juzgado, en un
metodoló gicas que pueden ser de gran interés debate con moderador, etc. Estas otras interacciones está n
para el estudio del uso lingü ístico. también sujetas a unas reglas, pero son de índole diferente.
Los etnometodó logos’" se han ocupado especialmente del Por ejem- plo, una regla fundamental de las conversaciones
aná lisis de la conversació n espontá nea entendida como una espontá - neas es que, si quien tiene el uso de la palabra no
actividad social má s. Parten de la idea de que las actividades seleccio- na al pró ximo participante, cualquiera de los
cotidianas que realizan las personas son métodos que sirven presentes puede autoseleccionarse pero, en cambio, la
para dar sentido a las diversas situaciones en que se en- aplicació n de esta regla podría resultar del todo
cuentran, y consideran que el lenguaje es un instrumento inconveniente en el trans- curso de un juicio.
privilegiado para dar sentido a una situació n. Así, pues, El interés de la perspectiva etnometodoló gica reside,
orientan su estudio hacia el descubrimiento de las vías a tra- precisamente, en que presenta las interacciones comunica-
vés de las cuales los significados emergen de una situació n r ivas como actividades sociales estructuradas y sujetas a re-
concreta, los métodos con los que los actores interpretan su telas que se adquieren a través de la experiencia interactiva
entorno de una manera significativa. Uno de los presupues- y en que considera el uso del lenguaje como el mecanismo
tos teó ricos de la etnometodología consiste en la considera- 1 undamental con el que producimos sentido en esas activi-
ció n de que la realidad no se descubre, sino que se interpre- dades.
ta, es decir, que se construye, se negocia y se mantiene a El interaccionismo simbó 1ico' 4 considera que las inte-
través de las interacciones en las que participamos. Advier- iiicciones son semejantes a los rituales y, por lo tanto, está n
ten que la conversació n, como cualquier otra actividad pro- itltamente estructuradas. Los participantes, al iniciar una
pia del comportamiento humano, es racional y está sujeta a in- lcracció n, establecer un compromiso conversacional
reglas que provienen de nuestro bagaje de experiencias y que (con- t•‹•rsational involvement) que deberá n mantener a lo
constituyen la propiedad estructural de los actos sociales. largo de l‹›do el encuentro y que romperá n al final de
comú n acuer-
13. Attewell, P. (1974); Garfinkel, H. (1967).
14. Goffman, E. (1959), (1974) y (198 l ).

40
41
do. Cada participante se presenta a la interacción con una las palabras, pronto surgieron cuestiones como la existencia
imagen ((ace) determinada y durante el transcurso de la in- de un plan textual subyacente (Van Dijk), los mecanismos
teracción irá negociando con el resto de los participantes el de cohesión (Dressler, Halliday), los mecanismos de cohe-
mantenimiento o el cambio de esa imagen así como la rencia (Coseriu) y la coincidencia de emisión-recepción
orientación de la propia interacción (el tema, el tono, etc.). (Schmidt) que exigían un tratamiento pragmático y, a la
Para entender cómo funciona ese proceso de negociación es vez, la recuperación de los trabajos de retórica.16
fundamental el concepto de posición ((ooting). Las diversas Mientras que la lingüística oracional considera el len-
«posiciones» que adoptan los participantes en un encuentro guaje como un sistema de signos, como un aparato formal,
comunicativo se manifiestan a través de señales lingüísticas la lingüística textual lo considera como una forma de acti-
y no lingüísticas, como la prosodia, la elección del registro, vidad humana, como un proceso. El texto es un artefacto
los gestos, la mirada, etc., y cada cambio de posición es un planificado con una orientación pragmática. Para Bean-
índice que sirve para descubrir cómo la interacción se or- grande (1981) son siete las características básicas de la tex-
ganiza en diversas secuencias que provienen de la aplica- tualidad: dos de ellas —cohesión y coherencia— son nocio-
ción de unos marcos ([rame) determinados. Los marcos son nes centradas en el texto, propiamente dicho; las otras cinco
patrones tipo de actuación interactiva, de carácter social y —intencionalidad, aceptabilidad, in[ormatividad, situaciona-
cognitivo y que fundamentan la idea de considerar la inte- lidad e intertextualidad— son nociones centradas en los
racción como un ritual. usuarios de la lengua. Estas siete características son, para
este autor, principios constitutivos de la comunicación tex- tual
que actúan junto con tres principios reguladores —colt-
2.3. Lingüística del texto, análisis del discurso, socio- ciencia, eJcncin y adecuactón—. Beaugrande (1981: 31) ve
lingüística interaccional, semiótica textual... así la relación entre lo textual y lo pragmático:
Los avances teóricos y metodológicos de las disciplinas Nuestras nociones de cohesión y coherencia pueden ser úti-
que acabamos de comentar han contribuido en gran medi- les para estudiar el texto sólo si con ellas nos referimos a cómo
da a que desde la lingüística se haya planteado el estudio de se establecen las conexiones entre los acontecimientos comuni-
unidades supraoracionales como objeto central de investi- cativos. Las preocupaciones de la pragmática se tienen en
gación. La lingüística del texto, el análisis del discurso y la cuenta al explorar las actitudes de los productores (intenciona-
sociolingüística interaccional coinciden en proponer el es- lidad) y de los receptores (aceptabilidad) y las situaciones co-
tudio sistemático de la producción lingüística contextuali- municativas (situacionalidad).
zada, si bien cada una de estas corrientes ha puesto el acen-
to en unos aspectos determinados de ese uso y presenta La lingüística del texto estudia la organización del len-
particularidades metodológicas y analíticas propias. guaje más allá del límite arbitrario de la oración en unida-
La lingüística del texto" comienza en el punto en que des lingüísticas mayores, como la conversación, investigan-
la lingüística oracional deja de proporcionar explicaciones do el uso del lenguaje en el contexto de la interacción social.
adecuadas a los fenómenos lingüísticos. Si en sus comien- Se suele hablar de texto frente a discurso, y referirse a
zos se ocupó del análisis de ciertos aspectos lingüísticos que ambos como discurso interactivo. Uno de los lingüistas del
operan en la construcción de los tiempos verbales, el uso del texto más notables, Van Dijk (1977, 1980), utiliza el térmi-
artículo, los elementos deícticos situacionales, el orden de
‘ 16. La recuperació n de la retó rica clá sica en nuestro siglo tiene su má -
ximo exponente en la obra de Perelman y Olbrechts-Tyteca (1958). De gran
15. Para una historia de los inicios de la lingü ística del texto, véase Ri- interés son también los trabajos de Murphy ( 1974), el Grupo m y Mortara
gau, G. ( 1981). Una aproximació n al aná lisis textual curopeo lo encontra- Garavelli ( 1988). Una introducciÓ n a la retó rica hecha en nuestro país se
mos en Berná rdez, E. ( 1982). puede encontrar en el libro de Albaladejo ( 1989).

42 43
no texto para referirse al constructo teó rico y abstracto que lació n al texto en su conjunto. Por ello se habla de estruc-
se realiza en el discurso: el texto es al discurso lo que la ora- turas globales, a diferencia de las estructuras locales o mi-
ció n es al enunciado; para otros autores, sin embargo, texto croestructuras del nivel oracional. Si decimos de un texto
es el producto meramente lingü ístico de un intercambio co- que se trata de una narració n, estamos caracterizando el
municativo mientras que discurso es ese texto contextuali- texto globalmente, y no a las oraciones que lo componen.
zado, tomando en consideració n todos los elementos que Las superestructuras permiten concebir el texto como un es-
in- tervienen en el acto de comunicació n. Querrio.
Siguiendo el pensamiento textual de Van Dijk, así como La lingü ística del texto y la pragmá tica coinciden nece-
una oració n es má s que la simple suma de una serie de pa- sariamente en su concepció n del juego de la acció n comu-
labras, también un texto es una estructura superior a la sim- nicativa: el lenguaje jamá s se produce aisladamente, sino en
ple secuencia de oraciones que satisfacen las condiciones de relació n con los factores no lingü ísticos, en el marco de los
conexió n y coherencia. Este autor establece una diferencia procesos interactivos de la comunicació n.
entre macroestructuras, microestructuras y La mayor diferencia que existe entre el aná lisis lingü ís-
superestructuras. Las macroestructuras son estructuras tico oracional y el pragmá tico textual radica en la conside-
textuales globales de naturaleza semá ntica. La ració n del papel de los interactuantes en la situació n co-
macroestructura de un texto es una representació n municativa: su mutua contribució n a la construcció n del
abstracta de la estructura global de su significado. Mientras sentido y el manejo competente de los contextos comunica-
que la secuencia de oraciones debe cumplir la condició n de tivos son esenciales para entender los mecanismos que
coherencia lineal, el texto debe tam- bién cumplir la rigen la producció n y la comprensió n lingü ística. La teoría
condició n de coherencia global. Cada ma- croestructura que es- tudie la comunicació n lingü ística deberá investigar
debe cumplir las condiciones de conexió n y coherencia el len- guaje en su funcionamiento real —no simulado
semá nticas en los niveles microestructurales para que un arbitraria- mente— en el contexto comunicativo.
macronivel pueda ser, a su vez, micronivel en otro texto. Las La tarea de la lingü ística del texto consiste en desarro-
macroestructuras tienen un decisivo papel cognitivo en la llar una teoría explícita que dé cuenta de la producció n y re-
elaboració n y en la comprensió n, del texto. Sin cepció n de textos lingü ísticos en el marco de los procesos
macroestructura, al oír una serie de enunciados nos se- ría comunicativos. Por lo tanto, del mismo modo que recupera
imposible comprenderlos. La existencia de las macroes- la retó rica, integra las aportaciones que la pragmá tica, la
tructuras es lo que nos permite resumir el contenido de un antropología y la sociología ofrecen en este terreno.
texto: producir otro de extensió n menor que guarde relacio- Tomando como punto de partida la tradició n de la lin-
nes macroestructurales con el original. gü ística funcional —también hoy llamada lingü ística sisté-
Mientras que las macroestructuras semá nticas explican mica—, cuyos má ximos representantes son Firth (19ó 8) y
el significado global de un texto, las superestructuras son es- Halliday (1973, 1978 y 1985), se ha desarrollado, bá sica-
tructuras textuales globales que caracterizan el tipo de tex- mente en Gran Bretañ a, una corriente conocida con el nom-
to: una estructura narrativa es una superestructura, in- bre de análisis del discurso. Para Brown y Yule (1983), «el
dependientemente del contenido (macroestructura) de la aná lisis del discurso es, necesariamente, el aná lisis del len-
narració n. Si la macroestructura es el contenido del texto, guaje en su uso. Como tal, no puede restringirse a la des-
la superestructura es su [orma. Las superestructuras cripció n de las formas lingü ísticas independientemente de
son.ne- cesarias para adecuar el contenido del texto al los propó sitos o funciones, que esas formas desempeñ an en
contexto co- municativo. Para Van Dijk, las superestructuras los asuntos humanos». Y, como postulado metodoló gico, tal
fundamen- tales son la narració n y la argumentació n. y como señ ala McCarthy (1991), «la descripció n del lengua-
Lo que tienen en comú n las macroestructuras y las su- je má s allá de la oració n» y el interés por «el contexto y las
perestructuras es que no se definen en relació n a oraciones influencias culturales que afectan a1 uso del lenguaje».
o secuencias de oraciones aisladas de un texto, sino en re-
45
44
Los analistas del discurso establecen una diferencia en- Uno de los aspectos de especial interés de esta escuela
tre texto y discurso,- el texto sería el producto meramente para nuestros propósitos es que ha tomado como uno de sus
lin- güístico mientras que el discurso sería ese texto campos de estudio el discurso escolar. Los trabajos de Sin-
contextua- lizado. Parten de datos naturales procedentes del clair y Coulthard (1975), Stubbs (1976), Edmonson (1981),
lenguaje ordinario con el objetivo de descubrir entre otros, ofrecen un modelo de análisis que permite en-
regularidades y des- cribirlas. Se considera el discurso como tender las características específicas de este tipo de discur-
el resultado de un proceso activo (el compórtamiento so frente al discurso espontáneo o a otros discursos más
lingüístico-comunicati- vo) que para su análisis exigirá, por formales. Otras de las preocupaciones de los analistas
lo tanto, que se tomen en consideración las restricciones de del discurso —derivada de su interés por el discurso esco-
la producción y de la recepción textual. Brown y Yule lar— ha sido la de establecer las diferencias —formales,
(1983: 3ó) presentan de este modo el trabajo del analista del funcionales, situacionales y estructurales— entre el discur-
discurso: so oral y el discurso escrito. En este campo son de espe-
cial interés los trabajos de Brown y Yule (1983) y Perera
El analista del discurso trata sus datos como la representa- (1984).
ción auténtica (texto) de un proceso dinámico en el que un ha-
blante/escritor usa la lengua como un instrumento de comuni- La sociolingüística interaccional arranca de la tradición
cación en un contexto para expresar significados y conseguir antropológico-lingüística de la etnografía de la comunica-
sus intenciones (discurso). Trabajando con esos‘datos, el ana- ción e incorpora las aportaciones de la pragmática filosófi-
lista trata de describir las regularidades de las realizaciones lin- ca, la psicología social de orientación cognitiva, la sociolo-
güísticas que usa la gente para comunicar esos significados y gía interaccional, el análisis del discurso y los estudios de
esas intenciones. inteligencia artificial que puedan ayudar a la comprensión
del uso lingüístico situado. Los estudiosos que se enmarcan
La noción de contexto abarca tanto el contexto cognitivo dentro de esta corriente, cuyo máximo representante es
—la experiencia acumulada y estructurada en la memoria— Gumperz (1982a, 1982b), consideran la lengua como uno de
como el contexto cultural —las visiones del mundo compar- los elementos que constituyen la realidad social y cultural
tidas por los participantes en una interacción— y el contex- de los grupos humanos. A la vez, consideran que el uso lin-
to social -los aspectos institucionales e interactivos que nos güístico es expresión y síntoma de esta realidad, puesto que
permiten identificar y definir situaciones y acciones—. La el mundo socio-cultural se construye, se mantiene y se
referencia al contexto es la que permite explicar las presu- transforma a través, en gran parte, de las interacciones co-
posiciones y las inferencias en las que se basan la produc- municativas.
ción y la comprensión discursivas. Puesto que su objeto de estudio es el uso lingüístico
Para el análisis del discurso resultan centrales, también, situado, proponen un análisis que se caracterice por su
las nociones de cohesión y coherencia. La cohesión remite multidimensionalidad; un modelo que dé cuenta de la
al texto, mientras que la coherencia es la característica fun- producción lingüística debe integrar los factores verbales
damental que permite interpretar el discurso. Para el estu- y no verbales de la comunicación así como los facto-
dio de la coherencia discursiva, los analistas del discurso re- res cognitivos, situacionales y socioculturales. En un en-
curren a la teoría de los actos de habla y a las aportaciones cuentro comunicativo, los participantes deben poner en
de los estudios de inteligencia artificial. Así, hacen interve- funcionamiento múltiples competencias que abarcan todos
nir en su análisis conceptos como marcos, guiones, escena- esos factores y que constituyen su competencia comuni-
rios y esqtieitins 17 cativa.
Desde esta perspectiva, la interacción comunicativa se
17. Un excelente libro sobre la importancia de los avances en Inteli- puede considerar como un tipo específico de texto en el que
gencia Artificial para la enseñanza de la lengua es el de Schank, R. C.
(1982).
l£t co/iereNcia se construye a través de la cooperación con-

46 47
versacional entre los participantes. El análisis de la cohe-
que son específicos de cada tipo de texto, ya sea oral o
rencia textual se lleva a cabo a través del estudio de la iri{e-
escrito."
rencia conversacional, entendida, en palabras de Gumperz, La semió tica, en fin, en cuanto teoría general o ciencia de
como «el conjunto de procesos a través de los cuales los par- los signos, ha sufrido también en los ú ltimos añ os un giro
ticipantes en una conversación llegan a interpretar de una pragmá tico dando lugar a enfoques textuales o discursivos en
manera situada, contextualizada, las intenciones comunica-
los que la atenció n se centra «má s en lo que los signos hacen
tivas de los otros participantes y, a partir de aquí, constru- que en lo que los signos representan» (Lozano y otros, 1986:
yen sus respuestas» (1978: 395). Esta inferencia se basa en
las convenciones contextualizadoras que son un conjunto de 16). En este sentido, el objeto de una semió tica de raíz prag-
má tica sería el de disponer de «una teoría sobre los modos
pistas o indicios lingüísticos y no lingüísticos que sirven socioculturales de producció n y recepció n de los discursos
para manifestar que los conversadores están de acuerdo en usados en las interacciones simbó licas» que estudie «los pro-
mantener la interacción en unos determinados términos. cesos culturales como procesos de comunicació n entre inter-
Las convenciones contextualizadoras pueden ser la entona- locutores que presuponen y comparten un sistema de có digos
ción, el ritmo, el tono de voz, las pausas, los gestos, los rui- determinado a través del cual construyen el conocimiento (...)
dos de asentimiento o extrañeza, los cambios de lengua o de y supone entender los fenó menos culturales (desde el uso de
registro, etc., y permiten que a lo largo de la conversación objetos y el intercambio de bienes y servicios hasta la ico-
se vaya negociando su propia estructura y coherencia (man- nosfera visual y los intercambios verbales) como un comple-
tenimiento o cambio de tema, organización de los turnos de jo sistema de significaciones» (Lomas, 1991: 31 y 32). Desde
palabra, orientación intencional, etc.). la semió tica textual (Greimas y Courtes, 1979; Eco, 197ó y
El interés de este tipo de análisis para las tareas didác- 1979) es posible dar cuenta de las formas y estrategias dis-
ticas es mú ltiple. Apuntaremos só lo tres aspectos a modo cursivas a través de las cuales los sujetos (enunciadores y
de ejemplo. En primer lugar, permite la formación de in- enunciatarios) se inscriben en el texto y del itinerario de sen-
dividuos competentes oralmente a través del trabajo sobre tido que recorre éste al servicio del hacer persuasivo." El tex-
el discurso oral, proponiendo situaciones comunicativas
diversas en las que se hayan de poner en juego to así entendido —oral, escrito, iconoverbal, objetual— con-
habilidades verbales y no verbales específicas, partiendo tiene, junto a los valores semá nticos de los enunciados,
de la reflexión sobre los diferentes elementos que instrucciones de.uso lector. —indicaciones concretas en la fase
intervienen en su pro- ducción. En segundo lugar, permite de enunciación— que actúan como huellas del sujeto enun-
cia'dor así como presuposiciones con respecto a la fase de re-
tomar conciencia de la existencia del currículo «oculto»
dentro del discurso peda- gógico, poniendo de relieve la cepción que consagran estereotipos de enunciatarios y for-
importancia del autoanálisis mas concretas de percibir el entorno (Lomas, 1991).
para los enseñantes con el fin de conocer los modelos que, Especialmente útil nos parece la semiótica en su afán de
consciente o inconscientemente, proponen a travé s del dar cuenta de los procedimientos iconoverbales de creación
propio comportamiento comunicativo. Y, en tercer lugar,p
ayuda a comprender la compleja relación que existe entre
diferen-
el uso oral y escrito de una lengua al analizar los produc- 18. Para un aná lisis de las interferencias de lo oral en los textos ex-
tes mecanismos que se usan para la construcción, positivos escolares, véase Tusó n, A. ( 199 lb).

ción, expresión y comprensión de la coherencia discursi- 19. Una aplicaciÓ n al trabajo educativo de los enfoques de la semió ti-
va o textual (aspectos gramaticales, prosódicos, léxicos,
ca textual la hallamos referida a los textos literarios en Usandizaga, H.
(1991) y (1993). Una aproximació n semió tica a los textos iconográ ficos la
etc.). Es evidente que para un tratamiento adecuado de encontramos en Lomas, Carlos ( 1990). Desde una semió tica de orientaci6n
todo el proceso de aprendizaje del texto escrito hemos pragmá tica en Lomas (1991) se analizan las bases para un trabajo escolar
de conocer mejor las características específicas del discur- sobre el discurso publicitario. Desde el mismo enfoque, véase Lomas
(1993), donde se justifica la conveniencia del trabajo didá ctico en el aula
' .'
so oral espontáneo, ya que esto permitirá ver los aspectos de lengua con los usos Iconoverbales de la comunicació n.

48 49
y transmisió n del sentido utilizados por las industrias cul- cursiva, sociocultural, espectatorial...) mediante la cual los
turales de la comunicació n de masas. La mirada semiológi-
ca de autores como Barthes (1957 y 1965) o Eco (1965) SO- alumnos y las alumnas entiendan la comunicació n icono-
bre los fenó menos de la cultura de masas (Eco escribirá verbal como un complejo proceso de producció n de sentido
orientado a producir determinados efectos culturales (Lo-
jugosas pá ginas sobre la televisió n, el có mic o la publicidad,
mientras Barthes hará lo propio con la moda, la fotografía mas, 1993).
o el sistema de objetos) abre el camino a una perspectiva de Por ello parece cuanto menos razonable incluir como
aná lisis que trasciende metodologías de origen lingü ístico contenidos de una enseñ anza de la lengua orientada al de-
obsesionadas por el puro inventario de recursos formales y sarrollo de la competencia comunicativa del alumnado, tal
atiende al estudio de los significados trasladados por la vía y como se hace en los documentos que regulan el currículo
de la connotació n y al aná lisis de las estrategias de enun- del á rea (MEC, 199 la, 1991b y 1992a), este tipo de prá cti-
ciació n desplegadas en situaciones culturalmente determi- cas discursivas (el discurso del có mic, del cine, de la pren-
nadas. sa, de la televisió n, de la publicidad...) que se articulan a tra-
Los mensajes simbó licos de la cultura de masas son así vés de un uso combinaíJo de sistemas icó nicos y verbales de
susceptibles de ser leídos desde la semió tica como usos es- comunicació n y que, emitidas por las industrias culturales
pecíficos de los diversos sistemas de signos: la persuasió n mediante eficacísimos resortes tecnoló gicos de naturaleza
publicitaria, el discurso del có mic, el lenguaje cinematográ - electró nica o fotográ fica, constituyen el fenó meno cotidiano
fico, el sistema de objetos, las cró nicas de la prensa o los di- de los mensajes de la comunicació n de masas.
Desde el aula, y desde tempranas edades, la escuela debe
versos géneros televisivos constituyen textos iconoverbales incorporar a sus programaciones didá cticas actividades de
que denotan la mitología contemporá nea y connotan formas enseñ anza y aprendizaje orientadas a evitar, en la medida
concretas de percibir el entorno sociocultural. La realidad de lo posible, que los teleniños y los depredadores audiovi-
se construye y se mantiene así al dictado de sistemas tec- suales que anidan en las aulas de la escolaridad obligatoria
noló gicos de comunicació n que permiten una difusió n a caigan en la ilusió n de lo real y en una alienació n percepti-
gran escala y un alto nivel de iconicidad en la representa- va que les impida una comprensió n cabal del entorno en el
ció n medial, y mediatizada, del espacio real mediante com- que viven (Lomas, 1992 y 1993). No hemos de olvidar que
plejas maniobras retó ricas y elaboradas estrategias estilísti- el á mbito escolar es con frecuencia el ú nico escenario en el
cas orientadas a producir determinados efectos éticos y que es posible crear un tiempo y un espacio de enseñ anza y
pragmá ticos traducibles en pautas colectivas de acció n. Los aprendizaje dirigido al desarrollo de una competencia co-
usos iconoverbales, insertos en las industrias audiovisuales municativa de los alumnos y de las alumnas que integre, en-
de la comunicació n de masas, contienen en su estructura tre otras destrezas discursivas, estratégicas y sociocultura-
formal y temá tica instrucciones de uso puestas en juego con les, la competencia espectatorial.
arreglo a normas sintá cticas y estratagemas discursivas muy De ahí la urgencia por abordar en el aula de lenguaje, tal
precisas que generan la ilusión de lo real (el efecto de reali- y como no só lo sugerimos sino como ahora prescriben las
dad, la confusió n entre las imá genes de la realidad y la rea- disposiciones oficiales ya citadas, el aná lisis de las estrate-
lidad de las imá genes) hasta crear en los destinatarios un gias discursivas de la comunicació n iconoverbal con el fin
flujo hipnó tico que deviene con frecuencia en discursos de impulsar desde tempranas edades un aprendizaje lector
como el publicitario o el televisivo en eficacísimo recurso de los có digos de la persuasió n de masas y del uso que de
de persuasió n ideoló gica (Lomas, 1990 y 1991). esos có digos se hace en sus contextos sociales de recepció n
Desde la escuela es preciso ir produciendo, a lo largo de y producció n. Un saber escolar en torno a los usos icono-
toda la educació n obligatoria, un saber comprensivo y me- verbales (un saber hacer y un saber cómo se hacen) capaz de
tacomunicativo en torno a los mensajes de la persuasió n de impulsar una competencia espectatorial dirigida a una com-
masas, es decir, una competencia lectora (lingü ística, dis- prensió n cabal de la iconosfera en la que vivimos paralela a

50 51
la competencia lingü ística del aprendizaje lectoescritor que adulto en las diversas situaciones de comunicació n que sean
la escuela ha asumido tradicionalmente desde tempranas creadas con estos fines.
edades. La concepció n mecanicista del aprendizaje que subyace
a los modelos conductuales sobre la adquisició n y desarro-
llo del lenguaje pronto fue adoptada por los lingü istas que
2.4. Psicología del aprendizaje y psicolingüística desde los diversos estructuralismos elaboraban métodos
para la enseíianza de la lengua. El aprendizaje debía lim.i-
Unas breves frases para referirnos a las aportaciones de tarse entonces a la apropiació n de há bitos fonoló gicos, mor-
la psicolingü ística (y, má s concretamente, a los enfoques foló gicos y sintá cticos mediante metodologías que relega-
cognitivos) y de la psicología del aprendizaje. La primera, ban al olvido los aspectos semá nticos y pragmá ticos de la
nacida en buena medida como consecuencia de la bú sque- comunicació n y la consideració n por tanto de que el signi-
da de explicaciones vá lidas sobre la adquisició n y el desa- ficado de los enunciados se construye en el uso lingü ístico.
rrollo del lenguaje y sobre su uso (Vila, 1993), ofrece el in- A principios de los añ os sesenta, los enfoques racionalis-
terés didá ctico de ocuparse de los procesos cognitivos tas, con la irrupció n de las ideas de Chomsky como punto de
implicados en los momentos de la comprensió n o de la pro- partida, insisten en atribuir a factores bioló gicamente innatos
ducció n de los mensajes. De hecho, si observamos con de- los procesos de desarrollo del lenguaje en los niñ os y en las
tenimiento los diversos cambios metodoló gicos a los que se niñ as. Con la publicació n en 1957 de su tesis doctoral (Syn-
ha visto sometida la didáctica de las lenguas en las ú ltimas tactic Structures) Chomsky inaugura la hegemonía de la gra-
décadas, es fá cil rastrear en ellos casi siempre una traduc- má tica generativa y en consecuencia una visió n formal del
ció n casi literal de las concepciones psicolingü ísticas domi- lenguaje que le lleva a rechazar que éste se adquiera, como
nantes en cada momento y una voluntad por tanto de tras- seíialaba la tradició n conductista, mediante estímulos y re-
ladar al campo de los métodos pedagó gicos las visiones que fuerzos. La adquisició n del lenguaje es ante todo, a juicio de
sobre la adquisició n y el desarrollo del lenguaje han ido te- los psicolingü istas de orientació n generativa, la adquisició n
niendo lugar en los ú ltimos tiempos. La segunda, a través de ' de unas reglas gramaticales (competence) que son las que ha-
los distintos enfoques integrables en una visió n constructi- cen posibles las emisipnes lingü ísticas del uso íperformance).
vista de los procesos de enseñ anza (Coll, 1986, 1990), pro- Chomsky (1957 y 1965) parte pues como hipó tesis de trabajo
porciona una base para entender los mecanismos del apren- ' de la afirmació n de )a existencia de una gramá tica innata,
dizaje y de la construcció n del conocimiento y, má s indi- ' universal, comú n a todos los seres humanos, enten- dida como
rectamente, los implicados en el aprendizaje lingü ístico. un mecanismo genético (Language Acquisition Device) que les
Por lo que se refiere a los estudios psicolingü ísticos so- permite descubrir las unidades, estructuras y reglas de
bre adquisició n y desarrollo del lenguaje, el panorama has- combinació n del lenguaje. El lenguaje, así en- tendido, es un
ta los añ os sesenta refleja el dominio de los modelos con- sistema de reglas para cuyo manejo el ser hu- mano está
ductistas. El paradigma conductual insiste en que el apren- dotado en condiciones normales de desarrollo. Ello explica
dizaje de una lengua se logra con la formació n de há bitos una concepció n psicolingü ística de la creativi- dad lingü ística
lingü ísticos mediante la repetició n y el refuerzo. En sintonía concebida como la capacidad natural de la raza humana para
con las corrientes lingü ísticas de signo estructuralista do- comprender y producir un nú mero infi- nito de enunciados a
minantes entonces en los á mbitos anglosajones, se defiende partir de un nú mero limitado de reglas combinatorias. De
que la adquisició n y dominio de una lengua se consigue me- forma innata, los niñ os y las niñ as ela- boran hipó tesis sobre
diante el refuerzo de emisiones verbales correctas y el re- las formas lingü ísticas que van desa- rrollando y éstas, al ser
chazo de las expresiones incorrectas. El aprendizaje lingü ís- contrastadas con los principios gramaticales universales, se
tico será pues un proceso de adaptació n del niñ o o de la acaban interiorizando en es-
niñ a a los estímulos externos de correcció n y repetició n del tructuras sintá cticas.

52 53
Chomsky, en su rechazo de las concepciones conductis- aprendizaje del lenguaje revisten un interés innegable para
tas sobre la adquisición del lenguaje, defiende por tanto una una didáctica de las lenguas orientada al desarrollo de la
noción del lenguaje como sistema gobernado por reglas y competencia comunicativa del alumnado. Así, por ejemplo,
unos procesos de adquisición lingüística guiados por la in- desde las visiones cognitivistas (Piaget e Inhelder, 1969), se
teriorización de dichas reglas (véase capítulo 1 de este trata de atender, junto a los aspectos innatos derivados del
libro). De ahí el rechazo generativista de una tradición’ di- equipamiento genético de los seres humanos, a los procesos
dáctica caracterizada por la imitación, la repetición siste- cognitivos y funcionales implicados en la adquisición y el
mática, la memorización o la descontextualización de los desarrollo de la lengua ya que en el curso de su relación con
enunciados y la propuesta, a nuestro juicio insuficiente, de el medio los niños y las niñas van desarrollando procesos en
una metodología de la enseñanza de las lenguas orientada a los que superan el contenido particular de los objetos o de
la puesta en marcha de una serie de prácticas didáctiCas las acciones para dotarlos de función simbdlica o semiótica,
centradas en las estructuras de la lengua y en el retorno al es decir, de una capacidad que «consiste en poder repre-
estudio de la gramática como principio rector de la activi- sentar algo (un significado cualquiera: objeto, aconteci-
dad pedagógica. El propio Chomsky (1974: 155-156) resu- miento, esquema conceptual...) por medio de un significan-
mía así las consecuencias didácticas de sus concepciones te diferenciado y que sólo sirve para esa representación:
teóricas: «... ciertas tendencias y planteamientos en lingüís- lenguaje, imagen mental, gesto simbólico... etc.» (Piaget e
tica y psicología pueden tener un impacto potencial en la Inhelder, 1969: 59). El desarrollo en el niño o la niña de la
enseñanza del lenguaje. Creo que éstos pueden ser sinteti- función semiótica engendra los símbolos (la imitación dife-
zados de una manera práctica bajo cuatro epígrafes: el ns- rida, el juego simbólico, la imagen gráfica, el recuerdo...),
pecto creativo del uso del lenguaje; la naturaleza abstracta que son motivados, y el signo que, «como convencional, ha
de la representación lingüística; la universalidad de la es- de ser necesariamente colectivo: el niño lo recibe por el ca-
tructura lingüística subyacente; el papel de organización in- nal de la repetición, pero esta vez como adquisición de mo-
trínseca de los procesos cognitivos». delos exteriores» (Piaget e Inhelder, 1969: 64). El niño o la
En este intento de demostrar la existencia de procesos niña aprenden pues una lengua en su interacción con el me-
universales en la adquisición y desarrollo de la coittpeiericia dio físico a la vez que construyen su inteligencia y elaboran
firigüisticn del hablante ideal, se inician las investigaciones estrategias de conocimiento y de resolución de problemas.
sobre las gramáticas infantiles y la aparición de las deno- El lenguaje forma parte así de las funciones semióticas su-
minadas gramáticas pivot. Éstas, al no atender a los proble- periores del ser humano y tiene por endé una dimensión
mas de la producción del significado, olvidaban algunos esencialmente representativa.
aspectos cognitivos implicados en la codificación del cono- Especialmente sugerentes nos parecen las concepciones
cimiento por parte del niño o de la niña. El relevo lo asume psicolingüísticas que ponen el acento en el origen sociocul-
la semántica, que proclama que el niño o la niña no sólo co- tural de los procesos psicológicos superiores (Vygotsky,
nocen palabras aisladas sino las relaciones semánticas sub- 1977 y 1979; Luria, 1979) y en la ligazón entre aprendizaje,
yacentes a las estructuras superficiales del discurso y por desarrollo y contextos de relación interpersonal. Estas vi-
tanto el sentido de los enunciados. La gramatica del caso siones que ligan la adquisición y el desarrollo de una lengua
(Fillmore, 1968) estudiará en términos de significados las a las situaciones socioculturales en que tiene lugar el uso
estructuras semánticas de las frases nominales en relación comunicativo contribuyen al giro copernicano que desde la
con las verbales. De ahí sus trabajos sobre las relaciones se- filosofía del lenguaje (la teoría de los actos de habla de
mánticas de los primeros enunciados de las hablas de los ni- Aus- tin y Searle), desde la antropología lingüística (en
ños y de las niñas y en consecuencia sobre los condicio- especial, desde la etnografia de la comunicación de
nantes previos que permiten la aparición del lenguaje. Gumperz y Hy- mes) y desde las diversas sociolingüísticas
Algunos enfoques actuales sobre la adquisición y el estaba teniendo lugar en los estudios sobre el lenguaje (ver
en este sentido
54
55
los capítulos 2.1, 2.2 y 2.3 de este volumen}. Es a nuestro pragmá ticos al estudio de la lengua traerá como conse-
juicio evidente la solidaridad entre estas teorías funcionales cuencia una nueva perspectiva de acercamiento a los fenó -
sobre la adquisició n y el aprendizaje del lenguaje y las con- menos de la significació n y de la comunicació n y en conse-
cepciones pragmá ticas con su énfasis en las determinacio- cuencia un nuevo paradigma en el campo de la didá ctica, el
nes culturales del uso lingü ístico. Hablar una lengua no es denominado «enfoque comunicativo» de la enseñ anza de las
só lo conocer las reglas del lenguaje sino saber usarla de for- lenguas (ver a continuació n el capítulo 3 de este volumen).
ma adecuada en sus contextos de producció n y recepció n (la El acento puesto por estos enfoques pragmá ticos, sociolin-
competencia lingü ística como parte de la competencia co- gü ísticos, discursivos y psicolingü ísticos en la descripció n
municativa). Al insistir en el uso verbal como una ncción de los usos verbales y no verbales de la comunicació n, de
orientada a producir efectos en situaciones de comunica- los procesos implicados en la comprensió n y en la
ció n concretas, las ciencias del lenguaje de orientació n prag- producció n de los mensajes y de las determinaciones
má tica iban a coincidir en sus postulados con los derivados socioculturales que regulan la expresió n y la recepció n de
de la revolució n iniciada con la publicació n de las obras de los discursos su- pone sin duda un marco teó rico atractivo
Ley S. Vygotsky. Para el psicó logo ruso, el lenguaje es antes para un trabajo en el aula de lengua orientado al desarrollo
comunicació n que representació n y el desarrollo del cono- de la compe- tencia comunicativa del alumnado. Lo que
cimiento humano está íntimamente condicionado por los sigue es un in- tento en este sentido de extraer algunas
intercambios comunicativos. consecuencias didá cticas que orienten las tareas escolares
Como demuestran los estudios de psicolingü ística y psi- de quienes en- señ amos lengua desde estos presupuestos y
cología evolutiva de las ú ltimas dos décadas, el lenguaje no desde estas fi- nalidades.
só lo requiere bases cognitivas sino sobre todo situaciones
comunicativas. Las interacciones verbales en este sentido
«desempeñ an un papel esencial en la organizació n de las
funciones psicoló gicas superiores» facilitando el desarrollo
de «las formas má s puramente humanas de la inteligencia
prá ctica y abstracta» (Vygotsky, 1979: 47 y 48). No estamos
ya tan só lo ante estructuras innatas sino ante instrumentos
que regulan conductas y controlan los intercambios comu-
nicativos. Estos enfoques sociocognitivos dan un valor rele-
vante a los factores sociales que determinan el desarrollo del
lenguaje. É ste es entendido como una acció n sociocomuni-
cativa que es fruto de la interacció n entre el organismo y el
entorno cultural. El ser humano construye, en su relació n
con el medio físico y social, esquemas de representació n y
comunicació n que ponen las bases para el desarrollo de las
funciones psíquicas superiores mediante una interiorizació n
gradual que a la postre deriva en pensamiento. O dicho de
otra manera, «las relaciones sociales, o relaciones entre per-
sonas, subyacen genéticamente a todas las funciones supe-
riores y a sus relaciones» (Wertsch, 1988: 77).
Tras el fracaso de los modelos innatistas y sintá cticos, el
auge de los enfoques sociocognitivos sobre la adquisició n
del lenguaje y la incorporació n de los aspectos semá nticos y

56 57
3
LAMNSEÑ ANZA DE LA LENGUA

A lo largo de la exposició n realizada hasta aquí se han


ido atisbando algunas relaciones entre la evolució n del co-
nocimiento sobre la lengua y la comunicació n y su ense-
‹ ñ anza. Esas relaciones se han movido, en muchos momen-
tos, tal y como hemos señ alado al comienzo de este libro,
entre la tentació n de hacer lingü ística aplicada y la de hacer
psicología aplicada (Bronckart, 1985). Al hilo de esa refle-
xió n, hacíamos nuestra la propuesta del lingü ista suizo de
buscar un espacio específicamente pedagó gico para plan-
tear las relaciones entre las ciencias del lenguaje v la didá c-
tica de la lengua. Ese espacio se dibuja a partir de la consi-
deració n de los fines sociales que se atribuyen —por
agentes diversos— a la enseñ anza de la lengua y del cotejo
entre esos fines y la realidad de los programas, los métodos
y los sistemas de control y evaluació n que se aplican en las
aulas.

3.1. Los fines sociales de la enseñanza de la lengua

Señ alá bamos al comienzo de este libro que, a nuestro


juicio, existe una notable coincidencia entre los fines que las
disposiciones oficiales atribuyen a nuestra á rea (formulados
en términos de objetivos de Lengua y Literatura para la
Educació n Primaria y Secundaria Obligatoria) y los que
proclaman especialistas en asuntos lingü ísticos o, incluso, la
opinió n comú n no especializada. Y esos fines no son otros
que el desarrollo de la competencia comunicativa de los
aprendices, entendida como conocimiento del sistema lin-
gü ístico y de los có digos no verbales y de sus condiciones de

59
uso en funció n de los contextos y situaciones de comunica-
ció n y del diverso grado de planificació n y formalizació n de anglosajó n se produjo ya hace decenas de an os, tomando
esos usos concretos. como referencias contrapuestas las aj3OI"taCiOnes de Labov
Pero, como advertimos anteriormente, esos fines deben ( 1969) y Bernstein (1972, 1973 y 1975), recogidas y con-
ponerse en relació n con los programas concretos de Lengua trastadas con lucidez por Stubbs (197ó ) con referencia a las
y Literatura y, sobre todo, con los métodos, sistemas de situaciones comunicativas en la escuela.20 Má S recientemen-
aprendizaje, modelos de planificació n didá ctica y recursos te, Bourdieu (1982) ha señ alado el lugar de las diferencias
de seguimiento y evaluació n de ese trabajo didá ctico. Por- de estilos lingü ísticos en el marco má s amplio de las dife-
rencias sociales y el papel reproductor y sancionador que la
que, en cuestió n de fines, nadie negará que el má s univer- escuela ha desarrollado tradicionalmente respecto a estas
sal, hablando de lengua y de su enseñ anza, es el de lograr el
diferencias. Por desgracia, entre nosotros no U S fre cuente
dominio de los recursos de expresió n y comprensió n habla- esta discusió n, al menos cuando pasamos del campo lin-
da y escrita, y seguramente un aná lisis detallado de los su- gü ístico o sociolingü ístico al de la enseñ anza de la lengua.
cesivos programas o leyes sobre educació n confirmaría la Pero, a nuestro entender, la reflexió n sobre esta cuestió n y
relativa inmutabilidad de esa finalidad. Pero habrá que re- las relaciones que implica debería constituir el av‹ z ft - pr gppg
conocer que ese fin omnipresente se hace corresponder su- de cualquier intento de organizació n o programació n de la
cesivamente —seguimos hablando de disposiciones oficia- enseñ anza de la lengua. Lo que parece claro, volviendo a
les— con una selecció n de contenidos muy diversa y con i Bourdieu, es que la capacidad de uso de los recursos de ex-
orientaciones metodoló gicas y de evaluació n que, en oca- presió n y comprensió n está desigualmente distribuida, y
siones, parecen profundamente divergentes. Si del Bole- tín que el valor social de esos usos se debe «al hecho de que ta-
Oficial pasamos a la diversidad de las prá cticas didá cti- cas, la les usos tienden a organizarse en sistemas de diferencias
divergencia de métodos, materiales, actividades o en- foques (...) que reproducen en el orden simbó lico de las separacio-
se amplía hasta límites sorprendentes. Oueremos de- cir que nes diferenciales el sistema de las diferenci£t$ S CfC i ales»
no basta, pues, con determinar unos fines con respecto a los (Bourdieu, 1982 [1985: 28]). Si esa diferencia es real, se
cuales se da un notable acuerdo social y has- ta una cierta pro- duciría, para buena parte de la sociedad, un
tradició n escolar: el problema reside en la plas- mació n de fenó meno de
esos fines en los dos niveles de planificació n que desde «alienació n» expresiva, en la medida en que hablan una len-
siempre han existido: los programas o currículos oficiales y su gua y utilizan determinados recursos expresivo s sin tener el
concreció n y desarrollo por parte del profe- sorado. control del conjunto de medios y recursos que esa lengua
Una buena razó n para la existencia de esa diversidad en ofrece. Sin caer en el tan denostado vicio de proclamar la
la interpretació n de unos fines aparentemente comunes es tarea redentora de la escuela, permítasenos, £t} me Tl o s, en-
que los fines sociales que se atribuyen a la enseíianza de tender que una lectura correcta de esos fines generalmente
una lengua (o de cualquier materia escolar) no son, por ser admitidos para la enseñ anza de la lengua sería la que esta-
so- ciales, opciones neutras sin significació n socioló gica o bleciera como objetivo de la misma el avanzar hacia una
so- ciopolítica. ¿Oué quiere decir «lograr el dominio de los «desalienació n expresiva» de los futuros ciud adanos, en el
re- cursos de expresió n y comprensió n hablada y escrita»? sentido de que logren (los alumnos y las alumnas) una ca-
pacidad comunicativa suficiente para prOdlic ir discursos
Habrá quien no lo piense dos veces: «conocer la norma lin- adecuados a las diversas situaciones de comunicació n en las
gü ística». Entraríamos con ello en la discusió n sobre el sen-
que puedan encontrarse, con el nivel de coherencia y for-
tido de la norma y, si logramos ir má s allá, en un debate so-
malizació n requerido por esa situació n, y puedan entender-
bre el origen social de esa normativizació n de los usos y sus los de forma crítica.
consecuencias en el aprendizaje escolar de la lengua. Es una
discusió n conocida, pero sin duda necesaria. En el mundo 20. Una síntesis de las posturas de ambos autores está recogida en dos
artículos sucesivos en Giglioli ( 1972).
60
Como veremos con mayor detenimiento má s adelante, este porque ese cará cter oficial no les dota de coherencia o soli-
problema de los fines de la enseñ anza de la lengua es indi- dez si originalmente carecen de esas virtudes.
sociable del relativo a las concepciones sobre los modos de En relació n con los decretos que aparecieron durante el
organizar esta á rea para su enseñ anza y ambos no pueden añ o 1991 como desarrollo de la LOGSE (MEC, 1991a y
separarse de la visió n que se mantenga en relació n con los 1991b) ya hemos expuesto en otro lugar un aná lisis porme-
fenó menos de la comunicació n verbal y no verbal. Natural- norizado del que corresponde a Lengua y Literatura (Lomas
mente, los fines que se atribuyan al sistema educativo o, lo y Osoro, 1991), en el que destacá bamos la notable coheren-
que es lo mismo, la concepció n sobre el papel social de la es- cia entre la concepció n de la enseñ anza del á rea y los obje-
cuela es el nivel má s amplio que explica esas concepciones tivos de la misma, la menor coherencia de algunos de los
o fines particulares. En cualquier caso, la plasmació n de esos bloques de contenido (especialmente de los referidos a la
fines en los programas de enseñ anza, criterios y medios de re- flexió n sobre la lengua y a lo literario) y la enorme
evaluació n y materiales o enfoques didá cticos está condicio- incohe- rencia de unos criterios de evaluació n que ni se
nada por el marco general de la planificació n didá ctica y por justificaban en sí mismos ni respondían de forma adecuada
las opciones que tomemos —en los má rgenes que se nos per- al plantea- miento general del á rea y a los fines de su
mita o en los resquicios que encontremos— en ese marco. enseñ anza, ade- má s de condicionar en cierto modo
determinadas opciones metodoló gicas frente a otras
también legítimas.
3.2. Los niveles de planificación y el papel del El profesorado del á rea, que debe, segú n la ley, planificar
profesorado a partir de ese currículo un proyecto curricular y unas pro-
gramaciones de aula que lo desarrollen, se encuentra, pues,
Hablá bamos antes de la existencia de dos niveles de pla- con dificultades derivadas de las contradicciones que se dan
nificació n que han existido siempre, con independencia de ya en el primer nivel de planificació n. Pero esas mismas con-
la ley o de la regulació n que el Estado adopte para la ense- tradicciones pueden convertirse en argumento para justificar
ñ anza: el nivel de los programas o currículos oficiales y el métodos o programas que intenten recuperar la coherencia
de las programaciones en que el profesorado concreta, de- entre la concepció n general del á rea y los fines sociales de su
sarrolla o matiza esos currículos oficiales. enseñ anza, por una parte, y el resto de los elementos del cu-
En el primer nivel de planificació n —el programa o cu- rrículo, por otra. Si ademá s pretendemos que el proceso de
rrículo oficial— las administraciones se han reservado tra- planificació n sea un proceso consciente que conduzca pan-
dicionalmente la delimitació n de objetivos y contenidos y, 'latinamente a una «desalienació n» del trabajo del profesor,
casi siempre, la de las normas, criterios y hasta instrumen- en el sentido apuntado por Rozada (1989), la bú squeda de la
tos para la evaluació n del alumnado, acompañ ados normal- coherencia entre los elementos del currículo, las distintas
mente por indicaciones u orientaciones sobre métodos di- fuentes y los diversos niveles de planificació n se convierten en
dá cticos. Cada programa o currículo de Lengua y Literatura una exigencia inexcusable. Pero, antes de desarrollar estas
responde siempre —como en cualquier otra á rea— a la ideas referidas específicamente a nuestra á rea, veamos qué
con- cepció n que mantenga el planificador sobre su concepto de currículo es el que se nos presenta, qué lugar se
enseñ anza y al conocimiento —o a las opciones de escuela atribuye en él al trabajo de planificació n del profesorado y
— sobre las ciencias del lenguaje y el aprendizaje, ademá s, qué alternativas podemos plantear si pretendemos mantener
claro está , de mantener una coherencia con los postulados la coherencia con nuestras posiciones de partida y persegui-
ideoló gicos ge- nerales que inspiran una determinada ley mos, como decíamos antes, que el proceso de planificació n
educativa o las normas que la desarrollan. Los problemas sea un proceso consciente que permita avanzar hacia el con-
comienzan a apa- recer desde el momento en que lo que es trol de nuestros medios de producció n como docentes.
una visió n parti- cular, má s o menos documentada, pero El Real Decreto 1345/1991 (MEC, 1991b) que establece
siempre discutible, se convierte en materia preceptiva en el currículo de la Educació n Secundaria Obligatoria define
un Boletín Oficial,
63
62
como elementos integrantes del mismo «...los objetivos edu-
cativos, los contenidos, los criterios de evaluación y la meto-
DECRETO OUE ESTABLECE EL CURRICULUM
dología» y así en su articulado establece los objetivos de la
etapa y en los anexos los principios metodológicos generales, Establece, con cará cter prescriptivo:
los objetivos y bloques de contenidos de cada una de las áreas
• Finalidades generales de la etapa.
y los criterios de evaluación final de la etapa que corres- • Objetivos generales del área.
ponden a cada una de ellas. El propio decreto indica que el • Contenidos del área (bloques).
currículo debe tener posteriores niveles de concreción que • Criterios de evaluación del área en la etapa.
deben desarrollar los equipos docentes y cada profesor indi-

Í vidualmente. A los primeros les atribuye la elaboración de lo


que denomina «proyectos curriculares de carácter general,
en los que el currículo establecido se adecue a las circuns-
tancias del alumnado, del centro educativo y de su entorno
sociocultural». A cada profesor o profesora, por su parte,
le,s encomienda la elaboración de programaciones «en el
marco de estos proyectos». En esquema, los niveles de PROYECTO CURRICULAR DE ETAPA
planificación y el contenido de cada uno serían los
siguientes: Concreta para cada centro:
• Objetivos del á rea por ciclos.
• Secuencia de contenidos por ciclos.
• Criterios de evaluació n por ciclos.
• Critei-tos metodoló gicos generales.
• Adaptaciones curriculares.

PROGRAMACIÓN DE CADA CURSO


Especifica:
• Objetivos por curso y área.
• Secuencia de contenidos por curso.
• Criterios de evaluación por curso.
• Materiales didácticos.
• Unidades didácticas (secuencia de
actividades de enseñanza-aprendizaje).

Figura 1

64 65
Examinemos ahora la cuestió n desde el punto de vista Al comentar los niveles de planificació n que figuran en
del profesorado: éste se encuentra con una determinada el Real Decreto antes citado (MEC, 199 lb), hemos visto que
concepció n de una á rea en el marco de una etapa educati- el segundo nivel es el que corresponde a lo que allí se de-
va con características propias, la de la Educació n Secunda- nomina Proyecto Curricular de Etapa. El proyecto curricu-
ria Obligatoria. 2' De esa concepció n se derivan determina- lar, así entendido, es, en el mejor de los casos, un mero ins-
das prescripciones en forma de bloques de contenidos, trumento técnico que puede resolver de modo eficaz el
objetivos del á rea en la etapa y criterios de evaluació n. Ade- problema de la planificació n desde las disposiciones má s
má s, se le pide que, de modo cooperativo, adecue esas pres- ge- nerales sobre el currículo a la programació n de un curso
cripciones al alumnado concreto que tenga y a su contexto concreto. Su finalidad no es otra que la de que el profeso-
educativo y sociocultural. Nada se dice respecto al modo de rado de un centro adecue unas disposiciones má s generales
hacerlo y los instrumentos de planificació n que se citan y dé lugar a programaciones de aula coherentes con lo dis-
(proyecto curricular y programació n) no se describen con puesto en el currículo oficial. Esta forma de entender el pro-
detalle y son susceptibles, por ello, de interpretació n ppr yecto curricular responde a lo que Cascante (1989) denomi-
parte del profesorado. É ste debe, por lo tanto, y ateniéndo- na currículos entendidos como producto, en los que el papel
se a los mínimos impuestos por el marco legal, realizar una del profesorado es el de mero consumidor o adaptador de
tarea de planificació n de su prá ctica docente de manera dichos currículos. Con esa concepció n, el papel del profeso-
contextualizada. rado sigue siendo, como en otras épocas, el de quien aplica
Este trabajo de planificació n no es nuevo para una par-
de modo mecá nico o realiza matizaciones o pequeñ as adap-
te importante del profesorado. Los profesores y profesoras
taciones en propuestas didá cticas que han sido elaboradas
siempre han tenido que seleccionar y organizar contenidos,
por otros, al menos en los aspectos fundamentales. Le que-
establecer actividades de enseñ anza-aprendizaje, secuen-
da la posibilidad de «adecuar» (con las dificultades que
ciarlas y evaluar, en ocasiones de un modo má s mecá nico,
plantea adaptar algo que es preceptivo) esas disposiciones
seleccionando determinado libro de texto, o de otra forma,
má s generales al contexto escolar inmediato y a su aula con-
de un modo má s autó nomo, elaborando y construyendo sus
creta. En este marco, la programació n didá ctica propia-
propios programas. De una u otra manera, estos procesos
mente dicha pertenece a un nivel inferior a los anteriores
está n condicionados por las ideas o concepciones del profe-
niveles de decisió n (el del currículo y el del proyecto curri-
sorado respecto a la enseñ anza y el aprendizaje en general,
cular) y es una adaptació n individual, con un pequeñ o mar-
‘las relaciones entre escuela y sociedad, la propia
gen de maniobra, de decisiones sobre contenidos, objetivos,
concepció n de la funció n docente y la visió n o concepció n
métodos y criterios de evaluació n tomados por otros en
concreta del á rea específica y de su enseñ anza, porque,
esos niveles anteriores.
aunque parezca una perogrullada, conviene recordar, como
hace Nunan, que «aunque no sea inmediatamente evidente, Cabe, sin embargo, manejar otro concepto má s ambi-
todo lo que hacemos en la clase está basado en creencias cioso de lo que es un proyecto curricular. Se puede enten-
sobre la natu- raleza del lenguaje y sobre el aprendizaje de der éste, como lo hace entre otros Cascante (1989), no como
la lengua» (Nu- nan, 1989: 12). producto, sino como proceso. Con esta concepció n, el pro-
yecto curricular se entiende como un instrumento para
producir conocimiento en los alumnos, pero también en
21. A lo largo de toda la exposición tomaremos como referencia la el propio profesor sobre có mo se están produciendo los pro-
eta- pa de Educación Secundaria Obligatoria por ser ésta común a la cesos de enseñ anza, de modo que pueda modificar su prá c-
experien- cia de los actuales profesores y profesoras de EGB y de tica continuamente y modifique, incluso, el instrumento del
Enseiianza Secun- daria y por darse la circunstancia de ser, por una parte, que dispone. Ademá s, el proyecto curricular debe permitir
la última de la educación obligatoria y, por otra, por tratarse de una etapa
en la que ya cabe hacer un planteamiento específico o diferenciado en un la relació n entre pensamiento general, pensamiento educa-
área. cional y tecnologías adecuadas a las opciones que se tomen

66 67
en el propio desarrollo del proyecto. De este modo, el pro- ha discutido, con razón, la separación tradicional entre la
fesorado podrá ir avanzando en el dominio de los instru- definición de contenidos de la enseñanza, atribuida por con-
mentos de su trabajo y ejercerá un control de las relaciones vención a los diseñadores del currículo, y la definición de
entre la teoría y la prá ctica y entre los diversos momentos una metodología, reservada tradicionalmente a las progra-
de la planificació n y su prá ctica real de aula. maciones del profesorado. Y esta separación entre diseño
El proyecto curricular así entendido difiere, pues, sus- curricular y programaciones no es muy distinta a lo que po-
tancialmente de lo que en el Real Decreto (MEC, 1991b) se demos encontrar en el currículo actualmente vigente del Es-
denomina del mismo modo. Hablamos de proyecto curricu- tado español, con la distinción ya citada entre disposiciones
lar como instrumento de trabajo cooperativo de los profe- oficiales (MEC, 1991b) y programaciones de aula, que con-
sores, pero no para cumplir simplemente un requisito ad- cretan la metodología que se ha de emplear.
ministrativo, sino como un instrumento de aprendizaje y Conviene recordar aquí la aportación de Postman y
control sobre el propio trabajo, como un mecanismo de de- Weingertner: «El contenido realmente importante de cual-
sarrollo del currículo y como un recurso para la innovació n quier experiencia de aprendizaje es el método o proceso a
y la investigació n docente. Frente a la concepció n de Pro- través del cual el aprendizaje tiene lugar (...); lo que impor-
yecto Curricular que aparecía en el Real Decreto, en el que, ta no es lo que cuentas a la gente; es lo que tú les obligas a
so capa de respeto a la autonomía de los centros, se poten- hacer» (citados por Breen, 1987a). La tendencia, pues, al ha-
ciaba el simple papel adaptador o «consumidor» de pro- blar de planificación es entender que ésta afecta tanto a los
puestas administrativas del profesorado, surge el término objetivos como a los contenidos, la metodología y la eva-
homó nimo entendido como un instrumento de aprendizaje luación de los programas. El diseño de programas debe ser,
y desarrollo e innovació n curricular, pero también como un por tanto, parte integrante del desarrollo de un currículo de
instrumento de planificació n de la prá ctica diaria que per- lengua.
mite establecer relaciones entre esa prá ctica y los funda- En el trabajo de planificación didáctica, entendido ya
mentos teó ricos, explícitos o implícitos, de la misma. Del como un instrumento de reflexió n sobre su propia
mismo modo, frente a la programació n individual, entendi- prá ctica del profesorado, cabe distinguir tres momentos o
da como ú ltimo «nivel de concreció n» de un diseñ o curri- niveles re- lacionados entre sí, de acuerdo con lo sugerido
cular en vertical, surge la idea de programació n como ele- por Cascan- te (1989): un primer nivel corresponde a la
mento de planificació n má s pró ximo a la acció n prá ctica, definición de un método general, en el que, partiendo de los
pero íntimamente ligada a las decisiones teó ricas y a las fines que se asu- men para la enseñanza del área y de una
concepciones, conocimientos, fuentes utilizadas u opiniones concepción gene- ral de la misma —de carácter, por tanto,
de un colectivo de profesores y profesoras que pretenden pedagógico-, se toman decisiones a la luz de las distintas
romper esa diná mica de simple consumidores semiincons- fuentes (sociolin- güísticas, psicolingüísticas, disciplinares y
cientes de programas o currículos elaborados por expertos psicopedagógi- cas) en relación con un modelo didáctico
ajenos a esas concepciones u opiniones y al contexto con- descriptivo de los procesos de enseñanza y aprendizaje. El
creto de la enseñ anza. Con esta visió n, ademá s, la progra- segundo nivel co- rresponde a la planificación estricta de la
mació n no consiste ú nicamente en adaptar, con estrecho práctica, en el que, de acuerdo con el método previamente
margen de maniobra, decisiones sobre contenidos, objetivos diseñado, se to- man decisiones sobre la estructura general
o evaluació n tomados en un nivel anterior de planificació n. de las lecciones o unidades didácticas que, organizadas en
La concepció n que defendernos es la de la programació n secuencias de aprendizaje, darán lugar a las distintas
como un nivel má s pró ximo a la prá ctica, pero equivalente programaciones del curso, ciclo o etapa de que se trate.
en importancia a las decisiones má s generales o má s teó ri- Finalmente, el tercer ni- vel supone la previsión de los
cas, pues, como veremos, se da entre esos dos niveles una mecanismos de seguimiento y evaluación del propio
dependencia recíproca y una estrecha relació n. Ademá s, se proyecto didáctico, que deben permi- tir establecer
relaciones entre el método, las programacio-
68
69
nes y los resultados de la prá ctica diaria, de modo que sea los usos comunicativos, verbales y no verbales, contextuali-
siempre posible una revisió n de cualquiera de estos instru- zados.
mentos —o de todos ellos— en funció n de ese aná lisis de Conviene, pues, antes de seguir adelante, señ alar cuá les
sus relaciones. Un planteamiento semejante encontramos son las características del enfoque que asumimos como
en Candlin (1987) cuando plantea la existencia de una nuestro, puesto que de esa definició n dependerá en buena
relació n dialéctica entre dos niveles tradicionalmente medida el tipo de decisiones que tomemos en los diversos
separados: las directrices del currículo y el diseñ o de niveles de planificació n. Breen (1987a) realiza un análisis de
programas, que para este autor está n íntimamente ligados a la evolució n de las tendencias en el diseñ o de programas de
través de la evalua- ció n de proyectos didá cticos o lenguas, en el que alude a un tipo de programas de apren-
programas. dizaje, denominados [ormales o nocionales, que correspon-
den a la década de los sesenta y se asocian a una concep-
ció n de la lengua y de su enseñ anza de tipo formal, centrada
3.3. La planificación didáctica de la lengua
en el conocimiento del sistema lingü ístico. En los añ os se-
tenta la influencia de la filosofía del lenguaje a través de la
Pretendemos presentar a’ rengló n seguido algunas suge-
teoría de los actos de habla, junto con una interpretació n
rencias para la planificació n didá ctica que resulten cohe-
restringida del concepto de competencia comunicativa, da
rentes con el enfoque de tipo comunicativo que adoptá ba-
lugar a los programas de tipo funcional, que hacen hincapié
mos en las primeras pá ginas de este libro, con la pretensió n
en un repertorio de ejecuciones comunicativas, interpretan-
pedagó gica de desarrollar la competencia comunicativa del
do el componente comunicativo de la propuesta de Hymes
alumnado. A nuestro entender es fundamental respetar la
y Gumperz en términos de exponentes lingü ísticos de las
coherencia entre las decisiones que se toman en los diver-
funciones sociales del lenguaje. Siempre segú n Breen, a me-
sos niveles de planificació n, la expresió n de los fines gene-
diados de los ochenta se empiezan a manifestar los sínto-
rales del á rea y el enfoque general que hayamos adoptado
mas de la aparició n de un nuevo paradigma en el diseñ o de
para su enseñ anza.
programas de lenguas. Este paradigma, que ya puede lla-
Como señ ala Vila (1989), la pretensió n de desarrollar un
marse comoiticniiro en sentido estricto, se caracteriza por
enfoque comunicativo para la enseñ anza del la lengua re-
los siguientes rasgos: centran su interés en el desarrollo de
quiere no quedarse en la mera etiqueta, pues bajo la deno-
la competencia comunicativa del aprendiz, ponen el énfasis
minació n de «enfoques comunicativo-funcionales» se
en ló s procedimientos má s que en el producto, integran el
escon- den propuestas muy diversas y hasta
conocimiento formal del lenguaje y el instrumental y adop-
contradictorias. En el mismo sentido afirma Nunan'2 que
tan una perspectiva cognitiva. Estas señ as de identidad, jun-
«hay algo erró neo en ha- blar de enfoque comunicativo
to con los fines señ alados, constituyen las líneas bá sicas
cuando se trata de un conjun- to de enfoques, cada uno de
sobre las que desarrollaremos nuestra propuesta de planifi-
los cuales"se proclama comu- nicativo (¡es difícil encontrar
cació n para la enseñ anza de la lengua.
enfoques que afirmen no ser comunicativos!)» (Nunan,
1989: 12). Si á doptamos esa vi- sió n para la enseñ anza de Aun a riesgo de ser reiterativos, y antes de entrar plena-
nuestra á rea, junto con unos fi- nes generales como los mente en la propuesta de planificació n, queremos volver a
expuestos má s arriba, las decisiones que tomemos en cada formular la finalidad esencial de la enseñ anza de la lengua
nivel de planificació n deberá n respe- tar el principio en los niveles no universitarios: desarrollar la competencia
general de coherencia al que nos referíamos. Y esa comunicativa de los alumnos y de las alumnas, entendida,
coherencia debe manifestarse, entre otras cosas, en la tal y como señ alá bamos al comienzo de este libro, como el
selecció n de fuentes lingü ístico-literarias que puedan conjunto de procesos y conocimientos de diverso signo
aportar procedimientos, contenidos o apreciaciones sobre —lingü ísticos, sociolingü ísticos, estratégicos y discursivos
— que el hablante deberá poner en juego para producir o
22. La traducció n, como en todas las citas de Nunao, es nuestra. com-

70 71
prender discursos adecuados a la situació n, al contexto de El tercer y ú ltimo nivel del proyecto curricular es el co-
comunicació n y al grado de formalizació n requerido. rrespondiente al șeguimiento y evaluació n del proyecto y a
la posibilidad de comenzar verdaderos procesos de investi-
gació n en el aula. Este ú ltimo nivel es el que determina la
3.3.1. Los elementos de la planificación validez del proyecto curricular como instrumento de rela-
ció n entre la teoría y la prá ctica. El seguimiento de los pro-
Indicá bamos antes tres niveles o tres momentos (puesto cesos, mediante los instrumentos adecuados, permitirá
que no tienen un cará cter jerá rquico o, sobre todo, pertene- revi- sar la validez de las decisiones tomadas en el método,
cen al mismo nivel de decisió n: el del colectivo de profeso- la viabilidad del diseñ o del programa de enseñ anza (marco
res que desarrolla conjuntamente un proyecto curricular ge- neral de programació n de unidades didá cticas) que
en- tendido como proceso). hemos adoptado y la adecuació n de las programaciones a
El primer nivel (el de la estrategia, en palabras de Cas- las que esos niveles hayan dado lugar.
cante [1989)) es el del método: se entiende por ta1 el resul- Si intentamos representar grá ficamente los distintos ele-
tado de tomar decisiones sobre los distintos elementos y mentos de la planificació n y las fuentes de decisió n a las que
sub- elementos de un modelo didáctico descriptivo de los podemos acudir, tendremos el siguiente esquema:
procesos de enseñ anza y aprendizaje. Tales decisiones de-
ben responder a una integració n coherente de las diversas
aportaciones de las diferentes fuentes a las que podemos
re- currir (pedagó gicas, socioló gicas, psicoló gicas y
epistemoló - gicas o disciplinares). El conjunto de decisiones
tomadas en este apartado configuran un primer nivel de
organizació n general de un á rea: a1 elaborar el método
decidimos sobre aspectos tales como la concepció n de los
objetivos y su se- lecció n, la organizació n y secuencia de
contenidos, los tipos de actividad, su organizació n
secuenciada y su relació n con la evaluació n... En otras
palabras, establecemos simultá nea- mente el marco general
de la enseñ anza del á rea en una eta- pa y los principios de
actuación que nos permitirá n poste- riorìnente diseñ ar y
evaluar la planificació n má s detallada del trabajo en el aula.
El segundo nivel es el má s pró ximo a la planificació n de
la prá ctica diaria en el aula. En el diseñ o del programa de
enseñ anza se incluirá tanto la estructura general de una
uni- dad didá ctica como la explicació n del proceso seguido
por el profesorado para elaborar dicha unidad. Huelga decir
que debe darse necesariamente un alto grado de coherencia
en- tre lo que hayamos acordado en el método y las
decisiones que tomemos en el nivel de la organizació n de la
unidad di- dá ctica. En este nivel se toman las ú ltimas
decisiones sobre la planificació n de la prá ctica que dará n
lugar a la elabora- ció n de unidades didá cticas y, mediante
la articulació n de éstas, a plasmar de modo detallado una
programació n.
73
72
Veamos ahora con más detalle cada uno de estos ele-
mentos en la planificación de la enseñanza de nuestra área.
Fuentes psicopeda-
gogicas

3.3.1.1. La selección de un modelo didáctico

Al definir el método como el primer componente del


proyecto curricular decíamos que por método se entiende el
resultado de la toma de decisiones en el marco de un mo-
delo didáctico y a la luz de las distintas fuentes curriculares.
Debemos entonces delimitar qué se entiende por modelo di-
dáctico y qué opción u opciones tomamos entre los varios
MODELO DIDÁCTICO modelos que citan los diversos autores.
Por modelo didáctico se entiende un modelo descriptivo
de los elementos que intervienen en un proceso de ense-
ñanza y aprendizaje. Según Gimeno Sacristán (1981), un
modelo didáctico debe reunir dos características: ser ornrii-
comprensivo (es decir, incluir todos los aspectos relevantes
de los procesos de enseíianza y/o aprendizaje) y ser sistémi-
co (o sea, que sus elementos estén interrelacionados). Son
Método para la enseñanza de Lengua y
muchos los modelos didácticos que ofrecen diversos autores
Literatura y que cumplen las dos características exigidas por Gimeno
(1981). Éste establece un modelo con seis elementos (obje-
tivos, contenidos, relaciones de comunicación, organiza-
ción, medios técnicos y evaluación), cada uno de los cuales
se subdivide a su vez en varias dimensiones, que son los as-
Seguimiento y
Concepciones sobre pectos relevantes de cada uno de ellos, con respecto a los
evaluación del
la programación en
proyecto
cuales se deberán tomar decisiones. Un modelo semejante,
enseñanza de pero más sirpplificado, es el que ofrece V. Benedito (1987),
lenguas en el que los cuatro elementos principales (objetivos, conte-
nidos, evaluación y medios) se organizan en torno a un
quinto elemento, que es central, y que él denomina «vida del
aula».
En todo caso, como señala Arrieta (1989: 48), «los dife-
rentes modelos didácticos resaltan el papel de ciertos ele-
mentos sobre los restantes en función de las concepciones
educativas y curriculares de las que parten». El mismo au-
Diseño del tor señala que «como las decisiones relativas a las fuentes y
programa de
enseñanza
a los elementos de la enseñanza dependen de valores y su-
puestos siempre susceptibles de deliberación (...), no existe,
ni puede existir, un modelo de diseño y desarrollo curricu-
Figura 2 lar superior en eficacia, rigor y/o nivel de cientificidad a

74 75
otro» (1989: 47). Partiendo de esta consideració n, aíiadiría-
3.3.1.2. La definición de un método para la enseñanza de
mos otra característica a las dos que exigía Gimeno (1981)
la lengua
para un modelo didá ctico: que, ademá s de omnicomprensivo
y sistémico, sea manejable, en el sentido de que su tamañ o Antes de entrar en la discusión sobre el tipo de decisio-
permita una planificació n de la prá ctica que no resulte engo- nes que cabe tomar en un modelo didáctico como el que se
rrosa para el profesorado. Ello será posible si el profesorado
representa en la figura 3, conviene señalar qué alcance y qué
puede manejar un nú mero no demasiado elevado de varia- sentido tiene una propuesta de método en un libro de estas
bles, de modo que el trabajo de planificació n no consuma un características. No es éste un libro de didàctica del lengua-
esfuerzo desmesurado y permita avanzar, efectivamente, en el je, entre otras cosas porque, como plantean Gil y Gené
control de los procesos de enseñ anza-aprendizaje. (1987), las didácticas específicas están aún por construir y
De acuerdo con las consideraciones anteriores, optamos lo que cabe hacer es entenderlas como «dominios específi-
por un modelo didá ctico simplificado, como el que ofrece cos de investigación y docencia». Nuestra pretensión es más
Rozada (1991) para la enseñ anza de las Ciencias Sociales. modesta: dar cuenta de la evolución reciente de las ciencias
Este modelo contempla ú nicamente tres elementos: finali- del lenguaje señalando su relación con el concepto central
dades (objetivos), contenidos y actividades de enseñ anza-
de competencia comunicativa y procurando establecer algu-
aprendizaje. Con este modelo no quedan fuera otros ele-
mentos como los contemplados por Gimeno, puesto que, nas conclusiones válidas para construir propuestas didácti-
por ejemplo, a la hora de decidir sobre tipos o secuencias cas coherentes con el fin de desarrollar en los alumnos y
alumnas esa competencia comunicativa. No pretendemos,
d6 actividades habrá que hacer referencia necesariamente a
por tanto, definir un método de validez general para la en-
cuestiones como los modos de relació n, los medios técnicos
señanza de la lengua y de la literatura en cualquier nivel,
que se han de utilizar o la relació n entre las actividades y la
evaluació n. El modelo, ya adaptado al á rea de lengua y lite- sino ilustrar posibles soluciones a los problemas de la pla-
nificación didáctica desde la perspectiva de la adopción de
ratura, tendría estos elementos y dimensiones:
un enfoque comunicativo para la enseñanza de la lengua
materna. Entiéndase, pues, lo que sigue como una tentativa
de establecer un método, seguramente entre otros posibles
ELEMENTOS Y DIMENSIONES DEL MODELO DIDÁCTICO o alternativos, como una de las etapas o momentos en el tra-
Objetivos Actividades bajo de planificación didáctica que tienen que realizar todos
los profesores y profesoras
En el epígrafe anterior de nuestra optado
habíamos área. por un modelo
— Concepció n de los — Tipos de contenidos. — Tipos de didáctico simplificado de tres elementos: finalidades u obje-
actividades. objetivos. — Selecció n de conte- tivos, contenidos y actividades. Decíamos allí que tal mode-
nidos. — Organizació n y se-
— Secuencia de conte- cuencia de lo suponía una elección, entre otras posibles, de los ele-
activi- nidos. dades. mentos que. nos parecían relevantes a la hora de tomar
— Los objetivos decisiones sobre la planificación didáctica. Y
comunicativos en jUStificábamoS esa elección por la necesidad de contar con
la enseñ anza un modelo ex- plicativo suficiente y a la vez que fuese
de la lengua. asequible para el profesorado, de modo que la deliberación
— Relaciones entre con- — Actividades, segui- sobre los elemen- tos del modelo no consumiera un esfuerzo
tenidos y evaluació n. miento y evaluació n. excesivo y supu- siera una complicación técnica
insuperable. Si pretendemos
que todo el profesorado pueda acceder a esa manera de tra-
bajar, elaborando y desarrollando un proyecto curricular
Figura 3 propio, habrá que recurrir a modelos que eviten caer en un
76 77
nuevo tecnicismo de programació n compleja y abstrusa. En
Concepción de los objetivos
todo caso, queda dicho que ese modelo no desconoce la re-
levancia de otras decisiones como las relativas a organiza-
A quienes nos hemos formado didá cticamente en la tra-
ció n, medios técnicos o relaciones de comunicació n. Sim-
dició n de la tecnología educativa que arranca del conduc-
plemente, esas decisiones corresponden a un nivel
tismo en cuanto a sus bases psicoló gicas y que se inscribe en
diferente
la perspectiva técnica del currículo en cuanto a su ca-
—el del diseñ o del programa de enseñ anza— y está n de al-
racterizació n en el campo de la teoría curricular (Kemmis,
gú n modo subordinadas a las elecciones que se hagan al
1986; Rozada, 1989), nos han dicho en muchas ocasiones
configurar el método.
que los objetivos eran especificació n de las metas a las que
Veamos ahora, pues, qué decisiones cabría tomar en debía llegar el aprendizaje del alumnado. Aprendíamos,
cada uno de esos tres elementos para configurar ese primer ade- má s, una compleja tipología de objetivos que distinguía
nivel de la estrategia en el que las fuentes que se reflejan di- versos niveles jerarquizados, segú n su lugar en el
en la figura 2 se ponen en relació n con el modelo didá cti- proceso de planificació n y su relació n má s o menos directa
co de la figura 3. Veremos sucesivamente cada uno de los i con las ta- reas de evaluació n de los alumnos. En esa misma
tres elementos y discutiremos tanto las dimensiones o tradició n de corte tecnicista las decisiones sobre objetivos
aspectos particulares sobre los que habría que’ tomar de- generales correspondían a los planificadores del currículo
cisiones como las opciones concretas que, a la luz de las mientras los profesores y profesoras se ocupaban de
fuentes y de los fines que perseguimos con la enseñ anza delimitar el con- tenido de los objetivos de menor rango. En
de la lengua, podremos tomar en cada una de esas dimen- cuanto a su for- mulació n, por la base psicoló gica que tenían
siones. como referen- cia má s o menos remota, se redactaban en
términos de conductas observables que se esperaban como
consecuencia del aprendizaje. Ello suponía una estrechísima
Objetivos relació n con las tareas de evaluació n de los alumnos, puesto
que la ade- cuació n o no de las conductas a lo deseable era
A los objetivos corresponde convencionalmente en la un criterio preferente de evaluació n. Este lugar privilegiado
planificació n la misió n de establecer los fines o metas que de los ob- jetivos en el proceso de planificació n dio lugar a
se persiguen con un proceso de actuació n determinado. Lo un tipo de enseñ anza —la denominada «pedagogía por
mismo ocurre cuando el proceso de acció n que se planifica objetivos»— en la que la consecució n de aprendizajes
es el de enseñ anza y aprendizaje, en este caso de la lengua. concretos, predeter- minados con exactitud, condicionaba el
Al hablar de objetivos para Enseñ ar lengua en la educa- proceso de planifi- cació n didá ctica en sí mismo y las
ció n secundaria (o en cualquier otra etapa educativa) con- decisiones que se pudie- ran tomar en relació n con otros
viene reflexionar, al menos, sobre dos aspectos: por una elementos. Huelga decir que el papel del profesorado en esa
par- te, qué papel atribuimos a los objetivos o finalidades en tradició n tecnicista era, en teoría, el de un simple
el proceso de planificació n didá ctica, de qué naturaleza son reproductor de métodos de plani- ficació n y de enseñ anza
y qué relació n tienen con el desarrollo y, sobre todo, con la ideados y diseñ ados por otros, y so- bre los cuales se le
valoració n del proceso de enseñ anza y aprendizaje; por instruía en los cursos de capacitació n o aptitud
otra, qué tipos de objetivos podremos formular para una pedagó gica.2’
ense- ñ anza de la lengua que asume como referencia el
El lugar que ocupan hoy los objetivos en los nuevos cu-
enfoque comunicativo que caracterizá bamos
rrículos (MEC, 199 la, 1991b y 1992a) que han entrado en
anteriormente. Esta- mos, por tanto, ante dos dimensiones o
dos campos de de- cisió n en relació n con los objetivos: la
concepció n misma que de ellos tenemos y la selecció n de 23. Para una caracterización de las implicaciones que tienen las pro-
puestas o perspectivas técnicas sobre el currículo se pueden ver las obras
objetivos comunica- de Kemmis ( 1986) y de Gimeno Sacristán (1982).
tivos para la enseñ anza de nuestra á rea.
79
78
vigor como desarrollo de la LOGSE es bastante diferente. Por otra parte, hay que considerar el tipo de fines que se
Por parte de los planificadores del currículo se establecen desprenden de la adopción de un enfoque comunicativo
los objetivos generales de cada una de las etapas, que se para la enseñanza de la‘1engua. Ya hemos dicho que el más
concretan para cada área curricular en unos objetivos gene- general es e1 de desarrollar la competencia comunicativa de
rales de área. Unos y otros están formulados en términos de cada alumno y alumna, de modo que sean capaces de in-
capacidądes que el alumnado debe alcanzar como conse- terpretar y producir discursos adecuados a las distintas si-
cuencia de los aprendizajes realizados en la etapa corres- tuaciones y contextos de comunicación y con un grado di-
pondiente. Además, se indica que los öbjetivos deben ser verso de planificación y formalización en función de cada
contextualizados o adecuados a las circunstanci s concretas situación comunicativa. Una finalidad de este tipo es difí-
del centro y del alumnado de cada aula O nivel. Dejando cilmente diseccionable en finalidades parciales, a măs corto
aparte las dificultades realer que plantea la adaptación de plazo o con un mayor grado de concreción. El aprendizaje
objetivos que, ademãs, son prescriptivos, sí es cierto que se de las destrezas discursivas es un proceso que arranca de la
reconoce al profesorado de un centro la posibilidad de competencia ya adquirida por el alumno o la alumna y an-
«reinterpretar» esos fines. menta progresivamente su grado de complejidad, formali-
Haciendo uso de esa posibilidad de reinterpretar los zación o necesidad de planificación de las diversas manifes-
objetivos, podemos recurrir a las abundantes críticas que, taciones discursivas a medida que se plantean nuevas
tanto desde la perspectiva práctica del currículo como necesidades de comunicación derivadas de situaciones o
des- de la denominada «crítica», se hän apuntado sobre contextos también nuevos. Los propios documentos minis-
las con- secuencias de conceder a los objetivos un papel teriales hablan del carácter «cíclico» o «en espiral» que de-
predomi- nante en la planificación. Una línea de ben tener esos aprendizajes, remitiendo así a la idea de un
argumentación común en esas críticas es que los procesos proceso único sucesivamente más complejo. Ese proceso de
de enseñanza y aprendizaje, por pertenecer a1 amplio aprendizaje se puede, sin duda, planificar, puesto que se
campo de la activi- dad humana, están afectados por un • debe ordenar el acceso a las estrategias, recursos y procedi-
alto grado de impre- dictibilidad o incertidumbre, puesto mientos discursivos que sean necesarios en cada caso, pero
que en multitud de ocasiones se producen efectos no esa planifićacìón no debe hacerse, a nuestro entender, en el
buscados y no se logran los fines que expresamente se nivel de delimitación de unos objetivos generales, sino en
buscaban. Además, y a pe- sar del refinamiento de las más otras dimensiones del método (como la secuencia de conte-
recientes teorías sobre el aprendizaje, el campo de la nidos o el‘ tipo y secuencia de los aprendizajes) o en el di-
psicología sigue sin propor- cionar un conocimiento seño del programa de enseñanza. En este último nivel sí
científico sólido e incontrovertible sobre cómo se produce sera posible, como veremos, establecer fines concretos para
ese fenómeno que denominamos cada unidad de aprendizaje, en términos de las capacidades
«aprender». que debe lograr cada alumno y alumna para desempeñar co-
Por las razones expuestas, preferimos concebir los obje- rrectamente la tarea que se le presenta.
tivos al modo en que lo hace Rozada (1991) al definir un Insistimos, pues, en que para nosotros la expresión de
método para la enseñanza de las Ciencias Sociales, es decir, los objetivos no tiene más sentido que la plasmación de los
como una explicitación de los fines mãs generales que se fines que persiguen los profesores y profesoras que elaboran
persiguen con la planificación didáctica o como una mani- y desarrollan un proyecto curricular y en este nivel apenas
festación de las intenciones genéricas del profesor o colecti- cabe otra cosa que señalar como hnes los que se despren-
vo de profesores que realizan esa planihcación, pero te- den del que hemos citado como fin mäs general: el desa-
niendo en cuenta que sobre esos fines no se tiene más rrollo de las capacidades de expresión y comprensión de
certeza «que la suposición de que ciertos contenidos y acti- mensajes producidos en situaciones y contextos diversos y
vidades de enseñanza pueden favorecer la consecución de la capacitación simultánea para la reflexión sobre esos men-
tales intenciones» (Rozada, 1991).
81
80
sajes y sobre los procedimientos discursivos que los con-
forman. Para desa ollar esas competencias que constituyen con-
juntamente lo que denominamos «competencia comunicati-
va», el hablante/oyentedector/escritor tendrá que desarro-
Los objetivos comunicativos en la enseñ anza de la lengua llar, entre otras capacidades, las de reconocer los elementos
característicos de la situació n de comunicació n y del con-
Partiendo de las consideraciones que hemos hecho en el texto en que ésta se desarrolla. Deberá también conocer, re-
pá rrafo anterior sobre la naturaleza y el modo de entender conocer y ser capaz de utilizar registros y estilñ s diversos,
los objetivos, trataremos, al discutir esta dimensió n del mé- que configuran tipologías específicas del discurso oral, es-
todo, de identificar qué tipo de objetivos o finalidades son crito e iconográ fico. Ello requiere un co_nocimiento textual
los má s acordes con unos fines genéricos como los que he- o lingü ístico, pero también sociocultural y pragmá tico,
mos expuesto reiteradamente y con el enfoque que hemos puesto que, como señ ala Breen (1987a), las capacidades de
asumido para la enseñ anza de nuestra á rea. interpretar y expresar significados residen en la capacidad
Si aceptamos la convenció n de definir los objetivos en bá sica de negociar el significado, tanto a nivel pú blico o in-
términos de capacidades, tendremos que delimitar cuá les terpersonal como a nivel intrapersonal. De las fuentes disci-
son las que debemos desarrollar en el alumnado para poder plinares podemos, pues, derivar algunas capacidades que
incrementar, en los términos descritos, su competencia co- dará n pie a formular objetivos comunicativos coherentes
municativa. Para ello deberíamos recurrir a las distintas con el enfoque adoptado.
fuentes que ponemos en juego al definir el método: las psi- La fuente psicoló gica, por su parte, nos ofrece la inter-
colingü ísticas, las socioló gicas y sociolingü ísticas y las en- pretació n de Vygotsky (1979) sobre el lenguaje como ins-
tendidas en un sentido estricto como disciplinares. trumento de mediació n semió tica de los procesos psicoló gi-
Un buen punto de partida puede ser el aná lisis que rea- cos superiores, con él énfasis en el origen social de esos
liza Hymes (1984) de las competencias o subcompetencias procesos y mecanismos semió ticos y en las funciones intra
que se integran en el concepto de competencia comunicati- e interpersonales de dichos procesos. De estas aportaciones
va: las denominadas lingü ística (que se refiere al conoci- surgen otro conjunto de capacidades, muy pró ximas, sin
miento del sistema de la lengua), sociolingü ística (que pro- embargo, a las citadas en el pá rrafo anterior y que hacen re-
porciona mecanismos de adecuació n a lá situació n y el ferencia a la capacidad de usar la lengua como instrumen-
contexto), discursiva (que rige la coherencia y cohesió n de to de las relaciones personales, como recurso para la cons-
los diversos tipos de discurso) y estratégica (que regula la trucció n del propio pensamiento, como mecanismo de
interacció n y permite reparar o contrarrestar las dificulta- conocimiento e interpretació n de la realidad extralingü ísti-
des o rupturas en la comunicació n). Este conjunto de com- ca y como instrumento de mediació n e intercambio social.
petencias o de saberes, referidos tanto al saber como a1 sa- Por ú ltimo, las fuentes socioló gica y sociolingü ística nos
ber hacer, no está n muy lejos de los tres tipÓ s de cono- permiten volver a insistir en la necesidad de la «desaliena-
cimiento que cita Breen (1987a [1990: 10]), cuando, al ha- ció n expresiva» de los hablantes de una lengua y de desa-
blar de los retos del diseñ ador de programas que pretende rrollar, por tanto, las capacidades de producció n e interpre-
moverse en el nuevo paradigma, dice que éste «no só lo ne- tació n de discursos adecuados a la diversidad de
cesita reinterpretar diversas descripciones del situaciones y contextos, asociada a la capacidad de
conocimiento del lenguaje —lingü ístico, sociolingü ístico y reconocer el valor y el origen y funciones sociales de las
pragmá tico- en funció n de un plan pedagó gico, sino que prá cticas discursivas so- cialmente clasificadoras o
también está obligado a representar las capacidades que diferenciadoras (Bourdieu, 1982). Antes de terminar con
subyacen al co- nocimiento y no simplemente los resultados este apartado dedicado a los ob- jetivos, quizá convenga
superficiales que se derivan de ellos». incluir un juicio sobre los que apa- recen en las
disposiciones oficiales sobre nuestra á rea. Como hemos
82 comentado en otro lugar (Lomas y Osoro,

83
1991), este nivel de formulació n de objetivos es en el que el
pos distintos de contenidos: en primer lugar, los hechos,
currículo oficial resulta má s coherente con su declaració n
principios y conceptos; en segundo lugar, los procedimien-
preliminar de adopció n de un enfoque comunicativo. Por
tos; por ú ltimo, las actitudes, los valores y las normas. Esta
ello, no es fá cil discrepar con los que allí se plantean. En
distinció n supone la superació n de la identificació n tradi-
todo caso, esa coherencia con el enfoque adoptado también
cional entre contenidos y conceptos y el reconocimiento de
por nosotros permitirá que la tarea de «adecuació n» de los
que en el aprendizaje no só lo es importante el saber, sino
objetivos oficiales al contexto escolar concreto se haga con
también el saber hacer y los aspectos relativos a los valores,
referencia a las capacidades que hemos ido señ alando en
individuales y sociales, asociados a esos saberes o a deter-
esta dimensió n.
minados hechos.
En el caso de la enseñ anza de la lengua ya hemos dicho
° que el desarrollo de la competencia comunicativa precisa
Contenidos
tanto del conocimiento lingü ístico y literario como del do-
minio de determinados procedimientos discursivos, así
La selecció n y organizació n de los contenidos constitu-
como del conocimiento sociolingü ístico, asociado a la refle-
ye, con independencia de los enfoques adoptados para ello,
xió n sobre las normas y las actitudes necesaria para ser
un elemento de importancia decisiva en la planificació n di-
competente en términos de adecuació n.
dá ctica. Se trata de dilucidar qué tipo de saberes es desea- ble
Podría decirse que, de acuerdo con el concepto de com-
que adquieran los alumnos y có mo organizar esos sabe- res
petencia comunicativa que hemos incorporado a los fines
para favorecer su aprendizaje. Por otra parte, el con- junto de
de
saberes de cualquier á rea de conocimiento es de- masiado
la enseñ anza del á rea, hay dos macrocontenidos que defini-
vasto para quedar recogido en el currfculo escolar. Ni siquiera
rían el campo de actuació n didá ctica: los usos comunicati-
el conjunto de contenidos que aparecen en las disposiciones
vos, diversos en complejidad, formalizació n, planificació n y
oficiales son, muchas veces, desarrollados en su totalidad.
condiciones de situació n, y la reflexió n sistemá tica sobre
Por ello, el profesor o colectivo de profesores que planifica la
esos usos. Los tipos de contenidos asociables al primer blo-
actividad de enseñ ar y aprender debe pro- ceder, ademá s, a
que son, principalmente, los procedimientos, que en nues-
seleccionar, de entre ese conjunto de sa- beres, aquellos que
tro caso deberá n entenderse como competencia en el uso
mejor se adecuan a los fines que se per- siguen y a la situació n
de la diversa tipología de discursos orales, escritos e
de los alumnos y de las alumnas con que trabaja. Finalmente,
iconográ - ficos y de las convenciones socioculturales y
habrá que reflexionar sobre las re- laciones que conviene (o
reglas de tipo pragmá tico en la producció n y recepció n de
no) establecer entre los contenidos y la evaluació n.
tales discursos. La reflexió n sobre la lengua y. la
Trataremos, entonces, sobre cuatro dimensiones: las de- comunicació n, por su par- te, remite fundamentalmente a
cisiones sobre los tipos de contenidos que debemos seleccio- los principios, los conceptos y los valores y las normas, en
nar, las fuentes para la selecció n de esos contenidos, los cri- tanto que recursos para for- malizar el conocimiento que es
terios para organizar la secuencia de esos contenidos y, por producto de esa reflexió n y para emitir juicios consistentes
ú ltimo, la ya citada relació n entre contenido y evaluació n. sobre las producciones con- cretas, verbales o no verbales,
orales o escritas, literarias o no literarias, planificadas o
espontá neas.
Decisiones sobre los tipos de contenidos Los tres tipos de contenidos citados tienen, para noso-
tros, la misma relevancia, pues só lo de la asociació n entre
Una de las características má s novedosas del nuevo conocimientos y destrezas mú ltiples puede surgir la capaci-
mar- co curricular es la distinció n que se establece entre dad para ser competentes en la comunicació n. Sin embar-
tres ti- go, como veremos al hablar de otras dimensiones de los
contenidos, mientras en otros campos del saber los conte-
84 nidos conceptuales o factuales ocupan una posició n de re-

85
levancia, por razones epistemológicas, en nuestro campo, ejemplo, aquellos elementos definidores de la situación con-
entendido al modo en que aquí lo hacemos, esa primacía co- versacional que parezcan relevantes de acuerdo con los fi-
rrespondería, al hablar de criterios"para organizar los pro- nes y el enfoque adoptado. Habrá, por tanto, que decidir
cesos de aprendizaje, a los procedimientos. Además, en qué contenidos, de todos los referidos en potencia a cada
nuestra área se dan peculiaridades que incitan a matizar la uno de los bloques, son relevantes para nuestros fines y
pretensión de establecer métodos o principios «universales» nuestro enfoque.
para el aprendizaje. Porque el conocimiento requerido para Además de esta primera selección de contenidos, habrá
ser correcto, adecuado y coherente en la comunicación re- que proceder a otra de distinto rango. Nos referimos a la ne-
quiere poner en juego no sólo conceptos, principios, valores cesidad de organizar jerárquicamente los contenidos, en
y procedimientos directamente relacionables con la lengua cuanto que habrá algunos más amplios o integradores o que
y su uso, sino también estrategias, normas y reglas de ori- sean de mayor relevancia según la concepción de la ense-
gen sociocultural que regulan multitud de aspectos de la co- ñanza de la lengua que defendamos.
municación como los turnos de conversación, la cortesía, Tanto para una como para otra tarea, el profesorado ten-
los aspectos proxémicos o las presuposiciones e implicatu- drá que contar con criterios y fuentes de decisión que le per-
ras conversacionales. Si bien muchos de estos aspectos se mitan realizar esa selección. Esos criterios deberán venir
aprenden en situaciones sociales, fuera del aula, sí es cierto dados por el conjunto de fuentes que mencionábamos ante-
que son, al menos, contenidos para las actividades de refle- riormente.‘ Al hacerlo, planteábamos que la principal eran
xión, si queremos llevar hasta sus últimas consecuencias el los fines que perseguíamos con la enseñanza de la lengua, y
tomar la comunicación como eje o foco del aprendizaje en de acuerdo con estos fines habíamos definido, en la dimen-
nuestra área. sión anterior, dos grandes tipos de contenidos: los referidos
al uso de la lengua y los relativos a la reflexión sobre el uso.
En el sentido señalado, usar la lengua en relación con
Fuentes para la selección de contenidos distintas situaciones y contextos supone actualizar en cada
caso competencias discursivas específicas. La competencia
Puede parecer extraño introducir esta dimensión al tra- disciirsiva requiere la capacidad de codificar o decodificar
tar sobre los contenidos cuando éstos vienen ya fijados, de mensajes atendiendo a .las finalidades de la comunicación,
modo prescriptivo, por los decretos que establecen el cu- la situación comunicativa que se presenta ante el hablan-
rrículo del área (MEC, 1991a, 1991b y 1992a). Sin embargo, te/oyente/lector/escritor, las condiciones impuestas por los
la formulación que tienen esos contenidos en los decretos contextos lingüístico y extralingüístico, las disponibilidades
citados es, en la mayoría de las ocasiones, muy genérica. Por del código expresivo que se utiliza y los valores pragmáticos
poner un ejemplo (MEC, 199 lb), en el primer bloque implicados en cada uno de esos niveles. La interrelación de
(«Usos y formas de la comunicación oral»), aparecen, en el todas esas dimensiones define una tipología de los discursos
aparta- do de conceptos, tres grandes epígrafes: «La en la que pueden quedar englobados todos los aspectos so-
comunicación oral: elementos y funciones», «Tipos y bre los que nos interesa trabajar desde el enfoque comuni-
formas del discurso en la comunicación oral» y «Diversidad cativo que hemos adoptado.
lingüística y varie- dades dialectales de la lengua oral». Para Los tipos de discursos son, pues, un elemento básico en
cada uno de estos epígrafes aparecen un conjunto de ítems el conjunto de contenidos posibles en el área, que aglutinan
que no agotan el contenido que correspondería a ese además aspectos conceptuales, procedimentales y actitudi-
epígrafe. Por ejemplo, en el segundo de los citados, se nales. En este sentido, las prácticas discursivas que confi-
incluye un ítem redactado del siguiente modo: «La guran la comunicación cotidiana son de una extraordinaria
conversación, el coloquio, el deba- te, la entrevista, etc.». diversidad, por lo que es conveniente, desde un enfoque fun-
Parece evidente que el desarrollo de tales contenidos exige cional, agrupar los variados tipos de discurso que pueden y
la selección de, por seguir con el
87
86
deben ser tratados en el aula. Habrá que efectuar una se- ción de mercado lingüístico remite a los conceptos del valor
lección de tipos discursivos susceptibles de ser tratados en de cambio simbólico de la capacidad de producción lingüís-
la doble vertiente de uso lingüístico y reflexión metalingüís- tica del individuo y, por tanto, a los beneficios de distinción
tica, teniendo en cuenta no sólo criterios disciplinares (a asociados a la valoración social concedida a esos usos. Por
partir de opciones concretas en el campo de las teorías del‘ tanto, un contenido expreso en la reflexión sobre la carac-
lenguaje, en la línea señalada en la primera parte de este li- terización de los diversos tipos de discurso deben ser esos
bro), sino también criterios psicopedagógicos y sociológi- aspectos de valoración social. De este modo, el carácter fun-
cos, ya que se trata de partir del desarrollo psicosocial del cional que pretendemos darle a la enseñanza de nuestra
alumnado (que muestra situaciones asimétricas en sus com- área no lo será sólo en relación con los intereses de domi-
petencias discursivas) para realizar aprendizajes significati- nación simbólica de los grupos sociales hegemónicos, sino
vos que modifiquen sus esquemas cognitivos. De lo anterior que adquirirá una dimensión crítica en la medida que per-
se deduce la conveniencia de abordar en el aula los discur- mita al alumnado llegar a la constatación de que los dis-
sos de índole práctica, sin relegar por ello el trabajo con dis- cursos reales están socialmente «marcados» y que de esa va-
cursos más formalizados o teóricos, propios de los usos loración social se deriva en buena medida la ubicación
escolares, con los discursos literarios o, en fin, con los dis- social del hablante.
cursos iconoverbales insertos en los media. El trabajo rigu- Antes de terminar con esta dimensión conviene volver a
roso y sistemático en el aula con diferentes tipos de prácti-
la distinción que planteábamos entre los tres tipos de con-
cas discursivas nos permite, pues, recorrer una amplia gama
tenidos. Decíamos allí que optábamos por una organización
de situaciones de comunicación y de usos específicos del
de los contenidos que ponía en primer lugar a los de tipo
sistema de la lengua y abordar, en consecuencia, la reflexión
procedimental. Ello se explica no sólo por el hecho de que
educativa sobre las variables lingüísticas y extralingüísticas
la competencia comunicativa es, principalmente, competen-
insertas en cada acción comunicativa.2’
cia de uso y, por lo tanto, un saber hacer, sino también por-
La opción por la tipología de los discursos como conte- que, por razones pedagógicas elementales, el uso debe pre-
nidos preferentes en la organización didáctica del área pre- ceder a la reflexión sobre el mismo. De aquí puede derivarse
senta implicaciones en relación con los aspectos soeiológi- un tercer y último criterio para la selección de contenidos,
cos y sociolingüísticos que habíamos citado como otra pues si optamos por decidir en primer lugar qué contenidos
fuente de decisión. Pues si el adiestramiento en los distintos procedimentales queremos abordar, las decisiones sobre los
tipos de discurso implica sobre todo el ejercicio de conteni- conceptos y valores requeridos para la reflexión vendrán, en
dos de tipo procedimental, la reflexión sobre las condicio- cierto modo, dadas por el tipo de procedimiento que haya-
nes y consecuencias del uso de esos diversos tipos de dis- mos elegido.
curso supone entrar de lleno en el apartado de valores. Y en
este sentido deben considerarse las aportaciones que se pue-
den hacer desde la reflexión sociolingüística. Criterios para una secuencia de contenidos
En relación con los diversos tipos de discurso, Bourdieu
(1982 [1985: 13]) apunta que «lo que circula en el mercado Antes de aludir a los criterios que nos parecen más opor-
lingüístico no es in lengua, sino discursos estilísticamente tunos para abordar la tarea de establecer secuencias de con-
caracterizados», y ya hemos visto que para este autor la no- tenidos, tal vez sea conveniente una reflexión sobre la ubi-
cación en el proceso de planificación del tema denominado
24. Un desarrollo amplio y riguroso sobre la organizació n del á rea ba- ya habitualmente «la secuenciación». En los documentos
sada en la tipología de los discursos se puede encontrar en Alcalde, Gon- emanados de la administración se establece la obligatorie-
zá lez Nieto y Pérez (en prensa). Los pá rrafos que preceden a esta nota son dad de plasmar en el denominado «Proyecto Curricular de
deudores en buena medida de las ideas que en este documento se exponen.
Etapa» la secuencia de objetivos y contenidos por ciclos,
88 89
primer paso de ese proceso de organización de contenidos
que se completa en las programaciones al establecer la se- ducen los aprendizajes, y otras más específicas referidas a
la adquisición y el desarrollo del lenguaje. En el primer as-
cuencia para cada curso (MEC, 1992c). Incluso se ofrece pecto es relevante la interpretació n que hace Vygotsky
una propuesta de secuencia para cada área, con carácter (1979) de la construcción de los procesos psicológicos su-
«orientador», pero con la advertencia de que pasará a ser periores (en los que la lengua, como instrumento de media-
normativa «en la hipótesis de que (...) un equipo docente no ción, es un elemento fundamental). Para Vygotsky, tal y
llegue a diseñar su propio proyecto curricular» (MEC, como señalamos al referirnos a los enfoques sociocognitivos
1992d: 2). Se vuelve a repetir aquí el esquema de desarrollo de la psicolingüística (véase ap artado 2.4 del capítulo 2), el
del currículo entendido como producto al que aludíamos desarrollo psicológico es un proceso fundamentalmente so-
unas páginas más atrás, mediante la separación de las deci- cial: los signos externos se «internalizan» en un proceso de
siones que corresponden a cada «nivel de concreción», de control de los mismos, a partir de su conocimiento y mane-
modo que al profesor o profesora que realiza una progra- jo en el medio social. La internalización de im signo (o de
mación no le quedan sino pequeiios ajustes. Y por si falla un complejo sígnico estructurado) supone una reformula- .
ese nivel intermedio, el legislador, siempre desconfiado, pre- ción completa de las estructuras mentales en que se inscri-
vé convertir en norma lo que antes era orientación. be ese signo, de modo que la explicación de la Situación an-
Por otra parte, parece discutible que la secuencia princi- terior al aprendizaje no es válida para la posterior. La
pal de la programación sea la que se ocupe de los conteni- creación de estructuras más complejas exige el dominio pre-
dos, y no la de los aprendizajes. Aunque pueda resultar una vio de las mas sencillas y anteriores. De ello podemos de-
discusión bizantina, no podemos olvidar que una fuente ducir un primer criterio general, común, por lo demás, a
principal de decisión es la posibilidad de que, en un mo- cualquier teoría del aprendizaje: la presentación de conteni-
mento determinado, los alumnos y las alumnas sean capa- dos tendra que moverse desde lo general y simple hacia lo
ces de desarrollar determinado aprendizaje y eso tiene que particular y complejo.
ver, principalmente, con la realización de aprendizajes pre- Otra consecuencia se puede derivar de la explicación psi-
vios, aunque, naturalmente, esos aprendizajes versarán so- cológica de la construcción de los aprendizajes: si la cons-
bre algún contenido especffico. trucción de aprendizajes significativos supone la «reordena-
En todo caso, cuando adoptamos la perspectiva del pro- ción» del conocimiento anterior, con vistas a la integración
yecto curricular entendido como proceso, la secuencia de en nuevas estructuras explicativas de los nuevos conoci-
contenidos pertenece, en sentido estricto, a lo que hemos mientos, ese conocimiento anterior será el punto de partida
denominado «diseño del programa ‹de enseíianza», puesto necesario para el aprendizaje. Por tanto, nuestra secuencia
que esa secuencia es, en definitiva, un elemento constituti- de aprendizajes debería partir de aquellas prácticas discur-
vo de la programación. Lo que cabe hacer en el nivel del SÍVás más próximas al alumno, las que mejor domina, y so-
mé- todo en que nos encontramos es establecer criterios bre las cuales puede tener, con los apoyos adecuad,os, ma-
genera-
les para elaborar esas secuencias en el nivel de planificación yor capacidad de reflexión para avanzar progresivamente
posterior. hacia formas discursivas más complejas, elaboradas y des-
Para nosotros los criterios que podemos utilizar para es- contextualiza das. En Otras palabras, se trata de partir del
tablecer esa secuencia son, principalmente, dos: la atención uso y de la reflexión sobre los discursos prácticos y de los
al punto de partida del alumnado y al modo en que supo- media, mas habituales en el entorno comunicativo del alum-
nemos que se producen los aprendizajes, por una parte, y la nado, para proporcionar los apoyos (y retirarlos después)
lógica de desarrollo de los contenidos que hayamos selec- que permitan iniciar de forma gradual el trabajo de pro-
cionado en la dimensión anterior, por otra. ducción, comprensión y reflexión de discursos más forma-
La fuente psicológica tiene, en este asunto, varias apor- les, teóricos y literarios, más cercanos a la norma culta y al
taciones que hacer. Unas, referidas al modo en que se pro- beneficio social derivado de su uso.

90 91
En el campo de las fuentes disciplinares es necesario Como comentaremos después, al hablar más detenida-
también tomar decisiones relativas a la secuencia de los mente de la evaluación en relación con las actividades, la
contenidos. En efecto, no basta como único criterio con
evaluación concreta del alumnado, especialmente si se en-
optar por abordar inicialmente las prácticas discursivas
tiende por tal sólo la evaluación sumativa con carácter san-
más habituales, más cotidianas o más sencillas para pro-
cionador, no forma parte de los intereses del profesorado
gresar después hacia formas más complejas de discurso. Al que pretende reflexionar sobre su práctica con el instru-
abordar las prácticas discursivas habrá que considerar los mento del proyecto curricular como mediador. En todo
dos tipos de actividad que habíamos señalado como ejes caso, esa exigencia de evaluar al alumnado es algo que vie-
del trabajo en el área de lengua: el uso (comprensión y ex- ne dado por otras consideraciones, como su relación fun-
presión) y la reflexión, teniendo en cuenta, además, que cionarial o laboral con las estructuras educativas. Pero dado
ambos deben ser funcionales, es decir, al servicio de las que nuestro interés principal es evaluar el valor de nuestro
necesidades de comunicación de los alumnos y de las proyecto a través de nuestra propia práctica, lo fundamen-
alumnas. Ouiere ello decir que habrá que tomar decisiones tal será ante todo recoger datos relativos a los aprendizajes
relativas al modo en que deben alternarse los aspectos lin- producidos en relación con las finalidades que pretendía-
güísticos y metalingüísticos, y al momento en que se in- mos, los contenidos que seleccionamos y las actividades
troducen los distintos niveles de reflexión en relación con de aprendizaje que llevamos a cabo. Posteriormente, y con
el tipo de discurso de que se trate: situación de comunica- carácter subsidiario, podríamos utilizar esos datos para eva-
ción, elementos de la comunicación, lenguajes y paralen- luar los avances individuales de cada alumno o alumna
guajes utilizados, organización textual, aspectos pragmáti- con la pretensión de que esa información contribuya a
cos, etc. su proceso individual de aprendizaje, pero sin establecer
una relación directa entre objetivos, contenidos y evalua-
ción.
Contenidos y evaluación

La aparición de esta dimensión de los contenidos no es Actividades


tanto una exigencia del método que intentamos diseñar
como una decisión impuesta, por un lado, por la tradición El tercer elemento del método presenta algunas dificul-
escolar, que tiende a unir evaluación de alumnos con con- tades a la hora de ser abordado, puesto que los límites en-
secución de objetivos y contenidos; por otro lado, por los tre el nivel estratégico que ese método pretende cubrir y los
planteamientos que aparecen tanto en los decretos que es- de la planificación concreta de actividades de aprendizaje
tablecen el currículo (MEC, 1991a, 199 lb y 1992a) como en no resultan a veces claros. Digamos, como en los elementos
las orientaciones didácticas y para la evaluación que hizo anteriores, que en el método sólo se pretende definir crite-
públicas la misma Administración (MEC, 1992d). Estos do- rios generales y que la decisión concreta sobre la realización
cumentos relacionan, en diversos momentos, la evaluación de esta o aquella actividad corresponde al segundo nivel o
del alumnado con la consecución de determinados objeti- componente del proyecto curricular, el diseño del programa
vos, expresados en términos de capacidades que «no son di- de enseñanza.
rectamente, sino indirectamente, evaluables» a través de los Mientras a los otros elementos del método correspon-
«indicadores oportunos». Esas capacidades se manifiestan dían las decisiones sobre los fines y sobre los saberes nece-
en determinados aprendizajes y el concepto de aprendizaje sarios para la consecución de esos fines, a las actividades
que manejan los documentos del Ministerio de Educación y corresponden las decisiones relativas a cómo lograr esos fi-
Ciencia remite finalmente a la adquisición significativa de nes y la adquisición de esos saberes mediante las activida-
los contenidos. des de enseñanza y aprendizaje más adecuadas para ello.

92 93
Estamos, por tanto, en el elemento del método más directa- ya posee el alumno o la alumna, será necesario prever, al co-
mente relacionado con los problemas metodológicos. mienzo de cada bloque temático, unidad o lección, una ac-
En este campo tres son, a nuestro entender, los asuntos tividad de prospección de las ideas o concepciones previas
sobre los que hay que tomar decisiones: los criterios para relativas a esos temas, que no debería limitarse a una sim-
decidir qué tipo de actividades son más acordes con los fi- ple prueba objetiva, sino que debería contribuir a la propia
nes que perseguimos y con los contenidos que hemos selec- autoconciencia de alumnos y alumnas. Además, como vere-
cionado, los criterios para organizar esas actividades de mos al tratar del diseño del programa de enseñanza, un pre-
modo que se produzca un recorrido de aprendizaje en el supuesto principal en el buen éxito de un programa basado
sentido deseado y, por último, las relaciones que podemos en un enfoque comunicativo es la necesidad de implicar ac-
establecer entre las actividades, la evaluación de los alum- tivamente a los alumnos en las tareas de aprendizaje, de
nos y de las alumnas y el seguimiento y evaluación del pro- modo que se creen verdaderas situaciones de comunicación
pio proyecto didáctico. que tengan sentido por sí mismas o que se refieran al pro-
pio proceso de aprendizaje. Aunque para ello se puede re-
currir a técnicas de negociación de contenidos o actividades
Criterios para la selección de las actividades con el alumnado, las dificultades que plantea en ocasiones
esa negociación pueden hacer aconsejable que se recurra a
Si hemos entendido los procesos comunicativos como la explicitación y discusión con alumnos y alumnas de sus
actividades en las que los usuarios de diversos sistemas síg-
conocimientos previos, y ello puede ser un elemento impor-
nicos ponen en marcha procedimientos, estrategias y accio-
tante tanto para la motivación como para hacer realidad, y
nes orientadas a la producción y comprensión de una am- no puro nominalismo, las tareas de autoevaluación.
plia gama de discursos en situaciones y contextos concretos Al examinar las implicaciones del enfoque comunicativo
con arreglo a finalidades específicas, entonces el objetivo en relación con los contenidos habíamos delimitado dos ti-
central del trabajo didáctico en el área de Lengua y Litera- pos básicos de actividad: el uso lingüístico y la reflexión
tura (el desarrollo progresivo de la competencia comunica- me- talingüística. Es necesario, por tanto, prever una
tiva) requiere una serie de nociones y destrezas orientadas tipología de actividades que supongan para el alumno
a la cualificación del alumnado para planificar y crear sus situaciones de comunicación en las que se impliquen los
propias producciones textuales, orales y escritas. Se trata,
procesos de ex- presión y comprensión y sobre las que
por tanto, de establecer un conjunto de actividades en las
que los alumnos puedan poner en juego normas y procedi- quepan momentos de reflexión. La relación entre uso y
mientos estratégicos orientados a un uso textual que aúne reflexión (y, por tanto, en- tre las actividades relacionadas
la expresión, la comprensión y la reflexión, permitiendo in- con uno y otro asunto) de- bería considerar la explicación
tegrar —interiorizar— sus propias prácticas discursivas, con que proporciona Vygotsky (Wertsch, 1988) en relación con
arreglo a principios como los de coherencia, adecuación y la apropiación de los ins- trumentos de mediación: el signo
cohesión, en sus acciones cotidianas de interacción comuni- mediador aparece prime- ramente contextualizado,
lingüística y sócialmente, y su apropiación requiere un
cativa. Este enfoque implica que la reflexión sobre el uso no
supone tanto dar prioridad al aprendizaje de procedimien- proceso de progresiva descontex- tualización hasta llegar a
dominar la capacidad de recon- textualización en situaciones
tos o técnicas de análisis de los elementos del sistema cuan-
o estructuras diferentes a la inicial. Habrá entonces que
to a la adquisición de estrategias que les permitan la com- prever actividades diversas que permitan, debidamente
prensión de los aspectos semánticos y pragmáticos
implicados organizadas, el recorrido señalado. Por otra parte, para que
en cualquier práctica comunicativa. las actividades de reflexión o me- talingüísticas tengan
En primer lugar, si hemos planteado, al tratar de sentido en un proceso que se proclama comunicativo, no
contenidos, la necesidad de partir de los conocimientos qtlr' pueden presentarse de manera desgajada tlc aquellas otras
que tienen por fin una actividad de comu-
94
95
nicació n. La reflexió n tiene sentido si ayuda a mejorar las genético como en lo ontogenético, va de lo social a lo indi-
vidual, en un proceso de internalizació n. Podemos deducir
› capacidades de correcció n, cohesió n, coherencia o adecua- de ello que tendremos que prever actividades de presenta-
ció n. Como veremos al tratar sobre el diseñ o del programa ció n de problemas, explicació n, discusió n colectiva, trabajo
de enseñ anza, la relació n entre unas y otras actividades ten- cooperativo, etc., que favorezcan el desarrollo posterior de
drá que darse en el marco de unas lecciones o unidades di- otras en que los conceptos, las capacidades o los procedi-
dá cticas que tendrá n por fin ú ltimo la realizació n de una ta- mientos en juego se apliquen de modo individual a la reso-
rea de comunicació n. lució n de tareas o situaciones distintas.
Ya queda dicho que por actividades de uso se entienden La opció n anteriormente realizada por una organizació n
bá sicamente las de expresió n y comprensió n referidas al del á rea centrada en la tipología de los discursos supone
tema de que se trate en cada caso. Para dilucidar qué tipo de también la necesidad de considerar actividades relativas a
actividades favorecen uno y otro proceso puede sernos ú til los distintos elementos de génesis, enunciació n, transmisió n
la explicació n que ofrece Luria (1979) del proceso psi- y recepció n del discurso, planteando situaciones de apren-
coló gico que se sigue en cada caso. Para explicar el proceso dizaje en que el alumnado se vea obligado a desplegar en su
de expresió n, Luria establece tres momentos diferenciados: totalidad las estrategias discursivas má s adecuadas a la si-
la Ínotivá ció n, o estímulo que lleva al hablante a manifes- tuació n, finalidad y contexto de la comunicació n.
tarse oralmente o por escrito, la elaboració n de los nú cleos Para terminar con esta dimensió n, conviene hacer refe-
semá nticos, que serían los elementos bá sicos del discurso rencia a las implicaciones, también citadas, de las decisiones
que se va a comunicar y, finalmente, la comunicació n ver- tomadas en relació n con la fuente socioló gica. Si pretende-
bal desplegada, que constituye el acto propiamente dicho de mos que los alumnos desarrollen capacidades interpretativas
la elocució n. En cuanto al proceso de comprensió n, esta- y actitudes críticas en el nivel pragmá tico, habrá que concre-
blece cuatro momentos o situaciones: la comprensió n del tar qué tipo de actividades pueden favorecer, en cada nivel de
sentido general del texto o mensaje de que se trate en cada la planificació n, el desarrollo de tales capacidades y actitudes.
caso, la detecció n de las ideas claveHobre las que se consti-
tuye orgá nicamente el texto, la comprensió n del significado
de las palabras, dotadas de sentido o desprovistas de ambi- Criterios para’ la organización de las actividades
gü edad significativa por esa comprensió n previa del sentido
general y de las ideas clave y, por ú ltimo, la captació n de lo Buena parte de las decisiones que se han de tomar en esta
que Luria denomina «subtexto», que no es otra cosa que la dimensió n vienen dadas por lo que se dijo en el apartado ante-
identificació n del sentido ú ltimo del texto en relació n con rior respecto a los tipos de actividades. Así, parece claro que
los fines de quien lo emite y con la situació n y el contexto toda unidad, lecció n o bloque de actividades debe comenzar
en que se da esa emisió n (Luria, 1979). Si el proceso des- por la detecció n de ideas previas. El principio de progresiva
crito es efectivamente como lo plantea el psicó logo soviéti- descontextualizació n implica también el respeto a la secuencia
co, habrá que prever actividades diferenciadas que favorez- contextualizació n-descontextualizació n-recontextualizació n que
can, en cada momento, el logro de esa comprensió n o de la
hemos señ alado. El mismo cará cter secuencial se debería man-
comunicació n verbal desplegada. El modo de hacerlo podrá
tener en la planificació n de los procesos de expresió n y com-
hallarse en los criterios para la organizació n de las activi-
prensió n y, finalmente, en el orden actividades colectivas-
dades y en los referidos a la organizació n de las unidades
activi- dades individuales que marca el proceso de
didá cticas, cuando tratemos del diseñ o del programa de en-
internalizació n. La interrelació n entre dos de los conceptos ya
señ anza.
maneja- dos, e1 de «zona de desarrollo pró ximo» y el del
La fuente psicoló gica nos sirve, por ííltimo, si conside- principio de
ramos la progresió n, ya señ alada, en la apropiació n de los «clescontextualizació n» de los instrumentos de mediació n,
instrumentos semió ticos de mediació n que, tanto en lo filo- c.s ¡Pertinente para delimitar aspectos diversos en la organi-
96 97
zació n de las actividades. Uno de ellos es el papel que juega Independientemente de su uso (evaluació n formativa o
en el proceso de aprendizaje la figura del profesor o de la evaluació n sumativa), la evaluació n del trabajo y de los
profesora. Si la «zona de desarrollo pró ximo» se definía avances o dificultades de los alumnos no debería requerir
como el espacio entre la capacidad autó noma del aprendiz pruebas específicas o actividades especiales, al margen de
y lo que podía realizar recibiendo apoyos específicos, el las que en cada unidad se prevean como actividades de
trá nsito por esa zona deberá contar con la ayuda que en aprendizaje. Dicho de otro modo, las actividades deben es-
este proceso presten el profesor o la profesora, tar diseñ adas de tal forma que permitan al profesor o pro-
principalmente, y los compañ eros y compañ eras. Pero como fesora recoger datos de los procesos de aprendizaje que se
la figura del profesor o profesora forma parte también del producen en cada unidad. Por ello es importante que los as-
contexto del aprendizaje, el proceso de pectos relativos a la evaluació n del alumnado queden in-
descontextualizació n supone la autonomía progresiva del cluidos claramente en las tareas o actividades que constitu-
alumnado y la consiguiente dis- minució n gradual de los yen globalmente una unidad o lecció n. Si ésta está bien
apoyos prestados por los docentes. En todo caso, la construida, debería proporcionar informació n variada y su-
organizació n de las actividades suele presentarse, al menos ficiente para que el profesor o profesora e incluso cada
ante los alumnos, como un conjunto de ejercicios, tareas o alumno o alumna pueda valorar los logros o aprendizajes
problemas integrados en una lecció n o unidad didá ctica. No que se hayan producido.
es éste el momento de entrar en una discusió n Esos datos pueden y deben ser utilizados también para
pormenorizada sobre el modo de elaborar esas unidades o realizar la valoració n de la unidad o lecció n de que se trate
lecciones, pues de ello nos ocuparemos en se- guida. Sin y del proyecto curricular en su conjunto. Los datos a que
embargo sí puede adelantarse que las decisiones que , nos referimos son tanto de cará cter cuantitativo, como, so-
tomemos a este respecto deben responder no a la intui- ció n bre todo, cualitativo. Este segundo tipo de datos requiere la
o a la costumbre, sino a criterios coherentes con los fi- nes previsió n de instrumentos específicos para su recogida. Si-
que perseguimos y con el enfoque que hemos adoptado. guiendo lo sugerido por Cascante (1989), habría que dispo-
ner, al menos, de un «diario de clase», para anotar todas
aquellas incidencias, comentarios, etc., que surgen de modo
Actividades, seguimiento y evaluació n imprevisto en cada actividad y de un «fichero de observa-
ciones», en el que se anotarían de modo má s sistemá tico los
De la evaluació n del alumnado, como exigencia del sis- aspectos referidos a los elementos del modelo didá ctico y
tema organizado de educació n, ya hemos apuntado algunas sus dimensiones, es decir, lo má s sistematizado o previa-
cosas al tratar de los contenidos. Decíamos allí que nuestro mente planificado del proceso. La revisió n de la unidad o
interés principal no era el sancionar los logros o insuficien- del proyecto curricular, a la luz de esos datos o de la infor-
cias del alumno o alumna con una nota concreta, aunque mació n derivada de registros de «observació n externa» rea-
nos veíamos obligados a ello por la institució n escolar en lizados por otros docentes, habría de debatirse colectiva-
que se desarrolla nuestro trabajo. mente en el grupo o seminario que sea autor de la
Cosa distinta es la detecció n de los logros o propuesta. De ese contraste de experiencias deberían surgir
insuficiencias en los aprendizajes, tanto a nivel individual conclusiones suficientes para validar o reformular el proyecto.
como colectivo, con fines distintos a los de la mera
calificació n. Esos fines está n relacionados con lo que se
suele denominar «evalua- ció n formativa», que tiene como 3.3.1.3. Diseñ o del programa de enseñ anza
finalidad poner en conoci- miento de cada alumno o alumna
cuá l es su proceso perso- nal de avance o aprendizaje, A lo largo de nuestra exposició n hemos comentado en
contribuyendo de este modo a la autoevaluació n del mismo varias ocasiones có mo la evolució n de los estudios relacio-
y a la aparició n de actitudes o estrategias personales para
superar las dificultades. 99

98
nados con la comunicación, el lenguaje y la literatura está
cipal, sus rasgos son el énfasis en los procedimientos, lain-
siendo acompañada por una evolución paralela de las con- tegración del conocimiento formal del lenguaje con su co-
cepciones sobre la enseñanza de la lengua. Y estos nuevos nocimiento instrumental y la adopción de una perspectiva
planteamientos no afectan sólo al nivel teórico o a lo que cognitiva que atribuye un papel relevante a los aprendices
hemos denominado método o aspectos estratégicos de la en la construcción de sus propios aprendizajes. Este con-
planificación. Los diseñadores de programas, sean expertos junto de rasgos coincide, como se ve, con lo que hasta aquí
o «prácticos» empeñados en el desarrollo del currículo de hemos venido propugnando como rasgos definitorios de
lenguas, han explorado también en los últimos años las con- nuestra concepción de la enseñanza de la lengua. °
secuencias de esa evolución en el campo de la elaboración Antes de seguir adelante con esta exposición sobre los ti-
de programas y materiales de enseñanza. 2' Analizando esa pos de prograiTl£tS procesuales, tal vez convenga salir al
paso
evolución, Breen (1987a) relata cómo, en cuanto a concep- de una crítica que un lector avezado puede formular en
ciones sobre la enseñanza de la lengua, se ha pasado, en los cualquier instante: los autores que estamos citando (Breen,
últimos 30 años, de los enfoques formales o nocionales a los Candlin, Nunan...) y los planteamientos que comentamos
funcionales, y de éstos a los comunicativos (Véase capítulo sobre enseñanza de las lenguas pertenecen al campo de
2, apartado ‘Z.4). Á estos dos grandes modos de concebir la la enseñanza de segundas lenguas, y surgen, específicamen-
enseñanza de una lengua (el nocional-funcional, por un te, del campo de la enseñanza del inglés para extranjeros. Es
lado, y el comimicativo, por otro) corresponden, según Breen, cierto, pero no parece objeción suficiente para no aplicar
dos tipos también diversos de programas: los Proposiciona- planteamientos semejantes al aprendizaje de la propia len-
fes, asociados al primer enfoque, y los procesuales, relacio- gua, porque si el concepto de competencia comunicativa es
nables con el enfoque comunicativo. universal, es decir, si el dominio de una lengua supone la
» Los programas de tipo proposicional buscan un conoci- adquisición de ese conjunto de capacidades que se engloban
miento de tipo esencialmente lingüístico, bien per se, como bajo esa etiqueta, el enfoque didáctico definido por los ras-
conocimiento del sistema formal de la lengua, o como do- gos que hemos citado en el párrafo anterior tendrá el mis-
minio de las funciones que éste cumple de modo más habi- mo carácter universal. La diferencia entre el aprendizaje de
tual, entendiendo por función el exponente lingüístico de la una nueva lengua y el de la materna no reside en el enfoque
supuesta función social. Los nocionales darán lugar a ejer- didáctico sino en el diferente grado de dominio o conoci-
cicios de conocimiento y uso de los paradigmas propios de miento inicial de la misma, en la distinta competencia de la
una lengua y de la diversidad de estructuras sintácticas y re- que parte el aprendiz. Cuando el objeto del aprendizaje es
cursos léxico-semánticos de la misma. Los funcionales bus- la lengua materna, el aprendiz ya domina, al menos, el léxi-
carán la repetición sistemática, en diversos contextos, de las co básico, el sistema fonológico (o un subsistema del mis-
estructuras sintácticas correspondientes a la función que se mo), un buen número de estructuras sintácticas y multitud
intenta adquirir. de reglas y convenciones necesarias para su comunicación
Los programas de tipo procesual, en cambio, entienden habitual. Pero no tiene el mismo dominio de los recursos de
la adquisición de una lengua como apropiación de un con- expresión y comprensión para situaciones de comunicación
junto de capacidades o competencias diversas (lingüísticas, que no le son habituales, para un uso adecuado de discur-
sociolingüísticas, discursivas, pragmáticas...). Su fin, por sos más formalizados, más complejos y que requieren un
tanto, es el desarrollo de la competencia comunicativa del grado más alto de planificación y estructuración. No pre-
aprendiz. Además de caracterizarse por esa finalidad prin- tendemos enseiiarle a un adolescente español cómo hablar
con sus amigos (aunque la conversación puede y debe ser
objeto de análisis y reflexión en el aula de lengua), pero sí
25. Un panorama amplio, con aportaciones teóricas diversas y pro-
puestas de trabajo, sobre los nuevos enfoques puede verse en el número 7/8 cómo participar en un debate, como elaborar una instancia,
de Comunicacidn, fe• g•• ye y educación (1990). realizar un informe, redactar una monografía o acceder a la
101
100
comprensión crítica de una obra literaria o de los mensajes
de los media. Lo que cambia, pues, es el nivel del que parti- del método. En efecto, tanto el tipo de conocimiento que se
mos, los aspectos concretos de la competencia comunicati- requiere para la comunicación (textual, interpersonal e idea-
cional) como la distinción entre tareas comunicativas y me-
va que pretendemos desarrollar, pero no la propia concep- tacomunicativas, la voluntad de contemplar relacionada-
ción de la enseñanza de la lengua y el enfoque adecuado mente ambos tipos de tareas o la secuenciación que parte
para lograr esos fines. de lo más habitual o conocido a lo menos y de lo general a
Volvamos, pues, tras este inciso largo pero necesario, al lo particular, coincide con decisiones tomadas por nosotros
análisis de los tipos de programas que son coherentes con al definir el método.
esos fines y ese enfoque didáctico. En el artículo de Breen
que citá bamos antes, este autor distingue dos tipos de pro-
gramas dentro de la tendencia de programaciones proce- Programación basada en tareas
suales: los programas basados en tareas y los denominados
procesuales en sentido estricto (Breen, 1987a). La diferencia
básica entre los dos tipos de procedimientos procesuales ci- Para asumir el proceso de programación basada en ta-
reas debemos tener clara la definición del concepto de ta-
tados por Breen reside en que el segundo tipo constituye rea. Para Breen (1987b: 23) una tarea es «cualquier activi-
una programació n permanentemen te abierta a la negocia-
ción con los alumnos de contenidos, procedimientos y dad estructurada de aprendizaje de una lengua que tiene un
tareas, ofreciendo en todo momento una serie de tareas o objetivo particular, un contenido apropiado, un procedi-
activida- miento de trabajo específico y una serie de soluciones posi-
des alternativas para adecuarlas a la situació n o deseos de bles para aquellos que realizan la tarea». Para Nunan, en
los alumnos. Su objeto no es sólo la com unicación y el
aprendizaje, sino también el proceso cambio, la tarea comunicativa es «una parte del trabajo de
de comunicación aula que implica a los alumnos en la comprensión, mani-
grupal en el aula. El programa concreto de enseñanza se pulación, producción d interacción en la lengua objeto,
construye a través de la negociación entre alumnos y profe- mientras su atención se dirige principalmente al significado
sor. El programa mínimo del que parte éste está constitui-
do por un plan sobre las decisiones que deben tomar alum- más que a la forma» (Nunan, 1989: 10). Podemos asumir
esta última definición, con la salvedad de que es válida para
nos y profesores y por un banco de actividades de clase, que lo que llamamos tareas de comunicación, pero debe mati-
son conjuntos o bloques de tareas categorizadas. Una pro- zarse para las tareas de tipo comunicativo, pues en ellas la
gramació n de este tipo lleva, desde luego, a SUS últimas con- atención se centra a la vez en el significado y en los aspec-
secuencias los principios que inspiran el enfoque comu- tos formales.
nicativo de la enseñanza de la lengua, y resuelve adecuada- Otro aspecto que debemos considerar es el de los ele-
mente el problema de la motivación de los alumnos y del mentos que integran una tarea, definida de acuerdo con la
tratamiento de la diversidad en el aula (puesto que se pue- concepción que acabamos de citar. Para Candlin (1987), los
den disponer tareas alternativas para un mismo fin). elementos de una tarea son el imput, los papeles o roles de
Sin embargo, muchos profesores y profesoras, especialmeii-
los participantes, los escenarios (organización espacial y
te si se están iniciando en un nuevo esquema de planifica- temporal), las acciones (procedimientos para la compren-
ción de su trabajo, encontrarán excesivamen te complejo sión, ejecución y finalización de una tarea), la corrección
programar de ese modo. Por ello, parece más adecuado es- (quién y qué corrige), los resultados, expresados como fines,
tudiar la posibilidad de adaptar la llamada programación y el [eedback, a través de la evaluación. A pesar de su ex-
basada en tareas al campo de la enseñanza de la lengua ma-
haustividad, o quizá por ella, la definición de una tarea con-
terna. creta con este esquema se hace demasiado engorrosa. Por
La programación basada en tareas coincide casi plena-
eso preferimos la que ofrece Nunan que, adaptada, respon-
mente con los planteamientos que habíamos hecho al tratar de al siguicnte esquema:
102 103
Finalidad Papel del profesor 3. Trabajo sobre el texto o datos iniciales (en activida-
des comunicativa s o metacomunicativ as).
4. Actividades de comunicación (expresión/compr en-
sión) que permitan manipular los contenidos pro-
Datos TAREA Papel del alumno pios de la tarea.
5. Producción oral o escrita (individual o grupal) de
tipo comunicativo y/o metacomunicativo.
Actividades Organización
La planificación de una lección o unidad didáCtiCa SU-
Figura 4 pone el establecimiento de una serie de tareas con un obje-
tivo, formulado en términos de tarea final global, y un tema
común. La secuencia de tareas debe representar la corres-
pondiente a los aprendizajes que deseemos alcanzar con el
Los datos (imput) para Nunan pueden ser «verbales (por desarrollo de esa lección o unidad. Para la elaboración de la
ejemplo, un diálogo o un pasaje de lectura) o no verbales unidad didáctica puede seguirse el esquema que ofrecen Es-
(por ejemplo, una secuencia de imágenes)» (Nunan, 1989: taire y Zanón (1990: 66), que podemos adaptar del siguien-
10). En definitiva, cualquier material que permita una acti- te modo:
vidad sobre él y que prefigure la acción que los aprendices
han de realizar.
De acuerdo con lo que planteábamos en el método, son
dos los tipos de tareas que debemos planificar: las comuni-
cativas y las metacomunicativas. Las primeras coinciden en
su denominación con la que les dan Estaire y Zanón (1990).
Deben ser representativas de procesos reales de comunica-
ción, formar una unidad de aprendizaje y tener una finali-
dad, una estructura y una secuencia de trabajo. Las tareas
comunicativas, como decíamos al hablar del método, se
ocupan preferentemente de los contenidos procedimenta-
les. Las tareas metacomunicatjvas (o posibilitadoras, como
las denominan Estaire y Zanón) tienen por objeto los con-
tenidos (conceptuales, procedimentales o actitudinales) que
se requieren para la realización de las tareas de comuni-
cación.
La organización del trabajo en la resolución de la tarea
puede presentar variaciones en función del tipo de tarea (de
entre los dos señalados) y del objeto concreto de la misma.
En todo caso, podemos proponer la siguiente secuencia de
trabajo como el proceso más común:

1. Presentación de la tarea.
2. Comprensión del texto (o de las instrucciones para
la realización de la tarea).

104 105
CON CLUSION ES
Elecció n de tema /
á rea de interés

Especificació n de finalidades

Programació n de tareas finales (comunicati-


vas o metacomunicativas) que demuestren la
consecució n de las finalidades
de
En este trabajo ‘ hemos intentado mOStrar, a partir
2
educa-
en la reforma
las disposiciones oficiales que regulan literatura en la esco-
tiva la enseñ anza de la lengua y de la
entender como fina-
Especificació n de componentes temá ticos y de con- laridad obligatoria, la conveniencia de el aula de lenguaje el
tenidos (conceptuales, procedimentales, actitudi- lidad prioritaria del trabajo escolar en
nales) necesarios para realizar las tareas finales desarrollo de las cap acidades
comprensivas, expresivas y
metacomunicat ivas del a lumnado.
En esta labor de mejora de la competencia s
de los aprendices hemos acudido a las diversas disciplina
dirigido sus miradas al es-
Planificació n del proceso: secuenciació n de pasos a que a lo largo de la historia han y de la comunicació n,
seguir a través de tareas comunicativas y metaco- tudio de los fenó menos del lenguaje retó rica, l£tS lim itaciones
señ alando el interé s de la t radició n
municativas
y á s\
didá cticas de los enfoques estructuralistas genera tivist psicolin-
de la pragmá tica, la
la utilidad de las aportaciones textual, la SO-
gü ística, el aná lisis del discurso, la lingü ística
Evaluació n incorporada como ciolingü ística o la s emió tica, entre otr as, por su descripció n
parte del proceso de aprendizaje denen
los en
usos verbales y no verbales que los interlo-
y cutores
aná lisis po juego en situaciones concretas de comu-
des, a la vez que por
nicació n con arreglo a diversas finalida rocesos de
Adaptado de Estaire y Zondn (1990}. su contribuci ó n al co nocimien to de los p adquisi-
m ecanism os im plica-
Figura 5 ció n y desarrollo del lenguaje, de los
contenido de este libro puede encon-
Un intento de aplicació n de este enfoque al trabajo di- 26. Una versiÓ n má s breve del Por su parte, en un trabajo colec-
dá ctico en Lengua Españ ola puede verse en Cueto y otros trarse en Lomas, Osoro y Tusó n (1992). , los lectores pue-
tivo recientemen te editado (Lomas y OsOrO, comps., 1993)
(1993). den encontrar tanto las bases disciplinare s
(lingü lsticas, psicolingüIstiCaS,
una enseñanza de la
soci olingü á ístiC S, literarias y semió ticas) de
lengua COmO una propuesta de
un enfoque comunicativo
secuen-concebida desde y algunas reflexiones y materiales didá cticos
cias de aprendizaje
sobre los
contenidos del área.
106 107
dos en la comprensió n y producció n de
los factores socioculturales que regulan los mensajes y de
intercambi REFERENCIAS BIBLIOGRÁ FICAS
municativos. los os co-
Finalmente hemos insistido en la utilidad
líos ap ortaciones de estas disciplinas a pedagógica de
la hora de la planifi-
cació n educativa en el aula de len
cumplir todo proyecto curricular gua, Comoen el papel que ha de
instrumento de re-
flexió n teó rica sobre los procesos
aprendizaje, en la conveniencia deprá cticos de enseñ anza y
disponer de un modelo
didá ctico que ayude a la descripció n de
los elementos que
intervienen en el trabajo escolar y en la
necesidad de dispo-
ner de una concepció n global del á rea
que dé sentido al di-
seño didá ctico de los objetivos, los
contenidos de enseñ an-
za y las tareas de aprendizaje y SILV£t
Como referente para ALBALADEJO, T. (1989): Retórica. Madrid, Síntesis, col. Textos
US £tCtÍVidades de evaluació n. de Apoyo.
ALCALDE CUEVAS, L., GONZÁ LEZ NIETO, L. y PÉ REz GONZÁ LEZ,
S.: «Secuenciació n de contenidos de Lengua y Literatu-
ra para Educació n Secundaria Obligatoria». MEC/Es-
cuela Españ ola (en prensa).
ARRIETA, J. (1989): «Elementos de la enseñ anza», en RozADA,
CASCANTE y ARRIETA: Desarrollo curricular y [ormación
del profesorado. Gijó n, Cyá n.
ATTEWELL, P. (1974): «Ethnomethodology since Garfirikel»,
en Theory and Societ y, 1, pá gs. 179-210.
AUSTIN, J. L. (1962): Cómo hacer cosas con palabras. Paidó s,
Barcelona, 1982.
BAKHTIN M. M.: Estética de la creacidn verbal. México, Siglo
XXI, 1982 (del mismo autor, véase VoiOSHINOV, V. N.
[1976]).
BARTHES, R. (1957): Mitologías. Madrid, Siglo XXI, 1980.
BARTHES, R. (1965): Elements de sémiologie. París, Gonthier.
BEAUGRANDE, R. A. (1981): Introduction to Text Linguistics.
Londres, Longman.
BENEDITO, V. (1978) : Introduccidn a la diddctica. Barcelona,
Barcanova.
BENVENISTE, E. (19ó 4 y 1974): Problemas de lingüística gene-
rnf. México, Siglo XXI, 1978.
BERNÁRDEZ, E. (1982): Introducción a la lingüística del texto.
Madrid, Espasa Calpe.
BERNSTEIN, B. (1972, 1973 y 1975): Class, Codes and Control
(3 vols.). Londres, Rouletdge (puede encontrarse una
versió n breve en castellano de las concepciones socioló -
108
109
gicas de Bernstein en «Clase social, lenguaje y socializa-
ción», en Educaciórt y Sociedad, n. 4, págs. 129-143, Ma- y A. MARCHESI (COmps.): Desarrollo psicológico y educa-
ción, II. Psicología de la educación. Madrid, Alianza.
drid, Akal, 1989).
Boue DIEU, P. (1982): ( Oué significa hablar› Economïa COTS, I. M., NUSSBAUM, L., PAYRATó , L. y TUsö N, A. (1990):
intercambios lingüïsticos. Madrid, Aka1, 1985. de los «Conversa (r)», en Caplletra (Volum monogràȚic sobre
Anàlisi del Discurs), n. 7, Valencia.
BREEN, M. P. (1987a): «Paradigmas actuales en el diseño de CUETO, J. A. y otros (1993): «El discurso televisivo», en Lo-
programas de lenguas», en Comuiticaciórt, Lenguaje y MAs y OsoRO (comps.) (1993).
Educaciön, n. 7-8, 1990. DUCROT, O. (1984): El decir y lo dicho. Poli[onía de la enun-
BnEEN, M. P. (1987b): «Learner contributio ns to task de- cinciõ n. Barcelona, Paidó s, 1986.
sign», en CANDLIN, C. y MunrHY, D.(cOmps.): Language Eco, U. (1965): Apocalípticos e integrado:s. Barcelona, Lu-
Learning Tasks. Prentince Hall. men, 1968.
BRONCKART, 1. P. (1985): Las ciencias de lenguaje, ¿un desa-
fi“o para la enseñanza? París, Unesco. Eco, U. (1968): M estructura ausente. Introducción a la se-
miótica. Barcelona, Lumen, 1972.
BROWN, P. LEVINSON , S. C. (1987): Politenesess. Some uni- Eco, U. (1976): Tratado de semiótica geiiernf. Barcelona, Lu-
versals 27t language usage. Cambridge University Press. men, 1977.
BROWN, G. y YuLE, G. (1983): Discourse
Analysis. Cambrid- Eco, U. (1979): Lector in Fabula. Barcelona, Lumen, 1981.
ge University Press. Cambridge. EDMONSON, W. (1981): Spoken Discourse. A model [or analy-
BUHLER, K. (1934): Teoría del lenguaje. Madrid, Revista de
sis. Londres, Longman.
Occidente, 1950. ESTAIRE, S. y Zwö N, J. (1990): «El diseñ o de unidades di-
CALSAMIGLIA, H. (1991): «El estudio del discurso oral», en dá cticas en L2 mediante tareas: principios y desarrollo»,
Signos. Teoría y práctica de la educación , n. 2. Gijón. en Comunicación, Lenguaje y Educaciön, n. 7-8.
CALSAMIGLIA, H. y TusöN, A. (1991): «Sociolingüística i FERGUSON, C. A. (1959): «Diglossia», en D. Hymes (comp.):
pragmàtica», en Treballs de sociolingüísti catalans,
págs. 21-30.
ca 9, L rtgitnge irt Culture and Societ y, Nueva York, Harper
and Row, 19ó 4.
CnNDLIN, C. (1987): «Hacia la enseñanza de lenguas basada FIDALGO, S., Goch DOMINGUEZ, E., LOMAS, C., MARTíNEZ, J. A.
en tareas», en Educación n. 7- y OsoRO, A. (1989): «Apuntes para una lectura crítica del
8, 1990: 33-53.
DCB de Lengua y Literatura». Revista CEPs de Asturias,
CASCANTE, C. (1989): «Los diseños para la acción y la
n. 4.
investigació n », en RozADA, CASCANTE y AnnIETA: Desa-
FILLMORE, C. (19ó 8): «The case for case». En BAcH y HaRNs
WOIIO ottrricular y
OfTttaCiÕn del profesorado. Gijón, (comps.): Universal in Linguistic Theory. Holt, Rinhehart
Cyá n.
& Wilson. Nueva York.
CHOMSKY, Î"Ï. (1957): ÑStfffCt fJ ras SintÔCtlCOS. Madrid, FIRTH, J. R. ( 1968): Selected Papers o[J. R. Firth, ï 952-7 959.
Siglo
XXI, 1974. F.R. Palmer, Indiana University, Bloomington.
CHOMSKY, N. (1965): Aspectos de la teoría de la sintaxis.
Ma- drid, Aguilar, 1970. FISHMAN, 1. ( 1975): Language and Nationalism: Two integra-
tive essays, Rowley, Newbury House.
CHOMSKY, N. (1974): Selected Readings. 0. U. P. Oxford. FISHMAN, 5. A., FERGUSos, C. y DAs GuPTA, J. (comps.) (1968):
COLL, C. (1986): «Hacia la elaboración de un modelo de di- Language Problems in Developing Nations, Nueva York,
seño curricula r. Bases psicológicas», en Cuadernos de Pe-
dagogla, n. 139, págs. 8-16. John Wiley and Sons.
COLL, C. (1990): «Un marco de referencia psicológico para GARFINKEL, H. (1967): Studies in Ethnomethodology, Engle-
wood Cliffs, Prentince-Hall.
la educación escolar: la concepción constructivista del GIGLIOLI, P. P. (1972): Language and Social Context. Londres,
aprendizaje y de la enseñanza» , en C. COLL, J. PALACIOS Penguin.
110
111
GIL, D. y GExú A. (1987): «Tres principios básicos en el di-
HALLIDAY, M. A. K. (1978): fi/ fengunye como semiótica
seño de la formación del profesorado», en Andecha Pe- social. La interpretación social del lenguaje y del significado.
dagógica 18.
Mé- xico, Fondo de Cultura Económica, 1982.
GIMENO SACRISTÁN, 1. (1981): Teoría de la enseñanza y
desa- rrollo del curriculum. Madrid, Anaya. HALLIDAY, M. A. K. (1985): An Introduction to Funtional
GIMENO SACRISTÁN, I. (1982): M pedagogía por objetivos. Grammar. Londres, Edward Arnold.
Ob- sesión por la eficiencia. Madrid, Morata. HAUGEN, E. (1953): The Norwegian farigttage in America:
GOFFMAN, E. (1959): The Presentation o[Self in Everyday Li[e, study in bifiitgtinl behavior, Filadelfia, University of
Nueva York, Anchor Books. Pennsylvania Press.
GOFFMAN, E. (1974): Frame Analysis, Nueva York, Harper & HAUGEN, E. (19ó6): m rigttage con|Iict and language planning:
Row. the case o[ modern Norwegian, Cambridge, Harvard Uni-
GOFFMAN, E. (1981): Forms o[ Talk, Oxford, Basil Blackwell. versity Press.
GREIMAS, A. 1. y CoURTES, 1. (1979): Sémiotique. Dictionaire HvMEs, Dell H. (1984): Vers la competénce de communicn-
tion. París, Hatier.
raisonné de la théorie du langage. Hachette. París (trad.
cast. Semiótica, Madrid, Gredos, 1982). JAKOBSON, R. (1963): Ensayos de lingüística genernf. Barcelo-
GRiCE, H. P. (1975): «Logic and conversation», en CoLE y na, Seix Barral, 1981.
MORGnN (comps.), Syntax and Semantics 3: Speech Acts. MMMIS, S. (198ó): El curriculum: más allá de In teoría de In
reproducción . Madrid, Morata, 1988.
Nueva York Academic Press (trad. cast: «Lógica y Con- LABOV, W. (1969): «The logic of nonstandard English», en
versación», en L. M. Valdés Villanueva: Lu busqueda del Georgetown Monographs on Language and linguistics,
significado. Madrid, Tecnos-Universidad de Murcia, vol. 22, pigs. 1-22 y 26-31 (trad. cast. en Educación y So-
págs. 511-530, 1991). ciedad, n. 4, Akal, 1989, págs. 145-168).
GRUPO ITi (1987): Retórica general. Barcelona, Paidós. LABOV, W. (1972): Language in the Inner City, Filadelfia, Uni-
GUMPERZ, J. J. (1972): «Preface» y «Introduction», en J. J. versity of Pennsylvania Press.
GUMPEnz y D. HYMES (COmps.): Directions in Sociolin- LABOV, W. (1972): Sociolinguistic Patterns, Filadelfia, Uni-
guistics. Nueva York, Holt, Rinehart & Winston. versity of Pennsylvania Press.
GUMPERZ, J. J. (1978): «Dialect and conversational Inference LEVINSON, S. C. (1983): Pragmatics. Cambridge, Cambridge
in Urban Communication», en Lnrigunge and Societ y, vol. University (trad. cast: Barcelona, Teide, 1989).
7, n. 3. LOMAS, C. (1990): «La imagen: instrucciones de uso para un
GUMPERZ, J. J. (1982a): Discourse Strategies. Cambridge, itinerario de la mirada», en Signos. Teoría y práctica de
Cambridge University Press. la educacidn, n. 1, Gijón.
GUMPERZ, I. J., comp. (1982b): Language and Social Identid y. LOMAS, C. (1991): «Estética, retórica e ideología de la per-
Cambridge, Cambridge University Press. suasión», en Signos. Teoría y práctica de la educación, n. 3,
GUMPERZ, J. J. (1986): «La sociolingüística interaccional en Gijón.
el estudio de la interacción», en J. COOK-GUMPEnz y J. J. LOMAS, C. (1992): «Publicidad y escuela», en EL PA/S, 15 de
GUMPERZ (COmpS.) (1986): Lu constru.cción social de la diciembre de 1992.
al- fabetización, Barcelona, Paidós/MEC, 1988, págs. ó1- LOMAS, C. (1993): «Sistemas iconoverbales de comunicación
83.
GUMPERZ, I. I. y HvuES, D. H. (1964): The Ethnography o[ y enseñanza de la lengua», en LomS, C. y OsoRO, A.
Communication, en American Anthropologist, vol. 66, n. (comps.): El enfoque comunicativo de la enseñanza de la
6, parte 2. fettgtta. Barcelona, Paidós.
Hai.LIDAY, M. A. K. (1973): Exploraciones sobre las [unciones LcMAS, C. y OSORO, A. (1991): «h4odelos teóricos y enfoques
del lenguaje. Barcelona, Editorial Médica y Técnica, didácticos en la enseñanza de la lengua», en Signos. Teo-
1982. ría y prác’tica de la educación, n. 4, Gijón. Con ligeras va-

112 113
riantes, este texto puede encontrarse tambié n en Cttn- MINISTERIO DE E»UCACIsN Y c ENCIA (1992d): Secundaria
demos de Pedagogía, n. 203, Barcelona, 1992. Obligatoria. Lengua Castellana y Literatura. Madrid.
LOMAS, C. y OsoRO, A. (1993): «Enseñ ar Lengua, hoy». En MORTARA G v ELM, (1988): Manual de Retórica. Madrid,
LOMAs y OsoRO (comps.), El en(oque comunicativo de la B.
Cátedra, 1991.
enseñanza de la feiigiin. Barcelona, Paidó s, 1993. Munrrrv, J. 1. (1974): M retórica en la Edad Media. México,
LOMAS, C. y Osoro, A. (comps.) (1993): El enfoque comuni- Fondo de Cultura Económica, 1986.
cativo de In enseñanza de la lengua. Barcelona, Paidó s. NUNAN, D. (1989): Desining Tasks [or the Commttnicative
LomS, C., OSORO, A., y TUsÓ N, A. (1992): «Ciencias del lengua- classroom. Cambridge Language Teaching Library.
je, competencia comunicativa y enseiianza de la lengua», NUSSBAUM, L. (1991): «De cómo recuperar la palabra en la
en Signos. Teoría y prdctica de la educación, n. 7. Gijó n. clase de lengua», en Signos. Teoría y práctica de la edu-
LozANO, 1., PEÑ A-MARtN, C. y AanIL, G. (1982): Ana“lisis del cución, n. 2, Gijón.
discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual. Osoro, A. (1991): «Apuntes para un método en la enseñanza
Madrid, Cá tedra, 1986 (2 ed.). de la lengua y la literatura en Educación Secundaria», en
Luz, A. R. (1979): Conciencia y Lenguaje. Madrid, Visor, Signos. Teoríó y práctica de la educacidn, n. 2, Gijón.
1984 (2 ed.). PEREL , C. y O LBRECHTS-TYTEC A L. (1958): Tratado de la
McCnRTHY (1991): Discourse Analysis [or Language Teachers. argumentación. Madrid, Gredos, 1989.
Cambridge, Cambridge University Press. PERERA, K. (1984): Children“s Writing and fteodiitg. Analysing
MIMISTERIO DE EDUCACIÓ N Y CIENCIA ( 1989): Diseño Curricu- Classroom Language. Londres, Basil Blackwell.
lar Base. Educación Primaria. Educación Secundaria PIAGET, J. e INHELDER, B. (1969): Psicología del nino. Madrid,
Obligatoria. Madrid. Morata.
MINISTERIO DE EDUCACIÓ N Y CIENCIA ( 1991 a): Real Decreto oUImwmo: Instituciones Oratorias. Traducción de Ignacio
1006/1991, de 14 de junio, por el que se establecen las en- Rodríguez y Pedro Sandier. Imprenta de Perlado Báez y
señanzas mínimas correspondientes a la Educación Pri- Cía., Madrid, 1911.
maria. Real Decreto 100771991 que define las enseñanzas sus, G. (1990): Zzi pragmática lirtgMí5tiCO. Barcelona,
mínimas correspondientes a Educación Secundaria Obli- Montesinos.
gatoria. BOE, 2ó de junio de 1991. Madrid. RIGAU, G. (1981): Gramática del discurs, Bellaterra, Univer-
MINISTERIO DE EDUCACIÓ N Y CIENCIA (1991 b): Real Decreto sidad de Barcelona.
1344/1991, de 6 de septiembre, por el que se establece el ROBIHS, R. H. (1967): Breve historia de la lingüística, Madrid,
currículo de Educación Primaria. Real Decreto /345/199/, Paraninfo, 1974.
de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de ROzxnz, J. M. (1989): «Hacia un modelo dialéctico-crítico»,
la Educación Secundaria Obligatoria. BOE, 13 de sep- en RozADA, CAsCANTE y AnRiETA: Desarrollo curricular y
tiembre de 1991. Madrid. [ortttación del profesorado. Gijón, Cyán.
MINISTERIO DE EnUcACIÓ N Y CIENCIA ( 1992a): Real Decreto RozzoA, J. M. (1991)' «Sobre el desarrollo de un método
1178/1992 de 2 de octubre, por el que se establecen las en- para la enseñanza de las Ciencias Sociales», en Boletín
señanzas mínimas del Bachillerato. BOE, 21 de octubre de Geogrn{in, Historia y Ciencias Sociales, n. 7-8. CEP’s
de 1992. de Avilés, Gijón, Nalón y Oviedo.
MINISTERIO DE EDUCACIÓ N Y CIENCIA ( 1992b): Real Decreto
SAMPSON, G. (1980): Schools o[ Linguistics, Stanford, Stan-
7/ 79/7 992 de 2 de octubre, por el que se establece el cu- ford University Press.
rrículo del Bachillerato. BOE, 21 de octubre de 1992.
MINISTERIO DE EDUCACIÓ N Y CIENCIA ( 1992c): Resolución de la SANKOFF, D. (comp.) (1978): Linguistic VariattoH, Models and
Methods, Nueva York, Academic Press.
Secretaría de Estado de Educación de 5 de marzo de 1992. SAussunc, F. (1916): Curso de Lingüística ceneral. Buenos
BOE del 25 de marzo de 1992. Aires, Losada, 1971.

114 115
SAVILLE-TROIKE, M. (1982): The Ethnography o[ Communica- ÜSANDIZAGA, H. (1991): «La formación semiótica del lector
tion Oxford, Basil Blackwell. de la educación,
escolar», en Signos. Teoría y práctica
SCHANK, R. C. (1982): ftendirtg and Understanding: Teaching n. 3, Gijón, págs. 20-28. y teorfas de la literatura»,
[rom the Perspective o[ Artificial Intelligence, Hillsdale, USANDIZ AGA, H. (1993): «Semiótica
Lawrence Erlbaum. en LOMAS OSORO (comps.) , El enfoque com unicatiWO de
SEARLE, 1. R. (1964): ¿One“ es un acto de habla? Valencia, la enseñanza de la lengua. Barcelona, Paidós. Cátedra.
Cuadernos Teorema, 1977 (también trad. C£tst. en VALDúS VAN DIJK, T. A. (1977): Texto y contexto. Madrid,
VILLANUEVA, Luis M. (comp.), La busqueda del signi;fíca- 1980.
do. Madrid, Tecnos-Universidad de Murcia, 1991, págs. VAN T. A. ( 1980): La ciencia del texto. Barcelona, Pai-
431-448). DIIK,dós, 1987.
SEARLE, J. R. (19ó9): Actos de habla. Madrid, Cátedra, 1980. VILA, I. (1989): «La metodología en la enseñanza de segun-
en ComurtiGO-
SEARLE, J. R. (1975): «Indirect Speech ACts», en CoLE y MoR- das lenguas y el enfoque comunicativo»,
GAN (comps.), Syntax and Semantics 3: Speech Acts. Nue- ción, fenguaye y educación, n. 2.
va York, Academic Press. VILA, I. (1993): «Reflexiones sobre la enseñanza de la(COIRj3S.)
lengua
SINCLAIe, J. M. y CouLTHAeD, R. M. (1975): Towards an desde la psicolingüística» , en LOMAs y OsoRO,
Analysis o[ Discourse. The £ngfís/t used by teachers and (1993), Of enfoque comuniCat ivo de la eriseIi nri ¿n de la
pupils. Londres, Oxford University Press. fengtin. Barcelona, PaidóS. ideológico y la J lOSO p1°tZ El
SPERBER, D. y WILSON. D. (198ó): Relevance. VOLOSHINO V, V. N. (1929): £f signo
Buenos
Communication and cognition. Londres Basil Blackwell. fertgit• ie (El marxismo y la filO$odín del ferigunyej.
STUBBS, M. (1976): y escuela. Análisis sociofingüis- Aires, Nueva Visión, 1976. y lenguaje. Buenos Ai-
Leng
tico de la ertseñ ariea. Madrid, Cincel-Kapelusz, 1984. VYGOTSKY , L. S. (1977): Pensamiento
STUBBS, M. (1983): Discourse Analysis. The sociolinguistic res, La Pléyade.
Analysis o( natural language. Oxford, Basil Blackwell VYGOTSKY, L. S. (1979): desarrollo de los procesos pSiCOfÓ-
Crítica.
El
(trad. cast.: Análisis del discurso. Madrid, Alianza, 1987). gicos superiores. Barcelona,
contact, La Haya, Mou-
Tel, B.M, ATHESIUS, V., TRUBETZKOY, N. S., VACHEK, J. y JA- WEINREICH, V. (1953): Languages iit
KOBSON, R.: El Círculo de Praga. Barcelona, Anagrama, ton, 1974. la [ormación social de la
1971. pá gs. 14-19. Gijó n. E 988): Vygotsk y y
TusÓ N, I. (1980): Teorías gramaticales y análisis sintdctico. R mente. Barcelona,
Barcelona, Teide. 116 Paidós.
T wITTGENSTEIN, L.
TuSÓ N, . (1987): Aproximacidn a la historia de la lingüística.
S (1953): Investigacio
Barcelona, Teide.
Tusó N, A. (1988): «El comportament lingü ístic: L’aná lisi C Crítica, 1988.
conversacional», en A. Bastardas y J. Soler (comps.): So- H
ciolingüística y llengua catalana. Barcelona, Empú ries, ,
pá gs. 133-154. J
TUSÓ N, A. (1991a): «Iguales ante la lengua, desiguales en el .
uso. Bases sociolingü ísticas para el desarrollo discursi- V
vo», en Signos. Teoría y práctica de la educación, n. 2, .
pá gs. 50-59. Gijó n. (
TUSÓ N, A. (1991 b): «Las marcas de la oralidad en la escritu-
ra», en Signos. Teoría y práctica de la educación, n. 3, 1
nes filosó pcas. Madrid,

117

También podría gustarte