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ACERCAMIENTOS A LA SINODALIDAD

En la literatura teológica y pastoral de los últimos meses del año pasado y de lo que va del año se
va haciendo cada vez más común entre los feligreses el uso de un sustantivo acuñado
recientemente, “sinodalidad”, correlativo al adjetivo “sinodal” y derivados los dos de la palabra
“sínodo” que a su vez es una palabra griega compuesta por la preposición sýn, que significa “con,
junto con, en compañía de”, y el sustantivo hodós, que significa “camino”.

Gracias a Dios cada vez, este sustantivo sinodalidad es menos extraño, y digo gracias a Dios,
porque el Papa Francisco nos dice en el “Discurso para la Conmemoración del 50 aniversario de la
Institución del Sínodo de los Obispos” (17 de octubre de 2015) : «El camino de la sinodalidad es el
camino que Dios espera de la Iglesia en el tercer milenio», y entonces todos debemos saber, que
significa sinodalidad, sinodal, sínodo.

Se habla así de la sinodalidad como “dimensión constitutiva” de la Iglesia o simplemente de Iglesia


sinodal”.

En el centro está la palabra hodós que significa camino. Por lo tanto, lo primero que debemos
analizar para entender la sinodalidad es la palabra Camino. Muchos hablan de camino o caminos,
por lo tanto, debemos definir, lo esencial, ¿Cuál o qué camino?

Es aquí donde yo les propongo el primer punto de acercamiento que creo es justo entenderlo.

Jesús contestó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí » (Jn 14, 6). Él
es el camino a la vida, a la salvación, al Padre. Los primeros cristianos se consideran: “…los
seguidores del Camino (del Señor) … hombres o mujeres” (Hch 9,2); en Hech 19, 9 leemos como
muchos criticaban su estilo de vida que lo llamaban Camino: "Al ver que algunos, en vez de creer,
se endurecían más y criticaban públicamente el camino, se separó de ellos". También leemos que:
"Fue en ese tiempo cuando se produjo un gran tumulto en la ciudad a causa del camino" (19, 23);
Era un estilo de vida y una doctrina: "Pero sí admito ante ti que sirvo al Dios de nuestros padres
según nuestro camino, que ellos llaman secta" (24, 14) o también 24, 22: "Félix, que estaba bien
informado sobre el Camino, postergó el caso con estas palabras: «Cuando baje el comandante
Lisias, resolveré este caso»" y seguro hay muchos otros textos como (13,10; 17,17;18, 25-26) que
pueden ayudarnos, que el Camino era su nueva vida, su pensamiento y sobre todo a quien seguían
que es Cristo. La Iglesia de los Hechos de los Apóstoles no es otra cosa que el «caminar juntos» por
el Camino, que es Cristo y su doctrina. Eran una Iglesia sinodal. San Juan Crisóstomo plasmó su
fórmula: “Iglesia tiene nombre de Sínodo”.

Nadie de nosotros puede negar un mundo relativista que nos proponen muchas formas de ver la
vida, muchas metas, muchos caminos, muchas luces; la sociedad ha devenido plural (hay
pluralismo religiosos que tiene como consecuencia que todas las religiones son tenidas por
igualmente válidas, de modo que al final resulta indiferente a qué religión se adhiera uno, hay para
ellos muchos caminos) y secularizada (que expulsa a Dios de su espacio público, Jesús es echado
del camino, excluido de nuestro caminar), a cambio tenemos un exclusivo pensamiento racional-
instrumental-técnico orientado a cuestiones prácticas, al éxito y al consumo; lo que permanece es
un indiferentismo religioso muy peligroso que terminada diciendo, no creo en nada, ni falta que
me hace. Y absurdamente vemos a la vez un renovado interés por espiritualidades-falsas que se
proponen como caminos para la felicidad.
Sin embargo, la fe cristiana depende de la confesión en Jesús como el Cristo en el que Dios se ha
hecho hombre, para nuestra salvación. Nosotros cristianos sabemos que uno sólo es el Camino,
Jesucristo Nuestro Señor. Si Jesús como hoy muchos suponen que es uno entre muchos o que no
es más que un ser humano ya se hubiera hundido en el pasado irrevocablemente. Únicamente si
es verdad nuestra fe que Dios mismo se ha hecho hombre y que en Jesús es hombre verdadero y
Dios verdadero, y sólo así nos hace partícipes del presente de Dios y de su salvación, de suerte que
podamos afirmar que “él es el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 10). De ahí se desprende de cara
a la nueva evangelización la prioridad que el cardenal Walter Kasper caracteriza como
“concentración cristológica”, y yo diría, cristocéntrica también.

La sinodalidad designa el estilo peregrino y participativo de la Iglesia de Cristo que camina hacia el
Padre en la comunión del Espíritu Santo. La sinodalidad puede ser comprendida a partir de la
teología lucana del Caminante y la teología joánica del Camino.

Jesús es el peregrino que proclama la buena noticia del Reino de Dios (ver. Lc 4,14-15; 8,1; 9,57;
13,22; 19,11), anunciando “el camino de Dios” (ver. Lc 20,21) y señalando la dirección (Lc 9,51-
19,28). Más aun, Él mismo es “el camino” (ver. Jn 14,6) que conduce al Padre, comunicando a los
hombres, en el Espíritu Santo (ver. Jn 16,13), la verdad y la vida de la comunión con Dios y los
hermanos. Vivir la comunión de acuerdo con la dimensión del mandamiento nuevo de Jesús
significa caminar juntos en la historia como Pueblo de Dios de la nueva alianza de manera
correspondiente con el don recibido (ver. Jn 15,12-15). El evangelista Lucas, en el relato de los
discípulos de Emaús (ver. Lc 24,13-35), ha delineado una imagen viva de la Iglesia como Pueblo de
Dios, guiado a lo largo del camino por el Señor resucitado que lo ilumina con su Palabra y lo nutre
con el Pan de la Vida (S 16).

Jesús es “el Camino” (Jn 14, 6) que revela la Verdad y dona la Vida del Padre. Cristo, Caminante,
Camino y Patria, nos guía por el “camino más perfecto” (1 Cor 12,31). La Iglesia es la comunidad de
“los que siguen el camino del Señor” (Hch 9,2).
Los bautizados somos compañeros de camino del Señor, llamados a ser sujetos activos en la
convocación a la santidad y a la misión porque participamos del único sacerdocio de Cristo y
estamos enriquecidos por los carismas del Espíritu.

En esa línea el Papa Francisco siempre se refiere a la Iglesia como el santo Pueblo fiel de Dios,
completando una rica expresión conciliar (LG 12a). La sinodalidad expresa la condición de sujeto
que le corresponde a toda la Iglesia y a todos en la Iglesia. Los creyentes son σύνoδοι, compañeros
de camino, llamados a ser sujetos activos en cuanto participantes del único sacerdocio de Cristo y
destinatarios de los diversos carismas otorgados por el Espíritu Santo para el bien común. La vida
sinodal es testimonio de una Iglesia constituida por sujetos libres y diversos, unidos entre ellos en
comunión, que se manifiesta en forma dinámica como un solo sujeto comunitario que, afirmado
sobre la piedra angular que es Cristo y sobre columnas que son los Apóstoles, es edificado como
piedras vivas en una ‘casa espiritual’ (1 Pe 2,5), ‘morada de Dios en el Espíritu’ (Ef 2,22)”, (S 55). Ya
en el 2015, el papa Francisco habló de “la necesidad y la belleza de «caminar juntos»”.

Terminemos citando el Evangelio de san Juan 14, 1-6: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en
Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no, os lo habría
dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré
y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el
camino». Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le
dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

Ya no estamos como Tomás, bien sabemos, el camino es Cristo y conocemos la meta, la casa del
Padre, y además sabemos cómo caminar, juntos. Ya en el 2015, el papa Francisco habló de “la
necesidad y la belleza de «caminar juntos»”. Caminemos juntos, en nuestras parroquias, en
nuestra Iglesia de Durango y con la Iglesia universal.

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