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38 EDUARDO SAID

Corte y construcción*
El título tiene resonancias de un viejo destino de las niñas en ciertos subs-
tratos de nuestra cultura.

No es a eso a lo que me voy a referir. “Corte y construcción” intenta instalar


una pregunta: ¿es posible un análisis sostenido a “puro” corte? O mejor:
¿Operar con el corte conduce necesariamente a la construcción-atravesa-
miento del fantasma?

La práctica actual de los analistas que abrevamos en la obra de Lacan, hace


del corte un instrumento rico para la dirección de la cura. Si se quiere un re-
curso privilegiado. El riesgo es hacer de él un nuevo y diferente ritual.

La referencia crítica se dirige al corte entendido como la interrupción


rápida de la sesión al primer giro del discurso en que el analista crea
factible implicar o conmover al analizante. Así trascienden nuevos es-
tándares de unos pocos minutos como duración habitual de toda sesión.
Una práctica regularmente así sostenida parece prevalecer más acentua-
da en algún sector del psicoanálisis que se orienta en la obra de Lacan.
Resultará entonces esclarecedor, compulsar clínica y conceptualmente
sus implicancias.

La sesión ‘corta’ aparece así nombrada en el propio texto de Lacan26 y es


precisamente en términos de esa tematización y práctica clínica -que rompió
con la estandarización de la IPA- que acontece la ‘excomunión’ de Lacan.

Si Freud atendía un paciente cada hora y la sesión duraba cincuenta minu-


tos, eso se correspondió a su propio momento fundante y en ello a lo que él
mismo nombra como “mi individualidad”. Solo repetirlo es desoír el alcance
de su propio consejo, quedarse religiosamente en posición de honrar al “Pa-
dre” fundador y guarecerse en lo conocido y previsible.

Lacan, con el aporte de la lingüística y de la lógica, hace de la puntuación del


discurso, localización conceptual y operación en acto. La puntuación enten-
dida como escansión, opera permitiendo liberar, desencadenar, la letra en el
inconsciente. Y así, por añadidura, producir efectos terapéuticos.

* Presentación en las Jornadas Anuales Cátedra de Clínica de Adultos de la UBA, 1993.


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Lacan, Jacques (1983). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En
Escritos I. México: Siglo XXI.

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Puede no ser equivalente el corte como puntuación de la sesión y la sesión


corta. “Corta” habla de corte pero también de brevedad, en un tiempo cap-
tado en su duración. Prevalece la función conclusiva de la prisa. Se acercaría
asintóticamente a un discurso sin palabras.

El tiempo del que se trata en la práctica clínica aparece enlazado a diferentes


y articulables cuestiones: el final de la sesión, la frecuencia de sesiones y el
fin del tratamiento, que nombrado como fin de análisis requiere de mayores
exigencias de definición.

Cuando Freud es interrogado sobre el tiempo de duración del tratamiento


analítico, se vale en principio de la respuesta de Esopo al caminante: camina.
No obstante y este es el mérito de cada analogía freudiana; es en la marca-
ción de la diferencia que se decide el valor para el psicoanálisis. Aquí la dife-
rencia es que el movimiento futuro es imprevisible y la imprevisibilidad, Freud
la fundamenta en lo que nomina la “atemporalidad” de los procesos incons-
cientes. Es a esa “atemporalidad” a la que habrá que dirigir la pregunta.

Si lo inconsciente es “inaccesible a la contradicción, a la localización espa-


cio-temporal, como también a la función del tiempo”,27 parecería fuera de
toda lógica. No es ese el planteo de Freud, ni de Lacan.

La atemporalidad entrama tanto las resignificaciones inherentes a la estruc-


tura de lenguaje como a las operaciones del fantasma, a los clisés fundantes
en Freud, que resisten a una cronología de la sucesión. La atemporalidad es
allí marca de la represión primaria y su manifestación actual, tanto en la ver-
tiente del tiempo lógico-sincrónico-estructural, como en lo que se sostiene
en actos en que la rememoración asociativa encuentra su límite.

Lo inconsciente no tiene el tiempo del reloj, ni del calendario, ni de ningún


otro parámetro de acotamiento o regulación simbólico-imaginaria; no obs-
tante sí tiene un tiempo lógico en que sus operaciones pueden definirse. La
atemporalidad freudiana puede leerse como tiempo lógico.

El tiempo no es solo linealidad de la diacronía metonímica, el tiempo es


apres-coup, resignificación, es apertura metafórica, paradigmática, es futuro
anterior. También es encuentro con la imposibilidad del significante para re-
solver el cálculo, la deducción inteligible.

Lo real se da a conocer a la estructura simbólica como no conmutatividad,


como imposibilidad. Así se da a leer lo Real de la castración. No es suficiente

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Lacan, Jacques (1986). Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós.

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el recurso de la resignificación. Hay una dimensión temporal real, que desde


la estructura de la lengua solo emerge como imposibilidad lógica, como pun-
to de insuficiencia del significante. Punto en que solo el acto resuelve, si esto
acontece, la certidumbre anticipada en que se detiene.

No todo es reversibilidad del lenguaje, no todo es juego combinatorio de


palabras, aunque este es el campo en que lo Real de la castración, lo Real
de la letra, podrá situarse aun en lo elemental de una fórmula axiomática que
lo bordea sin apresarlo.

Las notas de Lacan para caracterizar al inconsciente freudiano como: de cau-


sación en la hiancia; aquello que cojea del campo del significante; de efecto no
realizado; homólogo al sujeto de la conciencia en la estofa con la que trabaja;
de extraña temporalidad; discontinuo; sin igualación del uno al todo; sincró-
nico; de sujeto indeterminado, se despliegan en una secuencia en que la for-
mación del inconsciente deviene el recorrido de una doble pérdida, una doble
hiancia que yendo de la apertura al cierre presentifica lo pulsátil de aquél.

Dos citas de Lacan, del Seminario 11:28


“el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del
sujeto -de donde vuelve a surgir un hallazgo, que Freud asimila al deseo
que situaremos provisionalmente en la metonimia descarnada del discurso
en cuestión en que el sujeto se capta en algún punto inesperado”.

“Lo óntico, en la función del inconsciente, es la ranura por donde ese algo,
cuya aventura en nuestro campo parece tan corta, sale a la luz un instante,
solo un instante, porque el segundo tiempo, que es de cierre, da a esta cap-
tación un aspecto evanescente”.

Apertura, producción significante y cierre que referidos a la sesión o al análi-


sis, definen una temporalidad que permite avanzar en la interrogación sobre
el corte y la construcción: apertura, primera pérdida, quebradura del relato
consistente y la alternativa del despliegue asociativo en cadenas de sintag-
mas y paradigmas. Atmósfera de hallazgo, cuando hay análisis. Un produci-
do va situando las determinaciones significantes, va desbrozando la posición
fantasmática, va cerniendo el objeto causa como producto. Despliegue aso-
ciativo que encuentra un tope que Freud llama resistencia. No se trata de un
“camino libre” al descifrador.

Trayecto que alcanza el lugar de la segunda pérdida, cierre, como lugar de


la imposibilidad de la lengua, como inserción de una imposibilidad en la red

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Lacan, Jacques (1986). Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Buenos Aires: Paidós.

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del significante nombrable como castración, opera un cierre que sostenido


del encuentro fallido con lo Real se sobreimprime en formación imaginaria,
señuelo en el mismo lugar en que el discurso encuentra su resistencia es-
tructural.

Tope que deja bordeando la pregunta ¿qué es un padre? ¿qué quiere una
mujer? Lugar de la cercanía al llamado núcleo patógeno freudiano.

Los tiempos de esta pulsación del inconsciente son cernibles aun con el
resultado evanescente que deja al conjunto en insuficiencia.

Entonces: 1) primer hiancia, apertura, instante de la mirada, “insight”, 2)


tiempo de comprender, espacio de producción asociativa y 3) el momento
de concluir, que en ausencia de la operación del analista, es represión en
que coincide su retorno.

Temporalidad que instala una lógica en que el acto analítico del corte pro-
duce un momento de concluir que podrá producir un tiempo de comprender
más allá de la sesión misma.

¿En qué lugar del circuito interviene el analista?


¿En la primera hiancia? Seguramente. Allí se jugó el primer acto de Freud
que al decir de Lacan le da un estatuto ético al inconsciente freudiano. Allí
fue a buscar Freud el sentido del fallido, del sueño, del síntoma. En busca
de una verdad que “habrá sido” aun producto de una falsa premisa. Allí la
intervención analítica hace análisis en el sentido en que Freud nos propone
con la analogía del químico y su límite. No es la síntesis la que quedaría con-
vocada por la operación analítica. La síntesis es una operación a la que el yo
se ve llevado en el sostén de la completud de sentido, de la “compulsión de
unificar y reunir”.29 Freud propone el sostén del análisis en tanto apertura a
las determinaciones del sujeto del deseo inconsciente.

En cuanto al segundo tiempo lógico, tiempo de comprender, Freud es “pa-


ciente” cuando se despliegan las asociaciones, cuando el paciente está en
transferencia “positiva”, “tierna”, simbólica. No es condición de necesidad
que el tiempo de comprender solo acontezca fuera de la sesión analítica.

¿Cómo se opera ante el cierre o aun ante su inminencia?


Allí el saber-hacer del analista va encontrando sus modulaciones y se dificul-
ta la generalización de una fórmula sin plantear la cuestión en la singularidad

29
Freud, Sigmund (1979). Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica. En Obras completas
(Tomo XVII). Buenos Aires: Amorrortu Editores.

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de la clínica. Sosteniendo que se trata de una apertura allí donde el cierre


resistencial aparece, la intervención analítica no irá en el sentido de cristali-
zar o reforzar un saber. Posiblemente pase por interrogar los supuestos que
ordenan el discurso del paciente, tanto por lo dicho como por lo que se da a
leer en lo no dicho, supuestos estos que organizan el juego simbólico como
regulación de la ley fálica.

Poner en cuestión los supuestos, aquello que apunta a lo que desde Lacan
se designa como S1 en tanto enjambre, es “zona de riesgo” que convoca a la
cautela del analista y a una asentada conjetura clínica de “estar” en el campo
de las neurosis.

Lacan en el Seminario 17,30 nombra a la estructura de la interpretación como


una combinatoria de cita, del texto del paciente, lugar del enunciado y enig-
ma “que el intérprete no puede de ningún modo completar por sí mismo”
como lugar de enunciación. Es en este concluir abierto, que el acto analítico
se implicó en una lógica que lo incluye.

¿Cada nuevo cierre será siempre “levantable”? ¿Hay una interpretación de


fin de análisis, que solo se sitúa en el fallido del analista, fallido estructural?

Freud nos advierte que el curso de un análisis lleva su tiempo. Habla de


reelaboración, durcharbeiten: trabajar a través, y el curso de su clínica y su
conceptualización lo lleva a la construcción como alternativa de puesta en
campo de lenguaje, vía la tramitación de las formaciones del inconsciente, y
encuentro con las articulaciones lógicas del fantasma fundamental.

Memoria del borrado de la posición de falo del Otro-materno por operación


del Padre. “Pegan a un niño” es su testimonio clave.

Entonces, trabajo de la clínica del síntoma neurótico en transferencia al fantas-


ma en su construcción como operación sostenida en el análisis. Cierres y aper-
turas múltiples. Topología del “toro”, que en su vuelta en más modeliza la re-
elaboración freudiana. Trabajo de la clínica que desbroza el campo imaginario,
desnuda cristalizaciones, sitúa determinaciones y va señalando lo que Freud
nombra como “roca de base” de la castración, parámetros singulares que or-
denan la posición del sujeto en términos de goce, prohibición, sexuación. Ca-
mino plagado de obstáculos que Freud nombra en seriación de resistencias.

Queda planteado si se trata de la construcción que localiza la “roca de base”


como fantasma fundante o si en la incitación a su movimiento con la cautela

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Lacan, Jacques (1999). Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

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que Freud nos propone se juega su atravesamiento. Punto de cercanía y


diferencias entre Freud y Lacan.

Se tratará de sostener una práctica que interrogando sus fundamentos


éticos, no caiga en una nueva ritualización. De lo que el analista “haga”
debería poder dar cuenta. Tendría que quedar interrogado su lugar en la
intervención.

¿Es posible afirmar que el corte se “hace” desde la posición de semblante


de objeto?

¿Cuánto resta en su operación la dominancia del Amo o del Saber?

¿Cómo implementar el recurso del corte, en tanto puntuación, acotando al


extremo lo que puede restar de arbitrario?

¿Cómo no reproducir en lo que podría ser la fineza de la clínica una opera-


ción alienante?

La acción analítica guarda su cuota de incertidumbre. No se resguarda ob-


sesivamente en la demanda de mayor información como garantía de saber
anterior a su acto.

El tiempo de la reelaboración pasa también por la puntuación y el corte,


pero puntuación y corte que no son sin el direccionamiento al despliegue,
construcción y travesía del fantasma, no son sin el articulador de Edipo y
Castración. Se trata de Corte y Construcción.

La práctica sostenida del corte de la sesión al primer recodo del discurso po-
dría dejar al analizante al arbitrio de un “padre cruel”, de un analista gozoso,
que en una repetición alienante deje suspendido el acto en que la destitución
subjetiva se posterga.

A “puro corte” no se construye, ni se atraviesa el fantasma, puede que solo


se lo sostenga en su peor versión.

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