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MAESTRÍA ACADÉMICA EN TEORÍA PSICOANALÍTICA

EPISTEMOLOGÍA DEL PENSAMIENTO FREUDIANO

Profesora Roxana Hidalgo Xirinachis

Estudiante Darío Leitón Hernández

TEMA

“De la mala sorpresa (Tyche) a Das Unheimliche”

II SEMESTRE 2020
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En el presente escrito se trabajarán algunas puntualizaciones sobre el amplio (y siempre


fecundo teóricamente) concepto de das unheimliche, el cual, para términos de este, se
mantendrá el vocablo alemán como punto o eje central sobre el cual gravitará el desarrollo
de la argumentación, esto con el fin de resaltar y poder cristalizar ciertos aspectos teóricos
que en castellano (siniestro/ominoso) no permiten operar tan fácilmente. El objetivo central
es, retomar los aportes, no solo freudianos, sino articular los desarrollos de otros autores en
torno al concepto, pero en su íntima relación con la propuesta lacaniana de Tyche, en su
relectura del término y su relación con la repetición.

La casa (heim) del sujeto, se encuentra en el Otro (A)

En primer lugar, es importante, desarrollar lo que entiende Lacan, no solo por unheimliche,
sino, el lugar que este le da, en su relación topológica con otros términos de su teoría. Hay
que resaltar que, Lacan utiliza la obra freudiana de “Lo siniestro” (1919) en gran parte para
demostrar su propuesta sobre La Angustia en su Seminario 10, (2013) y esta le permite
develar el mecanismo estructural de la misma. De modo que, más que centrarse en la
dimensión etimológica del término (camino usualmente elaborado a partir de lo que Freud
desarrolla), Lacan parte del ya camino recorrido y sugerente idea freudiana de la etimología
de das unheimliche, para mostrar que entre una y otra (etimología y teoría) hay un punto de
convergencia importante que vale la pena puntuar.

En dicho Seminario 10, Lacan plantea lo siguiente:

Pues bien, para permanecer dentro de nuestra convención, y en aras de


claridad de nuestro lenguaje para lo que vendrá a continuación, a este
lugar designado la última vez como el menos-phi , lo llamaremos por su
nombre- es esto lo que se llama el heim (Lacan 2013, 57).

A partir de aquí, se puede señalar que, la casa (¿Tomada?) del sujeto, se encuentra en el
Otro, esto es: el heim del sujeto está en el Otro (A). O lo que es lo mismo: el punto
topológico más íntimo del sujeto (lógico1), se encuentra en un punto exterior a la vez de su
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El sujeto lacaniano, es un sujeto que, en términos lógicos surge, o es un efecto del lenguaje, no
habría forma de pensar el sujeto lacaniano sin su referencia específica y determinada con el
lenguaje.
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propia subjetividad, lo más íntimo y cercano está ubicado en un punto de exterioridad de sí,
esto es lo que se ha denominado como espacio éxtimo2, y este espacio éxtimo estaría (en el
álgebra lacaniana) representado por el menos-phi (–φ).

Más adelante Lacan agregará:

En este punto Heim no se manifiesta simplemente lo que ustedes saben


desde siempre, que el deseo se revela como deseo del Otro, aquí deseo en
el Otro, sino también que mi deseo, diría yo, entre en el antro donde es
esperado desde toda la eternidad bajo la forma del objeto que soy, en
tanto que él me exilia de mi subjetividad, resolviendo por sí mismo todos
los significantes a los que ésta se vincula (Ibídem, 58-59).

Lacan toma el caso de lo unheimlich para mostrar qué se produce en el momento en el cual
aparece algo a nivel imaginario que viene a colocarse en el lugar de –φ, en ese momento,
su estatuto cambiaría, ya no estaría determinado por el orden de lo imaginario, sino que
estaría ocupando el lugar de lo real. Se entiende con esto, porqué Freud (2011) afirmaba
que lo siniestro emergería en el momento en el cual el símbolo coincidiría con lo
simbolizado, es decir, lo que Lacan planteó como significante en lo Real.

Pero además, con dicha cita, Lacan puntúa que ese espacio (–φ) no es otra cosa que el lugar
en el cual se manifiesta lo que ya se conoce como deseo del sujeto como deseo del Otro,
ese punto en el cual el sujeto se encuentra dividido (punto central para generar el efecto de
lo siniestro).

Por lo tanto, si lo siniestro (das unheimliche) es una experiencia que evoca la emergencia
de la angustia, lo es porque justamente “algo” vendría a ocupar (aparecer) ese lugar (heim)
íntimo del sujeto que lo exiliaría de sí mismo, pero ese lugar, no lo sería cualquiera, sino
uno ubicado topológicamente en el Otro (externo/unheimliche), ajeno, extraño, inquietante,
en dicha ambigüedad límite es donde se encuentra el espacio de lo siniestro.

Razón tenía Schelling, citado por Freud (2011) cuando afirmaba que lo siniestro sería todo
aquello que, debiendo permanecer oculto, aparece. ¿Pero esa presencia/aparición de qué
2
Éxtimo, es un conocido neologismo de Lacan proveniente de hacer coincidir las palabras
“externo” e “íntimo” = “éxtimo”.
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estatuto sería? O mejor aún, lo importante, no es “¿qué?”, sino el lugar de dicha aparición
que debería permanecer oculta. Dicho lugar, sería (ocurriría), en términos lacanianos en un
espacio topológico, no cualquiera, sino ese que él mismo definió con la letra (–φ), menos
phi, como el espacio de la función lógica llamada castración, o lugar de la falta…

…sobre la mala sorpresa (Tyche) lacaniana

¿Qué es Tyche? Esta es la figura mitológica a partir de la cual Lacan trabaja el encuentro
con lo Real en su Seminario XI “Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis”
(2012), Tyche es el encuentro siempre fallido con lo Real. Tyche es un encuentro.

Se adelantará el argumento central del presente apartado: lo central es –y Lacan (2012) lo


resalta en su seminario 11 en repetidas ocasiones, tyche es la repetición de lo real que no
cesa de no inscribirse, lo imposible de inscribir en el campo del Otro, lo imposible de
reducir al punto.3

Lacan afirma en relación con tyche lo siguiente:

En primer lugar, la tyche, tomada como le dije la vez pasada del


vocabulario de Aristóteles en su investigación de la causa. La hemos
traducido por el encuentro con lo real. Lo real está más allá del
automatón, del retorno, del regreso, de la insistencia de los signos, a que
nos somete el principio del placer. Lo real es eso que yace siempre tras el
automatón, y toda la investigación de Freud evidencia que su
preocupación es esa. (Lacan 2012, 62).

En relación con esto, es importante resaltar que, hay una diferencia central entre automatón
y tyche, por eso, no es suficiente mencionar que, Freud en “Lo siniestro” (2011) hace
alusión a que, lo siniestro sería aquello que pudiera evocar aquella compulsión a la
repetición (emparentada a la pulsión de muerte), haciendo clara alusión a su trabajo de
“Más allá del principio del placer” (2011), pues tanto automatón como tyche suponen una
repetición, pero Lacan insiste diversas ocasiones en su seminario, sobre dicha distinción y
diferenciación de la repetición que, se considera vale la pena esclarecer conceptualmente,
3
A propósito del trauma, discursos elípticos, repetitivos que no se reducen a un punto, siempre
orbitan sobre un círculo irreductible.
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tanto más para este trabajo cuanto más cristaliza la dimensión específica de la emergencia
de das unheimliche.

Automatón, se podría ubicar, tal y como lo considera el planteamiento lacaniano, dentro del
orden simbólico, es decir, como una repetición de signos. Esa repetición, muchas veces
asociada a los procesos identificatorios, puntos de goce fálico, o goce lenguajero tal como
lo determina Braunstein (2009). Tal y como sería un punto de referencia, no cualquiera,
sino significante, a eso apuntaría Automatón dentro de la lógica del sujeto lacaniano.

Por otro lado, tyche, no sería el producto de cualquier repetición, ya no es aquello que sería
causado o generado dentro de la red significante, si bien es cierto que los efectos de su
inserción son percibidos dentro del campo de la realidad, y dentro del marco simbólico que
le constituye (A), tyche sería ese mal encuentro con algo que se escapa de dicho orden y no
logra constituirse como tal (como un signo/significante), estructura esta que, en su
especificación se torna paralela con la del trauma, por ello es que Lacan afirmará:

La función de tyche, de lo real como encuentro –el encuentro en tanto


que puede ser fallido, en tanto que es, esencialmente, el encuentro fallido-
se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya
basta por sí sola para despertar la atención – la del trauma” (Lacan 2012,
63).

Con lo cual, queda establecida (emparentada) la noción de tyche con la repetición dentro de
una lógica que supone siempre un resto no asimilable visto dentro del campo de la realidad
(como en la estructura del trauma). tyche, en tanto que encuentro, uno tal que presupone la
generación lógica de una imposibilidad que no sería posible si no se la intentara inscribir
(dentro de la lógica de la letra) al campo del Otro, y solo desde el campo del Otro. Esta
“mala fortuna” llamada Tyche, de encontrarse con una imposibilidad, con la emergencia de
algo que, si bien es cierto no tiene representación, si genera sus efectos dentro de la
realidad, y das unheimliche es su muestra, aspecto que se trabajará en la siguiente entrega
del presente escrito.

De la apariencia en cuanto apariencia, al Tyche/Unheimliche


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La discusión en torno a lo imposible de representar y lo siniestro puede plantearse desde


distintos ángulos. Existen situaciones que tienen la capacidad de generar la emergencia de
lo siniestro en lo vivenciar, haciendo emerger en ese lugar (–φ) (menos phi) “algo” que
debería permanecer oculto, velado (heimliche)… el problema central sería poder
determinar con exactitud, la ontologización de ese “mal encuentro” con lo Real que se ha
venido planteando, y tanto más énfasis se hará sobre este punto cuanto el objetivo del
curso, entre otros, es el de la epistemología propiamente (el cual incluye por consiguiente
el tema de la ontologización).

En primer lugar, se partirá del problema de la ontologización de ese momento en el cual, el


símbolo asume el lugar de lo simbolizado, o como plantearía Harari (1998): cuando la
metonimia se detiene. Para ello, se tomará como referencia la propuesta de Žižek en su
libro Menos que nada (2015), donde propone, a propósito de las Ideas de Platón que:

Donde Platón se equivocó es en su ontologización de las Ideas (…) como


si las Ideas formaran otro orden, aún más sustancial y estable, de la
“auténtica realidad”. Lo que Platón no estaba dispuesto a aceptar era el
estatuto plenamente virtual, “inmaterial” de las Ideas: como los
acontecimientos-de-sentido de Deleuze” (…) la Idea Suprasensible no
habita más allá de las apariencias, en una esfera ontológica aparte del Ser
plenamente constituido: es apariencia en cuanto apariencia. (Žižek 2015,
48).

Si bien esta cita es importante por varios sentidos, el principal de ellos es que el estatuto
ontológico de la experiencia de das unheimliche ocurre en ese mismo orden del que habla
Žižek en relación con los acontecimientos-de-sentido de Deleuze o las Ideas de Platón, con
su correspondiente valor inmaterial, o como lo especifica Deleuze en su Lógica del Sentido
(2011): incorpóreo.

De modo tal que, el punto donde emergería el carácter angustioso/siniestro devendría justo
donde se detiene el devenir discursivo mismo, cuando se percibe el lugar del
acontecimiento de sentido en tanto eso que él es (Deleuze, 2011). O por otro lado: cuando
se produce ese movimiento lógico a partir del cual surge la identidad de la percepción
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Harari (1998), la representación no aparecería como tal, ni metaforizando ni


metonimizando el deseo, sino más bien, emergiendo en tanto tal, dentro del orden de lo
Real, a esto se refiere el postulado de apariencia en cuanto apariencia.

Siempre dentro del problema de la ontologización de dicha emergencia de das unheimliche,


se ha mencionado como tyche sería ese punto de aparición o encuentro con lo Real, pero la
pregunta básica aquí sería ¿de cuál Real se está hablando? Nuevamente, Žižek es quien
puede brindar alguna clave al respecto, este agregará:

Lo Real que estamos tratando aquí es lo Real de la superficie virtual, Lo


Real “incorpóreo”, que debe oponerse a lo Real en su dimensión
imaginaria más terrorífica, el abismo primordial que lo devora todo,
disolviendo todas las identidades (…) no es el Real de la apariencia pura
(Ibídem, 75).

Esta apariencia pura es uno de los nombres con que podría catalogarse curiosamente
también la experiencia das unheimliche. El espacio dentro del cual ocurriría este fenómeno
no ha sido abordado o discutido plenamente dentro de psicoanálisis, y son otros autores de
otras disciplinas los cuales (también interesados en el psicoanálisis) han brindado alguna
pista sobre su lugar específico.

Por ello se mencionó anteriormente que, lo importante no es el ¿qué aparece?, sino el lugar
en el cual se produce la aparición (unheimliche), este lugar es el del acontecimiento-de-
sentido de Deleuze, el cual tendría como consecuencia final que la apariencia emerja en
cuanto eso que ella es en esencia, es decir: en cuanto apariencia, sin esconder aquello (la
nada literalmente) que se le presupone, sino que se le percibe a la apariencia como eso que
ella es constitutivamente, como una máscara, sin el velo imaginario de la metáfora y la
metonimia. Se la percibe en tanto apariencia.

Ese lugar, que no es otro más que el lugar de lo Real definido como apariencia en tanto
apariencia (identidad de la percepción), es el que Deleuze define como un efecto, no es el
lugar de la causa, sino el del resultado, el del acontecimiento inmaterial:
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Los acontecimientos, en su diferencia radical con las cosas, ya no son


buscados en profundidad, sino en la superficie, en este tenue vapor
incorporal que se escapa de los cuerpos, película sin volumen que los
rodea, espejo que los refleja, tablero que los planifica (…) Es siguiendo la
frontera, costeando la superficie, como se pasa de los cuerpos a lo
incorporal (Deleuze 2011, 36).

Estos efectos/acontecimientos serían atributos lógicos, incluso dialécticos afirmará


Deleuze, no son ubicados en otro orden que no sean dentro del campo del lenguaje, más
específicamente, Deleuze dirá que el lenguaje es posible gracias a la dimensión inmaterial
del acontecimiento: este mundo nuevo, de los efectos incorporales o de los efectos de
superficie, es quien hace posible el lenguaje (Ibídem, 201). Se habla del mundo de carácter
siniestro.

Este vapor incorporal que determina la dimensión inmaterial del acontecimiento es así el
lugar de la relación entre tyche y das unheimliche. El punto de encuentro entre lo que de
esa mala sorpresa del encuentro con lo Real que se denomina tyche, y la experiencia de lo
siniestro como das unheimliche, en el punto que heim es el (a la vez) punto íntimo y punto
externo del sujeto del inconsciente que se encuentra posibilitado (solamente) y articulado
por medio y a partir del Otro (A).

Este lugar es topológico, por eso, Deleuze (2011) plantea que el psicoanálisis debería ser un
psicoanálisis geográfico, que trate sobre los lugares y relaciones, definiendo el estatuto
específico de la virtualización de la imagen y la fantasía, no en tanto tal, sino dentro de su
orden Real para sopesar sus alcances verdaderos.

Para Deleuze el lugar del acontecimiento/sentido no es estable ni estabilizador. Muy por el


contrario, está fundado en sí mismo como una contradicción. O mejor aún, como un lugar
donde devienen y sobreviven ideas contrapuestas en sí mismas, coexistiendo la una y la
otra (crecer-empequeñecerse; frío-caliente) tal y como se podría definir dentro de la
concepción de paradoja.
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En este lugar (superficie / acontecimiento), subyace el lugar de los Estados de Cosas, lugar
de lo reposos, descansos, del Ser… La emergencia de lo siniestro tendría una íntima
relación con la caracterización que hace Deleuze de la identidad de esos dos lugares
descritos por él:

Como no hay superficie, el interior y el exterior, el continente y el


contenido no tienen límite preciso y se hunden en una profundidad
universal o giran en el círculo de un presente cada vez más encogido a
medida que está más abarrotado (…) En esta quiebra de la superficie, la
palabra entera pierde su sentido. (Deleuze 2011, 118).

Dentro de este mismo estatuto que se ha definido hasta el momento como la apariencia en
tanto apariencia (cuando se quiebra la superficie del acontecimiento), tyche vendría a
funcionar como el nombre específico para definir dicha operación lógica, a partir de la cual
ese lugar (–φ) / heim, vendría a ser ocupado, para dar paso a la emergencia de das
unheimliche. O como lo plantearía Deleuze, el continente y el contenido no precisan un
límite específico entre el uno y el otro. Hundirse en la profundidad de lo universal
implicaría la emergencia de lo siniestro4.

Pfaller (2010) ha sabido percatarse bien de este fenómeno (de lo siniestro) y su orden
meramente virtual más allá de lo simbólico y lo imaginario, al empalmar, precisamente lo
siniestro con el concepto de experimento mental:

La impresión de lo siniestro o cómico siempre resulta cuando, en cierto


momento y en un punto particular, el mundo mismo parece corresponder
a un experimento mental (…) el mundo mismo debe dar la impresión de
ser un experimento mental; pero al mismo tiempo, el carácter irreal
“fantástico”, ficticio de esa impresión debe permanecer” (Pfaller 2010,
274).

En este sentido, Pfaller capta bien el movimiento lógico de das unheimliche, pero se le
dificulta percibir que, esa condición que él plantea (que el carácter irreal y ficticio debe
4
En otro lugar ya se ha abordado este punto, donde esta experiencia es más frecuente y supone incluso una
característica inherente a su espacio, esto es: el habitáculo onírico y la experiencia de las pesadillas. Léase
“Avatares de lo siniestro en el país de las pesadillas” en Revista Inscribir el Psicoanálisis (2018).
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permanecer), no es otra cosa más que percibir la apariencia como tal, no escondiendo nada
detrás, solamente a ella “en sí” como Cosa. Es decir, la Cosa como el momento en que el
símbolo asumiría el lugar de lo simbolizado. De ahí que se la vea como una ficción.

Finalmente, se tiene que, si tyche se encuentra dentro de la operación de la repetición, no


como repetición de signos o puntos identificatorios (automatón), sino como el proceso que
expondría al sujeto a enfrentarse a la experiencia de no poder inscribir dentro del campo del
(ya podemos decirlo) acontecimiento-de-sentido, algún evento de carácter traumático; tyche
entonces, en ese caso, haría vacilar las apariencias con discursos elípticos y distorsionados.
Asimismo, si tyche, en su dimensión de encuentro, pero con lo Real entendido dentro de la
categoría previamente expuesta, esto es: considerando la apariencia en cuanto apariencia,
esta repetición que se presenta con angustia tendría el tinte específico de la experiencia
estética de das unheimliche.

Comentarios finales

La propuesta final del presente escrito es que, si tyche es el encuentro siempre fallido con lo
Real, este Real es el de lo incorpóreo deleuziano, lugar del acontecimiento inmaterial que
hace aparecer algo ahí, donde se supone debería haber permanecido oculto (función lógica
de la falta / castración / lugar que se sostendría como menos phi). Lugar de coincidencia
entre dos órdenes distintos del sentido/sin sentido, y lo que quizás implique el lugar más
fecundo de la obra de Artaud: el infrasentido. Ese algo que debió permanecer oculto no es
un objeto concreto de la realidad, y esta fue la enseñanza de Lacan, sino la emergencia de
esa operación lógica de hacer aparecer algo ahí en ese lugar de menos phi, donde la falta no
debería faltar, pues de lo contrario, emergería la angustia.

Con todo ello se quiere decir que, y la argumentación de todo el escrito apunta en esta
línea: la lógica de das unheimliche tendría como efecto central un cambio de estatuto del
significante, ya no desde lo simbólico, sino desde lo Real. Pero además, que en ese espacio
(éxtimo) topo (lógico) es donde se produce lo que no logra inscribirse como
acontecimiento-de-sentido. En esa articulación conceptual, tyche vendría a representar el
proceso mediante el cual, como repetición, se buscaría tramitar el desencuentro de
inscripción de lo que se presupone buscaría insertarse como acontecimiento, bajo la
11

condición de que, de no producirse, ese significante en lo Real tendría la característica


estética de lo siniestro. Toda tyche sería repetición, no cualquiera, sino la repetición
siempre efectiva de un tropiezo que no tiene fin, pero que si implica una falta.

Referencias bibliográficas

Braunstein, N. (2009). El goce. Un concepto lacaniano. Buenos Aires: Siglo XXI.

Deleuze, G. (2011). Lógica del sentido. (Trad. Miguel Morey). Madrid: Paidós.

Freud, S. (2011). Lo siniestro. En Obras Completas. Tomo III. (Trad. Luis López –
Ballesteros y De Torres). Buenos Aires: El Ateneo.

_____. (2011). Más allá del principio del placer. En Obras Completas. Tomo III. (Trad.
Luis López – Ballesteros y De Torres). Buenos Aires: El Ateneo.

Harari, R. (1998). Polifonías del arte en psicoanálisis. Extensión de lo siniestro. Barcelona:


Ediciones el Serbal.

Lacan, J. (2012). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964). Seminario
11. (Trad. Juan Luis Delmont – Mauri y Julieta Sucre). Buenos Aires: Paidós.

Žižek, S. (2014). El sublime objeto de la ideología. (Trad. Isabel Vericat Núñez). Buenos
Aires: Siglo Veintiuno.

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