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Según una tesis clásica, Rosas que ocupaba en el momento de los hechos el cargo de
comandante general de milicias, fue el autor de dicho levantamiento. Este no es
interpretado como una revuelta popular, sino como la acción de las tropas de Rosas, aliadas
con las tribus amigas, destinada a derribar del poder a Lavalle y a quienes lo apoyaban.
Según Halperin Donghi, se trataría de un "alzamiento campesino" cuyos autores fueron
"poblaciones rurales hartas de guerra", y cuya importancia reside en que manifiesta "un
cambio real en el modo de expresión política que encuentra la campaña". Fundamenta su
tesis en la extracción social de los jefes de la revuelta (de origen humilde).Su tesis tiene el
mérito de cuestionar un acontecimiento cuya naturaleza parecía evidente. A partir de ella
surgieron una serie de interrogantes que animaron este trabajo. Primero, si aceptamos que
la sedición de las partidas de "anarquistas" actúan con cierta independencia, debemos
explicar cómo ha sido posible una acción conjunta con esa heterogeneidad de
componentes. El levantamiento, que no se realiza gracias a una estructura organizativa
preexistente, necesitó, para coordinar la acción de las diversas partidas que participan, de
redes de relaciones y de comunicaciones que convirtieran el descontento general en acción
eficaz. Ello nos lleva a preguntarnos por la existencia de dichas redes en esta región de
"hábitat aisla hechos; Por otra parte, si aceptamos que la movilización de la población rural
sirvió a la toma del poder por Rosas, debemos explicar por qué ella no logró imponer un
sentido a su revuelta y, en cambio, por qué Rosas encarna el sentido de esta rebelión
popular que le permite materializar las representaciones del poder y el principio de su
legitimidad.
I. La cólera rural
La sedición estalla en la campaña sur de Buenos Aires, región comprendida entre la zona
urbana de la ciudad-puerto hasta la nueva línea de frontera. Al interior de este territorio en
proceso de expansión ganadera, coexisten cuatro espacios con sociedades bien
diferenciadas.
En primer lugar, la sociedad de agricultores y pequeños y medianos ganaderos. Esta
sociedad se fue configurando en tiempos de la colonia y terminará de afirmarse con las
transformaciones que se operan en la ciudad-puerto hacia fines del siglo XVIII. Ella se
diferencia de las restantes por una relativa diversificación de la economía, presentando
junto a las explotaciones agrícolas familiares en chacras y quintas, un comienzo de
industrialización en los saladeros. Hacia el Salado, si bien prevalece la ganadería, la
producción agrícola sigue teniendo preponderancia en algunos partidos de la zona. En esta
región, que se extiende hasta la antigua línea de fortines, coexisten dos tipos de
asentamientos: los pueblos y las estancias.
Al sur del Salado la expansión ganadera delinea un nuevo espacio, donde domina el
modelo de gran estancia, ya no sólo como principal unidad económica, sino también como
centro del poder político y social que en la primera ocupaban los pueblos.
Otra sociedad, desgraciadamente casi desconocida es, el espacio-margen entre la sociedad
blanca e india, teatro de un intenso intercambio entre ambas.
Por último, una vez atravesada esta frontera móvil, aparece la sociedad indígena de la
región pampeana.Apropiación de ganado a través de las “empresas maloneras”
A. Trasfondo de la revuelta
La coexistencia de estos cuatro espacios dentro del proceso de integración económica al
mercado mundial, origina una serie de tensiones estructurales, las que, sumándose a una
coyuntura explosiva, constituyen el trasfondo de la revuelta.
1. Tensiones estructurales: El desarrollo de la explotación extensiva,que concuerda con
las condiciones económicas de la provincia y con su integración al mercado mundial origina
una serie de tensiones sociales. Una de ellas es la ocasionada por el problema de la
necesidad crónica de tierras. Si este pudo resolverse con el avance de la frontera trajo
como corolario otras dificultades: En primer lugar, la seguridad de la frontera, para lo cual
era necesario disponer de importantes recursos materiales y humanos, los primeros son
subvencionados por el Estado que vive principalmente de los aranceles de la aduana, pero
que en momentos de crisis opta por la emisión de billetes, haciendo recaer el peso
económico de la conquista principalmente sobre los sectores populares. Por otro lado, la
necesidad de obtener recursos humanos para el ejército acarrea, en la mayoría de los
casos, una intensificación de las levas . Segundo, la cuestión de la escasez de la mano de
obra. Para hacer frente a la escasez de mano de obra el gobierno de Buenos Aires decide
establecer una serie de leyes destinadas al disciplinamiento social y laboral.
La expansión de la frontera vino acompañada de una política de hipoteca de la tierra
pública que llevó a mediano plazo a una concentración de la tierra a manos de unos pocos.
En las tierras tomadas a la sociedad indígena, ello agudizó la competencia cada vez más
agresiva entre ambas sociedades agravando el problema de la seguridad en la frontera.
La cuestión es otra al norte del Salado, donde la ocupación de la tierra responde a
estructuras más antiguas. Aquí, el régimen de enfiteusis pudo haber provocado fuertes
tensiones entre los pobladores y explotadores efectivos de las tierras públicas, y los
nuevos propietarios con derecho a usufructuarlas.
Dorrego intentará poner coto a estos excesos a través de una serie de decretos destinados
a limitar la extensión de leguas otorgadas, exigiendo la población de las mismas, y
prohibiendo toda transferencia de tierras en enfiteusis sin permiso del gobierno. La crisis
ocasionada por el golpe de estado militar, y el fusilamiento de Dorrego desencadenan la
cólera rural que no es ajena a una identificación con Dorrego como un Estado y los
todopoderosos estancieros-enfiteutas.
2. Tensiones coyunturales: A estas tensiones estructurales se suma una coyuntura
desfavorable que se extiende entre 1825 y 1829, y que afectará de manera diversa a la
población de la campaña. Primeramente, el conflicto bélico con el Brasil (1825-1828),
que tendrá consecuencias nefastas para la campaña. Es una de las causas del proceso
inflacionario registrado desde 1826 a 1830. El Estado de Buenos Aires para afrontar el
impacto que sobre la economía y finanzas tiene la guerra con el Brasil, cubre su déficit con
el empréstito inglés y la emisión de billetes. Ello provoca una devaluación del salario real,
con respecto a los artículos de consumo. El conflicto conduce al bloqueo del puerto de
Buenos Aires -diciembre 1825/ agosto 1828-. Sus consecuencias fueron catastróficas sobre
todo para las finanzas estatales, que obtenían el mayor porcentaje de ingresos de los
aranceles de aduana. Ello acentúa el proceso inflacionario, al disminuir las exportaciones,
provocando una seria contracción de las actividades de los saladeros.
La guerra también causa una reactualización de la Ley de milicias de 1823 y de las leyes
sobre “vagos y malentretenidos”. La necesidad imperiosa de recursos humanos lleva a
cometer excesos sobre una población “ya harta de guerras”.
Ello provoca el descontento tanto en los habitantes, víctimas de las levas, como de los
hacendados, que veían desertar la escasa mano de obra. Dorrego adhiere a una política de
paz destinada a acabar con la crisis que el conflicto bélico había originado, pero el retorno
del Ejército Nacional, en noviembre de 1828 provoca nuevos disturbios en la campaña.
Al problema de la guerra se suma una de las más terribles sequías que había conocido la
provincia de Buenos Aires .Las pérdidas de ganado y cultivos fueron enormes. La situación
de desolación y angustia que provoca una desgracia natural de este tipo, sumada a las
dificultades materiales de subsistencia, cumplen un rol fundamental en la acción de una
población rural en cólera.