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El erario vivió en gran medida del tributo indígena, de una escasísima y decadente

producción minera, del auge de la quina (cascarilla) que fue determinante en la etapa
1835- 1860, del salitre y el guano que Bolivia no pudo aprovechar en virtud de la
presencia de capitales ingleses y chilenos en el litoral boliviano, que poco o nada
beneficiaron al país y, finalmente, del desarrollo de producción artesanal para el
consumo interno. Bolivia era en 1880 un país inmenso sin presencia real de soberanía
en sus fronteras más lejanas (el norte amazónico y el sur chaqueño); había perdido su
acceso al territorio marítimo que nunca pudo dominar, ni con presencia de habitantes ni
con inyección económica. Esto marcó su característica más dramática, un absoluto
aislamiento del mundo a diferencia de la mayoría de los países sudamericanos
conectados al comercio internacional por la vía maritima, en cuyas costas crecieron
algunas de las principales ciudades del continente (Lima, Buenos Aires, Montevideo,
Río de Janeiro). Con una población cercana a los de 2.000.000 de habitantes (el censo
de 1846 determinaba oficialmente 1.373.896 y calculaba más de 700.000 diseminados
en tribus en los llanos y el chaco), su composición étnica era sobre todo indígena
(quechuas y aimaras) y mestiza; con una población rural abrumadoramente mayoritaria
(casi el 90 %). Las principales ciudades del país según el censo de 1846 eran: La Paz
(42.849 h.), Cochabamba (30.396), Sucre (19.235), Potosí (16.711) y Tarata (11.438).
Hasta bien entrado el siglo XX la significación política, económica y social de los llanos
fue mínima (salvado el rutilante y breve período de la goma del que hablaremos en el
capítulo II del libro VII). Por primera vez en la República la clase dominante, la
oligarquía (gobierno ejercido exclusivamente por unas pocas familias poderosas
económicamente) decidió encarar de manera directa y coherente la responsabilidad del
poder sin la intermediación de la fuerza militar. Al colapso posbélico se sumó el
resurgimiento de la minería de la plata que se dio a partir de 1865, reforzado por las
medidas aperturistas del gobierno Morales (1872), pero sobre todo por un proceso de
modernización tecnológica y administrativa de los prohombres del poder minero
(Aramayo, Arce, Pacheco) que llevan a la producción argentífera a una subida
espectacular.

Tensiones Políticas
El propio presidente Campero quería una oportunidad reivindicatoria y pensaba en la
posibilidad de reorganizar el ejército, cosa que hizo, estableciendo los efectivos en
7.000 hombres. La reconstrucción del país no podía pasar por la guerra y, sobre todo, la
vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos se vería entorpecida por el
conflicto. Paulatinamente, sin dejar de expresar públicamente una posición dura en
relación a la guerra, los hechos fueron imponiéndose y Bolivia pasó a una postura de
negociación que se haría nítida en todos los gobiernos conservadores subsiguientes.

Partidos políticos liberales y conservadores


Tiende a pensarse que la era conservadora se inicia en 1880 con Narciso Campero, si
bien esto es cierto a partir de la estructuración de una nueva realidad producto de la
guerra, desde el punto de vista estrictamente político Campero no se adscribe al grupo
que la historia conoció como conservadores. Por su participación conjunta en la batalla
del Alto de la Alianza y postura belicista, Campero era mucho más proclive a los
liberales de Camacho, que a quienes formarían el partido conservador. En realidad, el
único partido con ideario claro, inscrito en las grandes corrientes mundiales era el
partido liberal. El sufragio popular, la descentralización administrativa y municipal, la
concentración y unidad política, tolerancia de opiniones, instrucción obligatoria para el
pueblo y gratuita...” decía Camacho. Libertad política, económica e individual, en suma,
eran las ideas centrales del jefe liberal. Para las elecciones de 1884 se presentaron tres
partidos, el liberal, el democrático y el constitucional, estos dos últimos terminaron
sumergidos en la corriente denominada genéricamente como conservadora. Ambas
corrientes estaban claramente adscritas al pensamiento librecambista y respondían al
modelo de la época, coincidente con la expansión capitalista que fue adoptada en la
década anterior por varios países sudamericanos. El enfrentamiento tenía, en cambio,
tres matices, el primero personal, los caudillos de ambos partidos tenían aspiraciones de
poder que se hacían intransferibles. El segundo de intereses de grupo, los conservadores
representaban el poder empresarial de la plata en el sur, los liberales terminarían
representando los intereses del poder del estaño en el norte. Los liberales venían de la
tradición masónica de los padres de la patria, los conservadores acusaban a los liberales
de ateos, estaban contra la libertad de cultos y se oponían al matrimonio civil.

Elecciones y voto
Después de los antecedentes irregulares y turbulentos que pasan por las elecciones en
asamblea, congreso o convención de la naciente república, la primera elección por voto
directo en 1844 y la primera elección por voto directo más o menos transparente de
1873, llega una suerte de institucionalidad democrática. Para votar y ser elegible se
requería ser hombre, alfabetizado, tener una propiedad de por lo menos 12.000 pesos (la
propiedad era la carta de ciudadanía por excelencia del sistema liberal) y tener una renta
mínima de 1.000 pesos. Entre 1884 y 1896, el mayor número de sufragantes fue de
34.418 (1888) y el menor 30.465 (1884), lo que muestra claramente el grado de extrema
restricción y de máxima discriminación que representaba el sistema electoral boliviano.

El ferrocarril

El ferrocarril fue sin duda uno de los aportes tecnológicos más importantes del siglo
XIX a la civilización y marcó el salto revolucionario del transporte y las
comunicaciones, vigente hasta el alto desarrollo logrado por el automóvil en las
primeras décadas de este siglo y sobre todo hasta la construcción masiva de carreteras
asfaltadas, que fueron sustituyendo, aunque no eliminaron la importancia del tren. Para
quienes veían impensable cualquier vinculación con Chile, unir ambas naciones por tren
era una forma de garantizar una invasión chilena que terminaría por apoderarse de
nuevos territorios en la zona andina. Fue precisamente la Compañía Huanchaca de
Bolivia la adjudicataria de la construcción del tramo desde Ascotán (territorio boliviano
ocupado) hasta Huanchaca (la inversión que le demandó a Arce esa aventura,
contribuyó luego a debilitar seriamente su imperio económico). La fundación de Uyuni
en ese año se debe exclusivamente al paso del ferrocarril, pensando en convertir la
población en un nudo distribuidor hacia Chile, Potosí y el sur. No se puede seguir
juzgando la significación de la obra de Arce en este tema con las limitaciones
inmediatistas de la coyuntura que le tocó vivir, sino en la dimensión visionaria que tuvo
al construir la vía férrea centra viento y marea. Era un paso imprescindible hacia la
modernización cuyo beneficio para la economía, el intercambio comercial y la
vinculación internacional de Bolivia, fue decisivo hasta bien entrada la segunda mitad
del siglo XX. Así, Bolivia accedía a uno de los aparatos más notables inventados en el
siglo XIX (1876), que contribuiría a revolucionar las comunicaciones e incluso las
relaciones interpersonales.

Los pueblos del oriente y la masacre de 1892


Esparcidos en los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija, cansados del
despojo de tierras y explotación de su trabajo, iniciaron un levantamiento masivo en
enero de 1892. Liderizados por el cacique Tumpa se enfrentaron a los colonizadores y
los derrotaron en varios encuentros (Mandiyuti) Santa Rosa, por ejemplo). El prefecto
de Santa Cruz Saulón Vaca organizó una fuerza armada de 1.700 hombres, entre ellos
varios indios aliados de la región.

El problema agrario
La caracterización de Bolivia como una nación mayoritariamente indígena (52 % de la
población según el censo de 1846), predominantemente rural (cerca del 90

%), con una población originaria de fuerte raíz cultural quechua-aimara (la falta de
educación en el campo permitió la pervivencia vigorosa de las dos lenguas) y una
estructuración social y productiva propias, permite entender la importancia clave de la
cuestión agraria. A lo largo del siglo XIX vivieron en tensión dos concepciones en
relación al tema, quienes respetaron el ordenamiento colonial que reconocía la
existencia de las comunidades como un sistema mayoritario y legítimo de tenencia de la
tierra y quienes al amparo de las ideas liberales buscaron la desestructuración de la
comunidad en favor de la hacienda latifundista a título de modernidad. Las
disposiciones de Bolívar y Santa Cruz (1825 y 1831) ratificaron el respeto a la
comunidad, entre otras cosas porque el país vivía en buena medida del tributo indígena
que sólo empezó a declinar a pan ir de 1860 con el auge de la plata. En 1860 el 65 % de
las tierras eran de comunidad y más de 480.000 indios eran propietarios, mientras que
sólo 80.000 eran colonos de hacienda. Es el caso del levantamiento de Huaicho (hoy
Puerto Acosta) (1869-1870) en la frontera con el Perú y el de Ancoraime; (1870),
ambos conducidos por el líder indio Luciano Villca, que tuvieron respuesta en acciones
represivas del ejército con un saldo de varios comunarios muertos. El gobierno de
Morales, por iniciativa de su ministro Corral, aprobó la ley de 31 de Julio de 1871 que
desconoce las medidas de Melgarejo y establece la devolución de todas las tierras de
comunidad, a pesar de los reclamos de los hacendados que habían comprado y
exaccionado (pagado los impuestos) las tierras en el período anterior. La ley reconocía
la propiedad soberana y personal de los indios sobre su tierra, pero rompía la
comunidad, por eso se impuso el término ex-vinculación, porque fracturaba la base de
una relación secular del indio con la tierra, que pasaba por la sayaña (parcela de tierra
individual) dentro del ayllu (conjunto de tierras de varios comunarios no necesariamente
colindantes entre sí) en una unidad como propiedad comunitaria indivisible. Los
visitadores mensuraron la tierra, establecieron su titulación y abrieron algo muy
importante: un mercado libre de compra y venta de tierras que a la vuelta de medio siglo
desarticuló a las comunidades hasta reducirlas a menos de un 25 % de su extensión
original, ampliando drásticamente el número de colonos semiesclavizados por el
pongueaje y una relación salarial de superexplotación a cambio de la reducción de los
comunarios libres.

La minería de la plata
1856 fue el año mágico de la plata al consolidarse en esa fecha tres empresas claves, la
sociedad del Real Socavón de Aramayo, la Compañía Guadalupe (Oploca) de Pacheco y
la más importante de las tres, la Compañía Huanchaca de Bolivia de Arce (Huanchaca
llegó a tener en 1877, 1.567 obreros y más de 10.000 indios para el transporte y trabajos
complementarios). Al comprar el mineral de plata con esa moneda, en los hechos se le
pagaba al vendedor menos de lo que la plata realmente valía, ese ahorro fomentó el
comercio interno y financió gastos del estado La política de libre cambio eliminó ambas
restricciones y abrió Bolivia al mercado internacional. Paradójicamente, sin embargo, el
ferrocarril que unía Uncía con Pulacayo y Huanchaca (45 kilómetros) inaugurado en
1890, sólo benefició a Arce hasta 1893- 94, años del comienzo de la severa y definitiva
declinación de la plata. La transnacionalización de las empresas condujo incluso al
cambio de sede legal (Huanchaca trasladó su sede a Valparaíso en 1878, con un 78 % de
capital boliviano y 22 % de capital chileno o radicado en Chile). El auge de la plata
cubrió cuatro décadas de la historia republicana del país y su declive tuvo que ver con el
cambio de patrón monetario y el auge de la industrialización que colocó al estaño en la
mira de los países poderosos, generando una rápida sustitución no sólo de producción,
sino de poder.

Pablo Zárate, el temible Willka


Pablo Zarate "El temible Willka" estuvo casado con Aída Aguilar con quien tuvo 4
hijos, fue un prestigioso comunero, severo, inteligente y tenaz que nació en Imilla-
imilla (Huancaruna) en la zona de Sika Sika, desde niño su comunidad le transmitió la
hazaña histórica de sus antepasados y la importancia del Kollasuyo. Cuando la
convocatoria de Pando a los comunarios y colonos para sumarse a la revolución de los
federalistas, Zarate tenía una relación personal con el caudillo liberal (documentada por
lo menos desde 1896) y era una autoridad indiscutida y reconocida por su pueblo.

Tema 2. LA GUERRA FEDERAL Y LA SUBLEVACIÓN INDÍGENA

Sucre, capital de la República

Los 39 diputados congregados en el hoy salón principal de la Casa de la Libertad o


Salón de la Independencia, mediante Ley del 11 de agosto de 1825, denominaron al
nuevo Estado libre como «República de Bolívar» y a la ciudad Capital de la República y
su departamento como «Sucre». Mediante Ley del 1 de julio de 1826, el Congreso
entregó al «Padre de la patria y fundador de Bolivia, Simón Bolívar», la facultad de
designar el lugar donde se erigirían los edificios necesarios para el funcionamiento de
los tres poderes del Estado. «Mientras se levanten los edificios necesarios para el
Gobierno y cuerpo legislativo, Chuquisaca se declara capital provisoria de la
República», añadió la norma en aquel entonces.

Intentos de federalizar Bolivia


En la sesión ordinaria vigésima nona, del 26 de septiembre de 1889, el diputado por la
segunda sección de Yungas, Isaac Campero, presentó a la plenaria un proyecto de ley
que insertaba modificaciones trascendentes en la Constitución Política del Estado de
1880, en la que la forma unitaria del Estado era transformada a una república federal
representativa con el nombre de “Estados Unidos de Bolivia”.

La guerra federal
A este contexto debe sumarse la presión por el establecimiento de un país federal que
tuvo algunos antecedentes destacados, como las ideas de Lucas Mendoza de la Tapia en
Cochabamba a mediados de siglo, el movimiento de los igualitarios de Ibáñez en Santa
Cruz (1874-1876) y las varias propuestas de llevar el gobierno a La Paz realizadas por
los paceños en el período conservador. La realidad sin embargo era otra, el federalismo
fue una bandera coyuntural mediante la cual se inflamó el sentimiento regionalista del
poderoso departamento de La Paz para justificar la rebelión, aunque no es menos cierto
que algunos de sus propugnadores creían genuinamente que el federalismo era la mejor
solución para Bolivia. El estallido formal de problema se dio el 18 de noviembre de
1898 cuando el congreso reunido en Sucre después de un áspero debate proclamó la
“ley de radicatoria”, que declaraba a la ciudad de Sucre capital permanente de la
República de Bolivia, además que exigía al presidente su presencia permanente en la en
la misma, en desmedro de La Paz. La brigada de La Paz que había pedido sin éxito la
reunión de un congreso en un punto “neutral”, Cochabamba, para discutir el tema sin
presiones, decidió abandonar la ciudad de Sucre en señal de protesta. En el Ínterin, el 6
de noviembre de 1898 un gran mitin reunido en la plaza de armas paceña, exigió el
federalismo y el 14 se creó un comité federal presidido por el jefe de los liberales José
Manuel Pando, quien irónicamente como senador por Chuquisaca votó a favor de la
aprobación de la ley de radicatoria. El 12 de diciembre se formó en La Paz una junta
federal de gobierno, integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla que
había renunciado al ministerio de Instrucción del gobierno de Alonso-, con Fernando
Guachalla con o secretario. Dicha rebelión está relacionada con la usurpación de “tierras
de comunidad” que, en las décadas precedentes habían sido promovidas por la ley de ex
– vinculación de 1874 (*). (*) La Ley de Ex - vinculación, dictada por el gobierno de
Frías en 1874, sancionaba la sustitución de la propiedad colectiva del aillu por la
propiedad individual. El pacto entre Pando y Pablo Zárate Willka (el “temible Willka”)
líder aimara que lucho por los derechos de los indígenas, marcó un hecho sin
precedentes en la historia republicana.

La rebelión indígena de 1899


No se sabe exactamente cuál fue el compromiso entre los liberales y Pablo Zárate, “El
Willka”, se cree que este estaba fundamentado en promesas relacionadas a la
devolución de tierras de comunidad. Sin embargo, en determinado momento, los
indígenas, imaginándose talvez el rompimiento de los liberales a sus compromisos, al
calor de los acontecimientos, encausaron sus luchas a fines propios. Seguía Ramiro
Condarco (1983), los indígenas propusieron: 1) La restitución de sus tierras de origen.
Él envió de tropas armadas para obligar a los indígenas a aceptar la realización de la
revisita, el cumplimiento de las leyes de ex – vinculación de 1874reglamentada por la
convención de 1880, y proceder al reparto de tierras y al pago de tributos, fue una
constante que precedió a la década de la revolución federal de 1899. Existen indicios
que hacen suponer que las revisitas dieron lugar a alianzas coyunturales entre los
vecinos e indígenas, afectados ambos por las nuevas leyes y por la falta de títulos. Para
el año 1898, poco antes de la rebelión indígenas, los ánimos estaban exaltados entre los
comunitarios, no solo de Mohosa, provincia Inquisivi, sino de todas las comunas
afectadas por la usurpación de tierras.

El desastre de corocoro y la masacre de Santa Rosa


Instalado el cuartel general de los constitucionales en Viacha, los batallones Húsares y
Monteagudo en busca de alimentos y vituallas para las tropas alonsistas, cometieron
grandes abusos contra poblaciones aledañas como Corocoro y Santa Rosa donde se
produjo una masacre que cobró la vida de casi 90 indígenas, lamentablemente se carece
de documentación exhaustiva que ratifique las circunstancias y el número exacto de
indígenas asesinados. Con tiros «racionados» , permanentemente hostigados por los
indígenas que rodearon el pueblo y atacaron desde una colina y los flancos, los del
Sucre tuvieron que emprender desordenada retirada sin lograr su objetivo, dejando
muertos a 27 indígenas.

Primer crucero - masacre de Ayo Ayo


El 24 de enero de 1899 en Cosmini, Pando gran estratega militar, derrotó a Alonso en la
llamada batalla del primer crucero (en Chacoma donde se cruzan los caminos a Luribay
y a Ayo Ayo), 250 efectivos de los batallones Abaroa y Vanguardia avistaron un
convoy constitucional con pertrechos a cargo del escuadrón Sucre.

La masacre de Mohoza
Posteriormente a los lamentables acontecimientos de la guerra federal y la gran
sublevación indígena, el desastre de Corocoro y la masacre de Santa Rosa, el primer
crucero y la masacre de Ayo Ayo, se produce el hecho de sangre que marcaría los duros
acontecimientos que sucedieron en la época. Posteriormente tras rodear a los militares a
la salida de Mohoza, el caudillo Lorenzo Ramírez logró de manera inexplicable e
increíble desarmar a la tropa apelando a la mutua confianza y garantía de las partes de
actuar recíprocamente sin violencia y en paz.

La Batalla del Segundo crucero


Con la presencia de las fuerzas indígenas de Zarate Willka, el ejército de Pando enfrentó
al ejército de Alonso comandado militarmente pro el Gral. Los indios protegieron a los
federales y provocaron el primer ataque de un escuadrón de a caballo que abrió fuego.
En más de cuatro horas de enfrentamiento sin cuartel, en el que se destacaron con
virulentos ataques el batallen Murillo de Pando y en la defensa desesperada el batallón
Alonso de los constitucionales, los federales derrotaron definitivamente a las fuerzas del
sur. El 12 de abril Pando entró triunfal a Oruro lado a lado con Pablo Zarate, en medio
de a una impresionante multitud en la que se mezcló su ejército con los hombres del
caudillo indio.

Como se puede apreciar fácilmente, en el trasfondo de esta guerra estuvo el movimiento


indígena que se independizó muy pronto del control de los federales para actuar por
cuenta propia. Si Pando usó a Willka y sus huestes, éste aprovechó la alianza para
desplegar un poder que en condiciones normales no habría podido organizar nunca. Las
acciones indígenas contra tropas federales pusieron en alerta a la junta y se inició la
represión. Los hechos de Ayo Ayo, Mohoza, la insurrección de Peñas, la amenaza de un
cerco sobre Oruro en febrero y marzo de 1899 y las acciones de sublevación en más de
una veintena de localidades en tres departamentos del país, decidieron a Pando.

Los liberales - El signo del estaño y el drama de la goma

Un país occidental, moderno, integrado a la economía del mundo, apoyado en los


valores políticos y económicos de la ortodoxia liberal que finalmente se había podido
aplicar a un escenario de relativa tranquilidad, fundado en la estabilidad política y una
democracia formal sólida en tanto se basaba en las normas de una constitución, aunque
el sistema electoral la hacía explícitamente restrictiva en los hechos. Bolivia era una
nación aislada no sólo del mundo sino de la propia América del Sur; las fuertes
corrientes migratorias tanto europeas como asiáticas que alimentaron a casi todas las
naciones del continente no llegaron a nuestro territorio, esto determinó una realidad
muy distinta no sólo de sociedades como la argentina o chilena, sino incluso de países
andinos como Perú y Ecuador con fuerte presencia cultural propia. La explotación de un
producto de gran demanda en el mundo provocó el nacimiento de capitalistas locales
ligados a la goma, pero también una guerra por la posesión de la riqueza cauchífera con
la consiguiente pérdida territorial y el desplome ulterior de la producción, víctima ce
una región alternativa en el Asia más barata y eficiente. Los hacendados eran menos
vigorosos e influyentes que los magnates mineros, pero estuvieron vigentes en las
decisiones políticas, a tal punto, que algunos presidentes liberales fueron patrones de
hacienda y propietarios de grandes extensiones en el altiplano. La explotación intensiva
de mano de obra en complejos mineros cada vez mayores y mejor dotados
tecnológicamente fue el campanazo para el surgimiento de un movimiento obrero
todavía balbuceante, que tuvo su origen más en los artesanos y trabajadores de la
incipiente industria urbana que en los centros mineros, pero que poco a poco trasladaron
sus ideas al eje de la producción nacional, la minería. La segunda, positiva, las
compensaciones economías de los tratados de cesión permitieron un auge que se volcó
en la modernización de los principales centros urbanos y sobre todo la construcción de
vías férreas que lograron la vinculación a
largo plazo del altiplano y valles, aunque el esfuerzo no alcanzó para la incorporación
del oriente a la vida nacional. Esta actitud trajo consigo el nacimiento de un nuevo
partido, el Republicano, hijo del liberalismo e idéntico en sus ideas, cuyo vigor opositor
se apoyaba en el deseo de romper el círculo de control electoral, no el sistema vigente,
objetivo que logró en 1920, cerrando el período liberal, el más largo de la historia
republicana de Bolivia. El segundo fue el estallido de la segunda guerra mundial (1914-
1918), que afectó severamente a la economía internacional y el tercero la revolución
soviética (1917), que impuso el socialismo en Rusia y que influyó decisivamente en la
construcción del mundo contemporáneo.

El no al federalismo

Por algunos meses (abril-octubre), Oruro fue la capital del país desde donde despachó la
junta federal, que estaba dividida sobre la cuestión de la capital. Pinilla y Reyes Ortiz
pretendieron aprobar una disposición designando a La Paz como capital de Bolivia (14
de abril, mediante un decreto); Pando no lo aceptó e impuso su punto de vista. Después
de la convención reunida en Oruro y tras la elección de Pando como presidente, los
sucesivos gobiernos y el parlamento radicaron en la ciudad del Illimani, aunque se
respetó el reconocimiento legal de Sucre como capital del país. En esos días Ismael
Montes se había pronunciado en la prensa en contra del federalismo, criterio que
irónicamente también sustentaba el presidente Pando que había combatido en la guerra
civil a nombre del federalismo, pero que ya en marzo en plena campaña había
expresado “el federalismo es solo un medio de regeneración política...el federalismo o
el unitarismo dependerán de una convención nacional”. La idea unitaria se apoyaba en
las precarias condiciones de infraestructura y escasa comunicación del país, la falta de
presupuesto para un sistema federal y una necesidad de control férreo del gobierno
sobre un territorio cuya precariedad se vivió y se viviría de manera dramática en esos
años.

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