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Bulletin Hispanique

La población y Ia estructura social de Venezuela en las primeras


décadas del siglo XIX
Federico Brito Figueroa

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Brito Figueroa Federico. La población y Ia estructura social de Venezuela en las primeras décadas del siglo XIX. In: Bulletin
Hispanique, tome 69, n°3-4, 1967. pp. 347-364;

doi : https://doi.org/10.3406/hispa.1967.3909

https://www.persee.fr/doc/hispa_0007-4640_1967_num_69_3_3909

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LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL

DE VENEZUELA
EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XIX

La población venezolana presenta algunos cambios de orden


morfológico y estructural en las primeras décadas del siglo xix
en relación a la morfología que tenía al finalizar el período
colonial. Algunos de esos cambios estaban condicionados por el
carácter de la guerra nacional de Independencia y de las
guerras civiles siguientes, en cierto sentido una proyección de la
primera. Las acciones armadas diezmaron pueblos enteros e
impulsaron hacia las Antillas la migración en masa de la « gente
de condición blanca ». Se aceleró el proceso de mestizaje, con
evidente predominio de la población negra y mulata y se
redujo a una mínima expresión la estratificación basada en la
organización en castas, proceso liquidado definitivamente con
la progresiva evolución y emancipación de la mano de obra
esclava. Pero la concentración y distribución regional de la
población continuó presentando las mismas características que
en el período colonial, expresada en la fórmula : el 80 % de la
población concentrada en la región costero-montañosa, el 18 %
en los Llanos y el 2 % en Guayana \
En 1822 la población fue estimada en 767.100 habitantes, al
año siguiente en 766.100, y en 1825 en 785.000 habitantes, y
posteriormente, en el mismo año, en 781.633. Pero los padrones
levantados por la Secretaría de Interior y Justicia arrojaron
solamente 685.212 habitantes, de los cuales estaban
considerados 616.545 como « personas libres », 50.000 como esclavos
y 26.578 como « indios independientes y selváticos ». Sin
embargo algunas recopilaciones, sobre todo el Censo ds Colombia,

1. Cf. Federico Brito Figueroa, Historia económica y social de Venezuela,


Caracas, 1966, vol. I, pág. 257.
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indicaban — y esto es lo cierto — que el número de esclavos
apenas llegaba a 29.000 y no a 50.000, como se afirmaba,
afirmación basada en los datos suministrados por los amos,
quienes continuaban considerando como esclavos suyos a muchos
que estaban emancipados como consecuencia de su
participación en la guerra nacional de Independencia. En todo caso si
se establece una relación entre la población total registrada
en 1810, cuándo ella ascendía a 898.043, y la población
registrada en el año 1822, cuando los padrones registraron 616.545,
se observa que el descenso fue realmente significativo.
En los cálculos de población correspondientes a 1830-1845
tampoco se observa coincidencia. En efecto, los padrones
levantados en 1830 y 1839 arrojaron, respectivamente, 830.000 y
887.168 habitantes, pero de acuerdo con las recopilaciones
realizadas por Agustín Codazzi, finalizadas en 1839, la población
en aquel año ascendía a 945.348 habitantes, incluyendo los
« indios libres y selváticos », en tanto que para la misma
fecha Juan Manuel Cajigal calculaba 1.147.760, los padrones de
1840 arrojaron 903.957, y los padrones de 1844 y 1847
totalizaron, respectivamente, 1.218.716 y 1.267.692, sin tomar en
consideración los indígenas de las zonas marginales. Pero los
datos que merecen más crédito son los de Agustín Codazzi
porque son el resultado de una investigación directa de más
de diez años. De acuerdo con esos datos la población
venezolana se incrementó a partir de 1810 sobre la base de un
promedio de incremento anual que ya superaba el promedio de
incremento anual que se observaba en los últimos años del
período colonial hispánico.
La densidad demográfica era realmente escasa : 26,3
habitantes por legua cuadrada. La región donde se concentraba
más población era la Provincia de Caracas, asiento de una
economía agropecuaria desarrollada, y no por accidente, porque
esta zona incluía en su jurisdicción político-territorial los Valles
Centrales, las tierras de Barlovento, las estribaciones de la
Cordillera Caribe y el área ganadero-pastoril del Guárico. Su
densidad de población ascendía a 85,4 habitantes por legua
cuadrada y sus plantaciones concentraban el 60 % de la mano
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de obra esclava y 7.283 peones rurales. Pero las Provincias


que presentaban mayor densidad demográfica eran : Carabobo,
con 145,7 habitantes por legua cuadrada ; Barquisimeto, con
144,1 habitantes por legua cuadrada, y Marag, la Isla de
Margarita, pequeño territorio que registraba una densidad
demográfica de 494,7 habitantes por legua cuadrada2.

La guerra nacional de Independencia


y la estructura social venezolana
La guerra nacional de Independencia adquirió el carácter
de una profunda y aguda guerra social definida por las luchas
de esclavos contra amos, población rural en condiciones de
servidumbre y peonaje contra terratenientes, y de violentas pugnas
étnicas impulsadas por la población de color contra los blancos.
Fenómenos estos no previstos por los grupos dominantes criollos,
que aspiraban a romper los lazos de dominación colonial hispánica,
pero manteniendo la estructura económica que en el
territorio venezolano — en el interior, se entiende — constituía el
fundamento del régimen colonial mismo. Enfoque global, éste,
que no excluye la posibilidad de que algunos criollos influidos
por el pensamiento francés pensaran en la posibilidad —
llegando hasta el planteamiento concreto; inclusive — de abolir
la mano de obra esclava y de democratizar la propiedad
territorial agraria. Cual fue el caso de Simón Bolívar, por ejemplo.
Estos fenómenos (sobre todo la coexistencia en la guerra
nacional de Independencia de los factores específicamente
nacionales y de las agudas y violentas pugnas de orden étnico y
racial) repercutieron de modo profundo en los cuadros y en el
status heredados de la sociedad colonial. No desaparecieron los
terratenientes como clase social, económicamente privilegiada,
pero este grupo perdió su carácter de casta, porque la guerra
contribuyó a colocar en el mismo plano de igualdad jurídica a
los blancos y a la « gente de color », eliminando de paso, en la
conciencia pública, las diferencias subjetivas apoyadas en la
discutible « limpieza de sangre » dé los descendientes de los

2, Cf. Agustín Codazzi, Resumen de la Geografía de Venezuela, Caracas, 1940.


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primitivos amos de la tierra, iniciándose un fenómeno


realmente significativo en los cuadros de la Venezuela del siglo xix,
que « en la anarquía de todas las clases sociales dio empuje al
movimiento igualitario que ha llenado la historia de todo este
siglo de vida independiente3 ».
Estos fenómenos contribuyeron a democratizar el orden
social heredado de la colonia, destruyendo la organización social
basada en castas que se entrelazaba con la estratificación
apoyada en las clases sociales. Pero estos fenómenos no
transformaron estructuralmente la sociedad venezolana en las
primeras décadas del siglo xix. La organización social continuó
teniendo por fundamento una organización económica en donde
coexistían un régimen de esclavitud y formas típicas de
servidumbre. La estructura social, perdido el carácter de casta, se
presentaba al finalizar la guerra, como un orden estratificado
en los términos siguientes : terratenientes esclavistas,
burguesía comercial, capas medias urbanas (burocracia civil y
militar, pequeño comercio, grupos intelectuales), población
rural en condiciones de servidumbre y peonaje, esclavos en
sentido absoluto y capas depauperadas y miserables de los centros
urbanos.
La evolución de la mano de obra esclava-
y la abolición de la esclavitud
En Venezuela colonial coexistieron dos tipos fundamentales
de mano de obra : la esclavitud y las múltiples modalidades
del peonaje en condiciones de servidumbre. En las plantaciones
los esclavos representaron la fuerza productiva decisiva más o
menos hasta la quinta década del siglo xvni, cuando a raíz de
la expansión de la propiedad territorial agraria comenzó a
desarrollarse de manera significativa el peonaje en condiciones
sociales equivalentes a la servidumbre. En los hatos llaneros
siempre dominaron las modalidades del peonaje, porque la
esclavitud tuvo escasa significación.
Es conveniente presentar algunas cifras para una
comprensión más o menos aproximada de este problema. En efecto,

3. Laureano Vallenilla Lanz. Cí. Federico Brito Figueroa, op. cit., pág. 271.
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en la primera década del siglo xix, en la Provincia de Caracas,


el número de esclavos ascendía a 60.880, los mulatos, zambos
y negros libres (peones) a 33.632, y los indios de policía a 47.605.
En todo el territorio venezolano, al iniciarse la guerra
nacional de Independencia la mano de obra esclava estaba
representada por 87.800 esclavos en sentido jurídico, 24.000 negros
cimarrones, y la categoría denominada indios de captura. A la
luz de estas cifras es posible afirmar que la mano de obra
esclava equivalía, en vísperas de la guerra nacional de
Independencia, al 18 %, en tanto que la mano de obra en condiciones
de peonaje y categorías similares representaba el 22 % del
total de la población.
La República no abolió la esclavitud. Simplemente proscribió
la importación de esclavos, que en la práctica no existía desde
los últimos años coloniales, y el mercado interior de mano de
obra esclava continuaba desarrollándose sin más limitaciones
que las necesidades de la producción agropecuaria. Pero una
cosa es cierta (y ella no puede olvidarse en un estudio
histórico de conjunto) : la guerra nacional de Independencia, debido
a las pugnas económico-sociales que en esa guerra hicieron
crisis, debilitó el régimen de esclavitud, régimen que sufrió
alteraciones de hecho, en el propio proceso de las acciones
armadas, acelerando el fenómeno de manumisión, o de
emancipación, en otras palabras.
En el proceso de la guerra nacional de Independencia,
muchos esclavos se incorporaron a las acciones armadas — un
día bajo las banderas realistas y otro bajo las banderas
patriotas — y estas acciones contribuyeron a multiplicar las fugas
de las plantaciones y a facilitar las rebeliones. En la vida
cotidiana, se observa que la guerra nacional de Independencia
mermaba la capacidad productiva de la mano de obra esclava,
contribuía a acelerar el proceso de manumisión. Conviene
presentar algunos ejemplos para ilustrar esta afirmación. En
la Provincia de Caracas, al finalizar la guerra de Independencia,
quedaron reducidos a 15.394; en las Provincias de Cumaná,
Barcelona y Margarita, a 2.024 ; en las Provincias de Maracaibo,
Mérida y Coro, a 3.734. En total el número de esclavos en el
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territorio venezolano, en el año 1829, ascendía a 49.782, cifra


que representaba el 55 % de los esclavos existentes en
Venezuela en la primera década del siglo xix.
En 1821, la República, dominada política y económicamente
por los propietarios esclavistas, promulgó la llamada libertad de
vientres, y de acuerdo con este decreto serían libertados los
esclavos que nacieran a partir de aquella fecha y una vez que
hubieran cumplido dieciocho años. Pero, en 1830, el Congreso
modificó este decreto y promulgó una ley de manumisión, que
significaba un paso atrás en relación al decreto de 1821, porque
elevaba a veintiún años la edad requerida para la
manumisión, bien entendido que hasta tanto los esclavos cumplieran
esa edad trabajarían en"tbeneficio de sus amos y que la
manumisión será mediante la indemnización de los propietarios, para
cuyo efecto fue elaborada una tabla de impuestos.
En el fondo de este proceso de manumisión, en cuyo
desarrollo comenzaban a estar interesados los propios amos de la
tierra, revela un fenómeno económico bastante significativo :
la crisis de la agricultura de plantaciones con base esclavista.
Son los propios amos los que comienzan a sentir la necesidad
de desprenderse de un tipo de mano de obra que se hacía
improductiva, agotada la capacidad de producción del esclavo. En
estas condiciones más rentable era para el latifundista
favorecer la emancipación o manumisión y mantener atados a los
antiguos esclavos, en calidad de peones o de simples arrendatarios
de la tierra, pero explotados por vía de la renta en servicios
personales (renta-trabajo) o de la renta en productos de la tierra
(renta-especie). El amo de la tierra favorecía la manumisión,
pero deseaba obtener hasta el máximum del precio de sus
esclavos, solicitando y estableciendo un valor equivalente al que
tenía en la época floreciente del régimen esclavista, como
veremos oportunamente.
La mano de obra esclava, en razón de este proceso, que
revelaba, insistimos, la crisis de la agricultura y de plantaciones, con
base esclavista, continuó descendiendo progresivamente. En
1834 el número de esclavos apenas llegaba a 35.959 en todo el
territorio nacional. Para aquel año la Provincia de Caracas
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registraba 20.606 esclavos ; la Provincia de Garabobo, 4.059 ;


la Provincia de Barquisimeto, 2.321 ; la Provincia de Coro,
1.465 ; la Provincia de Cumaná, 1.481 ; la Provincia de Tru-
jillo, 1.371 ; la Provincia de Barinas, 1481 ; la Provincia de
Barcelona, 941; la Provincia de Mérida, 698; la Provincia de
Margarita, 233, y la Provincia de Apure, 158 esclavos, región
esta última de economía ganadera.

La mano de obra esclava en Venezuela en 1834


Provincias N° de esclavos
Guayana 608
Cumaná 1. ,481
Margarita 233
Barcelona 941
Caracas - 20, .606
Carabobo 4,.054
Barquisimeto 2.321
Coro 1 .465
Maracaibo 565
Trujillo 1.371
Mérida 698
Barinas 1 .458
Apure 158
35.959

Este descenso de la mano de obra esclava reflejaba un


proceso : la sustitución progresiva — en las relaciones de
producción — de la esclavitud por modalidades de la servidumbre.
Cierto ya desde las últimas décadas del siglo xvm ambas
relaciones coexistían, pero estaba llegando un momento en el cual
una comenzaba a predominar sobre la otra. En efecto, en la
cuarta década del siglo xix había en el país 9.125 plantaciones
en situación de cultivo y 30.565 hatos, valorados en 90.087.818
pesos. La mano de obra, en conjunto, incorporada a esas dos
formas de actividad económica ascendía a 215.124 personas ; -
el 83 %, es decir, 179.165 personas, formaban en los cuadros
de la categoría que hemos denominado peonaje en condiciones
de servidumbre : trabajaban en las plantaciones hatos, en
principio mediante un salario pagado en alimentación, y además
cultivaban la tierra pagando renta-trabajo o renta-especie. El
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17 % restante de la masa que trabajaba en los hatos y


plantaciones, es decir, 35.959 personas, correspondía a esclavos en
sentido absoluto.
Pero la mano de obra en condiciones de esclavitud
continuó disminuyendo. En efecto, los padrones de población-
correspondientes a 1852 registraron» 367 en la Provincia de Tru-
jillo ; 365 en la Provincia de Maracaibo ; 120 en la Provincia
de Margarita ; 42 en la Provincia de Guayana ; 1.621 en la
Provincia de Barquisimeto ; 582 en la Provincia de Cumaná ;
183 en la Provincia de Apure y 5.422 en la Provincia de
Caracas. El censo levantado en 1854 registró 11.967 esclavos en
sentido absoluto y 9.185 esclavos en proceso de manumisión.
En estas condiciones no era extraño que en el seno de la
propia clase terrateniente esclavista se planteara la necesidad de
abolir legalmente la esclavitud y surgieran iniciativas
orientadas a emancipar un instrumento de producción desvalorizado,
cuya sujeción en las plantaciones se dificultaba cada vez más
debido a las luchas que los esclavos sostenían por su libertad,
desde la propia sociedad colonial 4. Esta lucha había sido
incrementada y profundizada en el período de la guerra nacional de
Independencia y continuada con fuerza en las guerras civiles,
proyección de las pugnas económico-sociales violentamente
expresadas en las acciones armadas. Esta lucha de los esclavos
presentó desde 1821 hasta 1854, año este último de la
emancipación legal, las formas fundamentales siguientes : fugas
individuales, rebeliones, conatos de sublevaciones y participación
activa en las revueltas y conspiraciones organizadas por otras
categorías sociales. Hay información sobre más o menos 150
rebeliones promovidas por esclavos en este período, y los periódicos
más importantes, liberales o conservadores, registraban
constantemente en sus páginas noticias sobre esclavos fugados, solicitados
por sus amos. A título de ilustración presentamos uno de estos
avisos, comunes en la prensa de la época, reclamando un esclavo
fugado y ofreciendo una gratificación a quien lo localizara :

A fines de octubre pasado se ha fugado de la hacienda El Palmar,


4. Cf. Federico Brito Figueroa, Las insurrecciones de los esclavos negros en
Venezuela colonial, Caracas, 1961.
LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE VENEZUELA 355
situada en Guatire, jurisdicción de Guarenas, el esclavo José Luis,
natural de esta ciudad, de 20 años de edad, alto de cuerpo, color
claro, pelo castaño pasudo, bien parecido, los pies troncos y trabaja
albañilería. [...] Es bastante ladino, algo trapecista y divertido. El
que diere razón de su. paradero a su dueño, Sr. Francisco Núñez,
que habita en la dicha hacienda o al que suscribe, se le ofrece una
gratificación y al que lo aprehendiere además de los costos según
tarifa. Caracas, noviembre 30 de 1835 5.
Los amos latifundistas estaban interesados en deshacerse de
una propiedad que se había transformado en una rémora, pero
estaban igualmente interesados en obtener hasta el último
beneficio de esa propiedad, es decir, de los esclavos. Lo obtienen
mediante la promulgación de la Ley de Abolición de la
Esclavitud, que decreta la libertad de los esclavos, pero al mismo
tiempo indemniza a los propietarios, estableciendo una tarifa
altamente favorable a los amos e imponiendo nuevos impuestos
sobre la población general, impuestos destinados a pagar a
cada propietario el valor de sus esclavos. De acuerdo con la
tarifa los esclavos fueron valorados en función de la edad y
capacidad productiva. En efecto, se observa que desde quince
hasta treintinueve años fueron estimados en 300 pesos, el
máximo, cantidad que decrecía hasta 0 pesos, valor de un esclavo
de más de sesenta y tres años.
Los esclavos liberados y los manumisos se transformaron en
peones y en otras categorías sociales propias de una
economía latifundista, caracterizadas por su dependencia de la tierra,
y el pago de tributos a los terratenientes aumentó el número
de colonos, medianeros y pisatarios, grupos que habían
comenzado a formarse en los últimos años del período colonial
hispánico. Los campesinos que formaban estos grupos estaban
obligados a sostenerse ellos mismos, y trabajar la tierra arrendada
con sus propios instrumentos de trabajo y pagar tributos en
las formas de renta-trabajo, renta-especie y, ocasionalmente,
renta-dinero. Otros se transformaron simplemente en peones
de sus antiguos amos, nominalmente como trabajadores libres
porque recibían un salario, no en metálico, sino en fichasçales,

5. Federico Brito Figueroa, La liberación de los esclavos en Venezuela (en proceso


de elaboración).
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que únicamente tenían poder adquisitivo en las tiendas de raya


de las plantaciones.
Este salario pagado en fichas y vales no satisfacía las
necesidad de subsistencia de los peones y su familia, y por esta razón,
primero los padres, luego los hijos, posteriormente los nietos,
se endeudaban progresivamente con los amos de la tierra.
Estas deudas, incrementadas cada año, pasaban de una
generación a otra, y fortalecían los lazos de dependencia que
encadenaban a los peones al dominio territorial de los latifundistas.
No es accidental, en consecuencia, que muchos de los esclavos
emancipados por la ley de 1854 permanecieran en las haciendas
de sus antiguos amos, como con toda razón escribe un
historiador positivista :

Durante los cuatro o cinco años que siguieron al de la


emancipación no se nota ningún cambio social ni político debido a la
influencia de los nuevos ciudadanos. Muchos continúan viviendo como
peones en las haciendas de sus antiguos amos6.

Las clases sociales y la estratificación social


La guerra nacional de Independencia, por el contenido de
pugnas económico-sociales que en ella se manifiestan
violentamente, y las guerras civiles, continuación de esas pugnas, pero
con motivaciones aparentes, ya lo hemos indicado
anteriormente, debilita los nexos de organización social basada en el
sistema de castas. En efecto, desciende cuantitativamente el
núcleo de población blanca privilegiada, es decir, la
denominada « gente de sangre pura y de condición », disminuye su
fuerza cualitativa y aumenta el proceso de mestizaje étnico-
cultural con predominio de los elementos de origen africano,
es decir predominio evidente de mulatos, zambos, mestizos-
negros, en general. Se debilitan los nexos de esclavitud, se
incrementa el proceso de manumisión, pero no desaparece el
régimen de esclavitud.
Estos son aspectos del cambio social impulsado por la guerra
nacional de Independencia, cambio que se profundiza en las

6. José Gil Fortoul, Historia constitucional de Venezuela, Caracas, 1943, t. III,


pág. 53.
LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE VENEZUELA 357

décadas siguientes y el cual se refleja en la estratificación de


la población. En efecto, en la cuarta década del siglo xix,
sobre la base de una población total de 945.348, la
estratificación étnico-social presenta las siguientes características :
10.000 blancos descendientes de las antiguas « familias de
condición »; 160.000 « blancos de orilla », mestizos-blancos, en
general ; 686.974 mulatos, zambos, negros libres ; 35.959 esclavos ;
10.415 indígenas en proceso de aculturación, es decir,
organizados en centros poblados y en calidad de indios libres, y 42.000 «
indios selváticos », distribuidos en las zonas marginales.

La estratificación étnico-social de la población


venezolana en la IV década del siglo XIX
Categorías étnicas y sociales Población % % población total
Blancos de « sangre pura » 10.000
Blancos de « orilla », etc. 160.000 16¡9
Mulatos, zambos, negros
libres, etc. 686.974 72,6,
Esclavos negros, mulatos, 76,3
etc. ^ 35.959 3,7
Indios libres 10.415 1,3
5,7
Pob. indígena marginal 42.000 4,4
945.348 100,0 100,0

La situación de los indígenas, de hecho, en la realidad social,


poco se diferenciaba de la condición de los esclavos. De 1830
hasta 1840 fueron reducidos y concentrados en cien pueblos de
misiones unos 26.000 indígenas, especialmente en los Llanos y
en Guayana. Estos pueblos tenían generalmente una existencia
efímera porque los indígenas preferían habitar libremente en
las selvas que estar sometidos al régimen de misiones, y
tampoco habitar en aldeas cercanas a las poblaciones porque los
amos de plantaciones generalmente los obligaban a trabajar
de modo gratuito, con el apoyo de las autoridades locales y
regionales. Hay algunas descripciones que presentan el cuadro
de la exploración de los indígenas venezolanos en estas cuatro
primeras décadas del siglo xix, sobre todo en las zonas de
Guayana :

Los indios del Cantón Río Negro no están seguros ni en sus casas
Bulletin hispanique. 24
358 BULLETIN HISPANIQUE

ni en sus labranzas, porque el día menos pensado les llega el aviso


del Alcalde para que se presenten a su tribunal : allí reciben la orden
de marchar a la cabecera del Cantón a ponerse a disposición del
Jefe Político. Estos infelices tienen que tomar sus canoas y hacerse
de víveres para diez o quince días, y al llegar delante de estos
sátrapas son recibidos peor que esclavos y mandados de peones a la canoa
del mismo Jefe Político y demás criollos, los cuales los emplean y
no les empiezan a pagar sino el día que entran al trabajo. ¿Y de qué
modo ? En mercancías a precios exorbitantes, de modo que al fin de
mes el hombre ha ganado un peso o doce reales, graduados por ellos a
cuatro o cinco pesos7.

La clase de los esclavos es una realidad, a pesar de estar


en proceso de desintegración hasta su definitiva desaparición
en el año 1854, mediante la evolución económica y la ley de
abolición. Esta mutación de la mano de obra esclava aumenta
el peso específico del peonaje y del campesinado en condiciones
de servidumbre, y desde luego que la desaparición de la
esclavitud, del régimen económico de esclavitud, señala un cambio
significativo en la sociedad venezolana del siglo xix, porque
con la abolición de la esclavitud se hunde definitivamente en
Venezuela la estratificación que todavía funcionaba con
elementos de organización social propios del sistema de castas.
Este cambio no fue el resultado de un proceso pacífico, sino
la consecuencia de complejas pugnas en cuyo origen y
desarrollo se entrelazaban los factores de naturaleza económica y
los factores étnicos y raciales, según se desprende del carácter
que presentaba la participación de los esclavos en las acciones
armadas, esclavos que estaban interesados en su emancipación
cuando se incorporaban bajo las banderas de uno cualquiera
de los caudillos militares y, sobre todo, cuando huían de las
plantaciones y centros de trabajo y se incorporaban a la masa
de desheredados y miserables que en los campos hacía una
guerra de guerrillas implacable contra los amos de la tierra.
La significación del campesinado y del peonaje era ya
importante en la cuarta década del siglo xix, superior al peso
específico de los esclavos en el proceso de la producción, sobre

7. Cf. Federico Brito Figueroa, Historia económica y social de Venezuela, Caracas,


1966, vol. I, pág. 267.
LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE VENEZUELA 359

todo en la agricultura de plantación. En efecto, en 1840 la


población trabajadora incorporada a las haciendas estaba
representada por 219.109 personas, de ellas 35.959 eran esclavos,
de los cuales ya algunos estaban en proceso de manumisión,
y 173.150 peones, campesinos en condiciones de servidumbre.
El dominio cualitativo del peonaje sobre la mano de obra
esclava ya era evidente en esta década : 16 % correspondía
a esclavos y 84 % a peones y categorías similares. La
emancipación de los esclavos, en 1854, completó ese proceso.
La categoría formada por los mulatos, zambos y negros
libres se presentaba como una masa integrada por diferentes
grupos económico-sociales, en términos más definidos que en
el período colonial hispánico, pero conservando igualmente
algunas características de su primitiva fisonomía. No constituía una
casta porque la guerra nacional de Independencia había
eliminado los instrumentos jurídicos que la colocaban en esa
situación, había eliminado también la estratificación apoyada en el
sistema de castas. La guerra había elevado a infinidad de
sectores de origen humilde, mulatos y gente de color hasta las más
elevadas posiciones rectoras en la sociedad venezolana
posterior a la independencia. Pero en conjunto, y como rasgo
fundamental, la masa de población de color continuaba conectada
con actividades económicas como las artesanías, el pequeño
comercio, la mediana y pequeña burocracia militar y civil, las
formas económicas regidas por el salario, y, en los campos,
relacionada con el cultivo de la tierra sobre la base de mediana
y pequeña propiedad, su arrendamiento en las modalidades más
atrasadas y con las categorías de peonaje mencionadas
anteriormente.
La masa miserable de los centros urbanos estaba formada
por una parte de los esclavos manumitidos que habían perdido
su capacidad de trabajo y por una parte de la población de
mulatos, zambos y negros libres que, unos de modo permanente
y otros de modo ocasional trabajaban en los talleres artesanales
y manufactureros que existían especialmente en la Provincia
de Caracas. Sobre este problema hay algunas informaciones.
En efecto, en la IV década del siglo xix había en la mencionada
360 BULLETIN HISPANIQUE

Provincia 123 albañiles, 119 carpinteros, 57 sastres, 222


zapateros, 60 herreros, 40 plateros, 53 tejedores, 17 talabarteros,
20 barberos, 8 toneleros, 3 zurradores, 9 pintores, 24 loceros,
15 alabarderos, 8 faroleros y 7.283 peones8.
En los años posteriores a la guerra nacional de Independencia
la masa de miserables de los centres urbanos aumentó
sensiblemente, los documentos oficiales mencionaban constantemente
los métodos puestos en práctica por el Estado para controlar
« a los vagos y malentretenidos », los cuales eran incorporados
al Ejército o concentrados en las cárceles con pérdida de los
derechos de ciudadanía. Después de la liberación de los esclavos
se consideraba que solamente en Caracas, ciudad que entonces
tenía 47.013 habitantes, había 8.425 personas en situación de
miseria permanente y sin ocupación determinada. Esta masa
representaba la categoría que en el capítulo anterior hemos
denominado tentativamente una especie de lumpen-proleta-
riado desarrollado en una ciudad en las condiciones de una
economía precapitalista.
Es evidente que en esos centros urbanos dominan las
relaciones sociales precapitalistas y, con más exactitud, coexisten
formas de capitalismo mercantil, con relaciones de esclavitud
y con una infinidad de modalidades del peonaje urbano y con
categorías artesanales en proceso de desarrollo. La información
histórica revela que los gremios están formados en aquel
período, especialmente en Caracas, por esclavos y artesanos, y en
una proporción no escasa por los primeros, porque el 50 % de
los gremios presenta esa composición y con predominio de los
esclavos sobre los artesanos. El peonaje urbano está
representado por trabajadores libres y esclavos en vías de manumisión
que conocían un oficio.
•El núcleo social privilegiado, en principio, estaba formado
por 10.000 personas, que en los padrones aparecían
mencionados como propietarios de tierras y esclavos, comerciantes en
dinero, importadores y exportadores, militares y burócratas
con bienes de fortuna. La información revela que estos 10.000 pro-

8. Sociedad Económica de Amigos del País, Memorias y Estudios, 1829-1839,


Caracas, 1958, t. I, pág. 373-sigs.
LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE VENEZUELA 361

pietarios consumían anualmente un millón de pesos en vestido,


en la proporción de cien pesos per cápita, sin participar
directamente en el proceso productivo, sobre todo si se considera que
el ausentismo latifundista constituía una realidad. En cambio,
los 219.109 esclavos y peones que había en el año 1840
consumían anualmente por concepto alimentación un peso per cá-
pita y contribuían al desarrollo de la producción social con
36.678.642 pesos anuales, materializados en productos
agropecuarios y en la proporción de 111 pesos producidos por cada
esclavo o peón.
.Este núcleo privilegiado estaba constituido en parte por
descendientes de las antiguas familias coloniales, propietarias
de la riqueza territorial y por los grupos que en el proceso de
la guerra nacional de Independencia se habían enriquecido con
los bienes de los emigrados. El fenómeno es interesante porque
revela un proceso de transferencia de propiedad agraria, sin
que esa transferencia hubiera modificado la estructura
latifundista, que continuó predominando sobre las formas
medianas y pequeñas de la tenencia de la tierra. En otras palabras,
desde el punto de vista social, la guerra de Independencia
modificó la composición cuantitativa de la clase latifundista, pero la
fortaleció cualitativamente y posibilitó el ingreso a esta clase
de gentes provenientes de otras categorías, hasta de las más
humildes, como indicaremos posteriormente.
La política de confiscación y secuestro de bienes, realizada
por vías de hecho, en los primeros años de guerra, y
posteriormente apoyada en instrumentos legales, introdujo elementos
de cambio en la propiedad agraria, especialmente en cuanto
al origen social de los nuevos amos de la tierra. Ese cambio es
significativo porque incide sobre la estructura de la clase
latifundista colonial. No hay duda que a partir de la guerra de
Independencia y con más fuerza después de la guerra un mayor
número de personas participa en la posesión y tenencia de la
tierra : uno de los factores esenciales de la riqueza social en
la Venezuela del siglo xix. En la práctica se constata un
fenómeno de transferencia de la propiedad agraria, pero no una
modificación en la estructura de la propiedad agraria, que con-
362 BULLETIN HISPANIQUE

tinúa dominada por el sistema de relaciones característico del


latifundio.
En el proceso de la. guerra de Independencia
desaparecieron físicamente muchos de los antiguos propietarios y otros
huyeron hacia las Antillas, atemorizados por el carácter social
y violento de las pugnas, de naturaleza económica, étnica y
política. Los bienes de los emigrados — considerados
adversarios de la Independencia — pasaron a manos de los más
significativos caudillos militares, caudillos en lo general de origen
popular. Este cambio, realmente significativo en el terreno
social, debido a la estructura de la sociedad venezolana en aquel
período y a los intereses materiales en juego, no transformó en
sentido democrático la tenencia latifundista de la tierra, el
latifundio permaneció intacto como institución y hubo sí un
incremento de las propiedades latifundistas, fundamento de la clase
latifundista.
Esta clase latifundista, formada en parte por descendientes
de los antiguos amos de la tierra y, preferentemente por personas
del más diverso origen social y étnico, se fortaleció como grupo
rector de la sociedad venezolana, en este período. Pero, a
diferencia de la clase latifundista de la época colonial, se presentaba
como un grupo móvil, morfológicamente configurado,
usurpador y monopolista de la riqueza territorial agraria, de la cual
continuó apoderándose debido a sus conexiones con las
instituciones políticas del Estado, cuando no procedía
violentamente, al margen de toda norma legal, a incorporar a sus
dominios grandes extensiones de tierras baldías y nacionales, que
mantenía incultas o explotaba en condiciones semifeudales.
Esta clase latifundista compartía la rectoría de la sociedad
venezolana y estaba en pugna con otra importante categoría,
fortalecida en las décadas posteriores a la Independencia, cuando
liquidado el régimen colonial, Venezuela comenzó a participar
libremente en el mercado exterior. Esa categoría era la
burguesía mercantil (importadora y exportadora, negociante en
dinero y en valores) que, como resultado de la ampliación de
las conexiones de la producción agropecuaria venezolana con
el mercado exterior capitalista, se convirtió en un estrato so-
LA POBLACIÓN Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE VENEZUELA 363

cial dominante, en los cuadros de una economía carente de todo


desarrollo industrial. La significación económico-social de la
burguesía mercantil era de tal magnitud que dominaba sobre
el Estado y sometía a sus intereses no sólo a las capas medias
y desheredadas sino a la clase latifundista, lesionada por la
usura y el capital comercial usurario, que la arruinaba y se
apoderaba de sus propiedades y de la riqueza agropecuaria.
En el cuadro global de la estructura social venezolana en la
primera mitad del siglo xix, esta pugna entre latifundistas y
burguesía mercantil es una de las más significativas. Es una
pugna que hunde sus raíces en el período colonial, cuando se
observa una lucha sorda entre las categorías denominadas
cosecheros, mercaderes y comerciantes,, pugna que se manifestaba
con fuerza en el Consulado de Caracas, relacionada en parte con
la necesidad de libre comercio entorpecido por el régimen
colonial. Con la Independencia absoluta se obtuvo la libertad de
comercio, fundamental para colocar los terratenientes en el
mercado exterior la producción agropecuaria de sus hatos y
plantaciones. Pero el desarrollo de estos hatos y plantaciones
dependía de los préstamos de la burguesía mercantil de los
centros urbanos, burguesía que anualmente recibía casi toda la
cosecha, que exportaba al exterior y en el exterior compraba los
bienes de consumo inmediato, las mercancías en general que
luego vendía a los amos de la tierra. En realidad la burguesía
mercantil se había transformado en un grupo intermediario
entre los productores agropecuarios y el mercado exterior.
Este fenómeno es posible constatarlo sobre todo a partir de
1840, año que señala la fecha crucial de la decadencia de la
agricultura de plantaciones con base esclavista. Ese año,
además, debido al cierre del mercado exterior de los productos
agropecuarios venezolanos, muchos amos de la tierra se
arruinaron y no estuvieron en condiciones de satisfacer las deudas
contraídas con la burguesía mercantil de los centros urbanos.
En la documentación correspondiente a aquel período hay
suficiente información sobre la multitud de juicios, embargos y
ejecuciones de hipotecas, realizadas sobre las plantaciones por
los representantes de la burguesía mercantil, que lentamente
364 BULLETIN HISPANIQUE

se apoderaba de la riqueza territorial agraria por vía de los


préstamos y de la usura.
La prensa de la época suministra, igualmente, una vasta
información sobre este problema. La burguesía mercantil, que
dominaba a su vez las instituciones fundamentales del Estado
venezolano, logró la aprobación de instrumentos legales que
facilitaron el dominio que de hecho estaba ejerciendo sobre la,
propiedad territorial agraria y transformaron la usura en sus
peores manifestaciones en una actividad económica lícita y en
la forma preponderante del capital, capital usurario se entiende,
forma antidiluviana del capital, como la denomina Marx. Esta
fuerza de la usura envolvía en sus redes a todas las clases de la
sociedad venezolana. Además de los terratenientes arruinados,
a los medianos y pequeños propietarios rurales, a las categorías
artesanales, los medianos y pequeños comerciantes, los peones
urbanos, la mediana y pequeña burocracia civil y militar.
No hay la menor duda de que las pugnas impulsadas por el
desarrollo de esta modalidad del capital antidiluviano es uno
de los aspectos más significativos de la historia económica y
social de Venezuela en el siglo xix.
Federico BRITO FIGUEROA.

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