Está en la página 1de 13

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD “HUGO CHAVEZ FRÍAS

PNFA – MEDICINA GENERAL INTEGRAL

ASIC “DR. ADOLFO MARTÍNEZ GUZMÁN”

TRABAJO ESPECIAL DE GRADO PREVIO A LA OBTENCION DE LA


ESPECIALIDAD EN MEDICINA GENERAL INTEGRAL

TITULO DE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN:

ADICCIÓN A LAS BENZODIACEPINAS POSTERIOR A LA INFECCIÓN POR


COVID – 19 EN PACIENTES ADULTOS MAYORES DEL CONSULTORIO
MEDICO POPULAR “JORGE HERNÁNDEZ 4” EN EL PERIODO FEBRERO A
DICIEMBRE 2023

AUTOR:

Dra. Victoria Ventura

TUTOR:

Dr. Leonel Jiménez

Esp. Medicina General Integral

PUNTO FIJO – ESTADO FALCÓN- VENEZUELA


Ciudadanos

Miembros de la comisión coordinadora del Postgrado de Medicina General


Integral.S.A

ASIC. “Dr. Adolfo Martínez Guzmán”

La presente es para comunicarle, que en mi carácter de tutor he leído y analizado


el proyecto de trabajo Titulado: ADICCIÓN A LAS BENZODIACEPINAS
POSTERIOR A LA INFECCIÓN POR COVID – 19 EN PACIENTES ADULTOS
MAYORES DEL CONSULTORIO MEDICO POPULAR “JORGE HERNÁNDEZ 4”
EN EL PERIODO FEBRERO A DICIEMBRE 2023. Realizado por la ciudadana
VICTORIA VALENTINA VENTURA WONG, C.I. 26-656-569. Para optar al Título
de Especialista en: MEDICINA GENERAL INTEGRAL. Por cuanto considero que
dicho trabajo reúne los requisitos y meritos suficientes para ser sometido a la
presentación pública y evaluación por parte del jurado evaluador que se designe.

Atentamente,

DR. LEONEL JIMENEZ

C.I.

ESPECIALISTA EN MEDICINA GENERAL INTEGRAL

TELEFONO:
INTRODUCCIÓN

Las consecuencias del consumo de benzodiacepinas en el marco de la


enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) no se habían estudiado hasta
ahora. El uso inapropiado y la dependencia a fármacos de prescripción conforman
un problema de salud que va en aumento en la actualidad, alcanzando un
significado importante. Unos de los fármacos más prescriptos son las
Benzodiacepinas (BZD), esto debido a su gran eficacia y rápido inicio del efecto
terapéutico, son particularmente útiles en los pacientes que precisan un alivio
sintomático inmediato. Las BZD se prescriben en la práctica médica tanto a
hombres como a mujeres de 12 a 65 años de edad, para el control de problemas
relacionados con dolor, insomnio y ansiedad, y se prescriben principalmente para
adultos mayores. El uso de psicofármacos se ha convertido en la práctica
asistencial más importante en salud mental, siendo ampliamente utilizados en
todos los servicios y configurándose como el elemento tecnológico central de
intervención de los diversos malestares. Aunque la prevalencia del uso de
benzodiacepinas es difícil de determinar, se sabe que es más frecuente en adultos
mayores, probablemente a que éstos lo usan por un tiempo prolongado y a la
sensación de bienestar, lo cual inicia un uso inapropiado, con un patrón de abuso
persistente y dependencia. A diferencia de la dependencia a otras sustancias, la
dependencia a BZD es una condición generalmente circunscrita a un marco
terapéutico, ya que el primer contacto se presenta en un contexto clínico, y si se
anexa a esta problemática la falta de orientación profesional adecuada, trae como
consecuencia susceptibilidad a los problemas de tolerancia ó dependencia,
estando descritos estados confusionales, incapacidad para la realización de las
actividades de la vida diaria. Este grupo farmacológico es uno de los más
prescritos a nivel mundial. Desde su surgimiento comenzaron a ser utilizados a
gran escala, llegando incluso a desplazar los barbitúricos como sedantes e
hipnóticos.
El amplio margen terapéutico de las BZD permitió usarlas con menor riesgo que
sus antecesores, pero y tomando en cuenta lo que argumenta Artagaveytia, (2018)
su prescripción irracional es una realidad que afecta especialmente a poblaciones
de mayor edad, ya que son más vulnerables a sus efectos deletéreos. De acuerdo
con lo anterior y siguiendo a Domínguez, (2016) el uso de BZD en los adultos
mayores es una preocupación creciente, pues en estos pacientes se producen
cambios fisiológicos que afectan algunos parámetros farmacocinéticos, como la
prolongación de la vida media, disminución de la capacidad de metabolización
hepática y el aumento del volumen de distribución.

La problemática de las dependencias siempre ha estado asociada a las drogas


consideradas ilegales. La novedad que representaron las BZD en este sentido, fue
que en lugar de ser drogas prohibidas y estigmatizadas socialmente (como ha
ocurrido con el cannabis) se trataba de un fármaco de venta libre, cuyo consumo
había sido potenciado y recomendado por la industria farmacológica y la medicina
en general (Lader, 1991). El abordaje de las dependencias ha estado
monopolizado por las drogas consideradas ilegales y el alcohol, siendo la
producción científica sobre la dependencia a los psicofármacos mucho menor.
Diversos autores (Romaní, 1999), (Becker, 2009) coinciden en que la perspectiva
institucional de la investigación sobre drogas se ha alimentado de un
“determinismo farmacológico” centrado en los efectos psicofísicos de las drogas,
dejando de lado las representaciones sociales que tiene el usuario sobre la
sustancia y el contexto de su consumo.

Debido a la prevalencia de enfermedades crónicas, este grupo etario es más


susceptible a recibir terapias de larga duración, aumentando así el riesgo que
surjan problemas relacionados con medicamentos. Es por eso que las BZD se han
clasificado como "medicamentos potencialmente inapropiados" MPI para adultos
mayores. Así lo expresó Carr et al., (2019) coincidiendo con la American Geriatrics
Society Beers Criteria®, en su última versión, donde se recomienda evitar el uso
de BZD de corta y larga acción en tratamiento de primera línea de personas que
sufren de insomnio, así como la interrupción de quienes lo están tomando.
En la actualidad, seguimos viviendo la crisis mundial sanitaria, la pandemia por la
COVID-19 que, hasta la fecha, ha cobrado miles de vidas en la mayoría de los
países. El 30 de enero de 2020, el Comité de Emergencia de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) declaró este brote como una emergencia de salud
global debido al reciente incremento de casos en China y otros países. Desde
entonces se estudia el comportamiento epidemiológico y clínico de este virus.

En una reciente revisión sistemática y metaanálisis, Rogers JP et al. Incluyeron


3559 casos de pacientes con infección por MERS (del inglés, Middle East
Respiratory Syndrome Coronavirus) y SARS COVID-19 (del inglés, Severe Acute
Respiratory Syndrome Coronavirus) con la finalidad de identificar síntomas
neuropsiquiátricos comunes. El estudio reveló que durante la fase aguda de la
enfermedad, los pacientes hospitalizados presentaron síntomas de confusión (27,9
%), ánimo deprimido (32,6 %), ansiedad (35,7 %), alteración de la memoria (34,1
%) e insomnio (41,9 %). Luego, en la etapa de postratamiento, se mantuvo el
ánimo deprimido (10,5 %), el insomnio (12,1 %), la ansiedad (12,3 %), la
irritabilidad (12,8 %), la alteración de la memoria (18,9 %), la fatiga (19,3 %) y las
mmemorias traumáticas (30,4 %). Además, el esquema terapéutico para el manejo
de la COVID-19 (antibiótico, antiviral, corticoide, anticoagulante y sintomático)
limita la posibilidad de indicar abiertamente la variedad de psicofármacos
aprobados por la FDA para los síntomas psiquiátricos. Por ese motivo cada
médico debía tener ciertas consideraciones para el empleo de un psicofármaco y
los ajustes requeridos de las dosis cuando se empleaban en pacientes
hospitalizados por COVID-19. La ansiedad es un síntoma que se relaciona a una
preocupación excesiva acerca del presente y el futuro, que altera las funciones
biológicas como el apetito y el sueño, sobre todo nocturno. Además, se agregan
manifestaciones somáticas evidentes, como temblores, sudoración, incremento de
las frecuencias cardiaca y respiratoria, parestesias, entre otros. En el contexto de
la cuarentena, es un síntoma que no solo aparece en la población infectada, sino
en las personas con comorbilidades y en la población general.
El uso de benzodiacepinas para el manejo de la ansiedad puede producir un alivio
inmediato; sin embargo, su uso debe restringirse con algunos fármacos de este
grupo que bloqueen su efecto y provoquen efectos secundarios indeseables. Las
benzodiacepinas deben usarse con precaución en pacientes con enfermedades
respiratorias agudas o crónicas subyacentes para evitar la depresión respiratoria y
la insuficiencia respiratoria aguda precipitante. La ansiedad y la agitación pueden
ser parte de la descompensación respiratoria aguda, y se agravarían aún más por
la administración de ansiolíticos. En pacientes con COVID-19, el delirio puede ser
una manifestación de invasión directa del sistema nervioso central (SNC), la
inducción de mediadores inflamatorios del SNC, un efecto secundario de otra falla
del sistema orgánico, un efecto de estrategias sedantes, tiempo de ventilación
mecánica prolongado o factores ambientales, que incluyen el aislamiento social.
La depresión, al igual que la ansiedad, es una respuesta natural a un cambio
repentino de circunstancias que implican separación e incertidumbre. La depresión
se manifiesta por un estado de ánimo triste (deprimido), pérdida del placer o
interés en actividades que, de otra manera, serían placenteras; además, aparecen
una variedad de síntomas como problemas con el apetito, el sueño, la energía, la
concentración, sensación de inutilidad, culpa, desesperanza y también ideas
suicidas. Según una investigación publicada en junio de 2022 de la revista CNS
Drugs, el 35% de las personas declararon tener síntomas depresivos tras
recuperarse de la COVID. Y puede que no sea simplemente porque hayan perdido
días o semanas de su vida habitual por culpa de la enfermedad: puede ser porque
tienen un fenómeno poco conocido llamado depresión postcovid, que
probablemente se desencadena por cambios inflamatorios, estrés psicológico y
otros factores. Estos síntomas suelen "aparecer dos o tres meses después de la
aparición de la COVID-19 y parecen durar varios meses", afirma Madhukar Trivedi,
psiquiatra y director fundador del Centro de Investigación y Atención Clínica de la
Depresión del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas.
"No hay forma de predecir quién tendrá efectos transitorios o quién los tendrá
persistentes".
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La actual crisis biológica mundial ha provocado en la mayoría de las personas


sentimientos negativos como miedo, pánico, incertidumbre entre otros. Las
Benzodiacepinas son los fármacos de mayor prescripción en el mundo, su uso
terapéutico es sumamente amplio, predominando las indicaciones para el
tratamiento de la ansiedad, ciertas neurosis y como hipnótico-sedativo. Las BZD
también poseen acciones anticonvulsivantes, relajantes musculares y amnésicas.
Debido a estas características farmacológicas, su utilización clínica es frecuente e
irracional, induciendo a un uso inadecuado y abuso de las mismas, sin embargo,
las benzodiacepinas no son fármacos inocuos y como el número de usuarios se
incrementa día a día, los problemas de salud adquieren proporciones cada vez
más alarmantes. Un gran número de estas prescripciones se realizan en adultos
mayores de 60 años o más (y va en aumento), y en algunos casos son
innecesarios; esto debido a la pluripatología y trastornos psicológicos que suelen
acompañar la etapa del envejecimiento, es probable que su uso se prolongue por
más tiempo que los individuos más jóvenes. Por lo anterior se plantea determinar
los factores de riesgo que se asocian al consumo de las benzodiacepinas en los
adultos mayores y su relación con la postinfección con covid-19.

En Venezuela, son pocas investigaciones y proyectos que expliquen cómo se


podría tratar y mejorar la salud mental de la población en general y enfáticamente
en los pacientes en edades vulnerables como lo son los Adultos mayores. En el
Consultorio Médico Popular “Jorge Hernández 4” actualmente se encuentra
trabajando en la actualización del censo poblacional y la elaboración de planes
para la intervención y reducción de la adicción a las benzodiacepinas en los
pacientes adultos mayores, con el fin de ayudarlos a afrontar los síntomas
persistentes de la postinfección y lograr mejorar su salud física y mental.
Esto nos lleva a cuestionar:

¿Se conocen realmente los efectos adversos o secundarios de las


benzodiacepinas?

¿El personal de salud ha influido en la adicción de los pacientes adultos a las


benzodiacepinas?

¿Cuáles son los factores desencadenantes de la dependencia a las


benzodiacepinas?

¿Existen centros de salud o ayuda gubernamental para abordar a estos


pacientes?
OBJETIVOS

Objetivo General.

Identificar las causas de la dependencia de las benzodiacepinas en pacientes


postinfectados por COVID – 19 en la población adulta mayor del Consultorio
Médico Popular “Jorge Hernández 4”.

Objetivos específicos.

1. Confirmar la indicación de las benzodiacepinas asociada a otras patologías


previas en la población adulta mayor del consultorio médico popular.
2. Determinar cuáles fueron los síntomas y signos en el paciente para la
indicación de las benzodiacepinas al momento del diagnostico de la
infección por covid-19.
3. Proponer planes de acción para la deprescripción de las benzodiacepinas
para mejorar la salud mental y física de la población adulta mayor.
JUSTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

1.1 COVID – 19

A finales del 2019 en el mes de diciembre, Wuhan, China se convirtió


en el epicentro de un brote de neumonía de etiología desconocida que no
cedía ante tratamientos actualmente utilizados. En pocos días los contagios
aumentaron exponencialmente, no solo en China Continental sino también
en diferentes países. El agente causal fue identificado, un nuevo
coronavirus (2019-nCoV) posteriormente clasificado como SARS-CoV2
causante de la enfermedad COVID- 19. El 11 de marzo del 2020 la
Organización Mundial de Salud declara a esta enfermedad como una
pandemia. La presente investigación tiene como finalidad exponer las
causas y el origen de la dependencia de las benzodiacepinas en pacientes
postinfectados por el covid-19.

1.2 HISTORIA DE LAS BENZODIAZEPINAS E HIPNÓTICOS

Las BZD son fármacos psicotrópicos utilizados principalmente como


hipnóticos y ansiolíticos. En general, son fármacos ampliamente
utilizados debido a su contrastada experiencia de uso, eficacia y en
principio, aparente seguridad. Las sustancias con propiedades sedantes
y tranquilizantes se han utilizado desde la antigüedad. Los cretenses ya
consideraban el opio un regalo de los dioses por sus propiedades
sedantes y analgésicas. Los egipcios cultivaron adormidera en el 1400
a.C. y la suministraban a sus hijos para que no llorasen a la noche y
durmieran. El alcohol y el láudano también se han usado a lo largo de la
historia para inducir al sueño. A mediados del siglo XIX también se
utilizó el bromuro de litio para causar sedación. Más adelante, en la
primera mitad del siglo XX son los barbitúricos los compuestos que
dominan el tratamiento de los trastornos psiquiátricos y neurológicos,
tales como insomnio, epilepsia, ansiedad.
Las BZD han mostrado capacidad de mejorar la ansiedad y el
insomnio a corto plazo, pero a largo plazo pueden llegar a provocar
síndrome de dependencia o abuso. Al final de la década de 1980,
comenzaron a salir al mercado los inhibidores selectivos de recaptación
de serotonina (ISRS), que demostraron eficacia en el tratamiento de la
depresión y en el tratamiento de diversos trastornos de ansiedad y,
además, se consideran más seguros y no adictivos. Ambos factores,
hicieron que los ISRS desplazaran parcialmente el uso de las BZD.
Anteriormente, en los años 60, se había advertido de los efectos
adversos del clordiazepóxido, administrado durante largo tiempo, como
sedación excesiva, cansancio, irritabilidad y apatía. A finales de los
años 80 y principios de los 90 surgieron los fármacos “Z” (análogos de
las BZD utilizados para tratar el insomnio), tales como zoplicona y
zolpidem. Posteriormente, el zaleplon fue autorizado a finales de los 90
en EEUU. Estos fármacos surgieron en la búsqueda de evitar o
disminuir los efectos adversos provocados por las BZD.

1.2.1 USO CLÍNICO DE LAS BENZODIACEPINAS

El nombre de las benzodiazepinas se debe a la presencia, en su estructura


química, del anillo benzodiazepínico. Son fármacos sintéticos que poseen
estructuralmente un núcleo común, el anillo benzodiazepínico que consta de un
benceno y un anillo 1,4- diazepina o 1,5 diazepina, unido en el carbono 5 a otro
anillo bencénico, el cual puede ser remplazado por otros heterociclos. La
sustitución en el carbono 7 por halógenos como cloro o bromo aumentan la
actividad ansiolítica, como en el caso del Diazepam, mientras que la sustitución
por un grupo nitro aumenta la acción hipnótica y anticonvulsivante (Shorter,
2005). Las BZD son agentes depresores del sistema nervioso más selectivos
que otras drogas como los barbitúricos, actuando, en particular, sobre el
sistema límbico. Se caracterizan por ejercer un cuádruple efecto farmacológico:
ansiolíticos, sedantes o hipnóticos, anticonvulsivos y miorrelajantes.
Los diferentes tipos de BZD se diferencian en su farmacocinética, lo cual
constituye la característica más relevante para su uso clínico (Lader, 1991). La
vía de administración más frecuente es el consumo de pastillas por vía oral y
en algunos casos se pueden inyectar por vía intramuscular o intravenosa.

1.2.2 DATOS SOBRE PREVALENCIA EN EL USO DE BZD EN EL MUNDO

La American Psychiatric Association (APA) publicó en 1990 un libro donde se


presentaba la prevalencia de prescipción de las BZD en Estados Unidos
(EEUU) desde su descubrimiento en 1960. En torno a un billón fueron
prescritas en las farmacias de EEUU entre 1965 y 1985. En 1965, poco
después del descubrimiento del uso clínico de la primera BZD, ya se recetaban
en torno a 30 millones como ansiolíticos y en 1973 se llegaba a los 81 millones.
Según Malcolm H. Lader, la prescripción y el consumo de BZD siguió
incrementándose durante la década de 1970. En este período se pudo
comprobar la existencia de fenómenos adversos de rebote y dependencia, no
sólo con dosis altas de BZD, sino también con dosis terapéuticas de las
mismas. En 1980 se produjo una reducción en la prescripción médica de BZD,
esto ocurrió debido a la mayor sensibilidad de la comunidad médica hacia los
efectos secundarios y la dependencia que habían denunciado sus pacientes
(Lader, 1991). En Europa Occidental la prevalencia se situaba en 1990 en un
rango en torno al 7,4%, siendo Bélgica el país de mayor prevalencia (33%), y
Suecia el de menor (6%), Alemania e Italia al igual que Estados Unidos se
encontraban en un rango medio (14%).

1.2.3 ESTUDIOS CUALITATIVOS SOBRE EL PROCESO DE PRESCRIPCIÓN


EN ATENCIÓN PRIMARIA

También podría gustarte