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Clausura de la Conferencia Latinoamericana y del Caribe

sobre Drogas "Para la vida, la paz y el desarrollo” - 9 de


septiembre de 2023

Mensaje conjunto - Transcripción completa


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Transcripción – Mensaje de clausura


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Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López


Obrador
Pienso que lo fundamental para enfrentar el flagelo de la drogadicción y
de la violencia está en atender las causas, con un nuevo criterio, no
pensar sólo en medidas coercitivas.
Pienso que, aunque no sea un problema nuestro propiamente o que no
nos afecte de manera directa, tenemos la obligación moral y por
humanismo debemos de participar en el combate al consumo del
fentanilo en Estados Unidos, es una pandemia que están enfrentando.
No es un asunto nada más cuantitativo, no es nada más decir ‘pierden la
vida 100 mil jóvenes cada año por el consumo del fentanilo’ y dar la
espalda y decir ‘a nosotros no nos importa’, tenemos que actuar con
humanismo y entender que, independientemente de nuestras diferencias,
por encima de banderías partidistas y de posturas ideológicas, están los
derechos humanos y el principal derecho humano es el derecho a la vida.
Y ayudar en todo lo que podamos. Desde luego, hacerlo con respeto a
nuestras soberanías y también buscando que se procure atender ese
problema de fondo. Porque no es eliminar el fentanilo; si hay consumo,
es que algo anda mal en esa sociedad. Porque puede desaparecer el
fentanilo y va a surgir otra sustancia igual de dañina o peor.
Que nosotros procuremos con inversiones propias y también con
inversión de organismo financieros internacionales apoyar más la
actividad productiva del campo en nuestros países, para sustituir la
siembra de marihuana, de amapola, de cocaína, por la siembra de maíz,
de frijol, de cacao, de café, frutales y miles de millones de árboles
frutales y maderables, con el propósito también de cuidar nuestra
naturaleza.
Que nosotros procuremos con inversiones propias y también con
inversión de organismo financieros internacionales apoyar más la
actividad productiva del campo en nuestros países, para sustituir la
siembra de marihuana, de amapola, de cocaína, por la siembra de maíz,
de frijol, de cacao, de café, frutales y miles de millones de árboles
frutales y maderables, con el propósito también de cuidar nuestra
naturaleza.
Presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro Urrego.
Porque hemos vivido la experiencia, la estamos viviendo, de estos 50
años en el caso de Colombia, que es donde comienza este problema,
que ahora es un problema americano en todo el sentido de la palabra, de
las Américas, pero tenemos esa experiencia de 50 años, una experiencia
sanguinaria y feroz.
Hay un dicho popular en Colombia, que es ser papistas que el papa,
es decir, repetir el discurso oficial de la lucha o de la guerra contras
las drogas durante 50 años, repetirlo y repetirlo, porque creemos
que, si nos separamos una coma, que si decimos: Oiga, esperen,
ustedes no tienen razón, señores de la unión norte o señores de
Naciones Unidas, o señores del gobierno de los Estados Unidos, o
señores del gobierno ruso, no tienen razón, entonces nosotros
mismos no lo decimos, nos autocensuramos porque le tenemos
temor a que nos digan que estamos aliados con el narcotráfico.
Y que nuestro silencio en estos 50 años ha sido cómplice con un
genocidio en nuestros países, porque eso es lo que ha provocado la
política oficial de guerra contra las drogas, en nuestra América Latina, un
genocidio.
Antes pensábamos que era un problema de Colombia, nosotros
encerrados, inundados de nuestra propia sangre, solos, pero hoy no
es así. Hoy, precisamente la dinámica de la política, llamada guerra
contra las drogas, hecha en Estados Unidos hace 50 años,
trasladada a la Unión Europea y por ahí a las Naciones Unidas.
El capitalismo en su fase más tardía llevó a las sociedades que hoy
consumen drogas, a la soledad y por eso consumen drogas, la droga
remplaza la falta de afecto y la soledad.
Recortar la oferta por decreto y usar el Estado para acabar la oferta, esa
es la guerra contra las drogas, ¿sí o no?
Apenas entra el fentanilo a la Unión Europea, se produce exactamente lo
mismo que en los Estados Unidos: 100 mil muertos jóvenes al año, dos
veces la guerra de Vietnam. La cocaína en Estados Unidos mataba
cuatro mil al año y la marihuana ninguno, ninguno, y ahora son 100 mil.
¿Con fusiles, con calabozos, con cárceles privadas, metiendo otros 10
millones de norteamericanos a la cárcel, así se va a acabar? Pues esta
guerra pensada así contra toda evidencia ha fracasado, ha fracasado.
Cada dólar que vaya al hospital público, al médico, a la salud mental, a
sicólogos, a sicólogas, a jugar en los jardines infantiles, a crear amor,
ayuda a reducir la demanda por drogas; pero cada dólar que se dedica a
recortar la oferta, haces crecer el precio. Y si crece el precio, los
narcotraficantes tienen más dinero para comprar fusiles, para comprar
vehículos blindados, para comprar misiles, para comprar políticos, para
comprar senadores, para comprar generales, para comprar jueces, para
comprar presidentes. Y entonces aquí está nuestra historia
latinoamericana reciente.
Estados que se estaban volviendo narco-Estados, ese es el
producto de la guerra contra las drogas. Claro, en Viena, en las
convenciones, hablando con los norteamericanos en Washington, o
allá en Bruselas, todos son anti narcotraficantes. Saludan al jefe de
las políticas antidrogas de los Estados Unidos por la mañana, cogen
el avión y después se abrazaban con Pablo Escobar en las noches
con las niñas. Hipocresía.
El efecto no es simplemente ese, la hipocresía de una política, el efecto
es que murieron un millón de latinoamericanos en estos 50 años, un
millón, y allá en Estados Unidos cogieron 10 millones a las cárceles, de
negros y latinos la mayoría.
Y hemos tenido presidentes que son narcotraficantes, y políticos, y
dirigentes, en todas las vertientes de la ideología, y el culpable ha sido el
campesino, el humilde y los hemos llevado a la cárcel y les hemos
bombardeado sus cultivos.
¿Cuánta gente mataron en Colombia por la marihuana? ¿Cuánta
gente colombiana fue encarcelada por la marihuana? ¿Y no acaba la
Convención de Viena de decir que la marihuana es una medicina?
Ya en perspectiva, en 50 años el fentanilo les mataría cinco millones de
norteamericanos y había otro millón de muertos latinoamericanos y
cuántos millones presos. Fracasaron, eso no sirve, así no es, no se
puede recortar la oferta, corrompemos al ejército, a la policía, al Estado,
corrompemos la democracia, la matamos.

Notas del evento:


1. The San Diego Union-Tribune y France 24
Según el más reciente informe del Sistema de Monitoreo de Cultivos
Ilícitos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(UNODC) difundido el sábado, Colombia marcó el récord de cultivos de
hoja de coca en 2022 con 230.000 hectáreas, un 12,7% más que en el
año precedente, cuando se cultivaron 204.000. Sin embargo, apuntó una
disminución del ritmo de crecimiento que entre 2020 y 2021 llegó al 43%.
De acuerdo con el Informe Mundial de la Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito, en 2023 más de 296 millones de personas
consumieron sustancias ilícitas en 2021, lo que representa un aumento
del 23% sobre la década anterior. Agregó que las personas con
trastornos por consumo de drogas aumentaron en el mismo periodo a
39,5 millones, es decir, un incremento del 45%.
2. El País
En 2022, de acuerdo con el informe anual del Sistema Integrado de
Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (Simci), la medición
oficial presentada este lunes en Bogotá, continuó una tendencia al alza
con un incremento del 13% en la superficie total de narcocultivos, que
por segundo año consecutivo alcanzó un máximo histórico. La
producción potencial de clorhidrato de cocaína también aumentó un 24%,
hasta 1.738 toneladas.
Norte de Santander, Nariño y Putumayo, tres departamentos fronterizos,
concentran el 65% de toda la coca del país, destacó la Oficina de las
Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (Unodc, por sus siglas en
inglés), encargada de elaborar el informe.

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