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Licenciatura en Psicología

Tesis de Grado

“Adicciones: ¿Sujeto u objeto?.


Desde una perspectiva social comunitaria”.

Alumno: Diego P. Podestá


DNI: 28.909.842
Celular 1558870596. Mail: podestadiego@yahoo.com

Tutora: Lic. Vanesa Otero


DNI. 26632227

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Prefacio

Extracto de una entrevista a un consumidor/a adicto/a:

...

Entrevistador: Es marihuana? Es cocaína? Son píldoras? Es alcohol?


Entrevistado: Un poco
Entrevistador: De todo?
Entrevistado: A veces
Entrevistador: Si tuvieras que decir el nombre del diablo?
Entrevistado: (Sonrie)...Sería yo.... Soy yo decidiendo, es mi corazón, es
lo que yo quiero y lo que yo no quiero. Nadie me hace hacer lo que no
quiero, es mi decisión. Así que el diablo más grande sería yo. Yo soy mi
mejor amigo y mi peor enemigo. Y es algo duro con lo que lidiar.

(...)

Entrevistador: ¿Qué les dirías a los que quieren construir una barrera
entre vos y las drogas? ¿Por qué querés que recen?
Entrevistado: No recen por las drogas. Dejen a las drogas solas. Recen
por mi. Por mi persona. Por mi alma. Para que sea más fuerte.

Extracto de la entrevista de Diane Sawyer a Whitney Houston en el año


2002 (10 años antes de su muerte por sobredosis)
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=8nzV5UL4CjA (20-4-2020)

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1. Introducción

La presente tesis de grado es parte de la carrera de Licenciatura en Psicología de


la Universidad de Buenos Aires. La misma ha sido realizada a partir de la
experiencia en la cursada de prácticas profesionales “Clínica de la urgencia” y
“Adicciones: un abordaje clínico-comunitario”, del Lic. Daniel Coppola), durante el
segundo cuatrimestre del 2019.

Para empezar, es necesario contextualizar brevemente la historia de las


adicciones. Desde la psicología entendemos al individuo como un sujeto social,
que vive en una sociedad, y se encuentra constantemente atravesado por ella. Es
por ello que resulta fundamental ver brevemente el devenir histórico de la
sociedad, para dar cuenta de sus problemáticas, que afectan a los sujetos que en
ella habitan.

1.2 Breve historización

A partir de la guerra civil estadounidense, entre 1860 y 1865, empieza a


identificarse en Occidente el problema de las toxicomanías. Aparece con la
adicción de los soldados a la morfina, la cual se les daba para terminar con los
dolores de las heridas de guerra (Naparstek, 2008) . Una vez finalizada la guerra y
habiendo los soldados vuelto a casa, se encontraba que muchos de ellos tenían
adicción a la sustancia.
A partir de allí, a lo largo de las décadas la problemática de las adicciones, va
tomando diferentes espacios como tema de salud pública, que durante mucho
tiempo ha sido interpelado más como un tema de seguridad que de salud.
En tan solo 100 años la droga ha dejado de ser una práctica privada para pasar a
ser una muestra de debilidad de grupos considerados amenazantes (chinos,
negros, latinos, irlandeses, italianos) y terminar convirtiéndose en un delito, según
las convenciones de Ginebra en 1920, en todo el mundo (Touze, 2010).

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Pero es en las últimas décadas que la temática de las adicciones, aparece con
una prevalencia notable, tanto como tema de salud pública, como tema de
políticas públicas, como una preocupación de la sociedad en general.
Como menciona Escohotado (1998) en 1957 la OMS ya caracteriza a la adicción
como un “Estado de intoxicación crónica y periódica originada por el consumo
excesivo de una droga natural o sintética, caracterizada por:
1. Una compulsión a continuar consumiendo por cualquier medio.
2. Una tendencia al aumento de la dosis.
3. Una dependencia psíquica y generalmente física de los efectos.
4. Consecuencias perjudiciales para el individuo y la sociedad” (p.111)

En estos últimos 60 años, y particularmente a partir de los años 70, con la crisis
del petróleo y el fin del Estado de Bienestar en Europa, y con las dictaduras
neoliberales en América Latina, hemos presenciado el aceleramiento del modelo
capitalista neoliberal a nivel mundial.
A partir de 1989, este proceso se desarrolló aún más velozmente, con la caída del
muro de Berlín y el fin de la Ex-Unión Soviética, dando por terminada una de las
experiencias comunistas más famosas e importantes del mundo, y habilitando el
incremento de la globalización a nivel planetario.
Estos fenómenos económicos, sociales y políticos, han dado lugar a mayores
desigualdades en todo el planeta, y han postulado al consumo como fin último,
convirtiendo incluso a la felicidad como una mercancía más.
Para alcanzar esa felicidad última, existen múltiples consumos, que van desde
objetos, como ropa, celulares, vehículos, casas, hasta experiencias, que van
desde viajes, saltos al “vacío”, escaladas a montañas, hasta “coachings” de
felicidad rápida.
Todo es ya, todo es ahora, y eso se traduce también en redes sociales que son
cada vez más instantáneas y en celulares capaces de mostrar ese instante “feliz”
inmediatamente a todos nuestros contactos (no es casual pues, que una de las
redes sociales que mayor crecimiento tuvo en los últimos 3 años tenga como
nombre instagram).
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En ese contexto de consumo desenfrenado, la droga y el alcohol son un consumo
más, pero no es un consumo cualquiera, es un consumo que completa, que llena,
que vuelve esa felicidad en total, que hace olvidar nuestras faltas, y que nos hace
sobrepasar los límites. Que nos hace vernos más parecidos a aquellos que el
mundo de consumo ofrece, a esa idea de completud y felicidad sin faltas que se
vende.

Lacan nos habla del “No todo” y de ese vacío estructural que todos los seres
humanos tenemos por estar atravesados por el mundo del lenguaje, ese agujero
propio del trauma original, que nos hace estructuralmente incompletos casi por
definición de la condicion humana. El mundo actual ofrece como nunca antes el si
todo como posibilidad. Y son la droga y el alcohol quienes dicen “SI todo”. Niegan
la falta. Niegan la castración (Barrionuevo, 2010). Y el instante y el momento se
vuelven completos.
Al menos, instantáneamente todo es posible. Todo es.
Tarrab (2000a) nos describe esta experiencia como “una elección contra la
castración, contra la división del sujeto, y contra el inconsciente” (p.1)
Por un momento al menos, se borran las inhibiciones y los límites, generando una
sensación de completud y alcance de ese mundo prometido que nunca se
alcanza. Ese mundo que promete pero cobra. Un goce que trata al vacío central
del sujeto, negándolo, un goce que cura eso que es incurable, un goce que por un
momento se colma con la droga, solo que a costa del sujeto mismo (Tarrab,
2000a).

La droga y sus consecuencias abarcan desde las muertes y pérdidas por la


adicción misma como también así, las consecuencias del narcotráfico y las
muertes y corrupción en todos los países del mundo.
Nos hemos acostumbrado ya, a que en muchos países, como es el caso de
México, Colombia, o incluso la Argentina, toda la población conoce los nombres de
los carteles de producción y distribución de droga, como si fuera el nombre de un
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gobernador más o de una organización legal llegando sus capos a convertirse en
grandes historias de ficciones basadas en la realidad que se emiten en las
principales cadenas televisivas o plataformas online (cualquier lector asiduo del
periódico o que mira las noticieros conoce hoy al Cartel de Sinaloa, o las series de
la vida de Pablo Escobar, o el cartel de Los Monos en Rosario).

Así mismo, la contracara legal de la droga, y no por ello, menos dañina es el


alcohol, cuya legalidad no disminuye en ningún sentido los daños que ocasiona a
quienes no pueden dejar de consumirlo. (Escohotado (1998) cuenta que el mismo
debió legalizarse tras que durante la década del 20 con la ley seca en Estados
Unidos, se produjeran una gran cantidad de muertes por la prohibición misma).
Hoy existe en todos los países del mundo un amplio debate acerca de la
legalización o no de las drogas, con personas y profesionales a favor y en contra.

La problemática existe, y causa estragos. La misma está identificada, tanto desde


los ámbitos de la salud pública como privada, como así también desde los ámbitos
de la vida privada de todas las familias argentinas y del mundo.
Es decir, las adicciones son consideradas ya un problema social, que afecta a
todos los sectores y requiere de decisiones de políticas públicas que exceden por
mucho el ámbito de lo estrictamente privado.

Es entonces, como podemos apreciar, una problemática que excede al sujeto


como individuo, que tiene que ver con una estructura social que habilita y
posibilita la adicción, y como toda problemática que afecta al sujeto, nos obliga
siempre a tener en cuenta el contexto histórico en el que se desarrolla.

Ahora bien, que esté bien identificada no implica que todos hablemos de lo mismo
cuando hablamos de toxicomanías o adicciones.
Identificar una problemática no implica que todos y todas la definamos de la
misma manera: ¿Cuáles son las razones que la generan? ¿Qué implica la misma,
cuales son las vías para solucionarla? etc.,etc., etc., son preguntas que tienen
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una innumerable cantidad de respuestas según sea la persona que las responda,
incluso, desde las distintas disciplinas y al interior de ellas.

Por lo tanto, frente a esto, nos encontramos con una serie de tratamientos muy
diferentes entre sí, que se ofrecen como la salida de la toxicomanía, hacia una
vida sin drogas y/o alcohol, o bien, hacia una vida con menos drogas y alcohol.

Tenemos entonces que estas definiciones, estas vías de salida a la adicción, y


estas diferencias en los acercamientos respecto a la problemática van a dar como
resultado una amplia gama de tratamientos, que tanto a los profesionales, como a
los usuarios o sus familiares, nos generan una serie de dudas, de cual es el mejor
tratamiento para una temática tan preocupante.

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2. Pregunta de investigación

Una primer gran pregunta surge cuando nos acercamos un poco más al mundo de
las adicciones y cuando recorremos las instituciones que de ellas se encargan y
especializan:
¿Es la temática adicción algo que le pase a sujetos diferentes del resto?

Las adicciones, como cualquier problemática social, que tiene una expresión
individual, está atravesada por múltiples variables: lo social, lo familiar, la
vulnerabilidad económica, la posibilidad de contención, la medicación, la
marginalidad, la estigmatización, lo individual, el presente, lo histórico, las
sustancias, etc., etc., etc.
Responder esa pregunta, claramente es un trabajo que excede por mucho esta
tesina. Sin embargo, es una pregunta que debemos tener presente al momento de
acercarnos a las instituciones, a acercarnos al sujeto “adicto”.

Ahora bien, en ese acercamiento a la temática, surge otra pregunta, que será la
que guiará el trabajo de esta tesis:

¿Cuál es la particularidad que le da una especificidad a las instituciones que


tratan la temática?

modelo Hoy por hoy existen dos grandes perspectivas al acercarnos a la temática, una es
ABSTENCIONISTA
la reducción de daños y la otra la mirada abstencionista. Y una tercera vía, que
podemos pensarla como transversal, que tiene que ver con la clínica
psicoanalítica, cuya mirada no toma a la temática como una especificidad, y recibe
la herencia de la clínica médica, y busca encontrar lo singular del goce caso por
caso.

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La mirada abstencionista considera indispensable la abstención total del consumo
para el fin de la adicción y lo considera como una meta posible y deseable, e
incluso muchas veces se convierte en un requisito para el comienzo del
tratamiento.
En cambio, desde la perspectiva de reducción de daños, la abstención total del
consumo es deseable, pero intentará reducir el consumo a partir del cambio de
hábitos de consumo, para habilitar poco a poco la aparición del sujeto,
considerando que la abstinencia total inicial es improbable, por no decir, imposible,
y tratando de reducir los daños que ese consumo genera.

De estas dos grandes miradas podemos derivar la pregunta de investigación y la


hipótesis que guiarán este trabajo:

¿Qué va primero para acercarnos al problema: el sujeto o el objeto?

Nuestra hipótesis central será que cada organización se acerca al tema de la


adicción con una mirada que pone por delante o bien al objeto de consumo
(alcohol, marihuana, cocaína, paco, etc) o bien al sujeto que consume. Y que
esta mirada puntual, este orden de factores sí altera el producto, si genera
diferencias sustanciales respecto al tratamiento y el seguimiento del tema y
de los usuarios de los tratamientos.

Pensamos que esta será a grandes rasgos la gran línea divisoria de aguas entre
las distintas miradas y que va a estar vinculada también con las perspectivas de
reducción de daños y con la mirada abstencionista, en cada caso. Lo que
profundizaremos e intentaremos dar cuenta más adelante.

2.1. Algunas definiciones

Para ir definiendo algunos conceptos que atravesaran nuestro trabajo, definiremos


brevemente que es sujeto y objeto:
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El sujeto es el individuo que vive en esta sociedad actual, caracterizada por el
sistema capitalista (definido por muchos como la época del capitalismo tardío con
las problemáticas que ello conlleva). Vamos a pensar en ese sujeto, como un
sujeto prefigurado por lo histórico, por el lenguaje que lo antecede, como diría
Lacan, atravesado por un universo simbólico que lo excede, y que vive en una
sociedad de otros.

El objeto en cuestión, es el objeto que se consume, que se ofrece en el mercado,


que se le aparece al sujeto como diría Freud (1929) , como el “quitapenas” que
resuelve.
Una mirada más psicoanalítica, nos invita a pensar cual es la función que cumple
el objeto consumido o a consumir en cada sujeto.
El objeto del que hablamos en este tesis es como menciona la OMS (1975), aquel
objeto psicoactivo que, una vez ingresado en el organismo provoca una alteración
del sistema nervioso central, y que puede o no generar adicción, física y/o
psíquica (Esta organización define a la droga como toda sustancia que introducida
al organismo por cualquier vía de administración, produce una alteración de algún
modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso central del individuo y es,
además susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica, física o ambas).
Eso sin dejar de tener en cuenta que en este contexto los objetos se nos
presentan como fin último, y es en la toxicomanía, donde se desnuda este papel
de semblante del objeto, y no de sustancia en sí (Tarrab, 2000b).
La droga o el alcohol, como otros objetos del mercado, vienen a llenar un vacío,
más allá de la sustancia en sí.

3. Objetivos

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El objetivo general de esta tesis es ubicar las distintas ópticas desde la cual se
aborda al sujeto frente a su adicción, es decir, poder encontrar aquello que marca
la diferencia entre estos abordajes y la especificidad de los mismos.
Entendemos que a partir de allí, podremos entender cuál de ellos parecería
funcionar mejor en ese acercamiento.
Estas distintas ópticas, si bien se dan desde distintos marcos teóricos, en los
espacios que he transitado para la realización de esta tesis, no siempre estos
marcos se encuentran bien delimitados y precisados.

El objetivo de este trabajo será identificar las distintas miradas desde las
cuales se aborda la problemática de la adicción.

La postura ética y metodológica desde la cual, se realiza esta tesis, reconoce


como fundamental intentar recuperar la subjetividad del sujeto, entendiendo a la
psicología desde un marco teórico freudiano, que permita la aparición de las
distintas subjetividades y que por sobre todo, se tenga en cuenta la misma y sus
necesidades frente a una patología como las adicciones

Los objetivos específicos son los siguientes:


● Identificar las distintas modalidades de tratamiento propuestas en las
instituciones visitadas de la Ciudad de Buenos Aires
● Clasificar las mismas según nuestra pregunta de investigación
● Identificar algunas diferencias y puntos de contacto entre las distintas
modalidades
● Identificar algunos de los beneficios y perjuicios de cada modalidad

4. Metodología
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Esta investigación será una investigación de tipo cualitativa. Las investigaciones
cualitativas no buscan cuantificar un fenómeno, sino más bien describirlo. Trabaja
con el universo de significados, valores, creencias, actitudes, buscando describir
los fenómenos sin intentar operacionalizarlos en variables cuantificables (De
Souza, 2004).

Así mismo, esta es una investigación de carácter exploratorio que no busca ser
exhaustiva, pero sí poder señalar algunas líneas de trabajo que posibiliten futuras
profundizaciones.
Las investigaciones exploratorias “nos sirven para aumentar el grado de
familiaridad con fenómenos relativamente desconocidos, obtener información
sobre la posibilidad de llevar a cabo una investigación más completa” (Hernandez
Sampieri,1997, p. 59).
Las investigaciones exploratorias, no buscan ser un fin en sí mismo, buscan
identificar variables, tendencias, que requerirán ser exploradas en un futuro en
investigaciones más profundas.
Más allá del carácter exploratorio, se buscará mínimamente poder describir y
encontrar propiedades y aspectos del fenómeno en cuestión.

Las técnicas de investigación cualitativas utilizadas ha sido por sobre todo la de


observación participante, durante las rotaciones en las diferentes instituciones
vinculadas a la temática adicciones en el transcurso de un cuatrimestre. Lo mismo
ha sido complementando con algunas entrevistas en profundidad con los
profesionales de las mismas.

Durante 4 meses he rotado y presenciado charlas de instituciones con miradas


muy diferentes sobre la temática adicciones.

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En este transcurrir me es inevitable pensar, que cuando uno se acerca más a una
temática específica, se ve obligado a preguntarse también por la especificidad de
la misma, como nos preguntábamos más arriba.

Las instituciones relevadas fueron:


● Alcohólicos Anónimos
● El reparo
● Clínica Avril
● Centro de Día Carlos Gardel de Asistencia en Adicciones
● Fundación Sedha
● Fundación Intercambios
● Iglesia Adventista
● Sedronar
● Grupos Hospital Bonaparte (Ex-Cenareso)

Las rotaciones, me permitieron profundizar en la temática de adicciones, con los


profesionales y las personas que se encuentran directamente afectadas por la
problemática, que al ser una problemática social, nos afecta a todos.
Si bien, sólo en reducidos casos tuve contacto directo con las personas en
tratamiento, en todos los casos, tuve contacto con los y las profesionales de las
instituciones, lo que me permitió acercarme de forma directa a la óptica de la
misma, que es primera instancia el objeto de estudio de esta investigación.
Todo esto permite facilitar el objetivo de esta investigación que si bien tiene como
temática las adicciones, profundizará particularmente en la mirada de las
instituciones y sus profesionales, más que centrarnos en la persona del “adicto”,
sin dejar de tenerlo en vista como el sujeto central del tratamiento.

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5. Estado del Arte

Desde una óptica Lacaniana y entendiendo la problemática de las toxicomanías


como una pandemia del siglo XX y XXI podemos pensar primero en el contexto
que esta pandemia se da, lo que Lacan, entre otros, denomina como un
fenómeno social al que llamó “la caída del nombre del padre” o Miller denomina un
“tiempo en el cual ya no se confía en los significantes amos, y los ideales no
logran dar a los sujetos un posicionamiento social” (Barrionuevo, 2011, p. 25).
Desde Lacan, hay un orden simbólico que es determinante, que funciona como
una legalidad, y que es el que la da al sujeto un lugar en su relación a lo que
Lacan denomina como Otro (es el gran otro social, la sociedad toda).
Este lugar está mediado por un sistema de reglas que permite estructurar el
intercambio con y a partir del lenguaje (Barrionuevo, 2011). Es por ello que cuando
hablamos de sujeto, estamos pensando en ese sujeto social, sostenido en
estructuras que lo preexisten, que está atravesado por ellas. Por eso es
importante tener siempre en cuenta el contexto en el habita el sujeto analizable.
Tener en cuenta el contexto en el que analizamos una problemática.
Es decir, Lacan reconoce que a partir de los cambios sociales acontecidos durante
el siglo XX, donde el Estado, pierde el lugar central en la vida de los sujetos,
conlleva una serie de consecuencias clínicas, donde lo que van a aparecer son
estas nuevas patologías que tendrán en común un “sin límite” como ser la
anorexia, la bulimia, la toxicomanía (Naparstek, 2010, Recalcati, 2004)..
En este sentido es importante tener en cuenta cierto fetichismo de la sustancia
que aparece en las representaciones sociales de nuestra época. Es más fácil para
la sociedad encontrar un objeto extraño al que culpar por los estragos que
preexisten a la situación de consumo. En vez de analizar que causa esa situación
nos quedamos frenados en aislar al adicto, aislar al objeto “ droga” (Touze, 2010).
Por otro lado, como menciona Blanck “Una de las implicancias de la hegemonía
del modelo biomédico es que las intervenciones jerarquizan los aspectos psi (intra-

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psíquicos) y/o biológicos por sobre posibles abordajes de las dimensiones
socioculturales” (Intercambios, 2011, p.173) .

Es el mercado, en las épocas del capitalismo tardío, quien busca ahora imponer
un nuevo orden, el que busca dar identidades, pero este mercado solo puede dar
identidad mediante el consumo, y a diferencia del Estado, no impone un orden
simbólico que permita regular los vínculos sociales (Duschatzky S. y Corea,
2002):
“La caída de una ficción estructuradora de la experiencia lejos de experimentarse
como liberadora trae aparejada la sensación fatigosa de ser uno mismo
(Erhenberg). En términos de Zizek (2000) esta compulsión a decidir libremente es
un juego obsceno que provoca angustia en tanto no hay red simbólica de sostén q
ue provea significaciones productoras de confianza” . (p.81)

Con esta falta de la autoridad simbólica, con la caída no solo del Estado, sino
también de la familia tal cual la conocíamos como institución, nos encontramos
con la falta de un discurso unificador que de identidad, y los vínculos quedan a
expensas de los consumos. La identidad queda a expensas de lo que se
consume.
Como nos dice Lewkowicz (1999), es esta expansión del capitalismo y del
mercado como regulador social lo que nos trae la figura del “adicto”. En sus
palabras:
“No estamos ante el mero incremento cuantitativo de prácticas que llamamos
adictivas, sino ante la instauración cualitativa de un tipo radicalmente nuevo de
subjetividad socialmente instituida” (Lewkowicz , 1999, p.1)

La realidad del consumismo extremo da lugar a una nueva subjetividad posible


como nos dice Lewkowicz (1999). Ya no es más o menos consumo, en esta
nueva etapa del capitalismo, el consumo define identidades, subjetividades.
Este mundo de la adicción solo es posible en determinadas realidades
socioculturales, tal como reconoce el autor. Este soporte subjetivo está dado una
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vez que se ha dejado de ser ciudadano para ser consumidor.
Así mismo este mundo nos empuja al goce, como nos dicen Miller y Laurent
(2005):
“Hay algo en la depresión actual del orden de que la falta de goce es hoy
imperdonable. Por eso se hace de lo se llama la depresión el mal paradigmático
de la civilización. El goce solo se sitúa a partir de un plus de gozar que no está
velado sino que se exhibe de todas las maneras posibles” (p.343).
Nunca más claro que en la actualidad plagado de redes sociales donde todos se
muestran felices y gozando. Este goce es por medio del consumo.

Tal como anticipará Lacan en los años 70, el supuesto incremento de la libertad y
el bienestar, en este mundo regido por el libre mercado va junto a una mayor
segregación (Tarrab, 1994).

Así mismo, sumado al auge del capitalismo a una fase global, tenemos el auge de
la medicina, y el desarrollo de la psicología. El sujeto no es solo un consumidor
enajenado de objetos, ahora es más que nunca visto también como un objeto de
tratamientos de todo tipo, desde modificaciones físicas hasta psíquicas, como así
un objeto de campañas publicitarias que lo llevan a consumir más y más que
permiten sostener el sistema.

Ahora bien, más allá de la cuestión del hombre como objeto, que excede por
mucho esta tesina, tenemos que interrogarnos aquí, por el lugar que ocupa el
hombre en el consumo de esos objetos.
Eso es lo que nos lleva a nuestra pregunta de investigación. Tratar de encontrar el
lugar del objeto y del sujeto en esa relación de consumo, y en particular, en esa
relación adictiva de consumo de sustancias psicoactivas que se da en este
contexto particular que facilita ciertas subjetividades y ciertos posicionamientos.

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La droga y el alcohol aparecen como “una respuesta disponible en la época (...),
una respuesta a la cuestión del sujeto, es decir a la falta en ser del sujeto”
(Tarrab, 2000b, s.n).
Es, al fin y al cabo, el sujeto toxicómano quien nos muestra que el objeto en el
capitalismo tardío, es tan solo un semblante, no una substancia, como ya
mencionamos. Es decir, lo que el sujeto consume en esta época del capitalismo
tardío no es un objeto, es el semblante de ese objeto (Laurent, 1998) .
Como nos dice Lewkowicz (1999), el mercado y la tecnología han llegado a
producir un objeto de consumo que efectivamente completa, que colma al sujeto.
Solo que el sujeto queda prisionero de esta relación. Cuando pensamos en un
mundo de frustraciones, de imposibilidades, de que parece que todo puede ser,
pero nada es, la gran pregunta es:
¿Cómo pelear contra un objeto que colma, que sana, que satisface aunque más no
sea por un momento, ese vacío central del sujeto?
Para hacer esta pelea aún más difícil tenemos que ese vacío existencial no ha
hecho más que agrandarse con el auge del capitalismo, el corrimiento del Estado
y la aparición de la figura de consumidor como soporte subjetivo.
Este consumo “ideal” no es sin costo, como todo en este mundo tiene un alto
precio, y no es solo el costo material, esta vez el costo se paga en efectivo con
cuerpo y mente. Ese objeto que parece dar todo, que parece ser más verdadero
que el resto, es aquél que más miente, porque niega lo que desde siempre existe,
y con lo que el sujeto debe lidiar... ese vacío estructural incurable.

Según Laurent (1995) “Se puede tratar la toxicomanía como el surgimiento en


nuestro mundo de un goce uno. En tanto tal no es sexual. El goce sexual no es
uno, está profundamente fracturado, no es aprehensible más que por la
fragmentación del cuerpo” (p.20).
Como mencionábamos más arriba, este objeto niega la castración, niega la falta,
compone la suplencia, hace de prótesis como nos dice Le Poulichet (1987).

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Tarrab lo describe como una experiencia vacía tanto del Otro, como del otro con
minúscula que podría ser el partenaire sexual. Una experiencia vacía que llena.
Una experiencia vacía que colma. Una experiencia vacía que a partir del goce,
niega la castración, niega la falta.
La operación toxicómana no requiere del cuerpo del Otro, rompe con el campo del
Otro, separa del Otro sexo, y “procura su goce por un camino que no es sexual
sino que está orientado al propio cuerpo” (Tarrab, 2000a, p.1) . El sujeto con la
sustancia psicoactiva, parece por fin colmarse a sí mismo, “posibilitando” en ese
goce ambas rupturas, con el Otro y con el otro. Aunque esa ruptura no sea más
que ilusoria, dado que en esa negación de la falta, de la castración, está más que
nunca comulgando con este Otro del capitalismo tardío que nos dice que esa
negación es posible.

En estas circunstancias y frente a una problemática de tamaña magnitud, nos


encontramos con una amplia gama de miradas.
Desde una mirada más psicoanalítica, una de las bases del tratamiento será
encontrar cual es la función de ese objeto consumido. Como dice Le Poulichet
(1987), en la operación pharmakon, hay un costado que cura y otro que envenena
del tóxico. El tóxico no solo daña, sino que tiene una función que sana. Ya lo decía
Freud (1929-1930), es una salida rápida, a los dolores y malestares que nos
impone vivir en sociedad. Para esta mirada es necesario encontrar cuál es esa
función para el sujeto, que es eso que sana, que es eso que viene a llenar. Poner
en el centro al sujeto en esta relación, teniendo en cuenta que el objeto solo viene
a cumplir una función, que estará determinada por el sujeto. Esta es la base
también de la perspectiva de reducción de daños. Antes que sacar al objeto de la
relación, encontrar qué función cumple ese objeto va a ser fundamental para
poder cubrir de discurso ese espacio, poder interpretarlo.

Podemos encontrar luego otra mirada, centradas en el objeto psicoactivo


consumido. Esa mirada irá tras la abstinencia por sobre todas las cosas. Es decir,
no se preguntará en principio por la función de ese consumo, sino más bien por
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las acciones de ese objeto. Podemos pensar entonces que desde esta óptica, es
el objeto que ocupa un lugar central, el que separa, divide, cataloga: si uno
consume alcohol, irá a Alcohólicos Anónimos, si uno consume droga, irá a
Narcóticos Anónimos, etc.

Tal como mencionábamos al inicio de esta tesina, siempre es necesario tener en


cuenta al sujeto como ser social, y por lo tanto contextualizarlo. Por lo que se
vuelve fundamental hacer una breve historización de la problemática en la
Argentina.

5.1 Breve historización de las adicciones en Argentina

A partir de 1920 comienza a penalizarse el uso de las drogas, recayendo la


interpretación de la ley, en la penalización del usuario más que en el proveedor
(Corda, s.f.). En 1963, a partir de la Convención de Naciones Unidas sobre los
estupefacientes, es que se busca una más fuerte fiscalización de los derivados de
la amapola, coca y cannabis con uso no médico, considerando cualquier uso,
como un abuso que debe ser penado por ley. Ya aquí no se hace diferencia entre
el uso, el abuso, o la dependencia a la sustancia, igualando una cantidad de
situaciones completamente diferentes entre sí.
En 1967 se aumentan las penas, pero aún no el consumo personal. Ya en 1968
aparece la posibilidad de internar compulsivamente a los toxicómanos, y aparece
el primer Fondo de ayuda de toxicomanías dependiente de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires. En 1971 se crea el Servicio de
toxicomanías del Borda y el Centro de Prevención de toxicomanías de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

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En 1973 se crea el Centro Nacional de Reeducacion Social (Cenareso), que es el
primer instituto especializado en la temática, residencial y monovalente. Es
importante mencionar que ya en 1960 habían aparecido las primeras comunidades
terapéuticas introducidas en la Argentina por Pichón Riviere, lo que fue coartado
por los golpes de Estado, pero reaparecen algunas ligadas a las iglesias
Evangélicas en los 70.
Pero en consonancia con la época y el contexto internacional de golpes de
Estado, y la doctrina de Seguridad Nacional, la Escuela de las Américas, el miedo
al comunismo, aparece una nueva línea discursiva donde el toxicómano es visto
como una persona que atenta no solo contra sí mismo, sino contra el resto de la
sociedad, por lo que es visto como una persona que atenta contra la seguridad
nacional. Se equipara al usuario con el traficante, ya que según esta mirada,
cualquier usuario es plausible de convertirse en traficante.
En 1974 la ley 20771, da una pena de prisión de 1 a 6 años para los usuarios de
drogas.
En 1988 en la Convención de Viena sobre estupefacientes de Naciones Unidas,
incluye ya con reservas la punición por tenencia personal.
En 1989 se crea la Secretaría de Programación para la Prevención de la
Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), organismo que
llevaba adelante la política sobre las drogas de nuestro país.
El mismo año se crea la ley nacional 23.737 que penaliza el consumo personal
con penas de 1 mes a 2 años, con posibilidad de medidas curativas o educativas,
creando así una doble condición para el toxicómano, la de delincuente y enfermo.

Todo esto fue conformando hacia los años 90 una matriz prohibicionista -
abstencionista, para la cual la principal respuesta provenía del sistema penal, y
cuyo destinatarios eran principalmente los usuarios de drogas. Con una mirada de
prevención basada casi exclusivamente en la abstención (dado que cualquier otra
opción era prácticamente ilegal). Y dotando a la justicia el papel rector sobre la
administración de los tratamientos de los toxicómanos en el sistema de salud. Lo
cual fue generando asimismo, un sistema simbólico de fuerte estigmatización de
19
los usuarios de drogas, sin lograr frenar el crecimiento del consumo, que muy por
el contrario, en un mundo cada vez más consumista, y en una Argentina en pleno
proceso de empobrecimiento, aumento exponencial de las desigualdades,
precarización del empleo, aumento del desempleo, no pudo frenar el aumento del
consumo de sustancias psicoactivas y era cada vez más permeable a los efectos
de la globalización y el neoliberalismo. Los efectos económicos devienen en la
famosa crisis del 2001 y el posterior advenimiento de un modelo con intenciones
más inclusivas.
En 2009 aparece el fallo “Arriola” de la Corte Suprema de Justicia que entiende
que es inconstitucional penalizar la tenencia de drogas para consumo personal.
Aun así, el aparato penal, sigue en muchos casos penando a los consumidores.
En 2010 se promulga la ley 26.657, de Salud mental y adicciones (reglamentada
recién 3 años más tarde) , que habilita un nuevo discurso, entendiendo a los
toxicómanos como personas que necesitan un tratamiento, y lejos de la
penalización, busca salidas curativas, basadas en la reducción de daños.
Esta ley busca contraponerse a años de segregación y violencia ejercida sobre
los “locos” y los “drogadictos” y “alcohólicos” (Ministerio de Salud de la Nación,
2013).
Este plan y esta ley busca pasar de una mirada patologizante a una salutogénica.
Que no se agote en los servicios tradicionales de salud, sino que incorpore el
desarrollo de acciones territoriales, con una mirada comunitaria y de inclusión
social. La ley reconoce a los usuarios de drogas legales o ilegales como sujetos
de derecho en su relación con los servicios de salud. La ley busca instaurar una
nueva matriz cultural y simbólica, además del acercamiento médico a la cuestión,
intentando desestigmatizar al consumidor de drogas.

5.2 Algunas cifras

Para dar cuenta del fenómeno en la Argentina, resta agregar algunas cifras que
nos permitan terminar de contextualizar la problemática actual. Según la Dirección
20
Nacional del Observatorio Argentino de Drogas dependiente del Sedronar, en su
Estudio Nacional en Población de 12 a 65 años sobre consumo de sustancias
psicoactivas (Argentina, 2017):

“el 81% de las personas tomaron alguna bebida alcohólica en su vida y unas
2.299.598 personas comenzaron a beber en el último año, de las cuales unas
320.000 son preadolescentes y adolescentes. El consumo actual de alcohol se
encuentra presente en el 53% de la población, y en mayor medida en los varones.
Entre los 18 a los 24 años se observa la tasa más elevada del 62 % y entre los
adolescentes, la menor, del 34,7%” (p. 21-26).

Respecto al uso de drogas ilícitas nos dice que la marihuana es la droga ilícita de
mayor consumo en el país. El 7,8% de la población declaró su uso en el último
año; el 10,7% de los varones y el 5,2% de las mujeres. Entre 2010 y 2017, el
consumo creció en todos los grupos de edad, tanto en varones como en mujeres.
Siendo mayor en los jóvenes comprendidos entre los 18 y 24 años
Sobre el consumo de cocaína:

“el 5,3 % de la población entre 12 y 65 años consumió cocaína alguna vez en su


vida, lo que implica un incremento del 100% con respecto al estudio del 2010. En
comparación con el año 2010 se triplicó el consumo alguna vez en la vida entre
adolescentes. El 1,5% de la población declaró consumo de cocaína en el último
año…” (p.22)

Las tasas más altas se encuentran, al igual que con la marihuana en el segmento
entre los 18 y 24 años.

Con respecto a otras drogas:

“unas 1.176.351 personas, el 6,2% de la población bajo estudio, declaró haber


usado alguna vez analgésicos opiáceos sin indicación médica. El 2,3% consumió
21
alguna vez en su vida alucinógenos, aproximadamente unas 309.000 personas de
las cuales el 42 % tiene entre 25 y 34 años. En menor medida, el 1,6 % declaró
consumo de hachís al menos una vez, con mayores tasas entre los hombres y
adultos de 25 a 34 años. El 0,8 % usó sustancias inhalables alguna vez en su
vida y sólo el 0,1% dijo haber consumido al menos una vez en el último año”. “Los
niveles de consumo estimados para pasta base-paco presentan tasas inferiores al
0.6% con mayores prevalencias entre los varones que entre las mujeres”.(p.22)

Respeto a quienes solicitaron tratamiento tenemos que:

“se calculó que 14.029.396 personas registraron haber consumido alcohol, tabaco
o drogas ilícitas durante el último año, de las cuales el 0,8% (118.195) buscó
ayuda profesional para tratar de disminuir el consumo de sustancias psicoactivas
en ese periodo. Es decir, que menos de 1 de cada 100 personas que registraron
haber tenido algún tipo de consumo durante el último año, realizó búsqueda de
tratamiento” ( p.23)

Los principales lugares de búsqueda de ayuda profesional fueron las iglesias o


grupos religiosos (28,4%), Alcohólicos Anónimos (23%) y comunidades
terapéuticas (19%). (Sedronar, 2017, p.26)

Es necesario tener en cuenta que siempre que se habla de este tipo de consumos,
por los tabúes sociales y el miedo a la estigmatización, estas cifras siempre están
subestimadas.

5.3 Modelos de tratamiento

22
Más allá de los paradigmas que van a enfocar cada tratamiento, y en lo que nos
adentraremos más adelante, vamos a encontrarnos con 3 grandes modalidades
de tratamiento. Muchas veces, como todos los modelos, no se dan de forma pura
y excluyente, muchas veces vamos a encontrarnos con que estas modalidades
pueden estar mezcladas o complementadas en un mismo lugar. Pero solo a modo
de presentación vamos a verlas como modelos puros. Entendemos que como
menciona Pawlokicz et at (2011), teniendo también una mirada institucionalista:

“las lógicas de cada dispositivo se instituyen de acuerdo a las características


centrales de cada institución, que demarca su identidad como tal a modo de cerco.
El tipo de institución determina entonces un encuadre particular, a nivel simbólico
y normativo, donde se actualizan imaginarios y mitos. Por eso aunque en algunas
instituciones coexisten diferentes dispositivos, suele haber alguno preponderante,
mientras que los otros de distinto modo se subsumen, no sin contradicciones e
haber alguno preponderante, mientras que los otros de distinto modo se
subsumen, no sin contradicciones” (p. 177).

5.3.1 Comunidades terapéuticas

En la década del 40 (Mansilla, 2000) el psiquiatra escocés Maxell Jones desafió el estilo
tradicional de la internación psiquiátrica donde el paciente era un agente pasivo
recluido en un ámbito que paradójicamente intentaba rehabilitarlo. Es él quien
desarrolla el concepto de Comunidad Terapéutica acuñado por Thomas Main en
1946

Jones entendía que los pacientes tenían una capacidad social que no era utilizada
en estos ámbitos, y que era necesario utilizarla de forma terapéutica, a partir de
las relaciones interpersonales entre los otros internados, y con el equipo
profesional y de planta. Desde esta mirada, se buscaba desarmar esa relación
23
jerárquica entre paciente y profesional, y construir a partir de las propias
habilidades de los pacientes.
Otro de los grandes aportes, lo hizo, Charles Dederich un ex-alcohólico que funda
“Synanon” en California, la que fue una verdadera matriz de la Comunidades
Terapéuticas para Adictos dirigidas por no-profesionales. Esto implicó un gran
cambio y exigía un alto grado de voluntad y compromiso por parte de los
asistentes, estableciéndose un fuerte vínculo entre pares, con los operadores y la
institución. Entre los beneficios que se encontraron en este tipo de dispositivos
podemos mencionar que:
-En este modelo de Ayuda Mutua se desactiva más fácilmente actitudes de
simulación y mentiras.
- Se responsabiliza a los “adictos” sobre su tratamiento y rehabilitación
- Se genera una gran lealtad de grupo entre los “ adictos” que es utilizada en pos de la
retención en tratamiento. Este grupo de pares funciona como un “colchón
emocional comunitario” (Daniel Casriel, 1966) que reemplaza la sustancia al
momento de ponerse en contacto con sus sentimientos.
Estas comunidades terapéuticas pueden funcionar o bien con la modalidad de hospital de
día, o con la modalidad de internación. En el primer caso, quien asiste pasa allí
buena parte del día, pero a la noche regresa a su casa. En el caso de la
internación, el “adicto” está allí día y noche, y va “ganando” espacios de libertad,
de alguna manera, esto puede ser salidas transitorias, fines de semana en su
casa, hasta llegar al hospital de dia y luego el alta.
Este tipo de dispositivos se basa en una nueva socialización:
“ las comunidades terapéuticas retoman la idea que la subjetividad se establece a partir
de los vínculos con personas significativas, especialmente durante la primera
infancia, en un proceso conocido como socialización primaria. Siguiendo esta línea
de pensamiento, se puede advertir que las experiencias de reconversión se
reproducen una situación análoga a la de la niñez, en la medida en que la
subjetividad entra en crisis y se vive una situación de fuerte dependencia
emocional” (Pawlowicz et al., 2011, p. 175).

24
5.3.2 Grupos de autoayuda

Uno de los modelos más conocidos mundialmente son los grupos de autoayuda.
Los mismos comenzaron en 1935 en Akron, Estados Unidos, cuando un hombre
de negocios intentando permanecer sobrio, busco a otro alcohólico para contarle
sus problemas. este alcohólico de Nueva York había observado que sus deseos
de beber disminuían cuando trataba de ayudar a otros "borrachos" a permanecer
sobrios. Luego se reunió con un médico y juntos fundaron Alcohólicos
Anónimos.Trabajando juntos, el hombre de negocios y el médico descubrieron que
su capacidad para permanecer sobrios estaba muy relacionada con la ayuda y
estímulo que ellos pudieran dar a otros alcohólicos. Así como compartir entre ellos
su experiencia, que a partir de entonces llevaron otros.

En 1939, con la publicación del libro -Alcohólicos Anónimos- , del que la


Comunidad tomó su nombre, y con la ayuda de amigos no alcohólicos, A.A. se
extendió rápidamente, tanto en Estados Unidos como en el extranjero.

En la actualidad la Comunidad funciona a través de más de 115.000 Grupos


locales en la mayoría de países del mundo (Alcohólicos Anónimos, sitio web, s.f.).

A partir de este modelo, surge también, Narcóticos Anónimos en la década del 50.

«NA es una confraternidad o asociación sin ánimo de lucro compuesta por


hombres y mujeres para quienes las drogas se habían convertido en un problema
muy grave [...] nos reunimos con regularidad para ayudarnos a permanecer
“limpios” [...] No nos interesa saber qué drogas consumías ni qué cantidad [...] sólo
queremos saber qué quieres hacer con tu problema y cómo podemos ayudarte.»
Cualquier adicto a las drogas puede ser miembro, independientemente de la droga
o drogas específicas consumidas (Narcóticos Anónimos, sitio web, s.f.).

25
.
Estos grupos son ambulatorios, se realizan en diferentes lugares y están abiertos
a todas las personas que quieran dejar de consumir alcohol o drogas. En ambos
casos, se pide la abstinencia para estar en los grupos.

5.3.3. Terapéutica psi individual

Otra modalidad para tratar las adicciones tiene que ver con la atención
psicoterapéutica individual. La misma puede estar basada en las distintas
escuelas según el profesional tratante (podemos encontrar desde miradas más
cognitivas, gestálticas, o psicoanalíticas), a veces articuladas con algún
acompañamiento de un profesional psiquiatra, que permita el uso de medicación si
fuera necesario.

Vale aclarar que para muchos teóricos, la atención en instituciones públicas no es


definida como un psicoanálisis “puro”, como puede ser considerado el
psicoanálisis que se da en un consultorio. Existe un fuerte debate respecto a las
otras variables que aparecen en las instituciones públicas propias de la institución
que interfieren en el proceso transferencial, y así mismo, variables como los
honorarios, que no existen.

5.3.4 Hospital/Clínica Psiquiátrica

Instituciones propias del modelo médico hegemónico, son instituciones totales basadas
en la lógica del encierro y la segregación. En la actualidad esta modalidad se
encuentra limitada por la ley de salud mental, limitándose estos encierros a
situaciones puntuales donde este en claro riesgo la propia vida o la de terceros.

26
Todos los aspectos de la vida del individuo se ven homogeneizados bajo la lógica
de la institución, y son regidos por las autoridades de las mismas. Se busca
inicialmente una desintoxicación, para luego continuar con un tratamiento
combinado (psicológico,psiquiátrico, grupos, etc).

27
6. Análisis

6.1 Sujeto-Objeto / Objeto-Sujeto

Las instituciones visitadas, parecían tener miradas diferentes al respecto de la


posición del sujeto y del objeto.
Si ponemos primero al objeto rápidamente se califica al sujeto en adicto, y todo
gira en hacer que deje de consumir como primer objetivo del tratamiento: la
abstinencia.
Primero va el síntoma que lo describe, lo estigmatiza y a veces incluso lo
medicaliza. Luego va el sujeto. Uno ya no es, en estas instituciones sino por lo que
consume o tiene. Uno es en Alcohólicos Anónimos, un alcohólico, en El Reparo o
en la Iglesia Adventista, un adicto, en Avril, un adicto, un depresivo.

Frente a esto, nos encontramos con otras instituciones donde parece primar la
idea de sujeto frente al objeto. La idea de subjetividad más allá del consumo o
problemática puntual. En el Centro de día Carlos Gardel, uno es una persona que
entre otras cosas consume sustancias psicoactivas, lo mismo para la Fundación
Intercambios o la Fundación Sedha o en la rotación que personalmente me tocó
en Sedronar, donde no solo se preocupan por el consumo, sino que también les
preocupa la falta de deseo, la posición subjetiva y la funcionalidad del consumo
para esa persona.

28
El diagnóstico de adicción a ciertas sustancias puede ser válido para no mezclar a
todos con todos, como sucede en Avril, pero a la vez, pareciera ser un diagnóstico
que se limita a aquello que consume el sujeto y ese diagnóstico se vuelve
necesario complejizarlo, identificar la funcionalidad de ese consumo, entender de
qué estructura se trata, etc.
Por eso la pregunta es, si esta división de personas según lo que consume, es la
más pertinente para poder pensar tratamientos en conjunto o en grupos. La
variable económica y social aquí también juegan inevitablemente un rol
fundamental.
Claramente, por lo que todos conocemos y por lo que se escucha en las
rotaciones, es muy difícil la convivencia con una persona que es adicta a
sustancias psicoactivas. Por eso a veces la separación/segregación del resto, se
puede presentar como necesaria, y es necesario tenerlo presente y no
desconocerlo.
Por otro lado, resulta difícil pensar que la salud mental en Argentina este
preparada para tratamientos personalizados, como los del Centro de día Carlos
Gardel, que no separan al sujeto del contexto y que a la vez, se toman el tiempo
para intentar que el sujeto deje las sustancias, o por lo menos realice un consumo
menos dañino de la misma. La gran pregunta en esos casos es: ?que sucede en
el mientras tanto?.
Por otra parte, el Sedronar, que es la Secretaria que controla las organizaciones,
se ve también impedido de recomendar espacios que no cuenten con
profesionales, como es el de Alcohólicos Anónimos, o el de las Iglesias
evangélicas.

La práctica estará atravesada entonces por estas preguntas, por esta ubicación
(entre otras) del sujeto y del objeto. Qué vamos a mirar primero, que vamos a
tener en cuenta, cuáles van a ser las prioridades.

6.1.1 Relación Sujeto - Objeto


29
En organizaciones donde el sujeto va por delante del objeto que consume, se
complejiza el tratamiento, dado que más allá del objeto puntual, y las situaciones
que su consumo provoca, se intenta ver primero toda la complejidad del sujeto,
antes que la problemática puntual de consumo, que si bien, esta parece
absorberlo todo, es vista como un síntoma más entre otros.
Esto no significa no darle un lugar importante al consumo por sus efectos, no
significa desconocer la operación del farmakon, como una operación que funciona
como una prótesis a una falta, anulándola, esquivando al Otro, dificultando
muchas veces el tratamiento. Pero no por eso, acercarnos a la persona como si
esta operación fuera la única del sujeto. Aquí entonces, tomando mi primer
pregunta, parecería que el sujeto es uno más entre otros, un igual, que el hecho
de consumir una sustancia psicoactiva, si bien se identifica como un problema, no
lo hace diferente al resto. Por lo que es necesario un tratamiento más
individualizado. Un tratamiento diferente para cada uno, reconociendo entonces sí,
la diferencia de todos.
En esta relación sujeto – objeto lo que prima es el sujeto de la relación por lo que
la abstinencia no garantiza el fin de la adicción, porque lo que necesitamos
averiguar, más allá de la toxicidad del fármaco en su cara de veneno de la
operación, es encontrar aquello de esa relación que al sujeto le resulta sanador.
Por ello podemos encontrar que en estas instituciones va a primar la perspectiva
de la reducción de daños por sobre la abstencionista. Sin que ello implique que la
abstinencia total no sea un objetivo deseable.
El sujeto aparece aquí más claramente con todas sus complejidades y
atravesamientos sociales, y toda su subjetividad es puesta en juego, más allá de
la sustancia y la adicción a la misma.

6.1.2 Relación Objeto – Sujeto

30
En organizaciones donde el objeto consumido va por delante del sujeto, todo
parece estar organizado alrededor en principio de la abstinencia de ese objeto,
que como menciona Le Poulichet (1987), nos da una sensación de plenitud, de
prótesis, de ortopedia, en la operación farmakon.
En esas organizaciones como Alcohólicos Anónimos o El Reparo, la prioridad está
en relación al consumo de la sustancia, y en relación a eso, están los
comportamientos que llevan al “adicto” a consumir. Un adicto a sustancias
psicoactivas, volviendo a la primer pregunta, no sería igual al resto de los sujetos,
es diferente, tendría características diferentes que lo hacen ser quien es, y que lo
hacen adicto, como bien menciona Lewkowicz (1999).
En el Reparo, es tal esa identificación propia de la persona adicta, que tenemos
una lista de características propias de estos sujetos: mentirosos, manipuladores,
etc., etc., etc.
En estas organizaciones es más fácil unificar los tratamientos, proponer un mismo
tratamiento para todos, ya que supuestamente todos tienen iguales características
que permitirían verlos como sujetos que forman grupo simplemente a partir del
consumo de determinada sustancia.
Si en la relación entre objeto y sujeto, lo que determina la relación es el objeto,
pareciera una deducción lógica, que para terminar con la adicción, hay que
suprimir el objeto de la relación, por ello la abstinencia.
El objeto aparece primero, e inicialmente, tapa un poco al sujeto. El objeto es aquí
lo que agrupa, lo que prima en la relación.

6.2 Identificación – Desidentificación

Estas identificaciones de la problemática, y estos posicionamientos frente a la


misma dan lugar a prácticas y acercamientos diferentes.

31
Podemos pensar que en ambos posicionamientos se busca que el sujeto pueda
salir de ese espacio de suplencia total que menciona Le Poulichet (1987), que
permite la operación farmakon, que como mencionábamos más arriba, si bien
funciona como veneno, también sana, y le da algo al sujeto que parece
completarlo por un momento al menos.

6.2.1 Identificación/ Desidentificación Sujeto - Objeto

En las organizaciones donde el sujeto aparece primero que el objeto parecieran


querer desmentir al sujeto que intenta identificarse como adicto, sin querer suplir al
objeto, hasta tanto el sujeto pueda completar la falta con la palabra, pueda decir lo
que no dijo, pueda recubrir simbólicamente ese lugar de falta.
Lacan (1987) va a definir a la práctica psicoanalítica como un intento de abordar lo
real por la vía simbólica. Mientras que Naparstek (2008) nos dice que el consumo
de sustancias es otra manera de intentar abordar lo real por lo real. Por lo que en
la práctica psicoanalítica, poner la palabra, sería la manera de abordar
simbólicamente, aquello que se aborda en el consumo por vía de lo real.
En el Centro de Día Carlos Gardel de Asistencia en Adicciones , por ejemplo, se
intenta no quedarse en la adicción como único dato del sujeto, que pareciera
cubrirlo todo, en una sociedad donde el ser “adicto”, como nos dice Lewkowicz
(1999), ya ocupa un lugar social reconocible tanto para el sujeto como para su
familia, como para el resto de la sociedad. Y donde el sujeto acaba por
reconocerse y ubicarse fácilmente si nada interfiere.
Desmentir ese espacio, ese lugar, ese todo que ya aparece en la operación
farmakon, que rompe con el Otro, y que de repente en organizaciones donde se le
da lugar al ser “adicto”, donde el objeto va por delante del sujeto, parecieran darle
la razón. La adicción se come al sujeto. En estas organizaciones donde el sujeto
aparece por delante de su consumo, se intenta desmentir esto, dándole lugar a
otras cosas del sujeto.

32
Es decir, la adicción es una parte del sujeto, tanto como puede serlo su neurosis
(si esa fuera la estructura), o sus problemas vinculares, o sus relaciones sociales,
etc.
Sin que ello implique desconocer a esto como una parte importante, como una
parte que hay que tratar, la búsqueda estará en pos de encontrar qué
funcionalidad tiene ese consumo, buscando entender qué de ese consumo le
sirve al sujeto, que le es funcional, tratar de encontrar que es lo que ese consumo
intenta sanar por vía de lo real.

Así mismo estas instituciones están atravesadas por otras preguntas, ya que es
necesario tener en cuenta que siempre estaremos atravesados por alguna mirada,
que tendrá también su forma particular de acercarse a esta relación entre sujeto y
objeto, entendiendo que nunca hay miradas o posicionamientos neutrales, o
miradas que puedan abarcarlo todo.
En el caso del Centro de Día Carlos Gardel, por ejemplo, si bien el sujeto está por
delante del objeto, la mirada psicoanalítica de cierta orientación lacaniana de sus
profesionales, pareciera estar intentando catalogar al sujeto según ciertas
categorías estructurales de Lacan: ver si estamos frente a un sujeto neurótico o
frente a un sujeto psicótico, aún cuando este no haya tenido un brote.

Para esta perspectiva, desde lugares como el Centro Carlos Gardel o la


Fundación Intercambios, la recaída es parte del tratamiento, como también es
parte el objeto que el sujeto consume adictivamente.
Por otro lado, estos espacios no se caracterizan por buscar la abstinencia total
como objetivo primordial, sino en ver la singularidad del sujeto y ver la
funcionalidad de ese consumo.
Alojar al sujeto para ir dándole un espacio. Alojar al sujeto para que pueda ir
desalojándose la sustancia.
Para ciertos autores como Naparstek y Zaffore (2008), tomando a Eric
Laurent(1994), primero tenemos que entender la funcionalidad de ese consumo,
ya que no siempre ese consumo rompe, sino que a veces anuda.
33
Es decir, en los casos de psicosis, ese consumo lo que hace no es romper con el
Otro, sino intentar restituir cierto lugar con el Otro, establece un lugar al goce, lo
limita.

6.2.2 Identificación/ Desidentificación Objeto - Sujeto

En aquellas instituciones donde el objeto va por delante del sujeto, podemos


pensar que la búsqueda va en pos de una identificación de masa como diría Freud
(1929-1930), a la idea de adicción, a los otros “adictos” para que esta funcione
como una prótesis, que supla la falta de la operación farmakon.
Aquí pareciera no desmentirse el todo de la operación, por el contrario, se la
confirma y se la combate con “otro todo”. Este nuevo todo puede ser en
Alcohólicos Anónimos o en El Reparo, esa identificación al grupo, esa
identificación como adictos que viene a ser esta nueva prótesis frente al fin de la
operación. Ese colchón afectivo que mencion Casriel (en Pawlowicz et al. (2011)).
Como nos dice Zaffore (2008): “Allí la identificación es la noción más fuerte, hay
una fraternidad alrededor del mismo problema para todos y por lo tanto, una cura
tipo, un tratamiento para todos” (p. 94). De esta manera se pierde la singularidad
subjetiva y el valor del diagnóstico diferencial.
Recalcatti (s.f.) va a decirnos que parte del trabajo de grupo tiene que ver con no
hacer masa, sino el darle el lugar al Otro social, que el adicto, o también en casos
como la anorexia o bulimia, se niega.
Por lo que estos grupos tienen un doble juego, un proceso identificatorio a través
del consumo del objeto, que según autores como Laurent (1995), cuando es una
monomanía, no podría calificarse de toxicomanía, y por el otro la búsqueda del
compartir, de la posibilidad de darle lugar al otro y al Otro.
Quizás en el caso de Alcohólicos Anónimos, si bien es claramente una
identificación horizontal, también aparece fuertemente la idea de algo superior por

34
lo que, el grupo hace y no hace masa. Se identifica a otro, y se identifica con un
Otro con mayúsculas que lo excede.
En estas organizaciones nos encontramos también con esto que dice Fleischer
(2003), de la importancia de dar lugar a la experiencia compartida, a salir de ese
lugar de segregación de la droga o el consumo de alcohol, que parece
intransmisible, ese “solo yo sé lo que se siente” se desarma en el momento que él
que está enfrente también lo sabe perfectamente, el que está enfrente es alguien
que está en la misma que yo, que sufre lo mismo que yo, y lo que se genera es
diferente a una relación transferencial entre paciente y psicólogo. Ese grupo de la
posibilidad, como menciona también Recalcatti de la aparición de otros, más alla
de Otro.
Con todo esto, esta mirada tiene el riesgo que parece unir y segregar. Por un lado,
los une y los identifica entre sí, pero por otro lado, los segrega del resto de la
sociedad.
El lugar de adicto, se vuelve en esta sociedad plenamente identificable, y a la vez,
los pone en un lugar de aquello que se segrega, porque de alguna manera no
funciona bien como nos diría Lewkowicz (1999) o Foucault (2009) .
Sacar de la sociedad a aquellos que la sociedad enfermo. Separarlos de ella
misma. Separarlos por el daño que le generan al orden social que con sus cuerpos
denuncian. Para volver a hacer dóciles los cuerpos. Para volver a marcar la
disciplina social del tiempo, el espacio, que se nos marca a todos, y que no
debemos olvidar. Medicarlos para regular sus movimientos (Foucault, 2013).
Reeducarlos para volver a socializarse plenamente, tiene el peligro de tapar a la
sociedad enferma que los “enfermo”.
Separar a aquellos que gozan de la misma manera, encerrarlos en un mismo
lugar, en un ghetto como diría Lacan (en Naparstek ,2008, p.84) .
Para estas organizaciones, esa identificación debe funcionar de forma que ante
cualquier recaída que desmienta la fuerza de la misma, el sujeto se sienta
culpable, deba empezar de 0, perder derechos, es decir, se lo castiga por el daño
que ha hecho a este nuevo cuerpo social, que es el grupo de “adictos”.

35
36
7. Conclusiones

Al iniciar esta tesina se preguntaba sobre la particularidad que le da una


especificidad a las instituciones que tratan la temática, y se buscaba tratar
de identificar qué era lo que iba primero al acercarnos al problema, el sujeto
o el objeto.
La hipótesis central era que cada organización se acerca al tema de la
adicción con una mirada que pone por delante o bien al objeto de consumo
(alcohol, marihuana, cocaína, paco, etc) o bien al sujeto que consume. Y q este
orden de factores alteraba el tratamiento posterior.

Luego del recorrido por las instituciones y el análisis de las mismas a la luz de los
textos se puede arribar a algunas conclusiones.
Esta idea de divisoria de aguas entre las instituciones, respecto que va primero, el
objeto o el sujeto, puede ser un acercamiento que aparece como válido para hacer
una muy primera clasificación. Pero también es cierto que cuando uno se adentra
en el mundo de esas instituciones, como por ejemplo en comunidades como El
Reparo, estas dan lugar además de la identificación del grupo, también al espacio
individual de psicoterapia para el sujeto.
Es decir, si bien en un primer momento, si, se pone por delante a la abstinencia de
del objeto, como criterio fundamental para formar parte de la comunidad, también
se busca dar lugar con esto a la aparición de ese sujeto barrado por la sustancia.
Por otro lado, en los grupos de Alcohólicos Anónimos, si bien funciona un criterio
de identificación, se puede pensar como dice Recalcatti (2004) , que esta no es
una identificación de masa, sino una identificación de grupo, que da lugar a la
aparición del sujeto, aun cuando ese sujeto tiene a la vez, un vínculo con un Ideal
superior.

Todo esto obliga a complejizar la hipótesis central de esta tesina, en cuanto se


puede suponer que más que el vínculo sujeto objeto, lo que diferencia a estas
37
instituciones es en la confianza en el sujeto para salir de esa relación tomada por
el objeto.
En este sentido, se puede decir que en las instituciones que identificamos como
aquellas que ponen por delante al sujeto en la relación, son aquellas que confían
más en la capacidad del sujeto en tratamiento, de poder ir haciéndose su espacio
a través de la palabra.
Luego, respecto a esas instituciones que nombramos como aquellas que ponen
por delante al objeto en la relación y requieren la abstinencia, serían aquellas que
confían menos en la capacidad del sujeto y/o del tratamiento a través de la palabra
o la identificación para salirse de esa relación objeto-sujeto.

Buena parte de esta confianza, se entiende tendrá que ver con la particularidad de
esa relación dialéctica que el sujeto tenga con el objeto, y es por ello, que se
aparece como esencial considerar a esa relación, es decir, es siempre el sujeto y
la funcionalidad que le otorga al objeto, quien tiene un lugar central.
Eso no busca negar que es posible que el objeto haya tomado para el sujeto un
lugar tan totalizador en su vida, que la salida a ello, sea necesariamente de la
misma manera totalizadora. Pero para ello, nos obliga a posar la mirada en la
parte del sujeto de la relación. Y reconocer que si bien esa relación puede ser
dialéctica, es llevada adelante por el sujeto. Ahora bien, este objeto, no es uno
más, es un objeto, es uno que degrada y simplifica al consumidor, como bien nos
dice Burroughs (2006). Y eso, hay que también tenerlo muy presente.
Es importante decir, que más allá del lugar de la relación en el que se ubiquen
estos factores, o la confianza que puedan depositar en el sujeto para salir de ella,
las instituciones intentar acercarse a esa complejidad, con distintas formas de
entrada (a través de la abstinencia algunas, otras de otra forma) pero todas le dan
lugar a la palabra en algún momento, y a ese sujeto social del lenguaje que
mencionaba Lacan en sus escritos.
Esos acercamientos no son excluyentes, pero como decíamos, tienen un orden
diferente, tienen una mirada que los distingue y eso lleva a tratamientos que
podemos diferenciar.
38
7.1 Breve clasificación de instituciones visitadas:

Respondiendo a algunos de los objetivos específicos de esta tesina se ha podido


identificar algunas particularidades de las instituciones visitadas. A partir del
análisis se construyó un cuadro clasificatorio con algunas de las características
que se intentaban rastrear:

39
8.Reflexiones finales

El consumo de sustancia psicoactivas, y la adicción a las mismas, nos obliga a


tener en cuenta a la subjetividad en su totalidad y el pensar lo más abiertamente
posible, sin prejuicios, que institución puede servir a cada quien. Si bien, esto
podría parecer una obviedad para muchos, pareciera que no es un debate
saldado.
Según Laurent (1998) es la necesidad de que “en todas las clases de instituciones
lo que hay que vigilar e introducir es la consideración de la particularidad del
sujeto” (p.8).
Frente a la subjetividad ajena, es necesario tener abierta la “caja de herramientas”
que nos permita ver al otro, más allá de nuestra perspectiva. Como dice Di Iorio
(En Golztman, 2016):

“a veces pensando que se empodera al sujeto no hacemos más que intervenir


desde nuestra propia perspectiva, desde nuestras propias lógicas. Es necesario
ver al sujeto y al contexto y ver qué es lo que piden para hacer una intervención
que sea acorde a lo que la persona pide y en ese momento pueda tomar”. (p. 49 -
51).

Es saber reconocer cuando ese pedido muchas veces, no es un pedido explícito,


sino es un llamado de atención a gritos de que el sujeto necesita ayuda, pero no
puede aceptar la ayuda que se le brinda.

Por ello, es imposible pensar que solo una perspectiva sea válida: ni la perspectiva
de reducción de daños ni la de la abstinencia. Cualquier respuesta uniforme que
se anticipe al pedido del paciente, a la necesidad del sujeto, estaría anulando esa
subjetividad a partir de la nuestra.

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Es necesario pensar que ambas pueden ser válidas, dependiendo a la persona
que tengamos enfrente, o incluso para la misma persona ambas pueden ser
complementarias. Es necesario que ninguna se excluya, que ninguna se
absolutice. Que ninguna estigmatice. Que ninguna diga que uno es adicto de por
vida. Que ninguna diga que la otra no sirve.
Pensar las adicciones nos obliga, como en cualquier otra problemática, poder
pensar que hay tantas opciones como subjetividades. Poder pensar desde el
paradigma de la complejidad, permitiendo que exista el orden, la claridad, pero
entendiendo que lo incierto y la incertidumbre forman parte del descubrimiento y
más cuando se habla de la subjetividad del ser humano.
Es necesario así mismo no desconocer el contexto sociocomunitario en el que
desenvuelve el sujeto, que en muchos casos, está en condiciones de extrema
vulnerabilidad, (personas en situación de calle, con graves problemas de salud, de
vivienda y/o con un contexto familiar problemático o inexistente, como he
presenciado en rotaciones). En ellos, puede ser, que se vuelvan necesarias estas
instituciones que son totales, que toman al sujeto entero, que lo colman de
significantes nuevos, aunque a veces estos sean religiosos, que lo explican todo
de nuevo y que les dan un lugar, que no los rechaza y que a su manera
absorbente, si bien los borra subjetivamente, los aloja, aunque parezca
contradictorio.

¿Que hacer frente a un sujeto borrado por la adicción?

Es necesario poder pensar por fuera de cualquier prejuicio cuando nos acercamos
a este tema o cualquier otro. Sin desconocer a la psicología como ciencia, sino
todo lo contrario, reconociendola como la ciencia que permite reconocer la
subjetividad y trabajar con ella, y entendiendo que en muchos casos, ese trabajar
con el sujeto de esa manera significa derivarlo a instituciones que no trabajan de
la misma forma que nosotros lo haríamos, o que no cuentan con profesionales de
la salud mental, pero que cuentan que una experiencia considerable y una forma
de trabajo utilizada durante décadas, como es el caso de Alcohólicos Anónimos
41
(cuyo tratamiento ha acompañado a muchas personas a dejar de tomar alcohol),
que puede no servirle a todos, pero que no parece hacerle daño incluso a quienes
no les da resultado ese método.
Es necesario retornar a Freud y su planteo de reconocer la subjetividad del sujeto.
Trabajando con la apertura necesaria para responder satisfactoriamente a cada
subjetividad y las necesidades que presenta.

Si bien pensar en acercamientos donde pareciera que va apareciendo entre el


sujeto y el objeto un espacio a partir de la palabra son sumamente interesantes,
no se puede desconocer aquellos casos, donde es tal la preeminencia del objeto,
que tan solo a partir de la abstinencia es posible que se genere ese espacio.
No se puede desconocer que existen subjetividades que no pueden generar
espacios más que a partir de cortes tajantes, para quienes la reducción de daños
no funciona, y necesitan de la abstinencia.

Como dijo Coppola en el último teórico de su materia, en la Facultad de Psicología


de la Universidad de Buenos Aires, el 17/10/2019: “es imposible saber qué es
aquello que opera desde adentro o “martilla la estructura” para que el sujeto quiera
terminar con la operación farmakon”.
Solo nos queda darle un sentido a ese “grito” e interpretar qué es aquello que esa
subjetividad necesita en este momento de su historia personal, sin desconocer el
contexto social y económico que lo rodea
.
Ser un profesional de la salud mental, nos obliga a pensar más allá de paradigmas
o modelos estancos, porque cada uno puede funcionar para diferentes
subjetividades. Y si como profesionales nos interesa más que el consumo, darle
un espacio a esa subjetividad, hay que entender que para eso tenemos que tener
disponible, aún aquellos paradigmas con los que probablemente no estemos tan
de acuerdo, pero que el sujeto puede necesitar o pedir.

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El mismo sujeto puede necesitar en diferentes momentos de su vida, distintos
tipos de tratamiento, distintos tipos de acercamientos. Entender a la persona como
un sujeto que evoluciona de diferentes formas, lo que da lugar a diferentes
necesidades en el transcurso de su vida. Que interpreta y reinterpreta su propia
historia y sus propias necesidades, y que llena esos vacíos existenciales de
diferentes formas durante las diferentes etapas.
En el mismo sentido tenemos que pensar respecto al tipo de dispositivo a
utilizarse, los mismos trabajan diferentes cosas en diferentes momentos, no se
anulan, no se excluyen, en todo caso se complementan. En la mayoría de los
lugares se trabaja ya con una lógica complementaria respecto a los dispositivos,
entendiendo que se puede trabajar cosas en grupos, otras en terapias
individuales, y otras a través de actividades.

La labor fundamental de un psicólogo/a frente a una pandemia como las


adicciones nos obliga a acercarnos con la mente bien abierta, que posibilite todas
las opciones frente a una persona que a gritos de consumo o a gritos de auxilio,
está pidiendo ayuda para hacer frente a esa falta o malestar al que no logra
acercarse.
Frente a muchas enfermedades, desde la psicología, se critica muchas veces, que
no se le dé lugar para participar de la discusión, del debate y de la búsqueda de
posibles soluciones.
Frente a las adicciones, tenemos un papel central, desde el cual, desde toda la
sociedad se nos pide respuesta. Respuesta a qué hacer en un momento dado con
una persona que no puede dejar de consumir.
Se han dado algunas respuestas claras con el apoyo como ser, la no
judicialización de la adicción, la no estigmatización del adicto, la búsqueda de una
mirada integral de la problemática. Aún así, es necesario que la psicología, y en
particular el psicoanálisis, desde la más profunda y sincera mirada del sujeto y
toda su subjetividad, tenga a ésta en cuenta, para entender que vamos a
encontrarnos con sujetos que necesitan salidas, quizás menos psicoanalíticas en

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principio, que necesitan salidas más totales, como decíamos más arriba. Y otros
que van a necesitar salidas menos tajantes.
Significa tomar al sujeto y sus necesidades, tomar al sujeto y lo que haya o quede
de su pulsión de vida, para darle según su subjetividad única, una posibilidad más
de enfrentar o poner algo que no sea un objeto total en su relación con su vida y
sus malestares.

No hay una única salida posible de la adicción, porque no hay un único sujeto. No
hay una única salida válida, porque ningún sujeto es igual al otro.
Los adictos no son diferentes al resto, son igual de diferentes de los que los
somos todos.
No podemos caer en reduccionismos, cuando lo que está en juego es la
subjetividad y la vida.
No podemos caer en reduccionismos porque esa es la mejor manera de
acercarnos a la complejidad de cada individuo social.
No podemos caer en reduccionismos, ni recetas mágicas ni soluciones eternas,
porque simplemente como seres humanos estamos en constante cambio.

Como nos dice Emiliano Galende (1990) (en Pawlowicz et al., 2011, p. 174):

“notablemente, cada una de las concepciones con sus tratamientos y modelos de


asistencia no se reconoce como enfoque o tratamiento parcial de los problemas de
salud mental, tiende más bien a configurarse como totalizantes, abarcativas, por lo
que la coexistencia con otras concepciones mantiene abierta la polémica y la
lucha por cierta hegemonía”.

Esa lucha hegemonizante, desconoce la complejidad y la variedad del sujeto, y


lejos de subjetivarlo, lo objetiviza.
Asi mismo es necesario como dice Kokoreff (2004) (en Pawlowicz et al. (2011)
“consideramos importante remarcar que los problemas relacionados con las
drogas se desarrollan en una “trayectoria con interrupciones, giros, reversibilidad
44
del proceso” (p. 183) , con “momentos de consolidación de las situaciones, y otras
etapas residuales” . Reconocerlo significa recuperar la trayectoria subjetiva de los
sujetos frente a estos avatares.” (Megias E. (2000) En Pawslowicz et al. (2011)
p.183)

Para ello parece fundamental seguir trabajando en una clara clasificación de las
instituciones y poder comprender en qué casos y en qué momentos de estas
trayectorias serán necesarios unas u otras. Es posible que en momentos donde la
relación entre el sujeto y el objeto se haya vuelta demasiado asimétrica,
volviéndose al sujeto inmanejable, sea necesario apelar a aquellas instituciones
que pongan el objeto por delante, asi como esta funcionando en la relación del
sujeto. En otros momentos u en otros casos puede ser válido un acercamiento
donde el sujeto esté por delante. Pero para ello es necesario evitar los discursos
excluyentes o invalidantes por parte de los profesionales y de las instituciones,
que luego sea el sujeto el que los porte, y que se sienta limitado por algunas
opciones, que pueda necesitar, pero que fueron previamente invalidadas por
discursos ajenos. Deberíamos ser los profesionales de la salud mental los
primeros que pongamos por delante al sujeto, y no lo objetivicemos. Entendiendo
que puede haber tantos tratamientos válidos como subjetividades, y que esas
subjetividades no son ni serán estáticas.
Nos preguntabamos casi al inicio de esta tesis, cómo pelear contra un objeto que
niega la falta, que completa, que llena aunque sea por un momento al sujeto, que
vive en un mundo que lo deja muy seguido, desprovisto de todo.
Este no fue el tema de esta tesis, ni va a serlo ya en estas reflexiones, pero sí
claramente, es necesario estar a la altura de las circunstancias en la “ batalla”
contra las adicciones, y para ello es necesario de hacernos de todas las
herramientas, contar con todos los actores y todos los tratamientos que puedan
aparecer a suplantar ese objeto que completa pero mata.
Es necesario darle todos los espacios al sujeto para cambiar de hábitos, para
cambiar esa prótesis que es la droga o el alcohol, por otra o por otras, que den
espacio a la vida, y que serán aquellas que el sujeto necesite en cada caso, y en
45
cada momento de su trayectoria, y como cada necesidad es única, y tiene que ver
con un lugar y un momento, no es posible prefigurarla de antemano, más allá de
las preferencias profesionales de cada uno de nosotros.
Y por otro lado, desde una perspectiva sociocomunitaria es necesario el trabajo
interdisciplinario para analizar las causas sociales que configuran esta sociedad
que produce estas enfermedades, y moldean los aparatos psíquicos de los
individuos. Y así fortalecer un abordaje integral que nos ayude a prevenir en vez
de dedicarnos solo a “curar”.

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“La vida sin drogas ni alcohol es imposible, aburrida, sin sentido, mejor
morir, mejor seguir igual, mejor sufrir que disfrutar de la vida sin
drogas y alcohol. ¿Cómo es eso?¿Mejor sufrir que disfrutar de la vida
sin drogas ni alcohol? Así de grande es el problema, así de sutil la
locura, así de oscura la condición del alma, así de incurable la
enfermedad que doblega al adicto” Cuenta Pablo Ramos (2017),
mientras rememora las palabras de su anfitrión en su primera visita a
los grupos de Narcóticos Anónimos:
“Pase lo que pase, vos vení, que acá te vamos a querer hasta que
puedas quererte solo” (p.12).

Diego Patricio Podestá (2020)

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48
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