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La calidad de vida de la población Latina está directamente ligada con el


desarrollo de la actividad narcotraficante. La venta y el consumo de
estupefacientes es un negocio creador de debilidad institucional, violencia e
inseguridad, adicción y corrupción gubernamental en muchos de los países de
la región. La  red de  cocaína, marihuana, drogas sintéticas, y amapola para la
producción de heroína es un fenómeno que ha costado miles de vidas
latinoamericanas. El narcotráfico tal cual como una multinacional es un
mercado de  producción y consumo. Representa una de las actividades más
rentables de la economía mundial globalizada, moviendo miles de millones de
dólares cada año.  La constante actividad ha generado una costumbre
aceptada en muchos sectores de la sociedad. Por ende  existe un alto nivel de
dependencia, tanto por parte de los consumidores como para lo que necesitan
de esta operación para el sustento  de su economía familiar.  Los bajos
estándares de vida de la población de escasos recursos hacen indispensable el
dinero ofrecido por las mafias del narcotráfico. Para muchos ciudadanos el
servir de mula, cultivar, o participar en la organización es la única manera que
tienen de poder subsistir. Esto tiene como causa y consecuencia un bajo 
Índice de Desarrollo Humanos y un negativo desenvolvimiento de una sociedad
democrática y con oportunidades. 

Los países Latinoamericanos cumplen distintas  funciones estratégicas dentro


de la red. Perú, Bolivia y Colombia por su alta producción  y consumo de
drogas son un  punto clave de la operación. Venezuela es importante  por su
producción, distribución y tránsito a través de CA y el Caribe  e inclusive como
área de paso hasta Europa y África. En Centroamérica  principalmente
Guatemala y Honduras son los puntos de entrada más populares para la
cocaína de  tránsito hacia el norte. Por su parte,  las organizaciones mexicanas
se encargan principalmente de la administración hacia los EEUU. Alrededor del
90% de la droga en los Estados Unidos proviene del tránsito  en
Centroamérica, lo que conlleva a  un problema de seguridad nacional. Esto ha
creado la “necesidad” de un intervencionismo  americano en la situación con la
finalidad de combatir las distintas estrategias de  transporte de la droga por 
rutas de  tierra , mar  y aire. 

La participación y corrupción gubernamental en estas actividades delictivas es


un hecho muy frecuente en la región.   Uno de los casos  más destacados es el
de Tony Hernandez, ex miembro del Congreso Nacional de Honduras y el
hermano del actual presidente de Honduras.  Condenado  en EEUU a cadena
perpetua  de más 30 años por crímenes de movilización, importación y
exportación de cocaína; el manejo y venta de armas ilegales ; y falsas
declaraciones. Esto refleja que el narcotráfico está muy cercano a la política.
También es importante agregar el caso del “Cartel de los Soles”, un cartel
integrado por  miembros de las fuerzas de militares y los altos funcionarios
del poder ejecutivo venezolano . La organización delictiva cuenta con
estrechos lazos con organizaciones terroristas como Hezbollah y Boko Haram. 
Entre ellos se encuentran los dirigentes y  figuras políticas más poderosas del
país. La constante participación de los gobiernos en la actividad criminal
demuestra los altos índices de corrupción en la zona, y por ende un deterioro
en el modelo social, político y económico.  Sin transparencia en nuestras
instituciones nunca se podrá llegar a nada. 

La lucha contra el narcotráfico es una batalla sangrienta en la región.


Latinoamérica cuenta 37% de los homicidios  del planeta con tan solo 8% de la
población mundial.  La mayoría de estos son producto del crimen organizado. 
Vulnerabilidad social  y marginación socio-económica rodearán el panorama de
nuestra tierra mientras no existan  acciones de control, sistemas de seguridad 
integrados y  legislación eficaz para combatir este fenómeno. La producción, 
venta y consumo son actividades de alto impacto en la población,
mayoritariamente la juvenil. La criminalidad en las zonas de pobreza tiene
como consecuencia guerrillas financiadas, violencia, machismo, drogas y
dinero ilegal. Es por esto que es de carácter absoluto la necesidad de  asumir 
el compromiso para encontrar medidas eficaces para la erradicación de este
influyente tumor en nuestra sociedad. La autonomía y la libertad de los
individuos son un factor crucial para la erradicación de este negocio inmundo.
Pero el Estado tiene como labor crear límites para acabar con la utilidad de
este fenómeno y con ello encontrar una salida a tan devastadora operación. 

Narcotráfico en Latam

Ya no basta constatar con hechos más que demostrados que el narcotráfico ha


permeado y corrompido las estructuras de las sociedades en América Latina,
hasta llegar, como en el caso de Venezuela, a conformar un narcoestado,
donde se sabe que desde el presidente de la Asamblea Nacional
Constituyente, Diosdado Cabello, pertenece al llamado Cartel de los Soles,
pasando por los vínculos del ministro del Interior o del presidente del Tribunal
Supremo, con las redes del peor flagelo del mundo de hoy.
Desde la mitad del siglo pasado empezaron a alzarse las voces que
denunciaban la cada vez mayor penetración de estas redes demenciales del
narcotráfico que comenzaron en la compra-venta de marihuana y que hoy día,
según las cifras que maneja la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones
Unidas, genera ganancias anuales aproximadas por un total de 650 000
millones de dólares, fundamentalmente por el tráfico y control de la cocaína y la
heroína en el mundo.
Pero no podemos dejar de señalar que es tal vez en América Latina donde el
problema se ha acentuado en mayor proporción, no ya en cuanto al consumo y
número de adictos, porque, si bien se dice que el 11 % de los consumidores
están en el subcontinente, sí es en nuestros países donde la acción del
narcotráfico ha resultado en la descomposición y penetración de las
instituciones y conllevado a un peligroso aumento de la criminalidad y muertes,
muy por encima de otras sociedades acaso más consumidoras.
Es en América Latina, en especial en el área andina, donde se produce casi de
forma única la cocaína, llegando a constituirse el área en prácticamente el
mayor productor a nivel mundial. Claro está, sabemos que el principal destino
son los consumidores de los Estados Unidos, que tienen el dudoso mérito de
ser los principales usuarios del planeta, por lo que el fuelle para estas
organizaciones criminales está no sólo en el control de la producción sino en el
traslado del producto a ese país, dejando una secuela de corrupción y muertes
en todo el trayecto desde Bolivia, pasando por Perú, el principal asidero que
es Colombia, hasta llegar al país del norte.
No olvidemos que en la década de 1970, Colombia era básicamente un país de
tránsito de la droga producida en Bolivia y Perú, hasta que Pablo Escobar y el
Cartel de Medellín monopolizaron la producción y comercialización de la droga,
convirtiendo al país en la capital mundial de la cocaína, con las inevitables
consecuencias de corrupción y violencia que se vivió por décadas, por cuanto a
la desaparición de Escobar fueron las FARC y su hermano menor, el ELN y los
paramilitares, quienes tomaron el relevo.
Por eso no es de extrañar que cuando desde los gobiernos colombianos de los
últimos años se emprendieron fuertes programas de ataque a la guerrilla
financiada por el narcotráfico, las potentes fuerzas de los narcotraficantes
persistan en su tarea de infiltrarse y pervertir las diferentes capas de las
sociedades latinoamericanas, con especial ahínco en los últimos años en
países como México, Honduras o Guatemala donde la impunidad, la corrupción
y la debilidad de las instituciones hacen más fácil el asentamiento de estos
carteles que socavan el Estado de derecho y la labor de lucha contra las
drogas.
Ante todo ello nos preguntamos si no habrá llegado el momento en que
nuestros países, gobiernos y sociedad inicien un debate serio y profundo sobre
un tema controversial que lleva ya mucho tiempo en la palestra y que solo ha
llevado a muchas interrogantes: ¿se debe o no despenalizar las drogas como
forma de acabar con el narcotráfico y su redes de corrupción y muertes?
Quienes están en desacuerdo con la despenalización de las drogas
argumentan, entre otras razones, que al eliminar las barreras legales que
prohíben la comercialización de las misma, florecería un mercado con mayores
ventas que sumiría al mundo en un mar de droga. De igual forma, se enviaría
un mensaje a los potenciales consumidores más jóvenes de que las drogas son
aceptables, que los gobiernos controlan su calidad y que es menos nociva para
la salud.
Por su parte, los que defienden las posturas a favor de la despenalización de
las drogas, en particular de la marihuana, señalan, entre otros argumentos,
tales como que lo prohibido siempre se busca porque da mayor placer, que la
lucha contra las drogas se demostró ineficaz y que la mejor forma de quitarle el
poder a las redes del narcotráfico es liberar la comercialización de los
productos, eso sí, fiscalizados por el Estado y con control de calidad, de forma
que exista un menor peligro para el consumidor.
Ello sin mencionar a quienes desde una postura de total liberalismo defienden
las tesis de que los Estados no deben controlar ni fiscalizar a sus ciudadanos,
al punto de negarles su libertad individual al decidir si quieren o no entrar en el
mundo de las drogas.
Son muchas las razones que esgrimen ambos sectores en nuestras
sociedades y poco el espacio que tenemos en este artículo para explayarnos
en ello. Una cosa sí es cierta, no es posible seguir dando paso libre a los
carteles del narcotráfico y su estela de muertos y criminalidad. Los países
productores, pero en particular los mayores consumidores, como los Estados
Unidos, deben ponerse a la cabeza de la búsqueda de soluciones para acabar
con este azote que mina nuestros pueblos, en particular aquellos más pobres y
desprotegidos.
Narcotráfico y la Sociedad
El narcotráfico es una de las actividades ilícitas que tiene una relación muy
amplia con delitos como: tráfico de personas, tráfico de armas, lavado de
dinero, corrupción, entre otras, esto significa que un país que tenga una alta
actividad de narcotraficantes tendrá una gran debilidad en cuanto a la
seguridad de sus habitantes como de sus instituciones. Los problemas que
surgen del narcotráfico son muy graves, por un lado, el daño social que
produce a los ciudadanos y que termina en la muerte, la destrucción de las
familias, así como de la economía de los países, aunque para los que producen
drogas significa un gran negocio. El presente artículo tiene como finalidad
demostrar en cifras, cómo esta actividad ilícita afecta de una u otra manera a la
sociedad en su conjunto.
El negocio del narcotráfico según la Oficina de Naciones Unidas contra la
Droga y el Delito (UNDOC) suma ganancias anuales de más de US$2 billones.
Esta cifra equivale a un 3,6% de todo lo que produce y consume el planeta en
un año, en latinoamericana equivaldría a cuatro veces el Producto Interno Bruto
(PIB) de Argentina o casi diez veces el de Colombia, dos países de ingreso
medio alto a nivel mundial.
La Organización de Naciones Unidas ONU estima que en los países de las
Américas, los ingresos anuales provenientes de las drogas ascienden a
150,000 millones de dólares, de los cuales la región de América del Norte
genera la mayor parte del total en el hemisferio. Por otra parte, el informe del
Foro Económico Mundial 2016 (también conocido como Foro de Davos) se
llega a una estimación menor –más de US$1 billón– y se basa en una
investigación de 2011 del Global Financial Integrity (GFI por sus siglas en
inglés), un centro de investigaciones establecido en Washington. Según este
mismo informe las cinco principales actividades ilícitas en el mundo son las
siguientes:
La agencia antidroga de los Estados Unidos DEA (Drug Enforcement
Administration) por sus siglas en inglés en su informe anual publicado en 2017
tiene el foco puesto en México y Colombia, en este último el negocio del
narcotráfico estaría representando el 1.2% del PIB (aproximadamente 10.3
billones del PIB en 2016) y el 0.4% en cultivos ilícitos, el área de estos cultivos
llegó a 146.000 hectáreas según el último informe de la UNODC; mientras que
en México se estima que al menos el 1% del PIB está vinculado al tráfico de
drogas.
En el mismo informe, se indica que los cárteles mexicanos continúan
dominando el narcotráfico en Estados Unidos y se convierten en la “mayor
amenaza criminal relacionada con las drogas”, el cártel de Sinaloa y Jalisco
Nueva Generación son los que más se han extendido por territorio
estadounidense, el organismo federal auguró que el crecimiento y expansión
de dichos cárteles se mantendrá a corto plazo, con un fortalecimiento esperado
de las mafias colombianas. Según el organismo, los cárteles mexicanos
controlan “lucrativos” corredores de tráfico, en especial en la frontera suroeste
del país, lo que les permite ingresar “significativas cantidades” de heroína,
cocaína, metanfetaminas, marihuana y posiblemente fentanilo, un narcótico
sintético 50 veces más potente que la heroína.
Las organizaciones mexicanas también tienen el control de las rutas de
transporte y distribución en territorio estadounidense, y operan con centros de
distribución en numerosas ciudades. También se menciona que la cocaína de
Colombia sigue siendo una “amenaza” para Estados Unidos, y considera
“inciertas” las implicaciones a largo plazo de la implementación de la paz con la
guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El documento señala además que, en los últimos años, estas organizaciones
expandieron su influencia a diferentes regiones de Estados Unidos, incluyendo
Nueva Inglaterra, en la costa este. Además, su porción de mercado ha
aumentado, en particular con relación a la heroína y metanfetaminas. Esta
predominancia se debe a su “infraestructura logística” a nivel nacional, su
interacción con grupos locales y pandillas.
A corto plazo la afluencia de dinero obtenido de las drogas puede impulsar la
inversión y aumentar el PIB de los países; pero sus efectos tienen a ser
negativos en el largo plazo, en particular cuando los ingresos provenientes de
actividades ilícitas abarcan un porcentaje considerable de la economía total en
una comunidad o en un país; en ese caso, ese dinero puede inflar los precios
de los bienes raíces, distorsionar las cifras relativas a la exportación, crear
condiciones de competencia desleal, acentuar la distorsión de la distribución de
los ingresos y la riqueza y agravar la corrupción. En otras palabras el
surgimiento de una economía ilícita contribuye a socavar el estado de derecho
y facilita la corrupción lo que a su vez refuerza el sector de sustancias ilícitas.
Una estimación basada en un estudio en 17 países realizado por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), indica
que un aumento en el blanqueo de capitales por 1.000 millones de dólares
podría mermar el crecimiento económico global entre el 0.03% y el 0.06%.
De acuerdo a la ONU el valor de mercado de las drogas a nivel mundial viene
dado por:
En nuestro país, las temibles organizaciones mexicanas del Golfo y de Sinaloa,
aliados con paramilitares y guerrilleros, le están ganando la guerra a sus pares
colombianos y manejan ahora el multimillonario negocio desde la selva y la
región norte del Ecuador. El alcaloide ingresa a Ecuador desde Colombia y
Perú, países donde están los laboratorios de maceración, procesamiento,
refinación y cristalización de cocaína, para desde aquí enviarla al exterior, la
geografía es uno de los inconvenientes que tiene el territorio ecuatoriano, al
estar junto a los dos centros considerados como mayores productores de hoja
de coca y cocaína. En la Costa por Esmeraldas, en el área de Tumaco; en la
Sierra, por la provincia de Carchi; y en el Oriente por la provincia de
Sucumbíos, por donde pasa el río San Miguel. Una de las rutas utilizadas por
estas mafias es bordear las Islas Galápagos para evadir los controles de la
Armada Nacional, luego toman una ruta internacional y avanzan hasta
Centroamérica y Norteamérica.
Según cifras de la Dirección Nacional Antinarcóticos (DNA), en los últimos 5
años han sido detenidas 2.955 personas, entre ecuatorianos y extranjeros, por
su implicación en el tráfico local e internacional de droga.
De acuerdo a la Procuraduría General de México y la DEA nueve cárteles
mexicanos son los dueños de las rutas del narcotráfico en el mundo, 4 de los
cuales estarían infiltrados o asociados con bandas criminales en el país.
Ecuador sería uno de los 51 países de los 5 continentes en los que los cárteles
de Sinaloa, liderados por el ‘Chapo’ Guzmán (preso en EE.UU. desde enero
pasado), Los Zetas, la Familia Michoacana; y del Golfo operan, transportan y
comercializan cocaína, heroína, marihuana, entre otras.
Conclusión:
La lucha contra el narcotráfico como factor fundamental para impedir que los
grupos delictivos organizados diversifiquen sus actividades, se necesitan
estrategias que trasciendan de la reducción y la eliminación de determinados
mercados ilícitos. Por otro lado, hacer frente al cultivo ilícito y al tráfico de
drogas puede restringir el alcance de algunos grupos terroristas. Hay que tener
en cuenta que la transformación tecnológica, incluido el tráfico por conducto de
la red oscura, exige una nueva generación de intervenciones de las fuerzas del
orden. Finalmente seguir la pista al dinero producto de las drogas es uno de los
criterios más eficaces para combatir el narcotráfico.

¿EL NARCOTRAFICO COMO AFECTA A LA SOCIERDAD?

El narcotráfico, las drogas, y la violencia es un hecho que llena nuestro día


a día. Si es posible ignorarlo en México, o en otros estados, tales como Sinaloa,
Chihuahua, Tamaulipas, etc.; es un hecho de vida o muerte. Al fin y al cabo es
un hecho que afecta a todos los mexicanos, directa o indirectamente. La guerra
contra el narcotráfico, es por lo tanto, una realidad que la mayoría de nosotros
enfrentamos, ya sea escuchándola en la radio, en las noticias de la televisión, o
teniéndola frente a frente a la vuelta de tu casa.

La guerra contra el narcotráfico, y los actos que este comete, es una


situación de polémica, ya que la opinión de la sociedad varía dependiendo si
está de acuerdo con las acciones, que si ha afectado los actos militares o
policíacos a las personas, o si incluso son protegidos de los narcotraficantes;
aunque se puede dividir entre dos: a favor del narcotráfico, a favor del gobierno.

Efectivamente, México es una zona estratégica para el consumo y


transporte de la droga, lo cual lo cual obliga al gobierno a tomar medidas. Si es
que estas medidas afectan más de lo que ayudan depende mucho de las
personas que lo aplican, la estrategia, y el objetivo por lo cual lo hicieron; pero al
fin y al cabo salen perjudicadas personas, que pierden fe en el gobierno, y la
confianza que antes tenían frágil se rompe finalmente.
Esa inseguridad que se tiene, es un arma que el narcotráfico aprovecha
para inutilizar las acciones que se llevan a cabo. Sin el apoyo de la sociedad,
nada de lo que haga el gobierno hará que el problema se erradique de raíz, ni se
pueda avanzar.

La opinión de la sociedad, las decisiones del gobierno para erradicar el


problema, y los propios actos del narcotráfico son temas que nos interesa
investigar ya que conforman la guerra en la que vivimos todos.

Además el narcotráfico es una actividad que se ha incrementado en los


últimos años, muy a pesar de que es cuando más se ha combatido. Y cuando uno
revisa las cifras, nos damos cuenta que se ha destinado un gran presupuesto
para el combate de dicha actividad. Pero no sólo eso: se ha dado también el
aseguramiento de muchas propiedades de narcotraficantes; se han apresado a
varios jefes de narcotraficantes; han caído muchos elementos de las fuerzas
armadas en el cumplimiento de su deber; y, sin embargo, es una actividad que
no cesa.

Esta actividad ha llegado a contaminar a las altas esferas militares y


políticas. Por ejemplo, las campañas electorales son contaminadas con dinero
proveniente del narcotráfico. Esto es algo difícil de comprobar, pero hay
suficientes elementos para pensar que ello es posible.

Por otro lado, los narcotraficantes cuentan con el apoyo de los pueblos en
donde se realiza tal actividad. Sus pobladores siempre están dispuestos a
cubrirlos. No podría explicarse de otra manera

Prevención del narcotráfico

5Desde mediados del siglo XIX hasta mediados de la década de 1980, Perú y
Bolivia fueron los dos principales países proveedores tanto de hoja de coca
como de cocaína refinada a los mercados estadounidenses, europeos y otros
mercados mundiales (Paul Gootenberg, 2008: 1-14 y passim). En 1985, Perú
producía aproximadamente el 65% del suministro mundial de hoja de coca,
mientras que Bolivia cultivaba aproximadamente el 25% y Colombia el 10% o
menos (Bagley, 2009a: 25; Clawson y Lee III, 1998: 12-16). Con las “victorias
parciales” logradas por la guerra contra las drogas liderada por EE.UU. en el sur
de los Andes a finales de los años ochenta y principios de los noventa -en
concreto, los programas de erradicación de cultivos financiados por EE.UU. en el
Chapare boliviano bajo el mandato del presidente Víctor Paz Estensoro después
de 1986 (Operación Horno Explosivo) y los presidentes Hugo Banzer/Jorge
Quiroga de 1998 a 2002 (Plan Dignidad), junto con la interrupción por parte del
presidente peruano Alberto Fujimori del “puente aéreo” entre la región cocalera
del Alto Huallaga en Perú y los laboratorios clandestinos de coca situados en
Colombia a mediados de la década de 1990, el cultivo de coca en los Andes se
trasladó rápidamente a Colombia a mediados y finales de la década de 1990. 7
En el año 2000, se calcula que Colombia cultivaba el 90% de la hoja de coca del
mundo, mientras que la producción en Perú y Bolivia se reducía a mínimos
históricos (Bagley, 2009a: 29; ONUDD, 2006).

Causas del narcotráfico

La preocupación por la corrupción relacionada con el tráfico ilícito de drogas ha


aumentado en los últimos años.     Se ha convertido en una importante
preocupación de los gobiernos, los ciudadanos, la sociedad civil y las
organizaciones internacionales, sobre todo cuando la corrupción es
generalizada o afecta a los niveles más altos del poder judicial, las fuerzas de
seguridad, la administración o la política. Y ahora, hace más de dos décadas,
este vínculo comenzó a ganar relevancia en la agenda internacional.

La lucha contra la corrupción requiere alianzas público-privadas, así como la


participación de organismos internacionales. Estas alianzas ofrecen
oportunidades privilegiadas para combinar el conocimiento y la experiencia
sobre el terreno de las organizaciones de la sociedad civil, la capacidad
financiera de algunas organizaciones internacionales y la capacidad de
ejecución de los gobiernos nacionales. El proyecto CRIMJUST, centrado en el
fortalecimiento de la investigación criminal y la cooperación en materia de
justicia penal a lo largo de la “ruta de la cocaína” de América Latina, el Caribe y
África Occidental, es ejecutado conjuntamente por la ONUDD en asociación con
INTERPOL y la organización Transparencia Internacional. Se trata de un proyecto
financiado por el programa de la Unión Europea sobre la Ruta de la Cocaína y
es un ejemplo de cooperación entre actores relevantes a varios niveles, aunque
su impacto en el vínculo entre corrupción y drogas ilícitas es difícil de evaluar y
medir.

Consecuencias

El narcotráfico es una de las principales amenazas para la seguridad


nacional del país, pues sus nefastas consecuencias son la corrupción, la
violencia y afecta sensiblemente al medio ambiente y por supuesto pone
en riesgo la vida y seguridad de la gente.

Prevención
Política preventiva. Una política preventiva de Estado en materia de
narcotráfico, debería apuntar a tres objetivos fundamentales: (i) controlar los
precios del mercado de las drogas prohibidas, de tal modo que no resulte
atractivo a los carteles venderlas en Costa Rica y así busquen otros países;
(ii) empadronar a la mayor cantidad de adictos, para ofrecerles un plan de
desintoxicación; y (iii) reducir la inseguridad causada por los crímenes
cometidos por narcodependientes, que roban y matan para lograr las dosis
del día.

La propuesta es competir contra la cocaína, ya sea el polvo o el crack  , con


una droga alternativa distribuida por el Estado a los adictos, en forma gratuita
y sostenible. Esto debería implicar la caída inmediata de los precios de las
drogas prohibidas como el clorhidrato de cocaína; la reducción sensible de
hurtos, robos y homicidios, cometidos por adictos, pues no tendrían
necesidad de delinquir para obtener dinero para sus dosis; y, finalmente, se
tendría un padrón, más o menos exacto, de aquellos a quienes el Estado
debe ofrecer un programa de desintoxicación.

No me atrevo a aconsejar cuál droga alternativa, pues eso deben decirlo los
especialistas; pero pienso en la metadona, también conocida como dolfina (de
‘dolor’ y finis  : fin del dolor), que es un psicofármaco sintetizado del opio,
cuyos efectos, similares a los de la morfina, de acción prolongada, han
permitido su utilización para tratar el síndrome de abstinencia y la
desintoxicación de fármacodependientes.

La propuesta es botar los precios de las drogas prohibidas, reducir la


inseguridad ciudadana y conocer a la mayor cantidad de personas adictas,
para ofrecerles un plan de desintoxicación. Me opongo radicalmente a
legalizar las drogas prohibidas, pues eso significa entregar el país a los
capos, que ya tienen las redes de corrupción como para apoderarse del
Gobierno y convertir a Costa Rica en un gigantesco cuartel, destinado a la
legitimación de capitales y a otras formas de delincuencia, como la trata de
personas o el tráfico de armas, entre otros. No debemos olvidar que los
narcotraficantes han diversificado, en muchos casos, las actividades
prohibidas.

De aprobarse el proyecto de “Ley contra la delincuencia organizada”,


tendremos las herramientas para reprimir, pero una droga alternativa abriría
las puertas de una buena prevención y de una mejora de la seguridad
ciudadana.

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