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¿LEGALIZAR LA DROGA?

NO
LA PENALIZACIÓN DE ESTAS SUSTANCIAS CONSTITUYE UNO DE LOS PENSAMIENTOS
MAS DIFUNDIDOS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO, ÉSTA ES SU EXPLICACIÓN.
Por Alberto Lestelle (*)

Frente a la realidad del narcotráfico, que están sufriendo sin excepción todos los países del mundo, plantearse el debate sobre la
potencial liberalización de las drogas ilegales es, lisa y llanamente, un disparate. Sin embargo, en la medida que exis ten voces
-autorizadas o no- que intentan implantar este debate en la opinión pública, y que dichas voces podrían confundir a la comunidad
utilizando argumentos que, de no ser convenientemente rebatidos, sentarían precedentes de opinión por aquello de que "quien
calla, otorga", como Secretario de Estado es mi deber para con la comunidad contribuir al esclarecimiento del tema.
En principio, al narcotráfico no se lo elimina legalizándolo. Esta postura permitiría inferir que eliminaríamos los homicidios, los
asaltos, las estafas, si elimináramos la punición para dichos delitos. En la práctica, esto significaría retomar a la "ley del salvaje
oeste" norteamericano, en donde imponía su criterio aquel que utilizara más hábilmente el arma que portaba.
Lamentablemente, en el tema de la prohibición -o liberalización- de drogas, hablan del asunto muchos más que los que conocen
algo sobre él. En una etapa crítica para la humanidad como la que estamos viviendo es, por lo menos, irres ponsable exponer los
argumentos utilizados -inocente o intencionadamente- por aquellos que propugnan la liberalización, sin ofrecer al mismo tiempo la
contrapartida de los mismos;
Es absolutamente cierto que buena parte de la legislación internacional que intenta reprimir el tráfico ilícito es ina decuada. Ante
esto, la opción de decir; "las leyes son inadecuadas, no las mejoremos, eliminémoslas", es una propuesta sin sentido. Las leyes
con las que contamos son las mejores que se han podido aprobar en los distintos parlamentos internacionales, en donde todos
sabemos que los intereses que se juegan son inmensos. No creo que sea una novedad para nadie que existen países en los que
el narcotráfico ha comprado la opinión y el voto de legisladores, jueces, abogados y ministros. Por otra parte, las leyes son lo que
hacemos con ellas. Si en determinado país existe la prohibición de consumo o tenencia de drogas ilegales y ésta no se hace
cumplir, la culpa no es de la ley, sino del que no la aplica. Ei consumo libre de "drogas legales", como el tabaco y el alcohol, es
tolerado en base a lo que podríamos denominar ' 'consentimiento social". En nuestro país, por ejemplo, estamos intentando desde
hace más de un año presentar un proyecto de Ley de Prevención que prohíba la incita ción al consumo de estas drogas mediante
publicidades dinámicas que utilicen como incentivo la asimilación de dichos productos con el éxito social.
Por otra parte, afirmar que el tabaco y el alcohol son "mucho más mortífe ros" que la cocaína, la heroína, el opio, el ácido
lisérgico, etc., es simplemente una barrabasada sin el menor respaldo científico que sólo indica que el que la profiere tiene quince
años de retraso en sus lecturas médicas.
Por supuesto, las leyes represivas multiplican el valer de venta de las drogas ilícitas. Y también las ganancias de estos
"comerciantes". Sin embargo, también incrementan sus costos y sus dificultades. No es igual el pago que exige un piloto de avión
que transporta tulipanes que el exigido por otro que contrabandea cocaína. Idéntica situación se produce con los químicos,
abogados, correos, camioneros o simples "mulas" (individuos que realizan contrabando hormiga por vía terrestre). También
debemos tomar en cuenta a aquellas personas inmorales que estarían dispuestas a traficar si no fuera por el temer a la punición.
Debemos reiterar que no son las prohibiciones las que 'inventan" el delito. Tal vez, si el consumo de drogas ilícitas no fuera
penado, disminuiría la curiosidad de algunos adolescentes. Pero sin "tal vez", una enorme cantidad de ellos se acercaría a la
droga porque "si está permitida, no debe ser tan mala".
La droga se vende mezclada con otras sustancias no por simple maldad de los traficantes, sino con el claro objetivo de
aumentar su rendimiento. Es así que un gramo de cocaína pura puede "rebajarse" de tres a cinco veces. Por ello, la droga seguiría
rebajándose con productos extraños, a no ser que el mismo gobierno la comercializara. Si fuera así, se daría la insólita situación
de funcionarios públicos atendiendo bocas de expendio de estupefacientes.
Siempre hemos afirmado que al narcotráfico se lo puede combatir a tiros, pero se lo destruye con prevención.
Concientizando a la gente de que las drogas son un arma tan mortal y peligrosa como una ametralladora. Avisando a los padres
que deben proteger a sus hijos. Informando a los jóvenes que los efectos de las drogas en sus organismos son tan letales a largo
plazo como puede serlo consumir pequeñas dosis de cianuro. Previniendo -y reprimiendo mientras tanto a delincuentes-,
ganaremos esta batalla. Quiero creer que los que abogan por la liberalización de las drogas son tan honestos como
desinformados. Si no fuera así, que las futuras muertes que pueda ocasionar su prédica caigan sobre sus cabezas.
(*) El doctor Alberto Lestelle es Secretario de Estado para la Prevención de la drogadicción y fue Presidente de la Comisión
Interamericana para el Control de abuso de drogas.

¿LEGALIZAR LA DROGA?

LA PERMISIVIDAD TAMBIÉN TIENE SUS ADEPTOS Y, COMO EN ESTE CASO, CON SERIOS
ARGUMENTOS.
Por Fernando Savater (*)

El gran dilema de la drogadicción no pasa, como muchos creen, por la "liberalización" del consumo de drogas sino por su
"despenalización", que no es lo mismo. Si se quitan las penas que reprimen el comercio de estas sustancias estoy seguro que no
sólo se dará por tierra con el aura de aventura que rodea su obtención y consumo, sino, tal vez mucho más efi caz, se terminará
con el fabuloso negocio de los traficantes. El gangsterismo, los crímenes y todo el submundo que va ligado al tema de las drogas
habrán sido derrotados para siempre.
Si las drogas se vendieran en las droguerías, que en realidad es lo suyo, podrían ponerse bajo control. Serían adecuadas, de
buena calidad, y no habría más "sobredosis", que no son otra cosa que envenenamientos, ya que se la mez cla con tóxicos de todo
tipo para tratar de mejorar su rendimiento.
Quien admita que el Estado como tal puede prohibir el consumo de una determinada sustancia, creada por el hombre, también
deberá aceptar que en algún momento ese mismo Estaco puede obligarlo a tomarlas. Se aboga el derecho de avanzar sobre la
Libertad de cada ser humano, sobre su capacidad de elección y eso resulta indigno desde cualquier punto de vista. Es una actitud
paternalista que cae en el absurdo.
Las posibilidades de matar o dañar a un individuo, argumentos fundamentales para la penalización de las drogas, pueden ser
aplicadas a casi cualquier cosa creada por el hombre. Desde la mejor comida hasta el arma más peligrosa pueden con ducirlo, si él
lo quiere, a la muerte o la degradación. Lo que sucede es que ante esta disyuntiva el ser humano usa su li berad de elección y
determina qué es lo que desea hacer con su vida y su futuro.
La mejor forma de fomentar la adicción a alguna cosa es prohibiéndola. Muchas drogas consideradas terribles han estado
durante largo tiempo a la venta, sin prohibición, y no por eso el mundo cayó en el abismo ni aumentó la crimina lidad ni la locura.
Un caso clásico es el de la heroína, que fue una medicina creada por la casa Bayer para curar a los morfinómanos. Entre los años
1912 y 1922 se la vendió libremente en las farmacias y cualquier persona puede tomarse el trabajo de ir a una hemeroteca para
revisar los diarios de la época y no encontrará un solo artículo que la ligue al delito. Fue necesario que se estableciera su
prohibición para que su consumo empezara a crecer en forma exponencial.
El consumo de una determinada sustancia, sea cual fuere, no tiene nada de malo en sí mismo, siempre y cuando el individuo
pueda elegir, sabiendo claramente de qué se trata. Yo creo que debemos educar a las personas, sacarles el miedo por el miedo
mismo y devolverles su libre albedrío.
Obviamente hay detractores de estos pensamientos, en Argentina y también en el mundo, pero generalmente serán aquellos
que están dentro del negocio de la droga. Y no sólo me refiero a los que la trafican, con ganancias superiores a las de cualquier
otra industria, sino aquellos que viven de su contracara, las fuerzas destinadas a "acabar con el fla gelo". Cientos de millones de
dólares se destinan a impedir su obtención, circulación y consumo. Policías, fuerzas especiales, ministros y hasta gobiernos ente-
ros viven de esta "lucha sin cuartel" que, si nos atenemos al aumento en el consumo de drogas, debemos convenir en que no sirve
ni sirvió para nada.

(*) El filósofo Femando Savater es uno de los principales pensadores de nuestro tiempo y es profesor de la Universidad
Complutense de Madrid, entre otros muchos cargos.

NOTA DE LA CÁTEDRA: Este debate se desarrolló en las páginas 74 y 75 de la revista


Descubrir correspondientes al número 18 del mes de diciembre de 1992

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