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ISSN: 0121-7550
nomadas@ucentral.edu.co
Universidad Central
Colombia
* Pedagogo, Educador popular, Gerente social. Trabajo con habitantes de la calle en Perú
y Colombia. Consultor y asesor en entidades privadas y paraestatales que trabajan con
esta población. Acompañamiento a proyectos juveniles (VIH-SIDA, participación so-
cial, organización). Publicaciones varias.
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Hay muchas razones y de los orígenes de la capital, niños, suficientes. Quienes habitan las ca-
una historia jóvenes y adultos de ambos sexos lles llegaron a ellas por múltiples
vinculados a la calle, han ido junto a razones, no todas del orden estruc-
Los llamados desde hace pocos nosotros por la ciudad, pero no de tural. También llegaron por razones
años habitantes de la calle, van jun- la misma manera, no con la misma personales y culturales.
to a nosotros por las aceras o están intensidad ni el mismo propósito.
en la esquina, en el semáforo, Una razón de orden cultural
jalando un carro esferado lleno de La presencia de habitantes de todavía hipótesis muy poco investi-
cartón, generalmente sucios, a ve- la calle (gamines, ñeros, recicladores gada es que muchas personas se
ces joviales, otras veces han sentido convocadas por
amenazantes. Van so- la calle, atendiendo segura-
los o en grupo, en pare- mente un llamado atávico al
ja o con niños, van nomadismo, independiente-
buscando en las basuras mente de que la salida del
o esperando la oportu- hogar haya podido ser
nidad de una cartera detonada por una acción de
prometedora mientras maltrato familiar o por una
aspiran pegante en aventura eventual.
un frasco o en una bol-
sa de plástico. En un texto que recoge
su historia, dice Comanche:
Desde hace más de
350 años están ahí, jun- Siempre he sido de la calle,
to a nosotros, tan llenos desde la edad de nueve años.
de historia como todos Me volé, me salí de mi casa
y tan reflejo de la injus- tras una bizquita. La historia
ticia y las desigualdades fue así: se murió una herma-
como el chofer que se na mía y como la bizquita vi-
alquila por horas, la se- vía con ella, fue los nueve
ñora que lava ropa aje- días a la novena. Ahí me pe-
na o el vigilante de un gué de la bizquita. Cuando se
banco. acabó la novena se fue de la
casa, entonces ahí me dio
Junto a nosotros también por volarme tras
vienen haciendo parte ella y me salí de la casa
de Santafé de Bogotá (Herrera 1995: 47). Con mi
desde cuando ésta em- mamá la relación era muy
pezó a crecer al amparo buena...(...) Con mis herma-
de la Corona española. nos y mis padres siempre la
Todavía éramos Virrei- fui bien, lo único es que fui
nato cuando en 1642, al Comanche. Archivo privado. Foto: Luis F. Lozano. tan desprendido que me iba
lado de la catedral se y no les avisaba, duraba
abrió un hospicio tal vez el prime- y familias de la calle) en nuestras ciu- tiempo sin que ellos supieran de
ro para personas en abandono y en- dades y en muchas otras del mun- mí (...) Yo creo que me tiraba
tre ellas, para chinos de la calle. do, tiene varias explicaciones. No se irme de la casa (51).
Desde 1565 las autoridades españo- aclara solamente por lo de la injusti-
las habían solicitado a la Real Au- cia social y/o por la disfuncionalidad De hecho, el análisis causa-
diencia abrir un refugio para mujeres familiar. Éstas son evidentemente ra- efecto (injusticia social calle) que-
desamparadas y sus hijos. Así, des- zones ciertas, pero en mucho no son da corto para responder por la
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Una cultura nómada
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ta el momento que yo viva. Ese es mi que las fronteras son simultánea- La ciudad de la calle es heterogé-
futuro, porque hoy me puedo acos- mente particulares y universales. No nea, llena de matices, con historias
tar y amanecer muerto. El futuro es existe una pared que limite su hori- y tradiciones que se complementan
hasta el presente (Herrera, 27). zonte visual, y las leyes que regulan o contradicen. Sin embargo todas
su permanencia configuran una es- estas historias particulares están ar-
La vida se reconoce desde otros cala de valores que responde a lo co- ticuladas en la funcionalidad que de-
límites, desde el asedio de la intole- tidiano. (Zárate 1993: 5). ben tener respecto a la dinámica de
rancia, desde el asedio de la miseria, la calle. Una dinámica que está en
pero también desde los no- límites Estas características pintan un permanente cambio porque debe
que ofrece una libertad percibida común denominador en el modo de adecuarse constantemente a lo que
como ruptura con todo lo estableci- ser y estar de los habitantes de la traiga el día. Estas características
do y lo formal. Es ese sentido de li- calle, pero no son el uniforme. Así constituyen la racionalidad de un
bertad el que define al nómada como la ciudad sedentaria, la calle nomadismo urbano que si bien pre-
urbano, el que perfila lo que es el no es homogénea. Confluyen en ella senta formas que por las condicio-
nomadismo en cuanto tal. En pala- diversas historias nomádicas como nes de miseria son circunstanciales,
bras de Comanche la idea generali- las de los caminantes, las de los men- deja reconocer fácilmente una lógi-
zada entre los habitantes de la calle digos, las de los gamines, las del ca trashumante de vida que le es es-
es que Uno sin libertad es totalmen- mundo de la delincuencia y la dro- tructural.
te nulo, muerto... (Herrera: 93). ga. Si el reciclador vive en la calle,
puede ser ñero, pero ñero trabaja- De esta manera, se trata en-
La vida en sus distintas necesi- dor, porque es que hay ñeros delin- tonces de legitimar la calle, no las
dades, se adapta a las posibilida- cuentes y ñeros trabajadores, ñeros condiciones en las que se la vive,
des que desde la libertad se puedan drogadictos y ñeros sanos. De esa así como tampoco se quiere legiti-
tener: Es lo que más le preocupa a rama se derivan muchos, hay mu- mar las condiciones en las que se
uno en la calle: la libertad. Y siem- chos rangos en eso de ñero vive en un barrio popular. La calle
pre va uno con ese ideal de ser inde- (Herrera, 104), lo dice Comanche como espacio de vida debe ser po-
pendiente, de ser libre. Y se vuelve con esa sabiduría de cincuenta y tan- sible en una ciudad en la que el
tan libre uno que si comió, comió, y tos años que un día de septiembre estilo sedentario no tiene que ser
si no comió, pues no comió. Hay se desvaneció con la muerte. el único. De lo que sí se trata es de
que ver lo grande que es la constitu-
ción del de la calle. A una persona
de la calle poco la vemos acudiendo
a pedir medicina o a pedir algo para
su cuerpo. Podemos pensar que vive
enfermo y no, vive alentado. Ahí es
donde digo, tiene que haber un po-
der de Dios que le de esa gran cons-
titución a una persona de la calle
(92), vuelve a decir Comanche.
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convencionales, que proponen
la calle como espacio social,
político y educativo.
5- Las nuevas tendencias de los
movimientos sociales implican
trabajar con los pobladores mar-
ginados de las ciudades desde la
perspectiva cultural. (183).
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Por lo menos dos cios abiertos, deben cumplir una fun- partes de una misma idea. Una ciu-
ciudades ción decorativa respecto a lo seden- dad son varias ciudades funcionan-
tario, deben ser funcionales para los do, cruzándose, complementándose,
La visión desde el nomadismo, sedentarios en sus recorridos even- contradiciéndose, yuxtaponiéndose,
significa cambiar la mirada que se tie- tuales por estos espacios pensados a veces afirmando, a veces negan-
ne no sólo sobre los habitantes de la para descansar puntualmente cuan- do, en un movimiento incesante de
calle, sino también sobre lo que es do las paredes angustian o cansan. ser desde todas las posibilidades.
espacio público y aún, sobre lo que Las calles y los parques aparecen
es ser ciudad. Indudablemente la con- como los complementos de la urba- Junto a los habitantes de la calle
cepción de ciudad como un todo ho- nística sedentaria. también transcurrimos los sedenta-
mogéneo, cambia. Realidades como En esta lógica el espacio público rios, recorriendo nuestros cotidianos
la dinámica de la calle obligan a pen- se piensa como espacio para estar circuitos de circulación, soñando mu-
sar la ciudad como un espacio de en- siempre de paso, nunca para que- chas veces con un pedazo de libertad
cuentro de múltiples redes y circuitos darse. Es el modo que el espacio que nos pudiera permitir desen-
sociales. Como ciudad que no tie- tendernos de los ajetreos que nos
ne un solo rostro y tiene muchas impone el tener un televisor en
miradas. Que es heterogénea, una pieza, un equipo de sonido
poliforme y que lo seguirá siendo en la sala, un carro en el garaje y
a pesar de las concepciones totali- una casa que pagar cada mes. En-
zantes, de los esfuerzos homoge- tonces unos con otros nos senta-
nizadores, de las cruzadas por ríamos a mirar las estrellas por
uniformizar el modo de ser habi- entre los árboles de un parque
tante de la ciudad. cualquiera de la misma ciudad.
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