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Introducción
El agua es esencial para la vida, ya que constituye una parte significativa de la masa de los
seres vivos, oscilando entre el 50 % y el 90 %. En las células vivas, el protoplasma, que es la
materia básica, es una solución acuosa que contiene grasas, carbohidratos, proteínas, sales y
otras sustancias químicas. El agua juega un papel fundamental al actuar como solvente,
facilitando la mezcla y descomposición de estas sustancias. Tanto la sangre en los animales
como la savia en las plantas contienen cantidades sustanciales de agua, que cumplen la
función de transportar nutrientes y eliminar desechos. Además, el agua es esencial en la
hidrólisis, un proceso metabólico crucial que ocurre de manera constante en las células vivas
(Raola & Perez , 2020).
La presencia del agua en la Tierra, en sus estados líquido, gaseoso y sólido, es esencial para la
vida tal como la conocemos. Nuestro planeta se encuentra en una ubicación ideal en el sistema
solar, donde las condiciones permiten que el agua exista en sus tres estados. Si la Tierra
estuviera un poco más cerca o más lejos del Sol, estas condiciones no serían posibles (Raola &
Perez , 2020).
El estado físico del agua en un planeta está determinado por la presión, que a su vez depende
de la gravedad. En planetas lo suficientemente grandes, el agua puede estar en estado sólido
incluso a altas temperaturas (Raola & Perez , 2020).
Se denominan aguas subterráneas a las que están debajo de la tierra, donde ocupan todo o
parte de los espacios vacíos en los suelos o en los estratos geológicos. También se les
denomina aguas subsuperficiales para distinguirlas de las aguas superficiales contenidas en los
océanos y lagos o que corre por la superficie de la tierra. Tanto el agua superficial como la
subsuperficial están relacionadas por medio del ciclo hidrológico (la circulación continua del
agua en el sistema atmosférico de la Tierra). La mayor parte del agua subterránea se acumula
mediante precipitación. El agua que precipita se infiltra debajo de la superficie de la tierra en la
zona del suelo (Raola & Perez , 2020).