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AMPLIACIÓN BLOQUES III y IV

– LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS.

La expulsión de los judíos de España fue ordenada en 1492 por los Reyes Católicos
mediante el Edicto de Granada con la finalidad, según el decreto, de impedir que siguieran
influyendo en los cristianos nuevos para que éstos judaizaran. La decisión de expulsar a los
judíos –o de prohibir el judaísmo – está relacionada con la instauración de la Inquisición catorce
años antes en la Corona de Castilla y nueve en la Corona de Aragón, porque precisamente fue
creada para perseguir a los judeoconversos que seguían practicando su antigua fe. Como ha
señalado el historiador Julio Valdeón, "sin duda alguna la expulsión de los judíos del solar
ibérico es uno de los temas más polémicos de cuantos han sucedido a lo largo de la historia de
España".

La expulsión supuso un refuerzo de la autoridad real así como un perjuicio en la estructura


económica de España en la Edad Moderna.

En 2015, el Parlamento español aprobó una ley por la que se reconocía como españoles a
los descendientes directos de los judíos expulsados en 1492, con lo que de facto se anulaban en
la medida de lo posible las consecuencias de aquella expulsión.

-EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.

A finales del siglo XV parecía claro que los portugueses se habían adelantado a los
castellanos en la conquista de la ruta de las especias y de los metales preciosos, gracias al
dominio que ya ejercían sobre la costa occidental africana. En este momento, Cristóbal Colón,
que había estado a las órdenes del rey de Portugal, ofreció a los Reyes Católicos el proyecto de
llegar a las Indias siguiendo una ruta hacia el oeste en lugar de bordeando todo el continente
africano. Para poner en práctica su proyecto, Colón partía de la idea de la esfericidad de la
Tierra, cuestión controvertida en la época. Finalmente, por las Capitulaciones de Santa Fe, los
Reyes Católicos acordaron con Colón el inicio de la expedición.

El 3 de agosto de 1492 Colón inició su viaje saliendo del puerto de Palos de la


Frontera en Huelva. La expedición de tres naves llegó a una pequeña isla de las Antillas
el 12 de octubre.

Durante mucho tiempo Colón siguió creyendo que había llegado a Asia por la ruta
occidental, pero en realidad se había encontrado con la existencia de un continente desconocido
en Europa: América.

La partición de las zonas de expansión y navegación entre Castilla y Portugal se acordó


por el Tratado de Tordesillas (1494). Un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde separó
las dos zonas de influencia: la occidental para Castilla y la oriental para Portugal. De esta
manera la costa africana y el actual Brasil quedaron en manos portuguesas, y el resto de
América en manos castellanas.
– LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA.

La Inquisición española o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución
fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. La
Inquisición española tiene precedentes en instituciones similares existentes en Europa desde el
siglo XII. La Inquisición española estaba bajo el control directo de la monarquía. Su abolición
fue aprobada en las Cortes de Cádiz en 1812 por mayoría absoluta, pero no se abolió
definitivamente hasta 1834, durante el reinado de Isabel II.
La Inquisición, como tribunal eclesiástico, sólo tenía competencia sobre cristianos
bautizados. Durante la mayor parte de su historia, sin embargo, al no existir libertad de culto ni
en España ni en sus territorios dependientes, su jurisdicción se extendió a la práctica totalidad de
los súbditos del rey de España.

– EL MODELO POLÍTICO DE LOS AUSTRIAS.

Los Habsburgo o Austrias continuaron y desarrollaron la organización política heredada de


los Reyes Católicos. Procuraron rodearse de letrados, funcionarios expertos en leyes que no
pertenecía a la alta nobleza. De esta manera, apartaron a la aristocracia del poder de la Corte,
permitiendo que el poder político quedara centralizado en las manos de los monarcas.

La alta nobleza siguió jugando un papel muy importante, detentaba los altos cargos del
ejército, de la marina y de la diplomacia, pero siempre subordinada a la corona.

Castilla se convirtió en el centro del Imperio. Esto ocurrió en mayor medida con Felipe II
que con su padre, Carlos V. En los demás reinos y posesiones se establecieron Virreyes (Aragón,
Indias, Italia) o Gobernadores (Países Bajos, Milán). Estos cargos fueron ejercidos por altos
nobles o miembros de la familia real.

El Rey estaba asesorado por los Consejos (sistema polisinodial). Estos podían ser
sectoriales (Hacienda…) o territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia…). Estaban formados
por letrados, nobles y alto clero y tenían un carácter meramente consultivo. El Rey tenía la
última palabra.

Carlos V y Felipe II despacharon los asuntos cotidianamente con consejeros de su


máxima confianza, los Secretarios, que hacían de intermediarios entre el rey y los Consejos.
Algunos, como Antonio Pérez con Felipe II, alcanzaron una gran influencia.

La administración territorial mantuvo la estructura heredada de los Reyes Católicos. Los


Corregidores, designados por la corona, tenían el control de las ciudades. Otros cargos de la
burocracia eran los Contadores y recaudadores de impuestos, y los Alguaciles que hacían
funciones de policía.

Las Chancillerías y las Audiencias se encargaron de la administración de justicia.

En 1561, Felipe II fijó la capital en Madrid. Diversos factores explican esta decisión: La
situación central de la ciudad en la península o las ventajas ambientales (agua, caza…). Esta
decisión provocó el rápido crecimiento de la Villa y Corte, a la vez que la decadencia de
ciudades como Valladolid o Toledo, que eran anteriormente frecuentemente la sede de la Corte.
– LA EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS.

España,1609 --Felipe III ordena la expulsión de los moriscos de sus reinos. La operación,
que se desarrolla hasta 1611, supone la partida forzosa de unos 275000 de los 300000 moriscos
que viven en España.

Tras sofocar la sublevación de las Alpujarras (1571), comienza a cobrar fuerza la idea de
que los moriscos pueden ayudar a una invasión turca. Esto pareció confirmarse con el
descubrimiento de una conspiración en Sevilla (1580), otra que involucraba al rey francés
Enrique IV (1602), y la petición de ayuda a Marruecos de los moriscos valencianos (1608).

Ante tal estado de cosas, y deseosa la monarquía de lograr por fin una sociedad española
cerrada y uniforme, se decreta su expulsión, que se efectúa con el acompañamiento de todas las
fuerzas armadas terrestres y marítimas. La medida comienza a aplicarse con los moriscos de
Valencia, donde se encuentra uno de los núcleos más importantes de España.

La economía se resiente, sobre todo en Valencia, que pierde la cuarta parte de su población.
La agricultura, especialmente la producción de trigo y caña de azúcar, disminuye. Los grandes
señores, perjudicados por la expulsión de un contingente importante de su mano de obra, se
contentan con la incorporación de las tierras confiscadas a los moriscos. La burguesía se arruina.
Los bancos quiebran en 1613, llevando a la ruina a todos aquellos que se dedican al comercio y
las finanzas. Incluso la Inquisición pasa dificultades al dejar de cobrar la gran cantidad de
censos que pagaban los moriscos.

– LA PAZ DE LOS PIRINEOS

El Tratado de los Pirineos (o Paz de los Pirineos) fue un tratado internacional suscrito por
Luis de Haro y Mazarino, representantes de los soberanos de las monarquías española (Felipe
IV) y francesa (LUIS XIV) en 1659, en la isla de los Faisanes, para poner fin a un conflicto de
10 años, durante la guerra de los Treinta Años.

En la frontera del norte, Francia recibió una serie de plazas fuertes en Flandes, Henao y
Luxemburgo, entre las que se encontraban Metz, Toul y Verdún. Los franceses devolvieron a
España las conquistas de Italia. En la frontera catalana del sur, se concertó la cesión a Francia
del Rosellón y la Cerdaña. La frontera con España se fijará desde entonces siguiendo los
Pirineos, salvo en lo que se refiere al diminuto enclave de Llivia y al valle de Arán

El tratado también preveía la boda entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria,
hija de Felipe IV de España, cuya dote se fijó en medio millón de escudos de oro, a cambio de
renunciar a sus derechos sucesorios al trono de España. Esta compensación no se pagó nunca,
sirviendo de excusa a Luis XIV para anular el tratado e iniciar nuevas hostilidades, siendo uno
de los factores que llevará a la Guerra de Sucesión Española en 1702.

En el tratado se incluyó un indulto general y la restitución de bienes a todos los perseguidos


durante los años de la sublevación catalana (1640-1659).

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