Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El movimiento se extendió por todo el reino. La nobleza no intervino al principio, pero la radicalización
del movimiento comunero al extenderse a los campesinos (movimientos antiseñoriales) hizo que
cambiase de actitud y apoyase al rey. En la batalla de Villalar (1521) los comuneros fueron derrotados y
sus líderes fueron ejecutados (Bravo, Padilla y Maldonado).
En 1520 se inició en Valencia y Mallorca un movimiento similar, las Germanías, que no tenía tanto
carácter político como las Comunidades, sino un fuerte carácter social: campesinos y trabajadores
urbanos se rebelaron contra la nobleza, pretendiendo radicales reformas sociales como el control de los
municipios por parte de los gremios y la abolición de la jurisdicción señorial. La sublevación fue
aplastada, al igual que en Castilla, por las tropas imperiales y la nobleza.
En ambos casos quedó sellada la alianza entre nobleza y monarquía en detrimento de la
burguesía. La monarquía, además, fortalecía su poder.
3.4. LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE FELIPE II. GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN. LOS
PROBLEMAS INTERNOS. GUERRAS Y SUBLEVACIÓN EN EUROPA
Felipe II ocupó el trono español tras la abdicación de su padre, recibiendo un gran legado territorial, por lo que se
requería de una administración bastante compleja basada en un sistema de gobierno polisinodial, es
decir, una serie de consejos especializados encargados de asesorar al monarca en materias determinadas
(temáticos como el de Inquisición, el de Hacienda, el de Órdenes,... y territoriales como el de Castilla,
Aragón, Flandes, Portugal, Indias…)
Por otro lado, el objetivo de su política exterior fue mantener la hegemonía y ortodoxia católica en
Europa, lo que le llevó a enfrentarse a diferentes potencias: continuó la guerra con Francia, a la que
derrotó en San Quintín y venció a los turcos frenando su expansión por el Mediterráneo; sin embargo
no pudo acabar con el conflicto desatado en los Países Bajos, quedando independizadas las Provincias
Unidas (no reconocido por España); del mismo modo sufrió una gran derrota al enfrentarse a
Inglaterra con la famosa Armada Invencible.
Pero sin duda su mayor éxito fue la incorporación de Portugal. A la muerte del rey Sebastián I, Felipe
II hizo valer sus derechos sucesorios y, tras una fácil invasión, las Cortes de Tomar reconocieron a
Felipe II como rey de Portugal. La unión se hizo respetando las leyes e instituciones portuguesas y se
creó el Consejo de Portugal, cuyos miembros serían portugueses y gestionarían los asuntos propios del
país. La anexión significó el control de un enorme imperio marítimo, ya que las posesiones portuguesas
en Asia, África y Brasil, pasaron al imperio de Felipe II, un imperio “en donde nunca se ponía el sol”
3.5. EXPLORACIÓN Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA. CONSECUENCIAS DE LOS
DESUBRIMIENTOS.
Con el reinado de Carlos I, durante la primera mitad del siglo XVI, se culmina el proyecto de Colón de
establecer una ruta por occidente hasta Asia. El proceso de conquista se llevaba a cabo mediante
capitulaciones entre la Corona y los conquistadores, en las que se acordaba el área de conquista y el botín.
La conquista se llevó a cabo en dos fases:
Primera etapa: tras la conquista de las Antillas, el objetivo era encontrar un paso entre el Océano Atlántico
y el Pacífico, empresa lograda por Núñez de Balboa, que atravesó el istmo de Panamá. Esto permitió
organizar una expedición, dirigida por Magallanes y después por Juan Sebastián Elcano, para dar la
primera vuelta al mundo.
Segunda etapa: exploración y colonización del continente. Entre las numerosas campañas destacaron las
conquistas de dos grandes imperios: el imperio azteca de México por Hernán Cortés y el imperio inca de
Perú por Francisco Pizarro y Almagro. A estas grandes empresas siguieron otras expediciones como las de
Orellana por el Amazonas y Valdivia conquistando Chile. En apenas diez años se había explorado casi toda
América, desde California hasta el río de la Plata.
3.6. LOS AUSTRIAS DEL SIGLO XVII. GOBIERNO DE VALIDOS. LA CRISIS DE 1640
Los “Austrias menores”, reinaron en España durante el siglo XVII; tuvieron en común el empleo de validos
en el gobierno, los cuales actuaban como un primer ministro con plenitud de poderes y gobernaban en
nombre del rey.
Felipe III: tuvo como valido personal al duque de Lerma, quien llevó a cabo una política exterior pacifista
motivada por la crisis económica. El principal conflicto interno durante su gobierno fue la expulsión de los
moriscos.
Felipe IV: tuvo como valido al conde-duque de Olivares, que intentó mantener la hegemonía europea
provocando la participación europea en la Guerra de los Treinta Años, que condujo a la crisis de 1640. Los
momentos de mayor tensión se produjeron con los proyectos de unificación jurídica e institucional y la
creación de la Unión de Armas, los cuales desencadenaron los levantamientos independentistas de Cataluña
y Portugal: en 1640 estalla una rebelión de campesinos en Barcelona, unidos a los segadores el día del
Corpus (Corpus de Sangre), asesinando al virrey. Los catalanes ofrecen el condado de Barcelona a Francia
por su ayuda, nombrando un virrey. En 1652 las tropas de Felipe IV ponen fin a la secesión. En 1640 se
inicia la rebelión en Portugal. Los nobles cansados de la política española, nombran rey al duque de
Braganza (Juan IV) apoyado por Francia e Inglaterra. España acabaría reconociendo su independencia en
1668.
Carlos II: tuvo varios validos como el jesuita Nithard y su hermanastro don Juan José de Austria que no
pudieron frenar la crisis política y económica. La sucesión del rey, que carecía de heredero directo, generó
una guerra civil e internacional (la guerra de Sucesión de 1700)
3.7. LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS Y LA PÉRDIDA DE LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA EN
EUROPA.
El siglo XVII supuso el fin de la hegemonía española en Europa.
La política exterior de Felipe III estuvo presidida por la pacificación: firma la paz con Inglaterra, la Tregua de
los Doce Años con los Países Bajos y paz con Francia al morir Enrique IV
Con Felipe IV estalló la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) entre los príncipes protestantes alemanes y el
emperador católico Fernando II. Esta cuestión religiosa acabó siendo un pretexto y el conflicto se extendió por
toda Europa, ya que lo que se jugaba era la hegemonía de los diferentes países y el control del orden
internacional. Con Felipe IV expiró la Tregua de los Doce Años, reanudándose la guerra en los Países Bajos, por
lo que España participó en la Guerra de los Treinta Años del lado del emperador. Francia, por su parte, participó
del lado protestante en favor de Suecia y Países Bajos. La sublevación de Cataluña y Portugal 1640, que mermó
las fuerzas españolas unido a las victorias de Francia, precipitaron el final del conflicto. La Guerra de los Treinta
Años finaliza en 1648 con la firma de la Paz de Westfalia por la que España reconoce la independencia de las
Provincias Unidas iniciándose la hegemonía francesa en Europa. España mantendría la guerra en solitario con
Francia hasta 1659, año en el que se firma la Paz de los Pirineos cediendo el Rosellón y la Cerdaña a Francia y
aceptaba el matrimonio de la hija de Felipe IV con el rey de Francia.
El fin de la hegemonía española se consumó bajo el reinado de Carlos II tras la pérdida del Franco Condado.
Al morir Carlos II (1700), los territorios europeos españoles se limitaban a Flandes, el Milanesado, Nápoles,
Sicilia y Cerdeña.