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0. TESIS
Obra que presenta los rasgos propios del Segundo Renacimiento. Literariedad, poeticidad.
1. INTRODUCCIÓN, CONTEXTUALIZACIÓN
Primer párrafo: Obra completa, escrita en verso (Fray Luis de León, 1527-1591). Oda.
TESIS
.Contexto histórico:
Siglo XVI: reinado de Felipe II (1556-1598).
.Definición de Renacimiento: siglo XIX (Jacob Burckhardt). Cultura italiana del
Quattrocento. Redescubrimiento de la Antigüedad clásica. Figuras fundamentales: Francesco
Petrarca (1304-1374) y Giovanni Boccaccio (1313-1375).
.Humanitas: dominio del latín, la Retórica, la erudición clásica…
.Influencia de Platón (junto a la de Aristóteles, que va cobrando más auge).
.Antropocentrismo.
.Orígenes y evolución del Renacimiento en España:
.Corona de Aragón. Escuela alegórico-dantesca.
.La complicación formal y lingüística dará paso al “español preclásico” Rafael Lapesa.
.Evolución a lo largo del XVI. En la segunda mitad del siglo, España cierra sus fronteras
las formas italianas se nacionalizan y se añaden nuevos temas (patrióticos y religiosos).
La “literatura espiritual”:
a) la vía purgativa.
b) la vía iluminativa.
c) la vía unitiva.
a) La “Escuela salmantina” (a la que pertenece el texto analizado, por las razones que
apuntaremos a lo largo del presente comentario).
b) La “Escuela sevillana” (encabezada por Fernando de Herrera, y con autores como
Baltasar del Alcázar, Cristóbal Mosquera de Figueroa y Luis Barahona de Soto).
En verso:
-Obras de creación propia. “Oda a la vida retirada”, “Profecía del Tajo”.
-Traducciones profanas (Horacio, Virgilio).
-Traducción de textos sagrados: Salmos, Libro de Job, Cantar de los Cantares.
Primera estrofa:
.Atmósfera llena de paz (luz, 2), símbolo de la divinidad o de un estado de iluminación
por parte del poeta.
.El vocativo Salinas (3) que parece devolver a la tierra al lector. Francisco de Salinas
(¿1514?-1590), a quien Fray Luis dedica esta oda, fue organista de la catedral de Salamanca y
compañero del agustino en la universidad de dicha ciudad.
.Música. La relación entre esta y el alma (ya presente en los pitagóricos y platónicos)
vertebra el poema.
. Dispositio: paralelismo entre la mano de Salinas (“por vuestra sabia mano gobernada”,
5) y la del “gran Maestro” (21) que toca la cítara más adelante.
La estrofa inicial transmite, pues, la emoción de quien cree asistir a una recreación del
origen del mundo a través de la música.
Para los pitagóricos, el alma era armonía (Platón adopta también este pensamiento). El
alma, “que en olvido está sumida” (7), se encuentra presa en el cuerpo.
El alma, a través de la música, recupera la “memoria perdida” (9). Los pitagóricos, del
mismo modo, creían en el valor de la música para purgar el espíritu, igual que se usa la medicina
para purgar el cuerpo. También Cicerón, en su Somnium Scipionis, asegura que el alma recobra
la memoria de la divinidad por dos medios: por la contemplación del saber y por la música.
. Olvido (7); es por el son de la música por lo que el alma vuelve a situarse, desnuda de
su cuerpo, en el mundo celestial (“su origen”, 10) al que legítimamente pertenece.
Cuarta estrofa: el alma llega a “la más alta esfera” (17), “que es la fuente y la primera”
(20). Los versos hacen referencia a la teoría pitagórica de las esferas celestes (llamadas también
“ruedas” o “círculos”). Estas esferas, al moverse, emitían una concordancia musical, esa música
no perecedera (19-20) a la que se refiere el autor.
Estrofa quinta, (falta en algunas versiones): describe la contemplación de Dios (“el gran
Maestro”, 21), origen de la armonía. El movimiento ascendente continúa aún. Dios es el músico,
y el mundo, la “inmensa cítara” (22) que suena en sus manos. Esta imagen, dentro del
cristianismo, la emplea también San Agustín, el cual considera la armonía del universo como el
gran canto de un inefable músico.
En esta misma estrofa pide a sus amigos (43) que gocen de esos bienes, y les advierte
de “que todo lo visible es triste lloro” (45). Aquí Fray Luis se hace eco de una larga tradición
cristiana según la cual los sentidos (en este caso, la vista) son fuente de pecado. Disputa del alma
y el cuerpo (siglo XII), los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo (s. XIII), el Libro de
Buen Amor del Arcipreste de Hita (siglo XIV), etc. Además, el lector asocia este verso 45 con la
ceguera de Salinas, quien privado de la vista es capaz de alcanzar un conocimiento más alto,
renovándose así la vieja idea, con orígenes en la Antigüedad clásica (recuérdese a Tiresias en la
mitología griega, a quien Zeus concedió el don de la clarividencia después de haber sido cegado
por Hera), de que la ceguera física está asociada con la videncia interna y con dones especiales.
Última estrofa Salinas (47) y ensalzando su habilidad como músico; por su música los
sentidos despiertan “al bien divino” (48), desatendiendo todo aquello que pudiera estorbarlos
de lo que realmente importa (“lo demás”, 50). Como comprobamos, se cierra así la estructura
circular.
4. ANÁLISIS ESTILÍSTICO
Naturalidad y selección.
7a 11B 7a 7b 11B (el más habitual, el de la lira garcilasiana). La estrofa había sido
empleada en nuestras letras, una sola vez, por Garcilaso en su citada “Oda a la flor de Gnido” (el
toledano la tomó, a su vez, de Bernardo Tasso), y se trata de una forma que presenta una
estructura breve, limitada. Para una poesía de contención y refreno como la de Fray Luis,
supone el molde estrófico ideal.
.La sonoridad es un elemento muy presente en el poema (ritmo que imprime la lira ).
. Aliteraciones, entre ellas la de [s] en la primera estrofa (“El aire se serena / y
viste de hermosura y luz no usada, / Salinas”, 1-3). La repetición de dicho sonido
contribuye a crear una atmósfera tranquila, serena, como la que Salinas consigue con su
música.
.Anáfora combinada con las exclamaciones e interjecciones (“¡Oh!”, 36, 37, 46) supone
un medio para intentar plasmar la sensación inefable del contacto con la divinidad.
4.2. Nivel morfosintáctico
.Metáforas (“gran Maestro”, 21; “inmensa cítara”, 22; “mar de dulzura”; 32) que hacen
referencia a lo divino o intentan plasmar en palabras la experiencia inefable.
.Cultismos semánticos: extremada (4) con el significado de ‘perfecta en todos sus
extremos o aspectos’
Consonante en su sentido etimológico (‘correspondiente, relacionado’), en el verso 28.
5. CONCLUSIÓN
La obra de Fray Luis se publicó por primera vez en 1631, de la mano de Francisco de
Quevedo, aunque no era desconocida antes. Ya había despertado –y seguiría haciéndolo− la
admiración de muchos de los autores más relevantes del Siglo de Oro: Cervantes lo cita en el
“Canto a Calíope” de La Galatea, y Lope de Vega en su Laurel de Apolo. En Quevedo, por su
parte, es notable la influencia de los Salmos en el Heráclito cristiano.
Los poetas ilustrados del XVIII apreciaron sus versos (de hecho, Leandro Fernández de
Moratín leyó asiduamente a Fray Luis), y en el siglo XIX su figura interesó no solo como poeta,
sino como símbolo de la inocencia perseguida.
También la Generación del 98 leyó con atención al maestro de Salamanca. Unamuno,
por ejemplo, compuso el poema “Salamanca” referido a la estatua del agustino; Azorín dedicó
dos ensayos a Fray Luis; Antonio Machado lo leyó con particular admiración (“Antología de fray
Luis de León para uso particular de un poeta”, en Los complementarios). En la Generación del
27, la huella de Fray Luis es más dilatada y menos ostentosa que la de Góngora. Jorge Guillén,
por ejemplo, muestra predilección por ciertos temas (naturaleza, música) y emplea
determinados recursos retóricos (exclamaciones e interrogaciones) que lo aproximan a la obra
del agustino.
Podemos terminar afirmando, por tanto, que Fray Luis de León supo conjugar la
herencia clásica, la influencia italiana, la esencia castellana y el contenido religioso, elevándose,
así, como una de las máximas figuras del Segundo Renacimiento español, y convirtiéndose,
desde ese momento, en uno de los autores que ha tenido en nuestras letras mayor y más
sostenida trascendencia a lo largo del tiempo.