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Cáceres Hobsteter, Patricio Agustín

LA PRESENCIA DE ADOLESCENTES EN EL NIVEL


SECUNDARIO DE LA EDUACION PERMAMENTE DE JOVENES
Y ADULTOS.
(EPJA): problemáticas y desafíos

En las últimas décadas, el incremento de la matrícula en el nivel secundario de


la Educación Permanente de Jóvenes y Adultos (EPJA) incorporó estudiantes
adolescentes. Esta tendencia plantea desafíos al campo dado que sus ofertas
educativas fueron diseñadas, inicialmente, para estudiantes adultos.
La presencia de adolescentes en el nivel secundario de la EPJA requiere
revisar las significaciones que históricamente caracterizaron a esta modalidad
educativa para ampliar el reconocimiento de la diversidad de experiencias y
trayectorias que allí convergen.
Según datos del Relevamiento Anual 2015 (Red Federal-DINEE), el 82% de los
estudiantes del nivel secundario de la EPJA tiene menos de 30 años.
[1] Esta tendencia se explica por múltiples razones, entre las que se destacan
las dificultades para completar la educación secundaria en las modalidades
comunes, la extensión de la escolaridad obligatoria y las políticas de
transferencia condicionada de ingresos.
[2] En este contexto, las oficinas o características de la EPJA toman nuevas
dimensiones y ya no se circunscriben a la población adulta.
[3] Esta situación plantea desafíos al campo de la EPJA dado que, según
Paoletta (Doctor de la Universidad de Buenos Aires, área Antropología
Licenciado en Ciencias Antropológicas, orientación Sociocultural, 2013), sus
ofertas educativas fueron diseñadas, inicialmente, para estudiantes adultos.
[4] Los modos en que se significa a los adolescentes y jóvenes en las
instituciones de la EPJA pueden vincularse a “los debates/demandas en torno a
lo ‘específico’ de la EPJA y de los CENS, aun cuando suelan enunciarse a
partir de la falta/carencia” (Paoletta, 2013).
Por esto, la presencia de estos estudiantes es vista como un elemento que
acerca los CENS a las modalidades de educación secundaria común (Paoletta,
2013), y las representaciones prejuiciosas en torno a ellos tenderían a reforzar
la búsqueda de diferenciación de la EPJA.
Montesinos (CEO Centros de Desarrollo Cognitivo RED CENIT.), Sinisi
(directora del Departamento de Ciencias Antropológicas, FFyL, UBA) y Schoo
(Profesora tutora en la carrera de Letras de la Universidad del Salvador) (2010)

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señalan que los cambios en la población destinataria del nivel secundario de la


EPJA son amplios y complejos, e incorporan a “sujetos diferentes a los
pensados por las políticas del campo.”
[5] Sumado a esto, se registra una creciente demanda de jóvenes que buscan
estas modalidades para completar sus estudios secundarios luego de
experiencias de fracaso y exclusión educativa. (de la Fare: Coordinadora de la
Carrera de Especialización Campo Social: Prácticas/Saberes y en el nivel de
grado, como Coordinadora de Prácticas en la Carrera de Trabajo Social
(UNICRUZ/Brasil), 2013).
Algunos docentes y directivos reconocen la presencia de población joven en las
instituciones EPJA, aunque consideran prioritaria la atención de los estudiantes
adultos. Otros movilizan referencias prejuiciosas sobre los jóvenes aludiendo a
los impactos de su presencia en las dinámicas. Sin embargo, en las ofertas
educativas de esta modalidad conviven estudiantes de diversas edades y
trayectorias que comparten “los mismos niveles aspiracionales (...) y también
limitaciones comunes para poder sostener la elección de la escolaridad”.
(Paoletta, 2014).

La diversidad de edades y experiencias de los estudiantes de la EPJA


complejiza las relaciones pedagógicas e institucionales. Algunos docentes
promueven el diálogo de saberes considerando esta heterogeneidad, mientras
que otros no desarrollan acciones que den cuenta de ello (de la Fare, 2013). En
relación con la convivencia entre estudiantes, se observan dinámicas de
sociabilidad y apoyo, pero también procesos de distinción por edad que derivan
en prejuicios y conflictos (Paoletta, 2014).

Es necesario ampliar el reconocimiento de la diversidad de experiencias y


trayectorias que convergen en la EPJA para promover propuestas educativas
inclusivas que den cuenta de las particularidades de todos sus estudiantes.
Revisar las significaciones que históricamente caracterizaron esta modalidad
permitirá avanzar en la construcción de un campo educativo que reconozca a
adolescentes, jóvenes y adultos como sujetos de derecho.
Hay extensas razones por las cuales existe la necesidad de trabajar y esto
dificulta a los jóvenes en sus estudios y los lleva a inscribirse en programas, los
que se presentan a continuación causan una especie de “sobrepoblación” en
dichas propuestas:
Muchos jóvenes provienen de hogares de bajos recursos económicos y deben
trabajar para ayudar en los gastos familiares o mantenerse ellos mismos. Esto
les quita tiempo que deberían dedicar al estudio.
Los empleos que consiguen son en su mayoría de medio tiempo o temporales,
con horarios que no se ajustan al cronograma escolar normal.
Trabajar demanda mucha energía física y mental, dejándolos con poco tiempo
y ánimo para estudiar una vez finalizada la jornada laboral.

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La necesidad de aportar ingresos al hogar hace que prioricen el trabajo sobre


la escuela, retrasando o abandonando los estudios regulares.
Los trabajos informales no suelen respetar las licencias por estudio,
obligándolos a dejar de asistir a clases por temporadas.
La EPJA ofrece horarios nocturnos, fines de semana y modalidades virtuales,
lo que permite compaginar mejor el estudio con el trabajo.
Estos programas son gratuitos, accesibles y flexibles, lo que atrae a los jóvenes
trabajadores con dificultades para estudiar en la modalidad regular.
Las posibles soluciones encontradas para las problemáticas empiezan por
ampliar la disponibilidad de becas estudiantiles para jóvenes de bajos recursos,
que les permitan solventar sus estudios sin tener que trabajar.
Fomentar la educación técnica, terciaria y universitaria a distancia o con
horarios flexibles compatibles con el trabajo.
Crear más escuelas secundarias con doble jornada (mañana y tarde/noche)
para que los jóvenes puedan estudiar después del trabajo.
Promover prácticas laborales para estudiantes que sean acotadas en horario y
no afecten su desempeño académico.
Aumentar el apoyo y la orientación vocacional en las escuelas para motivar a
los jóvenes a seguir estudiando.
Desarrollar programas de tutorías, mentorías y seguimiento para jóvenes en
riesgo de abandono escolar.
Fortalecer los programas de reinserción educativa como el EPJA con más
recursos, sedes, docentes capacitados y métodos educativos dinámicos.
Realizar campañas de concientización para que las familias y los jóvenes
valoren la importancia de culminar los estudios.
Mejorar el transporte público y la seguridad en zonas vulnerables para facilitar
la asistencia a clases.
La creciente presencia de adolescentes y jóvenes en el nivel secundario de la
EPJA plantea la necesidad de promover una revisión profunda de las
concepciones e imaginarios que han orientado el desarrollo de esta modalidad.
Es imprescindible ampliar el reconocimiento de la heterogeneidad de edades,
experiencias y trayectorias que allí convergen para construir un campo
educativo inclusivo que brinde oportunidades de aprendizaje significativas para
estudiantes adolescentes, jóvenes y adultos. Solo de este modo será posible
avanzar hacia una educación permanente que garantice el derecho a la
educación de todos sus destinatarios.

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Bibliografía
• https://www.argentina.gob.ar/

• https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/els/article/view/2211/2208

• https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=eventos&d=Jev5556

• http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/105091

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