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Cuando pensamos en el alto ausentismo y desvinculación, pensamos que la

responsabilidad es en mayor medida de la familia. Todos los años, se generan


espacios para hacer un diagnóstico participativo del grupo, y de cada alumno,
pero muchas veces no se toman en cuenta. Porque se sigue enseñando de la
misma forma, sin tomar en cuenta las características de cada alumno. Siempre
es copiar del pizarrón y realizar actividades en las fotocopias, no hay nada
significativo para el alumno, es lo mismo para todos. Y así llamamos a la familia
para decirle que su hijo no escribe, se dispersa, se porta mal en el aula. No
tomamos en cuenta el diagnostico o fallamos al hacer la Planificación
Estratégica. Como escuela será que solo convocamos a las familias o vamos a
sus casas para contar todo lo negativo de su hijo; será que no estamos
ofreciendo algo interesante para que el alumno quiera venir. Es nuestro trabajo
reunirnos, hablar del alumno y pensarlo como sujeto único.

Como EOE tenemos que hacer articulaciones en los procesos de enseñanza y


de aprendizaje, trabajar con los docentes, estudiantes y familias, de acuerdos
con los niveles de enseñanza y otras modalidades para fortalecer la
obligatoriedad de la Escuela y las Trayectorias Educativas. Para esto, tenemos
que vincularnos con él, conocerlo, comprenderlo, pensar y repensar entre
todos qué es lo mejor para cada uno de ellos, sabiendo que no es una receta,
sino una construcción colectiva, con aciertos, desaciertos, y búsqueda de
nuevas estrategias que hacen de la labor un constante movimiento, con el fin
deseado de colaborar, paso a paso en el progreso de los alumnos

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