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¿Es necesario realizar una reforma de la Constitución?

¿Estamos ante el mejor escenario


posible para poner en marcha una reforma constitucional?

El siguiente artículo ha sido escrito por Alfonso Fernández-Miranda Campoamor,


catedrático de Derecho Constitucional. En un principio, el autor comienza el texto
manifestando su opinión y pensamiento respecto a la Constitución de 1978, que es la
más longeva de nuestra historia. Es términos generales, la Constitución ha sido
considerada como un innegable modelo de éxito durante un largo periodo de tiempo, ya
que bajo ella España supo edificar una convivencia en paz y libertad, lo que garantizó
que viviera “los mejores cuarenta años de historia contemporánea”. No obstante, tanto
la realidad como el mundo son cosas cambiantes, generando, indirectamente, un cierto
desgaste y una necesidad de actualizar ciertas cuestiones que, tras 40 años, pueden
haberse quedado obsoletas. Por ello, ha surgido un cuantioso número de personas que
abogan por la reforma constitucional. Pero, aunque parece sencillo decirlo, llevarlo a la
práctica es una tarea más compleja, pues entre las propuestas puede darse un supuesto
de colisión. Aun así, nuestro autor determina que las tan ansiadas reformas podrían
haberse llevado perfectamente a cabo en el pasado, siempre y cuando los partidos
políticos hubieran puesto un poco de la generosidad que tanto les caracterizaba en aquel
momento. De esta manera, Fernández-Miranda destaca, posteriormente, los aspectos
que estaban expuesto al compromiso y, entre ellos, pone sobre relieve un tema de no
escasa importancia, la organización territorial del Estado. En este sentido y como él
mismo señaló, "cuando se toca el melón del Título VIII, de la organización territorial
del estado, se abren temores...”. Desde su punto de vista, se hubieran podido abordar
múltiples cuestiones acerca de este asunto, como por ejemplo una reordenación del
reparto de competencias más equitativa. No obstante, la existencia de determinadas
dificultades impidieron a los partidos políticos ejecutar las numerosas cuestiones que se
hubieran podido tratar. Dentro de estas dificultades, nuestro autor destaca dos. Por un
lado, la ambición ciega compuesta por la conquista y la conservación del poder y, por
otro lado, la certeza de que una reforma del modelo territorial supondría dar inicio a una
situación problemática. Por estas razones, el catedrático Fernández-Miranda muestra su
poca esperanza de que, actualmente, esas reformas tan ansiadas no sean posibles, pues,
para que se diera esta situación, sería esencial que convergieran las circunstancias
determinadas que, a grandes rasgos se podrían resumir en dos puntos: “la identificación
y el procedimiento del soberano”.
Así pues, en este artículo el autor expone las diversas cuestiones que podrían haber sido
objeto de compromiso y, entre ellas, destaca el tema de la organización territorial del
Estado, clasificándolo como uno de los problemas de mayor significación y, además,
señala la imposibilidad de efectuar dichas reformas. Esta justificación descansa sobre
una serie de argumentos, como lo son la ausencia de la identificación con el soberano o
la aspiración independentistas de los partidos nacionalistas. Para terminar, concluye
diciendo que los derechos y las libertades fundamentales limitan, en el ámbito jurídico,
al poder democrático.

Desde mi punto de vista, considero que el contenido de la constitución española


permite, a día de hoy, la persistencia de una sociedad que puede gozar de un ambiente
pacífico y tranquilo. Hace no mucho tiempo, leí en un periódico como un catedrático de
Derecho Constitucional de la Universidad Rey Juan Carlos afirmaba que la Constitución
no había envejecido, simplemente se había encanecido. Esta frase me resultó bastante
interesante y, en su mayoría, estoy de acuerdo con lo que expresa. Es evidente que el
texto constitucional se ha ido adaptando e integrando a las distintas realidades que ha
sufrido el pueblo español en los últimos 40 años. Sin embargo, una cosa no quita a la
otra. Si por una parte estoy de acuerdo en que la Constitución se erige como uno de los
más grandes éxitos de la sociedad española, por otra parte, creo que hay determinados
asuntos o temas que deberían ser objeto de revisión.

Vivimos en un mundo con una realidad que está sujeta a continuos cambios y, por ello,
adaptar el texto constitucional a los nuevos tiempos establece, a mi juicio, un modo de
proteger la Constitución. No obstante, el hecho de iniciar una reforma conlleva un
proceso de racionalización y exige la necesidad llegar a un consenso, algo que no parece
sencillo de conseguir. En particular, numerosas voces coinciden en que el ámbito que
mas urge reformar es el territorial, donde se encuentra el problema al que se refería
Alfonso Fernández-Miranda Campoamor, el cierre del modelo territorial. En este asunto
convergen distintas ideas, pues unos buscan recobrar más competencias estatales,
mientras que otros se inclinan más hacia la descentralización. Así pues, creo firmemente
que la clase política debería de abandonar el temor que les infunden las reformas y
focalizar el estudio en aquellas cuestiones que harían mejorar la Constitución para que
continúe sosteniéndose como el conjunto de principios y derechos fundamentales que
rigen a la sociedad española durante muchos más años.

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