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FIBROMIALGIA O SÍNDROME FIBROMIÁLGICO

Aunque las estadísticas de la OMS (Organización Mundial de la Salud) señalan que cerca de un 3-6%
de la población mundial sufre de fibromialgia (FM), es casi seguro que el porcentaje sea mucho más
elevado, pues esta condición no siempre es bien diagnosticada y en muchos pacientes se diagnostican
artritis o problemas emocionales erróneamente. Además, algunos organismos de salud pública en
ciertos países no aceptan esta enfermedad como incapacitante y muchos médicos ni siquiera aceptan
que la enfermedad existe. No obstante, en USA se calcula que existen entre 10 y 15 millones de
personas afectadas, 30% de ellas incapaces de mantener el trabajo y 15% recibe incapacidad. La gran
mayoría son mujeres entre 30 y 60 años, sin embargo, la condición también se presenta en hombres y
se está describiendo inclusive en niños. Según otros, una de cada 6 mujeres sufre FM lo que,
obviamente, aumentaría en forma drástica su frecuencia. El diagnóstico puede establecerse con cierta
facilidad, siempre y cuando el médico conozca la enfermedad y sepa lo que tiene que investigar.

Definición
La FM es un síndrome definido como una condición crónica y compleja que se caracteriza por dolor
generalizado, rigidez y agotamiento intenso. En general hay varios tipos de FM: en la primaria o tipo I
no hay otra enfermedad concomitante; en la secundaria hay otras enfermedades concomitantes que
pueden ser reumáticas o no. Es decir, un paciente puede tener cualquier enfermedad, y también tener
FM, no porque las primeras la produzcan sino porque el paciente responde a otras condiciones con
síntomas explicables o achacables a la FM, usualmente debido a la ansiedad o depresión que
acompañan a la patología primaria. No obstante, en la mayoría de casos no parece existir otra causa,
sino la forma de ser del paciente. Aunque es una condición muy limitante en la calidad de vida, no es
una enfermedad mortal. A veces la información que obtiene el paciente es atemorizante, señalándose
que es incurable o que no existen medicamentos adecuados, lo cual deprime al enfermo y lo sume en la
desesperanza. Sin embargo, tal vez lo peor para el paciente es haber pasado por numerosos médicos sin
tener un diagnóstico definitivo, lo que muchas veces lo hace pensar en que tienen un cáncer oculto.
Como la FM produce distintos síntomas diferentes al dolor y al cansancio, no es infrecuente que estos
pacientes hayan visitado internistas, neurólogos, odontólogos, otorrinolaringólogos, cardiólogos,
gastroenterólogos, urólogos, traumatólogos etc. Por ello es conveniente que el público tenga acceso a
información adecuada y se familiarice con algunos síntomas. El conocer la enfermedad y sus síntomas
puede ser de gran ayuda para comprender el problema que lo aqueja.

El dolor se siente especialmente a nivel de músculos, tendones y ligamentos de todo el cuerpo. A


menudo se percibe como “ardor”, y suele ser impredecible en cuanto al tipo de molestia o al momento
de aparecer. El dolor puede variar en severidad de un día a otro, afectando diferentes partes del cuerpo,
y puede variar con los cambios climáticos. Empeora con el frío, el aire acondicionado y la humedad.
Es típico de las personas que predicen la lluvia, basándose en su dolor. Puede ser muy intenso e
incapacitante, o manifestarse como ligeras molestias pero, por lo regular, mejora al iniciarse las
actividades. A menudo, las personas señalan que despiertan como "si les hubieran dado una paliza" o
"les hubiera pasado un camión por encima". Pero cuando “calienta el cuerpo” las molestias suelen
disminuir.

La fatiga también puede variar entre un cansancio ligero hasta el agotamiento total, pudiendo,
inclusive, dar lugar al diagnóstico del “síndrome de fatiga crónica”.

En la FM son comunes los trastornos del sueño. El paciente puede despertar y sentirse cansado a pesar
de haber dormido o sentir que apenas ha dormido, reflejando un sueño poco reparador. En general hay
dificultades para conciliar el sueño y el mismo puede ser superficial, lo que hace que la persona se
despierte varias veces en la noche. A menudo, también hay problemas de reconciliación del sueño; es
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decir, el paciente despierta en horas de la madrugada y se le dificulta volver a dormir. En otras
oportunidades la persona duerme, inclusive en exceso, pero siente que no ha descansado. En resumen,
el paciente con FM sufre insomnio (no duerme) o disomnio (duerme mal).

Otros Síntomas Habituales


No todos los pacientes sufren los mismos síntomas ni todo paciente presenta todos los síntomas. Sin
embargo, la mayoría de ellos experimenta varios o todos los síntomas que anteriormente se
mencionaron y muchos de los que a continuación se describen:

Rigidez: La rigidez del cuerpo es habitual. Puede experimentarse temprano al despertarse o después de
estar un tiempo prolongado sin moverse. Algunos pacientes sienten temor de acostarse pues pueden
sentirse peor después de hacerlo. La rigidez, al igual que el dolor, también va mejorando
paulatinamente durante el día, a medida que se van haciendo actividades.

Cefalea: El dolor de cabeza o de la cara es también frecuente, a menudo en relación con dolor en el
cuello o en los hombros. el dolor occipital es muy frecuente. La jaqueca también puede ser frecuente y
estar estrechamente ligada al dolor de partes blandas vecinas a la articulación temporo-mandibular, y
se puede reflejar tanto en la cara como en la mandíbula, en el oído o como un dolor dental mal
definido. Se debe a que los pacientes con FM duermen tensos, apretando las mandíbulas y, a menudo,
rechinando los dientes. No es infrecuente que a algunos pacientes se les haya indicado férulas para
evitar el desgaste dentario.

Malestar abdominal: Muchas personas con FM tienen trastornos digestivos, manifestados como dolor
abdominal, meteorismo (gases), estreñimiento o diarrea. A estos síntomas, en conjunto, se les suele
conocer como “síndrome de colon irritable”. También son frecuentes las menstruaciones dolorosas.

Vejiga irritable: Es posible que algunos pacientes experimenten un aumento en la frecuencia de las
micciones o mayor urgencia para hacerlo, sin que haya una causa orgánica que lo explique, como
pudiera ocurrir cuando hay prolapsos o infección urinaria. Esto suele ocurrir más frecuentemente
durante la noche, y pudiera estar en relación con el “mal dormir” pues por lo general las personas
despiertan y deciden ir al baño por no tener otra cosa que hacer, aunque a menudo señalan que son las
ganas de orinar las que los despiertan.

Parestesias: A veces, los pacientes además de exhibir entumecimiento, refieren hormigueo en las
extremidades y calambres.

Dolor en el pecho: Se suele presentar en el sitio donde las costillas se unen al esternón, a lo cual se le
denomina “condrocostalgia”. Debido a que este síntoma es común en las enfermedades cardíacas
isquémicas, el paciente suele asociarlo con problemas cardíacos. Por lo tanto, puede ser conveniente la
evaluación cardiovascular, lo que es, además, tranquilizador para el paciente. A muchos pacientes se
les ha diagnosticado “neuritis intercostal”, previamente.

Trastornos cognitivos: Los pacientes pueden quejarse de pérdida de la memoria reciente, dificultad
para concentrarse, confusión al hablar y cierta torpeza manual.

Personalidad: Aunque no es la regla, muchos pacientes con FM son muy exigentes consigo mismo y
con los demás. Con frecuencia, son calificados por otros como perfeccionistas, aún cuando no lo
reconozcan. Suelen mostrar tendencia a magnificar los problemas propios y los de los demás, y muchas
veces toman como propios los problemas y las preocupaciones de otros. Pueden exhibir cambios en el
humor, siendo a veces intolerantes o agresivos con las personas que le rodean y otras veces mostrando
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rasgos depresivos. Estos últimos se caracterizan por falta de interés en actividades recreacionales y
laborales, pérdida o aumento del apetito, disminución de la líbido, disminución de la autoestima e
insomnio. El paciente fibromiálgico puede ser exitoso en la vida profesional, pero no siempre sus
relaciones sociales son las mejores.

Sensibilidad al medio ambiente: Como se mencionó anteriormente, las personas afectadas por FM
son muy sensibles a los cambios del clima. Sin embargo, también parecen serlo a la luz, a los ruidos y
al conglomerado. A menudo se quejan de molestias similares a la alergia, y de resequedad en los ojos,
en la boca y en la piel.

Diagnóstico
No existen exámenes de laboratorio ni radiológicos que confirmen el diagnóstico de FM. En general,
los exámenes suelen ser normales, lo que puede confundir al paciente e incluso a los médicos tratantes.
Sin embargo, antes de establecer este diagnóstico es necesario investigar y descartar otras
enfermedades que puedan tener síntomas similares, como por ejemplo artritis reumatoide, osteoartritis,
enfermedad tiroidea y otras. No obstante, existen criterios clínicos que ayudan a establecer el
diagnóstico. Así, el Colegio Americano de Reumatología ha establecido que el paciente debe presentar
dolores generalizados, en los cuatro cuadrantes del cuerpo, durante un período no menor de tres meses,
y también debe tener 11 de 18 posibles puntos sensibles cuando el médico le examina el cuello, la
espalda, los hombros, el tórax, los codos, los muslos y las rodillas, aunque el paciente muchas veces
ignora que tales puntos sensibles existan. A estos puntos se les denomina “puntos miofasciales”. Estos
criterios son simplemente orientadores, pues es posible que el paciente con FM tenga menos puntos
dolorosos, o aún no haya cumplido tres meses con los síntomas.

Etiología
La primera sospecha de que la FM podría tener un fundamento biológico se derivó de las
observaciones de Harvey Moldofsky y Hugh Smythe en la Universidad de Toronto, quienes en 1975
describieron los trastornos del sueño en estos pacientes.
Aunque definitivamente el estrés emocional es un factor contributorio fundamental y que se ha
considerado que esta condición está estrechamente relacionada con alteraciones emocionales, la FM
parece ser debida a una disfunción en ciertas sustancias neurotransmisoras. Un neurotransmisor es una
sustancia que el cerebro utiliza para comunicarse con otras áreas del cerebro y con el resto del cuerpo.
Una de ellas es la sustancia P, la cual es utilizada en la percepción del dolor. Se ha demostrado que los
sujetos con FM tienen tres veces más sustancia P en la médula espinal que las personas que no sufren
de esta enfermedad, haciendo que las sensaciones dolorosas se amplifiquen a medida que viajan a lo
largo de la médula espinal hasta el cerebro. Esto los hace más sensibles a los estímulos dolorosos, ya
que este neurotransmisor inicia y propaga la transmisión de la señal dolorosa, por lo que se dice que
estos pacientes tienen un bajo umbral al dolor.
A pesar de ello, los pacientes no lucen enfermos, por lo que, habitualmente, quienes les rodean y los
médicos a quienes recurren suelen interpretar sus problemas como “psicológicos” o a que magnifican
los problemas.
Otra sustancia que parece estar involucrada es la serotonina, cuyos niveles se encuentran disminuídos
en el enfermo con FM Este neurotransmisor está envuelto en la regulación de la sustancia P
apaciguando la señal dolorosa y, a su vez, también ayuda a conciliar el sueño, por lo que su
disminución favorece la percepción dolorosa y el insomnio. La serotonina guarda estrecha relación con
la sensación de bienestar y suele encontrase disminuida durante los episodios depresivos o, al menos,
está afectada su recaptación. Por ello están bien indicados los antidepresivos, aunque el paciente se
niegue a reconocer o no perciba que sufre de depresión. Sin embargo, también se ha pensado que
pudieran existir anormalidades musculares, inmunológicas y hormonales, aunque la mayoría de
estudios han demostrado pocos resultados convincentes para su sustentación.
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Tratamiento:
Debido a que los síntomas articulares generalmente son tomados como “artritis”, probablemente el
médico especialista mejor indicado para evaluar al paciente con FM es el médico reumatólogo. No
obstante, no hay un tratamiento específico, pues la respuesta al tratamiento varía de paciente a
paciente. Muchas veces es necesario intentar varias modalidades antes de establecer el más
satisfactorio y, a menudo, es necesario recurrir a la ayuda de otros profesionales médicos además del
reumatólogo, como son el psicólogo, el psiquiatra o el fisiatra. Tal vez lo más importante es que el
paciente reconozca su situación y los síntomas que la acompañan.

Debe tomarse en cuenta que la FM está estrechamente relacionada con el estrés, particularmente
laboral y familiar. Algunos pacientes se sienten presionados para mejorar el rendimiento y ello
ocasiona agotamiento, tanto física como mentalmente, pues aquellos que laboran llevan el trabajo a su
casa o al supuesto sitio de descanso. Es muy frecuente que muchos de ellos pasen largos períodos sin
disfrutar vacaciones, por lo que es recomendable hacerlo o guardar reposo olvidándose de las
preocupaciones derivadas del medio laboral o, simplemente, buscar una nueva actividad menos
exigente y estresante. No hay que olvidar que la persona fibromiálgica suele ser exigente y
perfeccionista, y que a menudo no delega obligaciones, pues conciente o inconcientemente piensa que
nadie hace las cosas tan bien como ella misma. Así que la FM pareciera estar estrechamente ligada a la
forma de ser de la persona. En muchos casos el paciente puede mejorar si cambia también algunos
hábitos, como son el leer en la cama, ver televisión hasta tarde o revisar algún trabajo en la cama. A
menudo es útil cambiar de ambiente, modificar la disposición de los muebles de la casa o simplemente
tomarse unas vacaciones.

Medicamentos: Para aliviar el dolor es necesario utilizar analgésicos y anti-infamatorios,


preferiblemente no esteroideos, a pesar de que la FM no se considere una condición inflamatoria. Si
hay alergia o intolerancia a AINEs deberá intentarse esteroides, en especial en la fase aguda. También
es recomendable el uso de medicamentos que logren recuperar o mejorar la calidad del sueño y
disminuir la ansiedad. El uso de antidepresivos a bajas dosis ha demostrado ser particularmente útil,
pues permite elevar los niveles de serotonina y su recaptación, una sustancia que existe normalmente
en el cerebro y que, como ya se señaló, ayuda a controlar el dolor y el sueño.

Terapia física: Dentro de las modalidades más recomendables se encuentran los masajes, el frío, el
calor, los ejercicios posturales y de movimiento, la electroestimulación y los tratamientos
quiroprácticos. Los ejercicios suaves suelen ser suficientes, y se recomiendan los de flexibilidad y de
bajo impacto, por ejemplo caminar o ejercicios en el agua. Es importante combatir el sedentarismo,
pues mientras más ejercicios se hacen, mejor se toleran los dolores en la FM

Tratamientos alternativos: Como puede ser muy difícil el tratamiento del paciente con FM, en
algunos casos puede recurrirse a tratamientos, no necesariamente ortodoxos, como son la
biorretroalimentación, el yoga, el tai-chi, el manejo del estrés, la acupuntura y el asesoramiento en la
alimentación. En cualquier caso, es fundamental el apoyo emocional de familiares y amigos, y el hacer
los cambios fundamentales en el estilo de vida para lo cual puede resultar útil la información que se
obtenga de grupos establecidos y otras organizaciones para ayudar al paciente con FM. Por ejemplo,
www.fibromialgia.net, www.arthritis.org, www.fibrofriends.com

Dr. Hernando Paúl Moya


Medicina Interna. Reumatología

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