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UNIDAD SEIS: El derecho de aceptabilidad de la salud - El secreto profesional médico, la

historia clínica y de la información sobre el paciente. - El respeto de la autonomía personal.


- El consentimiento informado.

El derecho de aceptabilidad de la Salud.


La OMS afirma que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno
de los derechos fundamentales de todo ser humano.”
El derecho a la salud incluye el acceso oportuno, aceptable y asequible a servicios de
atención de salud de calidad suficiente.
El derecho al “grado máximo de salud que se pueda lograr” exige un conjunto de criterios
sociales que propicien la salud de todas las personas, entre ellos la disponibilidad de
servicios de salud, condiciones de trabajo seguras, vivienda adecuada y alimentos nutritivos.

El derecho a la salud abarca libertades y derechos.

 Entre las libertades se incluye el derecho de las personas de controlar su salud y su


cuerpo (por ejemplo, derechos sexuales y reproductivos) sin injerencias (por ejemplo,
torturas y tratamientos y experimentos médicos no consensuados).
 Los derechos incluyen el derecho de acceso a un sistema de protección de la salud
que ofrezca a todas las personas las mismas oportunidades de disfrutar del grado
máximo de salud que se pueda alcanzar.

Las políticas y programas de salud pueden promover o violar los derechos humanos, en
particular el derecho a la salud, en función de la manera en que se formulen y se apliquen.
La adopción de medidas orientadas a respetar y proteger los derechos humanos afianza la
responsabilidad del sector sanitario respecto de la salud de cada persona.

El objetivo de un enfoque basado en los derechos humanos es que todas las políticas,
estrategias y programas se formulen con el fin de mejorar progresivamente el goce del
derecho a la salud para todas las personas. Las intervenciones para conseguirlo se rigen
por principios y normas rigurosos que incluyen:

 No discriminación: el principio de no discriminación procura garantizar el ejercicio de


los derechos sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición, por ejemplo, discapacidad, edad, estado civil y
familiar, orientación e identidad sexual, estado de salud, lugar de residencia y situación
económica y social 1.
 Disponibilidad: se deberá contar con un número suficiente de establecimientos, bienes
y servicios públicos de salud, así como de programas de salud.
 Accesibilidad: los establecimientos, bienes y servicios de salud deben ser accesibles
a todos. La accesibilidad presenta cuatro dimensiones superpuestas:
 Aceptabilidad: todos los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser
respetuosos de la ética médica y culturalmente apropiados, y sensibles a las
necesidades propias de cada sexo y del ciclo vital.
 Calidad: los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser apropiados
desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad.
 Rendición de cuentas: los Estados y otros garantes de los derechos son responsables
de la observancia de los derechos humanos.
 Universalidad: los derechos humanos son universales e inalienables. Todas las
personas, en cualquier lugar del mundo, deben poder ejercerlos.

El secreto profesional médico, la historia clínica y de la información sobre el paciente.

Derechos de los pacientes


Orígenes del concepto “derechos de los pacientes”. Los derechos de los pacientes son
derechos subjetivos de la persona humana relacionados con su estado de salud-
enfermedad. Se trata del ser humano –en su condición de paciente– que necesita sean
respetados sus derechos humanos fundamentales: a la vida, a la salud, a la integridad física,
a la dignidad, a la libertad, a la información, a la identidad, a la intimidad, a la
confidencialidad, al consentimiento informado, a la verdad, a una muerte digna y otros. Se
originaron gradualmente a partir de las ideas del liberalismo político (se valoró fuertemente
el principio de autonomía), el movimiento en pro de los derechos civiles, el desarrollo de la
democracia participativa, el progreso, desde mediados del siglo XX a nuestros días, del
derecho internacional de derechos humanos, la doctrina de los derechos personalísimos, el
auge de la Bioética y otras razones (cambios sociales, políticos, culturales y económicos);
todo ello confluyó para que se tuviera en cuenta la necesidad de formular los derechos de
los pacientes. Derechos que se fundan en los derechos humanos fundamentales de la
persona humana: dignidad y libertad, en igualdad.
En la Argentina, primero se legisló sobre los derechos de los pacientes en las jurisdicciones
provinciales: Río Negro (ley 3076/1997); Formosa (ley 1255/1997); Tucumán (ley
6952/1999); Neuquén (ley 2611/2008); Chaco (ley 6649/2010). La Ciudad Autónoma de
Buenos Aires (CABA) dictó, en 1999, la “Ley Básica de Salud” (ley 153), enumerando en su
artículo 4º varios de los derechos del paciente. En la provincia de Córdoba, en una ley
denominada “Carta del Ciudadano” (ley 8835/2000, en su artículo 6º, bajo la denominación
“Derechos a la Salud”, trata sobre los Derechos de los Pacientes. En el ámbito nacional, se
reconocieron los derechos de los pacientes a través de la ley 26.529: Derechos del Paciente
en su Relación con los Profesionales e Instituciones de la Salud (modificada por las leyes
26.742 y 26.812 y reglamentada por el decreto 1089/2012). La ley 26.529 recibió las
siguientes adhesiones provinciales: Corrientes (ley 5971/2010); Jujuy (ley 5645/2010);
Chubut (ley I-436/2010); Catamarca (ley 5325/2011); Río Negro (ley 4692/2011); Tierra del
Fuego (ley 885/2012); Chaco (ley 6925/2011); Santa Cruz (ley 3288/2012); Buenos Aires
(ley 14.464/2012); La Rioja (ley 9585/2014). La Asociación Médica Argentina (AMA), a través
de su Código de Ética para el Equipo de Salud (2001-2011), trata sobre “Los Derechos y
Deberes de los Pacientes” (Cap. 5).

Siglo XX: Pacientes sin derechos. Durante veinticinco siglos la mirada de la Medicina, de
la ética médica, estuvo centrada en el médico; el paciente era considerado un incompetente
moral para decidir sobre su salud y enfermedad. En los albores del siglo XX, occidente
reconocía los derechos humanos y adoptaba la democracia como sistema de gobierno. En
cambio, la Medicina, la ética médica, seguían aferradas a su concepción hipocrático-
paternalista. La sociedad argentina se expresaba culturalmente bajo los patrones simbólicos
del paternalismo, el patriarcado y el autoritarismo. El Código Civil de Vélez Sarsfield (1870-
2015) tenía como objeto de regulación al patrimonio y el sujeto de derecho era el varón. La
mujer, en la cultura y en el derecho, no estaba a la par, sino que caminaba siempre detrás
del hombre (la cultura y el derecho fueron impuestas por construcciones de la masculinidad).
El Código de Ética de la Confederación Médica de la República Argentina (COMRA, 1955)
contenía claramente la filosofía hipocrática-paternalista (si bien se obraba en beneficio del
enfermo, el médico decidía por sí y por el paciente). La relación médico-paciente era
paternalista y vertical. El galeno poseía el saber médico y decidía en consecuencia, sin tener
en cuenta la opinión del enfermo. Ergo, el marco cultural y de derecho hacia impensable que
se reconociesen los derechos de los pacientes.
Los derechos de los pacientes en el siglo XXI. Los tiempos culturales cambian. Las
sociedades mutan. La sociedad de éstos, nuestros momentos temporales, se muestra
distinta, ha evolucionado. Se transformó en un colectivo social más democrático, pluralista
e igualitario. Se define como diversa y pluricultural. En ella caben todas las etnias, opciones
de vida, religiones, ideologías, edades, características personales (culturales, sexuales,
físicas, etc.). Acepta la diferencia y promueve la inclusión social. Muestra cabal del cambio
cultural de nuestra sociedad, es que ésta, lenta y progresivamente (muy dificultosamente)
está dejando atrás el patriarcado que sojuzgó a la mujer a todo lo largo del siglo XX. Las
mujeres (y muchos hombres que acompañamos) le dicen no a la violencia machista. Los
derechos humanos son de la persona humana (no sólo del hombre/varón): hombre, mujer,
niño y niña, persona mayor, sufrientes mentales, discapacitados, otros. La persona es
considerada como una substancia racional, portadora de dignidad y libertad. El Código Civil
y Comercial (CCyC, vigente desde el 01/08/2015) tiene como objeto central de regulación la
protección de la persona humana. Es en este (distinto) contexto socio-cultural que en la
Argentina fue brotando la necesidad de legislar sobre los derechos de los pacientes.

Los derechos de los pacientes. Catalogación. Podemos clasificar los derechos de los
pacientes conforme a tres conceptos básicos, a partir de los cuales se derivan los derechos
de la persona enferma: vida-salud, dignidad y libertad-autonomía, y agruparlos tomando
como referencia el listado de la Declaración de Lisboa-Bali (DLB).

Derechos a la dignidad, la vida y la salud.


1. La dignidad no es, en sentido estricto, un derecho subjetivo, sino un estado o condición
inherente, calidad ontológica del ser humano. Es decir, el ser humano no “es” dignidad sino
que “posee” esta calidad, condición o estado propio de un ser libre e idéntico a sí mismo. El
reconocimiento de la dignidad de las personas es el fundamento moral de la idea de derecho:
obliga a considerar a la persona siempre como fin en sí misma y nunca como medio;
establece la inviolabilidad de la persona, asegurando su indemnidad tanto en la faz externa
(salud, integridad biopsicosocial) como interna (privacidad-confidencialidad), e impone la
necesidad de considerar a las personas como sujetos y no como objetos; como portadoras
de dignidad y no de precio. El paciente tiene derecho al “trato digno y respetuoso” (art. 2º
inc. b], ley 26.529).
2. La vida (del latín vita) es un atributo inseparable de la persona humana que condiciona
su existencia con el consecuente desenvolvimiento material y espiritual del hombre. Cuando
se habla del derecho a la vida se está haciendo mención expresa a un derecho humano
fundamental; el concepto abarca, como correlativos, el derecho a vivir y el derecho a
conservar la vida.
3. Como directa derivación del derecho a la vida, están el derecho a la salud y el derecho a
la integridad física del hombre. Por ello, en derecho se habla del “derecho a la protección de
la salud” o del “derecho a la preservación de la salud”. Estos son derechos naturales que se
fundamentan en las declaraciones internacionales de derechos humanos. El derecho a la
vida está formulado en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
(art. 1º), en la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de
Costa Rica (art. 4º, inc. 1º), en la Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 3º), y en
la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 6.1). El derecho a la preservación de la
salud está contemplado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 25) y
por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (art. 12). El Pacto
de San José de Costa Rica dispone que “toda persona tiene derecho a que se respete su
vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la
concepción” (art. 4.1). Como correlativo de esos derechos está el derecho a la asistencia
sanitaria. El paciente tiene derecho a la “asistencia” médica (art. 2º inc. a], ley 26.529); y el
derecho a la disposición del propio cuerpo, en el marco de lo prescripto por el artículo 56 del
CCyC.

Derechos a la información y a la educación.


1. El paciente tiene derecho a recibir información sobre su persona registrada en su
historial médico y a estar totalmente informado sobre su salud, inclusive los aspectos
médicos de su condición. Sin embargo, la información contenida en el historial del paciente
sobre una tercera persona, no debe ser entregada a éste sin el consentimiento de dicha
persona. Excepcionalmente, se puede retener información frente al paciente cuando haya
una buena razón para creer que dicha información representaría un serio peligro para su
vida o su salud. La información se debe entregar de manera apropiada a la cultura local, de
forma que el paciente pueda entenderla. El paciente tiene derecho a no ser informado por
su solicitud expresa, a menos que lo exija la protección de la vida de otra persona. El
paciente tiene derecho a la “información sanitaria” (art. 2º inc. f] y art. 4º, ley 26.529).
2. Derecho a la educación en salud. Es deber del equipo de salud cooperar con las
autoridades sanitarias a proteger el derecho a la educación sobre la salud y servicios de
salud disponibles, incluyendo información sobre estilos de vida saludables y prevención de
las enfermedades con responsabilidad personal de cada uno por su propia salud (DL, art.
9º).

Derechos a la intimidad, la confidencialidad y la verdad.


1. El principio de intimidad ampara el derecho a ser dejado a solas, a velar y a excluir de
las miradas de terceros, la interioridad, los pensamientos, el núcleo central de la
personalidad. El derecho a la intimidad se fundamenta en la dignidad de la persona humana.
Cuando el paciente es violado en su derecho a la intimidad por el profesional de la Salud (en
forma consciente o inconsciente), hay una afrenta que aquel sufre en su dignidad. La
Declaración Universal de los Derechos del Hombre proclama que “nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de
ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley
contra tales injerencias o ataques” (art. 12). El Pacto de San José de Costa Rica se pronuncia
en similares términos en el artículo 11.2. La Asociación Médica Mundial prescribe que “la
dignidad del paciente y el derecho a su vida privada deben ser respetadas en todo momento
durante la atención médica y la enseñanza de la medicina, al igual que su cultura y sus
valores” (art. 10, inc. a). El paciente tiene derecho a la “intimidad” (art. 2º inc. c], ley 26.529).
2. Lo confidencial es, según el Diccionario de la Real Academia Española, “lo que se hace
o se dice en confianza o seguridad recíproca entre dos o más personas”. En el campo de la
Salud se relaciona con los conceptos intimidad, privacidad, confianza y secreto médico. La
confidencialidad reside en los datos que una persona brinda a otra en la creencia que los
mismos serán resguardados. La confidencialidad es quebrantada, en cambio, cuando quien
recepciona o es depositario de los datos que le fueron revelados (por ejemplo, por causa de
su profesión: abogados, médicos) los revela a terceros sin justa causa. El secreto
profesional, a su vez, es la contracara del derecho a la confidencialidad. Éste se presenta
como un derecho en cabeza del paciente. Aquél, es un deber ético y una obligación jurídica
(y un derecho) que pesa sobre los profesionales del equipo de Salud. El derecho a la
confidencialidad ha sido regulado en las declaraciones o leyes que se expidieron sobre los
derechos de los pacientes. El paciente tiene derecho a la “confidencialidad” (art. 2º inc. d],
ley 26.529). El secreto profesional fue establecido (como deber-obligación-derecho) en los
códigos deontológicos y en las leyes que reglamentaron las actividades de médicos,
odontólogos y otros profesionales de la salud.
3. El paciente tiene derecho a que los integrantes del equipo de Salud se relacionen con él,
respetando el principio bioético de veracidad (el paciente decide y organiza su vida de
acuerdo con la realidad de su enfermedad). La dignidad del paciente se respeta cuando se
le informa en forma completa, adecuada y conforme a la verdad (no con mentiras, engaños
o falsedades).

Derecho a la autodeterminación.
1. El paciente tiene derecho a la autodeterminación y a tomar decisiones libremente en
relación con su persona. El médico informará al paciente las consecuencias de su decisión.
El paciente adulto mentalmente competente tiene derecho a dar o a negar su consentimiento
para cualquier examen, diagnóstico o terapia. El paciente tiene derecho a la información
necesaria para tomar sus decisiones. El paciente debe entender claramente cuál es el
propósito de todo examen o tratamiento y cuáles son las consecuencias de no dar su
consentimiento. El paciente tiene derecho a negarse a participar en la investigación o
enseñanza en medicina.
2. Derechos del paciente inconsciente. Si el paciente está inconsciente o no puede expresar
su voluntad, se debe obtener el consentimiento de un representante legal, cuando sea
posible y cuando sea legalmente pertinente. Si no se dispone de un representante legal, y
se necesita urgente una intervención médica, se debe suponer el consentimiento del
paciente, a menos que sea obvio y no quede la menor duda, sobre la base de lo expresado
previamente por el paciente o por convicción anterior, que éste rechazaría la intervención en
esa situación. Sin embargo, el médico siempre debe tratar de salvar la vida de un paciente
inconsciente que ha intentado suicidarse.
3. Derechos del paciente legalmente incapacitado. Incluso si el paciente es menor de edad
o está legalmente incapacitado, se necesita el consentimiento de un representante legal,
cuando sea legalmente pertinente; sin embargo, el paciente debe participar en las decisiones
al máximo que así lo permita su capacidad. Si el paciente incapacitado legalmente puede
tomar decisiones racionales, éstas deben ser respetadas y él tiene derecho a prohibir la
entrega de información a su representante legal. Si el representante legal del paciente o una
persona autorizada prohíbe el tratamiento que, según el médico, es el mejor para el paciente,
el médico debe apelar de esta decisión en la institución legalmente pertinente u otra. En caso
de emergencia, el médico decidirá lo que sea mejor para el paciente. El diagnóstico o
tratamiento se puede realizar contra la voluntad del paciente en casos excepcionales, solo y
específicamente si lo autoriza la ley y conforme a los principios de la ética médica. El
paciente tiene derecho a la “autonomía” (art. 2º inc. e], ley 26.529; a la “información sanitaria”
(art. 2º inc. f] y art. 4º, ley 26.529); al “consentimiento informado” (arts. 5º a 10, ley 26.529);
a dar “directivas anticipadas” (art. 11, ley 26.529).

Derecho a una atención médica apropiada y de calidad.


1. La atención médica debe ser la adecuada a la enfermedad del paciente. El paciente
siempre tiene derecho a un servicio médico profesional e institucional, ético e idóneo. Lo que
va a variar es el tipo de prestación médica, la cual debe estar de acuerdo con la enfermedad
que padezca el enfermo. El profesional del equipo de Salud debe proporcionar el servicio
médico-científico correcto, y utilizar el instrumental tecnológico adecuado a la naturaleza de
la enfermedad en cuestión, para lograr efectividad y eficiencia en su trabajo.
2. Derecho a la atención médica de buena calidad. La dignidad del paciente exige que la
atención médica no sea cualquier asistencia, sino una atención médica de buena calidad.
Una asistencia médico-sanitaria de buena calidad debe ser aquella que “supere lo común”,
que evidencia superioridad o excelencia. Para el Código de Ética de la Asociación Médica
Argentina, “a pesar de las dificultades para hallar una definición universalmente aceptada, el
concepto de calidad de la atención en salud está vinculado a la satisfacción de las
necesidades y exigencias del paciente individual, de su entorno familiar y de la sociedad
como una totalidad. Se basa en la organización de un cambio cuyo objetivo es lograr niveles
de excelencia en las prestaciones, eliminando errores y mejorando el rendimiento de las
instituciones” (art. 117).
3. Derecho a ser atendido por un médico que el paciente sepa que tiene libertad para dar
una opinión clínica y ética sin ninguna interferencia exterior. El paciente tiene derecho a que
lo atienda un médico que, además de poseer competencia científica, tenga independencia
técnica y moral. El paciente va a tener mayor confianza en la capacidad y la lealtad del
médico, si le consta que éste tiene independencia o autonomía técnica y moral para decidir
según su propio juicio. Así lo establece la Asociación Médica Mundial en sus doce principios
sobre la Prestación de la Atención Médica en cualquier Sistema Nacional de Atención
Médica cuando dice: “La independencia moral, profesional y económica del médico debe ser
asegurada”.
4. Derecho del paciente a ser tratado respetando sus mejores intereses. El tratamiento
aplicado debe ser conforme a los principios médicos generalmente aprobados. El Código
Internacional de Ética Médica de la Asociación Médica Mundial estipula que “el médico debe
a sus pacientes todos los recursos de su ciencia y toda su lealtad”; y ello lo debe poner en
práctica, respetando los mejores intereses del paciente: su vida y su salud, su dignidad y su
libertad. Toda la praxis médica debe ser acorde a la ciencia médica; esto es, a “los principios
médicos generalmente aprobados”.
5. Derecho a que la seguridad de la calidad sea siempre parte de la atención médica. Los
médicos, en especial, deben aceptar la responsabilidad de ser los guardianes de la calidad
de los servicios médicos. La seguridad de la calidad de la atención médica debe ser parte
del compromiso ético del médico del actuar siempre en beneficio del paciente. Las medidas
de bioseguridad que se deben instrumentar en las instituciones conllevan un doble fin: la
indemnidad del paciente y la seguridad del profesional, en cuanto a la adquisición
ocupacional de enfermedades.
6. El paciente tiene derecho a una atención médica continua. El médico tiene la obligación
de cooperar en la coordinación de la atención médicamente indicada, con otro personal que
trata al paciente. Oportunamente, la Declaración de los Derechos de los Pacientes de la
Asociación Americana de Hospitales (1973) prescribió: “10. El paciente tiene derecho a
esperar una continuidad razonable de atención”. El derecho a la salud del que gozan todas
las personas empezará a ser realidad si, aparte de batallar contra otros factores básicos
(jurídicos y económicos principalmente), se instrumentan los medios necesarios para que la
accesibilidad en tiempo propio al servicio de salud sea posible –y durante todo el tiempo que
el enfermo necesite ser asistido médicamente (desde el prisma de una continuidad razonable
de la atención médica)–, acercando la realidad al deber ser.
7. El paciente tiene derecho a recibir de parte de un centro de Salud, de acuerdo con su
capacidad, una evaluación, un servicio o la remisión a otra institución, según lo indique la
urgencia del caso. El paciente, de acuerdo con la patología que presente, y sobre la base de
la capacidad instalada de la institución médica (complejidad y posibilidades tecnológicas y
recursos humanos), tendrá derecho a: i) en caso de urgencia, a que se le brinden los
servicios médicos que la urgencia o el estado de necesidad indiquen. Se trata de un deber
moral y una obligación jurídica de todo establecimiento de Salud. En caso que la institución
no cuente con la capacidad adecuada para atender la emergencia que presenta el paciente,
se deberán tomar las medidas de cuidado médico que el caso requiera, e instrumentar el
traslado del paciente a otra institución; ii) a que se le efectúe una evaluación de su condición
de salud-enfermedad, o se le brinde un servicio de Salud.
8. El paciente tiene derecho a elegir o cambiar libremente su médico y hospital o institución
de servicio de Salud, sin considerar si forman parte del sector público o privado. Como
principio, los pacientes tienen libre decisión para elegir el médico que los va a atender. Este
derecho va a estar sujeto a las modalidades operativas de los sistemas de atención de la
salud: público, seguridad social y privado.
9. Derecho a la segunda opinión. El paciente tiene derecho a solicitar la opinión de otro
médico en cualquier momento. La libertad de elección en cabeza del paciente, incluye el
derecho a una segunda opinión. Es la consulta del paciente a un segundo médico con el
objeto de confirmar el diagnóstico o pronóstico realizado por el primer médico. El paciente
tiene derecho a la “interconsulta médica” (art. 2º inc. g], ley 26.529).

Derecho a la asistencia espiritual y moral y a una muerte digna. La Declaración de


Lisboa (DL) estableció que “el paciente tiene el derecho de recibir o rechazar la asistencia
espiritual y moral, inclusive la de un ministro de una religión apropiada”. Este derecho se
relaciona con la libertad de religión. Y el derecho a una muerte digna se relaciona con la
aspiración del ser humano al “buen morir”, sin sufrimiento, sin dolor, con la adopción de la
conducta médica más correcta posible para que el paciente, próximo a su fin, tenga una
buena muerte, sin adelantar ni atrasar artificialmente ese momento. El derecho a una muerte
digna está directamente vinculado con la atención médica al paciente terminal y con la
eutanasia (el paciente tiene derecho a una “muerte digna”: arts. 5º incs. g] y h]; 7º inc. f], 10
y 11, ley 26.529).

EL Código Civil y Comercial de la Nación (CCyC art. 59) dice: Consentimiento


informado para actos médicos e investigaciones en salud.
El consentimiento informado para actos médicos e investigaciones en salud es la declaración
de voluntad expresada por el paciente, emitida luego de recibir información clara, precisa y
adecuada, respecto a:
a) su estado de salud;
b) el procedimiento propuesto, con especificación de los objetivos perseguidos;
c) los beneficios esperados del procedimiento;
d) los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) la especificación de los procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y
perjuicios en relación con el procedimiento propuesto;
f) las consecuencias previsibles de la no realización del procedimiento propuesto o de
los alternativos especificados;
g) en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando se encuentre
en estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, el derecho a
rechazar procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación artificial
o al retiro de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o desproporcionados en
relación a las perspectivas de mejoría, o produzcan sufrimiento desmesurado, o tengan por
único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible e incurable;
h) el derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso de atención de su
enfermedad o padecimiento.
Ninguna persona con discapacidad puede ser sometida a investigaciones en salud sin su
consentimiento libre e informado, para lo cual se le debe garantizar el acceso a los apoyos
que necesite.
Nadie puede ser sometido a exámenes o tratamientos clínicos o quirúrgicos sin su
consentimiento libre e informado, excepto disposición legal en contrario.
Si la persona se encuentra absolutamente imposibilitada para expresar su voluntad al tiempo
de la atención médica y no la ha expresado anticipadamente, el consentimiento puede ser
otorgado por el representante legal, el apoyo, el cónyuge, el conviviente, el pariente o el
allegado que acompañe al paciente, siempre que medie situación de emergencia con riesgo
cierto e inminente de un mal grave para su vida o su salud. En ausencia de todos ellos, el
médico puede prescindir del consentimiento si su actuación es urgente y tiene por objeto
evitar un mal grave al paciente.

Ley de los derechos del paciente en relación con los profesionales e instituciones de
salud.
El 21 de octubre de 2009 se sancionó la denominada Ley de Derechos del Paciente (Ley
26.529) que establece los derechos esenciales de los pacientes en la relación referida, tales
como asistencia, trato digno y respetuoso, intimidad, confidencialidad, autonomía de la
voluntad, información sanitaria e interconsulta médica. Esta ley define y legisla sobre la
información sanitaria, el consentimiento informado y establece que el paciente es el titular
de la historia clínica.

ARTICULO 1º — Ámbito de aplicación. El ejercicio de los derechos del paciente, en cuanto


a la autonomía de la voluntad, la información y la documentación clínica, se rige por la
presente ley.

Capítulo I DERECHOS DEL PACIENTE EN SU RELACION CON LOS PROFESIONALES


E INSTITUCIONES DE LA SALUD.
ARTICULO 2º — Derechos del paciente. Constituyen derechos esenciales en la relación
entre el paciente y el o los profesionales de la salud, el o los agentes del seguro de salud, y
cualquier efector de que se trate, los siguientes: a) Asistencia. El paciente, prioritariamente
los niños, niñas y adolescentes, tiene derecho a ser asistido por los profesionales de la salud,
sin menoscabo y distinción alguna, producto de sus ideas, creencias religiosas, políticas,
condición socioeconómica, raza, sexo, orientación sexual o cualquier otra condición. El
profesional actuante sólo podrá eximirse del deber de asistencia, cuando se hubiere hecho
cargo efectivamente del paciente otro profesional competente; b) Trato digno y respetuoso.
El paciente tiene el derecho a que los agentes del sistema de salud intervinientes, le otorguen
un trato digno, con respeto a sus convicciones personales y morales, principalmente las
relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de pudor y a su intimidad,
cualquiera sea el padecimiento que presente, y se haga extensivo a los familiares o
acompañantes; c) Intimidad. Toda actividad médico - asistencial tendiente a obtener,
clasificar, utilizar, administrar, custodiar y transmitir información y documentación clínica del
paciente debe observar el estricto respeto por la dignidad humana y la autonomía de la
voluntad, así como el debido resguardo de la intimidad del mismo y la confidencialidad de
sus datos sensibles, sin perjuicio de las previsiones contenidas en la Ley Nº 25.326; d)
Confidencialidad. El paciente tiene derecho a que toda persona que participe en la
elaboración o manipulación de la documentación clínica, o bien tenga acceso al contenido
de la misma, guarde la debida reserva, salvo expresa disposición en contrario emanada de
autoridad judicial competente o autorización del propio paciente; e) Autonomía de la
voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o
procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a
revocar posteriormente su manifestación de la voluntad. Los niños, niñas y adolescentes
tienen derecho a intervenir en los términos de la Ley 26.061 a los fines de la toma de decisión
sobre terapias o procedimientos médicos o biológicos que involucren su vida o salud. En el
marco de esta potestad, el paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o
se encuentre en estadio terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación,
informado en forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al
rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de
soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con la
perspectiva de mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado. También podrá rechazar
procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos produzcan como único
efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible o incurable. En todos
los casos la negativa o el rechazo de los procedimientos mencionados no significará la
interrupción de aquellas medidas y acciones para el adecuado control y alivio del sufrimiento
del paciente. (Inciso sustituido por art. 1° de la Ley N° 26.742 B.O. 24/5/2012) f) Información
Sanitaria. El paciente tiene derecho a recibir la información sanitaria necesaria, vinculada a
su salud. El derecho a la información sanitaria incluye el de no recibir la mencionada
información. g) Interconsulta Médica. El paciente tiene derecho a recibir la información
sanitaria por escrito, a fin de obtener una segunda opinión sobre el diagnóstico, pronóstico
o tratamiento relacionados con su estado de salud.

Capítulo II DE LA INFORMACION SANITARIA


ARTICULO 3º — Definición. A los efectos de la presente ley, entiéndase por información
sanitaria aquella que, de manera clara, suficiente y adecuada a la capacidad de comprensión
del paciente, informe sobre su estado de salud, los estudios y tratamientos que fueren
menester realizarle y la previsible evolución, riesgos, complicaciones o secuelas de los
mismos.
ARTICULO 4º — Autorización. La información sanitaria sólo podrá ser brindada a terceras
personas, con autorización del paciente. En el supuesto de incapacidad del paciente o
imposibilidad de comprender la información a causa de su estado físico o psíquico, la misma
será brindada a su representante legal o, en su defecto, al cónyuge que conviva con el
paciente, o la persona que, sin ser su cónyuge, conviva o esté a cargo de la asistencia o
cuidado del mismo y los familiares hasta el cuarto grado de consanguinidad.

Capítulo III DEL CONSENTIMIENTO INFORMADO


ARTICULO 5º — Definición. Entiéndese por consentimiento informado la declaración de
voluntad suficiente efectuada por el paciente, o por sus representantes legales, en su caso,
emitida luego de recibir, por parte del profesional interviniente, información clara, precisa y
adecuada con respecto a: a) Su estado de salud; b) El procedimiento propuesto, con
especificación de los objetivos perseguidos; c) Los beneficios esperados del procedimiento;
d) Los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles; e) La especificación de los
procedimientos alternativos y sus riesgos, beneficios y perjuicios en relación con el
procedimiento propuesto; f) Las consecuencias previsibles de la no realización del
procedimiento propuesto o de los alternativos especificados; g) El derecho que le asiste en
caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o cuando se encuentre en estadio
terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación, en cuanto al rechazo de
procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de reanimación artificial o al retiro
de medidas de soporte vital, cuando sean extraordinarios o desproporcionados en relación
con las perspectivas de mejoría, o que produzcan sufrimiento desmesurado, también del
derecho de rechazar procedimientos de hidratación y alimentación cuando los mismos
produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal
irreversible e incurable; h) El derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el proceso
de atención de su enfermedad o padecimiento. (Artículo sustituido por art. 2° de la Ley N°
26.742 B.O. 24/5/2012)

ARTICULO 6º — Obligatoriedad. Toda actuación profesional en el ámbito médico-sanitario,


sea público o privado, requiere, con carácter general y dentro de los límites que se fijen por
vía reglamentaria, el previo consentimiento informado del paciente. En el supuesto de
incapacidad del paciente, o imposibilidad de brindar el consentimiento informado a causa de
su estado físico o psíquico, el mismo podrá ser dado por las personas mencionadas en el
artículo 21 de la Ley 24.193, con los requisitos y con el orden de prelación allí establecido.
Sin perjuicio de la aplicación del párrafo anterior, deberá garantizarse que el paciente en la
medida de sus posibilidades, participe en la toma de decisiones a lo largo del proceso
sanitario. (Artículo sustituido por art. 3° de la Ley N° 26.742 B.O. 24/5/2012)

ARTICULO 7º — Instrumentación. El consentimiento será verbal con las siguientes


excepciones, en los que será por escrito y debidamente suscrito: a) Internación; b)
Intervención quirúrgica; c) Procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos; d)
Procedimientos que implican riesgos según lo determine la reglamentación de la presente
ley; e) Revocación. f) En el supuesto previsto en el inciso g) del artículo 5° deberá dejarse
constancia de la información por escrito en un acta que deberá ser firmada por todos los
intervinientes en el acto. (Inciso incorporado por art. 4° de la Ley N° 26.742 B.O. 24/5/2012)

ARTICULO 8º — Exposición con fines académicos. Se requiere el consentimiento del


paciente o en su defecto, el de sus representantes legales, y del profesional de la salud
interviniente ante exposiciones con fines académicos, con carácter previo a la realización de
dicha exposición.

ARTICULO 9º — Excepciones al consentimiento informado. El profesional de la salud


quedará eximido de requerir el consentimiento informado en los siguientes casos: a) Cuando
mediare grave peligro para la salud pública; b) Cuando mediare una situación de
emergencia, con grave peligro para la salud o vida del paciente, y no pudiera dar el
consentimiento por sí o a través de sus representantes legales. Las excepciones
establecidas en el presente artículo se acreditarán de conformidad a lo que establezca la
reglamentación, las que deberán ser interpretadas con carácter restrictivo.
ARTICULO 10. — Revocabilidad. La decisión del paciente, en cuanto a consentir o rechazar
los tratamientos indicados, puede ser revocada. El profesional actuante debe acatar tal
decisión, y dejar expresa constancia de ello en la historia clínica, adoptando para el caso
todas las formalidades que resulten menester a los fines de acreditar fehacientemente tal
manifestación de voluntad, y que la misma fue adoptada en conocimiento de los riesgos
previsibles que la decisión implica. Las personas mencionadas en el artículo 21 de la Ley
24.193 podrán revocar su anterior decisión con los requisitos y en el orden de prelación allí
establecido. Sin perjuicio de la aplicación del párrafo anterior, deberá garantizarse que el
paciente, en la medida de sus posibilidades, participe en la toma de decisiones a lo largo del
proceso sanitario. (Artículo sustituido por art. 5° de la Ley N° 26.742 B.O. 24/5/2012)

ARTICULO 11. — Directivas anticipadas. Toda persona capaz mayor de edad puede
disponer directivas anticipadas sobre su salud, pudiendo consentir o rechazar determinados
tratamientos médicos, preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud. Las
directivas deberán ser aceptadas por el médico a cargo, salvo las que impliquen desarrollar
prácticas eutanásicas, las que se tendrán como inexistentes. La declaración de voluntad
deberá formalizarse por escrito ante escribano público o juzgados de primera instancia, para
lo cual se requerirá de la presencia de dos (2) testigos. Dicha declaración podrá ser revocada
en todo momento por quien la manifestó. (Artículo sustituido por art. 6° de la Ley N° 26.742
B.O. 24/5/2012)

Artículo 11 bis: Ningún profesional interviniente que haya obrado de acuerdo con las
disposiciones de la presente ley está sujeto a responsabilidad civil, penal, ni administrativa,
derivadas del cumplimiento de la misma. (Artículo incorporado por art. 7° de la Ley N° 26.742

Capítulo IV DE LA HISTORIA CLINICA B.O. 24/5/2012)


ARTICULO 12. — Definición y alcance. A los efectos de esta ley, entiéndase por historia
clínica, el documento obligatorio cronológico, foliado y completo en el que conste toda
actuación realizada al paciente por profesionales y auxiliares de la salud.

ARTICULO 13. — Historia clínica informatizada. El contenido de la historia clínica, puede


confeccionarse en soporte magnético siempre que se arbitren todos los medios que
aseguren la preservación de su integridad, autenticidad, inalterabilidad, perdurabilidad y
recuperabilidad de los datos contenidos en la misma en tiempo y forma. A tal fin, debe
adoptarse el uso de accesos restringidos con claves de identificación, medios no
reescribibles de almacenamiento, control de modificación de campos o cualquier otra técnica
idónea para asegurar su integridad. La reglamentación establece la documentación
respaldatoria que deberá conservarse y designa a los responsables que tendrán a su cargo
la guarda de la misma.

ARTICULO 14. — Titularidad. El paciente es el titular de la historia clínica. A su simple


requerimiento debe suministrársele copia de la misma, autenticada por autoridad
competente de la institución asistencial. La entrega se realizará dentro de las cuarenta y
ocho (48) horas de solicitada, salvo caso de emergencia.

ARTICULO 15. — Asientos. Sin perjuicio de lo establecido en los artículos precedentes y de


lo que disponga la reglamentación, en la historia clínica se debe asentar: a) La fecha de
inicio de su confección; b) Datos identificatorios del paciente y su núcleo familiar; c) Datos
identificatorios del profesional interviniente y su especialidad; d) Registros claros y precisos
de los actos realizados por los profesionales y auxiliares intervinientes; e) Antecedentes
genéticos, fisiológicos y patológicos del paciente, si los hubiere; f) En el caso de las historias
clínicas odontológicas, éstas deben contener registros odontológicos que permitan la
identificación del paciente; g) Todo acto médico realizado o indicado, sea que se trate de
prescripción y suministro de medicamentos, realización de tratamientos, prácticas, estudios
principales y complementarios afines con el diagnóstico presuntivo y en su caso de certeza,
constancias de intervención de especialistas, diagnóstico, pronóstico, procedimiento,
evolución y toda otra actividad inherente, en especial ingresos y altas médicas. Los asientos
que se correspondan con lo establecido en los incisos d), e), f) y g) del presente artículo,
deberán ser realizados sobre la base de nomenclaturas y modelos universales adoptados y
actualizados por la Organización Mundial de la Salud, que la autoridad de aplicación
establecerá y actualizará por vía reglamentaria. Para el caso del inciso f) debe
confeccionarse el registro odontológico, integrante de la historia clínica, en el que se deben
individualizar las piezas dentales del paciente en forma estandarizada, según el sistema
dígito dos o binario, conforme al sistema de marcación y colores que establezca la
reglamentación. (Artículo sustituido por art. 1° de la Ley N° 26.812 B.O. 21/1/2013)

ARTICULO 16. — Integridad. Forman parte de la historia clínica, los consentimientos


informados, las hojas de indicaciones médicas, las planillas de enfermería, los protocolos
quirúrgicos, las prescripciones dietarias, los estudios y prácticas realizadas, rechazadas o
abandonadas, debiéndose acompañar en cada caso, breve sumario del acto de agregación
y desglose autorizado con constancia de fecha, firma y sello del profesional actuante.

ARTICULO 17. — Unicidad. La historia clínica tiene carácter único dentro de cada
establecimiento asistencial público o privado, y debe identificar al paciente por medio de una
"clave uniforme", la que deberá ser comunicada al mismo.

ARTICULO 18. — Inviolabilidad. Depositarios. La historia clínica es inviolable. Los


establecimientos asistenciales públicos o privados y los profesionales de la salud, en su
calidad de titulares de consultorios privados, tienen a su cargo su guarda y custodia,
asumiendo el carácter de depositarios de aquélla, y debiendo instrumentar los medios y
recursos necesarios a fin de evitar el acceso a la información contenida en ella por personas
no autorizadas. A los depositarios les son extensivas y aplicables las disposiciones que en
materia contractual se establecen en el Libro II, Sección III, del Título XV del Código Civil,
"Del depósito", y normas concordantes. La obligación impuesta en el párrafo precedente
debe regir durante el plazo mínimo de DIEZ (10) años de prescripción liberatoria de la
responsabilidad contractual. Dicho plazo se computa desde la última actuación registrada en
la historia clínica y vencido el mismo, el depositario dispondrá de la misma en el modo y
forma que determine la reglamentación.

ARTICULO 19. — Legitimación. Establécese que se encuentran legitimados para solicitar la


historia clínica: a) El paciente y su representante legal; b) El cónyuge o la persona que
conviva con el paciente en unión de hecho, sea o no de distinto sexo según acreditación que
determine la reglamentación y los herederos forzosos, en su caso, con la autorización del
paciente, salvo que éste se encuentre imposibilitado de darla; c) Los médicos, y otros
profesionales del arte de curar, cuando cuenten con expresa autorización del paciente o de
su representante legal. A dichos fines, el depositario deberá disponer de un ejemplar del
expediente médico con carácter de copia de resguardo, revistiendo dicha copia todas las
formalidades y garantías que las debidas al original. Asimismo podrán entregarse, cuando
corresponda, copias certificadas por autoridad sanitaria respectiva del expediente médico,
dejando constancia de la persona que efectúa la diligencia, consignando sus datos, motivos
y demás consideraciones que resulten menester.

ARTICULO 20. — Negativa. Acción. Todo sujeto legitimado en los términos del artículo 19
de la presente ley, frente a la negativa, demora o silencio del responsable que tiene a su
cargo la guarda de la historia clínica, dispondrá del ejercicio de la acción directa de "habeas
data" a fin de asegurar el acceso y obtención de aquélla. A dicha acción se le imprimirá el
modo de proceso que en cada jurisdicción resulte más apto y rápido. En jurisdicción nacional,
esta acción quedará exenta de gastos de justicia.

ARTICULO 21. — Sanciones. Sin perjuicio de la responsabilidad penal o civil que pudiere
corresponder, los incumplimientos de las obligaciones emergentes de la presente ley por
parte de los profesionales y responsables de los establecimientos asistenciales constituirán
falta grave, siendo pasibles en la jurisdicción nacional de las sanciones previstas en el título
VIII de la Ley 17.132 —Régimen Legal del Ejercicio de la Medicina, Odontología y
Actividades Auxiliares de las mismas— y, en las jurisdicciones locales, serán pasibles de las
sanciones de similar tenor que se correspondan con el régimen legal del ejercicio de la
medicina que rija en cada una de ellas.

Capítulo V
DISPOSICIONES GENERALES

ARTICULO 22. — Autoridad de aplicación nacional y local. Es autoridad de aplicación de la


presente ley en la jurisdicción nacional, el Ministerio de Salud de la Nación, y en cada una
de las jurisdicciones provinciales y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la máxima autoridad
sanitaria local. Invítase a las provincias y a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a adherir
a la presente ley en lo que es materia del régimen de sanciones y del beneficio de gratuidad
en materia de acceso a la justicia.
ARTICULO 23. — Vigencia. La presente ley es de orden público, y entrará en vigencia a
partir de los NOVENTA (90) días de la fecha de su publicación.
ARTICULO 24. — Reglamentación. El Poder Ejecutivo debe reglamentar la presente ley
dentro de los NOVENTA (90) días contados a partir de su publicación.

BIBLIOGRAFIA.
Aceptabilidad. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/human-rights-and-
health en línea 02/04/2023

Derechos de los pacientes


Garay, Oscar Ernesto Abogado, UBA. Magíster en Bioética y Derecho por la Universidad de
Barcelona.

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