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CASO DEL NIÑO DEL CORDEL

Un niño de 7 años fue llevado por sus padres al Departamento de Psicología del Hospital de niños
de Paddington Green. La madre era una persona depresiva, y había llegado a ser hospitalizada. La
madre cuidó al niño hasta el año y tres meses, momento en que nació su hermana. Esa fue la
primera separación importante.
La segunda separación se produjo a los tres años y once meses, cuando la madre sufrió una
operación. A los cuatro años y nueve meses, su madre estuvo internada en un hospital para enEra un
chico difícil. Tenía cambios repentinos del estado de ánimo y asustaba a todos diciendo que iba a
cortar a la tía en pedacitos.
Tenía la necesidad compulsiva de lamer cosas y personas. Emitía ruidos compulsivos con la
garganta. Se negaba a contener las heces y se ensuciaba.
Después de entrevistar a los padres, recibió al niño. Inició con un juego de garabatos (juego en el
que se traza un cierto tipo de línea y luego se invita al niño a convertirlas en algo; luego las traza él
e invita al entrevistador, a su vez, a encontrarles alguna forma). El niño traducía todo lo que veía en
el gráfico relacionando con una cuerda. Lazo, látigo, fusta, cuerda de yo-yo, cuerda anudada, etc.
Los padres refirieron que el que el niño había llegado a obsesionarse con todo lo que tuviera
relación con un cordel, ataba las sillas a la mesa, o encontraban un almohadón unido por una
cuerda. También había atado una cuerda al cuello de su hermana.
W. explicó a los padres de que su hijo se encontraba ante el temor a la separación y trataba de
negarla utilizando el cordel. Le sugirió a la madre que conversase con su hijo sobre el asunto para
informarle de mis afirmaciones.
Meses después la madre relató que habló con el niño del tema y lo encontró ansioso por hablar de
sus relaciones con ella y de su temor a la falta de contacto con ella. A partir de esta conversación,
terminó el juego con los cordeles. Habló de todas las separaciones, considerando que sentía que la
separación más importante fue la pérdida de ella que sufrió el niño cuando la internaron debido a su
grave depresión.
No se trataba solo de que ella se iba, dijo sino de su falta de contacto con él a consecuencia de su
absorbente preocupación por otros asuntos. Posteriormente inició el juego con los cordeles cuando
su madre debía volver a ser internada, la madre conversó con él, que volvería pronto y el niño
interrumpió estas conductas. Cuatro años después el padre informó de un nuevo interés por las
cuerdas, vinculada a otra depresión de la madre.
Se puede considerar al cordel como una ampliación de todas las otras técnicas de comunicación.
Las cuerdas unen. Una exageración en su utilización puede corresponder con el comienzo de un
sentimiento de inseguridad o la idea de una falta de comunicación.
Se percibe la anormalidad que se insinúa en el uso de cordeles por el niño. Y es posible formular el
cambio que hizo que su uso se pervirtiera. La función del cordel consiste en pasar de la
comunicación al rechazo de la separación. La cuerda representa un rechazo de la separación.
Después de una década, llegué a entender que no era posible curar al niño de su enfermedad. Seguía
en pie la vinculación con la enfermedad depresiva de la madre. En la adolescencia a pareció la
tendencia al uso de drogas y no podía salir a estudiar. Todos los intentos de ubicarlo en un lugar
lejos de su madre, fracasaron.

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