Está en la página 1de 1

SER Y TIEMPO

§ 1 La pregunta por el ser ha caído en el olvido […] El ser es el transcendental por antonomasia. […]
El sentido de este «es» nos queda así oculto. La misma comprensibilidad cotidiana de que goza el ser
constituye una muestra de su incomprensibilidad. «El hecho de que ya siempre vivamos en una
comprensión del ser esté envuelto en oscuridad, demuestra la principal necesidad de repetir la
pregunta por el sentido del “ser”»
El ser es el concepto más universal. Por ello se convierte en el más oscuro de los conceptos. Su
indefinibilidad del ser sea una consecuencia directa de la afirmación de su universalidad. «Ser» es
infefinible porque no se lo puede determinar partiendo de conceptos superiores ni representar como
un objeto. En pocas palabras, el «ser» no es un ente, sino la condición de posibilidad de todo ente. (la
tradición filosófica no ha visto diferencia, pues se ocupa primordialmente del ente y, cuando analiza
el ser, lo convierte en ente. El ejemplo más conocido sea el de la ontología cartesiana, que reduce la
realidad del hombre a substancia pensante y substancia extensa.)
La diferencia ontológica que anuncia Heidegger y nos recuerda que «el ser del ente no “es” él
mismo un ente». No hay una esfera propia del ser diferente de la los entes porque «ser» significa
siempre «ser de los entes». No se trata de preguntar qué se esconde detrás del ente (es decir, su
esencia), sino de establecer las condiciones de posibilidad que permiten comprender algo como algo.
El ser, por tanto, no es un ente, una cosa de la que podamos predicar sus propiedades. Aunque por la
servidumbre del lenguaje digamos el ser y lo sustantivemos en la forma de un sujeto lógico-
gramatical, el ser no es nunca un algo que efectúe tales o cuales acciones, el ser no es nunca un algo
que efectué tales o cuales acciones.
¿Qué significa entonces «ser»? Es un principio de inteligibilidad, como un horizonte
significativo desde el que toda realidad es ya siempre comprendida. El mundo de nuestra existencia
es el horizonte desde el que toda realidad es ya siempre comprendida. El mundo de nuestra
existencia es el horizonte desde el que inicialmente comprendemos cosas. Ser y Tiempo busca
determinar el sentido del ser. El sentido no reside tanto en las palabras y las cosas cuanto en la
excepcional estructura de nuestra misma capacidad de comprensión. El sentido, como señala
Heidegger, es «aquello en lo que se mueve la inteligibilidad de algo». Nos movemos de antemano en
un espacio comprensivo desde el que y con respecto al cual las cosas nos resultan primeramente
inteligibles. El ser, por tanto, escapa a cualquier intento de definición. La indefinición de «ser»
resulta bastante incómoda para quien se esfuerza por darle contenido.
[…] preguntarse si el ser tiene el sentido de esencia o existencia resulta inútil por que para
Heidegger «ser» apunta a un horizonte de significado en que ya está efectuándose tal distinción. El
sentido del ser tiene ciertamente un carácter problemático. Por eso, el pensador se interroga por él y
se plantea la tarea filosófica de llevarlo a concepto. Lo único que puede advertirse desde a
perspectiva del ser es justamente no aparecer. En eso reside el conflicto interno del ser: no se trata de
producción de un principio, sino de un descubrimiento. En realidad, el ser comparece siempre de
manera inadvertida, atemática e irrelevante. […] Ser es un campo de manisfetabilidad en el que
comparecen los entes, un claro donde las cosas se hacen visibles, un horizonte de sentido que puede
y debe concretarse.

También podría gustarte