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¿Debería la Iglesia de Jesús apoyar a Israel en

Todo?
POR GERARDO A. ALFARO.
Debemos preguntarnos si nuestra oración debe ser para que todo le salga bien a Israel, no importa qué o cómo lo haga. O si
por otro lado ¿debemos orar por la paz de Israel? Esta paz por supuesto sabemos no le vendrá totalmente sino hasta que
acepte al príncipe de paz, Jesús. En otras palabras nuestro deber primario al orar debería ser que Israel se convierta a Jesús.
¿Acaso no es el pueblo de Dios? Sí que lo es, pero si por algo ha sido famoso Israel en la historia bíblica es por estar
frecuentemente alejado de la voluntad de Dios. Pablo nos dice que aunque Dios no los ha rechazado por siempre, por ahora
han sido puestos a un lado, hasta que la totalidad de los gentiles entre a la familia de Dios (Ro. 9-11).
¿Deberiamos apoyar a Israel en su deseo de poseer en exclusividad Jerusalén y el templo? Yo creo que aunque la promesa
de Dios fue dada a Israel y a su simiente (la simiente es Cristo y por ende los que están en él), Israel fue mandado al exilio
por el mismo Dios (Isaías, Jeremías, Ezquiel, y los demás profetas nos lo cuentan). De este exilio, aunque la promesa era
que regresarían después de 70 años, es obvio por el tenor de la Escritura que no todos los judíos regresaron, y los que
regresaron no restablecieron una relación plena con Dios otra vez. Por ejemplo, aunque el templo de Jerusalén seguía
perteneciendo a Dios (Jesús le llama la casa de su Padre), Dios ya no estaba allí. Nunca se dice que el Espíritu y la gloria
de Dios que habían abandonado el templo en Ezequiel hubieran regresado. Además, como si este fuera poco, en un acto
simbólico el velo del templo se rompió durante la crucifixión de Jesús. Frases, acciones y actitudes de Jesús como las de
"alguien mayor que el templo está aquí," "tus pecados te son perdonados," (el templo era el único lugar autorizado para que
Dios perdonara pecados), o la frase del Señor Jesús de "destruir este templo y en tres días lo reconstruiré," me hacen pensar
que seguir peleando por la localización y la pertenencia del templo judío, no es algo que al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo le importe sobre la vida de las personas... Es interesante además que cuando dos israelitas le pidieron a Jesús que
se convirtiera en el repartidor de tierra y de herencia, Jesús no quiso tomar partido en eso: "¿Quién me ha puesto entre
ustedes como repartidor de tierras?"
Aunque suene anacrónico decirlo, creo que si le pidiéramos a Jesús hoy en día: "ayúdanos a saber quién se queda con el
templo en Jerusalén hoy," seguramente nos contestaría en los mismo términos. Y añadiría, "créeme, en verdad, que la hora
viene y ahora es en que los verdaderos adoradores no adorarán ni en Jerusalén ni en Jerisim, como alguna vez le dijera a la
samaritana.
Si soy honesto conmigo mismo, y para que nadie piense que estoy defendiendo un tipo de antisemitismo (ni Dios lo
permita!!), debo decir que cuando se trata de simpatías personales, la mayoría de los evangélicos nos inclinamos más por
Israel que por cualquier otro grupo del área, las palestinos incluidos. Esto creo que no es difícil de entender porque como
creyentes creemos que las historias de Israel narradas en las Escrituras antiguotestamentarias son tan nuestras como de Israel
nacional. Pablo nos dice en Romanos que aquellas historias se escribieron "para nosotros." Por supuesto esto nos une de
una manera especial con aquel Israel. También nos une con Israel la convicción de que Dios en el futuro hará de nuevo
grandes cosas con este pueblo. Pablo dice que Dios no los ha abandonado y que más adelante todos los que habrán de ser
salvos de Israel lo serán. Juan en Apocalipsis nos habla de un ministerio futuro de cierto grupo representativo de Israel
testificando sobre Jesús el Cristo durante la tribulación. En efecto, a mi parece que el hecho de que Israel tiene un futuro
étnico dentro de los planes de Dios testifica sobre el hecho de que Dios está interesado no sólo en salvar individuos, sino
también naciones, culturas, lenguajes (Apoc. 5).
Sin embargo, que este sea el caso, no significa que yo deba apoyar a la nación de Israel en todo lo que hace. Así como en el
Antiguo Testamento fueron desobedientes a Dios, de la misma forma los israelitas lo hicieron con Jesús. El juicio del que
habló el Señor Jesús, cuando sus discípulos israelitas le enseñaban los grandes edificios del templo (Mateo 25-), por lo cual
el Señor lloró amargamente, y que sabemos llegó a su clímax en la destrucción de la ciudad y del templo en el año 70 AD,
habla de que debemos tener cuidado al apoyar a Israel en su funcionamiento político. Como cristianos lamentamos
terriblemente y angustiosamente que durante centurias esta situación de Israel se haya ocupado como excusa para perseguir
y matar a Israel (¡muchas veces en nombre del cristianismo!), cosa por la cual aquellos llamados cristianos ciertamente
darán cuenta al Judío que está sentado a la derecha de Dios, tarde o temprano. Pero este irracional y horrible antisemitismo
no nos debe llevar al otro extremo.
No nos debe llevar a pensar, como algunos ingenuos cristianos, ha pensado que debemos colaborar económicamente para
que los judíos regresen a su tierra. Algunos dan la impresión de que esto apresurará la venida del Señor Jesús. Leyendo las
profecías antiguotestametarias, lo que resulta claro para mí es que el regreso de los judíos a Israel será el resultado de que
se han vuelto a Dios y a su Cristo, y que cuando esto suceda entonces Dios empezará a actuar de una forma final y
escatológica a favor de Israel. Este era el mismo mensaje de Jesús que ya antes se rechazó. Este fue el mismo mensaje de
Jeremías también rechazado por Israel. "Dejen de aferrarse a su tierra," "la tierra es mía dice el Señor." Yo me haré cargo
de los Babilonios, yo me haré cargo de Roma, yo me haré cargo de los gentiles (incluyendo los palestinos). "¡Regresen a
mí primero! ¡Sí Dios les ha prometido el templo y la tierra que lo circunda, que sea Dios el que se los dé después que se
vuelvan a él! Los que heredarán la tierra serán los humildes, los mansos como Jesús... En el caso contemporáneo, esto no
estaría lejos de sugerir que Jesús estaría dispuesto a pedirles a los judíos que no sólo negociaran su territorio, sino que
estuvieran dispuestos a ceder sin con eso se ganara a los palestinos a la fe verdadera (aunque esto suene utópico e ingenuo
ante la maldad humana--yo me pregunto como habrían sonado las palabras de Jesús en el primer siglo--pura "traición,"
justamente la misma acusación por la que Jeremías fue condenado! Como cuando Jesús les dijo a los de Nazaret que él
como Mesías había venido a salvar también a los gentiles... lo quisieron matar (Lucas 4).
Hace algún tiempo leí un libro escrito por uno de los más importantes eruditos judíos contemporáneos. Jacob Neusner quien
se identifica como un rabí que conversa--a través del tiempo-- con Jesús de Nazaret. El dice estar de acuerdo con varias
cosas con aquel joven rabí de Nazaret. Sin embargo, cuando se trata de aceptar el llamamiento de Jesús a no resistir al malo,
simplemente lo rechaza. Aquí dice él prefiere seguir a Moisés quien les había enseñado de parte de Dios que al malo hay
que resistirlo. Nunca se le ocurre a Neusner conectar la historia de los profetas, entre otros Jeremías, y su llamado a priorizar
su conversión personal y nacional frente a la seguridad nacional. Jesús no está diciendo que nunca se debe resistir al malo.
Dice que Israel antes de pensar en su protección nacional debe pensar en su conversión a Dios, que se evidencia en confiar
que él tendrá cuidado de ellos después de hacerlo. Neusner piensa que esta es una de las más fuertes razones por las que
Jesús no puede ser reconocido como Mesías por Israel. ¡Si así están las cosas, entonces ayudar a Israel en este preciso caso
es alinearse en contra de Jesús!
Otro interesante libro es el escrito por Ratzinger, el papa católico Benedicto XVI. En su segundo volumen sobre Jesús de
Nazaret, parece sugerir que la iglesia no debe evangelizar a los judíos porque Dios tiene un plan diferente con ellos, o porque
ellos forman un testimonio diferente al de la iglesia. No tengo tiempo aquí para hablar de las posibles causas teológicas y
algunas históricas que puedan llevar a este teólogo a pensar de esa forma. Sin embargo, no creo que si esa es su opinión
debamos aceptarla. Los judíos necesitan a Jesús tanto como los gentiles. Sin Jesús, Israel--y la humanidad en general-- no
tiene futuro. Debemos ser claros al respecto. Algunos creyentes olvidando o ignorando esto, parecerían llegar al punto de
apoyar a Israel--inclusive en contra de Jesús, hasta el punto de que si estuvieran en el primer siglo, algunos hubieran dudado
si apoyar o no a aquella multitud que gritaba "crucifícale." ¡Al fin y al cabo era el pueblo de Dios el que lo hacía!
Es poderoso recordar que el apóstol Pablo en una de las cartas en las que más trata sobre la relación de la iglesia con Israel,
Gálatas, nos recuerda que la paz a la iglesia y al Israel de Dios les viene sólo después de someterse al señorío, la cruz, y las
marcas del Mesías crucificado: "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el
mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino
una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. De
aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús." (Gal 6:15-17).

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