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. Ya desde la antigüedad griega puede encontrarse la idea de que existe un principio ordenador del cosmos
que se identifica con la razón. Esta idea se remite tanto en el Timeo de Platón como, en la Metafísica de
Aristóteles, a diversos exponentes de la filosofía presocrática. Así, por ejemplo, en Anaxágoras se habla de
un νοῦς [nous] como un principio que produce el movimiento y, a la vez, la separación en la materia, siendo
puro, infinito, autónomo e idéntico a sí mismo. Heráclito, por su parte, ofrece una comprensión
del logos [λόγος] como un principio que todo lo domina al modo de una suerte de fuego eterno que ha
creado y ordenado el cosmos en su totalidad. El eco de estas ideas parece resonar en diálogos platónicos
como el Filebo o el Timeo, donde la razón (νοῦς) se concibe como causa del devenir, como “reina del cielo y
de la tierra” cuyo orden excluye la contingencia. En el Timeo, por su parte, esta razón pasa a ser identificada
con Dios, concebido éste como un principio ordenador del mundo que comprende a las ideas contenidas en
los seres existentes y las transmite al mundo visible.
1b. Ya en el Fedón, Platón plantea una distinción clara entre razón [διάνοια, λόγος, νόησις], por un lado, y
percepción [αἴσθησις] y cuerpo [σῶμα], por el otro. De acuerdo con esto, la razón y la verdad pueden ser
alcanzadas no solamente en contra de la percepción sensible vinculada al cuerpo. Esta distinción se
comprende, a su vez, no sólo en el marco de una cierta psicología o teoría de la mente, sino también en el
plano de una teoría del conocimiento, lo mismo que en el horizonte de una diferenciación de carácter
ontológico entre dos niveles de realidad: la razón se refiere así a la realidad verdadera de lo inteligible,
comprendido a su vez como invariante, mientras que la aprehensión sensible remite a una realidad variable
y contingente. En este sentido, mientras que la razón ha de conducir a un conocimiento verdadero y libre de
error [γνώμη, ἐπιστήμη], la sensibilidad llevará a una mera opinión [δόξα].
En forma aún más clara, Aristóteles designará con los términos λόγος y νοῦς; una facultad del alma
específicamente humana. Así, por ejemplo, en De Anima la razón aparece en la cúspide de tres facultades
que se comprenden en niveles sucesivamente superiores, a saber: la facultad de la alimentación, la de la
percepción y, finalmente, la del pensamiento. En sus escritos éticos, Aristóteles acoplará a esta distinción
una segunda que distinguirá una parte superior del alma, a saber, aquella que posee el logos, y otra inferior,
de carácter irracional pero capaz, no obstante, de obedecer al logos. Colocándose en el interior de la
tradición platónica, Aristóteles establece también una distinción en el interior de la parte superior del alma
separando aquella orientada a la aprehensión de la esencia de una cosa, parte a la que denominará
precisamente νοῦς en el sentido estricto de la palabra. Es importante destacar, sin embargo, que, a
diferencia de Platón, Aristóteles introduce una diferenciación entre una razón teórica, por un lado, y una
razón práctica, por el otro. La primera de ellas se dirige a lo que no puede ser de otro modo (y es aquí donde
se localizan el saber [ἐπιστήμη] y la razón [νοῦς] en sentido estricto), mientras que la segunda lo hace a lo
que puede ser y comportarse de distinta manera (Aristóteles piensa aquí en la existencia de una razón tanto
en el ámbito de la producción como en el de la praxis, es decir, de la acción humana). En textos como
la Política, finalmente, Aristóteles comprende al ser humano como el único entre los seres vivos dotado
de logos, estableciendo con ello una identificación entre la posesión de la razón y la del lenguaje que
perdura hasta nuestros días.
En su búsqueda por utilizar la filosofía para entender el origen de la vida, Anaximandro afirmó que
el universo y la naturaleza están conformadas por el «apeirón» o pequeñas partículas de materia
indeterminada que son infinitas. Este filósofo fue el primero en postular que la vida se genera en
el agua y que los organismos se regeneran y evolucionan al adaptarse a sus medios ambientes. Se
adelantó a las teorías de Darwin, Lamarck y Oparin.
Este filósofo de la naturaleza fundó junto con Leucipo la escuela atomista. Aunque la teoría del átomo se
atribuiría a John Dalton en el s.XIX, Fue el primero en concebir una teoría en la que la naturaleza estaba
conformada por átomos. En su teoría, la psique o el alma del hombre estaría formada por átomos esféricos,
livianos, suaves, refinados. Además, formuló el problema matemático de la teoría de los límites y los
primeros postulados del cálculo diferencial. Los textos originales de dichas teorías fueron descubiertos en la
época de Newton.
las ideas más allá en su famosa afirmación de que "todo fluye en la vida" (Panta Rhei en griego, que significa
que todo o todas las cosas cambian). Si uno entiende que el cambio es la única constante en la vida,
entonces reconocerá más fácilmente lo que Heráclito está diciendo en sus "oscuros" escritos cuando afirma
cosas como: "El camino hacia arriba y el camino hacia abajo son uno y el mismo. Vivos y muertos, despiertos
y dormidos, jóvenes y viejos, son lo mismo". Estas cosas son lo "mismo" en el sentido de que todas están
sujetas al cambio, surgen de un cambio para desvanecerse en otro y todas las cosas, constantemente, están
en un flujo y son, en ese sentido, lo mismo.
Tales de Mileto (624 a.c) Anaximandro (610 a.c) Anaxímenes (585 a.c) Demócrito (460 a.c)