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El terrorismo de estado es el uso de la violencia política que tiene el fin de eliminar a los adversarios
políticos y someter a toda la población mediante mecanismos represivos. Por lo tanto, el terror se
utiliza como instrumento de disciplinamiento.
Las características principales del terrorismo de Estado son:
Atentar contra los derechos fundamentales: Los actos que protagoniza el terrorismo de Estado van
contra la vida y libertad del ser humano. Tenemos el ejemplo de los asesinatos, torturas y secuestros,
muy comunes en estos casos.
Producir terror: El terrorismo de Estado suele ir contra parte de la población, pero ello induce a la vez
terror global, es decir, afecta a su conjunto. Esto es más propio del terrorismo de Estado en países no
democráticos, cuyas prácticas terroristas son generalmente más arbitrarias.
Tiempo: Que estas prácticas sean sostenidas en el tiempo es necesario para ser considerado como
terrorismo estatal. Hechos aislados no pueden ser considerados como tal.
Violencia indiscriminada: A pesar de que el grupo estatal o parapolicial tenga sus objetivos, no es difícil
de ver que no solo afecta a los grupos que persigue. El terrorismo de Estado suele desviarse, bien por
error o bien conscientemente, y atentar contra personas que aparentemente no serían objetivos.
Tener un motivo: El terrorismo siempre está motivado, lo cual no quiere decir que sea justificable.
Desde Estados democráticos, los motivos suelen ser la eliminación de grupos que de forma legal se
hace muy complicada. Desde los no democráticos, disidentes y críticos del régimen.
2. Registrar las transformaciones económicas y sociales que tienen lugar a partir de 1950 en Argentina.
En septiembre de 1955 un golpe militar ponía punto final a la experiencia peronista e inauguraba una
nueva etapa por demás conflictiva en la vida argentina. Esa nueva etapa que comenzó en 1956 estuvo
signada por dos ideas clave: modernización y desarrollo. Modernización refiere a un proceso por el cual
una sociedad se racionaliza y alcanza la modernidad.
“El modelo dominante de la modernización occidental reduce al mínimo la acción voluntaria orientada
por valores culturales o por objetivos políticos, y descarta así la idea de desarrollo. La modernización
de los 60 en Argentina no responde pues al modelo dominante, porque involucra la idea de desarrollo y
privilegia la acción orientada por nuevos valores culturales. En este caso, modernización alude al
proceso por el cual una sociedad moderna adquiere nuevas formas de producción, de consumo y de
comunicación que provocan cambios en los valores, usos, costumbres y normas sociales.
Respecto a las libertades individuales el gobierno de ‘facto’ hizo tabla rasa de las leyes para imponer
el principio de la fuerza. "El capricho del poder ha puesto a la Nación al margen de su ordenamiento
jurídico haciendo valer las normas impuestas por el criterio de quienes mandan pero no gobiernan". Es
así que las reformas constitucionales fueron derogadas por los mismos que juraron mantenerlas; la
libertad privada de los ciudadanos estuvo sometida al arbitrio policial del Estado y no a la garantía de
los jueces; las organizaciones sindicales fueron avasalladas en el claro designio de servir intereses
ajenos a la masa trabajadora; se sustituyó la voluntad del pueblo en la digitación de palaciegos
candidatos.
Desde mediados de la década de 1950 el país vivió un proceso creciente de movilización social (con un
importante protagonismo sindical y juvenil), que había alcanzado picos como el Cordobazo (1969), las
masivas movilizaciones de año 1873, o las marchas obreras durante el Rodrigazo (1975), los sectores
dominantes impulsaron un corte drástico a ese proceso de efervescencia y a las organizaciones
populares que cuestionaban y reclamaban un cambio de modelo económico importante.
El golpe militar y los sectores que lo acompañaron buscaron la reestructuración económica y social de
la Argentina. Para ello, debía desaparecer el modelo de estado intervencionista que había
caracterizado la política argentina desde la década de 1930, y que alcanzó su momento de mayor
equidad distributiva durante el peronismo.
En el ámbito económico, Argentina ingresó al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Se
decretó la intervención de la CGT, la derogación de la ley de Asociaciones Profesionales y la
restricción del derecho de huelga, el desmantelamiento de IAPI y la privatización de los depósitos
bancarios. Se desarticuló todo el sistema económico montado por el peronismo, pasando la economía
del país a depender enteramente de sus exportaciones de granos y carnes, que además estaban
controladas por grandes empresas extranjeras. También el Banco Central dejó de ser un promotor del
desarrollo para ser un simple estabilizador de precios. 181 Se intentó expandir la economía vía del
aumento salarial y de los impuestos.182 Instauró un régimen de control de cambio, no se podían
transferir divisas al exterior, la compra de dólares se limitó a 50 dólares por persona por mes.
El mercado regularía la economía, el “libre juego de la oferta y la demanda” era el instrumento más
eficaz para la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades. La pequeña y mediana industria
fue desmantelada en beneficio de los sectores agroexportadores e industriales organizados en torno a
los grandes grupos económicos. Se eliminaron las medidas protectoras a la industria nacional,
afectándola gravemente frente a los productos importados. Predominó la valorización del capital
ext6ranjero por sobre el capital productivo.
La memoria es una dimensión constitutiva de la propia identidad. Los sujetos construyen su identidad
a través de la memoria. Lo que recordamos así como aquello que olvidamos, forma parte de nuestras
historias de vida que exigen ser narradas una y otra vez, a fin de dar sentido a nuestro presente y a
nuestro porvenir. La dimensión social de la memoria aparece, por un lado, tomando cuerpo en los modos
en que una sociedad otorga sentido, hace parte de su historia el pasado reciente.
La memoria es elemento constitutivo de la propia identidad. Un sujeto que viviera solamente el
presente, o el anhelo de un futuro soñado, sin detenerse a rememorar su pasado, no sabría quién es.
La memoria es un soporte de las identidades, y sin memoria no tendríamos identidad. Ella es utilizada
para organizar y reorganizar el pasado y sus relaciones con el presente y el futuro.